La realidaddel festival
12
Y AGUSTÍN LARA VOLVIÓ A LLENAR
A VERACRUZ CON SU PRESENCIA…
Martes 30 de octubre
Casita de marfil
17 horas
Cual actriz que se entrega a las manos de las maquillistas antes
de volver a las tablas, la Casita Blanca cambia de piel en ocasión de
la inauguración del Festival Internacional Agustín Lara y abre sus
puertas con carisma renovado. Colmada de rosas Bacará, aguarda
a los visitantes como quien se engalana para esperar al ser querido.
A manera de bienvenida, las delicadas voces de un coro de niños
llenan el patíbulo de la planta baja, donde también se encuentra la
taquilla, que para la ocasión ofrece playeras, postales y carteles
del festival.
Desde su vitrina, el traje de lino claro que perteneciera al poeta
parece indicar que la etiqueta es de blanco. Inmaculadas guayaberas
y vestidos elegantes suben las escaleras, atraídos por las notas de
las arpas —una negra y otra blanca— de Delfino Guerrero. Ya
instalados en el Estudio Azul y Plata, réplica del original de la XEW al
que el flaco diera fama, los invitados escuchan el cálido mensaje de
Leticia Perlasca Núñez, acerca de la riqueza cultural que atesora
Veracruz y de la cual el músico poeta fue uno de los más tenaces
embajadores. A continuación, don Juan Maldonado Pereda dedica
alentadoras palabras al festival, las cuales son seguidas por el discurso
del doctor Justo Nieto Nieto, presidente de Forum UNESCO, quien llegado
desde Valencia, España, afirma que “las canciones de Agustín Lara
son patrimonio cultural de la humanidad”. En medio de los aplausos,
Amparo Montes y el maestro Memo Salamanca suben al escenario y
con incomparable emotividad, interpretan Lo que somos.
Poco después, la música cede lugar a las imágenes con la
proyección de Corazón de seda, emotiva recreación de la vida del
músico poeta, mientras un equipo de monitores, dispuestos en la casita
y en el restaurante adjunto, permiten a los numerosos asistentes
presenciar lo que acontece en el Estudio Azul y Plata. Al concluir la
13
proyección, el sonido del arpa vuelve a llenar los rincones de la casita
y los visitantes, con un bocadillo en una mano y una copa en otra,
recorren el nido porteño del músico veracruzano y admiran las
fotografías expuestas. Mientras charlan distinguidas personalidades,
como el inminente larista Gabriel Abaroa o Yolanda Gasca, quien
fuera esposa de Agustín y viviera con él en esta casa, una tele-
conferencia une al Puerto de Veracruz con los eventos de la Ciudad
de México, de tal manera que María Victoria y Ela Calvo están
presentes pese a la distancia; y la página www.agustin-lara.com está
abierta a la consulta.
Por el amplio marco de la ventana donde se estira el malecón,
se distingue cómo la noche desciende sobre el vaivén de las olas. Los
invitados se retiran con el recuerdo de un bellísimo atardecer en la
Casita de Marfil...
Agustín iba de frac
20 horas
Como las mariposas cautivadas por el fuego, en el Teatro Clavijero
se reunieron varios centenares de personas atraídas por una Sinfonía
en dorado. Fragancias de perfumes flotaban en los pasillos, colmados
estaban palcos y lunetas, se pronunciaron los tres llamados rituales y sonó
Veracruzando, rúbrica del festival que habría de señalar el inicio del
espectáculo. El telón carmesí se descorrió sobre las figuras estelares
de María del Sol y Fernando de la Mora, quienes iniciaron magistralmente
con la interpretación de Veracruz.
Mientras las notas se esparcían en la sala, hechizando a los
presentes, el retrato de Agustín Lara descendía lentamente sobre la
orquesta como para saludar y decir a los músicos: “¡Muy bien,
muchachos!” El flaco guiñó el ojo y volvió a desaparecer tras bamba-
linas, dejando a Enrique Patrón de Rueda la afortunada tarea de dirigir
la Orquesta Sinfónica de Xalapa. Los arreglos musicales estuvieron a
cargo de Eduardo Magallanes y de Chucho Ferrer, quien fuera director
durante trece años de la Orquesta de Solistas de Agustín Lara. En el
piano alternaron Gonzalo Romeu, autor del arreglo jazzístico de Señora
Tentación, y Martha Sleziak.
14
Se sucedieron las mejores canciones, ya vueltas himnos al amor,
a las ciudades amadas o al cortejo: Piénsalo bien, Madrid, Farolito, Humo
en los ojos, entre otras joyas. María del Sol y Fernando de la Mora,
quien años atrás hiciera su debut en el Clavijero, entregaron lo mejor
de sus voces para regocijo de los presentes. La música de Agustín
Lara encontró un cauce tanto en el arrabal como en los recintos
clásicos, y este espíritu que oscila entre lo selecto y lo popular se vio
felizmente reflejado en Sinfonía en dorado, ya que desde sus palcos,
el público se animó a cantar, a marcar el ritmo con las manos y a
pedir canciones de su gusto.
Indudablemente, el espíritu larista flotaba en el aire. Lo confirmó la
mariposa nocturna que revoloteaba alrededor de los enormes candiles,
la cual había estado presente horas antes en la inauguración del festival
en la Casita Blanca. El flaco estuvo con nosotros, iba vestido de negro....
Miércoles 31 de octubre
Diluvio de estrellas
Baluarte de Santiago
Primera función, 17 horas
Tachadas de libertinas, algunas de las más osadas canciones de
Agustín Lara fueron censuradas por las buenas conciencias de los años
cincuenta. Las colegialas tuvieron que dejar de tararear sus melodías y
sus boleros fueron censurados en las escuelas. Con el sentido del humor
que lo caracterizaba, el músico poeta declaró: “Dejad que los niños
se alejen de mí”.
No obstante, existe una vertiente recóndita de la música de Agustín
Lara dedicada a los niños. Bebé, Fasiquillo o Zumba son algunos de los
títulos que por lo naïf de su letra y su ritmo juguetón pueden llamar la
atención de los pequeños. Por ello, se diseñó el cancionero infantil
Luna, esfera de papel, de hermosa factura, que incluye veinte
canciones acompañadas de sus respectivas partituras para flauta.
Los conciertos intitulados Diluvio de estrellas, a los cuales acudió una gran
cantidad de niños, fueron pretexto para regalarles dicho cancionero,
además de ofrecerles un espectáculo musical de calidad.
15
El Baluarte de Santiago fue escenario del primer evento. Se
presentó el Galliard Ensamble que tocó piezas de Tchaikovsky, Rossini
y obras anónimas renacentistas (las risas y sonrisas demostraron que
los niños aprecian este género musical). A continuación, el grupo
Zenzontle, de son huasteco, y el Ensamble Folclórico Nacional, de son
jarocho y huasteco, imprimieron alegría en todos los rostros. Sus
interpretaciones fueron acompañadas por las danzas del Ballet
Folclórico Juvenil, de tal manera que el espectáculo fue de jóvenes
para jóvenes, todo ello, motivado por la música de Agustín Lara. Todos
se fueron contentos con su cancionero bajo el brazo...
El Reino Mágico, espacio dedicado a los niños, fue escenario
del segundo Diluvio de estrellas. Pese al fuerte calor del mediodía, el
público infantil acudió numeroso. Muchos se refugiaron bajo la genero-
sa sombra de los almendros para escuchar al Ensamble de Percusiones,
que interpretó ritmos de varios horizontes del planeta. Tambores y
maracas alternaron con bongós, baterías y marimba. Posteriormente se
presentó la Orquesta Juvenil e Infantil que tocó María bonita, Noche criolla,
Palmeras, Clave azul, Noche de ronda, Rival y Farolito, intercaladas
entre otras canciones de corte popular. Los aplausos fueron nutridos y
confirmaron el gusto de los veracruzanos por la buena música desde la
más tierna edad. Al igual que en el concierto del Baluarte, todos se
retiraron con un cancionero. Una niña preguntó si Agustín Lara
también era el autor de los dibujos...
Lara en el cine
Sala de Proyecciones del IVEC
Primera función, 18 horas
La figura melancólica que ronda en estos días el malecón, las pla-
zuelas, los portales y las calles porteñas, cada tarde encamina sus
pasos a la discreta oscuridad de una sala. Ahí se despoja del personaje
que cuidadosamente ha cultivado y se vuelve otro en la pantalla.
En la primera función, los cinéfilos abarrotan la sala y son testigos
de los esfuerzos de Agustín por redimir a Ninón Sevilla en Perdida. Paradó-
jicamente, esta película nació de una canción larista; de sus estrofas
surgieron personajes, argumento, diálogos… Aventurera repite al día
16
siguiente la fórmula. “Vende caro tu amor… Aquel que de tu boca la miel
quiera, que pague con brillantes tu pecado…” Lara bosqueja la moti-
vación de la heroína, pero su presencia la reserva para la tercera
función. Y qué función…
Unos sesenta laristas han acudido intrigados, quizá por el título
a todas luces absurdo que aparece en el cartel: Los chiflados del
rock and roll. La cortina negra evita el paso de la luz pero no de las
carcajadas, que surgen de vez en vez porque, en efecto, la historia
tiene una buena carga de enredos. Por capricho del guionista, Lara vive
todo tipo de romances y parrandas al lado de Pedro Vargas y Luis Aguilar.
El sábado la cinta proyectada presenta a un Agustín que es él
pero no del todo. El gran actor español Germán Robles interpreta al
flaco de oro en los avatares y triunfos de su vida; el estelar femenino
corre a cargo de Lorena Velázquez. En la función del domingo, la última
del ciclo, Lara se anima otra vez a ocupar un lugar protagónico: en
Coqueta es un ciego que se gana la vida en un burdel… Más de
un espectador sonríe al advertir el dejo autobiográfico en el personaje. Un
curioso bigotillo que muy pocas veces se le vio fuera de pantalla, le
otorga una rara credibilidad a su papel.
Llega el final. El público se levanta, como cada una de estas
cinco tardes, con la peculiar sensación de que, sin haber atestiguado
una joya del cine universal, sí han visto pasar ante sus ojos algunos de los
capítulos más entrañables para quien aprecie en el cine incluso sus para-
dojas. La figura melancólica abandona la sala satisfecha. El, el de los
mil amores, ha sumado ya unos cuantos rasgos nuevos a su personaje.
Mujeres de sepia
Fototeca del Puerto de Veracruz
19 horas
Como si hubiesen sido invitadas por el mismísimo flaco de oro,
las mujeres más hermosas estuvieron presentes en la Fototeca del
Puerto de Veracruz. Con expresiones enigmáticas o terribles, seduc-
toras o trágicas, frívolas mujeres de sepia de los veinte cohabitaron al
lado de tremendas rumberas del cine mexicano, haciendo frente a
17
bellezas más actuales, estableciendo un diálogo de miradas, tejiendo
redes visuales que atraparon a los visitantes.
Después de las palabras inaugurales, el listón fue cortado como se
corta el listón que envuelve un paquetito de cartas amadas. Imágenes
del Archivo Casasola, desnudos anónimos veracruzanos de los años
veinte, fotografías de Guillermo Kahlo, Charles B. Waite, Scott, Tina Modotti,
Nacho López, Joaquín Santamaría, Héctor García, Manuel González, Ivonne
Deschamps, Lourdes Valdés, Jorge Acevedo, Tomás Casademunt, Pedro
Valtierra, Pía Elizondo, Yolanda Andrade, Lourdes Grobet, Doris Shapiro,
Lourdes Almeida, Eugenia Arenas, Lucero González, Alberto Tovalín,
Joaquín Blez, Abigail González Piña, Luis Carpizo y Nicolás Triedo habitaron
los muros de la fototeca, mientras el acordeonista Riszard Siwy amenizaba
la reunión con melodías de antaño. Bocadillos y exquisitas bebidas de
frutas circularon entre los invitados, de tal manera que aquella noche reunía
las tres cosas que más gustaban al flaco de oro: mujeres, música y comida...
Noche de ronda
Teatro Nezahualcóyotl
20 horas
Es Noche de ronda en Tlacotalpan, Agustín. Tú nos convocaste
bajo advertencia: “que las rondas no son buenas, que hacen daño,
que dan penas, que se acaba por llorar”.
Pero ésta es una ronda de excepción: es una cita entre los
tlacotalpeños y su hermano predilecto. El músico poeta en la casa
del rey poeta… cosas que sólo suceden en una ciudad cuyos colores,
casas y calles son, sencillamente, poesía.
Afuera, el río está muy crecido, adentro el entusiasmo también.
El palco de honor lo ocupa el gobernador Miguel Alemán Velazco y
su esposa. La función comienza con una típica escena porteña:
parejas se miran y se abanican en unas mesas que podrían ser de portal,
cabaret o plaza. Si acaso alguien dudara de que es Veracruz el
escenario aquí evocado, aparece Tlen Huicani, grupo que basa su
sonido en el arpa. Al concierto se suma el violín de Tonatiuh Bazán. El
larismo invade ya cada rincón acústico del teatro.
18
Al piano, la figura de Memo Salamanca inclinado sobre el
teclado hace pensar a más de uno en el flaco. Sus dedos expertos
introducen una canción que luego Doris deshoja poco a poco con
ruegos de amor que todos reconocen: “Piensa en mí cuando sufras,
cuando llores también piensa en mí…”
Pareciera que las perlas del repertorio larista ya han aparecido
en escena. Pero apenas es el clímax de media función. Aún vienen
momentos estelares, como cuando la jarocha Aminta Ruiz aparece
en el escenario con la confianza de haber triunfado ahí más de una
vez. Con voz y palmas hace de Tengo ganas de un beso uno de los
himnos de la noche. Y, crecida por el aplauso, se da el gusto de llenar
con su sola voz el teatro entero, como en tiempos de Agustín.
El micrófono se vuelve a encender para que Jorge Balam ejecute
boleros y pasodobles. El público a gusto, muy a gusto, le sigue el canto.
Luego querrá seguir el paso porque las parejas en el escenario se levantan
para danzonear al compás de la Orquesta Homenaje a Lara. Las
faldas tornasoladas del Ballet Folclórico de la Universidad Veracruzana
dan vueltas y vueltas hasta que la ronda llega a su fin.
Afuera la “luna que se quiebra sobra las tinieblas” está llena. Bajo
su influjo, Tlacotalpan le da un abrazo al hermano que nunca se ha ido.
Cajita musical
Teatro del Estado
Primera función, 20 horas
“Esta es primera llamada, primera”. Por fin, Cajita musical se
presentó ante un público de 500 personas, que fueron ocupando la sala
guiadas por atractivas edecanes elegantemente vestidas de negro, mien-
tras comentaban: “Sí, claro que Agustín Lara fue uno de los mejores”,
“ojalá que canten Veracruz o Farolito, qué canciones tan bonitas”, “cómo
no, mi mamá quería venir, pero ya ves el frío”…
“Tercera llamada, tercera, comenzamos”. Bajo una luz púrpura,
el escenario se llenó de la voz de la soprano Irasema Terrazas, quien
presentó con música de Agustín Lara el espectáculo multimedia.
19
La cuerda de la caja musical, el croar de una rana y el oleaje
del mar se sumaron a las imágenes de peces, medusas y papalotes
con formas de sirenas. Proyecciones de la vida diaria del Puerto de
Veracruz y la maquinaria de una caja musical, se fusionaron para
conformar el primer cuadro titulado Preludio.
De pronto, la selva llenó el escenario con un teatro de sombras
en el que aves, felinos y otros mamíferos se erigieron como personajes
principales, enmarcados por el talento de Horacio Franco, quien
interpretó música popular indígena, una pieza europea del siglo XIV
y una obra del periodo barroco; para ser sustituido por sonidos de
truenos y lluvia, que encontraron eco en la música del grupo Estación
Olmeca. Una coreografía de cinco bailarinas delimitó el área del
prehispánico juego de pelota, representado por Leonardo Martínez y
dos bailarines más.
Con Ozumba de Agustín Lara como fondo, la bailarina Jéssica
Sandoval desbordó sobre el escenario toda la sensualidad y la fantasía de
las sirenas, personajes irreales que forman parte de la vida acuática y
de aquellos que nacen con el corazón en el mar. Posteriormente, la
música, que con un tono épico golpeó los oídos del espectador,
transitó hasta el periodo en el que por el océano arribaron a América
las culturas europeas, y sobre un gran galeón español el arpa de
Cynthia Valenzuela fungió como narradora de esa historia.
La cultura africana también llegó por agua para fusionarse a la
vida indígena y dejar sus huellas en diversas manifestaciones
culturales, como el baile y la música. Leonardo Martínez, Yerika Brito,
Adriana Arizpe y el trío Xochikoskalt representaron —acompañados
por ritmos de tambores y jaranas, y en medio de un juego de
seducción mas no de lucha— el complejo mestizaje que pervive en
el ser veracruzano.
Paulatinamente, el galeón se fue perdiendo de vista y en su lugar
se quedó la imagen de un carrusel. Con una fusión de cantos infantiles
de diversos países, giraba en medio del espacio y sus sonidos acom-
pañaron los juegos y los bailes de niños que irrumpieron entre gritos, para
hacerle saber al espectador que el futuro y la fuerza de Veracruz
también se llama infancia.
20
Después de este largo viaje hecho de tiempo y sucesos, la Cajita
musical dejó salir las notas de la Danzonera Manzanita, misma que
enmarcó el baile de cuatro parejas de diferentes generaciones: niños,
jóvenes, adultos y mayores motivaron el aplauso de la gente que quizá
reconoció en esta escena parte de su vida, parte de sus afectos. Al
concluir este cuadro evidentemente entrañable para los veracru-
zanos, una serie de imágenes de formas geométricas y abstractas situó
al espectador en la era del desarrollo y la tecnología, en la época que
vio nacer a una de las leyendas de la música mexicana: Agustín Lara.
Para el flaco de oro, el último cuadro que fusionó la voz de
Irasema Terrazas cantando Veracruz, el piano de Leo Corona y una
escena de la vida del Puerto: encuentros y desencuentros en un café,
el ir y venir de los meseros, el paseo de un cadete naval, un artesano
papanteco, una vendedora de flores, el juego de los niños en el malecón,
un grupo de niñas que pescan y el espíritu de Agustín Lara, represen-
tado por una sensual mujer vestida de rojo. La última nota de Veracruz
marcó el final de la historia de Cajita musical, cuya fusión de imágenes
y sonidos que integran la esencia de Veracruz se quedó, sin duda, en
cada uno de los que de una u otra manera se adentraron en ella
para conocer su mecanismo.
Jueves 1º de noviembre
Azul como una ojera de mujer
Estatua de Lara en el Puerto de Veracruz
19 horas
Desde el boulevard Adolfo Ruiz Cortines, los automovilistas y
transeúntes detenían su mirada para saber qué estaba pasando alre-
dedor de la estatua de Agustín Lara. Cerca de ocho personas iban y
venían con flores, listones, lámparas y floreros para montar la ofrenda
titulada Azul como una ojera de mujer, dedicada al flaco de oro.
En un intento por rendir un homenaje al gran compositor veracruza-
no, y en ocasión del Día de Muertos, la pintora Guillermina Ortega —junto
con un grupo de artistas plásticos jóvenes— trabajó en esta instalación que
se distinguía por el elemento azul. “¿Por qué azul?, porque es un color
21
enigmático, porque la canción Azul de Lara remite a la mujer, a la esen-
cia femenina que lo acompañó a lo largo de su vida”, señaló la creadora.
También la luna de esa noche se sumó a la celebración, ya que su
radiante luz iluminó de azul el cielo y el mar.
La gente que se congregó en la estatua de Lara percibió un
solo color en su mirada. Rodeado de luz neón y de varios jarrones
azules con flores blancas y celestes, un cayuco permanecía inmóvil
conteniendo corazones sin nombre, quizá los de músicos, composi-
tores, cantantes, intérpretes, amantes, mujeres, románticos o laristas.
Heridos, apuñalados, enteros, cerrados, abiertos como los sentimientos
del hombre, cada uno fue ofrendado al músico por mujeres de
diferentes edades.
“Que nada ya consuela mi corazón,/ tú sabes que me encanta
tu manera de amar,/ mi muerto corazón toca una oración,/ llanto
del corazón que supo conmover,/ dice que en silencio me muero por
ti…”: versos inolvidables que fueron impresos en los listones azules que
coronaron la canoa, para ofrecer en medio de una evocación prehispá-
nica flores, palabras y corazones.
La música no podía faltar. Sobre un tranvía de madera, el
Quinteto Mocambo y la cantante Aminta Ruiz Pazos recordaron que
música, Veracruz y Lara son una unidad, claramente representada
en aquella canción que dice “Yo nací con la luna de plata/ y nací con
alma de pirata,/ yo he nacido rumbero y jarocho,/ trovador de veras…”
Piezas como Arráncame la vida, Azul, Lamento jarocho, Noche de
ronda, Oración Caribe, Clave azul y Farolito, además del ritmo de tres
bailarinas ataviadas con trajes multicolores, acompañaron el sonido
de las olas marinas y el convivio de la gente que comió tamales de
Tlacotalpan, y con sorpresa bebió toritos y aguas de horchata azules.
Mientras la luna ascendía sobre el Puerto, las familias poco a poco
fueron abandonando la figura de Lara, la cual con el rostro virando al
mar seguramente cantaba “Veracruz,/ son tus noches diluvio de
estrellas,/ palmera y mujer./ Veracruz/ vibra en mi ser,/ algún día hasta
tus playas lejanas/ tendré que volver”.
22
El placer de la conversación...
Rincón de la Trova
19 horas
Estar rodeado de amigos y charlar fue uno de los placeres que
acompañaron a Agustín Lara a lo largo de su vida. Para revivir esta
costumbre, una tertulia reunió en el más bohemio de los rincones
porteños a selectas personalidades.
Con un caluroso aplauso la concurrida audiencia recibió a Yolanda
Montez “Tongolele” –icono de la cinematografía mexicana–, a la actriz
Blanca Guerra, al pintor José Luis Cuevas, al crítico de cine Gustavo
García y al cantante José Luis Caballero Leal, quienes hablaron sobre
“El erotismo latino a partir de la música de Lara”.
La charla estuvo rebosante de anécdotas que recrearon una
época pasada en el tiempo, pero viva en el recuerdo de los panelistas
y de la gente que estuvo presente, la cual, a través de aplausos y
risas, fue partícipe del evento, impregnado del espíritu larista.
“Buenas noches a usted, a usted y a mí”. Tal como Agustín Lara
iniciaba sus programas, así comenzó Gustavo García. Las anécdotas
evocadas refrendaron ese carácter de algunas letras laristas, en las que
se encuentra “un erotismo arrabalero y juguetón”, según dijo Blanca
Guerra, quien calificó al músico poeta como un “hombre envuelto
en erotismo. Si lo hubiera conocido, me hubiera enamorado de él”.
Por su parte, Tongolele dijo que la canción Palabras de mujer es una
de sus favoritas.
José Luis Caballero Leal consideró que Lara “escribió para que los
hombres amen a las mujeres y las respeten”, y aseguró que el flaco de
oro es “orgullo de Veracruz y gloria del mundo”; mientras José Luis
Cuevas hizo un parangón entre la poesía de las letras de Lara y la obra
de Rubén Darío: “Azul hace pensar en el modernismo en la poesía, en
Rubén Darío”, dijo.
Una polémica surgió cuando Gustavo García, no sin una pizca de
provocación que condimentó la conversación, subrayó que Agustín Lara
no sólo había escrito canciones para mujeres, sino para hombres. En
23
efecto, en la suite taurina, varios pasodobles están dedicados a grandes
toreros como Silverio Pérez. No obstante, nadie pone en entredicho
la definición del flaco de oro: fue mujeriego, y a mucha honra...
Para desarrollar el tema del erotismo por medio de las canciones del
músico poeta, en primer lugar hay que ser conocedor de su obra, tener
presentes en la mente los estribillos sugestivos, las alusiones pícaras. En
México, la liberación sexual encuentra su antecedente en la música y
en la leyenda de Lara pues, ¿quién antes de él se había atrevido a celebrar
a las cortesanas, a las mujeres que se venden, a las aventureras?
¿Quién, como él hizo con Señora Tentación, había dado rasgos feme-
ninos a un pecado capital? A la luz del mediodía o a escondidas, las
canciones de Lara sellaron generaciones de parejas, provocando
encuentros a través del baile, generando piropos y dictando o sugirien-
do lo que no se habla tan abiertamente. El público que había acudido
numeroso y que no alcanzó a penetrar en el templo de la bohemia
veracruzana, pudo seguir a gusto la conversación desde la plaza, donde
mesitas y monitores habían sido colocados al amparo de los almendros.
La música no podía faltar, y Caballero Leal cantó a capela Mujer,
una pieza central del romanticismo musical de Lara. Y concluyó en
medio de aplausos: “Para mí Lara fue un dios del amor”.
Años dorados
Hotel Mocambo
Primera función, 22 horas
Ciertas épocas de esplendor tienen sus templos como el Hotel
Danieli, figura protagónica de la novela de Thomas Mann Muerte en
Venecia, o el Grand Hotel de Baalbec inmortalizado por Proust en su
obra En busca del tiempo perdido. El Hotel Mocambo pertenece a la
mitología de los años dorados en que Veracruz estaba en el
firmamento de la gloria, entre otros motivos, gracias al amor
incondicional que le dedicó Agustín Lara.
Como un enorme buque que yace a la orilla de la playa, el
Mocambo es de tamaño desmedido y uno termina por extraviarse
en el laberinto de sus corredores. El norte sopla y se abisma en sus
interminables pasillos. El gigante conserva el carisma de sus días de mag-
24
nificencia: el tiempo quedó atrapado entre muros. Como el tenue aroma
que aún encierra un frasco de perfume olvidado, un olor de recuerdo
flota por doquier. La sombra fugaz del flaco de oro ronda cerca del
bar, se asoma al gran restaurante y se refleja en las aguas de la
alberca. ¿Qué mejor lugar para presentar un espectáculo de cabaret,
y así devolver al recinto el esplendor de sus mejores años? Al caer la
noche, en la terraza del Hotel Mocambo múltiples colores, ritmos y movi-
mientos candentes recordaron la época de Agustín Lara y Ernesto
Lecuona, dos grandes figuras de la música del siglo XX. María la O, María
bonita, es el nombre del espectáculo que alude a dos canciones
fundamentales en la historia musical de estos dos compositores.
Al evento asistió el gobernador del Estado de Veracruz, Miguel
Alemán Velazco, y otras personalidades como la actriz Blanca Guerra,
la cantante Chavela Vargas y la bailarina Yolanda Montez “Tongolele”.
Aquella noche el puerto no tenía nada que envidiar a ningún otro sitio
sobre la tierra... La luna, enorme y áurea sobre la oscuridad de las aguas,
y la tibieza de la brisa nocturna, fueron señales de buenaventura para
que el espectáculo María la O, María bonita transcurriera en las más
afortunadas condiciones.
Alrededor de la gran alberca morisca estaban dispuestas las
mesas con sus manteles blanquecinos, apenas agitados por el céfiro.
En cada columna danzaba la llamita de una pequeña antorcha que
otorgaba al lugar una luz vaporosa. La alberca parecía cargar un
escenario flotante donde habrían de actuar bailarinas y cantantes,
juglares y tragafuegos. La voz interior de Lara hablaba a través de un
narrador de sombrero e impecable traje. La música en vivo surgía
desde los arcos altos. Por la diversidad de sus momentáneos trajes,
las bailarinas parecían infinitas. Trajes de baño a la Esther Williams
rivalizaban con atuendos de oropel, holanes y escotes con lentejuelas
y tisú. Acorde con los gustos del flaco, libertino y gastrónomo, se sirvió
un pequeño menú afrodisíaco generosamente rociado por vinos y
licores. Mientras transcurría el hechizo, incitantes cigarreras obse-
quiaban puros de San Andrés, en la edición especial nuestro flaco de
oro. Rachel Estévez, Anaís Abreu y Juan Navarro ofrecieron lo mejor
de sus voces. Una pareja bailó un inolvidable tango, al cual se sucedieron
artífices de fuego y de magia. Esta extraordinaria función cerró con broche
de oro con Oración Caribe, cantada a capela por Rachel Estévez.
25
Viernes 2 de noviembre
Nuestro flaco de oro
Círculo Español Mercantil
19 horas
En cinco días de festival el flaco de oro ya es nuestro y lo será
aún más en la medida que comparta sus secretos. Pensando en ello, un
hombre con preguntas y otro con respuestas se reúnen en el Círculo
Español Mercantil. El primero es Guillermo Villar; el segundo, Pável
Granados. Uno comparte con el medio centenar de contertulios las
inquietudes en torno al personaje homenajeado. El otro ha sido su
biógrafo y hace confidencias que, a decir suyo, no siempre contarían
con la aprobación del poeta.
¿Tienen algo de cierto las acusaciones de plagio que le han hecho
a Lara? Algo, algo. El rumor más difundido es que el Chamaco Sandoval,
joven compositor abatido por las adicciones, le entregaba sus obras tan
pronto lograba arrebatarlas a la musa a cambio de unas cuantas
monedas. En favor de Lara, Granados sostiene que las canciones ple-
namente documentadas como de Sandoval no alcanzan las alturas
de las firmadas por Lara.
¿Qué trascendencia tuvo Lara en el cine? Como actor, ninguna.
Como compositor, fue prácticamente el argumentista de varias.
¿Quién fue realmente la autora de la cicatriz que lo marcó por
dentro y por fuera el resto de su vida? Entre el ramillete de versiones,
Granados elige aquella de una mujer que, cegada por los celos que
él deliberadamente provocó al fingir una ardiente llamada telefónica
con otra, le asesta un botellazo.
¿Fue un símbolo sexual de su época? Lo cierto es que en plenos
años treinta, muchas de las cartas que recibió iban acompañadas de
fotografías de las remitentes desnudas. Decididas a hacer semejante ob-
sequio, estas mujeres seguramente tienen la respuesta más elocuente.
Entre revelaciones, el biógrafo deja ver el rigor de su investi-
gación y el público el alcance de su curiosidad. Las anécdotas hacen
26
fila en espera de su momento estelar al micrófono, pero el tiempo
que ha perdonado todo a Lara no muestra misericordia semejante
con ellas y ahí quedan, esperando una próxima cita. La gente, feliz
de saber más humano al poeta, degusta los bocadillos ofrecidos con
el mismo gusto con que ha paladeado el sabor del mito.
Impulso a los nuevos compositores…
Teatro Reforma
20 horas
El Teatro Reforma de Veracruz se transformó en tan sólo cinco
días para poder llevar a cabo la premiación del Primer Concurso In-
ternacional de la Composición Romántica Larista, evento que además
serviría de marco para entregar la Medalla Agustín Lara.
Desde el domingo 28 de octubre, fueron llegando varios autobu-
ses con plataformas para cámaras y luces, presidium para jurado,
escenario y set de conductores, equipo de iluminación, sonorización
y robótica, videoproyector y pantalla de alta resolución, entre otros
elementos espectaculares.
El proceso para realizar este evento rebasó los muros del teatro,
ya que innumerables personas, desde diferentes lugares, unieron sus
esfuerzos para concretar el proyecto: en la Ciudad de México, los
productores establecían contacto con miembros del jurado,
cantantes reconocidos, conductores, proveedores y autores e
intérpretes que llegaron a la final; en el Puerto se convocó para apoyar
el concurso; y en Xalapa, el maestro Rodolfo Sánchez Vega escribía
los arreglos para orquesta de las canciones seleccionadas.
El 1 y 2 de noviembre se realizaron los ensayos generales con la
presencia de todos los participantes: músicos, bailarines, intérpretes,
conductores y elementos del espectáculo que cerraría la noche.
Con pausas, repeticiones y cortes, las actividades previas a la
premiación concluyeron a las cuatro de la tarde.
Cerca de las 6, el público fue ocupando el recinto que dio
cabida a más de dos mil personas. Dos horas después, las luces
27
iluminaron el teatro que a su vez fue colmado por el ambiente festivo de
la gente. La Orquesta Universitaria de Música Popular, bajo la dirección
del maestro Rodolfo Sánchez Vega, indicó el inicio del espectáculo,
además de que su música guió la coreografía inicial presentada por
el Ballet de Danza Contemporánea de la Universidad Veracruzana.
Los anfitriones de esa noche, Yuri y César Costa, unieron su carisma
para dar la bienvenida a todos los presentes, quienes posteriormente pre-
senciaron una cápsula sobre las personalidades que han recibido la
Medalla Agustín Lara. Uno de los momentos más emotivos se vivió
cuando Chavela Vargas y Manuel Esperón subieron al escenario para
recibir la presea. La sala se llenó de aplausos prolongados como
reconocimiento a las trayectorias de estas grandes figuras. En forma
espontánea y por petición popular, la cantante entonó una canción
que fue recibida calurosamente.
Después de la presentación del jurado, inició la última etapa
del Primer Concurso Internacional de la Composición Romántica Larista.
Plinio Marín, Rafael Mendoza, Franz Peñalosa, Mezezabel Bustos, Héctor
Guerrero, Iván Sarmiento, Gloria del Carmen Peraza, Patricio
Mendoza, Teresita Aranda y Joel Pérez interpretaron, una a una, las
diez canciones finalistas. Por su parte, los autores Héctor Francisco
Borraz —quien llegó a la final con dos temas—, María Cristina Cano,
Roberto Espriú, José Lauro González, Miguel Angel Delgado, Rafael
Mendoza, Elvira García y Franz Peñalosa —quien concursó con dos
temas y una interpretación— esperaban desde las butacas los resulta-
dos del jurado.
Mientras se otorgaban las calificaciones, el público disfrutó de
la energía de la cantante veracruzana Yuri, cuyo repertorio motivó
aplausos. A su espectáculo sumó éxitos de años anteriores, canciones de
Lara, ritmos de cuatro bailarines, cuatro cambios de vestuario y un
zapateado que cimbró el escenario.
Después del encuentro de Yuri con la tierra que la vio nacer, se dio
a conocer el veredicto que le otorgó el primer lugar a la canción
Trovador de veras de Miguel Angel Delgado, interpretada por Teresita
Aranda —quien ganó una mención como mejor intérprete—. El segundo
lugar lo obtuvo María Cristina Cano con Mi puerto, interpretada por
28
Chavela Vargas, distinguida con la Medalla Agustín Lara 2001 por su trayectoria como
intérprete y su estrecho vínculo con el público.
29
Don Manuel Esperón, compositor incansable y creador de piezas musicales de célebres obrasde la historia cinematográfica de México, acreedor a la Medalla Agustín Lara 2001.
30
Mezezabel Bustos; mientras que la composición de Elvira García y la
voz de Gloria del Carmen Peraza le dieron el tercer lugar a la canción
Perla brillante.
Esa noche, en la que el Teatro Reforma transformó su rostro,
culminó con la interpretación de la canción ganadora y con la
presencia del flaco de oro, quien se despidió de su pueblo entrañable,
de su “rinconcito donde hacen sus nidos las olas del mar”…
Sábado 3 de noviembre
Para Lara
Teatro Nezahualcóyotl
19 horas
Una bicicleta recorre el arcoiris de las calles tlacotalpeñas con
un recado para todos: “Se invita cordialmente al apreciable público
al recital de Memo Salamanca en honor de Agustín Lara”. El mensaje
se cuela por las ventanas abiertas de las casas y sorprende al señor, a
la señora, a los novios, a los amigos, a los niños que juegan…
“Ah, sí… es hoy”. Ya casi todos sabían. En la tienda hay un cartel,
en la boutique y también en las cantinas que dan al zócalo. Los que
van bajando del camión se enteran en ese momento y calculan:
tienen justo el tiempo para llegar a casa, dejar maletas y encaminarse
al centro.
La bicicleta y su bocina llegan incluso hasta los márgenes del
Papaloapan, ahí donde el agua ha subido tanto que algunas casas pa-
recen mujeres con las enaguas un poquito levantadas.
Para Lara se titula el recital de esta noche. Para Lara, con todo
cariño, de uno de sus intérpretes más fieles y uno de sus paisanos más
brillantes: Memo Salamanca, quien además es el otro hijo distinguido
de Tlacotalpan. O sea que todo queda en familia. Y sí, cuando el
telón se corre aparecen al centro dos sillones tlacotalpeños, una
mesita y flores. Los que están en las butacas se acomodan y se sienten
totalmente en casa, donde también hay unos sillones como esos. Y
31
ahí está, frente al piano, el anfitrión. De entrada despide a la
solemnidad y anuncia como su primera invitada a Doris, con quien
comienza una plática a dos voces y unos 500 oídos. Entre canción y
canción, nos enteramos, por ejemplo, cómo fueron los breves
encuentros de Memo con Agustín. Uno de ellos fue una presentación
en un estudio de cine, mientras se filmaba La diosa arrodillada,
protagonizada por María Félix, María bonita.
Hay otra invitada esta noche, sentada entre el público. Aminta
Ruiz deja su butaca para situarse frente al micrófono. Su voz, un tanto
grave, le da cierta experiencia a las canciones. Son canciones que
saben, digamos. La plática sigue, ahora para bordear el incómodo
tema de la tlacotalpanidad de Lara. “También dicen que ni estos
sillones son tlacotalpeños”, resume don Memo. A palabras necias…
parece decir.
Desde el principio, Doris y Aminta han contado con el discreto
coro de los asistentes. Así que ambas invitan a que esa discreción
quede a un lado y un coro multitudinario entona: “Poniendo la mano
en el corazón, quisiera decirte al compás de un son…”
Para Lara… La noche ha sido para él y para él son también los
aplausos que en su nombre cosechan los tres amigos. Hacen una vez
más la caravana, el telón cae y la luna, halagada por haber estado
tantas veces en boca de todos, sale por fin a clarear la noche.
Fandango en el Puerto de Veracruz
19 horas
La calle Julio S. Montero se llenó de música y baile. El Festival
Internacional Agustín Lara reunió a más de 600 personas en ese amplio
espacio, que fue techado por el manto del cielo y mecido por el
viento que anunciaba ya la presencia de un norte. Fueron dos los
escenarios que se montaron para esta celebración: uno, rodeado de
palmeras y colmado de músicos y bailarines que dejaron en el público
el espíritu y el sentimiento de los verdaderos danzoneros; otro, cubierto por
mantos movidos por el aire en los que diversos peces jugaban entre
las olas simuladas.
32
La Danzonera Alma de Veracruz presidió esta fiesta que, ante la
mirada del que analiza, fue asumida por los danzoneros como una ce-
remonia donde existen reglas que se acatan. Hombres con sombreros,
guayaberas, pantalones y zapatos blancos, unieron su gusto y entusiasmo
al de las mujeres ataviadas con vestidos y zapatillas del mismo color.
Con actitud y cadencia, los cuerpos se movían delicadamente
de un lado a otro respetando los tiempos de cada pieza. Casita
blanca, Monísima, El organillero, Pobre de mí, Tirana y otros danzones
de Agustín Lara, levantaron de sus sillas a los que en un primer
momento obtuvieron sólo con la vista la instrucción de los danzoneros
consagrados, mismos que llenaron no sólo el escenario, sino también
los espacios centrales y laterales.
A un lado del ir y venir del baile, una carpa resguardó los alimentos
y bebidas que fueron consumidos por la gente que disfrutaba sin lugar a
dudas de esa noche. La música seguía tocando, y cualquiera de los pre-
sentes afirmaría que el danzón no sólo reúne a cientos de personas, sino
que además une el corazón de las parejas, compañeros o amantes:
palma contra palma, mano sobre el hombro del varón y caricia sobre la
cintura de la mujer, revelan la comunión entre los dos que se encuentran.
Del Distrito Federal, Puebla, Estado de México, Tamaulipas y Tabasco,
entre otros estados, los espectadores levantaron las manos para aplaudir
su estancia en el Puerto y su alegría por formar parte de esta celebración.
Con mucha discreción y no menos gusto, algunos extranjeros tam-
bién se sumaron al evento que continuó en el extremo opuesto de la
calle con la presentación de los jaraneros.
Al finalizar la participación de la Danzonera Alma de Veracruz,
una ola de público trasladó sus sillas y su entusiasmo frente al tablado
del fandango, a la par que Son de Madera introducía a los presentes
en la música y los bailes del Sotavento.
“¿Qué opino? Pues estoy muy contenta de disfrutar de este
ambiente, ya que difícilmente podemos ver algo semejante en la
Ciudad de México, además los veracruzanos son muy cálidos”,
palabras que revelaron el sentir general de los espectadores, y que
se fueron diluyendo entre el barullo y las notas de las jaranas y el arpa.
33
Además del grupo que abrió el fandango, se contó con la
intervención de Los Jamapollos, Río Crecido, Los Terán y Son Brote Nuevo,
quienes dieron las notas para el zapateado de los bailarines que se
encontraban encima del tablado y de la gente que desde abajo se con-
tagió de su ritmo. A los instrumentos de cuerdas se sumaron las décimas
de Carlos Zamudio, cuya habilidad para improvisar sorprendería hasta
al mismísimo Agustín Lara.
Después de evocar el cromatismo de Tlacotalpan, el cauce del río
Papaloapan, el ambiente de Alvarado y la abundancia del Sotavento, el
Fandango en el puerto lanzó su último verso que dejó abierta la
invitación para regresar dentro de un año a la calle Julio S. Montero.
Domingo 4 de noviembre
Cuando brillen las luces
Callejón de la Lagunilla del Puerto de Veracruz
17 horas
Quizá Los pecados de Lara en la Ciudad de México o la gran
Fiesta de cierre en Tlacotalpan atrajeron, el domingo 4 de noviembre,
la atención del público que siguió con interés todas las actividades
del festival. Lo cierto es que Agustín Lara tuvo pocos invitados en el
Callejón de la Lagunilla, por lo que Cuando brillen las luces emanó
menos destellos.
Las antiguas ventanas, las puertas multiformes y los rincones de
este lugar lleno de tradición esperaban —poco acostumbrados al
silencio y la calma— el barullo de la gente y la música de Los Prego-
neros del Recuerdo, grupo jarocho que desde hace varios años le ha
cantado al pueblo veracruzano.
Después de las cinco de la tarde, cerca de cincuenta personas
reunidas en el callejón observaban desde la fuente el ir y venir de los
músicos, que instalaban tanto su equipo de sonido como sus instrumen-
tos. Después de algunos ajustes técnicos, Los Pregoneros del Recuerdo
rompieron la calma de aquel domingo con las notas de Veracruz. El
número de invitados propició un encuentro más cerrado y directo
34
entre cantantes y público, el cual —no obstante el viento y la espera—
disfrutó de las canciones inolvidables del flaco de oro.
“Última carcajada de la cumbancha,/ llévale mis tristezas y mis
cantares,/ tú que sabes reír, tú que sabes llorar, tú que sabes decir/ cómo
son las noches de mi penar”… y así cada pieza iba dejando el recuerdo de
los cinco días anteriores, en los que Veracruz, Tlacotalpan, Xalapa,
México, La Habana, Madrid, Granada y Valencia unieron esfuerzos,
espacios y talentos para cantarle a Lara.
Desafortunadamente, este penúltimo encuentro con la música
de Lara en el Puerto de Veracruz no se prolongó más allá, debido a que
también en festivales internacionales existen imprevistos que modifican
el curso de algunos eventos. Cuando brillen las luces iluminó sólo por
un breve tiempo los rincones de la Lagunilla, que se quedó con el eco
de estas frases: “Estoy pensando en ti, llorando/ en un lamento,/ el dulce
viento/ llora conmigo…”.
Danzonera plástica
Los Lagos, Xalapa
18 horas
Se dice que cada jarocho guarda en su sangre el gen del son y
del danzón, que la musicalidad y el gusto por el baile son inherentes
a la veracruzanidad. Partiendo de una reflexión sobre la herencia
genética y las mutaciones transgénicas, Taniel Morales plantea revertir
en los aparatos lo que la genética opera en la evolución humana. Danzo-
nera plástica es una instalación sonora que echa mano de una
tradición muy arraigada en Veracruz: el danzón, y la confronta con
elementos propios de las artes visuales.
Seis famosos danzones de Agustín Lara interpretados por la Danzo-
nera Manzanita sufren una mutación. La escultura sonora consiste en
21 láminas metálicas de 3 metros por 90 centímetros. Cada uno de los
instrumentos —piano, bajo, sax, trompeta, güiro, timbales— es aislado
del conjunto y suena en distintas bocinas adheridas a las láminas de
tal manera que éstas vibran. Existe una intención lúdica en el hecho
de utilizar bocinas de manera distinta a la acostumbrada.
35
Danzonera plástica pertenece a las artes visuales y podría ser
definida como escultura sonora, ya que juega con la ambigüedad del
volumen que atañe tanto a la tridimensionalidad como a los sonidos.
El volumen crece al cubo, lo mismo que el espacio. Las dimensiones de
la obra rebasan sus propias medidas y abarcan hasta donde el oído
alcanza. Arte efímero que sólo dura lo que la interpretación de un dan-
zón, esta escultura adquiere la plenitud de su significación cuando
vibran las láminas.
Danzonera plástica convierte la música de Lara en arte efímero,
porque modifica la concepción que se tiene de ésta y la reactualiza
llevándola por senderos absolutamente distintos, reiterando la ver-
satilidad del músico poeta.
Noche de ronda
Colonia Los Volcanes del Puerto de Veracruz
20 horas
Sólo el que vive en el Puerto de Veracruz sabe cuántas casas, calles
y colonias hay que atravesar para llegar desde el centro de la ciudad a
Los Volcanes, espacio que sirvió de marco para concluir con una Noche
de ronda las actividades del Festival Internacional Agustín Lara.
Con el norte meciendo la noche, más de seiscientas personas
—entre vecinos de la colonia y visitantes de otros puntos del Puerto—
se reunieron en el parque central para despedir a Lara.
Según el flaco de oro las noches de ronda “no son buenas,/
que hacen daño, que dan penas,/ que se acaba por llorar”, pero en
la noche de Los Volcanes —a pesar del viento y la arena golpeando
micrófonos, sillas y cuerpos— la gente mostró el entusiasmo y la alegría
que se percibieron durante todo el festival.
Luces multicolores iluminaron el escenario en el que el grupo
de música folclórica Tlen Huicani tocó la primera nota. Acto seguido,
el piano de Memo Salamanca emprendió un recorrido por la obra
larista y con ello despertó algunos recuerdos de tan entrañable épo-
ca. La voz de Doris, reconocida intérprete de boleros, se sumó a esta
36
celebración para llevar a los oídos del público piezas como Piensa
en mí y Oración Caribe.
Mientras Aminta Ruiz Pasos interpretaba algunos clásicos del
autor de Aventurera, a los espectadores les fue obsequiado el cancio-
nero para niños Luna, esfera de papel. Posteriormente Jorge Balam
hizo gala de su voz de tenor, y entonando los versos de Lara despidió al
maestro Salamanca, quien acompañó en esta ronda a los tres cantantes.
En un acto festivo, el Ballet Folclórico de la Universidad Veracruzana
irrumpió en el escenario con atuendos rojos, amarillos, verdes y azules,
para unirse en una sola escena a la Orquesta Homenaje a Lara, cuya
dirección estuvo a cargo de Sergio Martínez.
El popurrí de danzones compuestos por el flaco de oro voló literal-
mente desde los atriles de los músicos, que con discreción trataban de
alcanzarlos. Con el aire moviendo los vestidos de las bailarinas, las notas
se diluyeron en una suerte de metáfora para recordarle a los veracruza-
nos el fin de este magno festival, que encontró eco del otro lado del océano.
La música de Agustín Lara, ayer y hoy
Teatro Nezahualcóyotl
19 horas
Los tiempos se hacen uno en el concierto para voz y piano que
Margie Bermejo y Dimitri Dudin ofrecen en el Teatro Nezahualcóyotl
de Tlacotalpan, en la última jornada del Festival Internacional Agustín
Lara. La cantante ha preparado un repertorio basado exclusivamente
en canciones que la conmueven. Janitzio, Talismán, pocas veces
interpretadas, brotan engrandecidas por la voz poderosa de esta
figura esencial de la escena jazzística mexicana.
La escenografía se limita a un perchero donde descansan sus
estolas, en espera de ser las elegidas para acentuar cada canción.
A manera de preludio de sus interpretaciones, Bermejo ofrece frases…
Unas veces tomadas de las declaraciones del propio Agustín, otras
pertenecientes a los grandes contemporáneos suyos, como Salvador
Novo. Así se va esbozando un retrato muy particular del músico poeta.
37
Imposible, la primera canción que Lara vio convertida en éxito,
es la que inaugura la noche. Farolito la clausura y el público no se
queda con las ganas de sumarle su voz al piano de Dudin. Este deseo
tiene razones muy bien sustentadas. En el recibidor del teatro, dos
amigas que han asistido a todos los actos del festival realizados en esta
ciudad pasaban lista a sus canciones favoritas. Farolito fue citada porque,
a saber suyo, está claramente inspirada en Tlacotalpan. “¿Sabían que la
había dedicado a David Alfaro Siqueiros?”, se les acota. “¿A quién?
No, está dedicada a Tlacotalpan que en ese entonces no tenía luz”.
Una niña que llega de mano de su abuela también la cuenta entre
sus favoritas. “Porque está dedicada a Tlacotalpan, ¿verdad?” “No,
porque mi abuelita me la cantaba para arrullarme”. Razones hay.
Voz y piano reciben el aplauso. Pero el escenario, lejos de
vaciarse se llena, pues el Grupo Estanzuela, jaraneros de la ciudad,
está ahí para dedicar las mañanitas a Margie Bermejo. Hoy es su
cumpleaños. Días antes había sido el de Lara. Felicidades a ella. A él.
A todos. Sigue siendo fiesta en Tlacotalpan.
Baile en el zócalo
20:30 horas
El río Papaloapan, el de las mariposas, va a crecer un poco más
esta noche. Una lluvia tupidita cae sobre los que esperan en el zócalo de
Tlacotalpan el gran baile de clausura del festival. Unas cuantas descar-
gas advierten que será mejor esperar a que la tempestad ceda su
estruendo a la salsa de la Orquesta Moscovita.
Buena parte de los presentes han llegado directamente del Teatro
Nezahualcóyotl, donde poco antes culminó el concierto de Margie
Bermejo y Dimitri Dudin. Se refugian en los portales, donde pronto
aparecen tamales de anís y ese atole que lleva maíz y chopipi. Pero el
sabor que realmente buscan es el del fandango, por eso es bien
recibido el espontáneo gesto del Grupo Estanzuela, de hacer sonar
sus jaranas para que zapateadores de muy diversas edades le den
gusto al gusto. En la penúltima canción el que hace sonar la tabla es
nada menos que el gendarme encargado de vigilar el orden. Lo cierto
es que sus pasos siguen un orden preciso, el del son.
38
Finalmente la lluvia consiente en que comience la fiesta en
grande, y la orquesta empieza a hacerle los honores a Lara. Y suena,
a todo merengue, Farolito. Sus acordes alumbran esta plaza tropical
y las parejas comienzan a tomar su rinconcito para bailar lo mucho
que sigue: María bonita, Veracruz, La clave azul.
La fiesta aquí comenzó hace años, cuando Lara descubrió en
este lugar el gusto de hacer música y versos. Y la fiesta sigue aquí,
aunque por hoy le pongamos pausa con un estallido de pólvora de
colores, en el por fin calmado cielo tlacotalpeño. �