La primera parte de esta guía, se propone dar a conocer los principales aspectos, tanto geográficos como sociales, de la región del Istmo de Tehuantepec. La información está organizada de tal manera que los lectores, originarios o no de
esta zona de México, pueden tener los referentes básicos para recorrer sus poblaciones y comprender un poco más sus costumbres. En la sección uno, “Geografía física y social del Istmo”, se muestran los componentes de la naturaleza, la historia y la etnografía istmeña; la sección dos, “El Istmo: urdimbre cultural de México”, refiere el importante acervo étnico, conformado por zoques, mixes, chontales, huaves y, desde luego, zapotecos. Particularmente, la sección tres, “El encanto de las ciudades y pueblos del Istmo”, es un recorrido a través de siete comunidades de la región (Santo Domingo Tehuantepec, Heroica Ciudad de Juchitán de Zaragoza, Asunción Ixtaltepec, Matías Romero, San Juan Guichicovi, San Mateo del Mar y San Pedro Huamelula), poblaciones que de alguna forma guardan la esencia istmeña.
Cabe decir con respecto a esta primera parte, que la información aquí contenida pretende sólo mostrar una panorámica del Istmo, por tanto no es un texto especializado; si esto se requiere, al final de la guía se anexa una lista de libros que pueden consultarse.
No queda más, entonces, que comenzar nuestro recorrido y dejarnos llevar por tan prodigiosa región.
el istmode teHUaNtePec
1. GeoGrafía física y social del istmo
Oaxaca recóndita, Wilfrido C. Cruz
Traspón los cerros de la gran cordillera
del sureste y contempla el mar azul con
sus ribetes de encaje y llegando que ha-
yas a las exuberantes tierras que riega el
Tehuantepec…
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En el sureste de México, ceñido por dos mares, encontramos el Istmo de Tehuantepec, un territorio de belleza sublime, pues lo mismo ofrece la altura de sus serranías que lo in
gente de sus valles o lo profuso de sus litorales; todo lo mejor que la naturaleza puede brindar. Pero, si acaso esto fuera poco, el “Istmo”, como llanamente es conocido, posee otro paisaje, igual o más fecundo, el de su cultura prodigiosa: milenaria urdimbre tejida en pueblos y ciudades que todavía guardan el espíritu de civilizaciones ancestrales.
El Istmo es una región estrecha porque lo abrazan las aguas del Océano Pacífico y del Golfo de México; sin embargo, en su exuberancia alcanza a cuatro estados del país: Chiapas, Tabasco, Veracruz y Oaxaca, en donde despliega esa geografía física y social que, desde
tiempos inmemoriales, le ha llevado a ser un lugar propicio para la vida y admirado por su majestuosidad.
Desde luego que es en el estado de Oaxaca donde el Istmo se ha afincado plenamente, tanto así que es una de las comunidades de esta entidad la que le confirió su nombre: Tehuantepec, un pueblo antiquísimo que se levanta en el corazón de esta zona meridional, primera cuna de la civilización zapoteca que arribó a esta región. Referirnos al Istmo, es entonces remitirse a esa esencia oaxaqueña que tanto valoran oriundos como allegados.
Caminar por los senderos del Istmo, sin duda, es adentrarse en el paisaje y la cultura de una tierra pródiga que siempre tendrá algo nuevo para ofrecer, en un paraíso que aún hoy, cuando pareciera que todo está descubierto, no deja de sorprendernos. ¿Quién
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1. GEOGRAFÍA FÍSICAY SOCIAL DEL ISTMO
que haya estado en el Istmo no quiere volver?, ¿y quién cuando escucha hablar de este sitio no desea en ese momento conocerlo? Así es el Istmo de Tehuantepec, un lugar cuyo nombre por sí mismo ya es una invitación.
Pero vayamos despacio y desde el principio en este recorrido por el Istmo. Comencemos por los orígenes, aquellos que se remontan, según los hallazgos arqueológicos y las manifestaciones todavía vivas en los pueblos, incluso al nacimiento
La región geográfica que conforma el
Istmo de Tehuantepec en México, se
localiza entre los meridianos 94° y 96°
oeste. En su punto más angosto, la re-
gión istmeña mide 200 km de distancia,
entre el Golfo de Tehuantepec, en el Pa-
cífico, y el Golfo de México. En cuanto a
su superficie, ésta alcanza 1 997 557
km2. El Istmo es una de las ocho regio-
nes que integran al estado de Oaxaca,
junto con: Valles Centrales, Cañada, Tux-
tepec, Mixteca, Costa, Sierra Norte y
Sierra Sur. De acuerdo con el Censo del
2005, la región del Istmo es habitada por
562 155 personas, de las cuales 166 323
hablan alguna lengua indígena.
Monte Albán, la más bella ciudad del
reinado zapoteca de los Valles Centra-
les de Oaxaca tuvo su desarrollo en dos
periodos: el protoclásico (año 300 a. C.–
100 d. C.) y el clásico (año 100–800 d. C.).
Su nombre zapoteco es Danibáan, “Ce-
rro santo y funerario”, esto debido a que
Monte Albán a la vez que fue panteón,
adoratorio y observatorio astronómico,
era principalmente una fortaleza militar.
También se le ha denominado Monte
Albante o Monte Blanco, por la aparien-
cia de sus edificaciones.
de las primeras culturas mesoamericanas, que son las raíces que le dieron a México este rostro pluricultural.
Hoy se sabe que los principales pobladores de la región istmeña se fueron asentando en el lugar en distintas épocas y provenientes de varios troncos étnicos. Así, de los actuales zapotecos del Istmo, los binni zá, como se autonombran en su lengua, puede rastrearse su génesis en los primeros ocupantes de los valles de Oaxaca, grupos de nómadas que llegaron al lugar entre nueve y cinco mil años antes de Cristo, los mismos que al pasar de los siglos fundaron aldeas, y después ciudades, como Monte Albán, considerada una de las más emblemáticas que se erigieron en el México antiguo.
Los artífices del desarrollo humano y material en los fecundos valles de Oaxaca, durante todo el tiempo previo a la conquista europea fueron principalmente los zapotecas, una de las civilizaciones más influyentes de Mesoamérica. Y aunque esta cultura compartió territorio y se relacionó con otras civilizaciones como la mixteca y la mexica, fue ésta la que alcanzó más esplendor y poderío en la zona, lo que le llevó a diseminarse hacia otras regiones; de esta manera lograron Pág. anterior: Bahía del Istmo de Tehuantepec.
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1. GEOGRAFÍA FÍSICAY SOCIAL DEL ISTMO
Existen 15 variantes dialectales de la
lengua zapoteca; sin embargo, algunos
investigadores sugieren la existencia de
6 dialectos (serrano, nexitzo, villalteco,
valle, tehuano y miahuateco), otros más
opinan que 9, que a lo largo de 1 500
años se han diferenciado tanto, que ya
podrían considerarse idiomas distintos.
En opinión del investigador Enrique Lie-
kens, este grupo étnico debe ser llamado
zae, zaense, zatino o zateco, porque la
raíz de su verdadero gentilicio es za,
que quiere decir “la raza misma”, “el
pueblo de la raza”.
presencia en lo que ahora se conoce como Sierra Norte, Sierra Sur e Istmo, dentro de los límites del actual estado de Oaxaca.
Los zapotecas o binnigula sa (gentilicio en lengua zapoteca con que este pueblo se refiere a sus ancestros, “los antiguos zapotecos”) desarrollaron una cultura extraordinaria que se manifestó en los distintos aspectos de su vida política, social y religiosa: fundaron ciudades, organizaron un sistema efectivo de gobierno, inauguraron un sistema de creencias y atendieron las artes lo mismo que la guerra; desde luego, también perfeccionaron su sistema de comunicación verbal: la lengua zapoteca o za, que hoy continúa como uno de sus principales elementos distintivos y que con orgullo emplean en su vida cotidiana.
Igual que sucede con todo imperio, el zapoteca se expandió a otros territorios e hizo sentir su poder a otros grupos, a la vez que se nutrió de la cultura de distintos pueblos, a los que logró dominar; fue de esta manera que alcanzó el Istmo. Los investigadores coinciden en que ya para el siglo VIII o IX después de Cristo, la presencia de esta civilización en el Istmo era notable, aunque también es muy probable que los primeros binnigula sá hayan incursionado en esta zona varios siglos atrás, estableciendo una dinámica social que prevalece hasta nuestros días.
Cabe decir que los binnigula sá, no fueron los únicos ni los primeros seres humanos que se asentaron en tan extenso y rico territorio al sur de Litoral del Istmo de Tehuantepec.
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1. GEOGRAFÍA FÍSICAY SOCIAL DEL ISTMO
Oaxaca, otros pueblos ya se habían adelantado; la arqueología sostiene que antes lo hicieron los mixes (ayuuk) y los zoques (angpon), pero que éstos no pudieron conservar sus tierras ante la incursión de otro grupo (paleoolmeca, según las investigaciones) que provenían de la región de Pánuco. De esta manera, aquellos antiguos zapotecas hicieron su entrada a Oaxaca por el Soconusco. Esto de ninguna manera demerita la raigambre zapoteca del Istmo, al contrario, confirma ese perfil multiétnico que ha hecho de esta región uno de los lugares de referencia en el país.
Los zapotecas no sólo establecieron interacción social, política y económica con los pueblos ayuuk y angpon, sino además con los chontales (slijuala xanuc ) y los huaves (ikoots), con quienes llevaron una relación sí de convivencia, pero también de dominación, que hasta nuestros días perdura (véase El Istmo: urdimbre cultural de México). A tal grado llega esta influencia que en muchas ocasiones, de manera equivocada, se llega a creer que la idiosincrasia istmeña sólo se debe a la cultura zapoteca.
La influencia, que al paso del tiempo se transformó en hegemonía, de los zapotecas del Istmo sobre las demás culturas en la región comienza a ser más intensa hacia finales del siglo XV, cuando un rey zapoteca del Valle de Oaxaca, llamado Cosijoeza, en alianza con los mixtecos emprendió una
Con respecto al mosaico étnico que
conforma Oaxaca, y desde luego el
Istmo de Tehuantepec, ya en el siglo
XIX, el padre Antonio Gay decía: “La
multitud de razas que puebla el estado,
diferentes unas de otras por el origen,
idiomas, hábitos, etc., forman un cuerpo
heterogéneo… Los indios son tacitur-
nos, hospitalarios, trabajadores, dóciles
en todo, excepto en su religión, a que
son tenazmente apegados…”
Una fuerte presencia indígena caracte-
riza a la mitad oaxaqueña del Istmo de
Tehuantepec. Por ejemplo, los zapote-
cos son mayoría en Juchitán de Zara-
goza, el núcleo urbano más importante
del oriente de Oaxaca. Además, en po-
blados como San Mateo del Mar habita
la importante comunidad ikoots, tam-
bién conocida como huaves o mareños.
En otras poblaciones, como en Matías
Romero y San Juan Guichicovi, es signi-
ficativa la presencia de la etnia ayuuk o
mixe, mientras que en la zona de Hua-
melula predomina la etnia chontal.
Casa autóctona del Istmo.
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1. GEOGRAFÍA FÍSICAY SOCIAL DEL ISTMO
campaña en la zona istmeña para establecer su señorío en las tierras del actual municipio de Tehuantepec. Por supuesto que esta incursión, asimismo la permanencia del reinado zapoteca en la región no fue fácil, toda vez que Cosijoeza debió enfrentar a quienes históricamente eran sus dueños, los mixes y los huaves, además del poderoso ejército mexica o azteca, en cuyas manos estaba la región. Una evidencia de la lucha zapoteca por tener dominio sobre la zona es Guiengola (véase El encanto de las ciudades y pueblos del Istmo), un sitio que se conserva y representa un elemento de orgullo para los zapotecos de hoy.
Sin embargo, la supremacía zapoteca pronto sucumbió ante el poderío del imperio azteca, claro, esto no sólo sucedió en el Istmo, sino en toda Mesoamérica, donde los señoríos quedaron sujetos a un poder central de los mexicas. La situación no era otra cuando arribaron los españoles e
Guiengola, que significa en zapoteco del
Istmo “Piedra Grande”, es un sitio que
fue construido y habitado por los zapo-
tecas en la época posclásica (1350-1500
d. C). Esta zona arqueológica localizada
en el Istmo de Tehuantepec, está cons-
tituida principalmente por dos plazas,
dos pirámides, un juego de pelota y una
residencia tipo palacio.
Zona arqueológica de Guiengola.
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1. GEOGRAFÍA FÍSICAY SOCIAL DEL ISTMO
inició el periodo de la Conquista, la cual en muy poco tiempo estuvo consumada, pues para 1521 al menos los valles de Oaxaca estaban bajo el dominio de la corona de ultramar, lo que de ningún modo significa que no se opusiera resistencia a los invasores, ésta la hubo y fue violenta, tanto que aún durante la Colonia no dejaron de darse brotes con tintes de sublevación.
Con la llegada de los europeos comenzaron a transformarse drásticamente las relaciones sociales, políticas y económicas cultivadas durante muchos siglos, y aunque es cierto que algunos aspectos de la convivencia y la organización de las comunidades prevalecieron, por ejemplo los cacicazgos de la realeza indígena, que fueron respetados, sobre todo para beneficio de los propios españoles, casi toda la trama social fue trastocada; entre los cambios más evidentes están los sistemas de gobierno y de producción, la religión y la lengua.
De manera particular, en los albores de la Colonia, el Istmo de Tehuantepec, quizá por la distancia que guardaba con los valles centrales
El primer soldado español importante
que pisó el Istmo de Tehuantepec fue
Pedro de Alvarado. Más tarde lo hizo
Hernán Cortés, quien desde el principio
lo creyó un lugar estratégico para los
intereses de la Corona española, por tal
motivo mandó a construir un astillero
en el golfo que bautizó con el nombre
de “Tehuantepec”.
Según relatan las crónicas, Cosijopi fue
hijo de la princesa mexica Coyolicaltzin
y el rey zapoteca Cosijoeza, matrimonio
convenido entre estos dos reinos para
preservar la paz entre tan importantes
naciones mesoamericanas. Este here-
dero a la postre llegaría a ser el rey zapo-
teca que vio interrumpido abruptamente
su mando debido a la llegada de los eu-
ropeos a la región.
Ex-convento de Santo Domingo Tehuantepec.
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LA CINTURA DEL PAÍSEL ISTMO DE TEHUANTEPEC
de Oaxaca, donde los españoles fundaron su primer asentamiento de la zona, vivió un corto periodo de relativa tranquilidad, pues los conquistadores no se interesaron de inmediato en el lugar; sin embargo, en cuanto comprobaron el potencial estratégico de la zona no dudaron en hacerse de ella, lo que llevó a que el todavía señor de Tehuantepec, Cosijopi, descendiente del caudillo zapoteca Cosijoeza, cediera totalmente su poder
a los “hombres barbados”, lo que representó la sujeción de los zapotecas a la Corona.
No es difícil suponer que conforme los españoles se adentraban más en las tierras y conocían las aguas del Istmo, más certeza tenían de la riqueza que en cuanto a recursos representaba, lo que provocaría que para finales del siglo XVI, ya se observara por distintos puntos de la zona una actividad económica febril,
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1. GEOGRAFÍA FÍSICAY SOCIAL DEL ISTMO
La insurrección de Tehuantepec, en
marzo de 1660, fue el suceso armado
más sobresaliente de la Colonia entre
los istmeños. La historia consigna que
destacados tehuanos, hombres y muje-
res, hicieron pagar con su vida la voraci-
dad del alcalde impuesto por la Corona,
Juan de Avellán, y aunque éstos fueron
severamente castigados, con el destie-
rro o con la muerte, el hecho fue un ejem-
plo de dignidad de la raza zapoteca que
quedaría de legado para las futuras ge-
neraciones.
a partir de la explotación de los recursos agrícolas y del mar –la pesca y la extracción de sal sobresalen primero, más tarde lo sería la cochinilla y el añil, valiosísimos tintes naturales de la época, asimismo la ganadería– con todo lo que ello implicaba: la concentración de las personas en mayores núcleos poblacionales y la transformación del cariz demográfico de éstos, la aparición del mestizaje, la adopción de otras costumbres, etcétera.
Desde luego que la explotación de los recursos que la región ofrecía en abundancia también trajo consigo la aparición de otras manifestaciones, tales como la inconformidad social y los levantamientos armados, presentándose rebeliones, principalmente indígenas, que comenzaron a cundir entrado el siglo XVII, sobre todo en los pueblos más importantes, Tehuantepec al principio, y Juchitán después. De ahí en adelante la participación política y social del pueblo istmeño en la historia de México no cejaría, destacando su presencia en las principales gestas nacionales, como en la Paisaje lagunar del Istmo.
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1. GEOGRAFÍA FÍSICAY SOCIAL DEL ISTMO
Independencia, la Guerra de Refor ma y la Revolución, donde los istmeños fueron apreciados por su valor y su lealtad.
La historia regional deja ver que con el transcurrir del tiempo, el Istmo se fue poblando sin renunciar a sus primeras raíces, las cuales se amalgamaron al profuso entorno natural que todavía se conserva, y que le dotó de ese carácter que en muy pocos lugares del mundo pue de observarse, la “magia o encanto istmeño” como muy bien se le ha nombrado, y que hoy sigue vivo para regocijo de los oriundos de la región y para admiración de los visitantes.
Pero, si acaso se pretende encontrar la clave de esta singularidad istmeña, quizá donde se debe buscar primero es en el carácter multiétnico de su población, ése que comienza, como ya se dijo, con las primeras civilizaciones −y que aún no termina−, pues como sitio de paso natural, no son pocas las culturas que transitaron por la región. Así, el Istmo de Tehuantepec, no sólo representa la sangre indígena, sino también, la africana y la europea, por supuesto, la asiática, que no en menor cantidad llegó a finales del siglo XIX y principios del XX. El Istmo, como muy pocas regiones del país, es un punto privilegiado
para la inmigración de personas, prueba fehaciente de la riqueza que entraña este fenómeno social.
Particularmente, si de los asentamientos primigenios del Istmo se habla, es preciso decir que en éste convivieron al menos cinco civilizaciones: la mixe, la zoque, la chontal, la huave y la zapoteca. Éstas se asentaron en distintos momentos y poseyeron formas de vida propias, distintas unas de otras, y aunque entre ellas tuvieron momentos de conflictos que llevaron muchas veces a enfrentamientos, también es cierto que en tanto vecinas, emparentadas por el deseo de habitar uno de los territorios más pletóricos del continente, llegaron a conformar alianzas y a convivir de tal manera que con el transcurrir, ya no de los siglos sino de los milenios, formaron una sociedad que les permitió sobrevivir y dominar su entorno. Así es como el Istmo arriba al siglo XXI; una textura donde la tradición y los sentimientos de la gente se entrelazan con el prodigio y la hermosura de la naturaleza.
2. EL ISTMO: URDIMbRE CULTURAL DE MéxICO
De la cumbre de esas altivas montañas,
desde donde se descubren el Atlántico y el
Pacífico, se desprenden torrentes de agua
cristalina que bajan mugiendo entre las
peñas y barrancos… Este país, es, sin em-
bargo del que gustan los mijes.
Historia de Oaxaca, José Antonio Gay
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LA CINTURA DEL PAÍSEL ISTMO DE TEHUANTEPEC
LOS MIXES O AYUUK JÄÄY
Los pueblos istmeños, como bien se ha dicho, se deben a sus profundas raíces; conozcamos más en estas páginas los veneros de donde abrevan su cultura. Partamos de un poco al
norte de Tehuantepec, subamos las montañas de la Sierra Atravesada y lleguemos a los mixes, “la gente del territorio agreste y de la palabra sagrada”.
Los mixes se nombran en su propia lengua (el ayuuk) ayuuk jääy, que se traduce como “gente de la palabra florida” (a: palabra; yuuk: florido; y jääy: gente, muchedumbre). En los albores de su civilización, los mixes o ayuuk jä’äy decidieron vivir en una amplia zona al noreste del hoy estado de Oaxaca, en los límites del actual Veracruz, lo que les llevó a tener por colindancia el sureste del Istmo, y por tanto relacionarse de alguna manera con los demás pueblos que llegarían a habitar esta región.
Sobre el origen de esta cultura no se puede decir mucho, ya que generalmente se pierde en la mitología, que lo remite desde una migración de tribus del sur del continente hasta la procedencia más allá del Océano Atlántico; por tanto, quizá debemos conformarnos con saber que su estancia en las montañas de Oaxaca es milenaria, como bien lo corroboran los estudios realizados a uno de los elementos más auténticos de los ayuuk, su lengua, la cual guarda relación estrecha con una de las primeras lenguas registradas en la zona: el zoque o angpong. Es esta la razón que ha llevado con frecuencia a emparentar a los mixes con los zoques, y a suponer que ambas culturas fueron las pobladoras originales del Istmo (alrededor del año 1500 a. C.), las mismas que después se replegaron ante el acoso de otros pueblos, incluidos los zapotecos, hasta las frías cumbres que ya no abandonarían.
De la etnia mixe se destaca su carácter tenaz y valeroso, primero porque lograron sobrevivir en la geografía
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2. EL ISTMO: URDIMbRE CULTURAL DE MéxICO
agreste de las montañas donde finalmente hicieron su morada y desarrollaron una cultura propia; y, segundo, porque resistieron como ningún otro pueblo los muchos intentos por ser dominados, sobre todo por los zapotecas y los aztecas, y desde luego, más tarde, por los españoles. Dentro de esta saga mixe heroica ocupa especial lugar el mítico rey Kong Oy, personaje que hasta nuestros días se conserva en la idiosincrasia de este pueblo.
Es pues, este origen remoto sumado al carácter hermético de los ayuuk lo que no permite disponer de suficientes datos con respecto a la vida de los primeros pobladores de este territorio, aunque no es improbable pensar que se desarrolló en pequeñas aldeas dispersas y distantes unas de otras. La información que con más certeza se tiene de los mixes es aquella que se genera a partir de la Colonia, cuando comienzan los primeros registros escritos, y se fundan los poblados que conocemos hasta nuestros días.
La llegada de los españoles en el siglo XVI, significó para la cultura ayuuk una transformación de su vida social y, en consecuencia, de su cosmogonía, dado que los colonizadores forzarían a los mixes a vivir en
La zona mixe, que abarca una superficie
total de 4,668 km2, posee una geogra-
fía accidentada, con la existencia de
varios microclimas, aunque es posible
dividirla en tres áreas climáticas: alta o
fría, con altitudes superiores a los 1 800
msnm, media o templada, con alturas
de 1 300 a 1 800 msnm, y baja o ca-
liente, desde los 35 hasta los 1 000
msnm. Se encuentra al noreste del es-
tado de Oaxaca. Colinda al noroeste
con Villa Alta; al norte con Choapam y con
el estado de Veracruz; al sur con Yautepec
y al sureste con Juchitán y Te huan tepec.
Para acceder a los pueblos mixes, la
única manera de hacerlo es mediante
transporte terrestre, por una carretera
pavimentada que atraviesa su territorio
montañoso. Las poblaciones principa-
les son: Santa María Tlahuitoltepec,
Santiago Zacatepec, San Juan Cotzo-
cón, Totontepec y Tamazulapan.
Pág. anterior: Linderos de la Sierra Mixe.
Río sobre el camino a Guichicovi.
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LOS MIxES O AYUUK JÄÄY
La lengua mixe tiene tres diferentes va-
riantes: mixe de la Sierra, se trata de la
variedad hablada en los poblados se-
rranos de la Sierra de Juárez, como To-
tontepec Mixes, Tlahuitoltepec, Ayutla y
Tamazulapan; mixe de Juquila, hablado
en Juquila y Zacatepec; y mixe de Gui-
chicovi, hablado en la población del
mismo nombre.
nuevos núcleos poblacionales regidos por otras formas de gobierno y de producción, además de adoctrinarlos en prácticas religiosas completamente distintas y enseñarles un nuevo idioma; todo ello les llevaría, con el tiempo, a conformar la identidad que hasta la fecha los caracteriza.
En la actualidad los mixes constituyen una de las culturas más representativas del estado de Oaxaca, incluso del país, poseedora de una lengua propia que ha sabido conservar, orgullosa de sus costumbres que contienen las distintas influencias que ha recibido durante siglos, pues a lo largo del tiempo ha mantenido relación con otras importantes culturas colindantes: la chinanteca, de Tuxtepec, y las zapotecas del Valle de Oaxaca, de la Sierra Norte y del Istmo.
Muchos y variados son los aspectos que distinguen a los ayuuk, los más evidentes: el respeto a la naturaleza, patente en diversidad ecológica de que son dueños; el sentido de identidad; el eclecticismo de su religión, donde se entremezclan la ritualidad primigenia (que venera y respeta los sitios sagrados) con el culto católico; además, por supuesto, otros elementos distintivos: su vestimenta, su gastronomía, sus conocimientos sobre medicina autóctona y herbolaria, y, como ya se ha dicho, su lengua originaria, viva y en expansión en muchas comunidades, tanto que el español ocupa un segundo sitio en cuanto al número de hablantes en la región.
La leyenda narra que el rey Kong Oy no
tuvo padres ni familia alguna: “apareció
en el mundo ya grande”. Se dice que
salió de una cueva no lejos de Juquila,
Mixes. Pronto este hombre fuerte y arro-
jado se convertiría en jefe de la nación
mixe y la defendería de sus enemigos,
porque nadie tuvo la gloria de vencerlo.
Los mixes que aún creen en él aseguran
que Kong Oy no murió, y que sus cuali-
dades eran las de un ser sobrenatural.
Casa típica de Guichicovi.
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2. EL ISTMO: URDIMbRE CULTURAL DE MéxICO
Los mixes tienen estructurado un sistema festivo propio que refuerza la identidad ayuuk (observado, por ejemplo, en los carnavales), vincula las comunidades, permite el ascenso social de las personas (como es el caso de las mayordomías) y estimula el comercio. Dentro de estas manifestaciones culturales, sin duda la música es uno de los rasgos primordiales, por mucho la actividad artística principal en esta región, a tal grado que se puede decir con toda seguridad, que esta forma parte de la idiosincrasia mixe. Dicho sea de paso, la música mixe es muy apreciada dentro y fuera de la zona, razón por la cual hasta en el poblado más pequeño existe una banda de música de viento.
En cuanto a su forma de gobierno, destacan las autoridades indígenas, en donde es definitiva la decisión del consejo de ancianos. Éste invita a las personas para que presten servicios al pueblo, es juez en los
La etnia mixe es tal vez la única que
conserva el uso del calendario ritual
prehispánico, tonalpohualli, el cual es
consultado para conocer los días favo-
rables y los nefastos; esta consulta se
hace con granos de maíz colorado, los
cuales se dejan caer sobre un petate y
el “conocedor” se encarga de hacer la
lectura correspondiente. Alguna simili-
tud existe entre este calendario y el to-
nalámatl zapoteco o calendario agrícola,
que consultaban los ancianos para co-
nocer las condiciones meteorológicas
que prevalecerían durante el año.
La religión que practican los ayuuk es
resultado de la mezcla de la religión indí-
gena y la católica. Actualmente se pue-
den observar ceremonias, donde se
hacen invocaciones a los dioses anti-
guos, mezcladas con oraciones cristia-
nas en ritos de fertilidad, mortuorios y
de curaciones. El sistema de fiestas de
la región Mixe es importante por varias
razones: se celebran eventos de carác-
ter religioso cristiano en honor a un
santo patrono en donde generalmente
subyace un culto prehispánico; vincula
y refuerza los lazos de unión entre loca-
lidades, genera el ascenso social de las
personas en el interior de la comunidad
al desempeñar cargos (como son las
mayordomías) y; por último, propicia el
comercio e intensifica las relaciones so-
ciales interregionales.
Textiles de San Juan Guichicovi.
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LOS MIxES O AYUUK JÄÄY
La región Mixe tiene 19 municipios en
total: la zona alta está integrada por
Tla huitoltepec, Ayutla, Cacalotepec,
Tepan tlali, Tepuxtepec, Totontepec, Ta-
mazulapam y Mixistlán; la zona media
por Ocotepec, Atitlán, Alotepec, Juquila
Mixes, Camotlán, Zacatepec, Cotzocón,
Quetzaltepec e lxcuintepec; y la zona
baja por Mazatlán y Guichicovi.
La agricultura que se practica en el te-
rritorio ayuuk es de subsistencia. En las
zonas altas y frías se siembra papa,
maíz, frijol y calabaza; en las zonas tem-
pladas y cálidas, maíz, frijol, camote,
caña de azúcar y chile; en la zona cen-
tral y baja, café y cítricos. Para labrar la
tierra algunas localidades se auxilian de
la coa, el azadón, el machete y la yunta.
litigios y vigila la buena conducta de los ciudadanos. Los “cargos” sociales y religiosos son observados con mucha responsabilidad por parte de los mixes, quienes desde muy jóvenes se involucran en tareas en bien de la comunidad; el tequio (labor colectiva y gratuita, que se presta en obras de beneficio común) es una de las labores más estimadas por los ciudadanos mixes, actividad que contribuye de manera significativa en el desarrollo comunitario.
Paisaje mixe.
22 l a c i n t u r a d e l p a í s . e l i s t m o d e t e h u a n t e p e c
2. EL ISTMO: URDIMbRE CULTURAL DE MéxICO
Los pueblos mixes de la zona norte,
que colindan con los zapotecos de Villa
Alta y con algunos chinantecos, desa-
rrollan con estas actividades de tipo
comercial; mientras que los colindan-
tes al sur y suroeste con zapotecos del
Valle, interactúan en el plano religioso y
económico; los municipios ubicados
en la zona media o centro sostienen re-
lación en el orden religioso y de paren-
tesco con los zapotecos de Yautepec y
del Valle; los pueblos de la zona baja
reciben influencia cultural por parte de
los zapotecos del Istmo, así como de
algunos pueblos mestizos que colindan
con el estado de Veracruz.
La religión en esta cultura es similar a la de otros grupos vecinos: católica, pero con un acentuado eclecticismo, pues incorpora parte de los antiguos cultos indígenas. De esta manera, en la actualidad es posible observar ceremonias donde se invocan deidades prehispánicas lo mismo que a santos y vírgenes católicos, todo dentro de rituales dedicados a la fertilidad, a la sanación o al agradecimiento.
A mediados del siglo XVI, los españo-
les utilizaron como táctica de conquista
la evangelización, ésta estuvo a cargo
de los dominicos, quienes fundaron vi-
carías en lugares como Villa Alta, To-
tontepec y Nejapa de Madero, en esta
localidad introdujeron un Cristo negro
en su centro ceremonial.
Ritualidad ayuuk.
23¡ m u c h o g u s t o ! g a s t r o n o m í a y t u r i s m o c u l t u r a l e n e l i s t m o d e t e h u a n t e p e c
LOS MIxES O AYUUK JÄÄY
La cosmogonía mixe es excepcional.
Entre otros aspectos, postula que la sa-
lud proviene del equilibrio y del buen
comportamiento, así como del respeto
a las deidades ancestrales y cristianas.
Los ayuuk creen que el individuo está
formado por dos “almas”, una mortal y
otra inmortal tso’ok (tona, tonalli). La
tona tso’ok se adquiere cuando coin-
cide el nacimiento de un individuo y el
de un animal, por lo que ambos corre-
rán durante toda su vida igual suerte.
Como ya se apuntó, los ayuuk guardan una relación ancestral y estrecha con el Istmo –tanto que se asegura que fueron sus primeros pobladores–, la misma que se mantiene hasta hoy, ya sea en las prácticas sociales y culturales en el interior de las comunidades mixes, como en la adopción de elementos de la sociedad itsmeña, en particular en las zonas limítrofes con el Istmo o con la Sierra. Incluso, en el territorio istmeño existe un enclave de la llamada “Mixe baja”, representado por dos municipios que se reconocen como tales, pero que muestran un rostro totalmente itsmeño: Mazatlán y San Juan Guichicovi. Esta “aculturación zapoteca”, como la definen los investigadores, está presente sobre todo en su forma de vestir, en la realización de festividades y en la gastronomía.
En cuanto a las artesanías, podemos
encontrar el telar de cintura, el cual se
ha mantenido en Tamazulapam, Tlahui-
toltepec y Cotzocón; mientras que Mixis-
tlán, Tamazulapam y algunas rancherías
de Ayutla, se caracterizan por la produc-
ción de alfarería.
Aquel pueblo y otros muchos que hay en
aquella comarca son de indios zoques…,
son todos gente bien dispuesta y muy de-
vota de religiosos… Hay por ahí muchos
venados y algunos leones y a la entrada
de Izuatlán pasa por el vado un buen río.
Tratado curioso y docto de las grandezas de la Nueva España, Antonio de Ciudad Real
25¡ m u c h o g u s t o ! g a s t r o n o m í a y t u r i s m o c u l t u r a l e n e l i s t m o d e t e h u a n t e p e c
Es posible que hoy día la cultura zoque sea la que tenga menos presencia en el entramado sociocultural istmeño; sin embargo, no siempre fue así, habrá de tener presente que los
zoques o angpon, junto con los mixes —de quienes ya se habló—, son considerados los primeros pobladores de la región, de ahí la importancia de referirse a éstos y resaltar su historia, asimismo los principales rasgos que los identifican, si de rememorar el génesis y el presente del Istmo de Tehuantepec se trata.
El territorio actual del pueblo zoque corresponde a la Selva de los Chimalapas, una de las reservas ecológicas más importantes de México, estimada debido a su inconmensurable belleza y valorada en función de su biodiversidad y abundancia de recursos naturales.
La zona Chimalapa despliega su geografía en la parte más estrecha y elevada del Istmo, entre los estados de Oaxaca, Chiapas, Tabasco y Veracruz.
Igual que sucede con otras civilizaciones milenarias, sobre la zoque es difícil tener la certeza de su origen, y aunque algunos investigadores postulan una ascendencia olmeca, la información más confiable la proporciona el rastreo de su lengua, la cual se hermana en tiempo y lugar con sus aún vecinos los ayuuk.
Los zoques se autodenominan en su lengua ang pon, cuya traducción significa “gente que habla el idioma” (aunque “chimas” es el término con el que más comúnmente se les conoce desde fuera). Cabe decir que el idioma de los angpon, no obstante ser uno de los más antiguos en la región, en la actualidad se ha reducido de forma drástica la cifra de hablantes, lo que hace temer la pronta extinción de esta lengua y, en consecuencia, de la misma cultura.
LOS ZOQUES O ANGPONDE LA SELVA DE LOS CHIMALAPAS
26 l a c i n t u r a d e l p a í s . e l i s t m o d e t e h u a n t e p e c
2. EL ISTMO: URDIMbRE CULTURAL DE MéxICO
Los zoques de Oaxaca son los dueños
ancestrales de las ricas selvas de los
Chimalapas, estos se concentran prin-
cipalmente en los municipios istmeños
de Santa María y San Miguel Chimalapa.
Entre ambas comunidades ocupan una
superficie estimada de 594 mil hectá-
reas, de las cuales 460 mil pertenecen
a Santa María y 134 mil a San Miguel.
Los angpon o zoques están distribuidos principalmente en el territorio chiapaneco, pero también ocupan una importante zona de Oaxaca, en los municipios de Santa María y San Miguel Chimalapa, pertenecientes al distrito de Juchitán, lo que explica en buena medida la influencia zapoteca en las formas de vida de los chimas, zapotequización evidente en sus fiestas, en su vestimenta y en el contacto que mantienen con los principales centros poblacionales zapotecos.
Sin duda, la zona de los Chimalapas, celosamente resguardada por los zoques, es una de las más profusas en recursos que puede haber en nuestro país; ello se debe, además de sus cordilleras que hacen posible la existencia de selvas y bosques, a las que irriga una importante cuenca hidrográfica, alimentada por una buena cantidad de ríos (entre los que destacan, por su caudal, el Coatzacoalcos, el Tehuantepec, el Ostuta y el Uxpanapa), lo que ocasiona microclimas que van del tropical al frío, en donde proliferan la flora y la fauna más variada.
De acuerdo con la Comisión Nacional
para el Desarrollo de los Pueblos Indí-
genas (CDI), en el 2000 eran 86, 589
hablantes de zoque en México; de los
cuales 66, 583 habitaban en Chiapas y
11 319 en Oaxaca. Actualmente existe
un porcentaje considerable de pobla-
ción angpon que ya no habla su idioma
materno, por ejemplo en Santa María
Chimalapa, donde la población mayor a
cinco años en el municipio es de 6, 087
personas, tan sólo 28 % habla el idioma
angpon. Por su parte, en San Miguel, o
34 % de 5 200 individuos mayores de
cinco años con que cuenta el munici-
pio, conserva su lengua tradicional. La
lengua zoque pertenece a la familia lin-
güística mixe-zoque-popoluca.
Pág. anterior: Paisaje chontal.
27¡ m u c h o g u s t o ! g a s t r o n o m í a y t u r i s m o c u l t u r a l e n e l i s t m o d e t e h u a n t e p e c
LOS ZOQUES O ANGPON DE LA SELVA DE LOS CHIMALAPAS
En los años anteriores a la Conquista, los zoques estuvieron sujetos al señorío de Tehuantepec, por lo tanto no se sabe de grandes asentamientos en su territorio sino de aldeas que pagaban tributo a los zapotecas, como lo hacían también los huaves, los mixes y los chontales. Quizá por esta razón, la llegada de los españoles no les significó mayores conflictos más que cambiar de soberanos, pues siempre estuvieron distantes de los centros de poder, no así de las alteraciones en las formas de vida que la Conquis ta trajo consigo, principalmente la reducción
La Selva de los Chimalapas es un entra-
mado de selva alta, media y baja, bosque
de montaña con especies maderables:
como: encino, pino, roble, cedro y liqui-
dambar. Por otra parte, en función de
los ecosistemas que coexisten en los
Chimalapas, se estima que esta región
podría contener 146 especies de mamí-
feros, 340 de aves, 60 de reptiles, 40 de
anfibios y hasta 500 de mariposas, que
con toda seguridad la coloca entre los
tesoros naturales más importantes del
continente.
La actividad económica básica de los
zoques es la agricultura, generalmente
para el autoconsumo, la cría de cerdos
y aves de corral; así como la elabora-
ción de artesanías textiles, de palma,
bejuco o mimbre y algo de cerámica.
También se dedican al corte de madera,
actividad que probablemente deja ma-
yor ganancia a los zoques, aunque la
tala excesiva de especies como la
caoba y el cedro ponen cada vez más
en riesgo la conservación y equilibrio
de las selvas.
de la población, debido a las nuevas enfermedades, a la sobreexplotación de los recursos, lo que incluyó por supuesto la mano de obra nativa, o bien, a que muchos zoques prefirieron internarse más en la selva antes que sufrir las penalidades del yugo español.
Pese a todo, la cultura zoque pudo sobrevivir, conservó parte de sus costumbres, de su lengua y su territorio ancestral, incluso logró desarrollar y mantener relaciones sociales y de intercambio con otras poblaciones de distinta idiosincrasia, tal como sucedió con los pueblos zapotecas fronterizos, con quienes los zoques incluso participaron en los movimientos libertarios que se dieron sobre todo en el siglo XIX.
Cabe decir que muchos pueblos de origen chima experimentaron un proceso de “zapotequización” que perdura hasta nuestros días, y que no es difícil observar en la ritualidad y en los festejos, principalmente en los municipios de Santa María y San Miguel Chimalapa; las mayordomías y los chagolas (hombres de mayor edad, respetados por su don de palabra y como conciliadores) son la mejor prueba de lo anterior. A esto hay que sumar que tienen a las ciudades istmeñas de Juchitán y Matías Romero como principales centros políticos y co merciales. Vendedora de San Miguel Chimalapa.
28 l a c i n t u r a d e l p a í s . e l i s t m o d e t e h u a n t e p e c
2. EL ISTMO: URDIMbRE CULTURAL DE MéxICO
Durante la conquista espiritual del Istmo
de Tehuantepec, los dominicos eligie-
ron para la región zoque a Santo Domingo
Zanatepec como centro de operacio-
nes, desde donde incursionaban hacia
las selvas Chimalapas y al resto de los
poblados angpon. Siglos después, en
vísperas del levantamiento independen-
tista mexicano, los padres dominicos
decidieron trasladar la cabecera doctri-
nal de Zanatepec a Santa María Chi-
malapa, debido a que en este último
lugar el clima era más benigno y sano.
Sin embargo, en poco tiempo Zanatepec
volvió a ser el centro rector de la política
religiosa para los zoques de Oaxaca.
Según cuentan los ancianos, la Virgen
de la Asunción apareció justo donde
ahora se levanta la iglesia de Santa Ma-
ría Chimalapa. La descubrió un cazador,
quien inmediatamente fue a dar aviso a
la gente de Chimalapilla, antiguo asiento
de los angpon. En consejo, decidieron
mudarse a donde apareció la imagen y
refundaron su pueblo bajo la égida de
su nueva patrona, a quien celebran el
15 de agosto.
Aunque alejados de la efervescencia política y cultural de la región, y más concentrados en el vecino estado de Chiapas, los zoques viven su presente sin desdeñar ese pasado vivo en las manifestaciones cotidianas y cosmogónicas que no dejan de sorprender a quien les visita. Es de notar por ejemplo su calendario festivoreligioso, que se engalana con las mayordomías (el 6 de enero, el 20 de agosto y el 29 de septiembre, en San Miguel); la ayuda mutua o hacia la comunidad como forma de vida representada en el tequio; el respeto hacia los elementos de la naturaleza: el agua, la tierra y el aire, a los que consideran deidades que les ofrecen sus favores y por lo que están obligados a venerarlas.
Vivienda e iglesia de San Miguel Chimalapa.
Esta raza no tiene parentesco con ninguna
otra del estado, y aunque se supone per-
tenecer a los chontales de Tabasco, aún
no hay datos seguros para establecer la
verdadera procedencia de estos pueblos.
Memoria administrativa… 17 de septiembre de 1902, Miguel Bolaños Cacho
31¡ m u c h o g u s t o ! g a s t r o n o m í a y t u r i s m o c u l t u r a l e n e l i s t m o d e t e h u a n t e p e c
La chontal es otra más de las culturas antiguas que pueblan el Istmo de Tehuantepec. Está distribuida entre la Sierra Madre del Sur y la costa del Océano Pacífico, esto es, en la parte
sureste del estado de Oaxaca. Su hábitat, compuesto por altas montañas y lomeríos tropicales permite dividir a la región en dos zonas: Chontal Alta y Chontal Baja (o de la Costa), o si se prefiere, en Chontal “serrana” y “costeña”. Como podrá suponerse, esta diferencia de altitudes y suelos ha provocado que existan ecosistemas distintos, algunos como el bosque de montaña, con una rica variedad de flora y fauna, endémica incluso, y otros como la selva caducifolia, con espesas cañadas y caudalosos ríos.
Desde tiempos remotos a este pueblo se le nombra “chontal”, vocablo náhuatl que significa “extranjero”
o “extraño”; aunque a sí mismo se nombra lajl pima, que traducido quiere decir “habitante de las montañas”. Su origen no es del todo claro, pues existen pocos vestigios que lo evidencien, aunque es seguro que su estancia en el Istmo data de más de mil años, y que guarda parentesco con otro grupo también de tronco chontal, pero asentado en Tabasco, en el Golfo de México.
Los historiadores sostienen que en principio los chontales ocuparon terrenos de Villa Alta y Choapam (en la Sierra Norte), en el mismo territorio del hoy estado de Oaxaca, alrededor del año 300 d. C., pero fueron expulsados por los mixes y se tuvieron que reubicar en las tierras del actual municipio de Santa María Ecatepec (en el distrito de Yautepec, en donde por cierto tampoco permanecieron mucho tiempo, debido al acoso de los zapotecos, quienes en su afán de poseer otras tierras los obligaron a mudarse nuevamente a la zona que hasta hoy pueblan.
LOS CHONTALES DE OAXACAO SLIJUALA XANUC’ (LAJL PIMA)
32 l a c i n t u r a d e l p a í s . e l i s t m o d e t e h u a n t e p e c
2. EL ISTMO: URDIMbRE CULTURAL DE MéxICO
Los chontales se distribuyen en impor-
tantes zonas de la Sierra Madre del Sur
y en la planicie costera de Oaxaca. Habi-
tan en los distritos de Yautepec y Tehuan-
tepec, principalmente en los siguientes
municipios: San Carlos Yautepec (en su
parte sur), Santa María Ecatepec, Asun-
ción Tlacolulita, San Miguel Ecatepec y
Santa Magdalena Tequisistlán; en la
costa habitan en los municipios de San-
tiago Astata y San Pedro Huamelula.
Estos municipios son compartidos con
población mestiza y zapoteca.
Quizá una característica de los chontales que se ha mantenido hasta el presente es su proclividad al aislamiento, pues han renunciado a formar grandes núcleos habitacionales y prefieren poblados pequeños, casi siempre menores de 2 mil habitantes, con la excepción de Magdalena Tequisistlán, San Pedro Huamelula y Santiago Astata, que son los más grandes y de mayor dinámica social. Este hecho ha originado que el desarrollo de los pueblos chontales se haya dado más lentamente, comparado con otras poblaciones de la región istmeña; claro que esta situación también ha hecho posible que conserven muchos de sus elementos autóctonos, entre otros, una relación más estrecha con la naturaleza. Así por ejemplo, sus actividades económicas principales son la caza, la pesca y la agricultura, que realizan todavía en montañas boscosas o lomas selváticas, en los
Al territorio chontal de Oaxaca se le co-
noce como Sierra Chontal, y está inte-
grada por seis ramales montañosos:
Papagayos, Caja, Candelaria, Ecatepec,
Quieri y Maltepec. Además, dos cuen-
cas hidrográficas lo irrigan de manera
abundante: la del río Tehuantepec y la
del sistema de ríos costeros. En la pri-
mera cuenca destacan los ríos Otate,
Costoche y Hondo; en la segunda, el
Chacalapa, Ayuta, Coyul, Tapanala, y la
unión de los ríos Grande y Santa María,
que forman el río Huamelula.
Pág. anterior: Chontal Baja de Oaxaca.
San Pedro Huamelula.
33¡ m u c h o g u s t o ! g a s t r o n o m í a y t u r i s m o c u l t u r a l e n e l i s t m o d e t e h u a n t e p e c
LOS CHONTALES DE OAxACA SLIJUALA xANUC´(LAJL PIMA)
El paisaje de la zona chontal, como mu-
chos otros sitios del Istmo, se va trans-
formando con el correr de los años,
esto se debe a actividades como la ex-
plotación forestal, la ganadería o la
agricultura extensiva; sin embargo, no
es difícil encontrar cuadros naturales
arrobadores donde el verde de las mon-
tañas y el azul del cielo se funden.
La agricultura que practican los chonta-
les es de temporal y para autoconsumo,
a excepción de la que se logra en las
cercanías de los ríos. Se siembra maíz,
calabaza y frijol de manera intercalada;
en algunos casos los chontales siem-
bran hortalizas y árboles frutales de
anona, mamey, chicozapote, aguacate,
guayaba y nanche; también cultivan
maguey mezcalero, caña de azúcar,
chile y café.
magníficos litorales que poseen, en sus ríos y arroyos cristalinos, o en sus productivos terrenos de labranza. Por otra parte, construyen sus viviendas tradicionales con muros de adobe o de carrizo cubierto con lodo, con techumbres de dos aguas sostenidas por postes u horcones de madera y piso de tierra apisonada o de ladrillos. Si de utensilios o artesanías se trata, los chontales son hábiles para la fabricación de objetos y muebles domésticos, de madera o de palma, herramientas agrícolas y textiles de algodón teñidos con técnicas antiguas y tintes naturales como el caracol púrpura.
Con respecto a su organización social y su ritualidad, los lajl pima se rigen por costumbres y formas de vida heredadas de sus antepasados o adquiridas en su continua relación con sus vecinos zapotecos. Practican un catolicismo sincrético debido a que integran a su culto elementos de
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2. EL ISTMO: URDIMbRE CULTURAL DE MéxICO
Los chontales han hecho suyo un mito
creacionista que refiere un Gran Espí-
ritu que creó al sol, la luna, las estrellas,
el aire, el agua y el fuego. Según esta
leyenda primero fue creada la lluvia que
mojó el suelo; después el sol y el aire lo
secaron y así nacieron las plantas, los
animales y los seres humanos. Uno de
estos seres fue llevado a la tierra de los
dioses de la lluvia, esto cuando se lo
tragó un cocodrilo, para ver cómo sur-
gían las nubes de lluvia, los relámpagos
y los truenos. Antes de ser devuelto a la
Tierra le advirtieron guardar el secreto;
mientras así lo hizo no hubo problemas,
pero cuando lo contó vinieron las se-
quías, malas cosechas y muchos pade-
cimientos más.
su religión original, en donde la mediación entre los hombres y Dios se da a través de deidades menores. En este culto, desde luego, sobresalen las festividades a los santos patronos de cada localidad, las de Semana Santa y Todosantos, para lo cual cuentan con la institución de la “mayordomía”, que es un sistema comunitario para organizar y llevar a cabo las fiestas públicas.
Además de las fiestas, otro de los factores de adhesión en la sociedad chontal es el tequio o el trabajo por el bien común, ya sea para actividades agrícolas, de construcción o de mejoras de la comunidad. Esta forma de organización social no podría cumplirse si no se tuviera el respeto debido a sus autoridades tradicionales, en este caso los ancianos, que son quienes guían el destino de las familias, sin duda el núcleo de la vida comunitaria.
En San Matías Petaltepec, de la zona
chontal, se realizan 13 celebraciones
anuales, lo que habla del espíritu festivo
de esta cultura (el santo patrono se fes-
teja el 24 de febrero). En Santa María
Ecatepec se celebran las fiestas dedi-
cadas a la virgen de Juquila, del 7 al 9
de enero, el 7 de agosto, día de San Ca-
yetano, y el 23 de noviembre, día de
San Clemente. En Chontecomatlán, du-
rante las fiestas de Semana Santa se
bendice la semilla que se ofrenda el 3
de mayo, día de la Santa Cruz; el 4 de
agosto festejan a Santo Domingo, su
patrono; el 8 de diciembre, día de la San-
tísima Concepción, se prepara la fiesta
de la virgen de Juquila.
35¡ m u c h o g u s t o ! g a s t r o n o m í a y t u r i s m o c u l t u r a l e n e l i s t m o d e t e h u a n t e p e c
Lingüistas han estudiado las diferencias
entre el chontal de Oaxaca y el de Ta-
basco. El primero es del tronco de las
lenguas hokanas, que se hallan distribui-
das en porciones de California, Arizona,
Baja California, Baja California Sur, Hon-
duras y Nicaragua. Esta familia chontal
pertenece al tronco sioux-hokano. En
cambio, el chontal de Tabasco pertenece
al tronco maya. El chontal hablado en la
sierra de Oaxaca tiene varios dialectos.
Es cierto que la chontal no es una cultura homogénea, asimismo es difícil hablar de un fuerte sentimiento de identidad entre las comunidades lajl pima, hecho más que evidente en las escasas relaciones establecidas o conservadas entre la Chontal Alta y la Chontal Baja, y si a esto agregamos que su lengua materna se está extinguiendo, el panorama no es muy alentador. Sin embargo, tampoco se puede negar que el espíritu chontal está presente en el Istmo de Tehuantepec, el mismo que se constata, entre otras prácticas, en la gastronomía, en sus festividades y en su actitud frente a la naturaleza.
Vivienda típica de la Chontal Baja.
Según las historias y caracteres de los in-
dios, estos huaves, antes de venir a Te-
huantepec, habitaban comarcas lejanas
hacia el sur; mas por guerras que sostuvie-
ron ya entre sí, ya con los vecinos y en las
que fueron vencidos… se hubieron de
embarcar, determinados a emigrar a otros
países.
Historia de Oaxaca, José Antonio Gay
37¡ m u c h o g u s t o ! g a s t r o n o m í a y t u r i s m o c u l t u r a l e n e l i s t m o d e t e h u a n t e p e c
Al mosaico cultural del Istmo de Tehuantepec se suma también el pueblo huave, conocido asimismo como ikoot (“el verdadero nosotros”) o “mareño”, este etnónimo rela
cionado con el elemento que les da singular identidad: el mar, en este caso una inmensa cuenca lagunar de agua salada, junto al Océano Pacífico. Sin duda, de las civilizaciones asentadas en esta región, la ikoot es de las más enigmáticas, tanto por su pasado como por su forma de vida actual, la que al mirársele nos lleva a creer en la perennidad.
La historia dice que los ikoots fueron de los primeros habitantes del Istmo de Tehuantepec, pero que debido a enfrentamientos con sus vecinos zapotecos tuvieron que constreñirse a la zona que ahora ocupan,
LOS HUAVES, MAREÑOS O IKOOTS
a las orillas del Golfo de Tehuantepec, entre las lagunas conocidas como Mar Superior y Mar Inferior, que abarcan el Mar Tileme y la Laguna Quirio. Su origen, igual que el de la mayoría de las culturas ancestrales del Istmo, se pierde en los lejanos tiempos, cuando esta zona a orillas de la costa del Pacífico, apenas era habitada por pequeñas aldeas, seguramente de pescadores; sin embargo, lo importante es lo que en ese transitar de siglos han sabido legar a la realidad y al paisaje istmeño, un inconmensurable tesoro: el de la antigua cultura del mar.
Es pertinente aclarar que ahora pocas son las comunidades que pueden considerarse ikoots, entre las principales: San Francisco, San Mateo y San Dionisio, todas éstas, cómo no debía serlo, del Mar; pero en sí, suficientes para resguardar la herencia que les encomendaron sus ancestros, expresada en todos los aspectos de su cotidianidad; quizá son dos los más significativos:
38 l a c i n t u r a d e l p a í s . e l i s t m o d e t e h u a n t e p e c
2. EL ISTMO: URDIMbRE CULTURAL DE MéxICO
La cultura huave se asienta en las már-
genes del sistema lagunar conformado
por la Laguna Superior y la Laguna Infe-
rior (100 mil hectáreas de superficie) del
Golfo de Tehuantepec, donde aproxima-
damente 20 mil huaves se distribuyen
en los municipios de San Francisco, San
Dionisio y San Mateo del Mar, con sus
respectivas agencias, pertenecientes a
los distritos zapotecos de Tehuantepec
y Juchitán.
la lengua, que aún les da identidad como pueblo, y las labores del mar, actividad que les ha permitido vivir hasta ahora y ser reconocidos como los mejores pescadores de la región (véase El encanto de las ciudades y pue-blos del Istmo).
La relación que aún conservan los huaves con la naturaleza se remite a sus primeros tiempos como civilización, por esta causa es muy difícil establecer la diferencia entre lo real y lo simbólico para ellos, hecho constatable en la animación que hacen tanto de la tierra (las montañas, principalmente) como del mar y el viento (sus máximas deidades prehispánicas), a los que consideran entes sagrados, habitantes de sitios que veneran y respetan, o que cobran presencia en los fenómenos naturales como la lluvia, los huracanes o los truenos. Esta relación con lo sagrado la manifiestan los pueblos mareños en muchos actos de su vida cotidiana; por ejemplo, cuando siembran o cuando pescan, mediante plegarias o ritos de agradecimiento.
Claro que la cosmogonía huave no ha permanecido intacta, ésta se ha visto influenciada y modificada, primero por los zapotecas y posteriormente por los españoles. Así, hoy es posible participar en las comunidades huaves de prácticas rituales llenas de sincretismo, sobre todo durante la Semana Santa o Todosantos, o mejor aún en sus fiestas patronales, las principales: la Candelaria (a principios de febrero) y Corpus Christi (hacia la mitad del año).
Burgoa, en su Geográfica descripción
(1674), sugiere que los huaves son origi-
narios de Nicaragua, esto a partir de
que un fraile de ese país pudo entender
un diálogo en huave entre un sacerdote
y su criado. De esta anécdota se des-
prende la hipótesis que sostiene el origen
centroamericano de los huaves, quie-
nes llegaron al Istmo para desplazar a
los mixes que habitaban ese territorio.
Sin embargo, esto es solo un supuesto.
Pág. anterior: Paisaje mareño.
39¡ m u c h o g u s t o ! g a s t r o n o m í a y t u r i s m o c u l t u r a l e n e l i s t m o d e t e h u a n t e p e c
LOS HUAVES,MAREÑOS O IKOOTS
El acceso a San Francisco y San Dionisio
del Mar, se dificulta debido a su ubica-
ción (entre lagunas), sin embargo puede
hacerse bordeando la región lacustre
mediante la carretera que comunica al
Istmo de Tehuantepec con el estado de
Chiapas. La mayoría de los poblados se
comunican entre sí, y hacia el exterior
mediante dos vías: la terrestre y la marí-
tima, esta última sólo cuando los vien-
tos lo permiten.
En cuanto a su organización social básica, ésta tiene su núcleo en la familia, cuyos pilares son los abuelos y los padres; mientras que las comunidades se rigen por dos poderes: el religioso y el municipal. La mayordomía y el compadrazgo son dos de las instituciones que les permiten a los ciudadanos adquirir presencia social, a la vez que darle continuidad a sus tradiciones.
No está por demás decir que los ikoots son de temperamento pacífico, quizá a esto se debe que, con las etnias vecinas y después con los españoles, siempre mantuvieron buenas relaciones, incluso cercanas a la sujeción; circunstancia que si bien es cierto ha provocado la pérdida de una parte de sus valores ancestrales, también les ha permitido conservar celosamente otros, es el caso de la lengua, relacionada con el mixe y con otras lenguas del Golfo de México, la cual hoy día se habla con orgullo en casi todas las comunidades huaves por más de la mitad de los habitantes. Aunque con marcadas variantes dialectales, el idioma es un factor de suma importancia para la cohesión social ikoot.
En relación con el paisaje de la zona habitada por los ikoots, el clima es seco y caluroso debido a la escasa presencia de lluvias, en consecuencia los terrenos con que cuentan son pobres para la producción, fenómeno que ha sido compensado con otra práctica que les ha dado su principal identidad, de donde proviene no sólo su forma de vida sino también su cosmogonía: la pesca.
Los monteoks simbolizan entes sobre-
naturales; se cree que cuando la tradi-
ción y el respeto se extinguieron, éstos
abandonaron las comunidades huaves y
se refugiaron en los cerros de la co-
marca. Desde ahí gobiernan las fuerzas
naturales y se hacen presentes en los
rayos y en los relámpagos. Debido a
esto, en San Dionisio del Mar, después
de las festividades de Semana Santa,
autoridades y rezadores locales van a
pedir lluvia a Cerro Cristo, al igual que a
Cerro Bernal.
Atardecer mareño.
40 l a c i n t u r a d e l p a í s . e l i s t m o d e t e h u a n t e p e c
2. EL ISTMO: URDIMbRE CULTURAL DE MéxICO
Las mujeres huaves elaboran textiles, que
generalmente son de algodón blanco con
bordados muy coloridos, en donde se
concentra el universo de la flora y la fauna
propia de la región, entre otros; árboles
de guajes, venados, águilas, patos y pe-
lícanos. Cabe decir que las huaves han
abandonado el uso de su huipil tradicio-
nal (que se componía de tres lienzos de
fino algodón blanco con rayas teñidas
con caracol púrpura).
En efecto, de la pesca se derivan la mayor parte de las relaciones sociales entre los huaves, desde el comercio hasta sus expresiones artísticas y su ritualidad. Por ejemplo, es común observar en estas comunidades que mientras los hombres pescan, las mujeres salan, cuecen, secan y venden el producto en los mercados locales. Otras actividades que realizan las familias huaves y que tienen que ver con el mar, es la fabricación de redes y atarrayas (a cargo de los hombres), además del tejido y bordado de prendas (hecho por las mujeres), donde se pueden apreciar motivos marítimos.
Hoy, el fascinante mundo huave, aunque transformado por la zapotequización no deja de sorprendernos con la forma de vida de sus antiguos pueblos, al pasear por los litorales de sus lagunas, o al participar de sus celebraciones más profundas que mucho nos dicen de tiempos remotos, que para fortuna de todos aún no se han ido. Es cierto, el ikoot es un pueblo hermético, pero con seguridad, esto le ha permitido sobrevivir a la vorágine de la “modernidad”, y con ello preservar ese valor que enriquece a cualquier cultura: su origen primigenio.Traje típico de San Mateo del Mar.
Las señoras de ese país vestían de esta
manera: una manta de algodón, que ellas
llamaban inaguas, arrollada al talle para
honestidad de sus carnes… y para cubrir
la parte superior, otra más delicada y de
muchos colores, cosida como un casco
con tres aberturas, una para la cabeza he-
cho en el fondo de la manta, y las otras
dos para los brazos… es el vestido de las
mexicanas y las zapotecas.
Antigüedades de México, Lord Kinsborough
43¡ m u c h o g u s t o ! g a s t r o n o m í a y t u r i s m o c u l t u r a l e n e l i s t m o d e t e h u a n t e p e c
Hemos llegado a la última de las culturas que le dan este cariz multifacético a la región istmeña, la zapoteca. Efectivamente, se trata de la etnia más representativa de
la región, tanto que al decir “istmeños” es casi referirnos a los zapotecos y a esa cauda de espiritualidad y alegría que los distingue. Su origen, aunque también tiene algunos visos de leyenda, es rastreable, pues de acuerdo con la paleontología, los actuales zapotecos del Istmo o binnizá tienen como antecedente las distintas migraciones zapotecas que partieron del Valle de Oaxaca, entre el 1200 y 1400 antes de nuestra era, hacia esta zona, estancia que se solidificó con la fundación del señorío de Tehuantepec.
No es difícil imaginar porqué los binnigula sa o antiguos zapotecos eligieron este sitio para perpetuarse,
si se recorren sus verdes llanuras, si se asciende por sus cerros que se levantan majestuosos, o al seguir la extensión de sus litorales; el Istmo ha sido desde siempre una de las tierras más fecundas para la vida. Asimismo, al conocer el carácter tenaz de esta gente, la cohesión que mantienen como pueblo, no se tiene duda del por qué esta cultura supo imponerse a las demás con las que le tocó compartir el territorio.
Los zapotecos de esta región hasta hoy se autodenominan binnizá (“gente que proviene de las nubes”), cuando para los mexicas eran los zapotecatl (“gente que proviene del lugar de los dioses”); por su parte, los españoles les llamaron sencillamente “zapotecos”, gentilicio con que se les identifica mejor. Los binnizá sostienen que ellos proceden de una cultura muy anterior, cuyos miembros son referidos con el nombre de binnigula’sa’ (“la gente más antigua”).
Existen indicios para suponer que el primer sitio de asentamiento formal de los zapotecas fue Tehuantepec,
LOS ZAPOTECOSDEL ISTMO O BINNIZÁ
44 l a c i n t u r a d e l p a í s . e l i s t m o d e t e h u a n t e p e c
2. EL ISTMO: URDIMbRE CULTURAL DE MéxICO
un centro urbano que continúa la tradición zapoteca del Istmo, situado en el corazón de una exuberante planicie, regada por un río que le hace honor a su nombre (Tehuantepec), el que asegura la vida a todo género de fauna y flora. Los mexicas llamaron al lugar Tecuani-tepetl (“Cerro del jaguar”), mientras que los binnizá le nombraron Guisi’i, “fuego ligero”, seguramente por el calor que se siente en el lugar.
No son pocas las gestas heroicas que se le atribuyen a este pueblo valiente, entre éstas la que ha trascendido en la historia es el enfrentamiento que sostuvo contra
En la parte del Istmo de Tehuantepec
que da a la vertiente del Pacífico, el clima
es más seco que en la costa del Golfo de
México, las temperaturas ambientales
alcanzan más de 35°C. Las condiciones
climáticas de la región, han favorecido
la proliferación de la flora y fauna que
se conserva; sus palmeras, iguanas y el
alcaraván han llegado a ser un símbolo
de identidad.
La mayoría de los arqueólogos está de
acuerdo en que después del año 1500
a.C. es cuando se puede hablar de asen-
tamientos urbanos zapotecas del Istmo,
con el respectivo desarrollo cultural, pues
antes de esa fecha es probable que la pre-
sencia humana se redujera a pequeñas
aldeas de procedencia mixe o zoque.
La tradición oral mantiene la leyenda de
que los binnigula’sa’, son la gente más
antigua y antecesores de los binnizá. A
las figurillas que aparecen en las excava-
ciones, al arar la tierra o cuando llueve,
se les llama precisamente binnigula’sa’, y
es la prueba ancestral que dejaron estos
habitantes como evidencia de su asen-
tamiento en las tierras del Istmo.
el ejército mexica, al cual supo vencer en el sitio denominado Guien-gola, donde el rey zapoteco Cosijoeza derrotó a Ahuizotl, el imponente caudillo azteca, soberano del más fuerte de los pueblos de esa época. Este acontecimiento quedaría sellado con la unión matrimonial de Cosijoeza con la hija del derrotado rey mexica. Desde luego que ese no fue el único suceso que los zapotecas venidos de los Valles de Oaxaca tuvieron que enfrentar para hacer valer su jerarquía en la región, es claro que la posesión de tan rico territorio significó para este pueblo esfuerzos y penalidades inimaginables.
Pág. anterior: Paisaje del Valle de Tehuantepec.
45¡ m u c h o g u s t o ! g a s t r o n o m í a y t u r i s m o c u l t u r a l e n e l i s t m o d e t e h u a n t e p e c
Es posible agrupar en dos vertientes los
ríos del Istmo de Tehuantepec. Al norte,
en el territorio veracruzano, se encuen-
tra la vertiente del Golfo de México. En
esta vertiente desembocan los ríos que
forman parte de la región hidrológica de
Coatzacoalcos. Pertenecen a esta región
la cuenca del río Coatzacoalcos, con múl-
tiples afluentes. Casi todos estos ríos
bajan de las laderas norteñas de la Sie-
rra Madre de Oaxaca. Destaca el río Ux-
panapa en territorio veracruzano, y los
ríos Alana, Puxmetacán-Trinidad, El Corte
y Aguacatenango-Jaltepec, en Oaxaca.
La conquista de México por los españoles alcanzó a los zapotecas sin sujeción y dueños de la zona –rasgo que quizá permanece en el ánimo de este pueblo– aunque siempre acosados por otros pueblos, entre éstos el mixteco. Sin embargo esta situación cambió muy pronto, pues Cosijopi, entonces todavía señor de Tehuantepec, decidió no pelear contra los invasores, en virtud de que los oráculos habían pronosticado que aquéllos serían los nuevos poseedores de sus tierras; convirtiéndose así en vasallos de la Corona española, que desde el principio ambicionó el sitio por sus riquezas extraordinarias, con lo que se abriría otro capítulo en la historia zapoteca.
A partir de entonces la historia de los binnizá comenzó a constituirse en lo que hoy es: una amalgama de costumbres y creencias de matriz zapoteca pero enriquecida por la influencia de otras culturas, las originarias de esta región y las que posteriormente arribaron. De este modo, fueron los españoles y los negros quienes conformaron esa primera oleada de migrantes al Istmo, tránsito que ya no se detendría; personas de las más distintas culturas, que atraídos por la hospitalidad de la región la convertirían en el crisol representativo de la cultura mestiza de México.
Después de la conquista armada, sin duda otra de las preocupaciones de los españoles fue la evangelización Poblado zapoteco del Istmo.
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2. EL ISTMO: URDIMbRE CULTURAL DE MéxICO
En la época prehispánica, hacia 1500 a.
C. las pequeñas aldeas del Istmo inte-
graban una tradición costeña que lle-
gaba hasta Veracruz y Chiapas, pero
mantenían también relaciones con el Va-
lle de Oaxaca. Los primeros zapotecos,
procedentes de los valles, pudieron ha-
ber llegado desde entonces, ya que en
su hábitat se ha registrado un desarrollo
cultural no interrumpido, como lo evi-
dencian algunos vestigios encontrados
en el sitio llamado Dani Guiaati’ (en Asun-
ción Ixtaltepec), los que confirman que
ya estaban allí entre el 700 y 800 d. C.
Hernán Cortés “descubrió” el Istmo de
Tehuantepec en su propósito de hallar
un estrecho que permitiera el paso hacia
el Océano Pacífico. Esta región del sur
parecía ofrecer el puente para llegar al
lejano Oriente. En 1529, Cortés recibió el
título de Marqués del Valle de Oaxaca,
en cuyo señorío incluía el vasto territorio
de Tehuantepec, descrito como una re-
gión que ofrecía un inmenso porvenir
debido a su situación geográfica, clima,
riqueza de sus producciones y la facili-
dad que presentaba para la comunica-
ción de los dos mares.
Mujer binnizá.
Paisaje zapoteco.
47¡ m u c h o g u s t o ! g a s t r o n o m í a y t u r i s m o c u l t u r a l e n e l i s t m o d e t e h u a n t e p e c
LOS ZAPOTECOS DEL ISTMO O bINNIZÁ
de sus nuevos súbditos zapotecos, quienes siempre amantes de la ritualidad acogieron la religión cristiana, no sin antes fusionarla con sus antiguas creencias, hasta llegar al sincretismo que hoy se observa tanto en festividades paganas como religiosas, de las cuales quizá son las velas las más representativas, nutridas fiestas que se celebran por distintos motivos: religiosos, familiares, laborales o los relacionados con eventos como la siembra o la cosecha (véase El encanto de las ciudades y pueblos del Istmo). En estos actos, asimismo en la vida cotidiana de los zapotecos, es posible observar rasgos muy importantes de su cultura, como son la solidaridad comunitaria, expresada en distintos actos: el guendaracané (ayuda mutua y desinteresada en dinero o trabajo que se da para construir una casa o en la realización de una fiesta); el tequio (trabajo obligatorio y comunal); la guna (dádiva en especie en ocasión de alguna celebración) y la xindxá´ (cooperación o apoyo en dinero).
Actualmente, la mayoría de los binnizá están asentados en el Istmo de Tehuantepec, en convivencia armónica con otros grupos étnicos y con los mestizos, aunque también tienen presencia relevante en muchas otras zonas del país. Las cinco ciudades más importantes que habitan son: Juchitán, Tehuantepec, Salina Cruz, Matías Romero y Ciudad lxtepec, aunque existen otras poblaciones, menores en cuanto a número de habitantes pero muy preciadas porque resguardan fielmente la tradición de esta cultura milenaria: Jalapa del Marqués, Asunción Ixtaltepec, El Espinal, San Blas Atempa, Unión Hidalgo, Santa María Xadani, Magdalena Tequisistlán, San Francisco Ixhuatán, Santo Domingo Ingenio y Zanatepec.
La familia es la entidad social básica entre los zapotecos, en donde el trabajo y las obligaciones están definidos principalmente por edades y por sexo, siendo
padres y abuelos la cabeza de los hogares. Por lo general, si el padre o los hombres mayores no son asalariados sólo llevan a la casa los productos que obtienen de la siembra, la caza, la pesca o la crianza de animales, y serán las mujeres de la familia las encargadas de su procesamiento (si se requiere) y de su venta en la propia casa, en el mercado o incluso en el exterior (México, Oaxa ca, Coatzacoalcos, Tapachula, etc.), es bien sabido
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2. EL ISTMO: URDIMbRE CULTURAL DE MéxICO
En la región del Istmo de Tehuantepec
residen cerca de un millón doscientos
mil habitantes, de los cuales, casi un ter-
cio se ha establecido en la costa pací-
fica del Istmo. Aunque la mayoría de la
población es de origen indígena, es muy
importante también la presencia mes-
tiza. En la amplia zona comprendida en-
tre la Sierra Atravesada y el extremo
sureste de Veracruz la densidad de po-
blación es menor; algunas poblaciones
de esa región no rebasan los diez mil ha-
bitantes, como Santa María Chimalapa,
en Oaxaca. Son 22 los municipios del
distrito de Juchitán y 19 del de Tehuan-
tepec con población zapoteca. La exten-
sión territorial de ambos distritos es de
1 997 557 km2, de los cuales el primero
ocupa 1 330 046 km2 y el segundo 667
511 km2.que las mujeres zapotecas son extraordinarias comerciantes.
Otro de los aspectos que es común observar en los zapotecas del Istmo es su disposición hacia las artes, en donde destacan sobre todo como músicos y prodigiosos pintores, sin ser menos en la literatura. Pero en esta cultura, las artes no están restringidas a unos cuantos, basta con caminar por los mercados zapotecas o visitar los talleres artesanales para darse cuenta de que estas expresiones están presentes en todos los ámbitos de la vida cotidiana: en la alfarería, la cestería, la huarachería, y desde luego la
elaboración de textiles y el trabajo con metales preciosos que le ha dado fama internacional a la región istmeña. (Véase Artesanos).
Pero sin duda, si hay algo que puede caracterizar de manera más fiel a los zapotecos es su melodioso idioma, que en la región se habla en tres variantes, de las que predomina el diidxazá (“palabra”), cuya raíz se encuentra en el antiguo idioma otomangue, surgido en Mesoamérica, el cual no sólo se conserva en la actualidad por la mayoría de los binnizá, sino que lo divulgan y lo promueven con singular orgullo, tanto en la vida privada como púFolklor zapoteco.
Destellos del río Tehuantepec.
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blica. Resultado de este amor de los zapotecos por su idioma, es el perfeccionamiento de su lengua escrita, que junto con la oralidad, es posible legarlo a las nuevas generaciones, la mejor manera de asegurar que el zapoteco, como dice una famosa canción istmeña: “no muera”.
Muchas son las características que conforman a la etnia zapoteca, los cuales se preservan con vitalidad en las poblaciones istmeñas. No es por tanto aventurado afirmar que los binnizá salvaguardan, con su vida cotidiana y sus costumbres, uno de los patrimonios culturales más importantes de la humanidad, no por menos hoy día están considerados dentro de los principales pueblos autóctonos de México.
Una carretera federal de 308 kilómetros de longitud comunica
Coatzacoalcos con Juchitán. Esta ciudad y Tehuantepec se co-
nectan con la capital oaxaqueña por la Carretera Panamericana,
que atraviesa las sierras orientales del estado y prosigue hacia
Tapachula, en la frontera de Chiapas con Guatemala. Al poniente,
Tehuantepec está conectada con el centro turístico de Huatulco
por la carretera federal que corre entre la costa y la sierra Madre
del Sur. Por su parte, la Sierra Atravesada es la zona menos co-
municada de la región. La ciudad de Juchitán constituye el prin-
cipal centro comercial de la llanura meridional.
50 l a c i n t u r a d e l p a í s . e l i s t m o d e t e h u a n t e p e c
2. EL ISTMO: URDIMbRE CULTURAL DE MéxICO
El mejor ejemplo de la talla creativa de
los zapotecas lo constituyen artistas re-
nombrados: el pintor Francisco Toledo,
el escritor Andrés Henestrosa, y el com-
positor Chuy Rasgado (estos dos últi-
mos ya fallecidos).
Cabe decir que las actividades artesana-
les también han contribuido a perfilar la
imagen zapoteca en la actualidad, pues
son su vestimenta abundante en texturas
y colores, asimismo su complemento, la
rica joyería de filigrana, el prototipo de
la mujer zapoteca del Istmo.
En los territorios mesoamericanos, al
poblarse, hacia el año 7000 a.C., co-
existieron dialectos emparentados en-
tre sí; alrededor del 4000 a.C. se produjo
la distinción del otomangue, de donde
provienen el mixteco, el otomí, el chi-
nanteco y el zapoteco. El zapoteco del
Istmo o diidxazá es producto de una
posterior separación que se produjo al-
rededor del año 1500 a.C.
3. EL ENCANTO DE LAS CIUDADES Y PUEbLOS DEL ISTMO
…y pasados unos arroyuelos por puentes
de madera y andada como media legua,
llegó al amanecer a un pueblo de los mis-
mos indios y obispado llamado Tehuante-
pec, donde residen muchos españoles y
hay un convento de Santo Domingo.
Tratado curioso y docto de las grandezas de la Nueva España, Antonio de Ciudad Real
53¡ m u c h o g u s t o ! g a s t r o n o m í a y t u r i s m o c u l t u r a l e n e l i s t m o d e t e h u a n t e p e c
Siguiendo la ondulante carretera federal número 190, se dejan atrás los pinos y la vegetación boscosa; se abre ante la mirada del caminante un nuevo territorio, un valle donde la flora y fauna
son cada vez más exóticas. El olor de los robles, del mango y del chicozapote, así como los trinos de las aves confundidas con las frondas penetran los sentidos, el clima va envolviendo con su calidez a todo aquel que busca los encantos del Istmo de Tehuantepec.
Han transcurrido 250 kilómetros desde la ciudad de Oaxaca, es cuando se tendrá que hacer un alto necesario, la belleza del lugar invita: estamos en Santo Domingo Tehuantepec. El sol se levanta e ilumina con los primeros rayos a la gente que ya se halla en la calle barriendo los restos de la noche, las mujeres se preparan para encaminarse al mercado en sus enaguas lar
gas y con los canastos que parecen adornados por sus trenzas. Y suenan las campanas de la iglesia que dan la bienvenida al nuevo día. Carretas, carretillas, caballos, camionetas, motonetas, son algunos medios de transporte que se suman al concierto habitual de este paraje sin tiempo que es Tehuantepec, cruce de caminos, ciudad heredera de siglos de un armonioso y exuberante eclectisismo cultural.
Visitar Tehuantepec es entrar a una tierra de mujeres y hombres industriosos, ya que desde tiempos remotos es una población que ha desarrollado una intensa actividad comercial debido a su disposición geográfica, está ubicada en un punto estratégico entre los puertos de Coatzacoalcos, en el Golfo de México y de Salina Cruz, en la costa del Pacífico.
Las mañanas istmeñas, frescas y luminosas, llevan de la mano al recién llegado para que inicie el periplo por este paraje especialmente atractivo, donde el alma
SANTO DOMINGO TEHUANTEPEC
54 l a c i n t u r a d e l p a í s . e l i s t m o d e t e h u a n t e p e c
3. EL ENCANTO DE LAS CIUDADESY PUEbLOS DEL ISTMO
zapoteca se siente en cada calle y en cada plaza, donde el color se convierte en la más singular de las presencias: en efecto, aunque transformada en una afanosa ciudad, Tehuantepec aún conserva ese gusto por el colorido, sea éste natural, visible en los campos, en los parques y en los corredores; o el de la propia creación de los tehuanos, observado en sus fachadas, en sus atuendos y en sus mercados.
La traza urbana y la arquitectura vernácula de esta ciudad son, además de sus tradiciones, los elementos que más llamarán la atención de los visitantes: calles y callejones que se abren paso entre casas de adobe revocados con cal y techados con tejas, embellecidas con plantas y flores que en la región crecen esplendorosas en los amplios patios. No faltará a la vista, en el centro de la ciudad, alguna otra construcción afrancesada, resultado de la influencia del siglo XIX en el Istmo.
Seguir las huellas de esta orgullosa cultura milenaria es guiar los pasos 15 kilómetros al oeste, en las afueras de la ciudad por la Carretera Panamericana, para acercarse a las ruinas de Guiengola, “Cerro o Piedra Grande”, donde se estableció el poderío zapoteca, ejemplo señero de la arquitectura prehispánica. Otra muestra de aquella época son las piedras legendarias con signos jeroglíficos en la cima del Cerro del Tigre o Mirador,
Tehuantepec (Guisíi, en zapoteco) es
un vocablo que proviene del náhuatl te-
cuani “fieras” y tepetl “cerro”: Cerro de
fieras. La población fue bautizada por
Fray Bartolomé de las Casas como Santo
Domingo, en honor a la congregación
dominica radicada en el lugar. El 14 de oc-
tubre de 1825, por decreto, Tehuantepec
adquiere categoría de Municipio Libre.
El jeroglífico de Tehuantepec proviene
del códice de Guevea o códice zapoteca.
En el escudo se aprecia un montículo
con un jaguar en el que se encuentran
66 divisiones y en cada división un cír-
culo, de esta forma se pintó el amuralla-
miento del cerro de Guiengola. En medio
del montículo está un jaguar o tigre; así lo
describieron los tenochcas por la fiereza
con que el ejército zapoteca defendía la
fortificación, y que al mismo tiempo abre
sus fauces para tragar a un ser amorfo
que se encuentra dentro de una rodela o
escudo azteca, con espacios rectangu-
lares que pueden significar aposentos
reales; la figura amorfa es el ejército te-
nochca que pierde la batalla ante el ejér-
cito zapoteca, y en la cúspide de la rodela
se aprecia el águila real que simboliza el
poderío del reino azteca; en su pico sos-
tiene un lazo con borla para no permitir
que el ser amorfo sea tragado por el ja-
guar o tigre.
Pág. anterior: Santo Domingo Tehuantepec.
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SANTO DOMINGOTEHUANTEPEC
Situada a los márgenes del río Tehuante-
pec (Guigu Roo Guisíi, en zapoteco), la
ciudad se localiza a 16º 17’ de latitud
norte y 95º 25’ de latitud oeste con una
altura de 40 metros sobre el nivel del
mar; en una zona muy cálida, de pocos
cambios atmosféricos a lo largo del año,
con una temperatura entre los 19°C y
37°C. El río ha sido y sigue siendo el mo-
tor de la agricultura, cuyos principales
productos son el ajonjolí, el coco, el plá-
tano y el mango, entre otros. Esta bella
ciudad que cuenta con 53,168 habitan-
tes, colinda al norte con los municipios
de Santa María Jalapa del Marqués, Santa
María Mixtequilla y Magdalena Tlacote-
pec; al sur con el Océano Pacífico; al
oeste con San Pedro Huamelula, San
Miguel Tenango y Magdalena Tequisist-
lán; al este con San Pedro Comitancillo,
San Blas Atempa y Salina Cruz.
el cual da nombre a la ciudad. Cabe decir que Tehuantepec fue un asentamiento azteca que servía de base a las rutas comerciales y militares del imperio hacia el Soconusco y Guatemala. Antes los zapotecos que fueron desplazados de los valles centrales de Oaxaca por los mixtecos, buscaron expandirse en el Istmo de Tehuantepec, y se instalaron en las cercanías, entrando en conflicto con los aztecas ya asentados. (Véase El Istmo: urdim-bre cultural de México).
Particularmente, la ciudad actual fue fundada por Hernán Cortés, con el propósito de tener una base para la conquista del sur de México y Centroamérica. Más adelante, en los tiempos de la Colonia se levantaron edificios de arquitectura española, como el conjunto religioso fundado por la orden dominica en el siglo XVI, que se conserva hasta la actualidad y se puede disfrutar en los paseos vespertinos. La construcción fue realizada entre 1544 y 1550, siendo vicario fray Fernando de Albuquerque;
Las principales poblaciones del munici-
pio de Santo Domingo Tehuantepec son:
Concepción Bamba, Morro Mazatán, San
José El Paraíso, Santa Cruz Bamba, Santa
Isabel de la Reforma, Aguascalientes de
Mazatán, Buenos Aires, Guelaguechi, Las
Cruces, Potrero de Carballo, Potrero de
San Miguel Tenango, Rincón Moreno, San
Francisco, San Juan Zaragoza, Santa Ger-
trudis Miramar, Zanjón, Cajón de Piedra,
Pishishi, Santa Clara, Santa Cruz Hidalgo,
El Limón, La Noria, San Andrés Villa Za-
pata y Santa Rita.
56 l a c i n t u r a d e l p a í s . e l i s t m o d e t e h u a n t e p e c
3. EL ENCANTO DE LAS CIUDADESY PUEbLOS DEL ISTMO
cuenta la leyenda que el rey zapoteca de Tehuantepec, Cosijopi, bautizado como Juan Cortés Cocijopi, ofreció sus tesoros y cientos de indios de todos los barrios y pueblos tributarios de su reino para la edificación de esta obra. Pero más tarde fue apresado y muerto por la Santa Inquisición.
La primera vez que se visita este conjunto arquitectónico integrado por el templo de Santo Domingo, la capilla abierta (hoy convertida en Catedral de San Pedro), el patio atrial y el claustro o exconvento, se
La superficie de Tehuantepec es de
965.8 kilómetros cuadrados. La locali-
dad está rodeada por los cerros: El Zaca-
tal, La Marimba, Guiengola y Tecuani.
Además, cuenta con varias colinas que
llevan por nombre: El Tigre, Cruz Padre
López, El Zopilote y sobresale al poniente
de la población La Cueva, que tiene una
altura de 335 metros sobre el nivel del
mar. El río Tehuantepec (Guigu Roo Gui-
síi) nace al norte del municipio de Totola-
pam y desemboca en la bahía La Ventosa,
al oriente de Salina Cruz, atraviesa la
ciudad de Tehuantepec y la divide.
descubre que las fachadas corresponden a una remodelación contemporánea.
El paseante puede observar que el templo de Santo Domingo, restaurado en 1953, es de una sola nave cubierta con bóvedas de nervaduras góticas. En su interior sobresalen tres altares con esculturas religiosas. Mientras que la Catedral de San Pedro, está cubierta con techumbre de madera sobre arcos y columnas de hierro, contiene el sagrario y también tres altares dedicados a Jesucristo, la Virgen del Carmen y la Virgen de los Dolores. Al lado norte del templo está ubicado el edificio del obispado, el cual luce una arcada de cantera.
El fresco atrio delimitado por una barda, es un lugar idóneo para descansar unos minutos antes de seguir el recorrido por el ex convento, que fue rescatado de su ruina para convertirse en sede de la Casa de la Cultura de Tehuantepec. Los espacios de sus dos niveles, ahora son ocupados para los distintos talleres, exposiciones y presentaciones que ofrece este importante centro cultural. Mientras que en los muros y bóvedas aún se pueden contemplar pinturas al temple que datan de los siglos XVI, XVII y XVIII.
La travesía llevará al paseante por los numerosos templos católi
Los barrios de Tehuantepec son: Labo-
rio, Vixhana, Guixibere, San Jacinto (Tapa
Guidxi), San Jerónimo (Binni zú), San
Sebastián (Dáani roo), El Cerrito (Dáani
huinni), Jalisco, San Antonio, Santa Ma-
ría Reoloteca (Reu), Santa Cruz Tagolaba
(Tulaba), Lieza, San Juanico Atotonilco
(Deéche Dáani), San Blas Atempa y San
Pedro Xihui.
Río Guigu Roo Guisíi.
Convento de Santo Domingo Tehuantepec.
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El paseante podrá visitar los dos principales santuarios de Tehuan-
tepec: Laborio y San Sebastián, donde se congregan los católicos
de la región para celebrar la Semana Mayor. El Jueves Santo un
personaje llamado “Centurión” paga su manda internándose en
una celda de la iglesia desde el medio día, cuidando al Cristo que
tiene vendado los ojos. Lo acompañan sin ser vistos músicos con
flauta y tambor que ejecutan notas que estremecen. El Jueves Santo,
es costumbre vestir a los niños con trajes de angelitos y de “nues-
tro padre Jesús”. Las tehuanas visten trajes de luto y velan al
Santo Entierro, una banda de música ejecuta música sacra du-
rante la noche. Al medio día parte la procesión para la crucifixión
de Cristo en el Cerro Cruz Maravilla del barrio Guichivere.
cos erigidos entre los siglos XVII y XVIII. Uno de los más interesantes es el de La Natividad Excelsa, del siglo XVII, ubicado en el barrio Laborio, ya que su fachada principal luce una portada con arcos de medio punto y remates, así como dos torres y campanarios. Además, en el interior se puede apreciar una nave cubierta con bóveda de cañón; un retablo principal del neoclásico y una capilla anexa con retablo barroco.
Asimismo, se conservan en uso residencias coloniales, como las que albergan la Facultad de Idiomas de la Universidad Autónoma “Benito Juárez”, la sede del dif municipal y la antigua Casa de Cabildo de Indios construida en 1793 (hoy Escuela Primaria “Benito Juárez”); también es notable el conjunto de casas
58 l a c i n t u r a d e l p a í s . e l i s t m o d e t e h u a n t e p e c
3. EL ENCANTO DE LAS CIUDADESY PUEbLOS DEL ISTMO
coloniales en los barrios Jalisco y San Sebastián.
El bullicio y algarabía le serán muy cercanos a todo visitante cuando se encuentre próximo al mercado, no le quedará la menor duda de que este pueblo tiene en la sangre el espíritu del comercio, la venta es buena, pues las mujeres de la región tienen la característica de hablar con dulzura y cariño a sus clientes, sean hombres o mujeres, mientras ofrecen sus totopos, camarón seco, diversidad de quesos, tamales (de gallina, de cerdo y de iguana), el pastel de elote, los ma
Tehuantepec cuenta con todos los ser-
vicios urbanos como luz eléctrica, agua
potable, pavimentación, telefonía, ser-
vicios de salud y bancarios, del mismo
modo que tiene hoteles, casas de hués-
pedes, restaurantes, escuelas, biblio-
tecas, bares, cafés-internet y centros
comerciales.
riscos, el mole de armadillo, y todas las delicias gastronómicas de la región con las que los comensales terminarán por chuparse los dedos. (Véase Recetario autóctono del Istmo).
Por supuesto, que al visitar el mercado o algún taller de alfarería se tienen que adquirir las hermosas negritas, que son muñecas de barro negro sólo elaboradas en esta ciudad, igualmente, las mujeres se procurarán los hermosos huipiles y faldas llenos de colorido, bordados a mano con hilo de seda, y la bella joyería que en toda gala debe ataviar a quien porte estos trajes (véase Artesanos).
Siguiendo esa ruta, no se puede dejar de visitar la casa de doña Juana Cata, a un lado del mercado y junto a las vías del ferrocarril, un chalet del siglo xix, construido por esta mujer excepcional, nacida en el barrio Jalisco, el 24 de noviembre de 1837, quien fundó en el pueblo dos escuelas primarias mixtas, e introdujo la siembra del añil (tinte natural que se comerciaba en Europa), además estableció ingenios azucareros, co mer cializando en el extranjero este dulce producto.
El Jardín Central de Tehuantepec es un excelente lugar para mirar el crepúsculo. Está rodeado por el palacio municipal, oficinas y esta
Juana Cata a quien mucho se debe la in-
troducción del ferrocarril en la zona, es
un arquetipo de las istmeñas, pues to-
das ellas son aguerridas, herederas de
la fuerza del mundo que las rodea, y por
tanto, tienen un lugar preponderante en
la vida social y política de su pueblo.
Esta es una de las razones que hacen
pensar al forastero que en Tehuantepec
reina el matriarcado, pues el calor consi-
gue que los hombres salgan a sus labo-
res de madrugada y antes del medio día
regresen a descansar, entonces las mu-
jeres se adueñan del pueblo, ya que van
al mercado a vender lo cosechado por el
marido. Y como no dependen del hom-
bre para el comercio ni para la fiesta, la
música “no se desperdicia” y en cuanto
la banda toca, las tehuanas se ponen a
bailar con sus congéneres.
59¡ m u c h o g u s t o ! g a s t r o n o m í a y t u r i s m o c u l t u r a l e n e l i s t m o d e t e h u a n t e p e c
Otro hombre muy importante en la histo-
ria de Tehuantepec es Margarito M. Guz-
mán, quien nació el 9 de marzo de 1886
en el barrio de Santa María Reoloteca; en
el año de 1914 realizó su primera compo-
sición literaria llamada Filomena, que se
estrena en la fiesta del 15 de agosto del
barrio de Santa María; en 1916 compone
Celosa; en 1977 compone Martha Elva,
año también en que se funda la Banda
Princesa Donají. Escribió cuarenta y dos
composiciones entre zapateados, can-
tos religiosos, valses, polkas, marchas
militares o fúnebres, sones regionales;
entre los sones destacan: Guisi, Tan-
guyú y Guiguróo.
blecimientos comerciales, así como hermosos jardines, donde podrá deleitarse con la música que la marimba toca desde el kiosco a los visitantes y a la misma gente del pueblo.
El caminante sentirá la magia y la unión de los tehuanos en las festividades, las cuales son incontables y siempre generosas. Al respecto, es bueno saber que los asistentes cooperan para los gastos de cualquier festividad, lo que permite hacerlas todavía más suntuosas, claro que quienes cooperan son registrados en una libreta por los “mayordomos” o encargados de la fiesta, porque de esta manera podrán ser correspondidos en ocasiones posteriores. De esta forma es como en Tehuantepec se sufragan los gastos de estas celebraciones comunitarias, sean religiosas o seculares, una costumbre que se dice tiene un origen prehispánico. Cabe decir que es en estos convivios cuando las tehuanas tienen oportunidad de lucir sus elaboradas joyas y sus ricos vestidos, que compran con el dinero ahorrado de su propio trabajo, como cocineras, comerciantes, artesanas, y más recientemente profesionistas, objetos que poco a poco van formando un patrimonio que se dota a las nuevas generaciones de tehuanas.
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3. EL ENCANTO DE LAS CIUDADESY PUEbLOS DEL ISTMO
La fiesta más tradicional, y obligada para todo aquel que quiera conocer la idiosincrasia de este pueblo, es la Vela Sandunga, que se realiza una noche de la última semana de mayo, asimismo la Vela Tehuantepec, que se efectúa el 26 de diciembre. Durante la calenda, las istmeñas ataviadas con sus trajes de gala presiden la celebración, llevando alegres farolas de carrizo y papel china en forma de peces, estrellas y lu
nas, iluminando las calles, para que al son de la música inicien con el baile. Mientras, los hombres queman los cohetes y lanzan fuegos artificiales que anuncian el convite.
Cada una de las velas están a cargo de un mayordomo; las festividades incluyen la coronación de la “reina”, y en éstas se realizan “desfiles de flores”, que consisten en recorrer las calles con carretas adorna
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SANTO DOMINGOTEHUANTEPEC
La Sandunga es el himno regional que
enmarca todas las festividades, mayor-
domías, bodas, así como los sepelios.
Se trata de un son que tiene cadencia,
ritmo, belleza, y se cree que era un jaleo
andaluz que llegó a México en la época
del virreinato.
das de flores y festones, jaladas por bueyes. Los Xuanas (principales de la fiesta y consejeros) llevan las velas y sus esposas portan flores, todos ellos acompañados por la gente del pueblo. Se bailan El fandango tehuano, El jarabe tehuano, La petenera, La llorona, La Juanita, El carbonero, El chinito, Son de los cocos y más de ochenta sones que tiene Tehuantepec en su riqueza folklórica.
Santo Domingo Tehuantepec guarda una magia que se percibe a primera vista, un embeleso que sin duda los paseantes descubrirán al recorrer la ciudad, donde podrán encontrar el profundo encanto que viene desde el tiempo antiguo, una mezcla de varias culturas que han generado un pueblo único, con tradiciones vivas, las mismas que se entrelazan para que sus habitantes, amables y festivos, tiendan la mano y brinden una
Chalet y monumento a doña Juana Cata.
Vela en Tehuantepec.
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3. EL ENCANTO DE LAS CIUDADESY PUEbLOS DEL ISTMO
Durante el transcurso de todo el año, los
distintos barrios viven la gala y algara-
bía, ya que toda fiesta es muy importante,
pero el 4 de agosto el pueblo festeja a
Santo Domingo de Guzmán, su cabe-
cera; la fiesta se realiza en el Palacio
Municipal, siendo los miembros del ca-
bildo y los mayordomos quienes la en-
cabezan. Para concluir las mayordomías
que se efectúan durante los doce meses,
el 18 de diciembre se festeja a la Virgen
de la Soledad en el barrio del mismo
nombre, y al siguiente día se presenta a
los encargados de cuidar la iglesia de
cada barrio para el año próximo, y se
baila en forma especial un son regional
llamado “de los Xuanas”.
sonrisa a todo aquel que encamine sus pasos a este pequeño paraíso del Istmo.
Panorámica de Santo Domingo Tehuantepec.
Arquitectura típica de Tehuantepec.
A un lado, sobre la vía de ferrocarril de
Chiapas, Juchitán se conserva colonial,
con atractivo que no tiene par en todo el
planeta.
Memorias, José Vasconcelos
65¡ m u c h o g u s t o ! g a s t r o n o m í a y t u r i s m o c u l t u r a l e n e l i s t m o d e t e h u a n t e p e c
Dentro de la vasta creación de la naturaleza, son las flores las que, por alguna razón, han cautivado excepcionalmente a muchas culturas. Los pueblos del Istmo, de manera
particular Juchitán, no son ajenos a este encanto, tanto así que a su nombre muchas veces se le añade “de las flores”: Estamos en “Juchitán de las Flores”, la tierra de las mujeres, de la luz y del color.
De la capital oaxaqueña, distante 290 kilómetros, a este sitio ubicado al sureste del estado se hace un recorrido de cinco horas por carretera. El clima ha cambiado, lo mismo que su flora y fauna. Cada paso va adentrando al visitante en este mundo que ante sus ojos irrumpe con el impulso de una historia épica, de un pueblo único, como no lo encontrará en ninguna otra región. Aquí la gente vive intensamente y el pla
cer por la existencia está presente, incluso en las horas de la siesta, cuando el sol tropical baña la ciudad.
Desde la madrugada las calandrias, gorriones y chachalacas, forman conciertos para acompañar a los campesinos en su viaje a las parcelas, a los pescadores que buscan el mar, y a las mujeres que se preparan para ir a comerciar al mercado. Un poco más tarde comenzarán a verse los primeros paseantes que recorren las calles de la ciudad. Resulta imposible dejar de ver a sus mujeres, ya que sin duda alguna el universo femenino es una de las mayores fascinaciones de Juchitán, sus inmensas faldas que se vuelven torbellinos de luz, sus huipiles bordados con gracia, su andar que guarda la cadencia del universo, la mirada viva, la sonrisa alegre, la fuerza y la decisión que muestra su incansable conquista del mundo en que viven.
Visitar Juchitán es pasear sobre una planicie, ya que no existen elevaciones importantes dentro de la ciudad ni en muchos kilómetros a la redonda, por lo
HEROICA CIUDAD DEJUCHITÁN DE ZARAGOZA
3. EL ENCANTO DE LAS CIUDADESY PUEbLOS DEL ISTMO
66 l a c i n t u r a d e l p a í s . e l i s t m o d e t e h u a n t e p e c
mismo su intenso calor sólo se atempera por el viento (norte) que proviene del Golfo de México y que azota con mucha fuerza en la región y claro, en el verano y el otoño por causa de las lluvias.
La población es atravesada por un río que solamente se deja notar en épocas de lluvia y que desemboca en la laguna Superior, su nombre es Guiigu’ Bi’cu’nisa cuya traducción literal es “Río de las nutrias”, pero que oficialmente se conoce como “Río de los perros”. En la actualidad no son pocos los puentes que unen a la población que al crecer se ha asentado más allá del río.
Seguir las huellas de la fundación de Juchitán es perderse en la oscu
La ciudad de Juchitán de Zaragoza está
comprendida en la región del Istmo de
Tehuantepec, al suroeste del estado de
Oaxaca, en las coordenadas latitud
norte 16º 26’ con una longitud al oeste
de 95º 01’ y con una altitud de 30 me-
tros sobre el nivel del mar. Limita al norte
con los municipios de Asunción Ixtalte-
pec, El Espinal y San Miguel Chimalapa;
al sur con San Mateo del Mar, Santa Ma-
ría Xadani, la laguna Superior (Santa Te-
resa); al oeste con Asunción Ixtaltepec,
El Espinal, San Pedro Comitancillo, San
Blas Atempa y San Pedro Huilotepec; y
al este con Santo Domingo Ingenio,
Unión Hidalgo y San Dionisio del Mar.
El verdadero nombre de esta tierra es
Ixtaxochitlán, voz náhuatl que significa
“Lugar de flores blancas”, la que caste-
llanizada evolucionó al nombre actual:
Juchitán. Retomando la denominación
original, los zapotecas contemporáneos
lo identifican como Guidxiguie, que se
traduce como “Pueblo de flores”.
ridad de los tiempos, pues su origen está sostenido por varias hipótesis, una de ellas refiere que sus primeros pobladores fueron los mixeszoques, que lo habitaron entre 1500 a 1100 años a.C.; otra establece que fue habitado por los zapotecas desde 1300 años a.C. hasta 300 años d.C., otra más asegura que su establecimiento se remonta a la época del último rey zapoteca Cosijopi. Sin embargo, caminar hasta el margen del río Las nutrias, al sur y poniente de la población actual, parece llevar a su primer asentamiento, en las zonas conocidas hoy como Che-guigo sur −alrededor de la laguna Ngupi (armadillo) o Yupi− y las lagunas Biahui do’ (zapote sagrado) y Zo’pe’ (zopilote), al menos así lo afirman los propios habitantes de estos barrios y algunos estudiosos del tema.
Desde luego, para iniciar el paseo dentro de la ciudad nada mejor que en el Palacio Municipal de Juchitán, que fue edificado alrededor de 1860, cuando Francisco León, “Pancho León”, era jefe político; aunque, como el paseante podrá percatarse, la edificación como hoy se mira, de dos niveles, corresponde a una reconstrucción reciente. En la planta baja se puede disfrutar de un portal con 30 arcos de medio punto sobre esbeltos pilares, cuyos frentes Pág. anterior: Ciudad de Juchitán de Zaragoza.
HEROICA CIUDAD DEJUCHITÁN DE ZARAGOZA
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El nombre oficial de esta ciudad es He-
roica Ciudad de Juchitán de Zaragoza,
en honor al Batallón Zaragoza, integrado
por soldados juchitecos leales a las cau-
sas republicanas, que lucharon al lado de
su valiente pueblo para derrotar las hues-
tes imperialistas en la defensa de la
soberanía nacional, el 5 de septiembre de
1866, durante la Intervención Francesa.
muestran pilastras lisas. Al subir al segundo nivel, las puertas con arcos rebajados son impresionantes, del mismo modo que sus balcones de hierro desde donde la vista es hermosa. La fachada termina con pretil al centro y un torreón con reloj público. En cuanto a sus usos, la planta alta aloja las oficinas de la presidencia y el cabildo, y la baja, locales comerciales que constituyen el “mercado de Juchitán”, tan famoso en el mundo.
La Casa del Artesano Istmeño es otro lugar inevitable para el turista, está ubicada en la parte baja de este mismo edificio. Aquí se pueden conseguir especialmente los trajes de las mujeres istmeñas (bordados hechos completamente a mano y compuestos por huipil y enagua), rebozos, sombreros forrados de terciopelo rojo, hamacas, redes, joyería de oro tehuano (como los esplendorosos “torsales”), cántaros de barro, cestería, cortinas de caracoles (traídas de la zona huave), máscaras de concha de armadillo, abanicos y figuras de madera y mucho artículos más (véase Artesanos).
Frente al Palacio Municipal está el Jardín Central Benito Juárez con su kiosco en el que la marimba toca alegremente los sones de la región, invitando al público a ser parte de la fiesta interminable que se vive en Juchitán.
Francisco León Hernández “Pancho León”
nació en Juchitán el día 4 de octubre de
1846, participó en las filas del Ejército
Liberal donde alcanzó el grado de coro-
nel. Más tarde fue nombrado presidente
de Juchitán, en 1876. Murió en la ciudad
de Oaxaca el 8 de octubre de 1916.
Mercado juchiteco.
68 l a c i n t u r a d e l p a í s . e l i s t m o d e t e h u a n t e p e c
3. EL ENCANTO DE LAS CIUDADESY PUEbLOS DEL ISTMO
El municipio de Juchitán de Zaragoza
corresponde al Distrito del mismo nom-
bre que cuenta en total con 22 municipios.
Limita al norte con Asunción Ixtaltepec,
El Espinal y San Miguel Chimalapa; al
sur con San Mateo del Mar, Santa María
Xadani, la Laguna Superior (Santa Te-
resa); al oeste con Asunción Ixtaltepec,
El Espinal, San Pedro Comitancillo, San
Blas Atempa y San Pedro Huilotepec; y
al este con Santo Domingo Ingenio,
Unión Hidalgo y San Dionisio del Mar.
A toda hora del día en este jardín podrán encontrarse personas que conversan animadamente y disfrutan los antojitos que decenas de mujeres juchitecas expenden en el lugar (“curados”, dulces, frutas del trópico y quesadillas), bajo la sombra de los mandimbos y las palmeras. Esta algarabía continúa hasta bien entrada la noche, cuando las familias salen a tomar “el fresco” y a cenar las deliciosas “garnachas” (pequeñas tortillas de maíz con carne frita y verduras) que sólo pueden probarse en el Istmo.
También en el centro de la ciudad se halla otro sitio de esparcimiento, el Parque Revolución, enfrente del cual se encuentra el máximo edificio religioso de Juchitán, el templo de San Vicente, una construcción con rasgos del neoclásico (siglo XIX) sin grandes transformaciones de la edificación original. El caminante podrá regocijarse con la fachada principal que tiene un acceso con arco de medio punto, una ventana coral, y columnas lisas, nichos, floreros y su frontón, así como dos torres y un camPlanta alta del palacio municipal de Juchitán.
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panario. Su interior es una nave con dos capillas laterales: cuenta con un presbiterio cubierto con cúpula elíptica y una bóveda de cañón. Su retablo principal es barroco con nichos y esculturas del Sagrado Corazón de Jesús y de San Vicente Ferrer.
Sin duda, los templos, los parques y los mercados se han convertido en el motor de la actividad social y comercial de Juchitán, donde se convive, se consume y
se puede comprender de manera más precisa la idiosincrasia del pueblo juchiteco; por tanto nadie que arribe a esta ciudad debe negarse esta experiencia.
Las mujeres ocupan un lugar especial en Juchitán, pues son ellas las principales administradoras del comercio. Recias y decididas, pero muy amables, ofrecen sus productos entre sonrisas y con zalamería para conquistar al cliente, al que brindan productos
70 l a c i n t u r a d e l p a í s . e l i s t m o d e t e h u a n t e p e c
3. EL ENCANTO DE LAS CIUDADESY PUEbLOS DEL ISTMO
agrícolas, ganaderos, pesqueros y artesanales de la región. Entre los productos que en general se expenden en el mercado están: las hamacas de hilo de seda, bolsas de cuero realizadas con detalles muy finos, artículos de palma, carrizo y mimbre, así como huaraches, jicapextles y una basta joyería de oro como los “ahogadores”, que son accesorios indispensables para los trajes de tehuana que también venden.
Si del paladar se trata, Juchitán de Zaragoza es el lugar indicado por su exquisita comida, compuesta de quesos, pescados, camarones, jaibas, iguanas, frutas en conserva, moles (sea negro o rojo), tamales de mole envueltos en hoja de plátano, pan de manteca, los deliciosos marquesotes, asimismo bebidas típicas como el bupu, tejate, atole y los curados. (Véase Los sabores del Istmo y Cocineras).
71¡ m u c h o g u s t o ! g a s t r o n o m í a y t u r i s m o c u l t u r a l e n e l i s t m o d e t e h u a n t e p e c
HEROICA CIUDAD DEJUCHITÁN DE ZARAGOZA
Juchitán cuenta con todos los servicios
urbanos: luz, agua potable, alcantari-
llado, pavimentación, asistencia médica
y seguridad pública. Además, tiene su-
cursales bancarias, gasolineras, decenas
de cafés-internet, restaurantes, hoteles,
moteles, casas de huéspedes, bares,
agencias de viajes y todo lo que re-
quiere una ciudad moderna pero a la
vez provinciana.
Siguiendo por la Avenida Juárez, atrás del Templo de San Vicente, se localiza el Mercado de Artesanías de Barro, donde se pueden adquirir ollas, jarros, alcancías, comales, hornos, muñecas tehuanas (vasha o ma-nonas), productos elaborados con la técnica de “modelado a mano”, con un terminado natural color naranja. Los paseantes deben dar especial atención a las macetas que ahí venden, que son inusualmente grandes.
Caminar por Juchitán es descubrir a cada momento un lugar único y nuevo, como la Casa de la Cultura (junto al Templo de San Vicente), que representa la arquitectura tradicional, fue restaurada por el arquitecto Gerardo de Gyves, con materiales de derribo, recuperando elementos de la cultura juchiteca como los espacios intramuros que tienen la oportunidad de “conversar” con el exterior. En este lugar permanentemente hay exposiciones pictóricas de artistas reconocidos, entre otros, Francisco Toledo; además de que resguarda un museo de la cultura zapoteca y se imparten cursos de idiomas, teatro y música y pintura. No es aventurado decir que este espacio cultural es de los más activos en su género en la región y en todo el estado. Desde luego, no se puede dejar de mencionar
La ciudad cuenta con oficinas del Servi-
cio Postal Mexicano así como delega-
ciones de todas las dependencias de
gobierno del estado. Y en la antigua es-
tación del Ferrocarril se encuentra una
delegación de la Secretaria de Relacio-
nes Exteriores. Se tienen además de
tres mercados municipales, un tianguis,
un mercado sobre ruedas, así como far-
macias, centros comerciales, librerías,
mueblerías, tlapalerías y misceláneas,
por mencionar algunos de sus estableci-
mientos comerciales.
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3. EL ENCANTO DE LAS CIUDADESY PUEbLOS DEL ISTMO
La Casa de la Cultura de Juchitán es el
principal recinto encargado de difundir
el uso correcto del idioma zapoteco o
la lengua de la binnizá. En ella se pue den
encontrar diccionarios zapoteco-espa-
ñol/español-zapoteco de reciente edi-
ción. También cuenta con diccionarios
históricos reeditados, utilizados antigua-
mente por los frailes para la evangeliza-
ción de la región.
que en este lugar se preserva la lengua zapoteca con particular celo, mediante su enseñanza y difusión, esa lengua que se resistió a morir y hoy forma parte del mismo paisaje juchiteco. Por esto y más, la Casa de la Cultura es un lugar de visita obligada en Juchitán, se trate de los oriundos o visitantes.
Existen otras construcciones de menores proporciones que son interesantes como arquitectura vernácula, por ejemplo, la casa situada a espaldas de la Casa de la Cultura, donde vivió Julio Bustillo, fundador del Foro Cultural Juchiteco; y la casa del viejo héroe juchiteco Efraín R. Gómez.
Uno de los sucesos que más pueden deleitar al visitante son las fiestas del pueblo, o las “velas”, son celebraciones de toda la ciudad. En total son 26 velas, que inician en abril y terminan en septiembre, sin embargo la mayoría se celebra en mayo. Originalmente las “velas” fueron celebraciones de corte religioso en las que la población pasaba la noche en vigilia como muestra de lealtad a sus santos. Hoy en día aún persisten reminisCasa de la Cultura de Juchitán.
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HEROICA CIUDAD DEJUCHITÁN DE ZARAGOZA
En el año 2000 el poeta juchiteco Maca-
rio Matus fundó, en una casa de la popu-
lar colonia Moctezuma, del DF el Centro
Cultural Juchitán (CCJ), un foro creado
para dar cabida en la capital del país a
las expresiones artísticas de jóvenes
pintores, escultores y poetas originarios
de Juchitán, Oaxaca. Con el paso de los
años el CCJ ha diversificado el origen de
sus artistas y hoy, sin dejar de ser funda-
mentalmente una célula zapoteca den-
tro de una de las metrópolis más grandes
del mundo, comienza a constituirse en
un espacio medular para la vida cultural
de la ciudad, donde jóvenes artistas de
diversas partes del país, muchos de ellos
indígenas, encuentran la oportunidad de
exponer, generalmente por vez primera,
sus obras.
cencias claras de la celebración religiosa, pero las festividades han adquirido otro cariz: sirven para fortalecer los vínculos entre las familias que año con año son convocadas a un lugar determinado, y dar continuidad a las tradiciones de la región; además, estas fiestas estimulan la economía local, pues en ellas se requiere todo género de productos, tanto para los atuendos como para la comida y los ornamentos.
Cada año, una familia es elegida para presidir el patronato de la vela y preparar la celebración del año siguiente. Así, esa familia invita a otras familias para que asistan a su lugar o “puesto”, en donde la gente es recibida con alimentos y bebidas, y se instala en un sitio para disfrutar la
A menos de una hora de Juchitán se
encuentran los manantiales de aguas
termales, y a una hora está la Playa Can-
grejo, ribera semi-poblada famosa por
sus dunas naturales, también cuenta
con las playas de Santa María del Mar,
Santa Cruz y Playa Vicente, localizada
esta última al suroeste del municipio.
74 l a c i n t u r a d e l p a í s . e l i s t m o d e t e h u a n t e p e c
3. EL ENCANTO DE LAS CIUDADESY PUEbLOS DEL ISTMO
música de la noche, sobre todo la ejecutada por orquestas regionales.
Uno de los bailes más tradicionales es la Sandunga, y el Mediu xi ga. Las principales velas de Juchitán son: San Vicente Goola (Grande), San Vicente Huinii’ (Pequeño), Vela San Isidro, Vela Biad xi, Vela Angélica Pipi, Vela Cheguigo (detrás del río). La tarde previa a la vela, se llevan a cabo las “regadas”, que son desfiles en los que niños y niñas montan caballos, acompañando a un niñocapitán, quienes van literalmente regando juguetes y frutas por las calles de Juchitán.
Juchitán de Zaragoza es un crisol donde se funde lo mejor de la tradición istmeña; la música, el baile, las artes en general, el comercio y la gastronomía son sólo los aspectos más visibles de su cotidianidad; expresiones que se ven enriquecidas por el más grande tesoro de los juchitecos: su lengua zapoteca, la que se habla en todo lugar y a toda hora. Visitar Juchitán de Zaragoza es darse la oportunidad única de conocer lo más profundo de la cultura oaxaqueña, pletórica de sensibilidad y gusto por la vida.
Folklor y religiosidad binnizá.
…Ay de mí, llorona, llorona, llorona de
ayer y hoy, para atrás y para adelante,
para la derecha y para la izquierda, me-
ciéndose de un pie al otro, le enagua ba-
rriendo el compás sobre el piso de tierra
apisonada…
Luz y luna, las lunitas, Elena Poniatowska
77¡ m u c h o g u s t o ! g a s t r o n o m í a y t u r i s m o c u l t u r a l e n e l i s t m o d e t e h u a n t e p e c
Muy cerca de la ciudad de Juchitán de Zaragoza, asentadas también sobre la planicie costera del Istmo, se encuentran tres poblaciones hermanas de profunda
raigambre zapoteca: El Espinal, Asunción Ixtaltepec y Ciudad Ixtepec, las que comparten no sólo las tradiciones y la idiosincrasia que hacen famoso al Istmo, sino también uno de los paisajes más llamativos de la región: un campo coronado de palmeras y guanacastles, rodeando a trechos los caseríos que todavía conservan esa arquitectura de piedra, ladrillo y teja tan típica de la zona. Pero, detengámonos un momento en uno de estos lugares que es quizá el que guarda todavía con más énfasis ese “color” istmeño: Asunción Ixtaltepec.
Según las fuentes históricas, el año más probable de la fundación de este poblado es 1546, de cuando data la edificación del primer templo católico, en un
sitio llamado Yu Gudxa (Tierra húmeda), propicio para la agricultura por su humedad, y de buena materia prima para la actividad que desde entonces distinguió a este pueblo: la alfarería. Sin embargo, esta condición también fue la causa de que los primeros ixtaltepecanos o bini guiaati (en idioma zapoteco “gente de arriba”) tuvieran que abandonar el asentamiento, pues al encontrarse a las riberas de un río (hoy llamado “Río de los Perros”, las inundaciones eran frecuentes, por lo que tuvieron que establecerse un poco más al norte, en el paraje denominado Guiaati , de donde ya no se moverían más.
Se trata de un municipio con una extensión de 547 km2 (comprendidas sus agencias) y quizá su principal característica, que le da también su mayor atractivo, es que se encuentra surcado por un río y varios arroyos (Lachilona, Banderilla, Verde y Zopiloapam), los que hacen posible una exuberante flora tropical constituida por fornidos guanacastes, mezquites, tepehuajes y cen
ASUNCIÓN IXTALTEPEC
78 l a c i n t u r a d e l p a í s . e l i s t m o d e t e h u a n t e p e c
3. EL ENCANTO DE LAS CIUDADESY PUEbLOS DEL ISTMO
El topónimo Ixtaltepec significa “Cerro
blanco”, o “Donde se origina o surge el
pozol”, que dicho sea de paso, el pozol
es un alimento a base de maíz muy pre-
ciado para su gente. Otras acepciones
son: “Cerro de la sal” (ixtal, que quiere
decir “blanco”, o “sal”, y tépetl que signi-
fica “cerro”), esto es en lengua náhuatl,
porque en lengua zapoteca se le conoce
con el nombre de Guiaati , que significa
“Pueblo que está arriba” o “Pueblo hacia
el norte”.
tenarios pochotes, además, claro está, de una variedad de árboles frutales y plantas de ornato propias de la región, que convierten a la zona en un verdadero edén.
En cuanto a su etnografía, su primigenia es zapoteca, hablantes en su mayoría de este mismo idioma, el cual aún preservan con esmero pese a los acelerados procesos de occidentalización a que está sujeto este poblado, situación que no es distinta con sus vecinos, los poblados de El Espinal y Ciudad Ixtepec. Según los censos recientes, la población sobrepasa los 14 mil habitantes, distribuidos en mestizos, binnizá y en menor porcentaje huaves o mixes.
Para quien desee visitar esta bello pueblo, puede acceder a través de dos vías: por Cuidad Ixtepec, para lo cual tomará la carretera federal 185 que comunica Tehuantepec con esta ciudad, y de ahí seguir por la carretera que comunica a Ciudad Ixtepec con Juchitán; o bien, partir de Juchitán hacia Ciudad Ixtepec, pasando primero por El Espinal, de cualquier forma el viaje es breve y agradable, no más de 15 minutos por una carreExiste un lienzo que refiere parte de la
historia de este lugar, rescatado por el
profesor Pedro Mijangos (autor del libro
Bacuana), en cuya parte inferior se en-
cuentra una fecha que probablemente
es 1546; en éste se señalan los linderos,
los caminos reales y los poblados veci-
nos con sus capillas. Se cree que se
trata del Título primordial de Asunción
Ixtaltepec, y por eso también se le co-
noce como “Lienzo de Ixtaltepec”, por
esta razón se considera este año, 1546,
como el más indicado para afirmar
cuándo se dio su fundación.
Pág. anterior: Casa de la Cultura de Ixtaltepec.
Templo católico en Asunción Ixtaltepec.
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ASUNCIÓNIxTALTEPEC
tera que por trechos atraviesa el próspero campo y por otros zigzaguea por las calles de los poblados que casi se entrelazan.
Ya encontrándose en Ixtaltepec, con toda seguridad el visitante caminará por las calles del centro o por sus barrios o secciones (las más tradicionales son: Santa Rita, Barrio de los alfareros; Sección Cuarta, Barrio de los ladrilleros, de San Antonio y Barranca Colorada), para disfrutar no sólo de la armonía arquitectónica, donde se ha sabido amalgamar la construcción tradicional de ladrillo rojo y teja con casas más modernas, y donde todo visitante también
Asunción Ixtaltepec se localiza en las
coordenadas 95º 03’ longitud oeste y
16º 30’ latitud norte, a una altura de 30
metros sobre el nivel del mar. Como lí-
mites tiene al norte los municipios de El
Barrio de la Soledad y Santa María Chi-
malapa; al sur San Pedro Comitancillo y
El Espinal; al oeste El Barrio de la Sole-
dad y Ciudad Ixtepec; y al este a San Mi-
guel Chimalapa y Juchitán de Zaragoza.
Se caracteriza por su clima cálido con al-
gunas variaciones durante el otoño, en
el verano es bastante lluvioso.
Las principales localidades del munici-
pio de Asunción Ixtaltepec son: Aguas
Calientes, La Mata, Chivela, Chivixhuyo,
Lázaro Cárdenas, Cieneguilla, Mazahua,
el Mezquite, Sitio de las Flores, Maza-
huite, Nena, El Morrito, La Cueva y Santa
Rosa.
Ixtaltepec, igual que las principales po-
blaciones istmeñas, posee niveles de
desarrollo bastante aceptables, por lo
que cuenta con servicios suficientes que
satisfacen las necesidades públicas,
evidente en su infraestructura educa-
tiva, la que alcanza dos instituciones de
nivel bachillerato; también tiene una Casa
de Cultura (antigua Escuela Primaria “Cen-
tenario”) y una Biblioteca Pública, unida-
des médicas del IMSS y de la Secretaría
de Salud, un mercado, un auditorio, un pa-
lacio municipal y un estadio de béisbol.
disfrutará de la amabilidad ixtaltepecana. Se podrá iniciar el recorrido en su zócalo, que en las tardes se alegra con la convivencia de las familias del lugar, siempre bajo la mirada de Chu Rasgado, artista originario de lugar y de quien todo el Istmo se siente orgulloso por ser su principal compositor, autor de famosas canciones como Naela y El penúl-timo beso, y que como justo homenaje la población le ha levantado un monumento en este jardín central.
Desde luego que para conocer mejor Ixtaltepec habrá que caminar un poco más y dirigirse a su mercado público, donde es posible saborear el riquísimo sazón de Ixtaltepec y adquirir los productos artesanales elaborados en el lugar. El paseo puede completarse en la Casa de la Cultura, donde se forjan las nuevas generaciones de ixtaltepecanos en las artes que dominan: la danza, la música, la escultura en madera y la cerámica (véase Artesanos y Músi-cos), y que está instalada en un sobrio edificio muy bien conservado que alguna vez albergó a la primera escuela del la población: la Primaria “Centenario”.
La religiosidad es sin duda uno de los principales elementos de la sociedad istmeña y en consecuencia de Ixtaltepec, por ello, todo viajero no puede irse sin conocer la iglesia de
3. EL ENCANTO DE LAS CIUDADESY PUEbLOS DEL ISTMO
80 l a c i n t u r a d e l p a í s . e l i s t m o d e t e h u a n t e p e c
El municipio se encuentra a unos 290 ki-
lómetros de la ciudad de Oaxaca y a 9
kilómetros de la ciudad de Juchitán de
Zaragoza. Se comunica con la carretera
panamericana y con la supercarretera
del Istmo mediante un ramal que parte
de la ciudad de Juchitán. Existen varias
líneas de autobuses que pueden trans-
portar a los viajeros desde la ciudad de
Oaxaca, vía Ciudad Ixtepec; de igual ma-
nera, si se sale de Tehuantepec o Juchi-
tán, el transporte es frecuente y seguro,
ya sea en autobús o en taxis colectivos.
Asunción de María, una joya de la arquitectura sacra por sus enormes cúpulas y su rico altar tallado en madera que resalta todavía más por el blanco color de las paredes y el frontis del edificio, muy a propósito para expresar la ritualidad de los moradores.
Claro que la idiosincrasia ixtaltepecana no termina aquí, toda vez que la festividad también se suma al espíritu de los habitantes. En toda la zona es famosa la celebración que aquí se hace a la Virgen de la Natividad, entre el 20 y el 25 de diciembre, organizada para más lucimiento por un comité de festejos nombrado
cada año. La gente del pueblo y los paseantes se divierten con el convite, los jaripeos y los programas artísticos que con este motivo se llevan a cabo. Es digno de admirar el esmero con que las familias y los organizadores adornan sus fachadas y los lugares para la fiesta, con toda suerte de papeles coloridos y flores, además, no podía faltar, el exquisito arreglo de la parroquia.
Otras fiestas comunitarias a las que se puede asistir son las ya muy conocidas “velas”, que celebran los barrios o las “asociaciones” (cofradías o gremios), donde se desborda todo el sabor, la música y la alegría zapoteca. Destacan como las principales velas la de Santa Rita (a finales de mayo), la de La Asunción (patrona del pueblo, entre el 18 y 20 de agosto) y la de Dios Padre, en el barrio Barranca Colorada (en enero). (véase Calendario festivo).
Ahora que si de participar en la más auténtica de celebraciones religiosas se trata, se deberá visitar Ixtaltepec en los primeros tres días de mayo, que es cuando se le rinde culto a la Santa Cruz. Todo comienza con el traslado de los fieles católicos al cercano Cerro Blanco, el sitio más emblemático del pueblo por haberle prestado su nombre, en donde se encuentra una capilla. La comitiva toma la cruz de esta capilla y la
ASUNCIÓNIxTALTEPEC
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lleva a su iglesia, donde adornada con perfumadas flores la veneran el día tres de mayo con actos litúrgicos, para regresarla después al cerro con la misma devoción.
Pero Ixtaltepec es mucho más que sus fiestas y su paisaje, es sobre todo un pueblo laborioso que ha podido ganarse el respeto y la admiración, lo mismo de sus vecinos que de los extraños. En su campo, los hombres cultivan maíz, sorgo, cacahuate, frijol, calabaza y ajonjolí, productos que no sólo se comercializan localmente sino que son llevados al mercado regional de Juchitán, pues la calidad de sus tierras y el esmero de los agricultores permite tener buenos excedentes.
Por su parte, las mujeres tampoco se quedan atrás en su contribución a la vida cotidiana y la cultura de su pueblo, llevando incluso a niveles de refinamiento su trabajo, hecho que se demuestra, por ejemplo, en las tareas artesanales, principalmente en la elaboración de textiles y en la alfarería. Quien visite Ixtaltepec no podrá dejar de preguntar por sus prendas de vestir (los típicos huipiles y enaguas del Istmo), bordadas por las hábiles manos ixtaltepecanas, lo mismo que admirarse por los distintos modelos
Durante la fiesta de diciembre en Asun-
ción Ixtaltepec, se llevan a cabo vistosas
calendas que terminan con la quema de
fuegos artificiales. En la víspera de la ce-
lebración, el día 24, se realiza el vistoso
paseo-convite por la tarde, un desfile
popular, en donde una “capitana” porta
un estandarte montada a caballo, se-
guida por otras mujeres, todas ataviadas
con hermosos trajes bordados y alhajas.
Las acompañantes llevan velas y flores,
y otras portan grandes bolsas para la
tradicional “regada”, que consiste en ob-
sequiar frutas y juguetes a quienes las
siguen en el camino. Este recorrido ter-
mina hasta entrada la noche, precisa-
mente en un sitio dispuesto para la “vela”
(siempre en el Jardín Central), en donde
todos participarán del baile amenizado
por una orquesta típica que ejecuta los
populares sones.
Cerro Blanco, en los límites entre Ixtalte-
pec y Ciudad Ixtepec, es un motivo per-
fecto para conocer más de la historia y la
geografía de este municipio istmeño. La
excursión, que puede ser a caballo, y
acompañado siempre de algún lugareño
resultará gratificante por la vista que
desde ahí se logra y el fresco aire que se
respira.
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Otra tradición de las familias ixtaltepecanas es acudir al balneario
Ojo de Agua, quizá porque en el pasado les perteneció. Es un
manantial en el cercano poblado de Tlacotepec. Su aguas crista-
linas y frescas son el motivo para que los fines de semana y du-
rante las vacaciones acudan muchas familias a bañarse en él y a
disfrutar las viandas que se expenden bajo la sombra de añosos
árboles. Se puede llegar en los autobuses que salen de Ciudad
Ixtepec, el recorrido es de 20 minutos aproximadamente.
de piezas en barro anaranjado (de uso doméstico u ornamental), actividad en la que por cierto también participan los varones con maestría, uno de ellos es Sergio Cabrera Manuel, quien vive y trabaja en la Cuarta Sección del pueblo. Cabe decir que las puertas de las casas y los talleres de estos artífices siempre están abiertos para quien quiera conocer más de cerca su labor (véase Artesanos).
Por supuesto, Asunción Ixtaltepec se termina de conocer con su comida (véase Recetario), que debe mencionarse aparte debido a lo que aporta para la gastronomía del Istmo. Tan hacendosas son las ixtaltepecanas en la cocina que compiten con las mejores cocineras de la región. Inclusive se dice que el estofado, uno de los más exquisitos platillos de la zona, y de más comMonumento a Chu Rasgado, Ixtaltepec.
3. EL ENCANTO DE LAS CIUDADESY PUEbLOS DEL ISTMO
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ASUNCIÓNIxTALTEPEC
El estofado es un platillo antiguo y exi-
gente que se sirve sólo en las grandes
fiestas porque puede llevar hasta doce
horas de preparación. La señora Clara
García Guzmán afirma que es tradicional
de Ixtaltepec y que es herencia de los
españoles. Lleva 19 ingredientes, de los
cuales 11 son de origen asiático y euro-
peo, y 8 americanos, lo que deja claro su
origen mestizo. Destacan en éstos el
pecho, la pierna y el cuello de la res, ade-
más de frutas en abundancia. Las creen-
cias zapotecas dicen que es tan delicado
que no debe prepararlo una mujer emba-
razada porque éste no espesa y la piña y
el tomate empleados se fermentan.
plicada preparación, surgió precisamente aquí. Además del estofado, los visitantes pueden llevarse en el paladar el inolvidable sabor del mole negro, los tamales, los chiles rellenos, el beladxuuni o frito de res, y una variedad de dulces y conservas, y los típicos “curados” (frutas en licor).
Ixtaltepec es un pueblo al que siempre se tendrá el deseo de volver, tanto por la alegría y buen trato de su gente, como por lo espléndido del paisaje y lo subyugante de su cultura. Las palabras que de éste se escriban son nada más una ventana para asomarse a la belleza que lo envuelve. Para descubrirlo plenamente, como se dijo al principio, se debe pasear por su calles y caminar por sus veredas.
La cerámica de Ixtaltepec es de las más
reconocidas en la región debido, por una
parte, a su variedad: artículos de uso
cotidiano y decorativos como tinajas,
maceteros, ollas, floreros, chimeneas,
cazuelas, platos, cántaros y muñecas
tehuanas; y por otra, a sus técnicas de
elaboración: modelado a mano, en torno,
y en pastillaje, con terminado natural o
con decorados a base de pinturas viníli-
cas y de esmalte. La peculiar caracterís-
tica de este barro que sólo es extraído
de las minas de Ixtaltepec, es que antes
de entrar al horno es de coloración gris,
pero al ser cocido toma un tinte naranja.
Alfarería anaranjada de Ixtaltepec.
Los concesionarios ingleses ponían vago-
nes de primera para el tráfico internacional
del Istmo, en aquel tiempo circulaba un
convoy cada dos horas… veíamos hileras
de vagones de mercadería de Asia que
por allí tomaba el rumbo de Europa antes
de la apertura del canal de Panamá.
Ulises Criollo, José Vasconcelos
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Una de las ciudades más jóvenes del Istmo de Tehuantepec es Matías Romero Avendaño, con apenas un siglo de haberse establecido. Y es que al recorrer las bien trazadas calles
y admirar su arquitectura, los visitantes no pueden hacer menos que sorprenderse de que en esta región, donde la mayoría de los pueblos y ciudades son ancestrales, exista un centro habitacional como Matías Romero, un sitio singular porque en su trama urbana se fusiona la orografía tropical, la tradición indígena y la modernidad.
Matías Romero, la ciudad cuyo nombre rinde homenaje a un ilustre político y escritor oaxaqueño nacido en el siglo XIX (el licenciado Matías Romero Avendaño), se encuentra en el punto intermedio de la carretera federal 185, también conocida como Transístmica, por tanto se puede llegar a ella partiendo de Juchitán en
dirección al norte, hacia el Golfo o bien de Acayucan, en el estado colindante de Veracruz, en sentido sur, hacia el Pacífico, en ambos casos el recorrido promedia una hora de duración, pues el trayecto no excede los cien kilómetros, además de que esta carretera que atraviesa el Istmo siempre se mantiene en perfectas condiciones.
Cabe decir que el simple viaje por la carretera Transístmica, una de las mejores del estado, ya constituye un paseo inolvidable, pues ésta discurre entre la vasta y rica orografía alta del Istmo de Tehuantepec y la Selva de los Chimalapas. Imposible apartar la mirada de las majestuosas montañas cuajadas de vegetación, en algunos parajes de selvas tropicales más que encantadoras, con abundancia en especies como caoba, cedro, pino encino, además de árboles frutales y todo género de plantas exóticas. Sorprenden también los collados de donde descienden caudalosos arroyos que más adelante se convierten en mansos ríos. Será común
MATÍAS ROMERO AVENDAÑO
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3. EL ENCANTO DE LAS CIUDADESY PUEbLOS DEL ISTMO
El municipio de Matías Romero Aven-
daño se localiza al suroeste del estado
de Oaxaca, en las coordenadas de 95º
02’ longitud oeste y 16º 52’ latitud norte,
con una altura de 180 metros sobre el
nivel del mar. Limita al norte con el mu-
nicipio de San Juan Cotzocón y el estado
de Veracruz; al sur con el barrio La Sole-
dad y Santa María Chimalapa; al oeste
con San Juan Mazatlán, San Juan Gui-
chicovi y Santa María Petapa; y al este
con el estado de Veracruz y Santa María
Chimalapa.
El licenciado Matías Romero Avendaño
nació en la ciudad de Oaxaca en 1837,
como político y diplomático fue miem-
bro destacado de los gabinetes de dos
presidentes de México, Benito Juárez y,
más tarde, Porfirio Díaz. Entre otros
puestos ocupó el Ministerio de Ha-
cienda y la Embajada de México en Esta-
dos Unidos. Fue además impulsor del
ferrocarril y el café en el Istmo, debido a
esto y para preservar su memoria esta
ciudad istmeña lleva su nombre.
ver durante el día a lo largo de esta ruta, a los paseantes que se detienen a admirar este paisaje o a probar alguna vianda en los numerosos restaurantes o en los pequeños poblados que bordean el camino.
Matías Romero es también cabecera municipal y pertenece al
distrito de Juchitán. Su extensión territorial es de 1,460 km2, que se distribuyen entre planicies y lomeríos. Debido a que está ubicado todavía en la amplia cuenca del río Coatzacoalcos y a pocos metros sobre el nivel del mar, su clima es subhúmedo, con bastantes lluvias durante el verano y principios del otoño, las que hacen crecer considerablemente las corrientes de los ríos que lo atraviesan: El Corte, Jaltepec y Malatengo, en donde es posible practicar la pesca de variedades como sardinas, charales, chacales (langostinos) y mojarras.
Quien llega por primera vez a “Matías”, como se le dice comúnmente en la zona, de inmediato se da cuenta que ha llegado a una ciudad próspera y con historia, pues desde la entrada de la población, al abandonar la carretera 185, lo recibe el monumento a Matías Romero Avendaño y un amplio boulevard. Este boulevard, llamado Hombres Ilustres, de casi un kilómetro de longitud, lleva al visitante directo al centro de la ciudad. Los censos recientes contabilizan más de 40 mil residentes para el municipio, esta cifra la confirma la actividad que puede notarse en sus calles. Matías Romero dispone de todos los servicios: restaurantes, lo mismo que hoteles, terminales de autobuses,
Pág. anterior: Estación ferroviaria, Matías Romero.
Monumento al licenciado Matías Romero.
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MATÍAS ROMERO
La Carretera Transístmica une a los es-
tados de Veracruz y Oaxaca, pero sobre
todo hace posible la tan necesaria co-
nexión entre los dos litorales del país: el
Golfo de México y el Océano Pacífico.
Por esta razón el transporte, tanto de
personas como de mercancías, es ince-
sante. Numerosas líneas de autobuses
la recorren diariamente, por lo que lle-
gar a Matías Romero, punto intermedio
de esta carretera, no representa ningún
problema para los visitantes.
Matías Romero comenzó a poblarse
casi al despuntar el siglo XX, con mo-
tivo de la instalación de la vía férrea que
enlazaría los puertos de Coatzacoalcos
y Salina Cruz (anteriormente conocido
como El Morro). El primer asentamiento
(Rincón Antonio) estuvo en un llano de-
nominado Xochiapa, en la jurisdicción
del municipio de Santa María Petapa,
poco propicio para habitarse debido a
sus condiciones insalubres, pero que
con el correr del tiempo y la interven-
ción de las compañías ferroviarias se
fue urbanizando.
oficinas de gobierno, bancos, un mercado y todo género de comercios. Sin duda esta ciudad es el centro económico y cultural de la zona en que confluyen los pueblos del norte de la región del Istmo y la zona Mixe Baja.
Pero la bonanza y el desarrollo de esta ciudad (que originalmente fue llamada Rincón Antonio), muy joven en relación con otras ciudades del Istmo, no es un hecho fortuito, la explicación radica en la actividad económica que durante casi cien años le dio vida: el ferrocarril; sí, porque Matías Romero fue uno de los principales centros ferroviarios del país hasta finales del siglo veinte, cuando Ferrocarriles Nacionales de México llegó a su ocaso. Como ha de suponerse, la actividad ferroviaria caracterizó todos los aspectos de la vida de los pobladores de esta ciudad y de los poblados circunvecinos, a tal grado que son pocas las personas de este lugar que no cuenten con familiares que hayan mantenido algún trato con el “riel”, como aquí le nombran a todo lo vinculado al ferrocarril, ya sea como trabajador de vía, motorista, garrotero, maquinista, mecánico u oficinista. Además de que el riel, también permitió que esta población, Arquitectura inglesa en Matías Romero.
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3. EL ENCANTO DE LAS CIUDADESY PUEbLOS DEL ISTMO
Santa María Petapa, vendió en el año
1901 los terrenos de su propiedad, fue
en estos donde se construyó el primer
taller ferroviario (que se inauguraría con
el nombre de Matías Romero, en 1907) y
las casas para los obreros (los “cuartos
colorados”), ubicados donde actualmente
se encuentra el mercado público, y con
ello comenzó la historia de este poblado.
Antes de ser declarada ciudad (el 21 de
abril de 1950), este municipio tuvo el
nombre de Rincón Antonio.
aislada geográficamente de los centros urbanos del Istmo, tuviera una vía de comunicación rápida y segura con la capital del país y con otras ciudades importantes de los estados vecinos de Chiapas, Veracruz y Puebla, lo que le dotó de una cultura particular.
Hoy, como invitación para conocer un poco más de la historia del “tren”, como también se le nombra, que dio vida a una ciudad, a dos cuadras del mercado se puede visitar la estación del ferrocarril, en donde además de solazarse con el Parque Daniel González y su kiosco forjado, se podrá participar de la exhibición de una nostálgica locomotora de vapor. Para terminar este recorrido cultural habrá que andar unos pasos más y en la Plaza de los Ferrocarrileros admirar un mural del pintor Pedro Tenorio, artista de Santiago Ixtaltepec, el cual destaca escenas ferroviarias junto a las imágenes de insignes figuras locales, como la señora Guadalupe Domínguez Padilla (quien realizó importantes obras a favor de las mujeres) y el doctor Ernesto Guzmán Clark (médico con una gran
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MATÍAS ROMERO
Las principales localidades del municipio
de Matías Romero Avendaño, pueblos
totalmente rurales, son: Cuauhtémoc,
Paso de las Maravillas, Los Ángeles, Pa-
lomares, Paso Guayabo, Tolosita, Do-
nají, Nuevo Progreso, Barrancones, El
Paraíso, Francisco Javier Caso, Guela-
vego, La Victoria, Las Flores, Tierra Nueva,
Martínez de la Torre, Nuevo Overo, El Pa-
jital, Rancho San Carlos, Colonia Rin-
cón Viejo, Profesor Otilio Montaño, San
Juan del Río, Juno, La Esperanza y La
Soledad.
vocación social); asimismo, se da fe de la marimba y la fuerte presencia indígena y mestiza en el lugar.
Al platicar con los nativos de la ciudad tendrán sólo buenos recuerdos del tren, que ahora añoran porque ha desaparecido, al menos el de “pasajeros”. Mucho se podría decir de lo que ha sido este transporte para Matías, pero será mejor escucharlo en voz de un viejo ferrocarrilero, con el que seguramente se podrá pasar una buena tarde de charla en uno de los varios cafés de la ciudad, en los que por cierto se sirven de los mejores aromáticos cultivados en los propios campos del municipio, o en otros municipios de la región Mixe.
Al pasear por las calles del centro de la ciudad, los viajeros percibirán que la arquitectura es muy distinta a la que se puede ver en las demás ciudades del Istmo e incluso del país, y en efecto, las construcciones adoptan el estilo europeo del siglo XIX, otra de las influencias del ferrocarril, dado que al ser de origen inglés los primeros concesionarios y trabajadores,
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3. EL ENCANTO DE LAS CIUDADESY PUEbLOS DEL ISTMO
El Mercado Público Doce de Octubre,
ubicado en el primer cuadro de la ciu-
dad, ofrece en sus andadores una varie-
dad de productos típicos de la región
istmeña. Los pescados y mariscos son
expendidos por mujeres provenientes
de San Mateo del Mar (mareñas) y de
Juchitán. El mercado cuenta con pasi-
llos donde se vende crema y diferentes
tipos de queso provenientes de la costa
chiapaneca (seco, cuajada, salado, de
mantequilla, etc.). Un atractivo más es la
variedad y tamaño de totopos: botanero,
de coco, de maíz nuevo, de mantequilla,
etc., éstos provienen especialmente de
San Juan Guichicovi y El Espinal, donde
este producto constituye una industria
casera.
El cariño y la nostalgia que Matías Ro-
mero aún guarda por el ferrocarril le ha
llevado a incorporarlo como parte de
su cultura. Existen muchas demostra-
ciones de este hecho, por ejemplo, el
“Festival del Riel”, un programa artísti-
co-cultural que se realiza el segundo
fin de semana de junio y reúne diferen-
tes expresiones, como la plástica, la
danza, la música y el canto, con la par-
ticipación de talentos istmeños y artis-
tas de otras latitudes.
aplicaron este carácter a las iniciales construcciones que se levantaron aquí, influencia que hasta nuestros días muchos propietarios conservan.
Esta arquitectura es una nueva pincelada en el paisaje istmeño, sobresalen dos estructuras construidas a principios del siglo XX: la estación de trenes y el complejo residencial para empleados de la compañía ferroviaria conocido como Brick Blocks (cuadras de ladrillos). La primera es un bello ejemplo de la arquitectura del porfiriato, con un cuerpo principal en estilo art nouveau
inglés; la segunda, muy cerca de esta terminal de trenes, son residencias construidas por la compañía Pearson & Son, que retoman el estilo neoclásico francés.
Claro que no se debe pensar que Matías Romero es una ciudad muy ajena a la identidad istmeña, la tiene y muy marcada, pese a la distancia física que la separa de la planicie costera. No es extraño entonces encontrarse tanto en los aspectos de la vida cotidiana de la ciudad (el comercio, la gastronomía, la lengua) como en los acontecimientos espe
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MATÍAS ROMERO
Los Brick Blocks (altas estructuras de
ladrillo con techos de teja de dos aguas,
altillos o gabletes y elementos estructu-
rales de madera), son construcciones
distintivas de Matías Romero, original-
mente fueron viviendas para los trabaja-
dores del tren, venidos principalmente
de Inglaterra. Después de casi un siglo de
haber sido levantadas, éstas todavía fun-
cionan como casas-habitación.
ciales (fiestas, rituales, expresiones artísticas), elementos de raíz indígena. De este modo, los visitantes, además de las comodidades que ofrece la ciudad, podrán ser partícipes de fiestas tradicionales, entre otras: la de San Matías (el 24 de febrero) y la de Santo Domingo de Guzmán, que se celebra por partida doble (el 4 de agosto y una semana más tarde), y donde lo más admirado son los programas culturales, los torneos deportivos, la calenda, bailes populares con el acompañamiento de música y los sones de la región, la quema de fuegos artificiales y el “jaripeo”. Otras festividades esperadas y en las cuales la gente participa con mucha algarabía son las de la Santa Cruz, el 3 de mayo; San Antonio del Monte, el 13 de junio; Abuela Santa Ana, el 26 de julio; y la dedicada a la Virgen de la Soledad, del 18 de diciembre. En todos los casos, la organización y los gastos descansan en las tradicionales “mayordomías”.
Sin embargo, este aliento multicultural de Matías Romero no sólo se expresa en lo ritual, también se hace patente en los distintos rubros de la
La fiesta de Santo Domingo de Guzmán
es sin duda la celebración en que la po-
blación participa más, ésta comienza
desde el 31 de julio con el xhibeu (“es-
pera de la luna”), un baile-velorio para
recibir la primera luna de agosto. Ya para
el primer día de agosto, sale la calenda
por la noche en un paseo con faroles en
cuyo recorrido se queman los “toritos” y
se reparte mezcal a todos los asisten-
tes; el día 2 por la mañana se da un pa-
seo infantil, y el 3 es el “convite de
flores” con una misa. El 4 de agosto es el
“día grande”, que inicia con las mañani-
tas, una misa y le sigue un baile popular;
finalmente, el día 5 es el “baile de gala”,
al que las mujeres asisten con el traje de
tehuana y los varones con guayabera
blanca con pantalón negro. El día 6 se
realiza la “lavada de ollas”, cierre de las
festividades, acto en el que se elige a
los mayordomos para el siguiente año.
Detalle del mural en la plaza de los ferrrocarrileros.
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3. EL ENCANTO DE LAS CIUDADESY PUEbLOS DEL ISTMO
Desde hace varias décadas, habitantes
de San Juan Guichicovi y otros poblados
mixes aledaños están migrando a la ciu-
dad de Matías Romero, con lo que sim-
bólicamente se están reapropiando de
un territorio que históricamente les per-
tenecía, y que compartían con los zapo-
tecos de Santa María Petapa.
vida doméstica: en la gastronomía, la cual incorpora platillos principalmente zapotecos (mole negro, totopos de maíz, tamales de elote y pan de manteca), pero adicionados con materias primas y condimentos traídos de las montañas mixes, en cuyas laderas se cultiva maíz, frijol, mango, limón, café, ajonjolí y piña; en el multilingüismo, siendo posible escuchar, tanto en los espacios públicos como privados, la práctica del mixe y el zapoteco; la arquitectura, que si bien, como ya se mencionó, en el centro urbano predominan las construcciones de estilo europeo, hacia su periferia y en el campo aún es posible encontrar construcciones típicas del campo istmeño en adobe o palma.
Es muy cierto que la vida de esta interesante ciudad ya no fue la misma desde que el tren hizo su último viaje (aunque el ferrocarril de carga aún transita), sus pobladores tuvieron que buscar otras opciones: el campo, la ganadería, la industria forestal o el comercio; no obstante su identidad ya está forjada, y es como antaño: moderna pero a su vez tradicional, mestiza pero también indígena, recibiendo a propios y extraños con la alegría y la emoción de aquellos días cuando al escuchar el fuerte pitazo en la estación, hombres, mujeres y niños abrían los brazos y entregaban el corazón a todo quien llegaba.
Aun con el predominio de la población
mestiza, en Matías Romero existe un
mercado indígena regional muy fuerte,
conformado por mujeres comerciantes
de la zona Mixe Baja (San Juan Guichi-
covi, El Chocolate, Mogoñé), quienes
comercian naranja, tomate, leña, café,
flores, hierbas para guisar, además de
animales de traspatio y silvestres; y la
zona Zapoteca (Guivicía, Santa María
Petapa y Santo Domingo Petapa). Este
mercado físicamente está ubicado en la
calle Iturbide, entre las calles Reforma y
Corregidora. Funciona diariamente de 7
de la mañana a las 5 de la tarde. Dentro de
la variedad de productos orgánicos y la
gama de olores y sabores destacan el
chile blanco, cebollín, yuca, lisa, cara-
col de río, hueva, pescado cocinero, mo-
jarra, etc., además de los productos
textiles y artesanales elaborados en la
región.
Actividad comercial en la ciudad de Matías Romero.
El “riel” a Matías.
En cuanto al idioma ayook, que también
así se le denomina al mixe, para significar
el género de los seres se añade a sus nom-
bres la voz significativa de hombre o de
mujer.
Oaxaca recóndita, Wilfrido C. Cruz
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La Villa de San Juan Guichicovi está asentada en los linderos de la Sierra Mixe y la zona montañosa del Istmo de Tehuantepec. Su nombre en lengua mixe o ayuuk es Tëkaam, y en za
poteco Guichicubi (“Pueblo Nuevo”), de donde se deriva “Guichicovi”, que es como mejor se le conoce. Algunos historiadores encuentran en este topónimo el rastro más antiguo de este asentamiento: un grupo de gente ayuuk que peregrinó desde la Mixe Alta en la primera mitad del siglo XVI en busca de un lugar para vivir, toda vez que se resistían a ser sojuzgados por los entonces recién llegados colonizadores españoles; sin embargo, existen otras versiones que apuntan hacia el año 1825 como el más convincente de su fundación en el sitio donde ahora se encuentra. Pero ya sea una fecha u otra, lo cierto es que San Juan Guichicovi es un pueblo cuyas raíces vienen desde esa tierra de las gran
des montañas y las densas nubes: la Mixe, y que en la actualidad conserva muy bien ese legado, además de enriquecerlo con los aportes de otros pueblos que le rodean, como se leerá enseguida.
Los paseantes que deseen conocer este hermoso rincón del Istmo, sólo pueden hacerlo por una ruta, que parte de la carretera federal 185 (Transístmica), diez kilómetros adelante de la ciudad de Matías Romero, esto es con rumbo al puerto de Coatzacoalcos, y continuar otros quince kilómetros por un camino rural pavimentado, al pie del macizo montañoso que se extiende hasta la Sierra Juárez. Desde Juchitán es una hora y media aproximada de viaje, pero de Matías Romero nada más 30 minutos (que es el tiempo de traslado de los taxis y camionetas “pasajeras” que prestan el servicio de transporte ordinario).
En realidad, el placer de conocer Guichicovi comienza desde que se toma el camino rural en Mogoñé (pueblo famoso por su estación en los buenos años del
SAN JUAN GUICHICOVI
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3. EL ENCANTO DE LAS CIUDADESY PUEbLOS DEL ISTMO
La heráldica del municipio de Guichi-
covi simboliza su fundación, desde la
migración de los primeros habitantes,
que inicialmente estaban asentados en
la población de San Juanito, hasta el ac-
tual San Juan. En ésta se observa el
agua y tres especies de árboles (habil,
ceiba y lambimbo o mandimbo), asimismo
una iglesia de estilo dominico y los arcos
que sostienen al palacio municipal.
ferrocarril), aunque ya se ha dicho que toda la carretera Transístmica es un deleite para la vista. El trayecto transcurre entre la sorpresa de una pequeña ranchería con chozas típicas y patios arbolados, y vegetación abundante que cubre los lomeríos (principalmente de robles, ceibas, pri-maveras y granadillas, además de otras especies maderables y frutales como la naranja, el mango y el mamey). Esta flora exuberante, así como la fauna silvestre que fácilmente se deja ver, puede darse gracias a los varios ríos y arroyos que bañan el territorio de Guichicovi. Dicho sea de paso, dos arroyos atraviesan ese camino que conduce al pueblo, y que a cualquiera le hará recobrar la estima por la naturaleza, detenerse en los estrechos puentes para mirarlos y escuchar los cantos rodados que se acompañan del trinar de las aves es un placer que ningún paseante debe negarse.
Al arribar al pueblo, es grato encontrarse con una amplia calle principal, bien trazada y acicalada con flores y arbustos que también embellecen los patios y los corredores de muchas viviendas, este detalle hace pensar de inmediato que el gusto por la naturaleza es inherente a los pueblos del Istmo. Pero si la entrada del pueblo, con sus primeras casas a
Guichicovi está localizado al sureste de
la región del Istmo de Tehuantepec, en
las coordenadas 95º 05’ en longitud
oeste y 16º 58’ latitud norte, con una al-
tura de 260 metros sobre el nivel del
mar. Limita al norte y al este con el mu-
nicipio de Matías Romero, al sur con
Santo Domingo Petapa y al oeste con
San Juan Mazatlán.
En cuanto a los medios de transporte
del municipio de Guichicovi, el pueblo se
conecta con la carretera federal Trans-
ístmica que puede llevarles a Coatzacoal-
cos o a Juchitán y Salina Cruz; además
cuenta con una estación de ferrocarril
en el poblado de Mogoñé. Por su parte,
los caminos de terracería comunican
con las agencias municipales, ranche-
rías y comunidades aledañas.
Pág. anterior: Jardín central de San Juan Guichicovi.
Corredor del palacio municipal de Guichicovi.
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SAN JUANGUICHICOVI
El municipio de Guichicovi tiene una ex-
tensión territorial de 563 km2, la mayor
parte de geografía montañosa, en donde
despuntan los cerros: Bandera, Azul, El
Tambor, Verde y Cerro de Caja. Su clima
es cálido húmedo, con lluvias abundan-
tes en verano, que incrementa el caudal
de sus principales ríos: Sarabia, Mala-
tengo, Pachiñe y Juñapa. Estos factores
favorecen la presencia de árboles made-
rables de mucho valor en el mercado,
como la ceiba y el roble, además de una
fauna variada, sobre todo tepezcuintle,
armadillo, venado, tejón, zorrillo, jabalí y
tucán.
la usanza tradicional, de barro y paja, cautiva al viajero, más todavía el “centro”, pues aquí es posible andar por calles y callejones que caprichosamente toman distintas direcciones, entre las casas antiguas de techumbre de teja junto a otras más modernas con cimientos y paredes de piedra. Es de hacer notar asimismo el esmero que la población tiene por los espacios comunes, ello se constata por ejemplo en las buenas condiciones en que mantienen sus escuelas, una Casa de la Cultura, un palacio municipal (construido probablemente a finales del siglo XIX o principios del siglo XX, y que conserva todavía varias puertas de madera maciza con sencillos herrajes claveteados de metal), una clínica del Seguro Social y un auditorio, y que se completa con otros servicios que los habitantes de la comunidad se han procurado para su bienestar, entre éstos: alumbrado público, drenaje y servicio telefónico.
Pero, sin duda, el máximo orgullo de Guichicovi y el sitio de mayor interés para los paseantes es la iglesia de lugar, una majestuosa edificación dominica del siglo XVIII, con fachada estilo romano y torreones octagonales (por cierto inconclusos, igual que sus bóvedas, de las que sólo se erigieron los arcos), un verdadero tesoro para los amantes de la arquitectura
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3. EL ENCANTO DE LAS CIUDADESY PUEbLOS DEL ISTMO
colonial. Con seguridad todo aquel que pise este recinto de inmediato se sentirá transportado a otro tiempo, en medio de esos portentosos muros tan ricos en elementos arquitectónicos, y la devoción que refleja el esmero con que se cuidan y se visten las imágenes de bulto en el altar mayor.
Cabecera del municipio con el mismo nombre, San Juan Guichicovi es habitado primordialmente por indígenas mixes, quienes conviven en armonía con un buen número de zapotecas, provenientes de los cercanos pueblos Petapas, y otro tanto de mestizos, por lo que es común escuchar el bilingüismo o hasta trilingüismo en las conversaciones, en los distintos actos de la vida comunitaria o familiar; asimismo puede observarse, entre otras singularidades, un eclecticismo muy marcado en lo que tiene que ver con su religiosidad y sus formas de organización social, donde se entremezclan elementos y prácticas tanto indígenas como españolizados, pues los habitantes de Guichicovi, lo dicen ellos mismos, nunca han renunciado a ese espíritu ayuuk que les viene desde lejos.
Este concilio de culturas es evidente sobre todo en las celebraciones, ya sea sacras o civiles. Un claro ejemplo de lo anterior es su prolijo calendario ritual que comienza en mayo, con la fiesta de la Santa Cruz; siguiéndole
La religiosidad de la gente de Guichi-
covi se expresa en el fervor que tienen
para su santo patrón, Juan Bautista, que
no obstante dedicársele el 24 de junio,
desde febrero hacen peregrinar su ima-
gen por los pueblos cercanos, esto con el
propósito de recolectar ayuda económica
para la realización de la fiesta. Los ma-
yordomos reciben para tal efecto apoyo
en especie (maíz, azúcar, frijol, animales,
etc.) o en efectivo para sufragar los gas-
tos que generará la conmemoración.
Arquitectura religiosa del siglo XVIII.
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la feria al patrono San Juan Bautista, el 24 de junio; la fiesta a San Juan Degollado, el 29 de agosto; la de Santa Cecilia (patrona de los filarmónicos), el 13 de octubre; hasta terminar el 11 de noviembre con las festividades a San Martín Caballero (véase Calendario festivo). En éstas se nombran mayordomos del festejo a personas reconocidas por la propia comunidad, y se cumple con la liturgia católica, pero además se organizan bailes y calendas al estilo zapoteco, amenizados siempre por bandas de viento compuestas por verdaderos maes
tros que custodian la incomparable tradición musical mixe (véase Músicos). Otras conmemoraciones que conviene mucho presenciar en este pueblo por su carácter solemne y su vistosidad son la Semana Santa y el Día de Muertos.
Desde luego, en todas estas celebraciones, así como en cada acto importante de la vida colectiva o familiar, no puede faltar otra de las expresiones culturales que distingue a San Juan Guichicovi: su gastronomía, la que tiene un sazón que remite sí a las altas montañas
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3. EL ENCANTO DE LAS CIUDADESY PUEbLOS DEL ISTMO
El municipio de Guichicovi cuenta con
muchos pueblos y rancherías bajo su ju-
risdicción, cuya visita es recomendable,
sobre todo por la belleza de su paisaje y
la cordialidad de su gente, entre otras:
Estación Mogoñé, Estación Sarabia,
Piedra Blanca, Santa Ana, Plan de San
Luis, Arroyo Lirio, Boca del Monte, Buena
Vista, Chocolate, Mogoñé Viejo, Ocotal,
Paso Real de Sarabia, Río Pachiñe, Brena
Torres, Vicente Guerrero, Arroyo Limón
y Río de Guasamando, a donde se puede
llegar en vehículo propio o en taxi de al-
quiler abordado en la misma población o
en la cercana ciudad de Matías Romero.
mixes, pero también al mar y la planicie costera del Istmo de Tehuantepec. Tamales de hierba santa, mole de amarillo, mole negro de pollo, guajolote, armadillo y tepezcuintle, son sólo algunos de los platillos que deleitan cualquier paladar, y para “la alegría”, como dicen aquí, nada mejor que sus convidantes dulces de calabaza, camote, yuca, chilacayote y guaya, delicias culinarias que le dan un lugar especial a las mujeres de Guichicovi en el ya riquísimo paisaje gastronómico de la región. (Véase Recetario autóctono del Istmo).
El censo más reciente reportó para el municipio una población total (incluida sus agencias) muy cercana a los 30 mil habitantes, la mayoría de los cuales se dedican a las faenas del campo y a la ganadería, toda vez que sus tierras son sumamente propicias para estas actividades, sobre todo para el cultivo del café, uno de los productos que sostuvo durante mucho tiempo la economía del lugar, pero que dejó de hacerlo hace dos décadas debido a una crisis de los precios internacionales de este grano, y que llevó a los cafetaleros a abandonar sus plantíos; sin embargo, es bueno decir que para la fortuna de los bebedores del café, y de los propios campesinos de la zona, hoy esta actividad se está recuperando con el El trapiche.
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SAN JUANGUICHICOVI
cultivo del llamado “café orgánico”, aquel que ya no emplea agroquímicos y se realiza con técnicas artesanales, que incluso se exporta a otras partes del mundo.
Además de las actividades del campo, dada su ascendencia indígena, los pobladores de Guichicovi son artesanos diestros, y aunque la mayoría de lo que producen se destina al mercado local, pues se trata de piezas utilitarias de barro, de palma o textiles, estos últimos bordados de la manera más primorosa, tanto que así lleven los mismos motivos florales y colores que los de otras poblaciones, en todo el Istmo se sabe reconocer cuando fueron hechos por las manos de las mujeres de
San Juan. Los visitantes pueden adquirir estas artesanías en las casas de los propios productores o en los incipientes talleres que ya han comenzado a aparecer (véase Artesanos).
La visita a este lugar enclavado ya en la serranía, sin duda les revelará a los viajeros porqué la región sigue seduciendo a quien recorre sus campos o descansa en sus poblados. Paisaje y tradición son los rasgos que mejor definen a San Juan Guichicovi, un pueblo que ha sabido vivir en el presente sin renunciar a su pasado; un lugar florido que está bordado sobre la urdimbre sorprendente del Istmo de Tehuantepec.
Existe la creencia de que los indios hua-
ves, cuyos principales pueblos habitan las
regiones pantanosas de las lagunas Supe-
rior e Inferior del Istmo de Tehuantepec,
duermen caminando.
Oaxaca recóndita, Wilfrido C. Cruz
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San Mateo del Mar se ubica casi en el centro de una península que parece abrirse camino entre el Océano Pacífico (al sur) y una gran laguna, llamada Superior (al norte), desde luego,
en la zona lacustre del Istmo de Tehuantepec, esa que forma precisamente la cintura que le da nombre a la región y que desde tiempos remotos la hizo codiciable tanto por su riqueza como por las posibilidades de navegación que representaba, interés que hasta hoy todavía se conserva.
Es seguro que esta particular ubicación de San Mateo, rodeada por agua en su mayor parte, y con un estrecho paso hacia la tierra firme, le ha valido ser una de las poblaciones más singulares de la región, ya sea por su paisaje como por la forma de vida de su gente, forjada en un medio ambiente como muy pocos en el país. Un pueblo que bien puede dar la impresión de
que el tiempo ha pasado por él más lento de lo habitual, quizá al mismo ritmo en que lo hace el oleaje de ese elemento natural que con gusto le presta su nombre: el mar, de ahí San Mateo del Mar; el pueblo de los “mareños”.
Las fuentes históricas señalan 1606 como el año de la fundación de este poblado en el sitio que ocupa actualmente, aunque también existen otras versiones que apuntan a fechas anteriores, pues se tienen evidencias de que los huaves o ikoots llegaron muy temprano a las llanuras del Istmo de Tehuantepec, en donde mantuvieron relación con los mixes y los zapotecas, quienes los fueron replegando en distintos momentos hacia la franja de tierra en que hoy se asientan los pueblos hermanos de San Mateo: Santa María, San Dionisio y San Francisco, todos “del Mar”.
Pero, comencemos nuestro recorrido, y nada mejor que hacerlo desde el sitio que le da identidad a este pueblo: la orilla de la laguna (o mar Tileme, como me
SAN MATEO DEL MAR
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3. EL ENCANTO DE LAS CIUDADESY PUEbLOS DEL ISTMO
San Mateo del Mar se localiza en las coordenadas 94° 59’ longi-
tud oeste, 16° 12’ latitud norte, con una altura de sólo 10 metros
sobre el nivel del mar. Limita al norte con Juchitán de Zaragoza y
San Pedro Huilotepec, al sur con el Océano Pacífico, al oriente
con Salina Cruz , y al poniente con la Laguna Inferior. Su distancia
hacia la ciudad de Salina Cruz es de 20 km, y a la capital del es-
tado es de 300 km, aproximadamente.
jor se le conoce), porque en San Mateo, casi todos los caminos llevan al agua. Desde ese litoral, el visitante tendrá la satisfacción de sentirse parte de la naturaleza, pisando la fina arena o los playones tapizados de pequeñas conchas y caracoles, observando un manso oleaje y aspirando la brisa milenaria, una experiencia en verdad memorable, pues el estar en San Mateo es imposible no creer que se ha viajado a otra época, o al menos a un sitio extraordinario donde la naturaleza se manifiesta en toda su magnificencia.
Pág. anterior: Laguna Superior.
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SAN MATEODEL MAR
Prestas a salir, apenas mecidas por el viento que sopla a veces del sur, otras del norte, la cantidad de pequeñas y rústicas barcas da a saber que los “mareños” (como de manera familiar se le dice a la gente del lugar) son pescadores por tradición, y que ese vaso lagunar es inmensamente rico en cuanto a especies marinas, por lo que la pesca se limita a la laguna y a los abundantes esteros (cuya suma es de 100 mil hectáreas). Tan abundantes en pescados y mariscos son las lagunas que la pesca es la base de la economía del pueblo (por cierto una actividad bien organizada, toda vez que mientras los hombres pescan, las mujeres venden el producto en los mercados locales).
De esta manera, quien quiera conocer más de cerca sobre la pesca autóctona y las formas de vida de una típica comunidad de pescadores, encontrará en San Mateo del Mar sin igual oportunidad, y desde lue go, aquellos que gusten practicar la pes ca como afición o profesionalmente tendrán en los pescadores mareños los mejores guías. Incluso, nada más al contemplar los amaneceres o los atardeceres frente a la laguna, mirar las faenas de los pescadores que llegan o que salen, y hasta sentirse llevado por el viento que sopla con tanto ímpetu, ya representa para
Los ikoots en la actualidad habitan el li-
toral del Golfo de Tehuantepec, específi-
camente una barra de 40 km que separa
al Océano Pacífico de dos grandes lagu-
nas, conocidas como Superior e Inferior.
Las principales poblaciones huaves -San
Mateo del Mar, San Francisco del Mar y
San Dionisio del Mar- son municipios
que dependen políticamente del distrito
de Tehuantepec, aunque mantienen ma-
yor relación con el enclave petrolero de
Salina Cruz.
cualquier excursionista un suceso gratificante.
Sin duda que el agua es el elemento en torno al cual gira la vida cotidiana y la cosmogonía de la gente de San Mateo, de modo que es el agua –con sus manifestaciones y sus consecuencias– lo que determina a este pueblo y sus costumbres. Así, aun las actividades que se realizan en tierra estarán supeditadas a este elemento vital, entre otras: sus rituales y fiestas, la siembra, su alimentación y sus manifestaciones artísticas, como se verá enseguida.
San Mateo del Mar, es de los municipios istmeños que relativamente tienen menor territorio, sólo
Mujeres ikoots.
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3. EL ENCANTO DE LAS CIUDADESY PUEbLOS DEL ISTMO
Las lagunas de la zona huave son privile-
giadas para la pesca a nivel comercial,
especialmente del camarón, que se ex-
porta en buen volumen a los Estados
Unidos de América, además de algunas
ciudades de nuestro país. Otras espe-
cies que también se capturan para el
mercado local son la corvina y el pargo.
Entre las vías de comunicación con que
cuenta la zona está un camino rural que
une a Salina Cruz con el pueblo de Santa
María del Mar, agencia municipal de Ju-
chitán y cuarta población huave de rela-
tiva importancia. San Mateo se encuentra
a la mitad de esa ruta. La ubicación más
distante de otros poblados huaves, San
Francisco y San Dionisio del Mar, hacia
el suroeste de las lagunas, hace compli-
cado el acceso terrestre a ellos, por lo
que es mejor bordear la región lacustre
por la carretera que comunica al Istmo
de Tehuantepec con el estado de Chia-
pas si se les quiere visitar. Las posibili-
dades de comunicación entre los tres
municipios se reducen a dos vías: la te-
rrestre, por medio del transporte público
(autobuses o taxis colectivos), general-
mente escaso, y la travesía en lancha a lo
largo de las lagunas cuando el viento del
norte lo permite. En todos los casos, el
viajero que desee llegar a San Mateo
tendrá que salir de la ciudad de Tehuan-
tepec o del puerto de Salina Cruz.
75 km2 de tierras planas en general, quizá por esto las elevaciones son muy apreciadas, incluso objeto de veneración, como el Cerro Huazatlán, Cerro Bernal y Cerro Cristo, que son isletas en el vaso lagunar. Su clima es caluroso y seco, aunque de pronto lo refrescan los aires que soplan tanto del norte (de la laguna Superior), como del sur (del Golfo de Tehuantepec), además de las lluvias en verano y principios de otoño. Estas condiciones, en conjunto, le dotan de esa singularidad al poblado, la que se aprecia desde el momento en que se llega, ya sea por los fuertes vientos, por la arenisca constante (que incluso provoca espectaculares dunas), o por la humedad que se siente en todas partes.
Debido a las condiciones del ambiente ya mencionadas, los visitantes también son partícipes de otra expresión de la naturaleza, sobre todo si caminan por los alrededores de San Mateo, donde observarán especies de flora como el pochote, el mezquite, el tepehuaje y la pitahaya, en tanto que en fauna silvestre destacan el jabalí, el coyote, el tejón, la liebre, el armadillo, la chachalaca y el zopilote.
Desde luego que no es sólo el mar el motivo de visita a San Mateo, lo es también el pueblo, las tradiciones de su gente. A esta comunidad se
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SAN MATEODEL MAR
Los huaves clasifican las enfermedades
en dos grandes categorías: las envia-
das por Dios, generalmente leves y de
carácter epidémico, y aquellas causa-
das por una acción humana o por la in-
tervención directa de algún espíritu. La
primera categoría, además de recono-
cer las enfermedades que pertenecen
al conocimiento occidental, abarca los
malestares que son provocados por la
oposición entre “frío” o “calor” y que se
refieren a causas intestinales. Las en-
fermedades de la segunda categoría,
conocidas como narangïc suelen, por el
contrario, asociarse a condiciones emo-
tivas, tales como la ira, la depresión o el
temor. Su tratamiento no sólo exige la
intervención de un especialista, sino tam-
bién la ejecución de una larga ceremo-
nia presidida por el neasomïy. Un tercer
tipo de enfermedad, incluido dentro de
la segunda categoría, se deriva de los
daños causados a la “tona” o animal
hermanado desde su nacimiento con el
enfermo.
llega por la carretera que parte del puerto de Salina Cruz (no más de 30 minutos de viaje por automóvil), de inmediato los visitantes se darán cuenta de que están en un pueblo característico de los litorales del sur: sus calles arenosas, bordeadas por arbustos, y las casas hechas de horcones, carrizo enjarrado y palma real (aunque desafortunadamente algunas de estas bellas viviendas han sido sustituidas por las nuevas casas de concreto), con sus patios de enramadas que sirven por igual como área de trabajo que de lugar de descanso, donde se cuelgan las hamacas y se pone a secar el pescado o el camarón, a un lado casi siempre la cocina que consta de un fogón y un horno.
Según los censos recientes, el municipio de San Mateo del Mar tiene una población total de 1,600 habitantes, la mayoría, como ya se dijo, perteneciente al grupo étnico huave, en consecuencia, hablante de esta lengua; así, no será extraño escuchar a los mareños hablar en ikoot, ya sea en la vida privada o pública. Junto con la pesca, su idioma son sin lugar a dudas sus principales rasgos distintivos, más que su vestimenta, en la cual han adoptado la tradición zapoteca (véase El Istmo: urdimbre cultural de México).
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3. EL ENCANTO DE LAS CIUDADESY PUEbLOS DEL ISTMO
La franja costera del Istmo carece de es-
taciones y su única alteración consiste
en una corta temporada de lluvias y una
larga época de sequía. A éstas corres-
ponde la presencia de dos vientos en-
contrados: el del norte y el del sur, en
torno a los cuales giran la pesca y la mi-
tología. Entre octubre y febrero, el viento
del norte golpea con fuerza la costa y
provoca el desplazamiento de las dunas
hacia terrenos que antiguamente fueron
de cultivo.
En San Mateo del Mar, la mayor parte de
los pobladores son monolingües en len-
gua indígena y emplean ésta, el huave,
como medio de comunicación dentro
de la misma comunidad; existe también
población bilingüe que domina la lengua
española como la lengua indígena, so-
bre todo se trata de personas que han
salido a trabajar a ciudades de la región
u otros estados; una mínima parte habla
únicamente el español.
Quizá los principales sitios de reunión en San Mateo son el mercado y la iglesia, lugares que después de las lagunas son sumamente importantes en la vida de los mareños, ambos en el centro del pueblo. El primero se instala por las mañanas sobre la calle (aunque está en construcción un edificio que servirá para este fin). En él las mujeres comercian aquellas especies que los jefes de familia han extraído del mar, además de los productos agrícolas e industriales que llegan principalmente de Salina Cruz, Juchitán y Tehuantepec, y los propios que elaboran las hacendosas mareñas. Cabe decir que este intercambio comercial se ha llevado a cabo desde tiempos inmemoriales, debido a la escasa producción del campo en los pueblos huaves y a la vocación comerciante de sus vecinos zapotecos.
En el mercado también es posible adquirir productos artesanales que complementan la economía y la tradición ikoot, es famosa la cestería de palma, la cerámica, la hechura de redes, los textiles y más recientemente la elaboración de cortinas y joyería de conchas de caracol. Es en efecto, el tejido textil (hecho en telar de cintura), la actividad que en los últimos años ha cobrado relevancia, esto al fundarse talleres de mujeres artesanas,
La pesca en San Mateo del Mar.
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SAN MATEODEL MAR
Los ikoots son profundamente católicos
desde el siglo XVI. Las prácticas que ri-
gen su vida religiosa provienen en su gran
mayoría, de sus cultos ancestrales y de
la implantanción del cristianismo, al lle-
gar los españoles; un proceso de evange-
lización que logró establecer una armonía
entre las divinidades cristianas y las ver-
náculas. Entre Dios y los huaves se or-
ganiza una amplia cadena de santos,
vírgenes y monteoks que fungen como
intermediarios y determinan las activi-
dades del culto.
donde se elaboran desde prendas de vestir hasta artículos para la casa, como cojines, servilletas y sábanas; además de objetos de uso personal, como bolsas para dama, carteras, etcétera. (Véase Artesanos).
La iglesia, por su parte, es el crisol de la cosmogonía huave, pues en ella se concentran no sólo la ritualidad cristiana introducida por los españoles, sino que ha permitido la continuación de algunos aspectos del antiguo culto ikoot. Sí, porque la religiosidad de este pueblo, como el de los otros pueblos mareños entrelaza a los santos cristianos con los dioses antiguos (divinidades locales, monteoks, que gobiernan las fuerzas naturales y se hacen presentes en los rayos y en los relámpagos que cruzan el horizonte), además de los temidos “naguales”. Se puede decir incluso que el sistema religioso marca las actividades cotidianas y el orden social en San Mateo, incluidas desde luego las expresiones artísticas y la festividad tan arraigadas.
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3. EL ENCANTO DE LAS CIUDADESY PUEbLOS DEL ISTMO
En San Mateo del Mar la fiesta de La
Candelaria tiene un carácter regional, a
ésta acuden fieles provenientes de dife-
rentes pueblos vecinos, como San Carlos
Yautepec, Ixtepec, Ixtaltepec, Ixcuinte-
pec, entre otros. En cuanto a la fiesta de
Corpus, es la conclusión de un proceso
ritual en el cual las autoridades munici-
pales de “usos y costumbres” (nombra-
dos en asambleas comunitarias), realizan
seis peticiones para que la temporada
de lluvias sea favorable a los campesi-
nos y a los pescadores; en las tres prime-
ras, las autoridades salen de la iglesia y,
de manera individual, escogen lugares
especiales a orillas del mar y frente a los
cerros del pueblo para ofrecer sus ple-
garias, en las tres últimas van acompa-
ñados de la población, o incluso de
representantes de pueblos vecinos, a fin
de que la petición tenga mayor fuerza.
Dentro del conjunto de fiestas patronales o religiosas, generalmente a cargo de mayordomos, destacan las de La Candelaria, del 2 de febrero; la de Corpus Christi, que se realiza invariablemente después de la Semana Santa; la Santa Cruz, del 3 de mayo, y también la fiesta llamada “de los pescadores”, el 19 de abril. En éstas los visitantes pueden participar de las muestras dancísticas, musicales y gastronómicas del pueblo, asimismo recorrer las calles que en esas fechas se engalanan de flores, o dirigirse a las cercanas playas, donde también se festeja.
Particularmente vistosa para propios y extraños resulta la Danza de la serpiente, que se ejecuta sólo en la fiesta de Corpus; este ritual representa el ruego por lluvias provechosas sin inundaciones o daños adjuntos. Si durante la danza soplara algún viento, es mala señal, en cambio si llueve se considera que la temporada será buena. Para los mareños, la serpiente representa una fuerza viva que puede ser destructiva, de manera que la danza finaliza con su decapitación simbólica, lo que despeja el camino de lluvias perniciosas en el próximo ciclo. Esta danza se ejecuta al ritmo
Artesanías de San Mateo del Mar.
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SAN MATEODEL MAR
de flautas, tambores y caparazones de tortuga, percutidos con astas de venado, instrumentos que son la base de la música autóctona mareña y que están íntimamente ligados a la ritualidad mesoamericana (véase Músicos). Cabe decir que los “sones de tortuga”, nombrados en lengua ikoot como mipampóh, se ejecutan únicamente durante la noche del Jueves de Corpus, mientras que los sones de las “velas” se presentan durante el día de La Candelaria y la fiesta de San Mateo.
Otra de las manifestaciones culturales de los huaves que los visitan
tes pueden apreciar en las fiestas, en el mercado o en las mismas casas es la cocina autóctona, que en San Mateo tiene una matriz particular, es cierto, con influencia zapoteca, pero guardando la esencia mareña, más que nada por los productos empleados, del mar en su mayoría, y sus procesos de elaboración, relacionados con la parsimonia huave. Destacan entre estos platillos tradicionales, por el cuidado con que se hacen y su gusto, los tamales de pescado, el mole de camarón, el pescado asado, el “capeado”, el guisado de res y diferentes platillos de mariscos. (Véase Recetario autóc-tono del Istmo).
La tarde empieza a caer, los hombres vuelven con sus redes a la espalda; las mujeres, igual regresan del mercado con bandejas bajo el brazo. Sobre los follajes cantan centenares de pájaros. Un viento fresco que viene del mar comienza a mecer el agua de las lagunas. El día termina en uno de los pueblos más pintorescos del Istmo, en breves minutos los ruidos humanos habrán terminado, y la voz milenaria del viento y del mar le cantará a la noche en San Mateo.
En medio de sus fatigas apostólicas, oyó
decir que allá entre las asperezas de las
incultas montañas de los chontales estaba
derramado un pueblo cerril e indómito.
Historia de Oaxaca, José Antonio Gay
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En la zona más al sur de la región del Istmo, siguiendo los ribetes del Océano Pacífico, continúa la carretera federal número 200, que une al industrioso puerto de Salina Cruz
con el bellísimo Huatulco, uno de los puertos turísticos prominentes del país. Si el punto de partida es Salina Cruz, en dirección hacia la Costa Chica de Oaxaca, la mirada del viajero se extasía con el azul esmeralda del mar a su derecha, y con el verde selvático de las lomas y planicies a la izquierda; de pronto, a cualquiera sorprenderá gratamente encontrarse con pequeñas caletas donde un grupo de hombres realiza una actividad heredada desde siglos, la “cosecha” de la sal, que extraen del mar, y la que por buen tiempo hizo famosa no sólo a la zona, sino a toda la región istmeña.
Habrán pasado treinta minutos de gozoso recorrido sintiendo en el rostro la brisa marina, cuando un
letrero indica el poblado: San Pedro Huamelula, un sitio cuya visita siempre será grata. Por tanto hay que renunciar a la vista del mar y a la carretera federal, para tomar el camino pavimentado que se dirige a las montañas de la zona chontal (véase El encanto de las ciudades y pueblos del Istmo). No es, en efecto, mayor la distancia que habrá de recorrerse, escasos cinco kilómetros, algunos minutos para estar en el pueblo; claro, si el viajero no se detiene un momento a contemplar los paisajes montaraces, donde no es extraño admirar parvadas de loros y cotorros o las iguanas que retozan en los ramajes de guanacastles y tepehuajes.
San Pedro Huamelula es un pueblo chontal, pero con mucha influencia zapoteca por encontrarse en la Chontal Baja (como ya se sabe la zona Chontal se divide en Alta y Baja en función de su orografía: la montaña o la planicie), por esta causa es considerado un pueblo costeño, donde el clima, cálido con aires de norte a sur y con lluvias en verano, y la forma de vida
SAN PEDRO HUAMELULA
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3. EL ENCANTO DE LAS CIUDADESY PUEbLOS DEL ISTMO
de sus pobladores lo confirman. Según la historia, fue fundado donde actualmente se encuentra en 1499; es decir, poco antes de que los españoles conquistaran la región, aunque también se dice que ya existía como pueblo desde mucho antes (cerca del año 300 d.C.). Estudios realizados aportan suficientes evidencias para creer que junto con su vecino Astata, son los poblados más antiguos de la zona.
Se trata de un pueblo típico de la región, y por ser cabecera municipal es el más grande en cuanto a su número de habitantes, más de 8 mil, distribuidos en diferentes barrios: Pajaritos, Mato, San José, Tres Reyes, Hormigas, Barrio Nuevo, Guadalupe
El nombre primigenio de Huamelula es
Huamimilolli, que significa “junto al mon-
tículo de bledos”. Es un pueblo de 8, 800
habitantes, que se localiza en las coor-
denadas 95º 40’ longitud oeste, 16º 01’
latitud norte, a una altura de 80 metros
sobre el nivel del mar. Limita al norte
con Magdalena Tequisistlán, Santa Ma-
ría Ecatepec y Santo Domingo Tehuan-
tepec, al sur con el Océano Pacifico y
Santiago Astata, al poniente con San
Carlos Yautepec, San Miguel del Puerto
y Santa María Ecatepec, y al oriente con
Santo Domingo Tehuantepec, Oaxaca.
Pág. anterior: Iglesia dominica de Huamelula.
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SAN PEDROHUAMELULA
Las investigaciones arqueológicas su-
gieren que Huamelula se desarrolló so-
bre todo durante el período Posclásico
Tardío (1200-1500 d. C.), aunque al pare-
cer existió un recinto cívico-ceremonial
del período Clásico en el barrio La Sole-
dad, el mismo que se trasladó para el
período Posclásico Tardío hacia donde
hoy en día se encuentra el centro del ac-
tual pueblo de San Pedro Huamelula;
según los dichos de algunas personas
del lugar, se hallaron restos arqueológi-
cos debajo de la iglesia parroquial de
San Pedro.
y otros. Sus pobladores se dedican principalmente a las actividades agrícolas (cultivan café y frutas tropicales, maíz y frijol), a la pesca y al comercio; la cacería de especies permitidas, aunque en mínimo porcentaje, todavía se practica como medio de subsistencia para algunas personas. Sin embargo, debido a sus necesidades económicas, los miembros de muchas familias tienen que emigrar, ya sea a las ciudades istmeñas (Juchitán, Tehuantepec o Salina Cruz), o hacia la ciudad de Oaxaca o al Distrito Federal.
San Pedro Huamelula, como muchos pueblos de México, ha visto alterada su arquitectura vernácula debido a la incorporación de técnicas de construcción modernas, no obstante, aún pueden observarse las casas tradicionales de esta cultura, sobre todo en el centro de la población, casas de altas paredes de adobe y techos de teja de dos aguas, ideales para las condiciones climáticas de la región, además de sus frescos corredores o patios “enramados”, donde seguramente se encontrará una buena hamaca para pasar los calores del medio día.
Al caminar por las calles del pueblo, llaman la atención dos construcciones singulares: una pequeña capilla dedicada a San Sebastián Mártir, con paredes de abobe y techumbre de teja, que conserva modestos trazos
El vestigio más notable del antiguo asen-
tamiento de Huamelula es un recinto
cívico-ceremonial que conserva dos mon-
tículos, un patio de juego de pelota y
los restos de otros dos edificios monu-
mentales que fueron destruidos. Otros
referentes de este asentamiento prehis-
pánico son los artefactos que constitu-
yen la colección más importante del
pequeño Museo Chontal de San Pedro
Huamelula, e incluye las esculturas de
piedra estilo hacha y fragmentos de
recipientes.
Paisajes de San Pedro Huamelula.
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3. EL ENCANTO DE LAS CIUDADESY PUEbLOS DEL ISTMO
Huamelula dista aproximadamente 50
km de Tehuantepec, y 300 km de la capi-
tal del estado, a una y seis horas de viaje
en automóvil, respectivamente. Se puede
llegar desde Huatulco en cualquier auto-
bús que se dirija a Tehuantepec o Salina
Cruz. Ahora que si se sale de Salina Cruz
o Tehuantepec, habrá que abordar los
autobuses que se dirijan a Huatulco o
Puerto Escondido. El paseante descen-
derá en el paradero de Huamelula y de
ahí esperará otro transporte (taxi colec-
tivo) que lo llevará hasta el centro del
pueblo.
Este municipio dispone de un centro de
salud y tiendas de abasto; además de
que es posible la comunicación me-
diante la telefonía rural. Cuenta también
con escuelas del nivel preescolar, pri-
mario, secundario y bachillerato. El me-
dio de transporte más común son los
taxis y camionetas “pasajeras”, que rea-
lizan recorridos de enlace hacia Salina
Cruz y Tehuantepec.
arquitectónicos del siglo XVII, además de que en su interior todavía se pueden hallar imágenes de bulto, talladas en madera de esta misma época; la otra, es su iglesia de calicanto y techo abovedado, construida por la orden dominica en el siglo XVIII (aunque ya poco queda de la obra original), dedicada a San Pedro Apóstol; dos de los elementos más valiosos de esta edificación son un vitral sobre el altar y sus campanas, fundidas en 1728, según puede leerse. Son el estado de estos monumentos y su uso cotidiano la mejor prueba de la religiosidad de este pueblo.
Su gente, amable con los visitantes y alegres conversadores, resulta otro de los motivos para visitar Huamelula. De origen chontal, una de las culturas más antiguas de la región, aunque también de las menos conocidas, habla todavía su lengua materna, el slijuala xanuk o chontal de Oaxaca, que desafortunadamente en las últimas décadas ha padecido el fenómeno de la disminución drástica de hablantes, sobre todo entre la población joven. Por otra parte, dentro de sus tradiciones destacan: la gastronomía, la música y la danza, y así sea en menor proporción, las artesanías.Arquitectura vernácula chontal.
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SAN PEDROHUAMELULA
En San Pedro Huamelula una de las ex-
presiones más importantes es la prác-
tica de la música y la danza de “Turcos y
Cristianos”, versión local de las danzas
de “Moros y Cristianos”. En esta repre-
sentación intervienen personajes tales
como los pichilinqui o turcos, los mare-
ños, el rey Mahoma y los cristianos;
acompañados por la flauta y el tambor
que ejecutan los “chicanteros” o músi-
cos principales para esta danza. Del 22
al 30 de junio se celebra la fiesta tradi-
cional de San Pedro Apóstol, que es la
oportunidad para admirar en todo su
esplendor estas danzas. Al igual que
muchos pueblos indígenas de Oaxaca y
de México, la danza configura formas
ceremoniales y rituales indispensables.
La comida de San Pedro Huamelula sin duda es muy generosa en cuanto a su variedad, propios y extraños se deleitan con distintos platillos que tienen como base la carne de animales comestibles −silvestres y domésticos−, entre otros: caldo de res y moles de gallina y de iguana (la cual ahora es adquirida en los criaderos establecidos en la zona para evitar la extinción de la especie). Particularmente en pescados y mariscos, San Pedro Huamelula tiene una larga tradición, siendo famoso su mole de pescado y su delicioso caldo de chacales (langostinos de río). Además, su panadería constituye toda una tradición istmeña, destacando los marquesotes de arroz, de maíz y de trigo y los panes de yema, torta y chiapa. (Véase Recetario autóctono del Istmo).
Otra herencia importante de los chontales o istmeños de Huamelula son sus expresiones musicales, resguardadas con celo por músicos tradicionales, ancianos muchos de ellos, que tocan la prehispánica chirimía y el chicante (tambor), y quienes lograron registrar cerca de cien de sus ejecuciones en un disco compacto (véase Músicos). Es posible escuchar en todo su esplendor esta música principalmente en las fiestas religiosas, a cargo de mayordomos, en donde se funde con otra manifestación artística muy arraigada en el pueblo, la danza, bailes representados tanto por niños como por adultos.
Si el fuereño quiere participar de estas expresiones, no puede faltar a la máxima fiesta del pueblo, en honor a San Pedro Apóstol, del 22 al 30 de
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3. EL ENCANTO DE LAS CIUDADESY PUEbLOS DEL ISTMO
Otra representación popular de San Pe-
dro Huamelula es la Danza del Caballito
o Danza de Santiaguito (Tyityo), en donde
el santo les “regala” a quienes no creen
en el nacimiento del hijo de Dios unos
fuetazos para hacerles creer a la fuerza;
esos fuetazos son de verdad, sólo que
en la actualidad se toman como parte
de un juego en la celebración. Las fe-
chas en que se lleva a cabo esta danza
son el 15, 24 y 26 de diciembre y el 20
de enero.
junio, donde disfrutará de las calendas y la divertida Danza del lagarto, con sus juegos de negros, turcos y cristianos. Por supuesto que existen muchas oportunidades más para conocer las tradiciones de Huamelula, todas amenizadas con música y baile: la fiesta de los muertos o todosantos (a finales de octubre), la Semana Santa, las mayordomías y las bodas. En Huamelula, como en muchos de los pueblos de Oaxaca no puede faltar una banda, y para el caso de San Pedro Huamelula existe la Banda Municipal “Santa Cecilia”, que toca diversos géneros, entre los que destacan los sones istmeños (véase Músicos).
Las artesanías, sobre todo la alfarería, la elaboración de objetos y muebles de madera modestos, el tejido de la palma y la confección de trajes típicos bordados en hilo de seda, lo mismo que su Casa del Pueblo, pueden ser otro pretexto para visitar el lugar. Y, por qué no, de ahí dirigirse a otros pueblos y rancherías cercanas que reservan también gratas sorpresas, por ejemplo: El Coyul, Río Seco, San Isidro Chacalapa, Santa María, Tapanalá, El Bejuco, El Gavilán, El Limón, Los Cocos, Río Papaya, San Pedro Liguaca, San Isidro Labrador y Guayacán; estos pueblos deben ser visitados en compañía de algún guía local, debido a que la mayoría de los accesos son por caminos rurales.Calle principal de San Pedro Huamelula.
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Entre la gran variedad de flora que pue-
den encontrarse en San Pedro Huamelula
destacan: el nopal, el huaje, la palma, el
ocote, el guanacastle, el pochote, el te-
pehuaje, el huizache, el chicozapote y la
pitaya. Y en lo que a fauna se refiere, el
paseante podrá observar en libertad ani-
males como el jabalí, el coyote, el co-
nejo, el tlacuache y el armadillo.
Pero si las costumbres, la forma de vida y el origen de San Pedro Huamelula, son un gran atractivo para los paseantes, recorrer su territorio los dejará extasiados, toda vez que este municipio, a causa de su orografía, es poseedor de paisajes que no merecen otro adjetivo sino el de extraordinarios. La superficie total del municipio es de 505 km2, que se traducen en extensiones de montañas bajas, húmedas planicies, ríos y arroyos, lagunas y litorales; esto porque Huamelula está rodeada por la cadena montañosa de Tehuantepec por una parte, y por las tierras costeras del Pacífico, por la otra; el promedio de altitud del pueblo es de 90 msnm.
Sin duda son sus recursos hidrológicos los que mejor caracterizan a la zona, desde las playas y bocabarras, hasta sus lagunas, manglares y ríos. Así, los amantes de la naturaleza pueden iniciar su paseo por las principales lagunas del lugar: Laguna Grande y San Diego, paradisíacos sitios donde lo mismo puede disfrutarse de sus aguas que de su flora o su fauna. En éstas se puede practicar la pesca de especies como la lisa, el pargo, el bagre, además de jaibas, camarones y langostinos. Para quien gusta de la ornitología, es posible observar ejemplares de especies difíciles de hallar en otras partes de la región, como la espátula rosada, la garza dedos dorados y la garza tigre. Es importante saber que esta laguna no sólo es valorada El río Seco.
por su belleza, sino por lo que representa para la vida y la economía de los lugareños.
El Rosario es otra laguna que se conecta con el mar, donde también los habitantes de Huamelula han encontrado una opción de sobrevivencia, esto mediante la pesca de especies como el barrilete, el ojotón, el jurel o la sierra. Asimismo se emplean en otra actividad económica, la explotación de la sal. El paseante, desde luego, tiene la oportunidad de recrearse en las cálidas playas (con sus precauciones porque es mar abierto) y solazarse con la belleza del paisaje.
Pero el mar y las lagunas no son la única opción, para quien guste caminar puede hacerlo por las márgenes de sus ríos: Grande y Seco, una cuenca que nace en la Sierra Madre del Sur y pasa a las orillas del pueblo. En éstos, además de refrescarse en sus pozas y caídas, es de admirar la exuberancia en flora y fauna local, la cual irá en aumento en la medida que el caminante incursiona (siempre con el acompañamiento de un lugareño para no extraviarse) en las cercanas montañas que rodean la comunidad. No será extraño toparse en algún momento con especies como conejos, armadillos, palomas, chachalacas e iguanas; ya en la espesura de la selva tropical, es posible llegar a encontrar venados, coyotes y jabalíes. En síntesis, quien gusta de la naturaleza vivirá en San Pedro Huamelula y sus alrededores una experiencia que siempre recordará.
Las palabras y las imágenes siempre estarán limitadas en cuanto a mostrar la riqueza que en cultura y tradición tiene en su haber San Pedro Huamelula, nada se compara con descubrirlo al andar sus calles, subir sus montes, bañarse en sus aguas, admirar sus colores y deleitarse con sus sabores, conversar con su gente y escuchar su música. Sea éste recorrido sólo una invitación.