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Gracia a Vosotros: Desatando la Verdad de Dios, Un Versículo a la Vez
La oración evangelística, 1ª Parte
Escritura: 1 Timoteo 2:1
Código: 54-11
John MacArthur
Esta mañana regresamos a nuestro estudio de 1 Timoteo; y nos encontramos al principio del
capítulo 2. Primera de Timoteo, capítulo 2.
Conforme iniciamos nuestro estudio de los versículos 1 al 8, los cuales serán nuestro tema
para este Día del Señor y el próximo, nos tomará dos domingos realmente examinar la
intención de este texto, quiero comenzar con una palabra personal de testimonio.
Conforme estudiaba a lo largo de esta semana este pasaje -y esto me sucede todo el tiempo-
pero parece que, de manera específica, esta semana el Espíritu Santo colocó un peso de
convicción en mi propio corazón con respecto a este pasaje, más que otros de los que puedo
pensar recientemente. Pero conforme estaba estudiando, realmente fui convencido de pecado
en mi propio corazón por mi falla a nivel personal en cumplir lo que la Palabra de Dios dice
aquí. El texto, básicamente nos llama a orar por los perdidos, como lo veremos conforme lo
estudiemos. Y recordé lo poco que hago eso. Y supongo que debido a eso, me vi motivado en
mi espíritu a pasar quizás una cantidad de tiempo más de lo normal en este texto, en cierta
manera luchando entre la interpretación y la convicción, pensando en lo que el texto
significaba; y después, pensando cómo en mi propia vida y en la vida de la Iglesia e inclusive
en la propia vida de mi propia familia podríamos comenzar a aplicar estas cosas de una
manera en la que no lo habíamos hecho en el pasado. Y me ha tomado, debido a eso, un
tiempo más bien largo. De hecho, ayer pasé el día entero encerrado en mi estudio trabajando
en el texto y en lo que yo compartiría con ustedes en este Día del Señor y el próximo. Y
realmente, no podía dejarlo.
Mi esposa Patricia dijo que es muy raro que yo hiciera eso. Y ella, en cierta manera, me hizo
algunas preguntas acerca de por qué eso estaba pasando… ¿Acaso estaba reduciendo mi
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capacidad de pensamiento en mis años ya mayores? O, ¿qué era lo que realmente estaba
pasando? Pero traté de compartir con ella que hay ocasiones en las que uno entra a un
pasaje de las Escrituras y no lo puede dejar quizás por la razón que no cede su fruto real
hasta que, en cierta manera, usted llega a cierto punto. Y hay otras ocasiones en las que
usted estudia un pasaje y no lo deja, lo cautiva debido a su verdad convincente.
Y creo que ahí estaba yo. No sé, creo que realmente no pensé en eso hasta que esta mañana
estaba pensando acerca de eso durante el primer servicio, que encontré que mi propio
corazón estaba cautivado por el pasaje y por mi propio sentido de convicción que estaba
emanando, que esto es algo que de manera desesperada necesitaba oír. Y si realmente no
encontraba en mi propia vida un compromiso con la obediencia en esta área, estoy seguro de
que aquellos a quienes había enseñado por estos años podrían también estar quedándose
cortos en esta área de la misma manera. Y entonces, fui alentado en mi espíritu al compartir
con ustedes hoy y la próxima vez lo que creo que el Espíritu de Dios está diciendo en esta
área con relación a la oración evangelística.
No sé si puedo culpar esto, pero recuerdo que hace algunos años atrás se me dio un libro
escrito por un escritor cristiano de gran reputación. Era un libro que trataba con el tema de la
oración. Y en este libro, él trató de señalar el hecho que no hay nada la Palabra de Dios que
nos llame a orar por los perdidos. De hecho, fue una tesis del libro que sólo la oración que se
relaciona con el evangelismo fue una oración dada por nuestro Señor Jesús cuando dijo:
“Orad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.” Y que no debemos orar por
los perdidos sin orar porque los obreros alcancen a los perdidos.
Además, la tesis del libro era proceder y evangelizar; y a eso éramos llamados a hacer. Y
había muchas escrituras que nos motivan en esa área. Y supongo que en un sentido, ese
escritor digno de confianza, en cierta manera hizo que ese punto en mi corazón quedara
afirmado y quizás orar por los perdidos no era de gran consecuencia. Obviamente, todos
nosotros oramos por los perdidos que conocemos, gente que tiene una gran parte en nuestro
corazón por la relación de amor que tenemos con ellos. Pero creo que en cierta manera hice
eso a un lado. Y es fácil de hacer eso porque la oración evangelística apasionada de hecho es
un ejercicio de compromiso espiritual que toma tiempo y mucha energía y es más bien hecha
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a un lado de manera fácil especialmente si hay una manera en la que usted puede justificar
eso. Y entonces, confieso al Señor y a ustedes que quizás en mi propia vida no he sido tan fiel
como debía ser en este tema de la oración evangelística y el Espíritu de Dios está hablando a
mi corazón acerca de esto. Me siento motivado, inclusive en esta mañana en nuestra mesa,
conforme nuestra pequeña familia se reunió para desayunar, al leer el pasaje para llamar a
todos nosotros y pasar algo de tiempo en oración por aquellos que están sin el Salvador
tratando de implementar de manera inmediata la intención de lo que el apóstol le dice a
Timoteo aquí.
Obviamente la oración por los perdidos, sin importar lo que podamos creer acerca de ellos en
términos de la enseñanza bíblica, es parte de nuestras vidas. No es necesario decir que en la
comunidad cristiana, cuando tenemos a alguien a quien queremos, que no conoce a Cristo, lo
más natural es orar por su conversión. Y realmente no es de eso que quiero hablar ni de lo
que texto habla. El punto en el texto no es tanto un mandato a que nosotros oremos porque
Dios salve a personas a quienes amamos, sino que entendamos el espectro, lo amplio que es
la oración evangelística, entender la intención del corazón de Dios y la universalidad de la
provisión del Evangelio que nos motiva a orar a un nivel más amplio que quizás hemos
llegado a entender.
Cada semana, recibimos en las tarjetas de registros, cientos de nombres de personas por las
que ustedes quieren que oremos, personas que ustedes nos piden que oremos por ellas, que
no conocen a Cristo y quieren que oremos. Y el miércoles, con frecuencia sale una página con
nada más que nombres en ella y una sección entera simplemente con nombres de personas
por las que usted está preocupado que sean salvos. Y usted y yo sabemos que la salvación
es una obra soberana de Dios y debemos ir a Dios y pedirle que salve porque esa es Su
prerrogativa.
Y también reconozco que mensualmente recibimos un calendario de oración y parte de eso,
algunos de los días del mes están involucrados en orar por naciones y pueblos y campos
misioneros que no conocen a Cristo. Sé que el nuestro ministerio de radio recibimos bolsas de
cartas diariamente alentándonos a orar por personas que no tienen al Señor.
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Debido a esto, es esencial que nosotros entendamos lo que la Biblia enseña acerca de una
oración de este tipo. ¿Es legítima? ¿Es necesaria? ¿Realmente podemos orar por la
salvación de la persona? ¿Por la salvación de la ciudad? ¿Un estado? ¿Una nación? ¿Una
tribu? ¿Podemos orar en ese tipo de términos amplios, acaso eso tiene alguna importancia en
la mente de Dios? ¿Acaso eso se presta de alguna mal manera a la obra de salvación de
Dios?
Si de hecho Dios responde a la oración que oramos al orar por la salvación de alguien,
entonces debemos estar comprometidos con hacer eso. Pero, ¿qué dice la Biblia? Bueno,
regresemos en nuestra manera de pensar, en primer lugar, al primer conjunto de libros en las
escrituras, el Pentateuco, los libros de Moisés; y encontramos en el libro que llamamos
Números, capítulos 11, versículos 1 y 2 y también en el capítulo 14, versículo 3, usted no
necesita buscarlos, en esos dos lugares en Números, Moisés oró. Y él oró por los israelitas
incrédulos ingratos que se estaban quejando. Y su oración básicamente fue porque Dios no
los consumiera en un juicio ardiente.
De hecho, en el capítulo 14 de Números, versículo 19, él clamó a Dios con estas palabras:
“Perdona, te ruego, la iniquidad de este pueblo según la grandeza de Tu misericordia.” Y aquí
está Moisés, el profeta de Dios, el estadista de Dios, el hombre de Dios a quien se le da la
responsabilidad de liderazgo entre el pueblo de Israel y la pasión de su corazón es clamar a
Dios por la salvación de esa nación. Esto es oración evangelística.
En 1 Samuel, quisiera llevarlos a ese texto. Podría pasar al capítulo 12, comparto con ustedes
el testimonio de Samuel en el capítulo 12, versículo 23. Y Samuel dice a favor de su pueblo:
“Así que, lejos sea de mí que peque yo contra Jehová cesando de rogar por vosotros; antes
os instruiré en el camino bueno y recto. Solamente temed a Jehová y servidle de verdad con
todo vuestro corazón, pues considerad cuán grandes cosas ha hecho por vosotros. Mas si
perseverareis en hacer mal, vosotros y vuestro rey pereceréis.”
Ahora Samuel da un paso más allá de lo que vimos en el texto mosaico para decir que no sólo
es un tema de importancia el orar por ustedes, sino que es un pecado el no orar por ustedes.
Dios me guarde que yo peque al dejar de orar por ustedes y que teman al Señor y lo sirvan en
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verdad y con todo su corazón. Y si no hacen eso, ustedes serán consumidos en su impiedad.
Esa es una oración evangelística, esa es una oración por la conversión de personas no
redimidas en la nación de Israel.
En la profecía de Jeremías, en dos lugares, encontramos un principio muy interesante de
esto. Viene de manera inversa. En Jeremías, capítulo 7, versículo 13, el versículo 12 habla de
la impiedad del pueblo. Y ahora, dice Dios, la palabra de Jehová que viene a Jeremías según
el versículo 1, en el versículo 13 Dios dice: “ Ahora, pues, por cuanto vosotros habéis hecho
todas estas obras, dice Jehová, y aunque os hablé desde temprano y sin cesar, no oísteis, y
os llamé, y no respondisteis; haré también a esta casa sobre la cual es invocado Mi Nombre,
en la que vosotros confiáis, y a este lugar que di a vosotros y a vuestros padres, como hice a
Silo. Os echaré de Mi presencia, como eché a todos vuestros hermanos, a toda la generación
de Efraín.”
Ahora, observe lo que le dice al profeta Jeremías: “Tú, pues, no ores por este pueblo, ni
levantes por ellos clamor ni oración, ni me ruegues; porque no te oiré.”
Ahora, el punto que quiero que observen es que era parte de la vida del profeta el estar
clamando a Dios a favor de su pueblo. Y ustedes saben eso a partir de leer el testimonio de
Jeremías. Ustedes saben las lágrimas tan amargas con las que lloró por la salvación de la
Israel no redimida. Usted sabe cómo él clamó a Dios porque el llevara la fe a Israel, al Dios
verdadero y que dejaran la desobediencia y la impiedad. Pero ellos han estado metidos por
tanto tiempo en su pecado que Dios le dice al profeta que deje de orar y deje de clamar a Él a
favor de ellos.
Observen el capítulo 14, versículo 10: “Así ha dicho Jehová acerca de este pueblo: Se
deleitaron en vagar, y no dieron reposo a sus pies; por tanto, Jehová no se agrada de ellos; se
acordará ahora de su maldad, y castigará sus pecados. Me dijo Jehová: No ruegues por este
pueblo para bien. Cuando ayunen, Yo no oiré su clamor, y cuando ofrezcan holocausto y
ofrenda no lo aceptaré, sino que los consumiré con espada, con hambre y con pestilencia. Y
yo dije: ¡Ah! ¡Ah, Señor Jehová!” Jeremías fue un hombre entregado a orar por su pueblo y
sólo Dios podía detenerlo.
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El salmista en el Salmo 25:22 clamó a Dios con estas palabras: “Redime a Israel, oh Dios.”
Ahora, en todos estos ejemplos, usted tiene ilustraciones de hombres orando por la salvación
de un pueblo entero, de una nación. Samuel, en 1 Samuel 7 y el versículo 5, llamó a todo el
pueblo que estaba pecando en Israel a congregarse en un lugar llamado Mizpa. Y él los llamó
a todos a volverse al Señor con todos sus corazones. Él estaba clamando por su salvación.
Debía ser una gran reunión evangelística. Y él les dijo: “Si se vuelven al Señor con todo su
corazón,” y cito, “yo oraré por vosotros.” En otras palabras, yo oraré porque Dios sea
misericordioso y perdone su pecado.
Es
Ezequías, el rey, conociendo la impiedad de los corazones de su pueblo, los vio a todos
viniendo a Jerusalén, congregándose para la Pascua. Y él se dio cuenta de que todos estaban
ahí para cumplir su deber religioso. En 2 Crónicas, capítulo 30, el texto dice ‘conforme vio al
pueblo, él se dio cuenta de que ellos, entre comillas, no se habían limpiado a sí mismos.’ Eran
un pueblo impuro, impío. Involucrados en un ritual religioso externo, hipócrita. Pero sus
corazones no estaban bien. Y entonces, Ezequías se volvió a Dios y él oró por ellos con estas
palabras: “El buen Señor perdona a toda persona que prepara su corazón para buscar a
Dios.” Y aquí está un rey orando por la salvación de su pueblo.
Recuerdo también la oración de Daniel en ese gran capítulo 9, particularmente los versículos
17 al 19, en donde Daniel ora de manera evangelística. “Ahora pues, Dios nuestro, oye la
oración de tu siervo, y sus ruegos; y haz que Tu rostro resplandezca sobre Tu santuario
asolado, por amor del Señor. Inclina, oh Dios mío, Tu oído, y oye; abre Tus ojos, y mira
nuestras desolaciones, y la ciudad sobre la cual es invocado Tu Nombre; porque no elevamos
nuestros ruegos ante Ti confiados en nuestras justicias, sino en Tus muchas
misericordias. Oye, Señor; oh Señor, perdona; presta oído, Señor, y hazlo; no tardes, por
amor de Ti mismo, Dios mío; porque Tu Nombre es invocado sobre Tu ciudad y sobre Tu
pueblo.” Y él clama a Dios porque perdone a su pueblo pecaminoso y le restaure y a su
ciudad y su adoración.
Y después, en el Nuevo Testamento, encontramos el testimonio de Esteban. Esteban oró lo
que es una oración evangelística en Hechos capítulo 7 y en los versículos 59 y 60. Esteban
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estaba siendo aplastado bajo las piedras de aquellos que lo estaban apedreando hasta morir
por lo que vieron como una blasfemia. La realidad es que era el Evangelio de Cristo.
Conforme lo estaban apedreando hasta la muerte, conforme él estaba siendo apedreado
hasta la muerte, él le pidió al Señor Jesús que lo recibiera y después, oró esta oración
maravillosa: “Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Señor, no los hagas responsables
por este pecado.” Lo cual quiere decir ‘oh Dios, ten misericordia de estos pecadores’. Lo cual
es una oración de evangelismo. Él oró por su perdón, la salvación de ellos a través de la
provisión de misericordia y de gracia de Dios.
También recuerdo al apóstol Pablo en Romanos 9 quien habla de la tristeza y la gran
pesadumbre de corazón. Y la pesadumbre de corazón y la tristeza viene porque él dice “yo
casi deseara que yo mismo fuera anatema por causa de la salvación de mis parientes, el
pueblo judío, los israelitas.” Y después, en el capítulo 10, versículo 1, él dice: “El deseo de mi
corazón y la oración por Israel es que ellos sean salvos.”
Pablo oró por la nación de Israel. Esteban oró por la salvación de aquellos que lo mataron.
Daniel oró por la salvación de su pueblo. Ezequías oró por la salvación de su pueblo infiel e
impío. Samuel lo hizo y Moisés lo hizo. Y esto no es algo raro. Y estas simplemente son
muestras de la oración evangelística.
Yo creo que la Biblia nos enseña que debemos orar por los perdidos. Yo creo que de manera
clara se presenta en el texto que tenemos frente a nosotros. Leamos los versículos 1 al 8,
puedes seguirme con atención conforme leo y escuche lo que el Espíritu de Dios dice.
“Exhorto ante todo a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias por
todos los hombres. Por los reyes y por todos los que están en eminencia. Para que vivamos
quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. Porque esto es bueno y agradable
delante de Dios, nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan
al conocimiento de la verdad porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los
hombres, Jesucristo hombre. El cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio
testimonio a su debido tiempo. Para esto yo fui constituido en predicador y apóstol, digo
verdad en Cristo, no miento, y maestro de los gentiles en fe y verdad. Quiero pues, que los
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hombres oren en todo lugar, levantando manos santas sin ira ni contienda.”
Ahora Pablo está instruyendo a Timoteo en estos ocho versículos acerca del asunto de orar
por los perdidos. Esto es de manera clara la intención del pasaje. Pero esta es tan sólo una
parte de la carta entera. Y debemos explicarla en su contexto. Recuerde esto, Pablo ha
terminado su tercer viaje misionero al final de los libros de los Hechos. Él está encarcelado en
Roma. Después de un periodo de encarcelamiento en Roma, él entonces es liberado.
Después de su liberación, va a Éfeso. Ahí se reúne con Timoteo. Ahí, creo yo, Pablo enfrentó
a Himeneo y a Alejandro y sacándolos de la Iglesia porque eran líderes herejes y apóstatas.
Pablo entonces dejó Éfeso después de hacer eso, pero dejó a Timoteo en Éfeso y le dijo:
“Quiero que corrijas el resto de las cosas que necesitan ser corregidas.”
Entonces, Timoteo se quedó en Éfeso. Pablo se fue al oeste. Habiéndose ido no por mucho
tiempo, Pablo le escribe una carta a Timoteo. Esa carta es 1 Timoteo; y en esa carta, instruye
a Timoteo en las áreas específicas que él debe atender en la Iglesia. Muchas cosas estaban
mal en la Iglesia de Éfeso. Y hay mucho trabajo que queda por ser hecho.
En el capítulo 3, versículo 15, a Timoteo se le recuerda de su responsabilidad central, de
enseñarle a la gente cómo deben conducirse en la casa de Dios, la cual es la Iglesia del Dios
viviente, columna y baluarte de la Verdad. Él debe corregir esa Iglesia por su bien y por causa
de su testimonio para el resto de las iglesias y el mundo también.
Entonces, Timoteo se queda en Éfeso. Él ha servido bien al apóstol Pablo, quizás tanto como
15 años. Él lo sabe en su corazón. Pablo sabe que él sabe eso y sin embargo, Pablo le
escribe esta carta simplemente para afirmar y fortalecer su mano como también darle a la
gente en la Iglesia una palabra de Pablo para que puedan ser alentados de que Timoteo actúa
no por sí solo, sino bajo la autoridad de este gran apóstol.
Ahora, el nuestro estudio del capítulo 1 señalamos que había muchas cosas que estaban mal
en la Iglesia. Sólo le recuerdo alguna de ellas: filosofía falsa, estaban por todos lados en la
Iglesia. Había maneras de pensar religiosas que contradecían el verdadero Evangelio de la
salvación de tal manera que la base de la fe cristiana, la gracia salvadora de Dios en Cristo
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estaba siendo enturbiada y la gente no estaba enseñando la verdadera salvación. Hubo un
mal uso de la ley por parte de las personas que pensaban que eran maestros de la ley, pero
no tenían idea de cuál era la intención de la ley. Había tolerancia de pecado. Había una falta
de santidad. Había hipocresía. Había involucramiento con el error demoníaco y los espíritus
engañadores. Había una negación de la verdad acerca de quién era realmente Cristo. Había
apostasía y rechazo de la Palabra de Dios. Estaba el abuso de la enseñanza no sana y
herejía. Había adoración pervertida. Había materialismo, un deseo de dinero y ganancia
terrenal. Existía el abuso de la función de las mujeres. Había apostasía y el rechazo de la
Palabra de Dios. Había inmoralidad, orgullo, intelectualismo y una falta de contentamiento
general con la voluntad de Dios. Ahora, esa es una iglesia en problemas desde cualquier
ángulo que usted lo vea.
Y Timoteo se queda ahí para que esa Iglesia se alinee con la voluntad y el propósito de Dios.
Conforme vimos en el capítulo 1, versículo 18, recordamos que Timoteo tenía un mandato, el
cual se le había encomendado. Él tenía un mandato y él tenía una comisión. Y él tenía una
responsabilidad de hacer lo que Pablo le dijo que hiciera ahí. Y ahora, conforme llega al
capítulo 2, comienza bosquejar de manera específica las cosas que Timoteo debe atender. Y
la primera instrucción tiene que ver con el tema de orar por el mundo perdido. Ahí es donde
Pablo comienza. Y esa es la razón por la que el versículo 1 dice: “Exhorto ante todo…” Y
ahora, comenzamos con un manual para el orden de la Iglesia que comienza con este tema
de la oración evangelística.
Ahora permítame decir, porque creo que usted tiene que entender esto, que esta sección de
los versículos 1 al 8 tiene una naturaleza polémica. Esto significa que trata un problema. Va
en contra de un abuso en la Iglesia. Algo está mal y esto tiene la intención de corregirlo. Y
podemos saber de manera bastante rápida lo que está mal simplemente al ver lo que él dice
acerca de lo que está bien.
Permítame señalar los tres pensamientos principales en estos 8 versículos que acabamos de
leer. Pensamiento número uno, viene en el versículo 1, debemos orar por todos los hombres.
Pensamiento número dos, viene en el versículo 4, eso es porque Dios quiere que sean salvos.
Entonces, el punto uno es orar por la salvación de todos los hombres. El punto dos, porque
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Dios quiere que todos los hombres sean salvos. Y el tercer punto primordial viene en el
versículo 8, ‘y cuando oren, hay algunas condiciones que deben cumplir para que su oración
sea aceptable’. Una es manos santas, eso significa conducta piadosa. Y la otra, es un corazón
que no conoce el enojo ni la disensión. Y eso está hablando de su motivación interna.
Entonces, tenemos aquí la idea de que debemos orar por todos los hombres, porque Dios
quiere que todos los hombres sean salvos y esos hombres que llevan a cabo la oración deben
ser aquellos cuyas vidas se caracterizan por piedad y virtud y santidad.
La Iglesia, entonces, es llamada a la tarea de orar por los perdidos a una escala amplia. Y esa
es la idea primordial. Ahora, cuando notamos la naturaleza polémica de esto, podemos
entonces concluir esto: que la Iglesia no estaba haciendo estas cosas. Uno, la Iglesia en
Éfeso aparentemente no se comprometió a sí misma a orar por todos los hombres. Dos, no
estaban comprometidos con la verdad de que Dios quería que todos los hombres fueran
salvos. Y tres, cuando oraban, estaban levantando manos sucias y estaban orando a partir de
corazones enojados y divisivos.
Eso no es demasiado difícil de entender. Si leemos a través de la epístola y la examinamos
como lo hicimos en el pasado por los errores que están ahí, recordaremos que había judíos
aparentemente en la Iglesia en Éfeso que estaban diciendo que únicamente los judíos que
guardaban la ley o aquellos que en cierta manera eran prosélitos de guardar la ley podían ser
aceptados por Dios. Había un elemento judaizante y eso es aparente en el capítulo 1, de los
versículos 7 al 11. Estaban aquellos que estaban promoviendo que se guardara la ley como el
medio de la salvación. Y esa era una exclusividad que decía que la salvación no es para todo
el mundo, es sólo para aquellos que vienen dentro del marco de la ley judía.
También señalamos que en esta asamblea efesia, estaba el exclusivismo gentil que emanó de
esa antigua filosofía que más adelante llegó a ser conocida como gnosticismo. Y dicha
filosofía decía que la salvación sólo le pertenece a la gente que constituye la élite, esos que
son los iniciados, que han llegado a un nivel de conocimiento, que se han sintonizado con los
diferentes mediadores y sus dioses y eones y los seres angelicales que se alinean entre el
hombre y Dios. Entonces, el pueblo judío habría estado diciendo que la salvación es
únicamente para aquellos que guardan la ley judía. Y los gentiles pudieron haber estado
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diciendo que la salvación únicamente es para aquellos que son los gnósticos, los que
conocen, eso es del verbo griego conocer, los que conocen; ese grupo élite de personas que
han ascendido a otro nivel en alguna experiencia mística con espíritus que creían que eran
espíritus buenos a los cuales Pablo apunta como demonios.
Entonces, habría un exclusivismo que habría estado en la Iglesia en Éfeso. Y debido a esto,
había un error severo en la doctrina de la salvación lo cual se convierte en la nota final de la
epístola entera cuando él termina en el versículo 21 del capítulo 6 al decir que han errado con
respecto a la fe. El error más grande era un error en el asunto de la extensión de la salvación.
Un grupo está diciendo que sólo es para aquellos judíos que conocen en términos de la ley
judía. El otro, es sólo para un grupo pequeño de personas que conocen en términos de
entendimiento místico. Todos los demás quedan afuera.
Y yo creo que esta sección ataca la manera estrecha de esa manera de pensar. Ataca la
manera estrecha de esa perspectiva. La intención del apóstol es decir ‘dejen eso y
reconozcan que Dios quiere que todos los hombres sean salvos’. De hecho, él repite esto en
el capítulo 4, versículo 10, que Dios es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los
que creen. La suma de estas herejías habrían estado enseñando entonces que no todos los
hombres eran sujetos de salvación, no todos los hombres son objeto de la obra salvadora de
Dios. Y Pablo se esfuerza por contraatacar esta idea de exclusivismo al mostrar la necesidad
de orar porque todos los hombres sean salvos debido a que el Evangelio es universal en su
espectro.
Piense en esto. Y este es un judío, Pablo, y él conoce muy bien la historia de su propio pueblo
judío. Y uno de las cosas que sobresalen en la oscuridad de la historia judía es el hecho de
que estas personas no reconocieron la universalidad de su misión, ¿no es cierto? Los judíos
vivían bajo la ilusión de que Dios los había salvado por quien ellos eran y no por causa del
mundo. Ellos se veían como una cubeta en lugar de ser un canal, su perspectiva de sí mismos
era que Dios los había salvado y ‘ahora que nos hemos vuelto la pupila de Su ojo, somos Su
pueblo favorito y no dejen que nadie más en el mundo entero entre en nuestra exclusividad’.
Tanto de esto se habría vuelto parte de su mentalidad que la ilustración gráfica de Jonás
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habla de este tema con gran claridad. Aquí está Jonás llamado por Dios para ir a Nínive y
predicar a los gentiles. Jonás en su mente dice, ‘lo último que yo podría tolerar sería que un
gentil llegara a adquirir favor con Dios’, no lo puedo soportar. Y entonces, en lugar de ir a
Nínive, él se va en la dirección opuesta. Él huye de esto.
Usted dirá: “bueno, tenía miedo de la gente de Nínive”. No fue así. “Bueno, no se sentía
adecuado para evangelizar.” Ese tampoco fue el caso. La razón por la que él no fue es porque
no quería que los gentiles disfrutaran de la bendición exclusiva de Dios que el pueblo de Israel
pensaba que disfrutaban. Bueno, el Señor lo redirigió, como usted sabe, y finalmente lo llevó
ahí. El pez lo vomitó ahí en la costa. Regresó a Nínive y le predicó a Nínive. Y sucedió algo
terrible. La ciudad entera se arrepintió. Y después, Jonás salió y le pidió a Dios que lo matara
porque realmente estaba frustrado. Ahora, sus peores temores se habían cumplido. La gente
había sido salva. Ahora, ¿qué le parece a eso como una ilustración de un profeta con una
manera de pensar equivocada?
Pero eso refleja la exclusividad de gran parte de la manera de pensar de Israel. Y la triste
realidad de la historia redentora es que cuando Israel no fue el canal mediante el cual Dios
podía alcanzar al mundo, Dios vio que ese canal se bloqueó por el pecado y el egoísmo, la
impiedad; y Dios entonces abrió un nuevo canal, el cual es la comunidad redimida de todas
las naciones que conocemos como la Iglesia. Y la meta de la Iglesia no es diferente de la
meta de Israel. Y ésta es alcanzar al mundo. Y Pablo ya puede ver esta manera de pensar
comenzando a formarse en la congregación efesia, esa mentalidad que destruyó la capacidad
de la nación de Israel de cumplir con su llamado divino. Estaban desarrollando esta
exclusividad que dice que ‘la salvación es para nosotros y para nadie más. Cierra la puerta.
Somos la élite.’
Entonces, la instrucción viene con respecto a la necesidad de la oración evangelística que es
a nivel mundial. Que alcanza a todos. Ahora, observe cómo comienza en el versículo 1.
“Exhorto… Exhorto.” Él pudo haber mandado. Pero hay algo aquí un poco más profundo que
él mandó; quizás, hay cierta urgencia, hay cierto ruego y cierto imploro que viene en esta
palabra y tiene una pasión en ésta. Un mandato lleva autoridad. Un ruego o exhortación lleva
pasión. Un mandato viene de un rey. Una exhortación viene del corazón apasionado de
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alguien que ama, alguien que se preocupa. Y con respecto al evangelismo para todo el
mundo, Pablo no viene con la autoridad de un mandato, él viene como el apóstol apasionado,
como un ruego y un imploro. Y él sabe también que la oración no es mejor forzada mediante
un mandato, sino motivada mediante una convicción del corazón.
Y aquí incluye en el texto griego la palabra ‘por tanto’, indicando que él lo está ligando con lo
que vino antes. Y creo que nos lleva de regreso al versículo 18: “Debido a que tienes un
cargo, debido a que tienes una comisión, debido a que todo esto ha sido confirmado en la
iglesia a través de los profetas, como lo vimos, debido a que todo esto está sobre tus
hombros, por tanto, Timoteo, hazlo.” Y esto es lo que te insto a hacer “ante todo.” Y usted
podría hacer la pregunta que yo hice: “¿por qué esto es primero?” Le voy a decir por qué,
¿cuál es el objetivo primordial de la Iglesia? ¿Por qué estamos aquí? Escuche, si el objetivo
primordial de la Iglesia es comunión, ¿en dónde estaríamos? En el cielo, porque ahí
tendríamos comunión perfecta y ninguno de ustedes la echaría a perder. Si el objetivo
primordial de la Iglesia fuera el conocimiento de la Palabra de Dios, podríamos irnos al cielo.
Tendríamos conocimiento perfecto ahí y yo no lo voy a echar a perder con nada de lo que yo
pueda decir que no fuera preciso.
No, como puede ver, el propósito de la Iglesia en el mundo en la actualidad es alcanzar a los
perdidos. Entonces, la prioridad comienza en ese punto. Y nunca van a poder alcanzar a los
perdidos al mundo perdido si tienen algún tipo de teología que dice que el Evangelio no se
aplica toda persona o a alguna persona fuera de nuestro pequeño grupo. Entonces, en primer
lugar, en donde todo comienza es con un entendimiento del espectro del Evangelio. Ese es el
primer tema que quiero tocar.
Y después, él sigue en el versículo 9 tratando con las mujeres en la iglesia. Y después, en el
capítulo 3, versículo 1, él comienza a tratar con el liderazgo de la Iglesia y él continúa con
diferentes temas a partir de ahí. Pero lo primero que él quiere que corrija es este tema del
Evangelio y su extensión y el tema de la oración evangelística. ‘Cuando ustedes se reúnen
tienen que reconocer que Dios quiere que todos los hombres sean salvos y son llamados a
orar por todos los hombres y ustedes llevan a cabo ese tipo de oración con manos santas y un
corazón puro’.
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Ahora, para esta mañana quiero que veamos los primeros dos de cinco elementos de oración
evangelística que fluyen de este texto maravilloso. El primero es la naturaleza de la oración
evangelística… La naturaleza. ¿Qué es esto, cuál es su naturaleza inherente? ¿Cuál es la
naturaleza de la oración evangelística? ¿Cuáles son sus riquezas? ¿Cómo la definimos y
comprendemos?
Bueno, usted notará en el versículo 1 que después de su afirmación de apertura y
exhortación, ante todo, él da cuatro palabras: rogativas, oraciones, peticiones y acciones de
gracias. Esas cuatro palabras realmente en un sentido son sinónimas. Por lo menos las
primeras tres son muy sinónimas. Y aunque podrían ser usadas de manera intercambiable y
cualquiera de esas podría ser traducida oración, debe haber una razón por la que él nos da
cuatro términos. Y realmente no quiero minimizar esa razón simplemente al decir ‘bueno, son
cuatro sinónimos aquí y eso es todo, ya entonces no nos vamos a molestar con ellos’. Creo
que el hecho mismo de que el Espíritu Santo inspiró a Pablo a colocar cuatro términos tiene la
intención de que veamos eso cuatro términos y mientras que no hay muchas diferencias en su
significado, vemos sombras de variación que unidas nos dan la riqueza de este concepto
entero de la oración. Entonces, aunque en muchas maneras son sinónimos y podrían tomarse
como algo común en ese punto, al mismo tiempo tienen sombras de significado y diferentes
colores de intención que yo creo que deben ser examinados; y cuando son examinados, nos
dan un rico entendimiento del tema de la oración.
En primer lugar, está la palabra “rogativas”. Una palabra que encontramos de manera familiar
en las Escrituras. La palabra deesis. Viene de la raíz de un verbo que significa carecer, ser
privado, estar sin algo. Debido a ese tipo de orientación de la palabra, en cierta manera
comunica la idea de que este tema de la oración emana de un sentido general de necesidad.
En otras palabras, al percibir una carencia, al estar sin algo que es necesitado de manera
desesperada, usted va a buscar la provisión que carece. Y creo que esa es una manera
apropiada de percibir la oración evangelística. La oración evangelística emana de un sentido
de necesidad.
Entendemos, ¿no es cierto?, que aquellos que están sin Cristo necesitan a Cristo.
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¿Entendemos eso? ¿Entendemos que el mundo que no conoce al Salvador, que no ha
recibido el perdón de los pecados está en una situación desesperada, camino a una eternidad
de Dios en el infierno? ¿Entendemos esa necesidad? ¿Acaso necesita que lo expliquemos
aún más? Creo que no. Entonces, entendemos que una rogativa es en una referencia a una
necesidad. Y cuando vemos un mundo perdido, podemos con cualquier tipo de mirada
penetrante, cualquier entendimiento de las Escrituras, reconocer la gravedad de esa
necesidad.
También, inherente en esa palabra está la implicación de ir a alguien que tiene los recursos
para suplir esa necesidad. De hecho, los primeros usos de esta palabra estaban ligados a
tomar una especie de rama de palmera o una hoja, un monarca y eso era un símbolo de
humildad y respeto y una ofrenda de paz. Cuando usted venía para pedir algo de él, él podía
suplir para satisfacer su necesidad. Entonces, conlleva la idea no sólo del sentido de
necesidad, sino de ir a alguien que tiene recurso para suplir esa necesidad… Un término muy
rico y hermoso.
La idea entonces es ésta, amados, si llegamos a entender la naturaleza de la oración
evangelística, comenzamos a reconocer la gran necesidad de los perdidos en el mundo.
Richard Baxter, ese pastor maravilloso del siglo XVII escribió esto y creo que le hablará a su
corazón como le hizo al mío.
Él dijo, y cito: “Oh, si ustedes tienen los corazones de cristianos, dejen que anhelen la
salvación de esos pobres vecinos ignorantes, impíos. ¡Ay! No hay más que un paso entre
ellos y la muerte y el infierno. Muchos cientos de enfermedades están esperando para
apoderarse de ellos y si mueren no regenerados, ellos están perdidos para siempre. ¿Acaso
tienen corazones de roca que no pueden compadecerse de hombres en una situación como
esta? Si ustedes no creen en la Palabra de Dios y el peligro de los pecadores ¿por qué son
cristianos ustedes? Si no la creen, ¿por qué no se motivan a ayudar a otros? ¿No les importa
quién está condenado mientras que ustedes son salvos? Si es así, tienen suficiente causa
para compadecerse de ustedes mismos, porque es una manera de pensar que es totalmente
incoherente con la gracia. ¿Acaso vive cerca de ellos, o se encuentra con ellos en las calles, o
trabaja con ellos, o viaja con ellos o se sienta y habla con ellos y no les dice nada de sus
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almas o de la vida venidera? Si sus casas se estuvieran incendiando, ¿no correría y los
ayudaría? ¿Y no ayudará cuando sus almas están casi al borde del fuego del infierno?”
Así dice Richard Baxter con palabras que nos convencen de pecado. La oración evangelística
comienza con un gran sentido de la urgencia basada en la necesidad.
En segundo lugar, él usa la palabra “oraciones,” proseuche, es una palabra general para la
oración. Lo que es interesante a diferencia de la palabra rogativa es que esta palabra es
usada en las Escrituras sólo en referencia a Dios. Esta oración es sólo dirigida a Dios. Y por lo
tanto, parece conllevar la noción de algo sagrado. Usted no sólo va a ir a cualquier persona
que pueda satisfacer una necesidad, usted va a ir a Dios. Lleva el elemento de adoración y
hace referencia al mismo. Y añade otra dimensión para entender la oración evangelística y es
esta dimensión: que cuando usted ora por un alma perdida, usted está orando porque esa
alma venga a la salvación, no sólo debido a su gran necesidad, sino también por la gran gloria
de Dios, ¿verdad? Usted está orando porque esta persona sea redimida para que Dios pueda
ser honrado y para que Dios sea exaltado y para que Dios sea glorificado y para que Dios sea
exaltado y que haya alabanza que sea dirigida a Su Nombre bendito santo, ya que todas las
cosas que oramos en Juan 14 son que el Padre sea glorificado en el Hijo, dijo Jesús.
Entonces, ¿cuál es la naturaleza de la oración evangelística? Es la oración que emana de un
gran sentido de la necesidad del hombre y un gran entendimiento de la gloria de Dios.
Oramos por la salvación debido a la necesidad del hombre. Oramos por la salvación debido a
que Dios es tan digno de alabanza y gloria y adoración y honra que es un crimen contra Su
naturaleza Santa que cualquier criatura exista y no le dé lo que Él merece.
Hay una tercera palabra - y muy rica - “peticiones,” enteuxis, sólo usada aquí y otra vez en el
capítulo 4 versículo 5 y sugiere que usted va a orar en favor de alguien más. Pero hay una
gran profundidad en esta palabra que quiero que capture. La forma del verbo significa caer
con una persona. Significa volverse involucrado de manera íntima con alguien, acercarse a
alguien, conversar con familiaridad. Involucrarse con alguien. Entonces, la oración de
peticiones no es la idea de una especie de abogado legal frío. No es la idea de contratar a
algún abogado para que venga y abogue por usted.
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Creo que cuando pensamos en el Señor Jesús como nuestro abogado de la corte del cielo,
pensamos que Él se viste de alguna túnica real, algún tipo de peluca, túnica legal, debería
decir y ahí se convierte en el abogado de la corte a nuestro favor. No creo que esa sea la
intención de esta palabra.
Cuando pensamos en el Espíritu Santo como dice Romanos 8:26, intercediendo por nosotros
en el sentido de que Él tiene comunión con Dios por nuestra necesidad, también pensamos en
Él en una función de abogado, más en el concepto legal.
Pero la palabra no conlleva a eso. Esta palabra, por cierto, es utilizada tanto en Hebreos 7:25
y en Romanos 8:26; y en ambos casos, la riqueza de la palabra es ésta: que es Cristo, en
Hebreos 7:25, es el Espíritu Santo, en Romanos 8:26 intercediendo por nosotros de esta
manera. Ellos literalmente se involucran con nuestras necesidades. Ellos literalmente se
acercan con nosotros para conversar con familiaridad. Ellos se involucran en nuestra lucha.
Es una palabra no sólo de abogacía sino también de empatía, una palabra de compasión y
una palabra de involucramiento de tal manera que cuando Romanos 8:26, el Espíritu Santo
está intercediendo por nosotros con gemidos invisibles, entendemos que esa intercesión no
es una intercesión fría, legal de un abogado, sino que es una comunión íntima con el Dios
viviente a partir de un sentimiento de nuestra propia necesidad. Y así es con la intercesión de
Cristo. ¡Qué concepto tan rico!
Y entonces, en nuestra oración no meramente nos ponemos de pie de una manera fría,
indiferente, abogando por la salvación de algunos por quienes tenemos muy poca compasión,
sino que por el Espíritu de Dios, habiendo caído en la profundidad de su propia ansiedad y
dolor y sentimiento con empatía, en esa situación, clamamos a Dios con familiaridad por
aquellos por quienes tenemos sentimientos fuertes.
Entonces, ¿qué estamos diciendo? La naturaleza de la oración evangelística es que oramos
con gran compasión personal e involucramiento con la persona que está en una situación
terrible. Entonces, la oración evangelística significa que entendemos la gran necesidad.
Entendemos la gloria de Dios. Y nos involucramos con empatía y compasión en el problema
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de los perdidos.
Y realmente, estoy realmente convencido, amados, que los elementos carentes en nuestras
oraciones y la razón por la que no oramos como debiéramos orar es porque no tenemos estas
cosas en nuestros corazones. No vivimos con la gran conciencia de la necesidad del hombre
y la condición desesperada de los perdidos. Ni vivimos con un deseo que nos consume por
ver a Dios glorificado y magnificado en la salvación de almas, ni se nos facilita el salirnos de
nosotros mismos y entrar en las profundidades de la ansiedad y necesidad de los problemas
de otras personas por quienes oramos por la salvación de sus almas.
Una cuarta palabra que él usa es acciones de gracias, eucharistias, acciones de gracias. Esa
es una parte de toda la oración. Y en nuestra oración evangelística tenemos que estar
dispuestos a hacer eso sea cual sea la respuesta. Parte de nuestra oración evangelística es
agradecerle a Dios por el privilegio de alcanzar a esas personas. No debemos tener ninguna
barrera racial, no debemos creer que alguien está fuera de la provisión de Dios, de alguna
manera. Debemos agradecerle a Dios porque el Evangelio puede ser extendido a todos. Y
entonces, creo que esta gratitud implica que lo que Dios haga en respuesta a las oraciones,
sea cual fuere la respuesta a esa oración, debemos estar agradecidos con Dios. Dad gracias
en todo, 1 Tesalonicenses 5, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros.
Por cierto, la gratitud es el único elemento de la oración que continuará por siempre. Todo lo
demás terminará después de que hayamos entrado a Su presencia. Porque sólo le
agradeceremos para siempre. De tal manera que éste es el único elemento eterno de la
oración que debe ser parte de esas oraciones que ofrecemos inclusive aquí.
Entonces, la oración evangelística: oro porque los hombres tienen necesidad. Oro porque
Dios merece la gloria. Oro porque en la profundidad de mi corazón sienta la ansiedad de un
alma perdida. Lloro con un corazón agradecido. Sea lo que fuere que Dios haga, le doy
gracias. Ésa es la naturaleza de la oración evangelística.
Ahora, quiero añadir otro punto para esta mañana y ése es el espectro de la oración
evangelística. El espectro. Y éste realmente es el punto focal del texto. Y vamos a entrar en
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gran profundidad la próxima vez, el espectro de la misma.
Al final del versículo 1, estas rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, este tipo
de oración es por todos los hombres. Ahora, ése es el espectro. Debe ser hecho por todos los
hombres. Es ilimitado. Nuestras oraciones, las cuales normalmente son egoístas y están
confinadas a nuestros propios intereses personales y a nuestras propias necesidades
personales, de vez en cuando, las extendemos a algún ser querido no salvo, algún miembro
de familia o amigo y podemos llegar a orar por esa persona, pero el punto aquí es que nuestra
oración debe ser por todos los hombres. Debe ser universal en su intención y aspecto. No hay
lugar para la exclusividad. No hay un grupo especial. No hay élite. No hay ciertos iniciados,
quienes sólo ellos pueden llegar a la salvación. Somos llamados a orar por todos los hombres
no redimidos, por todos los hombres. Incluso el versículo 4 apoya esto ‘porque Dios quiere
que todos los hombres sean salvos’. El versículo 6, ‘porque Cristo se dio a sí mismo en
rescate por todos’, debido a que Cristo mismo se está dando en rescate por todos los
hombres y Dios quiere que todos los hombres sean salvos, entonces, necesitamos orar por
todos los hombres. Ése es el corazón del texto… Por todos los hombres.
¿Por qué? ¿Por qué todos los hombres? Porque en Hechos 17:30 dice que Dios manda a
todos los hombres en todo lugar a que se arrepientan. Ahora, eso no deja a nadie afuera.
Todos los hombres sobre la faz de la tierra son mandados a arrepentirse. Ese es el mismo
‘todos los hombres’ que aquí. No hay límites en esto. No hay exclusividad aquí. Eso está
totalmente fuera de la intención del contexto. Oren por todos los hombres. ¿Por qué? Porque
a todos los hombres se les manda en todos lugar a que se arrepientan. Y debemos orar
porque ellos se sometan al Evangelio que Tito 1:11 dice que ha aparecido a todos los
hombres ofreciéndole salvación.
Leí, cuando comenzamos nuestro servicio en esta mañana, Hechos 3:26. Y en ese texto
Pedro le está hablando al judío y dice: “A vosotros primeramente, Dios, habiendo levantado a
su Hijo, lo envió para que os bendijese.” ¿Y cuál fue la intención en la venida de Jesús? La
intención era convertir a todos ustedes de sus iniquidades. Nadie quedó fuera. No hay
exclusividad en eso. No hay límites en eso. La intención del Evangelio dado a Israel era para
volver a todo Israel de sus iniquidades. Digo, ¿por qué otra razón diría Jesús: “Id por todo el
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mundo y predicad el Evangelio toda criatura?” ¿Toda criatura? Porque a toda criatura se le ha
mandado a arrepentirse. Todos los hombres pueden ser salvos en ese sentido y todos los
hombres deben ser el objeto de la oración evangelística. Esta debe ser una parte constante
de la vida de la Iglesia, el orar por los perdidos.
Pablo identifica a un grupo especial de personas dentro de esta categoría amplia de todos los
hombres por quienes la Iglesia debe orar en el versículo 2. “Por los reyes y por todos los que
están en eminencia.” Él los aísla de todos los grupos posibles de personas dentro de el ‘todos
los hombres’ que él pudo haber mencionado; quizás por la tendencia por parte de la Iglesia de
no orar por ellos. A veces, eran abusivos. Podían generar odio y enemistad y amargura.
Por otro lado, algunas veces los líderes y los reyes y los gobernantes, en cierta manera, se
ven muy distantes de la Iglesia; y la Iglesia siente muy poca responsabilidad de orar por ellos.
Ellos no los conocen. Ellos en cierto modo están por ahí afuera en un ambiente diferente, pero
ciertamente debido a la función tan grande que juegan en la vida de la Iglesia, en su
capacidad de guiar, como dice en el versículo 2, de llevar una vida quieta y reposada, en
donde la piedad y la dignidad pueden ser manifestadas, debemos orar por ellos. La manera
en la que la Iglesia funciona en cualquier gobierno depende de ese gobierno. Y cuánta libertad
la Iglesia tiene depende de cuánta libertad ese gobierno le da. Y entonces, él dice, debido a la
autoridad que tienen, debemos orar por ellos.
Pudo haber habido inclusive una tendencia en esta Iglesia, si podemos ver una polémica en
esto, pudo haber habido inclusive una tendencia aquí a que ellos hablaran mal de sus
autoridades. Después de todo, el rey, la palabra basileus aquí significa emperador. Y el
emperador en este entonces no era ningún otro que un hombre llamado Nerón. Y podemos
entender bien que la Iglesia no estuviera muy emocionada por orar por él. Un hombre impío,
vil, perverso, quien se volvió un perseguidor de la fe. Pero sacando de esa categoría de todos
los hombres, él dice: ‘oren por ellos’. Aquí hay un grupo muestra por el que deben orar, oren
por ellos y por todos los que están en autoridad. No sólo algunos de ellos, todos ellos. Oren
por todos los reyes y todos los gobernantes y magistrados y tetrarcas y procónsules y
procuradores y los alcaldes y gobernantes y senadores y miembros del Congreso y toda
persona en toda generación. Oren por todos ellos.
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¿Por qué estamos orando? ¿Por qué estamos orando? Bueno, por años la Iglesia ha dicho en
cierta manera ‘bueno, vamos a orar porque sean sabios y oramos porque hagan lo correcto’.
Ése no es el punto del texto. Oren ¿por qué? Su salvación. Ése es el punto. Es Dios quien
quiere que todos los hombres sean salvos, que vengan al conocimiento de la verdad para que
Su verdad pueda operar en la sociedad. Sean buenos o malos, sean benévolos o crueles,
sean pacíficos o no, oren por ellos. Y el contexto aquí está hablando de su salvación. Oren
por la salvación de todos los líderes. Él no está hablando de tipos de líderes, él está hablando
de todos los líderes. Y él está diciendo oren por todos ellos. Y esta es la razón por la que él
debió haber dicho ‘oren por todos los hombres’. Esa es la razón por la que usted no puede
colocar un límite en esto.
También me parece interesante, por cierto, que él no dice ‘oren porque sean quitados de su
posición’. Él no dice ‘oren porque Dios se deshaga de todos los líderes que están en
desacuerdo con ustedes’. Y él ciertamente no dice ‘reemplácenlos a todos con cristianos’. Él
dice ‘oren porque Dios los salve’. ¿Por qué hemos perdido eso? Creyentes, debemos ser
leales al gobierno, Romanos 13. Debemos ser leales al gobierno porque es ordenado por
Dios. Primera de Pedro 2:17, debemos ser tan leales al gobierno, honrar al rey y hacer lo que
es correcto delante de todos los líderes y respetarlos de tal manera que no hay nada que
puedan decir en contra de nosotros. Debemos ser el modelo de lealtad.
Y aquí estamos como cristianos evangélicos con tanta frecuencia atacando a nuestros líderes.
Digo, el texto de las Escrituras dice ‘oren por su salvación’. Cuán maravilloso sería si la Iglesia
tomara toda la energía que gasta en movimientos políticos y toda la energía que gasta y toda
su metodología de política e invirtiera toda esa energía en orar por la salvación de sus líderes.
¿Podría imaginarse qué impacto tendría en los líderes de nuestra nación si supiera que la
Iglesia de Jesucristo de un extremo de esta nación al otro extremo estuviera en sus rodillas
día tras día orando por su salvación? ¡Qué testimonio! No sólo un testimonio, sino qué manera
de activar el poder de Dios.
Como puede ver, creo que de alguna manera a lo largo del proceso perdemos de vista el
hecho de que las armas de nuestra milicia no son carnales. No peleamos con armas carnales.
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Sino que las armas de nuestra milicia son armas espirituales como la oración, las cuales son
poderosas para la destrucción de las fortalezas de Satanás, dice 2 Corintios 10. ¿Por qué
insiste la Iglesia en hacerse a sí misma impotente y usar armas carnales? La respuesta para
cambiar una nación es la oración.
Tertuliano escribió, un teólogo viviendo alrededor del año 160 al 230, en los primeros siglos de
la Iglesia, escribió esto, y cito: “El cristiano no es el enemigo de nadie, mucho menos del
emperador, ya que sabemos que debido a que él ha sido establecido por Dios, es necesario
que lo amemos y lo reverenciemos y lo honremos y anhelemos su seguridad; por lo tanto,
sacrificamos por la seguridad del emperador.” Fin de la cita. Y Teófilo de Antioquía escribió, y
cito: “La honra que le daré al emperador es mayor no porque lo adoraré, sino porque oraré por
él. No adoraré a nadie más que al Dios verdadero y real, porque yo sé que el emperador fue
establecido por Él. Aquellos que le dan honra real al emperador, quienes tienen buena
disposición hacia él, lo obedecerán y orarán por él.” Fin de la cita.
Tal práctica puede ser vista en los escritos del siglo segundo y tercero. Cuando ellos se
reunían, oraban por la salvación de sus líderes. ¡Qué movimiento de Dios vendría a este país
si pasáramos nuestra energía y esfuerzo en orar por la salvación de ellos. Pero en lugar de
esto, hablamos más de los líderes con quienes estamos en desacuerdo y tratamos de crear
grupos de poder cristiano para reemplazarlos. Y nos volvemos el enemigo. Y en muchas
maneras, creo yo, contaminamos para ellos el agua de vida. La Iglesia siempre debe
funcionar en deber espiritual y el disciplina espiritual, nunca por medios mundanos.
Entonces, oramos y oramos por la salvación de las personas. Y usted pregunta si Dios
responde eso. Pudiera ser que la muerte de Esteban en el capítulo 7 de Hechos, conforme
estaba debajo de esas piedras sangrientas, su vida siendo quitada y él oró por la salvación de
aquellos que arrojaron esas piedras, ¿pudiera ser que la salvación de uno que estuvo ahí
entre esos que lo mataban fue el resultado de su oración? El nombre de esa persona fue
Saulo. ¿Podría ser que la salvación de Saulo fue la respuesta a la oración simple y de
corazón de Esteban? ¿Podría ser que en Hechos 16, cuando usted encuentra Pablo y a Silas
en la cárcel y en el cepo y dice que estaban ahí en la cárcel y estaban cantando y orando,
¿podría ser que allí estaban orando por la salvación del que tenía autoridad sobre ellos, esto
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es el carcelero de Filipos? ¿Y podría ser que Dios en su providencia maravillosa trajo un
terremoto, sacudió el lugar, hizo lo que hizo y como resultado, esa misma noche unas cuantas
horas después, el carcelero de Filipos y su casa entera fueron redimidos y bautizados, pudiera
ser que eso fue en respuesta la oración de Pablo y Silas?
En Hechos 26, Pablo está dando testimonio a Agripa. Versículo 27: “¿Crees, oh rey Agripa, a
los profetas? Yo sé que crees. Entonces Agripa dijo a Pablo: Por poco me persuades a ser
cristiano. Y Pablo dijo: ¡Quisiera Dios que por poco o por mucho, no solamente tú, sino
también todos los que hoy me oyen, fueseis hechos tales cual yo soy, excepto estas
cadenas!” Quiero que todos sean salvos. Oh, yo le pido eso a Dios. Quiero que conozcan el
corazón de Pablo. Él no sólo oró por la salvación de Israel en Romanos 10:1, él aquí estaba
orando por la salvación de toda persona a quien le está predicando. Esto probablemente nos
dio a entender lo que estaba pasando en su corazón cada vez que él le predicaba a alguien.
La oración evangelística es parte de la vida del apóstol. “O, quisiera que Dios lo hiciera, no
sólo contigo sino con todo el mundo.” Él ciertamente no tenía una teología que limitaba la
extensión de sus oraciones. No, la oración evangelística es una prioridad para la Iglesia.
Y su naturaleza muy simple. Emana en el corazón de un sentido profundo de la necesidad de
los perdidos. ¿Entiende usted eso? ¿Entiende usted lo que es estar perdido y condenado al
infierno? También emana de un entendimiento de la gloria de Dios y Su dignidad de ser
alabado. Como Henry Martin, quien al ver a los paganos adorando en India dijo: “No puedo
soportar la existencia si Jesús va a ser deshonrado de esta manera.” Clama por la gloria de
Dios. También emana de una empatía profunda, y una compasión en donde me involucro
tanto en la situación de estar perdido que siento el dolor en mí mismo y clamo a Dios a favor
de ellos. Y también tiene un elemento de gratitud que reconoce que sea lo que Dios haga,
está dentro de Su sabiduría soberana.
Y ésa es la naturaleza de la oración evangelística. Y la extensión de la oración evangelista es
todos los hombres. Aun esas personas que lo gobiernan a usted, de quien usted quizás puede
pensar que están en otra atmósfera, que están fuera de toque con la realidad y a quienes no
les preocupa mucho usted y quizás se siente amenazado por ellos, porque en muchas
maneras tienen la vida de usted en sus manos. No creo que esto suceda a menos de que
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provenga del corazón.
Hubo una pequeña niña sorda y muda en la escuela dominical. Ella nunca había oído una
palabra y ella nunca había hablado una palabra. Pero la Maestra escribió en un pedazo de
papel. Tuvieran una pequeña lección y la maestra escribió: “¿Qué es la oración?” Y ella tomó
su pequeño lápiz y escribió: “La oración es el deseo del corazón.”
Eso es oración, sea que llegue a los labios o no, la oración es el deseo del corazón. ¿Es el
deseo de su corazón que todos los hombres sean salvos? Si lo es, entonces ese deseo va a
llegar a Dios. Oremos.
Padre de gracia, venimos de regreso con corazones agradecidos en esta hora porque
amamos la adoración y nos reunimos contigo y somos bendecidos. Pero confesamos también
que hemos llegado con convicción a este momento porque hemos fallado y yo he fallado al no
orar por un mundo perdido como debo orar. Y pido, Dios, que Tú llenes mi propio corazón con
un gran sentido de la necesidad de los perdidos, con un deseo consumidor por Tu gloria. Con
un corazón de compasión y empatía que encuentre el deseo de mi corazón expresado
continuamente en que todos los hombres puedan ser salvos, dejando los resultados en Tu
soberanía contigo. Que no es nuestro el determinar. En nosotros, queda el orar. Ayúdanos, oh
Señor, en nuestra comunión aquí y en la Iglesia alrededor del mundo a ver que las armas de
nuestra milicia son espirituales y a orar por ciudades y estados y naciones y líderes y que
todos ellos sean salvos. Haz que ese sea el clamor de nuestros corazones. Que nosotros
como iglesia sepamos lo que Pablo quiso expresarle a la Iglesia en Éfeso, que en primer lugar
debemos tener una pasión por la salvación del mundo entero. Si eso está limitado, sea por
alguna teología aberrante o por alguna indiferencia fría, que la Iglesia no puede ser el reflejo
ni de la voluntad de Dios ni de la obra de Cristo en el mundo porque es la voluntad de Dios
que todos sean salvos y es Cristo quien se dio a sí mismo en rescate por todos. Que seamos
una Iglesia que desea alcanzar a todos los hombres. Y oh Dios, que practiquemos esto
también con los individuos con los que nos encontramos.
Mientras que sus cabezas están inclinadas por tan sólo un momento, creo que necesitamos
orar por los perdidos alrededor del mundo en nuestros servicios. Creo que ustedes necesitan
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hacer eso en sus grupos de comunión en el Día del Señor toda semana. Creo que
necesitamos orar por los perdidos en nuestros grupos de estudio bíblico, en las casas, en
nuestras devociones diarias, en nuestros tiempos de familia, yo creo que si Dios va a llevar a
cabo Su obra en nosotros, el gran evangelismo alrededor del mundo, necesitamos comenzar
a orar y necesitamos comenzar a orar habitualmente y continuamente por aquellos que están
sin Cristo. Aquellos que conocemos, aquellos que no conocemos, individuos y naciones
enteras, porque ésta es la voluntad de Dios y esto refleja la respuesta apropiada a la obra de
rescate de Cristo.
Simplemente en este momento, ¿podría usted hacer un pacto en su corazón pidiéndole a Dios
que lo fortalezca para que usted lleve y se comprometa con este ministerio de oración? ¿Va a
hacer eso? ¿En este momento? Haga ese compromiso con Dios.
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