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Idea y composicin de Pedro CrespoDesclzate!en todos los sentidos
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Dichosos los pobres en el espritu,
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porque de ellos es el Reino de los cielos.
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Dichosos los sufridos,
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porque ellos heredarn la tierra.
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Dichosos los que lloran,
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porque ellos sern consolados.
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Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia,
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porque ellos quedarn
saciados.
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Dichosos los misericordiosos,
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porque ellos alcanzarn
misericordia.
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Dichosos los limpios de corazn,
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porque ellos vern a Dios.
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Dichosos los que trabajan por la paz,
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porque ellos se llamarn los hijos de Dios.
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Dichosos los perseguidos por causa de la justicia,
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porque de ellos es el Reino de los cielos.
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Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan, y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa ser grande en el cielo.
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Te pongo aqu otras bienaventuranzas, que me han gustado.
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BIENAVENTURADAS LAS PERSONAS QUE...
Bienaventuradas las personas que saben rerse de s mismas. Su diversin no tendr fin. Bienaventurados las personas que saben distinguir una montaa de un montculo: se ahorrarn muchos problemas.
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Bienaventuradas las personas que son capaces de reposar y dormir en paz de la conciencia: sern sabias. Bienaventuradas las personas que saben callar y escuchar: as aprendern cosas nuevas.Bienaventuradas las personas que son lo bastante inteligentes como para no tomarse en serio: sern apreciadas por quienes las rodean.
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Felices sern si saben mirar con seriedad las cosas pequeas y con paz las cosas serias: dar gusto vivir con ellas. Felices sern si saben admirar una sonrisa y olvidar un mal gesto: la vida les sonreir.
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Felices sern si son capaces de interpretar siempre con benevolencia las actitudes de otras personas, aunque las apariencias engaen: sern tomadas por ingenuos, pero ste es un precio del amor. Felices sern si piensan antes de actuar y ren antes de pensar: evitarn muchas tonteras.
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Felices sern si saben callar y sonrer cuando les cortan la palabra, les contradicen o les pisan: el Evangelio empieza a expresarse en su persona. Felices, sobre todo, si saben reconocer el rostro y el mensaje de Dios en las personas que peor lo pasan en nuestro mundo: han encontrado la verdadera sabidura. (J. Foillet)
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