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7/26/2019 Franois-Ren Chateaubriand -Las Aventuras Del Ultimo Abencerrage
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https://books.google.com.ar/books?id=CmEuRzpi3rEC&hl=eshttps://books.google.com.ar/books?id=CmEuRzpi3rEC&hl=es -
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LAS
AVENTURAS
DEL
ULTIMO
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En prensa :
Los
Natchez
,
del
mismo
autor
por e l
mismo traductor.
* . , ^ ^
1 . .
P A R I S ,
I M P R E N T A D E DECOURCHAHT,
C a l l e d t
E r f u r t h
n *
i .
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LASAVENTURAS
DEL
ULTIMO
r o a
H l D B l U A C l l
mmiO
D I L A P R A H C E S *
;
OB RA T R A D U C I D A . LIBREMENTE A L CASTELLANO
r o
DONMARIANO JOSE S I C I L I A ,
An%o c a t e d r t i c o d e
f i l o s o f a
m o r a l y
d e
d e r e c h o p U i o o d e
l a U a i v e r a i d a d l i t e r a r i a d e G r a n a d o .
PARIS,
LIBRERIA
AMERICANA,
C A L L E D E L T E M P L E , 6 g .
1827.
-
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>
*
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AL SEOR CONDE
G E N T I L H O M B R E H O N O R A R I O D E C I M A S A
D E S . M C R I S T I A N I S I M A ,
C A B A L L E R O D E L A
L E G I O N
D E
H O N O R ,
E T
A l trasladar a l espaol l a s
nuevas
bellezas c on que e l magnfico cantor
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( 6 )
de Atala ha enriquecido la
lengua
francesa en su preciosa novela del
Abencerrage,
he
sentido
un
deseo
i r r e s i s t i b l e de trasladar
tambien
con
e l l a s e l
alto
aprecio y la
cordial
amistad
que
me
unen
vuestra
per
sona
y
toda vuestra
ilustre fami
l i a . El reconocimiento, cuando no
se
encuentran medios y
ocasiones
d e
espresarle,
atormenta
mucho
e l
,
corazon.
Es
menester ser estrangero
y hallarse
lejos
d e
su patria para
conocer
todo
e l precio d e la noble
hospitalidad de que os h e sido deu
dor.
Como
podra yo vivir
sin
ma-
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(
1
)
infestarla gratitud
que
vuestras bon
dades
me imponen, y llenar este
dulce
deber
de
la
sola
manera
que
me e s
dado?
La traduccion del Abencerrage
os
pertenece
tambien
por
mas
d e
un
t t u l o . En la apacible y hermosa so
ledad d e vuestro
parque e s
dondeyo
he
sentido las
inspiraciones que
me
han hecho atreverme
pasar
los
l i n
d es
d e un mero traductor, animando
esta novela y
adornndola
a l
gusto
espaol.
En
vuestro
c a s t i l l o ,
en
donde
habitan
unidas la sabidura, la vir
tud y
l a
religion, se han avivado
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(
)
todos
los tiernos
recuerdos de
mi
pais nativo, y
en
l a s
encantadoras
v i s t a s
que
l e
rodean,
mui
parecidas
l a s
d e
Granada,
he
tomado
mu
chos d e los colores que resaltan en
mis descripciones. Allgase luego
esto la influencia tan
poderosa
que
ha tenido en
e l
xito de este trabajo
la particular consideracion que os
merece
e l
inocente
cultivo
d e
las
l e
tras,
e l
cual no
hace nunca buenas
medras
sin los estmulos
de
la amis
tad y del aprecio de los que , como
vos , s e gozan de
amarlas y d e alen
tarlas
c on su favor. E l
ingenio,
cual
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(
9
)
quiera
que
sea,
para
no
arrastrar
por tierra
humildemente,
necesita
como
l a s
vides
un
rbol
elevado
y
seguro
donde
abrazarse y poder
s u b i r .
Same pues
l c i t o
por tantos mo
t i v o s colocar aqui
vuestro
nombre, y
honrar
con
e l
estos
ligeros
ocios
d e
mi soledad otro
tanto
como
vos
me
habeis honrado y me
honrais
perso
nalmente.
Mi
vida
no
podr
ya
ser
mui
larga ;
pero
s i esta obrita alcan
zare
durar
mas tiempo que e l l a ,
habr logrado por e s t e medio alar
gar
mas
a l l del
sepulcro
l a
espre
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(
io
)
sion
del
amor,
del
respeto
y
d e
la
ardiente amistad
con que soy,
Seor Conde,
Vuestro
muihumildey
mui
rendido servidor,
Mariano Jos Sicilia.
-
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DEL
TRADUCTOR.
Las
obras
del
i l u s t r e
vizconde
d e
Chateaubriand,
cualquiera
que
sea
e l
gnero en que este
grande
genio d e
nuestro siglo
se
haya producido,
me
han
hecho
siempre
uno
d e
sus admi
radores mas apasionados;
en lo cual,
ademas del
mrito
esencial que e l l a s
tienen
de
suyo,
me
parece
mi
que
ha
influido
mui
particularmente
una
cierta semejanza que encuentro yo
-
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(
13
)
su e s t i l o
con aquella energa ori
ginal d e pensamiento
y
con aquel
gnero d e
invencion
inagotable
que
distingue los buenos
escritores
e s
paoles.
Tal
vez h a
sido
esta la
causa
de
que todas las traducciones, que se
han
hecho
en
espaol
d e
algunas
de
sus obras , s e sealen por un mrito
no comun y por una propiedad y
limpieza
de diccion
,
que
no
s e
en
cuentra
en
l a s
mas
d e
l a s
traduccio
nes
que
s e han publicado d e otros
autores
franceses mui estimados. Yo
h e querido
hacer l a prueba d e
esta
observacion,
ocupndome
en la tra
duccion de l a
preciosa novela
del
-
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(
>3
)
U ltimo Abencerrage
que
acaba
d e
darse
luz
;
y
de t a l
manera
me
he
sentido
movido,
como
s i
me
inspi
rase
algun numen
de
los que fingian
l o s poetas , por
manera
que
en
la
abundancia
de las
ideas, de
l a s im
genes
y
d e
l o s
sentimientos
que
bro
taban
en mi
fantasa proporcion
que
meditaba e l original y trabajaba
en su version, me h e visto embara
zado
para
acertar escoger, y
no
pasar l a lnea de l a s justas propor
ciones que
debia tener
esta obrita.
E l
asunto
del
Abencerrage
e s
sin
duda
fecund
;
perd
l a imaginacion
de M.d e Chateaubriand lo e s infinita
s i
-
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( 4
mente mas. No
se pueden
leer
sus
obras, sobre cualquier materia que
sea,
sin
que
se
exciten
y
nazcan
d e
tras
d e
sus pensamientos
una
multi
tud de ideas nuevas y accesorias. La
mayor parte d e e l l o s son verdaderos
grmenes,
y
como
una
especie
d e
polvo
fecundizante que desenvuelve
y hace
fructificar maravillosamente
la virtud reflexiva del espritu. De
aqui ha sido que ,
en
lugar
d e
una
traduccion rigorosamente l i t e r a l , he
hecho mas bien una refundicion
e s
paola
d e
esta
linda
novela.
La
len
gua francesa es mucho mas sencilla
que la castellana , y la
imaginacion
-
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(
x5
)
de
los Franceses menos
viva,
aunque
acaso mas reglada que la de
los
Es
paoles. La novela del
Ultimo Aben-
cerrage
no
parece
sino
que ha
sido
concebida y
pensada
en
espaol ; pero
aun le faltaba mucha gala para ser
del
todo espaola; lo cual no es
una
falta
del
autor,
sino
solo
una
dife
rencia
del gusto
particular d e
cada
lengua,
y de los medios, d e la va
lenta
y d e l a s
fuerzas
respectivas
de
uno y otro idioma.
Tal vez
por esta
razn
no
se
echa
rn menos en Francia los adornos y
movimientos
c on
que
yo
me
h e
per
mitido avivar esta bellsima produc
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( >6 )
cion
del cantor d e
Atla; aunque,
l o poco que yo puedo juzgar, mu-
clws d e e l l o s s e podrian adoptar
tambien
en
francs
,
s i
se
comparan
los que e l autor ha empleado , tanto
en
la
Atla , como en
Ren
y en e l
poema d e l o s Mrtires.
Acaso
habr
podido
tambien
in
f l u i r
en e l entusiasmo d e
que
me h e
v i s t o poseido
en
l a traduccion
del
Abencerrage,
la
circunstancia
de ser
yo
natural
d e
Granada.
E l
amor
d e
l a patria e s una pasion
fecundsima,
y
mas de una
vez
he hecho en esta
composicion
la
esperiencia de
la
verdad de aquellas cuatro lneas d e
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( n
)
nuestro
autor
en
su
prlogo,
cuando
dice: Fcilmente s e
ver
que esta
novela
e s l a
obra
d e un hombre
que
ha sentido todas l a s penas
de
la
emigracion
,
y cuyo corazon
es
todo de su patria.
En suma, sintindome aun c on
mayores
fuerzas
de
l a s que
yo
hu
biera querido
para emprender mi
trabajo, me propuse en e l estos dos
objetos principales :
E l
primero,
hacer
mi
traduccion
en un
e s t i l o que ofreciese e l estado
actual d e
la
lengua
espaola,
tan
lejos d e l a construccion monotona y
del color
uniforme
que l e
habian
-
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( i8
)
dado
a l
n
del
siglo
ltimo
una
mul
titud de traducciones mal entendi
das
d e la lengua francesa , como de
aquella enmaraada y
pedante
e s
tructura medio l a t i n a , que l e habian
hecho
tomar
los
mas de
los
escritores
del
siglo
xvii, y d e
principios
del
xvra.
En
mi
concepto
la
fisonoma
del e s t i l o actual e s
la misma
en e l
fondo que
la
del siglo x vi ; pero
mas sencilla, mas natural, menos
dura,
menos
hinchada
,
menos
l i b r e ,
y mas simtrica,
prestndose
mas
la razon
y
a l sentimiento
que
la
travesura y a l arte del ingenio. El
cultivo de l a
f i l o s o f a y de l a
crtica
-
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( '9 )
ha
hecho
l a
lengua
castellana
mas
regular y
menos afectada de
lo
que
era en aquella
poca.
En e l dia, s i
se me permite decirlo a s i , forma
una
especie
de
canto mas apacible
y mas
espresivo,
pero menos
lujoso
y menos rico
de
aquella especie d e
trinados
y
gorgeos,
con
que
lucia
en
otro tiempo, mucho mas que e l co
razon,
e l
espritu,
y en
los cuales
lo
natural
se
sacrificaba
casi
siempre
la
exageracion
y
a l
esfuerzo.
Nues
tros
lectores
encontrarn en
nuestra
traduccion muchos trozos sobre los
cuales podrn t a l vez realizar l a jus
t i c i a d e e s t a s
observaciones.
-
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(
2 0
)
E l
segundo
objeto
que
me h e
pro
puesto
ha sido que mi traduccion
del
Abencerrage
pudiese servir
a l
lado
del
original
como un medio
comparativo para j uzgar acerca del
carcter
y e l
genio
de l a s
dos
len
guas
y d e
l a s
d os naciones en e l
gusto
d e
la
elocuencia viva
y
pat
t i c a . De e s t a manera l a juventud e s
tudiosa
podr
comprehender y ad
quirirse mejor e l arte y e l
hbito d e
entender
los
libros
franceses
y
de
traducirlos,
sin
corromper
ni
em
pobrecer
e l castellano
, e l cual,
sin
temor d e ofender nadie, para l a s
obras de
imaginacion
y
de s e n t i
-
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C
*> )
miento
es
l a
lengua
mas
rica,
mas
noble, mas armoniosa y espresiva
de cuantas s e hablan
en
la
parte
c i
vilizada de los
dos
hemisferios.
L os
Americanos no podrn menos de
querer tambien tener una honrosa
concurrencia en
e l manejo de
esta
lengua
divina
,
y
d e
aspirar
la
glo
r i a
de
enriquecer e l
mundo
l i t e r a r i o ,
otro
tanto
que e l mundo comercian
t e , aumentando l a
l i s t a
d e
los auto
r e s
clsicos
espaoles
,
d e
cuyos
lau
reles
los creo yo
eminentemente ca
paces.
Tales
han sido mis intenciones-,
pudiendo
asegurar, en
medio d e l a s
-
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(
)
libertades
que
me
he
permitido
en
este trabajo, que mi traduccion
es
sumamente
f i e l
y puntual
,
en cuanto
no
h e
omitido ni
un solo
pensa
miento,
ni
una sola idea
del
autor.
E l plan d e
la
novela,
y toda su
ac
cion, e s absolutamente
e l mismo.
L as
licencias
que
me
h e
tomado
han sido solamente
para
agrandar
iluminar
algunas descripciones, aa
dir algunos
retratos,
desenvolver y
j u s t i f i c a r
algunos
sentimientos,
ha
cer
nacer algunas
situaciones mui
patticas
que ofrece
naturalmente
esta fbula , y mas que todo
procu
rarle
en
muchos
lugares
,
l a
verosi
-
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(
2 3
)
militud
tan necesaria
en e s t e
gnero
de
composiciones,
nica
cosa en l a
cual
nuestro
i l u s t r e
autor
ha
pecado
algunas veces
por f a l t a
d e
un
prolijo
conocimiento d e l a s
costumbres
e s
paolas, y de los tiempos y
l a s per
sonas que hace jugar en su novela.
S i
yo no hubiese corregido paliado
algunas d e estas f a l t a s , no hubiera
podido
sostenerse
ni
prod uc ir tod a
su brillante
ilusion,
vuelta a l
espa
ol ; y s i bien
no
h e enmendado to
dos estos defectos, porque para e l l o
hubiera
sido
menester
alterar
e l
plan
de la
fbula,
introducir en
e l l a
algunos interlocutores mas; los lu
-
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( A)
nares
que l i e dejado no
saltan en
teramente la
v i s t a ,
y son f a l t a s co
munes
que
en
todo
caso
pertenecen
l a esencia de la composicion,
ya
sea en francs, ya sea en espaol ,
en cualquiera otra
lengua
( * ) .
( * )
T a l e s , p a r a d a r l a s e n t e n d e r
d e
a l g u n a
manera, l a f a l t a
d e a l g n
o t r o p e r s o n a g e moro,
con
q u i e n s e
e n c o n t r a s e
c o n c u r i e s e
a l g u n a
v e z
Aben-Hamet e n un
p a i s donde,
p o r a q u e l
t i e m p o , h a b i a mas
de c u a t r o
m i l f a m i l i a s
m o r a ,
y
a l g u n a s
d e
muy
a l t a
c a l i d a d .
Yo
h e
procu
rado mucho p a l i a r e s t e
o l v i d o
e n
d i v e r s o s l u
g a r e s
de mi t r a d u c c i o n . T a l e s
tambien
l a s o
l e d a d
de l a s d o s f i e s t a s
q u e
s e d e s c r i b e n , l a
una e n l a c a s a d e campo d e
don
R o d r i g o , y l a
o t r a
en
G e n e r a l i f e ,
s i n
h a b e r
e n
e l l a s
mas
i n
t e r l o c u t o r e s que
l o s
p e r s o n a g e s c o n s t a n t e s
d e
l a n o v e l a . E s t a f a l t a l a
h e
s a l v a d o
conve
n i e n t e m e n t e e n e l r e g o c i j o d e l carmen ; pero
-
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32/245
(
* 5
)
No
menos h e procurado ligar
y
hacer mas
naturales algunas transi
ciones
demasiado violentas
y
atrope
lladas
en
l o s
sucesos
de
la
novela,
no
hay
medio
de
s a l v a r l a
en
l a
e s l a d e
Genc-
r a l i f e ,
donde no e s d e
c r e e r
que Lautrecy
don
C a r l o s no h u b i e s e n
t e n i d o o r o s
a m i g o s q u e
c o n v i d a r ,
n i
c o n c u r r i e s e
mas
s e o r a
que
doa
B l a n c a . E n l a s c o s t u m b r e s
y e n
l a
g r a n d e
e t i
q u e t a de l a a l t a n o b l e z a
e s y a o l a ,
e s t a
a u s e n
c i a d e p e r s o n a g e s e s sumamente i n v e r o s m i l .
Comparndose l o s d o s t e x t o s
s e
v e r
s i n
em
b a r g o
c u a n t o s
s o n
l o s
o l v i d o s
y
l a s
i n c o n v e
n i e n c i a s
de u s o s
y c o s t u m b r e s
que
me h a
s i d o
p r e c i s o c u b r i r d i s i m u l a r . Algunos
d e
e s t o s
c a s o s
l o s
he a d v e r t i d o en
l a s
n o t a s , porque
no s e c r e a que
h e
t e n i d o l a p r e s u n c i o n l a
i n t e m p e r a n c i a
d e
a a d i r
s i n
m o t i v o
a l g u n o s
i n c i d e n t e s , que e r a n e n l a r e a l i d a d p r e c i s o s
p a r a p a l i a r 6 h a c e r d e s a p a r e c e r e s t a s f a l t a s .
i
-
7/26/2019 Franois-Ren Chateaubriand -Las Aventuras Del Ultimo Abencerrage
33/245
(
2 6
)
esforzndome lo mejor que he po
dido para
darles mas
unidad y
cor
relacion.
Nuestros
lectores
podrn
hacer
la comparacion
entre la
t r a
duccion y e l original, y advertirn
d e que manera he cuidado d e llenar
estos
vacos,
sin
desfigurar
lanovela,
y
bien a l contrario dndole mayor
interes y un fondo mucho mas na
tural d e verdad. En cuanto
l o s
adornos
del
e s t i l o
no
h e
hecho
otra
cosa
que dejarme
llevar, aunque
siempre
con la rienda
en la
mano ,
d e l a s vehementes y poderosas ins
piraciones que
la elocuencia
y e l in
comparable
genio
del autor
me
ha
-
7/26/2019 Franois-Ren Chateaubriand -Las Aventuras Del Ultimo Abencerrage
34/245
(
7 )
hecho sentir durante cincuenta dias
que he pasado en una
especie
d e em
beleso trabajando mi traduccion.
Nadie sino yo podr saber l a vio
lencia que h e
tenido
que hacerme
para
sujetar
y reducir lo justo los
arrebatos que en todo este tiempo
ha
sufrido
mi
imaginac ion, y para
observar
la regla
ne
quid nimis. Mi
grande empeo ha sido que esta no
vela apareciese en toda la gala y en
todo
e l
gusto
espaol
,
t a l
como
debo
creer que lo
hubiera
hecho su noble
autor s i
hubiese
escrito en castellano.
Ojal
que
yo no me
haya
engaa
do
En
e l
momento
del
primer
e n t u - >
-
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35/245
(
a8
)
hiasmo
e s
mui
f a c i l
tomar
una
cosa
por
otra. Hallndome
en un
pais
donde
no me era
f c i l
consultar un
gran nmero d e censores espaoles,
no h e podido
acudir
sino dos l i t e r a
tos amigos i n i o s , cuyo sufragio
me
ha
sido mui favorable
;
pero cuya e s t i -
,
macion
hcia
mi
habr podido
t a l
vez
prevenir su
juicio.
Por este t e
mor debiera haber permanecido no
poco tiempo bajo de llave mi tra
duccion
,
y
aguardar
un
examen mas
f r i o y mas
severo
l a
vuelta
de
un
ao.
Pero circunstancias y motivos,
los
cuales
no
h e pod id o escusarme,
van
hacerla
s a l i r
luz
antes
de
-
7/26/2019 Franois-Ren Chateaubriand -Las Aventuras Del Ultimo Abencerrage
36/245
(
*9
)
tiempo, y esto me hace pedir mis
lectores toda su indulgencia,
resuelto
aprovecharme d e
l a s
justas c r t i
cas
que
pudieren
hacerse
d e
e s t e
trabajo,
y
corregir
todas sus
f a l t a s
en
otra
nueva
edicion,
s i
acaso fuere
capaz
d e merecer
e s t e
honor.
3 .
-
7/26/2019 Franois-Ren Chateaubriand -Las Aventuras Del Ultimo Abencerrage
37/245
DEL
AUTOR.
Hay
ya
cerca
d e
veinte
aos
que
tengo
e s c r i t a s
l a s aventuras del Uulti-
mo Abencerrage. El
retrato
d e l o s e s
paoles
que
he
trazado
en esta
obra,
basta
para
hacer
ver
e l
motivo
que
me
impidi publicarla bajo la
do
minacion imperial. La resistencia de
los Espaoles Bonaparte , y l a glo
riosa
lucha
d e
aquel
pueblo
desar
mado
con
aquel
mismo
conquistador
que
habia vencido
los
mejores sol
-
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38/245
(
3i
)
dados d e Europa,
excitaba
entonces
e l
entusiasmo
d e
todas l a s almas
ca
paces d e sentir e l precio de tamaos
s a c r i f i c i o s
y
esfuerzos.
L as
ruinas
de
Zaragoza
humeaban
todava, y
la
censura no hubiera permitido nin
gun escrito que mostrase un interes
secreto
en
favor
d e
aquellas
vctimas.
La pintura d e l a s antiguas costum
bres
d e
Europa,
los
recuerdos
glo
riosos d e los tiempos pasados
y
d e
la
corte
de Francisco
I o ,
no
podian
agradar tampoco
la censura, la
cual comenzaba
ya arrepentirse
de haberme dejado hablar tan
mi
salvo
de
l a
antigua
monarqua
y
de
la religion
d e nuestros padres.
Estos
muertos',
que
yo
invocaba, hacian
-
7/26/2019 Franois-Ren Chateaubriand -Las Aventuras Del Ultimo Abencerrage
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C
3k
)
pensar
l o s vivos
mucho mas d e lo
que hub iera querido aquel gobierno.
En l a s
obras
de este gnero
s e
suele
hacer
entrar
algun
personage
disforme para
hacer resaltarla belle
za de l o s
o t r o s .
Pero en esta novela
me
h e propuesto pintar
t r e s hombres
de
un
carcter
igualmente
noble
y
elevado, procurando no
s a l i r d e
lo
natural, y conservando en
e l l o s c on
sus pasiones l a s costumbres y l a s
preocupaciones
mismas
de
sus
respec
tivos
p a i s e s . E l carcter de la mugei
l o hemos diseado tambien bajo las
mismasproporciones.Se necesita que
e l mundo
quimrico, cuando
nos
permitimos dar en l una vuelta,
nos desquite del mundo verdadero.
-
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( 33 )
Fcilmente
s e
ver
que
esta
no
vela
e s la obra
d e un
hombre que
ha sentido
l a s
penas de la emigra
cion, y cuyo corazon
e s
todo de su
patria.
L as descripciones que hago en
esta
obra, l a s
h e trabajado en los
lugares
mismos
que pertenecen,
cuales son l a s v i s t a s de Granada, d e
la Alhambra y
de aquella
antigua
mezquita convertida en i g l e s i a , que
aunque
la he
puesto en
Granada, e s
la catedral
de
Crdoba.
Estas des
cripciones podrn
servir de
adicion
a l siguiente pasage de
mi
itinerario
:
De
Cadiz
pas
luego Crdoba ,
j > en donde admir la mezquita,
que
hoy
dia e s l a
catedral d e
aquella
-
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41/245
( 34
)
ciudad.
Despues
recorr
l a
antigua
, Btica donde los poetas habian co-
locado e l
asiento
d e l a felicidad.
DesdeAndujar volv otra vez
atras
para
ver
Granada.
La
Alhambra
me pareci
digna de v i s i t a r s e ,
aun
despues
d e
haber
visto l o s templos
d e la Grecia. La vega d e esta ciu-
dad
es
deliciosa,
y
s e
parece
mu-
i c h o l a de Esparta. Facil e s con-
cebir hasta
que punto
los
Moros
sienten
todava
la
prdida
de aquel
pais.
(Itiner.
VII
y
ltima
parte.)
En esta novela s e hace alusion
c on
mucha
frecuencia
la historia
d e
los
Zegres y l o s Abencerrages ;
pero
siendo
esta
tan
conocida,
me
h a parecido
superfino
e l hacer aqui
-
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42/245
(
3 5
)
un
resumen
d e
e l l a
:
la
novela con
tiene ademas
l o s detalles
que
bastan
para
la inteligencia del
texto.
-
7/26/2019 Franois-Ren Chateaubriand -Las Aventuras Del Ultimo Abencerrage
43/245
-
7/26/2019 Franois-Ren Chateaubriand -Las Aventuras Del Ultimo Abencerrage
44/245
LASaventuras
D E L
ULTIMO
Guando
Boabdil ,
ltimo rey d e
Granada
,
despues
d e perdido
e l
reino d e
sus
padres,
caminaba ya
para
e l
Africa, cuentan l a s tradicio
nes del pais que dos
leguas
d e su
primer
jornada
hizo
alto
en
un
pa-
rage
elevado, no l e j o s del Padul,
cuyo s i t i o
llaman
los
naturales desde
aquel tiempo e l suspiro. Desde
a l l i
4
-
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45/245
(
3$
)
s e comienza ver
e l
mar que
e l
des
venturado
monarca
iba
atravesar
para siempre, y en
volviendo
hcia
atras la
vista
s e
muestra
por
la
pos
trera
vez en toda
su
grandeza e l
mag
nfico y vasto cuadro de aquella
ciudad emprea. L os que vienen, y
l o s
que van
la saludan desde aquel
punto,
y
cualquiera
que
se
retira
l a
clava en su pensamiento, y se
apar
ta c on
l a
esperanza
de volver
otra
vez verla. No a s i Boabdil, que ha-
bia
sido
su
Dueo,
y
que
nunca
ya
mas
d esde aquel
momento
volvera
verla ni poseerla. En e l mas pro
fundo silencio
l
y su corte
volvie
ron
su amarrida vista hcia
e l l a y
quedaron
inmobles
por
largo
tiem
po.
Entre l a s medias lunas
de
las
torres y
chapiteles
sobresalia e l
real
-
7/26/2019 Franois-Ren Chateaubriand -Las Aventuras Del Ultimo Abencerrage
46/245
( 39 )
Alcazar,
dondeondeaba
e l
estandarte
cristiano ybrillaban l a s alabardas del
estrangero. La deliciosa vega, teatro
de
tantas
glorias
y d e tantos
placeres
por s i e t e
siglos ; e l
Xenil
c r i s t a l i n o , e l
Jaragui frondoso, e l risueo Gene-
r a l i f e , l a soberbia mesquita desam
parada, la larga
bilera
d e l a s
mu
r a l l a s intactas y entregadas d e valde,
e l
egrcito
castellano
derramado
por
los adarves y terraplenes, los
reales
de
Fernando
y d e
Isabel
,
y
l a s
v i s
tosas tiendas empavesadas que cu
brian
l a
llanura
inmensa
por
delante
de la ciudad;
t a l era e l espectculo
doloroso
que
hunda
sus
corazones
dentro del
pecho
, y amarraba sus
almas
en
aquel puesto. Boabdil iba
ya
volver
las
riendas
d e
su ca
ballo, pero en aquel instante f a t a l
-
7/26/2019 Franois-Ren Chateaubriand -Las Aventuras Del Ultimo Abencerrage
47/245
(
4o )
su
vista
s e
encontr
con
la
vasta
cerca de los sepulcros. L as a l t a s c i
mas
d e
los-cipreses s e movian t r i s t e
mente,
y bajaban sus cabezas
hcia
estos nobles desterrados,
que
jamas
volverian
orar
junto
l o s
huesos
d e
sus
padres.
El altivo
Agareno ce
di e s t a vez
mal su
grado
d e
su
f i e
reza,
y
llor, y lanz
un ay
que
atron
l a s
montaas
circunvecinas.
Pero,
l a sultana
Aix
su madre que
l e acompaaba,muy mas fuerte, con
voz indignada
l e
dijo :
Llora, llora
como
una muger, pues que
no
has
sabido
defender
tu
reino
como
hom
b r e . . . .
a l
Africa
Y bajando to
dos e l monte c on desesperada prisa
despareci Granada
por
siempre
l o s
ojos
de
sus seores.
L os
Moros
d e
Espaa,que
siguie
-
7/26/2019 Franois-Ren Chateaubriand -Las Aventuras Del Ultimo Abencerrage
48/245
( 4i )
ron
su
rey
s e
dispersaron
en
l a s
costas
d e
Africa.
Los
Zegres y los
Gomeles
s e
establecieron
en
e l
reino
d e Fz, de donde
traian
su origen.
Los
Venegas
y
Alabeses
s e
fijaron
desde Oran basta Argel : los Aben-
cerrages en
l a s
inmediaciones deT
nez. All junto l a s ruinas
de
Car-
tago
subsiste aun
una
colonia po
co
numerosa, que
no
se
parece
los otros
Moros
del Africa
ni
en sus
costumbres
ni
en
sus
leyes.
Su ele
gancia,
su dulzura y sus
nobles
mo
dales
hacen
distinguir
todava
en
aquella tribu los restos casi extin
guidos
del imperio
de los c a l i f a s .
Todas
e s t a s
familias
llevaron
su
nueva patria los indelebles
recuer
dos
de
la
antigua.
E l
Paraiso
de
Granada
v i v a - siempre
en su me
4 -
-
7/26/2019 Franois-Ren Chateaubriand -Las Aventuras Del Ultimo Abencerrage
49/245
( 4* )
moria,
y
l a s
madres
s e
consolaban
enseando
sus mamoncillos
pro
nunciar aquel nombre adorado. S us
cantares
para dormirlos
eran roman
ces
antiguos
d e
hazaas
y
proezas
de
sus mayores.
Cada
s i e t e
dias
s e h a
cia, y se hace todava, una plegaria
especial en l a s mesquitas,
donde
s e in
voca
Al para que abrevie
e l
pla
zo
d e
l a
vuelta
d e
sus
hijos
aquella
tierra de delicias ( i ) . En vano e l pais
d e los
Lotfagos
ofreca estos t r i s
t e s desterrados
sus
frutos, sus aguas,
su
verdor
y
su
hermoso
c i e l o .
Lejos
d e
l a s
torres Bermejas
(2) no
habia
en e l mundo para e l l o s ni frutos
gus
tosos, ni arroyoslimpios, ni frescura,
ni cesped
vivo
,
ni sol digno
d e ser
mirado.
Cuando
alguno d e
estos
i l u s t r e s forasteros l e llevaban
l a
-
7/26/2019 Franois-Ren Chateaubriand -Las Aventuras Del Ultimo Abencerrage
50/245
( 43 )
vega
d e
la
Bagrda
,
sacuda
l a
ca
beza y
decia suspirando :
Gra
nada
Pero los Abencerrages mas que
todos
conservaban
l a
memoria
tenaz
y e l
indestructible
prurito d e la
pa
t r i a .
Una
pena
mortal los
consuma
a l
acordarse d e
aquel
antiguo cam
po d e la
gloria,
y de aquellas o r i l l a s
deliciosas
donde
hicieron resonar
tantas
veces su acostumbrado apel
lido d e guerra: Honory amor.
No
sirvindoles ya
de nada sus
lanzas
en
e l
desierto,
ni
teniendo
para
que
calarse sus
morriones
en aquella hu
milde
colonia d e labradores, se d e
dicaron a l estudio d e l a s plantas me
dicinales,
profesion estimada otro
tanto
como
l a s armas por sus
ante
pasados. Propio d e
caballeros
era
-
7/26/2019 Franois-Ren Chateaubriand -Las Aventuras Del Ultimo Abencerrage
51/245
44 )
tambien
y
recibida
usanza
e l
curar
e l l o s mismos l a s heridas
que babian
hecho a l enemigo vencido. Los que
no
tenian
ya campo donde herir ni
ser
heridos,
s e
distrahian
en cultivar
e l
arte que
restaa
la sangre
vertida
gloriosamente.
El
corazon humano
no se apasta en l a
soledad
sino de
hbitos
y recuerdos
del bien antiguo.
La
cabana
d e
e s t a
familia
que
ha
ba tenido palacios,
ocupaba un pa-
rage distante d e l o s demas emigra
dos, la o r i l l a del
mar,
a l
pi
d e l a
montaa
de
Mamelife,
entre
l a s
mismas
ruinas d e Cartago,
en el
mismo lugar donde san Luis mu
ri sobre la
ceniza,
y donde solo se
v hoy una
hermita
mahometana.
En
los muros de esta
cabana
estaban
todava
colgados
por aquel tiempo
-
7/26/2019 Franois-Ren Chateaubriand -Las Aventuras Del Ultimo Abencerrage
52/245
( 45 )
los
escudos
forrados
en
pieles
de
leo
nes
donde se veian trazadas l a s ar
mas
d e
aquel
linage : dos salvages en
campo azul que derribaban c on sus
clavas una
ciudad
,
y una orla blan
ca cuya letra decia : Mas pode
mos. All estaban colocadas lo
largo
sus lanzas
adornadas
d e ban
derines blancos
y azules;
l o s bril
lantes
perpuntes de
raso
acuchillado,
l a s marlotas y capellares recamados
de oro y plata; los borcegues de
brocado empedrados de
fino aljofar ;
l o s
almaizares,
l o s
penachos,
l o s
vie
j o s petos, l a s
fuertes
mallas,
l o s enne
grecidos
morriones,
l a s
manoplas
de
fierro,
los
puales
morunos
engas
tados en pedrera,
l o s
terribles a l -
fanges
damasquinos,
y
los
ricos
ta
hales de oriente sembrados
de
e s
-
7/26/2019 Franois-Ren Chateaubriand -Las Aventuras Del Ultimo Abencerrage
53/245
( 46
)
meraldas
y
de
rubes.
All
estaban
tambien colgados los vistosos fre
nos
tachonados
de diamantes
y de
topacios, los jaeces y l a s garzotas de
l o s caballos, l a s
s i l l a s
xerezanas, los
estrivos anchos d e plata, y l a s gran
des espuelas d e oro t i b a r , que los
Yseults, los Genievres, y los Oria-
nes
calzaban en
otro
tiempo
a l
novel
caballero,
cuyo
nombre
iba
ser
inscrito en e l rollo de l o s va
l i e n t e s .
Por delante
y
a l pi d e estos no
-
bles trofeos d e guerra se hallaban
colocados
en
largas mesas l o s trofeos
no menos honrosos de su nueva vida
pacfica ;
plantas
cogidas en l a s cum
bres del
Atlas y
en e l desierto
de
Zaara
;
otras
muchas
traidas
de
Gra
nada
, cultivadas
con
grande esmero.
-
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54/245
(
)
L as unas servian
para
aliviar l o s ma
l e s
del
cuerpo : l a s otras estendan
su
poder l o s
males del
alma.
Los
Abencerrages
estimaban
d e
prefe
rencia las que servian para calmar
l a s
penas
intiles, l a s ilusiones locas,
y l a s esperanzas
decaidas del
bien,
que nacen y mueren, vuelven y se
van mil veces. Por desgracia estos
simples tenian
virtudesopuestas para
e l l o s . El olor d e
una
f l o r d e
l a pa
tria era como una
especie d e
vene
no
para
estos
nobles
emigrados.
Veinte
y cuatro
aos corran
en
tonces desde
la
toma d e Granada , y
no obstante en tan corto tiempo ha
bian
perecido
ya
catorce
Abencer
rages
por
l a influencia del
nuevo
clima, por l o s accidentes d e l a vida
errante y mas que
todo
por la pa
-
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55/245
(
43
)
sion de nimo que consume l a s fuer
zas
d e la
vida. De toda aquella
casa
famosa
no quedaba ya
sino un solo
renuevo. Aben-Hamet,
nica
delicia
y consuelo d e su madre viuda, re
trataba en medio d e
los
viejos de su
tribu toda l a
gentileza,
todas l a s vir
tudes, todo e l brio y la
hermosura
d e aquel
caudillo
insigne
del
mis
mo
nombre,
quien
perdieron los
Zegries por calumnia, acusandole
de adulterio con l a Sultana. Mages-
tad,
valor,
cortesa,
donaire,
ge
nerosidad, todas l a s cualidades de
sus mayores se juntaban en l,i:on
aquel aire interesante, y aquella
blanda y
ligera sombra
d e
tristeza
que d a l a desgracia noblemente so
portada. Apenas
perdi
su
padre
,
la edad d e 2 5 aos ( 3 ) , resolvi pe-
-
7/26/2019 Franois-Ren Chateaubriand -Las Aventuras Del Ultimo Abencerrage
56/245
(
49
)
regrinar al pais
d e
sus abuelos
para
satisfacer
l a
necesidad d e su cora
z on y
cumplir un
voto secreto que
ninguno
de
sus
amigos
revel
nun
ca, y ocult c on cuidado su misma
madre.
De la escala d e Tnez un
viento
favorable l e llev Cartagena dere
chamente, donde tom
e l
camino de
Granada
sin
detenerse.
S us
papeles
le designaban como unmdico rabe
que venia herborizar
en
l a s rocas
d e
Sierra
Nevada.
Cabalgaba
desco
nocido sobre una mula mansa
que
le
Uevababien despacio por aquellas
mismas
llanuras
donde volaban otras
veces
sus
padres sobre
caballos
an
daluces; su escudero no era sino un
pobre
paisano arriero de
o f i c i o ,
que
conducia ademas otras
dos mulas
5
-
7/26/2019 Franois-Ren Chateaubriand -Las Aventuras Del Ultimo Abencerrage
57/245
(
5o
)
aderezadas la usanza de aquellos
pueblos
, que eran
d e verse
; grandes
mantas de lana listadas, perifollos
y
muchos
Huecos
d e
seda
baja;
cas
cabeles y
campanillas, sin
cuenta.
De esta suerte pas
lo
largo d e l o s
brezales y palmares del campo de
Murcia
y
Lorca.
L as
corpulentas
palmas llenas d e
aos,
que
se
alza
ban por
todas partes ,
l e recordaban
l a s manos d e sus antiguos que l a s
habian
plantado
, harto agenos
d e
que
algun
dia
s e
sentarian
los
ene
migos baj o su sombra. Cuando en
traba
en las
aldeas,
e l primer
objeto
que
s e ofrecia
sus
ojos
solia
ser una
coluna
tronchada,
algun
pedestal
roto,
algun marmol
sagrado, que
entivaban alguna
esquina
adorna
ban l a humilde puerta d e una
c hoza
-
7/26/2019 Franois-Ren Chateaubriand -Las Aventuras Del Ultimo Abencerrage
58/245
( 5x )
de
piedra
y
barro.
All
descubra
una torre medio caida ; mas all via
1
arado
romper
l a s tierras de l o s se
pulcros; este lado crecia l a yerba
sobre
l o s
muros
y
en
los
escombros
de mosicos y artesonados que
s e e s
caparon al incendio de un gran pa
lacio. Apretado
su
corazon d e
esta
pena
incomunicable , interrumpia
su
marcha
no
pocas
veces
e l
t r i s t e
Moro, y pretesto
d e
buscarplantas
se encerraba en las ruinas, y dejaba
correr sus lgrimas.
Concertado
des
pues
su
rostro,
y
embebido
en
su
pensamiento, seguia los pasos del
arriero, e l
cual muy
mas
dichoso
y
ageno de cuidados, entonaba sen
d os romances,
hablaba
con sus
mulas
para
animarlas
y
gobernar
las, ensartando motes y apodos d e
-
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( 52 )
mucha
gracia
que
acostumbran
los
Andaluces y los Murcianos. e-Anda
valerosa, anda capitana , arre
chi
quita, arre porfiada,
era e l
grito
frecuente que
l e s
daba
su conductor
c on
mil
dichos
festivos
y
agitanados,
que agradaban sobre manera a l sen
sible
viagero y divertian sus
penas
por un instante. Gustaba mucho
Aben-Hamet
de
observar
l o s
usos
y
l a s costumbres de aquella gente
ven
cedora, que s bien
l a
envidiaba,
no
sabia aborrecerla ni despreciarla.
Le
llamaban
la
atencion
los viage-
ros
que
iba
encontrando,
c on
l a e s
pada
todos
a l .
cinto, embozados
en
sus capas y la mitad del
rostro
cu
bierta c on sus grandes sombreros ga
chos
( 4 ) .
Complacanle
los
saludos
graves
respetuosos que acostumbra-
-
7/26/2019 Franois-Ren Chateaubriand -Las Aventuras Del Ultimo Abencerrage
60/245
C
53
)
ban
aquellos
caminantes, y en
los
cuales no distinguia mas palabras
que Dios, seor y caballero. Cuando
entraba
en l a s posadas,
s e colocaba
en medio
de
e l l o s ,
sin
que
nadie
le
importunase
con
preguntas ni indis
creciones.
La
nacion espaola es
grave,
y
no
admira, ni tiene en me
nos.
Enseadas
ademas
apreciarse
y respetarse por largo tiempo l a s
dos
naciones
en
l a prueba de
los
combates, eran
no
menos generosas
y cortesanas, llegado
e l caso,
que
terribles
y
valerosas
en
la
pelea.
Aben-Hamet
recibia
por
todas partes
la hospitalidad mas sincera
,
y
sabia
agradecerla.
Pues
que
Al
habia
querido
que
l o s
Moros
de
Espaa
perdiesen
su hermosa patria
,
Aben-
Hamet s e resignaba como buen I s -
-
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( 54
)
maelita
y no podia dejar
d e
estimar
sus
graves conquistadores.
Bien h ab ia menester e s t e noble
joven su virtud toda entera para e l
instante, que
venia
cerca,
d e
ver
sus
ojos a l
pais
nativo.
Era
ya l a
postrer
jornada y
e l
caer
de l a tarde, cuan
do e l desprevenido
moro
atrevesaba
l a s
austeras
y
peladas
lomas
d e
Hue-
tor, donde
tiene su
humilde
cuna
e l
famoso Dauro. Al principio
d e
l a
espaciosa falda
septentrional de
Sier
ra
Nevada
y lo largo d e dos coli
nas
que
separa
un
profundo
y
ameno
valle,
s e
levanta,
cual otro
Olimpo,
aquella antigua
ciudad
, siempre
j o
ven y
siempre nueva, que
parece
como
una
Diosa
medio
dormida
en
t r e mirtos y
adelfas, perfumada d e
azahar y l i r i o s ( 5 ) . Repartidos
sus
-
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62/245
( 55 )
e d i f i c i o s y sus palacios
por
escalones,
como
l a s
gradas y ventanas de un
vasto circo, tiene
e l
aire
y
la
forma
d e una Granada
abierta
, cuyo nom
bre
y
divisa
lleva
de
muy
antiguo
por esta causa. Dos rios clebres,
tan amigos
d e
los
amantes y
de
l a s
Musas, como de Ceres y Pomona,
Xenil y Dauro, regocijan y besan
e l pi
de
sus murallas
y
ofrecindole
arenas
ricas
d e plata y oro,
se
j un
tan en sus puertas, y se estienden, y
s e reparten,
y
fecundan
con
cien
canales
un
jardin
de
catorce
leguas.
Esta inmensa
llanura
que domina
Granada
, como
una
reina
en
medio
de su corte, representa
e l l a
sola y
vale
los
tributos
de
cien naciones.
All campea
e l olivo
y r e f l e j a su ver
de oscuro :
aqu
crecen los verdes
-
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63/245
( 56 )
pmpanos
,
y
l o s
apretados
racimos,
de mil colores, se descuelgan de los
parrales
abrazados
con los
jazmines;
a l l ofrece sus callejones y laberin
tos la espesa selva
d e
frutales a c l i
matados y recogidos de
todo e l mun
d o; a l l el lozano almendro d sus
f l o r e s
de l i l a
en medio de
los yelos;
aqu
e l
fresco avellano sombrea e l
costado
inculto
de
una
montaa
y
adereza e l retrete oscuro d e una
fuente
y
una Napea (6) : mas all
los naranjos y limoneros embalsa
man
los
cfiros
:
a l l
la
altiva
palma,
e l encendido
granado, l a frondosa
higuera, e l
nogal
copudo, e l moral
de
la China, e l purpureo azerolo,
e l pagizo
nopal,
e l violado
azufayfo,
e l
robusto
cedro,
e l
silencioso
ciprs;
y la encina mas
l e j o s ,
y
e l
abenuz
y
-
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( 57 )
e l
roble,
que
desafian
los
vientos
y
l a s tormentas en
l a s
crestas de los
collados : mas a l l hcia e l poniente
e l
gran
soto
de
los
faisanes
y
l o s
c i s
nes;
mas
all
l a s
campias;
mas
a l l
l a s montaas y cordilleras que s e
pierden
unas
tras otras
en
los
espa
cios : d e aquel lado e l picacho , cu
yas eternas nieves
surten
de su
onda
pura
diez y
ocho
rios;
d e
e s t a
parte
l a s
cumbresde Parapanday
d e Sier
ra Elvira
rival de Paros
: la
crea
cion
toda
entera puesta la v i s t a ,
donde
la
fantasa
mas
loca
s e
halla
vencida, y e l
sentido
no basta
abarcar
tantas
sensaciones. Un cielo
encantado, un aire puro y delicio
so,
un deleite esencial
de vida que
se
siente
y
que
se
respira
como
en
un sueo, llena
e l nimo y
apacienta
-
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(
58
)
d e
gozo
los
corazones en
aquel
suelo.
L as tiernas pasiones acabarian en
aquel clima con
l a s
pasiones heroi
cas,
s i e l amor para
ser
verdadero,
no tuviera necesidad de l a g l o r i a .
Los Granadinos fueron siempre tan
sensibles,
como valientes y
genero
s o s .
Descendia ya e l Abencerrage pol
l a
cuesta
de
los
Almendros
admi
rando l a luz inmensa
d e
aquellos
ho
rizontes interminables que se agran
dan y multiplican
cada
paso desde
aquel
punto.
Deseaba
ver
Gra
nada antes que
e l
s o l cayese del to
d o, y apretando
l a mula l e decia
valerosa como su
guia,
y
l e heria
l o s hijares y la estrechaba como s i
fuese
un
potro
d e
la
Numidia;
cuando
h e aqu que
a l volver l a s
-
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66/245
(
59
)
riendas y
tomar
una encrucijada, la
ciudad
d e l a s
mil
torres ( 7) sale sus
ojos, como
por mquina,
toda
en
tera.
Granada
grit
e l
conduc
tor,
sealando
y haciendo aplauso
con su
sombrero. Aben-Hamet quie
re hablar y no puede ; dos torrentes
de
lgrimas
oscurecen su v i s t a ;
e l
s o l
se
pone,
e l
caon
de
l a
fortaleza
anuncia
e l
f i n del
dia
, la
ciudad
va
cerrarse pronto;
l a s
mulas
azota
das
vuelan,
y en poco rato Aben-
Hamet
est
la
puerta
deFajalauza.
All
solt
l a s riendas,
cruz
Jos
bra
zos, y l o s ojos clavados sobre l a ciu
dad sagrada qued absorto
y des
concertado
por
largo rato. E l
amor
de
l a
patria
hierve
en
su
corazon
y
centellea en
sus ojos;
sus
miembros
tiemblan,
l a
color de su rostro cam-
-
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67/245
(
6o
)
L ia dos
veces;
sus arterias
s e oyen
l a t i r .
Recobrado en f i n
algun
tanto
de
su primer sorpresa,
como
quien sale
d e un letargo, no muy dueiio
de
sus ideas habl su guia y l e dijo:
Al
te
haga f e l i z ,
buen
amigo
mio; no me ocultes la verdad,
porque
l a
calma
reinaba
en
e l
mar
e l
dia d e
tu
nacimiento, y
la luna
> > comenzaba llenar en aquella
misma hora. Que torres son aque-
l i a s
que
brillan
como
e s t r e l l a s
por
encima
d e aquel
gran bosque
?
La
Alhambra respondi e l
guia.
Que edificio es aquel que
fortaleza, pregunt Aben-Hamet,
cuyos altsimos
adarves
veo coro-
nados
d e
pensiles y d e
largas
hi
-
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68/245
( 6i
)
leras de cipreses que se levantan
hasta e l cielo ?
Ia Alcazaba, respondi
e l
ar-
riero. En ese mismo lugar habia
un templo
mas
antiguo
que los
Judios,
y que
los
Romanos,
y que
los
Moros.
Y aquel otro palacio mas alto
que
la
Alhambra
en
aquella
ltima
colina?
pregunt Aben-Hamet.
Ese e s Generalife,
respondi
e l
Espaol.
En ese palacio
hay
un
jardin
plantado
de
laureles
y
d e
mirtos,
donde dicen
que
encontra-
ron
a l Abencerrage Aben-Hamet
con la reina sultana. .qu todo
seguido
por nuestra
izquierda
v
e l
Albaicin
: a l l , frente de
noso-
tros, l a s primeras
son
l a s torres
Bermejas.
6
-
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69/245
(
62
)
Cada palabra del guia traspasaba
e l
corazon d e Aben-Hamet. Que
> > gnero
de tormento e s este, decia
entre
s , de
tener
que preguntar
los
estrangeros
para
aprender
co-
nocer la casa de sus padres, y e l
escuchar de
boca
de personas in-
diferentes l a
historia d e
su propia
familia
desterrada
y
proscripta
Aun mas quisiera preguntar, sin que
acertase
moverse
ni diese
trazas de
andar, cuando
e l guia penetrando
l a causa d e su dolor, acudi c on
solarle
su
modo,
y
l e
dijo
:
Va-
mos,
seor Moro, vamos :
Dios
lo
h a
dispuesto
a s , tome vuesamer-
ced
aliento. No est hoy
mismo
prisionero
en
Madrid
e l
mismo
rey
d e Francia Francisco I o ? Dios lo
h a
dispuesto
( 8 ) .
Aben-Hamet
le
-
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70/245
(
63
)
vant
entonces los ojos
a l
cielo,
inclinando despues l a c ab ez a c on re
ligioso acatamiento, pronunci gra
vemente e s t a s solas palabras : E s-
taba
e s c r i t o .
( 9 )
Dios
e s
padre
de todos
aadi e l
arriero
;
y
qui
tandose
e l sombrero ,
santiguse
con
reverencia
,
crugi e l
ltigo y baja
ron
la
postrer
cuesta.
Desde a l l dieron
la
vuelta l a
Alameday atravesando e l campo del
triunfo, y tomando por calle Elvira,
y el
Zacatin llegaron la
plaza
de
Vivarrambla.
En
un
lado
d e
aquel
gran
cuadrilongo de
palacios y
edi
f i c i o s
morunos
est la
Alcaycera,
donde acudan los Moros que t r a f i
caban
en
el
vasto
comercio
d e
l a s
sedas que producian l a vega y l a s
Alpujarras. Aben-Hamet
recibi l a
-
7/26/2019 Franois-Ren Chateaubriand -Las Aventuras Del Ultimo Abencerrage
71/245
(
64 )
hospitalitad
en
un
salon
bajo
de
aquel
antiguo
kan, cuyos maltratados
mu
ros daban aun
muestra del antiguo
esplendor del comercio
rabe.
L os
demas
Moros, que
a l l
habia
eran
gente de lonja y codiciosos merca
deres d e aquellos que no
estiman
s i
no
e l dinero
y
cuya
sola patria son
l o s mercados (10). No
encontrando
con
quien
abrirse
y
cediendo
los
movimientos
que
agitaban
su cora
zon,
sali
en
medio d e la noche
vagar y andar
solo por
l a s
calles
des
conocidas
de
la
ciudad.
Deseaba
re
conocer por
su
propio
i n s t i n t o
algu
nos de aquellos monumentos que
los
viejos de
su colonia
l e habian
pin
tad o tan vivamente.
Tal vez, d ecia
entre
s ,
aquel
alto
edificio
deal-
menas
anchas coronado de obuses,
-
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72/245
(
65
)
. que
comienza
alumbrar la luna,
fu
la
gran casa fuerte d e mi f a -
milia. Aqu
en
esta
misma
plaza ,
a l
presente
tan
solitaria,
se
cele-
braban
aquellas
grandes
f i e s t a s
d e
amor y guerra, donde acudian en
tropa adalides y caballeros
d e
todo
e l mundo. Por aqu
paseaban
y
hacian
vistosos
juegos
cien
cuadri-
l i a s d e campeones
vestidos
d e bro-
cado,
mas
altivos
que
los leones,
mas valientes que los leopardos, y
mas dulces que las palomas
:
por
aqu eran traidas y
daban
vuelta
aquellas ricas galeras cargadas de
armas y flores , y aquellos carros
triunfales donde s e
alzaba
e l
trono
d e
los
amores,
y
colgaban
l a s
da-
mas
moras la
corona
del vence -
dor. Por aquellas esquinas s e avan
6 .
-
7/26/2019 Franois-Ren Chateaubriand -Las Aventuras Del Ultimo Abencerrage
73/245
( 66
)
zaban
los
dragones
d e fuego, que
deshechos
en
llamas
vomitaban
con horrible estampido entre luces
y e s t r e l l a s resplandecientes a l c a -
ballero
armado
que
encerraban
en
sushijares.
Que se han
hecho
tan-
tos placeres
y
galardones
d e los
valientes? En
vez
del
son de
los
dulces
aafiles,
y
del
bramido
de
l a s trompetas, y d e tantos
himnos
d e
amor, e l silencio
profundo
de
la
esclavitud
ha
hecho
mudo este
antiguo
campo d e
l a s
lides y las
delicias.
Aqu duermen, s , esos
f i e r o s espaoles
en
los lechos
d e los
vencidos, y reposan tranquilos y
seguros bajo l o s altos techos
d e
mis
abuelos
Y
yo,
grande
Al
peregrino en
mi misma
patria,
velo y vago por e s t a s
calles,
solo,
-
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74/245
(
67
)
desconocido
y desamparado , l a s
mismas puertas de mis bogares
Que e s
e l poder,
ni la
gloria
, ni
la fortuna, ni
que
son
l o s
impe-
rios? Que fu
de
t i , Granada,
cuando
en
medio de
tus f i e s t a s
y
en e l colmo
de
tu opul enc ia c ay
sobre t e l enemigo,
y trocaste
con-
tra
cadenas
tus
guirnaldas
de
f l o -
m
res?
tu
alegra se
acab como
la
alegra
de
un
f e s t i n donde prende
un incendio, y
huyen
y se disper-
san
los
convidados,
y
abandonan
entre l a s
llamas sus adornos y sus
preseas.
A s hablabla consigo
mismo
e l
acongojado Moro, discurriendo y
pensando
trazas
para
llevar
cabo
e l proyecto que l e babia traido
Granada , cuando e l alba
empez a
-
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75/245
(
68
)
mostrarse, y se hall
perdido,
sin
saber
donde
lejos del
kan.
Todo
e s
taba en descanso
;
por ninguna
calle
se senta
e l menor
ruido;
las
puertas
y
ventanas
d e
l a s
casas
estaban
to
das cerradas : solamente l a voz del
gallo
anunciaba en
la
habitacion del
pobre l a pronta vuelta de las penas
y
los
trabajos.
Despues de haber errado largo
trecho sin poder encontrar
l a plaza,
principi sonar l a campana de una
i g l e s i a no muy
distante, y
muy
poco s e abri
la puerta d e
un
pala
cio que era e l mismo solar antiguo
d e
l o s Abencerrages. Aben-Hamet
lo
ignoraba, y t a l vez
l e
hubiera cono
cido
por
l a s
seas
que
le
habian
da
do l o s
d e
su tribu,
s i otro obj eto
mucho mas
nuevo para l ,
y
mas
-
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76/245
( 69
)
interesante,
t o
l e
llamra
la
aten
cion. Al abrirse la puerta s a l i una
jven E spaol a d e
gentil
talante,
pa
recida en su trage y
en
su t a l l e
aquellas
reinas
godas
que s e
ven
to
dava
esculpidas
en los
prticos
y
ca
p i l l a s de
los
antiguos monasterios.
El vestido
todo
negro, d e
riqusima
seda d e levante, guarnecido d e blon
das y azabache, se ajustaba como
un
anillo
su esbelta cintura, y de
jaba
ver su
elegante
paso
y un
pi
lindsimo. Una mantilla transparente
de
gasas
y
encages
negros cubra
ca
beza y rostro de la
Espaola,
ybajaba
hasta e l pecho
en
d os bandas cruza
das, recogido e l
embozo en
la mano
izquierda
con
gracioso
donaire,
y
ajustado
como
l a
toca d e
l a s Vesta
l e s . Y s i bien iba e l rostro envuelto
-
7/26/2019 Franois-Ren Chateaubriand -Las Aventuras Del Ultimo Abencerrage
77/245
( 7 )
en
e l
cendal
finsimo,
resplandecian
entre l a s mallas, como luceros sobre
color de
aurora, sus
dos hermosos
ojos, . y mostrbase a l traves de e l l a s
e l
carmin
puro
de
su
boca
trazada
y hecha para e l amor. En aquella
misma mano de marfil
torneado
s e
enredaba y
pendia
un rosario de
oro afiligranado
con l a s
cuentas
de
ricas
perlas,
y
en
l a
diestra
llevaba
y jugaba
con magestad y gracia un
precioso
abanico
de
corales
y d e
brocado
( i i ) . Como un paso delante
de
ella
caminaba
un
mayordo
mo,
sombrero en
mano,
con e l
libro
d e
i g l e s i a
:
poco
detras seguia una
duea : luego dos escuderos c on l i
breas blancas
y encarnadas.
Aben-Hamet
crey
ver
a l
angel
I s r a f i l , l a
mas
joven de
l a s
Huries.
-
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(
v
)
La Espaola
no menos sorprehen-
dida
f i j
l o s
ojos en
e l Moro, que
cierto era bien
d igno de
excitar l a
atencion por su hermosa figura y ga
llarda presencia que realzaban sus
armas y su ropage. Vuelta en s , y
mas curiosa que prudente, hizo s e
al al estrangero c on su abanico que
s e
acercase,
y
levantando
e l
velo
y
dirigindole
su voz con
aquella
gra
cia y aquella
noble
franqueza que e s
propia d e l a s damas andaluzas. S e-
or
Moro
,
l e
dijo
,
vuesa
merced
parece recien
llegado
Granada
y no sabe t a l vez l a s c a l l e s .
Sultana
d e
las
f l o r e s , respondi
Aben-Hamet,
delicia
d e
los
ojos d e
l o s
hombres,
esclava
cristiana
mas
hermosa
que l a s
vrgenes
d e
la
Georgia, tu
lo
has acertado. Es
-
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(
7 2
)
trangero soy y ando ya mucho
rato perdido sin poder hallar e l
kan d e
los
Moros. Mahoma toque
tu
corazon y t e recompense
tu
hos-
pitalidad.
Los Moros tienen
fama d e
ga
lanteadores,
respondi la
Espa-
ola con
jovial
sonrisa
;
pero n i
m
yo
soy
sultana
de
f l o r e s ,
ni
escla-
va, ni me gusta que me enco-
mienden Mahoma. Yo tengo que
pasar
por e l kan
d e los Moros.
Tomaos,
s i
quereis,
l a
pena
dese-
guirme y os
le
har ver.
La Espaola sigui
delante
y
cru
zando y atravesando un largo labe
rinto d e callejuelas sali l a
plaza,
y llegando
la
puerta del kan,
la
mostr
a l Moro c on l a mano, y
t r a s
puso por una esquina del e d i f i c i o .
-
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C
7 3
)
i De que poco pende e l reposo de la
vida No
e s
ya
solo l a patria
la
que
ocupa
e l alma
d e
Aben- I Iamet, y
Granada no es ya sus ojos una
ciudad
desierta
y
desamparada.
La
ciudad l e e s mas grata ; otro presti
gio nuevo hermosea sus ruinas : al
recuerdo d e
sus
abuelos se
aade
ahora
otro
encanto
mas.
Aben-Ha-
uiet ha visitado ya los sepulcros d e
los Abencerrages; pero al orar pos
trado sobre
los
negros jaspes, y al
regarlos
con
tiernas
lgrimas,
se
consuela porque imagina que la
bella Espaola habr pasado algunas
veces entre l a s tumbas.
El
amor es
incomprehensible. Todos
los
senti
mientos
se le
someten
;
todas
l a s
de-
mas
penas
se subordinan su ilu
sion.
1
-
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( 74 )
Vanos
son los propsitos que mil
veces renueva y otras tantas que
branta
d e
ocuparse
del solo
objeto
que l e ha trahido peregrinando;
vanos
son
los
viages
que
hace
cada
maana buscando plantas en los
r i
bazos
y
costaneras d e los dos r i o s .
La sola f l o r que
l
ama y no encuen
tra
en
ninguna
parte,
es
la
bella
cristiana.
Cuantos
pasos
intiles
l l e
va
dados
por hallar aquel palacio, de
cuyas puertas la vi s a l i r compaera
del alba y mucho mas hermosa y
resplandeciente
que e l lucero d e l a
maana Por que
lado
del cielo
sale
s e pone su luz divina? Que
d e veces ha creido
oir
e l sonido d e
aquella
campana
y
e l
canto
d e aquel
gallo que oy junto a los muros
donde e l l a mora Cuantas veces
-
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(
7 5
)
l o s ha
seguido
,
y ha
corrido d e sa
tinado barrios
enteros sin
hallar e l
palacio
mgico
Enemigo d e
darse
a l pblico, Aben-Hamet
habia
re
corrido
ya sin embargo
todos los pa
seos y l o s s i t i o s mas frecuentados por
encontrarla. Un dia que
crey
verla
en l a puerta d e los sepulcros d e Fer
nando
Isabel
,
dobl
su
orgullo
al
amor,
y
s e mezcl en
la turba
de
forasteros cristianos que visitan aquel
lugar;
pero
no era e l l a . Sus
deseos
y
sus
ojos
l e
engaaban
cada
ins
tante : lo l e j o s , todas l a s c r i s t i a
nas
por
la
uniformidad d e su trage
retrahian
alguna cosa
a l
dueo
d e
su albedro ; desde cerca ninguna l e
parecia. Mientras mas dias pasaban,
mas crecia este delirio amante d e
Aben-Hamet. Tiene
e l
corazon una
-
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(
7 < *
)
poca, una ocasin y un momento
indefinible en que nace y se desar
rolla
e l primeramor.Ninguna
fuerza
humana
lo desaloja
; persevera
toda
la vida, se hace sentir
en
la vejez , y
no
muere jamas del todo. Aben-Ha-
met no haba amado nunca. La p r i
mer experiencia era un grande im
posible,
como
sucede
casi
siempre.
El
amor
no
se informa, ni calcula
e l lugar, ni
e l
tiempo, ni l a s per
sonas.
Apenado
d e
esta
manera
,
herbo
rizaba
el Moro una tarde en las
amenas angosturas del Dauro, y
harto ya d e s mismo
,
sin poder so
portarse
,
se sent
en
una
i s l e t a res
guardada
contra
l a s
aguas
por
un
peasco
y
afianzada por
l a s raices
de un olmo antiguo de cien aos
-
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(
7 7
)
que
le hacia sombra. Contempora
neo de sus padres y sus abuelos pa
reca a l l aquel rbol Aben-Hamet
l a viga de los siglos,
l a atalaya
inmvil
de
l a
esperanza.
Desde
aquel
lugar solitario se descubra e l cos
tado del medio
dia,
sobre cuya a l t
sima
cima
imponian un respeto re
ligioso
las
torres
d e
l a Alhambra.
La colina del Norte presentaba
del
otro lado l o s palacios y l a
muralla
del
Albaizin : a l
pie d e
e l l a
se vian
los huertos, l a s casas
rsticas, y
l a s
largas f i l a s d e cuevas cercadas d e
nopales en donde habita un pueblo
numeroso.En la parte occidental d e
aquel
valle
se
abria
la
v i s t a
de
l a
ciudad
y
aparecian
J o s
campanarios,
los chapiteles y l a s
cpulas d e l a s igle
sias,
los
remates
d e
l o s
palacios,
l o s
7 -
-
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( 7 )
laureles y l o s cipreses de los jardines,
y l a s
parras
y cobertizos
d e
jazmines
y d e arrayanes
que
coronaban l o s
terrados.
Al
oriente
en
e l otro e s t r e -
mo
encontraba
la
vista
rocas
inac
cesibles,
tajos profundos, conventos,
ermitas, ruinas antiguas, y espa
ciosos bosques que suben lo largo
y
se
pierden
entre
l a s
nieves hasta
l a s a l t a s cumbres del
Veleta. Por en
medio
d e
e s t e
apacible
valle
corria
e l Dauro
sus pies
con agradable
susurro, convidando
los
ojos y al
corazon
los
deliciosos
crmenes
d e
sus
dos
embelesadas
riberas
;
soledad
deleitable
que no pone grima, ver
daderos eremitorios
d e
l o s placeres,
ltimo
asilo
d e
la
cansada
vida,
jar-
din
eterno;
muestras,
ruinas,
vesti
gios que aun nos quedan del paraso
-
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(
7 9
)
en
mui pocos lugares privilegiados
sobre la tierra ( 1 2 ) .
Aben-Hamet se rindi
a l
sueo
en aquel parage encantado , cedi
mas
bien
la
fuerza
d e
un
desvaro
profundo
que
gan
sus
sentidos y
di suelta la fantasa. Aben-Haniet
se
hallaba
solo en
un nuevo
Edeni
y
soaba
su
compaera.
Que ilu
sin
Que
misterios y que
enigmas
del corazon
Vala
en sueos por la
primera vez ,
y
l a via en diversos lu
gares
y en
diferentes
apariencias,
cual
mas
noble,
cual
mas
atractiva
y afectuosa; pero siempre lo
l e j o s ,
pero
siempre
como una sombra ,
en e l
cabo
d e una
montaa,
a l
tra
ves
de
l o s
rboles,
debajo
de
un
rio
en lo
mas
hondo,
como una
luz
inciertaquereflejan l a s ondas en
me
-
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(
8 o
)
dio d e la noche. Mil veces se le
muestra d e
estos
modos
incompre
hensibles aquella imgen adorada,
y otras
tantas
s e
pierde
en l a obscu
ridad.
Quiere andar
y
correr tras
e l l a y
no
pue