Hernán, sus cuentos para niños y jóvenes (y otras edades), y sus
ilustradores
Por: Christian Rodríguez Cabrera
Ilustración Jaime Villa. El fantasmita de las gafas verdes
Hernán Rodríguez Castelo publicó su primer cuento o novela corta para niños y jóvenes en
1975: Caperucito Azul1, que vio su quinta edición en el año 2000. En los siguientes años, hasta
el 2007, publicó once cuentos más, ambientados y narrados en tierras americanas, con suma
de visiones de los pobladores campesinos de San Juan Bautista de Angamarca y Alangasí.
No todas las publicaciones corrieron igual suerte en cuanto a circulación, crítica y
conocimiento del público, en parte por las condiciones editoriales del país, en parte por las
condiciones de comercialización del libro en Ecuador.
Esos cuentos para niños y jóvenes publicados han sido:
− Caperucito Azul. Ilustraciones Jaime Villa.
Bogotá, Ediciones Paulinas, 1975. (Quito, Talleres Heredia, 1978, 1981, 1985, 1989; 5a.
Ed. CMS Ideas, 2000)
− El fantasmita de las gafas verdes. Ilustraciones Jaime Villa.
1 Libro del que Benjamín Carrión escribió: “Pequeñita novela. Zumo exprimido de ternura. Fantasía infantil. Su
explicación final, su razón de ser es esta: porque todos necesitamos de cuentos para no morir de pena”
Bogotá-Quito, Círculo de Lectores, 1978 (Bogotá-Quito, La Oveja Negra-El Conejo,
1986; Quito, Talleres Heredia, 1987 y otras; 6ª. Ed, Quito, Editorial Orión, 2002; 7ª. Ed,
Quito, Grupo Editorial Norma S. A., 2011. Con ilustraciones de Darío Guerrero e Israel
Pardo –al cumplirse 30 años de su primera edición–)
− El grillito del trigal. (Cuentos). Ilustraciones Jaime Villa.
Guayaquil, Casa de la Cultura Ecuatoriana, 1979. (Quito, Talleres Heredia, 1986; Quito,
El Tucán, 2008, como El grillito del trigal y otros cuentos.
− Tontoburro. Ilustraciones Selma Rodríguez.
Quito, El Conejo, 1983 (Quito, Talleres Heredia, 1987). Actualmente en su página web:
www.hernanrodriguezcastelo.com
− Memorias de Gris el gato sin amo. Ilustraciones Gonzalo Endara Crow.
Quito, Talleres Heredia, 1987
− Historia del niño que era rey y quería casarse con la niña que no era reina.
Ilustraciones Celso Rojas.
Medellín. Susaeta, 1993. (Coedición con la Subsecretaría de Cultura del Ecuador)
− Historia de dos vecinos. Ilustraciones Celso Rojas Quito.
Fundación Esquel, “La Televisión” y Grupo Imprenta Mariscal, 1995
− La maravillosa historia del cerdito y otras historias no menos maravillosas.
Ilustraciones Carla Torres.
Quito, Libresa, 1996
− Historias de Dorado y Sebastián. Ilustraciones Eulalia Cornejo.
Quito, Libresa, 2001
− El aprendiz de mago y el Reino de los Poderes.
Ilustraciones Paola y Gabriel Karolys Torres Quito, Editorial Radmandí, 2004
− El libro del Ilaló. Ilustraciones Salvador Bacon.
Quito, Casa de la Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión”, 2007
Para Hernán la calidad de la ilustración de los libros para niños y jóvenes siempre fue
tema fundamental; no bastaba con el cuento contado, este debía ser mostrado, sin agotarlo.
Por esto y por su conocimiento de los artistas plásticos del país, Hernán nunca dudó en
pedir la colaboración a varios de ellos para que ilustrasen sus cuentos o, como en el caso del
suplemento infantil de Meridiano Caperucito, que dirigió, trabajó en sus 85 números (de
agosto de 1983 a enero de 1985), para la ilustración de otros materiales de autores
latinoamericanos y mundiales.
Como puede verse del listado de las publicaciones arriba mostrado, a nombres como
Jaime Villa, Celso Rojas, Gonzalo Endara Crow o Salvador Bacon deberán sumarse los de
Eduardo Kingman, Félix Aráuz y Pedro Niaupari, como cómplices en la tarea de hacer llegar lo
mejor de la literatura a los niños y jóvenes del país.
Caso particular son las ilustradoras de dos historias: Bolívar contado a los niños y
Tontoburro; el primero, que antes de su publicación como libro (con las ilustraciones de J.
Villa), apareció capítulo a capítulo (85 en total) en las páginas del suplemento Caperucito
ilustrado por Sigrid Rodríguez; el segundo, ilustrado por Selma Rodríguez,hijas de Hernán.
Con el pasar del tiempo y el surgimiento de ilustradores para libros en el país, algunas
de las publicaciones fueron trabajadas por personas seleccionadas por las editoriales que
publicaban las obras, así hubo colaboraciones de Eulalia Cornejo, Carla Torres, Paola y Gabriel
Karolys Torres o Darío Guerrero e Israel Pardo.
Los artistas ilustradores
El trabajo colaborativo con Eduardo Kingman se dio gracias a la generosidad del maestro que
permitió que en el suplemento Caperucito se publicase, entrega a entrega, su Historia del
Ecuador (1962) que “es toda obra de Kingman. El texto, los dibujos: esos recios, inconfundibles
dibujos de Kingman. Constituyen la visión más sistemática y completa del hombre ecuatoriano,
de quien ha pintado tantas veces, con tanta fuerza, con tanta hondura y ternura, sus dramas y
alegrías cotidianas”, como escribió Hernán en el número 23 de Caperucito (26 de enero de
1994) al presentar a sus lectores la primera entrega de la serie.
El último “capítulo” de la Historia del Ecuador: La batalla del Pichincha, se publicaría en
el número 84 de Caperucito, el 31 de marzo de 1985.
Caso especial de colaboración ha sido con el maestro Jaime Villa, quien no solo ilustró
Caperucito Azul, El fantasmita de las gafas verdes, El grillito del trigal, Bolívar contado a los
niños (edición libro), sino que participó en cada uno de los números del suplemento
Caperucito, ilustrando cuanto se requiriera, con una versatilidad y diversidad que lo hacen
inagotable e incansable en cualquier edad.
Ilustración Jaime Villa. Caperucito Azul
Una de las secciones del suplemente Caperucito que más me gustó siempre fue “Un
poema y tú”, donde cada semana se escogía y transcribía un poema de lo mejor de la poesía
hecha para niños y jóvenes (nacional, regional y mundial), se daba una corta biografía de su
autor y, lo más interesante, se analizaba el poema para facilitar el acercamiento del lector al
texto (no su memorización sino su comprensión). Esta sección, de página entera, siempre tuvo
una ilustración de J. Villa. Todas mágicas, todas insinuadoras del contenido del poema, tiernas
y logrando una poesía visual que enriquece el sentido de cada texto.
Gonzalo Endara Crow ilustró, Memorias de Gris el gato sin amo, que se anunció en el
primer número del suplemento Caperucito como “una novela para niños y jóvenes”, y que en
sus XVII capítulos contó con las ilustraciones de G. Endara, en las que recreó dentro de lo que
era su mundo mágico o fabuloso la historia de Gris.
Ilustración Gonzalo Endara Crow. Memorias de gris el gato sin amo
El cuento vería su versión impresa en 1987, lamentablemente con unas
reproducciones en blanco y negro de poca calidad, con lo que la magia del color que manejó G.
Endara en las ilustraciones se perdió.
Ilustración Celso Rojas. Historia del niño que era rey.
Sin una enumeración que implique algún orden, sino talvez el del año de aparición del
libro, llegamos a Celso Rojas. C. Rojas ilustró Historia del niño que era rey y quería casarse con
la niña que no era reina, ilustraciones que conocidas en originales por los especialistas
participantes en el II Coloquio Internacional del Libro Infantil, Medellín, 7-10 de septiembre de
1993, opinaron que eran las más bellas que hubieran visto nunca.
C. Rojas ilustró, también, Historia de dos vecinos (1995), pequeño cuento que quiere
explicar a los más pequeños el conflicto con el Perú que vivía el país en ese momento. Obra de
colaboraciones, editada en 100.000 ejemplares, que “… transmite un mensaje de paz en
tiempos de tensión en los que es muy fácil que el patriotismo se convierta en guerrerismo”.2
Aunque no se ha incluido en el listado inicial, Hernán y C. Rojas tienen una nueva
colaboración con “Charles Perrault. Cuentos. Traducción del original francés y ensayo
preliminar de Hernán Rodríguez Castelo3.
2 Guillermo Fuchslocher. Revista Gestión, abril, 1995 3 Edición conmemorativa del tercer centenario de Historias o cuentos de Antaño. Quito, Libresa, 1997
Cada uno de los libros tiene ilustraciones diferentes, más ricas y abigarradas de
contenidos mágicos de América y Europa en La historia del niño…; más desnudas, pero más
directas para mostrar el motivo en Historia de dos vecinos; y, para Perrault lo libre de la
interpretación de cuentos universales (La bella durmiente, Caperucita Roja, Barba Azul, Maese
gato o el gato con botas, entre otros), que C. Rojas filtró por su sensibilidad para hacerlos
nuestros desde la apropiación con sus seres, criaturas, su dibujo en definitiva.
El libro del Ilaló es uncuento de amor a la tierra donde Hernán vivió más de la mitad de
la vida. Historias que vuelven sobre temas siempre presentes en sus libros para niños y
jóvenes: la convivencia con la naturaleza en plenitud entre hombres, animales y plantas; el
amor a la montaña, al sol, al agua. La solidaridad y el compañerismo. La búsqueda del saber de
las gentes de Angamarca y Alangasí, un saber milenario esencial y mágico. Y, como toda en
esta historia, que es un encontrar, apareció Salvador Bacon para ilustrarlo.
S. Bacon cuenta de las dos ocasiones que ascendió hasta la Cruz del Ilaló, acompañado
no solo por Hernán y la pequeña hija del pintor (en una ocasión), sino también por los
personajes de la historia: el aguilucho, la pequeño sapo, otros que no se mostraban por
tímidos y que los seguían desde sus escondites.
Así entró o así fue aceptado S. Bacon en el Ilaló y así surgieron sus ilustraciones que
dan vida, simple y llena de contenido a cada una de las historias que reúne el libro.
Ilustración de Salvador Bacon. El libro del Ilaló
Otros libros. Otros ilustradores
A aquellos libros y de aquellos ilustrados, que son artistas plásticos antes que nada, se suman
otros títulos ilustrados por ilustradores, profesionales en su área, por decirlo de alguna
manera.
En El aprendiz de mago, logran las ilustraciones de Paola y Gabriel Karolys Torres
mantener aquellos que buscó el texto, es decir, transmutar la árida ortografía de tildes en
juego de magia.
Historias de Dorado y Sebastián, con ilustraciones de Eulalia Cornejo, es un cuento que
nace de una inspiración para el nieto de Hernán (claro Sebastián no Dorado), el que un día “se
fue a vivir con sus papás a Alemania. Y yo le conté un cuento por el correo electrónico, de mi
computadora a su computadora. Entonces pensé: ¿por qué ese cuento solo para Sebastián?”4.
Las ilustraciones mantienen el ambiente de familia, de sorpresa y emoción que vive un
niño muy pequeño, y, nuevamente, el sentido de respeto y convivencia con la naturaleza, que
se mueve en el fondo de la historia.
La maravillosa historia del cerdito (y otras historias no menos maravillosas), es el
cuento para los más pequeños –el editor pone el anuncio: a partir de los 8 años–. Los otros dos
cuentos del libro son ya conocidos por sus lectores: El grillito del trigal y Sixtín y el bibliotecario
avaro.
Las ilustraciones de Carla Torres ambientan las tres historias con dibujos particulares,
es decir, en cada cuento su propio ambiente, llegando en el caso de La maravillosa historia a
dibujos más ricos en elementos de paisaje, como formas propias de recrear la naturaleza
donde los personajes entran a ser parte.
Un paréntesis necesario: dos conmemoraciones urgentes
Como en un paréntesis a este pequeño recuento de quienes ilustraron libros infantiles y
juveniles de Hernán, quiero resaltar el hecho de que el cuento El Grillito del trigal cumplió
ahora en el 2017 50 años desde la primera vez en que fue contado, como lo narra el mismo
autor en la introducción del cuento:
Lo conté por primera vez la noche del 13 de enero de 1967 a dos niñas que tenían, creo,
ocho o nueve años y les gustó. Una de las pequeñas estaba de cumpleaños y le había
prometido leerle algo de Caperucito Azul. Pero, a la hora de la hora, llegué a su casa
con un pastel y sin el Caperucito, y eso a ella no le hizo ni pizca de gracia. Tuve, pues,
4 Historias de Dorado y Sebastián. Quito, Libresa, 2001, pg. 24
que inventarme un cuento. Y esa noche, junto al fuego, nació El grillito de principio a
fin, sin descanso ni interrupción.5
Ante conmemoración tan significativa el joven compositor José Manuel Ortíz, estrenó
el mismo día en que se cumplían 50 años su obra sobre el cuento. Había hecho música las
canciones que entonaba el grillito en su trigal, a la salida y a la puesta del sol, y las hermosas
melodías que tocaba ya convertido en hombre, en un violinista ciego, para los locos y para sus
amiguitos, los niños.
HRC con el compositor José Manuel Ortíz, el día de la presentación de la obra
Este fue uno de los últimos eventos a que asistió Hernán en vida (fallecería el 19 de
febrero de 2017), sobre el cual señaló: “líricas melodías en el violín para el poético vivir del
grillito cantor en su trigal. Cobraban un aire nativo, con reminiscencias de sanjuanito en la
canción con que el grillito evocaba a su amigo de los campos, el pastor. Y se transían de los
tristes tonos del yaraví para los momentos dolorosos de la vida del pequeño grillo. Y puntos de
clímax para los momentos de trasmutación, de grillo en hombre y, nuevamente, de hombre en
grillo. El cuento, con esa música, cobró nuevo poder de conmover. Obra tan importante saltará
algún día -ojalá pronto- al gran escenario y, ojalá, a su difusión por medios electrónicos.”6
El otro hecho que quiero resaltar, en este largo paréntesis, es de la celebración de los
30 años del Fantasmita de las gafas verdes que se cumplió en el 2011. Si bien para la ocasión el
Grupo editorial NORMA realizó una publicación del cuento (agosto 2011) esta pasó sin mayor
noticia (en este caso se podría realizar un análisis sobre el efecto de la ilustración en la
interpretación de un cuento, entre los dibujos de la primera edición y esta del 2011 realizados
por Darío Guerrero e Israel Prado).
5 Hernán Rodríguez Castelo, El grillito del trigal, (cuentos). Guayaquil, Casas de la Cultura Ecuatoriana, 1979, pg. 5 6 http://hernanrodriguezcastelo.com/grillito_50_anos.htm
Un final (“sin boda ni perdices porque pasaron de moda”7)
Hemos enfrentado en vida de Hernán el problema de reeditar algunos cuentos y no contar con
las ilustraciones originales, las cuales no las conservaron ni sus propios autores; esto ha llevado
a la búsqueda de nuevas ilustraciones para los cuentos.
Caso como el narrado ha sido La historia del fantasmita de las gafas verdes, donde, si
bien el texto no cambia, la imagen nos lleva, en su última edición, a pensar en una historia sin
los sentidos que tiene8.
El asunto no cruza por el hecho de mantener por mantener ilustraciones anteriores
negando las posibilidades de nuevas interpretaciones de los cuentos, de nuevas técnicas y
tratamientos, sino por reconocer si lo esencial del cuento se captó, si lo dicho, en este caso lo
dibujado, pudo hacerse mejor. Si suman al cuento.
Si pruebo a dar una respuesta personal de qué sería ese “hacerse mejor”, sería llegar a
ilustraciones que capten lo esencial y plasmen en una imagen algo que trasciende el tiempo y
las modas; esto frente a formas de ilustración que buscan lo “anecdótico” del párrafo, o del
capítulo, que se quedan en reproducir lo que uno lee y no en hacer magia y fantasía.
Hoy, estas historias, de las que he dado noticia en esta narración son parte del legado
de Hernán Rodríguez Castelo para el país y la humanidad. Son libros, algunos agotados, otros
de circulación, otros que pueden “bajarse” de su página web. Son obras que ya son parte de
una historia de la literatura infantil y juvenil nacional, pero también son parte de la historia del
arte ecuatorianao.
Alangasí y Quito, julio 2017
7 La maravillosa historia del cerdito. Quito, Libresa, 1996, pg. 105 8 Como se podría separar el texto de la imagen en casos como Jim Boton y Lucas el maquinista de Ende, con los
dibujos de F.J. Tripp; o la serie de ilustraciones de Juan Marchesi, para Ediciones de La Flor, de obras de Ray
Bradbury, Italo Calvino, Clarice Lispector; o esa relación Sempé-Goscinny: el Pequeño Nicolás.