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8/16/2019 Jorge Ruffinelli - Al margen de la ficción Autobiografía y literatura mexicana.pdf
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Al margen de la ficción: Autobiografía y literatura mexicana
Author(s): Jorge RuffinelliSource: Hispania, Vol. 69, No. 3 (Sep., 1986), pp. 512-520Published by: American Association of Teachers of Spanish and PortugueseStable URL: http://www.jstor.org/stable/342731
Accessed: 30/12/2009 04:29
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8/16/2019 Jorge Ruffinelli - Al margen de la ficción Autobiografía y literatura mexicana.pdf
2/10
Jorge
Ruffinelli,
Universidad
eracruzana,alapa,
Mexico
Al
margen
de la ficci6n:
Autobiografia y
literatura mexicana
I. s
probable
ue
la literatura e
fa-
tigue,
omo
los
metales,
a consecuencia
e
un
esfuerzo
maximo,
o
que
liamariamos
l
trabajo
ostenido
e intensode la tradicion
o-
bre el texto.
Acasoen ese
momento l conti-
nuo iterario
ntraen
conflicto
onsigo
mismo
anhelando
a
ruptura;
a
composicion
molecu-
lar cede
y
se
produce
asi un cambioen
la
permanencia,
s decir en
la
tradicion.
Con
esto
no
pretendo
undar
una teoria
fisica
de
la literatura
ino sencillamente
omarme
a
licenciapoeticade aludir on una metafora
esos
frecuentes
cambiosen
las
formas,
que
en
la
historia
de nuestra
iteratura
articipan
de
la tradicion
yudando
que
esta
se
con-
forme
y
se
transforme.
No
se
trata
de
ruptu-
ras
absolutas on
todo
aquello
ue
es ha dado
origen,
al
contrario,
sa
ansiade
transforma-
ci6n
lega
a convertirse
n un
gozoso
recono-
cimiento
de
que
la literatura
n si
misma
m-
plica
cambios
constantes
relacionados-con
todas las
mediaciones
ue
se
quiera-a
los
cambiossociales, politicose hist6ricosde
nuestro
continente.
En
los
margenes
de
la
ficcion,
pero
volunta-
riamentedentro
de la
literatura,
e ha venido
produciendo
n
Mexico
durante a
ultima
de-
cada,
mas
que
nunca
antes,
una
escritura
autobiografica
lgunos
de
cuyos rasgos po-
drian
ayudar,
ntre otras
cosas,
a
modificar
nuestra
visi6n
de la
culturamexicana.
Dejo
de
lado
as
memorias
ist6ricas
e
corte
mili-
tar
o
politico,
que
proliferaron
esde
los
antos
veinte
cuando la
Revoluci6n
Mexicana
co-
menzoa
institucionalizarse
na
vez
que
dismi-
nuy6
a
beligerancia
muchos
mplicados
in-
tieron
la necesidad
de
justificarse
antes
de
que
vinieranotros dictamenes
hist6ricos
o-
bre su
participaci6n.
unto
con la
miriada
e
textos
oportunistas
menores,
es
preciso
in
embargo
estacaras memorias
el
propio
ic-
tador
Porfirio
Diaz
(1923),
os
Ocho
mil kil6-
metros
n
campana
e Alvaro
Obregon
1917)
o
las
mas
tardias
Memorias e PanchoVilla
(1936)
debidas
a la
pluma
bien
dispuesta
de
Martin
Luis
Guzman.Por
lo
generaly
salvo
estas
excepciones,
as
memorias
el
periodo
en vez de auxiliar esclarecer
a historia o-
laboraron n
distorsionarla
grados
farses-
cos. Tuvo
que Ilegar
un escritor
de mirada
satirica,
alsa eriedad
l estilode Buster
Kea-
tonen laprosa,y profundo scepticismo nte
los
discursos
nacionalistas,
omo
Jorge
Ibar-
giiengoitia,para
incendiar odo
ese
genero
ilegitimoy
desolemnizarlo
n una farsa
tea-
tral,
El atentado
1963)
y
en una
delgada
novela
que gan6
el
premio
Casade las
Ame-
ricas en 1964:Los
reldmpagos
e
agosto.
No
me
refiero
tampoco
a las
extraordinarias
memorias
de
Jose
Vasconcelos
publicadas
entre
1935,
Ulisescriollo
1939,
El
desastre,'
que
pueden
considerarse
n
inigualable
jer-
ciciode autocontemplacionist6rica,marca-
damente
egocentrica,
merced
al
cual a vida
mexicanade varias
decadas
gir6
en torno a
una
concienciandividual
ue
la
contemplaba
y
le
otorgaba
u razonde
ser.
Aunque
sta
literatura
ist6rica
s de
por
si fascinante
y
merece el estudio
que
aun
no
ha
logrado,
mi
prop6sito
s
otro:
quisiera
e-
cortar,
dentro
de este
genero,
la
mirada
e-
trospectiva
y
reflexivade
los
escritores;
e
tratariade una
escritura olocada
rima
acie
al
margen
de la ficci6n
pero
haciendode
ese
margen
una
superficie
a veces tan
delgada,
tan
frigil
e
impalpable
omo
las
alas de
una
mariposa.
II.
EElscritor
que
se
contempla
si
mismo?
NNo
s acaso
unaredundancia
ronica
i recor-
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JORGERUFFINELLI
UTOBIOGRAFIA
Y
LITERATURA
MEXICANA
513
damosel narcicismo
tribuido los artistas?
En 1972
scribiaSalvador
lizondo:
Escribo.
Escribo
que
escribo.
Mentalmente
me
veo
escribirqueescriboy tambienpuedoverme
ver
que
escribo.Me recuerdo
scribiendo
a
y
tambien
iendome
que
escribia.Y me veo
re-
cordando
ue
me
veo escribir me
recuerdo
viendome recordar
que
escribia
y
escribo
viendome
escribir
que
recuerdo
haberme
visto
escribir
que
escribia
y
que
escribia
que
escribo
que
escribia. Tambien
puedo imagi-
narme
escribiendo
que
ya
habiaescrito
que
me
imaginaba
scribiendo
ue
me veo
escribir
que
escribo.
Esta,
que podria
er la
quintae-
senciaautobiograficae laescritura,nolo es
si
entendemos a
escritura n un
sentido
orga-
nico;
Elizondo
itulo este texto
El
grafo-
grafo
orque xpresa
el
proceso
primario
el
grafismo
extual,
que
es
origenpero
no
meta
o
resultadode la
escritura
iteraria.
En
cambio,
podemos
encontrar
diversos
antecedentesde
autobiografia
ntre 1964
y
1970 en
los
volumenesde
memoras de
Ma-
nuel
Maples
Arce
y
Jaime
Torres
Bodet,
y
acaso
mas
pluralmente
n
laserie
de conferen-
cias
organizadas
or
el
Instituto
Nacional e
BellasArtes en 1966y publicadasuegocon
el
titulo
Los
escritores
nte
el
pzublico,
en
las
Autobiografias
e
escritores
ovenes
que
Emmanuel
Carballo
romovi6
edito en
una
colecci6n,
Nuevos
escritores
mexicanos del si-
gloXXpresentadosporsi
ismos
1965-1966).
Estos
escritores,
entonces
en
sus
comienzos,
hoy
son
conocidos:
Gustavo
aiinz,
ose
Agus-
tin,
Carlos
Monsivais,
Sergio
Pitol,
Salvador
Elizondo,
entre
otros.
De
estos
anteceden-
tes,
sin
embargo,
as
referidas
onferencias
deBellasArtesnoayudaroncrear ealmente
un
espacio
autobiografico
a
que
consistieron
ante
todo en
actos
de
strip
ease
ntelectual:
el
escritor
puede
desnudar
ante
el
publico
de
una
conferencia,
lgunos
secretos
de
su
personalidad,
e
su
experiencia,
e la
practica
de
su
oficio.
A su
vez,
las
autobiografias
re-
coces
fueron
extos
provocados
provocado-
res:
provocados
or
el
encargo
expreso
de
Carballo,
provocadores
porque
en
general
constituyen,
mas
que
rendiciones e
cuenta
del
pasado,afirmacionesuvenilesy estriden-
tes de
cada
personalidad
rtistica n
gestacion
ante
una
obra
ambien n
gestacion.
Hoy
seria
un
ejercicio
nteresante
eer
aquellas
utobio-
grafias
comparando
os
proyectos
personales
con
la
evoluci6n
eal
de
los
escritores
y
su
obra
en
la
medida n
que
el
tiempo
ranscu-
rrio
y
el
futuro
ue
parecia
an
lejano
se
convirti6
apidamente
n
pasado
en
historia.
Cuando
onsidero
las
autobiografias
las
memorias omo articulaciones e un mismo
ademain
enerico,
pienso
en
una
reflexion,
a
veces
profunda
otras
superficial,
menudo
radical
ero
tambien
necdotica,
el
escritor
que
ante
la
invocaci6n
mplicita
e
Dante,
se
pone
a
revisar
el
pasado
n
mezzo l
cammin
di
nostra
vita.
0
para
decirlo
en
terminosde
un
personaje
icticiode
Onetti,
Eladio
Lina-
cero
en
Elpozo
(1939),
Esto
que
escribo
on
mis
memorias.
Porque
un
hombre
ebe
escri-
bir a
historia
esu
vidaal
llegar
los
cuarenta
afios,sobretodosi le sucedieron osas inte-
resantes.
Peroni a
los
cuarenta
i a los
sesenta ni a
otraedad
el
escritor
hispanoamericano
or
o
general
acomete
esta
aventura,
el
genero
se
convierte
en un
hueco
dentrode
las
prac-
ticas
de
escritura i
comparamos
uestra ra-
dici6n
con
otras,
la
anglosajona
or
ejemplo.
Nos
preguntamos
que simples
o
complejas
razones
puede
obedecer
esta
ausencia,
que
nervios
del
coraz6n
oca o
deja
de tocar
el
ademan
autobiografico
ara
que
nuestroses-
critores e cierrenante a sola
perspectiva
e
contar
u vida.
Talvez
por
el
estigma
de
una
actitud
recuentemente
achada
or
a
suposi-
cionde
inmodestia
vanidad.
robablemente
tambien
or
a
azarosa
ormacion
e las
cultu-
ras
nacionales
ispanoamericanas,
por
ende
la
carencia
e una
tradicion
mplia
dentro
de
la cual
insertar
a
experiencia
personal;
in
duda
gravita
aimbricacion
e la
escritura on
la
historia
ocial
y
politica
de
America
Latina,
quedeja
de ladoal
ndividuo
nte
as
urgencias
colectivas.Es precisopensarasimismo n la
muy
enta
y
tardia
profesionalizaci6n
el
escri-
tor,
que
se inicia
en el
Modernismo
ero
no
alcanza
asta
hoy
niveles
aceptables,
conse-
cuentecon
esto,
en
la
faltade
prestigio
ocial
de
la
literatura-o
del
arte,
en
terminos
ge-
nerales-debido
a su
improductividad
ate-
rial,
a
la
espera
aun
de
una
sancion
ocial
que
la
pequefia
urguesia,
menos
aun as
dicta-
duras
militares
de
las
ultimas
decadas,
se
avendrian
icilmente
a
concedero
a
recono-
cerle.A faltade unaculturamilenaria, a la
vez borrados
o
negados
los
remanentesde
una
dentidad
utoctona
salvo
asos
de
excep-
cion
como el
de
Josei
Maria
Arguedas),
e
queda
al escritor
un
presente
y
un
pasado
inmediato
omo
escualidas
oordenadas
en-
trode
las cuales
hacer
gravitar
u
experiencia.
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514
HISPANIA
69
SEPTEMBER 986
De ahi
anecesidad e vincularacultura la
que
se
pertenece
con
otras,
ajenas,
en
una
vasta
gama
de
registros
que
vandesde el cos-
mopolitismoe Borgesa la reflexion ultura-
listade Carlos
Fuentesen Terra ostra
1975).
De los escritores
ontemporaineos
uentes
es
probablemente
uien
mas se
aproxima
esta
necesidad e
explorar
l
yo
en
su
relacion
on
la cultura.
Es lo
que
hace
Unafamilia
ejana
(1980)
al buscar
os vinculos
hispanoamerica-
nos con
la cultura
rancesa,
y
declarar
pole-
micamente)
ue
la azon rancesa s
un buen
correctivo
del delirio atinoamericano
163),
mientras,
en
terminos mais
personales
res-
pecto
a su
autor,
habla
de sus ciudades
erdi-
das,
Montevideo,
Buenos
Aires,
Santiago.
Unafamilia ejana
es
una icci6n
antasmag6-
rica
que
reitera
aquel
rissongotico
tan
mag-
nificamente
ogrado
nAura
1962),
pero
esta
vez mezclandolo
on
os fantasmas
ersonales
de
una
vidatranscurrida
unto
a la literatura.
Aunque
n la novela
e nombrea
un 'Carlos
Fuentes,'
supuesto
depositario
de
un relato
que
se
trasladade una
a otra
persona
como
una
maldici6n
ntigua,
no
nos encontramos
realmente
ante
una
autobiografia
ino
ante
una novelaque llevaun paso mas adelante,
hacemas
explicita,
aconocida
ecurrencia
e
los escritores
a materiales
de su
vida
en
el
proceso
de fabulaci6n.
olo
que
aqui
empieza
a
ser dificildecidir
i
la
ficcion
equiere
ago-
citar
ragmentos
e la
vidade su
autor,
o bien
esa
vidarecurre
a la
ficci6n
para
mejor
ncon-
trarse
y explicarse.
De todos
modos,
no se da
alli
lo
que
Phi-
lippe
Lejeune
ha denominado
l
pacto
uto-
biografico,
merced
al cual
narrador,
erso-
najecentraly autorson, comola santisima
trinidad,
res
y
a la vez
una
sola
persona.
Ni
calza
esta
novela
en
la definicion
e autobio-
grafia
en
la medida
n
que
no es
unrelato
retrospectivo
n
prosa
que
una
persona
real
hace de
su
propia
existencia,
dado
que
ella
pone
el
acento
en su vida
ndividual,
n
parti-
cular sobre la
historiade
su
personalidad
(14).
Descripcion rolija
e
un
genero,
que
a
nuestros
efectos habremos
e
complementar
con la
variedad el
ademain
memorioso
para
denominar si
aquelespacioautobiografico
en
que
memorias
y
autobiografia
oinciden,
entendiendolo
omo
a actitud
omuin e enfo-
car
desde una
perspectiva
personal
o
mas
inmediato la
experiencia
el
narrador,
para
decirlo
on
expresion
mas
sofisticada,
el
su-
jeto
del enunciado
ue
de
pronto
e identifica
con el
sujeto
de la enunciacion.
Porque
si como
no
se
hanescritoen
Ame-
ricaLatina
utobiografias
n
un
sentido stric-
to, es tambienprobable uenuncase escri-
ban.
Nuestromodo
de
producci6n
ntelectual
a veces difiere
y
no
siempre
se
acomodaa
las
definiciones
uropeas or
mas
que
a
veces
hagamos
as
gestiones
requeridas
ara
disci-
plinarnos
ellas.
Por
eso,
ahora
me
quedo
con ese 'ademan
utobiografico'
e la reciente
narrativa
mexicana,
aceptandoque
de
la fic-
ci6n
a
la
historia
o de la historia
a la ficci6n
el
camino s
dificil
y
tortuoso
pero
de
todos
modos transitable.
III. En 1977Hector
Azar,
unode los
principa-
les
dramaturgos
exicanos,
publica
Las tres
primeraspersonas.
resentada ditorialmente
como una
novela
( primera
e
una
trilogia
que prepara
l
autor )
s en
rigor
un
librode
rescate
memorioso
autobiografico
n el cual
el autor
reconstruye
a
llegada
de
sus
antepa-
sados ibaneses-
abuelo,
ia
y
madre
a tie-
rras veracruzanas
n los comienzos
de
este
siglo.
Cuatro fnosmas
tarde,
en
1981,
Margo
Glantz
presenta
en
Las
genealogias
una de-
talladay entraiablerecapitulacione la in-
sersionde
sus
propios
antepasados-judios
rusos
de las
estepas
ucranianas-en
suelo
mexicano.
Ambos
ejemplos
bren a
perspec-
tiva
hacia
una diversidad
ultural
ue
si
bien
saltaa lavista
en
la
vida
otidiana el
pais-
en
el comercio omo
en
la
ensefianza,
n
la
cien-
cia
como
en el arte
(aunque
nunca n la
poli-
tica)-aun
no
se habia
hecho
caminoen
la
literatura.
Me refiero a la
presencia
de
las
inmigraciones uropeas,
multiples
y
ricas,
que hanconformadoa culturade Mexicoa
grados
insospechados,
mas
alia
del obvio
aporte hispanico.
Los libros
de Azar
y
de
Glantz
se identifican
l
pulsar
a
historia
de
sus ancestros
recogiendo
elatos
familiares,
recreando
os
periplosque
tanto escucharon
referir
n
la
infancia
registrando
os
habitos
de
sus
culturas,
ndudables
unque
no
tan
evidentes
comoel
equipaje,
que
en la
trans-
culturaci6n
e
perdieron,
onservaron
trans-
formaron. todo
esto
no
por
un
prurito
isto-
riografico,
i
para
hacer
a
cartografia
ocial
de los movimientos
migratorios,
ino ante
todo
porque
esa
recuperacion
ignifica
una
vuelta
a las
raices,
una
explicacion
del
yo
cultural,
na
verdadera
nvestigacion
utobio-
grafica.
Como
dice
Azaral inicio
de
Las
tres
primeras
ersonas ara
eferirse
l
viaje
de
sus
-
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JORGE
RUFFINELLI
UTOBIOGRAFIA Y
LITERATURA
MEXICANA
515
familiares:
Este
viaje
habla
mucho
de
ustedes
y
de
nosotros. Este
viaje
habla
mucho
de
mi
(13).
Y
acaso
aqui
radique
una
peculiaridad
de la autobiografia atinoamericana:no es ne-
cesario
convocar
permanentemente
al
yo para
hablar sobre
si
mismo. Somos ante
todo
lo
que
nos hizo
ser,
y
en
el
ejemplo
de los
sirio-
libaneses o en
el
de los
judios
rusos,
como
se
desprende
de
estos
libros,
se es no
sola-
mente la
persona
actual sino
tambidn os
he-
rederos de una
cultura
milenaria
rasladada
a
la
tierra
americana.
Las
tres
primeras personas
que
inician
el
universo de Azar
llegaron
a
Mexico
en
1907;
partieron
de
Beirut con
el
prop6sito
de
desem-
barcaren
Nueva
York
para
reunirse
con
ante-
riores
inmigrantes,
pasaron
por
Marsella,
fue-
ron
rechazados en
el
puerto
neoyorquino y
eligieron,
entre las
escasas
opciones
ofreci-
das,
a
Veracruzcomo
destino. El
libro
de
Azar
es
multiple y
abierto,
y
no
tiene
ni
la
forma
tradicionalde la
novela ni
la
forma
tradicional
de la
autobiografia;
es
un
texto
que
va
bus-
cando
sus
variantes de
formas
en la
practica
misma
y que
pasa
de
la
cronica
literal
a la
evocaci6n
lirica,
de
los
mon6logos
a
las
invo-
caciones. Entre esos materiales que Azar va
modelando,
ajustando
y
empleando
sin con-
cierto
especifico
ni
orden
cronologico,
esta
la
historia,
que
el
cita en
frances
y
yo
traduzco
al
castellano,
en
fragmentos
como
dste:
Se-
gun
nuestro
eminente
colega
Alphonse
Aued
que
ha
hecho
investigaciones
personales,
las
verdaderas
corrientes
migratorias'
de los
liba-
neses
hacia
M6xico
comenzaron
a
ser
sensi-
blemente
importantes
a
comienzos
del
siglo
XX.
Con
anterioridad
hay
casos
que permane-
cen aislados. El primerciudadanode nuestro
pais
que
piso
la
tierra
mexicana ha
sido
el
reverendo
padre
Boutros
Raffoul
que
desem-
barc6
en
Veracruz
el afo
de
1878
(.
.
.).
A
su
l1egada
a
M6xico,
el
padre
Raffoul
recorri6
largamente
el
pals,
principalmente
a
regi6n
de
Jalisco.
Hasta
1887 sus
parientes
del
Liba-
no
tuvieron
noticias
suyas
pero
a
partir
de
esa
fecha se
perdieron
todas
sus
huellas.
Na-
die
volvi6
nuncaa
saber
nadade
el
(138-39).
Historias
como
la
de
Raffoul,
el
pionero
perdido,que
se
refieren
a
los
comienzos
mis-
mos
de
la
inmigraci6n
ibanesa
en
Mexico,
o
la
historia
familiar
del
abuelo
y
sus
dos
hijas
que
fundarian
la
familia
Azar
en
suelo
mexi-
cano,
se van
trenzando
a lo
largo
del
libro
con
la
historia
del
pais
y
la
descripci6n
de
sus
perfiles:
la
economia
minera
(entonces
mas
importante
que
la del
petroleo)
en
la
zona de
Hidalgo,
los
trabajos
humildes
de
lavanderia
luego
superados
por
el
comercio
de
iniciativa
(El Puerto Libanes, Boneteria fina), la inmi-
nencia
de la
Revoluci6n,
los
problemas
de
adaptaci6ny
de
lenguaje,
la
nostalgia
por
el
solar
nativo
y
por
los
miembros
de la
familia
que quedaron
atras,
todo
esto
forma
parte
de
este
ejercicio
autobiografico
que
Azar
inici6
en
1977
prometiendo
una
continuaci6n
que
hasta
hoy
no
ha
sido
cumplida.
Uno
de los
aspectos
mas
interesantes
de
este
recuento
es
que
se
basa,
en
alguna
medida,
en el
sin-
cretismo
de los
sentidos.
Por
una
parte,
la
nueva tierra
y
sus
sabores, por ejemplo ese
bulque
pulque)que
no
agrada
a
sus
palada-
res;
por
otro,
y
al
modo
de
aquella
memoria
involuntaria
de la
magdalena
sumergida
en el
te
o
la
visi6n
de las
agujas
de
Vinteuil,
el
recuerdo
se
despliega
proustianamente
a
par-
tir
de
los
sabores
que
vienen
de ese
pasado
familiar
y
se
mezclan
con
otros
de la
infancia.
Bolsas
de
jocoque,
aceitunas,
ajonjoli,
kabis
y
pepinos;
ajos,
batenzen,
zaattar,
lmendras
y
garbanza
molida,
pierna
de
carnero,
miel
y
datiles
(24-5);
el
texto
se
nutre
con
estas
enumeraciones
que
son como
palabras
magi-
cas:
abren las
puertas
de
la
memoria
y
convo-
can un
mundo
perdido
que
solo
sobrevive
en
el
recuerdo
familiar
y
personal.
No
son
otros
los
principios
de
la
poetica
autobiografica.
Las
genealogias
de
Glantz
tambien
recupe-
ran
los
sabores
propios
de
la
infancia
como
invocadores
de la
cultura
antigua.
Las
ollas
de
tcholnt,
guisado
de
tripas,
carne,
papas
y frijoles,
as
galletitas
de
alma de
membri-
llo,
as
crepas
con
crema
o
blintzes,
cuerni-
tos, pasteles de moka, napoleones, pasteles
de
datil,
de
chocolate,
beigel
con
lox
y
crema,
polvorones
de
mermelada
y
fresa,
os
strudls
caseros
(79).
Y,
sin
embargo,
mucho
mas
defi-
nitivamente
que
en
Azar,
se
destaca
en
Glantz
un
motivo
fundamental
de
su
relato,
que
con-
siste
(oh,
Edipo,
oh,
Electra)
en
recuperar
a
figura
paterna,
la
figura
de
Jacobo
Glantz,
escritor
y artista,
quien
conociera
a
muchos
escritores
rusos
famosos
en
su
tiempo,
de
Isaac
Babel
( ese
amigo
de
mi
padre
[69])
a Osip Osipovich, Boris Pilniak, Maiakovski
(y
tambien a
Lenin
y
a
Trotski),
asi
como
a
muchos
pintores
mexicanos
(como
Diego
Ri-
vera
y
Frida
Kahlo)
de su
segunda
vida.
El
texto
de
Las
genealogias
es
plenamente
comunicativo:
hay
una
inmediatez
de
dialogo
con el
lector,
propio
de
quien
quiere
compartir
-
8/16/2019 Jorge Ruffinelli - Al margen de la ficción Autobiografía y literatura mexicana.pdf
6/10
516
HISPANIA 9
SEPTEMBER986
un
mundo
y
no
solo
presentarlo
la
conside-
racion
ajena.
Margo
Glantz rae
a
la
mesa
todos sus
recuerdos
amiliares
personales,
objetos udioscomoel shofar,atrompeta e
cuerno
de
carnero,
hasta
viejos
candalabros
de
Jerusalen,
rae fotos del albumde
familia,
y
evoca
as
multiples
onversaciones
on
sus
padres,
desplegandolo
odocomo
si
fuese
una
larga
conversaci6n,
na velada
nterminable
de recuerdos
que
no
s6lo
comunican
echos
sino
especialmente
a
emoci6n
que
esos
he-
chos
ain traen
prendida.
A lo
largo
de
Las
genealogias
Margo
Glantz
reconstruye
se mundo
paterno
que
es tam-
bien,porherencia ultural,
l
suyopropio,y
la
primera
mitad
del
siglo
XX
pasa por
1e
ya
que
se
trataba
de
seres
despiertos
a sus cir-
cunstancias,
tentos
a
vivir
al ritmode
la his-
toria.
Es una
cronica
amiliar
menos
ntimista
que
la de
Pratolini,
donde
se
mezclan,
sin
confundir,
os sucesos
multiples
on os senti-
mientos
presentes
ante a
invocaci6n.
acon-
ciencia
de
culpa
del
judio
sobreviviente
es-
pecto
a los exterminados
n
los
pogroms,
as
variadas
multiplicadas
eferencias
l
mundo
intelectual
uso,
momentos
dramaticos e
la
historiaomoBabiYar, eferencias laemigra-
ci6n,
el
exilio,
la
diaspora,
n todo
este
re-
cuento
Margo
Glantz
nuncase
coloca
fuera
del
cuadro,
ante
todo
por
el
empleo
de
un
tono
personal
de
humor,
a
veces
sard6nico,
con el
que
narra
y
elabora
etratos
de
perso-
najes
celebres:
de un
Nabokov
mal
poeta,
quien
hablaba
de
repente
se
le
salia
la
lengua
omo
un
perro
71-2),
o
de un
Marx
ansioso
por
la
frustrada
rogenie
masculina,
quien
mantuvo
sus
hijas
reprimidas
en las
laborespropias e susexo (83).Otrasveces
vuelca
a emocion
de
la
memoria
n
episodios
como
el
proceso
de
Sacco
y
Vanzetti.
Pero
siempre
sta
ella
presente,
sefialando
xplici-
tamente
o
por
su
tono
humoristico,
impatias
y
diferencias.
Y cuando
e trata
de
hablar
irectamente
e
si
misma,
no olvida
ampoco
l
humor
magi-
nativo,
omo
cuando
e
pronto
e
piensa
en
la
eventualidad
e
otras
circunstancias
iografi-
cas,
exhibiendo
on
esa
reflexion
a
deuda
contraida
on sus
antepasados. Barajo
as
posibilidades,
bstractas
y
concretas,
como
decia
el bueno
y
sectario
de
Georg
Lukacs.
iCual
hubiera
ido
mi
genealogia
de
haberse
quedado
mi
madre
en
Rusia?,
o
nmi
adre?
iQue
hubiera
asado
i
Lucia
e
hubiese
asa-
do con
el
bueno
de
Mari,
un
hombre
que
si
la
hubiese sostenido?
Quizas
hubiese sido
una
cirujana
dentista
o
una secretaria
de actas
con a cabeza ubierta on
un
pafiuelo
e
luna-
res y con los muisculos epletos de quien
solocome
mantequilla
mermelada
e fresas.
Quiza
hubiesemos
muerto
en un bombardeo
de los alemanes
nos hubiesemos
mpachado
por
comermuchas
apasdespues
de las
gran-
des
hambrunas e
la
segunda
uerra
mundial
(86).
En otro
momento,
e refiere
a su mar-
cado interes
por
el
tema
del
ninio
xposito,
que
ellahaestudiado
n autores
omoManuel
Payno pero que
no duda
en relacionar
on
secretos
miedos
personales.
El
miedo,
por
ejemplo,
no
pertenecer eneticamente
una
tradici6n
ultural
ue
le
ofrece
proteccion,
l
calor
ntimo e lo
colectivo,
rentea lasoledad
individual.
IV.
La de
Azar
y
la
de
Glantz
on familias
lejanas.
uando
uentes
dedicauna
novelaa
recuperar
l
iambito
miticode
las culturas
n
las
que
se
inserto
e1
como
ndividuo
ejemplo
latinoamericano,
o sabe tal
vez
que
esta
to-
cando
un
punto
crucial
particularmente
o-
loroso
para
a memoria
e
los
emigrados
de
los descendientesde los emigrados.Aquise
trata
de
afiadir
la
buisqueda
e
los
origenes
o de la
dentidad,
a conciencia
e una
perdida,
de una
ejania,
n
torno
a una
cultura
iferente
trasladada
inserta en
la
que
viven
en el
presente.
No
es
por
meracasualidad
ue
am-
bos libros
sten
ilustrados
on
antiguas
des-
teiiidas
fotografias
de
familia.
La
fotografia
es
signo
de
un deseo de
permanencia
e
lo
fugaz,
signo
del
ilusorio
prop6sito
de
fijar
el
movimiento
ara
no
perderlo,
pero
tambien
seniala,como dice RolandBarthes en La
Chambre
laire,
a
la muerte:
a
magen
epro-
duce
lo
que
ya
no existe
en
el instante
de
contemplarla;
e
ahi la
privacidad
e
contem-
plar
otos
familiares,
e
ahi el
extraordinario
acto
autobiografico
e
publicarlas
150).
Y
la
autobiografia
s,
a
su
modo,
como
a
fotogra-
fia,
un
ademan
de
detener
al
tiempoque
ya
ha
muerto,
que
ya
ha
pasado,
convirtiendolo
en
espacio,
en
figura,
en
pagina,
en
texto.
Pocos
lo
han
expresado
con
tantabelleza
como
L. P.
Hartley:
The
past
is a
foreign
country.They
do
things
differently
here.
Esta
linea de
su
novela
TheGo-Between
bre
en
funci6n
e
epigrafe
a
novela
utobiografica
de
Jos6
Emilio
Pacheco,
Las
batallas
en el
desierto
1981).
No era
nuevo
en
la obra
de
Pacheco-en
su
poesia
especialmente-
el
-
8/16/2019 Jorge Ruffinelli - Al margen de la ficción Autobiografía y literatura mexicana.pdf
7/10
JORGE
UFFINELLIUTOBIOGRAFIA
LITERATURA EXICANA
517
motivoobsesivo del
tiempo y
la correlativa
melancolia el
testigo que
lo
observa
pasar,
transcurrir
perderse.
Pacheco bica l
relato
en lainfancia elnarrador, la nfancia s por
cierto,
metaf6ricamente,
l
pals
mais
ejano
del cual todo adulto
ha
sido desterrado
y
al
cualafioraun
regreso
mposible.
La
perspec-
tiva
autobiografica
e la
novela
de
Pacheco
es sensiblemente
diferente
a las
de Azar
y
Glantz: e trata
de
recapturar
n
tiempo
do
y
una
ciudad
perdida
or
el devenir
hist6rico
ante
as
dudosas
ventajas
el
progreso
once-
bidocon
el modelo
de
la
norteamericaniza-
cion de
Mexico
y
bajo
el
auge
de
las clases
medias
( purititomediopelo,
e
caracteriza
uno de
sus
personajes
48]).
Por
eso la
epoca
esta
precisada
con
prolijidad:
on los
afnos
de
gobierno
de
Miguel
Aleman,
quien
abrio
el
pals
a la
iniciativa
rivada,
quien
inco la
industrializacionn los
emprestitos
extran-
jeros
y
quien
comenzoa
alimentar,
on bene-
ficios
excedidos,
a una
burguesia
poderosa
y
elitista
que
desde entonces
hasta
hoy
es
la
clase
dominante.El
proyecto
burgues
de
promover
un
Mexico fuerte
y
prospero
se
convirtio
paulatinamente
n el de
crear una
empresaprivadauertey prosperaon ntere-
ses
econ6micos l
margen
e
las
mayorias
el
pals.
Las
referencias
la
polltica
lemanista
on
tan
violentas
que
el
lenguaje,
por
lo
general
medido
y
sobrio,
estallaen
expresiones
sca-
tologicas
argadas
e
rencor
usticiero,
on
la
conviccion
e
que
el
pais
fue
traicionado
esde
adentro,
y
con un
inequivoco
entimiento a-
cionalista.
Por
eso,
en
este
contexto a inmi-
gracion
no
tiene-no
podria
tener-aquel
aire nostalgicoy familiar ue poseia en los
textos
de Azar
y
de
Glantz;
al
contrario,
d-
quiere
ribetes
duros,
comoa la
defensiva,
n
fragmentos
lustrativos omo
el
siguiente:
Antes de
la
guerra
en
el
Medioriente el
principaldeporte
de
nuestra
clase
consistia en
molestar
a
Toru.
Chino
chino
japones:
come
caca
y
no me
des.
Aja,
Toru,
embis-
te:
voy
a
clavarte un
par
de
banderillas.
Nunca me sum6
a
las
burlas.
Pensabaen
lo
que
sentiria
yo,
unicomexicano
en
una
escuela de
Tokio;
y
lo
que
sufriria Toru con
aquellas peliculas
en
que
los
japoneses
eran
representa-
dos como
simios
gesticulantes
y
morian
por
millares.
Toru,
el
mejor
del
grupo,
sobresaliente en
todas las
materias. Siempre estudiando con su libro en la mano.
Sabia
jiu-jit-su.
Una
vez se
cans6
y por
poco
hace
pedazos
a
Dominguez.
Lo
oblig6
a
pedirle
perd6n
de
rodillas.
Nadie volvi6
a
meterse
con Toru.
Hoy
dirige
una
industria
japonesa
con
cuatro mil
esclavos
mexicanos
(14-15).
Algunos
han
querido
eer
Las
batallasen
el
desierto
omo
una
verdadera
utobiografia
bajoespecie
literaria.Sin
embargo,
Pacheco
es
cuidadoso n
distinguir
l
personaje
e
si
mismoa
partir
de una
sencilla
diferencia
e
nombres.Noes, pues,unaautobiografiaon-
fesa
pero
en
cambio
puede
entenderse-y
asi
se
presenta
l libro-
comoun
implacable
y
lucido
ajuste
de
cuentascon la
realidad
ue
le toco
vivir
a
todauna
generacion.
a
anec-
dota
misma
es
menorsi se
considera
l
pro-
yecto
organico
el
ibro: s
lahistoria
el
amor
infantil
que
el
narrador
iente
por
la
madre
de un
compafiero
e
escuela.Pero
este
hecho
tan comun
y
recurrente-
ia
quien
no
le
ha
sucedido n
la
nifiez
enamorarse
e
sus
maes-
tras
o
de
las
madresde sus
amigos? parece
en dltima
nstancia
ervir de
pretexto
para
reconstruir
na
epoca
y
un
ugar
que
si
fueron
los de la
adolescencia
e
Jose
Emilio
Pacheco.
Como
queria
Lukaics,
o
universal
asa
por
a
singularidad.
el
autorrecrea
esos
afnos
on
los
expedientes
variadosde
la narrativa
o-
menzando
esde las
primeras
ineas
en
lo
que
Spitzer
denominaria
na
variantede
la
enu-
meracion
aotica :
Me
acuerdo,
no
me acuerdo:
que
afio era
aquel?
Ya
habia
upermercados
ero
no
televisi6n,
adio
an
s6lo:
Lasaventuras eCarlosLacroix, arzan,ElLlanero o-
litario,
La
Legion
de los
Madrugadores,
os
Nifios
Cate-
draticos,
Leyendas
e las
calles
de
Mexico,
Panseco,
El
Doctor
I.Q.,
La
DoctoraCoraz6n
esde su
Clinica
de
Almas.Paco
Malgesto
arrabaas
corridas
e
toros,
Car-
los Albert
era el
cronistade
fitbol,
el
MagoSeptien
transmitia
l
b6isbol.Circulabanos
primeros
oches
pro-
ducidos
despues
de la
guerra:
Packard,
Cadillac,
uick,
Chrysler,Mercury,Hudson,
Pontiac,
Dodge,
Plymouth,
De
Soto.
Ibamos ver
peliculas
e Errol
Flynn
Tyrone
Power,
a
matinescon
una de
episodios
completa:
La
invasi6n e
Mongo
era mi
predilecta.
Estaban e
moda
Sin
ti,
La
rondalla,
a
burrita,
La
mdcura,
Amorcito
Co-
raz6n.
Volvia
sonaren
todas
partes
un
antiguo
olero
puertorriquefio:oraltoeste el cieloen el mundo,por
hondo
que
sea el mar
profundo,
o habra
na
barrera n
el
mundo
ue
mi
amor
rofundo
o
rompa
or
i
(9-10).
El
recurso
stilistico
no
era
novedoso,
pro-
venia
del
periodismo,
e Dos
Passos,
de las
listas
cronologicas
ue
han
nutrido
los ma-
nuales
mexicanos
como un
intento
de
con-
servar su
historia.
Doctorow
o
lleva
a
una
culminacion
ovelistica n
su
tan
leida
como
admirada
agtime,
Pacheco
o utiliza
ficaz-
mente
como
un
recordatorio
ompartido
on
quienes
vivieron
a
epocay formanpartede
su
generaci6n.
Pero
por
encima
de
esta re-
construccion
i se
quiere
paleografica
e
un
pasado
popular
nmediato
y ya
lejano,
por
encima
ambiende
su
anecdota
entimental,
creo
que
Las
batallas en
el
desierto es
un
canto
fidnebre,
un
homenaje
n
extremis,
-
8/16/2019 Jorge Ruffinelli - Al margen de la ficción Autobiografía y literatura mexicana.pdf
8/10
518
HISPANIA 9
SEPTEMBER986
la ciudad
ue
en
poco
tiempo
dej6
de
ser ella
mismaante
el avancedel monstruo
megalo-
p6licoque
la sucedi6.Podriamos ecir
que
si
los conquistadoresspafiolesedificaron us
ciudades
obre las ciudades
ndigenas
como
un intento
de borrar
odo
vestigio
de las civi-
lizaciones
nteriores,
a
nuevaciudadde Me-
xico-la
que
surge
con
el
gobierno
de Ale-
man- acabo
con
aquel
Mexico
que
desde los
cincuenta
omenzara
u terrible
ransforma-
cion.
Datos
demograficos
ue
son
a la
vez
sintomas
peligrosos:
a comienzosde
siglo
la
ciudad
de Mexico
enia
medio
mill6n
de
habi-
tantes,
hacia
1950
res
millones,
y
en
los
anios
quevivimos upera
os oncemillones
de
capi-
talinos.
La
ciudad
s el verdadero
ersonaje,
y
el
ademan
autobiogrffico
rata
de
fijar
o
que
aun
queda
de
ella
en la retina
de la mente.
Por eso el narrador
ice
en un
pasaje:
Mire
la Avenida
Alvaro
Obreg6n
me
dije:
Voy
a
guardar
ntacto
el recuerdode
este instante
porque
odo
o
que
existe ahoramismo
nunca
volvera
a ser
igual.
Un
dia lo vere como
la
mas
remota
prehistoria
31).
Y
por
eso acaba
el
libro on estas
expresiones
apidarias:
De-
molieronaescuela,demolieronl edificiode
Mariana,
emolieron
mi
casa,
demolieron
a
Colonia
Roma.Se acab6
esa ciudad.
Termino
aquelpais.
No
hay
memoria
del
Mexico de
aquellos
anios.
Y a nadie e
importa:
de
ese
horror
quien
puede
tener
nostalgia
68).
Ese
Mexicoera
otro
para
a mirada
e una
generacion
nterior.
Ricardo
Garibay,
l
publi-
car
en
1982
Fiera
infanciay
otros
anos,
se
propone
ecordar
na
epoca
mais
ntigua
ue
la de Pacheco
y
testimoniar
simismo,
con
mayorobjetividad sin particular ostalgia,
los cambios
ustanciales.
Por
ejemplo:
Lo
que
es
hoy
Avenida
an
Antonio,
que
pasa
debajo
el
Periferico
sube como
cuesta
al
occidente,
y
al
oriente
cruza
a
Avenida evoluci6n
la Patriotismo
sigue
hacia
Insurgentes,
ra un
rio de no
s6 d6ndea
no s6
d6nde,
de
aguas
sonoras
y
bajasy
rocas
enormes
y
lavanderas
gritadoras
cantadoras.
ocas
blancas,
spumosas
guas
color
de chocolate.
Yo imulaba
uscar
jolotes ara
irlas
y
mirarles
os
pechos
(24).
El
librode
Garibay
e
exhibe
como
un
ejer-
cicio
de escritura
rofesional
unque
ste
de-
finido
genericamente
on
el rotulo
Memo-
rias
n la
propia
aratula.
Alli
cuenta
Garibay
que
ese libro
ue
idea
y
encargo
de un
editor,
lo
cual
parece
colocarlo
n las
antipodas
de
quien
escribe
tradicionalmente
us
memorias
por
motivaciones
mas
apegadas
l
examen
n-
terior
o
a
la
buisqueda
e raices
culturales
que
a un
especifico proyecto
editorial.Pero
incluso esa
advertencia obre el
origen
de
Fiera
nfancia
ice
mucho
e su autor
resulta
coherentecon la imagende escritor rudo
que Garibay
promueve
o
acepta
promover
para
i
mismodentro
de
las letrasmexicanas.
En
el
estatuto
de un
escritor
de su
estilo
la
autobiografia
onstituiria na
confesi6n
e de-
bilidad
ado
que
es un
genero
narcisista.De
todos
modos
Garibay
cometeel
encargo
on
brio
y
narra
una
experiencia
nfantil
aspera,
casi
s6rdida,
con
multiples
peleas
de barrio
entre
muchachos anecdotas
que
abordan e
uno u otro
modo
a
violencia
la muerte.
En
ese
conjunto
e destaca a relacion ruelcon
el
padre.
Mientras n
Las
genealogias
Glantz
recrea a
imagenpaterna
on afecto
y
admira-
ci6n,
as lanzaderas e
Garibay
on otras:son
las
del
rencor,
el miedo
y
hasta las de los
sueiios
parricidas.
o
pueden
darsedos situa-
ciones mas
opuestas
y
sin
embargo
coinci-
dentes
en
la
importancia
ue
esa
presencia
paterna,
utelar
agresiva, iempre
mayuscu-
la,
tiene en los afnos
nfantiles.
Improba
area resulta
decidir hasta
que
punto
unas memorias
omolas de
Fiera in-
fanciaalcanzan rescataral ninio erdadero
a
partir
el
recuerdo
del
enguaje
elhombre
en
que
ese
niiio
se transform6.
Tal vez
ni
siquiera
so sea
lo
importante
n
esta
variante
del
genero, pues
no se
tratade una
infancia
en si
misma
xtraordinaria,
ino en
todocaso
de la actitud
del adulto
nte su
propia
magen
y
en su
presente
voluntad
utobiografica.
l
fenomenoes
curiosoen
Garibay
orque
n-
vierte el
proceso.
Mientras
por
lo comun
el
ademain
utobiografico
rocede
de
necesida-
des intimas,en su ejemploanecesidadque
le da
origen
se
confiesacircunstancial
en
cambio
a
propia
scritura
utobiografica
s la
que
provoca
n el
la
desazon,
el
desconcierto,
la necesidad
melancolica e
plantearse
lgu-
nas
preguntas
adicales
anto
mas
angustiosas
cuantomenos
respuestas
ienen.
Al venirescribiendo
ste
cernido-alacena
de
minucias
que
dejaran
eral
trav6s l
paso
y
sentido
e la
vida- me
he
preguntado
on
frecuencia
tan breve
ha sido
el
paso?
Ya
voy
hacia l tranco
inal
y
tan breve
ha
sido
el
paso?
jtan pocascosashan sucedido?y quesentido ienen,
tuvieron?
Salvo este mont6n
de
paginas
que
tambien
morirrn
qu6
sentido uvo
aquella
arahfinda
e
dolores,
locuras
y
entusiasmo?
tan
corto es
el
camino,
que
de
aqui
a
poco
andar
e
habra
acabado?
y luego?
(...)
iNada
ui,
s6lo
sere
un montoncillo
e ceniza
y luego
nadaser6?
iNada
de
nada?
Una
mota
de
negruraque
ni
siquiera
abra
ue
es unamota
de
negrura?
114-15).
-
8/16/2019 Jorge Ruffinelli - Al margen de la ficción Autobiografía y literatura mexicana.pdf
9/10
JORGERUFFINELLI
UTOBIOGRAFIA Y
LITERATURAMEXICANA
519
Diria
que
esta es
una
reflexi6n
'hamletiana'
y
la entiendo como la eterna
inquisicion
de
un
ser vivo enfrentado
a
la
certeza
de la
mor-
talidad mientras ejerce concientemente una
forma de arte
que
tampoco posee
un
sentido
cierto.
Contemplada
a infancia desde
los
se-
senta
afos,
como lo
hace
Garibay
e en
Fiera
infancia,
el
lapso
transcurrido e
antoja
meta-
foricamente como un
largo viaje
sin
objetivo
preciso.
El
viaje
desde
un
pais extranjero
don-
de
las cosas se
hacian de
manera diferente.
V.
Otras
voces,
otros
ambitos,
y
similares
ademanes. En
1983
Sergio
Fernandez
publico
Los
desfiguros
de
mi corazon
y
en 1984
Jose
Luis
Gonzalez
dio
a conocer
Las
caricias del
tigre.
El
primero
se define en
el
subtitulo
como
Un
anecdotario
y
justifica
el
ademan
autobiografico
en
relaci6n
a su
obra literaria
desde el
centro
mismo
de
la
paradoja.
Si
en
su
narrativael
proyecto
de
Sergio
Fernandez
ha
sido
confesamente
despojarse
de
la
anec-
dota,
bordar
sobre el
orillo mismo de
los
sig-
nificados
lo mas
prescindentemente
posible
de
los
hechos,
en
Los
desfiguros
de
mi
coraz6n
se
reivindica a
anecdota
en
raz6n
de
la
auto-
biografia, dado que su propiavida, dice, se
establece en
lo
anecd6tico,
es
decir,
como
si
no
tuviera
continuidad.
a
anecdota es lo
frag-
mentario,
la vida
breve,
lo
parcial,
el
pequefio
resumen
epis6dico
del
flujo
indetenible del
tiempo.
Matando a
andcdotaen
su
literatura,
explica
Sergio
Fernandez,
ha
intentado des-
truir
o
pasajero,
es
decir,
al
hombre
metido en
el
tiempo,
de tal
modo
que
unavez
muerto
el
hombre
temporal,
de
el,
incolume,
saldria
el
mitico,
por
ello
mismo
indestructible
15).
Pero la historia, que es la manifestaci6nhu-
mana
del
tiempo,
consuma su
venganza,
y
en
Los
desfiguros
de
mi
corazon
a
anecdota
l1ega
reclamando
por
sus
fueros.
Victoria
pirrica,
hay
que
decir
de
todos
modos,
porque
el len-
guaje
de
estas
memorias es tan
barroco
que
oculta los
hechos
en el
mismo
instante
de
mostrarlos;
su
historicidad e
empasta
con la
escritura,
que
es
ante
todo
culta
y
erudita
y
que
emplea
el
lenguaje
no
s6lo
por
sus inme-
diatas
virtudes
comunicativas
sino
especial-
mente
por
su
ambiguedad,por
su
polisemia,
por
su
capacidad
irica.
Por
su
lado, Jose
Luis
Gonzalez
trasmite su
directa
eficacia
narrativa
probada
en
muchos
cuentos
que
hoy
son
clasicos
de
nuestra lite-
ratura,
a
un
volumen de
memorias
contadas
como si
fueranun
relato
narrativo.Pero
recor-
dando el
dictum
cervantino
(Don
Quijote,
II)
de
que
las
verdades
tanto son
mejores
cuanto
son
mas
verdaderas,
se
aleja
tempo-
rariamente de la ficcion y narra su vida de
periodista
en una
agencia
de
noticias
en
Praga,
mas
episodios
de
estudiante
en
Paris,
mas
una
larga
experiencia
en
Nueva
York.
Puerto-
rriquefio
nacido en la
Repdblica
Dominicana
y
residente en
Mexico
durante
varias
deca-
das, Jos6
Luis
Gonzalez
ha
escrito
un
libro
sorpresivo
que
es a
la vez
ejemplo legitimo,
a
su
manera,
de
este
nuevo
cauce de
la
narra-
tiva
mexicana
que
de
pronto
ha
comenzado a
ejercer
modos
reflexivos, testimoniales,
recu-
peradores.
uelvoa
sefialar
concluyo:unto
a mu-
chos
ejemplos
narrativos
en
que
el
au-
tor
utiliza
elementos o
episodios
de
su
propia
cosecha
sin
que
dicha
actitud
entrafie
real-
mente un
ademain
autobiografico,
la
litera-
tura
mexicana
estai
explorando
una
inflexi6n
nueva
y
especial
de
rescate
personal, familiar,
generacional
y
de
culturas
aportadas
por
las
inmigraciones.
Son formas
de
participaci6n
personal
del
escritor,
de
igual
manera
que
la
narrativaescrita en torno almovimientoestu-
diantil
y
la
represi6n
gubernamental
del
68,2
surge
como
una
extension
reflexiva
y partici-
patoria
del
escritor
en su
epoca.
Actualmente
el
impulso
autobiografico
dopta
ormas
diver-
sas
aunque
coherentes,
como
he tratado
de
demostrar
en
este
recorrido
por algunas
de
sus
muestras mas
significativas
e
interesan-
tes.
Contindan
en
pie
las
hip6tesis
sobre
el
motivo-
probablemente
un haz
de
motivos
y
de
imperativos
morales
y
esteticos-que
las
hahecho coincidirhist6ricamente.Peroa esta
altura
pienso
que
no se
trata
simplemente
de
un
cambiodebido
a
la
fatiga
de
las
formas
literarias,
como
suele
suceder
con las
modas;
me
inclino mas
a
pensar
que
nos
encontramos
ante
una madurez
mayor
de
la
instituci6n
lla-
mada
literatura.
Esa
mayor
madurez
implica-
ria
no s6lo
la
capacidad
de
escribir
y
producir
textos
literarios
sino
tambien a
de
reflexionar
sobre
ellos,
sobre la
experiencia
que
les
da
origen
y
sobre
las
coordenadas
sociales,
poli-
ticas,
en suma
historicas,queen ultima nstan-
cia son
sus
raices.
*
NOTAS
'Veinte
afos
despu6s
de
publicar
la
cuarta
y
dltima
parte
de
Ulises
criollo
Vasconcelos
intent6
continuar
sus
memorias con
La
flama
(1959)
pero
es
definitivamente
-
8/16/2019 Jorge Ruffinelli - Al margen de la ficción Autobiografía y literatura mexicana.pdf
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520
HISPANIA
9
SEPTEMBER
986
otro asconcelos
uien
a
escribe,
mucho
menos
digno
y
muy amargado
or
la
preterici6n
olitica
de
que
se
sentia victima.
2Una ovela
utobiografica
nteresante
ue
acaba
eco-
giendoel motivodel 68 y c6mounageneraci6no vivi6
(o
no
o
vivi6)
s
Compadre
obo e
Gustavoainz
1977).
Cf.
Jorge
Ruffinelli
3-13).
*
OBRAS
CITADAS
Azar,
Hector.Las
tres
primeras
ersonas.
Mexico:Gri-
jalbo,
1977.
Arce,
Maples.
A la
orillade
esterio. Madrid:
lenitud,
1964.
. Soberana
uventud.
Madrid:Pleni-
tud,
1969.
Mi
vida
por
el mundo.
Mexico:Uni-
versidad
Veracruzana,
984.
Barthes,
Roland.La chambrelaire. Paris:Gallimard
Seuil,
1980.
Elizondo,
alvador.
l
grafografo.
Mexico:
oaquin
Mor-
tiz,
1972.
Fernandez,
Sergio.
Los
desfiguros
e
mi
coraz6n.Un
anecdotario.Mexico:
Nueva
magen,
1983.
Fuentes,
Carlos.
Unafamilia
ejana.
Mexico:
Era,
1980.
Garibay,
icardo.
iera
nfancia
otros
tos.
Memorias.
Mexico:Oceano,1982.
Glantz,
Margo.
Las
genealogias.
Mexico:
MartinCasi-
las,
1981.
Gonzalez, os6
Luis.Las caricias
del
tigre.
Mexico:
oa-
quin
Mortiz,
1984.
Lejeune,
Philippe.
Le
pacte
autobiographique.
aris:
Du
Seuil,
1975.
Onetti,Juan
Carlos.
El Pozo.
En
Obras
ompletas.
Ma-
drid:
Aguilar,
975.
Pacheco, ose
Emilio.Lasbatallas
n
el
desierto.
Mexico:
Era,
1981.
Ruffinelli,
orge. Compadre
obo:un
ejercicio
e auto-
biografia.
ispamerica
0,
no.
29
(1981):
5-13.
Torres
Bodet,Jaime.
Memorias
: Aios contra l
tiempo.
Mexico:Porriia,1969.
.
Memorias
I: La victoria
in alas.
Mexico:
Porrua,
1970.