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ya no le creo, y si le creo,ya no me turba como antes.
Sólo comparemos este pequel\o fragmentocon el que Leopardi experimenta al mirar laluna en su famoso "Canto noctumo de unpastor errante de Asia":
Ignacio Padillay la infinita tristeza del dragón
Jorge Volpi Escalante
I
1,
¿Qué haces, luna, en el cielo? Dime, ¿qué
haces silenciosa luna?Surges de noche y vascontemplando los desiertos, y luego
desapareces.
¿Aún no estás cansadade recorrer los caminos del cielo?¿Es que aún no te cansas ni te hastlasde mirar estos valles?(La traducción es de Antonio Colinas)
Me atrevo a decir que es en esta clase depoemas cuando Morábito alcanza su máshonda experiencia como poeta al tiempoque sabe la forma de expresarla ("Ooel\o deuna amplitud" y "Un viaje aPátzcuaro" a sulado). No es ésta una descripción cualquiera, se trata de una duda inaplazable, unacuestión que al hombre y al poeta importanfundamentalmente. A Morábito -parece decimos- le angustiaba esta especie de finitudcfclica, estancada; ahora ya no le turba. Encambio, Leopardi alza su pregunta directamente a la luna: ¿hacia dónde va, cuál es sufin, es que se da cuenta de las penurias humanas o las ignora, etc.? Lo que quiseremarcar es, otrá vez, aparte de la posiblecontribución leopardiana (que el mismoMorábito se ha encargado en confirmarme),el lirismo que alcanzan varios de los poemasde De lunes todo el año.
Para terminar este maltrecho repaso dellibro, vale la pena comentar su "Ars poética" y "A tientas", dos de los últimostextos, donde redefine su noción más esencial de poesla y que puede ser -como élsel\ala- la falta de "anhelos/ de motorización", su "sentido del cansancio" que ensus poemas transita y los hace, no aburridos, sino tranquilos, en paz en su relaciónsiempre diffcil con el poeta y sus lectores.Por último, corno él mismo dice: "Escriboen contra/ de mis pensamientos", y estoaparte de ser una disciplina que debiéramo~
loar, es un atributo que, como ya dije, neutraliza y hace a su vez más duradero el placer de la lectura. En otras palabras, impideabrumamos y/o escribir mala poesla que eslo mismo que no haberla escrito jamás. O
Fabio MorlIbito, De lunas todo el afio. Ed. Joaquin Mortiz, 1992, 102, pp.
Existen mundos que, evidentemente, nopueden haber sido creados por un dios
buena¡ En ellos no existen leyes universales,~principios lógicos, causas y efectos quepermitan determinar con precisión los sucesos que los definen. Las criaturas que loshabitan, extraviadas en sr mismas, confusasy temerosas, no son capaces más que deseguir las rutas de su perverso hacedor.Son personajes derruidos, angustiados lasmás de las veces, que se pasan la vida buscando una justificación a sus destinos.Intentan escapar de sus ataduras, reconocerse como individuos dotados de voluntad, asumir sus historias como si lespertenecieran y fuesen libres: en vano. Lacondición de estos planetas diabólicos losdevora, minimiza sus esfuerzos, conviertesu transgresión en accidentes reinventandocadenas con sus mismas armas. No hay salida para ellos, miserables seres imaginarios, desprovistos de toda esperanza.
A estas tierras vacfas se integran los habitantes de Trenes de humo al bajoalfombra,segundo libro de cuentos de Ignacio Padilla(México, 1968). Antes, en Subterráneos(Ediciones Castillo, 1990), Padilla se habra
aventurado a modelar, con el barro de losestablos y los sótanos, ciudades grises e inmóviles, a salvo del tiempo y de la vida:resignados pobladores fantasmas. Mundos,esos, construidos a base de un estilo maravilloso, pero que se volvía justamente sumayor enemigo. Estilo como bestia apocalíptica, soberbia e impresionante, aunquetambién como una gigantesca aspiradoraque chupaba todo a su paso: emociones,sueños, tragedias. Monstruo que reaparecerá, embravecido, en su primera novela:La catedral sumergida.
En Bajoalfombra, en cambio, el estilo esun demonio peor: inteligente, ubicuo e invisible. Su mayor virtud -y su mayor maldades que parece no existir. Una jaula perfecta:las tramas se desarrollan en su interior sindarse cuenta de que son prisioneras. No pornada la claridad proviene, seguramente, deLuzbel.
8ajoa/fombra está formada por treceepisodios independientes entre sr que, siguiendo a Manganelli, Padilla prefiere vercomo "breves novelas-rlo". Pese a que estosea otra mentira más de Padilla, hay que reconocer que cada texto funciona como
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unidad, con normas y fuerza propias que seresuelven como si fuesen, en efecto, lashuellas de una novela perdida.
Sus moradores no pueden ser más patéticos: el discurso los caracteriza sólo pordetalles externos como si, por ejemplo, elhombre de capa negra y chistera, bigote engomado y perfume a pipa inglesa o laseñora que no habla ruso y que no ha leídoni leerá jamás una novela completa, existieran sólo en virtud de estos atributos, sinun carácter interior que buscan mas noencuentran.
Los otros inquilinos son igualmente extravagantes: un Hermano Campanero disolviéndose poco a poco, un niño grisatrapado en una pintura de Escher, un Lector Cautivo enamorado del personaje de unamala novela, un rey con sólo tres súbditos,un constructor de frases desechadas, losrestos vomitados de un Escritor Célebre, latortuga mítica que se ha quedado sin mundopara detener o un {jragón que ha perdidosus documentos y provocado el colapso dela fantasía.
Pero si algo los define a todos, asf comoa sus entornos, es la tristeza. Un desánimoinfinito, la conciencia de que, no importa lo
que hagan, jamás podrán ser felices. No depende de ellos. El demiurgo que concibió sumundo no incluyó a la felicidad entre susobras, sólo el maldito e inalienable deseo dealcanzarla.
Nada impedirá, entonces, que el hombrede la chistera se ahogue en los excrementos de la Creación, que la señora que no habla ruso se transforme en cómplice de suengaño, que el Hermano Campanero se di-
suelva en el olvido, que el Autor de la malanovela se suicide, que el rey necesite inventar la Historia de Occidente para no aburrirse, que el dragón nos arrastre con sumuerte o que el resenista haya sido incapazde decir te amo.
Una ú~ima aventura, no escrita, envuelvea este extraordinario libro. Quizá Padilla debió escribirla, no yo. El único ejemplar cono-
o cido hasta el momento apareció por casualidad en Coyoacán, donde pude adquirirlo: esel que ahora tiene en su poder el autor. Nose sabe de otros, nadie más los ha visto,aparentemente encerrados en una bodegaextraviada cuya llave no existe. (De cualquier manera hay que agradecer a otromago, Luis Mario Schneider, que se arriesgue en estos prodigib.s en pleno siglo xx.)
Pero acaso lo másjnquietante de mundoscomo 88jo8/fombr8, donde la soledades absoluta, todos se equivocan y nadie sesalva, y en los que, en especial, ningunose atreve a amar desesperadamente aotro, es que se parecen demasiado a nuestro propio y desgastado mundo. O
Ignacio Padilla, Trenes de humo al bsjOBlfombra,Cuadernos de Malinalco, México, 1991,40 pp.
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MEXICAN PERSPECTIVES 011 CONTEMPORARY ISSUES
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Corees gain momentumas older values arereshaped and reaffirmcd.
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