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LA PESCA EN EL BAJO GUADALQUIVIR.ENTRE LA TRADICIÓN YEL APROVECHAMIENTO DE LOSNUEVOS RECURSOS PESQUEROS

JUAN AGUDO TaRRICO y ASSUMPTA SABUCO CANTÓ

LA PESCA EN EL CAUCE FLUVIAL

Las referencias a la actividad pesque­ra en el cauce del río Guadalquivir seenmarcan hoy en día más en el tiem­po de un pasado que es historia, queen el de un presente donde constituyeuna actividad económica en franca re­gresión.

Históricamente,según los escasosdocumentos escri-tos a los que po­demos acudir, yhasta donde llegala memoria colec­tiva de quieneshan vivido de y enel río, la pesca flu­vial ha sido unaactividad escasa­mente considera­da entre los ofi­cios y gentes quehan vivido en elentorno del Gua­dalquivir.

De hecho, podríamas hablar de unadoble marginal i­dad de este oficio.La primera, res­pecto a la condi -ción social quehan tenido quienes lo desempeñaron,y la segunda, no menos significativa,respecto a la propia ignorancia de suexistenc ia como oficio en la historiacolectiva. Aunque bien es verdad queesta circunstancia no sólo ha afectadoa la pesca fluvial en el contexto de lahistoria de Andalucía: la preponderan­cia económica, social y simbólica queha tenido la tierra en nuestra historiaha hecho que otras actividades y re­cursos hayan pasado en muchos ca­sos poco menos que desapercibidos.

y esto es lo que ha ocurrido con lapesca en el Guadalquivir. Son muy po­cas las noticias que nos hablan de suexistencia en el entramado de las ac­tividades que se desarrollaron en el

entorno del gran río que ha actuadocomo eje vertebrador y simbólico dela baja Andalucía.

Sin embargo , esta escasa informa­ción nos habla de una actividad quedio trabajo a cientos de personas yllegó a crear un mundo propio , conunas artes y técnicas específ icas, conunos barcos característicos que se

construyeron en las desaparecidascarpinterías de ribera que existieronen sus orillas, princípalmente en Cariadel Río' . Sabemos por las Ordenan­zas emitidas por la Ciudad de Sevillaen 15122 que llegó a existir una es-

1 La última de estas carpinter ías y pos ible­mente su último traba jo esta documentada en eltrabajo de Esther Femández de paz (1991).

2 Transcrit as en su mayor parte en la obra deA. Sáñez Reguart (1791-95), constituyen un do­cumento de extraordinario valor al ínformamos delas artes y técnicas de pesca que se empleabanpor entonces en el rio, así como de la concepciónque se tuvo de los recursos que albergó. Algunasde estas artes y técnicas de pesca , más o menostransformadas, han sido empleadas hasta fechasmuy recientes . (J. Agudo , 1991: 238 y ss.)

tricta reglamentación de las artes ytécnicas que podían usarse en el río,con la finalidad de evitar que se es­quilmaran sus recursos: se prohibía elarte de la albéntola " por quanto losCamaroneros que pescan con Albén­tolas en el río Guadalquivir han fechoy facen continuo daño en matar, comomatan toda la crianza de pescado me-

nudo, sin ser paraprovecho, y sehan destru ido ydestruyen en talmanera , que porno haber pesca­do, ni lo dexarcriar, viene muchoperjuicio á la Re­pública de la Cib­da ...-: en el mis­mo sentido , aúnsin prohibirlo, elalgerife era consi­derado un arteperjudicial dadoque " en los me­ses de otoño, co­mo sept iembre yoctubre, matanlas crias que sudesove han dexa­do el Sábalo, Sa-boga y Sollo, quecon las aguas ba­

jan al mar». La ironía de la historia hahecho que por otras razones bien dis­tintas, en las que para nada se tuvo encuenta el interés y respeto hacia uncolectivo y una actividad que debierahaberse también valorado como partedel patrimonio cultural de los modosde vida vinculados al río Guadalquivir,aquellas duras medidas que se aplica­ron a sí mismos el gremio de pesca­dores (fuertes multas, destrucción delas artes requisadas), siglos despuésno han podido evitar la degradaciónde este medio natural; y con ello la de­saparicíón de sus medios de vida.

En el mismo sentido, buscandootrasreferencias que nos hablen de la im­portancia pasada de la pesca y el río

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NARRIA

Poleas

Barco canana con artes de cuchara.

en la vida de las colectiv idades ribere­ñas, podemos citar el uso emblemáticoque se ha hecho de las especies quepoblaron su cauce : el sollo (esturión)forma parte del escudo de Alcalá delRío, y, posiblemente, fueran sabogaslos peces que aparecen en el de Cariadel Río. Por último, como una referen­cia más a la parquedad de informac iónsobre esta actividad, únicamente recu­rriendo a la memoria colectiva de lospescadores que quedan, pudo esta­blecerse la existenc ia en los años cua­renta, sólo en la población de Caria delRío (J. Agudo , 1991: 30), de más deun centenar de barcos no registradosoficialmente ; de los cuales quedan hoymenos de una veintena en pleno uso.

Con respecto a la vida de estos pes­cadores, sin que podamos detenernosahora en la descripción pormenoriza­da, sus cond iciones de vida en pocose han diferenciado de la precariedadque ha caracterizado a buena partedel colectivo de pescadores en todo elEstado Español , y que ya fuera des­crito po r B. Rodríguez Santamaría(1923) en las primeras décadas de es­te siglo. Como prueba de ello , podría­mos elegir diferentes indicadores so­cioeconómicos: barrios y característicasde las viviendas que ocuparon , ya se­an corra les de vecinos en el barrio se­villano de Triana y en otras poblac io­nes ribereñas, cuevas en la base delcerro de San Juan en Coria del Río,chozas y en general pequeñas vivien­das ubicadas por lo común en la pro­ximidad al río; el sistema de cobro ba­sado en el reparto (<< partes») de losbenef icios obtenidos (previo descuen­to de los gastos de salida o «rnojaura»que son también compartidos) entretoda la tripulación, incluido el patróndueño del barco , les mantiene en unainseguridad permanente respecto a laretribución final ; dependencia del em-

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pleo de una mano de obra familiar co­mo estrategia económica para optimi­zar beneficios; frecuente complemen­tar iedad del oficio de pescador conotras actividades ajenas a la pesca, yasea estacionales (actividades agríco­las) o para dedicarse a otros trabajosocasionales; o, por último, el rápidoabandono de esta actividad cuando hahabido la oportunidad de hacer lo, ma­nifiesto en la drástica disminución enel número de pescadores que pode­mos encontrar hoy en día. Con excep­ción de Caria del Río y Lebrija3

, el ofi­cio de pescador prácticamente hadesaparecido del resto de las pobla­ciones ubicadas en la ribera del Gua­dalquivir a su paso por la provincia se­villana ; así, no tenemos constanc ia deque queden pescadores profesionalesen poblac iones donde en un pasadono muy lejano sí existió un significativonúmero de personas dedicadas a esteoficio , tales como Puebla del Río, Se­villa (barrio de Triana), La Algaba , Rin­conada , o, especialmente, Alcalá delRío, donde la pesca alcanzó una im­portancia similar, aguas arriba de Se­villa , a la que tuvo en Caria del Río yPuebla del Rí04

, aguas abajo.En definitiva, una actividad que, le­

jos de las evocaciones romant icistas

3 El número de pescadores en estas pobla­ciones es difícil de calcular, pero podr ía estimar­se en torno al centenar de personas (tanto Coriadel Río como Lebrija tienen un censo de pobla­ción superior a los 23.000 habitantes). La mayorparte de estos pescadores aparecer án en loscensos laborales como obreros agrícolas, activi­dad a la que también se dedicarán parte del año,para poder acoge rse a unos beneficios socialesno reconocidos en la actividad pesquera.

4 Estas dos poblaciones han sido, con notablediferencia. donde la pesca adquirió una mayor re­levancia. Coria del Río destacó también. hasta laintroducción de los paños de maya industriales,por la labor de sus rederas que abastecieron abuena parte de los pescadores de estos pueblos.La razón de esta importancia no fue otra que el

con las que se suelen recubrir los vie­jos oficios tradicionales, no es preci­samente recordada con añoranza porquienes las dejaron; todo lo contrario,cuando se les pregunta por ella, refi­riéndose a las condiciones de vida ytrabajo más del pasado que en el pre­sente, suele aparecer la frase de que«con la pesca sólo se ha hecho ham­brear».

El declinar de unos oficiosy modos de vida

Así pues, la pesca tradicional en elBajo Guadalquivir es hoy un oficio re­sidual. Su presencia , aguas arriba deSanlúcar de Barrameda, sólo tieneuna cierta importancia en Caria delRío, Lebrija y Trebujena.

Las razones de su decadencia sondiversas. Al propio descrédito de unoficio siempre duro, hay que unir otraserie de razones que han acabadocon algunas de las especies más re­presentativas del río, y sobre todo conlas que constituyeron la base de sueconomía. Tales fueron el sollo (estu­rión) , el sábalo y la saboga. Única­mente el camarón, entre las especiesque han contado tradicionalmente conuna gran demanda, sigue pescándosehabitualmente. Por el contrario , el al­bur, muy abundante en el río por sunotable resistencia a la contaminaciónpero que fue un pez escasamenteconsiderado y cuya pesca únicamentese realizaba en los períodos estacio­nales en los que faltaban las demásespecies, se ha convertido hoy enuna especie clave, demandada princi­palmente en los mercados locales deCaria del Río y su entorno; hasta elpunto de que varios de los barcos quequedan son sólo «albureros», limitán­dose a su pesca durante todo el año.La única especie «nueva» antes de­sechada y hoy objeto de un interéspreferente es la angula; tanto es asíque es su captura , junto a la del ca­marón , la que sostiene la economíade la mayor parte de los barcos deCar ia del Río, Lebr ija y Trebu jena,aunque por su sensibilidad a la conta­minación hay que buscarla aguasabajo de los grandes núcleos de po­blación , principalmente en las proxi­midades de los grandes caños de lasmarismas.

Las causas de este proceso de re­gresión han sido muy variadas, co­menzando con la construcción en1932 de la presa de Alcalá del Río;

relativo conocim iento y dominio que ejercieronsobre el gran tramo de río «vacío» (sin ningunapoblación ribereña) comprendido entre Puebladel Río y Lebrija, así corno sobre los grandes ca­ños fluviales que penetraban en las marismas.

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Red de cuchara.

con lo que aparece una barrera infran­queable para la mayor parte de las es­pecies citadas, y que por su caráctermigratorio dependen del mar para sureproducción y/o madurez. El río que­daba así dividido en dos: aguas abajo,las poblaciones ribereñas mantienenla actividad pesquera tradicional, al rit­mo de las mareas y migraciones esta­cíonales de las diferentes especies ;aguas arríba la pesca se extingue depoblaciones como Brenes, Cantillanao Villaverde del Río. Algunas especiesllegarán incluso a cambiar sus hábi­tos, como ocurrió con el esturión, queremontaba el río para desovar en lasproximidades de Córdoba y que ahoralo hará a los pies de la presa.

Pero van a ser los años setenta lafecha clave en este proceso regresivo.El progresivo incremento demográficode la ciudad de Sevilla y de las pobla­ciones próximas , de su actividad in­dustrial, y consecuente auge construc­tivo, demandará por una parte grancantidad de arena que será extraídadel lecho del río, destruyendo los lu­gares de desove del esturión; al tiem­po que aumenta la contaminación desus aguas con el incremento de losvertidos residuales de las poblacionesribereñas y del aumento en el uso deproductos químicos con la intensifica­ción de las actividades agrícolas quese produce en los campos de las ribe­ras del Guadalquivir. A la vez, paradó­jicamente, los pescadores encontra­rán en este proceso la ocasión paraabandonar su viejo oficio, empleandosus barcos en tareas de transporte o

drenajes, o empleándose ellos mis­mos en las importantes labores querealizará obras del puerto en esta dé­cada para transformar el cauce nave­gable del propio río; cuando no enotros oficios relacionados con la cons­trucción. Para cuando todo este pro­ceso concluya o se pretenda regular elimpacto sobre el río, su ecosistemahabía sido considerablemente daña­do: el esturión se extingue, el últimoejemplar del que tenemos noticia espescado en 1978, y las sabogas y sá­balos son ahuyentados de sus aguas.En nuestros días se habla prec isa­mente de su «recuperación», con pro­yectos tales como la reinserción delesturión.

Unas técnicas propiasy diferenciadas

La «barca coriana» empleada en lapesca fluvial en el cauce del Guadal­quivir, es una embarcación pequeña,con una eslora de 7 a 1O m (E. Fer­nández, 1991: 11). Cada barca cuentacon una pequeña canoa auxiliar.

La tripulación se compone normal­mente de tres pescadores, salvo paralas artes de camarón (cucharas y ar­tes de banda) que pueden ser mane­jadas por una sola persona. La normaes que dos de los pescadores quedenen el barco, al cuidado de los remos yde la cuchara o redes respectivamen­te, y el tercero utilice la canoa, ya seapara sostener el otro extremo de la reden los lances, o para espantar a lospeces hacia la cuchara.

NARRIALas artes y técnicas de pesca que

se emplearon fueron muy diversas,adaptadas a cada especie y segúntemporadas . Sin embargo , todosaquellos saberes han quedado hoy re­ducidos a dos artes fundamentales:las cucharas y las artes de banda.

cucneres:Descrita por B. Rodríguez Santama­

ría en 1923 (aunque no aparecen enla obra de A. Sáñez Reguart a finalesdel s. XVIII) como artes característicasdel río Guadalquivir, conocidas y em­pleadas en todas las poblaciones ribe­reñas donde se practicó el oficio de lapesca; aunque actualmente sólo sonusadas por los pescadores corianos.No obstante , la descripción que noshace de aquellas cucharas y de sustécnicas de empleo, difieren sustan­cialmente de las que hoy conocemos;mostrándonos con ello el dinamismode unas artes que han sido progresi­vamente mejoradas para incrementarsu capacidad de captura y facilidad deempleo.

Es un arte muy sencillo. Se com­pone de un «tragante » o travesañode madera sujeto al extremo de la po­pa del barco, y sobre el que se des­cansan y bascularán las varas, ama­rradas a sus puntas o «pitones» pormedio de una trinca. Las «varas», he­chas de eucalipto por la mayor elasti­cidad de esta especie, son dos gran­des palos con un largo de 15/16 varas(12-13,3 m) para las cucharas albure­ras, y de 10/11 varas (8-9 m) para lascamaroneras ; estas últimas, por lascaracterísticas del lance, pueden sersustituidas por varas metálicas.

De estas varas, aproximadamenteuna cuarta parte , la «coz», quedandentro del barco, unidas en sus extre­mos por un perno con lo que formanun triángulo isósceles con el tragantecomo base. La red, de un solo paño,se amarra a lo largo del resto de lospalos que quedan fuera del barco, me­diante envergues y «puños» (en losextremos). Por último, dos radios o ti­rantes irán desde los extremos de lasvaras a un balancín sujeto a lo alto delpalo mayor, manipulado mediante unjuego de sogas y poleas con la finali­dad de facilitar las tareas de izarlascuando están sumergidas.

La diferencia entre las redes de cu­charas albureras y camaroneras ven­drá dada por la dimensión de las ma­llas, de 20 a 25 mm para las primerasy de 5 a 8 mm en las segundas; pero

5 La desc ripción de este arte . como de todaslas demás. se hace aquí de forma sucinta. Paraun mayor detalle. véase la obra citada de J. Agu­do (1991).

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NARRIA

BocaPuño __.__

Envergues

Cordel debanda

Cogee roPuño

Cordel deltragan te

Colocación de la red de cuchara.

sobre todo por el añadido a las redesalbureras del «coqeero»: paño, susti­tuyendo a un trozo de la red previa­mente cortada, con mallas de meno­res dimens iones (entre 5 y 1O mm)que forma un pequeño saco cosido alextremo derecho de la red, junto al tra­gante. Su función es facilitar la recogi­da de los peces que quedan atrapa­dos en la red: al levantar la cucharalos peces retenidos, pero no enmalla­dos , en su seno serían difíc iles decapturar por su vitalidad y el tamañode la red desplegada horizontalmen­te, para realizar esta labor son desli­zados hasta el cogeero y desde aquíembarcados.

Las técnicas de empleo difieren no­tablemente de una a otra cuchara. Enlas albureras, básicamente, se colocael barco con la popa mirando hacia laorilla. En su interior quedan dos pesca­dores : uno encargado de los remospara mantener la estabilidad del barcoy de aflojar o tensar los radios, y el otrodedicado exclusivamente a la cucha­ra. El tercer pescador se aleja con lacanoa hasta la orilla, para comenzar ellance: una vez hundida la cucha raempieza a golpear ruidosamente eiagua con los remos, al tiempo que seaproxima al barco. De este modo, lospeces que se han guarecido cerca dela orilla, huyen hacia el centro del cau­ce y son atrapados en la red. Entoncesse levanta la cuchara con la mayor ra­pidez posible y los peces quedan em­bolsados en la red; por último, con laayuda del canoero , son deslizadoshasta el cogeero y arrojados dentro del

"So

barco . El lance ha duradoapenas diez minutos. Unavez terminado, el barco esdesplazado a un nuevo lugary se reinicia el proceso.

En las cucharas camaro­neras, destinadas a la pescadel camarón y angula, el pro­cedimiento es más sencillo ysólo requiere un pescador. Alcontrario que con las albure-ras , el barco debe quedaranclado, con la popa contra­marea. A continuación sefondea el arte hasta quedarla cuchara prácticamente envertical. La supervisión de lasredes se hará de forma alea­toria, varias veces por mareay siempre antes de que éstacambie y puedan escapar lospequeños camarones y an­gulas que quedan retenidosen el seno de la red, incapa­ces de nadar contracorrientepara escapar de ella.

Artes de banda

Empleadas por primera vez en Le­brija a mediados de los años setentahan terminado por desplazar a las cu~charas camaroneras, por su mayor ca­pacidad de captura y facilidad de ma­nejo. Son artes fabricadas de metalcon una estructura bastante compleja:Descritas de forma esquemática, con­sisten en un juego de brazos articula­dos, dispuestos a ambos costados delbarco , concebidos para sostene r ymanipular los dos rectángulos que su­jetan los paños de red.

Al igual que las cucharas, se harándescender dichos rectángulos hastaquedar en vertical, reteniendo así a loscamarones y angulas arrastrados porla corriente.

Barco corlano con artes de banda.

Redes atrasmalladas

En tiempos no muy lejanos, las cu­charas eran instaladas en los barcospara la pesca de albures, carpas, bar­bos y camarones, únicamente cuandose retiraban del río los sábalos.y sabo­gas. Sin embargo, durante los mesesde enerolfebrero a mayo!junio cuandoestas dos especies entraban en el río,atraían, junto al esturión aguas arribade Sevilla, toda su atención al habersido las más rentab les económ ica­mente. Su gran demanda, tanto entrela población de los pueblos ribereños ypróximos al río, como en el mercadode Sevilla ciudad, hacía que la econo­~ía familiar de los pescadores depen­diera a lo largo de todo el año, en bue­na medida, de cómo se hubiera dadoesta temporada de pesca.

Sin embargo, al contrario de lo queocurre con las cucharas (y que posi­blemente no aparecerán en el río has­ta el s. XIX), para conocer las artes ytécnicas de pesca que se emplearonen su captura es preciso acudir a lamemoria de los pescadores de mayoredad.

Para su pesca se utilizaron diferen­tes tipos de redes atrasmalladas.Unas redes cuya elaboración tampocofue ajena a estas poblaciones: sus pa­ños de mallas eran tejidos por las re­deras, fundamentalmente corianas,quienes componían una imagen aúnrecordada por su singularidad al ocu­par para la realización de esta tarealas aceras de la calle Palomares, tra­dicionalmente relacionada con el mun­do de la pesca por haber sido tambiénel lugar de residencia de buena partede las familias de pescadores de estapoblación. Después eran los pescado­res quienes encabalgaban o armabansus propias redes.

Hoy en día, sólo esporádicamentese encarga el tejido de algún rostro a

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algunas de las mujeres de edad avan­zada que recuerdan el quehacer deredera, pero es ya un oficio desapare­cido : los paños de algodón tejidos amano no pueden competir con los pa­ños industriales de nailon, mucho másresistentes y baratos. Pero tambiénestá desapareciendo el conocimientode los modos de encabalgar las redes ,hasta el punto de que no es raro quese desconozca entre los propios pes­cadores de oficio, encargándose, ypagando por ello, a antiguos pescado­res ya jubilados para que lo hagan .

Sabalares, sabogares y trasmallos,y trasmallitos, se diferenciaron por eltamaño de las mallas de los «rostros»(paños laterales de malla más grande)y «hilaos» (paño central). Pero tam­bién por su encabalgadura: número de«tazrnines» (cordel que une los pañosa las trallas) y dimensiones o «enca­las» que los separaban ; número deplomadas, diferenciando entre «ma­dres», cuando la encala llevaba dosplomos, y «guardias» si es sólo uno,etcétera.

Eran artes de fondo , concebidas , taly como indica el nombre de algunasde ellas , para especies muy específi­cas . Las técnicas de uso fueron muydiversas, pero básicamente las pode­mos agrupar en dos : pesca al «matar»o al «largo » y lances corr idos . En elprimer caso , el arte «trabaja solo »; esdecir se deja calado en un lugar fijo ,revisándose periód icamente. Normal­mente era una técn ica practicada, yaún es posib le de ver, prefe rentemen­te aguas arriba de Sevilla, donde sehace sent ir menos la fuerza de la co­rriente y de las mareas. Cualquiera delas redes citadas podían emplearse,necesitándose dos pescadores y úni­camente un barco o canoa. Hoy sólose emplean trasmallos y trasmallitos ,destinados a la pesca de barbos y al­bures.

Sin embargo, las que ya no vamos apoder observar son las antiguas técni­cas de arrastre. Eran lances corr idosque implicaban el trabajo de tres pes­cadores: dos en el barco y uno en lacanoa. Las redes empleadas eran fun­damentalmente los sabalares y sabo­gares, y como indica la denominaciónde ésta técnica, se trataba de arrastrarlas artes para captu rar los peces . Laorientación del lance , a favor o con­tracorriente y en direcc ión hacia la de­sembocadura o en sentido contrario,dependía de la temporada (tiempo deentrada o regreso de las especies almar) , fuerza de la marea, y tramo delrio en el que se estuv iera pescando. Yla misma diversidad de situacionespodrían darse en el tamaño del arte ,según el número de piezas que se les

uniera en razón del ancho del tramodel río en el que se estuviera pescan­do ; fuerza de la marea o escorrentía; ycapacidad de arrastre si se hacia conel barco y canoa o se asociaban dosbarcos para la faena.

Para evitar los conflictos entre lospescadores, y que todos pudieran fae­nar en un espacio ecológico tan limita­do como es el cauce del río, hizo faltaestablecer un riguroso control sobrelos turnos de pesca. Con esta finali­dad se concibió un peculiar sistemade subdivisión del río en tramos, co­nocidos con el nombre de «heridas»con una función muy sencilla: cadabarco comenzaba el lance en una delas marcas o heridas y deb ía recupe­rar las redes en la siguiente, si habíaotros pescadores esperando, para rei­niciar otro lance cuando les tocara elturno de nuevo.

Son citadas en las Ordenanzas de1512, algunas de ellas reservadas só­lo a los sabaleros: «... de aquí adelan­te ningún Algeriféro ni Bandurriero, nide ningún arte que sean de jorro, nosean osados de travesar ninguna re­punta allí hasta la boca de Guadayra,porque aquella fue herida, usada yguardada á los Sabaléros... y que es­to sea así tenido y guardado: so penade 10 maravedís...». De no cumplirselo establecido, los castigos podían sermuy severos: «Ordenaron que en laherida vieja , mientras dos cepos [mon­tones de arena en que ponían las se­ñales los Alcaldes de mar para preca­ver cuestiones y disputa entre lospescadores] que allí han parescido es­tovie ren , que no se haga mas de unaherida de cepo á cepo : y que ningunapersona comience á echar lance sinodesde el primer cepo adonde fuerepuesto un mano jo por señal, y sigansus lances, so pena de 600 maravedísal que lo echare delante para Guadal­quivir: y que estén 30 días en la cár­cel: ha de ir á poner el manojo elAguacil» . Estas y otras referenciasson citadas en la obra de A. SáñezReguart, indicándonos el valor que sele dio a estas demarcaciones, en lasque se regulaba no sólo los espaciospara los lances, sino el tipo de artesque se podían calar , y el modo de em­pleo . Todo ello según privilegios que lefueron concedidos al gremio de lospescadores sevillanos por el rey Fer­nando 111 y confirmados por FernandoIV en 1348.

Cada año, hasta su caída en desusoen los años sesenta, las her idas eranrevisadas y remarcadas por un grupode pescadores eleg idos entre los demayo r edad , que se hacían acompa­ñar por un contramaestre para dar ofi­cia lidad al acto. Para seña larlas se

NARRIAprocuraba tomar como referencia ele­mentos de la ori lla que no pudieranser modificados por la erosión de lasaguas (desembocaduras de ríos y ca­ños , puentes, caseríos próximos a laribera, etc.) y cuando no se marcabacon cal troncos de árboles o cualquierotro elemento visible. En total llegarona establecerse 59 heridas, marcandoel cauce del río desde la presa de Al­ca lá (antes de su construcción tam­bién las hubo aguas arriba ) hasta laPunta de la Mata , con unas distanciasvariables, entre los 1.300 y 800 m, quese hacían más pequeñas en su tramomedio, en las proximidades de la ciu­dad de Sevi lla.

En esta breve descripción nos he­mos dejado atrás toda referencia aotras artes usadas de forma comple­mentaria a las cucharas y redes atras­malladas, como son las tarrayas, pa­langres y nasas. Son artes quetodavía se utilizan , pero con algunasmatizaciones que marcan la divisiónsimbólica entre lo que se cons ideranartes de oficio y artes de «no pesca­dores». Es el caso de la tarraya, con­siderada un arte de «aficionados» quepuede ser usada desde tierra. Y, sobretodo , de las nasas: poco utilizadas porlos pescadores del cauce, pero quehoy constituyen el arte fundamental,para la captura del cangrejo y angu ila,entre los pescadores que las instalanen las balsas de arroz y canales dedesagüe de los sistemas de riego ycaños de las mar ismas. En este caso ,los pescadores del cauce no cons ide­ran a estos otros como miembros delmismo gremio , ni aún como tales«pescadores», dado el tipo de pescaque practican, desde tierra y sin nece­sidad de barcos ; el escaso conoci­miento que tienen del río fuera de loscaños mar isme ños ; y la ignorancia delas artes trad icionales a las que noshemos refer ido.

Tampoco nos hemos deten ido en ladescripción de otras técn icas de pes­cas también desaparecidas , aunquetodavia recordadas entre los pescado­res de mayor edad, como fueran el«atajo» de los caños y canales, o lapesca del esturión , ya fuera con pa­Ianqres" o con los viejos sallares : artesutilizadas principalmente por los pes­cadores de Alcalá del Río y poblacio­nes ribereñas próx imas , y entre cuyastécn icas de uso se dieron variantestan pecu liares como fuera el cerco delos estu riones en los vados o copetes.

• Técnica de captura muy especializada, en­señada a los pescadores del rio por técnicos dela ..fabrica de caviar » instalada por la familiaYbarra en Caria del Río en 1932, y que funcio­nará hasta 1973, cuando la especie puede con­siderarse extinguida.

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NARRIAEn definitiva, lo que hoy podemos

observar de la pesca tradicional en elrío Guadalquivir no es sino el pálidoreflejo de un mundo ya prácticamentedesaparecido. Un mundo que se ca­racterizó, y fue capaz de subsistir du­rante varias centurias, por el conside­rable número de familias que vivierondel río; por el aprovechamiento racio­nal de unos recursos hoy desapareci­dos; y por la creación de una culturaespecífica que se materializó en unasartes de pesca y saberes que singula­rizaron a los pescadores de este río.

LA PESCA EN LA ISLA MAYOR

La Isla Mayor del Guadalquivir" es unespacio privilegiado dentro de las ma­rismas sevillanas. La riqueza y diversi­dad de sus recursos naturales, apro­vechados tradicionalmente desde lospueblos colindantes, las formas histó­ricas y soc iales de su pob lamientodesde los años veinte, configuran unatierra ligada al río y a sus potencialida­des económicas. Unas tierras que, co­mo señalaba Anton io Migue l Ber­nal :«Todavía son hoy multi tud losandaluces -e incluso sevillanos- quedesconocen las Marismas, que tienende ellas, a lo más, remotas resonan­cias de un parque, de una romería, odel arroz. Pero la marisma es más...son los afanes de los pequeños agri­cultores ribereños, buscando dondesembrar, de los pescadores, de loscontrabandistas... son los problemasagrarios y los ganados de lidia y tam­bién la compañ ía de los ingleses y lospoblados y el refugio de marginadospor una guerra civil -convertidas degrado o por fuerza en campo de con­centración- y son también los valen­cianos y el arroz ... Todo ello dandopálpito a un presente que los asume ycondensa (1994; 9-10)."

En este contexto, Isla Mayor presen­ta unas características propias en eluso y las prácticas pesqueras de lasque vamos a ocuparnos en este epí­grafe. Una especificidad que dependede dos factores fundamentalmente: laintroducción de una nueva especie, elcangrejo americano, que desplazó lastradicionales capturas de este entornoylas propias características socioprofe-

7 Geográficamente, la Isla Mayor se encuen­tra rodeada por los brazos del río Guadalquiviren el ext remo suroeste de la provinc ia de Sevi­lla aunque, como apunta Z. Naranjo (1973 : 28):« .. • se mantiene hoy diferenc iada, en el aspectofísico, casi exclusivamente por el nombre. (...)No obstante, por su morfología y por la evoluciónde su apro vechamiento agrario , mantiene unosrasgos prop ios que permiten considerarla comoun hecho geográfico diferenciado».

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sionales de los cangrejeros. La con­fluencia y articulación de estos dos as­pectos depende del tipo de poblamien­to que se desarrolló en la Isla a partir delos años cuarenta. Una población en laque predominan los andaluces, ligadosa las marismas como riancheros y jor­naleros conocedores de las posibilida­des del entorno; y los valencianos, ins­talados con el objetivo de colonizar unespacio, definido institucionalmente co­mo improductivo, para transformarlo entierras de arroz. A estos dos grupos,mayoritarios en los dos núcleos de lapoblación El Puntal y Alfonso XIII, hayque añadir los gallegos, extremeños,portugueses, egipcios, ingleses y ale­manes que fueron parte del pasado dela Isla, de su " peculiar» concepción entorno a cómo usar y aprovechar la tierray el río hasta el presente.

El proceso de colonización agrícola,por una parte y, por otra la afluenciade una pob lac ión más vinculada alcampesinado y al trabajo asalariado,hicieron que la pesca ocupara un lu­gar secundario en la explotación eco­nómica de la Isla durante los añoscuarenta y cincuenta. La mecaniza­ción agraria, a partir de los sesenta,consolidó dos formas de vida distintasa nivel local: agricultores y cangreje­ros.

Tradición y cambio en los usospesqueros de isla mayor

La pesca tradicional del Guadalquivirha incluido un número variable y di­verso de técnicas entre las que quere­mos destacar la importancia de las in­novaciones, tanto en capturas comoen técnicas de pesca. De ahí que fren­te a la visión estática de una serie deartes o de especies ligadas al entorno,las marismas puedan caracterizarsepor las variaciones que ha ido experi­mentando su nicho ecológico a lo lar­go del tiempo, por los enfrentamientosétnicos en las formas de uso y trans­formación del entorno que no han sidouna novedad históricae, Otra nota ca-

8 En este sentido, por ejemplo hay que recor­dar los enfrentamientos que a finales del XVIII ori­ginó la extensión de las artes al bou, introduci­das por pesqueros levant inos y catalanes en lascostas gaditanas y que para los pescadores onu­benses generaban una pérdida cons iderable delas captu ras. O la pesca y conservación del solloo estur ión en Caria del Río, en la que un ruso lla­mado Classen introdujo en 1936 un aparejo pa­langrero con un uso extendido en el Danubio yen el Valga. Suárez Japón analiza este cambioen las técnicas de pesca apuntando como origendel mismo una fecha distinta, 1934, y atribuyen­do este cambio a un técn ico rumano. El caráctermítico y la poca importancia de la etnicidad que­dan patente s en estas referencias donde lo des­tacab le es la práctica local tras la introducción«de fuera.. de algunas de las artes de pesca .

racterística es la falta de regulaciónadministrativa y el relativo desconoci­miento del número de individuos dedi­cados a estas prácticas o del amplioabanico de las pesquerías del Guadal­quivir que presentaban un carácteranua l. Dentro de esta explotación" tradicional" del Guadalquivir, la an­gula y la acedía se pescaban en in­vierno mientras que en primavera yverano, se capturaba el camarón derío y el langostino. Como consecuen­cia del tapón salino" las especies au­tóctonas como sábalos, sabogas, bar­bos , albures, róbalos, anguilas ,lampreas o sollos junto a otras espe­cies que ascendían por el río, eranproductos cuya calidad se señalabaaludiendo a la Isla como ocurría espe­cialmente con el camarón.

Durante los años cuarenta y cin­cuenta, las referencias a la explota­ción fluvial, sobre todo a la captura depanarras, lisas, albures o camarones,eran una forma de completar la ali­mentación. Y en la mayor parte de lashistorias de vida se exalta la abundan­cia de los recursos y su disponibilidad,la ausencia de un reparto o una regla­mentación estricta sobre la pesca. Pe­ro no como actividad ocupacional es­pecí fica sino más bien como uncomplemento indispensable para lasubsistencia de los grupos domésti­cos. La Isla era un entorno privilegiadoen el que la compatibilización de losrecursos no generaba ningún conflictoporque "a la pesca sólo se dedicabandos familias: los Pipas y los Fetret».La escasez de pescadores especiali­zados y la abundancia del medio en elque "todo estaba allí" , evitó los con­flictos que no aparecieron hasta des­pués cuando se produjo un uso másintensivo del entorno. Como nos con­taba uno de nuestros informantes, laelaboración de redes, el conocimientoespecífico de las artes de pesca, o elmejor aprovechamiento de esos recur­sos era, en un entorno como lalsla,una cuestión secundaria frente a laprimacía de la tierra y del cultivo del

Los palangres sustituyeron a los sallares o gran­des redes de mayor tradición en las marisma sEsta cuestión ha sido señalada por autores co­mo J. Agudo (1991) Y P. Campos Palacín , y J.López Linage.

9 Existe una amplia bibl iografía sobre estacuestión, entre la que destacamos Juan ManuelSuárez Japón (1978), en el que se detalla la im­portanc ia y trascendencia de una pesca en unalocalidad como Caria. Para nuestra investigaciónresulta relevante la fuerte unión que se estable­ce entre esta actividad y los orígenes históricosdel pueblo: « •••Ia proximidad al Guadalquivir per­mitiría su utilización como base de la actividadpesquera , que de este manera aparece unida alser mismo del pueblo desde los momentos de suorigen y aún quizás como justificativa de su ori­gen », p. 165.

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arroz hasta la década de los sesenta.Una opción "más libre», que no exigíasacrificio para ahorrar lo suficiente yobtener la propiedad de la tierra sinosólo el conocimiento y la habilidad pa­ra «aprovechar lo existente»:

«Yo no le daba importancia porqueyo tenía toda la Marisma para pescar.Yo y otra familia llamados los Pipas,pero cuando vieron que era una rique­za que se podía pescar la angula y vi­vir bien, pues, ya me perseguían ydonde ponía una red me la robaban. Yentonces me di cuenta yo, que lo quetenía que hacer era venderles las re­des y así por lo menos ya me veníamejor» (M. F. agricultor, valenciano).

Para los andaluces, la pesca ha sidosiempre una explotación ligada a lasgentes del entorno que permite dife­renciar a aquellos "pescadores» que«nscieron y se criaron en el río» de losque sólo lo fueron más tarde, forzadospor la industrialización agrícola. La di­ferencia fundamental está no sólo enla dedicación exclusiva, anual a la ar­tes de pesca sino a la continuidad ge­neracional de saberes, al " habermamao una forma de vida»:

"Mi tío tenía pescadores, en lasNuevas que vivían allí por tempora­das.. O sea, que vivían allí sólo en latemporada de la pesca... Pero aquípescadores sólo una familia, los Pi­pas... Porque con lo del cangrejo, fueotra cosa, fue buscarse la vida , noeran pescadores, pescadores...» (M.S., andaluza, jornalera) .

Antes de la introducción del cangre­jo rojo, las anqullas" fueron las captu­ras de pesca más relevantes en la Is­la. Éstas se encontraban en losarroyos , afluentes y canales de riegodel Guadalquivir y resultaba tan renta­ble como la explotación del arroz si te­nemos en cuenta que en los sesentase podían obtener 12.000 kilos en dosmeses con una inversión mínima fren­te a los costes de producción agríco­las:"Con el arroz había que poner mu­cho dinero y con la anguila lo únicoera poner las redes y sacar. ..» (M. F.,agricultor y pescador valenciano).

La pesquería de la angula, de hondatradición entre los riancheros , se cap­turaba de noche, con el arte de cucha­ra o cuchareta , que fue siendo susti­tuido ante los cambios comercialespor el sistema actual de mosquitera,

' 0 En algunas de las obras que abordan estacuestión se señala cómo las técnicas tradiciona­les comenzaron a cambiar a partir de 1978 trasla introducción de una empresa bilbaína, Agui­naga, de un centro de recogida en el Brazo de laTorre. A partir de ese momento se extendió el ar­te de cuchara o cuchareta. Ver J. B. Arbex(1986), Juan Agudo (1991) y J. Muñoz Pérez(1972).

con una malla más tupida . Hay que te­ner en cuenta que este sistema secombina con la captura de otros pe­ces como la acedia, que requieren unmayor calado en el empleo de la red.El sistema valenciano era el mismoque se aplicaba en la Albufera: variasnasas sin cebo, los momeñs» , se em­pleaban para la lubina y la anguila rna­resa. La extensión de los usos y técni­cas valencianas fueron consideradospara éstos como una muestra más desu "saber hacer» y de su "conquistasobre el entorno. Una "conquista»que adquiere una importancia local, anivel simbólico, mediante la difus ióncomo un "producto de la tierra» deuna de las comidas más típicas de laAlbufera , el all i pebre. Este guiso he­cho con patatas, aceite, pimentón ,ajos, guindilla y anguila era una comi­da tradicional entre grupos de valen­cianos que así reforzaban su amistado sus relaciones laborales .

Tras la compra directa a los pesca­dores de las anguilas se almacenabany comercializaban con Tarragona,desde donde se enviaba el producto aItalia y Francia 's, Previamente , la fa­milia Grau habían establecido estoscauces de comercial ización extranje­ros (con una empresa italiana queoperaba en el ámbito de la Albufera enprimer lugar, y luego con holandeses)a los que ellos vendían directamente

11 Se trata de una red cónica con dos válvulasinternas de la que no es posible salir si no esabriendo manualmente el vértice del cono.

'2 En 1965, Vicente Raga gestionaba unaempresa ubicada en la carretera de Sevilla-Co­ría, en la que se almacenaba y comercializabaesta producci ón-

NARRIA

las capturas de los pescadores, en co­nexión con las exportaciones del en­torno:

"Las anguilas se exportaban a Ho­landa... Aquí nosotros las comprába­mos y cuando las teníamos , las selec­cionábamos y cuando teníamos unacarga venía el autobús desde Holanday se lo llevaba... Entonces vino el Con­de de Lausse que era el que llevaba lodel caviar, que estaba en Coria y el úl­timo año sólo se llevaron 25 kilos y en­tonces quiso pasarse a la anguila ahu­mada, pero claro no tenía estructura nilo podía comercializar y la anguila seva agotando» (J. G., agricultor valen­ciano).

Fue también esta familia, los Grau,la que introdujo el cangrejo rojo en sufinca de Casa Alta. Una introducciónque se explica por sus contactos conlos sectores comerciales de la anguilayel interés en ampliar los recursos na­turales de la marisma, como una for­ma más de conquista sobre el entorno:

" Fuimos mis hermanos y yo... Esoes que se presentó aquí, Don AndrésSalvador de Habsburgo Lorena ySalz-Salz, casado con Eva de Rusia,la duquesa de Romanov (Risas). Y sepresentaron un día en casa, aprove­chando que nosotros habíamos impor­tado anguilas a Holanda y ese que esprimo del Rey. Pues vino el hombreque es zoólogo y es un inquieto , unaautoridad y él vio... Hay un Estado enAmérica donde hay unos cangrejosque se reproducen maravillosamentebien y dijo: "Mira ya no quedan can­grejos de río y esto puede ser la solu­ción : Dedíquense ustedes"» (J. G.,agricultor valenciano).

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NARRIAPese al desconoc imiento de la for­

ma de implantación y de la reproduc­ción del cangrejo importado desdeFlorida, la adaptación a las condicio­nes del arrozal fue exce lente. Tantoque en un momento en el que el tra­bajo agrícola desaparecía ante la me­canización del arroz, el conflicto entrelos derechos colectivos y comunalesdel agua frente a la propiedad privadade las tablas de arroz, fue inevitable.Acusados por los jomaleros de mono­polizar la riqueza de una tierra que noera suya, los agricultores tuvieron queceder al uso compartido de las tablasde arroz y dejar de pescar como acti­vidad complementaria al cultivo:

" Si hubiéramos hecho una pesque­ras acotadas donde en una época de­terminada pues vas allí a pescar... Enel entorno de la Albufera hay unos tur­nos de pesca y no pueden pescar másque ellos, aquí se podía haber hechoeso. En mi pueb lo está la pesqueradel.... En fin, hay varios sitios pero es­to era monopolizar demasiado la ri­queza que había... Y vuelvo a repetiresto es un monocultivo y hay tres me­ses que no hay nada. Y entonces ve­nía muy bien que la gente haya hechoreservas y que es preferible esto a 400padres de familia pidiendo trabajo y er­mando gresca...» (J. G., agricultor va­lenciano).

La introducción del cangrejo rojo ylos conflictos sobre su captura

La trasformación de la Isla en un es­pacio agrícola de alto rendimiento con­llevó la desecación y privatización demuchos cauces y canales p úbücos" .Pero, a la vez, los canales de riego ylas propias extensiones de arrozal consu superficie inundada de agua se fue­ron convirtiendo en un biotopo óptimopara otras especies animales asocia­das al cultivo o para la experimenta­ción y ampliación con especies no au­tóctonas. Los conflictos por delimitarcotos de pesca y los enfrentamientoscon el uso de los canales privados enla captura del cangrejo agudizaron laconfrontación entre intereses opues­tos entre jornaleros y propietarios. Yen esta defensa sobre los derechosprivativos del territorio, las tensionessociales evidenciaron el peso y la in­fluencia desigual de las asociaciones

13 El deterioro de las aguas provocó un aleja­miento hacia el sur de los caladeros habituales yuna mayor importancia de especies como la an­gula o el camarón o de especies más resistentescomo albures y carpas (J . Agudo, 1991) . Sobrela importancia y características del esturión delGuadalqu ivir, ver el trabajo de F. Gutiérrez Ro­dríguez (1962).

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económicas, tanto en el entramadopol ítico de la localidad como en losámbitos de gestión extralocales.

La influencia negativa del crecimien­to demográfico e industrial que debíasoportar el cauce del río, incrementó elnúmero de especies en extinción des­de principios de los sesenta y fomentóasí los debates en términos proteccio­nistas o productivistas sobre los recur­sos fluviales, sujetos a una fuerte cri­sis. En este sentido hay que destacarla importancia de la declaración en1969 del Parque Nacional de Doñanaque incluyó muchas de las zonas tra­dicionales de pesca, como áreas deprotección e interés ecológico. A partirde los sesenta, los «pescadores» de laIsla emplearon una representación ne­gativa de la expansión agrícola comoun modo de reforzar no sólo su identi­dad como grupo sino también como unargumento que consolidaba sus dere­chos privativos en torno al agua. Des­de su perspectiva, la colonización agrí­cola desde los años veinte habíamermado los recursos existentes ade­más de originar un cambio ocupacio­nal al que muchos se resistieron por­que suponía una pérdida de identidad,de su esencia como riancheros, desus modos de vida. Ésta fue la justifi­cación que señalaba la AgrupaciónSindical de Pescadores del Bajo Gua­dalquivir en su informe previo para ob­tener un reconocim iento admin istra­tivo:

«Efectivamente, un grupo de estoshombres, desplazados sin compensa­ción de ninguna clase de sus ances­trales ocupaciones, tales como pate­ros (cazadores de patos) o eneros(recolectores de enea), por la implan­tación de los arrozales en terrenos enmuchos casos del dominio público pa­saron como latifundios a "manos parti­culares. Fueron precisamente estostrabajadores, desplazados de estaszonas a las que aman y en las que vi­vían, los que se asocian primero deforma particular y posteriormenteconstituyen la Agrupación Sindical dePescadores del Bajo Guadalquivir ysus Marismas»14.

Como principal responsable de la in­troducción del cangrejo en el estadoespañol, la asociación apuntaba a donAndrés Salvador de Habsburgo-Lore­na que en 1973, que con una licenciasanitaria de importación de los EE.UU.intentó extender el cangrejo americanoprimero en Badajoz, en el río Guadiana

,. uMemoria explicativa de las circunstanciasde carácter empresarial que motivan la peticiónde asistencia técnica». J . & D. Organización in­terprofesional, entidad consultora asesora enAndalucía de la Liga naval española.

Y sólo un año más tarde, tras el fraca­so en las aguas extremeñas, probósuerte en el Guada lquivir. Con ellooponían los intereses extranjeros y losefectos de un colonialismo económicopor parte de los países más poderososa la debilidad de las instituciones esta­tales, incapaces de gestionar y regularla producción propia. La crítica a estaforma de imposición extranjera se aso­cia en lo local a los "foráneos» , inclui­dos los propietarios de Casa Alta, quemediante la comercialización con uncentro de Astacicultura, abastecido porlos pescadores, impusieron sus intere­ses particulares.

Pero como señalaba este mismo do­cumento no es en sí este nuevo recur­so la clave del problema sino su pes­ca. Una pesca que al realizarsepreferentemente en los canales y cau­ces que atraviesan los campos dearroz, de propiedad privada va a serimpedida por los colonos. Este últimoargumento no aparece de forma explí­cita en el documento aludido sino através de tres elementos que citamosa continuación por su recurrencia enlas entrevistas e historias de vida quellevamos a cabo:

" Es aquí donde la Asociación tomaconciencia primero de los problemasderivados del crecimiento tan indiscri­minado, segundo de la manipulaciónde su trabajo, y tercero, de la impor­tancia que una organización trabaja­dora bien estructurada puede tener nosólo por la regulación del problema ,punto éste totalmente posible sino porla creación de numerosos y establespuestos de trabajo y el justo reparto dela riqueza creada que de otra formairían a parar de nuevo a manos de par­ticulares»15.

Los mayores beneficios del cangrejofrente a otras capturas tradicionalesexplican la especialización de los jor­naleros, su propia configuración comocolectivo. Aunque según éstos, la pes­ca de la anguila experimentó una reo­rientación forzada tanto en los útilesempleados como en las técnicas16 de­bido a imperativos «ecológicos», locierto es que hasta los setenta , erauna forma de complementar los ingre­sos agrícolas. Muchos de los andalu­ces que se dedicaron a la pesca de laangula y al cangrejo obtuvieron sufi-

15 Ibídem.,. Hay que tener en cuenta que en la captura

del cangrejo rojo se utilizan nasas desde tierraque facilitan notablemente el arte de pesca. Porlo que no resulta comparable a las artes tradi­cionales de las que hemos hablado al iniciar es­te epigrafe. La alta de estandarización de los sisotemas de pesca conv irtió en muy rentab le laventa y reparación, mediante costura de los úti­les empleados.

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NARIUAcientes ingresos para poder acceder ala propiedad privada o a medida quesé fueron ampliando los canales decomercialización, para establecer vi­veros privados desde los que comprara los pescadores el producto para suposterior comercialización.

La progresiva obtenc ión de benefi­cios desde su introducción , la escasezde costes iniciales en su producción yla facilidad de aprender cómo y dóndese podían obtener mejores resultadosconvirtieron la captura del cangrejo enun recurso disputado por su alta renta­bilidad económica. Desde abril a no­viembre tenían lugar las principalescapturas lo que subrayaba la compati­bilidad con el cultivo del arroz y la cre­ciente hostilidad entre unos y otros. Elcarácter de mercado «nuevo» en el es­tado español y las repercusiones en laComunidad Económica Europea con­vertían la explotación de este recursoen un ámbito product ivo cuya «nove­dad» posibilitaba el control y el aprove­chamiento comercial dado el estadode importaciones que Españapresen­taba respecto al producto congelado .

La captura del cangrejo que fue, co­mo ya hemos comentado, lucrativadurante los primeros años, es hoy unnegocio poco rentable . Como nos co­mentaba F., un antiguo guarda de lparque, ya jubilado, que se dedica enprimavera y verano a los cangrejos y areparar las redes de sus vecinos paraobtener las suyas propias : «El proble­ma es que ya casi no compensa por­que aquí el que llega pone redes y seacabó . El viernes estaba a 300 ptas.el kilo y hoy está ya a 250, y en vera­no lo pagan por seis duros. Es un de­sastre, por culpa de la competencia"(F. Andaluz) .

La debilidad de los beneficios obte­nidos es para la mayor parte de loscangrejeros el factor que explica el ca­rácter eventual y complementario deestos ingresos que, en un primer mo­mento, sí resultaban rentables a tiem­po completo. Este escaso valor atri­buido a los cangrejos , se justifica porla facilidad con que se aprende la téc­nica, hasta considerar que: «Salvo te­ner redes no hay nada más que sabermira, yo llevo treinta años pescandopero éste no tiene ni idea" . Y, sin em­bargo, pese a que la mayoría desta­quen la facilidad para realizar la cap­tura del cangrejo reivind ican unconocimiento que no depende de losútiles o las técn icas de pesca, sino delcontrol del entorno . «Conocer los bue­nos lugares» junto a la pericia necesa­ria para «cogerlos pronto», son habili­dades reivindicadas en asociación conser de la Isla, con «haber nacido en lamarisma».

Una competencia que explica la fal­ta de rentabilidad económica que dadoel descenso de precio que experimen­tó el cangrejo desde los años setentahasta nuestros días, es señalada co­mo clave para justificar la falta de pro­fesionalizac ión del sector y el reducidonúmero de «auténticos» pescadoresen la Isla: «Antes hab ía casi 700pescadores pero hoy la mayoría lo handejado porque no compensa... Es me­jor salir fuera a trabajar" (F. G., pesca­dor andaluz).

Además de esta estacionalidadanual, los cangrejeros suelen comen­zar a trabajar temprano, hacia las siete,para evitar en lo posible a los mosqui­tos y durante cinco horas -hasta lasdoce aproximadamente- se dedican acolocar y vigilar el estado de las nasasante las mordeduras de ratas, muy fre­cuentes en el arrozal. La importanciade entregar y pesar el pescado vivo enlos establecimientos comerciales justifi­ca que los días en los que éstos estáncerrados no merezca la pena salir apescar. En el empleo de las redes, enmuchas ocasiones, reutilizan las nasasdel cangrejo para la carpa y la panarra,mientras que la angula requiere otro ti­po de nasa. Y suele resultar más renta­ble llegando a cobrar los pescadoreshasta 15.000 ptaslkg. El cangrejo rojo,tienen dos tempo radas de recog ida:abril-mayo y septiembre-octubre, conuna labor de seis meses de duración.Las mayores cotas se alcanzan a mitadde agosto y las más bajas a finales deoctubre. Como media cada cangrejerocoloca unas doscientas nasas y revi­san unas 50 al día. Los conocimientosnecesarios para la reparación tampocoson excesivamente valorados.

Para delimitar a los «pescadores,pescadores », los criterios empleadosson además de la continuidad genera­cional y la ocupación anual, la posesiónde una serie de conocimientos y unapráctica cuidadosa con el objeto de lascapturas. Este último punto implica nosólo respetar las restricciones que re­gulan el tamaño de los cangrejos sinotambién el lugar en el que se sitúan. Lapaulatina sustitución de las especiesantes rentables como el sollo y el sába­lo por el camarón, la angula, el cangre­jo se debe al mayor interés y demandacomercial. Son también estas razoneslas que han alterado la valoración de lacarpa y el albur, antes muy despresti­giadas. Estos cambios comerciales alalterar la producc ión, han originandoconflictos con algunos de los pescado­res del entorno por la competencia quese establece entre ellos. Durante el in­vierno, de octubre a noviembre hastafebrero y marzo se pesca la angula y elcamarón en peque ñas canoas y si-

guiendo el curso de las orillas con téc­nicas de «al matar» y «del copo». Tam­bién se colocan nasas en las orillas, enlas entradas y salidas de los caños pa­ra la anguila. En la actualidad son mu­chos los viveros privados de Villafrancoque impulsan y promocionan este tipode capturas que generan un mayor be­neficio que el cangrejo para los pesca­dores. La concepción de ser trabajado­res no asalariados sino a cuentapropia, y la posibilidad de combinar es­tas capturas con la acedía lo conviertenen uno de los productos más sólidos delos pescadores y no tanto de los jorna­leros-cangrejeros. Lo mismo ocurrecon el camarón, que suele capturarseen verano aunque se puede pescar to­do el año. Pese al protagonismo de es­ta especie como un distintivo tradicionalde la marisma, y especialmente comoun signo de la tradición jornalera en laexplotación del medio, la angula y elcangrejo son los dos productos másdestacados dentro de este colectivo depescadores locales.

Si como apuntábamos en el debatea finales de los años setenta, los arro­ceros van a considerar que el cangre­jo es una plaga que origina serios da­ños económicos en la producciónagraria, estimados en una media de10.000 ptas. por hectárea, a partir delas regulaciones de mediados de losochenta , y especia lmente por las nor­mativas que restringen su consumo enlas zonas estatales de mayor deman­da, el precio del cangrejo sufrió undescenso considerable que puede jus­tificar las actua les recomendacionespara favorecer su producción comple­mentaria con el arroz.

Las normas o directrices institucio­nales también defenderán una posturacontrar ia a la manten ida por muchosde los pescadores en torno al valor«ecológico» del cangrejo. Especial­mente por la falta de regulación y elcarácter indiscriminado de las captu­ras que ocasionan numerosas pertur­baciones en las espec ies protegidasque se encuentran en colonias o a suscrías, por la colocación y retirada delas nasas. El propio informe de Exper­tos sobre el Dictamen de Doña na,considera que la peligrosidad de loscangrejeros es un 100% más alta quela de los cazadores furtivos. Por ello,la potenciación de unos cauces regu­ladores que permitan modernizar y ra­cionalizar la pesca. En este sent idouna de las experiencias más novedo­sas y que supone un alto coste de in­vers ión son las que Herba, aunq uecon el nombre de otra compañía«Pesquerías de Isla Mayor, S. A.», es­tán llevando a cabo en la zona conoci­da como Veta La Palma, reutilizando

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NARRIAlas construcciones agrícolas de riegoy desagüe para la experimentación deun sistema extens ivo de crianza.

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