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8/21/2019 Francisco POSADA - Los orgenes del pensamiento marxista en Latinoamrica
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LOS ORIGENES DEL
PENSAMIENTO M RXIST
EN
L TINO MERIC
POLITICA Y CULTURA
EN
OSE CARLOS
M RI TEGUI
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8/21/2019 Francisco POSADA - Los orgenes del pensamiento marxista en Latinoamrica
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COLECCION
CUADERNOS CIENCIA
NUEVA
CUBIERTA ALBERTO
CORAZON
FRANCISCO POSADA. BOGOTA.
1968
EDITORIAL CIENCIA
NUEVA
S L
CRUZ VERDE
22 MADRID
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8/21/2019 Francisco POSADA - Los orgenes del pensamiento marxista en Latinoamrica
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S MIENTO M RXIST
N L TINO MERIC
IC Y CULTUR
EN
C RLOS
M RI TEGUI
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8/21/2019 Francisco POSADA - Los orgenes del pensamiento marxista en Latinoamrica
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Palabras preliminares.
Las hojas que siguen no pretenden ser
una
expo-
sicin del noble y
rico pensamiento
del
escritor
pe
ruano
Jos Carlos
Maritegui;
ellas
quieren
ser
apenas
un intento e situar
su
figura intelectual
ante
todo
en
referencia al marxismo
--corriente
que
fue la
suya propia- e indirectamente
por
res-
pecto al
mundo cultural e
su poca. Hemos
queri
do adems escoger aquellos tpicos
e
sus tesis que
nos parecen los ms llamativos hoy
en da
y que
de
otra parte
son lo ms valioso de ellas.
Ahora bien:
su
ndole no
expositiva
hace este
tra
bajo algo e tipo crtico No implica este enfoque
naturalmente
desafecto
alguno hacia la figura e
Maritegui
ni
tampoco
menosprecio de sus ideas.
F P
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8/21/2019 Francisco POSADA - Los orgenes del pensamiento marxista en Latinoamrica
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l La
situacin histrica.
El proceso de radicacin y crecimiento del mar-
xismo
en
Amrica Latina fue arduo y en ocasiones
difcil. Esto
ha
sucedido
en
general
con
las
diversas
ideologas de
avanzada
y que
han
tenido una signi-
ficacin progresiva
en esta
regin.
El
marxismo
ha
vivido sus
avatares
y a su
histo-
ria le
han determinado
diversos factores. Ello nos
permite
no slo trazar el esbozo de su fisonoma.
sino incluso
indicar las
limitaciones con que se
pre-
senta
en
quienes hasta ahora han sido sus ms d .S-
collantes
intrpretes
y propagandistas.
Es indispensable antes de proseguir tener
en
cuenta lo siguiente: el marxismo se
afianza
en los
pases de Amrica Latina despus de
1920. n
su
gestacin y desenvolvimiento han influido
las tra-
diciones nacionales la mayor o menor presenci t
del universo espiritual europeo lo mismo que
la
historia
individual del pensador
en
cuestin sus
amistades su generacin su procedencia social y
otros factores menores. El proceso de gestacin del
marxismo ha sido
en esta
zona
diferente al
de
Europa.
Las causas sociales que obraron para la aparicin
del marxismo
en
Amrica Latina pueden remitirse
a dos rdenes:
las
de
orden internacional
y
las
de
orden nacional.
7
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8/21/2019 Francisco POSADA - Los orgenes del pensamiento marxista en Latinoamrica
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Las primeras
-resultado
de los factores deriva-
dos de
la
coyuntura
mundial-
se vinculan
ante
todo
a los grandes acontecimientos econmicos y revo-
lucionarios de fines del siglo
xix
y de las primeras
dcadas del presente. El paso del capitalismo de
la
libre competencia al capitalismo monopolista fue
en Amrica Latina
un
proceso de repercusiones
particularmente
manifiestas y las huellas que dej
en
la
vida de estos pases son mucho ms marcadas
que las que hallamos en pases de otros continen
tes subdesarrollados. Las razones del moderno atra
so de los pases latinoamericanos
han
sido el impe-
rialismo y el colonialismo anglosajn y saxoameri-
cano. Comenzaron a actuar a travs de Inglaterra
desde cuando el Imperio Hispnico dej vaco su
lugar en Ultramar despus de 1826 La constitucin
del mercado mundial, los emprstitos y ciertas ma
nifestaciones precoces de imperialismo (las
in
versiones de capitales
en
ferrocarriles, etc.)
ataron
nuestras economas al sistema capitalista, hacin
dolas dependientes y fortaleciendo as a las clases
feudales.
Entre el colonialismo ingls
-debido
a
la
mane.
ra como oper y dadas sus tendencias imperialis-
t s
y
la
etapa de exportacin de capitales no
existi siempre una sclucin de continuidad; se
estableci
ms
bien un puente, a veces casi insen
sible. En cierto modo el imperialismo del siglo xx
fue una prolongacin. Debido, adems, a la persis-
tencia de relaciones feudales y semifeudales, a
la
ruina
de la
manufactura
latinoamericana,
resultan
te de una desigual competencia con los
artcu
los importados de Europa, el sector nacionalista de
la
burguesa no se pudo
ausentar
mejor dicho, no
se constituy en el ncleo de una clase burguesa
adulta
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El proletariado se cohesiona no
en
relacin a la
burguesa criolla, sino
en
oposicin a
las
empresas
extranjeras que se fueron estableciendo paulatina-
mente. Las primeras luchas de la clase
obrera
tu-
vieron ocasin
contra
el
capital
forneo.
Su
acti-
tud fue desde el primer momento una actitud anti-
imperialista.
En
virtud de la deformacin que el mercado
mundial y los capitales forneos introducen en lo
que hubiera sido
un
desenvolvimiento
continuado
de las economas locales,
las
contradicciones entre
las
compaas y los establecimientos
capitalistas
latinoamericanos
y
la
clase
obrera no alcanzaron
a
tener
la fuerza y
la
ardenta de contradiciones
similares en
la
sociedad
burguesa
europea.
En
la
clase
obrera
y
las
fuerzas populares obr
muchas
veces
un
reflejo patritico
en
defensa de
las
ri-
quezas propias y
algunas
de sus reinvindicaciones
fueron sacrificadas a la
voluntad prioritaria
de
industrializacin nacional.
- Desde el
punto
de
vista
ideolgico esto facilit
la
influencia
de posiciones de
la
burguesa
pro-
gresiva
y
de la
pequea
burguesa,
y en
ocasiones
las consignas proletarias ,
marxistas ,
de
la
clase
obrera
no fueror,
ms
que
planteamientos
reformistas, democrticos o utpicos, vestidos con
la terminologa del socialismo cientfico. Ms an:
la organizacin de los grupos obreros revoluciona
rios se afect por este hecho
y
ha
carecido
en
ocasiones de autonoma, pese a su constitucin for-
mal
como
partidos
o movimientos.
l
abrigo de
esta
situacin se
han
librado
jor-
nadas memorables. Empero, no podemos
dejar
de
anotar
Y esto es ahora lo que
ms
nos intere-
s a
que la
citada
coexistencia ideolgica
ha
lle
vado a peculiares versiones del marxismo.
Por otra
9
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parte, el influjo vivo del leninismo slo se perciblO
muy tarde, en comparacin con lo que acontece
contemporneamente en pases como Alemania,
Hungra o China.
La Revolucin rusa caus un impacto muy po-
deroso en la mentalidad de la intelectualidad
avan
zada
y en los diversos
sectores
populares. Un pen
sador marcadamente
liberal
y positivista como Jos
Ingenieros salud lleno de entusiasmo la Revolu-
cin de octubre. Entre las razones que dio para esta
adhesin, queremos destacar dos: esta transforma
cin social
la
evalu como
un
triunfo
del
espritu
moderno contra el
feudalismo
an sobreviviente,
al mismo tiempo que como la consagracin
defini
tiva de determinados valores ticos.
La Revolucin de Octubre no fue apreciada como
un hecho espordico o de
alcances
regionales.
So
bre todo en los medios liberales de
avanzada
y en
las
zonas democrticas apareci
a
manera
de
res
titucin del humanismo frente a la
tremenda
cri
sis moral y social del cataclismo blico recin ter
minado. El caso
personal
del joven Ponce es
una
expresin tpica de ese
tendencia
de la
poca
1).
La
conciencia de la transitoriedad de la sociedad
moderna (capitalista)
que
impusieron
la guerra y
la revolucin deja de ser un mero dato intelectual y
personal, y se torna un dato social; de
ah
que, pese
a
la existencia
de algunos marxistas
antes
del pe
rodo posterior de la Primera Guerra
Mundial
y a
la Revolucin rusa, como resulta de las
investiga
ciones del profesor Ermolaiev 2)
Y
tal es el caso
del cubano Carlos Balio
(1848-1926)-, esta
ten
dencia se desarroll y
tom cuerp
de organizacin
apenas
durante
la
dcada
de
lo.s
aos
20
cuando
se
vincularon
entre s los
factores nacionales
e in
ternacionales de que estamos tratando. El marxis-
-
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mo deja de ser algo embrionario, ocasional, perif
rico y comienza a adquirir
forma.
Las
tradiciones democrticas de este subcontinen
te jugaron un
papel decisivo en
la
gestacin del
pensamiento marxista
de
algunos
de
sus
mejores
representan tes. Se
puede precisar
una lnea Inge
nierosjPoncejAgosti (3) y puede igualmente esta
blecerse
un
nexo entre
Jos
Mart y
Juan
Marinello
en Cuba (
4 .
Debemos anotar que dichas tradicio
nes adoptaron un
grado muy
profundo de radica
lismo, quiz porque, salvo unos contados episodios,
no llegaron a establecerse en el poder y
menos
an
a
moldear
las
sociedades
latinoamericanas
a
su
imagen y semejanza. ~ profesor Rippy anota que
luego de
la expansin
intelectual de
la Independen
cia (con Rousseau en el terreno de la teora poltica
y la moral),
aqulla
fue contrayndose poco a poco
debido a los obstculos que la pobreza , la "igno
rancia",
la "supersticin", la "ineptitud poltica"
y
el militarismo opusieron al desarrollo de las ideas
burguesas avanzadas
(5).
Coartadas,
acorraladas en
ocasiones, las concepciones noseolgicas sensualis
tas y positivistas, el reformismo poltico, la
tica
individualista, la
utopa
histrico-social de Comte,
para
no hablar de reivindicaciones
generales
como
la
separac n
entre
la Iglesia y el Estado,
la
educa
cin laica, la libertad religiosa, etc., aparecieron
durante
mucho tiempo como algo subversivo o como
aberraciones del espritu. Para las clases feudales
y
para
las zonas radicales de la
burguesa
y peque
a burguesa, el marxismo fue
la
prolong cin na
tural de
dichas
concepciones y reivindicaciones, y
el
liberalismo era
acusado de
"antesala"
del
comu
nismo. La
fuerza
de la Revolucin mejicana,
su
con
notado carcter
popular, el que algunos de sus por
tavoces
la consideraran
incluso
ms radical
que
la
11
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propia Revolucin de Octubre, vino a confirmar
la
creencia
en la sealada
prolongacin y a
nublar
la
diferencia cualitativa del marxismo con cual-
quiera ideologa
anterior, materialista
o idealista.
Para
comprender
a
cabalidad
el pensamiento de
Jos Carlos Maritegui. es conveniente tomar en
cuenta varias consideraciones.
Ante todo,
la
formacin del
ilustre pensador
pe
ruano no fue, en el terreno del propio marxismo,
una
formacin bsica y detallada.
Mari
tegui co
noci algunas obras
importantes
de Marx, Engels
y Lenin, pero muchos de sus puntos de vista sobre
el socialismo cien tfico procedieron de
lecturas
de
intrpretes,
algunos tan poco afortunados como
Sorel o Croce. Por
otro
lado, su cultura
general
se
resinti de vacos. Nunca visit la Universidad como
estudiante, excepto un corto lapso de tiempo
en
el
que sigui una clase de latn. En Europa frecuen-
t
algunos cursos libremente, pero
sin
decidirme
nunca a perder mi carcter extrauniversitario . Pe-
riodista
de vocacin y por fuerza de los
aconteci-
mientos desde los catorce aos,
Maritegui
lleg a
la cultura por esta
va: a
un
espritu como el suyo,
rebelde y avanzado, no poda satisfacerle
la
Uni
versidad peruana de comienzos del siglo (6). Como
para muchos otros
intelectuales
progresistas, el
ejercicio del periodismo en los rganos liberales de
opinin fue una
genuina
escuela.
En
1918-19 su posicin puede clasificarse como
demcrata radical, ya que a sus tesis tico-polti
cas
una
una
fuerte
y
arraigada
inclinacin
contra
las
injusticias sociales. Ha pasado de
abordar
los
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8/21/2019 Francisco POSADA - Los orgenes del pensamiento marxista en Latinoamrica
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problemas nacionales
en
tono liberal a situarlos en
un contexto social:
en La
Razn escribe
en
favor
de
la reforma
universitaria, pero tambin da 1a
pe-
lea
por el movimiento obrero, por sus pliegos de
pe-
ticiones
ante
los patrones, por el Comit
Pro Abara-
tamiento
de las Subsistencias, escribe sobre huel-
gas y concentraciones obreras
en
Lima y sobre los
presos polticos en Trujillo. Aquel descontento po-
pular culmina
en julio de
1919
con
la subida
de
Augusto Legua al poder y con el cierre de La Ra-
zn
7).
Su
viaje a Europa (octubre de 1919 fue
un
viaje
de periodista. Devor libros, visit museos, el
arte
le apasion, lo mismo que
la
poltica: adquiri un
saber
multifactico, y aun
cuando
l repos sobre
unos
lineamientos
doctrinarios bsicos,
las
contra-
dicciones
en
que
incurre su obra
nos
muestran
que
Mari
tegui careci de una estructuracin terica
completa.
El
pensamiento
de Maritegui discurre en dos
planos.
Uno es el de los anlisis concretos, ricos
en
sugerencias y brillantes, lo mejor de su produccin.
Baste
pensar
en sus mltiples escritos sobre arte
y
literatura
o
en sus
valiosos
Siete
ens yos de
in
terpretacin de
la realidad peruana.
Esto
s
lo que
le
ha
dado,
justificadamente,
ms lustre y la parte
perdurable
de su obra.
En
cambio, el plano terico
general, que corresponde a
su formacin
filosfica
marxista, es endeble.
No
puede
negarse
que de esto
resulta
una
obra importante,
pero discutible, de
gran trascendencia, pero desigual, que posey un
influjo
muy vasto,
aunque un
tanto difuso.
La obstinacin por parte de algunos
intrpretes
a eludir un
anlisis justo
y riguroso de
sus
tesis
ha
tenido como respuesta, errada tambin,
la
teo-
ra
de los dos Mariteguis que,
por
ejemplo,
13
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Chang-Rodrguez, en su propia versin, ha expuesto
as: Quien quiera analizar la
trayectoria
ideolgi-
ca
socialista de Maritegui tendr que leer cuida
dosamente
sus escritos de 1923 a 1929 que
produjo
en
estado
consciente
y
pleno
de uso de
todas
sus
facultades mentales. Lo que apareci con su firma
durante los meses que precedieron a
su
muerte, y
que
parece
seguir
fielmente
las consignas de Mos-
c, debe ponerse en tela de juicio, puesto que o lo
escribieron
otros o sali de su
mente
alterada
por
las in trigas y la presin de aquellos que lo rodearon
y
precipitaron la
rpida
deterioracin
de
su
sa
lud
8). Como vemos,
la
censura que establece
Chang-Rodrguez tiene
una
implicacin poltica
directa. Por otra parte, su interpretacin no es
acer
tada, ya que podemos ver que
tambin
en los es-
critos
de 1923 a 1929 surgen muchas rectificaciones
de
puntos
de vista suyos
determinadas
por las orien
taciones
del movimiento obrero internacional y
por
las
posiciones de
la
Unin
Sovitica.
En
otros
casos
se percibe el deliberado y a veces difcil esfuerzo
de hacer
compatibles
sus convicciones
ms firmes
con dichas orientaciones.
El
pensamiento
de Maritegui no es
dual ,
no
hay tampoco
dos
Mariteguis . El pensamiento
del primer
marxista
peruano es ms bien l j se
e
gest cin
del
marxismo
en
Amrica
Latina
y,
por
lo mismo,
indefinido
en
algunos
aspectos en
proceso
de
desprendimiento de
la
vieja cultura, tan
teando volverse
un
pensamiento vivo en la aplica
cin a
esa
realidad. Y sobre todo,
no
consciente
de la especificidad terica de
la
filosofa
marxista.
Por
lo dems,
la misma
crisis que
sufri
el mar
xismo en esa poca afect a Maritegui. Los aos
de su aprendizaje, en el Per y en Europa,
no
fue
ron
aos fciles para
esta concepcin; se presen-
-
8/21/2019 Francisco POSADA - Los orgenes del pensamiento marxista en Latinoamrica
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tan
el reformismo de
Kautsky,
el
neokantismo
austro-marxista,
el
irracionalismo activista
de So-
rel, el
materialismo vulgar
de Plejanov, etc. El per
fil del marxismo se desdibujaba,
en parte, por las
violentas crisis
intelectuales,
morales
y
polticas
creadas
por
la
guerra. Maritegui iba
a
formarse
a
Europa ... Lo
admirable
del caso del
pensador
pe
ruano
es que, a
pesar
de
todas esas
dificultades,
haya logrado
plantear
el marxismo en Amrica
Latina
al
nivel y
con
todas
las
cualidades
con
que
lo hizo.
Otro
aspecto que
influye en la obra
de
Marite
gui
y
que
tie
sus
concepciones de idealismo y
voluntarismo -
es el de
la
debilidad de
la
clase
obrera peruana. Maritegui
no
se
inscribe en un mo
vimiento
obrero
ya
en desarrollo;
su
accin
polti
ca
y
su
creacin
lo
ayudan
a
forjarse.
A
su
regreso,
en
1923,
adelanta
una
intensa campaa
de
divul
gacin
del marxismo y de
aplicacin
a
la
realidad
nacional. Va a los obreros de las Universidades
Populares
a
estudiar
con ellos ,
no
a
ensear
les . Hay
otros
jvenes
en
esas Universidades que
comunican
a los obreros sus conocimientos ( ...
.
Idealistas
y
entusiastas
no siguen quiz
an una
ruta
bien marcada, bien
definida.
Luchan
por
la
Justicia
social , pero su
programa
no es
concre
to ni pre
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xismo y
su
lucha por difundirlo, baste recordar
apenas
los rasgos
ms
generales de la sociedad y
la historia del Per.
La
oligarqua de este pas es
una
de
las ms
vigorosas de Amrica
Latina,
con
una
mayor conciencia y
fuertemente
cohesiona-
da. El
Per
estuvo trs.dicionalmente dividido
en
tres circuitos econmicos muy diferenciados,
tres
pases diferentes 10
La
costa, con
una
notable
influencia
cultural
del
extranjero, en
donde se en-
cuentra Lima; la
sierra,
asiento
de los grupos
campesinos de origen inca, y las selvas del orien-
te. La oligarqua
estaba
compuesta
en
el tiempo
de vida de
Maritegui bsicamente por
los gran-
d9s
latifundistas
y
la burguesa compradora
sec-
tores sociales alejados del pueblo y ligados a los
intereses de los capitales
internacionales.
Uno de
los rasgos
ms
sobresalientes de
la actividad
de
esta
oligarqua es el de que sus enormes lucros
econmicos, compartidos con monopolios ingleses
y
norteamericanos,
se
han
derivado
en gran
me-
dida del guano, regalo de los
pjaros
y no
fruto
del
trabajo humano,
y de los recursos
naturales.
Este
pas no ha tenido
una burguesa
progresista nume-
rosa y fuerte, y eso implic el
carcter
de
algunas
de las tesis de Maritegui sobre el papel histrico
de
esta
clase
en
el progreso social de Amrica
La-
tina.
Maritegui fue consciente de
las
dificultades
sin nmero para una labor ideolgica
moderna;
es decir,
para una labor
susceptible de colocar a
su
pas al nivel
cultural ms
evolucionado de
su
poca. En el
Per
falta -d i jo - por desgracia,
una prensa
docente que siga con atencin, con in-
teligencia y con filiacin ideolgica el desarrollo
de
esta
gran crisis; faltan, asimismo, maestros
universitarios, del tipo de Jos Ingenieros, capaces
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de apasionarse por las ideas de renovacin que
actualmente transforman al mundo y de liberarse
de la influencia
y
de los prejuicios de
una
cultura
de una educacin conservadoras burguesas;
faltan
grupos socialistas
y
sindicalistas, dueos de
instrumentos propios de cultura popular, en ap-
titud, por tanto, de
interesar
al pueblo por el es-
tudio de la crisis (
11
.
z.
17
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JI u
posi in
filosfica
Sin
duda alguna el libro efensa del marxismo
es
la
mejor condensacin de
la
tesis de
Maritegui
sobre
esta
filosofa.
Su
posicin
marxista
compor-
ta
una
serie de
errores
y de
virtudes
que vamos
a
estudiar en
seguida.
Se
ha
insistido en
la presencia
de
la sombra
de
Sorel sobre Maritegui (12). El asunto es bien
pro-
fundo, ya que se trata de un influjo general irra-
cionalista, el cual se evidencia
en la mayora
de
de sus escritos.
Un
interesante
estudio (13) nos
pinta un
cuadro
adecuado de importantes influencias irracionalis-
tas en el pensamiento de Maritegui. Los orge-
nes del italianismo del pensador peruano se re-
montan a
9 5
y se deben a
uno
de sus
ms
nti-
mos amigos,
Abrahan
Valdelomar. El d annunzia-
nismo
f u ~ u n
fenmeno de irresistible seduccin
para el estado de
nimo
rubendariano. En el Per
padecimos
alguna
de sus
ms
empalagosas y
ram-
plonas
caricaturas, aunque
como compensacin, la
influencia
d'annunziana dejar su huella en tem-
peramento tan
sensible y
afinado
como el de Val-
delomar,
d'annunziano
de
primera
mano, bien dis-
tinto de
cuantos
se
iniciaron en
los misterios del
divino Gabriel en ediciones baratas de Maucci o
en
sus
no
menos infieles biblias parisienses. (14).
9
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Su colega de periodismo, el mdico Hermilio Val-
dezn, que regres de Italia
en
1915 acentu
la
curiosidad, que pronto fue una genuina dedicacin
apasionada,
hacia
la
cultura, las
letras
y el
pen
samiento de este pas. En Italia, Maritegui ha
descubierto su
ser
ms
profundo y el sentido de
su destino de escritor. All se ha decidido su mi
sin de
adelantado
de la causa de los pobres y de
los explotados . Y
aun
cuando
estamos
de acuerdo
con la afirmacin de Nez de que all clausura
sus deliquios decadentistas crepusculares (15),
no
por
ello
deja
de recibir el
influjo
del
irraciona
lismo y el historicismo italianos que
habran
de
labrar su joven mente vida de saber. Hizo contac
tos personales con hombres de letras y tericos
como Papini, Croce, Marinetti, Gobetti o Guillermo
Ferrero,
que fueron decisivos
para
l. Sigui
muy
de cerca
las
ideas y la
obra
de autores como
Fa
reto, el
romntico
De Sanctis, Borghese, Antonio
Gramcsi,
Malaparte
o Pirandello. Esta influencia
se mantuvo inclume hasta el
final
de sus da,s (16).
El marxismo, pues, le lleg
por
algunos de los au
tores citados
y
como ya lo dijimos,
por
Georges
Sorel.
Segn
l, Sorel es el pensador que con su obra
inicia ms enrgica y maduramente la
ruptura
con
el perodo lassalliano. Sus
eflexiones
so re
la
vio-
lencia
representan, por su magnitud y consecuen-
cias histricas,
otro
de los libros del nuevo si-
glo (17). La evaluacin que efecta de un
pensamiento como el de Bergson es ms que sin
tomtica de
sus
preferencias intelectuales. Berg-
son tiene discpulos de derecha e izquierda como
los tuvo Hegel,
aunque
se abrigue
personalmente
tras
las
almenas del orden,
actitud
personal que
no compromete mimmamente el sentido de su fi-
-
8/21/2019 Francisco POSADA - Los orgenes del pensamiento marxista en Latinoamrica
21/91
losofia. Histricamente,
la
filosofa de
Bergson
ha concurrido, como ningn
otro elemento
inte
lectual, a la
ruina
del idealismo y
racionalismo
burgueses
(
18 .
Esta
admiracin por Bergson
le
vino
directamente
de Sorel.
Para Mari
tegui el marxismo se
define
primor
dialmente como una filosofa de
la
accin . Ri
gurosamente hablando
no es
una
teoria ni
una
ciencia
sino
la ideologa
de
la
revolucin moder
na. Por
eso
Maritegui
no
plantea en su
obra una
problemtica
metodolgica y ella
carece
de
un
conjunto de conceptos filosficos estructurados.
El
marxismo
era
para
l
fruto
exclusivamente de
la confrontacin, no fruto
de
la
ciencia
y de
una
prctica
terica.
Maritegui representa en
Latino
amrica la tesis de que el marxismo se define como
tal
en
la
controversia, descalificndose as
impl
citamente
su
valor como teora.
Empero, hay algo ms de peso.
Mari
tegui fue
marcado por las tendencias pragmtica
y, en me
nor
grado,
vitalista
del irracionalismo. De
ah
que
haya planteado
el
problema
de
la
verdad,
no
como
el de
la
objetividad, sino como
idea-fuerza,
como
mito.
Exaspera la dialctica entre verdad absoluta
y relativa y desemboca en la conclusin de que la
segunda e verdad no
relativamente
al objeto, sino
al sujeto. Niega
las
verdades
absolutas no
como
absolutas;
las niega como verdades. No existen
verdades
absolutas;
pero existen
verdades
relati
vas que
gobiernan
la vida del
hombre
como si
fueran
absolutas ,
afirma
en
una nota
en que
no
disimula sus simpatas
por
el pragmatismo (19).
Hay
otra
frmula vi t l is t
que se
emparen
ta
con el subjetivismo de
la recin
citada. El co-
nocimiento
aparece, dentro del mismo orden de
ideas, no como
una prctica
especfica (20)
tal
21
-
8/21/2019 Francisco POSADA - Los orgenes del pensamiento marxista en Latinoamrica
22/91
cual lo considera el marxismo. El conocimiento es
para Maritegui una especie de funcin orgnica
El impulso vital f i rm del hombre responde
a todas
las
interrogaciones de
la
vida
antes
que
la
investigacin filosfica. Y
aade
que el cami-
no
ms
seguro
para
llegar a
la verdad
es el del
hombre
iletrado , para quien la necesidad vital
es superior a la limitacin terica. Generalmente
encuentra, mejor que el literato y que el filsofo,
su propio camino. Puesto que debe actuar, acta.
Puesto que debe creer, cree. Y concluye con
una
frase
brillante
y
tajante:
Su
instinto
lo desva
de
la
duda estril (21). La filosofa no debe evi-
tar renunciar
a
la
accin , sino
combatir la
afir-
macin de lo absoluto, porque en la historia huma-
na
el mito temporal de cada poca , la verdad
relativa ,
obra
como una fuerza formidable.
El marxismo aparece como el mito de la poca,
el mito de
la
revolucin moderna. La
imagen
apoca-
lptica de un
mundo
nuevo,
frente
al mundo
pre-
saico, escptico,
nihilista
y
sin
valores de
la
clase
dirigente . Lo que
ms neta
y claramente dife-
rencia
en esta poca a la burguesa y al proletaria-
do es el mito. La burguesa no tiene mito alguno.
Se ha vuelto incrdula, escptica, nihilista. El mito
liberal renacentista ha envejecido demasiado.
El
proletariado tiene un mito: la revolucin social.
Hacia ese mito se mueve con una fe
vehemente
y
activa. En combate abierto
contra
las consecuen-
cias no
exultantes
del atesmo expone una tesis
t-
picamente
pragmatista
de la religin: en ella lo
decisivo es su fuerza, la capacidad de emocin y
de conmocin con que inviste al
ser humano.
La
creencia
en
s
misma
es algo adjetivo
dentro
de
la
religin. or eso puede
ser
mundanizada , su con-
tenido
interhumano
puesto en
prctica una
vez
-
8/21/2019 Francisco POSADA - Los orgenes del pensamiento marxista en Latinoamrica
23/91
despojada
en su envoltura
inhumana. La emocin
revolucionaria
-sostuvo-
es
una
emocin religio-
sa. Los motivos religiosos se han desplazado del
cielo a la tierra. No son divinos; son humanos, son
sociables (22).
La
gravedad
de
estas
concepcio-
nes reside en presentar al marxismo ubicado
en
un plano completamente
distinto al
plano
en
el
que sus fundadores lo situaron. Deja de
ser un
instrumento
de desmixtificacin de la
humanidad,
a travs de la ciencia y de la prctica revolucio-
naria; y de comprensin objetiva de la presente
etapa histrica, como etapa de trnsito y prepa
radora
del comunismo, organizacin
fruto
de
una
elevacin de la riqueza social. Esas concepciones
crean sobre las soluciones del socialismo cientfi
co
una
nocin idealista,
y
casi mstica,
ajena
a
toda realidad, una nocin a la cual Marx le exa-
min las races en sus anlisis de la ideologa y
la
religin.
Por varias
vertientes
se desliza el
pensamiento
de Maritegui a partir de estos supuestos:
su
vi-
sin le conduce a descalificar el estudio del mun
do objetivo y a preconizar el voluntarismo; ella
borra la separacin
entre
materialismo e idealis-
mo; niega el
materialismo
dialctico como filoso-
fa marxista;
apoya
la
tesis de
la
variacin
perma
nente de
la
filosofa
dentro
del marxismo; reduce
el marxismo al materialismo histrico, e influido
por Croce sobre todo, lo relativiza completamen
te, desembocando as
en
el
ms
radical
histori
cismo (23).
El voluntarismo de Maritegui adopta a veces
3
-
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un tinte nietzscheano. (Recordemos, de paso,
las
citas
que hace de Nietzsche an en su obra de ma
durez, los Siete ens yos de
interpretacin
de la
realidad
peruana. El
vivir peligrosamente lo
torna una actitud revolucionaria heroica .
La
re
volucin social no es el
fruto
de factores objetivos
los
que Maritegui,
en
ocasiones,
identifica
con
un
supuesto
determinismo -,
sino es
una
volun-
tad, una pasin, un fuego que
avasalla
la estela
luminosa del mito progresista de la poca. En su
justa
batalla
contra
el revisionismo evolucionista,
Maritegui
no alcanz a
pensar seriamente
la
re
lacin dialctica sobre la libertad y la necesidad,
entre lo objetivo y lo espontneo, entre la ley his
trica y los factores subjetivos. Otra actitud
-ase
gura- frecuente
de los
intelectuales
que se entre
tienen en roer la bibliografa marxista, es la de
exagerar interesadamente el determinismo de
Marx y su escuela con el objeto de declararlos, /
tambin,
desde este
punto
de
vista
un producto
de la
mentalidad
mecanicista del siglo XIX, incom
patible con la concesin heroica,
voluntarista
de
la
vida, a que se
inclina
el
mundo
moderno despus
de
la
guerra (24). Guiado
por
este voluntarismo
arriba a conclusiones unilaterales. Por ejemplo, in-
siste en el aspecto subjetivo, espontneo, personal
en
la
revolucin
y
por
ende,
subestima
el valor del
saber racional (25). La fuerza de los revoluciona-
rios no
est en su
ciencia, est en su fe,
en
su pa-
sin,
en
su voluntad (26).
Maritegui estaba obviamente impresionado por
la Revolucin de Octubre, y la vio ms como el
fruto
del
coraje
y
la
decisin de Lenin y los bol
cheviques, que como el resul tacto de las con
tradic
ciones del capitalismo, de la
situacin dejada por
la guerra, de la exasperacin de los antagonismos
-
8/21/2019 Francisco POSADA - Los orgenes del pensamiento marxista en Latinoamrica
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en
Rusia
como resultado de
la mezcla
de formas
arcaicas y formas muJ modernas de produccin
del despotismo
zarista,
etc. No subray
tampoco
la
larga tarea
poltica
organizativa
y propagan
dstica
de los
social-demcratas, primero,
y luego
de los bolcheviques. Se
nota
que Maritegui
no
haba
penetrado
en
la
profundidad
de la tesis del
u hacer de Lenin obra
en
la cual plantea que
la clase obrera espontneamente tiende al opor
tunismo;
que slo a
travs
de
la
elevacin de
su
conciencia
inmediata
en una conciencia crtica,
basada en
la
ciencia
poda
salir del embotamiento
economicista reivindicativo. El
menosprecio
de
la
teora segn esa obra frena
la
revolucin y con
funde
a los revolucionarios;
la
espontaneidad es
algo
negativo
en la lucha contra el
capitalismo.
Otra de las consecuencias que se derivan de los
influjos subjetivistas
en el pensamiento de Mari
tegui
la tenemos en
el
hecho
de que a veces
borr
las distinciones entre el idealismo y el
materia
lismo.
De acuerdo con los clsicos del marxismo todo
pensamiento y
toda
filosofa en lo referente a su
significacin
social
progresista
o
reaccionaria),
debe
apreciarse
en funcin de la poca y de los
factores
que la
definen.
Ello lleva a la conclusin
de que n ~
s misma,
la totalidad
del pensamiento
filosfico
idealista
no es
conservadora
o retardata
ria
sino
que
tambin hay
-baste
pensar en
Rous
seau o Fichte- corrientes subjetivistas o idealis
tas objetivas que
expresan
los intereses de un gru
po social revolucionario o progresista.
Maritegui
comparta esta
posicin correcta y a lo largo de
su
obra se esforz oor defenderla.
Algunos de sus
anlisis
sobre el desenvolvimien-
to del pensamiento espaol tan ricos
en
atisbos
5
-
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ilustran el criterio de
Maritegui acerca
del reco-
nocimiento
de valores sociales positivos
en
deter
minadas tendencias
idealistas -incluso idealistas
extremas -.
Permtasenos aludir
al
caso de
Una
muno.
Maritegui
ve
en Unamuno
una
peculiar
manifestacin
del individualismo espaol.
La
re-
belda de
Unamuno, su
desapego a los valores de
una
sociedad
estancada
y con
una atmsfera men
tal enrarecida por
el dogmatismo, se
desprende
de
la tradicin municipal
espaola ,
cuya
raz
democrtica
procede de esa
Edad
Media ibrica:
es
sta
una actitud
terca
personal
e
histrica
mente. Es el refugio provincial de los fueros po-
pulares,
tras
de los cuales se
escuda no
el
libre
pensador
que
no
fue l, sino el
pensador
que quie-
re pensar libremente.
El liberalismo de
Unamuno
es
un
liberalismo anacrnico, pero
no
retrgrado.
El individualismo del
pensador
de ontra
esto
aquello
es
la
rebelda,
ya
languideciente,
del
hi
dalgo,
aunque
positiva
por su
intensa coloracin
popular
(lo
cristiano
en
Unamuno, podra
decir
Maritegui, es
popular
... ,
por
su carcter provin-
ciano espaol
Bien
diferente
del liberalismo
bur
gus de Maeztu, liberalismo
pragmatista,
conclu-
sin
conservadora
y declinante del
espritu pro
testante
y de
la culturs anglosajona .
A
Unamuno
-concluye-
su
individualismo
popular
lo
empuja
a
tomar
posiciones
progresistas;
a Maeztu
su
in
dividualismo moderno'' y
burgus
lo lleva a la
reaccin
(27). El credo de
Unamuno
se
resume
en
su
rebelda
contra
las
ilusiones positivistas . Esas
ilusiones
no son ms
que
las
mentiras prosaicas
del
mundo
burgus, a las cuales opone la ms
rotunda
afirmacin
de
la
autonoma
personal. El
cristianismo
de Don Miguel es el de Don Quijote,
el de
la
lucha y
no
el de la paz (28). Aqu echa-
-
8/21/2019 Francisco POSADA - Los orgenes del pensamiento marxista en Latinoamrica
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mos anclas en
una
de las
zonas
ms estudiadas en
la
obra
de
Maritegui: la
de la rebelda del inte
lectual
y el artista contra el
mundo
despersonali
zado de la poca industrial. La poesa interior y
sentimental
del
intelectual
y del
artista
contra
la prosa
de
la
praxis
burguesa
y de
la sociedad
capitalista
fue
uno
de los
temas ms
tratados
por
Mari tegui.
Pero
a esta
sagaz evaluacin
de ciertas
corrien
tes idealistas del
pensamiento
va
unida
una in
comprensin del carcter filosfico del idealismo
en el sentido marxista. Y so
capa
de
sealar las
insuficiencias
de
ciertos
intrpretes
de Marx
cae
en
posiciones insostenibles. Marx
no est presen
te
- a f i rma- en espritu, en todos sus supuestos
discpulos y herederos. Los que lo han
continuado
no han sido los pedantes profesores tudescos de
la teora
de
la
plusvala,
incapaces
de
agregar
nada a su doctrina, dedicados slo a
limitarla,
a
estereotiparla;
han sido, ms bien, los revolucio-
narios,
tachados
de
hereja,
como Georges
Sorel
-o t ro
agonizante,
dira
Unamuno-, que
han osa
do enriquecer y
desarrollar las
consecuencias de
la idea
marxista. Y basado
en
Croce, a quien
cita
sin
reparos,
indica
que el
materialismo
histrico
es mucho menos materialista de lo que se
pien
sa
(29). Las diferencias entre el
materialismo
y
el idealismo, lo mismo que
entre las
diversas
va
riedades
de
la
filosofL
-subjetivismo,
positivis-
mo, empirismo, etc.- , se borran: ellas seran ms
bien
diferentes
especies de concepciones del mun
do o de mi tos, cuyo valor ltimo reside
en la afir
macin personal. El materialista, si profesa y
sir
v su fe religiosament,, slo por una convencin
del lenguaje puede ser opuesto o
distinguido
del
idealista
(30).
Maritegui seguidamente
se
hace
27
-
8/21/2019 Francisco POSADA - Los orgenes del pensamiento marxista en Latinoamrica
28/91
participe de
la
teora, en
lengua
espaola
defen
dida
por Unamuno, de que
la materia
es
una idea
y
por lo mismo, el materialismo no es en verdad
ms
que
una vertiente
del idealismo.
Empero, la connotacin idealista de los
puntos
de vista de
Mari
tegui no le lleva a
la
conciliacin
ni
a
la
denegacin de los objetivos revolucionarios.
Maritegui libr
grandes batallas
tericas
en
de-
fensa
de las posiciones democrticas y socialistas
y su vida
misma
es un elocuente ejemplo de
ho
nestidad.
Baste recordar
su
grande
accin a
tra
vs de
la
revista Amauta
o
la
que desarrolla,
desde noviembre de 1928 con Labor , el peridi-
co del proletario
peruano
(31).
No
es
entonces una casualidad
el que Maritegui
haya atacado aquella
variedad
del revisionismo
e l
socialismo tico-, que
preconizaba
el
oportu
nismo, la cual
aplazaba
a
travs
de las meras
re
formas
el cambio
radical
de
las estructuras
capi
talistas y conceba al socialismo no como
un
pro
ducto
del desarrollo histrico, sino como un ideal,
al
modo
kantiano,
hacia el
cual
deban esforzarse
los hombres, naturalmente sin que se pensara en
realizarlo nunca
plenamente. Por
eso
afirm
que
el
socialismo tico, pseudocristiano, humanitario,
que se trata
anacrnicamente
de oponer al socia-
lismo
marxista,
puede
ser
un
ejercicio
ms
o
me
nos lrico e inocuo de
una
burguesa
fatigada
y
decadente,
mas
no la teora de una clase social que
ha
alcanzado su mayora de edad,
superando
los
ms altos objetivos de la clase capitalista . Ma
ritegui
se
percataba
de que el
mentado
socialismo
tico
tena
races
reaccionarias
e inclusive
alude
a
su romanticismo larvado cuando indica
que Marx
no dej de
reconocer
los
grandes aportes
del capi
talismo al progreso
humano
y que el socialismo
-
8/21/2019 Francisco POSADA - Los orgenes del pensamiento marxista en Latinoamrica
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tico, con sus idealizaciones, implicaba un regreso
a etapas tericas superadas. En realidad,
bajo
el
pretexto de defender
al
hombre ,
al
campesino ,
al proletario , el socialismo tico desemboca en
el
puritanismo
burgus
ms hipcrita:
El marxis-
mo es totalmente
extrao
y contrario a estas me
diocres especulaciones altruistas y filantrpicas.
Los marxistas no creemos que la
empresa
de
crear
un nuevo
orden
social, superior
al orden
capita
lista, incumba a
una
amorfa masa de parias y de
oprimidos, guiada por evanglicos predicadores dtl
bien. La energa revolucionaria del socialismo no
se
alienta
de compasin
ni
de envidia.
En
la
lucha
de clases, donde residen todos los elementos de lo
sublime y heroico de su ascensin, el
proletariado
debe elevarse a una moral de productores (32 .
La moral revolucionaria nace de una fuente
completamente distinta. Rechaza con igual vigor
tanto
la
moral economicista como el amoralis
mo. El proletario tiene su propia moral.
La
tica
del socialismo se
forma
en la
lucha
de clases ,
afirma.
Su moral,
la
de la clase obrera, es una
moral e
productores
de creadores, no es la chata
moral
reivindicativa , la de quienes no quieren
transformar
el mundo, sino apenas reformarlo. Se
opone al punto de vista de Kautsky, segn el cual
la moral 'surge mecnicamente del inters eco-
nmico . Y por eso aade que es absurdo
buscar
el
sentimiento
tico del socialismo
en
los
sindica
tos aburguesados
e n
los cuales la burocracia do-
mesticada ha enervado la conciencia de
clase-
o
en los grupos parlamentarios espiritualmente asi
milados por el enemigo que combaten con discur-
sos y mociones (33). La moral del proletariado
surge de
su
madurez de clase,
cuando
ha dejado
de ser una turba sin norte o una masa sin forma
29
-
8/21/2019 Francisco POSADA - Los orgenes del pensamiento marxista en Latinoamrica
30/91
y se aglutina como un grupo social con intereses
propios. Llevado
por argumentacin contra
el
socialismo tico de Henri de Man y
contra la
moral economicista ,
contra
lo que
llama las
va-
gas utopas
de los
reformistas
que
hacen
retroce-
der a la clase
obrera
a un nivel
anterior
en su
desarrollo ideolgico y
contra
el conocido
oportu-
nismo de Kautsky, el pensador peruano afirma
la
necesidad de
una
nueva
actitud
tica compatible
con
la tarea histrica
revolucionaria.
Una nueva
civilizacin
no
puede
surgir
de
un triste
y
humi-
llado
mundo
de ilotas y de miserables,
sin
ms
ttulo ni
ms
aptitud
que los de su ilotismo y su
miseria. El proletariado
no
ingresa
en la historia
politicamente, sino como clase social;
en
el
ins-
tante en que se descubre su misin de edificar,
con los elementos allegados
por
el esfuerzo hu-
mano,
moral
o amoral,
justo
o injusto, un orden
social superior. Su moral de clase depende de la
energa
y herosmo con que opere
en
este
terreno
y de
la amplitud
con que conozca y domine
la
eco-
noma burguesa (34). Vemos surgir elementos de
una concepcin
materialista histrica
de
la moral
proletaria
y
distinguir
este
plano
del de
una
eco-
noma socialista, sin confundirlos, como
hace
el
socialismo tico , y
sin identificar ;la
produccin
material
y
la
moral, como
hace
el reformismo
me-
canicista
de los llamados
marxistas
ortodoxos .
Por el examen efectuado se perciben en Marite-
gui diversas inquietudes; las limitaciones o vaci-
laciones de su
pensamiento
proceden de
factores
como los
ya anotados
(tipo de formacin personal,
carcter
polmico de su obra, nivel de la discusin
dentro
del marxismo,
etapa
de crecimiento de
la
clase
obrera peruana,
etc.).
Tal
cmulo de factores
apareja la
inevitable
ambigedad
de sus tesis.
-
8/21/2019 Francisco POSADA - Los orgenes del pensamiento marxista en Latinoamrica
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Tomemos otro aspecto de ellas: el de sus con-
cepciones
acerca
del materialismo histrico. Ma
ritegui no
slo reconoci
la
existencia de este
sector de la reflexin marxista, sino que lo defen-
di y lo aplic
brillantemente. Sin
embargo,
care-
ci de suficiente
claridad
sobre
la filosofa mar-
xista propiamente dicha (el materialismo dialc
tico).
Los orgenes filosficos del
pensamiento
de Marx
los ubica Maritegui en la filosofa clsica alema-
na, la economa poltica inglesa y el socialismo
francs. Estas
tres
fuentes (cuya enumeracin es
apenas
el
lmite del
mapa)
no
tienen
el mismo
va-
lor, ni
jugaron
el mismo papel en el
nacimiento
de la filosofa marxista. Afirmar que la filosofa
clsica alemana (el Idealismo Alemn) es una
fuente
del marxismo no implica que ella haya sido
la nica influencia filosfica decisiva, ni la prin-
cipal ni que,
finalmente,
se la pueda considerar
como
la
filosofa que luego pasa a involucrarse
al pensamiento
social marxista.
Empero, el
planteo
de Maritegui respecto a
las
relaciones entre marxismo e Idealismo Alemn
pone vnculo muy ntimo entre los dos. Establecer
esta
ltima
corriente como
fuente
quiere decir que
Marx tuvo que perfilar sus concepciones n rela-
cin polmica con ella, desembarazando, por ejem-
plo, la dialctica
hegeliana
o el activismo fichtea-
no de sus elementos mixtificadores y msticos ,
y sobre la base de una
confrontacin
con la cien
cia y con
la realidad
poltico-social,
lograr una
teora materialista y dialctica de la dialctica y
de la accin (la praxis). Maritegui afirma que
Kant y Hegel
anteceden
y
originan
a Marx pri-
mero y a Lenin despus . Incapaz de comprender
la dialctica
materialista
en s misma (lo que se
31
-
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explica en parte por su subestimacin del mate-
rialismo dialctico),
traza
una lnea directa que va
de
la dialctica trascendental de Kant, pasa por
Hegel y desemboca
en
Marx. Acepta sin
reticen-
cias
la
teora
neohegeliana
de
la
inversin , con
lo que resulta que el marxismo no es otra cosa
que una traduccin de la dialctica de Hegel a la
terminologa de una concepcin histrica que le
reconoce
una importancia
decisiva al factor eco-
nmico . Y sostiene que, segn la clebre frase,
Marx puso de pie, contra el intento de
su
autor,
que
la
haba parado
de cabeza ,
la
dialctica hege-
liana. Lo cual supone que el trnsito de este fil-
sofo a Marx fue una simple superacin y no la
creacin de una dialctica materialista radical,.
mente distinta. La teora de que Marx es una
Autnebung de Hegel est expresada por l en estos
trminos: La concepcin materialista de Marx
nace, dialcticamente, como anttesis de la con-
cepcin
idealista
de Hegel (35).
Dentro de este orden de ideas, la ubicacin his-
trica del marxismo aparece del siguiente modo.
El marxismo no es una filosofa ( no es, precisa-
mente, el materialismG metafsico o filosfico ),
sino una concepcin de
la
historia. La filosofa
marxista, o lo que debe tenerse por tal, es una
constante evolucin, ella sigue el curso del pen-
samiento filosfico. No habra propiamente ha-
blando
una filosofa marxista: la
obra
de Marx es
un examen de la sociedad actual. La filosofa mar-
xista debe variar y metamorfosearse:
ayer
Kant
y Hegel, hoy Bergson y Nietzsche. La idea de que
el marxismo es una ciencia social o una sociologa
(o sea: solamente materialismo histrico) implica
la
supresin de
la
filosofa
marxista
y
la
posibi-
lidad de reemplazarla por otra cualquiera. Esta
-
8/21/2019 Francisco POSADA - Los orgenes del pensamiento marxista en Latinoamrica
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idea fue sostenida explcitamente por Max Adler,
por ejemplo, quien -como Berstein o Vorlander,
aunque no del mismo modO-- colocaba al kantismo
como
la
filosofa de
una
ciencia social marxista.
Otros pensadores de
la
poca hicieron esfuerzos
por completar a Marx con
otra
filosofa u otro
filsofo, en
la
creencia de que careca de un b ck-
ground
terico propio: Plejanov acercaba a Marx
al materialismo iluminista, Sorel al irracionalismo,
Korsch y Lukcs a Hegel, un poco ms
tarde
Gramsci al historicismo. Mari tegui est en lo cier
to cuando afirma que el marxismo no debe pre
sentarse
como
un
sistema . Marx,
en
primer
lu
gar, no se propuso
nunca la
elaboracin de
un
sis
tema
filosfico de interpretacin histrica. l
marxismo no es un sistema, o una filosofa de
la
historia (36). Pero negar esto no equivale, como
parece equivaler
para
Maritegui, a suprimir
la
filosofa marxista, a
la
pretensin de querer com
pletar a Marx con otro filsofo. El marxismo o
sus
intelectuales-,
en
su curso posterior, no
han
cesado de asimilar lo ms sustancial y activo de
la especulacin filosfica e histrica posthegelia
na o postracionalista. Georges Sorel, tan influyen
te
en
la
formacin espiritual de Lenin, ilustr el
movimiento revolucionario socialista ( ... ) a
la
luz
de
la
filosla bergsonlana, continuando a Marx,
que, cincuenta aos antes, lo
haba
ilustrado a
la
luz de
la
filosofa de Hegel,
Fichte
y Feuerbach.
A
partir
de
esta
base se adhiere a la tesis de que
la
filosofa contempornea fructifica al marxismo con
sus aportes y
sita
al mismo nivel a Sorel y a
Lenin, quedando este ltimo con un rostro intelec
tual
desfigurado. Vitalismo, activismo,
pragma
tismo, relativismo,
ninguna
de estas corrientes fi
losficas,
en
lo que podan
aportar
a
la
Revolucin,
s.-
33
-
8/21/2019 Francisco POSADA - Los orgenes del pensamiento marxista en Latinoamrica
34/91
han
quedado al
margen
del movimiento intelec-
tual marxista. William
James
no es
ajeno
a
la
teoria de los mitos sociales de Sorel, tan se.alada-
mente influida, de otra
parte, por Wilfredo Pareto.
Y
la
Revolucin Rusa,
en
Lenin, Trotsky y otros,
ha producido un tipo de hombre
pens nte
y
ope-
rante que deba dar algo que pensar a ciertos fi-
lsofos baratos llenos de todos los prejuicios y su-
persticiones racionalistas (37). Conclusin: el
marxismo necesita de la filosofa no marxista
para
desarrollarse, necesita como alimento trozos o sec-
tores de ella.
Retornemos a un aspecto al cual
ya
aludimos:
la reduccin del marxismo al materialismo hist-
rico y la eliminacin del materialismo dialcttco
como la filosofa marxista. Como vamos a verlo,
esta
separacin
no
perjudica decisivamente cier-
tos aspectos de
la obra
de Maritegui, sobre todo
aquellos que tienen que ver con la historia y
la
sociologa. Con todo, es indispensable no
dejar pa-
sar
por alto el citado
error
terico.
Maritegui combina
sus anteriores
posiciones
con un historicismo radical. El materialismo his-
trico es la expresin'' de la poca. La discusin
que
esta
tesis suscita no alude al hecho de que el
materialismo histrico
sea
el producto de una se-
rie de factores sociales; no.
o
que se discute es
si, como resultado lgico de
las
condiciones obje-
tivas y subjetivas,
esta
teora puede pretender ser
algo
ms
que la manifestacin de la conciencia
de la clase obrera o la expresin de la coyuntura
moderna; pretende
poseer los
instrumentos
cien-
tificos
para obtener
el conocimiento no slo de
la
realidad industrial, sino de otras formas sociales
(eventualmente de todas). El que
sea
un
producto
histrico
no da
derecho a efectuar la reduccin
-
8/21/2019 Francisco POSADA - Los orgenes del pensamiento marxista en Latinoamrica
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histrica. Y tal fue lo que hizo Mari tegui.
En
este
punto preciso busca apoyo en Croce, cuyo credo
historicista es suficientemente conocido (38). Ma
ritegui
afirma:
"Mientras el capitalismo no
haya
(sido-F.
P.
trasmontado
definitivamente, el
canon
de Marx sigue siendo vlido".
Lo
que supone que
nicamente es vlido por relacin al mundo de
hoy, que el mundo del mafiana producir "su"
pro
pia
"ciencia", con lo cual
est
negndole al
mar
xismo
y
a toda
la ciencia-
su universalidad.
Y agrega: Vana es toda
tentativa
de catalogarla
(a esta Filosofa de la
Historia ,
segn Croce
F.
P.)
como
una
simple teora cientfica,
mientras
obre
en la
historia como evangelio y mtodo de un
movimiento de masas"
39).
Una vez
haya
sido
su
perado el orden burgus el marxismo desaparecer.
Resuenan las tesis historicistas, cuyo peso fue de
cisivo
en
Gramsci (quien defini al marxismo como
filosofa de la praxis),
en
Lukcs y
en
Korsch.
El pensador peruano formula
la
tesis de que sin
la
teora del materialismo histrico, el socialismo
no
habria
abandonado el
punto muerto
del
mate
rialismo filosfico", con lo que
denota
una vez ms
su incomprensin de
la
filosofa marxista. Y aun
cuando con
esta
tesis se oponga al materialismo
metafsico (41)
que domin
durante
el perodo de
la II
Internacional, su idea ms
profunda
es
la
de
desestimar
todo
materialismo y enlazar su idea del
mito como
palanca
de progreso con
una
radical
historizacin del marxismo al reducirle su campo
de vigencia a una fase del proceso histrico. Como
reflejo de las condiciones de lucha y
la
vocacin
histrica del proletariado, el marxismo vivir
cuan
to viva l; el marxismc, como mito progresista de
nuestra
poca, no
rebasar
el perodo de tiempo
en el cual sea necesario derrocar
al
rgimen capi-
35
-
8/21/2019 Francisco POSADA - Los orgenes del pensamiento marxista en Latinoamrica
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talista e
instaurar
un nuevo orden social. El mar
xismo es una idea-fuerza cuya fuerza como idea
ser slo aquella que pueda tener en cuanto m
todo para hacer la revolucin social.
Las
concepciones historicistas fueron
en
Euro
pa la
reaccin
apenas natural
frente a la incapa
cidad del marxismo ortodoxo para entender la
importancia de
la primera
guerra mundial y de la
Revolucin de Octubre;
un
replanteo del marxis
mo con el fin de fundamentar
un
voluntarismo
revolucionario y de anunciar no
un
mero chato
cambio de
estructuras
o de instituciones, sino
la
radical renovacin del hombre,
la
unidad sujeto
objeto,
la
desaparicin de las alienaciones,
la
-
peracin de la filosofa por medio de su realiza-
cin en la vida.
En lo referente al punto concreto que estbamos
analizando
e l
marxismo como expresin de su
tiempo- los tres principales tericos de ese mo
mento
( Gramsci, Lukcs y Korsch) se
pronuncian
en un sentido anlogo.
Para Gramsci
toda
filosofa es realidad en el
doble sentido de que es vivida por la sociedad o
el grupo y de que en el acto mismo de su raliza
cin, que para l es consustancial a todas las for
mas de
pensar
filosfico, desaparece la dualidad
teora-prctica. La filosofa de
una
poca hist
rica no es, por consiguiente,
otra
cosa que
la
his
toria de dicha poca (42 . Gramsci adopta
la
te
sis de Hegel acerca de
la
filosofa como concien
cia
de s de su tiempo y por ello mismo el
mar
xismo es
una reforma
y
un
desarrollo del hegelia
nismo . Este historicismo radical desemboca en
la
conclusin de que
la
filosofa de la praxis se con
cibe
en
s
misma
historicsticamente, como
una
fase transitoria del pensamiento filosfico (
43 .
-
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Queda
borrada,
pues,
la
distincin entre filosofa
como expresin de su tiempo filosofa como
co
nocimiento de su tiempo, aniquilada
la
posibilidad
de un discurso terico especifico
diferente
al or-
den
de lo real.
El planteamiento lukcsiano sigue
su
propio ca-
mino, aun cuando arriba a una conclusin similar.
El punto de vista metodolgico de la totalidad
Totaliti it), que hemos aprendido a
valorar
como
el problema central, como el presupuesto del co-
nocimiento de la
realidad
( ... , es un producto de
la historia , dice en
su
estudio Qu es el marxis
mo ortodoxo?
Dos condiciones deben darse
para
que surja el materialismo histrico: una
formal,
un determinado desarrollo econmico,
y
otra real
que el proletariado se torne al decir del joven
Marx en clase
para
s''. La aparicin del marxis-
mo es
ms
que una filosofa, ms que el pensa-
miento vivido de la poca
burguesa:
el autocono-
cimiento del proletariado es, pues,
igualmente
el
conocimiento objetivo de
la
esencia de
la
socie-
dad
(44 . Es la clave del secreto de la
historia
y
su realizacin a travs de la revolucin
proletaria
la posibilidad de que por primera vez en el curso
de la
humanidad
se d la unin entre el
sujeto
y
el objeto.
Por su parte,
para
Korsch el marxismo es la
teora
de
la
revolucin social; an ms: a este
nivel es inconcebible
la
separacin de los
momen-
tos econmico, poltico e
intelectual
en la to-
talidad viva de la praxis revolucionaria (45 .
Recapitulemos los pasos de Maritegui antes de
ver el sorprendente giro que adopta su pensa-
miento.
El mito, la afirmacin ideolgica o el dogma ,
poseen significacin no en una relacin e cono-
37
-
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cimiento su objeto (es decir, como teora), sino
como
brjula
de viaje (46 . La verdad es til:
henos ante una
variante
de la reelaboracin sore
liana
del pragmatismo y del vitalismo (James,
Bergson, etc.). El materialismo es identificado con
el materialismo metafsico, como reaccin
frente
a
las
concepciones a-histricas, que confudan sis
temas
y teora (recordemos que toda ideologa es
un
sistema), descuidaban o menospreciaban
la dia
lctica y una idea de
la
historia como proceso
diferenciado. Filosofa marxista propiamente dicha
no existe, ya que el marxismo se alimenta,
en
cada
etapa, de lo mejor del pensamiento contem
porneo (Hegel, Nietzsche, Bergson, etc.). Queda
slo el materialismo histrico que, por otra parte,
es expresin de su tiempo. Hemos derivado a un
historicismo radical
nutrido
de los jugos del pen
samiento de Groce y Gramsci.
La tesis de
la
superacin de
la
filosofa
en
su
realizacin tal cual, siguiendo al joven Marx, apa
rece en Lukcs, por ejemplo, no aparece en Mari
tegui. El materialismo histrico es para este ltimo
un mtodo o, mejor an, un instrumento para al
canzar la
plasmacin de determinados ideales .
El marxismo no se torna vida, hechos, realidad
como consecuencia de
una
prctica revolucionaria
que se confunde con l mismo; el marxismo,
para
Maritegui, no deviene mundo porque es, como
dijimos, el
instrumento
para que unos cuantos
valores fundamentales se hagan carne y hueso. El
giro tico reemplaza a\ historicismo radical y el
que Maritegui
haya
convertido la
doctrina
de
Marx
en
una expresin de su tiempo le sirve ape
nas para asignarle
una
funcin instrumental. Es
evidente que
la
idealidad y lo absoluto de
la
moral,
en
el sentido filosfico de tales palabras, son pre-
-
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supuesto necesario del socialismo. El fundamento
tico es el supuesto de la ciencia, con lo cual des-
aparece su funcin de conocimiento (la ideologa
suplanta a
la
ciencia). Para Maritegui los concep-
tos carecen de valor terico especifico son el
ropa-
je de frmulas morales. No es acaso un inters
moral o social, como se quiera decir, el
inters
que
nos mueve a construir el concepto de sobreva-
lor? ( ... )
Y,
sin este presupuesto moral, cmo se
explicara, junto con la accin poltica de Marx,
el tono de violenta indignacin o stira
amarga
que se advierte en
cada
pgina de El
Capital
Estas son palabras de Croce; Maritegui las
cita
para suscribirlas (47 . La chata moral liberal bur-
guesa ha perdido todo su brillo ante los anhelos
exultantes de
un
proletariado ansioso de crear
un
orden nuevo. El escepticismo de la clase decaden-
te contrasta con el vigor y el entusiasmo de unas
masas que se
afirman
como una nueva humani-
dad sobre
la
tierra.
En
esta poca de grandes con-
vulsiones
nicamente
se justifican las pasiones ab
sol utas.
39
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III Su
esttica
La
esttica
marxista posey dos principales in
trpretes durante la etapa de la II Internacional:
Franz Mehring y Plejanov. Aun cuando estuvieron
muy lejos de una posicin dogmtica
en materia
artstica sus tesis revelan
un
cierto conservatis-
mo,
una
sensibilidad que los
acercaba
a
las gran
des tradiciones
literarias
del realismo francs o
ruso y del clasicismo
francs
y alemn.
El
libro del
joven Lukcs, La
teora
e la novela recoge los
grandes
esquemas de Hegel sobre el desarrollo de
la
pica, el
drama
y
la
lrica,
aunque muestra
-mucho ms que el ortodoxo seguidor de Hegel,
el Lukcs posterior- ur:a gran permeabilidad fren
te
a Fhiubert y Dostoyevski. Esta obra es el inten
to de introducir ciertas manifestaciones del arte
contemporneo
dentro
de los esquemas helegianos.
La Revolucin
rusa
anima extraordinariamente
la
discusin ideolgica y estimula
la
creacin ar
tstica. Frente a
tendencias innovadoras extremas
-cuya validez
en
el terreno terico aparece hoy
como muy discutible- como el
Proletkult
y frente
a los primeros elementos del zdanovismo Gorki, a
nuestro entender
represent
ms
bien
la
tradicin
nacional rusa), se colocan los tericos del realis-
mo abierto, al estilo de Lunatcharski. Es a esta
variedad a la que Maritegui va adherir.
4
-
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Si Maritegui, influido por corrientes pragma
tistas
e historicistas, nc lleg a
la
comprensin de
los problemas tericos a que hemos hecho referen
cia, su
gran cultura
literaria
y artstica, su pro-
bidad mental, su experiencia de la vida, le condu-
jeron a configurar una serie de planteos estticos
de indudable trascendencia en Amrica Latina.
Ello hoy,
pasada la experiencia zdanovista, nos
parece un intento insuficiente, pero precursor como
actitud libre y objetiva frente al arte, como una
actitud
moderna frente al conservatismo del rea
lismo estrecho. Ac nos encontramos
ante
una
ilustracin de
cun importante
es, en la crtica
de arte y
en
la esttica,
la
vivencia irremplazable
de las obras. Tal fue
la gran arma
de Maritegui
en este campo y muchas batallas fueron ganadas
por l de ese modo.
Maritegui nunca vio una falta de congruencia
entre el territorio del
arte
y el reino de la fanta
sa.
Para
l
os
vocablos arte y
fantasa
son
inter
cambiables, todo arte genuino es fantstico y
la
fantasa es la potencia
humana
autnticamente
artstica.
Sin
embargo,
la
realidad no es
ajena
a
ellos: autonoma absoluta no tienen, ni pueden
tener, ya que brotan y crecen alimentados por
los zumos de
la
vida colectiva de los hombres. La
vida es
la
fuente de la fantasa y el
arte :
ninguna
frase podra expresar mejor la complejidad del
credo esttico de Maritegui (48 . En el desarrollo
de este
tema
sostuvo
la
riqueza indefinida de
la
vida, su perpetua autoproductividad, sus salidas
inesperadas, sus fecundas perplejidades, sus para-
-
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dojas
y
su lgica, lo claro
y
lo oscuro que anidan
en lo ms grande y espectacular, en lo aparente
mente
ms humilde. Lo verdadero es que la fic-
cin y la realidad se modifican recprocamente.
l
arte
se
nutre
de
la
vida y
la
vida se
nutre
del
arte. Es absurdo intentar incomunicarlos y
ais
larlos. l arte no es acaso sino
un
sntoma de ple
nitud de vida. Vemos, pues, cmo, por un lado,
entre el arte y la realidad, Maritegui estableci
una ininterrumpida
comunicacin; pero no entre
un
arte determinado de formato y una
determina
da concepcin de
la
realidad.
La comprobacin del fenecimiento de
la
corrien-
te realista del siglo XIX
se
inscribe como uno de
los pilares de sus tesis estticas.
Conviene no olvidar que Maritegui no compar
ti el enfoque segn el cual todo el arte del capi-
talismo actual es un arte decadente , degene
rado . Advirti en la proliferacin de escuelas
ma
nifestaciones de arte genuino, al lado de
manifes
taciones decadentes.
Maritegui indica
eJ
actual fallecimiento del
realismo decimonnico, incluyendo al naturalismo,
y
la irrupcin
de otras
tendencias
artsticas. El
teatro moderno
constata-F. P.),
un hecho esen-
cial: la detuncin de la escuela realista. La orien
tacin naturalista y objetivista no ha tenido un
largo dominio sobre el Arte. Ha pretendido mante
ner
en un
injusto
ostracismo a
la
Fantasa
y obli-
gar a los artistas a
buscar
sus modelos y sus temas
slo
en la Naturaleza
y
en la
Vida
tales
como los
perciben los sentidos. Ac alude el escritor pe-
ruano a un aspecto vital de la creacin
artstica:
Debe seguir el
creador
de modo fiel la imagen que
del espacio y del tiempo nos dan los sentidos
-como coexistencia de puntos y sucesin de aho-
4
-
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ras- , de acuerdo con la experiencia sensible,
tie
ne l derecho a quebrar esa imagen para
aprehen
der capas
ms profundas
de la realidad, confrontar
smbolos, metforas o parbolas con lo objetivo?
El realismo decimonnico segua bajo la frula de
la experiencia sensible e inmediata. El realismo
ha
empobrecido as a
la
Naturaleza y a
la
Vida.
Por lo menos ha hecho que los hombres declaren
limitadas, montonas y
aburridas
y las desalojen,
finalmente, de sus
altares
para restaurar
en
ellos
a la
fantasa
( ...
).
Hoy la ficcin reivindica
su li
bertad
y sus fueros. Pero el modo como reivin
dica sus fueros la ficcin no es,
para
Mari tegui,
a travs de la liquidacin de toda
referencia
al
mundo real. Encontramos de nuevo uno de sus te
mas: fantasa
y objetividad se relacionan, no se
excluyen, y por eso cuando
un
estilo realista se
agota
y se empobrece, otro estilo
realista
lo
su
planta
insoslayablemente. La ficcin
no
es
an
terior
ni
superior a la realidad como sostena Osear
Wilde;
ni
la realidad es anterior
ni
superior a
1 ; : ~
ficcin como quera la escuela realista. Lo
ve,:c la-
dero es que la ficci6n y
la
realidad se modifican
recprocamente. El arte se nutre de vida y la vida
de
arte.
(49).
Por
otra
parte,
el realismo del siglo
XIX
(des-
cripcin de
la
experiencia sensible,
retrato
global
del mundo que desemboca
en
el naturalismo, como
escuela y como mtodo) ha cado
en
una literatu-
ra
populista ; resultado que parece no poder evi-
tar.
Ella se asimila muy bien a
un
tipo de
arte
negro o rosa ,
arte
pequeoburgus,
neutro
y
agnstico, que
sita
su:s descripciones al nivel del
tendero,
la portera,
el ignorado
burcrata,
en
la
vana esperanza de ser una expresin popular. En
no retorno uno ms
-
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.
f l
vieJOS
procedimientos de la literatura burguesa.
Este populismo comporta los peores vicios y
nin-
guna virtud
50).
El caso de este tipo de literatura es ms grave
y
esta
gravedad debe
ser
apreciada
en
toda su
mag-
nitud. A esto precisamente alude Maritegui cuan-
do habla
del populismo esttico. Ya adivinaba
el
destino que le estabi:l preparado al arte genuino
en las sociedades de consumo masivo de folletines,
novelones de radio y televisin, comics pelculas
de cartel, etc. Contra las mismas apariencias este
consumo masivo se constituye en una verdadera
cultura
dirigida, no al servicio
naturalmente
de
un
faran,
un
dspota o
un gran
eclesistico, pero
s til
para el mantenimiento de un gusto pedes-
tre
y
sin
matices, de
la
monotona de
la imagina-
cin, del destierro de la fantasa, de la continua
e irreflexiva capitulacin moral. Se traza el plan
de una literatura populist f i rm exactamen-
te como se
trazara un
plan manufacturero, al
abrigo de
tarifas
proteccionistas y atendiendo a
la
demanda y a las necesidades del mercado inter-
no ( ...
).
Hay que prevenir
la
prdida de
una parte
del mercado lanzando una nueva
manufactura,
que
tenga en
cuenta
la evolucin del gusto y las nece-
sidades de los consumidores (51). En las ltimas
lneas roza- el aspecto de la avidez de novedades,
inherente
a una
estructura
econmica competiti-
va, y que
afecta
indudablemente
al
fenmeno
ar-
tstico cuando la bsqueda esttica y
la
experi-
mentacin son reemplazadas por
la
urgencia de
superar al rival. Indic: que la obra de arte no
tiene, en el mercado burgus, un valor intrnseco
sino
un
valor fiduciario. No existe coincidencia
entre la calidad acordada al producto esttico y la
calidad esttica del producto. Los
artistas ms
5
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puros no son casi nunca los mejores cotizados. El
xito de un pintor depende, ms o menos, de las
mismas condiciones que el xito de
un
negocio. Su
pintura necesita uno o varios empresarios que la
administren diestra
y
sagazmente. El renombre se
fabrica a base de publicidad. Sujeto a las leyes
del mercado, el
artista
autntico desemboca
en
un
callejn sin salida: para salvarse como hombre
tiene que sacrificarse como
artista
(52).
Esta hostilidad
entre
el artista
y
el capitalismo
le lleva a un
enfrentamiento permanente
con el
orden
social. El
artista
es el rebalde por excelen
cia. El
artista
siente oprimido su genio , se sien
t sofocado .
Esta
carencia de oxigeno le
em-
puja
a
la
desesperacin, inclusive a
la protesta
reaccionaria . Maritegui
funda
as
la variada re-
belda del
artista
contemporneo y llega a estas
conclusiones: los fenmenos de oposicin poseen
muchos matices, el arte del perodo de la deca
dencia no es, de por s,
un
arte
de decadencia.
En los
Manuscritos
econmico-filosficos de 1844
bajo el dominio sobre todo de
las
posiciones antro-
polgicas de Feuerbach, Marx asume enfoques ro-
mnticos que implcitamente sitan al pasado
en
un lugar de privilegio y condenan al mundo mo
derno. Segn
la
ideologa de los Manuscritos el
hombre es
un
creador. La estela de sus fuerzas
hu-
manas esenciales , una
constante
produccin y
reproduccin de su ser La nocin que Marx
uti-
liza es la autoproduccin , con la cual se alude
a un dinamismo propio a
una
potencia intrinseca
del hombre (sus fuerzas esenciales) que necesaria
mente
debe desplegarse
en
el transcurso