Download - El Cambio Silencioso (Esteban Magnani)
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La decisin de publicar este libro en Internet luego de que se publicara por la Editorial Prometeo en diciembre de 2003, tiene que ver con la conviccin que la informacin debe circular lo ms libremente que
sea posible. En este caso en particular, tiene tambin que ver con la necesidad que encontr en muchas fbricas de saber que no son los nicos, de que muchos otros pasaron por instancias similares y que lograron
superarlas y estar hoy mucho mejor que antes. Por eso todo aquel que pueda dar una copia de este libro a aquellos obreros que no tienen acceso a Internet, estarn construyendo el ltimo eslabn de una cadena de
solidaridad con quienes estn reconstruyendo la esperanza al reconstruir su propio trabajo.
Cabe aclarar que este libro no es, ni mucho menos, la ltima palabra sobre las fbricas recuperadas y que muchas otras obras abordan el tema de forma muy enriquecedora.
Esta copia fue bajada de www.estebanmagnani.com.ar
Ultima versin antes de la correccin realizada por los correctores de Prometeo, editorial que public el libro en diciembre de 2003.
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El cambio silenciosoEmpresas recuperadas en la Argentina
Ya no me gusta la gente que no se mete, la gente que no se preocupa por el prjimoFrase de Miguel Rodrguez, padre de Teresa Rodrguez, extrado de La poltica est en otra parte, de Hernn Lpez Echage, 2002.
Por Esteban MagnaniAo 2003
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A Bar.
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Agradecimientos
Ante todo el agradecimiento debe ser para los protagonistas de este libro, a los trabajadores que casi sin
saberlo inspiran, adems de libros, esperanzas. Tambin para todos los que brindaron su escaso tiempo para
transmitirme experiencias y explicarme cuestiones por dems complejas.
El otro agradecimiento fundamental es para Naomi Klein y Avi Lewis, no tanto por haberme apoyado con el
proyecto brindndome la posibilidad de acceder a material invalorable, como por haberme abierto un mundo
al que tena un acceso hasta ese momento slo terico. En nuestro pas trabajar en lo que a uno le gusta
parece una utopa inimaginable. Que, adems, uno pueda dedicar su tiempo a una buena causa, es un lujo que
creo no me haba atrevido siquiera a imaginar. El intercambio de opiniones que se produjo con el resto del
equipo, tanto argentinos como extranjeros, me permiti ir construyendo una mirada que no hubiera podido
lograr solo.
Tambin merecen un agradecimiento especial todos los que fueron leyendo los captulos de este libro y
dndome sus invalorables opiniones y correcciones de estilo, hacindose un hueco en sus tareas cotidianas:
mi viejo, Tete, Julin, Guille, Anita, Eleonora. Tambin result invalorable la ayuda de Florencia Kravetz,
quien en medio de su incesante lucha con papeles y jueces, encontr el tiempo para conducir a buen puerto el
complejo captulo sobre los aspectos legales de la lucha de los trabajadores.
Tambin, y por distintos motivos, me es imprescindible agradecer a la gente del MNER, MNFRT, a Claudia
Acua (de lavaca.org), Lalo, Kate Barrow, Mara Alicia Gutirrez, Osvaldo Battistini y Vctor Turquet.
Por ltimo quiero agradecer especialmente a Brbara, quien entre los malabares con sus proyectos y sus
problemas, nunca me dej caer.
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Prlogo
Cuando trabajar es un delitoPor Naomi Klein
En 1812, bandas de tejedores y urdidores britnicos allanaron las fbricas de textiles y destrozaron las
mquinas industriales con sus martillos. Segn los ludistas, los nuevos telares mecanizados haban eliminado
miles de trabajos, fragmentado comunidades y merecan ser destruidas. El gobierno britnico discrep y
llam a un batalln de 14 mil soldados, que brutalmente reprimi la revuelta de los trabajadores y protegi
las mquinas.
Adelantmonos dos siglos a otra fbrica textil, sta en Buenos Aires. En la fbrica Brukman, que ha estado
produciendo trajes para hombre durante 50 aos, es el allanamiento policaco el que destroza las mquinas de
coser y a los 58 trabajadores que arriesgan sus vidas para protegerlas.
El lunes, la fbrica Brukman fue el escenario de la peor represin que Buenos Aires ha tenido en el ltimo
ao. La polica desaloj a los trabajadores en medio de la noche y convirti la cuadra entera en una zona
militar, resguardada por armas y perros de ataque. Imposibilitados de entrar a la fbrica y entregar un
importante pedido de 3 mil pantalones, los trabajadores congregaron a una gran multitud de simpatizantes y
anunciaron que era tiempo de regresar a trabajar.
A las 17 horas [hora local], 50 costureras de edad madura, con peinados no-rebeldes, zapatos cmodos y
batas azules de trabajo, caminaron hacia la valla negra de policas. Alguien empuj, la valla cedi, y las
mujeres de Brukman, desarmadas y brazo con brazo, entraron lentamente.
Haban dado slo algunos pasos cuando la polica empez a disparar gases lacrimgenos, caones de agua,
balas de goma, primero, seguidas de plomo. La polica incluso acus a las Madres de Mayo, quienes usan
unos pauelos en la cabeza bordados con los nombres de sus hijos desaparecidos. Decenas de manifestantes
fueron heridos y la polica dispar gas lacrimgeno dentro de un hospital donde algunos se haban refugiado.
Esto es una postal de la Argentina a menos de una semana de sus elecciones presidenciales. Cada uno de los
cinco principales candidatos est prometiendo poner a este pas, en crisis abrumadora, de vuelta a trabajar.
Sin embargo, los trabajadores de Brukman son tratados como si coser fuera un crimen capital. Por qu este
ludismo de Estado, esta rabia hacia las mquinas? Bueno, Brukman no es slo una fbrica, es una fbrica
ocupada, una de las casi 200 del pas que han sido tomadas y administradas por sus trabajadores en el
ltimo ao y medio. Para muchos, las fbricas, que emplean a ms de 10 mil trabajadores en la repblica y
producen de todo, desde tractores hasta helados, son vistas no slo como una alternativa econmica, sino
tambin como una alternativa poltica. Tienen miedo de nosotros porque hemos mostrado que, si podemos
llevar una fbrica, podemos tambin llevar un pas, fue lo que dijo el lunes por la noche Celia Martnez,
trabajadora de Brukman. Es por eso que el gobierno decidi reprimirnos.
En un primer vistazo, Brukman aparece como cualquier otra fbrica de prendas en el mundo. Como en
Mxico las sper modernas maquiladoras y las fbricas de abrigos de Toronto que se estn viniendo abajo,
Brukman est llena de mujeres encorvadas sobre sus mquinas de coser, forzando sus ojos y haciendo volar
sus dedos sobre la tela y el hilo. Lo que hace a Brukman diferente son los sonidos. Est el rugido familiar de
las mquinas y el silbido del vapor, pero se escucha tambin la msica folclrica boliviana, que viene de una
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pequea grabadora desde el fondo de la habitacin, y voces suaves de gente, mientras que las trabajadoras
viejas se inclinan sobre las nuevas, ensendoles nuevas puntadas. No nos dejaban hacer eso antes, dijo
Martnez. No nos dejaban levantarnos de nuestro lugar o escuchar msica. Pero, por qu no escuchar
msica para levantar un poco el nimo?.
Aqu en Buenos Aires, cada semana se sabe de una nueva ocupacin: un hotel de 4 estrellas ahora llevado
por su personal de limpieza, un supermercado tomado por sus empleados, una aerolnea regional a punto de
convertirse en una cooperativa de pilotos y encargados. En pequeos diarios troskistas alrededor del mundo,
las fbricas ocupadas argentinas, donde los trabajadores se han hecho de los medios de produccin, han sido
reconocidas vertiginosamente como el amanecer de una utopa socialista. En grandes revistas de negocios
como The Economist, son descritas, en mal augurio, como una afrenta al principio sagrado de la propiedad
privada. La verdad se encuentra en algn lugar entre estas dos.
En Brukman, por lo pronto, los medios de produccin no han sido tomados, fueron simplemente retomados
una vez que fueron abandonados por sus dueos legales. La fbrica haba ido en decadencia por varios aos,
las deudas a contratistas se iban apilando, y en un periodo de cinco meses las costureras vieron sus salarios
drsticamente recortados de 100 pesos por semana a slo dos pesos, insuficientes hasta para la tarifa del
autobs.
El 18 de diciembre, las trabajadoras decidieron que era tiempo de exigir un complemento para gastos de
transporte. Los dueos, clamando pobreza, pidieron a las trabajadoras esperar en la fbrica mientras
buscaban el dinero. Los esperamos hasta la tarde. Los esperamos hasta la noche, dice Martnez. Nadie
vino.
Despus de tomar las llaves del conserje, Martnez y otras trabajadoras durmieron en la fbrica. La han
manejado desde entonces. Han pagado las enormes cuentas, atrado nuevos clientes y, sin beneficios ni
salarios directivos de los cuales preocuparse, han logrado pagarse salarios estables. Todas estas decisiones se
han tomado democrticamente, votando en una asamblea abierta. No s por qu los dueos tenan tantas
dificultades, dice Martnez. No s mucho de contabilidad pero para m es fcil: sumas y restas. Brukman
representa ahora una nueva forma de movimiento laboral, uno que no est basado en el poder de dejar de
trabajar (tctica tradicional de los sindicatos), sino en la firme determinacin de mantenerse trabajando sin
importar lo que pase.
Es una demanda que no est regida por el dogmatismo sino por el realismo: en un pas donde 58% de la
poblacin vive en la pobreza, los trabajadores saben que estn a tan slo un cheque de tener que mendigar y
hurgar en los basureros para sobrevivir. El espectro que est rondando las fbricas ocupadas de la Argentina
no es el comunismo, sino la indigencia.
Pero, no es simplemente robo? Despus de todo, estos trabajadores no compraron las mquinas, los dueos
lo hicieron; si quieren venderlas o mudarlas a otro pas claro que estn en su derecho. Como el juez federal
escribi en la orden de desalojo: La vida y la integridad fsica no tiene supremaca sobre los intereses
econmicos.
Tal vez, sin ser su intencin, ha sintetizado la lgica desnuda de la globalizacin desregulada: el capital tiene
que ser libre en su bsqueda de bajos salarios y ms generosos incentivos sin importar la cuota que el
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proceso cobra en la gente y las comunidades. Los trabajadores en las fbricas ocupadas tienen una visin
diferente. Sus abogados argumentan que los dueos de esas fbricas ya han violado los principios bsicos del
mercado al no pagar a sus empleados y acreedores, a pesar de haber estado recibiendo enormes subsidios del
Estado. Por qu el Estado no puede ahora insistir en que los atractivos restos de las compaas deudoras
continen sirviendo al pblico con trabajos estables? Decenas de trabajadores de cooperativas ya acordaron
la expropiacin legal de las empresas. Brukman an esta pelendola.
Pinselo, los ludistas tuvieron un argumento similar en 1812. Las nuevas fbricas textiles dieron ganancias a
algunos por encima de toda una forma de vida. Esos trabajadores textiles intentaron combatir esa lgica
destructiva, destruyendo las mquinas. Las trabajadoras de Brukman tienen un plan mejor: quieren proteger
las mquinas y destruir la lgica.
Publicado en el Diario La Jornada de Mxico N 279, del Domingo 27 de abril de 2003
Traduccin: Nathalie Seguin
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1.Introduccin..............................................................................................................91.1.Miradas posibles.................................................................................................................................121.2. Las condiciones de produccin.........................................................................................................161.3. La estructura del libro......................................................................................................................17
2.La mirada global.....................................................................................................202.1.Las otras fbricas ocupadas...............................................................................................................20
2.1.1.Los antecedentes argentinos.............................................................................................................................252.2.El contexto de crisis............................................................................................................................272.3.El comienzo.........................................................................................................................................33
2.3.1.Estadsticas.......................................................................................................................................................402.3.2.Dos movimientos recuperadores......................................................................................................................42
3.Los pilares de las empresas recuperadas..............................................................613.1. La sociedad recuperada....................................................................................................................61
3.1.1.La prctica cotidiana y la ideologa.................................................................................................................623.1.2.El mundo externo.............................................................................................................................................703.1.3.El saber obrero.................................................................................................................................................73
3.2. La legislacin recuperada.................................................................................................................753.2.1.Las armas legales.............................................................................................................................................783.2.2.La validez de las expropiaciones.....................................................................................................................883.2.3.En la prctica....................................................................................................................................................95
3.3. La economa recuperada.................................................................................................................1003.3.1.El costo empresario .......................................................................................................................................1023.3.2.Costo para el Estado.......................................................................................................................................1093.3.3.La falta de Capital de Trabajo........................................................................................................................110
4.Los casos................................................................................................................1124.1. Zann................................................................................................................................................114
4.1.1.La historia.......................................................................................................................................................1164.1.2.Entrevista a Carlos Saavedra..........................................................................................................................1224.1.3.Entrevista a Alejandro Lpez.........................................................................................................................1284.1.4.Entrevista a Rosa Maldonado........................................................................................................................1314.1.5.Entrevista a Ral Godoy................................................................................................................................1324.1.6.Entrevista a Luis Zann.................................................................................................................................135
4.2.Unin y Fuerza..................................................................................................................................1394.2.1.La historia......................................................................................................................................................1404.2.2.Entrevista a Roberto Salcedo.........................................................................................................................142
4.3.Confecciones Brukman....................................................................................................................1474.3.1.La historia......................................................................................................................................................1494.3.2.La represin del 21 de abril............................................................................................................................1534.3.3.Entrevista a Gladys Figueroa.........................................................................................................................1564.3.4.Entrevista a Jaime Muszkat ...........................................................................................................................1634.3.5.Entrevista con el Juez Jorge Rimondi ...........................................................................................................172
4.4.Chilavert............................................................................................................................................1764.4.1.La historia......................................................................................................................................................1774.4.2.Entrevista a Cndido y Hernn......................................................................................................................179
4.5.Instituto comunicaciones..................................................................................................................1874.5.1.La historia......................................................................................................................................................1904.5.2.Entrevista a docentes de Instituto Comunicaciones.......................................................................................191
5.Conclusiones..........................................................................................................1966.Listado fbricas ....................................................................................................2007.Bibliografa............................................................................................................202
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1.IntroduccinCreo que la primera vez que pude percibir realmente lo que significaba no tener nada para perder fue cuando
Cndido, un pacfico imprentero de la cooperativa Chilavert, me dibuj con sus palabras la decisin profunda
de ir hasta el final: Cuando vi que la polica entraba pens Si no es nuestra, no es de nadie y prepar una
molotov para quemar todas las mquinas. Le dije que habra terminado preso. Y? Estar afuera sin laburo a
mi edad habra sido lo mismo. Es verdad: para este hombre de 59 aos, al igual que para muchos otros, la
nica alternativa a quedarse sin nada o slo con un Plan Trabajar, es salir a pelear con todo. Y cuando
consiguen finalmente poner en funcionamiento sus mquinas, estos hombres descubren que ya no son los
mismos, que en ellos se ha operado un cambio que pas por debajo del ruido de la lucha, de la ansiedad de
esperar una nueva negociacin, de romperse la cabeza pensando en cmo conseguir electricidad. Un cambio
silencioso los ha transformado junto a su entorno y ha permitido que maten al que dentro de ellos les deca
que la nica opcin era salvarse solos. Sin necesidad de discursos ni teoras, ellos han llegado a construir la
base de un cambio poltico profundo que se teje da a da en la relacin con los dems, y que finalmente teje
a toda la sociedad y que ahora renueva las esperanzas para el resto.
Un viejo adagio dice que la poltica odia el vaco. Ser por eso que entre los escombros polticos y
econmicos que dejaron 30 aos de neoliberalismo, estn creciendo semillas de algo nuevo que hubiera sido
imposible de imaginar para los argentinos de hace un lustro, que se miraban perezosos entre el sueo
consumista y un deseo pasteurizado. Al tocar fondo, algunos decidieron dejar de denunciar a unos annimos
argentinos demasiado pacficos y cambiar el aire que asfixiaba sus cerebros para crear desde la nada espacios
que les permitieran crecer y acercarse a eso que resultaba imposible imaginar. El 19 y el 20 de diciembre de
2001, tras el estallido social, todos parecan dispuestos a tomar las riendas del futuro mediante asambleas,
movilizaciones, reclamos, fbricas recuperadas, piquetes y miles de maneras ms para las que an faltan las
palabras.
Hoy, muchas de esas formas de organizacin han demostrado ser efmeras, pero gracias a esa explosin hay
algunas que sobreviven. Sin la diversidad es difcil imaginar la evolucin. Sin el vaco dejado por lo anterior,
habra resultado ms complicada la aparicin de lo que hoy sigue desarrollndose, cuando el poder parece
reacomodarse (aunque es difcil comprender an hacia qu lado lo est haciendo). Entre las muchas
experiencias de esta Argentina devastada y que ya pareca definitivamente infrtil, hay un nuevo grupo de
sujetos que no slo est iniciando el cambio, sino que en ese mismo cambio se alimenta y vive, sin pedirle
nada a nadie. En las empresas bajo control de sus trabajadores est surgiendo una nueva forma de
organizacin del trabajo, eje en torno del que se ordena toda una sociedad.
Resulta paradjico, pero quienes ms se oponen y opondrn al crecimiento de esta nueva fuerza son los que generaron las condiciones necesarias para que germine. Si ellos no hubieran sido tan insaciables, los trabajadores no se hubieran jugado lo nico que les quedaba, su propio cuerpo, para ir hasta el final en una lucha aparentemente suicida. Gracias a ese esfuerzo hoy es posible imaginar con mayor facilidad una alternativa a volver, ya desocupados, a sus hogares; y algunos suean ms lejos an cuando conciben una sociedad mejor. El fenmeno de la lucha por el trabajo y por evitar la desocupacin, que llena cientos de grficos en los medios, se hace carne al conocer de cerca las experiencias de la que estn hechos esos nmeros. A veces cuesta encontrar las palabras necesarias para transmitir las ansiedades, las dudas, las
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injusticias y el hambre a los que se enfrenta un trabajador que quiere recuperar su trabajo. A veces las palabras quedan tan chicas como las grandes construcciones intelectuales.Para quienes no llegan a sufrir los niveles de explotacin que se relatan en este libro, es un desafo intelectual
y sensorial entrar en esa otra lgica cotidiana en la que cada da puede terminar en una lucha con grandes
riesgos de caer del otro lado, desde donde es muy difcil volver a levantarse. Durante casi ocho meses estuve
con un pie en mi oficio, formado de palabras, y otro en las fbricas y marchas, en los mates cruzados -
invariablemente dulces - en el calor de la carrera que huye de los gases, en el aburrimiento asfixiante en el
que se espera que se eleve una cuidada mano de diputado o senador. Slo desde all pude adivinar y
comenzar a construir un relato que permitiera entender intensamente a los obreros que enfrentaban un
sistema basado justamente en su opresin, que para colmo est supuestamente justificada en casi todos los
pequeos discursos que recorren nuestra sociedad visible y que son perezosamente aceptados sin ms por la
mayora. Sin embargo, los trabajadores sobre los que tratar este libro decidieron abrir una brecha en esa
lgica, por la que se colaron, y desde la que abrieron an ms la grieta para los que venan atrs. Entre todos
fueron ensanchando el espacio para quedar, poco a poco, menos apretados y ms orgullosos.
En esta historia hecha de fragmentos descubr la valenta de los que dan su ltima batalla, en la que queman
las fuerzas que quedan contra un enemigo ms poderoso y, sobre todo, contra la sensacin generalizada de
que las utopas estn pasadas de moda. Frente a un desierto de opciones, las empresas recuperadas, con sus
limitaciones y falencias, son para estas personas la ltima esperanza de hacer algo ms que sobrevivir y,
probablemente, una de las ltimas posibilidades para una sociedad desesperada por transformarse en artfice
de su propio destino, aunque no encuentre el mtodo para lograrlo. Puede parecer poco o mucho, pero cerca
de 15.000 obreros lograron dejar de aferrarse con uas y dientes a los Planes Trabajar para avanzar contra las
resistencias empresariales, judiciales, econmicas e, incluso, contra los prejuicios. Gracias a esta decisin
pudieron llevar adelante empresas que crecen, generan puestos de trabajo y distribuyen la ganancia
equitativamente como ninguna otra experiencia conocida y sustentable. Ahora es muy difcil imaginar una
vuelta atrs. Si el Estado y la sociedad dieran ms apoyo a este movimiento que busca la entrada de los
trabajadores a las fbricas abandonadas para poner en funcionamiento mquinas que de otra manera
quedaran paradas o vendidas a precio de remate, como chatarra, se podran generar miles de puestos de
trabajo anualmente.
El argumento de que estos establecimiento tienen dueo, de que en este pas an existe la propiedad privada, puede ser desarmado con la evidencia de que la mayora de las empresas quebradas le deben dinero a los trabajadores, al Estado por evasin fiscal, a los bancos oficiales y a sus proveedores. A quin pertenecen estas fbricas paradas? A quienes tienen el ttulo de propiedad o a los trabajadores que no pudieron cobrar su salarios?Acaso al Estado que no cobr los impuestos que enriquecieron an ms al empresario, a los bancos que dieron los crditos para que se construyeran, a los ciudadanos que pagaron los impuestos que financiaron la quiebra fraudulenta? En una Argentina devastada por tres dcadas de neoliberalismo y una crisis sin precedentes, la respuesta no debera ser muy esquiva, ni para estos capitalistas sin capital que no respetan las reglas de juego que intentan imponer a los dems.Visto de esta manera, el intento de recuperar fuentes de trabajo aparece como una forma de mantener el
sistema funcionando con trabajadores autoorganizados en lugar de capitalistas corruptos. Puede que resulte
as, pero el objetivo ms o menos explcito de buena parte de quienes estn reabriendo fbricas, es crear las
condiciones materiales para un cambio de conciencia que lleve a un cambio social ms profundo. Si se
alcanzar este objetivo o no, es difcil de pronosticar, porque a travs de este proceso son los trabajadores los
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que obtienen el poder y son ellos los que decidirn, eventualmente, poner las mismas energas que pusieron
en abrir sus fbricas, al servicio de la construccin de una nueva sociedad. De cualquier manera, la lucha
misma va obrando un cambio silencioso en estos hombres que al ver que pueden se tornan ms ambiciosos.
Si lograron llenar su plato, por qu no intentar llenar el del vecino? La nueva forma de organizar el trabajo
en asambleas, como responsables de su propio destino, difcilmente les permita seguir viendo la injusticia
con la pasividad acostumbrada sin sentirse cmplices. Y quienes los ven alcanzando lo imposible se inspiran
en sus luchas.
Estos trabajadores difcilmente tengan amigos en los diarios, vayan a fiestas a las que asisten los jueces,
puedan charlar en el bar con alguno de los intelectuales del pas o se junten en algn exclusivo restaurante de
sociedad.
Por eso este libro. Por eso la intencin de amplificar una voz a la que la mayora de las veces los periodistas
no acercan sus grabadores ni micrfonos, salvo para llenar alguna columna que les permita mantener su
trabajo. En su ltimo libro, Lpez Echage se lamenta por
...ese rebao de periodistas y comunicadores propensos a la holgazanera intelectual, al descuartizamiento de la realidad, y al posterior empleo, segn sus antojos, de los trozos que mayor provecho les brindan...1.
Hay otra realidad ubicada en San Martn, en Valentn Alsina, camino a Centenario en Neuqun, o en el
porteo barrio de Once, pero para llegar hay que saltar los prejuicios que fueron construyendo los propios
colegas, las vallas que impone una sociedad moldeada en el egosmo y endurecida por las dictaduras que
violentaron el cuerpo y por un menemismo que agri el espritu. Por eso, ya que cruc esas vallas, me siento
obligado a intentar equilibrar la balanza, a abrir ventanas para que ms gente pueda espiar all adentro, para
que se encuentren las miradas, para que se reconstruyan los tejidos de una sociedad dividida por los miedos,
los prejuicios, la necesidad de ponerse a salvo de la culpa. La verdad es ms simple. Puede que las realidades
sean distintas o parezcan distintas, pero lo que se puede aprender de los que pelean sin miedo a perder,
porque nada tienen, no es poco. Y son cada vez ms los que imaginan alternativas y los que las necesitan
para recordarse vivos.
Por todo eso escrib este libro, un intento de poner en tinta y papel un pedazo de la historia viva y palpitante
de la Argentina. Una historia que se puede leer en las manos de los trabajadores, pero a las que hay que
acercarse para comprender. Durante la investigacin fui coleccionando fragmentos de una historia que no
est delimitada y sobre la cual ni los protagonistas aciertan a consensuar una lectura. Muchos de estos trozos
de historia estn slo en los recuerdos de sus actores, en notas de diarios a veces contradictorias o dismiles,
en algn panfleto, en alguna asamblea filmada o quizs apenas si flotaron unos instantes en el aire. Se
buscarn los hilos que permitan crear una imagen general, pero tal vez por lo nuevo del fenmeno, su
diversidad o la inexperiencia del investigador, se encuentre que las tendencias se escabullen constantemente
detrs de una cortina de excepciones que dificultan conclusiones ms definitivas. As las cosas, ms que un
relato, este libro ser un esbozo de relatos futuros asentados sobre una experiencia ms vasta, casi una
mitologa dispuesta a pelearle el imaginario social a los polticos que hablan sin decir y a los programas de
televisin que muestran que el xito personal pasa por la ropa y el auto. El resultado ser, espero, un
rompecabezas, un abrecabezas en el que, con un poco de suerte, el lector encontrar dudas que lo harn salir
1 Lpez Echage, 2002.
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a investigar de la nica forma que permite entender ciertas cosas: poniendo el cuerpo.
1.1.Miradas posiblesEl fenmeno de las fbricas recuperadas - al igual que cualquier otro tipo de fenmeno, en realidad- puede
ser abordado desde un sinnmero de perspectivas. Desde el plano histrico de corto plazo, por ejemplo,
puede ser analizado como una especie de milagro, despus de diez aos de menemismo que dejaron una
tierra arrasada en lo que hace a combatividad y creatividad, en materia de solidaridad social y lucha. O
tambin podra verse en el contexto histrico de varias dcadas de resistencia peronista que dejaron
experiencias a los sectores ms combativos.
Otra perspectiva posible es la internacionalista - que tie buena parte de las condiciones de produccin de
este trabajo - trada por visitantes de un castellano a veces indescifrable, que desfilan por fbricas
recuperadas para sorpresa, orgullo e incluso agotamiento de los trabajadores. Estos extranjeros, con un pie en
su pas, suelen llegar en busca de algo genuino, prfugos del ahogo que les producen los deseos impostados
o prestados por la publicidad y el placer expreso de las sociedades de consumo ms ricas. Dentro de la crisis
de legitimidad que vive el capitalismo en el mundo, la Argentina, pionera en una lgica neoliberal que arras
con las legitimidades y consensos, es la punta de lanza de un cambio que ya resulta imprescindible y que se
puede considerar como un caso testigo para lo que podra pasar en el mundo.
Muy relacionado con lo que buscan en muchos casos los cronistas extranjeros, est ese gran signo de
pregunta que es la democracia representativa, justamente cuestionada - en la Argentina sobre todo desde los
sucesos del 19 y 20 de diciembre - y la necesidad de demostrar que otra forma, ms horizontal, es posible.
Resulta llamativo que a pesar de ser la democracia representativa la que est en cuestin en buena parte de
las sociedades modernas - despus de una cadena de represiones, corrupciones, injusticias, delitos obvios y
tristes miserias humanas -, parecera ser la democracia directa la que debe demostrar su utilidad y
efectividad. Cien veces, despus de explicar a un amigo o conocido que las decisiones en las cooperativas se
toman en asambleas, tuve que escuchar Bueno, pero alguien tiene que dirigir. Quin es el que maneja el
asunto en el fondo?, Va a venir alguien de afuera y se los va a comer, etctera. Para quienes hayan
asistido a las asambleas queda claro que si bien hay lderes naturales, la propia prctica de las asambleas
genera individuos capaces de decir que no, disentir e imponer su opinin a travs de la conviccin y no de la
coercin. En aquellas en las que las decisiones son tomadas por unos pocos tienden a reproducirse las
mecnicas que llevaron a la crisis anterior, por lo que la expectativa de supervivencia vuelve a ser igual a la
del modelo anterior. Por el contrario, aquellas que logran adaptarse a la complejidad de la democracia
directa, parecen tener cualidades que favorecern su desarrollo.
En esta escalera de miradas posibles, podemos avanzar y mirar tambin desde el escaln de las relaciones
interpersonales, esa mirada de encuentros y desencuentros infinitos que slo pueden clasificarse y relatarse
bajo el riesgo de quitarles su esencia: la diversidad y particularidad. Para representarlas, en muchos casos
ser necesaria cierta dosis literaria que transmita lo que resulta frecuentemente elusivo para el estilo
acadmico. Osvaldo Bayer deca en uno de los encuentros de fbricas recuperadas Qu unidad, qu sentido
de la poesa, qu sentido de la belleza, qu sentido de la lucha! Tomemos el ejemplo y luchemos 2. Algo de
ese espritu enfrentado con el cinismo, pero con poco de romntico, es el que se respira en las fbricas donde
2 Nuestra lucha, N129, 4/2002
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la frontalidad es un derecho.
Tambin est el escaln de la mirada acadmica que nos da herramientas para pensar lo que no haba sido
pensado antes, pero que en ocasiones llega a desmenuzar un fenmeno hasta el punto de hacerlo desaparecer,
dejndonos perplejos y con las manos vacas. En la actualidad hay intelectuales que han hecho un mea culpa
y aceptado dejar de explicar cmo deben ser las cosas para abrir sus odos por primera vez en la vida a las
clases que siempre dijeron defender. Como dijo Naomi Klein en una mesa frente a la ya desalojada fbrica
Brukman, en el mes de mayo:
La idea de que esta mesa de, as llamados, periodistas e intelectuales debera ofrecer nuestras teoras acerca de cmo la clase obrera debe pelear y organizarse, es a la vez ofensiva y peligrosa. La idea es responsable de mucho de lo que resulta disfuncional en la izquierda de hoy. Si algo debe uno aprender de estas sorprendentes mujeres de Brukman es que la clase obrera ya sabe cmo pelear y organizarse. En Argentina y alrededor del mundo la accin directa, efectiva, creativa y original est muy por delante de la teora de la izquierda intelectual.
Existe tambin una mirada romntica que encuentra el cambio hacia la utopa en lo que en realidad no es ms
que un intento por preservar un trabajo que asegure simplemente el consumo personal y privado. No todos
los trabajadores tienen la conciencia de clase ni el romanticismo, - mezclado en ocasiones con un
tradicionalismo vulgar - que periodistas y analistas insisten en ver en este fenmeno. Hay trabajadores que
vivieron en carne propia las consecuencias del neoliberalismo y votan a Menem; otros no quieren compartir
su escaso Plan Trabajar con los compaeros y hay quienes piensan en subcontratar gente cuando la
cooperativa comience a funcionar. Por supuesto que tambin hay trabajadores que suean con la patria
socialista, pero no necesariamente son mayora. En los casos que se analizan a continuacin y en la medida
en que se pueda detectar una tendencia entre tanta diversidad, la lucha comienza en el deseo de mantener lo
que se posea y en el miedo a quedar en la situacin ms terrible que puedan imaginar: desocupados. Este
miedo es un motor extremadamente poderoso y no deberamos subestimarlo. La conciencia de clase, en el
mejor de los casos, llega despus, junto con una transformacin ms profunda que se da gracias a la prctica
cotidiana de una fbrica bajo control obrero, como veremos ms adelante.
En este libro se cruzarn todas estas miradas y el lector contar con suficiente material crudo como para inventar otras. A pesar de esta amplitud, se encontrar una argamasa que une el relato que se puede resumir con una frase prestada del marxismo: Hay que ir de la tierra al cielo y no del cielo a la tierra.
Es decir que no comenzamos con lo que el hombre dice, imagina, concibe, ni tampoco a partir del hombre que es narrado, pensado, imaginado o concebido, para luego llegar al hombre de carne y hueso. Nosotros comenzamos desde los hombres reales, activos y, sobre la base de sus procesos de vida concretos, demostramos el desarrollo de los reflejos ideolgicos y ecos de ese proceso de vivir3.
Por explicarlo en forma dolorosamente resumida, Marx insiste en que las relaciones sociales estn
determinadas, en ltima instancia, por las relaciones materiales. Si bien el grado de autonoma de las
relaciones sociales es discutible y el tema se ha tragado miles de pginas de bibliografa, aqu la aceptaremos
y - esperamos - fortaleceremos con ejemplos prcticos. Cada pgina de este libro se apoya en la idea de que
los discursos y prcticas sociales (legales, econmicas, interpersonales, etctera) no pueden permanecer
intocadas por los cambios que se dan en la forma de construir la supervivencia, es decir, los cambios que se
dan en la forma de trabajar. Cuando esta actividad se modifica, en tanto es una de las tareas ms esenciales
de la reproduccin de las fuerzas del hombre, modifica tambin la forma en que estos sujetos se relacionan
con los dems, construyen su vida, conciben el mundo y lo abordan. Obviamente el resultado ideolgico
3 Marx, Karl, 1968
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de poder decidir sobre el propio trabajo no puede ser unvoco. Es cierto que el trabajo no es l nico
determinante de la forma de concebir el mundo, pero tambin es claro que se trata de una de las actividades
esenciales de la vida cotidiana, y que constituye, al menos en la clase trabajadora, el andamiaje en el que se
sostienen las familiares, recreativas, culturales, etctera.
El efecto provocado por la reorganizacin del trabajo en forma ms horizontal puede ir desde una tibia
sensacin de comunidad con otros miembros de una cooperativa, hasta la certidumbre personal de que somos
todos iguales y es necesario luchar por un mundo mejor. Y estos cambios individuales son los que,
eventualmente, irn logrando cambios ms profundos en lo social. El poder no se posee, se ejerce en
diferentes lugares a travs de las relaciones sociales4 y estas relaciones sociales se van modificando a s
mismas y a ese poder para, eventualmente, redistribuirse en forma ms equitativa. En un clima social en el
que se ha aceptado que los que tienen poder en la mayora de los casos lo usan contra el pueblo, no
deberamos subestimar el poder de cambio de un proyecto autogestivo exitoso.
Al momento de finalizar este libro, cuando an la cantidad de trabajadores que recuperaron sus puestos de
trabajo es nfimo en relacin al total de empleados, ya se pueden notar algunos efectos a nivel social. Aun
siendo mezquinos a la hora de evaluar esos cambios, podemos decir que ahora, cuando una empresa quiebra,
algunos trabajadores ven en el control obrero una opcin a la desocupacin y se informan sobre cmo
lograrlo; algunos empresarios ven que los obreros no dependen de ellos para tener el privilegio de trabajar;
hay posibilidades de que se produzcan cambios en las leyes de quiebras para facilitar el control obrero en
casos futuros (el slo hecho de que comience a discutirse esta posibilidad, ya puede considerarse una
consecuencia del fenmeno); hay trabajadores en fbricas recuperadas que comparten su destino con sus
compaeros, dejan de relacionarse con ellos por medio de la competencia y comienzan a sentir el poder de la
solidaridad. Todos estos cambios que ya pueden verse pueden parecer un tanto tibios, pero la dinmica que
se est planteando actualmente, con fbricas que se abren casi cotidianamente gracias a los trabajadores,
permite suponer que subir la temperatura y repercutir en la sociedad, disputando el espacio a fenmenos
existentes o acompaando a otros.
Este mecanismo por medio del que una prctica cotidiana como el trabajo autogestivo modifica la forma de abordar el mundo, se puede tambin explicar la diferencia en la forma en que los distintos protagonistas de este fenmeno se acercan a l. Es que cada uno de ellos - trabajadores, jueces, vecinos, asamblestas, policas y piqueteros - tienen las herramientas y las experiencias personales que les permiten ver algunas cosas pero no otras. En realidad, lo que est en juego en esta gran disputa por el cambio social es, justamente, lograr nombrar cosas que no tienen palabras asignadas, herramientas, ni espacios para ser pensadas por nuestra sociedad. La propiedad privada misma, base de toda la construccin capitalista, est puesta en cuestin. Por citar slo un ejemplo que me dio Diego Kravetz, abogado del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas, el derecho hace rato que perdi el tranco de la realidad y ya no sabe qu hacer con las situaciones que se le plantean. Lo mismo pasa con buena parte de las otras esferas de la sociedad: el periodismo, la economa, la moralina que dan respuestas cuyo objetivo es tranquilizar la propia conciencia y engaarla frente a la evidencia de que ciertas cosas ya no funcionan y que resulta reaccionario seguir creyendo en ellas.Este libro intentar nombrar algunas de estas expresiones que piden que se las tenga en cuenta y que, en el mejor de los casos, permitirn empezar a pensar en la sociedad de una manera ms realista y fructfera que la que permiten trmino ya vaciados de contenido y que poco tienen que ver con el mundo que nos rodea.1.2. Las condiciones de produccin
Este pas!!
4 Chavez, Mara, et al., 2002.
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Avi Lewis en repetidas ocasiones en los primeros seis meses del ao 2003 en la Argentina.
Buena parte del material de este libro es producto de una investigacin realizada durante 6 meses para un
documental dirigido por Avi Lewis y Naomi Klein, dos canadienses periodistas-analistas crticos del
capitalismo y las injusticias que se cometen por seguir su lgica. Naomi Klein es autora de No Logo uno
de los libros ms importantes que se hayan escrito sobre las consecuencias del capitalismo neoliberal no slo
a nivel econmico sino tambin cultural, lo que le ha valido el poco certero nombre de lder globalifbica.
Avi Lewis por su parte es muy conocido dentro de las fronteras canadienses por haber sido el anfitrin de
cerca de 500 debates polticos a lo largo de tres aos en el programa counterSpin.
La pareja (estn casados) visit el pas en el 2002 y despus de varios meses qued impactada por la cantidad
de nuevas formas de organizacin social que estaban surgiendo en la Argentina. Volvieron a fines de ese ao
y durante buena parte del 2003 visitaron y filmaron piquetes, fbricas recuperadas, asambleas y todo tipo de
organizaciones y personalidades en un intento de entender qu se puede generar como alternativa a un
capitalismo devastador.
Cerca de la finalizacin del trabajo junto a ellos, les habl de mi inters por escribir un libro donde
apareciera parte de la informacin que habamos recopilado ms otra que resultara necesaria. La opcin,
segn les dije, era que un material interesantsimo - que no entrara en un documental de menos de dos horas
- se desvaneciera sin dejar huella. Para mi alegra, me dijeron que ellos no consideraban la informacin como
un patrimonio propio y me apoyaron para que escribiera el libro.
Como Naomi y Avi fueron en muchos casos los que hicieron las entrevistas que figuran en este libro, me
pareci justo nombrarlos. En muchos de los casos actu personalmente como traductor y coment con ellos
nuestras impresiones. En su mayor parte, las ideas de este libro salieron de este juego entre los cerca de 15
miembros del equipo. El objetivo de esta aclaracin no es explotar su nombre, sino explicar lo mejor posible
las condiciones de produccin en las que se hicieron las entrevistas - en muchos casos en ingls y luego
traducidas al castellano - y, sobre todo, hacer honor al impresionante entrevistador que es Avi. Resultaba
sorprendente ver cmo, a pesar de las barreras idiomticas, su sensibilidad y carisma le permitan obtener lo
mejor de cada entrevistado. La forma en que sonrea y asenta cada vez que escuchaba una respuesta era
capaz de ablandar a cualquier personaje, aun a los malos de la pelcula. Tanto Naomi como Avi
demostraron que si se sabe escuchar, es posible comprender realidades que nos resultan muy ajenas y
distantes. Y la tarea de escuchar en un pas como la Argentina, en el que a todos les gusta hablar no es tan
sencillo como parece.
1.3. La estructura del libroA fin de desarrollar de la mejor manera posible el tema y facilitar la comprensin de un fenmeno con
muchas caras, este libro propone una estructura que ayude a hacer un recorrido parcial pero representativo.
La primera, como vimos, incluye una aproximacin al fenmeno y la eleccin de una perspectiva
multidisciplinaria, una explicacin sobre sus condiciones de produccin y este resumen acerca de lo que el
lector podr encontrar en el libro.
Una vez establecidas estas bases entraremos en la segunda parte, en cuyo primer captulo se encuentran
algunos antecedentes de fbricas bajo control obrero en distintos momentos histricos y en distintos pases.
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El objetivo es simplemente dar al lector algunos indicios acerca de dnde encontrar otras referencias para el
caso de que se busque establecer paralelos, lo que no es el objetivo de este libro. De esta manera tambin se
puede comprender mejor la novedad que implica poner la gestin obrera como objetivo final de la lucha de
los obreros.
En el captulo siguiente se relatan los momentos iniciales en los que se gest y comenz a crecer lo que
devendra en un movimiento ms amplio. En esta seccin se incluyen algunos datos sobre dos de las
corrientes ms institucionalizadas del fenmeno: el Movimiento Nacional de Fbricas Recuperadas por los
Trabajadores, cuyo presidente es Luis Caro, y el Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas, cuyo
presidente es Eduardo Mura. La eleccin de estas dos corrientes y sus lderes no significa que se les
reconozca una conduccin real del movimiento, sino que debido a la cantidad de luchas en las que
participaron probablemente sean las personas que ms de cerca vivieron el fenmeno. Por eso mismo se
incluyeron sendas entrevistas a estos dirigentes (en el caso de la entrevista a Mura, tambin estuvo presente
el abogado Diego Kravetz5) a fin de conocer su perspectiva respecto del fenmeno y el rol de ambos en el
mismo.
En la siguiente seccin se profundizar en cuestiones que aparecieron esbozadas en la primera parte,
prestando especial atencin a algunas de las implicaciones de este fenmeno en los campos social,
econmico y legal.
En primer lugar se abordar el fenmeno desde el punto de vista social, en el que se buscar describir dnde
reside el mayor poder y la mayor esperanza de crecimiento del fenmeno: su propia praxis. La hiptesis
central del captulo es que la dinmica en la que se ven envueltos los trabajadores va cambiando su propia
subjetividad y los va llevando, a veces con limitaciones, hacia una conciencia de clase (en sentido laxo) que
en muchas ocasiones no era preexistente. Las asambleas de trabajadores, la toma de conciencia de su poder
de decisin, el despertar de la creatividad puesta al servicio del trabajo, la participacin..., en fin, todos los
sueos de cualquier empresario que quiere que sus empleados se pongan la camiseta de la empresa, se
cumplen, como dicen los manuales de marketing, no cuando se hace una campaa comunicacional de signos
vacos, sino cuando los trabajadores participan de hecho sin lmites en la toma de decisiones. Hasta donde
llegar ese cambio de conciencia, sin embargo, es materia discutible y difcilmente previsible en la
actualidad.
El siguiente abordaje es el legal, una cuestin sumamente enrevesada para un nefito, pero que resulta
determinante a la hora de concretar la ocupacin exitosa de una fbrica. La intencin es que este captulo
funcione como una suerte de instructivo de los pasos legales a seguir y las opciones a las que se enfrentan los
trabajadores en su lucha. La pregunta acerca de cul es el mejor mtodo queda abierta y slo los trabajadores
mismos pueden dar una respuesta para su caso particular. La hiptesis fundamental que cruza este captulo es
que el derecho ya no est en condiciones de pensar una realidad social nueva con herramientas que se han
visto excedidas largamente por las prcticas y las necesidades sociales, y que an menos est en condiciones
de dar respuestas satisfactorias sin un cambio profundo de la legislacin. El derecho se puede considerar
como la institucionalizacin de una correlacin de fuerzas que se utiliza para legitimar un estado de
5 El Dr. Diego Kravetz fue, adems, elegido como legislador porteo en las elecciones del 24/7/2003, sobre la edicin final de este libro.
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situacin. En la Argentina ese estado de derecho ha sido ampliamente desbordado por la realidad. Dentro de
este marco, las fbricas recuperadas utilizan las leyes de un modo particular para alcanzar un objetivo
socialmente necesario como es el de trabajar.
En cuanto al abordaje econmico, la intencin es demostrar que las empresas en manos de los trabajadores,
lejos de estar condenadas al fracaso, como parecen repetir una y otra vez empresarios, periodistas y el
sentido comn, en realidad tienen varias ventajas respecto de las anteriores gestiones. En primer lugar
porque el compromiso del obrero es distinto. Ya no se le extrae el trabajo para beneficio del patrn, ya que l
tendr control sobre los frutos del mismo. En algunos casos esto puede fomentar una actitud ms relajada y
saludable hacia el trabajo pero, an si esto sucede, el grado de eficacia de cada trabajador se multiplica: ya
no intentar justificar enfermedades y accidentes, no se quedar cruzado de brazos en cuanto haya pasado el
capataz; en cambio har un uso ms eficiente de los materiales que l mismo decidi comprar y un uso ms
humano de su tiempo de trabajo, cuya importancia y costo conoce mejor que nadie. No es necesario tener
una mirada romntica para creer en esto: se ve en las fbricas el orgullo de ejercer el trabajo por el cual
pelearon tanto. Pero, sobre todo, las empresas bajo control obrero resultan ms eficientes porque hay un
ingrediente, el costo empresario, que deja de ejercer presin sobre la fbrica. La necesidad de generar
ganancia a cualquier precio (incluso al costo de llevarla a la quiebra) que antes motivaba al empresario, era
en realidad un lastre para la empresa. Ahora, en cambio, esa ganancia podr no estar o se podr invertir,
dedicar a fines sociales, repartir entre los trabajadores o lo que se decida en asamblea. Por ltimo es
necesario aclarar que el objetivo primordial del obrero en control de su fuente de trabajo no es
necesariamente econmico, es decir que an si cae la productividad pero la calidad del trabajo y de vida del
obrero mejora, el saldo que hagan los trabajadores puede ser igualmente positivo ya que es la manera en la
que pueden disfrutar de su trabajo. Que en una fbrica haya criterios capaces de disputarle el trono a la
eficiencia y a la productividad, resulta revolucionario y cualitativamente innovador, aunque de ellos sigue
dependiendo la supervivencia de las empresas.
En la tercera parte del libro se analizan cinco casos particulares, intentando mantener la crudeza de la
informacin para que cada lector pueda observarlos con las herramientas brindadas en la parte anterior o
desde otras que el lector se proponga a s mismo. En ninguno de los procesos recogidos hay un inters por
agotar la informacin, algo que sera imposible, sino que se intenta tomar lo ms destacado de la fbrica: una
entrevista particularmente rica con un actor, una experiencia de lucha, un fracaso o las particularidades de los
trabajadores en determinada fbrica. Puede que el resultado de lo que se eligi sea algo arbitrario, pero la
intencin es aportar ms detalles de cmo se vive esta experiencia, aunque sin agotar con temticas
repetidas. Los casos seleccionados son: la fbrica Zann, la Cooperativa Chilavert, la Cooperativa Unin y
Fuerza, Brukman y la Cooperativa del Instituto Comunicaciones.
Propongo al lector, entonces sumergirse en una lgica de trabajo que se construye con los escombros de prejuicios y abre las esperanzas para el cambio desde las races mismas de la sociedad, desde sus fuerzas productivas, aunque sera peligroso caer en una mirada romntica que impida ver las limitaciones que existen en su dinmica real. Ms all de los recorridos propuestos, hay suficiente material y miradas posibles como para permitir a los lectores encontrar riquezas y matices que escaparon a este investigador. De cualquier manera, ojal el viaje sea disfrutable.
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2.La mirada globalLos antecedentes histricos de control obrero en la historia son invariablemente producto de coyunturas
particulares que los marcaron desde el inicio. En ninguno de estos casos, obviamente, surge con la misma
claridad que en la actualidad la necesidad de generar respuestas viables a un panorama desolado por el
neoliberalismo. Una vez hecha esta salvedad, puede resultar til conocer qu otros obreros y en qu
contextos llegaron a cruzar la brecha supuestamente insalvable que va entre la fuerza de trabajo y la posesin
de los medios de produccin. En este racconto han sido soslayadas las innumerables teoras que existen
acerca de las bondades o fallas de los sistemas de produccin autoorganizados, ya que en muchos casos
responden a supuestos polticos previos y a coyunturas particulares.
2.1.Las otras fbricas ocupadasExisten antecedentes de trabajadores que por una razn u otra se asociaron para producir bienes. Los
investigadores ms audaces hablan de que las primeras proto-cooperativas tuvieron lugar en el antiguo
Egipto en el XXV AC o que los fenicios desarrollaron cooperativas de seguros navieros en el siglo XV AC6.
A fin de evitar un listado interminable de accidentes histricos con alguna relacin con el control obrero,
slo tendremos en cuenta aquellos que se dieron dentro de un sistema capitalista. Los ejemplos que se
encuentran a continuacin, brevemente descriptos, estn enmarcados dentro de la historia ms reciente.
En 1760, junto con los primeros berridos del capitalismo, en los astilleros de Woolwich y Chatham, en
Inglaterra, se form una cooperativa panadera para producir a precios accesibles para las familias de los
trabajadores. Semejante actividad era un desafo a los monopolios molineros y panaderos y termin con el
molino de la cooperativa eventualmente incendiado.
De esa misma etapa histrica datan las primeras cooperativas de consumo - como por ejemplo en Fenwich,
Escocia en 1769 - las que intentaban obtener precios mejores para los artculos de consumo, algo que se
repiti en distintos pases y momentos histricos, tal como muchas de las asambleas barriales a comienzos
del siglo XXI en Buenos Aires.
Pero el primer antecedente de control obrero de la produccin con peso real que existe, fue la sucesin de experimentos de Richard Owen (1771-1858). Despus de algunas experiencias empresariales en las que mezcl su filantropa (creando por ejemplo el primer jardn de infantes del Reino Unido en New Lanark), este gals public en 1813 el primero de cuatro libros que expresaban sus ideas: Una nueva visin de la sociedad. El argumento principal de Owen era que el carcter del hombre estaba formado fundamentalmente por sus circunstancias, por lo que, si se ubicaba al sujeto desde pequeo dentro de las influencias adecuadas, se podra lograr individuos sanos y responsables. Su empresa en New Lanark, que funcionaba como tubo de ensayo para sus ideas, se transform en un lugar de visita obligada para los estudiosos de la sociedad de la poca. As se transform en uno de los precursores del socialismo y el cooperativismo y propuso su proyecto a la clase gobernante. Este era crear pueblos de 1200 personas en terrenos de unas 500 hectreas en las que todos vivieran en un solo edificio cuadrado con cocinas pblicas y saln de juegos para los ms chicos. Cada familia tendra su propia habitacin privada y cuidara de sus nios hasta los 3 aos para ms tarde ceder su educacin a la comunidad. Su rechazo a cualquier forma de religin lo alien de los poderes polticos y en 1825 decidi exiliarse, para lo que compr 12.000 hectreas en Indiana, EE.UU., donde fund New Harmony (Nueva Armona), comunidad que durante cierto tiempo pareci cumplir sus expectativas. Las diferencias internas acerca de cmo manejar la forma de gobierno y la religin aparecieron luego y el estilo personalista de su lder no los favoreci. En 1828 Owen abandon New Harmony y visit algunas otras comunidades Owenistas en las que vivi alternativamente hasta que comenz a dedicarse por entero a una labor proselitista de sus ideas.
6 Gil de Vicente, Iaqui, 2002.
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Las ideas de Owen prosperaron ms que sus experimentos y en 1824 se cre la London Co-operative Society, en 1827 la Brighton Co-operative Society y en 1829 el diario dedicado a difundir las ideas de Owen llamado British Co-operator. En 1830 se calculaba que haba entre 300 y 500 cooperativas. Ese mismo ao Owen cre la Bolsa nacional de cambio equitativo del trabajo, que utilizabauna moneda que expresaba el tiempo invertido en la fabricacin de bienes y que inclua el costo de maquinarias y materias utilizadas (trabajo acumulado). Al comienzo la moneda fue un xito, pero en 1832 termin en derrota cuando se desboc una represin violenta sobre los trabajadores ingleses ms radicalizados que llev a ahorcamientos y deportaciones. La lucha sera continuada por los primeros movimientos cartistas hacia 1838 que reclamaban una reforma electoral. El estatuto (charter en ingls, del que deviene la denominacin de cartismo) fue escrito por William Lovett, un seguidor de Owen.Como resultado de este movimiento surgieron pensadores - luego considerados pre-marxistas - como
William Thompson quien propugnaba la idea de que los sindicatos formaran cooperativas orientadas hacia
una vida comunitaria. Segn l los trabajadores deban ser copropietarios, coproductores, cohabitantes e
intercambiar sus bienes entre s, como proponen proyectos actuales en la Argentina (mercado piquetero,
redes de intercambios de productores alternativos, etctera).
En lugar de buscar en vano mercados exteriores en el mundo entero, donde se encuentran sobrecargados o inundados por la incesante competencia de productores hambrientos, realicemos la asociacin voluntaria de las clases trabajadoras. Estas son suficientemente numerosas como para asegurar un mercado directo y mutuo de los bienes ms indispensables en materia de alimentos, vestidos, mobiliario y alojamiento7.
Mientras tanto, en Francia, Franois Marie Charles Fourier (1772-1837) comenz su proyecto para formar
falansterios, cooperativas agricultoras responsables del bienestar social, que prevean roles rotativos entre
sus miembros. Los falansterios deban introducirse tanto en sistemas capitalistas como monrquicos y
demostrar su mayor grado de justicia social. Cada miembro del falansterio reciba una parte de la produccin
total del mismo.
Uno de los principales antecedentes de control obrero de la produccin, en un sentido ms moderno, la
dieron los tejedores de Rochdale, un barrio pobre de Manchester. De all salieron los 7 principios de
Rochdale que
vertebraran desde entonces el espritu del cooperativismo oficial, interclasista y apoltico: matrcula abierta, neutralidad poltica, un socio un voto, inters limitado sobre el capital, ventas al contado, ganancias que vuelven al socio, educacin y formacin8.
En general las nuevas formas de cooperativismo fueron una alternativa legal a los movimientos obreros ms
radicalizados que comenzaron a aparecer en Europa, en especial durante las crisis econmicas. Ese fue el
motivo ms probable para que el cooperativismo recibiera apoyos por parte de gobiernos europeos como el
de Napolen III, por ejemplo, quien cedi algunos derechos a los trabajadores de cooperativas y apoy un
estatuto legal en 1867.
Tal vez la experiencia que ms se asemeja a la de Argentina y la forma en que se abandonaron las fbricas
durante la profunda crisis econmica que vivi, sea la de la Comuna de Pars en 1871. Tras la derrota frente a
Prusia la mayor parte de la gente adinerada, entre ellas los dueos de los medios de produccin, huyeron de
Pars. Los habitantes que se quedaron en la ciudad declararon la repblica e intentaron resistir a los
invasores, algo que lograron por un corto perodo durante el que se desarrollaron experimentos sociales sin
antecedentes. As fue que se decidi dejar en manos de sus obreros a las fbricas abandonadas. En un decreto
de la Comuna del 16 de abril de 1871 se proclamaba:
7 Citado en Gil de Vicente, Iaqui, 2002.8 Gil de Vicente, Iaqui, 2002.
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La Comuna de Pars, considerando que gran nmero de fbricas han sido abandonadas por sus directores, quienes han huido para sustraerse de sus deberes de ciudadanos sin siquiera preocuparse de los intereses de los obreros; considerando que a consecuencia de esta cobarde huida numerosos trabajos importantes para la vida comunal han sido interrumpidos y que est en juego la existencia de los obreros, decreta:
Se convoca a las cmaras sindicales para designar una comisin investigadora que tendr por tarea:
1 Establecer una estadstica de las fbricas abandonadas, as como un inventario exacto del estado en que se encuentran y del estado de las herramientas de trabajo que tengan;
2 Hacer un informe exponiendo las condiciones prcticas para la puesta en actividad inmediata de estas fbricas, no por los desertores que las han abandonado, sino por la asociacin cooperativa de los empleados en esas fbricas;
3- Elaborar un plan para la formacin de estas sociedades cooperativas obreras.9
En 1875 el cooperativismo llega a Montevideo basado en los 7 principios de Rochdale, donde es aceptado
por la burguesa como sistema integrador de la spera lucha de clases tras la dura huelga de 500 trabajadores
de fideeras en 1884. En 1897 se establece una cooperativa agrcola en Avellaneda, Argentina10.
A lo largo del siglo XX se dieron casos de control obrero que merecen ser nombrados. Uno de ellos es el de
Yugoslavia, donde desde el Estado se procur el control obrero de la produccin. Esto fue posible gracias a
la independencia que su presidente, Josip Broz, alias Tito, logr mantener respecto del rgimen stalinista y
que le dio el margen de maniobra que no lograron otros pases comunistas. El pensador estadounidense
James Petras reconoce tres etapas diferenciadas en el control obrero de la Yugoslavia de Tito: de 1950 a 1964
encuentra que hay un control de los trabajadores de cada fbrica, que es supervisado por el Partido
Comunista; desde 1965 hasta la desintegracin de la Federacin Yugoslava en 1972, bajo la reforma de
mercado, las fbricas, asegura Petras, comenzaron a ser afectadas por las presiones capitalistas, surgiendo
mayores inequidades sociales entre las fbricas y los sectores econmicos, as como tambin el
desempleo11. A partir de 1973 las fbricas bajo control obrero comenzaron a desaparecer frente a las
competencias internacionales, las luchas internas y los problemas del Partido Comunista. Segn dos
estudiosos del fenmeno de la autogestin obrera (el Dr. en Sociologa James Petras y al socilogo Henry
Veltmeyer) el xito del control obrero durante cerca de 25 aos se debi fundamentalmente a
la lucha de las masas que precedieron a la emergencia de las experiencias de Autogestin de los Trabajadores durante el perodo antifascista y antiestalinista, que moviliz y politiz a la clase trabajadora y promovi a la conciencia de clase y a la organizacin.
Ms cerca geogrficamente, en Bolivia, en 1952, tuvo lugar la Revolucin Nacional Boliviana, cuyos
mayores logros se dieron durante la presidencia de Vctor Paz Estenssoro del Movimiento Revolucionario
Nacional y gracias al apoyo de los mineros y campesinos. En octubre de 1952 se nacionalizaron las tres
compaas de estao ms importantes, cuyo control, sin embargo, no qued en manos de los trabajadores.
Segn las conclusiones de Petras y Veltmeyer, los efectos de la estatizacin fueron limitados debido a la falta
de alianzas con otros sectores sociales y de otras experiencias similares fuera de la minera.
En Per, en 1968, una junta militar al mando del General Velasco Alvarado tom el poder. NLa
nacionalizacin de la International Petroleum Company y una planta qumica y de papel llamada Paramonga
que pertenecan a capitales de los EE.UU., le vali un violento aislamiento internacional. La junta busc el
9 Mandel, Ernst, 1973.10 Gil de Vicente, Iaqui, 2002.11 Petras, James y Veltmeyer, Henry, 2002.
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apoyo de los campesinos al expropiar tierras, que comenzaron a ser trabajadas por comunas indgenas,
colectivos de campesinos o individuos solos, aunque siempre bajo el control de los militares. La falta de
democracia real en las fbricas llev a los trabajadores a realizar numerosas huelgas contra las empresas que
supuestamente gestionaban. Segn Petras y Veltmeyer, La leccin de Per es que la estatizacin o
nacionalizacin desde arriba reproduce la estructura jerrquica del capitalismo y margina el rol de los
trabajadores en el sector pblico12.
Otra experiencia interesante fue la de Chile bajo el gobierno socialista de Salvador Allende, entre 1970 y
1973 ao en que fue derrocado por Augusto Pinochet. Durante su gobierno, se produjeron numerosas
estatizaciones13 y cerca de 125 fbricas funcionaron bajo control obrero en las que se mezclaban comisiones
de trabajadores y funcionarios14. En este caso, segn Pretras y Veltmeyer, la propia expansin del fenmeno
hizo que la resistencia estallara para detener la amenaza: La desplazada clase capitalista recurri a la
violencia y a la represin para recuperar el control sobre los medios de produccin15.
Durante las huelgas que acompaaron a las grandes movilizaciones de mayo del 68 en Francia se realizaron
ocupaciones de fbricas que, en algunos casos, comenzaron a producir bajo formas de autogestin16. Muchas
ms se dieron bajo el control comunista (como en Checoslovaquia a partir de 1966), que generalmente
fallaron a la hora de redistribuir el poder poltico, el que tendi a concentrar piramidalmente tal como lo
haba hecho el capitalismo y que termin alejndolo de los obreros que eran los supuestos beneficiarios.
Si bien hay otros ejemplos histricos (como el de Portugal en 1974), detendremos la revisin aqu para
realizar un pequeo balance histrico. En las experiencias del siglo XX de control obrero o nacionalizacin,
los alcances parecen haber sido limitados por distintas razones. Lo concreto es que hubo excepciones al
sistema capitalista pero los trabajadores debieron someterse a burcratas militares o del Partido Comunista
que los dirigan y coordinaban desde arriba y contaron con poca o ninguna autonoma para tomar decisiones.
Aqu vemos que el Estado jug un rol fundamental en la iniciativa para que se produjera la
cooperativizacin. El caso argentino, como veremos, es bastante distinto, especialmente porque la iniciativa
surge de un vaco de poder y de los trabajadores especficos de las distintas fbricas que deciden empezar la
lucha. En la Argentina el Estado tiene un rol errtico que va desde el desconcierto hasta la anuencia y la
represin.
La experiencia que s resulta cercana en tiempo, espacio y metodologa es la que se est dando en Brasil, en
especial a partir de la fundacin de ANTEAG (Asociacin Nacional de Trabajadores en Empresas
Autogestionadas) que tambin surgi como respuesta a las sucesivas quiebras que dej la ola neoliberal en
nuestro continente.
La primera experiencia brasilea tuvo lugar en 1991 en la fbrica de Calzados Makerly, que quebr dejando
a unos 500 empleados en la calle. Al ver lo difcil que sera para los nuevos desocupados conseguir trabajo,
12 Petras, James y Veltmeyer, Henry, 2002, pg. 58.13 Una de las estatizaciones ms conocidas y que ms consecuencias tuvo para la poltica chilena fue la de las minas de cobre que pertenecan a capitales estadounidenses y que se realiz sin el pago de una indemnizacin debido a que se determin que las tasas de ganancia de sus gerenciadores hasta ese entonces haban sido exageradas. 14 Petras, James y Veltmeyer, Henry, 2002.15 Petras, James y Veltmeyer, Henry, 2002.16 Uno de los casos ms exitosos fue el de la empresa LIP de alta tecnologa en relojes, mquinas-herramienta y armamento que funcion bajo control obrero durante 1973-4.
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el Sindicato de Zapateros de Franca, regin en donde quedaba la fbrica fallida, comenzaron a buscar
alternativas al cierre definitivo y negociaron la compra a manos de una cooperativa gracias a un crdito
estatal. Por desgracia, la nueva organizacin autogestionada mantuvo cargos jerrquicos, careci de una
transparencia mnima y en general no logr crear un sistema que permitiera crecer a la fbrica, que
finalmente cerr en 1994. Sin embargo, basado en esta experiencia, ese mismo ao un grupo de tcnicos del
Departamento Intersindical de Estadsticas y Estudios Socioeconmicos (DIESSE) junto con el Sindicato de
Qumicos, decidieron crear ANTEAG con el objetivo de apoyar nuevos procesos autogestionarios con un
estilo similar al que tienen las empresas recuperadas en la Argentina. La diferencia principal es que en este
pas el mtodo ms comn no es la expropiacin estatal, sino que los ex-empleados compran las empresas a
los dueos utilizando las deudas acumuladas o, una vez llegada la instancia de remate, ofertando con crditos
estatales. Tambin cuentan con una seguridad extra que es que el Estado transforma a estos emprendimientos
en proveedores propios.
Con este mtodo a mediados de 2003 se haban recuperado unos 30.000 puestos de trabajo y cerca de 300
empresas, de las cules aproximadamente la mitad est agrupada dentro de ANTEAG. Al igual que en la
Argentina, la mayora de los emprendimientos no responden a cuestiones ideolgicas, sino que surgen de una
necesidad extrema. Uno de los Coordinadores de ANTEAG le explicaba a Indymedia Brasil:
Cuando no hay ms alternativas y los trabajadores corren el riesgo de perder el empleo el sindicato entra en contacto con ANTEAG para que auxiliemos a los empleados en las negociaciones con el patrn sobre la venta de la maquinaria o la manera de que se mantengan los puestos de trabajo17.
2.1.1.Los antecedentes argentinosEs difcil establecer paralelos slidos entre experiencias argentinas de control obrero del pasado y las que se
dieron en los ltimos dos o tres aos. A lo largo de la rica historia de lucha de la clase obrera argentina, se
realizaron ocupaciones que reclamaban reivindicaciones que poco tienen que ver con el objetivo actual de
control obrero. Establecer paralelos con el cooperativismo, sobre todo agrcola, que surge a fines del siglo
XIX, sera forzar los trminos. Segn un informe del Instituto Nacional de Economa Solidaria en el ao
2002 existan 15.887 cooperativas en el pas y casi el 30 % de la poblacin pertenece a una cooperativa,
aunque con sistemas organizativos e historias totalmente distintas a las de las empresas recuperadas en estos
ltimos aos, que en su mayora tomaron la forma jurdica de cooperativas por una cuestin prctica, pero
con muchas peculiaridades propias.
Durante el gobierno peronista hubo cierto auge del movimiento cooperativista, pero con niveles de
autogestin de los trabajadores muy inferiores a los de las empresas recuperadas. Un estudio que rastreaba
continuidades histricas de los procesos actuales explicaba
...queremos aclarar que en la revisin histrica realizada hasta el momento no hemos encontrado experiencias anteriores a las desarrolladas en 1959, lo cual no implica que no hayan existido18.
En cualquier caso la falta de visibilidad de antecedentes indicara que estos, en caso de haber tenido lugar,
fueron marginales y con poco impacto real, a diferencia de lo que est sucediendo actualmente. En el mismo
texto que acabamos de citar se analizan algunos antecedentes de ocupaciones de fbricas que se dieron en
marcos de luchas gremiales, sobre todo peronistas. Estos son:
17 Indymedia Brasil, http://brasil.indymedia.org/pt/blue/2003/07/257665.shtml, 1/7/2003.18 Allegrone, Vernica et al, 7/8/2003
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El caso del Frigorfico Lisandro de la Torre que se dio tras la Revolucin Libertadora de 1955, dentro de un
proceso de resistencia peronista. Este frigorfico en particular se ocup en 1958 y la decisin de hacerlo
surgi de la nueva cpula del Sindicato de la Carne fuertemente ligada al peronismo y cont con el apoyo de
los vecinos de Mataderos, ligados al destino econmico del frigorfico. La motivacin puntual de esta
ocupacin fue la sancin de una ley que permita una privatizacin del mercado Municipal de Carnes. Tras
infructuosos intentos de negociacin con el gobierno y algunas divisiones sindicales internas, la ocupacin
fue brutalmente reprimida, el frigorfico pasado a manos privadas y 2000 trabajadores despedidos.
En 1964, durante la dbil presidencia de Humberto Illia, la CGT lanz un plan de lucha que tuvo como
objetivo modificar profundamente la poltica de gobierno en una variedad muy amplia de temas: libertad a
los presos polticos, derogacin de la legislacin represiva, mantenimiento y creacin de nuevos puestos de
trabajo, defensa del patrimonio de la nacin, etctera. Ante la falta de respuestas satisfactorias la CGT lanz
la segunda parte de su plan de lucha que consisti en la toma directa de fbricas por lapsos breves de tiempo
(menos de 24 hs.) en todo el pas. Las oleadas de ocupaciones parciales y totales se dieron a partir de mayo y
alcanzaron varios cientos de fbricas cada vez. La ltima oleada, en julio de 1964, que se dio dentro de este
marco de lucha, lleg a unos 3400 establecimientos19. Cerca del 50% de las fbricas que adhirieron a las
ocupaciones fueron metalrgicas y textiles. ...tras la segunda etapa del plan de Lucha se logr la sancin de
la ley sobre salario Vital, Mnimo y Mvil al tiempo que los independientes se alejaron de la conduccin
de la CGT, fortalecindose la figura de Vandor20. Salvo por algunos casos marginales y breves, los
trabajadores no pusieron las plantas a producir bajo su gestin.
En junio de 1973, durante el breve gobierno de Hctor Cmpora, se produjeron unas 2000 ocupaciones no
slo de fbricas, sino tambin de universidades, hospitales, canales de televisin, etctera. Este conflicto fue
contenido por acuerdos entre Pern, los sindicatos y los empresarios, pero volvieron a ocurrir durante el
breve gobierno de Mara Estela Martnez de Pern, tras la muerte del Gral. Juan Domingo Pern. En ese
entonces se produjo una radicalizacin de algunos sectores como consecuencia de las fracturas que se
vivieron en el interior del peronismo. Dentro de esta ltima etapa se dio la ocupacin de la papelera
Mancuso-Rossi, en la que los trabajadores lograron una suerte de control obrero sobre la gestin patronal.
Hubo algn otro caso de gestin obrera directa, como el de la petroqumica PASA en el Gran Rosario, pero
que tambin tuvo poca duracin.
El ltimo caso que analizaremos dentro de esta seccin es el de la ocupacin de la fbrica Ford en 1985, ya
que las siguientes se consideran como antecedentes directos de la recuperacin de fbricas tal como se dan
actualmente. La ocupacin de la planta de Pacheco fue la respuesta a 33 despidos. Cientos de obreros,
reunidos en asamblea, decidieron demostrar su capacidad de gestin haciendo funcionar la empresa durante
18 das hasta que el gobierno de Alfonsn, la patronal y parte del SMATA aceptaron la represin a los
trabajadores y los expulsaron. Ms all de sus limitaciones esta lucha tuvo un impacto importante por las
caractersticas del establecimiento, la cantidad de obreros y porque se produjo hace relativamente poco, ya en
tiempos de democracia.
Como puede verse, en estos casos lo que se buscaba era un cambio en la relacin de fuerzas entre
19 Allegrone, Vernica et al, 7/8/200320 Allegrone, Vernica et al, 7/8/2003
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trabajadores y empresarios para hacer valer ciertas reivindicaciones laborales previamente adquiridas o
presionar por determinadas polticas de Estado. En ninguno de estos antecedentes el objetivo es una reforma
estructural en la organizacin del trabajo para llegar a la autogestin. Esta, cuando se dio, fue una forma ms
de presionar a la patronal en pos de sus objetivos que demostrar que no queran que los patrones volvieran.
Tambin vale la pena destacar que la extensin del conflicto en el tiempo desgasta ms a los trabajadores
que a los poderes econmicos y polticos, que cuentan con ms recursos para sobrevivir a la lucha, lo que
resulta una leccin saludable para que los trabajadores de las fbricas recuperadas presten especial atencin a
su fortaleza econmica.
2.2.El contexto de crisisEl aumento reciente en el nmero de ocupaciones de fbricas pudo darse gracias a un contexto que
legitimaba este tipo de comportamientos a nivel social, poltico y econmico. El perodo que de alguna
manera estimul la capacidad de lucha y la creatividad de la clase obrera va de la mano de la profundizacin
de la crisis que se inicia en 1998.
De esos aos son las luchas de Yaguan e IMPA que, con caractersticas distintas, permitieron a los obreros
conservar sus puestos de trabajo, aunque en ambos casos atndose a deudas millonarias previas; en la
primera con los dueos anteriores y en la segunda contrados luego por una jerarqua interna de la
cooperativa. Sin embargo, el modelo que se demostr hasta ahora como ms exitoso lleg en el 2000 con la
experiencia de la Cooperativa Unin y Fuerza que obtuvo una expropiacin a favor de la cooperativa que
formaron sus trabajadores. En esta metalrgica las deudas del dueo anterior fueron a manos de la quiebra,
aunque los obreros debern pagar en algn momento los costos de la expropiacin (dinero que prcticamente
poseen a tres aos de haber iniciado la produccin, como vamos a ver). La metodologa que utiliz esta
fbrica funcion como modelo (aunque con infinitas variantes) para muchas de las que vendran despus o
incluso para anteriores, como Yaguan, que consigui su expropiacin aos despus de haber comenzado a
funcionar. Pero no nos apresuremos y veamos el contexto en el que se dio el proceso.
Despus de la retirada de Carlos Menem y el boicot que realiz a su potencial sucesor, Eduardo Duhalde en
las elecciones de 1999, el gobierno de Fernando De la Ra no tard en demostrar que pese a su mejor
presentacin, no era una alternativa al modelo neoliberal que haba hundido al pas en una crisis sin
precedentes. La cantidad de libros escritos sobre esta etapa exime a este de hacer un anlisis pormenorizado
del tema. De cualquier manera puede resultar til ver al menos unas pocas cifras tomadas del Instituto
Nacional de Estadsticas y Censo que permitan analizar la envergadura de la crisis econmica:
En octubre de 2000 la desocupacin alcanzaba a un 14,7% de la poblacin activa y la subocupacin a un
14,6. En la medicin de octubre del ao siguiente los resultados fueron de un 18,3 y un 16,3 y slo 6
meses despus eran de 21,5 y 18,6 respectivamente.
En octubre de 2002 el 10% ms pobre de la poblacin se llevaba el 1,4 de los ingresos totales y el 10% ms
rico se llevaba el 37, 4%.
Desde mayo de 2001 a octubre de 2002 el porcentaje de habitantes argentinos por debajo del nivel de
pobreza pas del 35,9 al 61,3 %, mientras que el de habitantes por debajo de la lnea de indigencia vari
desde un 11,6% a un 29,7%.
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La actividad econmica cay respecto a igual mes en el ao anterior en prcticamente todos los meses
desde octubre de 1998 hasta noviembre de 2002.
Tambin puede verse el impacto real de la crisis en algunos ejemplos ms cotidianos: la cantidad de pasajes
ferroviarios urbanos vendidos en octubre de 1997 lleg a los 42.194 para caer hasta 26.196 en febrero de
2002, un 62% de lo que ocurra casi 5 aos antes. Es decir que poco ms de la mitad de la gente que
viajaba en 1997 se quedaba en su casa en 2002. En junio de 2003, tras algunos meses de mejora en la
situacin econmica general, se vendieron 31.141, un 73% de la cantidad que se venda 6 aos antes.
Desde antes del comienzo de la crisis ms profunda aument el nmero de concursos preventivos y
quiebras. Para comprender mejor el cuadro que se encuentra ms abajo es necesario recordar que desde
febrero de 2002 la ley25.563inhibilasejecucionesporunperodode180das,porloquelos
juiciosejecutivos,concursospreventivosyquiebrasdecretadasdejarondecrecer,comovenan
hacindoloenlosltimosaos.
La crisis econmica fue el reflejo de una poltica neoliberal salvaje que funcion como negocio para
prestamistas y gestores de envergadura internacional, generalmente bancos. Hay un sinnmero de pruebas de
que esta crisis no fue perjudicial para todos, sino que hubo quienes se beneficiaron en el pas y sobre todo en
el exterior. No es necesario introducirse en este tema con demasiada profundidad, por lo que simplemente
citaremos una nota publicada en Washington Post, diario de un pas que siempre se neg a aceptar culpas.
Segn este artculo, entre 1991 y 2001 las principales firmas financistas mundiales se llevaron alrededor de
1000 millones de dlares21, contrapartida que explica en buena parte los ndices que vimos ms arriba. All
tambin se explicaba que Wall Street fue uno de los cmplices de la debacle que llev a la Argentina a
pasar de ser La tierra de la fantasa a tener un final catastrfico.
La debacle econmica desencaden una crisis que pareci terminal tambin en lo poltico y que explot con
los cacerolazos del 19 y 20 de diciembre de 2001. En esa fecha termin el gobierno de De la Ra, dejando un
vaco difcil de llenar. La sociedad sufri el impacto y los sucesivos presidentes renunciantes sufrieron el
rechazo masivo que la clase poltica provocaba en la ciudadana, resumido en la consigna Que se vayan
todos y que despert a la sociedad del anestesiamiento consumista propuesta por el neoliberalismo que
lideraba Menem en nuestro pas.
Ese despertar llev al intento de desarrollar alternativas en lugar de esperarlas por parte del gobierno. Como
explicaba Jos Abelli del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas, la nica alternativa que poda
gestar la clase dirigente argentina era:
Venderle todo a Petrobrs, entregar el patrimonio nacional. Este establishment argentino es pattico. Eran los que bailaban en el Titanic pidiendo flexibilizacin y reclamando por el costo laboral argentino. Y el nico costo ac es el empresario. Se fumaron 135.000 millones de dlares. Si queremos el desarrollo de un pas en serio, nos tocar a nosotros, los trabajadores, una parte22.
El impacto que dejaron los cacerolazos, la represin y la muerte tuvo corto alcance en el tiempo, aunque sus
21 Blustein, Paul, Washington Post, Argentina didnt fall on its own, 3/8/0322 Sitio de lavaca.org en Internet: http://www.lavaca.org/notas/nota340.shtml, El otro fondo.
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consecuencias reales se podrn reconocer slo con la perspectiva de los aos. Hoy an se discute si la gente
sac al presidente, si fue un complot de