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NOTA: 4.3
Comentarios:
Es un texto equilibrado, bien escrito, bien estructurado.
Si bien aborda y desarrolla como eje central el asunto de la auto re-presentación,
ante sí, ante el otro como práctica social, y acopia referentes adecuados,
coherentes para exponer diversas estrategias posibles en este tipo de ejercicio,
echo de menos una observación más sensible en cuanto a los contenidos críticos
y controversiales que proponen algunas de las imágenes elegidas, (ejs: las
elegidas acá de Nan Goldin, o Cindy Sherman) que rebasan la mera intensión de
mostrarse a sí mismo(a), y con ello, permitirse profundizar en problemas de carga
o contenido de la imagen, propia o ajena.
De la copia, el selfie y otros demonios
Por: Laura Gutiérrez Méndez
Seminario I
2014
“[...] Tengo una cara pero mi cara no soy yo. Tras ella
hay una mente que tu no ves pero que te observa. Esta
cara que tú ves es un medio del que me dispongo para
expresar algo de lo que soy. O al menos eso parece
hasta que me vuelvo al espejo, entonces puede parecer
que mi cara me pertenece, que se enfrenta a mi como
una apariencia a la que estoy ligado [...]”
Julian Bell
“At first, my presence in my photos was fascinating and
disturbing. But as time passed and I was more a part of
other ideas in my photos, I was able to add a giggle to
those feelings.”
- Lee Friedlander
Auguste Rodin, escultor francés, impresionista, considerado uno de los padres de
la escultura moderna, procedente del academicismo neoclásico, autor y creador
de Las puertas del infierno, muere en 1917 y deja un legado al Estado francés con
todas sus pertenencias, no sólo las obras de su propiedad, sino también todos los
derechos de reproducción, es decir, el derecho a realizar ediciones en bronce en
base a las escayolas existentes. Debido a este hecho, se entra en la penumbra del
original, de lo auténtico, de lo único, pues, después de haber sido rechazadas aún
siendo un encargo pagado por el Estado, nunca se terminaron, nunca fueron
demandadas y por consiguiente, nunca se vaciaron mientras el artista estaba en
vida. Sin embargo esto no fue excusa para que tiempo después se lograra el
vaciado de la obra y al ser aceptada la donación, Chambre de Députés decidiera
limitar las ediciones póstumas a doce vaciados por escayola y denominarlas
“únicas originales”, así suene ilógico y redundante.
El concepto de verdadero y falso, desde siempre ha sido controversial y la
originalidad se cuestiona incluso desde antes que los romanos vendieran copias
de artículos egipcios en plata. Sin embargo como se nos viene recordando en La
obra de arte en la época de la reproductibilidad técnica de Walter Benjamin, la
autenticidad pierde su sentido como idea a medida que nos aproximamos a
aquellos medios que son inherentemente múltiples, como la fotografía. “A partir de
un negativo fotográfico, por ejemplo, se puede hacer un número indeterminado de
impresiones; carece de sentido preguntarse qué impresión es autentica”, dice el
autor.
Collier, Anne. American, born. 1970.
Imagen tomada de:
http://www.moma.org/collection/browse_results.php?
criteria=O:DE:I:4%7cG:HI:E:1&page_number=98&template_id=1&sort_order=2
Desde 1839, la fotografía ha sido el medio para documentar, seducir, mostrar,
contar, enseñar, emocionar y develar la realidad de una sociedad. Así como lo
menciona Italo Calvino en la introducción al texto La Aventura de un Fotógrafo:
“Con la primavera, cientos de miles de ciudadanos salen el domingo
con el estuche en bandolera. Y se fotografían. Vuelven contentos
como cazadores con el morral repleto, pasan los días esperando con
dulce ansiedad las fotos reveladas (ansiedad a la que algunos añaden
el sutil placer de las manipulaciones alquímicas en la cámara oscura,
vedada a las intrusiones de los familiares y acre de ácidos al olfato), y
sólo cuando tienen las fotos delante de los ojos parecen tomar
posesión tangible del día transcurrido, sólo entonces el torrente
alpino, el gesto del nene con el cubo, el reflejo del sol en la pierna de
la esposa adquieren la irrevocabilidad de lo que ha sido y ya no puede
ser puesto en duda. Lo demás puede ahogarse decididamente en la
sombra insegura del recuerdo.”
Y así, con el paso del tiempo, la fotografía se ha hecho completamente accesible,
ha pasado muchas veces por la desaprobación o crítica negativa en el ámbito
periodístico, artístico, publicitario, comercial y demás. En el último siglo se ha
hecho inverosímil, indispensable, social, íntima, ha cambiado su concepto, pues,
las imágenes dejaron de ser tomadas como testimonio incontrovertible de una
realidad pasada, para convertirse cada vez más claramente en el resultado de
una exploración a veces carente de fundamentos o intenciones, una imagen
desinteresada o con fines lejos de lo documental y más cerca de lo cotidiano, de lo
casual.
Friedlander, Lee. New York City, 1968
Imagen tomada de:
http://www.americansuburbx.com/series-2/l/lee-friedlander-self-portrait
Y al hablar de lo casual podemos hacer un nudo con lo contemporáneo (si
estuviésemos tejiendo una red), al referirnos a las fotografías tomadas por el
sujeto mismo que aparece en la imagen, actualmente conocido como selfie y
utilizado de forma masiva. Las selfie/s son fotografías que se comparten en redes
sociales como facebook, instagram, twitter, y demás. Usualmente son tomadas
contra un espejo o evidenciando que la cámara portable está en las manos, y su
finalidad es la de contar sin decir. Con esto me refiero a que nos mantenemos al
tanto de la vida de los otros sin tener contacto alguno con ellos, sabemos todo:
qué desayunaron y dónde, sabemos cuando se casaron, y con quién, sabemos el
nombre de sus tres hijos y el duelo que pasaron por la muerte de algún familiar.
Como lo dice el autor Daniel Estulin en su libro El club de los inmortales:
“Hoy en día, ya no hay privacidad. Ya no hay vergüenza. En todo el
mundo, la gente sube a internet, anónima y abiertamente, todo lo que
tiene que ver consigo a través de las redes: nombre, dirección,
número de teléfono, la escuela a la que fue, donde trabaja, quienes
son sus amigos, lo que opina sobre una variedad infinita de temas,
tanto políticos como sociales, lo que hizo la noche anterior, la semana
pasada o el años pasado, etc. Una cantidad infinita de información
privada (el sueño erótico de la Stasi1 hecho realidad); y todo a
disposición de todo el mundo en la red. Gratis. ¿por qué lo hace la
gente? Porque estamos convencidos de que nuestras instantáneas de
instagram y nuestros mensajes en twitter son genialidades, que
nuestra especialísima forma de expresarnos es única e ingeniosa, y
que rebosa creatividad cuando, en realidad, es aburrida, previsible y,
mayoritaria y básicamente, se traduce en las divagaciones penosas
de un cerebro muerto”. (2013, p. 120).
1 El Ministerio para la Seguridad del Estado (en alemán Ministerium für Staatssicherheit), más conocido por su abreviatura Stasi, era el órgano de inteligencia de la República Democrática Alemana (RDA), en 1950.
Picasso, Pablo. Girl before a mirror. Marzo, 1932
Imagen tomada de la página del museo de Arte Moderno de Nueva york:
http://www.moma.org/collection/object.php?object_id=78311
Hablar de una selfie no es lo mismo que referirse a un autorretrato, aunque
pareciera que están al mismo alcance. Podría creerse que la diferencia se marca
en 1865, cuando Johann Zahn inventa una cámara lo suficientemente liviana y
pequeña para que cualquier sujeto pueda portarla, así, si siente la necesidad de
aparecer en la fotografía que evidencia un momento o lugar determinado, pueda
hacerlo. Según wikipedia, el primer selfie fue tomado por Robert Cornelius en el
año 1839, pero el término se hizo popular en 2002 cuando un sujeto envío una
carta a un amigo con una auto-foto denominándola selfie.
Pero, por otro lado, el autorretrato, es uno de los ejercicios de análisis más
profundos que puede hacer un artista y está cargado de simbología que el autor
quiere transmitir. Por ejemplo, Nan Goldin en sus fotografías intenta enfrentarse a
su propio rostro, al indagar de qué manera define su naturaleza a la vez que
estudia la formulación de “ser sí misma”. Esta forma introspectiva de
autorrepresentación continúa siendo misteriosa al producir un juego de miradas
entre el que ve y el que es visto. La artista representa miradas intensas, perplejas,
conscientes o sorprendidas de ella misma, que tienen en común la individualidad
de su ser y la forma de construcción de sujeto femenino dentro de la sociedad.
Nan one month after being battered
Goldin, Nan, (Nan) Goldin’s Years, 1984.
Imagen tomada de:
http://www.americansuburbx.com/2010/06/theory-nan-goldins-years.html
Roland Barthes dice que ante el objetivo de la cámara se posibilitan por lo menos
cuatro imaginarios: “Ante el objetivo soy a la vez: aquel que creo ser, aquel que
quisiera que crean, aquel que el fotógrafo cree que soy y aquel de quien se sirve
para exhibir su arte”. No lejos de esta definición que hace el autor, pensar en una
auto-foto o selfie tiene la misma carga, pero diferente contenido y finalidad, pues,
no se trata de mostrar su arte, pero sí de mostrarse a sí mismo como sujeto en
busca de aprobación social. Y Sonia Vargas Martinez en su libro Nan Goldin, La
intimidad en revuelta, la intimidad devuelta, usa un término descriptivo e
importante: autorepresentación artística contemporánea el cual conecta la
semiótica de estas dos prácticas. Y al citar a Bell menciona tres aspectos precisos
de este ejercicio:
1. La apariencia física del cuerpo, sobre todo del rostro.
2. Los efectos emotivos que se evidencian o no ante un espejo y que a su vez,
permite percibirnos como otro.
3. La situación de confrontación consigo mismo, además de los propósitos
estéticos de la imagen.
Cindy Sherman con sus “falsos autorretratos” imponía una posición estética y
moral recurriendo al disfraz para incorporarse a la escenografía y construirse a sí
misma en otra, indiferentemente si es hombre, mujer o niño. La artista aborda la
identidad femenina aludiendo a los desplazamientos de valores, la pérdida de
identidad en un mundo saturado por estereotipos y medios, cuestiona la “identidad
femenina” que suele mostrar a las mujeres bajo paradigmas y clichés generados
por la televisión y la publicidad.
Sherman, Cindy.
No lejos de esta actividad propuesta por Sherman, en la actualidad nos
encontramos de narices con la tecnología que nos envuelve por completo. Somos
víctimas decididas a mostrar nuestras actividades cotidianas por medio de las
redes sociales, a cambio de unos centavos: aprobación social. Pero, “así somos,
en nuestra cultura basura, utilizamos conceptos profundos con fines superficiales”
(Stulin, 2013, p.121), hacemos un llamado a la atención pública para tener
contacto, acercamiento o relación humana, la cual, se establece, desarrolla y
mantiene principalmente por medio de señales no verbales, aunque por supuesto
también se usan las palabras y el lenguaje. Nos volvimos reiterativos en el
momento de mostrarnos, somos la copia de la copia, solo nuestro rostro nos
diferencia y nos hace únicos. Es por esto que inicié el texto hablando del caso
Rodin, porque la naturaleza humana tiende a imitar, a hacer de sí una copia con el
interés de alcanzar lo que otros, así esto implique aparentar, además el tema de la
originalidad ha sido controversial desde el momento en que sentimos que ya todo
esta creado, que todo lo que sigue apareciendo es basado en una creación previa.
“Las redes sociales, en realidad, han dado categoría de “celebridad”
que poca gente alcanza ¿y que es la celebridad, sino el mayor engaño
humano inventado para satisfacer nuestras exageradas expectativas
de grandeza? Es el mayor éxito del siglo XXI y la búsqueda de una
ilusión. Se ha creado un nuevo molde de modo que los modelos
humanos comerciales, los héroes modernos, puedan reproducirse en
cadena para satisfacer el mercado sin problemas, las cualidades que
hoy en día convierten comúnmente a un hombre o a una mujer en una
marca ‘publicitada nacionalmente’ son, de hecho, una nueva categoría
de vacío humano. El mundo al que nos hemos asomado esta, de algún
modo, por encima del bien y del mal. Es un mundo de sentimentalismo,
de cambio de imagen, de personas que están dispuestas a derramar
una lagrima delante de todo el mundo, y cuando acaba el día regresan
con visiones edificantes de la vida en familia”. (Stulin, 2013, p.121)
Juan Pablo Echeverri, artista colombiano, quien tiene fotos tomadas diariamente
durante 8 años en donde cambia su ropa y peinado, da un manejo a su rostro y su
cuerpo en el que no evidencia una crítica o contenido argumentativo, su fondo es
una estética propia a partir de la apropiación de diferentes personajes, sean
inventados o ya creados. Lo cierto es que sus retratos siguen funcionando como
índice y símbolo, como icono y metáfora, afirmando la existencia de las cosas.
Como espectadores, cuando vemos otra cara tendemos a hacer comparaciones
con nosotros mismos, y con este artista en específico empatizamos con sus
diferentes facetas y personajes recreados.
La fotografía cambia constantemente y resulta difícil de definir. Su naturaleza
discursiva y, en cierta medida, promiscua, ha confundido a muchos respecto a su
estatus y a su valor como forma artística. El problema es que se presta por sí
misma a muchos usos, todos muy variados. En el libro Fotografía hoy, Susan
Bright se refiere a los autorretratos que allí aparecen como el interés del artista por
trabajar con su propia imagen abordando cuestiones de identidad haciéndolo de
una forma fluida e intercambiable, que está en función del entorno y la gente que
los rodea: “El uso de la máscara, y el juego entre lo que se muestra y se oculta
resulta esencial cuando los artistas ofrecen diferentes versiones de sí mismos. Se
adoptan y descartan diferentes géneros, sexos, edades y personalidades para la
cámara y se preparan decorados en un proceso que continuamente se lleva la
identidad del autorretrato”.
Ser retratado, para mí, es sinónimo del deseo de ser visto, quien posa frente a una
cámara se está mostrando ante un espectador, así sea el mismo. Y es evidente
que el fin de los artistas anteriormente mencionados y de las personas que se
toman selfies es el de cuestionar e indagar acerca de su identidad. Según el DSM-
52, La Asociación Americana de Psiquiatría considera los selfies síntoma de
desorden mental relacionado con el narcisismo, auto indulgencia y dependencia
de la búsqueda de atención social. La acción tiende a convertirse en algo obsesivo
compulsivo, pues, el sujeto trata de compensar una baja autoestima o una
deficiencia en el manejo de la intimidad compartiendo dichas fotos en la web.
2 En inglés Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, Fifth Edition (DSM-5) es la herramienta de clasificación y diagnósticos del American Psychiatric Association's (APA) actualizado hasta el año 2013. En los Estados Unidos sirve como diagnostico psiquiátrico universal.
Imagen tomada de:
http://dmpmm.com/charlottehanly/2014/03/29/the-selfie-explosion/
En mis obras relacionadas al tema tratado a través del texto, desinteresadamente
busco la aceptación, no del público, si no de quien está dirigida. En Quiereme
puta, quiéreme ahora, acompaño la serie de autorretratos con un texto escrito
previamente a la puesta en escena. Es decir, un día buscando inspiración,
encontré papeles rotos que hablaban de mis necesidades, de mis ausencias, de
mi inconformidad, y decidí tomar la serie con base en esto. La técnica que utilicé
fue: fotografía análoga, instantáneas de 10 x 15 cms y el resultado fue una serie
de 9 fotografías que muestra sutilmente mi rostro en una iluminación tenue, con
diferentes accesorios, atuendos y gestos que se relacionan con el texto.
Quiere a quien quiero ocultar ante
una realidad evidente. En mi lluvia
de ideas estúpidas e incoherentes y
en mis actos consecuentes a ellas,
quiéreme.
Quiéreme con el dolor que cargo de
un pasado que pesa y que agota.
Por las veces que sabes que
miento, pero insisto en tener la
razón, quiéreme.
Quiéreme con mis desordenes
mentales y mis pocas ganas de
cambiar(te).
Quiéreme en mi silencio en
consecuencia de mis errores,
quiéreme cuando mis lágrimas
digan más que mis palabras.
Quiéreme a mi en mis ratos de ocio
y al crucigrama que dejo casi vacío.
Quiéreme con mis inseguridades y
cuándo me cubro con mis manos
torpes después de hacer el amor.
Quiéreme cuando me vaya y acompáñame
en este que ya no es mi viaje.
Gutiérrez, Laura, Quiereme puta, quiéreme ahora. Autorretrato, 2013
En Ella tome una fotografía digital aludiendo al cuerpo desnudo de la mujer. El
tema de la obra está directamente relacionado con la obra de Sherman: la
inseguridad de la mujer con su figura y los estereotipos que se han ido creando
gracias a los medios masivos de comunicación y la publicidad.
Gutiérrez, Laura, Ella. Autorretrato, 2014.
Vivimos en un mundo de imágenes, un mundo en el que si uno no se muestra, no
existe, pero si se muestra demasiado, entonces, es un enfermo mental. Nos
obligan a ser vistos, el narcisismo es nuestro lema y la fotografía la herramienta.
Nunca estamos realmente conformes porque tenemos la posibilidad de ver cómo
viven y lucen los demás y sentimos la necesidad de copiarlos, de alcanzar sus
mismos metas, de sufrir si no lo logramos. Lo bueno es que esto se puede
expresar a través del arte, lo irónico es que como artistas también nos hundimos
en la duda de la aprobación y lo malo es que no podemos salir de este c irculo de
búsqueda de aceptación e inclusión social.
Krauss, Rosalind E., La originalidad de la vanguardia y otros mitos modernos,
Alianza Forma, 1996.
Calvino, Italo. La Aventura de un Fotógrafo. [En línea].
http://izufotocaptura.wordpress.com/2009/10/20/la-aventura-de-un-fotografo-italo-
calvino/ (Acceso: 8 Octubre de 2014)
Stulin, Daniel. El club de los inmortales, Ediciones B, 2013.
Vargas Martinez, Sonia. Nan Goldin, La intimidad en revuelta, la intimidad
devuelta, colecciónsincondición, 2009.
Copie conforme. Película. Kiarostami, Abbas dir. Francia, Italia e Irán: Wanda
Visión. 2010.
Argyle, Michael y Trower. Peter, Tu y los otros, Contemporánea de ediciones
S.R.L, Caracas, Venezuela, 1980
Serrano, Eduardo. Historia de la fotografía en Colombia, Museo Nacional de
Colombia, Editorial Planeta Colombiana S.A, 2006.
Bright, Susan. Fotografía hoy, NEREA, 2002.