Download - el Cateador y sus catorce doncellas
AGATA
Toma esta piedra Alejandra.
Besa sus manos heladas.
Brillen tus ojos y sus ojos
giren en danza de ágatas
con sus cinturas cruzadas.
Deja que corran las aguas
cual carruseles de piedras
como huevillos rosados.
Vayan moldeando sus cuerpos
con el orfebre del río
que con sus dedos de gotas
viaja al océano azul.
AMATISTA
Violeta mensajera en el pico de cuarzo de la Paz.
Lirio en travesía cubriendo las arenas de quietud
y en el escenario inmenso de canchas geométricas
de desmontes fríos de átomos dispersos;
la luz, la vida. Oración del hombre
que vuelve a la superficie con su cruz de fuego al pecho entre destellos y esplendores
como el monje de las profundidades. Piedra episcopal
protege la misa diaria del minero quédate con nosotros en la hostia y el vino
en la sangre y el cuerpo cansado y danos la quietud eterna
en los llanos inertes o en las montañas frías.
ATACAMITA
Constelación de estrellas verdes racimo de soles
descansando sobre la roca inerte reina mineral de Atacama
simple como mi gente que no obedece a título
grados ni castas y su honor traspasa continentes.
Te imagino una farola iluminando las pintadas
contemplando niveles aterrados donde antes su vida fue una verde llama
tan verde como la esmeralda como el sueño de ese minero loco
desafiante de tesoros y esperanzas. Les propongo a los amantes de las joyas
que esta doncella natural sea la reina
por indómita, pura y libre porque a ella no la encadenan
garfios de plata o garfios de oro a ella se le admira en las pasarelas
de los piques en lo stechos de los socavones
y al que quiera conocerla que la busque
entre la savia de las vetas en el subsuelo de Atacama.
AZURITA
Se pregunta un poeta en la soledad de una mina sentado sobre una roca: ¿Cómo un trozo de cielo
una rosa de cristales frágiles se esconde en las cavernas?
Se pregunta un poeta en éxtasis
frente a ella en su escenario de belleza: ¿Podrá mi pluma humilde
cantarte como tú mereces? Azul Azurita del universo sobrepasaste mis versos
mi lira ha quedado pétrea y enmudecieron sus cuerdas.
Se contesta el poeta: ¡Señor! Que pequeño es mi tiempo
cuan valiosas tus gemas que fealdad la nuestra que extenso tu reino que corto mi espacio
para mostrar en silencio a todos los hombres que aún hay reservas
de paz y de belleza que se mantienen puras en el fondo de la tierra.
CRISOCOLA
Sueño verde en la noche de cerros
suterránea mujer de encajes celestes incansable figura
en las cavernas ciegas evocas
un beso interrumpido un succionar de savia mineral
desde los labios mineros hasta tu boca de arcilla.
Tu voz acalla los deseos
tu sed te hace insaciable
el agua es tu alimento
lo saben los que gustan
el sabor de tus átomos. Enigma del desierto
lozano amanecer mujer de minero diosa alucinante
espejismo celeste en la noche profunda
de un ruco minero.
CRISTAL DE ROCA
Escarcha de los helados sueños de la tierra gris de los guerreros.
Témpano de lechosa sílice navegando en las arenas del
desierto con tu pupila de espejos extraviados.
Agua detenida, en el vaso del tiempo espectro de diamantes
cabeza de cobra asomando entre los arenales.
Arco iris de paz y de esperanza serpentina de color y de fiesta
esmeralda de África. Diamante de Alemania.
Caminante transparente de la lejanía Grecia esqueleto de hielo
botado entre las piedras. Testigo de una noche de niebla.
Mano de minero cubierta de sales aferrándose entre las escaleras.
Cuerpo de alabastro tendido en la gran sábana blanca
alumbrando las negras noches de las minas los negros ojos del silencio
EL CATEADOR
Antes que el sol derrame su saca sobre las latas de la cancha
me terceo el saco a la cintura y me ajusto la cuña y el combo
a mis espaldas. La poruña en una mano
en la otra la botella con el agua.
Es de madrugada un oleaje de camanchaca
cubre los cerros de la mina pero igual me pierdo
en las quebradas. Soy el cateador
el buscador de doncellas blancas o de celestes mantos de amarillas coronas de plateados soles o de verdes brazos
como cactus.
GRANATE
Un día… llegó a Tierra Amarilla
un señor que viajaba por el mundo un rock-hunter
persiguiendo a un tímido animalito hecho de cobre.
Desde ese día se cerraron las chimeneas de granates
huyeron los rojos piropos y las coquetas grosularias. Corrieron las espesartinas
las uvarovitas verde esmeralda. Desde ese día se acabó el granate
se acabaron las subidas de los niños que jugaban a buscarte
se cerraron las quebradas aparecieron los tranques de relaves
y unos mojones blancos dicen ser los dueños
del cerro granate del cerro del fondo del parque.
JASPE
Piedra ciega…córnea manchada de flamas. En el mapa mineral
Carrera Pinto en el grito de tu voz
se fue mi grito salimos juntos
en el canto de las aves desde la mina al mar
desde la sierra a la ciudad dorada. Cortaste el viento con tu filo silbaste entre las altas rocas corté mi infancia de cerros
cantando entre las largas calles. Hoy de nuevo te encuentro
dormido entre la sal y las sílice de las arenas blancas.
Hoy de nuevo te tomo entre mis manos te lavo entre la espuma de las aguas
te muestro al sol enmudecido caminamos juntos por la playa
te muestro la brisa permanente seguimos caminando.
Yo evoco tu grito en el espacio tu evocas conmigo:
al niño cristal al padre roca
a la madre tierra a ese hombre sencillo caminando
caminando siempre… tras el agua, tras el metal, tras el pan
en cualquier Sierra de Atacama.
LAPISLÁZULI
Dios te bendiga mujer chilena mujer diaguita, mujer de Ovalle
por lucir en tu cuello, de nieve eterna cuencas de lapislázuli.
Dios te bendiga mujer humilde por llevar en tus dedos un trozo de mar y cielo
salpicado de pirita y nieve silícea. Piedra del bien
Nefertitis mujer y reina te puso en tus ojos bellos.
Piedra nacional desplegaste tu abanico azul
por todo el universo embajadora de átomos
dura…como la lucha de mi pueblo humilde…como los obreros de Neruda
alegre…como el canto de Violeta azulada y tierna…
como los niños de Gabriela.
MALAQUITA
Verde como las uvas teñida del negro oscuro
de los piques. Redonda como pastillas
bañadas en blanco cristal de sílice.
En las tardes cuando la lámpara del cielo
se despedía de la mina salíamos a buscarte
entre el desmonte frío. Llenábamos tarros de bolitas
verde como las uvas y corríamos a jugar contigo;
a la achita y cuarta a los tres hoyitos
o a la troya Manto Barne
Remolino El Maray
un recuerdo alegre de cuando éramos niños.
OBSIDIANA
Santiago de Compostela lleva en su cuello tus perlas
como una ofrenda de América. Cóndor de vidrio negro
has emprendido tu vuelo desde el cono de Vulcano
emplumado cráter de fuego. Mueve tus alas abiertas
entre la espuma del cielo abre tu carne transparente
orbitando en el silencio. Cóndor de vidrio negro
tú viste las batallas de los hombres extrayendo el pan dorado
en los trigales de hielo. Tú viste al colla pastorear
sobre tus vetas viste su frente sudar
sin una queja. Obsidiana…
Déjame profanar tu cuerpo de silencio negro
tu alma ciega. Obsidiana…
cuando orbites sobre mis mantos de hielo
recuérdame.
OPALO
Dos corvos de plata y ópalo mis manos labraron
la india me dio sus gemas Chañarcillo un milagro.
Nunca mis dedos mezclaron empuñadura de plata y arco de iris helado
que alegría… hermano artesano
ver salir dos corvos de mis manos.
TURMALINA
Maray…te cobija en su regazo. Un día…cualquiera del año
pude subir a tu más alta chimenea siguiendo la huella de tu sangre. Tu lecho…una gran sábana negra
vestido en la mañana en blanco manto donde dormías el sueño de las piedras
donde soñabas con la espina de los cactus. Salió el cristal:
volaron como murciélagos negros “chorlos” esparció su dolor la drávita parda
como un grito de doncellas desfloradas. Clavé mi pico minero en tus rojas rubelitas
la indigólita azul me suplicaba mientras huía de mi enloquecido acero
la violeta siberita de los mantos. Un día cualquiera del año
pude bajar con el sol desde tu lecho desde tu guarida de silencio
con tu cuerpo sollozando de dolor derramando sangre por tus venas negras
derramando pena por bajar conmigo por bajar conmigo…para siempre
paso a paso…lentamente.
TURQUESA
Una princesa corre en la llanura entre el frescor de savia salvaje
enreda sus velos entre los tallos de las añañucas.
Un remolino de huevesillos verdes se levanta de las dunas
y se posa sobre dos cerrillos: “diablo chico” y “diablo grande” de Castilla.
Los cactus enmudecidos levantan sus manos inútiles porque el remolino celeste se llevó la princesa turca.
Cuentan los mineros como Pedro Alquinta
que allí están los montes pequeños y que con las lágrimas de la princesa
se formaron pupilas de cielo entre la roca dura
y cada año, cuando es primavera y se tiñen de colores las arenas
se ve correr en la extensa llanura del Desierto Florido
una hermosa doncella envuelta en velos transparentes
esparciendo con sus manos de niebla la semilla celeste
de la flor más bella del reino mineral…
la turquesa.
El mundo poético de la poesía de Alejandro Aracena Siares, es sin duda, el encuentro entre fábula, mito y realidad: Platón nos enseñó que “el poeta debe tejer fábulas, no razonamientos”. El Cateador del libro de Alejandro, transita libremente entre los cerros de Atacama en busca de sus 14 doncellas, que los dioses de la mitología han iluminado, haciéndolas cautivantes, mágicas, atrayentes, embrujadoras como el desierto mismo al medio día, que atrapa y retiene entre sus alas como el amor. Estas 14 doncellas de colores claros, en sus estatuas de luz, van entregando sus mensajes en “un sueño verde en las noches de cerros”, donde un deseo interrumpido, un
succionar de savia mineral desde los labios mineros, acalla los deseos. Invito a los lectores a entrar, a abrir las puertas de este libro: “El cateador y sus 14 doncellas” y descubrir la riqueza de su mundo poético, y recoger la voz profunda del alma misma del amor, y hacer de las doncellas, nuestras aliadas amigas “cuando la lámpara del cielo” no cuaje su luz, y poder abrir con ellas una puerta gigante en la oscuridad, y juntos, por fin, llegar a los prados de la esperanza, porque la poesía y el canto es alimento de los soñadores y poetas.