INSTITUTO DE TEOLOGÍA PARA RELIGIOSOS (ITER)CÁTEDRA DE TEOLOGÍASEMINARIO DE ESPIRITUALIDAD
La Espiritualidad de Santa Teresita de Lisieuxcomo propuesta válida para la Espiritualidad del
Joven Latinoamericano
Presentado por:Néstor A. Briceño L, SDS.
Caracas, enero de 1998
i
INDICE
INTRODUCCION ii
I. RASGOS DE LA ESPIRITUALIDAD LATINOAMERICANA FUNDAMENTALES PARA UNA
ESPIRITUALIDAD JUVENIL 1
1.1 Concepto de Espiritualidad 1
1.2 La liberación como base fundamental de la Espiritualidad 3
1.3 Encuentro con el Señor de los Pobres 4
1.4 Seguimiento de Jesús desde la propia vida 6
II. RASGOS FUNDAMENTALES DE LA ESPIRITUALIDAD DE SANTA TERESITA DE LISIEUX 8
2.1 La primacía de la Palabra de Dios 8
2.2 La infancia espiritual 9
2.3 El dinamismo misionero 11
III. APORTES DE LA ESPIRITUALIDAD DE SANTA TERESITA DE LISIEUX A LA
ESPIRITUALIDAD DEL JOVEN LATINOAMERICANO
13
3.1 Jóvenes al encuentro con Jesús de Nazaret… 13
3.2 …con deseo ardiente de ser misioneros… 14
3.3 …en su propia historia 15
CONCLUSIONES 16
BIBLIOGRAFÍA 17
ii
INTRODUCCION
En ocasiones, al pensar a Santa Teresita de Jesús como una religiosa del carmelo, los jóvenes
de esta época de la postmodernidad se sienten alejados de ella. Esta juventud actual rechaza aquella
espiritualidad que ha recibido de sus mayores, sin embargo se encuentra en una búsqueda del rostro de
Dios desde diversas ondas y espiritualidades que, en muchas ocasiones, más que ser respuestas de
sentido son alienaciones de vida.
Al leer algunos manuscritos de Santa Teresita, nos encontramos con una adolescente que -
heredera de toda una tradición cristiana recibida de su padre, sus hermanas y familiares cercanos- ha
sabido ser una verdadera niña en la fe, para dejarse llevar por el Padre hasta vivir del amor. Esta
Teresita, la que escribe desde niña a sus primitas, la que se autodenomina el juguetico del niño Jesús, la
que ama a aquellos que nadie desea amar, es ella quien vive enraizada en su propia realidad y puede
llegar a enamorar a cualquier joven de hoy del seguimiento de Jesús de Nazaret.
Los jóvenes buscan una nueva liberación; ellos quieren ser plenamente libres, sobre todo
aquellos que viven en nuestra querida América Latina, donde las cadenas del consumismo, del
hedonismo, del egoísmo desenfrenado. ¿Acaso es posible lograr esta liberación, sin encerrarse en una
relación verticalista entre Dios y el hombre, sino entrando en plena comunión con los hermanos? Teresita
es testigo de esta liberación, transitando por un camino de felicidad plena.
Lograr profundizar en lo anterior es el objeto de las siguientes páginas, redescubriendo las
riquezas de la amistad profunda entre Teresa y Jesús, y mostrando la posibilidad de ser un joven lleno
del amor de Dios, dando vida para los demás.
iii
CAPITULO I: RASGOS DE LA ESPIRITUALIDAD LATINOAMERICANA
FUNDAMENTALES PARA UNA ESPIRITUALIDAD JUVENIL
Toda Espiritualidad será verdadera si se encuentra situada en un contexto propio. Por ello, es
clave ubicarse en una cultura, de manera tal que la fuente de vida, el Evangelio, pueda ser encarnado y
presentado como válido a quienes serán nuestros compañeros de camino. Por eso es distinto escribir
sobre los rasgos de una espiritualidad para Europa que para Latinoamérica, así como el diferente énfasis
de algunos de estos rasgos que se pueda hacer en una espiritualidad adulta o una juvenil o infantil.
Partiendo de este presupuesto explicaremos en el presente capítulo el concepto de Espiritualidad
y haremos énfasis en algunas de las características de la espiritualidad juvenil en América Latina, como
lo son la liberación, la encarnación y el seguimiento de Jesucristo.
1.1 Concepto de Espiritualidad
Al hablar de espiritualidad nos encontramos con la dificultad de la cantidad de conceptos que de
la misma se posee actualmente. Seguramente el primer pensamiento que surge al joven, es "la idea de
un jardín inútil o de un peligroso refinamiento aristocrático", como escribe S. de Fiore 1, y la imagen que
se forma es la del ermitaño o el monje dedicado a la oración contemplativa, o aquel que está siempre en
las nubes. Es más, muy probablemente pensemos que el joven de hoy no posee espiritualidad, sin
embargo no queda en duda la existencia de su espiritualidad, transformándose la cuestión en qué tipo de
espiritualidad posee el joven de hoy.
La espiritualidad de la que se prefiere hablar hoy en día, y sobretodo en América Latina, es una
espiritualidad encarnada en la realidad. Por esto, para lograr formar en la espiritualidad es necesario
conocer el contexto socio cultural en el cual se mueve la persona que se está formando.
Un símil que nos ayudará a comprender qué es la espiritualidad lo expresa Segundo Galilea en la
siguiente frase: "La espiritualidad no es una ciencia o una praxis más en la Iglesia. Es la savia de la
pastoral, de la teología y de la comunidad cualquiera que sea su modelo” 2. En otras palabras, la
1 DE FIORE, S. "Espiritualidad contemporánea" en Nuevo Diccionario de Espiritualidad, Edic. Paulinas, España, 19914, pp 618.2 GALILEA,S. El Camino de la Espiritualidad. Edic. Paulinas, Bogotá, 1982, pp 16.
1
espiritualidad es la base de toda la vida cristiana, es el por qué el cristiano hace las cosas. Así surgen
algunos elementos que deben contenerse en la espiritualidad, como lo son la renovación continua, la
mística, la práctica, la actitud de vida, el ejercicio de la fe. La espiritualidad cristiana es la búsqueda
constante de la santidad, la fuerza que mueve al sujeto desde Dios y la historia para lograr una
transformación de lo creado3
Sin embargo, no quisiera pasar por alto aclarar que la espiritualidad no puede ser tomada como
ética -si bien implica una ética- ya que ésta es una reducción común que se hace de la misma. Por otra
parte se corre el riesgo de diluir la fe en la realidad temporal bajo la excusa de una exigencia de encarnar
la espiritualidad cristiana. Debemos luchar por lograr el equilibrio correcto entre la realidad espiritual y la
realidad terrena.
Vuelvo a unirme a Segundo Galilea para dar un concepto de espiritualidad que nos centre y
ayude a evaluarnos: "Podemos identificar la espiritualidad cristiana como el proceso del seguimiento de
Cristo, bajo el impulso del Espíritu y bajo la guía de la Iglesia. Este proceso es pascual: lleva
progresivamente a la identificación con Jesucristo, que en el cristiano se da en forma de muerte al
pecado y al egoísmo para vivir para Dios y los demás”4.
Esto nos remite a hablar de la experiencia espiritual cristiana. La espiritualidad se va
conformando en el individuo mediante una evolución progresiva en el proceso de la fe, la cual debe
presentar un camino para lograr la santidad personal y comunitaria5. Por lo tanto, un proceso de
Educación en la fe debe iniciar en el misterio de Dios y dar respuestas progresivas al contexto socio
cultural desde el cual se encuentra el joven; debemos cuidar el crecimiento experencial a la par.
Pero no podemos pretender que el crecimiento espiritual dependa de nuestros medios humanos.
Es gracia del Espíritu que se irá obteniendo en la medida que el joven desee seguir de sincero corazón el
camino recorrido por Jesús de Nazaret.
Por otra parte, “la Espiritualidad -afirma Jon Sobrino- no es otra cosa que el espíritu del sujeto,
personal y grupal, en cuanto relacionado con la realidad de la totalidad”6. Vemos así, que toda la vida del
3 Cfr. JAEN, Néstor. Hacia una espiritualidad de la liberación. Sal Terrae, Santander, 1987, pp 23 ss.4 GALILEA, S. Op. Cit.5 Cfr. BUVINIC, Marcos. “Una vida según el Espíritu: Don y Misión” en Espiritualidad y Misión de la Pastoral Juvenil, Consejo Episcopal Lantinoamericano, Bogotá, 1995.6 SOBRINO, Jon. Liberación con espíritu. Apuntes para una nueva espiritualidad. Sal Terrae, Santander, 1985, pp 23.
2
ser humano está impregnada por la espiritualidad, y no es una parcela aislada del resto de su vida. Por lo
tanto, el hombre espiritual está en continua referencia tanto con el mundo de sus hermanos como con la
trascendencia de Dios; descubre a cada paso la revelación en la historia humana del Dios de la Historia.
Ahora bien, la afirmación anterior de Jon Sobrino nos remite a la espiritualidad personal y grupal.
Ciertamente un grupo puede poseer una espiritualidad específica, la cual viene marcada por las
relaciones de este grupo en sus tres niveles: intergrupal, exterior al grupo y con el Otro trascendente. Por
lo tanto, en la situación del subcontinente Latinoamericano, se van detectando algunas pautas de una
nueva espiritualidad que va surgiendo: la espiritualidad de la liberación.
1.2 La liberación como base fundamental de la Espiritualidad
La liberación no es otra cosa que romper todas las ataduras del pecado, tanto en lo personal
como en lo comunitario, para hacer una nueva historia que sea concreción del Reino de Dios. Sabemos
que la liberación total es una utopía, pero al participar plenamente del amor de Dios a toda la humanidad,
dejándonos llevar por el Espíritu, participamos de la misión proclamada por Jesús:
“Se puso de pie para hacer la lectura, y le pasaron el libro del profeta Isaías. Jesús desenrolló el libro y encontró el pasaje donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí. El me ha ungido para llevar buenas nuevas a los pobres, para anunciar la libertad a los cautivos, y a los ciegos que pronto van a ver, para despedir libres a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor.Jesús entonces enrolló el libro, lo devolvió al ayudante y se sentó, mientras todos los presentes tenían los ojos fijos en él. Y empezó a decirles: «Hoy les llegan noticias de cómo se cumplen estas palabras proféticas.»” 7
Como se intuye, la liberación brindada por el Espíritu es para entrar en la dinámica del servicio,
en la cual cada día se está a la disponibilidad del Reino para poder expresar con Cristo que es aquí y
ahora cuando se cumplen estas palabras. No se habla de una liberación abstracta, sino concreta, en la
propia historia, siendo honrados con lo real, fieles a la realidad para así dejarse llevar por el “más” de lo
real -el trascendente- y allí, experimentar la salvación de Dios.
No es novedad de la espiritualidad de la liberación el asumir ser libres del pecado para amar; esta
idea está tomada de la tradición eclesial, expresada por Pablo y luego desarrollada por Agustín8.
Entrar en la espiritualidad de la liberación es entrar en el éxodo. Es reconocer el propio pecado
para caminar hacia nueva tierra, confiados de la misericordia de Dios. Pero este es un camino que no es
7 Lc. 4,16-218 Cfr. GUTIERREZ, G. Beber en su propio pozo: en el itinerario espiritual de un pueblo. CEP, Lima, 19832, pp 139ss.
3
solitario, que se hace en comunidad, con otros. Aunque la soledad es esencial para el encuentro
profundo con Dios; así se busca vivir al estilo de Jesús, viviendo en soledad con el “hambre de vivir en
comunión”9. En soledad se encuentra el sentido de la noche oscura, mientras que en comunidad se vive
la fracción del pan y se anuncia el Reino.
También implica descubrirse dentro de la gracia, amado profundamente por Dios y deseado por
Él. La respuesta que surge es el abandono en sus manos, es el surgimiento de la infancia espiritual de
quien confía plenamente en su Padre. Es darlo todo confiando en que será el Señor quien haga crecer la
obra.
Este abandono lleva a una conversión personal y una transformación social. La conversión es
exigencia de solidaridad con el otro, con el abandonado. Se descubre en ese momento el sentido de las
bienaventuranzas, surge el encuentro con el Señor de los pobres.
1.3 Encuentro con el Señor de los Pobres
Uno de los temas bíblicos de mayor resonancia es la búsqueda continua que hace el hombre de
Dios. Y Dios, que no es estático, no se deja asir por el hombre sino que se va revelando poco a poco, en
lo pequeño, en lo cotidiano. Nosotros también andamos continuamente en esta búsqueda, pero
olvidamos muchas veces revisar en aquellos hermanos donde Jesús nos dijo que estaría: en quien sufre
hambre y sed, el desnudo, el preso, el perseguido por la justicia, las víctimas del pecado10.
Jesús se ha dado a reconocer como el Mesías curando y haciendo el bien. Son obras en favor de
personas concretas que sufrían determinadas realidades históricas. La praxis salvífica de Jesús no se
desvinculaba del medio histórico en el cual vivía, al contrario, él rompía situaciones opresoras en favor de
sus predilectos.
La Iglesia Latinoamericana no puede ser distinta, y por eso hace una opción clara en Puebla:
“Acercándonos al pobre para acompañarlo y servirlo, hacemos lo que Cristo nos enseñó, al hacerse
hermano nuestro, pobre como nosotros”11. Así, el primer paso a dar hacia el encuentro con Jesucristo es
la solidaridad que únicamente puede surgir de vivir en profundidad la misericordia y el amor del Padre.
9 Ibidem, pp 196.10 Cfr. Mt 25,31-4611 Documento de Puebla, 1145 a.
4
Indudablemente los pobres son el lugar teológico y de nuestra vida espiritual. La espiritualidad
surge de una vida histórica concreta, en la cual confluyen los elementos históricos (reino, justicia,
conocimiento y servicio al hombre), con el elemento trascendente que es el mismo Dios.
Jon Sobrino ha expresado la necesidad e importancia de la práctica de la liberación para la
espiritualidad en los siguientes fundamentos teologales12:
a) Los pobres y empobrecidos de este mundo son en su misma realidad la pregunta más radical por la
verdad de este mundo, y también la respuesta más concreta a esa pregunta. No puede el cristiano
quedar aislado de sus hermanos que sufren las causas de la injusticia; la presencia de estos
hermanos inquieta sobre el sentido de solidaridad que se vive.
b) Los pobres y empobrecidos de este mundo plantean al hombre la pregunta por su ubicación en este
mundo y por su respuesta al mismo. La ubicación en el mundo no es casual. Es fruto de opciones
continuas que se realizan en la vida, opciones de encuentro y fraternidad o de encerramiento
acaparador.
c) Los pobres y empobrecidos de este mundo confrontan al hombre con la esperanza o, por el lado
contrario, con la desesperanza, la resignación o el cinismo. Para el cristiano, la utopía del Reino es
posible, por ello al encontrarse con el mundo de los empobrecidos le impulsa a la esperanza
escatológica.
d) La práctica de la liberación de los pobres es ya en sí misma gran expresión de amor y, por ello, gran
expresión de espíritu. Únicamente aquél que es movido por el Espíritu es capaz de reconocer al Señor
en medio de los desdichados de esta tierra, para amarles profundamente y así participar con ellos de
la concreción de ese amor, tal y como lo afirma el documento de Puebla: “El mejor servicio al
hermano es la evangelización que lo dispone a realizarse como hijo de Dios, lo libera de las injusticias
y lo promueve integralmente”13.
En este punto se hace necesario resaltar tres características que aportan Pedro Casaldáliga y
José Mª Vigil14:
12 Los siguientes apartados están tomados de SOBRINO, J. Op. Cit pp 42 ss.13 Documento de Puebla, 1145 c.14 Cfr. CASALDÁLIGA y VIGIL. Espiritualidad de la Liberación. Sal Terrae, Santander, 1992, pp 97 ss.
5
La fidelidad radical: la compañía a los pobres históricos debe ser constante, no fruto de unos
momentos de altibajo, ya que si así fuera no es verdadera expresión de espiritualidad. Esta
fidelidad consiste en ser verdaderos amigos de los pobres, al estilo de Jesús, dando la vida
continuamente por ellos y, si es necesario, dar testimonio (sufrir el martirio) por nuestro pueblo
empobrecido.
La solidaridad: Este aspecto es mucho más que dar algunas horas o limosnas. Es ser con el
otro, adquiriendo un compromiso que envuelve toda la vida.
Fieles en el día a día: En esta fidelidad se busca en todo momento superar las incoherencias
personales que surgen entre los ideales y la realidad de todos los días. Es una invitación a
apostar cada día por la esperanza concreta del Reino de Dios.
1.4 Seguimiento de Jesús desde la propia vida
Contemplar a Jesucristo es seguirle al encuentro con el Padre. Para ello es necesario conocerle
mediante las escrituras, conocer los concretos históricos de su tiempo, empaparnos de su Buena Noticia.
Jesucristo tuvo la experiencia del Padre, la cual le llevó a la oblación de su propia vida.
La encarnación es expresión del amor de Dios al hombre. Y este amor le llevó a Jesucristo al
anonadamiento, a experimentar la debilidad de ser hombre, a morir víctima de la injusticia como un
deshecho humano. El seguimiento de Jesús no puede ir por un camino distinto al de la cruz.
En la actualidad el Espíritu de Dios sigue pronunciando nuevas palabras, planteando nuevas
exigencias, y nosotros corremos el riesgo de evadirlo. Por ello es importante, a modo de síntesis,
recordar tres aspectos esenciales del seguimiento de Jesús:
a) Vivir las bienaventuranzas: Es allí donde encontramos la alegría que supera cualquier
dificultad, es en ese programa de vida propuesto por Jesús donde veremos a Dios con un
corazón de carne que nos haga misericordiosos.
b) La eficacia de la santidad: No podemos ser impacientes y perder la perspectiva del Reino.
Éste se va construyendo desde lo pequeño, con paciencia histórica, con confianza y
esperanza; en una palabra, participar de la eficacia de la santidad de Dios que todo lo
transforma es hacerse niño en la espiritualidad.
6
c) La necesidad de expresar la espiritualidad con prácticas: Encontramos numerosas veces en
los Evangelios que Jesús iba a las sinagogas, también sabemos de sus noches de oración.
Este es el espíritu del Pueblo cristiano, estar en comunión mediante ritos y oraciones
personales, por lo que -si queremos seguir a Jesús en nuestra historia- debemos participar de
ellos y reconocer allí la presencia del Espíritu.
Ser seguidor de Jesucristo en América Latina hoy, es ser testigos de su vida, de su resurrección.
7
CAPITULO II: RASGOS FUNDAMENTALES DE LA ESPIRITUALIDAD DE SANTA
TERESITA DE LISIEUX
Teresita de Lisieux ha vivido en las manos del Espíritu durante toda su vida. Al leer su biografía,
impresiona que en apenas veinticuatro años que vivió, halla alcanzado la madurez de la infancia
espiritual. Escribir todos los rasgos de su vida espiritual sería una labor imposible de realizar en tan poco
espacio, por ello se resaltarán algunos de estos rasgos que se consideran fundamentales para
comprender a cabalidad la espiritualidad de Teresita.
2.1 La primacía de la Palabra de Dios
Teresa en sus escritos múltiples veces cita la Biblia. Hay que tener claro que ella no era una
teóloga de su época; si así hubiera sido, probablemente se hubiera visto ahogada la espontaneidad
existente en su espiritualidad. La fuente bibliográfica primordial de su obra son las Sagradas Escrituras,
las cuales aunque no se encuentren explícitamente citadas en muchas ocasiones, se descubre la línea
de influencia sobre los escritos teresianos.
Schiettecatte ha afirmado en un artículo15 que existe una profunda armonía entre Teresa de
Lisieux y el Evangelio de Juan. La figura del discípulo amado es asumida por Teresa, quien se hace
discípula amada. Así lo muestra en su poesía Jesús, Amado mío16, acuérdate, escrita el 21 de octubre de
1895:
“Acuérdate de que, en un trance santode divina embriaguez, tu apóstol virgendescansó su cabeza sobre tu corazón.
¡Señor, en su descansoconoció tu ternura, comprendió sus secretos!
No me siento celosa del discípulo amado,también yo tus secretos conozco, soy tu esposa.
Duermo sobre tu pecho,divino Salvador,
¡él es mío! “
También encontramos en la misma poesía la expresión de su deseo de ser una experta en los
Evangelios, pero no instruida por otra persona diferente al Señor:
15 SCHIETTECATTE, J. “Reflexión sobre el tema de la infancia espiritual en el cuarto evangelio y en Teresa de Lisieux”, en Proyecto CSE, Año VIII, Nº 24, mayo-agosto 96, Buenos Aires, pp 59-77.16 P 15
8
“En las cosas del cielo, Señor, hazme una experta,muéstrame los secretos que tu Evangelio esconde.
Haz que este libro de orosea mi gran riqueza,
¡acuérdate!”
En la mayoría de sus poesías utiliza referencias a diversas imágenes evangélicas como lo son
personajes de las parábolas, de los evangelios o símbolos que refieran situaciones específicas, como
éstos que se encuentran entre muchos otros en la poesía Vivir de Amor17:
“Vivir de amorno es en la cima del Tabor su tienda
plantar el peregrino de la vida.Es subir al Calvario
a zaga de las huellas de Jesús,y valorar la cruz como un tesoro...”
De igual manera, en sus diversos escritos se puede ver cómo están permeados de las Escrituras.
Allí ella encuentra la fuente de su vida, del encuentro con el Señor Jesús, su gran amado.
2.2 La infancia espiritual
El tema de la infancia espiritual es tal vez el tema central en Santa Teresa de Lisieux. En su vida
podemos ver cómo la madurez espiritual se va alcanzando al acercarse a la infancia espiritual.
Esta actitud consiste en el abandono de su vida en manos del Padre, colocando toda su
confianza en Él. Ya desde muy niña, Teresita fue viendo cómo en su vida encontraba la felicidad al hacer
no su voluntad, sino la del creador. Este descubrimiento es ya un paso muy grande para tan pequeña
criatura, pero no se queda allí sino que lo lleva a la práctica en su vida, tanto que a la edad de 14 años se
acepta la voluntad de Dios y se ofrece para que haga de ella lo que quiera, lo que le expresa a su
hermana en una carta18: “Pero, Paulina, yo soy la pelotita del Niño Jesús; si él quiere romper su juguete,
es muy dueño de hacerlo. Sí, acepto todo lo que él quiera.” No es despreciable aquí la expresión de
pelotita del Niño Jesús, ya que es un símil con el cual expresará su ser niña, pero a la vez su profundidad
de espíritu.
En esta etapa de la adolescencia también se encuentra otra característica que es clave para la
infancia espiritual de Teresa, es el sentido de pobreza tanto material como espiritual, los cuales se
complementan en el sentir de esta niña. Al regalarle un corderito que muere el mismo día, ya preanuncia
17 P 1018 Cta 36
9
lo que luego se concretará en su voto de pobreza en el Carmelo: “No, no hay que apegarse a nada en la
tierra, ni siquiera a las cosas más inocentes, pues nos faltan en el momento que menos se piensa. Sólo
lo que es eterno puede llenarnos”19. Ya la niña ve la relatividad de todo en comparación a Aquel que es el
Todo.
Hay una característica de la personalidad de Teresa que es clave en su vida para lograr hacer la
voluntad de Dios: la terquedad y cierto orgullo. Así lo muestra en Historia de un Alma, cuando narra sobre
su infancia: “Como tenía amor propio y también amor al bien, en cuanto empecé a pensar seriamente (y
lo hice desde muy pequeña), bastaba que me dijeran que algo no estaba bien para que se me quitasen
las ganas de hacérmelo repetir dos veces...”20
La terquedad va acompañada por el sentido de lucha que posee la joven Teresa para lograr la
voluntad divina: “No nos queda, pues, más que luchar. Cuando no tenemos fuerzas para ello, Jesús
combate por nosotras... Pongamos juntas el hacha a la raíz del árbol...”21
Así, cuando descubre que el Señor la llama desde muy joven para entrar en el Carmelo, busca
todas las formas para lograr su vocación, lo que no le es nada fácil y encuentra desde ese momento
grandes sufrimientos. Pero ella, fiel a la tradición religiosa de la época, se ofrece como víctima para sufrir
y así asemejarse a Jesucristo:
“Sólo deseo una cosa para cuando esté en el Carmelo: sufrir siempre por Jesús. La vida pasa tan deprisa que, realmente, vale más lograr una corona muy bella con un poco de dolor, que una ordinaria sin dolor. ¡Cuándo pienso que por un solo sufrimiento soportado con alegría se amará mejor a [2vº] Dios durante toda la eternidad! Además, con el sufrimiento podemos salvar almas. Paulina, ¡qué feliz me sentiría si en el momento de la muerte pudiese yo tener un alma que ofrecer a Jesús! Habría un alma arrancada al fuego del infierno que bendeciría a Dios por toda la eternidad.”22
Es parte esencial de la infancia espiritual sentirse pequeño, de manera tal que no podamos nada
sin aquél que los es todo. Esto también lo sintió Teresa: “Pide que tu hijita sea siempre un granito de
arena muy oscuro, muy escondido a los ojos de todos, que sólo Jesús pueda verlo. Que se haga cada
vez más pequeño, que se vea reducido a nada...”23
En los escritos de Teresa podemos descubrir cómo, a pesar de haber perdido a su madre en su
temprana niñez, ha sentido por medio de sus familiares más cercanos el amor de Dios. En especial el
19 Cta 4220 Manuscrito A, Cap 1.21 Cta 5722 Cta 43 b23 Cta 59
10
amor de su padre, a quien llama cariñosamente su rey. Allí es donde Teresa percibe la concreción del
amor de Dios, el cual busca transmitir a todos los que la rodean, como fue el conocido caso de la
hermana San Pedro cuando Teresa era novicia24, brindándole toda clase de atenciones a aquella que
nadie atendía. Su deseo de permanecer escondida es clave en este amor al prójimo.
Por último en esta enumeración de características resaltantes de la infancia espiritual, aunque tal
vez sea la más importante, encontramos el deseo de santidad. Teresa desea ser santa, no por temor,
sino como respuesta al amor de Aquel que la sobrepasa: “¡Sí, Paulina, quiero ser siempre un GRANITO
de arena...! (…) Quisiera decirte muchas cosas a propósito del granito de arena, pero no tengo tiempo...
(Quiero ser santa...)”25
2.3 El dinamismo misionero
Santa Teresa de Lisieux es la patrona universal de las misiones. Esta mujer que como religiosa
no salió del Carmelo, ha sido proclamada patrona de las misiones. La preocupación de Teresa por las
misiones fue palpable desde muy pequeña, cuando ya ofrecía sacrificios por la salvación de los
pecadores26. También utilizaba el signo de la cruz al estilo de los misioneros, de manera que se
identificaba con la tarea de aquellos hombres y mujeres que daban su vida por Cristo: “Me gustaba
mucho ir con las religiosas a todos los oficios. Llamaba la atención entre mis compañeras por un gran
crucifijo que me había regalado Leonia y que llevaba puesto en el cinturón como los misioneros. Aquel
crucifijo despertaba la envidia de las religiosas, que pensaban que, al llevarlo, yo quería imitar a mi
hermana la carmelita...”27.
En los documentos del proceso, se consiguen numerosos testimonios sobre el deseo ardiente de
Teresa de ser evangelizadora, de amor por la conversión de los pecadores. Esta misión que Teresa
hubiera querido vivir en lejanas tierras, la vive desde la caridad interior, en primer lugar con el trato hacia
sus hermanas de comunidad, luego con los sacrificios por la conversión de los pecadores, y como más
importante, con la oración de intercesión tanto por los misioneros como por aquellos a quienes se iba de
misión. No es despreciable la narración que ella misma hace sobre el impacto de la condena a muerte de 24 Cfr. Manuscrito A 28 vº25 Cta 4526 Cfr MARTINEZ, E. “Teresa de Lisieux, patrona universal de las misiones”, en Revista de espiritualidad, Nº 221, octubre-diciembre 1996, Madrid, pp 475-505.27 Manuscrito A, 34rº
11
Pranzini, en favor de quien ofreció muchas oraciones para su conversión, y al momento de morir, en un
gesto de amor al Salvador, besó un crucifijo: A partir de esta gracia sin igual, mi deseo de salvar almas
fue creciendo de día en día. Me parecía oír a Jesús decirme como a la Samaritana: «¡Dame de beber!»
“28
La vocación de misionera de Teresa es reconocida por otras personas. Esta muchacha
seguramente afirmaba con sus gestos de vida el deseo de ir a tierras lejanas, no sin el dolor que
representaba para ella alejarse de su querido Carmelo, pero con el gozo de servir al Señor. Sin embargo
no era la voluntad de Dios que fuera allí, tal y como ella misma lo escribe: “Usted también me dijo que yo
tenía esa vocación, y que el único obstáculo para ello era mi salud. Sé que, si Dios me llamara a tierras
lejanas, ese obstáculo desaparecería. Por eso, vivo sin la menor inquietud.”29
Al no poder salir del Carmelo, mantuvo comunicación por carta con al menos un par de
misioneros: el P. Roulland y el abate Bellière, a quien anima constantemente a ser fiel misionero.
Por petición de su superiora había asumido la oración por el P. Roulland, lo que hacía de muy
buen agrado, llegándole a llamar cariñosamente hermano en el apostolado. Teresa se une con su oración
a la misión de este joven sacerdote: “He colocado el mapa de Su-Tchuen en la pared del lugar donde
trabajo, y la estampa que me regaló descansa siempre sobre mi corazón en el libro de los evangelios que
nunca me abandona.”30 El cariño de Teresa hacia este misionero le hace identificarse con él plenamente,
tanto que será aquél sacerdote que ella no puede ser31.
28 Manuscrito A, 46rº29 Manuscrito C, 10rº30 Cta 13931 Cfr. Cta 201
12
CAPITULO III: APORTES DE LA ESPIRITUALIDAD DE SANTA TERESITA DE
LISIEUX A LA ESPIRITUALIDAD DEL JOVEN LATINOAMERICANO
Puede parecer extraña la propuesta de relacionar tres elementos: espiritualidad latinoamericana,
espiritualidad de Teresita de Lisieux y espiritualidad de los jóvenes postmodernos. Sin embargo, en este
punto de nuestro recorrido, hemos descubierto que la experiencia de Teresita puede resonar con mucha
validez en el mundo de hoy, por lo que debemos buscar los medios para que su espiritualidad sea
atrayente para nuestros jóvenes. Quien va conociendo a esta muchacha, como nosotros lo hemos hecho,
se va enamorando de la manera como vivió la fe y el seguimiento de Cristo. Por ello es necesario darla a
conocer y, de esta manera, derrumbar algunas imágenes que surgen por el desconocimiento.
Ya al hablar sobre el ánimo misionero en Teresita veíamos como ese ardor se convertía en amor
concreto por aquellos que son víctimas del pecado. También esto lo dijimos con referencia a la
espiritualidad latinoamericana. Así, en un primer momento, al abrir los ojos de nuestros jóvenes a la
realidad que le circunda, no podemos cerrarlos al pecado presente en nuestras vidas ni a las
consecuencias dolorosas de una estructura de pecado en la cual vivimos sumergidos. El reto es llenarnos
del fuego del Espíritu Santo, así como Teresa de Lisieux, así como tantos hombres y mujeres de nuestra
América Latina, para surcar nuevos caminos de santidad que nos ayuden a preanunciar el Reino de Dios.
3.1 Jóvenes al encuentro con Jesús de Nazaret…
Los jóvenes latinoamericanos reunidos en el I Congreso Latinoamericano de jóvenes en
Cochabamba, Bolivia (1991), expresaron su fe en “Jesús vivo y presente en nuestra vida y en nuestra
historia”32. La centralidad de la espiritualidad cristiana la han encontrado nuestros jóvenes, así como
Teresa y los grandes teólogos latinoamericanos, en la persona de Jesucristo.
Pero no es una figura abstracta, sin relación con la realidad que se vive, sino que es el Jesús
encarnado en el aquí y ahora. En la cotidianidad del pueblo encontramos el rostro sufriente de Cristo33;
32 AAVV, Espiritualidad y Misión de la Pastoral Juvenil, Consejo Episcopal Lantinoamericano, Bogotá, 1995.33 Cfr. Documento de Puebla, 31-40.
13
un rostro que para ser limpiado de tanta sangre derramada, necesita la alegría de la entrega oblativa.
Seguir a Jesús es compadecerse del otro, haciéndose uno con él en oración y vida.
De allí el sentido eclesial de la espiritualidad de nuestros jóvenes. Ellos siguen a Jesús en
pequeñas comunidades, donde comparten la Palabra, comparten sus alegrías y angustias, y parten el
pan. Ese encuentro con la Palabra debe ser al estilo de Teresa, dejándose penetrar por ella, permitiendo
que interpele, que transforme; ese encuentro en comunidad con el otro debe ser con una auténtica
expresión de amor que favorezca la experiencia del amor de Dios en el joven, desde la vida diaria, desde
los aciertos y desaciertos; el partir el pan es expresión de fraternidad plena, no solamente con el que está
al lado, sino con toda la Iglesia peregrina por el mundo.
El encuentro con Jesucristo, con el Señor de los pobres, se da al compartir la encarnación del
Hijo de Dios; Él no ha quedado en su comodidad, sino que ha salido al encuentro de los más necesitado
de libertad. No le encontraremos si no es en comunión con aquellos que nos recuerdan que todos
debemos ser verdadera imagen y semejanza del Creador.
3.2 …con deseo ardiente de ser misioneros…
“La experiencia de fe vivida en los grupos y comunidades juveniles lleva a los jóvenes a descubrir
el llamado a servir a los demás”34. La desembocadura de compartir la fe en Jesús es el anuncio de la
buena noticia del Reino por medio de la vida. La Iglesia latinoamericana ha optado por servir
preferencialmente a los más pobres, por ser misionera en aquellos lugares que tradicionalmente no han
sido considerado como de misión. Ya hemos visto lo que implica ser misionera para Teresa, por lo que
no podemos dejarlo allí, sino asumirlo en nuestra propia espiritualidad: el sacrificio del servicio al otro por
amor profundo al prójimo y en él, a Dios; la oración constante por la salvación de los hombres,
recordando a aquellos que son víctimas, quienes propician el pecado y quienes luchan por instaurar la
civilización del amor; el contacto directo con personas concretas, de manera tal que seamos
evangelizados y evangelizadores a la vez.
El espíritu misionero consiste también en dejarse llevar por el Espíritu Santo, que sea Él quien
nos unja y así podamos proclamar con Jesús la misión de liberación de la Iglesia. Este mismo Espíritu
34 AAVV, Op. Cit pp 47
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hará que surja en cada uno las ansias de compartir el amor que descubrimos en Jesús, comprendiendo
que cada hombre es aquel discípulo amado que se recuesta en el pecho del Maestro. Así, al compartir la
amistad con Dios, también nos haremos partícipes de su santidad.
3.3 …en su propia historia
Una de las cosas que más impresionan sobre la vida de Teresa es que ella asume su propia
naturaleza e historia. Es una niña vivaracha, muy tremenda35, y cuando joven sabe que no es un ángel36.
Ella es consciente de la realidad en la que vive, del hoy y del ahora; incluso llega a desobedecer a su
padre al leer el periódico para estar en contacto con Pranzini.
La encarnación se da en el hoy y en el ahora. El Espíritu nos mueve a cada uno para que
seamos Palabra viva en nuestra realidad. Por eso, el reto de los jóvenes está en saberse encarnar en la
realidad que viven, para asumir y humanizar nuestra cultura, de manera tal que cada vez rompamos con
mayor facilidad los ídolos y podamos proclamar que únicamente Jesucristo es el Señor de la Historia.
Así, viviendo con verdadero Espíritu, podremos ofrecer una alegría que será inagotable,
proclamando la victoria sobre todo sufrimiento, llenando de contenido todo vacío, siendo plenamente
libres para amar.
35 Cfr. Manuscrito A, 8rº ss.36 Cfr. Cta 213
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CONCLUSIONES
Los jóvenes necesitan hoy en día propuestas concretas que les ayuden a vivir plenamente la
espiritualidad cristiana. Muchas de estas propuestas fracasan porque les faltan modelos concretos de
personas que la encarnen, o se presentan como ideales a vivir, sin tomar en cuenta la realidad de la cual
parte la vida juvenil de hoy.
En Teresita de Lisieux se puede encontrar un modelo válido de espiritualidad. Ella ha sabido
cómo combinar el dinamismo juvenil con la espiritualidad, la oración con el ser misionero, el sacrificio con
la alegría, la soledad con la fraternidad. El conocimiento de esta mujer puede animar a muchos a la
búsqueda de la santidad como amistad profunda con Dios.
Debemos decir que no es Teresita una teóloga latinoamericana, afirmar eso sería extrapolar
conceptos, sin embargo sí encontramos en ella gran cantidad de fundamentos válidos que han sido
básicos en la espiritualidad latinoamericana y son propuestas válidas para los jóvenes de nuestro
continente como es la infancia espiritual, la centralidad de la Palabra de Dios, la fraternidad, el espíritu
misionero y la comunión con los más necesitados de salvación, entre otros.
Por ello, no debemos temer en presentar a esta joven religiosa del Carmelo como alguien que ya
ha recorrido la historia y nos puede mostrar un camino para llegar a Jesús. Escuchar su biografía y leer
sus cartas es acercarse a una historia de conversión continua, donde la gracia se hace presente, así
como en nuestra propia historia.
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