Download - El hombre y la era Atómica
BENEMERITA UNIVERSIDADAUTONOMA DE PUEBLA
MATERIA:
Formacion Humana y Social
PROFESOR:
Alberto Isaac Herrera Martinez
ALUMNO:
Isaac Aldemar Castrejón Armenta
ESPECIALIDAD:
Lic. En Farmacia
Frente a los peligros que se ciernen sobre la existencia humana desde que el hombre
atraviesa el umbral de la era atómica, a los que hoy se agregan -provenientes de
nuevas tecnociencias- amenazas a lo humano en cuanto tal, es imperativo
recomendarnos, con Günther Anders, ampliar nuestra imaginación moral y estar
vigilantes. La atención al diálogo de Anders con C. Eatherly debe ayudarnos a
comprender las implicaciones existenciales para el hombre –especialmente la de la
culpa- en la singular situación humana de la era atómica.
El hombre “instrumentalizado”
formado por la sociedad
industrial, no ha estado, ni está –
ni con sus capacidades
representativas, ni con su
sensibilidad- a la altura de sus
desmesuradas producciones
tecnológicas. Esto es algo que no
le facilita el evitar acciones
abominables, ni contribuye a que
asuma su culpabilidad por ellas.
Günther Anders nació en Breslau en 1902 y murió en Viena en 1992 al cabo de una vida larga eintelectualmente fértil. Los primeros trabajos de de Anders se inscribían en la línea de lafenomenología y se orientaban hacia una ontología del hombre, a los 15 años ya había vivido laprimera guerra mundial, hubo de huir de Alemania ante la llegada del nazismo en 1933. Emigróa EEUU, en tiempos en que, con el taylorismo, se había impuesto la organización científica deltrabajo en la sociedad industrial. Al volver a Europa, se instaló en Viena. Realiza diferenteslibros, a su actividad de periodista y escritor, unirá una importante militancia antinucleartiempodespues a pesar de aver huido a alemania la onda expansiva de la segunda guerra mundial loafecto su vida se vio marcada por esos dos enormes acontecimientos que fueron el genocidiojudío bajo el Tercer Reich y el ataque atómico de la aviación de los EEUU contra Japón en1945.
(1902-1922)
Los bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki fueron ataques nucleares
ordenados por Harry Truman, Presidente de los Estados Unidos, contra el Imperio
de Japón. Los ataques se efectuaron el 6 y el 9 de agosto de 1945, y pusieron el
punto final a la Segunda Guerra Mundial. Después de seis meses de intenso
bombardeo de otras 67 ciudades, el arma nuclear Little Boy fue soltada sobre
Hiroshima el lunes 6 de agosto de 1945, seguida por la detonación de la bomba Fat
Man el jueves 9 de agosto sobre Nagasaki. Hasta la fecha estos bombardeos
constituyen los únicos ataques nucleares de la historia.
Se estima que hacia finales de 1945, las bombas habían matado a 140.000
personas en Hiroshima y 80.000 en Nagasaki, aunque sólo la mitad había fallecido
los días de los bombardeos. Entre las víctimas, del 15 al 20% murieron por
lesiones o enfermedades atribuidas al envenenamiento por radiación. Desde
entonces, algunas otras personas han fallecido de leucemia (231 casos
observados) y distintos cánceres (334 observados) atribuidos a la exposición a la
radiación liberada por las bombas. En ambas ciudades, la gran mayoría de las
muertes fueron de civiles.
El 6 de agosto de 1945, Claude R. Eatherly
cumple la orden de destruir el puente situado
entre el cuartel general y la ciudad de
Hiroshima. Un error de cálculo hace que la
bomba caiga sobre la ciudad. De regreso a la
base militar, “el piloto de Hiroshima” promete
dedicar su vida a la lucha contra las armas
nucleares.
Según Anders, Eatherly personifica la conciencia en un
mundo que persuade al individuo de que no es
responsable de las consecuencias de su acción. El
mundo tecnificado nos implica en hechos cuyos efectos
somos incapaces de representarnos. Esto hace que
podamos ser inocentemente culpables como nunca
antes. Eatherly es el “predecesor” de todos nosotros.
Pero lo que sobrepasa la conciencia, aquello que está
más allá de sus límites, impone una labor de
concienciación: en el “No más Hiroshima” coinciden el
verdugo, las víctimas y el intelectual
Sin buscar un interés puramente literario ni ornamental, a pesar de
la fascinación que desprenden las palabras escritas por su valor
moral, “El piloto de Hiroshima. Más allá de los límites de la
conciencia”, es mucho más que la descripción de un
arrepentimiento y su posterior intento por saldar las cuentas, se
trata en verdad de un análisis, utilizando un caso concreto, de a
dónde nos lleva la “era atómica”; en definitiva un modo de
gobernar y ejercer el poder desde la pura violencia.
El 6 de agosto de 1945, el Día de Hiroshima, una nueva eracomenzó: la era en la que en cualquier momento disponemosdel poder para transformar cualquier lugar de nuestroplaneta, y aún nuestro planeta mismo, en una Hiroshima.Desde ese día somos, al menos de modo negativo,omnipotentes pero, puesto que, por otra parte, en cualquiermomento podemos ser “borrados”, también desde ese díasomos totalmente impotentes. Cualquiera que sea el tiempoque esta era pueda durar, aún si durara por siempre, ésta es“La última edad” la posibilidad de nuestra autoextinción,pueda terminar sino con el final mismo.
Por lo tanto, por su naturaleza propia, esta era es un “aplazamiento”, y nuestra “manera
de ser” en esta era debe de ser definida como “no-todavía no-existente”, “aún no-es
no existente”. Por tanto, la pregunta básica de la moral de tiempos anteriores debe
de ser radicalmente reformulada: en vez de preguntar, “¿Cómo deberíamos vivir?”,
ahora debemos preguntar “¿Viviremos?”. Para nosotros, que no somos todavía no-
existentes en esta Era del Aplazamiento, solamente existe una respuesta: pese a
que en cualquier momento el tiempo del final puede convertirse en el final del
tiempo, debemos hacer todo lo que podamos para que el final del tiempo sea
interminable. Puesto que creemos en la posibilidad del final del tiempo, somos
apocalípticos pero, puesto que luchamos contra ese Apocalipsis hecho por el
hombre también somos –y esto es algo que nunca antes existió– antiapocalípticos.
Pese a que suena totalmente plausible, es un error decir que las armas atómicas
existen en nuestra situación política. En tanto que la situación actual está
determinada y definida exclusivamente por la existencia de “armas atómicas”,
debemos decir que las situaciones y los desarrollos políticos tienen lugar dentro de
la situación atómica.
ARMA NO ENEMIGO
Contra lo que luchamos no es contra éste o aquel enemigo
que podría ser atacado o eliminado por medios atómicos,
sino contra la situación atómica en cuanto tal.
Puesto que las nubes radioactivas no se molestan por fronteras
nacionales, las distancias han sido abolidas. Por tanto, en este
tiempo del final todo mundo está a mortal alcance de todo mundo.