IntroducciónEn el programa de Oprah
El lunes 2 de octubre de 1995 y por primeravez en sus diez años de
emisión, en el Oprah Winfrey Show apareció como invitada una
médium. Se trataba de RosemaryAltea (un pseudónimo), quien
afirmaba set capzz de comunicarse con los muertos. El libro que
había dedicado a esta extraordinaria afirmación -El águila y la rosa.
Una histmi,a arrdadrra y asombrosr¡- llelaba varias semanas en las listas
de libros más vendid os de The Natt Ymk Ti'mzsy de Th¿ Walt StreetJow-
nal. (El,,fgrril¿" es un indio nativo americano -el espíritu que guía a
RosemaryAltea-y la propia Rosemary es .la rosa,.) Oprah Winfrey
empezó pidiendo disculpas: había invitado a la médium al programa
sólo porque varios amigos de confianza le habían dicho que Altea
era el súmmum del mundo de lo paranormal. A continuación, el
director del programa emitió varios minutos de imágenes grabadas
el día anterior de la médium arrte un reducido grupo de personas
en un piso de Chicago. Esas personas hacían incontables preguntas,
establecían numerosas generalizaciones y, ocasionalmente, conta-
ban cosas sobre sus familiares y allegados difuntos. A continuación,
Rosemary empezó atrabajar con el público presente en el estudio
del programa de Oprah: "¿Ha muerto ahogada alguna persona pró
xima a usted?" .Veo a un hombre en pie detrás de usted." "¿Tüvo el
accidente algo que ver con un barco?" Etcétera, etcétera.
A diferencia de la mayoría de los médiums que yo había visto,
Rosemary Altea estaba fracasando estrepitosamente. El público no
le aportaba las pistas que necesitabapara "adivinar". Finalmente, ya
bien avanzado el programa, los intentos de la médium dieron sus
fmtos. Fijándose en una mujer de mediana edad medio oculta por
una cámara, le dljo que su madre había muerto de cáncer. La mujer
Ia op¿ffid ¿r{ al aS> '.eqns ou el anb e8rp a1 anb arrp e¡4i' '*oqlnut
a¡arnb al enb s¿das anb e¡arnb ¡q") o.ulrsod -ras '(-lsoue) 'uozaJo)
¡e sanb4e 'sotuanueSoqz 'aqror ap seluaprf,re) preua8 o¡ -rod:ez-adu¡a anb rftq :sa¡durrs uos <oLrJ ue ernlf,ol> e¡ ap sordrouud so1
'seluanJa4 seru oluerülJoll€J ep ffisnef, s¿l J¿lleq uzpend
as seuos¡ad ¿luenf,urf, s¿luorf,sop ap orqqld un orlua anb a¡qrsod
,(nur sg 'BJolaJla 'e.ra1ar1g '"o8z1 un o orJ un aluarua¡qrsod 'en5e
¡ap anr;"radns ¿I aJqos uorJ¿f,r¿quro €un oa¡ ¿of,Jeq uIrBI¿ e¡qe¡¡?'oluaru¡¿8or{¿ un o}uerseJd> :g "'oqrad 1a ue rofop 1a eoqdxa
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zuos¡ad €T '"oqrad ¡a ua 'rnbe rolop un olou anb¡o¿ ¿ugur¡nd ap
JeJu-Bf, an¿?".:so1ru¡ sns Jep a¡ans se¡un8a;d se¡ uJ ¿rf,ualsrsur ¿l^'sst-sandsar s¿soraua8 sns uoJ aJoq¿lof, anb uarnS¡z € J€¡uof,ue e?seq
s€leJf,uof, orod selun8ard raceq ua alsrsuof, anb 'elrll¿¡d z1 rod
epule B'¿f,Iuf,il ¿un opueDua "-refuqe¡" ro¿'ocqqr-rd Ie uof, refuqz¡
ap zedet euos-rad eun zJ¿nlJ¿ anb ua aqf,ou -ramb¡une poorrrf¡¡og
op eps?D cÉeru qnll Ia ue ugrqtuu] ran e¡pod ol opurf,uesard z.rquq
or¡1qr.rd ¡a anb o1 enb gnbrldxe 'uororpacuoJ eur anb sose¡sa sol-nurur sol u[ 'ugl^e ep alellrq un graua arrr ¿Jolf,npord e1 'rünrp?ur
e¡ ap ofzqer ap opotgur 1a 'o1sr,r elJeqeq urs '9nbrldxe eI opur?nJ
euos¡ad erlo e J¿ur¿ll e z,( z¡godsrp os ¿Jolf,npord e¡ 'ea1¡y f-reur-aso¡ ep r¿Iqur{ op¡o ererqnqouryda4g s}srner eI rp rolrpe 1a anb ap
eprpuard:os 'seJotf,npord se1 ap ¿un oru¿Il aru 'uruu¡Eord ¡ap ugn
-eqer8 eI ap salue s¿Ip sar¡ 'oerldgrsa Ie zuaf,se ua eJlu3 €Jor{€Á
'¿lle ue JaeJf,
rod opeqzeyr-rpLld oprcueluof, ¿lquq €I ets? 'f^reueso¿ € JqIpeJJ-usap ered orpnlse I¿ oprpnf,€ €Jq¿r{ anbun¿ anb or¡unue,{ _o}uena1as ¡almu eun 'ugrsrura EI ap I€ug IV'sauorf,JrpaJd I sa1¡eap so^anu
gJnluea€ fteuaso¿ 'orf,uolrs eqep:en8 q€rdo 'operqruos€ equlse of,-llqr-ld 1g
'suner8sap sns JsteIeJ e ozadrua I ugnun-rasqo e¡ euanq rod
orp or{f,€rlJnur Ig '¡euorsa¡ord zJaJJ€f, L sorpnlsa sns e s€aüeleJ sau
{rsrf,ap sesrJ Ip -rod opedncoa¡d Lnu eqqse anb 'oftq ns eJa opel ns
u ¿qqsa anb uanof la 'zallV
-o Jasqo 's-¿urapv'JeJoll € gqtre as L gru8
SBJ¿J sesoc ua souraoJJ gnbro¿ 8t
En el Programa de OPrah 39
dolor") y saber que tu pútrlico recordará los aciertos y olúdará los
fallos ("¿Cómo ha saUiáo que era cáncer?' "¿Cómo ha adiünado su
nombre?o). Pero ¿cómo "tpo Ro'"-ary Altea sin preguntar que la
madre de la mujer del público había muerto de cáncer y que su hljo
tenía dudas sobre su trayectoria profesional? A Oprah Winfrey' a los
doscientos cincuenta testigos presentes en el estudio y a millones de
telespectadores les pareció que Rosemary Altea tenía línea directa
con el mundo de los esPíritus'
La explicación, sin embargo' es muy de éste mundo' Los menta-
listas hablan de 'Iectura en caliente' cuando obtienen información
sobre el sujeto con antelación' Ese mismo día' unas horas antes del
programa, compartí una limusina con varios invitados al programa
enre quienes se encontraban la mujer y su hijo' De camino al estu-
dio me dijeron que ya conocían a RosemaryAlteay que los produc-
tores del programa de Oprah los habían invitado para comPartir su
experiencia con los telespectadores' Como casi nadie estaba al
corriente, Rosemarypudo aprovechar ese pequeño detalle para con-
seguir una gran üctoria cuando todo presagiaba su más estrepitosa
derrota. Naturalmente, yo dije lo que sabía' pero' por increíble que
parezca,la mujer negó conocer a Rosemary nuestro intercambio
dialéctico desapareció en la sala de montaje y no apareció en la emi-
sión definitiva del Programa'Dudo qrr. Ro,"*uilAltea engañe deliberadamente a su público
recurriendo de forma consciente a las técnicas de la lectura en frío'
Lo que creo es que, inocentemente' ha clesarrollado cierta fe en sus
.poderes psíquicoso e, inocentemente' ha aprendido la lectura en
frío por el método de ensayo y effor' Afirma que todo comenzó una
mañana de noüembre de 1981 cuando, al despertarse, *lo vi al lado
de la cama, de pie, mirándome' Aunque estaba medio dormida'
supe que no era ninguna aparición' ningún espectro de la noche"'
Su libro revela que a partir de ese momento se puso en marcha un
largo procero d. up"'tt'ra paulatina a la posibilidad de un mundo
espiritual a través it lo q"" los psicólogos llaman *alucinaciones
seIl€rull¿8 un f aEy,roN ¿f,rslru op zJoq erpau uoJ ozuauror q8zer¿u¿A'S¿J€ruur sns u¿-¡es-¡ef,eJ soJruf,er so¡ anb ¿¡ud s¿sned susoJeurnu.{ zpruroe Eun 'sosu¿f,sap solJ¿A uo¡ sou¡rdurruJelur e¡ anbunz .se-roqef,uo oJnp uorses e1 (.sanqralap op ¿rcua8e ¿un op sorf,rlJes sole sep¿.¡E aJq{uou un -ren-Bua,r¿ ap oure¡xa p uega¡ sslsrlqueru sou-n8¡z 'solalns sns ep ¿rJueprsel ap re8n¡ ¡e Aezetel ,oxas
Ia rpupa ul
ue osopugseq sqf,arrof, aluorü¿Jns,rpqsa seuorJrsodns Ja)Eq ep ug ¿ 'ugre"rSourap ul u€rpntsa anb sauorterr¡qnd ¿ asrrqlrf,sns ap s.uurapy) 'aluaruer/raJd so4osou ap ounEuru ap ¿peu ¿.¡ardns cnr qgea¿ uz¡anb ap '¿u¡¿¡8o¡d
lep saJolf,npo.ld so¡ ap zpn(e €l uof, ,odnto aru 'al¡¿d rrü Jod .so4osou ¿ ¿u¡rxo-¡d Lnu¡ ¿uos¡ad ¿un e oprprad sourqlqeqsopo¡ anb uo-lafip a¡ I oluaruesuad ¡s erafa¡ sou anb uo-rarprda¡ q8ez"r¿ ue^ V
.seuos¡ed elanu seJlo uof, el¿s ¿un ua BJBlues eruanb uo;arprd a¡1 .gsed anb o¡ sa olsf, :nopsat, uzs solt"ls?W ap uorsrrüa¿un ep zrcJe oTrp?rf,sap Ie ua gfer anb z1s¿q ,3gN BI ap agy,vra¡olnsa ap uu¿.¡8o¡d ,lop¿l oro Ig] vp?S toqto aqJ ap sa:op4radsa¡a1sol Jp oJquos¿ Ia glrf,sns sasaru soqf,nu elueJnp anb ¡zur.loue;edol ep opunu Iep orluep or4 ue €rnlf,el ¿l ap ortsa¿u ,q8zer¿ ue¡saruufe as;err¡de zpand ugnerr¡dxa erusrur e1 anb alqzqo-rd sg
'ElsrJstuJrü orüof, sep¿plllq¿r{sns;z¡g.rad ¿ aruru¿ as I sarapod sns ue aJ ns aJJarga.l l:eruaso¿ anbz:ed u¡seq uorsas.rod sa-re¡op soluerf,sop ztszq uz8ed anb serqa¡ sal-uerll ep ¿ru--oJ ua u,rnrsod ugrJnlolep eT .e¡lnpuof, ¿un Jaualu¿u¡ IJ¿tuJoJuof, e:ed salua¡rllns souarl¿ so¡ orad ,soll¿J soqJnu :alqsueAuoz¿J ap ozJenJal ap orlradsa un uof, opJenl¿ ap zrado anb oluarur-Euolf,IpuoJ un 3p u¿ArJep as palM l-reruaso¿ ap aJ ¿l I elrnpuore'I 's-¿ur JeJSnq € JeAIoA u¡¿d ouanz olos un glszq ,sega¡ sE_I ap seJJ-ad¿S¿¡l eumbgu ¿un Jlue sou¿{unq saJas ep ouroJ olueurr¡z rm8as-uor ¿¡zd eouzpd eun uzs¡nd anb sz¡zr ep soruelq¿r{ Is otuel oJed
'salueuJoJorod s¿reuauadxa Jp s¿lrlslru sauon¿la¡d¡elur ep san?Jl z I ,opun;-o:d ogans un ap alBS oun opu¿nJ uarnpord as anb *pn8"¡n ,n,ro.-¡ad o szua8¡uaqz,sorlradsa ep sauorsrl tnap sa .nszrrdurgdouturq
sBJUJ sesoJ ue sorueax) 9nb ro¿0b
E el Programa de OPrah 4I
astrológico para <prepararnos> para nuestro úaje al otro lado' Sus
gestos tenían un tanto de afeminamiento y llegó a mostrarse muy
empático, porque podía <sentir nuestro dolor"'
Con la mayoÍív,Van Praagh averiguó la causa de la muerte con
una técnica que yo desconocía' Se frotaba el pecho ola cabezay
decía: *Siento un dolor aquí' sin dejar de observar el rostro del suje-
to para comprobar su reacción' Cuando 1o hizo Por tercera vez' supe
por qué: la mayoría de las personas mueren de un fallo cardíaco'
pnl-ona, o cerebral, con independencia de cüál sea su causa espe-
cífica (infarto, apoplejía, cáncer de pulmón' ahogamiento' caírla o
accidente de tráfico). Con varios sujetos no consiguió nada' y así lo
d!jo: *No estoy consiguiendo nada' Lo siento' Si no está' no está"'
De la mayoría de nosotros, no obstante, obtuvo muchos detalles y la
causa concreta d.e la muerte después de numerosísimos fallos-' Las
dos primeras horas llevé la cuenta de los noes: hubo más de cien por
alrededor de una docena de aciertos. Con tiempo y preguntas sufi-
cientes, cualquier persona con un poco de entretenimiento sabría lo
suficiente para hacer exactamente lo mismo que hace Van Praagh'
Támbién advertí que, durante los cambios de película' Van Przagh
charlaba con los presentes' "¿Por quién ha venido?"' le preguntó a
una mujer que le respondió que por su madre' Varias lecturas des-
pués, Van Praagh miró a la mujer y le dijo: 'Veo a una mujer detrás
de usted. ¿Es su madre?'. Y siempre fue positivo' Había redención
para todos: nuestros difuntos nos perdonaban todos nuestros erro-
res, nos seguían queriendo, ya no sufrían' querían que fuéramos feli-
ces. ¿Qué otra cosa podía decir, oTü padre nunca perdonará que le
hayas destrozado el cocheo? El marido de una mujer joven había
m\rerto atropellado. Van Praagh le dijo: "Quiere que sepas que te
volverás a casar>>.Dio la casualidad de que estaba comprometida y'
por supuesto, concedió un acierto al mentalista' Pero' como yo
expliqué delante de las cámaras, Van Praagh no había especificado'
sehabíalimitadoahacereltípicocomentariopositivoeinconcreto.
\o había dicho a la mujer que estaba comprometida y que se iba a
u€A ssJluerur 'l€Url"ul uolses 3l ue 'eluau€I^3Jd oJed 'Auantu 3l ap
€sn¿f, zl open8lráA€ elqr-qq8ee"r¿ uz¡ anb uo¡al.e¡r sopo¡) 'olu¿Il
ue zpnüns ¡alnu¡ zpr8rgz uI e gfep,( 'eqeleundYe1 lzqelon z¡ 'etu
-pJ.r^ ¿l ep €rulf,ue e¡uod es aJquoq un ourgf, glquf,sap 'uauruc 1ap
¿uef,sa e1 o,(nlsuoeau '€plJeq zun ¿:ed Ius €l olüof, ugzeJo) ns ¿¡¿d
arg q8ee-r¿ uz¡'e[q ns ep oulses€ I€ Jertuorua z epepnfe zrarpnd
anb uarn5¡u € oluolu¿peladsasap opu¿f, snq'uolsllalal ap szrue-r8o-rd
sorr¿A ¿ oplpnf,€ e¡qeq ralnru ¿'I 'ueruLlf, Ia opBatuoJ ¿rqeq as otu9f,
ap ru Jop€Jlad.rad ¡ap sasrd uts e¡nSas u¡r¡¡od e1,( soue sqf,nur srJeq
€p€ursase.(epe¡olt opls €Jq€q satuasa¡d s€I ep ¿un ap ¿fiq €"I 'opeIIeJ
€Jq¿q €tsl1uluaru Ia sauarnb uor so1¡anbu uglqurrl 'q8zzr¿ uz¡ ap of
-€q€r Ia aluaru€ABrsod uo¡e¡o¡e.t solalns elanu sol'uoll¿qe-18 z¡ z sa-l
-ouatsod sutslAa¡ue s¿l ug 'sotunJlp sns uol rulquq aed opr u€Jq¿H
'uarq uoJ ¿JeIIus q8ee-r¿ ue¡ anb u¿r¡anb of souatu¡¿(4osa-{ uzs sou
-a$?W ep uolf,eq€r8 z¡ ua saluasa¡d u¿qulsa anb seuos¡ad sz¡ szpo¡
'ueuorf,unJ anb uoasap sotalns so¡ anb-rod u€uolrund '€Joq €Iparü
ua or-r3 ua ¿JntJel ¿l ap s¿f,Iulgt sel -lapua-rdz apand eramblzn3
'q8uzr¿ u¿A op o €JtlV,fueuaso¿ ep s¿f,IuJgl se¡ anb sptu uraepol
ue8r.nut aru orrlq4d Iep soJquralu sol ep sauolf,JueJ s¿l oJad
'puorsa¡o:d Ie sa 19 d'ln ol oÁ'oIJaA anb o,rn] 'soseJJJ sol Jlu¿Jnp
saluasa¡d sol uof, erueluztu anb sauonzsJaluoJ sq ua,{ ugnzqe"r8 ap
s¿Joq aJuo s€l uf, 'olllu¿ Ia otsll Jaq€q 93au q8ee-r¿ uz¡'seteruzc szl
ap atu¿Iap ?Fgas ol opu€n3'o¡8au opuoJ un ue ep4sz8ua saluuur
-?rp uJ <(x> ¿Jlel €l uof, ozrJeuf olllu€ ue¡8 un eqeS¡or -rafnur e¡ ap
o{Ianf, ¡ap anb r.r seJuoluaA'e"rpard ap soru¿panb sou sopo¡'nu4ey
sa 'rg> :¿loJ zoA €l uoJ L sozo¡¡os eJlua olpuodsa; a;peur e-I <¿uay
o u$ey sg? '-gurz¡ro-rd-y ¿J1al ¿l oJA> 'oaloJll un ua opsulsase ol
-renur e¡qeq anb zla¡¿d eun ap o[iq tap erq{uou Ia gul Ip¿ s}srlsluaru
IJ opuznf, olnpo-rd as eperuofzl ap JelnJqradsa s¿u olueruoru If,'aluauudap oruor
alquqo:durr alueruelltsrpz]sa ue] eqr¡lnseJ Iunf, ol 'ep$ ap zqzpanb
a¡ anb oI ulos ur-res¿d anb 'epnll uanof e1 ¿ 'elJlf,ap EJe u^nuuJallu
ng ¿9nb ¡? 'asr¿se) e eJrallol e¡p ur-r8¡e enb oqrrp ¿-Iq¿q olos tesur
seJeJ sesoJ ua sorueeJJ 9nb ro¿zv
En el Programa de OPrah 43
Praagh buscaba indicios frofándose el pecho yla cabeza' la mujer se
había pasado los dedos por el cuello' indicando que a su hlja le ha-
bían cortado el cuello' Todos menos yo habían olvidado esta pista
cuando el mentalista hizo uso de ella')
Cuando concluyó la grabación resultaba eüdente que todos los
presentes menos yo estaban impresionados con Van Praagh' Los
demás me desafiaron a que explicara sus pasmosos aciertos' Cuando
les confesé quién era, lo que hacía allí y cómo funciona la lecnrra en
frío,lamayoríano demostraron ningún interés y otros se marcha-
ron. Una mujer clavó los ojos en míy me dijo que so era bueno des-
ruir las esperanzas de la gente mientras aún seguían en medio de su
dolor.
Yahí está la clave para comprender el fenómeno' Lavida es con-
tingente y está poblaáa de incertidumbres: la más temible de ellas es
la forma, el momento y el lugar de nuestra muerte' Para un padre'
un miedo mayor es la muerte de su hijo' 1o que hace que quienes
han sufrido esa pérdida sean especialmente vulnerables a lo que los
profesionales de lo paranormal tienen que ofrecer' B{o la presión
de la realidad, ,,o"oolu"-os crédulos' En echadores de cartas' quiro-
mánticos, astrólogos y videntes' buscamos certidumbres tranquiliza-
doras. Nuestras fac,,ltade, críticas quedan suspendidas bajo el ata-
que de promesas y esperanzas que apacigüen las grandes ang¡rstias
de la úda. ¿No sería maravilloso que' en realidad' no llegáramos a
morir? Por supuesto' Los escépticos no somos distintos a los crédu-
los en Io que respecta a estos deseos' Es un antiguo anhelo humano'
En un mundo en el que la propia üd a era t^nincierta corno la próú-
ma comida, ,t.,"'oo' u"t""'o* desarrollaron creencias en una üda
después de la vida y en un mundo espiritual' Así que' cuando nos
sentimos l,ulneraulás y tenemos miedo, a la persona que nos da espe-
r:anzasle basta con sugerirnos la promesa de una vida después de la
vida, y para que la creamos es suficiente la más endeble de las prue-
bas. Nuestra credulidad hará el resto' como observó el poetaAlexan-
der Pope en su Ensayo sobre el hombre (1733):
-rpuJ eqf,JJap ¿l .{ olDrlod oursru¡a¡lxa ¡a '¡ergralalur eluarJot Á,ezet
ep uorrzler e¡ 'uorsa.rdxJ ep pqraqr¡ u¡ ap L olsnzJoloH ¡ap ugneEauuI 'zllqlg el ap IeJelrI ugn4ardralur eun f elsruorceaJf, €rtuarJ eunrp¿parf,os zlercd s¿sor¡ru¡ad lnur ser¡uanf,asuof, Jauel uJpend enbL peparcos e1 ap saua8Jgur sol ue u¿Jluanf,ua es oluJruurresaf,au ouanb sorlua¡od seual ap zdnro as'seurapz,ore¿ .szpelu¿f,ua s€s¿f,szl ep L suurseluz¡ sol ep 'sa¡sauale¡xe seuorf,f,npq? ffiI ap f su,tosol ap 'seleuosuas¿rxa sauonderrad sel ep f seluapr,r sol ap opunu
Iap olrlf,€Jl¿ Ia ueJlsanruep olunluot ue ,aluarpriadapur ¿rrrJoJep Jeel uepand as sopl¡det sol sopol anbuny.auodns o1¡a anb o¡ apI'zlrolsrqopnasd .{ ¿uolsrq Jruo 'erluarlopnasd l enuarf, a¡ue uor:)-upsp ¿I op El¿r Ísopo19ru so¡lo ¡od uan8rs-¡ad su¡ o"rad seJulrrurs s¿z-u¿¡adsa,,( s¿nuaa¡r uail¿druor anb seuos-rad ap urzn oJqII els[
'szqf,eJsqes uEeA es p€prurala ap suzueradse s€rsonuanb sorueasep u?rqur€l sorosou lsorapernp sgru so-r8o1 so¡ uor IsozJJrysa ep uorJulnunf,E ¿l uof, puprlsuoruur €I sorrr¿f,sng .odu¡arl
orod uu1 ua olu¿l ¡rn8asuor ¿-¡¿d soueurnq saJes sol op pepoederz¡,,( os-razrrun Ie uJqruose sou L soFalsrru sol u¿urJSeJ so¡ .socqdarsa
L sorgrluar¡ eted ugrqruel ouJala oI etreu ezuu¡adsa eI ep oJad'(sepe,rud szrru
sns e uorf,el¡ode ¿un 'aluaul¡eur:ou ,f) seeu¡"rr sapepnedef, s€Isanuap uorsuadsns ¿l ep orqrrref, e pepruJale :olsned ap ordo-rd oleed unuaf,e{o enb,{ ugrsr,ralet ue uara-rede anb surnrpgrrr sol e I a8yma¡u¡ ap sgun5 so¡ e '¡zru¡r¡dsa o¡ ep seleuorseJoJd so¡ u esJ€f,JeJB e seuos-Jad seluzt z uaell anb o¡ sf, 'JsJ€zrl¿er zpend puprurala ep oesep or-sanu anb ¡a¡anb u.{ peprrctrouur EI J¿esep e ,orrs¡¡ osJalrun un ua
¡en1l¡rdsa opergru8rs JeJsnq e la,t¡osar urs solrolsrru sol erJ€q -IenSI
rod so¡npar ¿ f so¡t]dgf,se z- sopol € eqndur sou ezue-¡adsa es[
'urepruolepl e1 ua eluodsa asf ¿soda-r'esEJ ep sola¡ I 'zporugour 'Brrq"
IA'oprlepuaq eres enb ours'sa e¡unu aJquroq Ie
Ía-rqruoq Iap uozeror Ie uo ourele ol eleu ezueredsa e1 aq
ssJBJ susoc ua souraaJar 9nb ro¿,,
Enelprogramade Oprah 45
cal, las cazas de brujas modernas impulsadas por el pánico moral y la
histeria de masas, como en el caso del moümiento de recuperación
de recuerdos de abusos sexuales en la infancia, de los ritos salánicosy de los intermediarios en la comunicación con los autistas. En estos
casos, la distinción entre credulidad y pensamiento crítico es de
suma relelancia.
Pero, más que esto, mucho más en realidad, el presente libro es
una celebración del espíritu científico y del gozo inherente a explo-
rar los grandes misterios del mundo incluso cua¡rdo las respuestas
que hallemos no sean bienvenidas. El viaje intelectual es lo que
importa, no el destino. Vivimos en la edad de la ciencia. Ésa es la
razón de que las pseudociencias florezcan: los pseudocientíficos
saben que sus ideas deben cuando menos parecercientificas, porque,
en nuestra cultura, la ciencia es la piedra de toque de la verdad. La
mayoría de nosotros tenemos cierta fe en la ciencia, confianza en
que, de algún modo, la ciencia resolverá nuestros problemas -el
sida, la superpoblación, el cáncer,la polución, las enfermedades car-
díacas, etcétera-. Algunos incluso imaginan un futuro en el que no
envejeceremos gracias a la ingesta de ordenadores nanotecnológi-
cos que repararán células y órganos, erradicarán enfermedades que
zrrrerrazarr la vida y nos mantendrán por siempre en la edad que
escojamos.
Así pues, de la esperanza.nace lo eterno no sólo para los espiri-
malistas, los religiosos, los filósofos de la NewAge y los curanderos,
sino también para los materialistas, los ateos, los científ,cos y, por
supuesto, los escépticos. El primer grupo se vale de la ciencia y de la
r*¿cionalidad cuando le conviene y las rechaza cuando no. Para este
grlrpo, mientras satisfaga la necesidad de certidumbre, tan profun-
damente arraigada, cualquier ideavale. ¿Por qué?
Los seres humanos desarrollaron la capacidad para buscar y
encontrar relaciones entre cosas y acontecimientos en el entorno'hay que evitar a las serpientes que suenarr como un cascabel) y los
que establecieron las mejores relaciones fueron los que dejaron m:ís
I-Fd snl gdnro pnles ep serua¡qold serre¡B Jesnef, uu¡pod Buof,rlrs Jpsalue¡durr so¡ anb ap ¿rtrRou e1 :zrr¡qnd uelans as ou solnu8au so8.zr;ileq so¡ anbrod aluJlr_¡of, [e ru¡sa alans ou ¿Jrlqld ugrurdo ¿l oJed'sonrlrsod sos¡u;,( sozrpz8au soslu¡ selqeluof,ur ep uorf,Bf,gpuepr el uof,'erf, u JrJ el ezvu,Le ourotr al uortr¿srf, J¡d,rs¿ sf, . orJeurploeJlxa Ep¿uoprs u"rJqeq ou .uese-roqoJJoJ sol soJglluarJ soJlo anb ap saluzsorr¡qr.rd oqJaq u¿rorqnq as ou .onqrsod os¡u¡ op o¡durala J¿lnJst-radsa L aluarf,al un Jsl¡e ¡od .zr-r¡ uorsrg el op oueJJal ¡a ua sogn¡¡eqsol rS 'solJzqf,esop zrzd eluauretgrradsa op¿_r¡estp anJ otrgluarJopol?u¡ 1e orad'son4rsod sospJ sns uauen ugfquru¡ sof,glluerf, soT
.eJoqoJJoJ o¡ anb eqarud eunguru alsrxa ou opu¿nf,osnlf,ur erf,ueJur z¡ uo soplFryur sel¿nxas sosnqe ap zn8u Ia oruoJsoJelJ sopJJnf,al ue uauer uo¡ as serd¿¡al suualf, ap f srsoudrq e¡ep s-a BJl ¿ sopef,ole so8e,r sop.ranf,al sol I soluarruques soT .aluagrl-elut ogasrp un z apuodsal osJe run ¡a anb ap eqarud BI uos solradsesoun8¡u ua uuprluroJ sef,rrrrouorse sernlJnrsa szl ep I szrruroluqnsse¡nrprzd s¿l ep sauorlz¡n8rJuoJ s¿l anS .orurur¡alxa
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F.. el programa de Oprah
meras páginas de los periódicos, pero la noticia de que no se han
hallado pruebas científicas que lo corroboren casi ha,pasado desa-
percibida.
¿Qué, entonces, puede preguntarse el lector, significa ser escépti-
co? Hay personas que creen que el escepticismo supone rechazat
cualquier idea novedosa o, lo que es peor, confunden <escéptico"
con .cínico> y creen que los escépticos son una pandilla de cascarra-
bias que se niegan a aceptar todo pensamiento que ponga en tela de
juicio el statu quo. Pero esto es un error. El escepticismo es una acti-
tud provisional ante afirmaciones de todo tipo. El escept'ici'smo es un
método, no una postura.En principio, los escépticos no se embarcan
en una investigación cerrada a la posibilidad de que un fenómeno
sea real o de que una afirmación sea cierta. Por ejemplo, cuando
investigué los argumentos de los negacionistas, acabé por considerar
con escepticismo las opiniones de esos escépticos (véanse los capítu-
los 12 y 13). En el caso de los recuerdos recobrados, he acabado por
situarme en el bando de los escépticos (véase el capítulo 7). Uno
puede ser escéptico ante una creencia o ante quienes la ponen en
tela dejuicio.
Los análisis que recojo en el presente libro explican en una triple
gradación los porqués de que las personas crean en cosas raras: (l)
porque de la esperanzarr^ce lo eterno, (2) porque el pensamiento
se puede equivocar en lo general; (3) porque el pensamiento se
puede equivocar en lo particular. Combino ejemplos concretos de
ncreencias raras> con principios generales sobre lo que podemos
aprender del estudio de esas creencias. Con este fin, he adoptado el
estilo de StephenJay Gould como modelo para lograr una mezcla
saludable de lo particulary de lo universal, de los detalles y del pano-
rama general; y me he inspirado en el objetivo deJames Randi, que
se ha propuesto la misión de comprender algunos de los misterios
más desconcertantes de nuestra épocay de épocas pasadas.
En los cinco años transcurridos desde que fundé la Skeptics
Society y la reüsta ShEtic, Kim Ziel Shermer, mi socia, amiga y espo-