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El Niño Enfermo Pedro Lira
Javiera Francisca Marambio del Pino
Arte del Siglo XIX: Géneros pictóricos y Construcción de
imaginarios en el Siglo XIX Chileno: Del Costumbrismo a la Pintura
de Historia.
Profesora: Dra. Josefina de La Maza Chevesich
Septiembre 2012
Introducción:
“Puede decirse de él que durante toda su vida, o durante la mayor parte de ella,
condujo al arte chileno, en una época que fue la más difícil de todas, cuando nuestro
público no contaba con cultura artística alguna, cuando no había ambiente de
ninguna especie, cuando no había dinero para estimular la eficacia al artista y
cuando eran muy pocos los que entendían de arte, no más de dos decenas de hombre
perdidos en este Chile pobre y buscador de minas”.1
Pedro Lira Rencoret, nació en Santiago el 17 de mayo de 1845 y murió el 20
de abril de 1912. Es uno de los artistas más importantes de nuestro país en el Siglo
XIX. Ha marcado generaciones mediante su pintura y su manera de plasmar la
historia. Reconozco que personalmente poco sabía de él antes de comenzar este
ramo, sin embargo cuando visité su exposición que conmemoraba los 100 años de
su muerte en la Corporación Cultural de Las Condes, mi impresión fue grande: ver
de cerca las obras pintadas de la mano del pintor, donde se aprecia las diferentes
marcas y pinceladas en cada cuadro, es una verdadera lección de pintura.
Veladuras, ensambles, pastas, sombras, contornos y texturas, demuestran el
talento del artista. Es más, la variedad de temas también resulta interesante, ya
que se pasea sin reparos entre la pintura costumbrista, histórica, de interiores, de
paisajes, de retratos y distintas clases sociales, como si todos los temas y géneros
entraran en la pintura de aquel hombre que escribió el primer Diccionario
Biográfico de Pintores2, al estilo del italiano Georgio Vasari. Lira fue un hombre
visionario y vanguardista, que no solo le influyó en la pintura, sino también la
docencia, los proyectos en el extranjero y la crítica de arte.
1 Yañez Silva, Nathanael [1933: 4]. El Hombre y el Artista: Pedro Lira. Santiago de Chile : Imprenta El Esfuerzo.
2 Lira, Pedro [1902]. Diccionario Biográfico de Pintores. Santiago de Chile: Imprenta Bandera 30.
“Pedro Lira fue un pintor de rica formación intelectual, un trabajador
incansable y un hombre lleno de búsquedas. Crítico de arte, maestro, artista prolífico,
dirigió la Escuela de Bellas Artes durante 10 años e incursionó por el paisaje, el tema
histórico y el retrato.”3
Portada y contraportada de su libro “Diccionario Biográfico de Pintores Chilenos”. 1902
Este artista fue autor de una obra llamada “El Niño Enfermo” la cual mediante este
trabajo, será analizada tomando en cuenta aspectos de contexto, estilo e
iconografía. Esta obra corresponde al año 1900 y pertenece a la Colección del
Museo Nacional de Bellas Artes.
En una primera instancia, se hará referencia a la forma que Pedro Lira enfrenta la
pintura en el Siglo XIX, teniendo en cuenta sobretodo el contexto en que se
desarrolla su obra y por otro lado, se procederá a inferir en aspectos relacionados
con la iconografía, el estilo y el significado de la obra en la historia del arte chileno.
3 Solanich, Enrique [1989] Imagen femenina en las artes visuales en Chile. Santiago de Chile: Editorial Lord Cochrane S.A.
1.-‐ Registro y Memoria, el arte como formación del imaginario
Sin duda la memoria de un país, de un territorio, esta dada por los
acontecimientos que allí transcurren y sin duda, como estos acontecimientos son
registrados, escritos, pintados, dibujados o fotografiados… Pero ¿que pasaría si no
tuviéramos esos elementos que nos ayudan a recordar, a poder construir en
imágenes aquello que alguna vez fuimos, aquello que forma parte de nuestro
pasado? De esta manera la historia se vuelve fundamental, gracias a ella podemos
construir el pasado y entender en gran medida el futuro.
“Recuerdo la primera mirada sobre la Historia, sobre la esta historia, como la
necesidad de tener ojos en la espalda.
Hoy esto es solo un recuerdo. Sin embargo en Historia no acordarse es no saber.”4
De esta idea entonces, nace la importancia del análisis de las obras de arte a las
cuales los historiadores, estudiosos del arte y la historia, buscan ir dilucidando,
intentando traducir el lenguaje de los colores, las pinceladas y las imágenes.
El arte entonces forma parte importante para quienes debemos entender el
presente. Gracias a disciplinas como la pintura, la ilustración, el dibujo, el grabado,
la fotografía y la escultura, el hombre ha podido dejar registro de sus paso por la
tierra y sus más importantes acontecimientos, tanto personales como históricos.
Al establecer una mirada hacia el imaginario en Latinoamérica del Siglo XIX, es
ineludible pensar en nuestro país y aquello que entendemos como Imaginario, lo
cual se vincula a todos esos elementos que se quedan impregnadas en los
recuerdos de las personas, aquellas cosas que dejan huella en la memoria y por su
puesto en el tiempo.
El análisis de una obra de arte del siglo XIX en chile, constituye entonces un campo
de estudio que permite descubrir una parte de lo que significa ese imaginario.
4 De Nordenflycht, José [2001: 11] El gran solipsismo: Juan Luis Martínez, obra visual. Valparaíso: Editorial Puntángeles.
Para eso la idea es tomar una obra del pintor chileno Pedro Lira, quien mediante su
extensa obra, logra registrar e inmortalizar una época, no solo mediante sus
pinturas, sino también con su incidencia en el arte en general, como profesor,
académico, crítico y escritor.
Antes de proceder con el análisis de la obra, es importante contextualizar la época
en la cual fue pintada dicha obra.
2.-‐ Breve contexto de Chile en el Siglo XIX: una sociedad nueva en constantes
contradicciones.
Chile en el siglo XIX era muy diferente a lo que hoy conocemos. De hecho en
1865 la población total en nuestro país, no superaba los 1.819.000 de habitantes.
Hoy son más de 16.000.000 de habitantes según el último censo realizado durante
el presente año. Los cambios no sólo se produjeron en el número y estructura de la
población, sino que también en los diferentes grupos sociales. Se formaba en esos
años, una sociedad cada día más compleja.
Chile entre 1800 y 1900 formaba una idea de libertad muy nueva luego de la
Independencia ya que luego de esos acontecimientos, era una sociedad en plena
formación, ejerciendo la facultad de no ser una colonia y comenzar a regirse por
sus propias leyes, sus propios intereses. Un momento en que la creatividad y la sed
por el saber se volvían imperantes. La idea del positivismo, inundaba las mentes
inquietas de los jóvenes ilustrados, que entre todas las cosas que deseaban
aprender y conocer, estaba el anhelado viaje a Europa.
Muchas de estas ideas ilustradas, estaban estrechamente ligadas al “conocer
haciendo” es decir indagando en el método científico como modo para comprobar
las cosas. De esta forma la idea de cambiar la sociedad, debía hacerse solo y
exclusivamente a partir del conocimiento, idea que no difiere mucho de las ideas
que hasta hoy permanecen vigentes, basta pensar en el movimiento estudiantil que
en los últimos años ha movilizado más de un millar de jóvenes inquietos,
pensantes y con ideas que no se basan solamente en la teoría y el conocimiento,
sino también en la experiencia que ellos han vivido como estudiantes, poniendo en
tela de juicio un sistema que poco se renueva y evalúa.
En este siglo (XIX) tan importante, es fundamental rescatar el carácter del sentido
de pertenencia instaurado poco a poco en el ciudadano chileno, lo que es
imperativo para la construcción de una nación. Fue una época en que el hombre se
siente parte de una sociedad real, donde comienza a opinar y plasmar sus ideas en
diferentes medios de comunicación escritos y obviamente en las artes visuales.
“En Chile como en toda Hispanoamérica los intelectuales y creadores chilenos-‐
sobretodo en el siglo XIX-‐ han sido un segmento muy activo en la elaboración
simbólica y en el perfilamiento de ejes unificadores; de allí su rol como conciencia
nacional precursora anunciadora he incluso provocadora de cambios. También han
desempeñado un papel importante en la construcción de un imaginario colectivo,
entendido este como una vocación por la construcción histórica de una utopía.
En nuestro país, la construcción intelectual y simbólica de la nación ha sido
particularmente activa en las etapas que preceden o acompañan a los grandes
cambios”.5
A pesar de estas ideas ligadas al nacionalismo y la identidad cultural, Chile en esos
años ya vivía diferencias sociales abismantes, lo que sin duda dividía al país en dos
realidades totalmente distintas. Era una sociedad muy elitista, a tal punto de que
algunos colegios tenían divisiones en la manera en que se sentaban los alumnos en
la sala de clases, adelante los de familias aristocráticas y atrás los hijos de
campesinos.
“Los más distinguidos ocupaban los dos lados del salón más próximos al maestro, que
tenían su asiento en la testera”6
5 Subercaseaux, Benjamín [1997:9] Historia de las Ideas y de la cultura en Chile. Santiago de Chile: Editorial Universitaria. 1º Edición.
6 Zapiola, José [1945 :69, 70]. Recuerdos de treinta años. 1810-‐1824. Santiago: Zigzag. 8º Edición.
Unas sociedad que se dividía tal como ocurre hasta el día de hoy, donde las
desigualdades siguen siendo, abismantes sobretodo en temas como la educación y
la salud.
Chile se poblaba de europeos, de jóvenes comerciantes que veían en Chile mucho
más que una larga y angosta faja de tierra en sus territorios, veían también mucha
riqueza en sus puertos, en sus tierras y en general en los recursos naturales que
nuestro país ofrecía en esos años.
“La ciudad creció a la sombra de este auge comercial y marítimo. Se ampliaron las
calles, se fue poblando de edificios para los representantes comerciales, de bodegas
para las mercaderías, de instalaciones fiscales y almacenes de aduanas para
contener el alud de efectos que llegaba desde Europa, ya fuese consignado a
destinatarios residentes, o en transito para otros lugares del Pacifico.
La arquitectura de Valparaíso adquirió un carácter más internacional y algunas de
sus manzanas tomaron un serio aspecto inglés, que se ha conservado por largos
años.”7
Las clases dominantes de chile entonces, miraban a Europa como parte de sus
aspiraciones e ideales tal vez por esta razón ( y muchas otras) la cultura europea
fue la que motivó a las autoridades a formar universidades y seguir tendencias
artísticas del viejo mundo, desechando la tradición cultural Latinoamericana
(considerándola muestra de atraso) , factor que no debemos dejar de considerar,
ya que frente a lo anterior, podríamos afirmar que esa mezcla de visiones hace que
hoy seamos una cultura inmensamente híbrida, donde se mezcla la tradición, lo
académico y lo contemporáneo. Hoy muchos grupos luchan por mantener sus
tradiciones folclóricas, patrimoniales y rituales, mientras otros sueñan con vivir en
Londres o en Paris para nunca más volver.
El Siglo XIX estuvo marcado entonces por granes contradicciones a nivel social,
económico y también artístico.
7 Jara, Álvaro [1973: 12]. Chile en 1860: William Oliver. Un precursor de la fotografía. Santiago de Chile: Editorial Universitaria. Santiago de Chile.
Un hecho claro que marca estas contradicciones, es por ejemplo el caso del francés
Orellie Antoine, quien el 1861 se llevaba 4 grupos de indígenas (mapuche,
tehuelche, kewaskar y selknam) para ser “exhibidos” en Europa más conocidos
como zoológicos humanos autorizados por el Estado de Chile, ya que esto era visto
como una posibilidad que el mundo conociera estas culturas, sin embargo nadie
pensó en la vida de esas personas, de las cuales varias se perdieron en el trayecto.
Algunas personas de los grupos indígenas no aguantaron el viaje y simplemente
murieron.
La anterior y muchas otras contradicciones fueron la tónica de la época. Sin ir más
lejos en el área de las artes visuales, cabe destacar la polémica en torno a los
“mamarrachos”, donde una Academia de Pintura recién fundada, proponía la
formación de un Museo de Bellas Artes para Santiago el cual, luego de haber sido
formado con mucho esfuerzo en el segundo piso del ex congreso nacional, un
grupo de conservadores (entre ellos también Pedro Lira) llamado la “Comisión de
Bellas Artes” creado por el entonces Ministerio de Justicia Culto e Institución
Pública, deciden “deshacerse” de las obras de los artistas chilenos que formaban
parte de la colección fundacional del museo, enviando estas obras a Chillán para
luego , según se supo después, ser rematadas.
“Bajo el argumento de que gran parte del patrimonio artístico nacional no era más
que un montón de mamarrachos, el organismo decidió desmantelar la colección del
museo enviando más de la mitad de sus obras a un nuevo recinto que se construiría
en Chillán” 8
Chile y su imaginario artístico estaba en plena fundación, en plena discrepancia,
donde los sectores más acomodados y conservadores, se enfrentaban a
intelectuales y artistas con miradas muy diversas.
8 De la Maza, Josefina [2010 : 289]. Por un arte Nacional. Pintura y esfera pública en el siglo XIX chileno. Articulo de la revista Ciencia y Mundo. Santiago: Editorial Universitaria.
3. -‐ Descripción de la obra:
La obra de Pedro Lira que muestra la imagen a continuación, es una obra
emblemática dentro de su colección como artista ya que muestra una realidad muy
cruda de finales del siglo XIX e inicios del siglo XX. Las diferencias sociales en chile
comenzaron a ser cada vez más opuestas y eso se ve reflejado en la obra de este
artista, quien se pasea sin reparos entre una realidad y otra, teniendo a su haber
obras como “La Carta” que muestra una mujer de la alta alcurnia chilena y otras
obras como esta, donde la realidad de los chilenos es totalmente diferente.
“Esta obra plasma una escena de intenso contenido social, reflejo de las
desigualdades de comienzos del siglo XX”9
Pedro Lira es un artista que logra dar diferentes atmosferas a sus obras mediante
la simplificación de los trazos, la luz, la materia pictórica y la excelente elección de
colores para cada una de sus creaciones. Esta es una obra que la pincelada es
fuerte y pastosa, con lo cual consigue apresar esa atmosfera sórdida del interior y
la ruda vitalidad de las dos mujeres que allí aparecen en torno al niño.
El Niño Enfermo, 139 x 102 cms. Óleo sobre tela, 1902. Colección Museo Nacional de Bellas Artes
9 Cecilia Valdés [2012 : E2], Diario El Mercurio Artes y Letras. 13 de Mayo.
v Aspectos iconográficos
La obra esta compuesta por tres personajes centrales, el niño vestido de blanco en
los brazos de la madre y una mujer a su lado que prepara la medicina para el niño
con una taza de loza donde vierte la medicina desde una botella pequeña de vidrio.
Ambas mujeres visten telas que se notan gruesas, mantas y faldas largas para
protegerse del frío. El cabello de la mujer que acurruca al niño, esta descuidado y
despeinado, por otra parte la segunda mujer muestra un pañuelo en la cabeza, lo
cual se utilizaba para cuidar la cabeza del frío y también del polvo cuando las
personas limpian o asean algún espacio.
El lugar de la escena es un lugar cálido, sin embargo esta relacionado con los
grupos más desposeídos de Chile, lo cual se puede observar en los muros
quebradizos, las puerta de madera con orificios, objetos en el suelo como canastos
y jarras. Esta es una escena que representa la pobreza en Chile de esos años, una
pobreza cruda y difícil con muy pocas medidas de higiene y salubridad, lo cual sin
duda traía enfermedades mayores a las personas más desprotegidas. En esos años
las condiciones básicas eran menores o escazas, lo cual puede observarse en la vela
encendida ubicada en segundo plano.
v Aspectos formales
Los colores de la obra son cálidos, van en la gama de los ocres, amarillos, rojos y
anaranjados, lo cual solamente se contrapone a otros colores como el azul que solo
lo viste la segunda mujer.
La pincelada es suelta sin embargo se mantiene el dibujo de los contornos de las
figuras mediante un trazo suave y traslúcido. Por lo cual podríamos decir que la
obra es lineal, pensando en un análisis al estilo del historiador Heinrich Wolfflin10
quien define las obras en conceptos que permiten distinguir aspectos tan
importantes como el anterior.
Siguiendo bajo esa misma línea, esta obra entonces, muestra un espacio profundo y
no superficial, ya que existen claramente segundos planos, los cuales pueden ser
vistos por el espectador claramente tras las figuras centrales y en primer plano. La
mesa que aparece al lado izquierdo de la obra, indica profundidad al igual que los
muros que enmarcan a los personajes.
La forma es cerrada, ya que el dibujo está claramente marcado, sin embargo en la
obra de Pedro Lira, podríamos decir que en esta obra particularmente, ocurre algo
que no se puede definir como una forma cerrada propiamente tal, ya que la
pincelada y las sombras hacen que las líneas de contorno casi desaparezcan, sin
embargo podemos observar que la línea existe, pero de manera muy sutil.
La luz es muy importante en esta obra, porque claramente viene desde el exterior
tal como lo hacían pintores como Vermeer, quienes pintaban interiores, pero
siempre la luz provenía del exterior, lo cual entrega dramatismo a la obra y
sobretodo realismo, ya que la luz baña a los personajes solo en sectores donde el
artista decide y no de manera uniforme como ocurre en una obra de Boticelli por
ejemplo, donde la luz emana de los personajes mismos y hace que estos se aplanen.
Podríamos agregar además que esta es una obra que funciona en términos
vinculados a la pluralidad y no a la unidad, ya que cada uno de los personajes juega
un rol fundamental en función del otro y no de manera independiente. Esta escena
se compone de los tres personajes centrales, los cuales están entrelazados en torno
a la enfermedad del niño.
10 Wolfflin, Henrich [1924]. Conceptos Fundamentales de la Historia del Arte. Madrid: Espasa Colpe, S.A.
Los tres personajes, no aparecen en la parte central de la obra, sino muy por el
contrario en el extremo derecho, lo cual da espacio para poder relatar o describir
el contexto en que se desarrolla el momento registrado por el artista.
Conclusiones
Pedro Lira con esta obra quiso mostrar una parte quizás solapada de la
sociedad, una parte que en el círculo de la alta sociedad donde se desenvolvía el
pintor no era tan conocida o tal vez definitivamente desconocida.
Es una obra que muestra una realidad, existente aun en la actualidad, un grupo de
desposeídos que no gozan de la riqueza del país, ni del trabajo, ni tampoco reciben
una salud de calidad. Lira nos muestra en esta obra, que no todo es el mundo de los
vestidos de la mujer de “La carta” o de las hermosas mujeres que el solía retratar.
El mundo y el país en este caso es mucho más que eso. El país en ese minuto tenía
algunos asuntos los cuales abordar. Abordar con seriedad y con solidaridad, tal
como intentamos hacerlo hasta el día de hoy.
Tal como nos muestra un niño enfermo, tal vez quiso decir algo en relación a
nuestro país en ese minuto enfermo, lleno de contradicciones y luchas de poder,
donde se imponía lo que venía de Europa, en desmedro de lo que ya existía en esta
tierra fértil llamada Chile.
Destaco esta obra de Pedro Lira, porque a pesar de ser un pintor ligado a la alta
sociedad chilena, también logró dejar en evidencia el tema de la pobreza que ya era
importante en esos años.
Para terminar me parece importante citar las palabras de Ricardo Bindis, quien fue
citado con algunos de sus textos en el catálogo de la reciente exposición de Pedro
Lira en Santiago, en la Corporación Cultural de Las Condes.
“Su obra es vasta y posee un fuerte rasgo distintivo a pesar de la variedad temática
que abordó. Desde el romántico academicismo practicado en Paris, hasta el realismo
de los últimos años, cuando se interesó en lo vernáculo, nos ofrece una apasionante
lección de pintura. Es cierto que lo arrastran los convencionalismos de un medio
todavía limitado, pero llegó a dominar todos los secretos del oficio con un
virtuosismo difícil de encontrar en otros artistas de su época. De tal forma Pedro Lira
– pintor, maestro, gestor – raya en la perfección y su obra impecable y portentosa
traspasa generaciones y diferentes apreciaciones estéticas.”11
Bibliografía
Libros:
• Bindis, Ricardo [2012]. Lira: Pintura Eterna Obras Maestras a 100 años de
sus muerte. Santiago de Chile: Corporación Cultural de Las Condes.
• De Nordenflycht, José [2001] El gran solipsismo: Juan Luis Martínez, obra
visual. Valparaíso: Editorial Puntángeles.
• Jara, Álvaro [1973]. Chile en 1860: William Oliver. Un precursor de la
fotografía. Santiago de Chile: Editorial Universitaria. Santiago de Chile.
• Lira, Pedro [1902]. Diccionario Biográfico de Pintores. Santiago de Chile:
Imprenta Bandera 30.
• Romera, Antonio [1969]. Asedio a la pintura chilena: desde el Mulato Gil de
Castro a los bodegones de Luis Durand. Santiago de Chile: editorial
Nascimiento.
• Solanich, Enrique [1989] Imagen femenina en las artes visuales en Chile.
Santiago de Chile: Editorial Lord Cochrane S.A.
• Subercaseaux, Benjamín [1997] Historia de las Ideas y de la cultura en Chile.
Santiago de Chile: Editorial Universitaria. 1º Edición.
• Vicuña Mackena, Benjamín [1974] La era Colonial. Santiago de Chile:
Editorial Nascimiento.
11 Bindis, Ricardo [2012: 5]. Lira: Pintura Eterna Obras Maestras a 100 años de sus muerte. Santiago de Chile: Corporación Cultural de Las Condes.
• Wolfflin, Henrich [1924]. Conceptos Fundamentales de la Historia del Arte.
Madrid: Espasa Colpe, S.A.
• Yañez Silva, Nathanael [1933]. El Hombre y el Artista: Pedro Lira. Santiago
de Chile : Imprenta El Esfuerzo.
• Zapiola, José [1945]. Recuerdos de treinta años. 1810-‐1824. Santiago: Zigzag.
8º Edición.
Artículos:
• Cecilia Valdés [2012 : E2], Pedro Lira: El Padre de la Pintura Chilena. Diario
El Mercurio Artes y Letras. 13 de Mayo.
• De la Maza, Josefina [2010 ]. Por un arte Nacional. Pintura y esfera pública en
el siglo XIX chileno. Articulo de la revista Ciencia y Mundo. Santiago:
Editorial Universitaria.
Sitios web:
• Memoria Chilena www.memoriachilena.cl
• Portal del Arte www.portaldelarte.cl
• Museo Nacional de Bellas Artes www.dibam.cl/bellas_artes
• Estudios de Arte www.estudiosdearte.cl