LA POZA DE MIS RECUERDOS.
AUTOR : PEDRO MIGUEL COSMES MARTÍN
PLASENCIA Y BÉJAR, 1993 - 1994.
34 AÑOS.
DEDICATORIA : A Ana María Arévalo, Teresa Martín Álvarez y
Melchor Cosmes Zaballos.
Recoge sencillos poemas sobre mi infancia en Béjar.
1
AL LECTOR NECESARIO.
28/2/93
Para hablarte de mí mismo
hoy me asomo en el abismo
de tu mente
diferente.
Soy carcoma y te perforo,
surco tu instante e imploro
horizontes,
mares, montes…
En tu carne generosa
pido asilo, luz y rosas,
laberintos
y recintos
donde guardar mi legado
en soledad desovado.
2
MIS SEÑAS DE IDENTIDAD.
13/3/93
A gala tengo mi origen
del Campo Charro y la Sierra.
Me enorgullece mi estirpe:
laneros de Macotera,
castellanos como mimbres
de savia tenaz y fresca.
Vestidos de oscura pana
recorrieron la llanura
montando briosas jacas.
Hombres de recia figura,
con revólver en la faja,
austeros en su andadura.
Soy nieto de un cardador
bejarano y de un lanero
que lucharon con valor
3
contra la muerte en Marruecos,
contra el hambre en la postguerra,
contra dolencias y duelos.
El uno sindicalista
sin afiliación ni credo
busco el orden como guía.
El otro más negociante,
pariente de religiosos
y de prudente talante.
Mi padre fue tejedor
tantos años como pudo
y artista por vocación.
Mi madre repasadora
en aprestos, canillera
y habilidosa atadora.
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Nací en Barrioneila veinte,
en la misma casa donde
mi madre nació y la muerte
quiso a sus padres llevarse,
un edificio de adobe
entre vigas vertebrales,
con paredes encaladas,
con peldaños de madera
y suelos de gris pizarra ;
con un callejón judío,
y corrales con higueras,
y un desván húmedo y frío.
Jugábamos en callejas
impregnadas de fragancias
de geranio y yerbabuena,
5
de balsamina y claveles,
de jabón y ropa limpia
tendida bajo laureles.
Corrí sobre el empedrado,
rompí el hielo de las fuentes,
tiré piedras al granado…
Con qué claridad recuerdo
la risa de mis hermanos,
las faldillas y el brasero
de cisco con su alambrera,
el trinar de los jilgueros,
los gusanitos de seda,
el ronronear del gato,
su mirada en la gatera,
las golondrinas sin amo,
6
el baúl de los disfraces,
la cómoda de nogal,
el vapor en los cristales,
una ardilla disecada,
el olor del aguarrás
y la frágil pincelada.
Días de felicidad
dejaron en mi memoria
una imborrable señal.
LOS SUBTERRÁNEOS DE LA ALCAZABA.
13/3/93
Recorrí los pasadizos,
los sótanos palaciegos,
intrincados laberintos
con bóvedas y secretos,
7
más no encontré los tesoros
que los árabes dejaron.
Entre la humedad y el polvo
hallé silencio y murciélagos.
Leyendas, antiguos dichos…
En las hostiles murallas
los guerreros se han dormido
y el tiempo azuza sus zarzas.
Asumida tal congoja,
la oscuridad me sedujo
y a la luz de las antorchas
contemplé nobles escudos.
Exploramos frías salas,
forzamos viejos pasillos
y desenterré cerámica
rota bajo los ladrillos.
8
En un instante de magia
duques y reyes me hablaron
del horror de las batallas,
del dolor innecesario.
LA POESÍA.
13/3/93
Ávida estaba mi mente
por saber de sensaciones
hermosas y diferentes.
No perdí las ocasiones
y busqué por los desvanes,
y hallé libros con razones.
En silencio tracé planes
y escribí mi primer diario
en hojas de calendario.
9
La lectura sin horarios,
la fantasía pujante
sin ningún destinatario.
Con su magia delirante,
aquellos poemas puros,
recogieron cada instante
en un cuadernillo oscuro.
Así me impregno la música
con su manantial seguro.
LA CAMPIÑA.
26/3/93
Recorrimos las solanas
de las laderas del Tranco,
recogiendo ramilletes
de manzanilla y de orégano.
10
Corté helechos con la hoz,
clavé el hacha en aquel árbol
que derribó la tormenta
en la fuente del regajo.
Desramé con la podona,
até con soga de esparto,
cargué la leña en mis hombros,
sudé bajo el haz pesado.
Temía los escorpiones.
Soñaba ser salamandra
en la carne cristalina
o en el fondo de las aguas.
Aprendí a pisar las rocas,
a escalar por los barrancos,
a soportar la tormenta,
a correr como un venado.
11
Me dormí sobre el tomillo,
corté lirios en los vados,
y colgué, como la hiedra,
del saliente de los canchos.
Trepé a castaños y encinas,
a servales amarillos,
comí cerezas silvestres
y avellanas junto al río.
Amé el canto del jilguero,
del ruiseñor y del mirlo,
el picado del halcón
sobre el fondo del abismo.
Y, como buen bejarano,
amé, sin pausa, mi tierra,
y descubrí, cada día,
como vivir sin perderla.
12
EL TRANCO DEL DIABLO.
25/4/93
Aquel muchacho valiente
se encaró al brutal abismo,
y en la cima de una peña,
desnudo, escuchó su grito.
Sendos halcones cruzaron
seguros en el vacío,
con la punta de sus dedos
casi acarició sus picos.
Fuerte el viento sobre el rostro,
el musgo resbaladizo,
la lluvia fría en su piel,
el aire oliendo a tomillo.
Sucumbían los minutos
y él aguantó sobre el risco.
La altura, potente imán,
desequilibrarle quiso.
13
Cuando el vértigo cesó
pudo ver el precipicio
en toda su magnitud,
con todo su poderío.
En un instante grandioso
extendió sus brazos rígidos
y creyó volar muy alto,
como cometa sin hilo.
DESCANSO EN UN PAJAR.
23/4/93
Me he tumbado sobre el heno
para poder contemplarla,
libre entrar, marcharse libre
a través de la ventana.
Golondrina laboriosa
en esta fresca mañana.
Incansable golondrina
viene, se posa y se marcha.
14
Sombra del aire dormido,
de las horas encaladas,
negrura bajo las vigas
cubiertas de telarañas.
Sorteando sogas y hoces
cruza veloz, ocupada,
pone barro de su pico
en un rincón de la casa.
Construye redondo nido,
no le preocupa el mañana,
instintivamente vive,
instintivamente pasa.
A MELCHOR COSMES.
3/5/93
Un hombre frente al paisaje
con la paleta manchada,
mezcla precisos colores,
mima cada pincelada.
15
Sobre la tela desnuda
el fértil pincel resbala
como un caricia firme
que refleja su mirada.
Lega con pulso obediente
cuanto atesora en el alma,
crea la luz y las sombras,
el volumen y la magia.
Cuánto se aprende mirando…
Aquel lienzo fue ventana
por la que voló mi mente
hasta las cumbres lejanas.
16
LOS ARCOS DE SAN JUANITO.
25/3/93
No hay mañana más hermosa
que la de San Juan, en Béjar,
cuando los niños construyen
arcos en las callejuelas.
La alborada se satura
del perfume de la hiedra,
del aroma de las rosas
y del tomillo violeta.
El que se detiene escucha
un rumor de cadenetas,
de farolillos temblones
hechos de papel de seda.
Mira la estampa del Santo,
la floreada bandeja,
los mantones con bordados
y las floridas macetas.
17
Felicita a los muchachos,
porque merece la pena
recompensar su trabajo
con unas simples monedas.
REGRESO DE UN DÍA DE CAMPO.
23/5/93
Bajando del Castañar
sentimos juntos
el beso de la noche,
sus labios húmedos.
Camino de tinieblas,
negra espesura,
chirridos de cigarras
bajo la luna.
Firmamento profundo,
cielo frondoso,
estrellas y luciérnagas
para mis ojos.
18
CONMEMORACIÓN ANTIGUA.
Recuerdo el Jueves de Corpus
y las calles alfombradas
de aromático tomillo,
adornos en las ventanas
y mantones de Manila,
y banderas onduladas.
¡Qué silencio de respeto
ante procesión tan sacra!
Los pendones de la villa,
nobles telas centenarias,
junto a los hombres de musgo
que conquistaron la plaza.
La custodia bajo palio,
pétalos de rosas blancas,
los niños de comunión,
en filas desordenadas,
con ramilletes de flores
y la autoridad de gala,
bajo el alegre tañer
de diferentes campanas.
19
ROMANCE A LOS PAPORROS.
7/6/93
Devotos de La Garganta
que os acercáis a caballo
por caminos polvorientos
hasta el Castañar amado.
Estuve ayer con vosotros,
fieles romeros, y honramos
a nuestra común Patrona
entre los viejos castaños.
Una comida campestre
con buen vino de pitarra,
sobre mesas de granito.
Tamboriles y dulzainas
mientras habláis de la tierra
que pisamos y queremos,
de esperanzas y reveses,
de tradiciones y sueños.
Al final la polvareda
de tan noble cabalgata
se alejó, como la tarde,
entre las sombras violáceas.
20
ROMERÍA AL CASTAÑAR.
7/7/93
Hombres dolientes sentados
a la orilla del camino,
entre el polvo que levantan
al pasar los peregrinos.
Hombres de gesto quebrado
y de humillada cabeza,
que mendigan un bocado
a los que van a la fiesta.
Hombres implacablemente
hundidos en la miseria,
en el trasiego de gentes
un punto de referencia.
¡Dad la limosna en la mano,
no la arrojéis en la manta !
¡Estos hombres son hermanos !
¡Estos hombres sufren y aman !
¡Enseñad a vuestros hijos
la caridad necesaria,
el respeto a los mendigos
y lo incierto del mañana !
21
LA ESCUELA.
12/6/93
La brisa de mayo puso
el aroma de celindos,
el gorjeo solitario
del ruiseñor y del mirlo,
desde ventanas abiertas
invadía los pasillos
alborotando el cabello
de una bandada de críos.
Flores silvestres y rosas
adornaban el recinto,
ofrenda primaveral
para la Virgen y el Niño.
A sus pies cantamos todos
de carrerilla los himnos,
con timidez de escolares,
con labios de alas de grillo.
En aquel espacio enorme,
en aquel colegio antiguo,
nuestras voces infantiles
pueblan el aire dormido.
22
ROMANCE A UNA REPASADORA BEJARANA.
19/6/93.
Una mujer casi niña
y, casi desde niña, obrera,
dejó la fábrica un sábado
tras el toque de sirena,
aturdida por los ruidos,
con tamo en su cabellera
y olor a tintes y a lana
en su piel fina y morena.
Dieron las dos de la tarde
de un día otoñal de Ferias.
En un ambiente festivo
cruzó por La Corredera
planeando qué ponerse
para acudir a la fiesta,
charlando, apaciblemente,
con algunas compañeras,
entre el alegre gentío,
sin pensar en la hora que era.
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Ya camino de su casa
descubrió, con gran tristeza,
que faltaba el semanal
del bolso de su chaqueta.
Y lloró, como una niña,
y buscó, entre las casetas,
dinero tan necesario
que no halló y se fue con pena.
Otro niño encontró el sobre
al lado de un tiroflechas,
con los billetes y nombre
escrito por toda seña,
mas su padre, tejedor,
indagó la pertenencia
y aquel jornal devolvió
a su entristecida dueña,
que no hay salario perdido
cuando otro obrero lo encuentra.
Una mujer, casi niña,
quiso agradecer la entrega
24
y conocer al muchacho
para premiar su nobleza.
Le trajo un cesto con flores
y con manzanas reinetas,
y en su rostro la alegría
de una sonrisa sincera.
ROMANCE DEL CHAVAL QUE QUISO CONOCER
LA FÁBRICA DONDE SU PADRE TRABAJABA.
20/6/93
Me narraste las historias
tristes de tus compañeros,
que en accidente quedaron
o mutilados o enfermos,
e imaginé aquellas fauces
pertrechadas con mil hierros
y sus cuchillas girando
en un torbellino ciego.
Engranajes y cadenas,
púas y lizos de acero
en un enjambre ruidoso,
cerca de brazos y dedos.
25
Me hablaste de largas noches,
de cómo vencer al sueño,
de gélidas madrugadas,
del cansancio traicionero.
Así que un día fui a verte,
y te encontré muy sereno,
entre máquinas ruidosas
me hablabas fuerte y con gestos,
me mostraste, paso a paso,
los oficios del proceso:
vi teñirse los vellones
por tintada del maestro,
los vi rasgarse en las cardas,
formar mechas e hilo luengo,
bobinarse en las canillas,
en los plegadores puestos,
trama y urdimbre en telares
y buena tela en aprestos.
Y tiré del balancín
con orgulloso respeto,
así quedó mi homenaje
en aquel telar impreso.
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EL DECLIVE INDUSTRIAL.
20/6/93
La ciudad sigue dormida
y los nidos de cigüeña
coronan con sus ramajos
las rojizas chimeneas.
CANCIÓN A DOÑA GUIOMAR DE MENDOZA.
20/6/93
Tu imagen tembló en las fuentes
como un tallo de violeta.
Tu imagen quiso en el agua
vibrar en ondas perfectas.
Besó la brisa tus sienes
y perfumó tus cabellos.
La brisa entonó en tu oído
sus indescifrables versos.
Y en este instante
los pájaros cantamos
para alegrarte.
27
Paseas, joven y hermosa,
bajo castaños radiantes.
Te acarician leves rayos
esquivos entre el ramaje
y, para abrazar tu cuerpo,
extienden las madreselvas
zarcillos y brotes tiernos.
Tu mano sobre el granito
se posó, como una pluma,
estremecióse la entraña
de la piedra fría y dura.
Rosas y espinas
para una soledad
solemne y digna.
El agua fresca borró
las lágrimas de tu rostro,
pero tu pena profunda
fue manantial doloroso.
28
Guiomar : en el estanque
de tus pesares
lanzo versos que te hablen
y mis palabras
flotan como nenúfares
junto a tu barca.
EL DESTIERRO DE LOS JUDÍOS DE BÉJAR.
9/93.
Se lamentaba Rabiza,
buen judío bejarano,
en tan dura encrucijada,
ante sino tan amargo,
pues ambas identidades
en su corazón pugnaron.
Es posible que la duda
cruzase por su cabeza,
cuando cerraba el portón
tachonado de su hacienda,
y que partiese al destierro
con la llave bien sujeta.
29
Miró al cielo disgustado
y quiso ser golondrina :
aunque hoy dejaba su hogar
mañana regresaría…
Con esta ilusión partío
pero nunca volvería.
Cuando le vieron cruzar
con sus pocas pertenencias,
las gentes agradecidas
no ocultaron su tristeza,
que por buen médico fue
apreciado en esta tierra.
Con qué dignidad y apuro
se unieron otras familias
a aquel cortejo sin rumbo,
gentes buenas y sencillas,
gentes de fe y de principios,
ciudadanos de valía.
30
En un profundo silencio
abandonaron la alhama
por callejuelas angostas,
entre torres y atalayas,
y detrás de los visillos
muchos rostros se alegraban.
De las desgracias ajenas
los ruines se complacieron,
pues aguardaban la marcha
desde la sombra, al acecho,
pendientes de la riqueza
que llevarse no pudieron.
Desde una loma cercana
contemplaron el paisaje
que nunca más gozarían,
respiraron, con el aire,
un borbotón de frescura
de sus bosques singulares.
31
Allí quedaron las tumbas
de familiares queridos,
con flores recién cortadas.
Mensajes para el olvido
con caracteres hebreos
en sus lápidas escritos.
Y se imaginó, Rabiza,
su jardín abandonado,
con los rosales marchitos,
con los lirios arrancados
y la fuente acenagada
por las hojas de los álamos.
Y vio correr las goteras
impregnando las paredes,
disolviendo los adobes,
enmoheciendo los muebles,
la caricia de los años
que deja polvo silente.
32
Alguna noche de invierno
la lluvia derrumbaría
la casa donde nació,
en las oscuras ruinas
las malezas implacables
tristemente brotarían.
También vio la sinagoga,
profanada sin motivos,
y lamentó tal agravio,
y la barbarie maldijo,
y acalmó su corazón
de bejarano y judío.
Así meditó Rabiza
mientras algunos lloraban
ante villa tan hermosa,
que bien valía unas lágrimas,
y en medio del desconsuelo
emprendió la caminata.
33
Preñados de incertidumbre
atravesaron los páramos,
las frondas de la memoria
estaban llenas de pájaros,
de sombras y de verdor,
de cristalinos regatos.
En la dura travesía
sin destino, no olvidaron
la tierra donde nacieron,
las callejas que pisaron,
las fuentes donde bebieron,
las plazas donde jugaron.
34
VERSOS PARA SER LEÍDOS EN LA CIMA.
9/92.
La Tierra de Béjar tiene
otra Virgen, la más alta,
la más pobre, la más sola
y olvidada.
La Virgen del Calvitero
nunca ha escuchado campanas
ni ha ceñido una corona
de oro y plata.
Aterida en el invierno
sonríe, bajo una capa
de hielo brillante, o de nieve,
o de escarcha.
Su manto de roca muestra
fisuras hondas y largas,
el beso de la intemperie
se lo rasga.
35
Ni claveles ni azucenas
recibe cada mañana
pero contempla las flores
de montaña.
Monolito en la ventisca,
fiel sombra si el sol abrasa
y refugio de la lluvia
congelada.
Virgen de los montañeros,
ya que siempre me acompañas,
deja que deje en tu cumbre
mis palabras.
FIN.