El antistalinismo de Mao
José Sotomayor Pérez
(Capítulo de ''Stalin y Mao Zedong, el otro revisionista'', de José Sotomayor Pérez)1
1Extraido de la web Euskal Sute Iraultzailea - garkolektiboa.blogspot.com
Según dicen los seguidores de Mao Zedong, el maoísmo ha superado al
marxismo leninismo sobre la base de las críticas del líder chino a Stalin. He
aquí un pasaje de una carta del Comité del Movimiento Revolucionario
Internacionalista al Partido Comunista de Turquía:
«Mao hizo la muy importante crítica de que ‘en Stalin hubo mucho de
metafísica’ y ‘que enseñó a mucha gente a ponerla en práctica’. En otras
palabras, cuando Mao llevó el marxismo a una nueva etapa, un elemento
decisivo fue su rechazo de los errores de Stalin».
El «rechazo de los errores de Stalin», por Mao, tiene una larga historia. No
comienza con las felicitaciones a los revisionistas soviéticos, por su XX
Congreso y el contenido infame del discurso secreto de Jruschov. En
realidad, el rechazo a las tesis de Stalin sobre la Revolución China y a la
Internacional Comunista, comenzaron a manifestarse en forma definida
desde la Conferencia de Tsunyi, el año de 1935.
En Octubre de 1938, Mao publicó su informe político al VI Pleno del Comité
Central del PCCh, «Sobre la Nueva Etapa», propugnando «la chinización del
marxismo» y la lucha «contra los patrones de ultramar». La orientación
general de este informe está dirigida a rechazar el marxismo leninismo, la
experiencia soviética de edificación del socialismo y el rol dirigente de la
Internacional Comunista. Es en este informe, «Sobre la Nueva Etapa», que
Mao da a conocer su verdadera posición contraria a la Unión Soviética y al
marxismo leninismo.
A comienzos de 1940, Mao publicó su conocida obra «La Nueva
Democracia», en la que expone una teoría opuesta a la doctrina de Lenin
sobre el desarrollo ininterrumpido de la revolución democrático burguesa
hasta su transformación en revolución socialista. En esta obra Mao hace la
defensa abierta de la burguesía, propugnando el desarrollo prolongado del
capitalismo. La situación actual de China, tiene sus orígenes en la
aplicación de las tesis contenidas en la «Nueva Democracia» de Mao
Zedong.
Medio año antes de la invasión del ejército hitleriano a la URSS, Mao se
pronunció por una alianza de la Unión Soviética con Alemania, Italia y el
Japón, con el argumento de que estos países eran pobres y no se podía
sacar ningún provecho de ellos, después de su derrota. Según Mao:
«Stalin y Dimitrov propusieron crear una alianza entre Inglaterra,
Norteamérica, Francia y la URSS como frente único antifascista contra
Alemania, Italia y Japón. El desarrollo de los acontecimientos demostró que
esto fue un error. No hay que llevar las cosas a una alianza de Inglaterra,
Norteamérica, Francia y la URSS, sino la Alianza de Alemania, Italia, Japón
y la Unión Soviética». (39)
El antisovietismo y antistalinismo de Mao, se pusieron de relieve a partir
del otoño de 1941, con el inicio de la denominada «campaña de rectificación
del estilo». Wang Ming, destacado dirigente del Partido Comunista de
China, dice que en aquel entonces, Mao declaró, en conversaciones con
Forman, lo siguiente:
«Nosotros no aspiramos al modelo social y político del comunismo de la
Rusia Soviética. Más bien preferimos pensar que estamos haciendo algo
parecido a la obra por la cual luchó Lincoln en la Guerra de Secesión: la
liberación de los esclavos. Hoy tenemos en China muchos millones de
esclavos subyugados por el feudalismo». (40)
Esta era una posición personal de Mao, porque el programa y la política del
Partido Comunista de China, no tenían un carácter meramente liberal
burgués, antifeudal. Lo que Mao perseguía con esta declaración era
presentarse ante su interlocutor, como un simple dirigente agrario, amigo
de los países capitalista y ajeno al socialismo.
Al haber cambiado radicalmente la situación de todo el continente asiático el
año de 1945, como consecuencia de la derrota del Ejército japonés por el
Ejército Soviético, Mao se vio obligado a practicar una política de
acercamiento a la Unión Soviética, con el fin de recibir la inmensa ayuda
que podía proporcionarle, pero al mismo tiempo seguían su coqueteos con
los EE.UU. Esta es la razón de su presencia en las negociaciones de
Chungking con Chiang Kai-shek, donde Hurley, embajador norteamericano
en China, hizo de árbitro. Este hecho pone al desnudo las mentiras de las
«Diez Grandes Relaciones», donde Mao, falsificando la historia, dice que
Stalin comenzó por prohibirle hacer la revolución en el período de la Guerra
de Liberación; que iniciada la guerra, creyó a medias en su fuerza y que «al
triunfo de la guerra tuvo la sospecha de que se trataba de una victoria a lo
Tito». (41)
La verdad es otra. En la Conferencia de Chungking, Mao, capituló al firmar
el Convenio del 10 de octubre de 1945. Según este convenio, casi un total
de 900,000 combatientes del PCCh podían formar solo nueve divisiones. «Y
de estas nueve divisiones los comunistas podían formar
independientemente solo tres. Las demás divisiones debían mezclarse con
las tropas de Chang Kai Shek. Al mismo tiempo, se preveía entregar a
Chang Kai Shek todas las zonas liberadas al sur del río Yang-tse controladas
por el PCCh. Además se permitía a los principales órganos militares
norteamericanos que abriesen en Yenan y Changkiakow (kalgan) dos
escuelas militares para la recapacitación del personal de los ejércitos 8° y
4° (nuevo) con el concurso de los militares estadounidenses». (42)
Pese a que las cláusulas de este Convenio eran en extremo humillantes,
Mao estampó su firma presionado por el embajador norteamericano,
Hurley, quien le advirtió que si no firmaba, «no habría posibilidad de
negociar». Es importante anotar que Mao abrigó la esperanza de que
EE.UU. obligaría a Chang Kai Shek a formar un gobierno de coalición del
Kuomingtan con el PCCh, y por eso en el otoño de 1946 invitó al general
Marshall a que visite Yenan, en calidad de representante del presidente
Truman, con la esperanza de que intercediera en una reconciliación con el
Kuomingtan. Mientras tanto, EE.UU. armaba rápidamente las tropas de
Chang Kai Shek, preparándolas para la guerra civil contra los comunistas.
Es necesario hacer estas referencias históricas, para demostrar que en sus
«Diez Grandes Relaciones», Mao, calumnia a Stalin cuando dice que en el
período de la Guerra de Liberación le «prohibió hacer la revolución», y
otras mentiras semejantes, desmentidas categóricamente por Wang Ming,
con citas textuales que ponen a luz la línea oportunista pro yanqui de Mao.
Es necesario que se conozca que, inmediatamente después de la derrota del
Ejército Japonés por el Ejército Soviético en la Segunda Guerra Mundial,
todo el armamento capturado a los japoneses y el propio armamento del
Ejército Rojo triunfante, fue entregado a los comunistas chinos, con el fin de
que organizaran y equiparan su Ejército de Liberación.
El acercamiento permanente de Mao a EE.UU., durante todo el desarrollo de
la revolución china, a la par que su hostilidad a la Internacional Comunista
y su sordo encono contra Stalin, constituyen la línea general seguida por el
PCCh, desde la Conferencia de Tsunyi, realizada el año de 1935. Fue una
línea que no reflejaba los intereses del proletariado chino, sino de la
burguesía nacional. En su obra «Acerca de la Nueva Democracia», Mao hace
la defensa de esta clase, al oponerse a la transformación de la revolución
china en revolución socialista, con argumentos realmente deleznables,
como los siguientes:
- La burguesía nacional tiene un carácter dual y participa en la revolución;
- Existe el imperialismo;
- En China existe el imperialismo y no se ha desarrollado el capitalismo.
En su obra titulada «Sobre el Tratamiento Correcto de las Contradicciones
en el Seno del Pueblo», Mao dice:
«En nuestro país, la contradicción entre la clase obrera y la burguesía
nacional hace parte de las contradicciones en el seno del pueblo. La lucha
de clases entre la clase obrera y la burguesía nacional es, en general, una
lucha de clases en las filas del pueblo, porque la burguesía nacional de
china tiene doble carácter. En el período de la revolución democrático
burguesa, ella tenía en su carácter tanto un lado revolucionario como otro
conciliador. En el período de la revolución socialista, al tiempo que explota a
la clase obrera obteniendo ganancias, apoya a la Constitución y se muestra
dispuesta a aceptar la transformación socialista». (43)
Con semejante fundamentación filosófica del rol de la burguesía nacional
china, era imposible que la revolución china, bajo la dirección de Mao
Zedong, marchara en forma ininterrumpida de la etapa democrática
burguesa a la etapa socialista. Considerar que el socialismo puede
construirse con una burguesía que sigue explotando a los obreros, porque
es una burguesía china, dispuesta a aceptar voluntariamente el socialismo,
es una verdadera aberración. Así lo ha demostrado la experiencia histórica.
La China capitalista actual es, en última instancia, producto de esta
claudicante teoría de Mao.
El líder chino no quiso tener en cuenta la experiencia soviética, Su estrecho
nacionalismo le hizo ver en Stalin un dogmático y metafísico, que utilizaba
métodos «rígidos», refiriéndose a la lucha ideológico política que el gran
sucesor de Lenin tuvo que librar, en el largo proceso de edificación del
socialismo. En la Unión Soviética, también surgió la teoría sobre una
burguesía con capacidad para integrarse al socialismo. Sobre esta cuestión
Stalin dice:
«Pero ¿qué significa llevar a cabo la edificación del socialismo, si
expresamos esta fórmula en un lenguaje concreto de clase? Llevar a cabo la
edificación del socialismo en la URSS significa vencer en el curso de la
lucha, con nuestras propias fuerzas, a nuestra burguesía, a la burguesía
soviética. El problema se reduce, por tanto, a saber si el proletariado de la
URSS es capaz de vencer a la burguesía propia, a la burguesía soviética. Por
eso, cuando se pregunta si es posible llevar a cabo la edificación del
socialismo en la URSS, con ello se quiere decir: ¿es capaz el proletariado de
la URSS de vencer con sus propias fuerzas a la burguesía de la URSS? Así
y sólo así se plantea la cuestión cuando se trata de resolver el problema de
la edificación del socialismo en nuestro país». (44)
En el proceso de industrialización, los comunistas soviéticos realizaron
verdaderas proezas, cuyo resultado fue calificado de «milagro económico».
Hay que recordar que a fines de 1932, el producto industrial bruto había
más que doblado con relación al de 1928. Los años 30 la producción
industrial conoció una expansión gigantesca. En el decenio que va de 1927
a 1937 la producción industrial en bruto aumentó de 18,300 millones de
rublos a 95,500 millones, la producción de acero subió de 3 millones de
toneladas métricas, a 14,5; el carbón de 35.4 millones de metros cúbicos a
128; la potencia eléctrica de 5,1 miles de millones kilovatios-hora a 36,2;
las máquinas herramientas de 2,098 unidades a 36,120. Esta acelerada
industrialización, causó admiración al mundo entero y muchos observadores
burgueses dijeron que estas realizaciones «causaban vértigo». Y todo esto
se hizo en una URSS férreamente cercada por las potencias imperialistas.
Mao Zedong y sus seguidores conocían este «milagro», pero empeñados
tercamente en seguir su propio curso, acompañados de su aliada la
burguesía nacional china, terminaron lanzando la consigna de Bujarin:
¡enriqueceos! Así, el maoísmo, trajo al mundo a la actual multimillonaria
burguesía china.
En el proceso de la edificación del socialismo en la URSS, la burguesía
soviética fue vencida. Es claro que si Stalin y los bolcheviques, hubieran
pensado como Mao, en la existencia de una burguesía soviética que al
mismo tiempo que explotaba obreros podía integrarse al socialismo,
aceptando y contribuyendo a su edificación, jamás hubiera triunfado el
socialismo en la Unión Soviética. Fue la derrota contundente de las clases
explotadoras, la que permitió la edificación completa del socialismo en la
Unión Soviética de Lenin y Stalin. Después de 1953, año de la muerte de
Stalin, la contrarrevolución revisionista tardó tres años para usurpar el
poder del Partido y del Estado y dar comienzo al desmontaje del socialismo
en la URSS y las democracias populares de la Europa oriental, excepto
Yugoeslavia, que es un caso aparte, pues nunca fue socialista.
La defensa de la experiencia Yugoeslava, por Mao Zedong, no es casual;
tampoco es casual que Stalin haya visto, desde un principio, que la
revolución en China podía degenerar en posiciones iguales a las de
Yugoeslavia. Mao, siempre consideró errónea la posición de Stalin frente a
las desviaciones trotskistas de Tito. Defendiendo a este elemento ajeno al
marxismo leninismo, Mao dijo:
«Es comprensible que los camaradas yugoeslavos guarden un resentimiento
particular contra los errores de Stalin. En el pasado hicieron valiosos
esfuerzos por mantenerse, en condiciones difíciles, fieles al socialismo, sus
experiencias en la administración democrática de las empresas económicas
y otras organizaciones sociales también han atraído la atención». (45)
Surge la pregunta ¿Cuáles fueron los errores de Stalin con relación a Tito y
Yugoeslavia? Ningún marxista leninista consecuente puede negar validez y
oportunidad a las observaciones que Stalin hizo a los comunistas
yugoeslavos en su Carta del 4 de mayo de 1948, entre las cuales tienen
gran importancia las siguientes:
«No es casual que los dirigentes del Partido Comunista Yugoslavo estén
eludiendo la cuestión de la lucha de clases y la represión de los elementos
capitalistas en las aldeas. Lo que es más, en los discursos de los dirigentes
yugoeslavos no se menciona la cuestión de la diferencia de clases en las
aldeas; se considera al campesinado como un todo orgánico, y el partido no
analiza sus fuerzas en un esfuerzo por superar las dificultades que nacen
del aumento de los elementos explotadores de las aldeas».
«Ello significa que el PCY está siendo adormecido por la teoría oportunista
decadente de la integración pacífica de los elementos capitalistas en el
socialismo, tomada de Berstein, Vollmar y Bujarin». (46)
Resulta claro que la defensa de «los camaradas yugoeslavos» por Mao, no
es casual. Se trata de posiciones político-ideológicas iguales frente a la
burguesía, y su integración pacífica en el socialismo. Sin embargo, para el
líder chino, no admitir semejante integración, constituye «metafísica» y
«dogmatismo».