Download - Intervencion motriz en retraso mental
Profesor: Lic. Edi Guillermo García
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Propuesta de juego para sujetos con retraso mental grave y profundo, y/o trastorno generalizado del desarrollo
Parte II – Seguimiento de casos
RESUMEN
Se presenta la segunda parte de un proceso terapéutico en sujetos con retraso mental grave y profundo y/o trastorno generalizado del desarrollo, mediante un seguimiento de 11 casos, a través de una situación motriz que implica la estimulación de diferentes capacidades de la persona.
INTRODUCCIÓN
La elaboración de “Propuesta de juego para sujetos con retraso mental grave y profundo, y/o trastorno generalizado del desarrollo, parte II, seguimiento de casos” es producto del trabajo y la investigación en campo que lleva a cabo el área Educación Física y Rehabilitación por el Ejercicio del Centro de Día Avance (Villa del Plata, Ensenada, Argentina) en personas con retraso mental de complejo abordaje terapéutico, teniendo en cuenta las dificultades que ofrecen sujetos con estas características, de llevar un proceso continuo y sistemático, y que no siempre tienen una evolución lineal.
En una publicación previa denominada “Propuesta de juego para sujetos con retraso mental grave y profundo, y/o trastorno generalizado del desarrollo” http://www.ceefis.com.ar , mes de agosto, se relata la experiencia a través de sus bases generales.
Allí se propone un juego que capta la motivación de la persona con retraso mental grave o profundo y/o trastorno generalizado del desarrollo, donde en un espacio cerrado dividido en dos campos iguales por un aro que pende a lo alto de un gancho, dos participantes, uno en cada campo, se pasan una pelota con ambas manos a través del aro. El juego tiene diferentes niveles de progresión. En una primera instancia el sujeto es asistido por un tutor, luego la persona juega en forma individual siendo orientada por el profesor en el otro campo para, en una evolución posterior, jugar entre dos compañeros.
Fruto de la constancia y de la implementación de acciones desde la práctica profesional, que implica la educación, la motricidad, el cuerpo y la acción humana, el servicio de Educación Física y Rehabilitación por el ejercicio de la institución, ha registrado la evolución en el juego de los sujetos que concurren a sus clases y aquí se describen los seguimientos individuales a través once casos documentados.
ALE
13 años de edad, diagnóstico de deficiencia mental, epilepsia, trastorno generalizado del desarrollo.
Ale presenta alteraciones en la interacción social y en la comunicación; rasgos de hiperactividad, comportamiento inestable y no convencional, en ocasiones exhibe episodios de agresión y autoagresión; déficit de atención, especialmente en aquellas actividades que no son de su preferencia.
Ale es quien más tiempo acumulado lleva realizando este juego cumpliéndolo en una forma individual, muy dinámica y continua, desarrollando buenos niveles de coordinación motriz y fuerza muscular, implicando el tiempo de juego, además, la capacidad aeróbica y la resistencia muscular.
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Dentro de las habilidades motrices, Ale en un primer momento no recepcionaba el balón. Según la literatura (Lacquaniti F 1996), esto podría indicar un déficit en la integración e interpretación de la información por el sistema nervioso central; y tal vez la no integración de los miembros superiores, especialmente las manos, a su esquema corporal.
Transcurrido un tiempo, Ale intercepta el balón bajo la consigna “pon los brazos arriba” guiado por su asistente terapéutico, y más tarde lo hace de modo independiente, ponderándolo con palmas a modo de feedback positivo cuando recepciona.
Por otra parte responde con placer y animosidad al juego, estabilizándole su comportamiento durante las acciones, expresándose placentero, calmo, tranquilo, sin rasgos de hiperactividad.
Ale juega 2 a 3 veces por semana, 20/25 minutos por sesión fácilmente (a no ser en determinados casos por la medicación que actúa en desmedro), y ha jugado mucho más tiempo aún (ha llegado a jugar 1 hora continua sin decaer), pero no se lo expone a un período más extenso, ni tampoco repetitivamente, para no provocar un efecto adverso o desmotivador. El niño ha mostrado eximirse de las diferentes etapas del juego: asistido, individual, con un compañero, aumentando la complejidad, además de cumplir con acciones que la terapia intenta suplir en cuanto al seguimiento y transferencia de órdenes y consignas traspasando las acciones de juego; así el niño pide jugar, busca el material, coloca los aros en el espacio de juego, cuando se cae un aro lo vuelve a ubicar, si la pelota se va del campo de juego la va a buscar y regresa, y una vez finalizado el juego el niño saca el material y lo ordena en su lugar.
El juego, como transferencia, ha podido ser base de otras actividades en educación física cambiando la modalidad sensorial, por ejemplo, en situación de juego uno a uno con el docente el niño pasa y recibe la pelota con sus pies en maniobra de patear, o pasarse un rodillo grande como acción jugada con continuidad en el tiempo.
También diferentes tareas donde el alumno tiene que seguir diferentes consignas y órdenes afianzando la relación y el vínculo con el docente, logrando además una mayor disponibilidad del cuerpo y del movimiento.
En la misma, conservando la lógica del juego con aro, Ale también puede jugar con otro compañero (Gerardo) pasándose la pelota con el pié en forma continua sin tocar al elemento con sus manos.
Asimismo, con la supervisión de su asistente, Ale completó algunas clases de educación física que llevan compañeros con menor desadaptación y menor grado de retraso mental, con actividades cambiantes y siguiendo diversas consignas.
Ale pasando la pelota entre dos aros Juego evolucionado con presencia de coordinación motriz y fuerza muscular.
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Ale en el proceso de aprendizaje de la intercepción del balón Su asistente le indica que mantenga los brazos en alto. Luego el niño lo hace en forma individual aunque con refuerzo
verbal. La enseñanza surte efecto y Ale recepciona el balón.
En la propuesta que se lleva a cabo, se insiste en el entrenamiento de la intercepción del balón, o al menos en casos más profundos, en la percepción del fenómeno.
Gallahue (2006) reseña a la coordinación visual‐motora como aquella capacidad para seguir y hacer juicios de interceptación acerca de un objeto en movimiento. La intercepción de objetos es el segundo aspecto de la coordinación visual‐motora. La interceptación de objetos, o el tiempo de coincidencia‐anticipación, implica la capacidad de lograr que coincidan los cálculos de la localización de un objeto con una respuesta motora específica.
Pérez Martínez, J.A. (2006) también se refiere al respecto: la intercepción de un objeto en movimiento es la situación donde la mano interfiere con la trayectoria que sigue dicho objeto, deteniéndolo o desviándolo en su desplazamiento. En un movimiento como el que realiza la mano para lograr atrapar un objeto se requiere de información acerca del contexto en que se presenta la situación, la posición de la extremidad, además de la orientación y localización del cuerpo en relación con el entorno y el objeto. Se ha reconocido que la manipulación de objetos en movimiento requiere el control fino de los mecanismos de la extremidad, éstos representan la interfase entre los comandos neurales y el ambiente. Las representaciones internas, así como las propiedades físicas del objeto y la posición de la extremidad efectora son utilizadas por el cerebro para construir un modelo de referencia dinámica útil en el éxito de la acción de intercepción. Uno de los aspectos fundamentales en la tarea de intercepción de un objeto se refiere a que el sujeto perciba el fenómeno, es decir: la trayectoria de la bola, el contexto y el movimiento que realiza la mano. El campo de flujo óptico puede representar primariamente el origen visual para el cálculo del tiempo de contacto. La información visual presente al momento de la intercepción puede no ser suficiente para las respuestas motoras de la extremidad, ésta debe ser integrada e interpretada de manera cognoscitiva en el sistema nervioso central.
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JUSTINO
Etiología y diagnostico de autismo infantil, retraso mental profundo. Discapacidad de tipo mental, de la conducta, de la comunicación y del cuidado personal. Deficiencia psicológica y de lenguaje. 21 años de edad.
Justino ha encontrado en este juego una actividad física y motriz que le permite desenvolverse en estos ámbitos pudiendo llevarlo a cabo por al menos 30 minutos (demostró poder realizarlo en oportunidades por más de una hora). El joven comenzó jugando en forma asistida y con el tiempo lo hizo en forma individual durante un periodo de tiempo extenso desarrollando esta actividad en forma continua, respetando limites, normas y reglas, no solo de conducta sino también espaciales y temporales, en forma independiente. Su ritmo de juego es lento, se acerca al aro para pasar la pelota, en primera instancia la dejaba caer, para luego ya pasar el balón con más fuerza evidenciando mejoras en las nociones de intensidad y de tono muscular; actualmente el joven pasa la pelota entre dos aros. La intercepción del elemento ha ido mejorando, ya que en un principio su recepción estaba dificultada, primero en cuanto a la percepción del fenómeno, luego toma la pelota con bote previo para, más tarde, atraparla en forma aérea. Sigue orientación y motivación por parte del docente acerca de diversas acciones y consignas como: “pasa la pelota”, “vete hacia atrás”, “ven hacia delante”, etc., aunque se le ha ido retirando lentamente las órdenes verbales.
Justino generalmente tiene episodios agresivos y autoagresivos, y este último se da en ocasiones en la actividad demostrando no estar a gusto en ciertos momentos, pero sigue con las acciones de juego. Con el correr del tiempo sus episodios de agresión han ido disminuyendo. Esto sumado a sus gesticulaciones también accedió a conocer el lenguaje de su cuerpo por parte del terapeuta; igualmente se descubre en Justino que no todo es agresión sino que expresa sentimientos positivos y que puede establecer un vínculo afectivo. Esto cotidianamente es visto por quienes simpatizan con él y viceversa, pero esta propuesta lúdica permitió una mayor llegada hacia su persona por parte del terapeuta que de otra manera le hubiera sido difícil concretar.
Así también, como parte de la terapia que lleva la madre en busca de un mejor vínculo con Justino, participaron juntos de esta actividad como propuesta de reforzar la relación.
Justino logra compartir el juego con otro compañero (Alfonso o Gerardo) con similar ritmo, pudiendo desenvolverse por un tiempo relativamente extenso, primero con orientación y asistencia, retirándose ayudas próximas y tornándose en órdenes verbales por parte del profesor y sin su asistente terapéutico. Mediante esta situación, Justino ha aprendido que al pasar la pelota, debe esperar a que su compañero esté ubicado en una buena posición de recepción orientada hacia su persona.
Posteriormente, Justino adquiere nociones de fuerza, tono muscular e intensidad, coordinación, habilidad mental, y pasa la pelota entre dos aros. Sumado a este progreso, Justino juega con Gerardo mediante dos aros.
Justino puede buscar el material y ordenarlo una vez terminado el juego.
Con respecto a las características de su comportamiento autista, y mediante el juego, Justino ha tenido progresos, obtenidos a través del Inventario de Desarrollo de Espectro Autista ‐IDEA‐ (Riviere, 1997), principalmente en las capacidades de relación y vínculo, de realización de acciones conjuntas simples, de
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referencia conjunta, de las funciones comunicativas, el lenguaje receptivo, el comportamiento, y el sentido de la actividad propia.
Estabilización postural
Los lanzamientos son acciones que precisan de la acción coordinada de impulsos generados por los músculos de los miembros inferiores, del tronco y de los miembros superiores (Kreighbaum y Barthels, 1996). La participación de los
músculos del tronco es decisiva para el éxito de la tarea. (En Vera‐García 2007).
Justino instalando el material de juego
Desempeño en otras tareas dentro de la actividad.
Justino interceptando el balón sin bote previo.
Entrenamiento de la coordinación óculo‐manual (Gallhue 2006), siendo la capacidad para integrar el uso de los ojos y de las manos en términos de seguimiento de un objeto y su interrupción, y de la capacidad de reacción (Weineck
2005), entendida como la capacidad para iniciar y ejecutar intencionalmente acciones motoras a corto plazo ante una señal.
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Progresión hacia dos aros de Justino
Se adecuan las distancias entre los aros, de acuerdo a la capacidad de lanzamiento.
ALFONSO
Diagnóstico de retraso mental severo, estrabismo divergente, motricidad torpe, dificultad en el desempeño de la marcha, el equilibrio y la coordinación; déficit en conductas de independencia física, social y de comunicación. 20 años de edad.
Un mes de juego le permitió a Alfonso pasar de jugar en forma asistida a forma individual. Juega por períodos de 25 minutos y más, y lo hace de un modo continuo necesitando orientación de modo verbal acerca de las nociones de juego como “vete para atrás”, “ven para adelante”. Siente placer por la actividad y lo toma como una necesidad de comunicarse. Pasado el tiempo, su ritmo de juego le permite a Alfonso compartir la tarea con otro par, primero siendo asistido y orientado con mayor énfasis. Posteriormente el joven logra jugar con un compañero (Justino) por espacio de 30 minutos continuos, solo con orientación verbal por parte del profesor.
Alfonso no logra interceptar la pelota cuando se la lanzan, aunque muestra una débil percepción al mover sus manos cuando el balón está muy próximo y se entrena para coger el balón.
Recurrimos al caso de Alfonso para hacer notar cómo esta propuesta involucra algunos de los postulados de González Mas con respecto a la rehabilitación del deficiente mental, a través de la educación psicomotora de Picq y Vayer, lo cual se podría transferir al resto de los casos: ejercicios de coordinación ojo‐mano (adaptación de la mirada a objetos en desplazamientos, adaptación de la mirada a objetos situados a diversas distancias, entrenamiento en las percepciones táctiles y cenestésicas de la manos, ejercicios de discriminación táctil con las manos, práctica de lanzar y recoger con las manos, actividades manuales), reconocimiento de valores espaciotemporales (adaptación y reconocimiento a situaciones espaciales básicas como delante‐atrás y arriba‐abajo, adiestramiento en la intersituación entre individuos y objetos, reconocimiento de distancias y separaciones, reconocimiento de situaciones durante la marcha entre sujetos y objetos o personas externas, reconocimiento de velocidades, reconocimiento de duraciones, reconocimiento de intervalos o pausas, adiestramiento en la sucesión), desarrollo general del equilibrio (debido a que un equilibrio correcto constituye la base fundamental de cualquier tipo de acción diferenciada de los miembros superiores, debe buscarse la mejoría de aquél, puesto que el niño es incapaz de utilizar las manos si carece de equilibrio, o bien, cuando éste es defectuoso, absorbe una gran cantidad de energía y atención en detrimento de las restantes actividades), coordinación dinámica general, educación de la sensación (educación de las sensaciones táctiles y musculares, reeducación de la mano y los dedos, prensión y presiones).
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Desarrollo general del equilibrio
Según González Mas, entre otras sensaciones de equilibramiento, se irá acostumbrando paulatinamente al niño a estar situado cada vez más con la cabeza más lejos del suelo, y diferenciando los miembros superiores de cualquier
tipo de acción.
Alfonso y Justino en una nueva instancia de juego
Los jóvenes poseen similar ritmo de juego, lo que permite asociarlos en el mismo, necesitando en un primer momento de la asistencia y orientación, luego jugando entre ellos sin ayuda cercana pero con refuerzo verbal.
Alfonso ordena elementos al finalizar la sesión
Cumplimiento de pautas y consignas simples a través de la introducción del material de juego en un recipiente.
FAUSTO
18 años de edad; diagnóstico de trastorno generalizado del desarrollo.
Deficiencia intelectual, psicológica y del lenguaje. Discapacidad de la conducta, de la comunicación y del cuidado personal.
Presenta como características, las de poseer trastorno cualitativo de la relación social, con desconexión, ignorancia hacia otras personas; realiza movimientos repetitivos y actividades estereotipadas, no fija mirada. Motricidad torpe y con escaso sentido.
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Se encuentra en una etapa asistida. Se trabaja sobre el desenvolvimiento en la ejecución de una actividad prolongada en el tiempo (20 minutos), buscando el desarrollo de la facultad perceptiva a través del objeto en movimiento, el lenguaje receptivo, el sentido de la actividad propia (a través de la imposición de las metas simples que propone el juego), el seguimiento con la mirada (se le pide que antes de recepcionar una pelota mire a quien la pasa), la capacidad de atención, la reacción a un estimulo, entre otros.
En cuanto a sus trastornos comportamentales, se trata de que el sujeto controle sus estereotipias motoras simples (manerías, aleteos y sacudidas de brazos).
Ordenes simples como “toma”, “agarra”, “mírame”, son algunas respuestas a las que se habitúa dentro del lenguaje receptivo.
En el desarrollo del juego, Fausto toma el balón con bote previo y mediante un estímulo verbal que parte del profesor. El balón lo pasa hacia al otro campo en forma autónoma en ocasiones, necesitando de la guía de su asistente. Ha llegado a jugar con otro compañero, pero bajo la colaboración asistida, estimulando la capacidad de percibir la presencia y el interés de otras personas (referencia conjunta). Se han implementado diferentes adaptaciones del material para una mayor retroalimentación propioceptiva.
Fausto muestra evolución en el juego dentro de los objetivos que se proponen y los contenidos que se trabajan.
Se incentiva a sus orientadores a que transfieran las pautas del juego a la vida diaria.
Fausto bajo tarea asistida
El joven es orientado a través de una asistente terapéutica tomándolo de la cadera (punto clave) y orientándolo con respecto a los diversos objetivos, como pasar la pelota por dentro del aro e interceptar el balón.
Adaptaciones del material
En esta oportunidad el aro se coloca a mayor altura para que Fausto logre levantar los brazos y la pelota es de una consistencia más pesada para que adquiriera las nociones de intensidad de la fuerza y la estimulación de la sensación
táctil.
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Referencia conjunta
Realización de una acción conjunta simple con personas implicadas, buscando compartir focos de interés o atención con otros sujetos.
WILLY
Etiología y diagnóstico de deficiencia mental severa con autismo secundario, epilepsia; 27 años de edad. Presenta torpeza motriz, hipocinético. Desconexión, escasa respuesta a estímulos sensoriales. Comunicación y habilidades sociales exiguas.
En una evaluación previa al proceso de entrenamiento, Willy mostraba un juego solitario con una pelota donde la botaba continuamente sin conexión al mundo exterior, y ante el pedido de pasar el balón no respondía.
Willy participa en las primeras sesiones con el refuerzo de un asistente terapéutico en la orientación del juego y, en partes, con movimientos pasivos. El trabajo en Willy se hace con una estimulación constante del asistente haciendo hincapié en la capacidad de atención pidiéndole que levante la cabeza, fije la mirada, se oriente hacia el objetivo y hacia el pasador que tiene al frente. En los primeros minutos de las sesiones al joven le cuesta adaptarse al juego desde el punto cognitivo, traduciéndose en un comportamiento inestable, estabilizándose en los posteriores momentos del juego. El trabajo se desarrolla en 20 minutos, debido a que necesita continua estimulación y supervisión en la orientación, la labor se hace estresante para el asistente.
Entre los objetivos del juego en Willy, se persiguen la orientación respecto a un objetivo y un fin, una mayor autonomía personal, la menor dependencia dentro de sus limitaciones, la reacción a un estímulo, el cumplimiento de una tarea motriz de un modo continuo, el gasto energético, y la estimulación de su condición física como la movilidad articular, la capacidad aeróbica y la fuerza muscular.
Willy en etapa de juego asistido
Guiado por su asistente terapéutico, Willy busca la pelota, es orientado respecto al objetivo, y pasa el objeto.
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JULIA
13 años de edad, diagnóstico de deficiencia mental profunda, trastorno generalizado del desarrollo con compromiso de la conducta, la locomoción, el lenguaje, la comunicación en general. Responde a órdenes simples. Estereotipias, baja visión, movimientos involuntarios.
Julia nos permitió obtener varias observaciones de trabajo debido a su evolución y su buena predisposición.
Julia supera diferentes instancias del juego. Comenzó con movimientos asistidos y pasivos que la orientaban en las acciones de juego. Se le fue retirando asistencia de manera tal que el auxiliar la guiaba de cerca bajo órdenes verbales. Cuando se fue adaptando al juego, pudo desempeñarse en forma independiente, retirándose la supervisión del tutor, necesitando de consignas que le dictaba el profesor desde el otro campo de juego. Así Julia respetaría órdenes y consignas, al igual que comprendería ciertos límites espaciales, ya que la niña no pasaba hacia el otro campo, y se orientaba respecto a un fin (dado por recepcionar la pelota y llevarla al aro, para luego pasarla). Así también, la niña acumulaba tiempo continuo en promedio de 25 minutos donde respondía activamente implicando capacidades cognitivas, como las de percepción y atención; siendo un juego con ritmo, en ocasiones dinámico.
A Julia en su vida cotidiana le cuesta fijar la mirada. Como en todos los casos, ante este hecho lo que se trata es de, previo a lanzarle la pelota para que intercepte, se le realiza un llamado de advertencia como: “July, mira la pelota, tómala”, y una vez que fija la mirada el balón es enviado. Cuando la niña toma el balón, se le cumple con una exclamación a modo de feedback positivo: “muy bien July”.
Teniendo en cuenta el déficit visual, y la dispersión perceptiva de Julia (y de los casos restantes bajo este último punto), un fundamento de la propuesta terapéutica radica en la estimulación de las funciones visuoespaciales y los mecanismos de atención.
Blazquez‐Alicente & cols. (2004) –además de los ya citados Gallahue (2006) y Pérez Martínez, JA (2006) – han indagado sobre el tema: las funciones visuoespaciales engloban toda capacidad relacionada con la ubicación en el espacio, la capacidad para utilizar las referencias del medio y desenvolverse en él y la capacidad de orientación intrapsíquica, además del conjunto de procesos relacionados con la percepción (capacidades gnósicas) y la acción (capacidades práxicas). La capacidad de orientar la mirada hacia el espacio y encontrar el objeto diana permite orientar la búsqueda visual a localizaciones espaciales adecuadas, lo que, a su vez, permitirá la completa percepción de la escena visual. Todo este proceso se encuadra en un conjunto de estrategias de guía visual, control oculomotor y búsqueda de información visual. Para trabajar estas estrategias se necesita el desarrollo de un programa centrado en los procesos de control visuomotor relacionado con los procesos de control atencional y las funciones ejecutivas. El desarrollo y entrenamiento de estos procesos cognitivos permite dirigir la rehabilitación a objetivos concretos. Un planteamiento posible sería un programa de rehabilitación de las dificultades visuoespaciales centrado en el entrenamiento y compensación de las capacidades de atención selectiva, que permita orientar el comportamiento del paciente a desarrollar los procesos oculomotores y la búsqueda visual. La atención es el mecanismo que permite decidir sobre qué estímulo dirigir los recursos perceptivos. El mecanismo por el cual se determina el estímulo o una determinada localización del espacio relevante se denomina atención selectiva, y es la capacidad que nos permite dirigir la atención a un estímulo determinado en presencia de posibles distractores irrelevantes.
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Por otra parte, en relación al proceso del juego, este no fue lineal, al igual que la mayoría de los casos, sino que estuvo dado por vaivenes proporcionados por la conducta de la niña, entre otros motivos, pero generalmente yendo en sentido hacia la evolución.
Debajo, las imágenes ilustran partes del curso por los que atravesó Julia en el juego.
Julia en su primera sesión
La niña es asistida, en ocasiones, con movimientos pasivos por parte de un asistente terapéutico. Nótese el aro que en el juego se encuentra suspendido de un gancho, aquí se halla además sostenido por cuerdas que lo mantienen rígido, ya que la niña no encontraba un límite al pasar la pelota y el aro cedía. Así Julia encuentra una demarcación que la
sitúa y pasa el balón.
Julia, pasadas algunas sesiones
El trabajo cobra independencia y la niña gana autonomía en el juego llevando la pelota hacia el círculo pasándola, aunque el aro sigue sostenido por cuerdas, y existe reforzamiento verbal por parte de su asistente.
Julia en acción de juego buscando la pelota
El juego permite trabajar en Julia las capacidades de orientación y búsqueda, teniendo en cuenta su déficit visual.
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Julia interceptando la pelota
La niña, tras un bote del balón cercano a ella, lo toma. Con respecto a la toma de la bola, un objetivo superior, por ejemplo, es la toma del objeto sin pique previo.
Alineación y orientación postural
Julia siendo asistida y alineada en cuanto a su postura, buscando que la cabeza este elevada, su cuerpo erguido, los pies apuntando hacia el pasador que está enfrente, tratando de evitar además, los movimientos involuntarios que la
niña posee.
La niña conserva la postura por sus propios medios
Desaparecen movimientos estereotipados, al menos por momentos, donde la niña los aprende a controlar.
GERARDO
Etiología y diagnóstico de síndrome de Down, nistagmo. Discapacidad mental y visual, y de la conducta. Baja visión. Habilidades sociales y de comunicación, escasas, torpeza motriz, presencia de estereotipias. 26 años de edad.
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Gerardo desde un comienzo se involucró activamente en el juego. La primera sesión necesitó ser asistido y orientado, pero ya en las próximas sesiones realizaba el juego sin asistencia personal. Durante el transcurso y pasadas las clases, Gerardo efectuaba diferentes acciones que eran de su motivación, corría a su forma (torpeza motriz) hacia el aro, en oportunidades lanzaba con una mano, y otras veces arrojaba el balón con éxito desde una distancia mayor a un metro del aro (en él importante ya que lograba identificar un elemento a relativa distancia). El joven, pasadas algunas semanas, mostraba continuidad en el juego, haciéndose hincapié en la orientación respecto a un objetivo y en el seguimiento de la trayectoria del elemento. De esta manera el próximo hito sería la intercepción del balón. Este objetivo se cumple luego de tomar la pelota con un bote previo. Así también Gerardo se involucró con otro compañero en el juego. Igualmente las bondades del juego son transferidas a otras actividades de similares características de juego uno a uno, como por ejemplo, patear un balón pasándoselo a un compañero enfrentado.
Gerardo en acción de juego
En las primeras sesiones el joven necesitaba acercarse muy próximo al aro.
Gerardo interceptando la pelota en las primeras sesiones
Recepción luego de un bote previo del balón.
Gerardo lanzando el balón desde lejos con precisión
Puesta en juego del dominio y control espacio temporal por medios propios.
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Gerardo progresa y pasa la pelota entre dos aros
Evolución, tras el entrenamiento, en la coordinación viso motora.
El déficit visual (Mecloy EP, en González Mas 1994) trae como consecuencia una resistencia a moverse, a jugar, a correr, con gran torpeza de movimientos y, en general, una inferioridad manifiesta en el terreno físico. La gimnasia, el juego, deben ser practicados para conseguir un desarrollo completo del cuerpo, soltura en la movilidad, agilidad, desarrollo del sentido de la orientación, comprensión rápida y lo más completa posible de las situaciones y pronta reacción ante éstas. Nuestra propuesta intenta ser un aporte a ello, tanto en Gerardo, como en otros casos de deficiencia visual.
Marcos
11 años de edad; diagnóstico de trastorno generalizado del desarrollo. Deficiencia mental profunda con compromiso de la conducta, la locomoción, el lenguaje, la comunicación en general. Desconexión al mundo exterior. Movimientos torpes y estereotipias. Ausencia de historial motriz.
Marcos comenzó el proceso formando parte de su asistente terapéutico quien desarrolló la actividad en algunas sesiones por contados minutos. Esto se aprovechó para que el profesor tomara el inicio del trabajo y lo plasme en el juego.
En la primera sesión se percató que Marcos poseía capacidades de trabajo y de atención, mostrando conexión, mirada en el objetivo, motivación, pudiendo tener continuidad de trabajo en al menos 15 minutos, alentando la puesta en marcha del entrenamiento sistemático a través del juego y por tiempo continuo.
Las posteriores sesiones no tuvieron el desarrollo de la primera clase, y Mauro no estaba en forma conectada, retomando luego el nivel que había expuesto en la primera clase, conservándose la evolución siempre que haya una estimulación sistemática y aumentando los períodos de tiempo continuos de trabajo.
Al momento del inicio del proceso, Marcos era reacio a cualquier actividad que implique una pelota; así, en un primer momento, el niño consiguió un contacto con el elemento desplegando diferentes habilidades manipulativas no desarrolladas. Así, necesitó una primera orientación asistencial en su motricidad. En la continuidad del proceso, un logro marcado ha sido pasar de la etapa de juego asistido en forma pasiva a la de juego individual, donde desarrolla movimientos independientes, logrando así una relativa autonomía.
A Marcos, el juego le ha permitido construir y desarrollar una praxia motriz tal como exponen las imágenes. Así Marcos toma la pelota conducido por su asistente, se orienta respecto al objetivo, se dirige hacia él, y pasa la pelota por medio del aro. Si se analizan las habilidades funcionales se enumeran secuencialmente:
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1) tomar el objeto, 2) transportar el elemento, 3) alcanzar, y 4) pasar, observándose, de acuerdo a las capacidades de la persona el buen potencial del juego.
Marcos construyendo una praxia motriz sin asistencia física
Marcos toma la pelota conducido por su asistente, se orienta respecto al objetivo, se dirige hacia él, y pasa la pelota por medio del aro.
Marcos no consigue todavía recepcionar el balón, es así que se realizó una ejercitación basada en el envío continuo de pelotas para estimular reflejos propioceptivos y de anticipación, donde se logró al menos que el niño tenga una percepción respuesta a estímulos externos.
Estimulación de reflejos
Capacidad de reacción ante estímulos externos generadores de una respuesta de anticipación.
De esta manera, tanto Marcos como el terapeuta han encontrado una oportunidad de trabajo con real sentido, continuidad y sistematicidad, y por la cual se puede establecer el seguimiento de una evolución.
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LUCIO
20 años de edad; diagnóstico de trastorno generalizado del desarrollo, trastorno autista, deficiencia mental.
Conductas estereotipadas y de autoagresión, desadaptación social, comportamiento inestable, escasas habilidades sociales y de comunicación, torpeza motriz.
Lucio al principio del tratamiento muestra rabietas y desadaptación al trabajo con grandes dificultades, con continua asistencia por parte de su orientador. Cuando se dirige a tomar la pelota en el suelo sólo le da giros al elemento con una mano, cuando toma el balón lo arroja al suelo con irritación, motivando que el asistente conduzca sus movimientos; aunque tiene la posibilidad motora de interceptar el balón, lo hace en contadas ocasiones debido a un marcado déficit perceptivo. En la continuidad del trabajo, Lucio muestra menor resistencia a la orientación de los actos motores, las posturas y el tono muscular. Posteriormente, siempre con asistencia, Lucio logra pasar la pelota con sus manos, aunque el tutor estabiliza las articulaciones de los codos en forma pasiva, siendo aquel hito signo de evolución. Así Lucio, esporádicamente, logra pasar un balón desde alguna distancia hacia el aro mostrando pequeños signos de algún rastro perceptivo y orientación hacia un fin.
Este caso aporta a la enseñanza que observar y registrar estos detalles, que aparentemente parecen pequeños, acaso sean avances significativos teniendo en cuenta la capacidad de la persona con la que se trabaja, que marcarán los pasos en la evolución del proceso, y darán sentido al trabajo cotidiano, retroalimentando la labor del terapeuta.
Lucio en la etapa de juego asistido
El juego, en este caso, se torna dificultoso en su desarrollo.
El joven, al tomar la pelota, efectúa movimientos circulares con el objeto
Se comienza a trabajar con movimientos dirigidos de toma del balón.
Profesor: Lic. Edi Guillermo García
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Lucio logra pasar la pelota por el aro
Cumplimiento de la acción con una meta atendiendo sobre el sentido de la actividad propia.
LOLA
15 años de edad; diagnóstico de deficiencia mental severa, síndrome genético.
Torpeza motriz, desconexión, escasa capacidad de atención, estereotipias, deambula sin control de impulsos, hiperactividad por momentos, deficiencia de la comunicación, orientación nula.
En una primera etapa, Lola realiza juego asistido, en palabras de Diem (1980) a través de movimiento asociado, es decir la colaboración y adaptación al movimiento ajeno y su aprendizaje, que es aquel que le permite al niño adquirir la destreza en sus movimientos; al igual que todo principiante, el niño tiene que despertar su conciencia perceptiva. El movimiento asociado –por ejemplo, el niño es llevado por el adulto– representa una primera fase de compenetración en el proceso de aprendizaje.
Luego, Lola es asistida por su asistente terapéutico bajo pautas verbales, retirándose paulatinamente el estímulo físico, representando una evolución y el paso a una cierta autonomía de movimiento.
La alumna puede realizar habilidades manipulativas, que antes no las ejecutaba, como la prensión, el agarre, el desplazamiento, el transporte de objetos, que le permiten transferirlos otras tareas y con otras nociones psicomotrices, por ejemplo, a llevar cubos de un lado a otro, agruparlos y clasificarlos. Así, la prensión va haciéndose cada vez más precisa, asociándose a los gestos y la locomoción.
Lola mediante juego asistido al inicio de las sesiones
Posteriormente, la niña ejerce mayor autonomía en sus acciones.
Profesor: Lic. Edi Guillermo García
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Prensión palmar
Otras de los beneficios del juego es trabajar el mecanismo de prensa manual al tomar la pelota. Con Lola se hizo hincapié en este sentido, ya que no utilizaba sus dedos para coger el objeto. Según González Mas, en los deficientes mentales más deteriorados (se adapta a este caso) debe desarrollarse la actividad de toma del balón, ya que lo suelen
hacer más con los antebrazos y las muñecas que con las manos.
Juanse
20 años de edad (6/12/1980); diagnóstico de retraso mental severo, trastorno generalizado del desarrollo.
Presenta dispersión en los mecanismos de la capacidad de atención, torpeza motora, estereotipias, desadaptación social; historial motriz desorganizado, sin estimulación ni trabajo.
Al comienzo del proceso, en el juego, Juanse expresa rabietas, conductas insólitas (tirarse al piso, llamar la atención, llorar).
El caso de Juanse, por su carácter de novato en la institución, ejemplifica el potencial de la actividad como medio de estabilización de la conducta y el comportamiento del sujeto cuando éste se inserta en un grupo que lleva el cumplimiento de pautas cercanas a una convivencia lo más social posible. La adaptación a la vida grupal, la disciplina y las formas de comportarse, el cumplimiento de las reglas y los límites, el seguimiento de órdenes y consignas; así como también el juego, vale como vehículo de organización del comportamiento para otras actividades motrices.
Juanse comenzó a jugar en forma individual con orientación del profesor desde el otro campo de juego bajo estímulos verbales. Las primeras sesiones muestran un desajuste en su conducta, exhibiendo acciones y comportamientos desadaptados. El joven comprende el objetivo del juego, pero en su desarrollo, llora, patea la pelota, se dispersa en el seguimiento del juego. De a poco el joven estabiliza su comportamiento, y desarrolla un juego continuo con el profesor, con pocas interferencias, sintiendo placer por el desarrollo, haciendo gala de algunas habilidades motrices combinadas ya adquiridas, como saltar y pasar la pelota. Al comienzo del proceso, Juanse recibe la pelota con un bote previo, evolucionado posteriormente hacia la intercepción aérea del balón. El joven progresa a la etapa de juego con otro compañero, bajo la orientación verbal del docente.
Profesor: Lic. Edi Guillermo García
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Juego individual
Permanencia en un lugar determinado, cumplimiento de límites y consignas, desempeño e independencia personal.
Acción compartida con un compañero
Intervención motriz con un par que implica una situación propicia para acciones de conexión e intercambio, esperas programadas, reconocimiento del otro y encuentro de miradas.
IMPORTANTE: La identidad de las personas a través de las imágenes son resguardadas y los nombres de los sujetos fueron modificados.
CONCLUSIÓN
A través de diferentes casos de sujetos con retraso mental grave y profundo, junto a trastorno general del desarrollo, con características de complejo abordaje, se ha construido una idea que permite el trabajo, el seguimiento y la evolución de la persona a través del desarrollo en un juego.
La propuesta implica la estimulación de capacidades motrices, físicas, cognitivas, de vínculo, afectivas, sociales, las cuales son orientadas por el terapeuta, y a través de sucesivas etapas, que implican una evolución dada por el trabajo y el entrenamiento; van desde la dependencia hacia la independencia del sujeto, el reconocimiento del otro, y la socialización.
El proceso del entrenamiento comprende la capacidad de aprendizaje, siempre importante en cualquier hecho educativo, en las clases de de educación física, en actividades que involucran el cuerpo, el movimiento y la interacción social, y más en sujetos con RM grave y profundo, sumado el trastorno generalizado del desarrollo.
Profesor: Lic. Edi Guillermo García
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Como se ha visto, los resultados son diferentes para cada caso en particular y no son transferibles de uno a otro, teniendo no obstante, elementos en común.
Actualmente, el área de Educación Física y Rehabilitación por el Ejercicio de Centro de Día Avance utiliza esta metodología de trabajo, principalmente con sujetos que se incorporan en carácter de novatos, en personas que cumplen el perfil para dicho trabajo, y en aquellos que están en proceso de adaptación a sus sesiones grupales, involucrando nuevos casos a los ya documentados.
Finalmente, la relevancia de esta propuesta radica en que cualquier profesional que se desempeñe en el campo de la rehabilitación del sujeto con RM, tiene una herramienta de trabajo y desde allí, partir hacia donde la persona, el terapeuta, el tiempo, y demás factores lo dispongan.
Edi Guillermo García
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