Experiencias de acercamiento al concepto de muerte en la infancia. Una mirada desde el enfoque
de la Psicología Humanista y la Psicoterapia Existencial de Irvin Yalom
Carla Chaverra Mosquera, [email protected]
Artículo de reflexión presentado para optar al título de Psicólogo
Asesor: Liliam Patricia Blair David, Magíster (MSc) en Psicología y Salud Mental
Universidad de San Buenaventura Colombia
Facultad de Psicología
Psicología
Medellín, Colombia
2019
Citar/How to cite (Chaverra, 2019) … (Chaverra, 2019)
Referencia/Reference
Estilo/Style:
APA 6th ed. (2010)
Chaverra, C., (2019). Experiencias de acercamiento al concepto de muerte en
la infancia. Una mirada desde el enfoque de la Psicología Humanista
y la Psicoterapia Existencial de Irvin Yalom. (Trabajo de grado
Psicología). Universidad de San Buenaventura Colombia, Facultad de
Psicología, Medellín.
Grupo de Investigación Estudios Clínicos y Sociales en Psicología.
Línea de investigación en Trasformaciones Contemporáneas.
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Resumen
El objetivo principal del presente artículo fue, el desarrollar un aporte teórico al concepto de muerte
en los niños, sustentado desde los planteamientos de la Psicología humanista y la Psicoterapia
existencial. Se ha realizado una búsqueda inicial de antecedentes que permitieron evidenciar
múltiples dificultades existentes en los artículos y propuestas investigadas, resaltando
principalmente dos factores: el poco avance teórico que ha tenido el tema sobre el concepto de
muerte en los niños y las pocas investigaciones que se ha desarrollado desde la Psicología
humanista frente al mismo, teniendo en cuenta precisamente que la muerte es para este enfoque
una de las propiedades existenciales del ser humano. En primera instancia, se ha realizado una
articulación entre los teóricos Yalom y Villanueva que permitió evidenciar la forma en la que se
va desarrollando el concepto de muerte desde la niñez, encontrando que a diferencia de lo que
plantean distintos autores, va a ser alrededor de los 6 meses de edad en la que el niño va a tener sus
primeros contactos con la muerte, avanzando en su desarrollo hasta alcanzar un concepto claro y
consolidado. Se plantea finalmente, desde autores como Rogers, Maslow, Yalom y Villanueva, que
la muerte es experimentada en la infancia como una frustración que va desde una experiencia
mínima a una máxima que puede, según el grado de frustración que genere en el infante, ayudar a
integrar y potenciar al ser humano o, por el contrario, estancar su desarrollo y desestructurar su
psiquismo.
Palabras clave: Experiencias, Concepto de muerte, Infancia, Psicología Humanista, Psicoterapia
Existencial.
Abstract
The main objective of this article was to develop a theoretical contribution to the concept of death
in children, it sustained from those theories of the Humanistic Psychology and Existential
Psychotherapy. An initial background search was carried out, which made it possible to show
multiple difficulties in the articles and proposals investigated. Highlighting mainly two factors: the
little theoretical advance that the topic of the concept of death in children has had and, the few
EXPERIENCIAS DE ACERCAMIENTO AL CONCEPTO DE MUERTE EN LA INFANCIA… 4
investigations that have been developed from the Humanistic Psychology in front of it, taking into
account precisely that death is for this approach, one of the existential properties of the human
being. In first instance, an articulation has been made between the theorists Yalom and Villanueva,
that allowed to show the way in which the concept of death since childhood is developed, finding
that unlike what different authors propose, it would be around 6 months of age in which the child
will have his first contact with death, advancing in its development until reaching a clear and
consolidated concept. Finally, authors such as Rogers, Maslow, Yalom and Villanueva consider
that death is experienced in childhood as a frustration that ranges from a minimum experience to a
maximum one that can, depending on the degree of frustration generated in the infant, help to
integrate and empower human beings or, on the contrary, stagnate their development and de-
structure their psyche.
Keywords: Experience, Concept of death, Childhood, Humanistic Psychology, Existential
Psychotherapy.
1 Introducción
A lo largo de nuestra historia se ha podido ver como el hombre se ha hecho la pregunta por
la muerte. Para tratar de dar respuesta a ella, ha intentado crear representaciones sobre la misma,
establecer dinámicas culturales a su alrededor y la ha impregnado de sus fantasías, temores e
incertidumbres. La muerte, como se vive desde nuestra cultura occidental, se presenta como un
hecho doloroso, algo negativo, que nos desencadena dinámicas de duelo, nos genera malestar,
sufrimiento y, en suma, nos confronta con el hecho de que todos vamos a morir.
Todo ser vivo se enfrenta al hecho ineludible de la muerte, pero es el ser humano el único
que tiene la capacidad de darse cuenta de que esto va a ocurrir. Se podría ver este hecho como si
estuviéramos condenados a vivir una vida en la que sabemos que tarde o temprano acabará o, por
el contrario, se podría decir que somos bendecidos ya que por el solo hecho de saber que moriremos
podemos aprovechar al máximo la existencia y valorar cada día de ella.
EXPERIENCIAS DE ACERCAMIENTO AL CONCEPTO DE MUERTE EN LA INFANCIA… 5
Yalom (1984) nos dice que la pregunta que se hace el ser humano con relación a la muerte
no solo se realiza en la edad adulta, los niños también se ven enfrentados a ella desde muy
pequeños. Yalom (1984) concluye frente al tema de la muerte y los niños lo siguiente:
Los niños están muy preocupados con la muerte. Esta preocupación es profunda y
ejerce una gran influencia sobre el mundo de su experiencia. Para ellos, se trata de
un gran enigma, y una de las tareas más importantes de su desarrollo es resolver los
temores y el desamparo que experimentan con respecto a su propia destrucción, en
tanto que las cuestiones sexuales permanecen en un plano secundario y derivado.
Estas preocupaciones empiezan mucho antes de lo que generalmente se cree. Los
niños pasan por una sucesión ordenada de etapas en su conciencia de la muerte y en
los métodos usados para enfrentarse con el miedo a ella. Las estrategias que utilizan
se basan siempre en mecanismos de negación. Parece que somos incapaces de crecer
enfrentándonos con tolerancia a los hechos desnudos de la vida y de la muerte (p.
102).
Es en este sentido que surge el interés por conocer más de lo que se ha podido descubrir
hasta el momento sobre el tema, ya que, a lo largo de mi carrera en Psicología, muy poco se habló
sobre la importancia que tiene la manera en la que nos acercamos a la muerte y la empezamos a
comprender desde la misma infancia, generando posiblemente reflexiones, sentires y experiencias
que influyen directamente sobre nuestro desarrollo tanto evolutivo como personal.
Se realizó una búsqueda de antecedentes para el desarrollo del trabajo, pero, aun así, la
documentación encontrada sobre este tema fue muy poca, y de manera desalentadora se pudo
descubrir que:
- Muchos de los artículos encontrados tendían a repetir información que ya había sido
trabajada por otro autor.
- Artículos que, tras repetir la información, nunca referenciaban al autor de estas teorías,
generando la impresión de que lo que planteaban era de invención propia.
EXPERIENCIAS DE ACERCAMIENTO AL CONCEPTO DE MUERTE EN LA INFANCIA… 6
- La mayoría de los autores encontrados realizaban su pregunta de investigación,
ejecutaban un test con alguna población y mostraban los resultados de este, pero nunca
daban respuesta a la pregunta de investigación con la que habían iniciado. Se centraban
solamente en lo que era la recolección de datos más no en un desarrollo teórico o
propuesta para la comunidad.
- Muy pocos autores se tomaban el trabajo de realizar un desarrollo teórico y reflexivo
frente al tema de la muerte en los niños.
Mario Alberto Ruiz (2008) llega a una conclusión muy similar a la anterior en su artículo
La experiencia de morir siendo niños. Primero, el autor realiza una contextualización sobre lo que
se ha investigado hasta ese momento con respecto a la temática de muerte y niños, concluyendo
que en la mayoría de estas se repiten temas tales como: la configuración sobre el concepto de
muerte en niños según el desarrollo evolutivo, la poca claridad de los padres con los niños cuando
aparece el tema sobre la muerte que podría ser un temor a vivir la propia angustia, el no saber cómo
manejar la situación como padres y el último tema es la negación de la muerte que ha sido un
aspecto muy común en nuestra sociedad.
Este trabajo de grado se centró teóricamente, desde la perspectiva humanista y la
Psicoterapia existencial; se realizó un rastreo bibliográfico desde este enfoque, y solo se
encontraron 4 investigaciones al respecto, desde autores como: Yalom (1984), De Castro y
Angarita (2002), Bucay (s.f.) y Hernández (s.f.).
Entre los autores más referenciados en relación con el tema de la muerte en los niños, se
encuentra principalmente Piaget, quien desarrollo una teoría sobre las etapas del desarrollo
cognitivo infantil, describiendo que la adquisición del concepto de muerte en la infancia depende
de la evolución del niño en cuanto a atravesar esas etapas, donde va obteniendo cada vez más
capacidades a nivel cognitivo, permitiéndole al niño comprender más dimensiones del concepto.
Piaget (citado en Londoño, Quinchia, Ramírez, & Ruiz, 1995; Viñas, & Doménech, 1999;
Zañartu, Krämer, & Wietstruck, 2008; Tau, 2011; Lenzi, & Tau, 2012; Sierrasesúmaga, Martín, &
Garraus 2013; Nuñez, & Mendoza, 2014; Mesquida, Seijas, & Rodríguez, 2015; Medina, 2016;
Agüera, 2017), plantea que los niños en la etapa sensorio-motriz, están centrados más que nada en
EXPERIENCIAS DE ACERCAMIENTO AL CONCEPTO DE MUERTE EN LA INFANCIA… 7
los reflejos, y en las conductas que van adquiriendo con la experiencia, es así como ante el dolor,
se pueden volver apáticos y presentar alteraciones somáticas.
Entre los 3-7 años, hay un pensamiento preoperacional (centrado en la intuición), etapa
caracterizada por la búsqueda de causalidades, es ahora cuando tiene cabida la idea de muerte, pero
es (por su pensamiento preoperacional) reversible, mágica y puede ser una idea muy tenebrosa
(Piaget, s.f. citado en Londoño et al., 1995).
De los 7-12 años, se tiene un pensamiento operacional, donde se adquieren los elementos
que según Piaget son conformadores de la idea de muerte apropiada, estos son: universalidad (todos
moriremos), irreversibilidad (no volverá a vivir) y cesación de procesos corporales (citado en
Londoño et al., 1995).
Finalmente, de los 12 años en adelante se está en la etapa del pensamiento abstracto, aquí
se puede comprender lo permanente y absoluto de la muerte, pueden pensar hipotética y
deductivamente en vez de tener un pensamiento concreto (Piaget, s.f. citado en Londoño et al.,
1995).
De este mismo autor, se retoma la teoría de las creencias sugeridas y las creencias
espontáneas, tema que ha sido analizado en la investigación de Tau, este autor concluye que:
La diferenciación gradual de lo real, lo posible y lo necesario, estudiada en otros
desarrollos, parece reencontrarse en la comprensión infantil de la muerte.
Inicialmente es posible observar un sincretismo entre la experiencia del sujeto, y lo
necesario. En ese momento, lo necesario —todas aquellas ideas certeras que
establecen que, por ejemplo, la muerte es inevitable, es ―irse al cielo es ―cuando
te llama Dios— no se halla sustentado en razones. Dicho de otro modo, para el sujeto
es así, pero no sabe por qué. Lo real, es lo único posible, y por esto es necesario. Al
mismo tiempo, lo posible se encuentra ―atado a lo real, siendo posible sólo aquello
que es real —por ejemplo, cuando alguien se muere, desaparece— (2011, p. 219).
Por otra parte, podemos decir que existe diversidad de opiniones entre los autores citados
frente a la edad en la que el niño toma conciencia de la muerte. Realizando una integración de lo
que se ha planteado hasta el momento, se puede decir que el niño cuando nace no reconoce aún
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ninguna diferenciación entre su ser y los otros, no hay aún un “los otros” así que en esta etapa no
reconoce a su madre diferenciada de él mismo ya que existe de forma confluente con ella y el
medio (Villanueva, 1993; Ortiz, 2007).
En el primer año de vida no se tienen las capacidades cognitivas suficientes para
comprender de manera racional lo que es la muerte, pero si se empieza a construir este concepto.
John Bowlby (1983) expone que el niño entre los 1 y 3 años percibe cuando la figura materna se
aparta, protesta por su regreso, siente esa falta por más de una semana en donde espera que la madre
regrese hasta que llega un punto en el que cae en una actitud de desesperanza y a esto le llama
aflicción. El niño siente angustia por esta falta tan intensa como la de un adulto en duelo.
Para el niño de dos años, con su falta de comprensión y su total incapacidad para
tolerar la frustración, es como si su madre hubiera muerto. No conoce la muerte sino
la ausencia, y si la única persona capaz de satisfacer su necesidad imperiosa está
ausente, bien podría estar muerta, tan abrumadora es su sensación de pérdida.
(Bowlby, 1983, p. 34).
La misma opinión, la desarrollan Ortiz (2007) y Ross (1985), a pesar de que el niño no tiene
aún las capacidades cognitivas suficientes, si puede llegar a comprender de qué se trata la muerte
y la empiezan a vivenciar.
Kübler Ross (1985) realiza dos grandes aportes, el primero, es referente a que la
comprensión de la muerte en los niños es un conocimiento preconsciente más que racional; el
segundo aporte, es que ella introduce el tema del miedo a la mutilación y a la muerte, aspecto que
se complementa con la teoría de Bowlby.
Cuando los niños alcanzan los 3 o 4 años de edad, además del temor de separación
tienen miedo a la mutilación. Es cuando empiezan a contemplar la muerte en su
ambiente. Pueden ver un automóvil que aplasta a un gato o un perro y asociar la
muerte con un cuerpo mutilado horriblemente; o pueden ver a un gato desgarrar a
un pájaro. Esta es, también, la época en que los niños se vuelven muy conscientes y
están muy orgullosos de sus cuerpos. Los chicos descubren que tienen algo que no
EXPERIENCIAS DE ACERCAMIENTO AL CONCEPTO DE MUERTE EN LA INFANCIA… 9
tienen las chicas; quieren ser grandes y fuertes, como Superman o como su papá.
Cuando hay que tomarles sangre, gritan como si fuera un anticipo de su mutilación
(Ross, 1985, p. 87).
Los niños llegan a tratar a la muerte como si fuera un fenómeno temporal (Ortíz, 2007;
Ross, 1985; Yalom, 1984), creyendo que el muerto pronto volverá del lugar al que se fue o que
simplemente están dormidos y van a despertar: “Expresa (el niño) en sus juegos la idea que tiene
de la muerte al vencer a su adversario o al ser vencido por este, utiliza palabras como “se murió”,
“está muerto”, “me mataron”. Más tarde se preocupa por la muerte de sus padres y hace preguntas
acerca de este hecho” (Ortiz, 2007, p. 60).
Frente al tema, también se encuentran autores que afirman que el tener experiencias
tempranas con la muerte, sea esta la de un ser querido o de “pequeñas muertes” como animales o
plantas, permite acelerar ese proceso de comprensión de la muerte (Yalom, 1984; Ross, 1985;
Viñas, & Doménech, 1999; Fonnegra, 1999; Bucay, s.f.; Gómez, 2013).
El alto índice de niños implicados en actos violentos ha aumentado la posibilidad de
que estos se pregunten también sobre su vida y más aún sobre el riesgo de que esta
termine, modificando probablemente el significado y el sentido, el cual no
corresponde al concepto de muerte que tradicionalmente se tenía (Londoño et al.,
1995, p. 12).
Sebastián Gómez (2013), realiza un estudio desde la etnografía con algunos niños de la
región de Sumapaz, Bogotá-Colombia, región que ha sido altamente afectada por la violencia
generada por el conflicto armado en el país. Este autor hace hincapié en el análisis emocional de
estos niños frente a la muerte, haciendo alusión a que este tema primero se comprende desde lo
emocional por medio del aprendizaje cultural y social que tiene el niño desde su nacimiento.
Las preguntas por la muerte permiten acercarse a respuestas afectivas que ilustran
sobre las formas como se producen y se expresan las emociones en la infancia en
EXPERIENCIAS DE ACERCAMIENTO AL CONCEPTO DE MUERTE EN LA INFANCIA… 10
contextos de violencia. Los niños y niñas aprenden a narrarse a sí mismos, a contar
sus experiencias de vida, a recordar las vivencias del pasado y a confiar en los otros;
pero al mismo tiempo incorporan formas de autorestricción en la expresión afectiva:
se permiten olvidar, callar, no decir nada y desconfiar (Gómez, 2013, p. 138).
Son varios los autores que, al igual que este, plantean que los niños aprenden desde muy
temprano a tener una “actitud ante la muerte”, aprendizaje que se realiza en su grupo primario
(Yalom, 1984; Fonnegra, 1985; Agüera, 2017). Cada niño nace en una familia o se desarrolla con
personas que tienen una cosmovisión del mundo y así mismo tienen una postura ante la muerte
que, en la mayoría de los casos, no suele ser la más adecuada; de esta manera, es posible encontrar:
Familias para las cuales la muerte es un tabú, en las que nunca se abordan o se
discuten temas como el dolor, las pérdidas o las enfermedades. Con la idea de
proteger la inocencia del niño, estas familias cierran en forma permanente las
puertas que conducen a los momentos tristes sin dar acceso a los menores.
Familias en las que siempre tiene que existir un culpable, y en cuyas conversaciones
se escucha continuamente frases como “¿quién fue el que hizo esto?”, “¿de quién es
la culpa?”, y “¡tú fuiste!”. Con frecuencia los padres son inflexibles, demandantes,
perfeccionistas y muchas veces se sienten víctimas de la relación con sus hijos, sobre
cuyos hombros coloca una pesada carga llamada culpa, que permanece y determina
en gran parte los vínculos afectivos dentro de la familia. (Fonnegra, 1999, p. 280).
Otro tipo de familias que según su cosmovisión van a influir en la manera de responder el
niño ante la experiencia de muerte son:
Familias frías y distantes en las que, seguramente a raíz de las experiencias infantiles
de los padres, no existen momentos para consolar, ni para la cercanía amorosa, ni
para las respuestas afectivas que tranquilizan.
Familias donde “todo debe seguir como antes” y los miembros enfrentan la muerte
y el dolor sin permitir sus manifestaciones. Para poder encajar en este patrón, lo
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hijos deben renunciar a reaccionar y a dejar ver su sufrimiento. “Aquí no ha pasado
nada” es la consigna.
Familias en las que las pérdidas desencadenan el caos latente de discordia entre sus
miembros. Surgen la agresión, la hostilidad, los problemas conyugales y
fraternales… (Fonnegra, 1999, pp. 280-281).
Finalmente, el último tipo de familia que nos presenta Fonnegra va a ser el que
comprendemos como la forma de enfrentar la muere que permite un mayor bienestar ya que se
recibe acompañamiento y a su vez, se permite vivir el proceso tal cual se presenta.
Familias en las que las personas comparten con espontaneidad, comprendiendo la
validez de las diferencias individuales en la percepción del hecho doloroso y la
reacción ante él. Son familias donde las cosas se pueden hablar, donde hay tolerancia
ante las reacciones del otro, donde la rabia, la tristeza y el miedo se pueden sentir,
sin anular por ello la importancia de establecer límites que con amor acojan y
contengan las reacciones desbordantes y explosivas. Son familias en las que se
acepta la importancia de separarse para crecer, aunque esto duela, y se reconoce que
la imperfección y la frustración son elementos ineludibles de todo vínculo amoroso.
En ellas el niño vive la muerte con dolor, pero aprende que con paciencia y con sus
recursos puede enfrentar adecuadamente los momentos de privación y tristeza para
crecer a partir de ellos, descubriendo su riqueza oculta (1999, p. 281).
De la misma manera Mario Alberto Ruiz (2008) realiza unos aportes importantes, por ello
me detendré por un momento a referenciarlos. El autor plantea que los niños juegan con la muerte
o con su concepto, comprenden ciertas características de esta ya sea desde sus vivencias, del
lenguaje, de la cultura de las tecnologías de la información y la comunicación, etc. Al comprender
la muerte, los niños pasan a relativizarla en el juego, no le dan esa posición de intocable,
innombrable, como si lo hace el adulto.
Ruiz (2008), refiere a su vez que cuando el niño se enfrenta a una amenaza de muerte, esto
afecta su psiquismo; se enfrenta al dolor, a intervenciones médicas, a cambios en su cuerpo y
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vitalidad, pero, frente a la muerte, este proceso no sería tan traumático si no fuera por los adultos.
Según esto, podemos decir entonces que la ansiedad es característica del psiquismo del adulto no
del niño, es entonces el adulto el que le transfiere al niño ese sufrir y preocuparse por el futuro,
mientras que en estas situaciones el niño está más ocupado viviendo su momento, lo que le acontece
con la enfermedad cada día.
Finalmente, autores como Yalom, (1984) y De Castro y Angarita (2002), nos ilustran
teóricamente desde una mirada de la Psicoterapia existencial. Estos autores, nos permiten
comprender que la muerte es uno de los principales motivos de angustia en el ser humano, angustia
que se empieza a presentar desde la infancia, generando en el infante inquietudes y temores frente
a los cuales no tiene como solucionarlos. Aprende de sus padres a comportarse ante la muerte, y la
actitud aprendida por los niños es la negación. Los adultos intentan proteger a los niños de la idea
de la muerte negándosela, no permitiéndole conocerla, no respondiendo a sus interrogantes,
enviando mensajes que de la muerte no se habla y que, por algún motivo, él por ser un niño no va
a morir (Fonnegra, 1999; Yalom, 1984; Ospina, 2014).
El daño puede ser inmenso y se sabe que los niños, ayudándose con la imaginación,
llenan los vacíos en sus conocimientos con toda clase de malos entendidos, algunos
de los cuales, en ocasiones, involucran al mismo niño, por ejemplo, frecuentemente
se culpan de la muerte de un ser querido porque en un momento de enojo le desearon
la muerte (Ospina, 2014, p. 58).
Se va gestando de esa manera, un miedo a la muerte que da cabida a la creación de traumas
y dificultades que no permiten vivir la existencia tal y como esta es, y así como la metáfora que
planteaba el autor Perls, sobre las capas de la cebolla, el temor a la muerte sería el centro de la
cebolla que se va expandiendo en múltiples comportamientos o capas inadecuadas que nos generan
sufrimiento hasta la edad adulta, intensificándose cada vez más y convirtiéndose muy posiblemente
en una psicopatología.
La adquisición sana del concepto de la muerte es una de las tareas más importantes
del desarrollo infantil, lo cual debe ir de acuerdo con el ritmo particular de cada niño
EXPERIENCIAS DE ACERCAMIENTO AL CONCEPTO DE MUERTE EN LA INFANCIA… 13
en relación con sus recursos psicológicos. De no ser así, es probable que el niño
pueda sufrir complicaciones o conflictos psicológicos más difíciles de enfrentar y
superar (De Castro & Angarita, 2002, pp. 13-14).
Con lo que se ha desarrollado hasta acá, se concluye que esta revisión bibliográfica permitió
evidenciar lo poco que se ha investigado el tema sobre el concepto de muerte en los niños. Parece
ser que los psicólogos se han sentido satisfechos con los autores que han reflexionado frente al
tema. Desde el enfoque cognitivo y de desarrollo se retoma a Piaget, desde el psicoanálisis se
retoman los planteamientos de Sigmund Freud y desde la psicología humanista los representantes
serian Yalom, (1984) y De Castro y Angarita (2002), siendo estos últimos los autores más recientes
en desarrollar su teoría, pero a su vez, es paradójico el hecho de que entre los documentos
encontrados, Yalom ha sido referenciado solamente en dos artículos, en donde uno de ellos es el
de De Castro y Angarita (2002).
Desde la Psicología también se ha estudiado el tema, pero son pocos los autores que
plantean algo diferente a lo que ya se ha dicho. Entre los escritores que más han desarrollado un
aporte al conocimiento que se tiene frente a la muerte y los niños han sido Fonnegra (1999), Ross
(1985) y Ruiz (2008).
Teniendo claro que la idea de la muerte tiene tantas repercusiones en la vida del ser humano
desde la infancia, vale la pena resaltar la importancia que tiene tanto para la Psicología como para
nuestro actuar como psicólogos y empezar a darle la relevancia que merece. La Psicología ha tenido
grandes cambios a lo largo de la historia; sería muy importante y de gran aporte el empezar a nutrir
con esos avances teóricos el tema planteado para este trabajo.
2 Metodología
En un primer momento, se realizó una búsqueda bibliográfica para establecer los
antecedentes a lo largo de 6 meses (junio-diciembre) del año 2017. Por medios digitales, se indagó
en bases de datos como Redalyc, Digitalia, Dialnet, SciELO, Google Scholar y la biblioteca digital
de la Universidad de San Buenaventura. Por medios físicos se realizó la búsqueda en la biblioteca
de la Universidad de San Buenaventura y en la biblioteca de la Universidad de Antioquia. Las
EXPERIENCIAS DE ACERCAMIENTO AL CONCEPTO DE MUERTE EN LA INFANCIA... 14
palabras claves que se tuvieron en cuenta para esta búsqueda fueron: muerte en la infancia, muerte
en niños, concepto de muerte psicología o muerte psicología humanista.
Acto seguido, se intentaron buscar documentos o artículos del año 2000 hacia adelante, al
encontrar tan poco material que ilustrara el tema se decidió ampliar este rango en fecha de
publicación de los artículos. En el primer filtro fueron 49 investigaciones online y 4 libros físicos
seleccionados, se obtuvo un total de 53 investigaciones encontradas.
Posteriormente, se realizó el segundo filtro entre esas 53 investigaciones, quedando un total
de 24 artículos e investigaciones elegidas. Los criterios para esta segunda selección estuvieron
basados en que el articulo tuviera coherencia y pudiera aportar algo para el trabajo, es decir, que
desarrollaran planteamientos referentes al concepto de muerte en los niños y, por último, que
estuvieran correctamente referenciados. También se amplió hacia otras temáticas como, por
ejemplo, el sufrimiento visto desde el autor Ramón Bayés (1998), y con respecto al desarrollo
evolutivo se retomó el texto Hacia un modelo integral de la personalidad de Villanueva (1993),
ya que le aportaría a este trabajo de grado enriqueciéndolo desde otra mirada.
La información encontrada, se organizó en un formato de fichas bibliográficas, lo que
permitió mayor claridad y organización en el trabajo y la emergencia de las categorías: experiencia,
muerte e infancia.
3 Justificación
Responder a la pregunta de por qué he elegido el tema del concepto de muerte en niños no
es para mí una tarea sencilla. Diciéndolo de forma un poco poética, podría decir que “el tema me
encontró”, algo que se me presentó a mi experiencia y frente a lo cual yo decidí acercarme con toda
mi curiosidad, desconocimiento y también, en un inicio, mucho temor y angustia.
En mi vida me enfrenté muchas veces a la muerte, por este motivo no me era ajena, tocaba
a mi puerta muchas veces, ya fuera como experiencia en la vida de las personas cercanas a mi o,
como hice alusión anteriormente, en mi propia experiencia. Por esta razón, mucho de lo que soy
ahora ha sido gracias a mi continuo enfrentamiento con la muerte y de este se ha dado la
oportunidad e interés por conocer sobre ella, de tratar de comprenderla y de desear realizar mi
trabajo de grado uniendo aspectos que hicieron y que son parte de mi como es la muerte, los niños
y mi enfoque y pasión en Psicología que es la humanista y la Psicoterapia Existencial.
EXPERIENCIAS DE ACERCAMIENTO AL CONCEPTO DE MUERTE EN LA INFANCIA... 15
Nunca imaginé lo que iba a encontrar; pese a ser un tema tan importante y con tantas
repercusiones a nivel del desarrollo psíquico desde tan temprana edad, que puede potenciar nuestro
desarrollo o por el contrario puede dar cabida a un bloqueo en el mismo y que tiene relación directa
con muchos de los trastornos que son diagnosticados hoy en día (como es la ansiedad, la depresión,
la fobia, trastornos del sueño, entre otros), ha tenido un lento desarrollo teórico, donde se evidencia
poco interés por parte de los psicólogos para aportar a esta construcción y tenerlo en cuenta a su
vez en los procesos de formación en los estudiantes universitarios.
Se repiten una y otra vez las mismas teorías, como ya se explicó, sin tener en cuenta que
nuestra cultura cambia constantemente y nos plantea retos distintos y complejos en cada
oportunidad. No es que esté afirmando que las teorías son antiguas y no tienen validez en este
contexto, nada podría estar más lejos a lo que quiero expresar, solo que el que se tenga tan poco
desarrollo en el tema de la muerte y los niños implica que es algo que necesita mayor atención de
nuestra parte. Como ya se ha visto, el ser humano ha tenido la tendencia a negar la muerte, la relega
totalmente de su vida; tengamos nosotros como psicólogos el cuidado de no caer en lo mismo y no
hacernos conscientes de cuál es nuestra percepción de la muerte y cómo ha influido en nuestras
vidas, para así poder comprender como influye en los demás.
Este trabajo pretende apoyar este proceso, realizar una reflexión y un aporte al conocimiento
desde mi enfoque, que permita comprender las experiencias iniciales que tiene el niño que le
posibilitan ir desarrollando un concepto de muerte y servir a todos aquellos que estén interesados
en emprender este viaje que resulta ser en muchos sentidos existencial.
4 Objetivos
4.1 Objetivo general
Desarrollar un aporte teórico, al concepto de muerte en la infancia, retomando
planteamientos desde autores de la Psicología humanista y la Psicoterapia Existencial.
4.2 Objetivos específicos
- Realizar una revisión bibliográfica sobre lo desarrollado hasta el momento frente al tema
del concepto de muerte en la infancia.
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- Articular los planteamientos de los autores Martín Villanueva e Irvin Yalom referente al
desarrollo de la personalidad y el concepto de muerte en la infancia.
- Evidenciar el proceso por el que pasa el niño desde sus primeras etapas para lograr una
configuración del concepto de muerte.
5 Marco Conceptual
5.1 Concepto- Experiencia
La experiencia es un concepto importante para la Psicología humanista. José María Gondra
en su libro La psicoterapia de Carl Rogers (1975), la define como:
Son ‘experiencias sensoriales o viscerales’, es decir, experiencias procedentes de los
órganos de los sentidos, o de las vísceras internas del organismo (…) elementos o
contenidos del campo, y que han de poder ser accesibles a la conciencia, aunque de
hecho no sean conscientes. Estas experiencias se organizan conforme a las leyes del
campo propugnadas por la Gestalt. Hay unas que se hallan en la figura en un
momento dado, mientras que la gran mayoría permanece en el fondo (p. 132).
Con esto se comprende que la experiencia pasa del campo, a ser vivenciada por el
organismo y ésta, según la amplitud de su atención, su nivel de conciencia y también lo que
represente para el organismo esa experiencia, va a poder ser una experiencia accesible a la
conciencia siendo figura para la persona o, por el contrario, va a ser inaccesible a la conciencia, es
decir, va a ser inconsciente.
Parafraseando a Gondra (1975), el inconsciente para Rogers no es un espacio en el que se
alojan las experiencias reprimidas como lo postula la teoría Freudiana, una experiencia
inconsciente para Rogers va a significar que esa experiencia ocurre en el organismo, pero, por las
condiciones ya mencionadas, va a pasar al fondo de la experiencia y no va a poder ser percibida
por él. El organismo igualmente, se encarga por medio de los mecanismos de defensa de que
algunas experiencias no puedan pasar a ser figura.
EXPERIENCIAS DE ACERCAMIENTO AL CONCEPTO DE MUERTE EN LA INFANCIA... 17
5.2 Muerte
El término de muerte será retomado desde la mirada que nos aporta no solamente algunos
de los Psicólogos humanistas, sino también y en especial los autores que desarrollan la Psicoterapia
Existencial.
Cuando nos referimos a la muerte, no solo hablamos de ese momento último que da por
terminada nuestra existencia, sino la muerte como característica ontológica básica existencial, “se
trata de una experiencia cotidiana: todos los días asistimos a una multiplicidad de experiencias,
situaciones e, incluso, relaciones, que se terminan” (Martínez, 2012, p. 20).
Desde la postura Humanista y la Psicoterapia Existencial, la muerte es un factor
fundamental ya que esta acompaña a la vida aumentándole su valor, y a su vez, puede permitirle al
ser humano encontrar un sentido, como una experiencia límite que confronta y moviliza la
existencia. Pero claro, las personas tienden a volver más compleja su existencia negando elementos
propios de la misma, como en el caso de la muerte, dándose que esta experiencia ya no sea
potencializadora, sino algo angustiante ante la cual se puede frenar el proceso de autorrealización.
En Jaspers, la muerte se encuentra entre lo que él llama situaciones límite de la existencia,
Frankl va a hablar de ella como uno de los factores de su triada trágica de la existencia que es el
sufrimiento, la culpa y la muerte y así, Yaqui Martínez plantea que “la muerte está también dentro
de lo que algunos han llamado existenciarios” (2012, p. 200), para Givens se definiría como “los
hechos dados de la vida” (Givens, s.f. citado por Martínez, 2012, p. 200), mientras que sería
denominado por Yalom como “preocupaciones supremas” (1984 citado por Martínez, 2012, p. 200)
y finalmente, Martínez las plantea como “atributos existenciales” (2012, p. 200).
5.3 Infancia
Según la Ley colombiana de Infancia y Adolescencia del año 2006, la etapa de la niñez va
desde los 0 a los 12 años de edad, posterior a esta se iniciará el periodo de la adolescencia.
Retomando esta postura, cuando se nombre en el trabajo el periodo de la infancia o de la
niñez (términos que se usaran indistintamente), se habla de ese periodo que comprende las edades
mencionadas anteriormente.
EXPERIENCIAS DE ACERCAMIENTO AL CONCEPTO DE MUERTE EN LA INFANCIA... 18
6 Marco Teórico
6.1 Desarrollo del concepto de muerte en el niño
Uno de los autores principales que posibilitará el acercamiento teórico a la forma como el
niño va a ir configurando el concepto de muerte, así sea de manera incipiente desde el desarrollo
evolutivo, va a ser Martín Villanueva. Este autor, en su texto Hacia un modelo integral de la
personalidad (1993), plantea el desarrollo del ser humano desde su nacimiento hasta la vejez, por
ende, se retomarán, algunos desarrollos teóricos del periodo evolutivo que nos interesa para este
trabajo.
En el periodo I del desarrollo que viene a ser desde el nacimiento al año y medio o dos años,
Villanueva plantea que al nacer no se tiene conciencia de la existencia, no hay ni un yo ni un los
otros, pero gracias a la unión confluente que tiene con la madre, este empieza a “incorporar a su
mundo emocional las experiencias que principia a tener” (1993, p. 30).
Es de esta manera que, por primera vez, él bebe se encuentra con la sensación de angustia
cuando sus necesidades no le son satisfechas. El bebe no es consciente de las necesidades que tiene,
sin embargo, cuando estas se satisfacen, el infante es capaz de sentir sensaciones de bienestar y
satisfacción, la cual es tambien llamada de “euforia” por Sullivan (Villanueva, 1993). Esto sería en
“contraposición al estado de tensión y malestar que prevalece durante los inevitables momentos en
que estas necesidades están insatisfechas, provocándole una sensación de angustia” (Villanueva,
1993, p. 31). Para Piaget, esta manera de reaccionar el niño haría parte de un acto reflejo lo cual
estaría evidenciado en la tendencia innata que va a tener el niño de evitar o sentir aversión al dolor
y buscar el placer (Villanueva, 1993).
Podemos llegar a comprender lo anterior, igualmente desde la teoría del autor Maslow, que
nos plantea en su desarrollo teórico la pirámide de necesidades, estas van desde las necesidades
de deficiencia a las del Ser, en donde, Maslow nos va a decir que el bebe no solo necesita satisfacer
las necesidades básicas fisiológicas, sino que también va a ser importante para su desarrollo
satisfacer sus necesidades de seguridad y de amor y pertenencia, ante las cuales siente angustia y
tensión cuando no son satisfechas (1970 citado en Villanueva, 1993).
Tenemos entonces hasta ahora, un bebe que a pesar de no tener conciencia aun de sí mismo
y de lo que lo rodea, empieza a experimentar placer o por el contrario angustia dependiendo de la
satisfacción de sus necesidades, en donde sabemos que, si no son satisfechas esas necesidades
EXPERIENCIAS DE ACERCAMIENTO AL CONCEPTO DE MUERTE EN LA INFANCIA... 19
fisiológicas y de seguridad por un tiempo prolongado y de forma crítica, este puede llegar a morir.
Por este motivo, el ser tiende evolutivamente hacia la satisfacción para lograr esa sobrevivencia.
Continuando su desarrollo, el bebé empieza a diferenciar sus experiencias entre lo que va a
sentir como el “mundo bueno” y el “mundo malo” (a pesar de que se encuentra aún indiferenciado
con la madre y el mundo), representando este último como un “conjunto de experiencias de tensión,
dolor e incomodidad, y podemos concebirlo como el infierno del bebe (…) que provoca emociones
de miedo, rabia, rebelión y agresión” (Villanueva, 1993, p. 32). Aparece aquí, por primera vez,
la emoción de miedo que va a estar unida a la sensación de angustia.
Pero Villanueva plantea también que, “puesto que está motivado por el principio del placer,
parece indudable que el bebé tiende a centrar su incipiente conciencia en el “mundo bueno” y a
evitar las experiencias desagradables; es decir, a negar o repudiar el “mundo malo” (1993, p.
32).
Evidenciando teóricamente la forma en la que aparece por primera vez en el niño, aun
indiferenciado y de manera muy incipiente, la emoción de miedo y la tendencia natural de negación
(que posteriormente se va a configurar como mecanismo de defensa) girando en torno a lo que es
la angustia, pareciera tener una gran relación, desde el proceso evolutivo, con lo que después Yalom
(1984) va a desarrollar como el miedo a la muerte, ya que este nos genera una gran sensación de
angustia y que, incluso como cultura, tendemos a negar su existencia.
Va a ser gracias al logro evolutivo del niño de su mayor individuación con la madre y el de
la conciencia de sí mismo, del mundo y de los otros, en donde, por primera vez, según lo vemos en
Villanueva (1993), el niño es capaz de experimentar de una manera más clara y menos primitiva
lo que nosotros comprendemos como mortalidad. Aun no hay pensamiento como tal, el
conocimiento del ser humano inicia desde el campo de las experiencias que involucra lo que es el
mundo emocional, las sensaciones y la intuición; retomando a Piaget, el niño se encuentra en la
etapa sensorio motriz, así que, el primer contacto que tiene el ser humano con la muerte se da desde
lo experiencial, pero ¿cómo es ese contacto? ¿cómo pasa el bebé confluente con su madre en su
etapa de narcicismo primario experimentando miedo, negación y angustia a experimentar esa
mortalidad?
Veamos en el siguiente cuadro la manera en la que ocurre este proceso según Villanueva
(1993):
EXPERIENCIAS DE ACERCAMIENTO AL CONCEPTO DE MUERTE EN LA INFANCIA... 20
Tabla 1.
Proceso de desarrollo.
PROCESO LOGRO
Bebe confluente con la madre.
Narcicismo primario.
Experimentar estados de euforia y tensión o angustia por medio
de la madre.
Se orienta hacia la satisfacción de las necesidades.
División de “mundo bueno” o “pecho bueno”
con el “mundo malo” o “pecho malo”.
Experimenta confianza o miedo.
Centra su primitiva conciencia de sí y del mundo (aun
indiferenciada) en el “mundo bueno”, de esta forma niega,
rechaza, y escinde de su “conciencia” lo que experimenta como
“mundo malo” por ser demasiado amenazante y angustiante para
él.
Proyecta este “mundo malo” y repudiado hacia afuera,
deshaciéndose de esas experiencias angustiantes.
Empieza el proceso de individuación El niño inicia a reconocerse como diferente a la madre, en su
conciencia empieza a aparecer la madre como un otro, empieza a
diferenciar las experiencias de este modo, lo que es él y lo que
pertenece a la madre, existiendo aun zonas indiferenciadas entre
ellos. Inicia a su vez a incluir partes repudiadas a la imagen de si,
y a ver que la madre no se diferencia en “pecho bueno” y malo,
es la misma madre.
Aparecen las representaciones e imágenes mentales.
Integración del yo Se da cuenta de su conciencia separada del mundo.
Fin del narcicismo primario, las cosas no se dan por sus deseos.
“(…) tiene el primer contacto y ‘conocimiento sensoriomotriz’ de
dos de sus atributos existenciales: su separatividad y su
indefensión” (Villanueva, 1993, p. 41). Dicho de otra manera,
separatividad e indefensión como las características ontológicas
de soledad y muerte respectivamente.
Sobre este primer contacto, Villanueva (1993) lo ejemplifica de la siguiente manera:
Este hecho es tan claro y definido que, como cualquier profesor de natación para
niños lo sabe, si un bebé se introduce en el agua antes que llegue a este punto de su
evolución psicológica, flota sin el menor problema y sin mostrar signos de miedo,
EXPERIENCIAS DE ACERCAMIENTO AL CONCEPTO DE MUERTE EN LA INFANCIA... 21
pero si se le mete a la alberca después de este momento (alrededor de los siete u
ocho meses de edad), manifiesta claros signos de pánico y, si no se le sostiene, muere
ahogado. La única forma de explicar este fenómeno es reconociendo que el lactante
ha logrado percatarse de su propia existencia y de su separatividad e indefensión (y,
quizá, incluso de su mortalidad) (p. 41).
Esto supone un gran cambio en las teorías que se tienen hasta ahora sobre la configuración
del concepto de muerte en los niños, en donde, como se pudo ver en la introducción de este escrito,
ha sido Bowlby (1993) el autor que ha desarrollado teóricamente, que a los dos años el niño sin
conocer lo que es la muerte, manifiesta por la ausencia de la figura materna las mismas sensaciones
que se tienen ante un duelo. Villanueva (1993), dice al respecto, que el primer contacto que tiene
el niño con esa característica ontológica que es la muerte, va a ser mucho antes de lo que plantea
Bowlby y muchos otros autores; para Villanueva, es a la edad de siete u ocho meses donde por
primera vez se tiene un conocimiento experiencial de la muerte que no va a ser referida a los otros,
sino que va a estar directamente relacionada con su propio ser: “naturalmente, este “conocimiento”
es muy primitivo: es un conocimiento pre verbal, sensorio motriz. El bebé no “sabe” que es solo y
frágil; sin embargo, desarrolla un sentimiento obscuro e incomprensible de su fragilidad, su
indefensión” (Villanueva, 1993, p. 41).
Al tener esos primeros contactos con el hecho de su separatividad e indefensión, el lactante
va a sentir lo que Honey denomina como una “intensísima angustia básica que puede ser descrita
como un sentimiento de ser pequeño, insignificante, indefenso, abandonado, amenazado…”
(Horney, 1937, p. 92 citado en Villanueva, 1993, p. 41). Frente a esto, Villanueva nos dice que “al
comenzar a darse cuenta de su propia debilidad, impotencia y fragilidad se incrementa en el lactante
la necesidad imperiosa de seguridad; al percatarse de su soledad y aislamiento, se refuerza su
necesidad de amor y pertenencia” (Villanueva, 1993, p. 41).
Es conocido por los psicólogos, el término de angustia por separación desarrollado por
Bowlby. Para el autor, la angustia por separación era la fuente de angustia primaria, mientras que
argumentaba que el miedo a la muerte partía de esta y se presentaba por primera vez a los 10 años.
Yalom (1984), realiza una crítica a lo postulado por Bowlby, afirmando que la separación de la
figura criterio del niño indicaría para este un peligro para su supervivencia por lo que no tendría
EXPERIENCIAS DE ACERCAMIENTO AL CONCEPTO DE MUERTE EN LA INFANCIA... 22
sentido pensar que el miedo a la muerte se generaría posteriormente a partir de la angustia por
separación, es así como el autor sostiene:
En un nivel previo al pensamiento y al lenguaje, el niño puede experimentar una
angustia incipiente por no ser y esta, tanto en él como en el adulto, tiende a
convertirse en un miedo que, en el ‘único’ lenguaje que pueden utilizar los niños
mayores, queda transformada en angustia por separación (…) la angustia más
fundamental (o básica) proviene del peligro de perderse uno mismo; y si uno teme
perder un objeto es porque ello amenaza (de forma real o simbólica) la propia
supervivencia (pp. 130-131).
El niño cada vez va adquiriendo mayor individuación con la madre y desarrollo cognitivo
si se tiene un desarrollo adecuado. De esta manera, va logrando paulatinamente lo que se conoce
como constancia objetal, la cual se encuentra más consolidada en la etapa de los 8 a 12 meses. Este
logro del niño Yalom (1984) nos indica que le posibilita la diferenciación y el reconocimiento del
ser y el no ser, de esta forma, si podemos establecer que un objeto ha desaparecido es porque ya
podemos reconocer su existencia o permanencia, “existe una íntima relación entre la permanencia
del objeto y la de uno mismo. Estas variaciones y la formación de relaciones entre la presencia
(estar vivo, ser) y la desaparición (el no ser, la muerte), son esenciales para el desarrollo infantil”
(Yalom, 1984, p. 117).
Luego, aparece la etapa en la que se logra el control de esfínteres y se le empieza a educar
al niño y a introducirle en múltiples prácticas de aseo, actividades en las cuales el niño ya no solo
recibe pasivamente por parte de la figura criterio, sino que empieza a tener una participación mucho
más activa. Estas prácticas también le permiten al niño un contacto con la experiencia de la muerte,
Yalom (1984) lo ilustra de la siguiente manera:
Es evidente que la educación higiénica genera numerosos temores relacionados con
la integridad y supervivencia físicas (…) cuando el niño se da cuenta de que los
objetos desaparecidos no siempre reaparecen, busca otras estrategias para protegerse
de la amenaza del no ser. Así, se convierte en el 'dueño' y no ya en la 'victima' del
EXPERIENCIAS DE ACERCAMIENTO AL CONCEPTO DE MUERTE EN LA INFANCIA... 23
proceso del 'se fue': quita el tapón de la bañera, hace funcionar el retrete, apaga
encantado las cerillas encendidas, tira cosas por la ventana, etc. Más adelante
'siembra' la muerte, simbólicamente a través de juegos de 'vaqueros e indios',
'policías y ladrones', 'buenos y malos' o, de una manera más real, matando insectos.
(p. 118).
Hasta ahora, hemos visto a un niño que presenta angustia ante las situaciones que para él
representan un peligro para su integridad física y supervivencia, es decir, ve amenazada su
necesidad básica de seguridad descrita por Maslow, siente angustia y rechaza estas situaciones;
para Villanueva (1993), esto se desarrolla cuando el niño en su diferenciación con la madre, se
diferencia a sí mismo y empieza a constituir lo que nombra como la "imagen del sí mismo
repudiado", zona en la que el niño ubica toda experiencia que no es capaz de integrar a sí mismo
por ser altamente amenazante para él, en donde "la autoimagen repudiada quedará como la
sensación indefinible de lo malo, obscuro, sombrío, peligroso y prohibido; como algo de sí mismo
que prácticamente se funde con la imagen primordial, universal y arquetípica del ‘maligno’ o
‘diablo’ y de la ‘sombra’ descritas por Jung" (Villanueva, 1993, p. 47). No es tan extraño entonces,
que posteriormente la imagen que se le atribuye a la muerte sea obscura, tenebrosa, con capucha y
con un arma de compañía.
Estas imágenes o experiencias repudiadas frente a las que el niño siente angustia quedarían
alojadas en la sombra o, como lo ve Yalom (1984), cuando el niño se da cuenta, de manera aún
incipiente de la muerte, utiliza el mecanismo de la negación para defenderse de esa situación que
relacionada con la muerte le genera sensaciones de angustia. Cada vez que el infante crece, se
desarrollan así mismo sus capacidades cognitivas, aprende de los adultos formas de comportarse y
le son reforzadas otras tantas, sus defensas se van fortaleciendo cada vez más, y le permiten
protegerse de esta angustia con mayor eficacia.
En esta forma el individuo “creará” su mundo que, como los existencialistas han
hecho notar, puede dividirse con fines didácticos en personal -el sí mismo
(eigenwelt)- interpersonal (minwelt) y de relaciones con la naturaleza (umwelt).
Como hemos visto, estos mundos comienzan a formarse desde una edad muy
EXPERIENCIAS DE ACERCAMIENTO AL CONCEPTO DE MUERTE EN LA INFANCIA... 24
temprana, en la infancia, aún antes que el bebé pueda expresar verbalmente sus
pensamientos y conceptos. (Villanueva, 1993, p. 55).
Con el desarrollo del lenguaje y la socialización del niño, ya no sólo la socialización
primaria sino también la secundaria, que inicia en el periodo de los dos a los casi cuatro años, se
da la entrada a la posibilidad de aprender conductas que son aceptadas socialmente y que van a
facilitar ese proceso de adquisición de estima que va a ser la base de la autoestima en la persona.
Uno de estos aprendizajes que va a ir moldeando el niño se refiere a la construcción social
que ha hecho el medio de la muerte, además de las formas que tiene su familia principalmente de
enfrentarse a ella. Es en este momento en donde se van consolidando cada vez más lo que Yalom
(1984) identifica como las negaciones y los mecanismos de defensa que adquiere el niño frente a
la idea de la muerte, estos son:
- La muerte es temporal y reversible.
- La muerte les pasa a los otros, no a mí, porque yo soy un ser especial e inmune.
- Existe un ser que te va a salvar de la muerte.
- Los niños no mueren, entre más adulto seas más posibilidad tienes de morir.
- Se personifica a la muerte como una forma de proyectarla afuera.
- Burla a la muerte como forma de enfrentar la angustia.
La mayoría de estas creencias son ofrecidas y reforzadas por los mismos padres, se forma
así una manera de enfrentarse a la vida y de relacionarse con el entorno. Isa Fonnegra (1999) nos
ilustra también la forma de enfrentarse al hecho de la muerte aprendidos y reforzados en el círculo
familiar. Como nos muestra Villanueva (1993), se puede comprender igualmente que “las
conductas que son castigadas (aunque no excesivamente) adquieren, por asociación, una cualidad
de aversión para el niño y van a constituir parte de la autoimagen despreciada (que es reconocible),
causándole fuertes sentimientos de vergüenza y duda” (p. 63).
Como ya se ha mencionado, es la figura criterio la que presenta al organismo del niño
experiencias del medio para que sean asimiladas o no, por este. Es esta figura la que apoya al
infante en suplir las necesidades básicas de seguridad, amor y pertenencia en estas primeras etapas,
EXPERIENCIAS DE ACERCAMIENTO AL CONCEPTO DE MUERTE EN LA INFANCIA... 25
calmando de alguna manera esa sensación de angustia. Si la figura criterio cumple un papel
negativo en esa presentación al niño de experiencias, especialmente referidas a la insatisfacción de
esa necesidad de seguridad, o el niño no cuenta con una figura de apoyo con el que pueda crear el
vínculo necesario, aumenta la probabilidad de generar un trastorno importante en el psiquismo del
niño.
Villanueva (1993), explica que, dependiendo de la intensidad del trauma, de las
características personales que permiten responder ante las adversidades y, sobre todo, la
presentación del trauma en las primeras etapas donde aún no se tienen herramientas suficientes, se
van a dividir los traumas en mínimos, severos, graves y máximos. Para Yalom (1984), finalmente,
el desarrollo de un inadecuado contacto con la muerte puede generar en el niño traumas tan graves
que llegan a perjudicar el adecuado desarrollo de la persona e inhibir su contacto con el mundo y
consigo mismo a lo largo de toda su vida si nunca llegan a ser trabajados.
7 Discusión
El trabajo desarrollado hasta ahora ha permitido dilucidar la forma en la que el niño se va
contactando con la muerte desde los primeros meses de vida a diferencia de lo que se encuentra en
la gran mayoría de artículos que trabajan el tema de los niños y la muerte que recurren a los
planteamientos de Piaget concluyendo que es alrededor de los 3 años de edad únicamente donde el
niño puede empezar a ir configurando un concepto de muerte.
Considero que uno de los principales factores que han dificultado el reconocimiento por
parte de los psicólogos del contacto y desarrollo desde el nacimiento de una vivencia y
comprensión frente a la muerte es precisamente, la escisión cultural que se realiza entre vida y
muerte, en donde se excluye a la muerte de la vida.
Se ha planteado teóricamente el desarrollo del concepto de la muerte en los niños como si
fuera únicamente una teoría que se va adquiriendo del entorno o de las demás personas, frente a la
cual, el niño solo podría hacer procesos de asimilación y acomodación planteados por Piaget, hasta
que adquiere finalmente en la etapa de pensamiento abstracto, la misma concepción de la muerte
que se tiene en la vida adulta.
La muerte no es solamente una teoría externa, la muerte hace parte de la vida, de la
existencia y desde que el niño nace se encuentra con ella, ejemplos de esto podrían ser:
EXPERIENCIAS DE ACERCAMIENTO AL CONCEPTO DE MUERTE EN LA INFANCIA... 26
- Los procesos orgánicos no solo se están desarrollando de manera creciente con el
nacimiento, también ocurre en el organismo procesos que se dejan de desarrollar y se
desechan.
- Sensaciones orgánicas que terminan, contactos que finalizan como el dejar de sentir una
caricia o un abrigo.
- Presencias o ausencias de la figura que posteriormente se va a convertir en esa figura
criterio.
- La identificación de estos procesos en el medio, ya no solamente partiendo de él mismo,
como por ejemplo el comprender la permanencia o cambio de un objeto, y provocar
posteriormente él mismo estos cambios en el entorno.
De esta forma continua el niño hasta que llega a comprender poco a poco que esa fragilidad
no solo se da en las cosas externas, sino que él mismo también es frágil, que su vida se puede
encontrar en peligro y empieza a sentir una total angustia y predisposición frente a cualquier
situación que amenace su supervivencia.
Este proceso es arduo y extenso hasta que el niño nos pueda expresar con palabras que la
muerte existe y que tiene miedo de morir. Creer que es solamente en este momento, cuando tiene
mayor desarrollo cognitivo y uso del lenguaje verbal, en donde se puede afirmar que el niño
vivencia el miedo a la muerte, es una postura francamente muy reduccionista.
Parafraseando a Yalom (1984), el terapeuta o investigador que se enfoque por ejemplo en
represiones, creencias irracionales o angustia, lo va a ver en cada momento de su trabajo, centrando
su mirada solamente en ese factor, olvidando el resto o disminuyendo su capacidad perceptiva para
darse cuenta de los demás elementos. Es así como podemos decir que, el que realmente se interese
en identificar la influencia que tiene en el psiquismo de las personas la idea de muerte, la van a
poder observar, pero claro, esto siempre va a depender de los propios mecanismos de negación que
tenga cada persona con relación al tema.
De esta manera, hemos podido observar como poco a poco el bebe, que se está empezando
a desarrollar en múltiples dimensiones, va teniendo acercamientos y contactos con la muerte como
formas de experiencia que, haciendo uso del modelo planteado por Rogers, entran a su organismo
y dependerán de las formas en las que serán simbolizadas por este.
EXPERIENCIAS DE ACERCAMIENTO AL CONCEPTO DE MUERTE EN LA INFANCIA... 27
Como hemos podido comprender hasta ahora, la experiencia de la muerte es vivenciada por
el organismo como una experiencia amenazante, que pone en peligro su supervivencia e
integración, por ende, puede adquirir una polaridad negativa generando angustia en el mismo y
provocando la necesidad de defenderse de esta idea que amenaza su congruencia. El primer
mecanismo de defensa utilizado es la negación de esa experiencia que no ha sido simbolizada,
pero, a medida que el niño va creciendo no solo hace uso de la negación sino también del
mecanismo de defensa denominado por Roger como distorsión perceptual, en donde, con ayuda
de las figuras significativas que tiene, reinterpreta el hecho de la muerte otorgándole características
que la hacen ver menos amenazante, un claro ejemplo de esto, es creer que la persona se muere
pero se encuentra en el cielo feliz.
No se pueden atribuir esas percepciones fantasiosas acerca de la muerte que tienen los niños
únicamente al poco desarrollo cognitivo que tienen. Los adultos participan en estas construcciones
y refuerzan constantemente esas percepciones distorsionadas de la muerte. El niño está en la
búsqueda de esa valoración positiva condicional, y por obtenerla siguen a sus padres y adoptan
conductas y percepciones que así difieran con la realidad propia hacen posible obtener esa estima
externa. Se va configurando cada vez más el “ideal” de lo que debería ser la vida y la reacción ante
la muerte, impidiendo de esta manera en la mayoría de los casos un acercamiento a la muerte que
permita su simbolización adecuada en la conciencia.
Lo que se plantea hasta acá, es la idea de que la experiencia de la muerte que ya vimos,
ocurre desde los primeros meses de vida y se va haciendo cada vez más rica y compleja, pero que
suele ser vivenciada por el organismo como experiencia negativa que no simboliza, y pueden
aparecer características altamente angustiantes para el ser y configurarse como una frustración;
mínima, seria, grave o máxima, descritas por Villanueva (1993), en donde las frustraciones
mínimas son necesarias para la persona y permiten su desarrollo; las frustraciones serias generan
estados neuróticos en el psiquismo; las graves adquieren tintes psicopatológicos y las frustraciones
máximas estancan totalmente el desarrollo del ser humano en la etapa en la que ocurren.
Dependiendo de cómo haya sido su contacto con la muerte en la infancia, el apoyo que haya
recibido, la angustia generada, lo aprendido y reforzado socialmente, va a convertirse en un factor
predisponente psicológico que va a permitir la comprensión de las repercusiones psicológicas y la
forma de responder ante la confrontación con la muerte que tiene el individuo en etapas posteriores
de su desarrollo.
EXPERIENCIAS DE ACERCAMIENTO AL CONCEPTO DE MUERTE EN LA INFANCIA... 28
Veamos esto de forma más detallada, según cada tipo de frustración e intentando dar
algunos ejemplos.
7.1 Muerte como frustración mínima
Vivenciar la muerte como una frustración mínima es necesario para tener un adecuado
desarrollo. Todos en nuestra vida y más cuando se es bebe experimentamos la insatisfacción de la
necesidad de seguridad, aspecto que hace sentir al infante de alguna manera desprotegido y frágil,
pero a través de este contacto y con ayuda de la figura criterio se va adquiriendo mayor confianza
básica descrita por Erikson y va creando una base sólida, en donde se van a desarrollar las demás
capacidades como por ejemplo la autoestima, la capacidad de respuesta ante las adversidades, la
resiliencia y también, la adecuada percepción de la realidad.
A partir de aquí en adelante, en las tres frustraciones que siguen Villanueva (1993) explica
que estas se dan por exceso o por deficiencia en la satisfacción de la necesidad. En este caso
diríamos que la experiencia que ha tenido el niño con la muerte ha sido excesiva y abrumadora
para él o, por el contrario, la figura criterio ha impedido ese contacto con la muerte generando una
distorsión de la realidad a falta de esa experiencia.
7.2 Muerte como frustración seria
Si se vivencia la muerte como una frustración seria, quiere decir que se desarrollan estados
neuróticos en donde se da cabida a los mecanismos de defensa y a todo ese proceso de negación a
la muerte que se ha descrito a lo largo del trabajo. Villanueva (1993) sostiene que “cuando las
necesidades fisiológicas, de seguridad y de amor y pertenencia son frustradas seriamente; cuando
el niño es sometido a lo que Horney ha llamado ‘mal básico’, se siente desamparado, desprotegido,
angustiado, temeroso y deprimido; es presa de una seria angustia básica” (p. 96).
Para este autor, con una frustración seria, el psiquismo del niño se queda fijado en la etapa
en la que está ocurrió:
Sin duda, un trauma de esta naturaleza durante la infancia causa trastornos
igualmente serios en la personalidad de quien lo ha sufrido. Las necesidades que
han quedado insatisfechas se convierten en patológicas: las que originalmente eran
EXPERIENCIAS DE ACERCAMIENTO AL CONCEPTO DE MUERTE EN LA INFANCIA... 29
normales y sanas (fisiológicas, de seguridad y de amor y pertenencia), se trasforman
en demandas desproporcionadas, indiscriminadas, irrealistas e imperiosas.
(Villanueva, 1993, p. 98).
Aquí vale la pena detenerse un poco. Autores como por ejemplo Jhon Bowlby, afirma que
a los 2 años los niños son capaces de tener las mismas emociones de duelo como el adulto frente a
la angustia por separación. Si se tiene un contacto con la muerte en las primeras etapas infantiles
que genere este tipo de frustración y provoque que el psiquismo se quede fijado en esa etapa,
podríamos decir más bien que es el adulto con características neuróticas el que ante una
confrontación con la muerte experimenta las mismas emociones que vivenció cuando tuvo por
primera vez esa frustración sería en su infancia. Se pueden distinguir emociones tales como la
desesperanza, la sensación de abandono, la culpa, la agresión, el aislamiento, entre otras, que se
identifican mucho más con las respuestas que se generan en la niñez ante las situaciones de las que
todavía no se tienen los suficientes recursos de afrontamiento.
Las personas neuróticas suelen ser dependientes, tienen dificultades para asumir su
responsabilidad, libertad y autonomía ante la vida, así que no es extraño que, ante la muerte de una
figura importante en su vida, de la cual dependía psíquicamente, que puede ser por ejemplo los
padres o la pareja, surja en estas personas niveles de angustia alarmantes. La explicación frente a
esto es posiblemente la confrontación de la persona con su propia fragilidad, viendo amenazada su
necesidad básica de seguridad, amor y pertenencia.
7.3 Muerte como frustración grave
Si el niño vivencia la muerte como una frustración grave:
Sus sentimientos de fragilidad, impotencia y aislamiento son mucho más
devastadores que en el caso anterior; su angustia llega hasta el punto de poder
considerarse pánico y su desamparo y depresión son casi intolerables para él (…) la
angustia, el desamparo, la desesperanza y la depresión son realmente enormes, por
lo que con frecuencia se defiende mediante fantasías alucinatorias: identificándose
a sí mismo y/o a su madre con el mundo bueno” (Villanueva, 1993, p. 104-106).
EXPERIENCIAS DE ACERCAMIENTO AL CONCEPTO DE MUERTE EN LA INFANCIA... 30
Es finalmente una persona, que no logra la integración de sí mismo y por ende tampoco
presenta una integración de la realidad que le permita tener un juicio de realidad adecuado, “en el
fondo, sus expectativas generalizadas, constructos personales y libreto de vida son profundamente
derrotistas. Para ellas la vida es obscura, el futuro devastador, la generalidad de las personas es
mala y perversa, y ellas mismas carecen, ante sus propios ojos, de valor alguno” (Villanueva, 1993,
p. 107).
7.4 Muerte como frustración máxima
Si se vivencia la muerte como una frustración máxima, el organismo no ha sabido cómo
simbolizar la experiencia y esta llega a desestructurar el psiquismo generando una grave
incongruencia en el mismo.
Por último, se plantea la hipótesis de que, así como se llega a idealizar a la madre en las
primeras etapas de la vida, también se idealiza la vida, se tienen expectativas frente a ella, se
construyen “deberías” los cuales tienen una gran carga de condicionamiento y creencia social pero
que también se acompaña de construcciones propias. Además, así como la muerte queda en la
sombra o, como lo diría Rogers, sería una experiencia no simbolizada, la vida queda en la parte
que es accesible a la conciencia, pero despojada totalmente de la muerte y el sufrimiento que
constituyen también lo que es la vida. Se tiene de esta manera una imagen de vida idealizada,
cargada de deberías que ya no genera angustia, pero que en suma se intuye que a la experiencia de
la vida le falta algo importante y que al tratar de evitarlo solo nos estamos engañando. La persona
llega a darse cuenta de la muerte a pesar de que trate de negarla y esto aumenta finalmente su
angustia y desconsuelo.
8 Conclusiones
Se puede identificar a partir de la integración de los autores Villanueva y Yalom que, para
la Psicología humanista, el miedo a la muerte tiene una relación directa con la angustia generada
por la insatisfacción de la primera necesidad básica, descrita por Maslow como la necesidad de
EXPERIENCIAS DE ACERCAMIENTO AL CONCEPTO DE MUERTE EN LA INFANCIA... 31
seguridad, esta se presenta desde el nacimiento del niño, así que es desde estas primeras etapas
donde se puede evidenciar, aunque de manera muy primigenia, los primeros contactos con la
experiencia de la muerte en el niño. Va a ser a partir de estos primeros contactos, la angustia sentida,
el temperamento del infante y el apoyo de la figura criterio, que el niño va a poder tramitar o no la
angustia sentida ante la amenaza a su existencia.
Fue posible comprender desde los planteamientos de Carl Rogers la manera cómo la
experiencia que tiene el niño de la muerte empieza a ser accesible a la conciencia. Teniendo en
cuenta la amenaza inicial que representa la muerte para nuestra supervivencia y la forma negativa
en la que es percibida a través de nuestra cultura, se comprende que esta experiencia no termina
siendo asimilada por el organismo y, por ende, visto desde Rogers, la experiencia con la muerte
genera incongruencia en el ser y posteriormente, hace parte de la neurosis en la persona.
El organismo se defiende, a partir del mecanismo de defensa descrito por Yalom y Rogers
como negación, pero también se hace uso del mecanismo de defensa de la distorsión perceptual,
descrita por Rogers. Así mismo, si lo anterior es analizado desde la mirada de otros autores del
enfoque humanista, se podría reconocer en el niño el uso de otros mecanismos de defensa para
evitar esa amenaza a su supervivencia.
Es así como finalmente, se describe la manera en la que la experiencia de la muerte la vive
el organismo desde los conceptos de frustración que plantea Villanueva (1993), los cuales pueden
ser de frustración mínima, sería, grave o máxima, teniendo múltiples consecuencias en la
estructuración del psiquismo, no permitiendo que este pueda tender hacia la actualización
libremente a partir de su confrontación con la muerte encontrándole a esta un sentido o por el
contrario, a partir de la misma confrontación con la muerte, simbolizar sus experiencias
negativamente y generar, en diferentes niveles, un retroceso en su tendencia actualizante.
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