UNtvtítsíDAD DE MEXICO
"un vacío difícil de colmal'"
clase de incomprensiones y obstáculos,tIna nueva generación intelectual ha aparecido en la escena.
La prise de conscience de ésta ha seguido un camino exactamente contrario.Después de un período de ocho o diezaños durante el cual -desde su punto devista- la vida artística y literaria conoce un verdadero eclipse -una de las rarasnovelas de interés aparecida en estos años,se titula, significamente, Nada- se iniciaen el bienio 1950-52, un proceso de efervescencia que, limitado, primero, a la poesía, se extiende luego al cine, a la novelay al ensayo.
Los obstáculos .que se oponían a estemovimiento derivaban, en primer lugar,de la influencia funesta de las teorías deOrtega sobre la deshumanización del arte.Olvidando, en efecto, que sólo al nacionalizarse adquiere una literatura interésuniversal, los escritores de las generaciones anteriores -la modernista V la de ladictadura- pretendían elevarsé al rangode 10 universal desnacionalizándose. Había que revisar, pues, totalmente, nuest~a
idea de literatura. Para volver a ser U111
versal nuestra novela y nuestro cine, teatro, poesía y ensayo, debían españoli~ar.se.
Para reanudar el contacto con el publIcodebían esforzarse en reflejar la vida delhombre español contemporáneo.
La situación existente en nuestro paísnos imponía, en segundo lugar, la búsqu~
da de una técnica adecuada para consegUirtal objetivo, parecida a la empleada porVittorini y los directores de cine italianosquince años antes. Habituado a la ~uena
conciencia de dos lustros de confonmsmo,el público español no pedía que se le refle jara tal cual es, sino tal como cree s~r
y, poco a poco -novelistas, po~tas o dIrectores ele cine- comprendImos quenuestro deber elemental consistía en ser11wlos.
Tales descubrimientos no los verificamos, como es natural, de la noche a lamañana. La herencia de tantos años deconformismo pesaba duramente sobrenosotros, y el paso de lo abstracto a 10concreto, del deseo de describir la realidad al de modificarla, se realizó de diferente manera en c~da caso.
Por Juan GOYTISOLO
"m.ue/·to Miguel Hernández"
español, sus héroes son conquistadores yaventureros partidos al Nuevo Mundo,soldados de los Tercios de Flandes. Lospoetas cantan la Gloria de Dios y la inmortalidad del alma en sonetos dignos delmejor Garcilaso, y los escenarios y pantallas se pueblan de pelucas, armaduras ycastillos de cartón piedra: es la época deléxito delirante de Locura de amor, deAgustina de Aragón, de Alba de Aménca ...
A partir de mil novecientos cincuenta-y coincidiendo con el despertar de lajoven generación- se inicia un movimiento de abandono del tema histórico por
parte de los mismos dramaturgos, escritores y cineastas que, hasta entonces, lo utilizaban. Una inquietud profunda corroea los intelectuales de esta generación; aislados de la realidad del país, sin raíces,comienzan a darse cuenta de que a sualrededor, ocurren cosas importantes, quizá -se dicen, con angustia- las únicasverdaderamente importantes.
Sus viejas ilusiones se han desvanecido -al poeta que veinte años antes saludaba el paso alegre de la paz, respondeotro hombre de su generación, el novelista Emilio Romero, ganador del últimoPremio Planeta: La paz empieza nunca- y huyendo una vez más de 10 real seevaden en la nostalgia del pasado, en lamelancolía del tiempo muerto . ..
Los libros de Luys de Santamarina rememoran sus amoríos juveniles; los poemas religiosos e imperiales se tornan intimistas y caseros. Al teatro y al cine depelucas sucede la explotación comercialde la época del cuplé, de los "felices veinte": El último cuplé, Adónde vas Alfonso XII, los felices tiempos del cuplé, etc.y las mismas voces broncas que proclamaban antes la Vocación Universal deEspaña y la Voluntad de Impe~io, se elevan, ahora, plañideras, para decIr: Volvamas al novecientos... Salvemos la zarzuela ...
Pero los jóvenes que entretanto, handescubierto la realidad de su país, nolas escuchan ya. La vida española siguesu curso y, lentamente, venciendo toda
LITERATURA
ESPA~OLA
NUEVALA"LOS PÁJAROS de mal agüero, al afir
mar que, en España, la literaturahabía desaparecido con la Repú
blica, han dado pruebas de un apresuramiento excesivo o han tomado sus deseospor realidades", concluía Maurice E. Coindreau tras analizar detenidamente el panorama de nuestra más reciente producción literaria. Después de un período detres lustros, durante el que era tópico decir que la cultura española había muerto,su sorpresa era la misma que la de losnúcleos hispanistas del extranjero al enfrentarse con nuestra nueva poesía, o lade millares de espectadores de todo elmundo ante el estreno de las películas deBardem.
Su prejuicio -preciso eS! reconocerlo-no dejaba de estar bien justificado. Muertos Larca, Machado, Hernández, exilados los demás escritores importantes, seabría ante los jóvenes intelectuales, unvacío difícil de colmar. Por otra parte, laguerra mundial, primero, el bloqueo internacional, después, aislándonos del restodel mundo, contribuían a crear una situación de anormalidad, cuyos efectos, todavía, padecemos.
En estas condiciones nadie podía prever que una nueva generación, ajena,por razones de edad, al episodio de lalucha civil, iba a superar el corte provocado por ésta y afirmarse en cuanto tal, entodos los órdenes de la vida cultural delpaís, con un vivo afán de renovación yde crítica.
Y, sin embargo, esto es 10 que ha ocurrido. A una generación idealista, exaltadora de los valores espirituales y patrióticos, pero alejada más o menos de larealidad, ha sucedido otra violentamenteinconformista, definida por su preocupación por 10 real.
La historia de los últimos veinte añospodría resumirse en la descripción de undoble proceso: por un lado, el derrumbamiento progresivo de los ideales de la generación de la guerra; por otro, el lentodespertar de una conciencia crítica entrelos escritores de las promociones másjóvenes. ,
El primer proceso se desarrolla en varias etapas fácilmente delimitables que vandesde la exaltación militar y mesiánica demil novecientos treinta y nueve, hasta elansia de evasión, la nostalgia y la melancolía de estos últimos años.
Concluida la lucha con la victoria de losejércitos nacionales, se abre un períodode fervor guerrero y patriótico que produce novelas como La fiel infantería deGarcía Serrano, películas como Raza ySin novedad en el Alcázar y una buenadocena de obras de teatro, exaltadoras delespíritu e ideales de la cruzada. Era elmomento en el que el público interrumpíacon sus vítores la proyección de Escuadrilla y, después de haber compuesto encendidas Odas a la guerra, los escritorescombatientes agrupados en torno a la revista Jerarquía saludaban con el mismoentusiasmo el alegre advenimiento de lapaz.
A esta primera etapa guerrera sucede,en mil novecientos cuarenta y dos, unlargo período de evocación de los temashistóricos. heroicos e imperiales. Giménez Caballero, Luys de.Santama,rina, hacen retroceder cuatro siglos el calendario
16 UNIVERSIDAD DE MEXICO
"de sus rldna-s rtsurgiría un pueblo fortalecido"
LAAa la tierra prometida. "En vez de toparcon un pueblo arrepentido, y de que mispaseos y excursiones se vieran entorpecidos por caravanas de penitentes que recorrieran los caminos en manifestaciónde arrepentimiento, me parecía que trasde todos aquellos buenos y alegres burgueses apenas si se daba ya pena paraemboscarse el antig'uo nazi, que aflorabaa la superficie y se exhibía." Y más adelante a11.adía en tOno de reflexión: "Alemania deja en el espíritu el amargo saborde un fruto incorregible. Después de laúltima poda todos esperábamos, con infundada. espéranza, que de sus ruinas resurgiría wn ¡meblo fortalecido por el arrepentimiento y regenerado por la experiencia. ¡No ha sido así! Echando al olvido todas las invitaciones a una reforma,Alemania ha preferido, después de diezaños de reconstrucción, encumbrar al comerciante saga.z que hay en todo buenburgués. El milagro de su recuperaciónse ha operado, pero es simplemente un,nilagro alemán, no un m.ilagro moral."
Poco después el tono de sus confesiones cambió súbitamente. "He caído, porpura casualidad, en medio de otra Alemania. La luz me vino de Oriente. M edespereffo apenas y no me dejo arrebatarcon facilidad, pero indudablemente el tono m(Jral es otro en la Alemania delEste. Hace poco hablaba con un católico.
DE
Por E111.ilio URANGA
EL AMBIENTE DE su ENSEÑANZA
INTRODUCCIONLECTURA
JORGE'LUKACS
"voy A ALEMANIA para ver a losalemanes convertidos y regenemdos; no me quiero perder el
espectáculo de una nación que se arrep-iente y echa andar por el buen cam~'no.
La catarsis de un pueblo es peripecia detal dimensión que de palparse, compensará la fatiga de un largo viaje." Y empujado por la lógica de su propio sistema, yfortalecido ijar algunas insinuaciones,largamente meditadas, de Karl Jaspers,mi amigo hizo sus maletas, tomó el avióny se plantó en Alemania.
"¡ Pero cuál no fue mi decepción!", escribía unas semcnas después de su arribo
Los primeros en reaccionar fueron lospoetas. Al garcilasismo retórico y huecode la generación precedente, Eugenio deN ora, BIas de Otero, Gabriel Celaya opo'nen una preocupación por lo concreto:los problemas de orden social o, simplemente humano. Así, BIas de Otero dedicasu libro Pido la paz y la palabra a la"inmensa mayoría" y por su lenguaje eintenciones, su poesía entronca con la tradición nacional de Hernández y Machado.
Poco más tarde, asistimos al nacimiento del cine. Realizado en 1952- con escasosinedias, Bienvenido MI'. Marshall revelóel nombre de dos directores jóvenes: Bardem y Berlanga. El éxito mundial obtenido después por films como Muerte de tmciclista, Calabuig y Calle mayor es demasiado reciente y su significación e intenciones son tan claros, que hacen superfluos todos los comentarios.
Con algún retraso, el proceso se inicia,también, en la novela. La década anteriorhabía descubierto a un escritor de talento, Camilo José Cela, autor de La familiade Pascual Duarte; pero no es esta obra,sino La colmena, publicada en 1952, enBuenos Aires, la que debía imponer sunombre entre los jóvenes. Retratando concrudeza el Madrid de después de la g'uerra civil, abordaba por primera vez, 'conun doble rigor crítico y técnico, una zonahasta entonces tabú de la vida españolacontemporánea.
Su audacia debía sentar escuela y, apartir de La colmena, son muchos losnovelistas que, con mayor o menor fortuna, se enfrentan a la problemática de loreal, de lo cotidiano. N os contentaremoscon señalar a dos, cuyo renombre empieza ya a rebasar nuestras fronteras: H.afael Sánchez Ferlosio, cuya novela El Jarama es un retrato cruel de un gran sectorde la juventud de hoy, carente de ambiciones e ideales, y Jesús Fernández Santos, cronista de la pobreza del campo español, en su obra Los bravos.
Después de la publicación de N atas sobre literatura espaíiola contemporátlea yLa hora del lect01', de José María CastelIet, el ensayo, sale, asimismo, de su letargo. Un número sin cesar creciente dejóvenes analiza, estos últimos años, losdiferentes aspectos de la vida cultural ysocial del país: Eduardo Ducay, Aranguren, Miguel Sánchez Mazas, etc.
En el teatro, por el contrario, el proceso no se ha iniciado aún y la escenaespañola arrastra una existencia penosa,ahogada entre folletines, sainetes y farsas.Sin embargo, el interés creciente por elmejor teatro extranjero -Brecht, Mil1er,Sartre, etc.-, nos hace creer que el eclipse es sólo provisional y que los jóvenesautores buscan, en silencio, la forma 'deentroncar la ric~ tradición dramática española con las exigencias, temáticas ytécnicas, del teatro moderno.
Tal es, en líneas generales, el balanced.e nuestra situación actual. Dos generaClOnes de autores, con dos maneras diametralmente opuestas de concebir la vidase disputan todavía la escena: una joven:cada vez más segura de sí misma' otradesengañada y en franco retroce~o. V:aunque la evolución de una y otra no ha~?ncluido a~n, no resulta exagerado decIr que. ~lac[¡e espera nada ya de ésta yque, qUleranlo o no nuestros mayores, seacerca ya -y se impone- la hora delrelevo. f