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Domingo 5 de febrero de 2017, Trujillo, La Libertad La Industria4

Especial ‘El Niño’ es un fenómeno oceánico y atmosférico que ocurre por el calentamiento de las aguas del Océano Pacífico. El agua del mar se evaporamás rápido y se convierte en nubes que luego desatan lluvias, muchas veces persistentes y otras torrenciales. El fenómeno climático lleva sunombre, según algunos estudios, porque su aparición es cercana a la Navidad, fiesta del Niño Dios.

El nombre del fenómeno climático

SIN MIRAMIENTOS. ‘EL NIÑO’ LLEGA, Y NO PARA JUGAR

El hijo delahogadoNadie conoce el dolor de la muerte que deja el fenómeno deEl Niño, como aquel que lo ha vivido. Armando Alayo sabe loque es el sufrimiento provocado por la furia de la naturaleza.

SOBREVIVIENTE. Armando Alayo Villanueva muestra una foto de su padre. Detrás, la casa que el agua del río Cargatrapos estuvo a punto de arrancar tras las lluvias que ocurrieron en el nefasto verano de 1998.

Luego de llorar, ArmandoAlayo Villanueva dice queel agua, por la que tantolucha, es ingrata.

-El agua solo me dejó esto.Esto es un atado de fotos. Fo-

tos en blanco y negro de su pa-dre y él. Fotos en las cuales supadre viste terno y corbata, y élintenta tocar una guitarra.

Luego se levanta el filo de supolo para mostrar los pasadoresde su correa: solo me dejó en pan-talón. Todas mis cosas se la lle-vó el agua. Mira su casa de en-tonces, en la que vivía con supadre. Mira su casa de ahora, enla que vive como lo que es: unhuérfano de 51 años. Armando Alayo Villanueva re-

cuerda el viernes 13 de marzode 1998, cuando el río Carga-trapos atravesó Menocucho, uncentro poblado a 30 minutos deTrujillo y asentado a un costadode la carretera de penetración ala sierra de La Libertad. El agualos encontró durmiendo. Cuan-do estaban a punto de salvarse,su padre se soltó de la soga quelos ayudaba para llegar a tierrafirme. Armando halló su cuer-po cuatro días después a varioskilómetros de distancia, en la bo-catoma de Moche. Don Julio Alayo Rodríguez, pa-

dre de Armando, fue la única víc-tima mortal en esta parte de la

Aparecióen bocatomade Moche

bitácora.

Archivo periodístico.La edición del 14 de marzo

de 1998 de La Industria cuenta,en su portada, que el río Carga-trapos arrastró a tres personas yaisló totalmente a la sierra deTrujillo. “No, él (papá de Arman-do) fue el único que murió en ElNiño de 1998 en esta parte deTrujillo”, aclara Víctor Sandoval.Cuatro días después, La Indus-tria informa de la aparición delcuerpo de Julio Alayo en labocatoma de Moche. Se especu-la de la desaparición de doscuerpos más, pero nunca seconfirmó. Nadie reclamó por lossupuestos fallecidos.

En 1998, La Libertad soportótoda la furia del fenómenode El Niño. Desbordes, terre-nos agrícolas inservibles,viviendas destruidas ymuerte fue lo que dejó lanaturaleza. ¿Qué hemosaprendido de esta experien-cia? Armando Alayo Villa-nueva perdió a su padre.Esta es su historia.

César Clavijo [email protected]

Su historia y, principalmen-te, la de su hijo es pertinente enla actualidad, cuando la natura-leza nos recuerda que poco o na-da hemos aprendido de sus en-señanzas. El fenómeno de 1998fue una verdadera tragedia. De-jó, según Defensa Civil, 72 mil306 liberteños damnificados y 11mil 550 viviendas destruidas.Una de ellas, la casa donde viví-an, al pie de la carretera, Ar-mando Alayo y su padre, quiende joven cantó al lado de Pauli-no Rebaza, el Trovador Andino. Ahora existen condiciones idó-

neas para que la calamidad sedimensione. El hombre ha vuel-to a invadir con total desparpa-jo el cauce de quebradas y ríos,y ve a la naturaleza como un en-te inofensivo. “Ellos no han vi-vido lo que se vive en época delluvia”, dice Armando, mirandolas viviendas que se han cons-truido en áreas por donde el aguadiscurrió en 1998. Armando Alayo critica que la

gente no lee. No se entera, no seinforma de lo poderosa que es elagua. Cuenta con sus dedos quelee reportajes, informes, libros,y que a través de ellos se ha en-terado de que en la costa del Pe-rú han ocurrido dos ‘meganiños’.Uno en el 1300 y otro en el 1600.“Hay registros de que en ese en-tonces llovía 40 días seguidos”,relata y se imagina como seríala vida si eso sucediera ahora.“¡Dios mío!”, exclama . Según ar-queólogos, un ‘meganiño’ pro-vocó el final de la cultura Mo-che. Según los economistas, ‘ElNiño’ de 1998 originó que el Pe-rú pierda mil 200 millones dedólares. Según la Nasa, el su-puesto fenómeno de 2016 seríael más peligroso de la historia.Pero este nunca apareció. Todoindica que reservó su apariciónpara estos días. La naturaleza jue-ga a las escondidas.

Amor y odioLuego de la muerte de su pa-

dre, Armando Alayo reforzó su

todo”, especula con conoci-miento de causa. La lucha de Armando Alayo

es tan decidida que ha sido unode los promotores para que laMunicipalidad del Centro Po-blado de Menocucho presenteuna denuncia ante el MinisterioPúblico contra el Proyecto Es-pecial Jequetepeque-Zaña (Peje-za), encargado por el Estado pa-ra e jecutar las obras decontingencia contra el fenóme-no de El Niño que se pronosticópara el 2016, que al final no fuetan fuerte, como se advirtió. La comuna acusa a los admi-

nistradores de Pejeza de no ha-ber realizado los trabajos consi-derados en el expediente técnico;además, de apropiación ilícita.“El Ministerio Público, hasta aho-ra no responde”, lamenta.

La casa solaArmando le pidió a su padre,

una noche antes de su muerte,que se quede a buen recaudo enla casa de un vecino. Su padreterco como siempre, no obede-ció. “Una vez me nombraron di-rigente de un club y cuando seenteró me hizo renunciar”. Cuan-do el agua ingresó a su casa, unamigo les alcanzó una soga, Em-pezaron a salir; pero su papá, de74 años, se soltó. El agua lo arras-tró, como lo estaba haciendo contodo Menocucho. Armando llo-ra. Su padre no solo murió, supadre se le escapó de las manos. Han pasado casi 20 años de la

tragedia y él todavía sigue afec-tado. Nueve meses antes de quesu papá se suelte, su mamá mu-rió de un derrame. Armando essoltero y vive en la misma casa:fachada celeste, puerta y venta-nas oxidadas, abodes desorde-nados, carrizos y una ruma dearena que forma una rampa enel ingreso. Parece que el dolor seacumuló en todo ese desorden.“Él todavía sigue mal por lo desu padre”, cuenta su amigo Víc-tor Sandoval Bacilio.

región del inclemente fenóme-no de El Niño que se desató en1998 —considerado por orga-nismo internacionales como unode los más catastróficos de la his-toria de la humanidad— y que,como caen por estos días las llu-vias está a punto de repetirse.

Es un atado de fotos.Fotos en blanco y ne-gro de su padre y él.Fotos en las cuales supadre viste terno ycorbata, y él intentatocar la guitarra.

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lucha por el agua. Qué ironía. Elrecurso que le quitó a su únicofamiliar, se ha convertido en subandera. En ese camino, ha dis-cutido con autoridades y con in-genieros por los (malos) trabajosque han ejecutado en el río Mo-che y, en especial, en el Carga-trapos, que lejos de ser obras pa-ra proteger a la población, sontrampas mortales.La evidencia es que decenas

de casas se han construido en suscauces o en zonas, por donde lasaguas se han desbordado. Otravez, las palabras de quien per-dió a su padre en un desborde.“Es que no saben cómo es elagua”, dice parado en un puen-te peatonal construido, de unamanera disparatada, por la Mu-nicipalidad Distrital de Simbal:sus bases están en pleno lechodel río. “Un crecida y se lo lleva

JIMENA ÁLVAREZ

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