Karl R. Popper
LA LÓGICA DE LA
INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA
EDITORIAL TECNOS
M A D R I D
L o s d e r e c h o s p a r a la v e r s i ó n c a s t e l l a n a d e la o b r a
The Logic of Scientific Discovery
p u b l i c a d a p o r HUTCHINSON & C o . LTD., d e L o n d r e s ,
s o n p r o p i e d a d d e
EDITORIAL TECNOS, S. A .
T r a d u c c i ó n p o r
V Í C T O R S Á N C H E Z D E Z A V A L A
1 . a e d i c i ó n , 1 9 6 2 .
1 . a r e i m p r e s i ó n , 1 9 6 7 .
2 . a r e i m p r e s i ó n , 1 9 7 1 .
3 . a r e i m p r e s i ó n , 1 9 7 3 .
4 . a r e i m p r e s i ó n , 1 9 7 7 .
5 . a r e i m p r e s i ó n , 1 9 8 0 .
© E D I T O R I A L T E C N O S , S. A . , 1980
O ' D o n n e U , 2 7 . M a d r i d - 9
I S B N : 8 4 - 3 0 9 - 0 7 1 1 - 4
D e p ó s i t o l e g a l : M . 1.1 L2.—-1980
P r i n t e d in S p a i n . I m p r e s o e n E s p a ñ a p o r ARTES GRAFICAS BENZAL. - V i r t u d e s , 7 . - MADRID-3
CAPÍTULO PRIMERO
Panorama de algunos problemas
fundamentales
El h o m b r e de ciencia, ya sea teórico o exper imenta l , p r o p o n e enunciados — o sistemas de enunc iados— y los contrasta paso a paso. En pa r t i cu la r , en el campo de las ciencias empí r i cas construye h ipó tes i s •—o sistemas de teor ías— y las contrasta con la experiencia po r med io de observaciones y exper imentos .
Según mi op in ión , la tarea de la lógica de la investigación científica — o lógica del conoc imien to— es ofrecer u n anális is lógico de ta l modo de p r o c e d e r : esto es, anal izar el método de las ciencias empír icas .
Pe ro , ¿cuáles son estos «métodos de las ciencias empí r i cas»? Y, ¿a qué cosa l l amamos «ciencia empí r i ca»?
1 . E L PROBLEMA DE LA INDUCCIÓN
De acuerdo con una tesis que t iene gran aceptación — y a la que nos opondremos en este l i b ro—, las ciencias empí r icas pueden caracter izarse po r el hecho de que emplean los l l amados «métodos inductivos» : según esta tesis, la lógica de la investigación científica sería idéntica a la lógica induct iva , es decir, al análisis lógico de tales métodos induct ivos.
Es corr iente l l amar « induct iva» a una inferencia cuando pasa de enunciados singulares ( l lamados, a veces, enunc iados «pa r t i cu la re s» ) , tales como descripciones de los resul tados de observaciones o exper imentos , a enunciados universales, tales como hipótesis o teorías.
Ahora b ien , desde u n pun to de vista lógico dista m u c h o de ser obvio que estemos just if icados al infer ir enunciados universales part iendo de enunciados singulares, po r elevado que sea su número ; pues cua lqu ie r conclusión que saquemos de este modo corre s iempre el riesgo de resul ta r un día fa lsa: así, cua lqu ie ra que sea e l ' n ú m e r o de e jempla res de cisnes blancos que hayamos observado, no está justificada la conclusión de que todos los cisnes sean blancos.
Se conoce con el n o m b r e del problema de la inducción la cuest ión acerca de si están just i f icadas las inferencias inductivas, o de bajo qué condiciones lo están.
El p rob lema de la inducción puede formularse , as imismo, como la cuestión sobre cómo establecer la ve rdad de los enunciados universales basados en la exper iencia — c o m o son las hipótesis y los sis-
28 La lógica de la investigación científica
t emas teóricos de las ciencias empí r i cas—. Pues muchos creen que la ve rdad de estos enunciados se «sabe por experiencia»; sin embargo, es claro que todo informe en que se da cuenta de una exper iencia — o de una observación, o del resul tado de un e x p e r i m e n t o — no puede ser o r ig inar iamente un enunciado universal , sino sólo un enunciado s ingular . P o r lo tanto, quien dice que sabemos por exper iencia la ve rdad de un enunciado universal suele quere r decir que la verdad de dicho enunciado puede reduci rse , de cierta forma, a la verdad de ot ros enunciados —éstos s ingulares— que son verdaderos según sabemos po r exper ienc ia ; lo, cual equivale a decir que los enunciados universales están basados en inferencias induct ivas. Así pues, la pregunta acerca de si hay leyes na tura les cuya verdad nos conste viene a ser otro modo de p r e g u n t a r si las inferencias induct ivas están justificadas lógicamente .
Mas si queremos encont ra r un modo de just i f icar las inferencias inductivas, hemos de in tentar , en p r imer té rmino , establecer un principio de inducción. Semejante p r inc ip io sería un enunciado con cuya ayuda pud ié ramos presen ta r d ichas inferencias de una forma lógicamen te aceptable . A los ojos de los man tenedores de la lógica induct iva, la impor tanc ia de un p r inc ip io de inducción para el mé todo científico es m á x i m a : «. . .es te p r inc ip io —dice R e i c h e n b a c h — d" ¡T mina la verdad de las teor ías cient íf icas; e l iminar lo de la c»« • ia significaría nada menos que p r iva r a ésta de la pos ib i l idad de decid i r sobre la ve rdad o falsedad de sus teorías ; es evidente que sin él la ciencia pe rde r ía el derecho de dis t inguir sus teorías de las creaciones fantásticas y a rb i t r a r i a s de la imaginación del poeta» 1 .
P e r o tal p r inc ip io de inducción no puede ser una verdad puramente lógica, como una tautología o un enunc iado anal í t ico. En real idad , si exist iera un p r inc ip io de inducción p u r a m e n t e lógico no habr ía p rob lema de la i nducc ión ; pues , en tal caso, sería menes te r cons ide ra r todas las inferencias induct ivas como t ransformaciones puramen te lógicas, o tautológicas, exac tamente lo mismo que ocurre con las inferencias de la lógica deduct iva . P o r tan to , el p r inc ip io de inducción t iene que ser un enunciado s in té t i co : esto es, uno cuya negación no sea cont rad ic tor ia , s i r ó lógicamente posible. Surge, pues , la cuest ión acerca de po r qué hab r í a que acep ta r semejante p r inc ip io , y de cómo podemos just i f icar rac iona lmente su aceptac ión.
Algunas personas que creen en la lógica induct iva se p rec ip i t an a señalar , con Re ichenbach , que «la tota!¡dad de la ciencia acepta sin reservas el p r inc ip io de inducción, y que nadie puede tampoco d u d a r de este p r inc ip io en la vida corr iente» 2 . No obstante , aun sup o n i e n d o que fuese así —después de todo, «la to ta l idad de la ciencia» podr ía es tar en u n e r r o r — yo seguir ía a f i rmando que es super-fluo todo p r inc ip io de inducción, y que lleva forzosamente a incoherencias ( i ncompa t ib i l i dades ) lógicas.
1 I I . REICHENBACH, Erkenntnis 1 , 19?Q pág. 1 8 6 . ( C f . t a m b i é n l a s paga . 6 4 y s i g . ) * C f . loa c o m e n t a r i o s de K u s s c l l a t v r e a de H u m e , q u e h e c i t a d o e n el apar-tudo *2 d o m i Postscript.
' HEICUENBACH, ibid., p á g . 6 7 .
Panorama de algunos problemas fundamentales 29
A p a r t i r de la obra de H u m e deber ía haberse visto c l a r amen te que aparecen con faci l idad incoherencias cuando se admi te el p r in cipio de i n d u c c i ó n ; y t ambién que dif íc i lmente pueden evitarse (si es que es posible tal cosa) : ya que, a su vez, el p r inc ip io de inducc ión t iene que ser un enunc iado universa l . Así pues , si in ten tamos afirm a r que sabemos p o r exper iencia que es verdadero , r eaparecen de nuevo j u s t amen te los mismos p rob l emas que mot ivaron su in t roducción : pa ra just i f icar lo tenemos que ut i l izar inferencias i nduc t iva s ; p a r a justif icar éstas hemos de suponer un pr inc ip io de inducción de o rden super io r , y así sucesivamente. Po r tanto , cae por su base el in ten to de fundamen ta r el p r inc ip io de inducción en la experiencia , ya que lleva, inev i tab lemente , a una regresión infini ta.
K a n t t ra tó de escapar a esta dif icultad admi t i endo que el pr incipio de inducción (que él l l amaba «pr inc ip io de causación un ive r sa l» ) era «válido' a priori». Pe ro , a mi en tender , no tuvo éxito en su ingeniosa tenta t iva de da r una just if icación a priori de los enunciados sintéticos.
P o r mi pa r t e , considero que las diversas dificultades que acabo de esbozar de la lógica induct iva son insuperables . Y me temo que lo mismo ocurre con la doc t r ina , t an cor r ien te hoy , de que las inferencias inductivas, aun no s iendo «es t r ic tamente vál idas», pueden alcanzar cierto grado de «seguridad» o de «probabilidad». Esta doct r ina sostiene que las inferencias induct ivas son «inferencias probab l e s » 3 . «Hemos descri to —dice Re ichenbach— el p r inc ip io de inducción como el medio po r el que la ciencia decide sobre la ve rdad . P a r a ser más exactos, deber íamos decir que sirve pa ra dec id i r sobre la p r o b a b i l i d a d : pues no le es dado a la ciencia l legar a la verdad ni a la falsedad... , mas los enunciados científicos pueden a lcanzar únicamen te grados cont inuos de p r o b a b d i d a d , cuyos l ímites supe r io r e inferior, inalcanzables , son la verdad y la falsedad» 4 .
P o r el momento , puedo hacer caso omiso del hecho de que los creyentes en la lógica induct iva a l imen tan una idea de la probabi l i dad que rechazaré luego por sumamente inopor tuna para sus p rop ios fines (véase, más ade lante , el apa r t ado 8 0 ) . Puedo hacer tal cosa, porque con recur r i r a la p robab i l idad ni s iquiera se rozan las dificultades menc ionadas : pues si lia de asignarse cierto grado de probabi l i dad a los enunciados que se basan en inferencias inductivas, tal proceder tendrá que just if icarse invocando un nuevo pr inc ip io de inducción, modif icado conven ien temente ; el cual hab rá de justif icarse a su vez, etc. Aún más : no se gana nada si el mismo pr inc ip io de inducción no se toma como «verdadero» , sino como meramen te «probable» . En r e s u m e n : la lógica de la inferencia p robab le o «lógica
** Los pasajes decis ivos de H u m e se c i tan en el apédice * V I I ( t ex to correspond ien te u las notas 4 , 5 y 6 ) ; véase l a m b i é n , m á s ade lante , la nota 2 del apartado 8 1 .
3 Cf. J. M. KEYNES, A Trcalise on frobability ( 1 9 2 1 ) ; O. KÜLPE, Vorlesungen über Logik (ed. por Selz , 1 9 2 3 ) ; R E I C H E N B A C H ( q u e e m p l e a e l t érmino « impl icac iones probabi l í s t i cas») , Axiomatik der Wahrscheirdichkeitsrechnung, Mathem. • Zeitschr, 3 4 ( 1 9 3 2 ) , y otros lugares .
* REICHENDACII , Erkenntnis 1 , 1 9 3 0 , p á g . 1 8 6 .
30 La lógica de la investigación científica
de la p robab i l idad» , como todas las demás formas de la lógica induct iva, conduce, bien a una regresión infinita, bien a la doctr ina del apriorismo *2.
La teoría que desarrol laremos en las páginas que siguen se opone d i rec tamente a todos los in ten tos de apoyarse en las ideas de una lógica induct iva . Pod r í a describírsela como la teoría del método deductivo de contrastar**, o como la opin ión de que una hipótesis sólo p u e d e contrastarse empí r i camen te — y iónicamente después de que ha sido formulada .
Pa ra poder desar ro l la r esta tesis (que podr ía l lamarse «deduct i-vismo», por contraposic ión al « induct iv ismo» es necesario que ponga en claro p r imero la dist inción ent re la psicología del conocimiento, que t ra ta de hechos empír icos , y la lógica del conocimiento, que se ocupa exclusivamente de relaciones lógicas. Pues la creencia en una lógica inductiva se debe, en gran pa r t e , a una confusión de los prob lemas psicológicos con los epis temológicos ; y quizá sea conveniente adver t i r , de paso, que esta confusión or igina dificultades no sólo en la lógica del conocimiento , sino en su psicología t am b ién .
2 . ELIMINACIÓN DEL PSICOLOGISMO
He dicho más a r r iba que el t rabajo del científico consiste en prop o n e r teorías y en cont ras tar las .
La e tapa inicial , el acto de concebir o inventar una teoría , no me parece que exija un análisis lógico ni sea susceptible de él. La cuestión acerca de cómo se le ocur re u n a idea nueva a una persona — y a sea u n tema musical , un conflicto d ramát ico o u n a teoría c ient í f ica— p u e d e ser de gran interés p a r a la psicología empí r ica , pe ro carece de impor tanc ia p a r a el análisis lógico del conocimiento científico.
* 2 Véanse también el capítulo X — e s p e c i a l m e n t e , la nota 2 del apartado 81—-y el capítulo *II del Postscript, e n los que se hallará una exposic ión más completa de esta crítica.
** Se habrá observado ya que empleamos las expresiones contraste, contrastación, contrastar, someter a contraste, etc. , para traducir los términos ingleses test, testing, to test, etc. Los autores de habla inglesa — i n c l u y e n d o al de esta obra— uti l izan también to contrasta pero puede verterse s in di f icultad — e inc luso más conforme a su s e n t i d o — por contraponer o contraponerse. (7V. del T.)
8 LIEBIG (en Induktion und Deduktion, 1 8 6 5 ) fue probablemente el primero que rechazó e l método induct ivo desde el punto de vista de la c iencia na tura l : su ataque se dirigía contra Bacon . DUHEM (en La Théorie physique, son objet et sa structure, 1 9 0 6 ; vers. ingl . por P . P . WIENEK, The Aim and Structure of Physical Theory, 1 9 5 4 ) ha manten ido tesis marcadamente deduct iv is tas (* Pero en el libro de D u h e m se encuentran también tesis induct iv is tas , por e jemplo , en el cap. I I I de la primera parte, en el que se nos dice que con sólo exper imentac ión , inducc ión y generalización se ha l legado a la ley de la refracción de Desear les : cf. la trad. ingl . , pág. 4 5 5 . ) Véanse , as imismo, V. KRAFT, Die (¿rundfarmen der wissenschaflliclien Methoden, 1925 , y CARNAP, Erkenntnis 2 , 1932 , pág. 440 .
Panorama de algunos problemas fundamentales 31
Este no se in te resa p o r cuestiones de hecho (el quid facti? de Kant ) r
sino t í n i camen te p o r cuest iones de justificación o validez (el <¡uid juris? k a n t i a n o ) ; sus p r e g u n t a s son del t ipo s igu ien te : ¿ p u e d e just i f icarse un e n u n c i a d o ? ; en caso a f i rmat ivo , ¿ de qué m o d o ? ; ; es c o n t r a s í a b l e ? ; ¿ d e p e n d e lóg icamen te de oíros e n u n c i a d o s ? ; ¿o los con t r ad i ce q u i z á ? P a r a que un enunc i ado pueda ser e x a m i n a d o lógic a m e n t e de esta forma t iene que habé r senos p ropues to a n t e s : a lgu ien debe habe r ío f o r m u l a d o y h a b é r n o s l o en t r egado pa ra su e x a m e n lógico.
En consecuencia , d i s t ingu i ré n e t a m e n t e ent re el proceso de concebi r u n a idea nueva y los método* y resul tados de su e x a m e n lógico. En cuan to a la tarea de la lógica del conoc imien to —que he contrapuesto a la ps icología del m i s m o — , me basaré en el supues to de que consiste p u r a y exc lus ivamente en Ja invest igación de los m é t o d o s emp leados en las con t ras tae iones s is temáticas a que debe someterse toda idea nueva antes de que se la pueda sos tener se r i amen te .
Algunos o b j e t a r á n , tal vez, que sería más p e r t i n e n t e cons ide ra r como ocupación p rop i a de la ep is temología ía fabr icación de lo que se ha l l amado una «reconstrucción racional» de los pasos que han l levado al científ ico al de scub r imien to , a e n c o n t r a r una nueva v e r d a d . Pe ro la cuest ión se convier te en tonces e n : ¿ q u é es, exac t amen te , lo que q u e r e m o s r e c o n s t r u i r ? Si lo que se t ra ta de recons t ru i r son los procesos que t ienen lugar d u r a n t e el es t ímulo y formación de insp i rac iones , m e niego a a c e p t a r semejan te cosa como tarea de la lógica del conoc imien to : tales procesos son asunto de la psicología e m p í r i c a , p e r o d i f íc i lmente de la lógica. Otra cosa es que q u e r a m o s recons t ru i r rac iona lmen te las ctmtradiaciones subsiguientes, m e d i a n t e las que se puede descubr i r que rierta.. insp i rac ión fue un descubr imien to , o se p u e d e reconocer como un conoc imien to . En la m e d i d a en que el científ ico juzga c r í t i camente , modif ica o desceba su p r o p i a insp i rac ión , podemos cons ide ra r —s i así nos p l a c e — que el anál is is metodológico emp r e n d i d o en esta obra es una especie de ((reconstrucción rac iona l» de los procesos in te lec tua les co r r e spond ien te s . Pe ro esta reconstrucción no h a b r á de desc r ib i r tales procesos según acontecen r e a l m e n t e : solo p u e d e d a r u n esque le to lógico de l p roced imien to de cont ras tar . Y tal vez esto es todo lo que qu i e r en dec i r los que h a b l a n de una <creconst rucción rac iona l» de los medios por los que a d q u i r i m o s conocimien tos .
O c u r r e que los r azonamien tos expues tos en este l ib ro son enteram e n t e i ndepend ien t e s de este p r o b l e m a . Sin e m b a r g o , mi op in ión del asunto —va lga lo que va l i e r e— es que no existe, en absolu to , un método lógico de tener nuevas ideas, ni una recons t rucc ión lógica de este proceso. P u e d e expresa r se mi pa rece r d ic iendo que todo descub r i m i e n t o cont iene aun e l emen to irracional)) o «una in tu ic ión cread o r a » en el sen t ido de Bergson. Eins te in habla de un m o d o pa rec ido de la «búsqueda de aquel las leyes s u m a m e n t e universales . . . a p a r t i r de las cuales puede obtenerse u n a imagen del m u n d o por p u r a deducc ión . No exis te u n a senda lógica d i c e — que e n c a m i n e a estas...
32 La lógica de la investigación científica
leyes. Sólo p u e d e n alcanzarse p o r la intuición, apoyada en algo así como una int royección (KEinfühlungJ) de los objetos de la exper ienc ia» 1 .
3 , C O N T R A S T A C I Ó N DEDUCTIVA DE T E O R Í A S
De acuerdo con la tesis que hemos de p r o p o n e r aquí , el método de cont ras tar c r í t i camente las teor ías y de escogerlas, teniendo en cuenta los resul tados obtenidos en su contras te , p rocede s iempre del modo Que indicamos a cont inuac ión . Una vez presentada a t í tulo provisional una nueva idea , aún no just if icada en absoluto -—sea una anticipación, una hipótesis , un sis tema teórico o lo que se q u i e r a — , se ex t raen conclusiones de ella p o r medio de una deducción lóg ica ; estas conclusiones se comparan ent re sí y con otros enunc iados pert i nentes , con objeto de ha l l a r las re laciones lógicas (tales como equivalencia , deduc t ib i l idad , compat ib i l idad o incompa t ib i l i dad , e tc . ) que existan ent re ellas.
Si queremos, p o d e m o s d is t ingui r cua t ro procedimientos de l levar a cabo la contras tac ión de una teor ía . En p r i m e r lugar , se encuen t ra la comparac ión lógica de las conclusiones unas con o t ras : con lo cual se somete a contras te la coherencia in te rna del s is tema. Después, está el estudio de la forma lógica de la teor ía , con objeto de d e t e r m i n a r su ca r ác t e r : si es una teoría empí r i ca —cien t í f i ca— o si, p o r ejemplo , es tautológica. E n tercer t é r m i n o , t enemos la comparac ión con otras teorías, que t iene po r p r i nc ipa l mi ra la de aver iguar si la teoría e x a m i n a d a const i tuir ía un adelanto científico en caso de que sobreviv iera a las diferentes cont ras tac iones a que la sometemos . Y finalm e n t e , viene el cont ras tar la p o r med io de la apl icación empí r i ca de las conclusiones que pueden deduci rse de el la .
Lo que se p re tende con el ú l t imo t ipo de contras te menc ionado es descubri r hasta qué p u n t o satisfarán las nuevas consecuencias de la teor ía —sea cual fuere la novedad de sus aser tos— a los r eque r imien tos de la p rác t ica , ya provengan éstos de exper imen tos p u r a m e n t e científicos o de aplicaciones tecnológicas práct icas . T a m b i é n en este caso el proced imien to de cont ras ta r resul ta ser deduct ivo ; veámoslo. Con ayuda de otros enunciados an te r io rmen te aceptados se deducen de la t eor ía a con t r a s t a r cier tos enunciados s ingulares — q u e pod remos d e n o m i n a r « p r e d i c c i o n e s » — ; en especial , predicciones que sean fáci lmente con-t ras tables o apl icables . Se eligen en t re estos enunc iados los que no sean deduct ib les de la teor ía vigente, y, más en pa r t i cu l a r , los que se en-
1 C o m u n i c a c i ó n e n el sesenta cumpleaños de M a x P l a n c k . E l pasaje ci tado comienza con las palabras: «La tarea suprema del f ís ico es la búsqueda de aque l las leyes s u m a m e n t e universa les» , etc . (c i tado según A . E I N S T E I N , Mein Weltbild, 1 9 3 4 , pág . 1 6 8 ;
traducción ingl , por A . H A R R I S , The World as I see It, 1 9 3 5 , pág. 1 2 5 ) . E n L I E -
BIG, op. c i í . , se h a l l a n con anterioridad ideas parecidas; cf. también M A C H , Principien der Warmelekre ( 1 8 9 6 ) , págs . 4 4 3 y sigs. * La palabra a l emana taEinfühlungn es dif í c i l de traducir; Harr is v i e r t e : «sympathet i c unders tanding of exper ience» (compren* 3Íón sim-pática de la experiencia)*
Panorama de algunos problemas fundamentales 33
oaen t r en en contradicción con ella. A cont inuac ión t ra tamos de decid i r en lo que se refiere a estos enunciados deducidos (y a o t ros ) , compa rándo los con los resul tados de las apl icaciones práct icas y de exper imen tos . Si la decisión es positiva, esto es, si las conclusiones singulares resu l tan ser aceptables, o verificadas, la teoría a que nos referimos lia pasado con éxito las contrastaciones (por esta v e z ) : no hemos encon t rado razones p a r a desechar la . P e r o si la decisión es negat iva , o sea, si las conclusiones h a n sido falsadas**, esta falsación revela que la teoría de la que se han deducido lógicamente es t a m b i é n falsa.
Conviene observar que u n a decisión posit iva puede apoyar a la teoría e x a m i n a d a sólo t empora lmen te , pues otras decisiones negat ivas subsiguientes pueden s i empre der rocar la . Duran t e el t i empo en que una teoría resiste contras tac iones exigentes y minuciosas, y en que no la deja an t icuada otra teor ía en la evolución del progreso científico, podemos decir que ha «demost rado su t emple» o que está «corroborada» *:1 p o r la exper iencia .
En el procedimiento que acabamos de esbozar no aparece n a d a que pueda asemejarse a la lógica induct iva . En n ingún momento h e asumido que podamos pasa r po r u n razonamien to de la verdad de enunciados singulares a la ve rdad de teorías. No he supuesto un solo instante que, en v i r tud de unas conclusiones «verificadas», pueda establecerse que unas teor ías sean «verdaderas» , ni s iquiera m e r a m e n t e «probables» .
En este l ibro p re tendo dar u n análisis más deta l lado de los métodos de contras lación deduc t iva ; e in ten ta ré mos t r a r que todos los p r o b l e m a s que se suelen l l a m a r «epistemológicos» p u e d e n t r a ta r se dent ro del marco de dicho análisis. En pa r t i cu la r , los p rob lemas a que da lugar la lógica induct iva pueden e l iminarse sin da r origen a otros nuevos en su lugar .
4 . E L PROBLEMA DE LA DEMARCACIÓN
Ent r e las muchas objeciones que pueden hacerse contra las tesis que he p ropues to ahora mismo, la más impor t an t e es, quizá , la sig u i e n t e : al rechazar ei mé todo de la inducción — p o d r í a decirse—• pr ivo a la ciencia empí r ica de lo que parece ser su característ ica más i m p o r t a n t e ; esto quiere decir que hago desaparecer las ba r r e ra s que
** E m p l e a m o s el verbo falsar y sus derivados (falsable, falsación, falsador, e t c . ) como versión de to fahify y los suyos (falsifiable, falsification, falsijier, e t c . ) : pues tanto falsificar como falsear t ienen en caste l lano u n sent ido perfectamente vivo, que provocaría incesantes malentendidos si se empleasen aquí para traducir to falsify (que el autor emplea exc lus ivamente en el sent ido de «poner de mani f ies to que algo es o era fa l so») , Falsar es u n término técnico del juego del tresil lo, al cual podemos dotar de este otro contenido semánt ico s in grave riesgo, al parecer; por otra parte, n o es inexis tente en la historia de l id ioma con s ignif icado próx imo al que aquí l e d a m o s : cf. BERCEO, Vida de Santo Domingo de Silos, 114 c, Milagros de Nuestra Señora, 91 c; Historia troyana polimétrica, poema X , 151 (]S. del T.J.
* l Acerca de este término, véanse la nota *1 antes de l apartado 7 9 y e l aparta* do *29 de mi Postscript.
3
34 ha lógica de la investigación científica
separan la ciencia de la especulación metafísica. Mi respuesta a esta objeción es que mi pr inc ipa l razón para rechazar la lógica induct iva es prec isamente que no proporciona un rasgo discriminudor apropiado del carácter empír ico , no metafísico, de un sistema teór ico ; o, en otras palabras , que no proporciona un «criterio de demarcación» apropiado.
Llamo problema de la demarcación 1 al de encon t ra r un cr i ter io que nos pe rmi t a dis t inguir en t re las ciencias empír icas , por u n lado, y los sistemas «metafísicos», po r o t ro .
H u m e conoció este p rob l ema e intentó r e s o l v e r l o 2 ; con Kan t se convir t ió en el p rob l ema cen t ra l de la teoría del conocimiento . Si, s iguiendo a Kan t , l lamamos «prob lema de H u m e » al de la inducción, deber íamos designar al p rob lema de la demarcac ión como «problem a de Kan t» .
De estos dos p rob l emas — q u e son fuente de casi todos los demás de la teoría del conocimiento—- el de la demarcac ión es, según ent iendo, el más fundamenta l . En rea l idad , la razón p r inc ipa l por la que los epis temólogos con incl inaciones empír i s tas t ienden a p r ende r su fe en el «método de la inducción», parece ser que la const i tuye su creencia de que éste es el único método que puede p r o p o r c i o n a r un cr i te r io de demarcación a p r o p i a d o : esto se apl ica , espec ia lmente , a los empir i s tas que siguen las bande ras del «posi t iv ismo».
Los antiguos positivistas es taban dispuestos a admi t i r ún icamente como científicos o legít imos aquel los conceptos (o bien nociones, o i dea s ) que, como ellos decían, der ivaban de la expe r i enc i a ; o sea, aquellos conceptos que ellos creían lóg icamente reducib les a elementos de la exper iencia sensorial , tales como sensaciones (o datos sensib les ) , impresiones , percepciones , recuerdos visuales o audi t ivos , etc. Los positivistas modernos son capaces de ver con mayor c la r idad que la ciencia no es u n sistema de conceptos, sino más b ien un sistema de enunciados **. En consecuencia , están dispuestos a admi t i r ún icamente como científicos o legí t imos los enunciados que son reducib les a enunciados e lementales (o «a tómicos») de exper iencia — a «juicios de percepc ión» , «proposic iones a tómicas», «cláusulas protocolar ias»
1 Acerca de esto (y , a s i m i s m o , de lo tratado en los apartados 1 a 6 y 1 3 a 2 4 ) , compárese mi n o t a ; Erkenntnis 3 , 1 9 3 3 , pág. 4 2 6 ; *la i n c l u y o aquí , traducida , form a n d o el apéndice * I .
2 Cf . la ú l t i m a frase de su Enquiry Concerning Human U nderstanding. • C o m párese con e] p r ó x i m o párrafo y la a lus ión a los ep i s t emólogos , por e j e m p l o , la c i ta de R e i c h e n b a c h del texto correspondiente a la nota 1 de l apartado 1.
** V e o ahora q u e c u a n d o escribí este texto sobrees t imé a los «pos i t iv i s tas modernos» . Debería haber recordado que , a este respecto, el prometedor c o m i e n z o del Tractatus de W i t t g e n s t e i n — « E l m u n d o es la total idad de los hechos , n o de las cosas»—• queda a n u l a d o por su f inal , e n e l que ataca a la persona que « n o había dado s ign i f i cado a c iertos s i g n o s de sus propos ic iones» . V é a s e t a m b i é n m i Open Society and its EnemieS) cap. 11, apartado I I [ v e r s . cast. de E . LODEL, La sociedad abierta y sus enemigos, Paidós , B u e n o s Aires. 1957 , págs. 2 3 0 y s ig . (T.)]¡ así c o m o el cap i t u l o *I de m i Postscript, e s p e c i a l m e n t e loa apartados * 1 1 (nota 5 ) , * 2 4 ( los c i n c o ú l t i m o s párrafos ) y * 2 5 .
Panorama de algunos problemas fundamentales 35
o como los qu ie ran l l a m a r * l — . No cabe duda de que el cr i ter io de demarcac ión impl icado de este modo se identifica con la lógica inductiva que p iden .
Desde el m o m e n t o en que rechazo la lógica induct iva he de rechazar t ambién todos estos in tentos de resolver el p rob lema de la demarcación : con lo cual este p rob lema aumenta de impor tanc ia en el presente estudio. El hallazgo de u n cri ter io de demarcación aceptable t iene que ser una tarea crucia l de cua lqu ie r epis temología que no acepte la lógica induct iva .
Los positivistas suelen in t e rp re t a r el p rob lema de la demarcac ión de u n modo naturalista: como si fuese u n p rob lema de la ciencia natu ra l . En lugar de cons iderar que se encuen t ran ante la tarea de propone r una convención a p r o p i a d a , creen que t ienen que descubr i r u n a diferencia — q u e exist ir ía , p o r decir lo así, en la na tu ra l eza de las cosas— ent re la ciencia empí r i ca p o r una pa r t e y la metafísica po r o t ra . T ra t an cons tan temente de demostrar que la metafísica, po r su misma na tu ra leza , no es sino un par loteo absurdo —«sofis ter ía e i lus ión», como dice H u m e , que debe r í amos «a r ro j a r al fuego» * 3 .
Pe ro si con las expres iones «absurdo» o «carente de sent ido» no queremos expresa r otra cosa, p o r definición, que «no per tenec ien te a la ciencia empí r i ca» , en tal caso la caracter ización de la metafísica como un absurdo carente de sent ido será t r i v i a l : pues a la metafís ica se la define n o r m a l m e n t e como no empí r ica . Pe ro — n a t u r a l m e n t e — los positivistas creen que pueden decir de la metafísica m u c h a s ot ras cosas, además de que sus enunciados son no empír icos . Las expres iones «absurdo» y «carente de sent ido» compor t an una evaluación peyorativa (y se pre tende que la c o m p o r t e n ) ; y, sin duda a lguna , lo que los posit ivistas t r a t an r e a l m e n t e de conseguir no es tan to una demarcación acer tada como d e r r i b a r d e f i n i t i v a m e n t e 3 y an iqu i l a r la metafísica. Como qu ie ra que sea, nos encon t ramos con que cada vez que los posit ivistas han in ten tado decir con m a y o r c la r idad lo que signif icaba «con sent ido» la tentat iva conducía al mismo r e s u l t a d o : a una definición de «cláusula con sent ido» (en contraposic ión a «pseudo-cláusula sin sen t ido») que s imp lemen te re i te ra el cr i ter io de demar cación de su lógica inductiva.
Esto «se hace pa t en te» con gran c la r idad en el caso de Wit tgens-
* 2 D e s d e l u e g o , n a d a d e p e n d e d e los n o m b r e s . C u a n d o i n v e n t é e l n u e v o n o m b r e « e n u n c i a d o bás ico» (o « p r o p o s i c i ó n b á s i c a » : v é a n s e , m á s abajo , los a p a r t a d o s 7 y 2 8 ) , l o h i c e s ó l o p o r q u e n e c e s i t a b a u n t é r m i n o no c a r g a d o c o n la c o n n o t a c i ó n d e e n u n c i a d o p e r c e p t i v o ; pero , d e s g r a c i a d a m e n t e , l o a d o p t a r o n p r o n t o o tras p e r s o n a s , y l o u t i l i z a r o n para t r a n s m i t i r j u s t a m e n t e la c l a s e d e s i g n i f i c a d o q u e y o h a b í a q u e r i d o e v i t a r . C f . t a m b i é n m i Postscript, a p a r t a d o * 2 9 .
* 3 H u m e , p o r tan to , c o n d e n ó s u prop ia Enquiry e n la ú l t i m a p á g i n a , d e i g u a l m o d o q u e W i t t g e n s t e i n , m á s tarde , h a c o n d e n a d o s u p r o p i o Tractatus e n la ú l t i m a p á g i n a . ( V é a s e la n o t a 2 al apar tado 1 0 . )
A CARNAP, Erkenntnis 2 , 1 9 3 2 , p á g s . 2 1 9 y s i g s . A n t e r i o r m e n t e , M i l i h a b í a u s a d o la e x p r e s i ó n « c a r e n t e d e s e n t i d o » d e f o r m a a n á l o g a , * s i n d u d a a l g u n a b a j o la i n f l u e n c i a d e C o m t e ; c f . t a m b i é n l o s Early Essays on Social Philosophy d e COMTE, e d . po« H . D . H u t t o n , 1 9 1 1 , c i t a d o s e n m i Open Society, n o t a 5 1 d e l c a p í t u l o 1 1 .
36 La lógica de la investigación científica
te in , según el cual toda propos ic ión con sentido tiene que ser lógica* mente reducible 4 a proposic iones e lementa les (o «a tómicas») , que caracter iza como descripciones o «imágenes de la r ea l idad» 5 (caracter ización, po r cierto, que ha de cubr i r todas las proposic iones con s en t i do ) . Podemos darnos cuenta de que el cr i ter io de sent ido de Wit tgens te in coincide con el cri terio de demarcac ión de los induc-tivistas, sin más que r emp laza r las pa l ab ras «científica» o «legí t ima» por «con sentido». Y es p rec i samente al l legar al p rob lema de la inducción donde se d e r r u m b a este intento de resolver el p rob lema de la demarcación : los positivistas, en sus ansias de an iqu i l a r la metafísica, an iqu i lan j u n t a m e n t e con ella la ciencia na tu ra l . Pues tampoco las leyes científicas p u e d e n reducirse lógicamente a enunciados e lementa les de exper ienc ia . Si se aplicase con absoluta coherenc ia , el c r i te r io de sent ido de Wit tgens te in rechazar ía por carentes de sent ido aquel las leyes na tura les cuya búsqueda , como dice Einstein 6 , es «la tarea suprema del físico»: nunca podr í an aceptarse como enunciados autént icos o legít imos. La tenta t iva wit tgensteiniana de desenmascarar el p rob l ema de la inducción como un pseudoprob lcma vacío, ha sido expresada por Schl ick * 4 con las siguientes p a l a b r a s : «El p r o b l e m a de la inducción consiste en p r e g u n t a r po r la justificación lógica de los enunciados universales acerca de la rea l idad. . . Reconocemos, con Hume , que no existe semejante just if icación lóg ica : no puede h a b e r n inguna , por el s imple hecho de que no son auténticos enunciados» 7 .
Esto hace ver que el cr i ter io induct ivis ta de demarcación no consigue t razar una l ínea divisoria en t re los sistemas científicos y los me-tafísicos, y po r qué ha de asignar a unos y otros el mismo estatuto :
* WITTGENSTEIN, Tractatus Logico-Philosophicus ( 1 9 1 8 y 1 9 2 2 ) , Propos ic ión 5. [ ver s . cast. de E . TIERNO GAI/VÁN, Rev i s ta de O c c i d e n t e , Madrid , 1957 (T.)~[. * E s t o se escribió e n 1 9 3 4 , y , por tanto, m e ref iero exclusivamente, c o m o es natura l , al Tractatus («se hace p a t e n t e » es u n a de sus expres iones f a v o r i t a s ) .
B WITTGENSTEIN, op. cit., Propos i c iones 4 . 0 1 , 4 . 0 3 y 2 . 2 2 1 . 8 Cf. la nota 1 del apartado 2 .
S c h l i c k a tr ibuyó a W i t t g e n s t e i n la idea de tratar las l eyes c ient í f i cas c o m o pseudoproposic iones , con lo cual se resolvía el problema de la i n d u c c i ó n . (Cf . m i Open Society, notas 4 6 y 5 1 y s ig . del cap í tu lo 1 1 . ) Pero , e n real idad, es m u c h o m á s ant igua : forma parte de la tradic ión ins trumenta l i s ta q u e p u e d e hacerse r e m o n t a r a Ber-k e l c y e inc luso m á s atrás. [ V é a n s e , por e j e m p l o , m i trabajo « T h r e e V i e w s C o n e e r n i n g H u m a n K n o w l e d g e » , e n Contemporary British Philosophy, 1 9 5 6 , y « A N o t e o n Ber-ke l ey as a Precursor of M a c h » , e n The British Journal for the Philosophy of Science, I V , 4 , 1 9 5 3 , págs . 2 6 y s igs. , re impreso e n m i Conjectures and Refutations, 1 9 5 9 ; se encontrarán otras re ferenc ias e n la nota *1 que precede al apartado 12 (pág . 5 7 ) . E n m i Postscript trato a s i m i s m o este p r o b l e m a : apartados * 1 1 a * 1 4 y * 1 9 a * 2 6 . ]
7 SCHLICK, Naturwissenschaften 1 9 , 1 9 3 1 , pág . 1 5 6 ( la curs iva es m í a ) . E n lo q u e se refiere a las l eye s naturales , S c h l i c k escribe (pág . 1 5 1 ) : «Se ha h e c h o notar a m e n u d o que , e s t r i c tamente , no p o d e m o s hablar n u n c a de u n a ver i f i cac ión absoluta de u n a l e y , p u e s h a c e m o s s i empre — p o r dec ir lo a s í — la sa lvedad de q u e p u e d e ser modi f i cada a la vista de n u e v a s exper ienc ias . Si p u e d o añadir , entre paréntes i s — c o n t i n ú a S c h l i c k — , a l g u n a s palabras acerca de esta s i tuac ión lógica , e l h e c h o m e n c i o n a d o arriba s ign i f i ca q u e u n a l ey na tura l no t i ene , e n pr inc ipio , e l carácter de u n e n u n c i a d o , s ino q u e es "más b i en u n a prescr ipc ión para la formac ión de enunc ia dos» . * ( N o cabe duda de q u e se pre tendía i n c l u i r e n « f o r m a c i ó n » la t rans formac ión y la d e d u c c i ó n . ) S c h l i c k atribuía esta teoría a una c o m u n i c a c i ó n personal d e Wi t t g e n s t e i n . Véase t a m b i é n e l apartado * 1 2 de m i Postcript.
Panorama de algunos problemas fundamentales 37
pues el veredic to del dogma posit ivista del sent ido es que ambos son sis temas de pseudoaserc iones sin sent ido. Así pues, en l uga r de descastar r ad ica lmente la metafísica de las ciencias empí r icas , el posit ivismo lleva a una invasión del campo científico po r aquél la 8 .
F ren te a estas es t ra tagemas aht imetafís icas —ant imetaf ís icas en la in tenc ión , c la ro es tá— no considero que haya de ocupa rme en derr i b a r la metaf ís ica, sino, en vez de semejante cosa, en formular u n a caracter ización a p r o p i a d a de la ciencia empí r ica , o en definir los conceptos de «ciencia empí r i ca» y de «metafísica» de tal m a n e r a que, ante un sistema dado de enunciados , seamos capaces de decir si es asunto o no de la ciencia empí r ica el es tudiar lo más de cerca.
Mi cr i ter io de demarcac ión , po r tanto , ha de considerarse como una propuesta para un acuerdo o convención. En cuanto a si tal convención es a p r o p i a d a o no lo es, las opin iones pueden d i f e r i r ; mas sólo es posible una discusión razonable de estas cuest iones en t re par tes que t ienen cierta f inal idad común a la vista. P o r supuesto que la elección de tal f ina l idad t iene que ser, en ú l t ima instancia , objeto de una decisión que vaya más allá de toda a rgumentac ión rac ional * 5 .
P o r tanto , qu ienqu ie ra que p lantee un sistema de enunc iados abso lu tamente ciertos, i r revocablemente verdaderos 9 , como f inal idad de la ciencia, es seguro que rechazará las propues tas que voy a hace r aquí . Y lo mismo h a r á n quienes ven «la esencia de la ciencia. . . en su d ign idad» , que consideran reside en su «carác ter de to ta l idad» y en su «verdad y esencia l idad reales» 1 0 . Dif íc i lmente es tarán dispuestos a o torgar esta d ign idad a la física teórica mode rna , en la que tan to otras personas coino yo vemos la real ización más comple ta hasta la fecha de lo que yo l lamo «ciencia empí r i ca» .
Las metas de la ciencia a las que m e refiero son otras. No t r a to de just if icarlas, sin embargo , p resen tándolas como el b lanco verdadero o esencial de la ciencia, lo cual serviría ún icamente para per tu r b a r la cuestión y significaría una recaída en el dogmatismo positivista. No alcanzo a ver más que una sola vía para a rgumen ta r raciona lmente en apoyo de mis p ropues t a s : la de ana l izar sus consecuencias lógieas —seña la r su fer t i l idad, o sea, su p o d e r de e luc idar los prob lemas de la teoría del conocimiento .
Así pues, admi to ab ie r t amen te que pa ra l legar a mis p ropues ta s me he guiado, en ú l t ima instancia , po r juicios de valor y po r predilecciones. Mas espero que sean aceptables para todos los que no' sólo aprec ian el r igor lógico, sino la l iber tad de dogmat ismos ; pa ra quienes buscan la ap l icab i l idad práct ica , pero se sienten atraídos aún en
8 Cf. e l apartado 7 8 (por e j e m p l o , la nota 1 ) . * V é a n s e t a m b i é n m i Open Society, notas 46 , 51 y 52 del capí tu lo 11, y m í trabajo « T h e D e m a r c a t i o n be tween S c i e n c e and Metaphys ic s» , entregado e n enero de 1 9 5 5 para el t o m o ded icado a C&rnap ( a ú n no p u b l i c a d o ) de la Library of Living PhilosopJiers, ed. por P . A . SCIIILPP.
*B Creo q u e s iempre es posible una discus ión razonable entre partes interesadas por la verdad y dispuestas a prestarse a tenc ión m u t u a m e n t e (c f . m i Open Society, capí tu lo 2 4 ) .
B Esta es la tesis de D i n g l e r ; cf. nota 1 del apartado 19 . 1 0 T e s i s de O. SPANN (líategorienlehre, 1 9 2 4 ) .
38 La lógica de la investigación científica
m a y o r medida po r la aventura de la ciencia y p o r los descubrimientos que una y otra vez nos enfrentan con cuestiones nuevas e inesperadas , que nos desafían a ensayar respuestas nuevas e insospechadas.
El hecho de que ciertos ju ic ios de valor hayan influido en mis p ropues tas no qu ie re decir que esté comet iendo el e r ror de que he acusado a los positivistas — e l de in t en ta r el asesinato de la metafísica po r medio de nombres in famantes—. Ni s iquiera llego a af i rmai que la metafísica carezca de valor para la ciencia empí r i ca . Pues no puede negarse que, así como ha hab ido ideas metafísicas que h a n puesto una bar re ra al avance de la ciencia, han existido otras — t a l el a tomismo especula t ivo— que la han ayudado. \ si m i r a m o s el asunto desde un ángulo psicológico, me siento incl inado a pensar que la investigación científica es imposible sin fe en algunas ideas de una índole p u r a m e n t e especulat iva (y, a veces, s u m a m e n t e b r u m o s a s ) : fe desprovista en te ramente de garan t ías desde el pun to de vista de la ciencia, y que — e n esta misma m e d i d a — es «metafísica» 1 1 .
Una vez que he hecho estas advertencias , sigo considerando que la p r i m e r a taf^a de la lógica del conocimiento es p r o p o n e r un con-cepto de ciencia empírica con objeto de l legar a un uso l ingüíst ico — a c t u a l m e n t e algo inc ie r to— lo más definido posible , y a fin de t razar una l ínea de demarcación clara en t re la ciencia y las ideas metafísicas — a u n cuando dichas ideas p u e d a n haber favorecido el avance de la ciencia a lo largo de toda su historia .
5 . L A E X P E R I E N C I A COMO MÉTODO
La tarea de fo rmula r una definición aceptable de la idea de ciencia empí r ica no está exenta de dif icultades. Algunas de ellas surgen del hecho de que tienen que existir muchos sistemas teóricos cuya es t ruc tura lógica sea muy parec ida a la del sistema aceptado en un m o m e n t o de t e rminado como sistema de la ciencia empí r i ca . En ocasiones se describe esta s i tuación d ic iendo que existen much í s imos « m u n d o s lógicamente posibles» —pos ib l emen te u n n ú m e r o infini to de e l los—. Y, con todo , se p re t ende que el s is tema l lamado «ciencia empí r i ca» represen te ún icamen te un m u n d o : el « m u n d o rea l» o « m u n d o de nues t ra exper ienc ia» **.
Con objeto de prec isar u n poco más esta af i rmación, podemos dist inguir tres requis i tos que nuestro sistema teórico empír ico t endrá que satisfacer. P r i m e r o , ha de ser sintético, de suerte que p u e d a represen ta r u n m u n d o no cont radic tor io , posible; en segundo lugar , debe satisfacer el c r i te r io de demarcac ión (cf. los apa r t ados 6 y 2 1 ) , es decir , no será metafísico, sino represen ta rá u n m u n d o de experiencia
1 1 Cf. t a m b i é n : PLANK, Positivismus und reále Aussenwelt ( 1 9 3 1 ) , y EINSTEIN, « D i e Rel igiositat der F o r s c h u n g » , e n Mein Wehbild ( 1 9 3 4 ) , pág. 4 3 ; trad. ing l . por A . HARRIS, The World as I see It ( 1 9 3 5 ) , págs. 2 3 y sigs. * Véanse , as imismo, el apartado 85 y mi Postscript.
4 1 Cf. el apéndice *X.
Panorama de algunos problemas fundamentales 39
p o s i b l e ; en tercer t e rmino , es menester que sea un s istema que se distinga — d e a lguna m a n e r a — de otros sistemas semejantes por ser el que represente nuestro m u n d o de exper iencia .
Mas, ¿cómo ha de dist inguirse el sistema que represente nues t ro m u n d o de exper ienc ia? He aquí la r espues ta : por el hecho de que se le ha somet ido a contraste y ha resist ido las contrastaciones. Esto qu ie re decir que se le ha de dis t inguir ap l icándole el mé todo deductivo que p re tendo anal izar y descr ibi r .
Según esta op in ión , la «exper iencia» resulta ser un método dist int ivo median te el cual un sistema teórico puede dist inguirse de o t ros ; con lo cual la ciencia cnipír iea se caracter iza — a l parecer— no sólo por su forma lógica, sino por su método de dis t inción. (Desde luego, ésta es también la opinión de los inductivistas, que in ten tan caracterizar la ciencia empí r ica por su empleo del método induct ivo.)
P o r tanto, puede describirse 4a teoría del conocimiento , cuya tarea es el análisis del método o del p roceder pecul iar de la ciencia empír ica , como una teoría del método empí r ico — u n a teoría de lo que normalmente se llama experiencia.
6 . L A FALSABILIDAD COMO CRITERIO DE DEMARCACIÓN
El cr i ter io de demarcac ión inhe ren te a la lógica induct iva —es to es, el dogma posit ivista del significado o sent ido [en ingl., meaning]—-equivale a exigir que todos los enunciados de la ciencia empí r ica (o, todos los enunciados «con sen t ido») sean susceptibles de una decisión definit iva con respecto a su verdad y a su f a l s edad ; podemos decir que tienen que ser «decidibles de modo concluyente». Esto quiere decir que han de tener una forma tal que sea lógicamente posible tanto verificarlos como falsarios. Así, dice S c h l i c k : « . . . u n autént ico enunciado tiene que ser susceptible de verificación concluyente» 1 ; y Waismann escribe, aún con mayor c l a r i d a d : «Si no es posible determinar si un enunciado es verdadero, entonces carece en teramente de sent ido : pues el sent ido de un enunc iado es el método de su verificación » 2 .
Ahora b i e n ; en mi op in ión , no existe nada que pueda l lamarse inducción * 1 . Po r tanto, .será lógicamente inadmis ib le la inferencia de teorías a pa r t i r de enunciados s ingulares que estén «verificados po r la experiencia)) (cualquiera que sea lo que esto quiera dec i r ) . Así pues, las teorías no son nunca vcrificables empí r i camen te . Si queremos evi tar el e r ror positivista de que nuestro cr i ter io de demarcac ión el imine los sistemas teóricos de la ciencia na tu ra l * 2 , debemos elegir
1 SCHLICK, Naturwissenschaften 1 9 , 1 9 3 1 , p á g . 1 5 0 . 3 WAISMANN, Erhenntnis 1 . 1 9 3 0 . p á g . 2 2 9 .
** N o me refiero aquí, desde luego, a la l lamada « inducc ión matemát ica»; lo que n iego es que exista nada que pueda l lamarse inducción en lo que se denominan «ciencias i n d u c t i v a s » : que existan «procedimientos induct ivos» o « inferencias induct ivas».
*'1 E n su Logical Syntax ( 1 9 3 7 , págs. 321 y s i g . ) , Carnap admit ía que se trataba do un error (y mencionaba mis cr í t icas) ; y todavía avanzó más e n este sentido e n
40 ha lógica de la investigación científica
u n c r i t e r i o q u e n o s p e r m i t a a d m i t i r e n e l d o m i n i o d e l a e i e n e i a e m p í
r i c a i n c l u s o e n u n c i a d o s q u e n o p u e d a n v e r i f i c a r s e .
P e r o , c i e r t a m e n t e , s ó l o a d m i t i r é u n s i s t e m a e n t r e l o s c i e n t í f i c o s
o e m p í r i c o s si es s u s c e p t i b l e d e s e r contrastado p o r la e x p e r i e n c i a .
E s t a s c o n s i d e r a c i o n e s n o s s u g i e r e n r u é el c r i t e r i o d e d e m a r c a c i ó n q u e
h e m o s d e a d o p t a r n o e s e l d e l a vet ificabilidad* s i n o e l d e l a falsalu-
lidad d e l o s s i s t e m a s * ' . D i c h o d e o h ) m o d o : n o e x i g i r é q u e u n s i s te
m a c i e n t í f i c o p u e d a s e r s e l e c c i o n a d o , d e u n a vez p a r a s i e m p r e , e n u n
s e n t i d o p o s i t i v o ; p e r o sí q u e s e a sus* e p t i h l e d e s e l e c c i ó n e n u n sen
t i d o n e g a t i v o p o r m e d i o d e c o n t r a s t e s i p r u e b a s e m p í r i c a s : lia de ser
posible refutar por la experiencia un s:stvrna científico empírico ¡ .
( A s í , e l e n u n c i a d o « l l o v e r á o n o l l o v e r á a q u í m a ñ a n a » n o se c o n
s i d e r a r á e m p í r i c o , p o r e l s i m p l e h e c h o d e (p i e n o p u e d e s e r r e f u t a d o ;
m i e n t r a s q u e a e s t e o t r o , « l l o v e r á a q u í m a ñ a n a n , d e b e c o n s i d e r á r s e l e
e m p í r i c o . )
P u e d e n h a c e r s e v a r i a s o b j e c i o n e s a i eri ir r i o d e d e m a r c a c i ó n q u e
a c a b a m o s d e p r o p o n e r . E n p r i m e r l u g a r , p u e d e m u y b i e n p a r e c e r
q u e t o d a s u g e r e n c i a d e q u e la e i e n e i a q u e , s e g ú n se a d m i t e , n o s
p r o p o r c i o n a i n f o r m a c i o n e s p o s i t i v a s h a y a d e c a r a c t e r i z a r s e p o r sa
t i s f a c e r u n a e x i g e n c i a n e g a t i v a , c o m o e s la d e r e f u t a b i l i d a d . s e e n c a
m i n a e n u n a d i r e c c i ó n f a l s a . S i n e m b a r g o , h a r é v e r ( e n l o s a p a r
t a d o s 3 1 a 1 6 ) q u e e s t a o b j e c i ó n c a r e c e d e p e s o , p u e s e l v o l u m e n d e
i n f o r m a c i ó n p o s l i i va q u e u n e n u n c i a d o c i e n t í f i c o c o m p o r t a e s t a n t o
m a y o r c u a n t o más* fác i l es (p ío c h o q u e - d e b i d o a su c a r á c t e r l ó g i c o —
c o n e n u n c i a d o s s i n g u l a r e s p o s i b l e s . ( N o e n v a n o l l a m a m o s « l e y e s »
a l a s l e y e s d e la N a t u r a l e z a : c u a n t o m á s p r o h i b e n m á s d i c e n . )
P u e d e t a m b i é n h a c e r s e d e n u e v o u n i n t e n t o d e v o l v e r c o n t r a m í
m i p r o p i a c r í t i c a d e l c r i t e r i o i n d u c t ¡ v i s t a d e d e m a r c a c i ó n : p u e s p o
d r í a p a r e c e r q u e c a b e s u s c i t a r o b j e c i o n e s c o n t r a la f a l s a b i l i d a d c o m o
c r i t e r i o d e d e m a r c a c i ó n a n á l o g a s a l a s q u e y o he* s u s c i t a d o c o n t r a la
v e r i f i e a b i l i d a d .
Testability and Mcaning. d o n d e r e c o n o c i ó el h e c h o d e q u e l a s l e y e s u n i v e r s a l e s n o s o n s o l a m e n t e «conveniente^<> p a r a la c i e n c i a , n o i n c l u s o « e s e n c i a l e s » (Philosophy oj Science 4 . 1 0 3 7 . p á g . 27 (. P e r o en su o! ira i n d u c t i v i s t a í.o^iva! Fonndations of Probability ( 1 9 5 0 ) v u e l v e a u n a p o s i c i ó n m u y s e m e j a n t e a la q u e a q u í c r i t i c a m o s : a l e n c o n t r a r q u e las l eyes u n i \ e¡ >-de"^ t i e n e n p r o b a b i l i d a d c e r o (¡>ág. . 1 7 ! ) se ve o b l i g a d o a d e c i r ( p á g . 5 7 5 ) q u e . a u n q u e n o es n e c e s a r i o e x p u l s a r l a s d e la c i e n c i a , é s t a p u e d e m a n e j á r s e l a s p e r f e c t a m e n t e s i n e l l a s .
*" O b s é r v e s e q u e p r o p o n g o la f a l s a b i l i d a d c o m o c r i t e r i o d e d e m a r c a c i ó n , p e r o no fíe sentido. A d v i é r t a s e , a d e m á s (p ie a n t e r i o r m e n t e ( e n e l a p a r t a d o 4 ) h e c r i t i c a d o e n é r g i c a m e n t e e l e m p l e o d e la i dea d e s e n t i d o c o m o c r i t e r i o d e d e m a r c a c i ó n , y q u e a t a c o e l d o g m a d e t s e n t i d o , a ú n m á s e n é r g i c a m e n t e , e n el a p a r t a d o 9. P o r t a n t o , es u n p u r o m i t o ( a u n q u e g r a n n ú m e r o d e r e f u t a c i o n e s d e m i t e o r í a e s t á n b a s a d a s e n é l ) d e c i r q u e h a y a p r o p u e s t o j a m á s la f a l s a b i l i d a d c o m o c r i t e r i o d e s e n t i d o . L a f a l s a b i l i d a d s e p a r a dos t i p o s d e e n u n c i a d o s p e r f e c t a m e n t e d o t a d o s d e s e n t i d o , los fal-s a b l e s y los n o f a l s a b l e s : t r a z a u n a l i n c a d e n i r o d e l l e n g u a j e c o n s e n t i d o , n o a l r e d e d o r d e é l . V é a n s e t a m b i é n e l a p é n d i c e * I y e l c a p í t u l o *1 d e m i Postscript, e s p e c i a l m e n t e los a p a r t a d o s * 1 7 y * 1 9 .
3 E n o t ro s a u t o r e s se e n c u e n t r a n i d e a s a n á l o g a s : p o r e j e m p l o , e n FKANK, Die Kausaliliit und ihre Grenzen ( 1 9 3 1 ) , c a p í t u l o í , § 10 ( p á g s . 15 y s i g . ) , y e n DCBIS-i.AV, Die Definition ( 3 . " e d . , 1 9 3 i ), p á g s , 1 0 0 y s ig , (Cf, a s i m i s m o , n i á s a r r i b a , l a
nota 1 d e l a p a r t a d o 4 . |
Panorama de algunos problemas fundamentales 41
Este a taque no m e a l t e ra r í a . Mi p ropues ta está basada en u n a asimetría en t re la -verif ieabil idad y la f a l sab i l idad : as imetr ía que se der iva de la forma lógica de los enunc iados universales * 4 . Pues éstos no son j a m á s deduct ib les de enunciados s ingulares, pe ro sí p u e d e n estar en contradicción con estos ú l t imos . En consecuencia, p o r med io de inferencias p u r a m e n t e deduct ivas (valiéndose del modus tollens de la lógica c lás ica) es posible a rgü i r de la ve rdad de enunciados singulares la falsedad de enunciados universales. Una a rgumentac ión de esta índole , que lleva a la falsedad de enunc iados universales , es el único t ipo de inferencia es t r ic tamente deductiva que se mueve, como gi d i jé ramos, en «dirección i nduc t i va» : esto es, de enunciados singulares a universales .
Más grave puede parecer una tercera objeción. P o d r í a decirse que , incluso admi t i endo la as imet r ía , sigue s iendo impos ib le — p o r var ias razones— falsar de un modo concluyente u n sistema t eó r i co : pues s i empre es posible encon t ra r una vía de escape de la falsación, p o r e jemplo , med ian t e la in t roducc ión ad hoc de una hipótes is auxi l ia r o po r cambio ad hoc de una def in ic ión ; se puede , incluso, sin caer en incoherencia lógica, a d o p t a r la posición de negarse a a d m i t i r cualqu ie r exper iencia falsadora. Se reconoce que los científicos no suelen p rocede r de este modo , pero el p roced imien to a lud ido s iempre es lógicamente posible ; y p u e d e pre tenderse que este hecho convierte en dudoso — p o r lo menos— el va lor lógico de l c r i te r io de demarcac ión que he p ropues to .
Me veo obl igado a admi t i r que esta crí t ica es jus ta ; pe ro no necesito, po r ello, r e t i r a r mi p ropues ta de a d o p t a r la fa lsabi l idad como cri ter io de demarcac ión . Pues voy a p r o p o n e r (en los apar tados 20 y s iguientes) que se caracter ice el método empírico de ta l forma que excluya prec isamente aquel las vías de e lud i r la falsación que mi imaginario crít ico señala ins is tentemente , con toda razón, como lógicamen te posibles. De acuerdo con mi p ropues t a , lo que caracter iza al método empí r ico es su m a n e r a de exponer a falsación el sistema que ha de cont ras ta rse : j u s t amen te de todos los modos imaginables . Su meta no es salvarles la vida a los sistemas insostenibles, sino, po r el cont rar io , elegir el que compara t ivamente sea más apto, somet iendo a todos a la más áspera lucha po r la supervivencia .
El cri terio de demarcac ión propues to nos conduce a una solución del p rob lema de H u m e de la inducción, o sea, el p r o b l e m a de la validez de las leyes na tura les . Su raíz se encuent ra en la apa ren t e contradicción existente ent re lo que podr ía l lamarse «la tesis fundamenta l del empi r i smo» —la de que sólo la exper iencia puede decidir acerca de la verdad o la s falsedad de los enunciados científ icos— y la inadmi-s ibi l idad de los razonamientos inductivos, de la que se dio cuenta H u m e . Esta contradicción surge ún icamen te si se supone que todos los enunciados científicos empír icos han de ser «decidibles de modo concluyente», esto es, que, en p r inc ip io , tanto su verificación como
** M e ocupo ahora m á s a fondo de esta as imetr ía e n e l apartado * 2 2 de mi PostscñpU
42 La lógica de la investigación científica
su falsación han de ser posibles. Si r enunc iamos a esta exigencia y admi t imos como enunc iados empí r icos también los que sean decidibles en un solo sent ido —dec id ib le s un i la te ra lmcnte , o, más en par t icu lar , falsables— y p u e d a n ser cont ras tados median te ensayos sistemáticos de falsación, desaparece la con t rad icc ión : el método de falsación no p resupone la inferencia induct iva , sino ún icamen te las t ransformaciones tautológicas de la lógica deduct iva, cuya validez no se pone en tela de juicio \
7 . E L PROBLEMA DE LA « B A S E E M P Í R I C A »
P a r a que la falsabil idad pueda apl icarse de algún modo como criterio de demarcación deben tenerse a mano enunciados s ingulares que p u e d a n servir como premisas en las inferencias falsadoras. P o r tanto , nues t ro cri ter io aparece como algo que solamente desplaza el prob lema — q u e nos re t ro t rae de la cuestión del carácter empír ico de las teorías a la del carácter empí r ico de los enunciados singulares.
Per% incluso en este caso se ha conseguido algo. Pues en la práctica de la investigación científica la demarcación presenta , a veces, u n a urgencia inmedia ta en lo que se refiere a los sistemas teóricos, m ien t r a s que r a r a vez se suscitan dudas acerca de la condición empírica de los enunc iados s ingulares . Es cierto que se t ienen errores de observación, y que dan origen a enunciados s ingulares falsos, pero un científico casi nunca se encuen t ra en el t rance de descr ibi r un enunciado singular como no empí r i co o metafísico.
P o r tanto , los problemas de la base empírica —esto es, los concernientes al carácter empí r ico de enunciados s ingulares y a su con-t ras tac ión— desempeñan un p a p e l en la lógica de la ciencia algo diferente del representado por la mayor ía de los demás p rob l emas de que h a b r e m o s de ocuparnos . P u e s gran pa r t e de éstos se encuen t r an en relación estrecha con la práctica de la invest igación, m ien t r a s que el p r o b l e m a de la base empír ica per tenece casi exclusivamente a la teoría del conocimiento . Me ocuparé de ellos, sin embargo, ya que dan lugar a muchos puntos obscuros : lo cual ocurre , especia lmente , con las relaciones entre experiencias perceptivas y enunciados básicos. (Llamo «enunciado básico» o «propos ic ión básica» a un enunciado que puede servir de p remisa en u n a falsación e m p í r i c a : brevemen te dicho, a la enunciación de un hecho s ingu la r . )
Se h a considerado con frecuencia que las exper iencias percept ivas p roporc ionan algo así como una just i f icación de los enunciados básicos : se ha m a n t e n i d o que estos enunc iados están «basados sobre» tales experiencias , que med ian te éstas se «manif ies ta p o r inspección» la ve rdad de aquél los , o que dicha ve rdad se hace «pa ten te» en las experiencias menc ionadas , etc. Todas estas expres iones mues t ran u n a ten-
4 Acerca de esta questión, véase también m i trabajo m e n c i o n a d o en la nota 1 del apartado 4, **juc ahora está inc lu ido aquí en el apéndice *I , y, as imismo, m i Postscript, espec ia lmente el apartado * 2 ,
Panorama de algunos problemas fundamentales 43
deneia per fec tamente razonable a subraya r la estrecha conexión existente en t re los enunciados básicos y nuest ras exper iencias percept ivas . Con todo, se tenía la impres ión (exacta) de que los enunciados sólo pueden justificarse lógicamente mediante otros enunciados: po r ello, la conexión ent re las percepciones y los enunciados pe rmanec ía obscura , y era descrita po r expres iones de análoga obscur idad que no ac la raban nada , sino que resba laban sobre las dif icul tades o, en el mejor de los casos, las señalaban fantasinalmente con metáforas .
T a m b i é n en este caso puede encontrarse una solución, según creo, si separamos c l a ramen te los aspectos psicológicos del p rob lema de los lógicos y metodológicos. Hemos de dis t inguir , po r una par te , nuestras experiencias subjetivas o nuestros sentimientos de convicción, que no pueden j a m á s just i f icar enunciado alguno (aun cuando pueden ser objeto de investigación psicológica) , y, po r otra, las relaciones lógicas objetivas existentes en t re los diversos sistemas de enunciados científicos y en el in te r io r de cada uno de ellos.
En los apar tados 25 a 30 t ra ta remos con algún detal le los problemas referentes a la base empí r ica . Po r el momento , h e de volverme hacia el p rob lema de la obje t iv idad científica, pues los té rminos «obje t ivo» y «subjet ivo» que acabo de u t i l i za r necesitan aclaración.
8 . OBJETIVIDAD -CIENTÍFICA Y CONVICCIÓN SUBJETIVA
Las pa labras «objet ivo» y «subjetivo» son té rminos filosóficos cargados de una pesada herencia de usos cont rad ic tor ios y de discusiones in te rminab les y nunca conc lu ien tes .
El empleo que hago de los té rminos «objetivo» y «subjet ivo» no es m u y dist into del kan t i ano . Kant ut i l iza la pa l ab ra «objet ivo» p a r a indicar que el conocimiento científico ha de ser justificable, independ ien temente de los capr ichos de n a d i e : una just if icación es «objetiva» si en pr inc ip io puede ser cont ras tada y comprend ida por cualquier persona. «Si algo es vál ido —esc r ibe— p a r a qu ienqu ie ra que esté en uso de razón, entonces su fundamento es objet ivo y suficiente» 1 .
Ahora bien ; yo mantengo que las teorías científicas no son nunca en teramente just i f icables o verifica bles, pero que son, no obstante, contrastables . Diré, por tanto, que la objetividad de los enunciados científicos descansa en el hecho de que pueden contrastarse intersubjetivamente *1„
1 Kritik der reinen Vernunft, Methodenlehre , 2. H a u p s t ü c k , 3. Abschnit t (2 . a ed., página 8 4 8 ; trad. ing l . por N . KEMP SMITH, 1 9 3 3 : Critique of Puré Reason, T h e Trascendental Doctrine of Melhod, capítulo I I , sección 3 . a , pág. 6 4 5 ) [vers . cast. de J. DEL PEROJO y F . L. ALVAREZ, 1952 (4 . a e d . ) : Crítica de la razón pura (Sopeña Argent ina , Buenos A ire s ) , Teoría trascendental del método, capítulo I I , seeción 3. B , página 192 del t. I I (T.)].
0 1 Desde que escribí estas palabras he generalizado esta f o r m u l a c i ó n : pues la contrastación intersubjetiva es m e r a m e n t e un aspecto m u y importante de la idea más general de la crítica intersubjet iva, o, d ieho de otro modo, de la idea de la regulación racional m u t u a por medio del debate crítico. Esta idea más general , que he tratada
44 La lógica de la investigación científica
K a n t aplica la pa l ab ra «subjet ivo» a nuestros sent imientos de convicción (de mayor o menor g r a d o ) 2 . El examen de cómo aparecen éstos es asunto de la ps ico logía : pueden surgir , por e jemplo , «según leyes de la a s o c i a c i ó n » 3 ; t ambién pueden servir razones objetivas como «causas subjet ivas del juzgar» 4 , desde el momen to en que ref lexionamos sobre ellas y nos convencemos de su congruencia .
Quizá fue K a n t el p r i m e r o en darse cuenta de que la obje t iv idad de los enunciados se encuent ra en estrecha conexión con la construcción de teorías —es decir, con el empleo de hipótesis y de enunciados universa les—. Sólo cuando se da la recurrencia de ciertos acontecimientos de acuerdo con reglas o regu la r idades — y así sucede con los exper imentos repe t ib les— pueden ser cont ras tadas nuestras observaciones p o r cua lquiera (en p r i n c i p i o ) . Ni s iquiera tomamos muy en serio nuest ras observaciones, ni las aceptamos corno científicas, hasta que las hemos repet ido y cont ras tado . Sólo merced a tales repeticiones podemos convencernos de que no nos encon t ramos con una mera «coincidencia» ais lada, sino con acontecimientos que, debido a su regu la r idad y r ep roduc t ib i l idad , son, en p r inc ip io , contrastables in te rsubje t ivamente 5 .
Todo físico exper imenta l conoce esos sorp ienden les e inexplicables «efectos» aparen tes , que tal vez pueden , incluso, ser reproduc idos en su l abora to r io duran te cierto t iempo, pe ro que f ina lmente desaparecen sin dejar ras t ro . Po r supuesto , n ingún físico dir ía en tales casos que hab ía hecho un descubr imiento científico (aun cuando puede in ten ta r una nueva pues ta a p u n t o de sus exper imen tos con objeto de hace r reproduc ib le el efecto). En rea l idad , puede definirse el efecto físico c ientíf icamente significativo como aquél que cua lqu ie ra puede r e p r o d u c i r con regu la r idad sin más que l levar a cabo el exper imen to a p r o p i a d o del modo prescr i to . N ingún físico serio osaría publ icar , en concepto de descubr imiento científico, n ingún «efecto oculto» (como
con cierta ex tens ión e n m i Open Sociaty and its Enemies, capí tulos 23 y 2 4 , y e n m i Poverty of Hisíoricism [ t r a d u c c i ó n caste l lana por P . SCIIWARTZ, JM miseria del his-toricismo, T a u r u s , Madr id . 1 9 6 1 (T.)~\^ apartado 32 , se s o m e t e a es tudio t a m b i é n e n m i Postscript, en part icular , en los capí tulos *I , * I I , y * V I .
2 Ihíd. .. * Cf. Kritik der reinen Vernunft, T r a s c e n d e n t a l E l e m e n t a r l e h r e , § 1 9 (2 . A ed. ,
pág ina 1 4 2 ; trad. i n g l . por N . KEMP SMITH, 1 9 3 3 , Critique of Puré Reason, Trasc e n d e n t a l Doctr ine of E l e m e n t s , § 19, pág . 1 5 9 ) . [ ver s . esp. cit. , pág. 1 3 6 de l t. I (T.)l-
4 Cf . Kritik der reinen Vernunft, M e t h o d c n l c h r c , 2 , H a u p s t ü c k , 3. A b s c h n i t t (2 . A ed. , pág . 8 4 9 ; vers . ing l . , cap í tu lo I I , secc ión 3. A , pág . 6 4 6 [ trad. cast . cit . , pág ina 1 9 3 de l t. I I (T.)].
B K a n t se dio cuenta de q u e de la objet iv idad q u e se ha requer ido para los enunciados c ient í f icos se s i g u e q u e d e b e n . ser contrastables i n t e r s u b j e t i v a m e n t e e n cualquier m o m e n t o , y q u e h a n de tener, por tanto, la forma de leyes universa les o teorías. Expresó tal de scubr imiento , de m o d o poco claro, por m e d i o de su «pr inc ip io de suces ión temporal de acuerdq con la ley de causa l idad» (pr inc ip io que creyó podía demostrar a priori por m e d i o de l r a z o n a m i e n t o que h e m o s i n d i c a d o ) . Y o n o pos tu lo s e m e j a n t e pr inc ip io (c f . e l apartado 1 2 ) ; pero estoy de acuerdo en que los e n u n c i a d o s científ icos , pueHto q u e deben ser const ins tables i n t e r s u b j e t i v a m e n t e , h a n de tener s iempre el ciirucirr de h ipótes is universa les , * Véa.sc también la nota *1 de l a p t r t a d o 12 .
Panorama de algunos problemas fundamentales 45
p r o p o n g o l l a m a r l o ) de esta índole , es decir , p a r a cuya r ep roducc ión no pudiese da r instrucciones. Semejante «descubr imiento» se rechazar ía más que de pr isa po r qu imér ico , s implemente p o r q u e las tentat ivas de contras tar lo l levar ían a resul tados nega t ivos 6 . (De ello se sigue que cua lqu ie r controvers ia sobre la cuestión de si ocur ren en absoluto acontecimientos que en p r inc ip io sean i r repet ib les y únicos no p u e d e decidi rse p o r la c i enc ia : se t r a t a r í a de una controvers ia metaf í s ica . )
P o d e m o s volver ahora a un aserto p l an teado en el apa r t ado anter i o r : a mi tesis de que una exper iencia subjet iva , o un sen t imiento de convicción, nunca pueden just i f icar un enunc iado científico ; y de que semejantes exper iencias y convicciones no p u e d e n desempeñar en la ciencia o t ro p a p e l que el de objeto de una indagación empí r ica (psicológica) . P o r intenso que sea un sen t imiento de convicción nunca p o d r á just i f icar un enunc iado . P o r tanto , puedo estar absolutamente convencido de la ve rdad*de un enunc iado , seguro de la evidencia de mis percepciones , a b r u m a d o por la in tensidad de mi expe r i enc i a : puede pa rece rmc absurda toda duda . Pe ro , ¿apor ta , acaso, todo ello la más leve razón a la ciencia para aceptar mis enunc iados? ¿Puede just if icarse n ingún enunc iado po r el hecho de que K. R, P . esté absolu t amen te convencido de su ve rdad? La única respuesta posible es que no, y cua lqu ie ra otra sería i ncompa t ib l e con la idea de la objet iv idad científica. Incluso el hecho — p a r a m í tan f i rmemente establec ido— de que estoy expe r imen tando u n sent imiento de convicción, no p u e d e aparecer en el campo de la ciencia objet iva más que en forma de hipótesis psicológica; la cual , n a t u r a lm en t e , p ide un contraste o comprobac ión in tersubje t ivo : a pa r t i r de la conje tura de que yo tengo este sent imiento de convicción, el psicólogo puede deduc i r , valiéndose de teorías psicológicas y de otra índole , ciertas predicciones acerca de mi conducta — q u e pueden confi rmarse o refutarse med ian te contras taciones expe r imen ta l e s—. Pero , desde el pun to de vista epistemológico, carece en te ramente de impor tanc ia que mi sent imiento de convicción haya sido fuerte o débi l , que haya procedido de una impresión poderosa o incluso irresist ible de certeza i ndudab le (o «evidenc ia») , o s implemente de una insegura sospecha : nada de todo esto desempeña el menor pape l en la cuestión de cómo pueden just if icarse los enunciados científicos.
Las consideraciones del t ipo que acabo de hacer no nos proporcio-
fi E n la bibl iografía de la f ís ica se e n c u e n t r a n varios e j e m p l o s de in formes presentados por invest igadores serios sobre la aparic ión de efectos que n o pod ían ser reproducidos a vo luntad , ya que otras contrastac iones posteriores habían l l evado a resultados negat ivos . U n e j e m p l o m u y conocido, y rec iente , es el resul tado pos i t ivo -—que no ha recibido e x p l i c a c i ó n — del e x p e r i m e n t o de M i c h c l s o n , resul tado observado por Mi l ler ( 1 9 2 1 - 1 9 2 6 ) en M o u n t W i l s o n , después de haber reproducido é l m i s m o (así c o m o M o r l e y ) el resultado n e g a t i v o de M i c h e l s o n . Pero , pues to q u e otras contrastac iones posteriores vo lv i eron a dar resultados negat ivos , es cos tumbre considerar q u e los decis ivos son estos ú l t imos , y expl icar las observaciones d ivergentes de M i l l e r c o m o «debidas a causas de error desconoc idas» . * Véase t a m b i é n e l apartado 2 2 , en especial La nota *1 .
46 La lógica de la investigación científica
n a n , desde luego, una respuesta p a r a el p r o b l e m a de la base e m p í r i c a ; pero , al menos, nos ayudan a caer en la cuenta de su dif icul tad princ ipa l . Al exigir que haya obje t iv idad , tanto en los enunciados básico? como en cualesquiera otros enunciados científicos, nos p r ivamos de todos los medios lógicos po r cuyo medio p u d i é r a m o s h a b e r esperado reduc i r la verdad de los enunc iados científicos a nuest ras experiencias. Aún m á s : nos vedamos todo conceder un rango pr iv i legiado a los enunciados que formulan exper iencias , como son los que describen nuest ras percepciones (y a los que, a veces, se l l ama «cláusulas protocolar ias») : p u e d e n aparecer en la ciencia ún icamen te como enunciados psicológicos, lo cual qu ie re decir como hipótes is de un t ipo cuyo nivel de contrastación intersubjet iva no es, c ie r tamente , muy elevado ( teniendo en cuenta el estado actual de la ps ico logía) .
Cualquiera que sea la respuesta que demos f ina lmente a la cuest ión de la base empí r ica , una cosa t iene que q u e d a r clara : si persist imos en ped i r que los enunciados científicos sean objetivos, entonces aquél los que per tenecen a la base empí r ica de la ciencia t ienen que ser t ambién objet ivos, es decir , contras tables in tersubje t ivamente . Pe ro la con t ras tab i l idad intersubjet iva impl ica s i empre que, a pa r t i r de los enunciados que se h a n de someter a contras te , puedan deduci rse otros t a m b i é n contras tables . Por tan to , si los enunc iados básicos han de ser contrastables in te r sub je t ivamente a su vez, no puede haber enunciados últimos en la ciencia: no pueden exis t i r en la ciencia enunciados ú l t imos que no p u e d a n ser contras tados , y, en consecuencia, ninguno que no pueda — e n p r i n c i p i o — ser refutado al falsar algunas de las conclusiones que sea posible deduc i r de él .
De este modo l e g a m o s a la siguiente tesis. Los sistemas teóricos se cont ras tan deduc iendo de ellos enunciados de u n nivel de universa l idad más b a j o ; éstos, puesto que h a n de ser cont ras tables intersubje t ivamente , t ienen que poderse cont ras ta r de m a n e r a análoga — y así ad infinitum.
P o d r í a pensarse que esta tesis lleva a una regres ión inf ini ta , y que, p o r tan to , es insostenible. En el a p a r t a d o 1, al c r i t icar la inducción, opuse la objeción de que l levar ía a un regreso in f in i to ; y puede muy bien pa recer le aho ra al lector que la misma objeción exactamente puede invocarse cont ra el p roced imien to de contras tac ión deduct iva que defiendo a mi vez. Sin embargo , no ocurre así. El método deductivo de contrastar no puede es ta tu i r ni jus t i f icar los enunc iados que se contras tan , ni se p re tende que lo haga ; de modo que no hay peligro de una regresión infini ta. P e r o ha de admi t i r se que la si tuación sobre la que acabo de l l a m a r la a tención — l a cont ras tab i l idad ad infinitum y la ausencia de enunciados i i l t imos que no necesitasen ser contrastados— crea, c ie r tamente , u n p r o b l e m a . Pues es evidente que, de hecho, las contrastaciones no pueden p ro longarse ad infinitum: más tarde o más temprano hemos de de tenernos . Sin discut ir ahora el problema en detalle, qu ie ro ú n i c a m e n t e señalar que la circunstancia de que las contras taciones no p u e d a n con t i nua r indef in idamente no choca con mi pe t ic ión de que todo enunc i ado científico sea con-
Panorama de algunos problemas fundamentales 47
t ras tab le . Pues no p ido que sea preciso haber contrastado realmente todo enunc iado científico antes de aceptar lo : sólo requiero que cada uno de estos enunc iados sea susceptible de con t ras tac ión ; dicho de otro m o d o : me niego a admi t i r la tesis de que en la ciencia existan enunc iados cuya verdad hayamos de aceptar res ignadamente , po r la s imple razón de no parecer posible — p o r razones lógicas— someterlos a contras te .