HERMANAS CARMELITAS TERESAS DE SAN JOSÉ
“Mis votos cumpliré
al Señor en presencia
de su pueblo y en los atrios
de la Casa del Señor.”
Salmo 115
Hna. Inés Ruiz Ruiz
Carmelita Teresa de San José
q.e.p.d.
Nació en San Quirce de Rio Pisuerga
(Palencia) el 28 de enero de 1933.
Pasó a la Casa del Padre
el día 20 de octubre de 2017
a los 84 años de edad y 62 años de
vida religiosa.
HERMANA INES RUIZ RUIZ
CARMELITA TERESA DE SAN JOSE
1. ORIGENES
Hermana Inés Ruiz Ruiz, nació en San Quirce de
Rio Pisuerga (Palencia) el 28 de enero de 1933, en un hogar
cristiano por lo que sus padres Santiago Ruiz y Eudosia Ruiz la
llevaron a bautizar el 05 de febrero del mismo año. La
Confirmación tuvo lugar el 03 de octubre de 1935. Con la gracia
de estos sacramentos y los ejemplos de su familia, Inés
fue creciendo en el conocimiento de Jesús, pues según nos
comentaba ella, tenía un buen grupo de amigas con quienes
organizaba todo lo relacionado con las actividades de la
Iglesia. Ella le iba poniendo alegría y fiesta en todo, de forma
que se fue gestando en ella la vocación de servicio y, por
ende, la posible vocación religiosa que fue madurando hasta
los 19 años que se decidió.
2. PERIODO DE FORMACION
Inició su primera etapa de formación con la entrada al
Postulantado el 14 de octubre de 1952 y el 17 de octubre de 1953
comienza, llena de ilusión sus dos años de Noviciado en los que
goza con su forma de ser alegre y decidida esta etapa de
formación en todos los aspectos humano-cristianos y
carismáticos. Confiada totalmente en el Señor que la ha llamado,
hace su Profesión religiosa el día 17 de octubre de 1955, que
ratificó el 10 de agosto de 1961 con la Profesión perpetua y sus
62 años de entrega generosa como religiosa, Hermana Carmelita
Teresa de San José.
3. VIDA APOSTOLICA
Realizó su misión de evangelización en diferentes
comunidades de la Congregación en España: en el Colegio El
Carme en Lérida, el Colegio Jesús Salvador en Sabadell, el
Colegio Santa Teresa de Mora de Ebro, en la Comunidad de
Sabadell residencia, en la Comunidad de Madrid Agostía 22-24,
y en el Colegio San José de Santurce. En todos ellos se entregó
del todo a la tarea encomendada y tanto las niñas como la gente
con quienes trataba, la recordaron como una persona alegre,
conversadora y disponible a cualquier necesidad que se
presentara.
Estos últimos once años los vivió en Barcelona, en la Casa
Madre, donde derrochó servicio alegre y desinteresado a todas las
Hnas. que le solicitaban arreglo de sus ropas y como era modista,
nunca le faltó trabajo. Orientaba trabajos de ganchillo, punto con
varias agujas y otros.
4. PERFIL HUMANO Y RELIGIOSO
Hermana Inés, se manifestó siempre como una persona
alegre, servicial, optimista, orante, apostólica, recta, chistosa etc.
Le gustaba leer mucho y nos daba razón de todo, poseía una
prodigiosa memoria. Cuando queríamos recordar hechos pasados
le decíamos a ella y con qué facilidad y detalles nos lo comentaba;
muy sufrida. Llevó su enfermedad con mucha paz y confianza, y
ella misma se hacia las cosas. Esto no le impedía responder con
generosidad a cualquier insinuación que le pidiésemos. Fina
manera de vivir al Esencial disfrazado de mil maneras.
Como religiosa Carmelita Teresa de San José, amó mucho
la Congregación y así mismo la difundía siempre que podía. Fue
fiel al Carisma recibido y se informaba con interés sobre todo lo
relacionado con el Proceso de canonización de nuestras Madres
Fundadoras.
5. ULTIMA ETAPA
Hermana Inés Ruiz Ruiz, llegó a la Casa Madre hace once
años ya delicada de salud, pero valiéndose por sí misma y
haciendo vida normal con la Comunidad, aunque sí controlada
por los médicos de la Seguridad Social. Este último año, tuvo
varios bajones, pero trataba de controlarse con más cuidado, sin
embargo, se cayó algunas veces y eso le llevó a ir perdiendo
estabilidad y control de sí misma, con su andador trataba de seguir
como si nada hubiera pasado, quedando más decaída y agotada,
pero el 20 de octubre al ver que no se había levantado a desayunar,
fuimos a llevarle algo y lo tomó, pero avisamos a la enfermera
para que le tomara la tensión y se dio cuenta que estaba
descompensada, algo normal en ella, pero le recomendó que se
quedara en la cama. Cuando más tarde volvió a pasar a ver cómo
seguía, tenía las uñas moradas propio del infarto que había
sufrido, así lo confirmó la Dra. María Laura Arqués Martínez, al
levantar el cadáver.
Nos costó muchas lágrimas recibir esta noticia tan
inesperada, pues no la habíamos visto como para este fin. El
Señor tenía sus planes y aceptó con agrado la paz y elegancia con
que llevó la larga enfermedad. Te recordaremos y queremos
mucho. Haz tú lo mismo por nosotras. DESCANSA EN PAZ.
6. TESTIMONIOS
“Ofrenda permanente”
“La cruz deja de ser cruz
cuando se convierte en amor” San Manuel González García. Obispo
Nuestra querida Hna. Inés fue destinada a esta Comunidad
de la Casa Madre el año 2006 desde Santurce. Y hoy que vive ya
en el Cielo, podemos asegurar que durante estos once años aquí,
se ha manifestado para el Señor y para nosotras sus hermanas,
como OFRENDA PERMANENTE.
OFRENDA: para Inés fue conllevar con amor las
consecuencias de una enfermedad grave de hace ya 20 años, sin
quejarse de la incomodidad y dificultades propias de esa realidad.
Creo, con bastante seguridad que las fuerzas las buscaba
ORANDO Y OFRECIENDO CON AMOR SU CRUZ. Así la
pudo hacer más llevadera, como lo afirma el Santo Obispo de
Palencia.
La Hna. Inés fue para todas muy cercana y servicial.
Siempre recordaré ¡cómo cuidó a la Hna. Basilia Natal!
En los tiempos libres, como manejaba muy bien el
ganchillo, la media y el corte, siempre estaba ayudando y
resolviendo cualquier dificultad en estas labores y en el arreglo
de prendas de vestir.
Y como OFRENDA SILENCIOSA se fue a la casa del
Padre con una muerte súbita y como en un amén a una misión
cumplida, la que tenemos como Misión de esta comunidad:
“ORACIÓN Y OFRENDA”
Cuando volvieron del Cementerio la familia y las
hermanas, dijo su hermana Mercedes: ¡Estoy impresionada de la
paz que siento cuando vengo de enterrar a mi hermana tan
querida!
Hermana Inés, sigue regalando a tu familia y a todas las
carmelitas Teresas de san José, la paz que ya gozas para siempre
en tu vida eterna con el Señor.
Hna. Paquita Santos Liébana, ctsj
¡La Misericordia del Señor cada día cantaré!
La partida a la casa del Padre de nuestra hermana Inés nos
dejó a todas muy sorprendidas, pero especialmente a las que unos
minutos antes habíamos hablado con ella amigablemente.
¡Cómo se cumplió en ella las palabras del Evangelio! Para
mí ha sido siempre un interrogante en su forma de vivir, la
admiraba mucho y le agradezco sus ejemplos y consejos durante
todo este tiempo que hemos vivido juntas como buenas hermanas.
Ella cumplió bien las obras de Misericordia con las
hermanas de nuestra Comunidad y casi me atrevo a decir que
también en las otras comunidades donde vivió, ya que en Santurce
lo pude observar ya que fue la primera vez que convivimos juntas.
Inés fue una persona orante, callada y sufrida, amante de
la Virgen y de la Iglesia. En sus plegarias de intercesión
comunitarias era una constante.
Gracias Hna. Inés por tu ejemplar vida, desde el Cielo
donde gozas ya del Amor pleno del Padre Dios y de la compañía
de todas nuestras hermanas, no te olvides de las que has dejado
en esta Santa Casa.
Hna. Inmaculada Ubierna Pedrosa ctsj
Querida Hna. Inés, recuerdo el día que nos encontramos
en Madrid Agastia, tú eras la responsable de la cocina y yo pasé
unos días allí. Cuando fui a saludarte vi que estabas muy atareada
y te dije ¿quieres que te eche una mano? Y tu muy graciosa me
respondiste, si quieres me pelas ajos para toda la semana y
después cortas este manojo de perejil. Aquel gesto de confianza
me gustó mucho y afianzó nuestra amistad que siempre nos
mantuvo muy unidas.
Después de muchos años nos encontramos en la casa
Madre de Barcelona, tu seguías tan cariñosa y chistosa como
siempre, en los recreos de la noche tus chistes nos hicieron reír en
muchas ocasiones, todas te lo agradecemos.
Eras muy trabajadora, los dones o talentos que Dios te dio,
los supiste poner al servicio de las demás, ayudabas a todas en la
costura y punto de media.
Desde el Cielo mándanos unas chispitas de tu alegría y
buen humor que nos alegren y podamos ser la alegría de la casa.
Te fuiste muy silenciosa, pero te recordamos muy alegre
y con mucha paz. Gracias por todo lo que nos diste.
Hna. Mª Milagros Gálvez Martínez, ctsj
He tenido la suerte de convivir varias veces con Hna. Inés.
De ella recuerdo muchas cosas positivas, en Sabadell muy
entregada para hacer vestidos faldas abrigos para las niñas
internas y más tarde también para las hermanas. También
enseñaba a tejer con lanas a las niñas para hacer bufanda,
chaquetas Al volvernos a encontrar aquí en Barcelona después de
muchos años, he visto que la entrega y laboriosidad, ha
continuado, pues hasta en los recreos seguía tejiendo y ayudando
a las demás.
También te recuerdo como una persona que dedicabas tus
ratos a estar con el Dios del Amor. Ahora podrás contemplarle
cara a cara. Preséntale las necesidades de nuestro mundo y de
nuestra Congregación.
Hna. Cristina Acero Mediavilla, ctsj
“La Fraternidad es conjugar el verbo AMAR”
Creo que este lema podría ser el reflejo del testimonio que
nos ha dejado Hna. Inés. Pues a pesar de su carácter espontáneo
y un tanto contundente y fuerte, que ella misma reconocía y que
intentaba dulcificar, era una persona volcada en los demás,
siempre estaba dispuesta a ayudar dentro de sus posibilidades.
No estaba centrada en sus dolencias y delicada salud, sino
que las llevaba con elegancia. Vivía descentrada de sus problemas
para centrarse en la vida de las demás y hacer fácil la vida
Comunitaria. Iniciaba y dirigía labores de ganchillo o punto de
media a todas las que veía ella que solas no podrían continuar,
hasta el último día.
Tenía una memoria prodigiosa, leía diariamente el
periódico, Cataluña Cristiana y revistas de formación, estaba al
día de lo que pasaba en nuestro mundo. Coleccionaba recortes
con pormenores de los últimos Papas y de las Casas Reales
Europeas. También recordaba muchas anécdotas graciosas que
había oído o vivido y chistes de todos los colores que, aunque
muchas veces oídos siempre nos hacían reír.
La muerte nos sorprendió, hasta el último día asistió a
todos los actos de la vida comunitaria con normalidad, en la
última semana se encontraba al anochecer un poco agotada y se
retiraba a descansar unos minutos antes de las 10 de la noche.
Sólo dejó de levantarse con todas, el último día 20 de octubre
porque se encontraba un poco mareada, se le llevó el desayuno y
tomó algo, y pensaba levantarse más tarde, la enfermera le tomó
la tensión y la tenía descompensada como era en ella habitual, le
aconsejó no levantarse. Cuando volvió más tarde para ver
cómo estaba ya la encontró con los dedos de manos y pies
morados fruto de un Infarto, como declaró la doctora al levantar
el cadáver.
Gracias Inés por tu testimonio de vida. ¡Ayúdanos a
progresar en Fraternidad!
Hna. Lucía Huerta Huerta, ctsj.
Con Hermana Inés, he vivido sólo un año en esta
Comunidad de la Casa Madre. Pienso que la vida comunitaria nos
va permitiendo conocernos poco a poco las Hermanas que, por
vocación y carisma, Dios nos ha convocado para estar con Él y
vivir juntas la misión. Así lo he ido viviendo al conocerte a ti.
He admirado mucho, entre otras cosas, el gran tesón por
vivir con gozo tu vocación como Carmelita Teresa de San José,
fruto sin duda alguna, de tu vida de oración y fidelidad; Siempre
te vi ocupada en hacer o arreglar ropa a las hermanas que te lo
solicitaban o que tú misma veías que lo necesitaban; a algunas
Hermanas, que estaban peor que tú, en mil detalles para que se
viesen mejor y las tratabas con cariño; Pasabas largos ratos en la
capilla sumida en oración -ahora que ya no te veo en la silla
donde te colocabas, te recuerdo con nostalgia- ; leías mucho y te
interesabas por la situación del país y del mundo, luego lo
llevabas a la oración comunitaria; tenías una memoria
envidiable y nos ayudabas a recordar fechas, acontecimientos, y
otros hechos de interés para todas; fuiste siempre, muy
conversadora, contigo siempre había algo de qué hablar y en la
recreación, no faltaban ciertas ocurrencias de nuestra tierra
palentina o algunos chistecitos. ¡Cómo te extrañamos!
Imposible olvidar el último rato que pasé contigo y que
sentada al pie de tu cama, mientras tomaste el pequeño y último
desayuno, me dijiste que, desde la fiesta de Santa Teresa, habías
empeorado. ¡Quisiste seguir acostada y entonces te arropé y me
despedí, pues debía hacer una vuelta y a mi llegada me dicen que
te has ido y muy calladita…Cómo iba yo a pensar semejante
noticia!
Inés, ahora que ya estás gozando plenamente de Aquel por
quien luchaste, amaste y sufriste, acuérdate de tus Hermanas que
día a día tratamos de ser fieles en nuestra común vocación al
Carmelo. Muchas gracias por tu vida entregada generosamente.
En paz descanses.
Hna. Ana María Treceño Villacorta, ctsj
Hna. Inés el Señor te llamó para gozar con él en su
presencia y descansar de tantos achaques que supiste llevar con
fortaleza, conservando pacientemente buen ánimo y con talante
agradecido en medio del dolor dejando a las compañeras de
habitación un estímulo de confianza en su restablecimiento.
No fuiste cobarde a pesar de los inconvenientes de cada
operación. Has sido un ejemplo de fortaleza siguiendo con tu
trabajo sin quejarte.
En definitiva, mujer sufrida, hacendosa, fácil para la
conversación, orante, atrevida sin retraerse a causa de las
operaciones y el dolor.
Dios te dio su paz y le agradezco tu vida entregada como
Carmelita Teresa de San José.
Hna. Ana María García Gómez, ctsj
Evangelio puro, darse a sí misma desde lo pobre
Conocí a la Hna. Inés Ruiz Ruiz, en Madrid Agastia,
cuando nos preparamos para los votos perpetuos. Fueron tres
meses de convivencia fraterna con la comunidad y por supuesto
con ella quien, desde la misión que tenía de ofrecernos los
mejores alimentos, se desvivía por hacerlo con mucho cariño y
buscando que quienes veníamos de fuera tuviéramos la
posibilidad de no extrañar mucho la comida a la que estábamos
acostumbradas.
Hna. Inés se manifestó como una persona alegre, confiada
en las manos de Dios, disponible y con una gran capacidad para
aceptar con paz y con entereza los inconvenientes que suponía
llevar una bolsa de colostomía.
De manera esporádica nos volvimos a ver en la Casa
Madre, con mucho cariño, las dos, recordábamos aquellos
tiempos en los que nos conocimos y tuve la oportunidad de
ratificar que su alegría permanecía en su modo de dialogar, de
acoger, de compartir los momentos de recreo, en su preocupación
por las hermanas. Ella, aun estando enferma, se hacía cargo de
otras para ayudarles. Evangelio puro, darse a sí misma desde lo
pobre.
Agradezco a Dios la oportunidad que me dio de conocerla
y compartir algunos momentos de su vida. Ahora goza de la
presencia amorosa de Dios y vela por todas.
Hna. Mª del Socorro Henao Velásquez, ctsj
Un reloj que me traslada a la eternidad y me recuerda a la
Hermana Inés
El 30 de septiembre celebre mis Bodas de Plata y me llego
un paquetito de color plata y dentro un reloj pequeñito y
acompañándole un mensaje de la Hna. Inés que decía: para que
no te duermas y para que cada día te levantes con nueva ilusión
para seguir al Señor.
La verdad es que el reloj funciona y a cada hora emite uno
o dos sonidos diferentes y por más que he intentado que no suene,
no lo logro, pero cada vez que lo oigo sea de día o de noche me
remite más allá, me remite a la eternidad donde seguro que Inés
está gozando del abrazo del Dios Trino.
Me alegra este pensamiento al que me remite un pequeño
reloj porque me recuerda a una mujer servicial y dispuesta. Una
mujer con una gran fortaleza y entereza para llevar con buen
ánimo la vida. Viví con ella en la comunidad de Santurce y era
una mujer atenta, muy campechana. También una mujer con
mucho interés, le gustaba mucho la historia y saber cosas, con
frecuencia la veías buscando palabras en el diccionario o
consultando la enciclopedia para saber más cosas sobre alguna
pregunta que había salido en “Saber y ganar” (programa de TV
con preguntas de todo tipo).
También recuerdo sus dotes para la costura, era una gran
costurera y mientras pudo siempre que le pedias algo lo hacía con
mucho gusto y con mucha rapidez, era muy eficiente. Y por cierto
era una excelente cocinera y le gustaba que las hermanas
disfrutáramos de lo que hacía, tenía mucho humor para preparar
cosas para las ocasiones especiales o cuando venían hermanas.
En septiembre estuve en Barcelona y me hizo entrega de
una imagen que ella tenía de la Trinidad en tamaño colgante, la
tenía en su habitación en Santurce y en varias ocasiones en sus
diferentes ataques y sustos que nos dio, debido a que su corazón
estaba muy frágil, nos encomendábamos a la Trinidad mientras
llegaba la ambulancia. Cuando me lo entrego me dijo que ya
había escrito su testamento y para quien era cada cosa y esa
imagen era para mí, pero que, aunque lo había escrito prefería
dármelo en persona.
Cuando recibí la noticia de su muerte me sorprendió
mucho, pero al mismo tiempo me di cuenta de que estaba
preparada para el abrazo del Dios Trino. Dios sin duda nos recibe
con sus brazos abiertos cuando estamos totalmente vacías para
llenarnos de Él.
Cada hora que pasa es una conquista de la eternidad, Inés
ya es para toda la eternidad de este Dios que nos ama con infinita
misericordia.
Que ella que se nos ha adelantado para prepararnos sitio
siga intercediendo por cada una de nosotras para que vivamos
cada minuto con gozo e ilusión de seguir a Jesús, el que es, era y
será todo para todos los que tienen un corazón abierto y sencillo
como el de Inés.
Hna. María Ángeles Domínguez Carrera, ctsj
Me causó un fuerte impacto su fallecimiento. Fue tan
rápido e inesperado… Dios le dio una hora breve y no sufrió
agonía. Bastante debió sufrir los últimos años a raíz de su
enfermedad o sus enfermedades, porque eran varias.
Hace años que conviví con ella en Madrid y luego la he
tratado bastante en la Casa madre. Era una hermana que tenía
mucho interés por las cosas de la Congregación y en general, por
lo que acontece en nuestro mundo. Era sanamente curiosa y le
gustaba mucho leer. Tenía conocimiento de muchas cosas.
Quizá lo primero que salta a la vista de Hna. Inés era su
talante paciente y sufrido. No estaba sobrada de salud, como
sabemos, pero nunca se quejaba, salvo algún que otro comentario,
de vez en cuando, cuando tenía algún momento más agudo de
dolor. Sabía sufrir sin lamentaciones inútiles y estériles. Sin hacer
protagonismo de su delicada situación.
Pero quizá lo que más merece ser destacado es su solicitud
y cariño por otras hermanas que estaban en situación de mayor
fragilidad. Fue durante unos años un poco como la cuidadora
responsable de Hna. Basilia Natal, y su acompañante al hospital
evangélico donde era atendida Basilia junto con Hna. Antidia.
¡Qué paciencia derrochaba con ellas…! ¡Cuánto amor del
verdadero, del que no espera ni busca recompensa, sino
sencillamente hacer bien al que lo necesita, sea quien sea! Se
interesaba y preocupaba por las hermanas que pasaban por etapas
de mayor dolor y sufrimiento.
Durante muchos años, (ya no últimamente), su habitación
era vecina a la de mi mamá en el 2º piso de la Casa madre y
siempre tenía unos momentos para saludarla y preguntarle por su
salud, lo que mi mamá agradecía de corazón. Era muy cercana
con ella, y especialmente cuando sabía que pasaba por un mal
momento. Por ello quiero poner de manifiesto mi reconocimiento
y gratitud más sincera por nuestra hermana Inés que ya está con
Dios y con tantas hermanas que nos han precedido gozando para
siempre. Que no se olvide de quienes peregrinamos todavía por
esta tierra y que siga intercediendo ante el Señor por todas las
Carmelitas Teresas de San José, sus familiares y amigos y todas
las personas que ella llevó en su corazón. ¡Gracias, Inés! Algún
día nos volveremos a encontrar…
Hna. Mercedes Fernández Cogollos, ctsj
Recordando a Hermana Inés…
A ti Inés, como a muchas Hermanas, conocí poco tiempo,
cuanto llegaste a Barcelona bastante enferma. Me contaste a
grandes rasgos, cómo andaba tu salud o mejor, tu enfermedad. Lo
contabas con claridad, como si se tratara de otra persona. No te
quejabas, te mantenías tranquila, aceptando con paz lo que te iba
llegando.
Las que te conocían bien, pronto te presentaron tareas que
eran una de tus habilidades: Corte y confección. Y con tu
paciencia y capacidad de servicio, ibas ayudando a unas y a otras
con amabilidad.
No te quejabas, aunque tenías motivos para hacerlo.
Pronto empezó tu cuerpo a fallar y pasaste, muchas veces, por el
hospital San Pablo.
Tu paz y sencillez en tu trato con las Hermanas, nos
revelabas el trato con el Señor, porque estabas pendiente del
bienestar de las Hermanas. No solo lo vi, sino que lo experimenté
en mí, más de una vez.
El Señor te lo habrá “pagado” con creces. Te habrá
recibido en su gloria y tú lo habrás agradecido llena de felicidad.
No te olvides de nosotras, las que todavía caminamos en
este mundo que tanto necesitamos de la gracia y la ayuda del
Padre Dios, que tanto nos ama.
Inés, gracias por tu ejemplo y ayuda y por lo que ahora,
estarás pidiendo por todas nosotras, ante el Señor ¡GRACIAS!
Hna. Ana María Varona de la Fuente, ctsj
Ha sido muy corto el tiempo compartido con la Hermana
Inés, por lo menos para lo que "prometía" el compartir vida con
ella, pero la verdad es que ha dejado una huella muy bonita en mi
caminar vocacional.
Está claro que la vida se contempla por sí sola, pero yo
conocí a la Hna. Inés en relación con otra hermana, cuidando,
atendiendo y amando a la Hna. Basilia. Todo su ser con Basilia a
mí me hablaba de una ternura y un cariño que no son de este
mundo. Son gestos que (me gusta pensar) nos inspira Dios. Son
gestos que nos hablan del toque de Dios en el corazón de cada
una y a mí me han hablado de la forma de cuidar de Dios.
El caminar por los pasillos de la Casa Madre, la dulzura
con que una cuidaba y con que la otra se dejaba cuidar... Increíble.
Le pido a Dios que Inés, desde el cielo, desde nuestra
Comunidad de allí, nos toque el corazón con ese deseo de ternura
y de entrega que fueron para mi testimonio.
¡Gracias Inés, intercede por nosotras!
Hna. Ana Rita Revez, ctsj
“Dichoso quien se acuerda de los hermanos
porque cumple el mandamiento del Señor.” Salmo 111
Me ha costado asumir la inesperada partida a la Casa del Padre
de nuestra querida Hna. Inés Ruiz Ruiz su vida fue siempre un reflejo
de sencillez, acogida, servicio y disponibilidad. Tuve la suerte, la cual
agradezco de corazón, de convivir varios años en el colegio de Sabadell
entre los años 50 y tantos y sesenta y tantos que, aunque quedan muy
lejos los sigo recordando con mucho cariño y admiración.
Su carácter afable, jovial, alegre y también su valentía después
de tantos años enferma y delicada, seguía con amor e interés haciendo
el bien que podía.
Dichosa de ti Inés que supiste mantener la lámpara encendida
del amor a Dios y a los hermanos y de manera especial a tus familiares
y a nuestra familia religiosa. Tu que ya estás gozando de la luz que no
conoce ocaso y del abrazo de nuestro Padre Dios lleno de amor y
misericordia intercede por cada Carmelita Teresa de San José para que
sepamos vivir con gozo nuestra vocación y misión y podamos ser
signos visibles y creíbles de la bondad y misericordia de Dios.
Hna. Agustina García Fernández, ctsj