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ESCRIBASDELMIEDO
¡Bienvenido,terror!Enpolifónicotonoestoscincotecantan.Avecesosamoshilarpalabrasentonoderojo:tripaysangre.Locuraymiedo.LaTertuliaTribblesdeZaragozanosacogióyentresorbodepágina,libroycafé,yalsondevocesamigasdelgénero,surgidaenlapostrimeríadealgúnjueves,laideacobróformacualmágicanubededeletéreohumoquenoshechizó.Escribasdelmiedofueparidoennochesdeaullidosy oscuridades y espera que este alarido trascienda el
plenilunioydespiertepesadillas.Lapresenteantología,Escribasdelmiedo,eslaprimeramuestratribbleraderelatos.Esperemosquenuestroengendrosehagamayory de él eclosionen con dolor, como lo hacen las peores
criaturas,nuevosterrorescapacesdetransmutarse.Yquesumajestad,lapalabra,sigasiendoatravésdenuestrosdedos.
Autor:TertuliaTribblesdeZaragozaISBN:9788461698868Generadocon:QualityEbookv0.52
ESCRIBASDELMIEDO
TERTULIATRIBBLESDEZARAGOZAPRIMERAANTOLOGÍARELATOSDETERROR
FERMÍNMORENOGONZÁLEZJORGEGARCÍACAVERO
ANTONIOJAVIERSANTIAGOREMACHABLANCALIBIAHERRERACHAVESPEDROJOSÉGARAYAGUADO
PORTADAEILUSTRACIONES:
ZOLTÁNK.BARTHA
Título:ESCRIBASDELMIEDOAutores:FermínMorenoGonzálezJorgeGarcíaCaveroAntonioJavierSantiagoRemachaBlancaLibiaHerreraChavesPedroJoséGarayAguado©Portada:ZoltánK.BarthaPrólogo:JuanÁngelLagunaEdrosoPrimeraedición:agostode2014©delosrelatossusrespectivosautores
Estaobravelaluz,graciasalacolaboraciónrecibidaviacrowdfundingdelosMecenasmencionadosalfinaldelostextos.Depósitolegal:Z-1088-2014ISBN-13:978-84-616-9886-8ISBN-10:84-616-9886-XImpresoenEspaña
Prólogo:Elespejodelosescribasdelmiedo
ME voy a permitir abrir el prólogo con una metáfora: las tertuliasliterariassonespejosparalosescritores.Almenos,asíloveoyo,quehepasadoalgúnmomentodemividasinespejosymuchosmás—casitodaella, en realidad— sin acceso a tertulias literarias. Sí, salvo contadasocasiones en las que los astros me han dejado caer en el momentoadecuado en el lugar adecuado, no he tenido el placer de verlas enfuncionamiento.Y,aunasí,siemprehemantenidounprivilegiadocontactocon componentes de un buen puñado de ellas.De ahí queme encuentreredactandoestaslíneasparalaTertuliaTribblesdeZaragoza.
Como a la fuerza ahorcan, no me queda otra que creer que, enrealidad, las tertulias literarias, sobre todopara losescritores,nosonnimuchomenos indispensables. Esmás, como pasa con los espejos, diríaque tendemos a anhelarlas con más intensidad de la que en realidad sejustifica.Nadiesemuerepornopoderparticiparenunatertulialiterariay,además, al final, cuando se escribe, cuando propiamente se escribe, seescribesolo.Dehecho,cuantomássolo,mejor;palabradepadredecincohijos.Tampocosemuerenadiepornotenerunespejoamano,claro.Nosonnecesariosnipara lavarsepor lasmañanasniparasabersi tienes lamalacaraqueteimaginasaldespertar.
Perosolohacefaltavivirunosdías—yanotedigounosmeses—enunacasasinespejosparadartecuentadeque,almismotiempo,tampocosonpropiamenteunabanalidad.Nisiquierapara losqueno tenemosqueafeitarnosmásqueunavezalmes.
Una casa sin espejos puede llegar a resultar inquietante. Lashabitacionespierdenvolumenysevuelvenhoscas.Laluzagonizaantesdequeseimpongaelcrepúsculoynollegaabrillarconlamismaintensidadenningúnmomentodel día.Te sientes inclusomenos acompañado.Haydías,dehecho,enlosqueunsentimientodeencierroemparentadoconlaclaustrofobia llama a tu puerta. Doy fe. Sí, sin duda los espejos sonmaterialdelomásinteresantepara todoescritordeterrorqueseprecie,perouna casa sin espejosnodejade tener su aquel y, os lo aseguro, es
bastanteinquietante.Con las tertulias literarias pasa lo mismo: son material de lo más
interesanteparatodoescritordeterrorqueseprecie.Ynohablosolodesacar temas y detalles para plasmar en nuestros relatos o en nuestrasnovelas,que también.Comodecía,a lafuerzaahorcanyseguramente lotengo muy crudo para conseguir participar de un modo habitual enningunatertulialiteraria,peroesonohacequenoloechedemenos,oquecreaquenomeaportaríanada.
Paraempezar,comoconlosespejos,creoqueconsumeracercaníaya tesientesmásacompañado.Ningúncolegade la tertuliavaaescribirporti,claro,perosípuedeestarahíparaquelecuentestuspenas,dóndetehasatascadootedéeseempujónmoral.
Peroloquerealmentemarcaladiferencia,amiparecer,eselreflejo.Sí,vertereflejado.Parabienyparamal.Nosésiseráelordendefinitivodelaantología,perocuandoheleído
esteEscribasdelmiedoparaescribirelprólogoheabiertobocaconnadamenosquedos relatosdeldecano,FermínMoreno:Bozhidara yCobră.Sondosmagníficasteselasdeunodemismosaicospreferidosdelterrornacional y de la literatura en general: elCirco Dragosi. Sin entrar enconsideraciones técnicas, ya tengo asumido que nunca escribiré comoFermín.Élescapazdedestilarunvenenosutilqueconmocionahasta lomásprofundodelalmasin,almismotiempo,eclipsarel factorhumano.Es uno de esos pocos escritores de terror que de verdad se vuelvenespeluznantes,quedanotradimensiónalhorror,ycuandolovesvolcadoenestedislocado retratocostumbrista—deuncircodemonstruosidades—nopuedesevitareldeseodecrear,deconfeccionartuspropiosmundoscon la sinceridad y el arrojo que él está esgrimiendo. Lees estosfragmentosdeunaobramayorycrees—quierescreer—verreflejadoeseyo capaz de volcar su poesía oscura, sus neuras, sin importar tanto ellectorcomoelpropioimaginario.Quierescomulgarconelotroladodelespejo.
Noesunaexcepción.Sibienenlosrelatossiguientesnosepercibeelmismorodaje,elhechizodeCreepypresents…semantieneyseentiende:esta antología esunpaso en el camino,una atracciónde feria en laqueseguirencontrandosorpresasencadarecodo.
Dehecho,enlasaguasturbiasdeLadamadelrío,quedespuntaconesa pasión inconfesable por el pulp que todos acabamos confesando,
todavía me he visto más reflejado. Jorge García Cavero me hatransportado de vuelta a esos veranos inolvidables en los que, todavíaniño, encandilaba a los críos del pueblo y a mis propios primos conhistoriasdeahorcadosyaparecidos.Ensuspáginassepuedenpercibirlosecosdelasverbenasyesealientocálidodelsuelosegadoquesuspiraalfríodelanoche,ytambiénlosengranajesdelosquecrecimos,avecessinsaberlo,conStokerylosJames.LatramamezclaconunencantoingenuoelescalofríodelachicadelacurvaconlosexcesosochenterosdeJohnCarpenter, pero con un tono propio que revela ya al autor de casta.Perdidoporterrenosquemegustafrecuentar,hepodidodescubrirnuevassendas, porque al otro lado del espejo, nada es por completo lo queparece.
Una ración adicional de pasión pulp nos acerca La llegada deShagrath, pero en esta ocasión me he reconocido más en ese deseoardiente de conectar música y literatura, un deseo que tiene mucho deespectral por lo difícil que resulta aferrarlo.Antonio Javier SantiagoRemacha,entremelenas,alaridosguturalesycueroclaveteado,haoptadopor el acercamiento descriptivo en una trama policíaca que implicasectarios,conspiracionesy,cómono,criaturasmásalládelentendimientohumano,comoelpropiotítulonosadelanta.
Comosuimagenespecular,BlancaLibiaHerreraChavesysuSaladeterapiatomanelrelevo.Yunavezmásmeveoreflejadoenparteenloqueseadivinaentrelassombras.Estavez,porlaestructura.¿Teimaginasverte sumido enunmaelstrom de locura y desesperación que te arrastramásymásasimasquenocreíassiquieraqueexistieran?¿Yteimaginasser capaz demodular las palabras hasta llevar al lector al borde de esemismo remolino de horror, hasta conseguir que planee sobre esosvertiginososgirosdeperdición?Bienvenidoaunviajequedemuestraquela narrativa no es solo contar historias, que la poesía no solo estáhermanadaconlaprosa,sinoque,comoelgatoylasombra,nosolonopuedensepararsemuchotiempo,sinoqueavecesseconfundenentresí.
YacomocierremeencontréconLapiedrapirámide,dePedroJoséGarayAguado,quesemeantojónosolounaespeciedeconclusiónqueabrazabatodoloprecedente,sinotambiénlaencarnacióndemuchasdelaspuertasentreabiertasquenodejodemirar,dereojo,entantoqueescritor.Horror cósmico, agroterror, géneroZ, costumbrismo siniestro, fantasíaoscura, fuentes autobiográficas y fuentes audiovisualesmade inUSA, la
estética del terror y el engarce entre nuestra realidad y las simas que larodean…todococinadoconladevocióndelquenosoloescribehistorias,sinoquetambiénsesabeperderdentrodeellascomounlectormás.
Con sus aristas, como corresponde a un espejo resquebrajado porculpadelapasión,Escribasdelmiedoesunviajeapasionante.Noesunaantología monolítica, un mausoleo que mirar con reverencia, sino ungermen, una confidencia en una taberna lúgubre, con sus murciélagosescondidos entre ristras de ajos y sus parroquianos de miradasinsondables.EsungolpederemoenlalagunaEstigia,unamuestradeloquebulleenlaTertuliaTribbles,esliteraturaviva,espasióncompartida.
Esunespejoenelquegustamirarsemientras se sueñaque,undía,quizássepuedapasaralotrolado.TalycomoLewisCarrollanuncióconsu Alicia, otros mundos se esconden tras sus páginas. En ellos,encontraréis reflejos distorsionados de vuestra propia realidad, devuestros temores. Quizás siluetas fugaces que, de tan familiares,identifiquéisconvosotrosmismos.Nopuedoasegurarosquedarámásluzavuestroentorno,perosíqueabriráhorizontes.Ahora,elrestodelviajequedaenvuestrasmanos.
FERMÍNMORENOGONZÁLEZESCRITOR y traductor zaragozano del inglés, francés e italiano alcastellano.LicenciadoenEducaciónFísicayprofesorenactivo.Coeditorde Ediciones Tusitala, bajo cuyo sello aparece la revista de génerofantásticoSABLEyotraspublicacionesdesde2003.
FinalistadelospremiosMonstruosdelaRazónII2009,Ignotus2011,2012y2013yNocte2013.
Novelaspublicadas:-Forasteroencuerpoextraño(Ed.Parnaso,Col.Vórtice,2005)-LaPerdiciónFucsia(Ed.Nalvay,2011)-Elvuelodeloricú(Scylaebooks,2013)-Voraz(Dolmen,2013)-Antologíasderelatos:-CircoDragosi(Tusitala,2012)-Escribadetinieblas(Tusitala,2013)-Sueñodesoloestrellas(Tusitala,2013)-Señorasdelaguaoscura(Tusitala,2014)-Antologíaspoéticas:-Versosmortíferos-TidalPurgatory(eninglés)Sus poemas y relatos han aparecido en diversas revistas impresas:
Cthulhu,Parnaso,Horrifique,TwistedTongue,CalabazasenelTrastero:ArañasyZaragozaNegra,Lhork,HistoriasAsombrosas…
Yenantologías:AntologíaZVol.2yVol.4 (Dolmen),La sangrees
vida(Mandrágora),MonstruosdelaRazónII(Sacodehuesos),Enlaferiatenebrosa(Sacodehuesos),CrónicasdelaMarcadelEste(Holocubierta),
Nuevasleyendasaragonesas(MiraEditores),Insomnia(AJEC)…Obraenotrosidiomas:-francés: relatosypoemasen lasantologíasPiègesmortels (Infini),
Monstres!(Ed.Céléphaïs)ylarevistaquebequesaHorrifiquenº49.-inglés:relatosypoemasenlarevistaTwistedTongue(nº15y16)-italiano:relatoenlaantologíaIncubo(Tusitala).Blogsdelautor:-Escribadetinieblas:http://escribadetinieblas.blogspot.com.es/-TheDarkScribe(inglés):http://thedarkscribe.blogspot.com.es/-Le scribe de ténèbres (francés):
http://scribedetenebres.blogspot.com.es/
“8-45”,ZoltánK.Bartha
COBRĂDESDEsuguarida,Culebraasiólosbarrotesherrumbrososdeorínconsusdiminutasmanosypególaescamosacabezaalestrechohueco,comopugnandoporsacarlaparadarlabífidabienvenidaalreciénllegado,sinéxito.Dragosi había gastadomásbani de los que le gustaría reconocerebrioasegurándosedequelaestrelladelcirconosalierafácilmentedesujaula.
En su regazo, cual falsa virgen burlona en un retablo pagano,Dragosi portaba al que esperaba fuera su salvador.Longilíneo, sinuoso,aberrantemente parecido a Culebra, Cobră había percibido el interés deaquel. Alzó el tercio superior de su cuerpo, desplegando su gorguera.Pupilas imposibles destilaban igual veneno que los colmillos expuestosconsusiseo.
—Abre la jaula—ordenóDragosiaMadalin, sin soltar supreciadacarga.
—Ya tenemos una serpiente —terció Dos Cabezas. La repentinaatencióndeCobrălohizoecharseatrás.TropezóconelvientrehinchadodeVenus.
—Nopasanada,Dimitrie…Aúnespequeño—lotranquilizóVenus.—Yonoquería…lehehechodaño…¡Yonoquería!—Dimitriesalió
corriendo,sujetándoselascabezas.Simio,conairedivertido,losiguióacuatropatas.—¡Dosserpientes!¡Dosserpientes!Desdeelinteriordesujaula,CulebraretósinpalabrasaMadalin.La
viejallavemacizatemblóensuspequeñasmanos.—Ábrelaoteechofueradelcircoapatadas—leconminóDragosi.—F-f-fu-fu… —La mandíbula del enano comenzó a torturar
implacablesusnegruzcosdientes.—…fufuf-fu-ffu…Cada monstruo requería una palabra mágica. Dragosi las conocía
todas.Sin queMadalin lo supiera, su cuerpo decidió por él.Era la ira de
Culebraoelexterior.Abriólajaula.
CuandoCulebranació,deslizándosecongraciadeentrelosabiertosmuslosencharcados,Vioricaquisomatarloparaevitar lavergüenzay lacólera del Señor. Su anciana madre cogió un cuchillo de postre,clavándoselo a su hija en la palma de lamano para expiar sus años decăţea en el lupanar del pueblo. Mientras Viorica gritaba, su suegramusitabamirandoalcieloyloquedebíahabersidosuhijomordíasoloelcordón umbilical, el joven Grigore recordó que Dragosi seguía enRăşinariyaúnpodríasacarlealgodedinerodelafaltriquera.
Tras comer,Culebrapasaba semanas,meses en letargohaciendo su
pesada digestión. El espectáculo se resentía de su ausencia mientrasdormitabaensu jaulayvolvíaa remontarencuantoCulebradespertaba.LaVenusdeMilosalíaaescenasemidesnudaconélenroscadoasufinocuerpo pálido delirante de puro hermoso. Los asistentes, venidos exprofesodelospuebloscircundantes,olvidabanlaarenasuciadepajaconcagajones, la pobre bombilla oscilando ajusticiada sobre sus cabezas, lavidamiserablequelosaguardabaincansableasuregresoacasayrestabanparalizados, seducidos por aquellos ojos reptilianos que los mirabandesdesubellaatalayadecarnesinbrazos.
Habíanoches, cuandoCulebraactuaba, enqueel aforodel circo sellenaba. Dragosi aprovechaba para vender entradas de pie a mitad deprecio.Cincobanieraunpreciobaratoparaserfeliz.
LuegoCulebravolvíaaenroscarseensucubil enrejado,elnúmerodeespectadoresdecrecíay lafazdeDragosiperdíaelamagodesonrisahastaquevolvíaadespertar.
Culebravalíalaespera.Hastaque,trasunadelasúltimasfuncionesenRăşinari,unGrigore
envejecido llegó una segunda vez al circo cargando con una bolsa dearpillera.
Sobre los angulosos trapecios del Hombre Montaña, Rata y
ChinchillacontemplaronaCobră,estremeciéndoseporigualcuandoestelesdevolviólamirada,unsegundoantesdeentrarenlajauladeCulebra.
Nervioso, Rata agachó la cabeza y rasguñó su hundida barrigalampiña, mientras Chinchilla se atusaba su espeso pelaje gris plata ysoltabaunpuñadodecagarrutassobreelhombrodelgigante.ElHombreMontaña se sacudió con indiferencia los excrementos, haciendo caer a
Chinchilla.Alpoco,estevolvióatreparhastasupuesto.MiróaRatadehitoenhito.—Esél—dijoRata.—Esél—corroboróChinchilla.—¿Quiénesél?—quisosaberelHombreMontaña.RatayChinchillahicieronoídossordos.AbandonandolascallosaspalmasdeDragosi,Cobrăseintrodujocon
reptante elegancia en los dominios de Culebra por la puertecillahumedecidaporelsudordelasmanecitasdeMadalin.
Culebranodijonada.Aguardóhastaquelapuntadelacoladelnuevoinquilinoestuvieradentro.Soltóentoncesunsilboairado.Cobrăvolvióaexhibirsugorguera,iniciandounlentobailehaciaCulebra.
—Atrévete y te cortaré en rodajas. —Dragosi aún no conocía lapalabra para Cobră; su amenaza surtió efecto—. Y tú… —amenazó aCulebra.
DragosiconocíalapalabradeCulebra.Culebralosabía.El viejo huésped y el nuevo compañero se replegaron a rincones
opuestosdelajaula.Bamboleándose sobre el recio taburete, Dragosi contemplaba
abstraídoaDosCabezasatravésdelamarilloirisadodelabotelladetuicăviejamediovacía.
—¿HehechomaltrayendoaCobră,Dimitrie?Dos Cabezas se sacudió como saliendo de un sueño al oírlo. Se
levantó, tambaleante, tendiendo lamano con el vasohaciaDragosi.Estevolvióallenárselo.
—MegustaCulebra—sentencióDosCabezas.—Nunca bebes por la otra boca —le hizo notar Dragosi. Casi
sonreía.—Mesientamal—sedefendióDimitrie,desviandosusdosparesde
ojos azules como las cruces del camposanto de Săpânţa—. Culebra seenfadará.
—Es su hermano. Han muerto muchos. —Dragosi alzó la miradahacia elmugriento techo de lona—.Radu,Mole, losGemelos. Hasta elvârcolac…Hanmuertomuchos.NopuedoesperaraqueCulebravuelvaadormirse —dijo, empinando la botella de aguardiente hasta dejarla en
inopinadoequilibriosobresuboca—.¡Porellos!—Radunohamuerto.—Dimitriedesvióunamiradaacusadorahacia
elfondodelaestancia,dondeTarántulaincubabaaúnalhijodeViespe.—Morirá igual.—Dragosi escupió sobre la mesita baja que usaba
comoescritorio.—Tarántulanohamuerto.Irinasí…—LascuatropupilasdeDimitrie
brillabanmásvivasquenunca—¡Irinasí!Dragosi se levantó y lanzó la botella de tuică contraDosCabezas,
errando por poco el blanco. Algunas gotas de licor olvidadasabandonaronsuvítreopurgatorio.Dimitrieseapresuróasalvarlasdesudestino.
—Irinasí—reconocióDragosi,olvidadoDimitrie.La noche de la última función en Răşinari, Rata y Chinchilla se
llegaron cautelosos hasta la jaula de Cobră. Mientras Culebra y Taniaembelecaban al público, nadie los echó de menos. Por eso querían aCobră. Este los sintió acercarse almomento.Alzó la cabeza hacia elloscon curioso desprecio. Chinchilla volvió a hacérselo encima. Rataencontróelvalorparahablarprimero,ynotardóenperderlodenuevo.
—Yo…—Díselo—le animó Chinchilla, los grandes ojos clavados en sus
propiasheces.—Yo…nosotros…—¡Díselo!—Chinchillalemostrólosdientes.—Queremosquenosmates.—¿Acambiodequé?—preguntóCobră.Chinchillasoltóunagudoladridodedesesperación.—¿Qué…quieres?—quisosaberRata.—Unregalo.Elquemehagaelmejorregalo,moriráconmigo.EraextrañoveraCobrăsonreír.Rata y Chinchilla partieron hacia el olvido de sus respectivas
madrigueras, esperando que fuera la última vez. Esperando ganarse elderechoaquealguienlosrecordara.
En el cuarto de Mihaela, embriagado por los cargados afeites, el
perfumedelrecuerdodabaalasaMadalinparamasturbarse,pensandoenlaMujerBarbuda.No tardaríaenactuar.Madalindebíadarseprisaantes
dequeellavolvierayloechaseapuntapiésdeterrenovetado.Desdelodelvârcolac,Mihaelayanolepedíaquelabañaraylatocaradondenodebía.Ledecíaquenoestabapreñada,peroMadalinnolacreía.Nisiquieraeracapazdecompetirconunmuerto.
El enano casi había terminado, cuando escuchó la conversación deRata y Chinchilla con Cobră, del otro lado de la pared de lona. Sedescentróytuvoquedarseprisaparaacabar.Mihaelaeralamásrápidadelcircoenvolverasucuartotraslafunción.
Anteeldescascarilladoespejodepared,Taniaaguardabapacientea
que Mihaela le arreglara la cascada de ensortijados rizos ambarinos.Culebra descansaba en su regazo. Reptó sobre sus desnudos senosvestales,enroscándoseentornoasusalboshombrostruncados.Entonceshabló. Tania prestó atención. InclusoMihaela dejó de peinarla. Culebrararavezhablaba.
—Ayúdame.—¿Quéquieresquehaga?—Daleaesedecomer.Mucho.Micomidatambién.Culebra volvió a enmudecer, deslizándose con suavidad al tibio
regazodeTania.EstamiróalaMujerBarbuda.—No quiero saber nada de Madalin —respondió Mihaela a la
preguntasinpalabrasdeVenus.Mientras la caravana atravesaba el bosque de Dumbrava, Culebra
entróenletargoyDragosidecidióqueCobrăyVenusactuaríanjuntosporprimeravezenSibiu.
Al terminar el espectáculo, la gente murmuraba. Algunos inclusofruncíanelceño.NadielepidióaDragosiqueledevolvieraeldinerodelaentrada.Sinembargo,élsupoquemuchosnovolverían.VenusyCobrănofuncionaban. Ella actuaba sin alma; él no la tenía. El público lo notaba.PercibíalarenuenciadeTania,sumismotemor.ProntosecorreríalavozentreloslugareñosdeSibiu,deCisnădioara,deTălmaciu,dePriszlotelep.Dragosisabíabienloqueaquellosignificaba.
Hambre.MientrasCulebradurmiera.Sentadoensuregazocomounniño,Madalintemblaba.Nuncaantes
había estado tan cerca de Tania. De Venus. De alguien que no quisieraburlarse de él como Tarántula ni correrlo a patadas como Dragosi niusarlocomoMihaela.Dealguienquese interesabaporél.Madalin teníamiedodelanuevaamenaza.Sucorazónlegritabaquesalierahuyendo.Nolohizo.Sedejóinyectarlaponzoñadelamor.
—Tráele comida aCobră,Madalin.Mucha.Hazlo porCulebra. Pormísiquieres.Portodosnosotros.Porfavor.
En adelante, hasta el día enquemuriera, el enanoMadalin contaríaaquello tras varios tragos a quien quisiera escucharlo: cómo sintió loscálidosbrazosfantasmalesdeTaniaenvolverseentornoasudiminutoyencorvado cuerpo, abrazándolo con tanta fuerza que fue incapaz desoltarse hasta pasado mucho tiempo. Cómo sintió su suave carneinexistente contra él y se tapó la bragueta con ambas retorcidas manosparaocultarsudeseo.CómoTaniasiguióciñéndoloconetéreosmúsculoscomoaunreciénnacidosinimportarlesuerecciónysinreprochársela.
Tambiénlocontaríaamenudoestandosobrio.—No…nohayap-apenascomida…Nopuedo…—PídeselaaDragosi.—Nohay comida—susurróMadalin, girandouna cabeza temerosa
porsieldueñodelcircolosestuvieraescuchando—.Dragosi…Madalinviovelarselaspupilasverdeaceituna,palidecerelruborde
sus regios pómulos, morir la sonrisa en sus labios de carnosa ciruela.Sintiósuabrazo imposibleaflojarseunpoco.Necesitabaexperimentarlounpocomás.Losuficienteparateneralgoquepodercontarconorgullohasta la muerte. Miró alrededor del cuarto de Tania y se aferró a sualabastrino cuello salomónico, trepando con torpeza hasta llegar aldorado rizo que cubría su delicada oreja y pegar sus sudorosos labiosvírgenesaella.
—Rata y Chinchilla han hablado con Cobră —musitó el enano—.MientrasactuabasconCulebra.
Ensurincón,Culebradormíasueternoletargo,iniciadoalpocode
la llegada de Cobră. Este último escuchaba indiferente la plegaria delHombreMontaña.Entresus inmensaspalmas, laofrendadeunaesquirladehueso.
—Sé que querías a Mole. Yo también lo quería. Lo quería. —ElHombreMontaña seabismóun largo instanteen lasprofundas simasde
sus recuerdos—. Ten. Toma. Te he traído esto —dijo, ofreciendo aCulebraeltrozodecostilladeMole—.Despierta.Tenecesitamos.
Culebranodijonada.Permanecióinmóvil,mirandosinverconsusojossinpárpados.
—Tenemoshambre,Culebra.Vuelve.ElHombreMontañaaguardótodavíaunpocomás.Después,depositó
con reverencia el pedazo de hueso dentro de la jaula, en el rincón deCulebra y se marchó hablando para los cavernosos adentros de sucorpachón.
Culebra sabía que el Hombre Montaña decía la verdad. Aquellaofrenda significabamucho para este. Igual que los otros fragmentos deMolequeconservabaabuenrecaudobajosucolosalcamastroplagadodegarrapatas.
Alrato,Cobrăseacercóconcautelaal rincónopuestoyaprovechóparatragarsecorriendoelhueso.
Pocoantesdelalba,RatayChinchillaabandonaronlacarpa,cruzaron
en silencio el terreno cercado, saltaron el vallado y se dirigieron haciaSibiu. Desde su escondite, Madalin los contempló con envidia y fue alcuartodeVenus.
Para Rata y Chinchilla, Sibiu no era más que otro circo lleno de
recovecos. Nadie repararía en las esquivas maneras de sus minúsculoscuerpos, acaso losconfundiríanconanimales.Eso sería todo.Esohabíasidosiempretodo.
Alzando orgullosa su campanario, la catedral luterana parecíaesperarlos.
—Esmuyalta.Diostienequeestarallí—dijoparasíChinchilla.—Mejorquenoesté—comentóRata—.Entratúprimero.De pie ante el misal, de espaldas, en la penumbra que moría, el
sacerdoteparecíaestaresperandoaChinchilla.—He venido a pedir perdón, padre —suplicó Chinchilla, mientras
Rataseescabullíaentrelosbancoshastallegaralinmensoórgano.—¿Cuáles son tus pecados? —preguntó el sacerdote con voz
monótona,sinvolverse.—Nacer.Querermorir.
—Esdifícil poder perdonarte tanto.Hasta para nuestroSeñor.—Sevolvió hacia Chinchilla—. Ah. Entiendo. Estás maldito. A saber quépecadoscometiótumadre.Teabsuelvoporloprimero.Fueculpadeella.De lo segundo, el Padre Redentor se encargará. Ni que yo fuera elPatriarca—concluyó,volviendoadarlelaespalda.
Detrás del órgano, Rata, nervioso, sintió imponerse a su vejiga.Temerosodeseroídoenelsilenciodelacatedral,buscóelamparodeunacámara llena de viejas tumbas. Orinó sobre la ajada cruz de la losa deMihneacelRău.AlhijodeVladDraculnoleimportaría,sedijo.
CuandolosvagidosdeChinchillareverberaronenlosarcosgóticos,Ratavolviójuntoalórganoyarrancóunodesustubosmáspequeños.
ClareabacuandoRatayChinchillaabandonaronlacatedraldeSanta
María.LascasasconojosdeSibiulossiguieronconlamiradahastaquesalierondelaciudaddevueltaalcircoDragosi.
—Estoesloquenecesitamos.SeguroqueaCobrălegusta—aseguróRata,contemplandocondeleiteelfinotuboentresuspatasdelanteras.
—Notengonadaquellevarle—selamentóChinchilla.Rataleentregóeltubo.—Túhasentretenidoalpadre.Estuyo.—¿Ytú?—Yahepensadomiregalo—dijoRata.—Diosnoscastigaráporesto.Noscastigará.—Amíno.Soyortodoxo—seufanóRata,mostrandolosincisivos.—Habéis venido—dijoCobră, sin volver lamirada del letargo de
Culebra.—Tenemostusregalos.Sí,lostenemos—hablóRata—.Daleeltuyo,
Chinchilla.Dáselo,vamos.Tembloroso,Chinchillaintrodujoeltuboatravésdelosbarrotesde
lajaula,raspandosuherrumbre.LalenguabífidadeCobrălooliócautelosa,exigiendounporqué.—ElórganodeSibiudesafinarácuandolehableaDios—leexplicó
Rata—.Solounpoco.Sí,unpoco.Perodesafinará.—¿Mehacesunaofrenda,ratapeluda?Chinchilla fue incapaz de articular palabra. Se habría aflojado de
vientre,denollevarhaciéndolodesdesuregresodeSibiu.Rataledioun
codazo.—S-s-sí…S-sí…—Entoncessoytudios.—E-eresmi…d-di-dios…—Venamí—lollamóCobrăconungestodesumacilentamano.Chinchillaavanzóunentregadopaso.Ratalosujetó.—¡Espera!Contrariado,Cobrăsoltóunbufido,desplegandosugorguera.—Esenoeraeltrato.No.Noeraeseeltrato.—Ratamiródehitoen
hitohaciasusverdososojoshipnóticos.Cobrătardóunmomentoenvolverahablar.—¿Cuálesturegalo?—Chinchilla—dijoRata.—Han vuelto—susurróMadalin aViespe. Esta bostezó, se levantó
deljergónyseunióaloscongregantes:DosCabezas,Venus,elHombreMontaña,Mosca,Simio,Mihaela.ElmismoEngendrohabíaabandonadosueternoaislamientoparaunirseaellos.
—¿Dragosi? —preguntó la Mujer Barbuda en vozdesacostumbradamentebaja.
Dimitrielevantósobresusdoscabezasunabotellavacíaderachiu.Chinchilla y Rata rodaron sobre el suelo polvoriento, como dos
luchadores de pancracio ante un árbitro impasible. Chinchilla era másgrande,másfuerte.Rata,másdecidido.Sabíaporquéluchaba.
—¡Rata!¿Porq…?—Túeresmiregalo.Rata cogió a Chinchilla por la espalda. Sus garras diminutas se
hundieronenelmullidopelajegrisplatahastaencontrarelesbeltocuello.ApretóconfuerzahastaqueChinchilladejódemoverse.
—Entrégamelo.—HabíaurgenciaenlasiseantevozdeCobră.Desdesuúnicaactuaciónnohabíacomido.
—Primerocumpletuparte.¿Quiéntehatraídoelmejorregalo?—Tú.—Cumple tu parte entonces. Cúmplela. Mátame primero y luego
tendrásmiregalo.
—Ven.Tráelo.Arrastrando el cuerpo de Chinchilla, Rata se escurrió entre los
barrotesyacudiógozosoalencuentrodelasmandíbulasdesencajadasdeCobră.
La largacolaanilladadeRata todavía sobresalíaentreespasmosde
las fauces de Cobră cuando este empezó a tragarse el aterciopeladocadáverdeChinchilla.Alprimerintentodedeglutirlo,elespesopelajedeestesedesprendiódesucarneyempezóaahogaraCobră.Esteboqueó,tratandodeescupirsusregalos.Ensuconvulsiónfinal,lacoladeRataseenroscóentornoaunapatadelanteradeChinchilla.
Eneseinstante,Culebradecidiósalirdesupacienteyfingidoletargo.UnavezreinólaquietuddentrodelcuartodeCulebra,Madalinmiró
porunarendijadelapuertadelonayleshizounaseñalalosdemás.Consu inconsciente sonrisa de dientes renegridos, Simio rasgó la tela,empujándolosunoaunoparaquepasaran.Mihaela,encogiéndose,intentópasar de lado y estuvo a punto de desmantelar la carpa. El HombreMontaña,máshechoa su tamaño, tuvoquecruzardenuevoelumbralagatas.Moscaseentretuvopalpandolalonaconsuspatasyllevándoselasalaboca,hastaqueViespelelanzóunamiradayaquelseapresuróaentrariniciandounfrenéticocabeceo.
Dentrodesujaula,Culebraterminabadetragarelescamosocuerpofraterno.DesubocabrotabatodavíalacabezadeCobră.DelabocadeesteasomabalapartesuperiordeChinchillaylacoladeRata.
—Traepalincă—mandóMihaelaaMadalin.Elenano,sorprendido,corrióaobedecerlaconunainusitadasonrisa.
A lavueltadeMadalin, todosbrindaron:porCulebra;por el findeCobră.PorRatayChinchilla,losrecordarían.PorelhijononatodeVenus.Porlafuturacomida.
Mihaela apuraba su copa y pedía a gritos aMadalin que volviera allenársela.Entretragoytrago,seacariciabapensativaelorondovientre.
ElHombreMontañalescontabaatodoshistoriasdeMole.Simio se encaramó a un viejo armario con una botella llena en su
velludamano.Los monstruos estaban contentos. Sabían que en cuanto acabase su
digestión,Culebradespertaría.
BOZHIDARA—VEOmuchos bani por un tiempo—dijo la vieja gitana de rostromomiesco,mirandosinverhaciasudeslustradabola—.Muchosbani.Ypeligro.Nonecesariamenteeneseorden.
—¿Cuándo?—quisosaberDragosi,lascallosasmanosentrecruzadasdelotroladodelaagujereadamesa.
—Pronto.—Losblanquecinosojosde labrujavolvieron a sumirseensuinterior.Notardaronmuchoensalir—.Págame.
Dragosidejópasarunosinstantesantesdecontestar.Formabanpartedelregateo.Suimpenetrablemiradaseposósinprisasobreloscientosdecollares de cuentas baratas que colgaban del techo del carromato, lasalimañas disecadas sepultas en polvo, las salamanquesas resecas queplagabancadacrujienterecoveco.Finalmente,habló:
—Noeslaprimeravezquemellenolosbolsillosdebani,niesperoquesealaúltima.TengounCarcanoM91enbuenestado.SeloquitéaunsoldadoitalianodurantelaGuerra.Élnollegóausarlo.Yosí.
—Tehedicholoqueteespera.Págame.—Nolovale.Cuéntamemás.—Bozhidara —dijo la gitana, como si lo hubiera recordado de
pronto.—¿Bozhidara?—Bozhidara.Cumpletuparte.Dragosi tensó lamandíbula, tragandosaliva.Losojosveladosde la
brujalovieron.—Yo también sé echar maldiciones. Sé que no querrás una más.
Cumpletuparte.Con reluctante calma,Dragosi comenzó a desnudarse. Salió de sus
pantalonescomounaserpientemudandodepiel.—Lachaqueta—lepidiólaanciana.—Yatienesloquebuscas—senegóDragosi,basculandolahuesuda
caderahaciadelante.—No sé si voy a encontrarlo.—Lavrăjitoare fingió preocupación.
Las comisuras cansadas de sus marchitos labios se alzaron luegomordaces.
Dragosi se obligó a mirar mientras la bruja, echándose sobre lamesa, se arremangaba la larga falda andrajosa de tela rayada y coloresajadosdedécadas,haciendo tintinear lasajorcasdeplataalemanadesuscadavéricasmuñecasyseparandosussarmentososmuslos.
—Tuparte—lourgiólaadivinadora.Dragosisedispusoapagar.Tratódemontarla.Peseasusintentos,su
miembropermaneciólacio,remiso.Laviejanotardóencomprender.Semordióellabioinferiorconun
grisyhendidoincisivo.Despuéspareciócasisonreír.—Espera—ledijo,levantándosedeuninsospechadobrincoparaira
hurgarentresuspertenencias—.Aquíestá.Ten.Bebe.Dragosicogiólaredomadevidrioporelgolleteyapuróelamargo
contenidodeunsolotrago.Cuandolanieblasedisipóantesusojos,DragosivioaIrina.Ladulce
Irina, la mujer mariposa de delicadas formas, aguardándolo ansiosa yentregadasobrelamesa,lasalasdesplegadas.EsperandoaqueDragosiselaspintaraconmilcolores.
Fuera, junto al carromato, dos chiquillos de ensortijado pelo
azabachejugueteabanentrelasruedas.Fueentoncescuandooyeronlarisay salieroncorriendo. Jamás se lo contaronanadie.Porque todos sabíanqueDragosijamásreía.
Demañana,asomadodepuntillassobreelcercadodelrecintocomo
quiencontemplaunprecipicio,Madalinmiraba tanperplejohaciadondehabíaestadoelcampamentodegitanosquenosintióacercarseaDragosihastaqueestelepalmeóflojolacalvacoronilla,extrañamenteafectuoso.
—Tambiénhabrábani—dijoDragosialenano.CuandoEngendronacióenuncaseróndePetrelëestabafelizporque
nosabíaqueeraél.Sintiólasmanossuciasdelmatasanosencontactoconsupielvermiformeygelatinosay lasentrañassangrantesdesumadreyfue tan feliz que lasmentes de los dos seres que lo tocaban a la vez seunieron.
Conectados,ambospermanecieronlargoratomudosenelcuchitril,encajando el impacto de aquel cuerpecito sin forma, de preciosos ojosazulesqueparecíanflotarsobrelasinquietasdunasdesupielsurcadade
palpitantesuadisombríos.Postradaenelsuelosobreunadeshilachadamantateñidadecarmesí,
Luljeta posó una agonizante mirada en el rostro del medicucho venidodesdeTiranahastaPetrelëqueacababadematarla.
—Séloqueestáspensandoigual—lloróLuljetamientraselcharlatánsoltabaaEngendrosobreelsueloyselimpiabalasmanosdejandorestosdeplacentaenlosfondillosdelpantalón.
Una vez, hace tiempo, antes de que Radu hiciera lo que hizo a la
mujer mariposa, Dragosi trató de leer la mente de Irina a través deEngendro,sinimportarlequeellapudieraleerlasuya.
Temerosa, Irina cobró valor al ver la nervuda mano de DragosihundiéndoseenlasarenasdelcuerpodeEngendro.
Ylotocóasuvez.Desdelapuertadelona,Madalinguardóunsobrecogidosilencioque
seunióaldelostres.Dragosi se esforzó. Pensó en cosas hermosas: los pechos de Irina,
diminutos y rosados como uvas moscatel, el olor de un buen tocăturăcaliente servido con vino moldavo, el sonido de sus bolsillos llenos debani.
—No funciona.—Nadamás hablar,Madalin se tapó la boca y actoseguidoseescabullóparaesquivarelzapatodeDragosi.
El sol aún no se había alzado sobre losApuseni cuando los demás
monstruos salieron a reunirse con Dragosi yMadalin junto al cercado.Sentíanelpeligro.InclusolaMujerBarbudasearriesgóaecharunvistazoporundescosidodelaparedqueformabalacarpa.
—Hacefrío—sequejóDosCabezas.—Vedentro.ConTania—leordenóDragosi—.TráemeelCarcano;
ycogelasdospistolas.Hacía poco que Tania había perdido al hijo del vârcolac. Culebra
habíavueltodesuletargopronto,masnolosuficiente.Demasiadahambrepara nacer. Una Venus demacrada volvió a cubierto con el pequeñoDimitriedelamano.
—Están ahí—aseguróMosca, con la certeza que le daban sus ojosfacetados.
—¿Dónde, Mosca? ¿Qué ves? —le preguntó el Hombre Montaña,
inquieto.—Enesebosque.Allí.Vampiri—respondióMosca,apuntandohacia
laoscuridadconsusfilamentosaspatas—.Yavienen.—¡Todosalcirco!¡Vamos!Dragosiencabezólaretirada.DetráscorrióelHombreMontaña,con
ViespeyMoscaflameandoalvientocogidosporlastenazasdesusmanosyMadalinahombros.Sonriente,Simionotardóenadelantarlosatodos.
Losvampiri bajaron raudos de la umbría colina.Unadocena larga.
Hallaronalosmonstruosatrincheradosensucirco.Esperándolos.El primero en llegar era un hombre robusto, de mediana edad y
espaldasdeestibador.Unamanopeludaybermejaquepartíanuecesensupalmalorecibió,frenándoloenseco.Unabocaquepartíapalosdeciruelodeunmordiscofuealencuentrodesucráneo.Simio.
Mientrascargabasufusil,Dragosisintiódosmentesuniéndosele.VioaEngendroa sudiestra.ADosCabezas a laderechadeEngendro.Tresparesdeojosvueltosuno.Unasolamente.Dragosi supoentoncesquiénandaba bebiéndose su aguardiente de orujo;DosCabezas descubrió unasofocada chispa de afecto hacia él. Dispararon al unísono. Dos vampiricayeronabatidos.Dosmáslograroncruzarlaentrada.
Viespecayósobreelmásgrande.Ambosrodaronforcejeandosobrelaarenadelcirco.FueViespelaqueselevantó.
ElHombreMontañaasió conunamanoel cuellodelmáspequeño.Era una niña. Se dispuso a partirla como a un junco. Saliendo de lassombras,Visirlodetuvo.
—¿Qué?—Heleídosumente,bruto.—¿Y?—Buscaasilo.Noescomoelresto.ElHombreMontañaaflojósupresa.Laniñatrepóporsuimponente
pecho,buscandosucuello.ElHombreMontañaapenassilogródetenerla,lanzándola de un revés contra el cuerpo deMihaela. Esta la aferró pordetrásylaaplastócontraelsuelo.
Gotas de un repentino sudor irrigaban la arada frente del HombreMontaña.
—Hasdichoquebuscabaasilo…—Nohedichoquenofueraamatarteparaconseguirlo—dijoVisir,
unesbozodesonrisaasomandoasurostroaquilino.—Devolvédnoslos —exigió uno de los vampiri, erguido
majestuosamente, casi al alcance de las pistolas de Dos Cabezas. Unasomo de alba permitió a Mosca discernir sus rasgos demoți: el pelorubiopajizoyojosazuresdeloshabitantesdeȚaraMoților.
—Estánmuertos—replicóDragosibajandoalgolavoz,sindejardeapuntarhacialadébilclaridadconsuCarcano.Unvampirseguíasiendoloqueeraantes.Cabíapensarquealgunohubierasidoidiota.
—Dinuestámuerto,Neculai.Ellano.Lahuelo…—dijootrovampirmáscercano,alaizquierdadelprimero.
Dos Cabezas y Dragosi hicieron fuego a la vez. Se oyó un ruidosordoenladistancia.
—Déjalamarchar—gritóNeculai.—Cuandosalgaelsol—contestóDragosi.—Nosiremosenpazconella.Apretándose la gruesa faja de tela verde que circundaba su cabeza,
Visir se acercó a Dragosi. Leer mentes distantes siempre le daba untremendodolordecabeza.
—Noseirán.Volveránlapróximanoche.ImpediránentraralpúblicodeBistrayCâmpeni.Hastaqueseladevolvamos.
Dragosi dio un respingo. Una noche sin espectadores. Unpensamientopocomenosqueherético.
—Sequedaaquí—aseguróDragosienérgicoa laagonizantenocheexterior.InclusoMoscagirólacabezahaciaél—.Haránlomismosiseladevolvemos. Mejor conservarla —susurró Dragosi a las sudorosassombrasbajolacarpa.
—Doutdes—chillóNeculaisinavanzarniunpaso.Venus,Visir,Tania,Mosca,Madalin,ViespeyDosCabezasmiraron
al Hombre Montaña. De tener cuello, Engendro lo hubiera hecho.Divertido,Simiolosimitó.Tumbadasobresuentregadapresaenelsuelo,Mihaelagirólarollizacabeza.Culebrasiseódesdesujaula.
—Quierenaalguienacambio—explicóelHombreMontaña.Ensujuventud,habíasidoseminaristaenunpueblocuyonombrenorecordaba.
—Iréyo—seofrecióViespe.Sinmás,sedispusoaentregarsealosvampiri.—Espera—ledijoDragosi,interponiéndoseenelumbral.
Como siempre que alguien se disponía a tocarlo, el ondulante
exterior deEngendrodisfrutaba del placer por anticipado.Sus pulsantesvenas negruzcas latían a ritmo de allegro, las arenas movedizas de supellejosubíanybajabanenunmórbidoreflujomareal.
Cuando Dragosi mandó a todos los monstruos que lo tocaran, losríososcurosquesurcabanlasoledaddeEngendrodejaronatráselallegropasandoaunprestissimodezarabanda.
—Nopiensohacerlo—protestóVisir—.Yoyaséleercabezas.—Sela llevaránlejos.Tudonnoespara tanto—lomenosprecióel
HombreMontaña,aúnresentido.—Medamiedo—gimióDosCabezas.—Nopasanada,Dimitrie—tratódetranquilizarloTania,inclinando
su espigado tronco sin brazos y depositando un beso en el enloquecidodesiertodeEngendro.
DosCabezaslanzóunamiradaapremianteaDragosi.Esteasintió.Nohabíatiempo.
Dimitrie fue corriendo hasta el arcón de este. No tardó en volverempinando una botella llena de rachiu que Dragosi reservaba para unaocasiónespecialounanocherecordandoaIrina.
Trasbajarlabotella,DosCabezastosióypusounazurdatemblorosasobreEngendro,casirozandoelpómulodeTania.
CulebrareptóporlahuesudaespaldadeVenushastaponersusmanosdeescincojuntoalasdelosdemás.
—Ahoratú.Rápido—instóDragosiaViespe.LaAvispatocóaEngendro.Ningunodeellossintiónada.—Mihaela—dijoMadalin,entrelaesperanzaylasúplica.Culebraseocupódesujetaralaniñaconsusserpeantessinuosidades
paraquelaMujerBarbudaseunieraalamudacomunión.—Nada—mascullóelHombreMontaña.Losvampirisedisponíanaavanzardenuevo.ElCarcanodeDragosi
los aplacó unos instantes. Lo suficiente para que Simio se acercasehaciendotrastabillaraMadalin,jugasealmismojuegoquelosotrosysumentequedaraconectada.
—Soyvuestra.—Viespesaliódeinmediatoalzandolosfinosbrazos.Complacidos,losvampiriselallevaronysefueron.Elsolasomaba
yacuriososobrelasonduladascolinasdelosApuseni.—¡Volveré,volveré,losmataré!¡YonosoyViespe!¡Viespeno!¡No
Viespe!—Simiosalióbrincandodirectoasupostefavoritodelacarpa.Madalin recogía una a una las deposiciones húmedas mientras el
HombreMontañabaldeabaelcuerpodeEngendroconaguasacadadeunarroyocercano.
Engendrosedejabahacer.—No sé qué ha visto en Simio —murmuró Madalin, más para sí
mismo—.Yosiemprelelimpiolamierda.Esunretrasado.—Engendro conecta a quien quiere —dijo el Hombre Montaña
mientrasvolvíaallenarelpozal—.Siempreesasí.—Podíahabermeelegidoamí—sequejóMadalin—.Soyyoelque
lolimpia.—Atiquémásteda.—Seríauna formade salirdeaquí—explicóMadalin, albordedel
llanto,mientrassehacíaaunladoparaevitarqueelHombreMontañaloempapara.
Engendroesperóhastaquelosdossemarcharon.Entonces, algo parecido a una boca emergió apenas un segundode
las batientes arenas de su piel, esbozando una sonrisa que no tardó enhundirsedenuevoensu interior.Viespe jamáshabía tocadoaEngendroantes.AsíquehabíaelegidoaSimio.
Paravengarse.Antes de adentrarse en la caverna, en lo profundo de los Apuseni,
Neculaimandóatar lasmanosdeViespea la espalda.Susmuñecas erantanfinasquesobrómuchacuerda.
—Noheescapadohastaahora—hablóViespe—.Nopiensohacerlo.—No lo sabes —dijo Neculai, agachándose para penetrar por la
angostaaberturadondedormíalanoche.—Nolosabes—redundóViorel,guardándoseelcaborestanteenel
bolsillo del raído chaqué rojo y subiéndose los quevedos hasta elnacimientodelabuitrescanariz.
La caverna tenía hambrientos dientes de piedra arriba y abajo. Del
catedraliciotecho,aquíyallábajabanpolvorientaslenguasdeluzquelos
vampiri evitaban dando un rodeo. En el suelo, desperdigados por ladesidia de los siglos, enormes huesos de bestias reposaban sin prisa.Viespe reconoció los dentados cráneosmacizos: eran iguales a los queguardabanlosursarigitanosensucarromatocuandosusososbailarinesmorían.Soloquemuchomásgrandes.
—Ralucaestámuerta.TambiénVelkan.YEmil.Doru…Y…—hizo
recuentoViorel,parapetadotrassusarcaicosanteojos.—¿Cómosellamabaelgrande?—lointerrumpióViespe—.Eldela
barba.—Dinu.—Aeselohematadoyo—seufanólaAvispabajoelrayodeluzque
entrabaporunagrietadeltecho.Los nueve vampiri presentes la contemplaron como un rebaño
ortodoxoaunadiosapagana.—Nonostienesmiedo.Nosotrosteodiamos—ledijoalfinNeculai,
lasposaderasasentadassobreunirregulartronodehuesosdeoso.—Estoyfueradelcirco.Esloqueespero.Unoauno, seacercaronaella,vacilantesante lacercaníade la luz
delsol.Viespeabandonósuprotección.—Nonos tienesmiedo.Terespetamos—ledijounmuchachoflaco
convetustoatuendodepastor—.Serásunodenosotros…¿Neculai?—Elchicomiróconreverenciaasupropiopastor.
Neculaiasintióconunademán.Uno a uno, Ionut, Mihaela, Florin, Crina, Sandu, Ferka, Ciprian,
Viorel yNeculai fueron hasta ella y lamordieron conmordiscos leves,casidevotos.
Viorel pronto vio que no era necesario sujetarla. Viespe se dejabahacer.
—Prontoserásunadenosotros—ledijoFlorinconunasonrisa.—Eldíahallegado—hablóNeculai.Sin más palabras, cada uno de ellos se retiró a un rincón de la
cavernacercadelaluzdeltecho.Las manos atadas a la espalda, Viespe deambuló despacio
desangrándoseporlainmensagruta,esperandosinprisaamoriryvolveralevantarse.Esperandosumomento.
En lo más alto del poste, la huidiza frente pegada a la carcomidamadera,Simiosenegabaabajar.
—Presosyargollasvíctimasen ladespensadientesdientesarribayabajovuelanmurciélagospalabrasrarasnoentiendopalabrasnonono…
—Es estúpido. Ya te lo había dicho—recalcóMadalin, alzando lacabecitahaciaelcielodondemorabaladelHombreMontaña.
Venidosde lashondurasde lacaverna, llegaban losgemidosde los
prisioneros que aún vivían. Las cadenas encastradas en la caliza lespermitíanciertalibertaddemovimiento.Muchosdeelloshabíanarañadolafríarocaconesquirlasyelsuelocubiertodeuna inmemorialcapadeguano con los dedos de los pies. Los mensajes tapizaban semicírculosalrededor de cada víctima, caligráficos nimbos de un retablo de futurossantosmártires.
«Señor,protégemedetodomal.»«Nomatarás.Nomatarás.Nomatarás.»«Madre.»CuandoViespeseacercóaunpresoquefarfullabaparasusadentros,
unruidolahizovolverse.Sorteandolasestalagmitasbrotadasdelespesoguanocomovolcanesextintosaguardandoencalmaasersepultados,seleacercóCrina.Alpoco,Ciprianselesunió.
Elmuchachoderopasdepastorseadelantóasuvacilantecompañeraysindecirnada,seagachópara lamerelpulgardelpiedelencadenado.Apacentándoseensupropiaoveja.
—Estámal loquehacemos.Diosnoscastigará—se lamentóCrina,quehabíasidounamujerfervorosa,mientrasseacercabaalotropie.
—Diosnopuedecastigarnos.Yalohizo.Seríaperversoquevolvieraahacerlo—lecontestóCiprian,goteantelabocacarmesí.LuegovolviólamiradahaciaViespe—.Esmipresa.
—Estupresa—ledijoViespe—.Yoharélomismocontigo.Saciados, los dos vampiri retornaron a sus rincones, no muy
apartados de una lanza de sol que penetraba desde el techo. Ciprian notardó en darse la vuelta y dormirse. Crina permaneció despierta largorato,contandosusoracionesconuncordónde lananegrasincruzenelextremo.
—SeñorJesucristo,HijodeDios,tenpiedaddemí,pecador…
Viespevio la luz casi lamiendo sus callosospiesdescalzos.Miró aCrina.Estaledevolviólamirada.
—Espararecordarnosloquefuimos.Loquesomos—lerespondió,yvolvióaconcentrarseensurecuentoderezos.
Poco antes del ocaso, Ionut, Mihaela, Florin, Crina, Sandu, Ferka,
Ciprian,ViorelyNeculaiacudierona losacezantes labiosde lacaverna.En silencio, se plantaron a la entrada, los brazos extendidos a los ladosevitando formar un ángulo recto con el cuerpo.Al poco comenzaron aoírse losfrenéticosaleteosdeldespertarde losmurciélagos.Cualfalsosprofetas, los vampiri aguardaron ansiosos a que la oleada demembranosasalaslosenvolviera.Almanáprometido.
Visir llevabasiemprepuestoungranturbantedesedaverdeyraída.
Hiciera fríoo calor, su frente sudaba continuamente.Gruesosgoteronesveníanamorirrompiendocontralosbatientesdesuspobladascejas.
A diferencia de Engendro, Visir no conectaba otras mentes. Él lasleía;noeraunmeroinstrumento.Ylegustabamuchohacerlonotar.
—Lee las cabezas pero no escucha las palabras—decía elHombreMontañaaquienquisieraprestarleoído.Teníabuenamemoria.
—Mihaelahacelomismo—musitóMadalin,girandolacabezacomounmochueloasustado.
Enunaocasión,cuandoIrinaaúnvivía,VisirdesvelóloqueDragosi
pensaba de la mujer mariposa a los demás. Los demás monstruospermanecieron expectantes, para ver si Dragosi conocía la palabra deVisir.
Siempreacababaconociéndola.—Turbante—dijoDragosi,sinvolverse.Visirsalióalacarrerahacialacuadra,llevándoseambasmanosala
cabeza.Lossollozosduraronhastamedianoche.—Dímelootravez.Insúltame—pidióDosCabezas,risueño.—Чудовище—locomplaciólaniña.—¿Qué?—rióDimitrie,tapándoseambasbocas.—Чудовище.EradifícilnoquereraBozhidara.Bailabadanzasbúlgarasparaellos.
Les enseñaba insultos en su idioma. Sus ojos sonreían al hablarles deextrañas sopas frías de yogur, pepino y eneldo. Reían recordando a lascigüeñasquecurabaneldolordeespaldadelasiega.
Dragosi había acudido al bosque para encontrar al campamento degitanos;sabíadóndebuscarlos.SeencargaríandecorrerelrumorentrelagentedelasaldeasentornoaCâmpeni.Porunprecio.Siemprelohabía.Unavampirbienlovalía.Eltintineoimaginariodelosbanien lacabezadeDragosiloenardecía.QuizáaquellaveznisiquieranecesitaravolveraveraIrina.
De vuelta al circo, encargó a Madalin y al Hombre Montaña queplantasen cruces de madera cada dos pasos en el terreno dentro delcercado, mientras Dimitrie las pintaba sonriente por toda la lona de lacarpa. Por unmomento, pensó incluso en cambiar el nombre por el de“CircoSantoDragosi”.Acabódesechando la idea.Almenoshasta saberporcuántotiempopodíaexprimiraBozhidara.
—¡Pasenyvean,damasycaballeros!¡Porsoloquincebani!¡Noselo
pierdan! ¡Un increíble desfile de monstruos! ¡Culebra, el HombreSerpiente; Jano, el niño de las Dos Cabezas; Tania, la Venus de Milo;Mihaela, la Mujer Barbuda; el Hombre Montaña; Visir, el Lector deMentes! ¡Y nuestra estrella, Bozhidara, la niña vampir! ¡Y mucho más!¡Soloquincebani,damasycaballeros!¡Nodejenpasarlaoportunidad!
Los Țigan habían cumplido su parte. El público afluía al circo enmarejadayDragosisefrotabalasreciaspalmas.
Entre bastidores, Mihaela y Madalin acicalaban a Bozhidara. La
Venus deMilo supervisaba las torpes manitas del enano con la infinitaternuraquehabíaestadoatesorandodurantemesesparasuhijononato.
—¿Así?—preguntabaMadalin a cadapaso, con susdiminutosojosenamorados.
Bozhidaradiounrespingo.—Aparta—ledijoMihaela—.Nosabespeinaraunamujer.—No…noeseso.Sonlascruces…—¿Lascruces?—Meduelen—selamentóBozhidara.Venus ocultó una de las muchas que había pintadas en el suelo de
tierra,pisándolaconsudelicadopiealabastrino.
Madalinlaimitócorriendounacaja.Que las omnipresentes cruces impidieran a Bozhidara cambiar de
formanofueóbiceparaquesunúmeroresultaraunéxito.Seguíasiendofuerte,veloz.Aquellosojossinfondoensufaztodavíainfantil.Elcabritotambiénayudóbastante.
Terminada laactuación,unespectadorsedemoróensalir,comounislotevolcánicoreciénbrotadoenmitaddelreflujodelasatisfechamarea.Bozhidaranotardóendarsecuentayacudirjuntoaél.
Era un hombrecillo achaparrado de vestimenta gastada, con unaapreciable joroba. Una vida gris, solitaria. Cojeaba ligeramente. Sumirada huidiza buscaba algo que Bozhidara conocía bien: asilo. No loobtendría; desdeñado por los demás, no era lo bastante deforme pararesultarle rentable a Dragosi. Para ser aceptado por los monstruos. Unpariaen tierradenadie,unmediocre funambulista sobre la tensacuerdaentre ambosmundos, atraído inconscientemente por el circo.Un fallidoaspiranteafenómeno.Lapolillaenlafarola.
—Me-mell-llamoIorghu—sepresentóeste,apresandosusombrerodedesvaídofieltronegroconambasmanossobreelhundidopecho.
Los ojos de Iorghu quedaron prendidos al momento de lasinsondablespupilasdeBozhidara.
—Voyadarte loquedeseas—ledijoesta, llevándoseloasucuartosintocarlo.
—¿Qu-qué…?—Olvido.Venconmigo.Ante la atenta mirada de Madalin, Dragosi contempló ceñudo el
blanquecinocuerpodeljorobadonomuylejosdelacarpa.Desdesupartofallido, Tania solía pasear enmitad de la noche por el terreno cercado.Madalin la acompañaba siempre que podía: así Venus podía engañarsepensandoquehablabaconalguien.
—LlamaalHombreMontaña—ordenóDragosiporfin.Tras dedicar un instante a examinar el albo corpachón,Dragosi se
dispusoadespedazarloconuncuchillodehierroqueelHombreMontañay la Avispa habían comprado tiempo atrás a los fierari gitanos cuandoZlatkoelvârcolacestabaaúnenelcirco.
DragosimiróaMadalin.—Comida.Madalinhizocomosinoprestaraatención.—ParaEngendro.Elenanosemarchó.ElHombreMontañanotardóenreunirseconDragosi,portandouna
granjaulaentresusgiganteaspalmas.Visirveníadetrásdeél.—Culebra quiere de lamisma carne que Engendro—le explicó el
Hombre Montaña volviendo la cabeza hacia un lado. Desde su jaula,Culebrasoltóunsiseoenfático.
—Él también quiere. —Visir señaló con un dedo malicioso alHombreMontaña.
—¿Ytú?—preguntóDragosi.—Yonomeavergüenzo—respondióVisir.La mayoría de los monstruos aceptó comerse a Iorghu sin
demasiadosproblemas.Algunosprotestaron.—Sicomesahorapodrástenerotrohijo—dijoMadalin,tendiéndole
elplatoaTania.Estalocogió.—Yo tengo que comer por dos —explicó enérgica Mihaela,
sirviéndoseellamismayguiñandounojoaMadalin.—Gracias—dijoelenano.—Denada—lecontestóBozhidaradesdeunángulodelcomedor.—Especado—susurróelHombreMontañacontrito—.LodiceDios.—Estámezcladoconpollo—leaseguróDragosi—.Nosabrássi lo
hascomido.Mientrasibaabuscarsubotelladeaguardientealarcón,Dragosise
dijo que tendría que ir aquella misma tarde a procurarse un pollo alcampamento de gitanos. Nadie lo sabría, aparte de Dos Cabezas. YDimitrie bebía los vientos por su rachiu. Dragosi no necesitaba estarunidoasumenteparasaberlo.
—Yonoquiero—senegóDimitrie.—¿Porquéno,cariño?—lepreguntóTania.DosCabezasibaacontestarcuandoviovolveraDragosiblandiendo
labotellaenaltocomounestandarte.Secruzódebrazos.—Porqueno.
—Noesantropofagia.Túnoereshumano—ledijoVisir.Con insospechada gracia, Tania corrió tras un lloroso Dimitrie,
cimbreandosutorsotruncado.En la frágil intimidad de su cuarto de lona,Venusmiró aMadalin.
Estevolvióasentiraquellosbrazosespectralesenvolviéndolo.—Sácalo, por favor.—Venus señaló con el hoyuelo de su mentón
hacia lacajitademúsica.Habíaguardadoenellaelpuñalconelque losGemelos se habían quitado la vida por ella, clavándoselo en su únicocorazón.
Obediente,Madalin lo sacó del romo recuerdo, devolviéndolo a laaguzadarealidad.
—¿Quétengoquehacer?—preguntóelenano,entregado.DragosinoseemborrachólanochedelestrenodeBozhidara.Estaba
contento. Si todo iba bien, en las siguientes actuaciones la vampir iba acontribuirconmuchosbani.Yconunaapreciablecantidaddefiletes.
Desnudaensuhabitación,cualociosaVenusdeWillendorf,Mihaela
seexaminabaatentamentelasmanchasoscurasdelasbarbadasmejillasala luz de una vela en ruinas. Perdido bajo sus opulentas formaspaleolíticas, el hijo del vârcolac pugnaba por llamar la atención de sumadre. Las reservas de la Mujer Barbuda habían hecho que estesobrevivieraasuhermanastro:alhijononatodeTania.MihaelateníatantagrasacomoTaniacariño.Yviceversa.
LahumedadensujergónhizoqueMihaelaacabarapercatándosedequehabíarotoaguas.Tiróelespejoalsuelo,disgustada,ytratódemirarsinéxitoentresusrotundosmuslos.
—¡Madalin!—llamó.Silencio.—Séqueestásahí.Sal.Conairededisculpa,Madalinseasomóporlapuertadelona.—Voyadaraluz.LlamaaBozhidara.Madalinpermanecióallí,clavadoenelsitio,tratandodeasimilarlas
palabrasdeMihaela.—Notequedesahí,estúpido.Búscala.—¿Paraqué…?
—Tráemela aquí. No hagas ruido. Si no se entera nadie, te dejaréentrarenmicuartootravez.
Cuando Madalin volvió con Bozhidara, tanteando en la penumbra,
guiándoseporlosronquidosparaevitarchocarconSimio,Mihaelaestabaretocándoselabarbaanteelespejo,sentadasobreunlateraldelcolchóndepaja. Sobre el empinado jergón, la placenta y el bebé peleaban por unimprobableespacio.
—Mihaela…—susurróMadalin.—Estuyo—dijoMihaela,sinvolverlavistadeldesconchadoespejo
demano.—Esmío—aceptóBozhidara.—Hazloquetengasquehacer.—¿Ytú?—preguntóBozhidara.—Noteculparé.Madalin salió corriendo del cuarto cuando Bozhidara cogió al
menudoreciénnacidoentresusbrazos.Bozhidaranotardómucho.Luego,concuidado,depositóalniñode
pielmarfileñasobrelacama.—Yaestá.—Fuera.Vete.Quierovelaramihijo.Una vez Bozhidara se hubo marchado, Mihaela se dio la vuelta,
echándosesobreeljergón,ysedurmió.Siempre que sueña, Madalin ve a los hijos que no ha tenido con
Mihaela.Alosquenuncatendrá.Sonmuchos.Altos,fuertes,conespaldasdeminerodelcarbóndePoenari,tandiferentesaél.Educados,losaludan,sepresentan.Tienennombresbonitos:Veaceslav,Tiberiu,Tudor,Decebal,Iosif,Dragomir.Todosledicen:«Hola,papá,muchogustoenconocerte».Seagachanyletiendenlamano.Aveces,losveconorgullotrasponerlacerca del circo, la barrera prohibida para él, que lo aísla del resto delmundo.«Papá,nosvamosatrabajar»,ledicen.YMadalinlloraensueñosydespiertaalrestodelosmonstruos.Otrasveces,sushijossequedanconélhastasudespertar.Entonces,unavezdespierto,Madalinlloraaúnmásfuerte.
Engendro volvía a estar a solas, de nuevo aislado detrás de su
biombo como una herramienta sucia cuyo dueño, avergonzado deposeerla,seresistieraatirarla,guardándolaenelfondodeuncajónporsipudieraseralgúndíadeutilidad.
DragosireservabaaEngendroparapúblicosmuyselectos.Estudiabaa sus espectadores. Aquellos que no pestañeaban al ver a Dos Cabezas,quienes reían por lo bajo al ver aparecer a Mihaela. Aquellos quenecesitabanmás.Enmuchasaldeasde losCárpatos, la solaaparicióndeCulebrahacíaquelosasistentesconjuraranaldemonio.ElmismoMadalinloshacíasantiguarse.Enpueblosgrandeslagentesolíasermásentendida.
HabíamuchospueblospequeñosperdidosenlosCárpatos.Engendropasabamuchasnochesguardadoenelfondodesucajónde
lona.La sobreestimulación durante el ataque de los vampiri aún surtía
efectosobreél.Elsolorecuerdolevantababrevessimunesentrelasarenasdesupiel.
Prontodejaríadehacerlo.Engendro,quenuncahabíasidocapazdeenlazar su propia mente con la de otro, no tardaría en volver a suaterradora soledad, a esperar a que volvieran a desempolvarlo paraservirsedesuexcluyentedon.
Visirdormíasiempreenlacuadra,apartadodelosdemás.Pretextaba
quelasmentesdelosdemásleproducíanpesadillas.Quelospensamientosde los caballos le daban sueño. Que la paja sembrada de boñigas eramenosmolestaquelamentedeDosCabezas.Algohabíadeverdad.
Éleradistintoalosotros.Yestabadispuestoaestarincómodoparadejarloclaro.
Aquella noche dormía tan profundamente que no sintió a Madalinentrandoenlacuadra.
Al despertar con el rostro empapado, Visir vio su verde turbantesobre lapaja,desgarradoenmil jirones, conelgranojode suabultadafrente desnuda. Libres de su enroscado pañuelo de seda, las eternaslágrimas fluían sin freno, rebasando los diques de sus negras cejas,anegando las cuencas de sus ojos al uso, despeñándose en vigorosostorrentesdesdesushuesudospómulos.
Sus manos frenéticas trataron infructuosas de ocultar el ojo sinpárpadosdesufrente.Visirgritó.Corrióportodalacuadraempujandoaloscaballos,tropezandoycayendosobrelasboñigascalientes,clavándose
lapajaenlosantebrazos,buscandounasalidadesuinfiernoprivado.Aldetenerse,jadeante,acabóporverelpuñalqueVenushabíaguardadohastaentoncesensucajitademúsica.
Lanochepreviaasusegundonúmero,Bozhidarasintióloscolmillos
delatentaciónclavándoseenellayseentregógozosa.Urgida, trató de dilucidar quién debía ser su presa.DosCabezas le
gustaba,sereíaconella.Visirpodíaleerla;quizáyalohabíahecho.Taniaera tanhermosayestaba triste.Simiosiemprecolgabaen lasalturas.Yahabía tenido al hijo de Mihaela en sus brazos. Además, esta le habíaregalado un collar. El Hombre Montaña no iba a ser una presa fácil.Culebraestabaasalvodentrodesujaula.Madalinseenterabadetodoloquepasababajolacarpa.Dehaberestadoallí,latalViespedelaquetantohablabannohabríasidounaopción.Habíapresenciadocómosuengañosafragilidad despachaba rápido a Dinu mientras ella forcejeaba con elHombreMontaña. Y Dragosi estaba conectado a Dos Cabezas. Parte deDimitrievivíaenél.
Soloquedabaunavíctima.Mosca.Una tarde fría como un presagio de nieve vio a los monstruos
reunidos en torno a una cruz clavada en la tierra del recinto cercado.Mihaelaatisbabadesdeeldesgarróndelacarpa.Bozhidaradormíaasalvoenungranarmario.
—Teecharédemenos—dijoDimitriealacruz.—Todosloharemos—intervinoasuvezelHombreMontaña—.Al
menosestaveznohahabidoquerecogerlospedazos.—¡Moscanoestá!¡Noestá!—chillóSimio.—Noesquehablaramucho—sentencióVisir.Siguióunmomentodetorpesilencio.Ninguno de losmonstruos sabía con qué rito queríaMosca que lo
enterraran.De día, los vampiri simplemente dormían. A veces uno de ellos,
insomne,vagabasolitarioporlainterminablecaverna,buscandoconsueloen sus profundos abismos kársticos. En ocasiones, se levantabansemidormidosyhambrientos,esquivandolosacusadoresojosdelcieloe
ibanareunirseconalgúnpreso.SobretodoCrinayCiprian.Viespe, la Avispa, deambulaba maniatada en la semioscuridad,
aguardandoaconvertirse.—Oh,Dios,Diosmío…Viespeseacercóhaciaelorigendelsalmocasiconentusiasmo.Los
vampiridormíanylaspresasfarfullabanincoherenciasenelmejordeloscasos.Susnocheseranbastanteaburridas.
—…mialmahatenidoseddeTi.¡Cuántasvecestambiénmicarne!Arrodillada ante un hombre joven, Crina rezaba absorta. De una
estalactitacaíaaintervalosregularesunagotaburlonasobrelacabezadelbabeantemuchacho.Estenohacíanadaparaevitarla.
—…sesaciarámialmacomodemédulaygrosura,yconlabiosdejúbilotealabarámiboca.
Crinasealzó,lasdesnudasrodillasmanchadasdeguano.Viespelosdejósolos.Amenudo, los paseos nocturnos deTania durabanhasta el alba.Al
principio, cuando todavía estaba preñada,Dragosi se lo había ordenadoparaacelerarelpartoconel fríoyelmovimiento.Despuésdeperderalhijodelvârcolac,Madalinhabíaseguidoacompañándolapor lasnoches.QueZlatkolahubieraforzadonohabíaservidoparaaplacarlatristezadeVenus. Bajo las estrellas, en paños menores, caminaba en silenciodescribiendo amplios círculos, pasando una mano sobre los postes delcercado.De la otramano llevaba al enano. Este fingía que sus palabraseranparaél.Madalinnuncahabíasidomásfeliz.
Salíaelsolcuandoambosvieronagitarselatoscacruzclavadaenlatierra.Moscasealzó,pareciómirarlosconfundidoconsusojosdeinsectoyardióvolviéndosepolvoencuantolosprimerosrayosloacariciaron.
Siniraexaminarlatumba,losmonstruoscreyeronaMadalinporqueibajuntoaTania.Madalintendíaasermuyfantasiosoaratos.
Refunfuñando,Dragosienpersonaretirabalascrucesdelaentradaa
lacarpa,mediodormido.ElHombreMontañasehabíanegado.Raramenteseenfadaba.Aquellaeraunadelasveces.
Los monstruos se interponían entre Bozhidara y el circo como unestrambóticocuerpodeguardia,apuntandoalavampirconelfilodesusmudasmiradas.
—Yanoeresbienvenida—leespetóCulebra.Todossegiraronhaciael vermiforme cuerpo enroscado en torno a las salientes costillas deTania.Culebrahablabamuypoco.
—No te quiero. ¡No te quiero! —Dos Cabezas se escabullógimoteantedentrodelacarpa.
—Hashechomal.DiosNuestroSeñortecastigará—dijoelHombreMontaña.
—¿Ya lahabéis echado?—preguntóenvozaltaMihaelaaDimitrieencuantoestehubo traspuestoelumbraldesuuniversode lona.Para laMujerBarbuda,elmundoexteriorcomenzabadelotroladodelacarpa.
—Perdón—pidióBozhidara.Uno a uno, salvo Visir, losmonstruos se giraron y anduvieron en
direcciónalcirco.TansoloVenushabló.—Adiós,Bozhidara.Culebra ocultó la cabeza tras los áureos rizos de Venus. A veces
Moscaletraíaalgodecomer.—LesdaigualquehayasvueltovampiraMosca.Noteperdonanque
élnopudierasaberlo—sedespidióVisirconunaanchasonrisa.Volviéndose,Bozhidarasealejóhastaellímitedelcercadoysesentó
mirandohaciaelbosqueaesperaralalba.Soplándoselaspalmas,Dragosifuejuntoaella.—Novasairte.—No.—Quieresmorir.—Sí.—Aquíno.Venconmigo.Ningún monstruo hizo conato alguno de protesta al ver cómo
DragosivolvíaaentrarseguidodeBozhidara.Surostroceñudohablabapor él. Les decía que usaría la palabra de cada uno si era necesario. LaMujerBarbuda se hizo a un lado;Madalin dio un respingo; elHombreMontaña no dijo nada; los ojos garzos de Tania se ensombrecieron;CulebrabajódeslizándosedeldelicadotalledeVenusyfueametersesoloensujaula.Ocultoenalgúnrincóndelacarpa,DosCabezaslloraba.
VisiralzólascejasalleerlamentedeDragosi.Aqueldía, el circoabrióantesde loesperado, al atardecer.Cuando
aúnnosehabíapuestoelsol.Enelquehabíasidosucuarto,nadieayudóaBozhidaraaarreglarse.
Sepeinódespaciolalargamelenacastaña,vistióconafeiteslatristezadesuhermosorostroovalado.Pintóunasonrisafalsaensusfinoslabios.Sepusolascadenasensusesbeltostobillosdeniña.
Fuera,elHombreMontañalaesperabacondosdesuspesas.Al salir a escena, unpúblico entregado la recibió conunaovación.
Los números anteriores habían calentado la grada;Dragosi había hechocorrerlavoz.Unaactuaciónúnica,irrepetible.Elaforosehabíaquedadopequeño;comoenlasmejoresnochesdeCulebra,lagenteconentradasdeapieseagolpabasobrelasuciaarenadelapista.
Los murmullos, gritos y risas cesaron en cuanto Dragosi salió aescena.LoslugareñosdeBistracaptaronsuinusualexcitación,lahicieronsuya.
—¡UnaplausoparaBozhidara,laNiñaFénix!—pidióDragosi.Losespectadoresaplaudieronenfervorecidosalverlaaparecerconel
HombreMontañadetrás.Estedejóconcuidadoenelsuelolaspesasatadasa sus cadenas y desapareció.Por si al final ella decidía otra cosa, habíadichoDragosi.
DenuevolatentaciónrevoloteóseductoraentornoaBozhidara.Estatomósudecisión.
—Novaaescaparse—dijoVisiralrestoentrebambalinas—.Nohaydequé.
Sin dejar de mirar a la grada, la niña vampir de curvas apenasinsinuadas alzó los brazos hacia el cielo.Muy despacio al principio, unminúsculopuntodeluzfuecreciendosobresucabeza.BozhidaraardíayacuandoDragosiacabóporabrirdeltodolalucernaquehabíacortadoeneltechodelacarpasinayuda.
Entrebastidores,DimitriesemordíaellabioaferradoalapiernadeTania.Lasangredeesteregabaelflacomusloyendoamorirensucorva.Madalinseencogíacolgándosedelarodillalibre.
—Nohesidoyo.Noesculpamía—gañíaDimitrie.—No es culpa tuya, cariño—intentó calmarlo Venus—.No podías
avisarnos.—Todoslosabíamos.Soloquetúlosupisteantes—tercióelHombre
Montaña.—Habíaotraopción.—LaspalabrasdeVisirsonaronareproche—.
Salirahífueraasalvarla.—Memoriríadevergüenza—sehorrorizóMihaela.—Interrumpirelnúmerodeotro—pensóenvozaltaTania.—Yonotengonúmero—selamentóMadalinsinsoltarsuasidero.—Conoce tu palabra, Madalin —lo excusó Tania—. Todos la
conocemos.Unavez,enCraiova,unossoldadosdelEjércitoRojoabuchearonala
MujerBarbuda.Su agorafobia se extremó: pasó dos meses sin salir de su cuarto,
atiborrándosedebaclavaycozonac.No hacía mucho, Mole había pedido a Zlatko, el vârcolac, que se
ocuparadeél.Elpúblicoyanoloqueríanisiquieraeltiempoquedurabasunúmero.Sentirserechazadodurantesupartedelespectáculoeramásdeloquepodíasoportarcualquiermonstruo.YMoleeradébildecarácter.ElHombreMontañarezabaadiarioporsualma.
En sobrecogido silencio, todos aguardaron a que Bozhidara
terminarasuactuación,atenazadosporelmayortemorquepodíasentirunmonstruo:laangustiadesalirsedesupapel.Elmiedoalridículo.
Terminada la función, sin público alguno presente, Dos Cabezas,Madalin, Mihaela, el Hombre Montaña y Venus entraron en la pista yrecogieronrespetuosamentelascenizas.
—Visirnomegusta—protestóDimitrie—.Esmalo.—Eramalo.Sabebueno—ledijoelHombreMontaña,revolviéndole
afectuosoelenmarañadopelodeunadesuscabezas.DesdequeEngendroloshuboconectado,Viespesoportabaestoicael
sonsonetesinsentidodeSimiocomoquiensufreunpersistentedolordecabeza.
«ArdeBozhidara ardeyanoestáno está ahí abajomiposte es altosolomíoBozhidaraadiós.»
Acunadosporlacrípticananadesusvíctimasencadenadaslosnuevevampirdormíanensushúmidosnichosdecalizayguano.InclusoCrinayCiprian.ViespediograciasporelloaunDiosenelquenocreía.
Acercándose a Neculai, la Avispa hizo brotar de su abdomen un
apéndicegruesocomounpalilloy largocomounabotelladevino.Congestoexperto,clavósuoviscaptoenelcorazóndelvampir.Elvenenoloparalizódeinmediato,facilitándolelalabor.
Unoauno,ViespehizolomismoconIonut,Mihaela,Florin,Sandu,Ferka,CiprianyViorel.
Trasunbreveinstantededuda,decidiónoponerunhuevodentrodeCrina.Eraunamujerdevota.Nopodíadespojarladesugoce,privarladelapenitenciaeterna.
Sin hacer ruido para no despertarla,Viespe fue hasta la boca de lacaverna. Sus finasmuñecas, flexibles y duras comopalos de ciruelo, sezafaronsinesfuerzodelascuerdas.
Antes de irse, la Avispa echó un último vistazo al interior de lacaverna, mientras desplegaba sus entumecidas alas. Ellos la habíancambiadoyellahabíaplantadosusemillaensuscuerpos.Estabanenpaz.
Entrelassombras,Viespeaguardópacienteaquellegaseelmomentodesalirvolandodeallí,raudadevueltaalcirco,despuésdelocaso.
JORGEGARCÍACAVERODE32años,residedesdehacedoceenZaragoza,aunqueviviódurantesuinfanciayadolescenciaenBarbastro.
Lectorcompulsivo,estaeslaprimeravezqueseenfrentaalahojaen
blanco(aunqueserumoreaquetambiénhaescritounapoesía).Repartesutiempocomopuedeentresuslecturas,elestudiodeljaponésysutrabajoenAragónTV,dondeesoperadordecámara.
“Inspiración”,ZoltánK.Bartha
LADAMADELRÍO
Isatverystillandlistenedtotheeveninggrowquietoutsidetheopenwindows.AndveryslowlyIgrewquietwithit.
TheLadyintheLake-RaymondChandler
Eramediadosdeagostoyatardecíaenlacomarca.Lasúltimasluces
deldíamoríansobrelashuertas,losmaizalesylasviñasdelSomontano.Lamitad de los pueblos de la zona estaban en fiestas, y los jóvenes sepreparaban para una noche de alcohol y juerga. Hacía años que no serecordaba un verano tan caluroso. La bochornosa tarde presagiabatormenta, y ya se habían formado algunos negros nubarrones en elhorizonte.Losagricultoresvolvíanacasaensustractoresdespuésdeunduro día de campo, los bañistas de los ríos recogían sus ropas y sustoallasy lasorquestasycharangasponíanapuntosus instrumentosparalas verbenas de la noche.Ymientras las chicas se probaban su enésimovestido, sin ser capaces de decidir con cuál de ellos irían al baile, elcrepúsculoibacayendo:lanocheganabaterreno.
Aquelhombrenoestabadefiesta.Almenos,notodavía.Conducíaun
HondaCivicporunpolvorientocamino.Losárbolesvertíansusalargadassombras sobre el cochemientras serpenteaba entre ellos.Sedetuvo,porfin,frentealcementerioysacódelmaleterounhermosoramodeflores.Empujólaspesadaspuertasdeforja,seencendióuncigarrilloyentróenelcamposanto.Nuncasehabíasentidobienenesossitios,nolegustaban.Había escuchado que alguna gente incluso hacía turismo funerario.Acudían a visitar los lugares donde habían sido inhumados famosos:músicos,poetas,revolucionarios.IbanalcementerioprotestantedeRomay visitaban las tumbas de John Keats o de Percy Shelley. O al PèreLachaise,enParís,paraadmirarlospanteonesdeMolière,deEdithPiafodeJimMorrison.
Aquel eraun camposantovulgar, algo feo incluso.Seguramentenoibanmuchosturistasaverlo.Atravesólazonadelosnichosysedirigióhacialapartevieja,dondelosmuertosreposabanbajotierra.Pensóquea
élno legustaríaacabar susdíasenunodeesoscubículosdehormigón,tenía claustrofobia. Antes que eso, prefería ser incinerado. Le parecíamuchomáshumanodormirelsueñoeternoenterrado.Aambosladosdelcamino, lápidas y cruces de formas dispares contrastaban con launiformidaddelosanterioresnichos.Loscipreses,espigados,bordeabanelmuroexterior,comoseparandolohumanodelodivino,loterrenaldelosagrado.
Porfinllegóasudestino.Seagachófrenteaunatumbasencilla,sinornamentos.Dospequeñaslápidassobresalíandelatierra.Entreellas,unapiedraconunretratoenblancoynegrodeunaafableparejadeancianos.Apartóunasfloressecasymustiasqueseamontonabanbajoelmarcodelafoto.
—Hola,abuelos—musitómientrascolocabaelramosobrelatumba—.Perdónporvenirtantarde.Hevueltoalpueblohacealgunosdías.
Echóunamirada alrededorpara cerciorarsedequenohabíanadie.Notodoelmundosetomabaabienquelagentehablaraconlosmuertos.
—Estoy viviendo en vuestra casa. A partir de ahora vendré más amenudo.
Enjugó las tímidas lágrimas y se levantó. No era un tiposupersticioso,peronoqueríaqueselehicieradenocheallídentro.Cogióaire,diomediavueltaysemarchó.
Apenas a unos pocos metros de aquella sepultura, había otra muydistinta. Estaba algo apartada de las demás, como si los habitantes delpueblo no hubieran querido que sus muertos estuvieran cerca de ella.Sobre el túmulo había tan solo una sencilla cruz de hierro. No habíaflores, ni secas, ni recién colocadas. Nadie había llorado la muerte deaquelhombre.Latumbaestabaenvueltaenunaquietudquenisiquieralosgorrionesqueanidabanenloscipresesseatrevíanaromper.Sinembargo,enunashoras,aquelloibaacambiar.
Elcieloestabaencapotado,perolanocheeracalurosa.Losmúsicos
de la orquesta Berlín, vestidos con imposibles trajes plateados,interpretaban frívolos temas veraniegos mientras la cantante, con unajustadovestido, jaleaba al público.Los cubatas ibanhaciendo su efectoentre los entusiastas juerguistas, que desafiando al cielo y a susrelámpagos bailaban en la plaza del pueblo. El alcohol, ese forjador degrandesamistades,habíaconseguidoquejóvenesymayoresseunieranen
comunión bajo el primitivo compás de los pasodobles y de “Paquito elchocolatero”.Inclusounosforasterosvenidosdelacapitalhabíandejadoaunladosusinhibicionesysemovíanalsondelosatávicosritmosdelasrancheras de Rocío Dúrcal. Lo que pasa en el pueblo se queda en elpueblo,parecíanpensar.
En un extremo había colocada una barra portátil, los grifos decerveza no paraban de tirar cañas. Cuatro veinteañeros observaban,acodadosenella.lasevolucionesdelgentíoenlaabigarradaverbena.
—Encualquiermomentovaapararlaorquesta—afirmóunodelosmuchachos—;vaacaerunbuenchaparrón.Yomemarcharía.
—Noseasagorero—musitóElsa—,nosotrasqueremosquedarnos,¿verdad,Sara?
Laotrachicaasintióconungestodecabeza.—Peroaquíelqueconducesoyyo—respondióelmuchacho—.Así
que nos iremos cuando yo diga. De todas maneras esto está un pocoaburrido,¿túquedices,David?
—Quenosvayamos.Tras apurar sus bebidas, los cuatro amigos abandonaron la plaza y
empezabayaagotearcuandosesubieronaunviejoOpelKadettrojo.—ComoteparelaGuardiaCivil…hasbebido—dijoElsa.—Yaves,unpardecopas—respondióAndrés,eldueñodelcoche—.
Además,nomevanaparar.Voyairporlacarreteradelcanal,allínuncahaycontroles.
Arrancó el coche, y comenzó a sonar en la radio la sucia guitarradistorsionadadeunviejocasetedeExtremoduro.
Lacarreteraserpenteabaentrelosmunicipiosllevandosiempreasuladoelcanal,quebajabamáscaudalosodelonormaldebidoalalluviosaprimavera.Aunquelosinuosodesutrazadomultiplicabaeltiempoquesetardabaenllegaralospueblos,losjuerguistasaventajadoslapreferíanalacomarcalpara irdefiestaenfiesta,sabedoresdeque lapolicíanuncahacíacontrolesenella.
—Por aquí han visto varias veces a La Dama—dijo Elsa con voztemblorosa.
—Venga,prima—contestóAndrés—,nomedigasquetecreesesashistorias.
—Amítambiénmelohancontado—dijoSara—.Miabueladicequees un espíritu errante, que ha venido a advertirnos de algo, de algún
peligro.Dicenqueesmuyjoven,apenasunaniña.Esa noche no se cruzaron a nadie. Los faros rompían la oscuridad
mientras el coche avanzaba despacio por la tortuosa pista. David estabacallado,pensativo.Tampocoéldabacréditoaaquellashistorias.Unaidealevinoalacabeza.
—Yaséquépodemoshacer.Contarhistoriasdemiedo—miróalaschicasconunaperversasonrisa.
—¡Nadadeeso!—chillóElsa.—¿Porquéno?AlpareceraSaralegustabalaidea.—Mmmm…suenabien—dijoAndrés.—Sí.Esovamosahacer.—Davidparecíacadavezmásentusiasmado
—.VamosalcementeriodePozán,acontarhistoriasdemiedo.—¡De ninguna manera! ¡Estáis como cabras! —contestó Elsa
enfadada.Andrés sonrió y, apartando un instante la vista de la carretera, la
miró.—¿Quiéneselqueconduce,queridaprima?Nubes negras rodeaban la colina del cementerio girando sobre sí
mismas. Parecía como si el origen de la tormenta se encontrara allímismo.Las flores frescas seguían en la tumbade laparejade ancianos,algunasgotasde lluviaempezaronacaersobre las lápidas,mojandolosdelicadospétalos.Elcieloencapotadovelaba la luzde la lunaperocadavez que relampagueaba las tumbas y los nichos se iluminaban porcompleto. Una atmósfera tensa, desapacible y ominosa, se habíaapoderadodeaquelcamposanto.Untruenoparticularmentefuertesacudióla nubosidad de las alturas y la lluvia se intensificó. Los pájarosabandonaron la protección de los árboles, y salieron en desbandada.Incluso algunos pequeños ratones, que deambulaban entre los túmulosmortuorios, se apresuraron a esconderse en sus diminutasmadrigueras.Losgrillos,quehabíanestadohastaesemomentoexcitadosporelcalordelatarde,acallaronsucanto.
Allí seguía también aquella extraña tumba apartada. La tierra quecubría la sepultura poco a poco iba empapándose y entonces undeslumbrante e intenso rayo azulado chamuscó la cruz de hierro quecoronabaeltúmulo.Ladescargaduróapenasuninstante.Elolorametal
recalentado impregnó el ambiente, y la cruz comenzó a desprender unpastoso humo ocre. Tresmetrosmás abajo, en las entrañas de la tierra,algocomenzóamoverse.Unsuaverumordemaderasquebradasseoyóenlaquietuddelanoche,ydeentreelbarroselevantóElEspigador.
Era delgado en extremoy los sucios y raídos pantalones apenas sesostenían en sus huesudas caderas. Una gastada camisa a cuadrosdeshilachada y rota cubría sus descarnadas costillas. Encastrados en sucadavérico rostro, sus ojos, ambarinos, tenían todo el aspecto de estarpodridos.Cubríasucráneoconunsombrerodepaja.Sumandíbulaestabatorcida en un ángulo extraño, descoyuntada. Se agachó a revolver en elbarroyde aquel lodazal surgióunaafiladaguadaña.Tras agarrar aquelaperoseincorporóysecolocódeunbruscotirónlaquijadaensusitio.Teníatrabajoquehacer.
—Hoyesdíadecosecha.—Suvozsonóturbia,comosilosdienteslebailarandentrodelaboca.
LaCasaAmarilladebíasunombreaqueteníapintadassusparedesde
caldecolorpajizo.Noeraunbardemoda,unodeesossitiosdondellevasa una chica a cenar, esperando que los juguetones reflejos verdes ydoradosdeunLalanneBlancohagansuefecto,yalfinaltelallevesalacama.Másbieneradecarajilleros.EnLaCasaAmarilla,apesardeestarenelcorazóndelosviñedosdelSomontano,seservíamásronycervezaque vino. La vida, en ocasiones, tiene estas ironías. Estaba frecuentadosiemprepor lamismagente,clienteshabitualesa losque les importabanpocolasverbenascercanas.Preferíannoarriesgaryemborracharseenellugardesiempre.
Aquellanocheelbar teníaunacaranueva.El recién llegadoeraunhombredemedianaedad,unoscuarentaypocosaños.Apesardelcalor,llevaba una americana oscura, lo que le hacía destacar entre los demásclientes, que probablemente solo se ponían una en las bodas y en losfunerales. Había decidido que una cerveza le levantaría el ánimo, trasvolverdelatumbadesusabuelos.
—Unacaña,porfavor.—¡Maaarchando!La joven camarera, que tendría unos veinticinco años, depositó el
vasofrenteaélylerepasóconlamirada.—¿Ustedesforastero,verdad?—preguntó.
—Mehemudadohaceunassemanas—contestóél—;ahoravivoenPozándeVero.
Alachicaseleiluminólacara.—¡Usted es el escritor! ¡El que se ha mudado a la vieja casa
Belsierre!—Perocómo…—musitóél.—En estos pueblos se sabe todo —añadió la muchacha con una
sonrisa—,máslevaleacostumbrarse.—En fin… soy Pedro.—Le tendió lamano amuchacha, que se la
estrechó.En el otro extremo de la barra había unamujer de unos sesenta y
muchos años acodada en la barra, apurando de un trago su cuarto ron.Tenía sobre el taburete de al lado una carpeta repleta de foliosdesordenados.
—¡Wiss!—gritó—.Ponmeotra.Lacamarerasediolavueltaymiróconhastíoalaviejaseñora.—Blanca, me parece que ya tienes bastante. Llama a tu hijo y que
vengaabuscarte.—¡Yodecidirésitengobastante!Amínometratesasí,jovencita.Yo
me preocupo por ti, por todos… ¿así me lo pagáis? —Agarró lospapelajosqueteníasobrelasilla—.¡Aquítengoinformación!¡Sobreesemalditofantasma!Selaentregaréalapolicía,ellosmeharánmáscaso…—dijolevantándosedelasilla.
Uno de los parroquianos del bar se levantó también y soltó unosbilletessobrelabarra.
—Yo la llevo a casa, Wiss, tranquila. Vamos, Blanca —dijosujetándoladelbrazo.
Lamujer semarchó protestando con aquel hombre, que aguantabaimpertérrito sus insultos.Wiss los siguió con lamiradamientras salíanporlapuerta.
—Nolehagacaso,siempreandacontonterías.Esanosabenada.Dejovensevequetrabajabaenunpsiquiátrico,yseledebiópegaralgo—dijollevándoseeldedoalasien—.Haperdidolachaveta.
—¿Yesodelfantasma?Loheoídocomentarenelpueblo—preguntóPedro.
—Eso…—Wissacercósurostroaldelhombreybajólavoz.—Esoesverdad.Lahavistomuchagente.Empezóaaparecersehaceunparde
días.Siemprecercadelagua.Lahanvistovariasvecescercadeunapozamuyprofundaquehaybajoelviejopuente romano.La llamanLaDamadelRío.
Pedro se rascó su escasa barba. Era una historia demasiado buenapara ser cierta. Sin embargo aunque no lo fuera, seguía siendo unahistoria, que era justo lo que había venido a buscar a aquel pueblo: unanuevanovela.
—¿Aquéhoracierras,Wiss?Lachicaconsultósureloj.—Pues los voy a echar a todos en media hora. —Miró a los
borrachinesdelabarra—.¿Habéisoído,chicos?—¿Damosluegounavueltaporesepuente?Parecequelalluviaestá
amainando—preguntóPedro.Wissleguiñóunojodesdedetrásdelabarra.—¿Unacitaalaluzdelaluna?Suenabien.Andrésdetuvoelcochejuntoalaspuertasdelcementerioyloscuatro
amigossalieron,chapoteandoenelbarrodelaentrada.—Joder,heestrenadohoyestoszapatos—sequejóElsa.—Poraquíhallovidobastante,estátodoencharcado—dijoDavid.—Apagalamúsica,tío.Comonospillensenoscaeelpelo—advirtió
Sara.La verja del cementerio no estaba cerrada, y los goznes chillaron
comocerdosenelmataderocuandolaempujaron.—Porelamordedios,¡nohagáistantoruido!—dijoAndrés.El camposanto estaba completamente a oscuras, apenas iluminado
porlapálidaluzdelalunaquesecolabaentrelasnubes.Andrésencendióunalinterna.
—Vamosalapartevieja.—¿Habéisoídoeso?—musitóElsa.—Teestássugestionando,tía,aquínohaynadie—dijoSara,nomuy
convencidadesuspalabras.—Nunca se sabe… —contestó Andrés esbozando una malvada
sonrisa.Legustabaasustaralaschicas,verelmiedoensusojos.Ensilencio,algolosacechaba.Unaoscurasombra,apostadatraslas
lápidas,seguíaconlamiradaaloscuatrojóvenesque,ajenosalpeligro,se adentraban entre las tumbas. Tras llegar a la zona más antigua se
sentaronenunpequeñoclaro,rodeadosdesepulturas.—¿Sabéis?Mimadremecontóqueaquíhayenterradounasesino—
dijoDavid.—Seguro que es mentira —contestó Elsa, nerviosa—. Te lo estás
inventandotodo.—Bueno,¿quiénsesabealgunahistoria?—preguntóAndrés.—Laverdadesqueyanomeparecetanbuenaidea—dijoSara.—Vamoschicas,noosrajéisahora—dijoDavid.Laluzdelalinternacomenzóamenguarhastaqueseextinguiópor
completo.Andréslaexaminó,extrañado.—Debendeserlaspilas.—¡Loquenosfaltaba!—dijoElsa—.Vámonosdeaquí.—Tengo más pilas en el coche —dijo Andrés levantándose—,
esperadmecincominutosquevoyaporellas.—¿Yporquénonosmarchamos?—Elsaestabanerviosa.Andrésdejóalrestodelosmuchachossentadosyempezóarecorrer
el camino de vuelta a la verja. El suelo estaba lleno de charcos y elmuchachomaldijocuandometióelpieenunodeellos.Sinembargo,susojosprontoseacostumbraronalaoscuridad.Oyóundébilchirridoenladistancia.Laverjadeentrada,pensó.Sehalevantadounpocodeaireylaestámoviendo,deberíamoshabercerradolapuerta.Continuócaminando,algo más nervioso que antes. Cuando llegó a la verja, se sobresaltó alencontrarla cerrada.Unescalofrío recorrió su cuerpo cuando sintióquealgosemovíaasuespalda.
Losotrosseguíansentados,intercambiandomiradasnerviosas,cadavezqueelvientohacíacrujirlasramasdelosárboles.Mientrasesperabanla llegada de Andrés estrecharon su círculo. Estar más juntos los hacíasentirse más protegidos. Oyeron un ruido que provenía de las viejaslápidasdelfondo.
—Esolohemosoídotodos,¿verdad?—susurróElsa.Laschicasestabancadavezmásasustadas.—Sí—murmuróSara—.¿Quédemonioshasido?—Seguro que son ratas.—David también estaba asustado, pero no
quería quedar como un cobarde delante de las chicas—. Iré a echar unvistazo.
Se internó entre lasviejas lápidasypronto lasperdiódevista.Unatumballamósuatención:estabaalgoapartadadelresto.Apenasveíaenla
oscuridad,peroalagacharseparaexaminarlasediocuentadequelaarenahabía sido removida hacía poco.Algún jabalí debe de haber conseguidoentrar,pensó.
No pudo defenderse. Le abrazaron por detrás, y sintió algo frío ymetálicoqueseapoyabasobresucuello.Elfiloresbalóporsugarganta,yantesdequesevolvieratodonegro,sintiólacalidezdesupropiasangreempapándolelacamiseta.
El sargentoAngulo detuvo el viejoNissan Patrol en el arcén de la
carretera.Nolegustabaelturnodenoche.Conmediacomarcaenfiestas,aquello significaba una tediosa jornada de controles de alcoholemia. Sucompañera,lacaboSihaya,cogiólapistolaylalinternadelaguanteraysuspiró.
—No sé para qué nosmolestamos, sargento. Los borrachos se vantodosporlacarreteradelcanal.
—Allí no podemos hacer controles, pertenece a ConfederaciónHidrográfica—contestóelsargentoAngulo—.Detodasmaneras,antesodespuésalgunopasaporaquí.
Salierondelcocheyestiraronlaspiernas.Elsargentoeraunhombrefuerteycorpulento,aunqueestabaechandoalgodetripa.Sacóuntermodecaféyllenóunpardevasos.
—Va a ser una noche larga, cabo—dijo entregándole uno de losvasosasucompañera.Sihayalocogióylediounsorbo.Eraunamujerdelgaday atractiva, deporte atlético.Lamejor tiradoradel cuartel.A lamujerdelsargentoAngulonolehacíamuchagraciaquesumaridopasaralasguardiasdenocheconella.
Lacarreteraestabahúmeda,aunquenohabíallovidodemasiadoporaquella zona. Sihaya se situó en medio de la calzada. Hacía unatemperatura agradable, la tormenta había mitigado en parte el calorhabitual de las noches de agosto. Vieron los faros de un coche que seacercabaporlacarretera.
—Ahíestánuestroprimercliente.Sihayalevantólalinternaeindicóalconductorquesedetuvieraenel
arcén.EraunHondaCivicnegro.ElsargentoAnguloseacercóalaventanilladelconductor.—Buenasnoches,caballero.Elcarnédeconducir,porfavor.Control
dealcoholemia.
—Tan solo he bebido una cerveza, agente —contestó Pedro,entregándoleladocumentación.
—Esoyaloveremos—dijoelsargento—.Cabo,eltest.SihayaletendióaPedroelalcoholímetro.—Porfavor,soplecontodassusfuerzas.Luegoretirelaboquilla.Mientras soplaba, el sargento dirigió su linterna al asiento del
acompañante.—Buenas noches,Wiss—hizo un gesto señalando al conductor—,
¿amigotuyo?—Másomenos—contestólachica.—¿Nollevarásporrosverdad,Wiss?—preguntóAngulo.—Yanofumo,sargento—contestóWissconcaradeniñabuena.PedroledevolviólamáquinaalacaboSihaya.—Cerocomauno,sargento.ElsargentoledevolvióaPedroladocumentación.—Puedeustedcontinuar.Perolasiguientecervezaécheselaencasa.Y
tú—miróaWiss—.Nohagasquemearrepientadenohaberteregistrado,¿estamos?
—Sí,sargento.—Muybien—dijoestealejándosedelaventanilla—.Circule.ElHondaCivic continuócarretera arriba.Mientras esperabanaque
pasaraelsiguientecoche,recibieronunallamadaenlaemisora.—Conteste,Sihaya—dijoAngulo.Mientraslaagentehablabaconelcuartel,elsargentosepaseóporla
carretera,preguntándosesihabíahechobienendejarmarcharalachica.Seguro que llevaba algo, se dijo.En fin, es una buena chica después detodo.Sihayabajódelcoche.
—Verá,sargento,sehanquejadoderuidosenelcementeriodePozándeVero.
Angulohizounamuecadedisgusto.Sepreguntóquédemoniosharíaalguienallíaesashoras.¿Psicofonías?¿Misasnegras?IkerJiménezysusamigosdeloocultohabíanhechomuchodaño.
—Subaalcoche,cabo—mascullóelsargento—.Nosvamos.—¡Sí, señor!—contestó Sihaya animada.Nada puede ser peor que
estarparandoborrachostodalanoche,pensó.Seequivocaba.
Pedrosaliódelacarreteraydetuvoelcocheenunaera.—Poraquíhayuncaminoquebajahastaelrío—dijoWisssaliendo
delcoche—.Sígueme.Comenzaronainternarseporeloscurocamino,lachicaibaunparde
metrospordelante.Corríaunasuavebrisa,yelcielosehabíadespejado:seveían las estrellas.La senda estaba rodeadadehierbajos, perono eradifícil seguirla una vez que los ojos se aclimataban a la tenue luz de laluna.Serespirabaunagradablearomaatomillo.
—Wiss—dijoPedro—.¿Dedóndevieneesenombre?—No lo sé—contestó lamuchachamientrasavanzaban—.Unmote
quemepusierondeniña.Pedronoestabaacostumbradoalcampoyavanzabacon torpeza; la
jovensemovíaconhabilidadsorteandolaspiedrasdelcamino.Vestíaunasencilla camiseta de tirantes blanca que destacaba en la oscuridad de lanocheyunosvaquerosajustados.Chicaguapa,pensóPedro.
—¿Nomeestarásmirandoelculo,verdad?Pedroapartó sobresaltado lamiradade lascaderasde lamuchacha.
Elsextosentidofemeninonuncadejabadesorprenderle.—Por supuesto que no. Bastante tengo conmirar dónde pongo los
pies,comoparapreocuparmedetuculo.Wisssediolavuelta.Estabaliandouncigarrillo.—¿Teapeteceunporrito?—preguntó.—No,gracias.Vasahacerenfadaralseñorpolicía—contestóPedro.Wissseencendióelcigarrilloysiguiócaminando.—¿AlsargentoAngulo?Vadeduroperoenelfondoesunblando—
dijoWiss—.Enunminutollegamos.Elcauceestabaunpocoturbio.Laprimaverahabíasidolluviosaylas
riadashabíanremovidoellechodelrío.Elpuenteromanocruzabadeladoaladosobreunaprofundapoza.Duranteeldía,losmuchachosdelpueblovenían a bañarse y era un lugar bullicioso y animado. Sin embargo, alanochecer,el lugarsevolvíabastante lúgubre.Eloscilantereflejode lasaguassobrelasviejaspiedrasresultabahipnótico,multituddeinquietantessombrasdanzabanbajolosarcosproductodelreflejodelatenueluzdelaluna.WissyPedrosedetuvieronenlapedregosariberadelcauce.
—Le llaman el Puente del Diablo —dijo Wiss—. Se dice que elmismodemonioloconstruyóenunasolanoche.
—¿Peronoeraromano?
—Oye,notemetasconlashistoriasdemipueblo.Pedro se adelantó. Comenzaba a cruzar sobre el río cuando, al
levantarlavista,sedetuvoasustado.—Hayalguien.—¿Qué?—Wissllegóasualtura.—Hayalguiensobreelpuente.Justoenmitaddeeste,cuandolasuavependientedejabadeascendery
comenzaba a bajar en arco hacia la otra orilla, una silueta vestida deblancoserecortabacontralanegruradelanoche.Wissobservó,atónita,aquellaaparición: frenteaellosestabaLaDama.El fantasmacomenzóaacercarse lentamente a ellos. Pedro se fijó en que, a pesar de quecaminaba, sus pies no tocaban el suelo, sino que flotaban un par decentímetrosporencimadelmismo.Laparejadeexploradoresnomovióniunsolomúsculomientrasobservabasulentoavance.Eranvíctimasdesuéxito:alfinyalcabohabíanencontradoloqueestabanbuscando.
Elespectrosedetuvoapenasadosmetrosdeellos.Eramuy joven,sus pechos apenas se insinuaban bajo la ropa. Su pelo negro y laciocontrastabaconelblancodesuvestimenta.MiróaPedro.
—Él…havuelto…elasesino—dijoconvozlejanayfría,comosivinieradealgúnlugarremoto—.Tienesque…acabar…conÉl…traerá…¡dolor!
—¿Quién?—preguntóPedro—.¿QuiénesÉl?LaDamacomenzóaretroceder.—Él… ¡El hombre muerto… el hombre muerto de la guadaña…!
Usa… fuego. Morirá… con… ¡fuego! Él traerá… ¡dolor! Hacecincuenta…años…Élme…¡asesinó!
Yderepenteseesfumó.WissyPedrosemiraron,incapacestodavíadeexplicarseloquehabíanvisto.Wissarrojóelporroalsueloyloapagóconelpie.
—Voyadejardefumarmaría…—dijo—.¿Quéqueríadecir,aquiénserefería?
—Solo hay una manera de saberlo—contestó Pedro—. Averiguarquiénesesachica.Oquiénfue.
El sargento aparcó al lado delOpelKadett.Echó un vistazo dentro
del coche y anotó la matrícula. Nada más acercarse a la verja delcamposanto, se dio cuenta de que algo no iba bien. Había manchas de
sangre en los barrotes de la entrada. Recientes. Todavía goteaban. Losagentessacaronsusarmas.
—Quieroaotrapatrullaaquíahoramismo,cabo.Quienseaperoya.Sihayallamóporlaemisoramientraselsargentohusmeabaentrelas
rejasdelcementerio.—RodríguezyGómezllegaránencincominutos—dijolaagente.—Bien—contestóAngulo—,vamosaentrar.Empujaronlaverja.Loshacesdeluzdesuslinternasnotardaronen
encontrarelcuerpodeAndrés.Estabatendidobocaabajosobreelbarro,lohabíanacuchilladopordetrás.
—Estonomegusta,cabo.Sehabíanensañadoconelmuchacho.Todasuespaldaeraunamasijo
de sangre. Sihaya se agachó junto al cuerpo y le tomó el pulso.Miró aAnguloynegóconlacabeza.Losdosguardiascivilesseinternaronentrelastumbas,conlaspistolaspegadasasuslinternas,listosparadisparar.Unpardeminutosmástarde,encontraronalasdoschicas,oloquequedabade ellas. Las habían desmembrado. Tenían en sus caras una mueca deterrorindescriptible.Angulocontuvounaarcada.Sehabíadadocuentadeque había pisado una mano. Oyeron el ruido de un coche aparcando.“RodríguezyGómez”,pensóAngulo.
—Vayaaporellos,cabo.Yoecharéunvistazoporaquellaesquina,esloúnicoquenosquedaporrevisar.
Angulo se adentró entre las vetustas lápidas de la parte vieja delcamposanto.Unasepulturallamósuatenciónenladistancia.Parecíahaberalgo sobre ella. Al acercarse unosmetros, descubrió que se trataba delcuerpodeotrochico.Lohabíandegollado.Encontrólacabezaaunpardepasosdelsangrantecuello.
CuandoSihayallegóconlaotrapatrullaloencontraronagachadoencuclillas junto a la tumba, pensativo, observando la tierra revuelta. Laagentepaseóelhazdeluzdesulinternasobreelmuchacho.Sedetuvouninstanteenlacara.
—David Rozas, sargento. Lo multamos la semana pasada porposesióndemarihuana.
—Eraunbuenchico.Todosnosequivocamosalgunavez—contestóAngulo.
—Sargento…—musitóRodríguez—¿quéhapasadoaquí?Era un agente joven, llevaba apenas un año de servicio.Miraba el
cadáver aterrado, su rostro estaba pálido, blanco como el mármol. Sucompañero,Gómez,teníayaunadécadadeexperienciayestabaalgomástranquilo.SeadelantóparahablarconAngulo.
—Mientras veníamos hacia aquí he llamado al hombre que dio elaviso por ruidos, sargento —dijo—. Su vivienda está al principio delcaminoque subehastael cementerio.Afirmaque solohavistopasaruncocheestatarde,ademásdelOpelKadett.UnHondaCivicnegro.
AngulomiróaSihaya.—No haymuchos de esos por aquí, pero sé quién tiene uno.—El
sargentomiró aGómez yRodríguez—.Bien, vosotros os quedáis aquí.Llamáisaotrapatrullaypeináisentreloscuatrotodoelcementeriootravez,porsihemospasadoalgoporalto.Quevenganlosforenses.Quierofotos de todo.Quiero saber por qué han revuelto esta tumba. Si esto esalgúnrollorarodemisasnegrasoalgunamierdadeesas.
—Sí,señor—contestóGómez.—Nosotrosnosvamosdevisita,Sihaya.Andando.La vieja casa Belsierre estaba algo apartada del resto del pueblo,
tocando la carretera. Era una enorme construcción de tres plantas, algoque no eramuy común en la época en que fue levantada.Al parecer, elbisabuelo de Pedro había sido un hombre adinerado, y quiso una casaacordeconsufortuna.PedroyWissentraron.
—¿Sabes?Normalmente novoy a casa de los chicos en la primeracita—dijolamuchacha—.Aversitevasapensarquesoyunachicafácil.
El amplio patio de la casa estaba bastante desordenado. Cajas decartónymaletas seamontonabande formaanárquica.Habíacubosenelsuelocolocadosaquíyallá,bajolasgoterasdelviejoyestropeadotecho,repletodegrietas.
—Lascañeríaspierdenagua—explicóPedro.La casa había estado muchos años deshabitada, y necesitaba unos
cuantos arreglos. Llegaron a los pies de la escalera. Pedro apartó unasbotellasdegasyunsopletequehabíadejadosobreelprimerescalón.
—No te apoyes en la barandilla al subir.Estoy soldándola otra vezporquesemueve.Casimematoelotrodía.
Wiss se arrimó a la pared mientras ascendían a la segunda planta.Estababastantemásarregladaqueelpatiodeabajo.Lasescalerasdabanaunacogedorsalón.
—La tercera planta está vacía, ni siquiera está dividida enhabitaciones.Noesmásqueuninmensotrastero—dijoPedroseñalandoel siguiente tramo de peldaños, que se perdía en la oscuridad—. A mibisabueloseleacabólapastaantesdeterminarlacasa.Venporaquí.
Alfinaldeunpasillollegaronalabiblioteca.Lasenormesestanteríasrepletas de libros llegaban desde el suelo hasta el techo. Los viejosvolúmenes también se amontonaban, desordenados, en un par demesasquehabíaenelcentrodelaestancia.Laslámparasquecolgabandeltechobañaban la sala con una cálida luz ambarina. Pedro empezó a rebuscarentre montañas de periódicos viejos mientras Wiss se paseaba,curioseandoentrelosestantes.
Durante decenas de años, los miembros de la familia habían idoacumulando allí sus lecturas. Había un rincón dedicado a la novelapolicíaca. Viejos ejemplares de Chandler y Hammett cogían polvo,esperando que algún día alguien se sumiera de nuevo en sus tramas.LaReina delCrimen tenía su propio estante: decenas de novelas deAgathaChristiesealineabancuidadosamenteordenadas.
Manuales de todo tipo de oficios, enciclopedias de fauna y flora,revistassobreteología,folletines…Enaquellabibliotecahabíadetodo.Yenmultituddeidiomas.Francés,alemán,italiano…inclusoenherméticosidiomasorientales,deescrituraindescifrable.Unodelosarmariosestaballenodenovelasde aventuras:En costas extrañas, La isla del tesoro,Elvuelo del oricú… las portadas de los libros prometían arriesgadasperipecias en remotos parajes. En la estantería de enfrente, horroresinsondables aguardaban al lector: La sombra sobre Innsmouth,Frankenstein, El resplandor, historias que auguraban turbadoraspesadillas.
Bajounadelasmesas,enunoscuroaparador,seescondíanarcanostratados ocultistas. La joven examinó los extraños ejemplares, deinverosímiles títulos: Los Manuscritos pnakóticos, UnaussprechlichenKultenoelinquietanteDeVermisMysteriis.
Sobreunescritorio reposabaunaviejaUnderwoodconunahojaenblancometidaenelcarro.Elrestodelpaquetedefoliosestabasintocar.NosepodíadecirquelanuevanoveladePedroestuvieramuyavanzada.
Mientras Wiss curioseaba entre los estantes de la heterogéneabiblioteca,elescritor leía, rodeadodeviejas revistasydiarios,unajadoejemplardelperiódicolocal:LaGacetadelSomontano.
TERRIBLESCRÍMENESENPOZÁNDEVEROLanochedelmartesserecordarácomounadelasmássangrientasen
la historia de nuestra comarca. Tras una fuerte tormenta de verano, unhombre, al parecer perturbado, llevó a cabo una serie de cruentosasesinatosenPozándeVero.
Si bien los hechos todavía no están completamente esclarecidos, elasesino,deinicialesF.M.,acuchillóensudomicilioasumujeryasusdoshijos. Después se paseó ensangrentado por las calles del pueblo, unatestigoentrevistadaporesteperiódicoafirmóque“gritabacomounloco,comoendemoniado”.
Se dirigió a la plaza del pueblo, donde más tarde los agentesencontraronotroscuatrocadáveres.Setratabadevecinosdelpuebloquehabíansalidoaverquéocurríaalarmadosporlosgritosdelhombre.Unancianoaseguraquevioalasesinodeambularentre loscuerpos:“Estabacompletamenteido,corríadeunladoaotro”.
VariostestigosvieronluegocómoF.M.huíahacialoscampos.FueyaconlasprimeraslucesdelalbacuandounaparejadelaGuardiaCivil lolocalizóyloabatióatiros.
Una joven del pueblo, Laura Márquez, desapareció también esanoche.Setratadelajovenretratadaenlafotoqueilustraesteartículo.Sesospechaquepudohabersidoasesinadaporelmismohombre,perohastala fecha, su cuerpo no ha sido encontrado. Las autoridades solicitan lacolaboración de cualquiera que pueda dar información sobre suparadero…
Pedroclavólamiradaenlafotodelanoticia.Nohabíaningunaduda:
aquellajoveneraLaDama.—¡Wiss!—exclamó—,¡esella!Wisscogióelperiódicoymirólafotografía.—Quéfuerte.Esella,sinduda.Mientras contemplaban incrédulos aquella foto, alguien llamó a la
puerta.—¿Quiéndiablosseráaestashoras?Pedro bajó las escaleras dando zancadas y abrió la puerta. Se
sorprendióalveralsargentoAnguloylacaboSihayamirándoleconcara
depocosamigosdesdeelotroladodelapuerta.—¡Agentes! Estaba a punto de tomarme esa cerveza. ¿Quieren
acompañarme?—Tendráque tomárselamás tarde.Sevieneconnosotrosadaruna
vuelta—dijoAngulo.Wissllegabaenesemomentoalapuerta.—¿Quién es? —preguntó mientras se asomaba para ver a los
visitantes.Sellevóunadesagradablesorpresaaldescubriralosguardiasciviles.Elsargentoposósumiradaenlajoven.
—Ytútambiéntevienes—ordenó.Elvinoeraelorodelacomarca,ylosbodeguerossetomabanmuy
enseriosunegocio.Era importantevendimiarenelmomentooportuno:ni antes ni después. Por suerte, la tormenta que había caído sobre granparte de los campos no había sido pedrisco, que podría haber echado aperdermiles de cepas en cuestión deminutos. Sin embargo, las lluviasafectaban al grado de alcohol de la uva, y era preciso conocerlo parasaber cuándo empezar a recogerla.AAntonio le esperaba una noche dedurotrabajo.
Aparcó su vieja motocicleta Kawasaki junto a la acequia quebordeaba los terrenos de Bodega Pirineos y se internó entre las cepas.Teníaquerecogervariasmuestrasendiferentespuntosdecadaviñedo.Sise daba prisa, quizá incluso tuviera tiempo de irse a tomar una copadespués.Soplabaunasuavebrisaquesehabíallevadolasnubesylalunase erguía, orgullosa, sobre las fincas.A lo lejos se escuchabadevez encuandoalgúncochequecirculabaporladistantecarreteracomarcal.
Estaba recogiendounos racimosdeuvacuando leparecióescucharunruidoasusespaldas.Sesobresaltó.Aesashorasnodeberíahabernadieenlosviñedos.
—¿Hola?—preguntó—.¿Hayalguienahí?Recorrióconlamiradalashilerasdeparrasysesintióestúpido.Era
obvio que estaba solo en aquellos campos. Sin embargo, en cuantoempezóacaminardenuevo,leparecióescuchardenuevopasostrasél.Sedio la vuelta y escudriñóde nuevo entre la negrura.Quizá se tratabadealgúnanimal,algúnzorroensucaceríanocturnaderoedores.
Enfin,vamosatranquilizarnosyaacabareltrabajo,pensó.Sacósucantimploraytomóuntragodeagua.Habíarefrescadoalgo,peroseguía
haciendobastantecalor.Pasópordebajodelascepasalasiguientehileraycuandoseincorporó,leparecióverunasiluetaalfondodeunadeellas.
—¿Hola?—susurró.Elpulsoseleaceleró.Aquellafiguraleresultabadesagradable.Todo
su cuerpo se estremeció cuando la sombra comenzó a avanzar hacia él.AunqueAntonionopodíaverlabien,laencontrabarepulsiva.
—¿Quiénesusted,quéquiere?—preguntó.Comenzóacaminarhaciaatrás,sinapartarlosojosdelasiluetaque,
pocoapoco,seacercaba.Derepente,supoquéeraloqueleaterraba.Laformaenquesemovía.Aquello…noerahumano.Tropezóconunaraízycayó de espaldas al suelo. Cuando se incorporó, la sombra estaba a sualtura.Levantólacarahaciasurostro.
—¿Quéquieredemí?—preguntóasustado.—Tu…vida.Despuésde eso sintió el frío acero abriéndosepaso en su carne, el
dolor.Tuvosuerte,todoacabóbastanterápido.Elcuartelde laGuardiaCivileraunedificiovetustoyaustero.Una
construcción de los cincuenta, de paredes grisáceas y destartaladasventanas.EldespachodeAngulo se encontrabaen la segundaplanta.Delasparedescolgabanvarioscalendarios—ningunodelañoencurso—ymúltiples medallas y condecoraciones. Un enorme fichero de chapareposabaenunaesquina.Elsargentoteníalamesaatiborradadepapeles,carpetasyfotografías.Habíaunordenadorarrinconadoenunaesquina:noparecíaquealsargentoleinteresaranmucholasnuevastecnologías.
WissyPedroestaban sentados frentea ladesvencijadamesa.Sobreella había un par de cafés que apenas habían tocado. El sargento leíaalgunosdocumentosmientrasellosintercambiabanmiradasincómodas.
—Bueno.—Anguloalzólavistahaciaellos—.Vamosaempezarotravez.Desdeelprincipio.
Sihaya entró en el despacho con una avejentada carpeta. Tenía losbordes desgastados y mugrientos y estaba llena de polvo. La agente sesentóenelbordedelamesasinsoltarelextrañolegajo.
—PedroGaray. Escritor—el sargento dijo esto último como si lasusodichaprofesiónnolemerecieramuchorespeto—.¿Ysepuedesaberquédemoniosescribe,señorGaray?
—Novela.Novelapolicíaca.
Anguloenarcólascejas.—¿Ah sí, y quién cree que ha sido?—dijo señalando las fotos que
habíantomadodeloscuerposdelosmuchachos—.¿Elmayordomo?Pedroseencogiódehombros.—Yalehemoscontadolodelfantasma.Creoquevinoaavisarnosde
estoscrímenes.Dijoqueunasesinohabíavuelto.Ybueno, luegoestá lodelperiódico,aquelartículoque…
—Sí, sí. En fin—dijo Angulo desviando su mirada haciaWiss—.¿Seguroquenoestabaisunpoco,yasabes…colocados?
Lamuchachanegóconlacabeza.—Eslaverdad,sargento.Esloquevimos.El sargento se acomodó en su butaca, inquieto. Miró de nuevo a
Pedro.—Dígame, ¿por qué en las novelas policíacas nunca salenguardias
civiles?Losprotagonistas siempre sonabsurdosdetectivesprivadosquevistenlargasgabardinas.
—Esono es verdad—contestóPedro—.Tieneustedpor ejemplo alosagentesRubénBevilacquayVioletaChamorro.SalenenlasnovelasdeLorenzoSilva.
—Nolasheleído—dijoAngulo.—Yosí.ElsargentomiróestupefactoalacaboSihaya.—Noestánmal…—sejustificólaagente.—Enfin…vamosalgrano—dijoAngulolevantándose.SihayaabriólacarpetaquecustodiabayselaacercóaPedroyaWiss
paraqueecharanunvistazo.—Esedocumentoque lesentregamicompañeraeselexpedientede
un caso demil novecientos sesenta—dijo el sargentomientras paseabapor eldespacho—.Taldía comohoyhace cincuenta años—continuóelsargento—,FermínMoreno,vecinodePozán,matóasietepersonas.Unachica joven, de nombre Laura Márquez, desapareció también aquellanoche. A Fermín una pareja de la guardia civil lo abatió a tiros a lamañanasiguiente.—Elsargentosedejócaerdenuevoensubutaca—.Enaquella época se trabajaba de otra manera. Se disparaba primero y sepreguntabadespués.
Wiss y Pedro leyeron el expediente policial, que confirmaba lahistoria de LaGaceta del Somontano. En una de las hojas se veía a un
campesinoconunsombrerodepaja.“FermínMoreno”,seleíaalpiedeldocumento.Anguloabrióuncajóndesumesilla,sacootrafotografíayselaentregóaPedro.
—Estásacadaestanoche.Unatumbarevueltaquehabíaenlaescenadelcrimen.
Miraron la imagen. En efecto, la tierra de la sepultura estabacompletamenteremovida.Elsargentoseinclinóhaciaellossobrelamesa.
—Antes,mientraslacabolesacompañabahastaaquí,hehabladoconlos forenses. La tumba está vacía. El ataúd está hecho astillas —dijoAngulo.
WissyPedromiraronincrédulosalsargento.—Loschicosdellaboratoriomehanaseguradoqueelataúdestároto
desdedentro.Noesunatumbacualquiera.EslatumbadeFermínMoreno—dijoAnguloseñalandolafotografíadelcampesino.
—Usted…ustedinsinúaque…—Wissestabaasustada.—Yonoinsinúonada—dijoAngulo—.Yolescuentoloquehay.Llamaronalapuerta.—¡Adelante!—chillóelsargento.Unagenteseasomóporelmarcodelapuerta.—Señor,tenemosotroasesinato.Los flashes del fotógrafo iluminaron el rostro del muerto. La
expresiónde su cara estaba congelada en unamuecade espanto.Habíanencontrado el cuerpo tirado entre las parras. Tenía el torso cosido acuchilladasylosintestinosresbalabanentresusmanos.Unconductorquehabíapinchadounaruedahabíaoídosusgritosdesdelacarretera.
CuandoAngulo,Sihaya,PedroyWiss llegarona lazona,GómezyRodríguezyaestabanallíylosforensesestabanterminandoeltrabajo.Eljuez también había llegado y se llevaron el cuerpo en la furgoneta deatestados.Aquella noche estaban teniendomucho trabajo, lamorgue delcuartelibaaquedarsepequeña.
—Ustedesdos—AngulomiróaGómezyaRodríguez—márchenseconellos.Nosotrosnosquedamosaecharunvistazo.
Nohabíahuellasdeluchanidepisadasenelcampo,apartedelasdeAntonioSantiago,eldifunto.Comosielasesinohubieracaídodelcielo.Sihaya recorrió lahileradecepashastael camino tratandodeencontraralgunapista.Volvióhaciaellosnegandoconlacabeza.
—Ybien,¿alguna idea?—Angulo interrogóaPedrocon lamirada—.¿Oseguimosconlateoríadelresucitadohomicida?
Ninguno de los cuatro quería creer en aquello, pero parecía laexplicaciónmásplausible.Nohabíaotra.ParaPedroyWisseramásfácilde aceptar: no era el primer suceso inexplicable queveían aquel día.Lamuchachasealejóunospasos,fisgoneandoentrelasvides.
—Enfin—suspiróelsargento—.Siesehijodeputaesunmuerto,unzombi,loquesea…mejor.Mesentirémenosculpablecuandolemetaunabalaenlacabeza.
Un grito rompió el silencio de la noche. EraWiss. Se volvieron amiraralamuchachayvieroncómounaoscurafiguraseabalanzabasobreella. Un tipo larguirucho, de ojos brillantes que portaba una guadaña.Sihayadisparócuatrovecesenmediosegundo.Loscuatrotirosdieronenel blancopero a aquel extraño ser nopareció importarle demasiado.SecargóaWissahombrosydesaparecióentrelosviñedos.
PedrohizoademándeecharacorrertrasélperoelsargentoAnguloledetuvoponiéndolelamanoenelpecho.
—Ustedsequedaaquí.Métaseenelcoche—ordenómientrassacabasupistola—,vamostrasél,cabo.Cuidadoaldisparar,llevaalachica.Sealoqueseaesebastardonopasarádeestanoche.
Losagentesecharonacorrerydesaparecierontraslospasosdeaquelfantasma.
El escritor no sabía qué hacer, pero no quería quedarse de brazoscruzados. Decidió que lo mejor era preguntarle a quien tenía lasrespuestas.LaviejaKawasakiteníalasllavespuestas.TeníaqueveraLaDama.
AWisslecostóunosinstantesacostumbrarsealaclaridad,ledolíala
cabeza.¿Eradedía?Nopodíaserlo,hacíaunosinstanteseradenoche.Seincorporó y descubrió que estaba sentada en el suelo de un polvorientodesierto. Apenas había vegetación en los alrededores, tan solo unosdiminutoscactusqueasomabantrasunasparduscaspiedras.Elsolbrillabacon fuerza en lo altodeun rojizocielo.Sentado frente a ella sobreunaroca y con las manos apoyadas sobre su guadaña, aquel extraño yesqueléticoserlaobservaba.Sugorroestabalosuficientementelevantadoparaquelamuchachapudieraveraquellosamarillentosojosclavadosenella.
—EresFermín,¿verdad?—preguntóWiss.El cadavérico monstruo mascaba una brizna de hierba que le
sobresalíadeloslabios.—Unavezmellaméasí,sí—contestó—.AhorasoyElEspigador.—Estáviva,sargento,respira.—Sihayaapartósucabezadelanariz
delamuchacha.—Ayúdemeamoverla,lallevaremosalcoche—dijoAngulo.Losagenteslevantaronelcuerpodelamuchacha.—No está herida —murmuró Sihaya—, es como si estuviera
soñando.Acostaronalamuchachaenelasientotraserodeltodoterreno.—Esemalditoescritorsehamarchado—dijoelsargento.—¿Porquéhacestodoesto?—preguntóWiss.—Laslluviashanrevueltoelcaucedelríoyellahavuelto—dijoEl
Espigador.—¿LaDama?Havenidoaavisarnos…—Hace cincuenta años la arrojé a aquella poza —murmuró El
Espigador—.Ahoraestálibredenuevo.Oyeron la voz de Gómez en la emisora: “Sargento, cabo. Les
necesitamosenlagasolineradelacarreteracomarcal.Haymásmuertos”.AnguloechóunvistazoaWiss,quemurmurabapalabrasininteligiblesensueños.
—¿Creequeaguantará,cabo?—Estádelirando,peroestáestable—dijoSihayatomándoleelpulso
alamuchacha.—Noslallevamosconnosotros.Buscaremosayudaenlagasolinera.Pedrodetuvolamotofrentealafachadadesucasa.LaDamasabrá
quéhacer, pensó.Peroantesnecesitabaalgo.Entró en el ampliopatioycogióelsopletequeutilizabapararepararlabarandilladelaescalera.Lecolocóunabombonadegasnuevayprobóaencenderlo.Siabríadeltodolallave,lallamaalcanzabacasidosmetrosdelargo.Tendráquevaler,sedijo.Voyacarbonizaraesedelgaducho.
Gómez y Rodríguez examinaban los cuerpos que habíadesperdigadosentrelossurtidoresdelagasolineracuandolacaboSihayay el sargento Angulo llegaron con el coche. Los fluorescentes queiluminabaneláreadeservicioparpadeaban,comosilacorrienteeléctricafueraafallarencualquiermomento.
—¿Quéhapasadoaquí,chicos?—preguntóelsargentosaliendodelcoche.
—Cuatro muertos más, señor. Una madre y su hijo, su coche estáaquí. Estarían repostando—contestó Gómez enfocando con su linternados cuerpos tendidos en el suelo—. Dentro del otro coche hay otrocadáver.
Rodríguez estaba asomado a la ventana de un viejo Renault Clio.Anguloseacercó.
—Lohandegollado—dijoel jovenagente—.Ni siquieraha tenidotiempo de salir del coche. El encargado de la gasolinera está dentro,tambiénacuchillado.
El sargento se asomó al interior del establecimiento. Había variasestanteríasderribadas.Elcuerposeencontrabasobreuncharcodesangre.EstabarodeadoderevistaspornoydeviejoscasetesdeElFaryqueyacíandesparramadosporelsuelodelatienda.
—¡Hayalguienencerradoenelbaño!—gritóSihaya.Alosserviciosseentrabadesdeelexterior.Anguloderribólapuerta
de una patada y Sihaya entró, pistola en mano, al lavabo. El haz de sulinternaencontróaunamujerdeedadavanzada,quegimoteabasentadaenelsuelo.
—¿Quiénesusted?—preguntó—.¡Identifíquese!—MellamoBlanca.BlancaLibiaHerrera.Lamujersearrastróhastalospiesdelaagente.—Hasidohorrible,¡horrible!—gimió—.Esecondenadofantasma…
aquí tengo los papeles—dijo tendiéndole a la cabo Sihaya una gastadacarpeta. La agente salió del baño y escudriñó los documentos con sulinterna.
WissseguíasentadaconElEspigadorenaqueldesierto.Apesardel
ardientesol,teníafrío.Aquelhuesudoengendronoapartabasumiradadeella.
—Ellanopuedematarme,sonlasreglas—dijoElEspigador—,pero
buscaráalguienquelohaga.—¿Hasvenidoamatarnosatodos?—preguntóWiss.—Ese no es mi trabajo —contestó El Espigador—. Yo vengo a
cosecharlasalmasdeAquellosQueHanVueltosinpermiso.Todavíanocomprendes.Teayudaré.
Posósumanosobreelcorazóndelamuchacha.Wisssintiócómosedesplomabapor un inmensoprecipicio.Hacesde luzbailaban sobre susojosycomprendióquenocaíaenelespacio,sinoeneltiempo.Entoncesvio los crímenes de hace cincuenta años. Tembló horrorizada por lasimágenesqueseproyectabanantesusojos.Locomprendiótodo.
—Tengoquellevármelaestanoche—susurróElEspigador—.Tieneque ser esta noche, o vivirá para siempre. Iré a buscarla donde tú laencontraste.
Wissdespertósobresaltada.Estabaconfundida,lecostóunosinstantes
darsecuentadequeestabaenelasientotraserodeuncoche.Sihayaseguíainmersaenlalecturadeaquellosextrañospapeles.—EsuninformesobreLauraMárquez,señor—dijomientraspasaba
losfolios—.Estuvoingresadaenunpsiquiátrico.Alparecer laacusabandeendemoniada,eraagresiva…
—¡Estáloca!—gritóBlanca.La puerta del todoterreno de los agentes se abrió de golpe yWiss
saliógateandodelcoche.—No ha sido El Espigador, no ha sido él…—murmuró mientras
tratabadelevantarse.Angulo recorrió con la mirada el techo de la gasolinera. Había
colocadasvariascámarasdeseguridad.—Rodríguez,Gómez.Ayuden a la chica a levantarse, debe de estar
mareada.Usted—dijomirandoaBlanca—nosevaya.Vamosaecharunvistazoalascintasdeesascámaras,cabo.
Entraron en el establecimiento y se acercaron a los monitores deseguridad. Sihaya rebobinó las grabaciones. Wiss entró tambaleándoseapoyadaenRodríguez.Estabamásdespejada.
—¡HasidoLaDama,ellalosmató!—gritó.La agente pulsó el play. Angulo clavó los ojos en las pantallas.
Apareció, en temblorosas imágenes en blanco y negro, la zona desurtidores.Uncocheaparcabaalladodeunodeellos.Salíandelcocheuna
mujeryunniño.Luego,surgidadeningunaparte,aparecíaunajovendecabellolacioynegro,vestidadeblanco.Llevabauncuchillo,quehundíaunayotravezenelcuerpodelamujerydelniño.
SihayayelsargentoAngulocontemplabanlaescenaestupefactos.—Estamospersiguiendoalfantasmaequivocado,cabo.Pedro corría procurando no tropezar por el camino del río. La
mangueradelsoplete,quellevabacolgadoalaespalda,legolpeabaenlacadera.Esperabavolveraencontrarla.Queríadecirlequeloentendía,queacabaría con él. “Morirá con fuego”, había dicho LaDama. Ella sabríacómoencontrarlo.PensóenWiss.EsperabaqueSihayayAngulohubieranllegadoatiempo.Sihabíamuerto,lavengaría.
Llegóporfinalaprofundapozadelrío.Observó,sobresaltado,quehabíadossiluetasenelcentrodelviejopuenteromano.Comenzóacruzar,despacio,sobre lasviejaspiedras.LaDama…yaquelasesino.Unsudorfríolerecorriólaespaldacuandodescubrióaquellainconfundiblesilueta:elesqueletodelaguadaña.
—¡Fermín!—gritó.Elhorrendocadáverandantevolviósusrepugnantesojoshaciaél.—Eseyanoesminombre—murmuróconvozgrave—.Hevenidoa
llevármela.—¡Quémalo!—chillóLaDama—.Tienes…que…¡quemarlo!—¿A llevártela? —Pedro encendió con un mechero la llama del
soplete—¿Vasamatarlaotravez,comohacecincuentaaños?—Tú también lo habrías hecho. Lo que le hizo a mi familia fue
horrible—contestóElEspigador.—¡Túmatastea tu familia!—dijoPedroapuntandohaciael laboca
delsoplete.—Quémalo…—dijoLaDama.—Pedro,¡no!—dijoWiss.Elescritorsediolavuelta.Lachica,AnguloySihayaseacercabana
élporelpuente.—¡Wiss,estásviva!—Sí.Escúchame,Pedro.Élnoeselasesino. ¡Ella losmatóa todos,
entoncesytambiénahora!—¿Qué?Losdosguardiascivilesseleadelantaron,colocándoseentreélylos
espectros. Pedro observó que en la mano derecha de La Dama habíaaparecido un cuchillo. No era incorpóreo, como ella. Era real. Sólido.SihayayAngulolevantaronsuspistolas.
—Suelteelarma—ordenóAngulo.LaDamaseabalanzósobreellos.Sihayadisparóvariasveces,pero
las balas atravesaron el cuerpodel espectro sin producirle ningúndaño.Arremetió contra el sargento, que estabamás adelantado, y le acuchilló.Angulosedesplomóenelsuelo.Cuandosediolavueltaparaatacaralaagente, Pedro abrió la llave del soplete y dirigió el fuego hacia elfantasma,quequedóatrapadoentrelasllamas.
—¡Hoy es día de cosecha! —rugió El Espigador levantando laguadaña—.¡Ytú,vendrásconmigo!
Atravesó con la hoja el cuerpo de la fantasmagórica niña, quecomenzóatornarsecadavezmástranslúcido.Unterriblechillidorompióla quietud de la noche y, tras un potente fogonazo que iluminó todo elpuente,LaDamaseesfumó.
Sihaya se agachó junto a Angulo, comprimiéndole con lamano lasangranteheridaqueteníaenelpecho.
—Viviré,cabo,nosepreocupe.Elcielocomenzabaaclarear.Lanochetocabaasufin.ElEspigador
apoyó la guadaña sobre el hombro, ymiró hacia el horizonte, hacia latenueluzquepresagiabaelamanecerdeunnuevodía.
—Deboregresar,antesdequesalgaelsol—dijo—.Ellanovolveránuncamás.
Sealejócaminandohaciaelotroextremodelpuente.Wiss,Pedroylosagentesvieroncómosudelgadasiluetadesaparecíaentrelosárboles.
—Mepregunto—jadeóentredoloresAngulo—quévamosaponeren el informe, cabo. Pensaba que iba a ser una aburrida jornada decontrolesdealcoholemia.
—Mañanacuandosepongabiennosinventaremosalgo,sargento—contestóSihayaconunasonrisa.
WissabrazóaPedroporlacintura.—Lapróximanochequesalgamosmellevasalcine—dijomientras
apoyabalacabezasobresuhombro.Alamismahoraquelatardeanterior,Pedroentróenelcementerio.
Esavez las floresnoeranparasusabuelos.Tampoco traíaunramo, tan
solounarosa.Unarosaparaalguieninjustamenteolvidado.Seagachóydejólaflorsobrelaviejatumba,quevolvíaaestarcerrada.OjaláFermínpudieradescansartranquilo.OjaláElEspigadornotuvieraquevolverenmuchotiempo.
Sesacudiólatierradelpantalónyselevantó.Sumáquinadeescribirleesperaba:teníaunaideaparasunuevanovela.
ANTONIOJAVIERSANTIAGOREMACHA
NACIÓ enZaragoza en 1976, donde reside. Estudió hastaC.O.U. en elcolegio San Agustín de Zaragoza y posteriormente Administración yFinanzas en la Academia Izquierdo. En la actualidad trabaja comotraductordelinglésalcastellano.Esaficionadoalaliteraturadeterrorycienciaficción,aescucharheavymetalyalosjuegosdeordenador.
“Elcieloyelinfierno",ZoltánK.Bartha
LALLEGADADESHAGRATHSEoíauncánticoapagadoenaquelmalolientesubterráneo.Lasparedesolían a moho y estaba oscuro pero el cántico insinuaba una extrañasensacióndevida.Setratabadelapartemásprofundadeunaalcantarillaen la ciudad de Madrid. Había puertas cerradas que conducían ahabitacionesvacías.Enunadeellas sehallaba reunidaunaextraña turbavestidaconhábitonegroycapucha.Habíauncírculodevelascolocadasen el suelo rodeando unamesa enmedio de la habitación, sobre la quehabía un grimorio abierto. Una de las personas allí presentes, ManuelVivancos,alcaldedeMadrid,dijo:
—Ha llegado el momento. Todo está preparado para lamaterializacióndeShagrathenlaTierra.Cogedlosdiscos.
En un rincón reposaba una pila de compact discs. Uno de losmiembrosdelgrupoloscogióylospusosobrelamesa.ManuelVivancoscogióelgrimorioyelgruposiguióconsucánticohastaquefinalmentesequedaron en silencio. Vivancos pronunció unas palabras en un idiomaextrañoy,acontinuación,unresplandorprocedentedellibroseextendiópor la habitación, concentrándose en una bola de fuego que se posóencimade losdiscosyparecióatravesarlos.Unviento intensoapagólasvelasy el resplandor fuedisminuyendohastadesaparecerpor completo.Dijoelalcalde:
—Yasepuedenponeralaventa.Vamosaentregarlos.Julio Cavero, otra de las personas presentes, concejal del
ayuntamientodeMadrid,encendióunalinternaysacóunallavedesuhábito.Abrióconlallave
la puerta de la habitación, saliendo a continuación el grupo a unpasilloestrecho.Avanzaronunoscincuentametroshasta llegar aunaescalerillacorroídaporelóxido.Subierondeunoenunohastaundescampadoenlasafuerasdelaciudad.AllílesesperabaIsmaelAngulo,tambiénconcejaldelayuntamiento, que cogió los compactos sin decir nada y se marchó. Elgruposedisolviópocodespués.
Ismael Angulo condujo hasta El Corte Inglés. Allí se dirigió a lasección de música en la segunda planta. Tras hablar con un empleadocolocólosdiscosenunadelasestanteríasysemarchó.
Aldíasiguiente,variosadolescentesentraronenlaseccióndediscosdeElCorteInglés.Fueronhacialaseccióndemúsicaheavyyestuvieronunratomirandolosdiscos.Unodeellos,Pedro,cogióunLPdeRottingChrist,sugrupodeblackmetalfavorito.Noleafectabanlascríticasdesuspadres hacia dichamúsica, a la que consideraban ruido con un cantanteque más que cantar rugía. Le gustaba la energía y visceralidad queemanabadeaquellosdiscos.Asugrupodeamigostambiénlesgustabaysolían ir juntos a conciertos. Los demás chicos cogieron otros compactdiscsdelmismoestilo.Pagaron,y,trashablarunrato,sedespidieron.
Pedro estaba deseoso de escuchar el disco y comprobar si era tan
buenocomoel anteriorquehabían sacado losRottingChrist.Empezóaescucharlaprimeracanción.Alpocotiemposintióunligeromareo,peronolediomayorimportancia.Loqueleextrañófuequelamúsicaparecíadistorsionada.Pedropodíaoírunavozsuperponiéndosealadelcantanteyelsonidoproducíaunecoensucerebro.Lavozsuperpuestahablabaenunidiomaextrañoeincomprensible,peroalpocoratoempezóaformarunmensaje coherente en la mente de Pedro: “mata, mata”. Sintió que semareabacadavezmásyalmismotiempounaextrañaagresividad.Lavozse oía cada vez más fuerte y, conforme aumentaba su volumen, sentíaganas de apalear a alguien, al principio; luego, de coger unmartillo ydestrozarleaalguienelcráneoamartillazos.Apagólamúsicaytratódeserenarse.Aquelloeramuyextraño.Pensóquequizáhabíaunfalloenlagrabación.Peroesonoexplicabalaagresividadquehabíasentido.CogióelCDparamirarsusuperficieycomprobarquenoestabarayada.Eldiscoestabaimpecable.Pedronolediomásvueltasalasunto.Sepusoaestudiarunrato;loescucharíaenotromomento.
Al día siguiente, después de volver de la facultad, comenzó aescuchar a los Rotting Christ. Ocurrió exactamente igual que el díaanterior,perolavozseoíaaúnmásfuerte.Pedronopudocontrolarseyobedeciendoelmandatodelavozfuealacocinaycogióuncuchillo.Supadreestabaapuntodellegar.Enuninstantedelucidezsediocuentadelalocuraque ibaacometerydejóel cuchillo.Fuea sucuartoyagarró lacajadelCD.Empezóaestudiarladearribaabajo.Noencontrónadararo.Pensóentirarloalabasuraperoalfinaldecidiónohacerlo.Enlugardeeso, se puso a escucharlo.No sabíamuybienporqué, habíauna fuerzaquetirabadeél.Lamúsicaempezóasonar,atronadora,yPedroescuchó
lavozcadavezmásfuerte:“¡Mata,mata,mata!”.Nosepudocontrolary,sin saber lo que hacía, fue a la cocina y volvió a coger el cuchillo. Sedispusoaesperarasupadre,quenotardómásdediezminutosenllegar.Nadamásabrirlapuerta,recibióunacuchilladaenelvientre.Mientrassupadresedesangrabaenelsuelo,Pedrooyóunavozqueledecía:“mátate”.Sin poder controlar sus impulsos, dirigió el cuchillo hacia su cuello ypresionóhastaquelapuntasalióporsunuca.
LamadredePedroencontróasumaridoyasuhijomuertosmediahoradespués.Presadeunataquedehisteria, avisóa losvecinosyestosllamaronalapolicía.
Dosdíasdespuésde lasmuertesseguíasinhaberpistassobreaquelcrimen. El inspector González, encargado del caso, decidió visitar eldomicilio de Pedro para ver si conseguía alguna pista. Le llamó laatención la gran cantidad de discos de heavy metal que había en lahabitación.Estuvofijándoseenlasportadas:muchasmostrabanrostrosdedemoniosysimbologíasatánica.Habíaunoqueestabaencimadelamesay el inspector le echó un vistazo. Era de Rotting Christ. Lo puso en elreproductordeCD.Lamúsicaleparecióatronadoraylavozdelcantanteeraunaespeciederugidogutural.Alpocodeempezaraescuchareldisconotó cómo una voz le hablaba y le decía: “mata, mata”. Le costóverdaderos esfuerzos no sacar la pistola y ponerse a disparar desde laventana de la casa. Finalmente, apagó el reproductor y semarchó de lavivienda.
Yaensucasa,el inspectorGonzálezsepusoa reflexionar sobre loque le había ocurrido. Decidió no contárselo a nadie, creyó que letomaríanpor loco.Detodasformas, lepareciócuriosohaberescuchadounmensajequeimpulsabaamatarenunacasadonderecientementehabíaocurrido un asesinato y un suicidio. Decidió buscar más informaciónsobreaquelgrupodemúsica,RottingChrist.MiróenInternetyseenteródequeeltipodemúsicaquehacíanerablackmetal,unavariantedelheavymetalcaracterizadaporsusletrassatánicasyanticristianas.
Aldíasiguiente,enlacomisaríaseenteródequehabíahabidootrocrimen parecido cometido por otro adolescente. Había matado a suhermanoysehabíasuicidado.EraamigodePedro.ElinspectorGonzálezdecidió interrogara lasfamiliasde losdoschicos.Descubrióque teníanencomúnsuaficiónalblackmetal.EncasadelamigodePedropidióqueledejasenversuhabitación.AllípudoverunCDapartadodelosdemás.
Lo cogió y por la portada se dio cuenta de que era otro disco deblackmetal. El compacto no estaba dentro de la caja. Lo encontró dentro delreproductor de música. Sin duda era lo último que había escuchado elamigo de Pedro antes de morir. Accionó el Play y empezó a sonar lamúsica estruendosa tan característica. El inspector González volvió aescucharlavozqueleordenabamatareinmediatamenteloparó.
Allí había algo extraño. Las voces que había oído no habían sidoimaginaciones suyas. Buscó por la habitación y encontró el tique decompra.Almenossabíadóndehabíasidocomprado.SedirigióaElCorteInglésyfuealaseccióndediscos.Pidióhablarconelencargado.Nosacónada en claro de la conversación con él. Después pensó en escucharalgunode losdiscosdeblackmetal que había en las estanterías.Dos deellosteníanaquellavozsuperpuestaalamúsica.Decidiócomprarlosparapoder estudiarlos a fondo y ver qué causaba aquella voz. Además, leparecióprudenteretirarlosteniendoencuentalosacontecimientos.
En la comisaría los hizo analizar sin que los analistas de sonidoencontraran nada anormal. Aparentemente, la voz que ordenaba matarsoloexistíaenlamentedelqueloescuchaba.LosanalistasconfirmaronalinspectorGonzálezquetambiénhabíanoídolavozylehicieronpreguntassobre el tema pero González prefirió no contarles nada y se fue a sudespacho.Mientrassetomabauncafé,sepusoareflexionarsobreelcaso:la única pista sobre aquellos crímenes eran aquellos CD y las extrañasvoces.Senegabaacreerqueporelhechodeescucharaquellaspalabras,Pedro y su amigo hubieran cometido los asesinatos pero él habíaexperimentado las mismas ganas de matar que habían sentido ellos. Lainvestigaciónestabaenunpuntomuerto.
Decidió consultar a un vidente que había colaborado algunas veces
conlapolicía.Fueasucasayleexplicóelcaso.Elvidentelepreguntó:—¿Puedoescucharlosdiscos?—Porsupuesto—respondióGonzález.Despuésdeescucharlos,dijo:—Estoesmuyextraño.Hayunavozquenopertenecealagrabación
queordenamatar.Podríaserelespíritudeundifuntooalgopeor.Voyaconsultarvarioslibrosantesdepoderledarunarespuesta.
Devueltaencasa,Gonzálezempezóadarlevueltasalcasoypensó
enloquelehabíadichoelvidente.¿Aquésereferíacon“algopeor”?Locierto es que en comisaría le exigirían resultados y lo único que podíadecireraqueunosdiscosdemúsicahabíanordenadocometerasesinatos.Eraridículo,peroéltambiénhabíaoídoaquellavoz.Sujefe,elcomisarioMartínez,debíaescuchartambiénlosdiscos.
Aldíasiguiente,encomisaríaentróeneldespachodelcomisarioyledijo:
—Buenos días, comisario. He encontrado algo que puede tenerrelación con el caso que estoy investigando. Tiene que escuchar estosdiscos.Eslaúnicapista.
Fueronallaboratorio.Alcabodeunminutoelcomisariolepidióqueapagaraelaparato.Martínezsequedómuyimpresionado.Aquellavozlehabía hecho experimentar una agresividad como nunca en su vida.Gonzálezleexplicódedóndehabíansalidolosdosdiscosylehablódesuvisitaalvidente.Elcomisarioleinstóaquevolvieraaponerseencontactoconél.
Denuevoencasadelvidente,esteledijo:—Nohellegadoaningunaconclusióntodavía.Podríaserlavozdel
espíritudeundifuntooperteneceraundemonio.Yaledijequepodríaseralgopeor.Alguienpodríahaberhechomedianteunmaleficioquelavozdeundemonioquedara ligadaaestosdiscos.Loquenoentiendoesporqué ordena matar. Necesito más tiempo. Unos conocidos míos tienenlibrossobresatanismoybrujeríaquenecesitoconsultar.Ahípodríaestarlaclave.
QuedaronenverseunosdíasdespuésyGonzálezvolvióacomisaría.Se enteró de que se había producido otro crimen: un adolescente habíamatado a sus padres y a suhermana conun cuchillo y después se habíasuicidado. Investigandosihabía relacióncon losotroscrímenes, resultóqueelchicoeraamigodePedro.Ensucasatambiénencontrarondiscosde blackmetal. El inspector estuvo escuchándolos hasta que oyó la vozqueordenabamatarenunodeellos.
Decidido a sabermás de aquel estilo demúsica, buscó en Internet:voz gutural, ritmos veloces de batería, guitarras rápidas y atmósferaoscura,letrasporlogeneralsatánicas,muñequerasycinturonesdecueroconclavosycrucesinvertidas.Esoeraelblackmetal.
Todo aquello no explicaba por qué los tres muchachos habían
cometido los crímenes.El inspector se negaba a creer que la voz de undemoniosehubieracoladoenundiscoyordenasematar,peroeralaúnicapistadequedisponía.
Alpocorato, le llamóelcomisarioMartínezasudespacho.Este ledijo:
—Estose tienequeacabar.Pona todos tushombresa trabajar.Queinvestiguenalascompañíasquevendenesosdiscos,lasamistadesdeesoschicos, que busquen información sobre demonología, que vuelvan ainterrogar a las familias, lo que sea, pero que consigan alguna pista.Vuelve a interrogar a ese vidente. Tres crímenes cometidos poradolescentesenunasemanaesdemasiado.
—El videnteme ha dicho que necesita varios díasmás para seguirbuscandopistas—dijoGonzález—.Encuantoamishombreslesapretarélos tornillos, pero dudo que encontremos algo. Este es un caso muyextraño,ynotenemosmóvil.
—Necesitamosalgunapistacuantoantes—dijoelcomisario—.¿Ysise producen más asesinatos? De momento hemos podido evitar a laprensa,peronoséporcuántotiempomásloconseguiremos.
González se marchó a su despacho y siguió buscando en Internetsobre sectas satánicas y demonios pero no encontró nada que pudierarelacionarse con el caso. Estaban a ciegas. Pensó en aquella voz queinstabaamatar.¿Aquiénpertenecería?
Al día siguiente reunió a sus hombres y preguntó a los que habíaninterrogadoalasfamiliassihabíanobtenidoalgunapista.Estosnoteníannadanuevo:laspersonasalasquehabíanpreguntadonoseexplicabanelcomportamiento de los chicos y no había ningún motivo para aquellosasesinatosysuicidios.Porotrolado,losagentesquehabíanhabladoconlos amigos de los chicos tampoco habían conseguido ningunainformación. En cuanto al grupo de policías que habían estadoinvestigandosobredemonología,habíanaveriguadoqueenocasioneslosdemoniospodíandarórdenesaloshumanosmediantelapalabraperoeralaprimeravezquelohacíandeaquelmodo.Porúltimo,loshombresquehabían investigado a las compañías discográficas tampoco habíanencontradonadainteresante.
Gonzáleztuvoentonceslaideadeentrevistarseconlosmiembrosdealguno de los grupos musicales en cuyos discos aparecía aquella voz.QuisoempezarporRottingChrist.Seenteródequeestabandegirapor
Franciaydecidióviajarhastaallí.Elcomisarioleshizollegarunmensajepidiéndolesunaentrevistayellosaceptaron.
GonzálezviajóhastaParís.Una vez en el hotel, mediante un intérprete, González empezó la
entrevistaconelgrupodeascendenciagriega.—Supongo que ya os han contado por qué estoy aquí —dijo el
inspector.—Sí, ya sabemos loquehaocurrido—dijo el vocalistay líderdel
grupo,unhombrebarbudoderostroserio—.Debodecirlequenosotrosnotenemosnadaqueverconello.Nosotrossolohacemosmúsica.
—Peropareceserqueunchicomatóasupadreysesuicidódespuésdeescucharvuestroúltimodisco—dijoelinspectorGonzález.
—¿Ypretendeecharnos laculpaporello?—dijoSakis,elvocalista—.Nadiemataaotrapersonaysesuicidaporescucharunacanción.
—Eso está claro —dijo el inspector—. El problema es que en sudisco había algo extraño: una voz que no se correspondía con lagrabaciónoriginalyordenabamatar.Yomismoloheexperimentadoyhetenidoquecontenermeparanoliarmeatiros.
—Eso es ridículo —dijo Sakis—. Nosotros no hemos grabadoningunavozqueordenematar.
—Yesavoznosoloapareceensudisco—dijoGonzález—.Haymásdiscos de blackmetal en los que se puede escuchar. Ha habido ya trescrímenesyseguimossinpistas.
—¿Puedoescuchareldisco?—pidióSakis.—Porsupuesto—contestóGonzález.Todos pudieron escuchar aquella voz, cada uno en su lengua natal.
Sakisaseguróquenolahabíangrabadoellos.—Noséaquiénpuedepertenecerestavoz—dijoSakis—.Loúnico
quepuedohacerporustedespresentarleaunmonjedelaIglesiaortodoxaamigo demi familia experto en temas sobrenaturales, el padreAnatole.Puedo llamarle por teléfono y concertarle una cita con usted. Vive enGrecia.
González se despidió del grupo. Al día siguiente volvió a España.CogióunaviónparaGrecia.
UnavezenAtenas,tomóuntrenhaciaunpequeñopuebloydesdeallí
caminó unos dos kilómetros hacia el monasterio donde vivía el padreAnatole.
Enelmonasterioloaguardabaunmonjequelocondujoaunaceldadonde se encontraba el padre Anatole. Este era un hombre pequeño ymenudodeunossetentaañosquelorecibióconunasonrisaenunmásqueaceptablecastellano.Concluidaslaspresentaciones,elinspectorGonzálezleexpusoelcaso.ElpadreAnatoleleescuchóconseriedadyledijo:
—Esuncasomuyextraño.Podríatratarsedelavozdeundemonio,como le dijo el vidente. Lomejor será que le acompañe en su vuelta aEspaña y trate de averiguar de qué se trata. Tengo mucha experienciacomoexorcistayenlucharcontralosdemonios.
—Está bien—dijo el inspector—. Creo que toda ayuda es poca enestecaso.Estamosaciegasy lavozde losdiscoses laúnicapistade laquedisponemos.LeesperopasadomañanaenelaeropuertodeAtenasalasonce.
EldíaseñaladopartieronparaEspañaelpadreAnatoleyelinspectorGonzález.Alllegaralaeropuerto,GonzálezledijoalpadreAnatole:
—Se hospedará usted en mi casa. Tengo una habitación vacía quepuedeocupar.
ElpadreAnatoleestuvodeacuerdoypasaronporcasadeGonzálezpara dejar su equipaje.Después fueron a comisaría.Allí les esperaba elcomisario, quien recibió con el ceño fruncido las noticias sobre laentrevistaconlosRottingChrist.
—Porloqueveonohasaveriguadonadanuevo—ledijoalinspectorGonzález—.Todoloquetenemosesunancianoqueaseguraserexorcista.
—Lapistadelasvocesesloúnicoquetenemos—dijoelinspector—.Quizáéllogreencontrarunaexplicaciónaestemisterio.Ustedmismohaescuchadoesavozytienequereconocerqueesalgofueradelonormal,puedequeinclusosobrenatural.
—Está bien, haz lo que creas necesario. Por cierto, acuérdate dehablar con esevidente al que consultaste sobre el caso.Puedeque tenganoticiasnuevas.
Gonzálezfueacasadelvidenteyesteleexplicóqueciertosobjetospodían quedar bajo la influencia de un demonio después de realizar unmaleficio que los vinculara a dicho demonio. Este debía de ser el caso.Para hacerlo se necesitaba un grimorio, que era el que hacía posibleinvocaraldemonio.Existíanalrededordequincegrimoriosenelmundo
que permitían hacerlo. Lo que no estaba claro era por qué la voz deldemonioincitabaamatar.
—¿Quién puede haber realizado el maleficio? —preguntó elinspector.
—Es probable que se trate de una secta satánica —respondió elvidente—.Peronosabemosconquépropósito lohicieron.¿Quésentidotienequetodoelqueescucheeldiscomateaalguien?
González y el vidente acordaron que mantendría informado alinspector.
El inspector volvió a su casa rumiando sobre aquel caso tan pococomún.Laculpadeaquellosasesinatoseradeunasectasatánica.Detodasformas,noestabamáscercadeencontrarunmóvilparaloscrímenesquealprincipio.
EnsucasaencontróalpadreAnatole rezando.González lecontóalmonjeloquehabíaaveriguadoyesteledijo:
—Los crímenes podrían ser parte del ritual de invocación de undemonio.¿Podríaverlosdiscos,porfavor?
El inspector se los entregó y el padreAnatole estuvo un buen ratoobservándolos.Acontinuaciónpreguntó:
—¿Podríaescucharlos?González puso uno de ellos. La música atronó en la habitación y
pudieron escuchar aquella voz que les urgía a matar. El inspectorGonzálezapagódeinmediatoelreproductorypreguntóalmonje:
—¿Cuálessuopinión?ElpadreAnatolerespondió:—Está claro que no se trata de una voz humana.He participado en
muchosexorcismosyséreconocerlavozdeundemonio.Encuantoalaordendematar,quizáloquepretendeesasectaesinvocaraundemonioyqueestesepresenteenformacorpórea.Ciertosdemoniosnecesitanquesemateensunombreaunnúmerodeterminadodevíctimasparaquepuedanmaterializarse.Siesteeselcasopuedoasegurarlequehabrámásvíctimas.
—¿Pero por qué grabar la voz precisamente en un disco de blackmetal?—preguntóelinspector.
—Estamúsicaaumentalapotenciadelaspalabrasqueincitanamatar,haciéndolas prácticamente irresistibles para el que las escucha. Es elsoportemásadecuadoparagrabarlavozquehemosescuchado.
—¿Yquésugierequehagamos?—preguntóGonzález.
—Tendríamosqueencontraraesasectaytratardeencontrarelrestode discos que tengan grabada la voz. Lo segundo me temo que esprácticamente imposible, por loquedeberíamos centrarnos endetener alosmiembrosdelasecta.
—¿Pordóndecreeustedquedeberíamosempezarabuscar?—Quizá ese vidente que colabora con usted nos pueda dar alguna
pista.YovoyairalasdosiglesiasortodoxasqueexistenenMadridparaversialgúnsacerdoteestámejorinformadoqueyosobresectassatánicasenEspaña.
González le preguntó al padreAnatole si podía acompañarle y estenopusoningunaobjeción.
Laprimera iglesiaa laquefueroneraunapequeñaconstruccióndeparedesblancasrodeadadeunhuertecillo.Viendoaquellosehacíadifícilpensar en sectas satánicasydemonios.Encontraronaun sacerdote en elhuerto.ElpadreAnatolesepresentóyleexpusoelmotivodesuvisita.Elsacerdoteleshizoentrarenlaiglesiaylespresentóaotrosacerdote,quedijonosabernadadeltema.
Fueron a la iglesia de Santa María, que resultó ser bastante másgrandequelaprimera.Allítuvieronmássuerte;unodelossacerdotes,elpadre Nikolai, era un estudioso de la materia. Les explicó que habíaalrededordeunadocenadedemoniosquepodíanmaterializarsemedianteaquelloscrímenesylesprometióqueinvestigaríaylesdaríaelnombredelasectaqueestabadetrásdetodoaquello.
Esemismodíasereuníaenlasalcantarillasungrupoataviadoconun
hábito negro. Caminaron hasta llegar a una puerta y entraron en unahabitación.AllíencimadeunamesareposabanvariosCD.Unodelosallícongregadossacóelgrimoriodeunamochilaytodosempezaronacantaren voz baja. El que llevaba el grimorio lo abrió y pronunció unaspalabras. Al momento la habitación se iluminó con un resplandorprocedentedel libro,que,comoenlaocasiónanterior,se transformóenunaboladefuegoqueatravesólosdiscossinquemarlos.
Lapersonaqueportabaellibrodijo:—Hahabidoyauntotaldeochomuertos.Todavíaquedansietemás
paraqueShagrathsepuedamaterializar.SupongoqueconestosCDhabrásuficiente.
Otrodelospresentesdijo:
—Habrá que ir con cuidado. Ten en cuenta que la policía estáinvestigando.
Elquellevabaellibrorespondió:—No te preocupes por eso. Jamás nos encontrarán antes de que
logremosconvocaraShagrath.Elgruposaliódelahabitaciónyavanzóporlasalcantarillas,haciala
oscuridaddelanoche.Allílesesperabaalguienquecogiólosdiscosysemarchó.Esealguien,alasnuevedelamañanadeldíasiguiente,condujohastaelCarrefourysedirigióa laseccióndediscos.Trashablarconelencargado,colocóloscompactosenlasestanteríasysefue.
A la misma hora González estaba en la comisaría contándole al
comisariosusavancesenelcaso.Estesemostróescépticoperoleanimóaseguirintentándolo.ElinspectorllamóporteléfonoalvidenteylecontóloquehabíaaveriguadopormediodelpadreAnatole.Elvidenteseexcusópor no haber encontrado nada todavía y le prometió que seguiríaindagandosobrelassectassatánicasenEspaña.
Alllegarasucasa,GonzálezencontróalpadreAnatoleconaspectoasustado.Estelecontóquedurantelanochehabíatenidopesadillasconunserdefuegodeaspectoamenazante.
—Es el demonio al que perseguimos—dijo el monje—. Sabe quevoytrasélymeestáamenazando.
—La verdad es que me resulta difícil creer en estas cosas —lerespondióelinspector—.Sinofueraporqueyotambiénheescuchadoesavozseríatotalmenteescéptico.
—Se trata de algo real —dijo el padre Anatole—. Desde laantigüedadsehanpracticadomilesdeexorcismos.Losdemoniosexistenyesavozesunaprueba,comoustedmismoreconoce.
—¿Y ahora qué hacemos?—preguntóGonzález—.Ni el vidente alqueheconsultadoniesesacerdoteortodoxohandadoseñalesdevida.
—De momento, yo voy a hacer lo único que puedo en estascircunstancias: rezar —le respondió Anatole—. Usted debería hacer lomismo.
González fingió que rezaba. En aquel caso había un elementosobrenatural, pero a su agnósticamente le costaba creer que rezando sepudieraacabarconaqueldemonio.
AldíasiguienteporlatardelesllamóporteléfonoelpadreNikolai.
Lesdijoque tenía algunosnombresde sectasyquedaronenverse en laiglesiaortodoxadondelohabíanconocido.Unavezallí,elsacerdotelesenseñóvarioslibrosydiversadocumentación.
—Existenvariassectasquealolargodelahistoriahanperseguidolamaterialización de demonios —les dijo el sacerdote—. En estosdocumentosfiguranalrededordeveinte.Lamayoríaestándisueltasperoaúnquedancincoquesiguenpersistiendoensupropósito.Se tratade:elTemplo deSeth, losHijos deBorknagar, laHermandadDimmuBorgir,losDiscípulosdeShagrath,y laOrdendeGorgoroth.Deestospodemosdescartar a la Hermandad Dimmu Borgir, ya que sus miembros estánúnicamenteenNoruegaynotienensedesenEspaña.Lasotrascuatrosí.
ElinspectorGonzálezlepreguntóalsacerdote:—¿Sabe usted dónde podemos encontrar a los miembros de estas
sectas?—Es difícil contactar con ellos, ya que son organizaciones que se
escondentantocomopueden.Suelenreunirseensitioscomocementeriosyalcantarillas.PerolespuedopresentaraunexmiembrodelosHijosdeBorknagar que ahora pertenece a mi iglesia. Él les puede dar másinformaciónsobreestassectas.Venganmañanaporlamañana.
Semarcharon y el inspector volvió a comisaría a informar de susprogresosenelcaso.EncontróalcomisarioMartínezensudespachoconcaraseria.Esteledijo:
—Hahabidootrocrimenperpetradoporunadolescente.Unchicohamatadoa suspadresy seha suicidado.Tambiénera aficionadoalheavymetal.Estoestáalcanzandoproporcionesapocalípticas.Cuéntamequéhasaveriguado.
GonzálezlecontóloquehabíahabladoconelpadreNikolaiehizohincapié en que al día siguiente vería a un ex miembro de una sectasatánicaquelespodríainformaryencaminarsuspasos.
—Está bien—dijo el comisario—. Pero quiero resultados lo antesposible.Vanyaoncemuertosendossemanas.
AlasoncedelamañanadeldíasiguienteelinspectorGonzálezyelpadreAnatoleentraronen la iglesiadeSantaMaría.Allí lesesperabaelpadreNikolai.Estelescondujoalinteriordelasacristía,dondehabíaunhombresentadodeespaldas.
—Puedenhablarconélperonoverle lacara—dijoelsacerdote—.Tienemiedoderepresalias.Ahoralesdejoparaquehablenasolas.
ElpadreAnatolepreguntó:—¿Cómo podemos encontrar a la secta que está detrás de estos
crímenes?—El padreNikolai ya les ha dicho que tiene que ser una de cuatro
sectasposibles—dijoelhombre—.Prácticamentesepuededescartaralasecta donde estuve yo, losHijos deBorknagar, ya que ahora se limitansolo a las misas negras. De las tres restantes, sé que la Orden deGorgoroth y el Templo de Seth continúan intentándolo pero les falta ellibrodehechizosnecesarioparainvocaralosdemonios.SolonosquedanlosDiscípulos de Shagrath.De estos desconozco si han conseguido esegrimorioolibrodehechizos,aunqueesdesuponerquesíenvistadelascircunstancias.
—HáblenosdelosDiscípulosdeShagrath—pidióelpadreAnatole.—Se trata de la secta más peligrosa de las cuatro —contestó el
hombre—.SupropósitoeslamaterializaciónenlatierradeShagrath,unpoderoso demonio. Se reúnen en las alcantarillas de las ciudades.Desconozco los nombres de sus miembros pero sé que son gentepoderosa.
—Háblenosdeesegrimorio—dijoelinspectorGonzález.—SetratadelLibrodeBehemoth.Soloexistencincoejemplaresenel
mundo. Por lo visto, los Discípulos de Shagrath lo han utilizado parahechizarvariosCD.Hayquedestruirlosisequiereromperelhechizoqueafectaalosdiscos.
—¿Y dónde podemos encontrar a esos Discípulos de Shagrath?—preguntóelinspectorGonzález.
—Comoleshedicho,sereúnenenlasalcantarillas,eneltramoqueestácercadelcolectornúmero7.Suelen reunirse losmiércoles,apartirde las doce de la noche para realizar sus ceremonias. Pero tienen quedetenerlosantesdequehayaquincevíctimasdeestoscrímenes,yaqueeseeselnúmeroquenecesitaShagrathparaadquirirformacorpórea.
—Hoyestamosasábado—dijoelinspector—.Todavíafaltancuatrodíasparaquesereúnan.Enesetiempopuedehabermásvíctimas.
—Tenemos que investigar esas alcantarillas ya —dijo el padreAnatole—.Nopodemosesperaralmiércoles.
—Debemos ir hoy mismo —coincidió el inspector—. Pasaré porcomisaría y me llevaré a un par de hombres para que vengan connosotros.
Abandonaronlaiglesia,trasdespedirsedelpadreNikolaiyfueronacomisaría,dondeGonzálezlecontólasnovedadesalcomisarioMartínez.
—Deacuerdo—dijoelcomisario—.Registradesaalcantarilla.Peroidconcuidado,esagenteespeligrosaypuedequeesténarmados.
—Descuide—dijoel inspector—.Sabemosquesoloacudenallí losmiércoles.Nohayriesgodeencontrárnoslos.
Elinspector, losdospolicíasyelpadreAnatolesedirigieronenuncochepatrullaal tramodealcantarillaquehabíaindicadoelexmiembrodelasecta.Dejaronelcocheenundescampadoylevantaronunatapadealcantarillaqueestabacercadedondehabíandejadoelcoche.Desdeallíbajaron a un túnel húmedo, maloliente y oscuro. Fueron avanzando yentrandoentodaslashabitacionesvacíasqueencontraron.
—Joder, qué peste —dijo uno de los policías—. ¿Qué estamosbuscandoexactamente?
—Cualquiercosaquese salgade lonormal—contestóel inspector—.Estamosdetrásdeunasectasatánica.Tenedlosojosbienabiertos.
Llegaronaunapuertaqueestabacerradaconllave.—Seguramenteseráaquídondesereúnen—dijoelinspector—.Voya
usar una ganzúa para abrir la puerta. Si la echamos abajo sabrán quehemosestadoaquí.
Tras varios intentos consiguió abrir la puerta. Dentro encontraronúnicamente una mesa vacía. El inspector colocó varios dispositivos deescuchaparacaptarconversacionesysemarcharondeallí.
—Bueno,hemoshechotodoloquehemospodido—dijoelinspector—.No hemos encontrado nada. Elmiércoles los detendremos.Mientrastanto,podemosescucharsusconversacionesencasodequevenganantesdelmiércoles.
Esa noche, el inspector tuvo una pesadilla en la que una serpienteenormeleatacaba.Conuncuchillolacortabaentrozosperocadatrozosetransformabaenunaserpientemáspequeñaquepersistíaensuataque.Alfinaldelsueñomoríaacausadelvenenodelasserpientes.
AlcontarleelsueñoalpadreAnatole,esteledijoquesetratabadeunaviso de Shagrath: quería indicarle que por mucho que luchasen élterminaríavenciendo.
—Llevamos ya once muertos —dijo el padre Anatole—. FaltancuatromásparaqueShagrathsematerialice.
—¿Quépasaríasiesedemoniollegaseamaterializarse?—preguntó
elinspector.—La secta tendría un poder casi infinito —respondió el padre
Anatole—. Hay que evitarlo a toda costa. Debemos encontrar a losmiembrosdelasectaydestruirelLibrodeBehemoth.
—El problema es que no podemos acusarles de nada —dijo elinspector—.Loscrímenesnoloshancometidoellos.Esomedaunarabiaterrible.
—Tieneustedrazón—dijoelmonje—.Sehancubiertomuybienlasespaldas.Esimposibledemostrarquelosasesinatossehanproducidoporiniciativasuya.PeroahoratenemosquedetenerlosantesdequeShagrathsepuedahacercorpóreo.
—Nopodemoshacermuchomás—dijoelinspectorGonzález—.Encomisaríaestánpermanentementeescuchandoatravésdelosdispositivosqueyocoloquéymeavisaránsioyenalgo.
—Nopodemos esperar almiércoles sin hacer nada—dijo el padreAnatole—.Demomento,lomejoresqueacudamosacomisaríaparaversihaynovedades.
Elinspectorsemostródeacuerdoysedirigieronalacomisaría.Allílesdijeronquenohabíanescuchadonadaylesdieronunamalanoticia:unchicohabíamatado a su padre y se había suicidado.Comoen los casosanteriores,elchicoeraaficionadoalblackmetal.
—FaltandosvíctimasmásparaqueShagrathsematerialice—dijoelpadreAnatole—. Tenemos que actuar ya. Lo cierto es que tenemos quedarnosprisa.
Enesemomentoentróenlahabitaciónelcomisarioparadecirlesquehabíanescuchadounaconversaciónentredosdelosmiembrosdelasecta.Iban a reunirse ese mismo día a las once de la noche en una sesiónespecial.
—Tenemosqueir,detenerlosydestruirelLibrodeBehemoth—dijoelpadreAnatole.
—Muybien—dijoelinspector—.Voyareuniraungrupodeagentesyvamosairjuntosaesasalcantarillas.
—YollevaréunalatadegasolinaparaquemarellibrodeBehemoth—dijoelpadreAnatole.
Alasdiezymediadelanochetrescochesdepolicíasedirigieronal
descampado desde el que se accedía al colector número 7 de las
alcantarillas.EntotalibandocepolicíasademásdelinspectorGonzálezyelpadreAnatole.
Seescondieronenunapequeñaelevacióndelterrenoesperandoaquellegaranlosmiembrosdelasecta.
A esa misma hora, en el Distrito Centro, un chico llamado Juanacababa de poner un disco de Marduk, su grupo black metal favorito.Empezó a escuchar voces que le ordenaban quematase. Estaba solo encasa con su hermana. En ese momento cogió un martillo. Trató deresistirse al impulso de las voces. Así transcurrieron diez minutos.Mientrastanto,losmiembrosdelasectaestabanllegandoaldescampado.Los policías salieron de su escondite y los detuvieron, llevándose unagransorpresaalveralalcaldeylosconcejales.
En ese instante, Juan no pudo controlarse más y le asestó unmartillazoasuhermana.
ElpadreAnatolesepusoacachearacadaunodelosmiembrosdelasectaenbuscadelLibrodeBehemoth.Porfin,loencontró,lorociócongasolinayleprendiófuego.
Para entonces la hermana de Juan ya estabamuerta amartillazos yesteacababadesaltarporlaventana.
ElpadreAnatoleyelinspector,juntocondosagentes,entraronenlasalcantarillas para inspeccionar el escondite de la secta y ver si podíanencontrar pruebas que incriminasen a los Discípulos de Shagrath.Avanzabanpor losmalolientescorredorescuandoescucharonun rugidoaterradorprocedentedelomásprofundodelaalcantarilla.Algograndeydecontornosborrosossedirigióhaciaellosemitiendounasiniestrarisaburlona.
BLANCALIBIAHERRERACHAVESCOLOMBIANO-ESPAÑOLA, 1963. Toro (Valle del Cauca). LicenciadaenEconómicas.VivoenZaragoza.MiembrodelaAAE,deNocteyasiduaimpenitentedelaTertuliaTribbles.
Revisora profesional, junto a Fermín, Mimomito, dueño del otro
cincuentaporcientodemicamaydemiamor.Ganadora concurso poesía “Benjamín Saldarriaga”, U. Católica,
1982.‘Mejorescritora’,“Lanochedelosmejores”,Toro(ValledelCauca,
1998).Librospublicados:AntologíasEscritoresrisaraldenses1a4Transparencias,1991Deamoresydesilencios,1996Poemasescritosmientraselperroduerme,2000Silencios… vestidos de noche… fiesta… amor… y lentejuela, 2007
(Tusitala)Versos sin bandera, 2009, Antología Poética colombo-española
(Tusitala)Relatos:“Vacíoysilencioso”(2007,revistaSABLE6)
“Elniñodealashúmedas”(2009,revistaSABLE7)“Il bambino dalle ali umide” (Antología italiana Incubo, Tusitala,
2009)“El hombre de octubre” (Especial Zaragoza negra, Calabazas en el
Trastero,SacodeHuesos,2011)“Lamaisonaveclalumière”(Infini,2011)
Colombiana irresoluta. Española de corazón y de recién estrenadanacionalidad. Madre “mamá gallina”. Abuela consentidora. EnamoradairredentadeyenEspaña.Detractoramanifiestadelruidoylascucarachas.Moradora de un azul insoportablemente soñador e intenso.Hacedora deversoscuandolatardeparemariposastristes.Hiloahoraabecedariosquepretendentejercuentos,mientrasélmeinstaacontinuar.Siempre,yparasiempre con una mochila vacía para llenarla de sueños de colores yfantasíasinconfesas.Yconalgopordecirocontradecir.
“Claustrofobia”,ZoltánK.Bartha
SALADETERAPIA
Abhominequaesiviquisesset.ESTABAcansadodeirdeunladoaotrodandotumbos,sinsaberquiénera, era la cuartavezendosmesesque le sucedíayya las fuerzas se leestabanagotando.
Mauricio despertó en el rincón oscuro de lo que parecía unabuhardilla. Tenía las manos ensangrentadas y las piernas le dolían almenormovimiento,elhilodeluzquesecolabaatravésdelapuertaydela pequeña ventana apenas si le permitía tener una visiónmás omenosaproximada del lugar en el que se hallaba. Intentó erguirse desde suposicióndecuclillas,peroentoncessepercatódelaheridaqueteníaenlapiernaizquierdaydelacantidaddesangrequemanaba,yporlaintensidaddeldolorsupoqueestabafracturada.Paraintentardetenerlahemorragia,rasgó la otra pierna del pantalón y apretó con fuerza hasta quedarexhaustoporelesfuerzo.Ysedesmayó.
Nohabíapasadomediahoradesdequesehizoeltorniqueteyperdióel conocimiento, cuando Mauricio hubo de despertarse sobresaltado ypresadelamásabsolutaestupefacción.Unruidodecristalesalrompersele hizo reaccionar, sin llegar a tomar conciencia de lo que sucedía a sualrededor.
Laspisadashaciendochirriarlosescalonesquealparecerconducíanalcuartoendondesehallaba,losgritosdesocorroprovenientesdealgúnsitiomásabajo,eldolorquenocesabaylasnáuseasqueleproducíasentirel hedormezcla de sangre, orina y heces que le rodeaban, formaban elcóctelidealparaembriagarledeunasensacióndetotalorbedad,miedoydesamparo.
Tengo que huir de aquí pronto, tengo que huir, era su únicopensamiento,mientrashacíaesfuerzossobrehumanosparaponerseenpieyllegarhastalaventana.Comopudohizoacopiodelosrestosdefuerzaquelequedabanyelpalodeescobaqueencontrólesirviódeimprovisadobastón para arrastrarse hasta el otro extremo de la habitación e intentarllegarhastasuobjetivo.
Condificultadllegóhastalaventanayayudadoporelpaloseirguiólobastante comoparadeslizarse congrandificultad a travésde ella.Lahumedad de su cuerpo y la viscosidad de su sangre le fueron deincalculableayuda.
Cuandohubosalido,sintióderepentecómotodogirabaavelocidadde vértigo a su alrededor y las imágenes de techo, cielo, árbol, sangre,oscuridad, tejado, caída, sirvieron de preludio para un nuevodesvanecimiento.Allíestabaconlanarizclavadaenellodoydesmayado.
Eranavidad, las lucesmulticoloresbrillabanafuerade lacasay losvillancicos sedejabanescucharen todosuesplendordelotro ladode lacalle. Allí estaba de nuevo Mauricio, respirando despacio para intentaraclararse las ideas. El último recuerdo que tenía en su memoria estabatachonado de imágenes que raudas desfilaban frente a sus ojos, lasensacióndevaciedadinvadiéndolotodoasualrededoryunintensoolorahierbamojada.Ydespués,elvacíoabsoluto,elmásinescrutablesilenciopreñándolotodoconaquellasensacióndeinquietantedesconcierto.
—Por favor, señor, no le pegue amimami, no le peguemás, porfavor —fueron estas palabras y la voz del niño que las decía las quehicieron reaccionar a Mauricio. Él no sabía qué estaba sucediendo, derepente se vio allí, en el suelo blandiendo un cuchillo ensangrentado ysentado a horcajadas sobre una mujer que se hallaba bocabajo y quienapenas respiraba, y a escasos centímetros, un niño sangrandocopiosamenteypidiendopiedadparasumadre.
Todoeraturbio,deprontoeltiemposedetuvoyMauriciosequedóunosinstantessacudiendosucabezacubiertaporunamáscara,intentandosaberquéestabasucediendo.Lamujeryanorespirabayelniñosehallabatiradoenelsueloenuncharcodesangre.Aquellugarlerecordabaalgo,pero no sabía el qué. Las luces multicolores que se colaban por lasventanasdelacasaleconcedíanunciertoaromadecalidezalaestanciayhabíaalgoallíquelehacíasentirseagusto.
Pero fue sumano la que esgrimió el cuchillo para enterrarlo en elcuerpoinertedelamujerqueestabadebajodeél.Ysupuñoelquelanzóalniñohastahacerlorebotarenungolpesecocontralapared.Ysurostrocubierto.Peronorecordabacómohabíallegadohastaallí.Derepenteseencontróenaquellugarnotandesconocidoparaél.Ybajoelpesodesucuerpoestabaelcadáverdeunamujer.Yhabíaunniño.
¡Diosmío!¿Dóndeestoy?¿Quiénsoy?¿Quéestásucediendo?¿Qué
he hecho? ¿Qué me pasa?, se preguntaba Mauricio, al tiempo que sedesplomabacondolorosa lentitud,abatidoporeldisparodelpolicíaquese adentró en la casa al escuchar la alarma antirrobos y a quien no lequedó más remedio que usar su arma contra el agresor de las dospersonasquesehallabanallí.
Todo volvió a ennegrecerse. De nuevo tuvo Mauricio la undívagasensación demoverse como oscilante péndulo entre instantes y tiempospara él desconocidos. Ya no tenía una noción de quién era, la habíaperdidodesde lavezen laquecayódel tejado.Oantes.Dosmesesatráshabíacomenzadoaperderseenmediodepesadillastanreales,quelapielle dolía. Tendría que intentar detener un momento el tiempo, para darrespuesta a las inquietudes que cada vezmás le laceraban y llenaban dedesconcierto.
MellamoMauricio.Tengocuarentaycuatroaños.Midounoochenta.
Misojossonmarronescomolosdemimadre.Mipielesmorenacomolademipadre.Nacíel29deenero.Estudiépsiquiatríaycomencéapracticarlahipnosisregresivahacealgunosaños.EstoycasadoconAmandaytenemosun hijo de seis años llamado Mauricio, como yo. Tengo una clínica ensociedadconuncompañerodecarrera.¿Quéhagoaquí?¿Porquéllevomirostrocubierto?¿Quiéneslamujerqueestámuertaamilado?¿Quémehasucedido?¿Quépasa?
—¡Ha entrado en parada! ¡Urgente! ¡Desfibrilador! ¡Lo perdemos!
¡Loperdemos!—Seescuchabaenelinteriordelaambulancia,altiempoque resonaban las sirenas en medio de una noche a la que ya noamenizabanlosvillancicosyelolorafiestanavideña.
Cesaron las preguntas entonces. Otra vez se sumía en la oscuridad
másinquietante.Enelsilenciomásdenso.Otraveznegruraymutismosefundieronenuno.OtravezseperdíaMauriciosinposibilidadderescate.Conrespuestasparapreguntasquenollegaronasurgir.Denuevoestabaenmediodelamásabsolutayabrumadoranada,sinmásequipajequeelúltimoensangrentadorecuerdo.Ysinsaberquiénera.
—Que Dios los saque de penas y los lleve a descansar… —Las
letanías repetidas una y otra y otra vez hicieron reaccionar aMauricio,
quiensehallabaplantadoenlapuertadeunasaladevelatorio.Decenasdepersonasestabanalfondo,consuinterminablerosariodepeticionesporeldescansodealguien.Yélallí:derigurosonegrovestido,cubiertossusojosporoscuroscristalesqueimpedíanverlaluzensumirada.
ConpasolentoypesadoMauriciocomenzóaentraralahabitación,haciéndosehuecoentrelaspersonasqueallíestaban.Caminandodespacio,con todo el peso de la conmoción llevado sobre su espalda. Buscandorespuestasquenohabíaobtenidoantesyqueyanosabíasiobtendría.Alllegaralfondodelsalón,lasprimerasimágenesquesusojosleregalaronfueron las de dos féretros rodeados de cirios y de flores. Laresplandeciente blancura del cofre pequeño le hizo dar un vuelco alcorazón.Lasrosasrojasdelramopuestasconcintasmulticoloressobreelotroataúdyladoradaleyenda‘DESUAMADOESPOSOYPADRE’,sinsaber por qué, le arrancaron de sus labios un rictus de dolor y de tantapena,queenaquellos instantes las letaníasdejarondeescucharsey todocuantolerodeabadesaparecióparaél.
Con delicado hacer,Mauricio levantó la tapa del ataúd grande y elrostro que encontró dentro le hizo gritar con tal angustia, que nadie seatrevió en aquel instante a modular palabra alguna. Y cuando su manotrémulaseaferróconfuerzaalpequeñocofrey levantó lacubiertaparaver su contenido, las fuerzas le abandonaron por completo y perdió elconocimientodeinmediato.
—Pobre, lo está pasando muy mal. Parece como si se acabase deenterar.¡Llamadalmédico!¡Dejadleunpocodeaire!¡Llamadprontoquese le ve muy mal! —Escuchaba Mauricio las voces lejanas, sin lograrcomprenderloquehabíasucedido.
Cuando elmédico llegó, yaMauricio había recobrado el aliento ymirabadehitoenhitoacadapersonaqueexpectantelerodeaba.Encontróallí los rostros de sus amigos más queridos. Los de sus familiares. Elpersonal en pleno de la clínica estaba a su lado. Sus compañeros deuniversidad.LosamigosdeAmanda.Yescuchaba lasvocespequeñasdelosniñosquesehallabanenellugar.
Incapazdesostenerconversacióncoherentealguna,despaciorecordólafatídicaimagendelosrostrosdelasdospersonasquereposabanenlosataúdes.AmandayelpequeñoMauricioestabanmuertos.Suesposaysuhijoestabanallí.Yélnosabíaloquehabíasucedido.Parecieracomosieltiempo se hubiese detenido en algúnmomento y hubiese despertado tan
soloparaasistiraldelveloriodeellos.¡Mi niño! ¡Amanda! ¡Dios mío! No sé qué ha pasado, se decía
Mauricio,sincomprender.—Elpobrenohareaccionadoaúndelchoquequelecausólamuerte
de su esposa y de su hijo—decía Jesús, el socio deMauricio,mientrasesperabaquereaccionara.
—Al final, ¿se sabe qué fue lo que sucedió? Las cosas están muyconfusas—preguntólaesposadeJesús,asulado.
—AlpareceranocheunladrónintentórobarlesylapolicíanologróllegaratiempoparadetenerelasaltonielasesinatodeAmandayelniño.Perotodosonespeculaciones,puesnohabíanadieallíyestoesloquesediceporelbarrio.Estedobleasesinatohaconmovidoatodos.Mauricioysu familia siempre han sido muy queridos. —dijo Jesús a su mujer,haciéndoleseñasparaquebajaselavoz.
—YMauricio…¿Endóndeestaba?¿Porquéaélnolehicieronnada?—continuópreguntandoEsperanzaasumarido,concrecientecuriosidad.
—Estenoesmomentoparahablardeesascosas,Esperanza,mejorvey tráele un vaso de agua y una cuchara pequeña para darle pequeñossorbos,comohadichoelmédico.
Pronto,losefectosdelsedantepinchadoenvenasehicieronnotaryMauricio se sumió en un profundo sopor. Sintió cómo su cuerpocomenzaba a entumecerse desde los pies, y cómo conmorbosa lentituduna sensación de inmovilidad le iba recorriendo hasta embotarle elcerebro, sin llegar a dormirle. Quería correr, escapar de allí. Queríadespertar.DespertarparaabrazaraAmandayasupequeñohijo.Algoleatenazabasinapenaspermitirlerespirar.Losmurmullosasualrededorleprovocabanangustia.LaspreguntasdeEsperanzaasumaridoretumbabanen su mente con fuerza tal, que por instantes creía que explotaría. Elletargo que le había invadido no había logrado acallar su congoja. Suspies.Susmanos.Susbrazos.Todoélsehallabasujetosinposibilidaddemoverse.Perolospensamientosnocesabandefluir,conlapenosafluidezde quien pregunta sin obtener respuesta alguna. Como torrente turbio,cientosdeinterrogantesdesfilabanconzozobra,erosionandoasupasolapoca cordura que aún conservaba.Mauricio no podíamover su cuerpo,pero por dentro la agitación continuaba sumarcha impasible, arrasandocon el paso de los segundos los últimos vestigios de coherencia que le
habitaban.PadreNuestroqueestásenloscielos…MellamoMauricio.Mellamo
Mauricio. Tengo, tengo muchos años y una esposa y un hijo. Tengocuarenta, cuarenta y cuatro años. Nací, nací el 29 de enero. Estudiépsiquiatría. Estudié psiquiatría. Mi esposa Amanda y mi hijo. Estudiépsiquiatría.Hipnosisregresiva.¡Hipnosisregresiva!¡Hipnosisregresiva!
Mira con atención el péndulo, Mauricio, concéntrate en sumovimiento.Sientecómooscilafrenteatusojos.Escuchatuvoz,tansolotuvoz.Soloestamostúy…yo,estamossolos.Elpénduloyyo.Elpénduloy tú. Relájate despacio, fluye, déjate llevar. Escucha cómo suena tucorazón,loslatidosdetucorazón.Escuchacómocorrelasangreportusvenas.Unmardesensacionesdebienestartearropanyteserenan.Respirasinprisas,tómatetutiempo.
Afueranadaexiste,nadie.Tansoloestásaquí,tranquilo,sereno.Noteduermas, Mauricio, tienes que permanecer despierto. Respira profundo.Soloexistes túy tienesel controlabsolutode la situación.Nadamalo tepodrásuceder.Céntrateenturespiración.Sientecómollegaelairehastatuvientreyterenuevapordentro.Eluniversoesarmoníayeluniversotehabita.Respira.Relájate.Relájate.
El oxígeno escaseabamás según iba escalando y los grillos en sus
piesledestrozabanlapielacadapasoquedaba,laviolenciadelaire,quellegabaenráfagasasfixiantescadapocosminutos, leobligabaaponersede cuclillas para no caer al abismo. Cada movimiento deMauricio eraprovocadomáspor instintode supervivencia,quepordecisión racional.Cuandonoeralapresiónensuspies,eranlospinchazosquerecibíaenlaespalda,losgolpesdeculataqueledabanenlacabezaolosazotesquelelacerabanlaspiernas,obligándoloacontinuarconsumarcha.
—Corre,no tedetengas,hijodeputa,yaestamosapuntode llegar.Tienesquellegardeprimero.Malditobastardo.Heapostadomuchoynovas a ser tú quienme haga perder.—Fueron las primeras palabras querecordó haber escuchado, y las que le hicieron entender que se hallabaante una nueva escena que le movía comomarioneta, sin que su razónlograsecomprender.
EnaquelinstantelaúnicacausaquemovíaaMauricio,eraelinstintode conservación que le impelía a acatar las órdenes que recibía. Por no
poder, no podía hacer uso de la razón para comprender lo que estabasucediendo.Enaquellosinstantesnoeramásqueuntíteredanzandobajolossangranteshilosmovidospormanosextrañasquenoledabantreguaalraciocinioyqueleponíancomoúnicametaladellegaradondequieraquetuviesequellegar.
—Estáshaciendounabuenacarrera,tuespécimenharesultadoserdelosmejores.Hicebienenapostarporti.—dijounodelosacompañantesdelqueobligabaaMauricioamoverse.
—Nocreasqueestanbueno,nomehapermitidodisfrutardelpaisajeporestarpendientedequenosepare.Yhastasehacaídoentresocuatrooportunidades. Así no hay quien gane. Para el próximo año nostendríamos que plantear hacer la fiesta Maratón, con especímenes derelevo.Podríamoscambiarlasreglasdetalmaneraquecadaparticipantepuedatenertresocuatrocambios.Yalohepensadobien:díasantesdelajusta, cada uno podría distribuir sus tres o cuatro relevistas en puntosdeterminadosparaello;deestamanera,elgrandíacomenzaríaconelmásflojoyalllegaracadapuntoelcambioseharíasintardanza,descartandoencadasitioalanterior,paraaligerarlacarga.
—¡Quégranidea!Encuantoseterminelafiesta,nosreuniremosparaacordar las nuevas reglas. Me preocupa que el semillero se nos estáagotandoyelpueblo-despensasenosquedacorto.Quizástendríamosquepensarenestablecernuevascoloniasenlosdospueblosdeallado.
—Yaloveremos.Porahoraestoyempeñadoenganaratodacosta.Los jinetescontinuaron la travesía intercambiando ideas,opiniones,
cerveza,azotesasuscaballosycompetidoresyrisas.Losbreves instantesdediálogoentre loshombres leconcedierona
Mauricio tregua para llegar a comprender lo que estaba sucediendo.Unsudor frío, que se mezclaba con su sangre, le recorrió el cuerpo y elmiedotomóelcontrol.Eldolorcomenzóaserdesplazadoyelpánicoloatenazóconmás fuerzaque losgrillos.Los tresmilmetrosde escaladaque había realizado hasta el momento, y los dos mil que decían loshombres de a caballo que restaban no significaban mucho en aquellosinstantesenlosquecomenzabaaavizorarsunegrodestino.
Escondidosenunamarañadeescenasajenasalamemoria,quedabanlos recuerdos de otros Mauricios que vivían otras vidas que tampocorecordaba.YhabíaunaAmandayunMauricioniñoarropadosbajounacapadesangre,amorycadáveralosquenopodíallegar.Porlososcuros
recovecosdeunamemoriafrágilysaturadadeimágenesirreconciliablesconloquepudieraserreal,navegabanaladerivalospocosvestigiosdecorduraquequizásundíalehabitaron.
Unnuevoazotelearrancódesúbitodesuensimismamiento.Ylapielrompiéndosearitmodevergajoypúa,grilloypiedra,sirviódedetonantepara que Mauricio detuviese su marcha los segundos suficientes paraenfrentarsealaeternadicotomíadelserodelsaltar.
MellamoMauricio.CreoquemellamoMauricio.Creoquemellamo
Mauricio.MellamoMauricio.MellamoMauricio.Mellamo…Tengoquecorrer,escapar,mequemo,elfuegoseacercaapasorápido
por las escaleras, necesito tomar aire, necesito respirar. El fuego hallegadoalumbral.Lapuertaseenciende.Tengoquegritar,pedirauxilio.Meardenlospies.Elfuegomequemalospies.Tengoqueescapar.Tengoque correr. ¡Auxilio!Me quemo.Mis piernas, mis piernas las derrite elfuego.Lasconsumeconrapidez.Nopuedorespirar.Nopuedorespirar.Mispiernas.Mequemo.Meardelapiel.¡Diosmío!Elfuegomeconsume.Meardenlaspiernas.
AllíestabadenuevoMauricio.Pasandodel fríoa la incandescencia
comoquienatraviesaunapuertaabierta.Conlapercepcióndenoestar,oladeestar siempreenel lugarequivocado.Denuevoél, repitiéndosesunombrecomoquien recitaunaoraciónquenecesita recordar. Intentandocomprender,sinllegarahacerlo.
Respira despacio, siente cómo invade el oxígeno tus pulmones,
escucha tu respiración, los sonidos de tu corazón, el tictac del reloj.Relájate.Notemas,nadapodrásucederte.
—Nos hemos reunido en este sagrado recinto, para dar el último
adiósanuestroshermanosAmandaysupequeñohijo,Mauricio,quienesfueronarrebatadosdeestavidaenterriblescondiciones.Oramoshoyporsusalmasyporelalmadequiencegósusvidas.Tepedimos,Señor,quehoydescansenatuDiestra,yaquehansidollamadosatupresencia.Quetuluzcelestial les ilumineyborre todaculpa.Queelaguabendita lavesuspecadosylesllevealavidaeterna.
Respira despacio, que el aire entre a tus pulmones. Céntrate en elpéndulo.Queturespiraciónsealoúnicoqueescuchas.Notemas.Tieneselcontroldelasituación.Notemas.
—¡Corre!, maldito bastardo, tienes que llegar de primero, ¡perro
maldito!Nomehagasperdermiapuesta.Dateprisa.Desgraciado.Escala,escalaquepara ello te he entrenadodurante todos estos años.Hoy es elgrandíaytúnolovasaestropear.¡Corre!
—¡Auxilio! ¡Socorro! ¡Estoy aquí abajo! ¡Por favor, ayuda! Me
quemo,quemequemo,ayúdenme,sáquenmedeaquí.—Mi mami, mi mamita, no le pegue más. Por favor, señor, no le
peguemásamimamita.Nolepeguemás.MellamoMauricio.MellamoMauricio.Hipnosisregresiva.Hipnosis
regresiva.MellamoMauricio.—Dicen queMauricio no estaba y que por la noche entraron a su
casa.EstabansolosAmandayMauricio.Ellaintentóportodoslosmediossalvarasuhijo,perodeungolpeelpobrefuelanzadocontralaparedyalcaersedesnucó.Ellamuriódesangrada.Cuandollególapolicíayllamóalos médicos, ya nada se podía hacer por ninguno de los dos. Elsufrimiento tuvo que ser terrible para esamadre. Y ahora su esposo sehallaperdidodelarealidad.Escomosihubieseenloquecido.Yesnormal,conloquelespasó,esnormalquecualquieraenloquezca.Esmuchoparaquelosoporteunserhumano.Nosesabenadadelasesino.Loúnico,quefueheridoporelpolicíaqueentróalavivienda,queledisparónadamásllegar.Fuelaúnicapersonaensalirconvidadeallí,aunquecuentanqueestabatanmalheridoquepuedeestarmuerto.Ybienmuertoseasiasífue.Alguientanmalomerecelamuerte.
¡Tengo que detenerlo! ¡Tengo que detener esto! ¡Me está volviendo
loco!Noséquémepasa.Quesedetengadeunavez.Quesedetenga.Quese detenga. No puedomás. No puedo. Quiero mi vida, necesito mi vida.¡Quieromivida!
—Mauricio,hehabladoconlosdecontabilidad,ylascosasseestánponiendo feas —comenzó a decir Jesús—. Los números no cuadran.Hemos sobrepasado nuestro nivel aceptable de gastos e inversión yestamosapuntodelabancarrota.Quizáspodríamosplantearnoselvenderla clínica. Aún estamos a tiempo. También me han comentado que tusgastosnoestánbien justificadosyellonos impidequenos lospodamosdesgravar. Escúchame bien, Mauricio, lo hago por tu propio bien. Haysituacionesquenoteconvienen.HesabidodebuenatintaquesetevemuyamenudoconKatia.Yonoquierometermeentuvida,peroportubienyporquesoytuamigo,teaconsejonometerteenlíosquedespuéstepuedentraerconsecuenciasmuygravesparatiytufamilia.
»Que ahora mismo tus prioridades sean tu familia y la clínica.Debemos tomardecisionesyhemosdehacerlopronto.Antesdequeseademasiado tarde.Y tú y yo sabemos que si sigues involucrado con estamujer,no tendráselarrojonecesarioparaser todo lo radicalque tienesqueserenestosmomentos.
»Y no olvides los orígenes de ella. Su familia proviene de algunarama lejana de la mafia rusa y no sabes si pudiesen llegar a tomarrepresalias contra ti si las cosas no marchan como ella pretende. Estáspisando suelo muy resbaladizo y no posees suficiente colchón paraprotegertedeposiblescaídas.Noteinvolucresdemás.QuelacaradeniñabonitadeEkaterinayesepardetetasnotedeslumbren.PiensaenAmanda.
»Retomemos nuestras reuniones familiares de los sábados. Estemismo sábado le podríayodecir aEsperanzaque lodispongamos todoparaunasadoennuestra finca.Podríamosaprovecharpara invitar a losHerranz, para convencerlos de invertir en nuestra clínica… O decomprarla…Lasdosopcionesnospodríansacardelapuroenelquenosencontramos.
Me llamo Mauricio. Tengo una clínica en sociedad con mi amigo
Jesús.Tengomásdecuarentaaños.Tengounaesposayunhijo.EkaterinaquierequeledigaKatiacuandoestamosjuntos.Tengounaamanteconlaquedeboromper.MellamoMauricio.
Respira despacio y profundo. Siente el oxígeno penetrando en tus
pulmones. Recorriendo todo tu cuerpo con su calidez que te relaja y tellenadevida.Céntrateenelpénduloyenmivoz.Noescuchesmásnada.
Tan solo esta voz que te convoca a la paz y la tranquilidad. Relájate.Relájate.
Los días se van sucediendo con vertiginosa velocidad y Mauricio
apenas logra percibirlo. Salta de una voz a otra, como cambian lossegundos en el reloj. Él continúa induciéndose su propia terapia dehipnosisydeambulaperdidoentreuniversosextrañosquelellevandelamanoavivirescenasendondeélessiempreelprotagonista,yrecitandoguionesconnuevaspalabrasquesuslabiosnohanpronunciado,peroquesecorrespondenconsurol.Suvidasehaconvertidoenunainterminableseriedeeslabonesentrelazadosqueformanunacadenaasimétricacubiertadeoxidadaherrumbre.
La noche siguiente a la del entierro deAmanda y su pequeño hijo,
Mauricio hubo de ser ingresado en el hospital. Por diagnóstico, losmédicosselimitabanaseñalarunelevadoniveldeagotamiento,agravadopor lamuerte de su esposa e hijo y cuya sintomatología tenía todos losparámetros de un estado catatónico del que se declaraban incapaces desacarle. Sin embargo, lo que los galenos desconocían era la batallainteriorquelibrabaMauricio,buscandocondesesperaciónlacatarsisquele eliminase los recuerdos ajenos que invadían su mente, parareencontrarsedenuevoconsupropiavida.Yparaello,elpsiquiatrahacíauso del nada convencional método de la hipnosis regresiva, ya por élutilizadodemanerapocoortodoxa,enlasconsultasconsuspacientes.
—Ekaterina,túyyosabemosquenodebemosvernosmás,limitemos
nuestracomunicaciónalolaboral.Eresmuybuenachica,peroAmandayacomienzaasospecharqueexistealgoentretúyyo.Yahoramismoestoyatravesandounaetapamuydifícilynecesitoestarcentradoparasaberquéhacer.Teruegoquelocomprendas—dijoMauricio.
—¿Eso es todo? ¿Asímedespachas?Hazmeahoramismoel amor.Aquí en nuestro lugar preferido. En esta alfombra que conoce nuestrosecreto.Sinmás testigosque losmueblesyelsilencioquereinapor lospasillos de esta clínica —dijo Ekaterina a Mauricio, al tiempo que sedesnudaba insinuante y comenzaba su ritual de seducción, poniendo encadacariciatodoelerotismodelqueeracapaz,enunsensualjuegoquelollevóaélacaerrendidoanteesapielquegenerosaseleofrecía.
»Eres un maldito, me decías que dejarías a tu mujer y ahora mevienesconestas.Tearrepentiráspor loquemeestáshaciendo. Juroqueharé lo posible por hundirte. Esto no se quedará así —dijo llorosaEkaterina, al terminar suescarceo, al tiempoque ledabaunabofetadaaMauricio,searreglabalaropaysalíacorriendodesudespacho.
Respira despacio. Nada puede hacerte daño. Me llamo Mauricio y
nada de esto está sucediendo. Escucha tu corazón. El tictac del reloj.Relájate.
—MauricioOsborón,quedausteddetenidoporlaviolacióneintento
dehomicidioenlapersonadeEkaterinaKuznetsova.Tienederechoaunabogado.Cualquiercosaquedigapuedeserutilizadaensucontra…—Laspalabrasdelpolicíaretumbaronensusoídosyapenastuvoocasiónparareaccionar.Deprontosevioesposadoenelcochedepolicíayescuchandoelensordecedorruidodesirena.
Al llegar al centro de reclusión provisional, Mauricio pidióautorizaciónparahaceruna llamaday lapersona enquienpensó fue enJesús.NecesitabaqueélseencargaradeconseguirunbuenabogadoydedecirleaAmandaloqueestabapasando.
—Yaséquemelodijiste,Jesús,peroahoranecesitotuayuda,notussermones.Búscameelmejorabogadoqueconozcasycuéntaleloquemeestá pasando. Dile lo que me pasó con Ekaterina y su reacción ante laruptura.Tenecesito,amigomío,solotetengoati.
—Ayer, justo al momento de tu salida de la clínica, llamaron parapreguntar si conocíamos a una mujer que había sido agredida en elaparcamiento.YofuideinmediatoyeraEkaterina.Laviolaronyledierontalpaliza,queapenassepodíatenerenpie.Cuandoyolleguéhastaallíellaestaba inconsciente y desnuda, ya la policía y las urgencias habían sidollamadas.Laacompañéhastaelhospitalyencuantoellapudoreaccionarunpocodijoalapolicíaquetúlahabíasvioladoyagredido.Dijoqueesose lo habías hecho porque ella se había negado a tener una relacióncontigo. Que la habías amenazado con despedirla si no accedía —respondióJesúsaMauricio,dejandoentreversusdudasrespectodesisusocioyamigohabíacometidoonoelcrimen.
—Túmeconocesbien,Jesús,sabesquesoyincapazdehacerledañoaunmosquito.Yonosoyasí.Sabesquemehantendidounatrampa.Por
favor,ayúdame.Respira con calma. Relájate. Déjate fluir. Me llamo Mauricio. Me
llamoMauricio.—Esedía,eldoctorMauriciomemandóllamarasudespachoyallí
me dijo que tenía que acostarme con él para no ser despedida. Que laclínicaestabaatravesandoporunacrisismuydifícilyqueesaeraunamuybuena excusa para justificar mi despido. Cuando yo me negué, él meagarróconfuerzaporlacinturaycomenzóatocarmelospechos.Yomelogréescabullirysalícorriendodeallí,fuiacogermibolsoysalíparaelaparcamiento.Justocuandoibaaabordarmicochellegóélconvertidoenuna bestia. Me tiró al suelo de un golpe en la cara y me aplicó unainyección queme dejó a sumerced. Despacio comenzó a romperme laropaconunbisturíquellevabaconélymedesnudósinpiedad.Entoncescomenzóadecirmealoídoqueconélnosejugaba.Queyonosabíacuánpoderosoera.Quenoconocíadeloqueeracapaz.Quemearrepentiríadenohabercedidoasuspeticiones.Altiempoquemepenetrabaconfuerzauna y otra vez. Me obligó a acariciarlo con la boca. Y en variasoportunidades me dio la vuelta para penetrarme con violencia. Alterminar, me pateó el estómago y las piernas.Me pegó una y otra vez.Hastaquellegóunmomentoenelqueperdíelsentidoyvineadespertarenelhospital—declaróEkaterinaentresollozoseldíadeljuicio.
Respiraconcalma.Relájate.Nadapuedesucederte.Respira.Laspruebasfueronconcluyentes,elabogadodeladefensanadapudo
hacerporsalvaraMauricio.EltestimoniodeEkaterinacoincidíaconlasdeclaraciones tomadas al personal que ese día se hallaba de turno. Ellahabía salido corriendo de su oficina y se había dirigido a su taquilla yluegohabíapasadoporlapuertaqueconducealaparcamiento.Tambiénlovieronaél salirapresuradopor lamismapuerta,unosminutosdespués.Las muestras de esperma que tomaron del ano, boca y vagina de elladieron positivo al compararlas con las de él en las pruebas deADN.Eljuezencontrómotivoyoportunidad.
Ladefensacontócontanpobresargumentos,queduranteeljuicio,loúnicoquelequedóporhacerfuenegociarbuscandounadisminuciónde
la pena.Mauricio fue condenado a pagarle aEkaterina una astronómicasumadedineroyapurgarveinticincoañosenlacárcel,porlosmúltiplesdelitoscontraellacometidos.
ElbuencomportamientodeMauricio,sulaborvoluntariademédicoqueejercióenelpenal,elhaberseconvertidoenprofesordelosreclusosquenoposeían escolaridady la recomendación expresadel director delcentropenitenciario, ledieron laoportunidaddesaliren libertad,con laobligación de presentarse cada semana. Justo al cumplir siete años dereclusión.
Durante su primer año en la cárcel, Mauricio no recibió más quecuatro visitas de Amanda, pero él cada semana le enviaba una cartapidiéndole perdón y contándole que no era culpable. Que todo habíaobedecidoaunmacabroplanurdidoporEkaterina.
El tiempo transcurrióyAmandaal final terminóporcomprenderyperdonarasumaridoycomenzóahacerlevisitastresvecesporsemana.Paraestarcercadeél,vendiólacasaysefueaviviralpuebloendondeestaba la cárcel.Así, hastadosdías antesdedar a luz a suhijo, a quienpuso por nombre Mauricio y para quien solicitó permiso para queconocieraasupadreparaqueestelovieracrecer.Removiócieloytierrayalfinalobtuvoautorizaciónparahacerleunavisitamensualconelniño.
LavidadeMauricioenelpenal,salvocuandoseencontrabaconEl
Manco, transcurría en medio de consultas, clases a presidiarios, esperapor las visitas de su mujer y entre bromas, conversaciones, tabaco yplanes con Xavier y Manuel, quienes cumplían su tercera y cuartacondenasporroboamanoarmadaysecuestro.
—Ya tepillaré,doctorcito, cuandono tengasa tumamitaManuelita
paracuidarte.VerásquébiennoslopasaremosconlaJavieraytú,yaloverás.
Respiradespacio.Concéntrateenturespiración.Sientecómoelaire
penetra en tus pulmones. Mauricio. Me llamo Mauricio. El universo esarmonía.Todoesperfecto.MellamoMauricio.
—Elpróximomessaldréenlibertadyalasdossemanas,tambiénlo
haráXavier.Hemosestadohaciendoaveriguacionesytodopareceindicar
que a ti te concederán libertad con presentaciones semanales.Estaremoslimpios, tanto tú, como nosotros. Tenemos una idea en mente y tú nospodrías ayudar a llevarla a cabo. En cuanto estemos afuera, noscomunicaremoscontigoytedaremostodoslosdetalles—envozbajadijoManuelaMauricio,mientrasservíadeimprovisadoenfermeroalmédico,enlaenfermería.
—Yonosé,enseriomeloestoypensando.Sideverdadmellegasenadarlalibertad,saldréalacalleynosabréquéhacer.Loheperdidotodo,nomequedanada.LagranputadelaKatiasemellevómuchísimodinero.Perdí la clínica. Mi mujer tuvo que vender nuestra casa para venirse avivirdealquilercercadeaquí.Yparamásinri,tenemosunhijoqueahoramismoestá a puntode cumplir los seis años de edad.Y completando elpanorama, el colegio de médicos me ha inhabilitado de por vida paraejercerlamedicina.Simelleganaliberar,dependeríadeAmanda,yellaestá trabajandodecajeraenunsupermercado,endondesegana lo justopara pagar el arrendamiento y comer. En serio, Manuel, me lo estoypensando de verdad como una alternativa y sí que te agradecería quesigamosencontactounavezsalgasdeaquí.
Lospensamientossoncosas,Mauricio,lodicelametafísica.Respira
profundoysientecómote liberasde todas laspesadillasque teagobian.Tuvidaesperfectacomoeluniverso.Tucuerposeinundadeluzydecolor.Eresfeliz.Plenamentefeliz.
Quemequemo,auxilio,quealguienvengaaayudarme.Socorro,por
favor,nomedejéisaquí.Sacadmedeaquí.Alguienseacerca.Elfuegomequemaelpelo.¡Socorro!¡Noquieromorirquemado!¡Auxilio!Estoyaquí,encerrado.Porfavor.Noquieromorirquemado.Noquieroooo.
Concéntrate, Mauricio, no estás aquí. Me llamo Mauricio y tengo
cuarentay,cuarentaañosyalgunosmás.MimujersellamaAmandaymihijoMauricio.Mirespiraciónmelibera.Afueratodoesperfecto.
Lasnochessehabíanconvertidoeneleternodesfilardeespantosque
semecíanentreel sueñoyelpánicopordormir.Cadadía, lasceldas secerraban a las ocho de la tarde y quinceminutosmás tarde la orden deapagar las luces obligaba a los internos a cerrar los ojos para mirar
dentroyencontrarsumáspatéticamiseria,vestidaconsutrajedesilencioysoledad.YMauricionoeraajenoatalescavilaciones.Soloquelassuyasibanmásalládeltemoralsilencioylasoledad.Cadasueñolellevabadela mano de huellas que él no había plantado. Llegaban recuerdos a sumentequenosabíaqueexistían.Cadanocheydespuésdelasnueve,teníaquelibrarunanuevabatalla.
—¡Xavier está herido! ¡Está sangrando mucho! —Los gritos del
compañero de celda de Xavier resonaron unos instantes después deescucharse la diana que ordenaba a todos los internos levantarse de susliteras,desnudarse,tenderlassábanasyestarpreparadosparaladucha.
De inmediato los guardias procedieron a abrir la celda delprisionero.AllíencontraronaDiego,sucompañero,arrodilladojuntoalcuerposangrantedeXavier intentandosinlograrlo,sacardesupechoelpuñalquelehabíasidoenterradohastalaempuñadura.
—Yo no he hecho nada. Lo juro. Cuando me levanté mis pieschocaronconelcuerpodeXavier.Noescuchénada.Yonohehechonada.Por favor, sáquenme de aquí. Alguien ha apuñalado a Xavi —repetíaDiegounayotravez,revolviéndoseenelsuelo,mientraslasbotasdeunode los guardias le mantenían la cabeza pegada al suelo obligándolo arespirar la sangre de su compañero y otro le ponía las esposas en lasmanos—.Yonohehechonada.Soyinocente.Xaviamanecióasí.Yonohehechonada.
—Estehombrellevaporlomenoscincohorasmuerto.Llamadparaquesepractiqueel levantamientodelcadáver.PonedaDiegoenlaceldadeaislamiento.Noledejéishablarconnadie.Llevadlelacomidaallí.Encuantotodaladiligenciaestéhecha,informaremosparaquesehaganlasindagacionesderigoryseinterrogueaDiego—dijoelguardiadeprisiónencargadodelaladondehabíaocurridoelasesinato.
—Hijodeputa.AlfinalElMancoterminóporcumplirsuamenaza.Contanpocotiempoquelefaltabaparatenersulibertadyvaesteyselocarga.PobreXavi.Perojuroquesumuertenosequedaráasí.Yonoharénadaporahora,porquenomevoyacargarmi libertad,peroteaseguroqueestonosequedaasí—ledijoManuelaMauriciocuandoalfinallespermitieron salir de sus celdas a tomar un poco de sol en el patio deejercicios.
Tengoquecontinuarescalando.Tengoquesacarfuerzasparaseguir.Tengoquesacarfuerzasparaseguir.Tengoqueescapardeaquí.Estosmequieren matar. Tengo que ganar esta carrera. Debo saltar. Liberarme.Tengo que ganar esta carrera para ser libre al fin.Me llamoMauricio.¡SoyMauricio!Ysaltaréparaganarmilibertad.Saltarépormilibertad.¡Serélibrealfin!
Katia,despierta,despierta,tienesquedespertar,malditazorra.Teme
hasllevadotodo.Teharémía,malditaputa.Teníasqueresistirteyahoramiraloquetehapasado.Despierta,despierta.
Respiraprofundo,escucha lossonidosde tucorazón, sientecómoel
oxígenopenetra en tus pulmones y los llenade vida.Respiraprofundo ysiente la armonía de tu universo. Todo es perfecto. La imperfección noexiste.Ereslibre.MellamoMauricioytengocuarentaaños.Eluniversoesarmonioso. Nada sucede al azar. Todo está bajo control. Todo está bien.Nadaafealabellezadeesteuniversoperfecto.MellamoMauricioytengounaesposayunhijo.
Manuel y Mauricio acordaron no encontrarse más hasta que el
primerofuesepuestoenlibertad.DesdeeldíasiguientealdelasesinatodeXavier,yanovolvieronareunirse.
El día de la salida deManuel, aMauricio lo llamaron a los bañosparaentregarleunanotadesuamigo.Cuandohubo llegado,allíestabancincopresoslideradosporalguienaquientodosconocíanporelaliasde'El Manco'. Intentó salir corriendo de allí, pero uno de ellos le pusozancadillayMauriciodeprontosevioarrastradohastaunodelosváteres,en donde le sumergieron la cabeza una y otra vez, en tanto uno de loshombres lo desnudaba de cintura para abajo y comenzaban su ritual deviolación.Loscincoloviolaronyseturnabanparasumergirlelacabezaen el sucio váter y para taparle con fuerza la boca para impedirle pedirayuda.
—¿Quépasa,doctorcito,ahoraqueyanoestánelXaviyManuel,quéharás?Maricón.Vendido.Lameculos.Chupapollas. ¡Tomaesto,hijoputa!¡Tomaya!—lerepetíaElMancoaMauricio,mientraslopenetrabaunayotravez,ajenoasussúplicas.
Y así, hasta completar los cinco. Después de la segunda violación,
Mauricioyanonecesitólainmersiónenelváter:sedesmayóylosotroslo tuvieron a sumerced para terminar.Mientras el cuerpo deMauricioyacía en el suelo en un charco de sangre que se hacíamayor con cadanuevaacometida.
—Encontraron al médico en el váter, señor director, estaba sin
sentido,ensangrentadoyconelpulsomuydébil.Alparecer fuevioladovariasveces.Enelpeloteníaresiduosdeheces.Lesumergieronlacabezaen el váter y estuvieron a punto de ahogarle. Lo hemos llevado aenfermeríaparaquelehaganlascuracionesyestamosesperandoparaversiesnecesarioingresarloenelhospitaldelpueblo.Estáenestadocríticoynoquierereaccionar.Yocreo,señordirector,quedeberíadarlaordendellevarloalhospital.
UnavezenlaenfermeríaMauriciofueatendidodeinmediato.—Aestehombre lodestrozaron.No lequedaránganasdevolveral
vátersolo.Sisesalva,lomásseguroesquequedaráconseverassecuelasqueleimpediránsentarsesinsentirdolor.Estoquehuelesespuramierda,lemetieronlacabezaenelváteryestuvieronapuntodeahogarlo.Silasmagulladurasno ledejanhuellas, esmuyprobableque tengaproblemasrespiratorios para lo que le resta de vida. Respirarmierda no es buenoparaningúnpulmón.
Me llamo Mauricio. Me llamo Mauricio. Concéntrate en tu
respiración. Respira. Respira lenta y profundo. Siente el ritmo de tucorazón.Nadapuededañarte.Eluniversoesarmonía.Nadamalosucede.MellamoMauricio.
—Hemos revisado su caso y su buena conducta y la labor que ha
realizadoaquíenlacárcelnoshandadoargumentosparaconsiderarquepuedeustedreinsertarsea lasociedad.Paradójicamente,elataquedequefueobjetolehaservidoparaqueestadirección,juntoconeljuezquellevasucaso,tomenladecisióndedejarleenlibertad.Apartirdehoy,estáusteden libertad.Deberápresentarse cada semana, losmiércoles en laoficinadel registro de esta cárcel y firmar el libro. Tendrá que hacerlo en la
franja horaria comprendida entre las nuevede lamañanay las docedelmediodía.Sialgúndíallegaseaincumplirestaimposición,bienendíaoenhora,serevocarádeinmediatoelprivilegioquehoyseleconcede.Sillegase a cometer el más mínimo delito. La mínima falta. La menorinfracciónde tráfico.Ocualquieraotra,de inmediatose le retirarían lasprebendas que hoy se le conceden y regresaría usted a la cárcel paraterminardecumplirensutotalidadlacondena,sinposibilidadalgunadeexcarcelación.¿Hacomprendidoustedbienloqueacabamosdedecirle?
AcabadalavistayconcedidalalibertadMauriciollamódeinmediato
aManuelyesteacudióarecogerloasusalidadelacárcel.Elplanestabatrazadoenminuciaytododispuestoparallevarloacabo.
—Las joyas, entrégame las joyas,maldita zorra. Entrégamelas o te
mato.—FueronlaspalabrasdeManuelalentrarenlacasaaperpetrarelatraco.
Mauricio entró a la vivienda cuando yaManuel había penetrado enellay sometidoa lamujerqueallí sehallaba.MientrasManuel revolvíatodas las habitaciones en busca de joyas y dinero, Mauricio se puso ahorcajadassobrelamujerquesehallabaconlacaracontraelsuelo,conelcuchilloenlamanoylamiradaturbiaporelsudorquelecorríaporlamáscara negra y le cubría el rostro impidiéndole ver con facilidad almoverse.
CuandoMauricio sintió unasmanos pequeñas intentando empujarloparaquitarlodeencimadelamujer,lediounpuñetazoquelanzóalniñocon fuerza estampillándole el rostro contra la pared, haciéndolo caer alsuelosinsentido;alavezquelamanoquesosteníaelpuñalseclavabaunay varias veces en la espalda de la mujer, hasta que esta dejó de emitirsonidoalguno.EnaquelinstanteunpolicíaentróenlacasayloúltimoqueescuchóMauriciofueelsonidosecodeundisparoqueledejótendidoalladodelamujerqueyacíaenmediodesupropiasangre.
En el hospital un médico de aspecto joven y con el vademécum
abultandoelbolsillodesubataatendíaaMauricio,connerviosasgotasdesudorperlandosufrente,mientrasdialogabaconsuadjunto.
—Estehombrenoreacciona.Llevayavariosdíasenestadocomatosoynoexisterazónaparenteparaquenodespiertedesucomaprofundo.El
disparoquerecibiónofuemortal,perosinembargo,nohemoslogradoque se recupere. Tiene las constantes vitales estables y ya le hemosretirado el respirador. Tan solo le mantenemos los líquidos parahidratarlo.Prontoselepodránquitartambiénparaalimentarloatravésdelasondanasogástrica.
—No le pegue, no le pegue a mi mamá, señor, no le pegue a mi
mamá,porfavor.Nolepeguemás.—Alniñono,porfavor,lesdaréloquequieran,peronolehaganada
alniño,mirequetansolotieneseisañitos.Esapenasunniño.Nolehagadaño,déjelosalir.Hágameamíloquequiera,perodejeaminiñoenpaz.Selosuplico,porfavor,nolehaganadaaminiño.
¿Dóndeestoy?¿Quiénessonestaspersonas?Manuelhaescapadopor
laventanadelahabitación.Manuelmehadejadosolo.¿Quéhasucedido?¿Quiénes estamujerque suplicapor la vidade suhijo?¿Quiénes estamujer?
—Yanoestántusamigosparaayudarte,ahoraestássolo.ElXavise
durmió tranquilito y ahorahapasado amejor vida.Mauricio,Mauricio.Miraloquetehemospreparado.Abrelosojosymiraloquetenemosparati.
MellamoMauricio.Respira.Respira.Nadaesreal.Todoesarmonía.
Nadamalopuedesucederte.Ellosnoestán.Ellosnoestán.Estoyenmediode una pesadilla. Despertaré y Amanda estará a mi lado. Mi hermosaAmanda.MellamoMauricioytengounaesposa.Yunhijo.
—Toma tu dosis, doctorcito, cinco para que te recuperes pronto.
Tomalotuyo.Todoesparati.Mierdaalamierda.Respirahondoparaqueveas lo que eres. Cómetela, verás lo que es bueno. Así no tendrás quevolver a abrir la boca.Ahora estás solo,Xavi ya no está.Manuel se hamarchado.Estássolo.
Estansolounapesadilla.Hueloelolordelavainilla.Respiroelaire
frescodeuncampoderosasenprimavera.Ybebodelaguacristalinadelriachuelo.Estansolounapesadilla.Noestoyaquí.MellamoMauricioy
respiroconserenidad.Eluniversoesarmoníayyosoyeluniverso.Fluyoconelagua,comoelagua.MellamoMauricio.
¿Quiénes son estas personas que me rodean y murmuran palabras
extrañas? Veo rostros desconocidos y escucho frases desconocidas. Noreconozco este lugar. Y ese olor a incienso y cirio me aprieta el pecho.Tengoganasdevomitar.Nopuedorespirar.Noséquiénessontodasestaspersonas que se arremolinan en torno a mí. Quiero escapar. No lasconozco. ¡No recéis más! ¡No quiero vuestros rezos! ¡Callad! ¡Callad!¿Qué me están haciendo? ¡Dejadme en paz! Tengo que salir de aquí.Necesito escapar.Lapuerta.¿Dóndeestá lapuerta?¿Cuál es la salida?Quitad todos los espejos. Quitadlos para salir de aquí. ¡Quitad losespejos! El fuego. El fuego ha regresado. Me quemo. Que me quemo.¡Auxilio!Meestoyquemando.Lapielsemehahechoampolla.Mismanos.¿Quéleshapasadoamismanos?Quieromismanos,necesitomismanos.Mis pies.Devolvedmemis pies. ¿Qué son esas sombras queme rodean?¡Dejadmeenpaz!Noquierovuestrosabrazos.Frío.Siento frío.¿Quémeestá sucediendo? ¡Venid! ¡Venid! Os lo suplico. No me dejéis solo.Quitadme estas sombras de encima. ¡Quitádmelas! No me dejéis solo.Cucarachas. ¡Odio las cucarachas! No, no, no. Alejaos de mí. Alejaos.Malditascucarachas.Ratas.Ratas.Hanvuelto lasratas.Nomemordáis.No me mordáis. Dejadme la lengua. Mi lengua es mía, dejádmela. Misorejas,me duelen las orejas, no lasmordáis.Dejadme.Dejadme en paz.Malditos bichos. ¡En cuanto me levante os mataré a todos! ¡Malditascucarachas, ratas asquerosas!Osmataré a todas. Juro que osmataré atodas.No,no,misgenitalesno,meduele.Dejadlos,malditashormigas.Nobebáis de mi sangre. Dejadme en paz. Malditos todos. Malditos bichos.Dejadmeenpaz.
MellamoMauricio.MellamoMauricio.Mauricioooo.Gusanos.Respirogusanos.Venidamiboca.Saltaddeminarizamis
labiosquetengohambre.Bajadconvuestroscientosdediminutaspatasyponeosenmi lengua.Comedconmigodemiscucarachas.Venidgusanos.Bajad a mi boca que tengo hambre. ¡Auxilio! Aquí hay gusanos.Quitádmelosdelanariz.¡Socorro!Quitádmelosdeencima.Sacádmelosdela nariz. Mi garganta. Las cucarachas no me dejan respirar. ¡Gusanos,
ayudadme!Idaporlascucarachas.Nopuedorespirar.Nopuedorespirar.Volved.Volved,personasextrañas,ahoraosnecesito.Sacadmedeaquí.Meduelen las orejas. Mi lengua. Quitadme la lengua vosotros, no ellos.Quitádmela.Quitádsela.
—Elpacientenohadespertadodelcomaprofundoenelquesehalla,
pero las ondas que transmite su cerebro indican que allí hay muchaactividad. Ya le han quitado del respirador y respira por sí mismo sindificultad.Está siendo alimentado con la sondanasogástrica. Su cerebrotiene mucha actividad pero no despierta. No existe ninguna razónfisiológica para que el coma continúe, pero es verdad que no ha sidoposiblequesalgadeél.Noabre losojosy tampocosecomunicaconelexterior. Pero sus signos están bajo control. Todos son normales. Si nofueraporqueestáaquí,cualquieraqueloveapensaríaqueduerme.Avecescon placidez. En otras oportunidades frunce el ceño y curva los labioscomosiestuviesesintiendoalgúndolor.Peronoterminadedespertar.—FueelinformedelmédicoencargadodeMauricioenelhospital.
—Los métodos médicos no nos han dado resultados. Ni lamedicación.Nilosaparatosalosquehastahacedosdíaslohemostenidoconectadohanservidoparaqueestehombresalgadelcomaenelquesehalla.Semeocurrepensarquesiencontrásemosalgúnfamiliaroamigode este paciente, quizás reaccionaría—intervino el adjunto en el comitémédicoconvocadoparatratarelestadodeMauricio—.Laideaestraerlehastaelhospitalypedirlequelehable.Quelerecuerdeescenasdesuvida.Momentosquelehandejadoalgunahuellapositiva.Quizásdeestamaneralograríamosdespertarloyobtenerrespuestaalosinterrogantesquetodostenemos.Lavidadeestehombrey loshechosque rodean suestado sonturbios, un completo enigma para todos. Y la policía también necesitainterrogarle.
—El problema, mi querido colega, es que no tenemos ningunainformacióndeél.Yoestuvehaciendoalgunasaveriguacionesynoobtuveningunarespuesta.Ylapolicíanosdice lomismo.Nosabendequiénsetrata.Yyahabiendosidocuradodel impactodebalaque recibió,eradeesperarsequehacemuchohubiesedespertado.Parececomosiélmismonoquisiesedespertar.Comosisehubieseaferradoconuñasydientesasusilencio.Comosinoquisiesedespertar.
Esa luz. ¡Quitadme esa luz de los ojos!Queme ciega.Quitádmela.Calladmalditos hombres de blanco.Callad que necesito dormir.Respiralento.Fluye.Sientecómoelairepenetraentuspulmonesylesinsuflavida.Relájate.El universo es armonía y tú eres el universo. ¡Soy el universo!¡Soyeluniverso!¡Dejadmeenpaz,malditosbichos!Dejadmeenpaz.SoyMauricio. Me llamo Mauricio y tengo, tengo algunos años. Me llamoMauricio.
¡Ratas! Malnacidas, no subáis por la manga de mi pantalón. No
comáis de mis rodillas. Dejadme los pies y los dedos de mis pies. Nocomáisdemí.Osmataré,malditas.Osrociarécongasolinayosprenderéfuego. A vosotras y a vuestros hijos los ratones de mis orejas. Y a lascucarachas. Y a los gusanos. Os quemaré a todos. Bichos malditos.Sentiréiscómovuestraspatassequiebranconelfuego.Osredimiréenelfuegoquetodolosanaylolimpia.¡Nomordáismislabios!¡Dejadmeloslabios!Osquemarévivos,bichosmalditos.Osquemarévivos.Atodos.
Relájate, Mauricio, mira cómo oscila el péndulo ante tus ojos.
Distiendecadamúsculodetucuerpo.Comienzaporlosdedosdetuspies.Relajacadapartedeti.Sientecómoflotas.Erescomounamotadealgodóndanzandoalaire.Relájate.Mauricio.MellamoMauricio.
—Está usted en el hospital psiquiátrico. En adelante, para cualquier
cosaquenecesite:tenga,llámenosconestetimbre.Solodebeoprimirestebotón rojo con los dientes y una enfermera acudirá de inmediato a sullamado.Tendráque intentarestarsereno.Ydormir.También tendráquedormirmucho.Pórteseustedbien.Nohagaruidoytómeselamedicaciónque le daremos. Estamos aquí para sanarlo. No se preocupe por suspertenencias que todas están bien guardadas. Tómese lamedicación.Nogriteysisecomportabien,lepermitiremossalirunahoraporsemanaatomarelsol.Enelpatiohacemuchosolyseestámuybien.Pórtesebienypodrá tomar baños de sol. Y una última cosa: no intente zafarse de lacamisablanca,noesposible.Silollegaseaintentar,unoscablesquetieneen su interior podrían darle unos cuantas descargas eléctricas. Pórtesebien.
Mauricio,mellamoMauricioytengo,tengo.MellamoMauricioyno
tengo nada.Nada de dinero. Nada de esposa. Nada de amante. Nada dehijo.Nadadeclínica.¡Dejadmeenpazdeunaputavez,malditosbichos!Puta.Puta. ¡Muere,putamaldita!Katiademierda,púdrete. Siente cómoentro en ti. Siénteme cómo estoy dentro.Muy dentro de ti.Maldita putarusa. Los rusos sois todos malditos y tú lo eres. ¡Toma! ¡Toma esto!¡Chúpamelaqueparaellosehizotuboca!¡Déjametuculo!Malditaperraencelo.Dejayadecalentarmecontuperroescotequemeenseñatustetas.¡Toma!¡Toma!Puta.PutamalditaKatia.Putamaldita.
—Elplaneseste:yoentraréprimeroparadesactivarlaalarmayver
cómoestánlascosasallídentro.Entraremosalascincoprimerascasasytomaremosnuestrobotín.Yollevarélafurgonetaylaaparcaréalfinalizarlacalle.Entro,desactivolaalarmaytelodejoapuntoparaquetúentresycojaslascosas.Noslimitaremosajoyasydinero.Siencontrásemosalgúnobjeto valioso no muy grande, también nos lo llevaremos. Nada detelevisiones ni ordenadores. Nada de cosas grandes que son muyaparatosas.Tienesquesermuyrápidoyestarpendientedemiseñalparaque entres. Y mientras tú recoges las cosas de una casa, yo saltaré deinmediato a la siguiente. Al terminar las cinco casas te esperaré en elcoche que ya estará en marcha. No olvides ponerte la máscara y noquitártelaenningúnmomento.Nohagamosquenosreconozcan.¿Lohascomprendidobien,Mauricio?
—Lo he comprendido, estoy preparado. Damos este golpe yamanezco hoy en tu casa. Mañana temprano llamaré a mi mujer paradecirlequemehanpuestoenlibertadytúmellevaráshastaallí.¡Adelante!¡Muchamierda!
MellamoMauricio.Yeluniversoestodoarmoníaypaz.La señal, es la señal de Manuel. Tengo que ponerme la máscara.
Entrardeprisa.Tengoquehacerlo.Yopuedo.Yosoycapaz.—¡Lasjoyas!¿Dóndeestánlasjoyas!Entrégamelasotemataréaquí
mismo.Entrégamelas.Quédatequietaynotepasaránada.Quédatequieta.Dameeldinero.Quieroeldinero.Noteresistasydameeldineroquenoquierohacertedaño.
—No tengo dinero, por favor déjenos en paz. Somos pobres. Esta
casanoesnuestra.Porfavor.Nolehagadañoaminiño.Porfavor.—Entrégameeldinero.—Nolepegueamimami,señor,nolepegueamimami.—Quita,mocoso,quitadeaquí.MellamoMauricio.HerecibidolaseñaldeManuel.Esavoz.Esavoz.
Eseniño.Estamujer.El dinero.Nohaydinero.Manuel se hamarchado.Me llamo Mauricio. Esa voz. Me llamo Mauricio. Me quemo. Que mequemo.¡Sacadmedeaquí!¡Porfavor!¡Sacadmedeaquí!
—Notenemosdinero.Yovivosolaconminiño.Mimaridonoestá.
Notengomarido.Élnoestá.Déjenosenpaz.Notenemosdinero.Somospobres.Somospobres.Dejeaminiño.Nolehagadaño.
—¿Dónde tiene las joyas? ¡Quiero las joyas ya! Entrégueme lasjoyas.
—No le peguemás amimamá.Suelte ese cuchillo.Mimami tienesangre,déjela,señor,dejeamimadre.
¡Quitaosdemiboca,ratasasquerosas!Meduelelalengua.Minariz,
dejad mi nariz, cucarachas, dejad mi nariz. Sangre… Bebed mi sangre,gusanos,bebedmisangre.Dejadmequeoscoma.Verdesgusanosviscosos,dejadme que os coma. Tengo hambre. Mi dedo pequeño del pie,devolvédmelo, lo quiero de regreso. Lo quiero en mi pie. Dádmelo. Mellamo Mauricio. Mauricio. Y estoy solo. Manuel me ha dado lasinstrucciones precisas.Matemáticas, es cuestión dematemáticas.Dineroparalacompra.Paralaclínica.ParaelnuevotrajerojodeAmanda.Esavoz.Quenoseescuchemás.Quenoseescuche.Debollegaralaesquinapronto.Allímeespera.Llevarélasjoyasyeldinero.Sintelevisores.¡PutaKatia! ¡Me has jodido la vida! ¡Muere maldita! ¡Muere zorra! ¡ReputaKatiadetetasgrandes!Grandestetasrusassobrelamesa.Enelsuelodelcoche.Enel suelo.GranputaKatia.Mehas jodido la vida.Esa voz.Lasangre en su espalda. El lunar en el cuello. Esa voz. Mi puñal en suespaldasetentavecessiete.Mipuñalensuespalda.Esavoz.Elniño.Esacaritaestampadaenlapared.Ysusojosmarronescomosuabuela.Elniñoestampado en la pared. ¡PutaKatia! ¡Tendrías quemorir!Esa voz de lamujerquesangra.Eseniñodelamujerquesangra.Elpuñalenlamujerque sangra. El silencio en la voz de la mujer. Ese cabello tintado. La
cadenacon lavirgenalcuello.Elcuello roto.EseoloraAmandareciénpalidecida. Esa palidez. Ese niño en la pared. Ese niño. Esa cárcel. EseManuel.MellamoMauricio.MesolíallamarMauricio.
MellamoMauricioyescuchomirespiración.Yanomequedanaños.Katia es una puta rusa. Una rusa puta. Katia enseña las tetas bajo suuniforme.Suuniformedeputablanca.Blanquísimouniformedelasperrasqueenseñanlastetasbajoelescote.Yeluniversoestodoarmoníayamor.Elsilenciodelanocherelajamismúsculos.Susangrelocoloreatodoenunamezclaquehueleametalyalucesdenavidad.Lafotosobrelamesa.Unafotosobrelamesa.Unamadreysuhijo.Unpadreysumujer.Unniñode seis años. Un hijo y su padre. Dos padres y un hijo. Y unas rejas alfondo.Esavozhiriólanocheconsucócteldedulzurayculpa.Noexistelaculpa. Me llamo Mauricio y la culpa no existe. Todo es armonía. Aquídentro todo es armonía y amor. Relájate. Respira con serenidad. Fluye.Sienteeloxígenoentrandoentuspulmones.UnniñoMauriciocoloreandoen rojo mejilla la pared. El puñal entrando en sus pulmones. La vidaescapando de sus pulmones. Su rostro dejando retales de nariz y demejillas en la pared. La foto del padre y su hijo. Su hijo y sumadre desangrevestidos.Desnudosdevida.Vestidosdemáscarasdesconocidas.MellamoMauricioynotengounaAmanda.MellamoMauricioynotengounMauriciohijo.¡Esnavidad!¡Lacasasehavestidoderojoviscosoyverdepiel!Esnavidad.Afueraesnavidadylosvillancicosyanosuenan.Afuerame espera Manuel, a una calle de aquí. Tengo que coger el dinero.¡Amanda! ¡Despierta! ¡Al fin lo he conseguido! ¡Somos libres! Somoslibres.Despiertaprontoqueyanosuenanlosvillancicos.¡Unrayodeluz!¡Un destello! ¡Un policía en la puerta! ¡Un policía! Una panderetaresonandoenlanochedelanavidad!Unrelámpagoenlaoscuridadquelarompe.Unrelámpago.
—Mauricio…Buenastardes:mellamoMauricio.—BienvenidoalaSaladeTerapia,Mauricio,todosteamamos.
PEDROJOSÉGARAYAGUADONACIDOenZaragozaen1980;empecéaleerdesdebienpequeñoyesodesembocó, a la edad aproximadadedieciséis años, enmis andaduras atrancasybarrancasporlaliteratura;actualmente(creoyo)elprocesodeescriturasehatornadomásmaduroymás“completo”y,aunquenotengopublicadoningúnmaterialqueposeo,lailusiónporseguirescribiendoylavivaimaginaciónquemeacompañasiemprehacequeseconviertamásenunplaceryenalgoterapéuticoqueenunanecesidad.
Tengo en mi haber casi cincuenta relatos, la mayoría de ellos de
terror y de suspense, y dos novelas: una ya comenzada y otra enproyección.Sinembargo,esperoque“Lapiedrapirámide”(apartedequeguste) sea el pistoletazo de salida para una más que fructífera carreraliteraria.
“Tanlejos”,ZoltánK.Bartha
LAPIEDRAPIRÁMIDE
Andwhatroughbeast,itshourcomeroundatlast,SlouchestowardsBethlehemtobeborn?
W.B.Yeats
Eltrayectohastalagranjademistíossemehizocorto.Ibaenelasientodelcopiloto,peromimenteestabamáspendientedeloaburridosqueibanaseraquellosdíasen lahacienda familiarquede lacarretera.Mehabíamarchadotempranodecasa,casicuandoelsolnohabíanisalidoentrelascolinas y el taxi acudió puntual a la cita. Llevábamos veinticincokilómetrosdelosaproximadamentetreintaqueletocabarecorrer.Apenashablamosduranteeltrayecto.
Alverelcaminodetierraaladerechadelacarretera,lepedíquesedetuvierayledijequecontinuaríaandando.Aúnmetocabahacerunosdoskilómetros apie, pero era justo loquequería; pasearía con lamente enblancoo, en elmejorde los casos,podríapensarunpocomásenotrascosas.Paguéelviajeyeltaxistameayudóasacarmimochiladecámpingdel maletero. No había cargado excesivamente el petate: un par decamisetas,unacamisa,dospantalonescortos,tresocuatromudasyunassandaliasplayerasque,considerandoelsecarralquerodeabalagranja,eraposiblequeniutilizara.
Mientras caminaba por el polvoriento sendero rodeado de colinasbajasyhartodeescucharelmonótonocantodelascigarrasal tempranosol(solamenteseoíaeso;niuntristepájarosurcabaloscielos),puseenmarchaeliPodyBillyIdolempezóahablaracercadelcalorquehaceenlaciudadenlasnochesdeverano.Mientrascantabaporlobajoeintentaballevarelritmoconelpaso.Alrededordelaterceraqueescuchaba,cuandoFergie se preguntaba dónde está el amormientras el resto de losBlackEyedPeascoreabacasihastalaextenuación,apareciócomounoasiseneldesiertolagranjademistíos.
Las colinas ya cedían terreno a los campos labrados de mis tíos;
continuélacaminataylleguéalbarracóndelostemporeros.Setratabadeunaconstrucciónrectangularquecolindabaconlosmurosexterioresquedelimitaban el recinto de la vivienda; estaban ya fuera un total de sietepersonas yAlfredo,mi tío.Me quité los auricularesmientras caminabahaciaellos.Hablabaanimosamente,suponíayo,acercadelacosechaqueseharíalosdíassucesivos.
Mirelojmarcabacasilassieteymediadelamañanay,sinembargo,parecíaquellevarandespiertosdesdehacíamásrato;yoaúnteníaaccesosdebostezosyalláestaban los temporerosymi tío,más frescosqueunalechuga.Nosepercatarondemipresenciahastaquetosílevemente;ochocuellos giraron hacia su derecha y Alfredo ahogó una exclamación desorpresayalegríaalavez.
—Hombreeeeee,quiénhallegado.Miratúquénoshatraídoelgato—dijo dirigiéndose a mí y dándome los besos de rigor.Me palmeó laespaldaycontinuóhablando—.¿Quétalsetehapresentadoelcomienzodelasvacacionespues?Sicasiniunapizcadeganastendrásdetrabajar…
—¿Qué tal, tío?—preguntédevolviéndoleelsaludo.Teníaunhablaalgo altisonante; aquello siempre me había recordado a entornoscerriles…justocomoenelquemeencontrabaenaquelmomento.
TitoAlfredomellevóhastalostemporerosehizolaspresentacionesdebidas.Habíadosafricanos,unrumano,ycuatrosudamericanos.Estabaclaroqueenestepaís,apesardelasituaciónenlaquenosencontrábamos,ningún paisano iba a mancharse las manos en trabajos agrícolas. Lessaludédemaneracortésymi tíomeexplicómuyporencima loque lesestaba comentando. Hablaban, como suponía, de la planificación de lacosecha.Trastresminutosdeatenciónpormiparte,memandóacasa.TitaDelia,lahermanademipadre,estaríaocupadaconlasvacasoquizásseencontraraenelinteriordelavivienda.
Me despedí de todos y enfilé mis pasos hacia el hogar. Avancéparaleloalmuroquedabaalpatiodelahacienda.Amiderechayalfrente,a unos treinta metros de acabar el muro, los campos se extendíanmajestuosos.Atraveséelenormeportóndehierroylleguéalpatio:lacasaestabajustoenfrentedemíyalaizquierdaseencontrabaelestablo.Apartede tener tierras extensas, la ganadería era una ocupación más. Teníansolamentevacas;hacíaunosañossehabíandedicadoconigualentusiasmoalacríadegallinas,perosehabíanpasadoalganadovacuno.
Habíapastosalotroladodelascolinasalsurdelahacienda,entierra
más alta y cada fin de semana se las llevaban para allá a que pastaranhierbafresca.Parecíamentiraqueenunsecarraldeaquellascondicionesexistiera casi justo al lado un lugar donde pacer. La puerta del establoestaba cerrada y escuchaba losmugidos de los animales.Oími nombredesde la casa. Mi tía estaba junto a la entrada principal; se secaba lasmanosconuntrapoysusonrisaerafrancay luminosa.Vinohaciamíymediounfuerteabrazo.Eralahermanamenordemipadreyrondaríaloscincuentaypocos; conservabauna figurade campesina clásica: robusta,pero no gorda. Era una mujer muy amable; fue de ella la idea de quevinieraapasarunosdíasconsufamiliay,yadepaso,olvidarunpocolasfechasdelosexámenes.Afirmabaquelacosechadepatatasmeharíabien.
—¿Quétal,Santi?Hayqueverquéestironesmetes…siesquenomeextraña,quenosvemosdecientoaviento,joder.¿Cómoestántuspadres?—me preguntó mientras me cogía del brazo y me conducía hacia elinteriordelacasa;y,antesdequepudieradecirpalabra,continuó—.Nomedigasmás;conloocupadoqueestásiempreeseautistaquetengoporhermano,conlacabezasiempremetidaensusnegocios,seguroqueniseha percatado de que estás aquí. Compadezco a tumadre, hijo. Debía dehaberle dichoque este hombre no era bueno a largoplazo, cagüentodo.Pero,¿quépasa?¿Nohablasoqué?
—Nomedejas…—acertéacontestar.Unasonrisay reanudardenuevosumonólogofue la respuestaque
recibí.Me habló de lo que iríamos a hacer a lo largo del día. Aquellamañanasepresentabaconbuentiempo;haríacalor,peronoelsuficientecomoparasocarrarnos.Eramidebuteneltrabajodecampoynoqueríaque me tomaran por un chico de ciudad ignorante de las laborescampestres,asíqueprestésumaatenciónatodocuantomitíamedijodelarecoleccióngrossomodo.
TitoAlfredovinounosquinceminutosdespués;quisosaberqué talandaba su sobrino. Yo ya había dado cuenta del café con leche quemepusomitíaydeunaspastascaserasquehacíanlasdeliciasdemipaladar.Medijoqueesedíameliberabadetodotrabajoyañadióqueloúnicoquetenía que hacer era llevar esamochila enorme al cuarto quemi tía meteníapreparado, sacar cuanto tuviera en el petateyorganizarlo como siestuvieraenmicasa;estabaclaroquemitíonohabíavistomidormitorioenlaciudad…
Estuvimos los tres juntos un poco más tras mi frugal desayuno y
luegoélsemarchóaatender lascosechas,puesempezabanenbreve.Mitíame invitó a seguirla yme llevó al cuarto. Allá pasé toda lamañanaordenandolaropaquetrajeconmigo,ayudandoamitíaahacerlacamadonde iba a dormir; cuandome dejó solo, saqué el portátil y trasteé unratoconél(descubríquenoteníanInternet;nisiquieralíneadeteléfono);alcabodeunratolargosalíaecharunamanoenlacocinaatitaDelia.Yaempezabaapreverqueesedíaenconcretoseríamuytranquilo,pueseraelprimero de varios y necesitaba estar descansado. La mañana siguienteseríamibautismodefuego.
Porlatarde,alahoradecomer,soloestuvimosalamesamitíayyo.Seguimoshablandodecómoestabamifamilia,quécosashabíamoshechodesde la última vez que nos vimos y luego derivamos en temas másgenerales como la situación del país, algún que otro chismorreo yacabamosdialogandodelavidaenlagranja.Traslacomida,despuésdefregar los cacharros y dejarlos escurrir en su sitio,me fui ami cuartodispuestoaecharmeunasiesta.Mitíamecomunicóque,aldespertar,meesperabaconuncafé.
Hice, como había dicho, la siesta y volví a la cocinamás fresco ydespejado.Enlamesaesperabauntazóngenerosodecaféconlecheyunplato de bizcocho casero con frutas confitadas. Merendamostranquilamente ymi tía comentó con socarronería que tenía que comerbienporqueeldíasiguienteibaaseruntrabajoarduocomoelquemás.Nosquedamosmediahorahablandodeasuntostrivialesydespuésvimoslateleunrato;sobrelasochollegómitío.Estabaempapadoensudordearribaabajo,conunoslamparonesdetierraenlacamisayenelrostroyresoplandocomouncondenado.
—Buen día ha sido hoy, ¿te lo puedes creer?—dijo a titaDelia—.Mañana,hijo,ya tepuedespreparar;nosésiaguantarásel recolectaruncampoentero…
—Nodigas esas tonterías, poco seso—le recriminómi tía—.Bienfuerteestátusobrino.
—Soloesperonoechar lapapillaelprimerdía…—dije—.Loquemenosquieroesquelostemporerosmemirenmal.
—Nada de eso —contestó tito Alfredo—. Ya les he dicho a losmuchachosqueeresdebuenapasta.Mañanateplantasahícondoscojonesycosechasmediocampo…
—¡Alfredo,hombre,cuidaesalengua!—exclamótitaDelia.
—Siyatienepeloahíabajoyhacrecidofuerte,eshoradequeamplíeelvocabulario,¿oqué?
—Notepreocupes, tía—dijesonriendo—.Cosaspeoresseoyenenlaciudad,teloaseguro.
—Venga, Santi; échame una mano con la cena. Hay que acostarsetempranoylevantarsehacialassiete.Nohagasquemiqueridomaridotedespierteconunapatadaeneltrasero.
Riendo los tres, nos dispusimos a cenar. Fue una de las cenasmásfrugales que recuerdo de mi vida. Tras esta, estuvimos hablando largorato,peroelsueñomevencía;meretiréamicuartoymedormícasialinstante.Esafuelaúltimanochequetuvimospaz.
Aldíasiguiente,sobrelasseis,eldespertadorsonóenmimesilla.Lohabíaprogramadoparalevantarmeunahoraantesyasínodecepcionaramis parientes. De acuerdo; era un chico de ciudad, pero quería ser útilparaellosdesdeelminutocero.
Miorgullo tempranero se fuepronto al traste al averiguarquemistíosyahacíaporlomenosmediahoraqueestabanenpie.Desayunéconellos mientras tito Alfredo me daba instrucciones de cuál iba a ser mitrabajo.Trassuexplicación,meprestóunmonodetrabajodetelabastayunacamisetadealgodón;algomedecíaque,conelcalorde lamañana,esacamisaseibaaempapardesúbito.
Salimos ya con el sol despuntando por el este hacia dondepernoctaban los temporeros. Estos estaban apoyados en los murosbebiendo café mientras la cafetera descansaba en un cámping gas. Meparecieron muy rápidos a la hora de ponerse en marcha. Mi tío mepresentóaCesáreo,unodelossudamericanos;conélestaríatodoeldía.Mientras titoAlfredoibaporel tractor juntocontresmásparaunirloalremolque,nosotrosnosdirigimosalcampo.
Cesáreoeraunbuenmaestro,ademásdeungran tipo.Mehablóen
principiodelcultivode lapatataparadesembocaren losmotivosque lehabían traído allí. Llevaba cerca de quince años en el país, siempretrabajandoenloscampos.Eralaquintavezquetrabajabaparamitío.Yocorrespondí a su verborrea con los planes que tenía a corto plazo, losestudios que tenía y el por qué estaba allí. Los ratos que pasábamoshablandomientras recolectábamosveníanpuntuadosporsilenciosen losquesoloseoíaelocasionalpiardealgúnpájarodeaquellasllanurasyel
motortraqueteantedeltractor.El mediodía llegó enseguida; era increíble cómo pasaba el tiempo
cuando no tienes reloj al que echarle un vistazo y es tu primer día delabranza.Supongoqueno siemprees igualy lohubieraaveriguadopormímismosinohubiéramosencontradoaqueltrozodeextrañapiedraquefueeldetonantedenuestrasdesdichas.
El sol casi había alcanzado su punto más alto cuando uno de lostrabajadoresmásalejadodenosotrosgritóelnombredemi tío.Paró lamáquina y todos fuimos a ver cuál era la razón por la que hacíaaspavientos con los brazos a modo de alerta. Bachir, el que habíaencontrado algo, nos lo enseñó acto seguido con un gesto entre elasombroylaextrañeza.
Se trataba de una especie de piedra pulimentada, pero eso erasimplificarmucholascosas;enrealidad,teníaunatexturaextraña,comosi fuerametal. Su opacidad era absoluta, así como su color, negro cualcarbón.Sinembargo,producíadestellosmulticolores.Eramásomenosdeltamañodelapalmadeunamanoyteníaformadepirámideirregularachatadadetrescarascuyosvérticesestabanromos.Noséporqué,penséenPinkFloydyenlaportadadeldiscoTheDarkSideoftheMoon;nosreunimosentornoaesoynodijimosnipalabra.TitoAlfredorompióelsilenciocomosiquisierarestarimportanciaalincreíblehallazgo.
—Joder,Bachir,menudopedruscohasencontrado.Miraquehearadoestoscamposunmillardevecesy,pormástierrayterronesqueremueva,siempremeencuentrounajodidarocaqueseempeñaenestarseahíquieta.Aunqueestaescuriosa,¿eh?Megustaelbrilloesequetiene.Alatardemelallevoylalimpiamosunpoco;pareceunbuenpisapapeles—sentencióriendo.
Los temporeros se relajaron al instante y aquel brillo deconcentraciónsobre lapiedraque todos teníamosdesapareciócomoporartedemagia.MitíocogiólapiedradelasmanosdeBachiryselallevóconél.Subióaltractoryproseguimosconlacosecha.Aqueldíafueunodelosmásagotadoresquetuveentodamivida,puesnoestabahabituadoenabsolutoauntrabajocasidesolasol.Alacabarlajornadalaboral,medespedídeCesáreoydelrestodetemporerosyacompañéatitoAlfredoadejareltractoryluegoacasa.
Unavezaparcadoeltractor,atravesamoselgarajeporunapuertaquecomunicabaconlosestablosydeallísalimosalpatiodelavivienda.Mi
tíoestabamuycontentodecómohabíanidolascosasymedabapalmadasamistosasenelhombro,diciéndomeque,desdeluego,podríahabersidotremendamentecapazdetrabajarenlahaciendainclusounosañosantessimispadresmehubierantraídoconasiduidad;suspalabrasmellenarondeorgullo. Cuando entramos, dejó la piedra en la mesita del recibidor yllamóamitíaparaquecontemplaraaquelinesperadotesoro.Ellalomiróconcuriosidadyloexaminódesdetodoslosángulos.
—Bueno;talvezlopodamosutilizarcomoamuleto.Despuésdeañosyañosremoviendotustierras,resultaqueaúnquedaunapiedra—dijotitaDelia—. Esto es señal de que es un terreno cabezón como tú, ¿no teparece?
Me encantaba lo bien que se llevaban los dos; en aquel instanterecuerdoquepenséenquepodríahaberidoavisitarlosmásamenudosinohubieranvivido tan lejos, casi aisladosde todo elmundo.Cuando lanoche cubrió por completo los cielos y hubimos acabado de cenar,salimosconunassillasalporcheycontemplamos lasestrellas.Desde laciudad no se veían tan claras en comparación a un espacio tan abiertocomo aquella granja y sus alrededores. Disfrutamos unos instantes delsilenciomaravillosoquereinabaenaquellugaryempecéacabecear.
—Vaya,vaya,Santi—observómi tíodivertido—.Mepareceque teestásquedandosopa…
—No,no;soloestaba…cerrandounpocolosojos—dijeamododeexcusa.
—Puescasipodríajurarquehastaroncabasporlobajo—dijoriendotitoAlfredo—.Anda,veaacostarte;notepreocupespornoestaraquí.Sinosotrostambiénnosiremosenunmomento,¿verdad,tesoro?
—Veantes siquieresa laduchaynodejes la ropade trabajoen lasillade tudormitorio.Déjamelaen lacocinayya lapondréaquíafuera.Mañana me ocuparé de lavarla y te daré unos pantalones vaqueros —ordenótitaDelia.
—Muy bien.Aunque tal comome encuentro, a lomejorme quedofritoenladucha…Buenasnoches,titoAlfredo;buenasnoches,tía—dijedándolesunbeso.
Losojossemecerrabanmientraselaguacalienteresbalabapormipiel.No recuerdouna sensaciónde pesadez en los párpados tan intensa,como si pudiera ser capaz de dormir cien años seguidos. Mientras mesecaba logré despejarme lo justo como para ponerme el pijama y
arrastrarmea lacama.Yallí fuecerrar losojosynopensarennadaenabsoluto.
Seríantalvezlascincodelamañanacuandomesacudióalguienenlacama. Di media vuelta y mis sentidos volvieron al mundo terrenal. Fuiconscientedelsonidodelasábana,delarespiracióndemitíoy,algomástarde,de losmugidosde lasvacas.Abrí losojosprimero interroganteydespuésnotandocomounmiedoinidentificablemeencogíaelcorazónyrecorríamiespinadorsalcomounacuchillahelada.
—¡Despierta, Santi! —apremió mi tío mirando por la ventana—.Algopasaahíafuera.Alprincipiopenséqueseríaunladrón,idiotademí.Pero,¿quiénquierevenirarobaraestesitioalejadodelamanodeDios?Vísteteconloprimeroqueencuentres,quesalimosalpatio.Noesnormalquemujanasílasvacas.
Salté de la cama como accionado por un resorte yme puse, de loprimero que encontré entre mi ropa, unos pantalones cortos y unacamiseta.Mecalcésinenlazarloscordonesysalíconmitío.Esteportabaamodo de arma un palo que podría haber sido la envidia de cualquiergarrotedelosdeantaño.TitaDeliaestabaenlaentrada;vestíasupijamapero abrazaba su cuerpo protegiéndose del frío. Yomismo noté que lasensación de escalofrío no había desaparecido. Salimos al exterior,cruzandoelporche.
Fueentoncescuandonotéquelatemperaturahabíadescendidoporlomenos diez grados. No tenía ni idea de si eso era lo más normal delmundo,peropuedoasegurarquemialientomoríaenvaharadasyqueyoloestabaviendo.Lasvacasenelestablocerradopasarondesu lenguajevacunoaunosgemidoslastimerosquecasimeparalizanamediocamino.
TitoAlfredoestabainclusomásasustadoqueyo,peronocedióniunmilímetro.Agarróconsusnudosasmanoslapuertaylacorrióparaabrirlos establos. Al principio no vimos nada; mi tío palpó la pared paraencenderlaslucesquecolgabandeltechoyelescenarioquepresenciamoscon aquella precaria iluminación nos colmó de un asombro y un terrorinimaginable. Los chillidos de las vacas no se habían apagado porcompleto.De las cinco que poseíami tío, solamente dos estaban en pie.Perofuetalelhorrorqueteníamosantenuestrosojos,quereparamosenellascincosegundosmástarde.
Elestablosehabíatransformadoenunacarnicería.Los cuerpos de tres vacas yacían en el suelo; pero ninguno estaba
entero.Había trozosdecarnepor todaspartesy lasparedes,antesdeunblancoinmaculado,estabanmanchadasdesangre;elgarrotedemitíocasiseleresbaladelasmanosantesemejantebarbarie.Yentoncesreparamosenalgomásterribleaún:losdosanimalesvivos.Seatacabanmutuamente,dándosemordiscoscomonuncaanteshabíavistoendosherbívoros.Másque vacas, parecían lobos a punto de fenecer de inanición. Las salvajesdentelladasconlasqueseatacabanarrancabantrozosdepielycarneconunsonidodedesgarrotancruelquenoentiendocómonovomitamosallímismo.Losdosanimales teníanheridasprofundasy sangrantes tantoenlas extremidades como en el cuello y en los costados. Una de ellaspresentaba un orificio por donde, como si de guirnaldas macabras setrataran,colgabaunaporcióndeintestinos.
Pero en lo queme fijé en especial fue en el brillo infernal de susojos:unachispaverdosaquecambiabade tonalidadoraoscura,oramásclara.Aunade lasvacas le faltabamedia cara;unode losojos colgabainerte, pero pude observar que el que aún le quedaba brillaba con unarabiosaintensidad.Losanimalesseencabritaronysaltaronsobresuspatastraseras para volver a embestirse. Era un espectáculo atroz. Por finrepararon en nosotros; y un suspiro entrecortado escapó de nuestrasgargantas.Aquellosvesánicosojosnosescrutabanconunafijeza talquebastabaunpardesegundosparavolverseloco.Fueronhacianosotroscontodalavelocidaddelaquefueroncapaces.Mitíoyyosalimoscorriendoe intentamos cerrar la puerta con celeridad; mas, cuando quedaba unpequeño resquicio, las vacas chocaron contra el portón y este temblósobresus rieles,haciendoque losoltáramosynosfuéramoshaciaatrás.Unodeloshocicosdeaquellosmonstruoshusmeóporelhuecoyempezóacorrerlapuertadenuevoparaabrirla.
Noslevantamosrápidamentedelsueloynosdimosalacarrerahaciaelporche.TitoAlfredonoteníaelcayadoparadefenderse,asíquecorriócomo alma que lleva el diablo. Cerramos la puerta de casa y, mientrasjadeábamosdepurocansancioyagitación,mitíaaparecióenelrecibidor.Estabamuyasustaday sumiedoaumentó todavíamásalvernoscon losrostrosdesencajadosyblancoscomoelpapel.
—¡Por el amor de Dios, Alfredo!¿Qué ha pasado allá afuera? —preguntótitaDeliatemblorosa.
Antesdequeningunode losdosrespondieraalgo,unade lasvacasemitió un mugido tan grave que casi podía jurar que los cristales
temblaron.Yvolvimosaescuchardenuevolasembestidasdeaquellasdosbestias.Nonos atrevimos amirar por las ventanas quedaban al patio ytuvimoslamayordelassuertesalnotenerencendidaningunaluzexteriorquenosdejaraatisbarloqueallísucedía.
—Se están matando en el patio… Tanto mejor así… —dijo titoAlfredo—.¿Quécoñoleshapasadoalasjodidasvacasmecagoen…?
—¿Qué ocurre con las vacas? —preguntó temblorosa mi tía. Losespantosos chillidos de los animales como telón de fondo nos estabanvolviendolocos.
—No… no lo sé; se están matando entre ellas —respondí entrebalbuceos.
—¿Qué lesocurre a lasvacas?—repitiódenuevomi tía.Estaba albordede lahisteriay los sonidosquenos llegabandesdeel exteriornomejorabannadaelpanorama.
—Voyasalir…—dijotitoAlfredo—.Enciendelosfocosdefuera.—¿Estásloco,tío?Niseteocurra…Dejaquesedespedacen.Dentro
deunashorasningunadelasdossobrevivirá.Susheridassonmortales…Nosaseguramosdequelapuertaestababiencerrada.Escuchamosen
el recibidor sentados en el suelo, durante un buen rato, lo que no nosatrevíamos a imaginar que ocurría en el patio. Para entonces el solempezó de nuevo a salir por levante, y los chillidos y mugidos yembestidashabíanfinalizado.Lamañananosencontrócabeceandocomopodíamos, sin llegar a profundizar en un sueño que bien nos hubieravenido.
Nos levantamosdelsueloydescorrimos loscerrojos.Abrimosconcautelalapuerta.Mitíofueelprimeroenasomarlacabeza.Mascullóunjuramentoysalióalexterior.TitaDeliafuetrasélyyo,acobardadocomoestaba, no quería que me dejaran solo; fui tras ellos. El ambiente eraanormalmentecaluroso,peseaserpocomásdelassietedelamañana.Elcementodelpatiobrillabacomosifueraplata;ensusuperficie,yacíanlasdosvacasquesehabíanenfrentadohastalamuerte.Perosuscuerposnosepudríanalsol,sinoquepermanecíanrecostadoscomoestatuasgrises.Mistíos miraban estupefactos y yo, sacando el valor de no sé dónde, meaproximéaellasymeagachéparatocarlas.Supielgrisáceaseredujoalamás absoluta nada y comprobamos, aterrados, que parecían estatuas depavesa.
Elcuerpodelavacaquehabíatocadosedescompusoenunvendaval
de cenizas que se quedaron flotando en el tranquilo aire matutino. TitoAlfredo fue al establo a comprobar qué pasaba y el resultado fue elmismo.La sangre se había secado en las paredes, en el suelo y hasta elhenoestabasanguinolento.Peroloscuerposdespedazadosdesusanimalesestabanenelmismoestadoquelosdelpatio.Eranpuropolvoquealamásmínimacorrientedeairesevolatilizaba.
—PeroenelnombredeDios,¿quécoñoestápasandoenmigranja?—preguntómitíoporlobajo.
—Alfredo; debemos hacer algo… avisar a los chicos y luego a lapolicía.Esto…estoes…estono…
Como si los ruegos demi tía se hubieran escuchado, golpearon lapuertaquedabaaccesoalpatiodelahacienda.Cesáreollamaba.Peromásque llamarconnormalidad,sediríaquesuvoz teníaun tonodesúplica.Fuimoslostresalapuertayabrimos.ElrostrodeCesáreoeralamuestramásabsolutadelpavor.
—SeñorAlfredo,señoraDelia…Tienenqueveresto.Loscampos…loscampos…—balbuciónervioso.
En el exterior, lo que vieron nuestros ojos fue tan inverosímil queacasopudiéramosestarsoñando.
Antenosotrosseextendíanacresyacresdeterrenoremovidoparalacosecha de la patata; pero la tierra mostraba un color de un grisenfermizo; algunas de las plantas silvestres que crecían a la vera delcamino que llevaba a los huertos mostraban un aspecto quebradizo ylastimero, como si una explosión nuclear hubiera tenido lugarmientrasdormíamos.Yelcalor…esoerasindudalomásinsoportable.Eracomosituviéramosalsoltansoloaunpardekilómetrosenvezdeamillones;Bachir estaba de pie a unos cincuenta metros de distancia de nosotroscampoadentro.Cesáreonoscomentóquedosdesuscompañerosestabanmuymal.Sehabíanmovidomuchoporlanochey,ensueños,farfullabanalgo que les era por completo desconocido. Habían pernoctadoenfebrecidosynorespondíananingúnestímulo;sinembargo,apesardelafiebre,susextremidadesestabanfríascomouncadáver.Optaronalfinalporatarlesalacamacomomedidaparaquenosecayeranosedañaranyenaquelmomentoparecíanestarmástranquilos.
—¿QuéhaceBachirenloscampos?—preguntémientrasmesecabaelsudorconlacamiseta.
—Nolosé,Santi—contestóCesáreo—.Llevaahícasidesdequeel
solsalió.—¿Nooísteislasvacas?—preguntótitoAlfredo.—¿Qué vacas, señor? Los gritos de Mauricio y Ioan nos tuvieron
ocupadostodalanoche.Imposibleoíralgo.—Santi—dijomitía—,veaporBachiryllévaloalbarracóndelos
temporeros.Vamosaecharlesunvistazoalosdosenfermos.—Esperachico—medijomitío—.Vamoslosdos;siestáahíapleno
sol,esquenodebedeestarbiendelacabeza.—De acuerdo:Cesáreo, tú y yo nos vamos para allá. ¿Tenéis agua
suficiente?—preguntómitíaponiéndoseencaminoconeltemporero.—Sí, señora; aún nos quedan varias garrafas —contestó Cesáreo
mientrassealejabacontitaDeliahaciaelbarracón.La conversación se perdía mientras nos adentramos en el campo.
Nadamáspisarlatierra,unacapadepolvoycenizaselevantódelsuelo.Nuestrospiessehundieroncasihastalasrodillas.TitoAlfredotrastabillóycasisecayó.Anduvimoscomopudimosentreaquellasnubesdepolvo.Pude notar que un aire cálido nos acariciaba suavemente en el rostro ypegaba las ropasanuestroscuerposyasudorosospero, sinembargo,elpolvoparecíanolevantarsealpasodeaquellabrisa.
Y Bachir seguía sin moverse de su sitio. Era como si intentaravislumbraralgoenelhorizonte,masnopodríaasegurarloporqueestabadeespaldasanosotros.Tardamosmásdedosminutosenllegarhastaély,paracuandolohicimos,observamosqueestabaenterradoenaquellatierrahasta casi medio muslo. Gotas de sudor perlaban su rostro y mirabaimpasible hacia delante, hacia el sol.No parecía afectado por semejantetemperatura y no sabíamos cómo era posible que no se hubieradesmayado al instante con aquel sofocante calor, pero allí permanecíacomounaestatua.Mitíofueelprimeroquerompióelsilencio.
—¿Bachir?¿Teencuentrasbien?—Bien;sí,señor.Estoybien,gracias—contestóBachir.Suvoz,lejos
desertonal,sonabamecánica,comosifueraotroquienrespondieraporél.
—¿Ocurre algo, amigo? —pregunté yo. Estaba muerto de miedo,peronecesitabahablarparasentirmecuerdo—.Estecaloreshorrible.
—Escalor,nadamás.DedondeÉlviene,haymilsolesmáscalientesqueeste—contestóBachir.
—¿De donde viene… quién? —preguntó mi tío tras un silencio
aterrador.—HacemilesdemillonesdeañosÉlllegóhastalatierra.Letrajeron
aquí;despedazadordemundos,leenterraronypusieronlaseñal,paraquenadie la tocara.AhoraÉlquiere laseñal,porque tambiénessupoder—dijoBachirconvozqueda—.Élfueradeaquí…
—Lehadadofuerteelsol;estádelirando…—dijomitío.—¿Quéhacemos?—pregunté inquieto.Las incoherenciasdeBachir
mehabíanpuestonervioso.—Bachir,¿puedesandar?Nosvamosalbarracónconlosdemás;has
sufridoungolpedecalor.Acompáñanos…—Nadie sale de aquí; devolvedme lo que es mío; devolvedme,
devolvedme,devolvedmedevolvedmedevolvedmeDEVOLVEDMEEEEE…Bachirsostuvoaquellaletaníaduranteuntiempoqueparecióeones;
retrocedimos rápidamente y con el corazón en la boca. Caí al sueloaterrizandoconeltrasero.Unanubedepolvoselevantóamialrededorymenublólavista,aunquenolosuficienteparanovislumbrarloquevinoacontinuación.Bachirsellevólasmanosalacabezamientrasgritabaysucuerpoempezóadoblarsehaciaatrás,forzandocadavezmássuespaldaenunángulomuypronunciado.
Cuandollegóaunlímiteenelcualunacolumnavertebralsepartiría,sus gritos sonaron como si tuviera la boca llena de arena y empezó amutarelcolordesupiel.Del tonomorenoque teníapasóaunamarillopurulentoydealláaungrisuniforme;al llegaraaqueldetestablecolorempezóaquebrarseo,másbien,adeshacersecomoleshabíapasadoalasvacas.
Melevantédelsueloconelcorazónenlabocaycorríjuntoamitíocomo alma que lleva el diablo. Salimos del campo a trompicones,tropezandoconaquellamasadetierraypolvocadadosportres.Cuandosalimosalcamino,nuestraspiernasapenasnossostenían;elaspectoquepresentábamos no podría ser más desastroso y sucio. Pero estábamosvivos.
—Diosmío;Diosmío…¿quélehapasadoaBachir?¿Qué…quéhasidoeso?—preguntómitíofueradesí.
Nocontesté;ningunarespuestasaliódemiboca.Estabaenestadodechoque. Aquello no era precisamente lo que había planeado como unaestanciaenloscamposdemistíos.Soloibaapasarunatemporadaparalacosecha de la patata…y entonces algo se encendió enmimente: eso lo
habíamos encontrado allá. Una piedra, una cosa opaca con brillosiridiscentes.EraesotalvezdeloquehablabaBachir.Eraesoloquequeríaque se devolviera. Pero devolver, ¿a quién? ¿Qué ser monstruoso sehallabatrasaquello?Ylapreguntaquemegolpeabalacabezaenaquellosmomentoserasencilla,perohorrible:Siyaeralibreypodíatransformarlacarneenceniza,volveralascriaturasvivaslocasycambiareltiempode esamanera tan brutal, ¿qué sería capaz de hacer si conseguía lo quebuscaba?
Noacertabaadarunarespuestaami tío,ni tampocoaordenarmispensamientos. Y, justo cuando me hallaba en disposición de organizartodoloqueseagolpabaenmimente,gritosdeagoníasurgierondesdeelbarracón de los temporeros. Era mi tía la que gritaba pero tambiénalgunos hombres que allí se encontraban dejaron escapar aterradoresalaridos de sus gargantas. Sacamos fuerzas de donde no teníamos ycorrimos hasta el límite hacia las puertas. Entramos rápidamente y nosencontramos con el súmmum de la locura que hizo tambalear nuestrarazón.
Losdos temporerosque, segúnCesáreo,habíancaídoenfermos, sehabían liberadodesusatadurasyhabíanatacadoal restodelequipo.Noeranzombisnialgunaotraclasedemuertosvivientes,perosusojosteníanese fulgorverdequevipor lanocheen lasvacasatacándoseentreellas.Aquelloshombreshacíanlomismo:atacaroncontodoloqueteníanasudisposición: uñas, manos y, por supuesto, dientes. Cesáreo había sidomordido salvajemente en el rostro y su nariz había sido arrancada.Aúngritaba cuando uno de los enfermos le intentaba separar la cabeza delcuerpo, lo cual consiguió tras romperle las vértebras con un sonidosemejante al quebrar de una rama. Mi tía también había sido agredida,perosolomostrabaarañazossuperficialesyuncortepocoprofundoenlapiernaquesehabíahechoalcaer.
Otrotrabajadoryacíaenelsueloconlacabezadestrozada;partedesussesosseencontrabanenlaparedcercana.Losotrosdoshombresquerestabanintentaronreduciraunodelosenfermos.TitoAlfredoreaccionócomo un demente al ver a su mujer entre aquella vorágine de carne ysangre.Seabriópasocomopudoenlahabitaciónylalevantódelsuelo.Yo estaba paralizado por el horror, incapaz demover un solomúsculo.SolopodíarezarparaqueaquellabestiaquelehabíaarrancadolacabezaaCesáreoyseensañabaconloquequedabadesucuerponosefijaraenmí.
Mistíossalierondeaquelmaremágnummacabro;primerofuemitíaquien,cojeando,seasióamisbrazos.Mitíosaliópocodespuésysellólapuerta. Los temporeros que estaban sanos, viendo lo que hacía mi tío,dejaron al enfermoy se abalanzaron a la entrada; denada sirvieron sussúplicasnisusgritosdesesperados.
—Vamos,chico.Notenemosopciónmasquedejarlosallíconloque
sabeDiosestáconellos.Tranquilacariño…aguanta.Soloesuncortefeo—dijo.
—Peroaquelloshombresestánbien…—aventuréadecir.—¡OlvídaloSanti!—exclamómitío—.Ayúdameallevaramimujer
acasaoaquínoquedarániunosoloparacontarlo,joder.No fueron sus palabras las queme llevaron a hacerle caso. Fue la
férrea voluntad que mostraba, así como el instinto de supervivencia ensemejantemundohostil.Asípues,cargamosconellahastacasa.Losgritosenelbarracónaúnseguíanescuchándose.Perolapuertanocedióapesarde losesfuerzosde los temporerosporabrirla.Conformeavanzábamos,intenté hacer oídos sordos. En ese caso, eran ellos o yo. Y, puestos aelegir,decidísobrevivirtodoeltiempoquefueraposible.
Tardamoscincominutosenllegaralacasa.Bajoesesolabrasador,nuestramarchacasisetornóenunaodisea.Estuvimosapuntodecaerunpardeveces,perofinalmentealcanzamosnuestrameta;nosmetimosbajoelporcheyabrimoslapuerta,pasandoalinteriordelacasa.Mitíocerrólaentrada;yocondujeatitaDeliahastalacama;sudabacopiosamente,enparteporelesfuerzodellegaralacasa,enparteporelsolquecastigabasinpiedad a toda lahacienda.La acosté en el colchóny,mientras iba albañoenbuscadeunatoallaparasecarleelsudoryvendasparacubrirlelaherida,oíatitoAlfredoecharlaspersianasycerrarlasventanas.
—No te preocupes por mí; solo ha sido un corte superficial. Ve aayudaratutío—dijoella.
—¿Estássegura?Nomegustanadaesecorte;deberíasvendártelo…—Fueconelbordedehierrodelalitera;noesprofundoynosangra
mucho.Doler duele pero estoy bien, de verdad.Ve a ayudarle, corre—repitiódenuevotitaDeliamientrastapabasuheridaconlatoalla.
—Estábien—contesté.Fuidondeestabamitíoy,sinmediarpalabra,leayudéabajartodas
las persianas y ventanas que quedaban. La casa se sumió en penumbras,
pero seagradecíaqueaquel calornopenetraraen lashabitaciones.Trasecharlospostigosyasegurartodalacasa,titoAlfredofueporaguaalaneveraymeencargóquerecogieramásapósitosytinturadeyodoparamitía. Mientras buscaba en el botiquín lo que me había pedido, lo oímascullarunjuramentoenlacocina.Seasomóalbañoconunabotelladeagua,apoyándoseenelmarcodelapuerta.
—Nohay luz, joder—dijo—.Handebidodesaltar los fusiblesconeste calor insufrible. El agua aún está fría pero al cabo de cinco o seishorasloquemepreocuparáseráloquehayaenlanevera.
—¿No podremos cocinar algo?—pregunté. Mis tíos tenían cocinaeléctrica.
—Meparecequeno…¿Encontrasteelyodoylasgasas?—Sí;aquíestán—contestélevantándolasenunamano.—Vamosacurarla;yanospreocuparemosdespuésdelacomida.Lo
importanteesque,almenos,tenemosagua.Acudimos a la habitación. Tita Delia yacía en la cama respirando
entrecortadamente;cuandoaparecimosporlapuerta,seirguióunpocoynos miró. Vio lo que traíamos y se recostó. Mientras la curábamosempezóahablardeloquehabíasucedidoenlosbarracones.
—¿QuéocurrióconBachir?—preguntó.—Lepasólomismoquealasvacas,tía—contestétrasnotarquetito
Alfredoestabaconcentradoencurarlelapierna—.Hablóde…decíacosasincoherentes.
Mi tíome lanzóunamiradaque llevaba implícita la advertencia de
quenoprofundizaramuchoeneltema.DiaguaatitaDeliayproseguíconlaconversación.
—Sedeshizoenceniza…Salimosdeloscamposechandohostiasy,alllegaralcamino,escuchamosgritosdesdedondeestabais.
—Fuealgoterrible.OígritosdeBachirafueray,paracuandoquisedarme cuenta, los enfermos rompieron las ataduras y saltaron a porCesáreoylosdemás.Estabancomolocos.Yomefuihaciaatrás,perocaíy me abrí la pierna con la jodida cama… te dije que teníamos quecambiarlas o forrarlas, Alfredo…—dijo con un esbozo de sonrisa—.Luego solo me acuerdo de que irrumpisteis en el barracón mientrasaquellos… mientras uno le rompía el cuello a Cesáreo y los demásintentaban reducir al otro. Y el sol… Dios bendito, qué sol. Nunca he
sentidotantocalorenmivida…¿Quéesloquehapasadohoy?Yentoncesnos acordamosde lapiedra.Quise ir por ella, pero tito
Alfredomecogiódelbrazo.Medijoqueacabáramosdecurarasuesposa.Despuésdeaquello,necesitaríaunpocodereposo.Nosocuparíamoslosdos de aquel temamás tarde. Así pues, vendamos la pierna herida y ledimosun tranquilizanteparaquepudieradormir.Dejamosami tíaenelcuarto,dándoseaireconunabanicoyentrecerramoslapuerta.
Losdosnos fuimoshacia lacocinaysacamosde laneveraaquelloquepodríamoshacerencrudosinqueseestropeara.Lopusimossobrelaencimera y luegomi tíome invitó a sentarme en lamesa.Debíamos dehablaracercadeloquehabíaocurridoydeloqueíbamosahacerenlaspróximashoras.Sesituófrenteamíyentrelazósusmanos.
—Estáclaroqueconestasornanosepuedesalirenabsoluto.Yameparecíaqueeltiempoayerporlanocheeraantinaturalcuandosalimosaverquélespasabaalasvacas;hacíaalgodefresco,tantoquecasiechédemenosmichaqueta.Peroesto…¿quécreesquepuedeestarpasando?—tantomitíocomotitaDeliapreguntaronlomismo.Unapreguntaparalaqueyonoteníarespuesta.
—Bachirmencionóaalgoquequeríaunpoder…pero,¿quépoder?—¿Creesqueserefierealapiedraqueencontramos?—preguntósin
apartarsumiradademisojos.—¿Quéotracosapodríaser?—Desdeelprincipiomeparecióuna rocabastantecuriosa;nosolo
porlaforma,sinotambiénporelbrillo,latextura…noerapiedracomolasqueseencuentranporlaslindesdemiscampos,desdeluego.Perosilarocanohaceesto,¿quépuedeser?
—¿Qué puede ser algo tan poderoso como para cambiar elcomportamientode los seresvivosasí…e inclusoalterar el tiempo?—preguntéasustado.
—Nolosé,niquieroaveriguarlo.—Talvezdebamosdeshacernosdeesapiedra…—¿Quieresdecirtirarlaalláafuerayqueloqueseaqueestáhaciendo
estoamisanimales,mistierrasymishombres,lorecoja?Y,¿quépasarádespués?
—Soloesunaidea.Meparece,aligualqueati,unamalaidea,puesnosabemosconcertezaquéesloquepretende.
—Esperaremos a la noche para salir de aquí. Si tenemos suerte,
refrescará.Ahoranoesmomentode lanzarsea laaventura fueradeestacasa,muchomenosconmimujerheridaenlapierna.Estesofocantecalortiene que acabar. ¿Estás de acuerdo?—La idea de pasar allá todo el díahastalanochenomeparecíaunbuenplanperoasentínervioso.
—Deacuerdo—accedímirándolealosojos—.Aguardaremoshastaelanochecer.
Amedia tarde,preparamosalgodecomer.Por fortuna teníamosuncámpinggasenlacasayhervimosenélunascuantasverdurasehicimosalgodecarnealaplancha.Fuiallamaramitía,peroeltranquilizantelahabíadejado fueradecombate.Se lodijea titoAlfredoyesteconsintióque siguiera durmiendo. Comimos con muchísima desgana, masticandomecánicamente;meforcéanopensarenloseventosquehabíanocurridoalo largodeaqueldelirantedía.Nonosdirigimoslapalabraparanada.Tras la comida, mi tío me sugirió que fuera a dormir un poco; él sequedaríaenlacasa,yendoarribayabajoporelpasilloyechándoleunojoa tita Delia. Me fui a la cama y, nada más desplomarme, un sueñodesapacible se apoderó de mí. Dormité durante tres horas, tal vez. Medespertéyoíelsilenciodelacasa.Esohizosonartodaslasalarmasdemicabeza;saltédemicamaysalíalpasillo.
Tito Alfredo estaba en la ventana del final del corredor. Medioagachado, intentaba vislumbrar algo en el exterior. Las sombras habíancrecido en la casa así que pensé que el sol estaba ocultándose por lascolinasquedelimitabanloscultivos.Fuihaciaélysevolvióhaciamí.
—Hasdormidobastante…—dijo.—Peronolosuficiente.¿Porquémehasdejadodormirtanto?—Noteníanecesidaddeecharme.Preferíaversihabíaalgúncambio
ahíafuera—medijo.—¿CómoestátitaDelia?—Sigue aún en la cama. Eso no me parece del todo normal. He
intentadomoverlaunpoco,peronoresponde.Respiramuyprofundoynosemueve.Esperoquetengamejoressueñosquelarealidadqueleesperacuandoselevante.
—¿Yaestáoscureciendo?—preguntéasomándomea las rendijasdelapersiana.
—Eso parece…He sacado velas de un aparador de la cocina parailuminarnosantesdesalir.Tendremosqueirhastaelgarajeyallácogeruna linterna que tengo. Es grande la jodida e ilumina como un foco de
barco.Luego saldremospor el caminoconel tractory recorreremos ladistanciaquequedahastalacarretera.
—¿Quépiensashacerconlapiedraqueencontramos?—pregunté.—Noslallevamosconnosotros.Nopiensodejarlaaquíparaquela
encuentreaquelloquedijoBachir.Heestadopensando:lallevaremosalauniversidadodondeseaqueinvestiguenestascosasparaqueleechenunvistazo.Peroloprimero,desdeluego,essalirdeaquí.
Estuvimosparadosenfrentedelaventanaduranteunahoralarga.Laconversación empezó a derivar hacia asuntos más cotidianos, lo quesupusounsoplodeairefrescoparanuestrasaturdidasmentes.Cuandolaluzempezóadisiparseenelexterior,mitíofuealacocinaydispusolasvelasdetalformaquetodalacasaestuvieramásomenosiluminada.Pusodos en el recibidor, cuatro en la mesa de la cocina y dos en cadahabitación.TitaDeliaseguíasindespertaryesoempezóapreocuparnosalosdossobremanera.
Laoscuridadpocoapococonquistabaterrenoyencendimoslasvelasdentro de casa; la cocina y el recibidor tenían con aquella tenue luz unaspecto lúgubre. Fui al cuarto de matrimonio para tener también unaencendidaallíquehicieramásfácilvigilarmejoramitía.
Cuandoprendió,mirésurostroyviquemurmurabaalgoensueños.La compasión por la hermana demi padre hizo que le pusiera lamanoafectuosamente en la frente. Pero al momento la retiré y de nuevo elmiedoatenazótodomiser:estabaardiendocomounatea.Meatreví,aúnnosécómo,acogersumanoynotéqueestabafríacomoelhielo.Llaméamitíoconvozentrecortada;llegócomounaexhalaciónylecomentédemaneratemblorosaqueestabafebril.Lepalpólafrenteyentoncesperdiótodoeltemplequehabíatenidohastaaquelmomento.Seechólasmanosalacabezayempezóamaldeciryblasfemarcomonuncahabíaoídohaceranadie.Hundiósurostroenlacolchayyo,mientrassollozaba,levantéunpárpadoamitía.
Lapupilacasinodejabavereliriscastañoy,dentrodeesta,untenuebrilloverdosoaparecía intermitente.Aparté lamanodelpárpadoydi lavueltaa lacama.Cogíami tíopor lasaxilas.Peroélnoparecíaquerermoversedeallí;insistídenuevo,intentandoqueselevantaraantesdequeesoqueestabadentrodemitíadespertara.
—Vamos, tito Alfredo. No nos podemos quedar aquí —le dijeintentandomoverle.
—¡Alamierdacontodo,joder!¿Quécoñoleestápasandoalagenteenmiputagranja?—gritabamásquehablaba.Estabacompletamentefueradesíyluchabaparaquenolecogieradelbrazo.
—Tenemosquedejarlahabitaciónyatrancarlapuerta.¡Vámonos!—Nopiensodejarasusuerteamimujer.Mequedoaquíconella.—¡Noseasgilipollas!¡Cuandodespierteteharápedazos!Yanoesmi
tía, ni tu esposa. No sé cómomierda lo ha hecho, pero lo que sea quebusca esa piedra está aquí dentro y está en el interior de ella.Debemosabandonarlahabitación.
Y,cuandomitíoalzólacabeza,titaDelia,queyanoeramásella,seirguióen la cama.Sumaridoesquivóunzarpazo,puesestabaa escasoscentímetrosdeella.Caímosalsueloalavez;ellasaltódelacamaalpisoy fue hacia nosotros. La lucha fue encarnizada, pues tenía una fuerzasobrehumana. A duras penas logramos desasirnos de ella; con un gritodesesperado,titoAlfredolaempujóysumujercayóenlacama;elbrazofueagolpear lavelay lahabitaciónquedóaoscuras.Laúnicafuentedeluzqueteníamosproveníadelpasillo…ydelosojosabiertosdeaquelserquesehabíaapoderadodelcuerpodemitía.Sufulgorverdosoardíaconintensidaden lascuencasdesusojos.Entoncesyanoquisimosvermás;nosprecipitamoshacialapuerta;peroellafuerápidacomoundemonio.Me asió de la pierna tras un salto y yo alcancé a darle una patada en elrostro.Sinduda,loquemáspavordabaeraquenosequejabaenabsoluto,apesarderecibirgolpesquehubieranhechogemirinclusoaunanimal.
Salimosdelahabitaciónycerramosapoyándonosenlapuerta.Elserqueestabadentrolaaporreabay,cuandodescubriólamanilla,empezóamoverlafrenéticamenteparaabrirla.Sabíamosque,encasodequesaliera,ningunodelosdosvolveríamosaverunnuevoamanecer.Mitíomepidióagritosquecorrieraelaparadorquehabíaenelpasillo.Erapesado,peropodíaconél;dejésoloatitoAlfredoyfuirápidoalpasillo.Mientrasoíala luchaenelotroextremo, intentéarrastraraquelmueble.Lomovíconunesfuerzotitánicoyconseguísituarloenlasjambas.
Hicimoslopropiotambiénconunpequeñoarmarioquehabíaenelrecibidor, de manera que la puerta quedó tapiada. Aún se oían golpesdesesperados por salir de allí y el sonidometálico de lamanilla.Y fueentonces cuando nos dimos cuenta de que, en aquel momento, nuestrosproblemasnohabíanhechomásqueempezar.Otrosonidoproveníadelaentradaprincipal.Fuera loque fuese,estaba intentandoentraren lacasa.
Fuimos hacia allá y nos asomamos con cautela por los ventanucoslateralesdelapuerta.Yloquevimoscasihizoquenosvolviéramoslocos.
Lanocheyahabíacaídosobrenosotrosyafuerahabíaestrellasquebrillaban con un fulgor como nunca había visto en una negrura infinitaque parecía devorar cualquier atisbo de realidad. A escasos metros delporche,puesapenassepodíavernadamás,vimosunafiguraincorpórea,formada por neblinas de unos cincometros de altura; poseíamiembrosvaporosossemejantesatentáculosydesdedondeparecíaestarsucabeza,unnúmeroindefinidodeojosverdososescrutabanlaentradabuscandolamaneradepasar.Peronoeraesoloqueestuvoapuntodehacernosperderlacabeza.Cuatrode los temporerosquehabíamosdejadoa su suerteenlosbarraconesestabanallá.Aescasosmetrosdenosotros,separadossolopor un muro, venían con paso mecánico. Detrás de sus cabezas nacíanaquellos tentáculos neblinosos. Así pues, era aquella cosa lo que habíasalidoparaadueñarsedelarocaqueencontramosenelcampo.
Sinpensarenloquehacía,meechéatrásycogílapiedra.Fuirápidoamicuartoycogímichaquetadeentretiempo.Melapuseymetílapiedraen el bolsillo.Mi tío permanecía rígido en el recibidor.El sonidode lapuerta, con mi tía dentro del dormitorio, los que habían sido lostemporeros que en aquellos momentos se dirigían hacia nosotros y laescasavisibilidadhicieronqueelmiedoqueteníasetornaraenelpánicomásabsoluto.Mi tíomemirócomosabiendoqueaquelloerael fin.Meordenó que me metiera en la despensa y que no saliera para nada. Meacompañóhastalacocinayallícogiódoscuchillos.Medioamíelmásgrande,untrinchante.
—Si consiguen rebasarme, no tengas piedad; y, si puedes escaparantesqueluchar,nodudesniunsolomomento.
Mecondujohastaladespensayallámeencerró;echóelcandadoquetenía fuera y ahí, en aquella horrible e inquietante oscuridad, escuchabaaquelguirigaydesonidos.Sonaronvidriosrotos;mitíogritandoqueseacercaran, que allí estaba. Los invasores de la cocina apenas hicieronruido.Seoyóungolpeteoyluegounamaldición;mitíoentróalacocinay cerró la puerta; oí a aquellas personas que ya no eran personasabalanzarsesobreesta.
—¡Santi! ¡Salde lacasa!¡Salporelventanucode ladespensa!¡dateprisa! —gritó tito Alfredo mientras contenía con las fuerzas que lequedabanlapuerta…elúltimoobstáculoentreellosynosotros.
Noveíacasinadaenaquelsitio;laluzdelexteriorquesefiltrabaporelvanode laventanaapenasmedejabaverenquépodíaapoyarmeparasubir hasta allí. Por añadidura, aquellas señales audibles de lucha meestabanponiendonerviosoenextremo.Melasarregléparaescalarhastalaventana,queestabaaunosdosmetrosymediodealtura.
Intentéabrirlayloconseguícasisinesfuerzoalaprimera.Perocaíresbalandoporlasparedes;perdíelcuchilloqueseocultóenlaoscuridaddelsueloy,almismotiempo,oíenlacocinalapuertaqueseabría;mitíogritaba a los temporeros y se reía con una risa propia de locos. Sedebierondeabalanzarporélysurisamudóaungritodesgarrador.
Se escuchó un crujido que me heló el corazón; sin embargo, aúnposeía instinto de supervivencia. Si aquella cosa quería su amuleto,talismán o lo que demonios fuera aquella piedra, iba a tener queesforzarse algo más. Olvidé mi arma y volví a intentar el ascenso alventanuco cuando empezaron a aporrear la puerta de la despensa. Y yatenía medio cuerpo fuera cuando esta cedió sobre sus goznes y lostemporerosirrumpieronenelpequeñoespacio.Conunempujón,antesdeque me alcanzaran, conseguí salir del todo; caí de mala manera, peroestabavivo.
Melevantécomopude.Habíacaídosobremibrazo;tratédemoverlopero sentí una punzada aguda de dolor. Eché a correr intentando dejaratráslagranja;lanochemeamparaba,peroelfríoatenazabamicuerpo.Levantélavistahaciaelcieloymepercatédequelasestrellasfulgurabancon un brillo siniestro y enloquecedor. Bajé la mirada a tierra y meobliguéacorrertodoloqueeracapaz.Elbrazomedabapunzadasaunqueesonofueimpedimentoparaseguirmifatigosamarchahacialacarretera.
Había dejado todo atrás; mis tíos, los temporeros, la casa, loscampos;tendríaqueestarapuntodellegaralacarretera.Tropecéconmispropiospiesycaícuanlargoeraalcaminocontanmalafortunaquetodomi peso cayó sobre mi extremidad herida. Un increíble espasmo melancinóelbrazohastaelcostadoymedesmayé.
Y entonces comenzaron las pesadillas; sueños infernales querecuerdo vivamente, como si me hubiera sumergido en el río EstigianadandoparaalcanzarelHades.Enaquellaspesadillasmorabancriaturasen mundos imposibles que no quiero ni debo pensar. Cosas que searrastraban, que gruñían, que alzaban sus polimórficos cuerpos a loscielos y retaban a toda mente cuerda a no hacerse añicos ante sus
espantosas apariencias; y yo estaba entre ellos, suplicando no serdescubiertoo,almenos,quenorepararanenmíeltiemposuficienteparahacermeDiossabequé.
Horas despuésdesperté completamente entumecido.Abrí los ojos yme estremecí de frío. La noche se cernía sobre mí como siempre. Nohabíanirastrodeaquellasestrellasygalaxiasquehabíaobservadoenmiapresuradacarrera;tampocohabíarastrodeaquellacriaturaquemanejabacomosideuntitiriterosetrataraalostemporerosy,sospechabayo,amitía.
Me puse en pie, lleno de polvo, ceniza y suciedad ymiré a amboslados.Comencédenuevolamarcha.Elcieloempezóaclarearymediolasensación de que llevaba horas caminando. No era normal que hubierarecorridoaquelcaminoa lagranjadíasantesenuncuartodehorayenaquel instanteestuvieraandandodurantehoras.Asípaségranpartede lamañana. Las colinas se sucedían una detrás de otra y el sol seguía surumboporelcielo.¿Eraposiblequemehubieraperdido?¿Oeraquizásalgunaotrapesadilladentrodeunapesadilla?Noeraconscientedenadadeloqueestabaocurriéndome.
Yunapartedemílatíademiedoeincertidumbreporlaspersonasquehabíadejadoatrás.Meacordabadeellos,peronoeracapazdesentirnilamásmínima lástima.Estabaenajenado;notaba los latidosdemicorazónmientras caminaba mecánicamente, pero también notaba una pulsaciónapartedemiórganovital…casiibanalapar.
Caíde rodillasy cerré losojos, pero algo ajeno amímeobligó alevantarmedenuevo.Seguícaminandoduranteunlargotrecho.Unapartede mí se dio cuenta de que caminaba con los ojos cerrados, como unsonámbulo.Yentoncesentendíconclaridadloquepasaba.Abrídenuevolos párpados y me detuve, luchando contra una fuerza que me estabaposeyendolentamente,contraalgoqueyasehabíaadueñadopocoapocodelasvidasquehabíadejadoatrás.
Me di la vuelta y entonces una ráfaga de viento sopló levantandopolvo del camino; y aquel polvo dejó entrever una silueta que sedesplazaba detrás demí. Era lamisma que había visto la noche pasada,aquellaque llevabaa los temporeroshacia lacasaparaposeer lapiedra.Aquello que losmanejaba como si fueran títeres.Y entonces comprendíquemehabíahecholomismo.Susincontablesojosnebulososenaquelloque podría ser su rostro fijaron su atención enmis ojos; y pude verme
comoélmeveía…desdeallíarriba,ofrecíaunaspectohorrible.Chillé y grité todo lo que pude en el que fue mi último acto de
voluntad en la tierra. Luego morí para siempre; porque había visto mirostro reflejado en lamirada de aquel ser.Mis ojos tenían ese destelloverdoso que habían tenido los temporeros y tita Delia. Y fui capaz denotar, con creciente horror y aversión, que uno de sus incontablestentáculosvaporososdescendíahastadetrásdemicuerpo,probablementeparaalojarseenlabasedemicráneo.
Aquellacriaturanosoloqueríalapiedraparasí.Erasucárcel,perotambién su poder, había dicho Bachir. Y cuando yo fui Él y Él fue yo,comprendí que su plan no era otro que el que había sido hacía eones;deglutir mundos enteros sin piedad, viniendo desde los confines de lagalaxia para hacer Su voluntad. Ese era su propósito y Dios, si es queexistíaunDios,sabíaquenoseríaelúltimomundoquedejaramarchitoymoribundodeluniversoinfinito.
Pero sobre todo grité porque sabía dónde me llevaba; no habíacarreteras que recorrer.Me llevaba colina tras colina hasta alcanzar unpromontorio.Desdeallísealzabamajestuosa,aunoscincokilómetros,laciudad.Laprimeraquecaeríavíctimadesuinsaciablehambre.
Pueshabíaencontradounportadorpara llevarlehasta losdemásdemiespecieysupe,concrecienteespanto,queeseportadorerayo.
ZOLTÁNK.BARTHAZOLTÁNK.BarthanacióenRumanía,perotienenacionalidadhúngara,habiendo vivido una gran parte de su vida enHungría.En 2006 decidiómudarseaZaragoza.Sumejormaestrodefotografíafuesupropiopadre,quien le regaló la primera cámara de fotos cuando tenía 7 años. Desdeentonceshadesarrolladosincesarsus técnicasyconocimientos.Paraél,lafotografíaesunamezcladeciencia,arte,pasiónylabor.Susfotossondetiposurrealista,perotambiénrealizafotosparabautizos,comuniones,bodasyotrotipodeeventos.Alolargodesucarrerahaobtenidovariospremiosotorgadospor laFederación InternacionaldeArteFotográfico,tresmedallasdeororecibidasenlosEE.UU.yAustria,unadeplatayunade bronce y varias menciones en concursos realizados en países comoInglaterra,Finlandia,Chipre,Turquía,ArgentinayHungría.
CONCURSOSENLOSQUEHAPARTICIPADO:“Imagen Virtual”, Argentina, 2013, fotografía City, medalla de
bronce.“Digital Photocontest”, Hungría, 2012, fotografía Claustrophobia,
menciónhonorífica.“Bufsad”, Turquía, 2013, fotografía Claustrophobia, mención
honorífica.“ArtPhoto”,Ucrania,2013,fotografíaDad,medalladeoro.“Simul Art”, Hungría, 2013, fotografía Inspiración, mención
honorífica.“Bufsad”,Turquía,2013,fotografíaMagicmusic,medalladebronce.“Bufsad”,Turquía,2013,fotografíaPamplona,menciónhonorífica.“ImagenVirtual”,Argentina, 2013, fotografíaPassing and Staying,
menciónhonorífica.“Euro Photo Art”, Rumanía, 2012, fotografía Room, mención
honorífica.“Trierenberg/Linz!,Austria,2013,fotografíaRoom,medalladeoro.“Bufsad”,Turquía,2013,fotografíaTheotherside,medalladeplata.“Bufsad”,Turquía, 2013, fotografíaUncloudedHappiness,mención
honorífica.“Gold Rush International”, Estados Unidos, 2012, fotografía
Claustrophobia,medalladeoro.DirecciónpostaldesuestudioenZaragoza:calleZaragozaLaVieja,
31.Páginaweb:www.fotobartha.esPáginadeFacebook:www.facebook.com/fotobartha.es
AGRADECIMIENTOSSinelaportedeestaspersonas,elproyectoEscribasdelmiedonohubiese
sidoposible.Paraellosnuestroreconocimientoygratitud.Acólitosbenefactores:ClaudioLeonelSiadoreNidiaJiménezFernándezSergioRevueltaDelgadoHierofantesbenefactores:ClaudioLeonelSiadoreZoltánKalmanBarthaJoséRafaelMartínezPinaPacoQuilisJoseTomásPelegrínValTeresaCiriaMoñuxConsueloSantiagoEstebanAntonioSantiagoGasparMaríaPilarRemachaCalígrafosdelmiedo:CarlosGonzálezCorralAmadorVelázquezGonzálezSergiuBogdanToscaClaraFuertesPinolPaolaGarcíaBelloFranciscoJ.OrtegaRamonFontCanadellAssumpcióOliverasCambrasLucíaTiestosBernalJoséÁngelRomeoMiguelGardetaLordánEncarnaAznarCid
Mecenasdelmiedo:AndrésGarcíaCaveroRaúlAlejandroLópezNevadoMaríaPilarCaveroBueraMaríaDoloresCaveroBueraVestalesdelMiedo:MelisaCastañoHerreraSandraBar