Download - La Metafora de La Maternidad
UNIVERSIDAD DE CARABOBOFACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD
SEDE ARAGUAESCUELA DE MEDICINA
"Dr. WITREMUNDO TORREALBA" DIRECCIÓN DE ESTUDIOS AVANZADOS Y POST
GRADODOCTORADO EN SALUD PÚBLICASEMINARIO ECOLOGIA Y SALUD
LA METAFORA DE LA MATERNIDAD
PARTICIPANTE:ZORAIDA NÚÑEZ
FACILITADORProf. Naudis Martínez
MARACAY, 14 DE FEBRERO DE 2013
“Queda decretado, por definición, que el hombre es un animal que ama, y que por eso es bello, mucho más bello que la estrella de la mañana.”
Thiago de Mello
La tierra mujer y madre reveló muchos de sus secretos a las mujeres para el
cuidado de la vida. Secretos que pasaron de madre a hija hasta que la ciencia
patriarcal positivista y fragmentadora, como es, arraigó el conocimiento técnico en
todas las culturas que le abrieron las puertas a los principios del método científico
como única vía para encontrar la verdad y el saber.
Pero ¿cuál es la verdad? ¿Existe una verdad verdadera?
En la biblia se narra la creación del mundo señalando como Dios separó la luz
de las tinieblas, ordenó el caos reinante, separó las aguas marinas de la tierra y creó
cada criatura viviente concluyendo con la creación del hombre… El hombre que
perdió el Edén o lo destruyó con conocimiento de causa e intencionalidad, luego
escribió la Biblia y a su manera creó un nuevo Dios perfecto, hecho a su imagen y
semejanza: La Ciencia moderna.
La historia, como la religión, escrita con la pluma de los vencedores es la
historia de la subordinación de la mujer a las “leyes” de la naturaleza y de la sociedad
occidental.
Esta historia mágico religiosa deja de lado a la diosa ancestral dadora de vida,
diosa presente en todas las culturas consideradas primitivas: la madre tierra, la Pacha
Mama, la mujer de tierra que descubrió la agricultura, cuidó las semillas y las plantas.
La mujer, a diferencia del hombre, reconoce la naturaleza en sí misma y en los
otros seres. Guardiana de las semillas, creadora de la agricultura, tiene un doble
papel de reproducción social y biológica.
Tradicionalmente es la mujer la responsable del cuidado de la vida, el cuidado
de los niños y de su educación, esencial para su posterior incorporación a la vida
social, también ha sido responsabilizada del cuidado de los más débiles, los ancianos
y los enfermos, lo cual tal vez se relacione con el creciente número de mujeres
médicas. Por siglos se ha atribuido a las mujeres poderes de hechicería o brujería
asociados al conocimiento de las plantas medicinales.
Sin embargo a esta responsabilidad sobre la vida se contrapone la marginación
y la sujeción al poder expresado en el hogar, el trabajo o la política. Aunque a fin de
cuentas la política es el todo que subyace en las relaciones humanas. El desdén de la
sociedad-empresa de producción hacia el trabajo doméstico reproductivo no es más
que una forma de explotación de las fuerzas naturales de las mujeres que usualmente
invierten su vida en pro de la vida de otros cuya capacidad productiva depende en
gran medida del cuidado diario en el hogar. Aún hoy cuando la mujer se ha
incorporado a la sociedad empresa en labores productivas, el trabajo del hogar es
parte cotidiana de su actividad en una doble jornada de labores doméstica y trabajo
fuera del hogar. ¿Qué sería del mundo que conocemos si las mujeres se negasen a
cumplir las labores de reproducción para lo cual han sido educadas?
En la búsqueda científica de mecanismos para el desarrollo se ha construido
una serie de formas de dominación de la naturaleza que abarca la reproducción de las
especies privilegiadas para el consumo hasta dominación de la reproducción humana,
especialmente de los aspectos femeninos de la reproducción. Es sabido que la mujer
moderna tiende a diferir la maternidad en relación con el nivel académico,
profesionalización y situación laboral; estas condiciones están relacionadas con el
acceso desigual a la escolaridad por lo que usualmente son las mujeres de los estratos
socioeconómicos más elevados aquellas con menor número de hijos por mujer, ya
que la fertilidad femenina disminuye después de los 35 años, en tanto las mujeres
víctimas de la pobreza tienen el mayor número de hijos y el menor acceso a técnicas
de planificación de la natalidad; el derecho sobre su cuerpo está restringido a
decisiones tomadas por otros.
El análisis de la reproducción humana en la sociedad occidental ha de incluir
el estudio de la medicalización del ciclo vital de la mujer, no solamente del embarazo,
parto y crianza. Al desplazamiento de las tradicionales matronas que acompañaban a
la mujer en todo su ciclo vital desde la menarca hasta la maternidad por los médicos
obstetras ahora se suma el sometimiento a los procesos de fertilización asistida o
artificial. El hombre a través de la ciencia se ha apropiado de dos recursos propios de
las mujeres: la fertilidad y la agricultura.
En este sentido, la ciencia médica no solamente ha pretendido el control de los
tiempos biológicos, redefiniendo la normalidad de procesos como el embarazo y el
parto, sino que ha centrado su atención principalmente en el estudio de la fertilidad y
esterilidad de la mujer, ya que se asume la maternidad como destino natural de la
mujer. De suerte que la medicina como representante de las fuerzas hegemónicas se
vale de la obstetricia, la genética y la pediatría para el ejercicio de control de la
maternidad que garantice la reproducción socialmente aceptada.
La mujer y la naturaleza son dos grandes subordinados y víctimas del dominio
en la sociedad; la mujer ha sido asimilada a la naturaleza de la misma forma que la
naturaleza ha sido asimilada a la feminidad por la sociedad antropocentrista y
androcentrista subvalorando el cuidado de los débiles por su carácter femenino
mientras se exalta la competencia y la lucha como características masculinas que
lleva al triunfo social. Es posible afirmar que una característica de la modernidad es la
explotación de las capacidades femeninas de reproducción y aupervivencia que posee
la naturaleza, partiendo del supuesto negado de que tales capacidades serán infinitas
al manipularlas científicamente.
De igual manera y en forma simultánea, la patriarcal sociedad capitalista ha
pretendido apropiarse de la maternidad. Adueñarse de la metáfora de la maternidad
tierra y sustituirla por la maternidad ciencia, generadora de bienestares posibles en el
devenir del tiempo, mientras cual medusa artificiosa transforma la naturaleza en
materia prima objeto de explotación arrebatándole el poder de fecundidad y
reproducción en un ejercicio de dominación que lleva hasta el límite de la vida.
Cuando la mujer es sometida a técnicas de reproducción asistida requiere tratamientos
con altas dosis de hormonas exógenas con lo cual su organismo puede verse
seriamente afectado por complicaciones que varían desde el embarazo múltiple hasta
afecciones renales, hepáticas o cardiovasculares, que pueden poner en riesgo su vida.
El ejercicio de poder sobre la naturaleza, vista como una forma de control,
dominio y maltrato cotidiano socialmente aceptado, conduce a identificar el estrecho
vínculo existente entre feminismo y ecologismo como expresión de la lucha por la
emancipación, el reconocimiento de la diferencia y la superación de la desigualdad,
constituye una crítica viva a la ontogenia del poder concebido como primigenio
natural y no un constructo histórico social fundamentado en razones de producción y
ganancias netas transferibles solamente a través del control de la propiedad, incluida
la mujer madre, ya que la única certeza es la maternidad a la cual los hombres no
tienen acceso.
Por otra parte, la crisis ambiental tiene su mayor expresión en las regiones de
mayor pobreza del mundo en las cuales las mujeres, además constituyen la mayoría
de pobres y son más vulnerables a riesgos ambientales de distinta índole; desde la
pérdida de sus viviendas hasta el permanente y acumulado efecto de agentes
contaminantes presentes en la periferia de las grandes industrias, en las labores
agrícolas o sencillamente en su domicilio para saciar al hambriento uróboro de la
modernidad y el mal desarrollo enunciado por Vandana Shiva.
Los efectos de la crisis ambiental toman particulares características en la salud
de la mujer, particularmente en las mujeres pobres cuya alimentación suele ser de
mala calidad, sus embarazos mal controlados, sus hijos mueren prematuramente y son
más susceptibles a agentes contaminantes que les acarreen daños congénitos. La
mujer es más vulnerable a la acción de los productos químicos ya que su cuerpo
posee mayor contenido de grasa que facilita el depósito de sustancias en mayor
cantidad y por mayor tiempo. En este sentido es de interés mencionar los efectos de
los denominados xenoestrógenos.
Los xenoestrógenos son sustancias lipofilicas presentes en agentes químicos
utilizados como insecticidas, antioxidantes o conservantes. Se ha establecido que los
xenoestrógenos actúan como disruptores endocrinos a través de diversos mecanismos:
se acoplan al sitio activo del receptor de estrógenos, ejercen acción semejante a los
estrógenos endógenos y/o promueven la síntesis de estradiol endógeno. La presencia
de estas sustancias en el organismo humano se ha asociado a menarquia temprana,
cáncer de mama, cáncer de útero y disminución del número de espermatozoides en el
semen. Por otra parte los xenoestrógenos atraviesan la barrera placentaria y pasan al
feto con diversos efectos deletéreos en el desarrollo de los órganos sexuales,
malformaciones congénitas y alteraciones del sistema inmune.
La necesidad de incrementar la producción como elemento para alcanzar el
desarrollo económico esconde la necesidad mercantil, capitalista de lograr nuevos
mercados para dicha producción. La embestida del capital no repara en el daño
ambiental que la expansión tecnológica que ha traído beneficios y daños a la
naturaleza y la humanidad. Tal es el caso del avance alcanzado en el conocimiento
genético que no ha significado mayor protección a la biodiversidad, en su lugar se ha
fortalecido determinadas especies biológicas de interés comercial en desmedro de
especies cuyo interés de explotación es secundario. Como lo señala María Tardón
Vigil cuando la tierra se concibe exclusivamente como materia prima, el principio
femenino muere. Por tanto, cabría preguntarse si un propósito encubierto de la
investigación del genoma humano es también fortalecer determinadas características
por su valoración en el campo de la producción, desdeñando aquellas que puedan
interferir como la curiosidad, la afectividad o la ternura.
La globalización, el neoliberalismo y la crisis del capital marchan parejo con
la crisis de humanidad y la crisis ambiental; al parecer las terribles imágenes de
suicidio futurista están próximas a hacerse presentes dado el riesgo cada vez mayor
de la extinción de especies vegetales y animales, incluyendo la misma especie
humana. Grandes catástrofes ambientales son el cobro que la naturaleza realiza a la
desmedida ambición humana.
En medio de este caos la silenciada voz de la naturaleza puede ser expresada
por la voz alzada de los invisibilizados habituales: los pobres, los ancianos, las
mujeres, los diferentes…
La promesa de bienestar de la modernidad no se ha cumplido, y en cambio se
han generado nuevas formas de dominación y explotación. En el caso de la mujer esta
se ha transformado en medio de producción, medio de reproducción y medio de
sometimiento. Como medio de producción se ha incorporado en condiciones
desiguales al mercado laboral, llevando consigo la carga adicional de la cotidianidad
con las tareas del hogar.
Como medio de reproducción social y biológico, la apropiación del cuerpo
femenino por la ciencia con la aparente intención de ayudarle en el control de sus
procesos biológicos ha devenido en la violación de la libertad de decidir en muchas
regiones del mundo, incluyendo nuestro propio país, en el cual el acceso a los
métodos anticonceptivos es controlado por la ciencia médica que decide de manera
discrecional, por no decir francamente discriminada cuando aplicarlos, dejando de
lado las leyes vigentes. Así las mujeres más pobres tienen el mayor número de hijos
en tanto las que poseen mayores recursos económicos gozan y padecen los beneficios
y perjuicios de la maternidad diferida, recurriendo a costosas técnicas de
inseminación artificial o a subterfugios legales para la adopción de niños pobres.
Como medio de sometimiento es partícipe del sostén y mantenimiento de las
relaciones sociales, vistas como relaciones de poder y dominación. La socialización
se inicia aun antes de la concepción del ser humano, durante su vida intrauterina a
través de la estimulación directa aplicando técnicas específicas dirigidas a este fin, o
indirecta a través de estímulos físicos que traspasan el medio materno, como sonidos
o luces, o estímulos psiconeurohumorales que inician en la propia madre, como el
estrés, el afecto o el temor. Por otra parte el papel de la mujer madre en la educación
del niño desde su nacimiento conlleva la impronta de la cultura, del sentir de la época
y por ende es la preparación para la aceptación de las relaciones de poder vigentes en
la sociedad, de las formas de comunicación e interacción social.
El reconocimiento del vínculo mujer y naturaleza, feminismo y ecologismo, y
el reconocimiento de las diferencias, de la existencia de la otredad, conlleva el
desarrollo de valores éticos como la autonomía, la justicia, tolerancia y respeto. El
reconocimiento de la diferencia no implica la sumisa aceptación de la desigualdad y
la subordinación; es un acto amoroso en el cual el respeto, el cuidado y la valoración
son expresiones en pro de la autonomía, la satisfacción de necesidades sin
explotación o apropiación de la identidad. En cuanto a la naturaleza el
reconocimiento significa valorar la vida y cuidarla, limitar el riesgo de la perdida de
eupervivencia de la biodiversidad, haciendo presente el vínculo existente entre
humanidad y naturaleza, que la Pacha Mama vive y se expresa también en cada uno
de nosotros.
Para la mujer el gran reto está en reconocerse y reconocer a la naturaleza,
recuperar sus propios tiempos y saberes en pro de la vida, sin perder su autonomía, en
medio de la empresa y sus productos que facilitaron y exigieron su incorporación al
medio laboral, sin perder su cuerpo en medio de la industria cosmética. Como parte
de este reconocimiento está la valoración y legitimación de la intimidad y el cuidado
ante lo público, la reivindicación de lo doméstico y natural. Reconocer la vitalidad de
la Tierra Madre es esencial para proteger la vida frente a lo artificial que impone la
sociedad moderna, aceptando prudentemente los avances tecnológicos y sus
beneficios limitados.
Lo anteriormente expuesto no significa un rechazo total a la tecnología, ya
que esto significaría desconocer la necesidad de acceso a los recursos que muchas
mujeres pobres presentan en el marco de inmensas desigualdades sociales, dentro de
las cuales inclusive la apropiación de su propio cuerpo está negada. Por otra parte es
necesario conciliar los saberes ancestrales acerca del medio ambiente con los nuevos
saberes en pro del desarrollo humano no valorado en término de propiedades y
consumo, sino en término de relaciones sociales que incluyan la interacción
igualitaria entre las personas y la interacción respetuosa con todas las formas de vida,
para dar fin a la depredadora conducta destructiva del capitalismo y su forma más
nefasta el neoliberalismo.
El cuidado como actividad humana ha de ser fomentado y universalizado
como base de una nueva axiología de la igualdad y la justicia, axiología centrada en
el reconocimiento de la diferencia, de la otredad sea femenina o masculina, pobres o
ricos, marginales, negros o indígenas. Una axiología del reconocimiento es una
axiología de la naturaleza viva apartada del antropocentrismo, una refeminización de
la naturaleza sustentada en la savia vital de reciprocidad, fraternidad, solidaridad,
interdependencia y amor.