Fundamentos de Psicología Interconductual 3
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EL ANÁLISIS DE LAS INTERACCIONES PSICOLÓGICAS1
Ahora que hemos aislado e identificado el objeto de estudio de la Psicología estamos listos para analizar
sus detalles. Debemos trabajar con los factores que constituyen las interacciones entre los objetos y los
organismos. Esto puede realizarse mejor investigando los siguientes seis tópicos:
1. El segmento de interconducta
2. La función estímulo
3. La función respuesta
4. El medio de contacto
5. El contexto de la interacción
6. El sistema reactivo
EL SEGMENTO DE INTERCONDUCTA
La vida conductual de un organismo es absolutamente continua mientras el individuo esté vivo. No hay
un solo momento en el que no esté interactuando con objetos. El fenómeno psicológico debe equipararse
a un flujo continuo más que con un montón de púas colocadas de lado a lado en un alambre. Pero este
hecho trae a los psicólogos un serio problema, puesto que el rigor de la descripción científica siempre
demanda el aislamiento de una unidad distintiva de un hecho observacional.
Para satisfacer la demanda trajimos en nuestra ayuda la concepción de “segmento conductual”. Si
pensamos en la actividad continua de un organismo como una línea, entonces podemos cortarla en
partes o segmentos. Cada segmento representa una de las unidades analizables más simples de un
evento interactivo. Consiste de un estímulo sencillo y su respuesta correlacionada (ver Figura 4).
El estímulo y la respuesta son factores recíprocos en un segmento conductual. Uno no puede ocurrir sin
el otro. Probablemente la mejor forma de describir la respuesta es decir que es algo que el organismo y el
objeto estímulo hacen con respecto el uno del otro. El organismo ejecuta alguna acción o movimiento. El
estímulo, por otro lado, es una acción u operación ejecutada por el objeto con respecto al organismo con
el cual interactúa. Esta acción del estímulo, o estimulación, puede definirse mejor como la conducta
mutua y correspondiente de un objeto en un campo interaccional junto con la acción ejecutada por el
organismo. De este modo, la fórmula para cada campo psicológico o interacción es:
1 Kantor, J. R. y Smith, N. W. (1975). The Science of Psychology: An Interbehavior Survey. Chicago: The Principia Press. p.p. 32-55.
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Considere dos individuos en un encuentro de esgrima. Cada movimiento de A corresponde a una acción
recíproca de la parte de B. Cada uno de los movimientos en A constituye, entonces, un estímulo para
cada acción de B. Note también que cuando la acción de A estimula una respuesta en B los movimientos
de B, o sus cambios posturales, sirven como estímulo para otras acciones de la parte A. Esto es una
ilustración efectiva de un segmento conductual en el cual una persona interactúa con otro individuo.
Todos los campos interconductuales incluyendo aquéllos con respuestas a cosas y condiciones, simulan
la conducta que acaba de describirse.
A primera vista puede requerirse algún esfuerzo intelectual para apreciar cómo un objeto físico-químico,
que en su estado aislado es considerado usualmente como una cosa inerte, ejecuta acciones.
Fig. 4. Segmento Conductual (o Unidad del Evento Psicológico)
Pero eso debe aceptarse cuando tal objeto es parte de un evento psicológico e interactúa con el
organismo, tanto como éste interactúa con él. Reflexione cuánto contribuye una roca, a través de sus
numerosas propiedades, a la conducta de percibir y juzgar de un geólogo. Puede ser útil aquí considerar
también que cuando los físicos o astrónomos estudian los eventos gravitacionales están forzados a
describir el campo en términos de la mutualidad de la conducta de cada cuerpo “inerte”.
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Lo que debemos enfatizar aquí es que el segmento conductual constituye campos en los cuales los
organismos interactúan con otros organismos y objetos. Las acciones de los factores estímulo y
respuesta constituyen una unidad simple. Para distinguir un campo o segmento conductual de otro
algunas veces podemos encontrar conveniente aislar primero el factor estímulo, siempre y cuando en
nuestro aislamiento del campo interconductual hallamos localizado el factor respuesta.
Respuestas y sistemas reactivos
Dividir un segmento conductual en un estímulo y una respuesta es sólo el inicio de nuestro análisis.
Puesto que una respuesta es casi siempre una actividad complicada, es esencial analizar las unidades
de acción de las que está compuesta. Considere la respuesta relativamente simple de observar un
cuadro. Tal conducta es divisible en una serie de unidades de acción. Ello implica posturas, como
cuando asumimos y mantenemos una posición frente a una pintura, varios movimientos de rotación para
enfocar el objeto en nuestro campo visual, ejecutando actividades para captar todos los detalles, etc.
Cuando tenemos éxito al aislar las más simples unidades de acción que componen una respuesta las
llamamos sistemas reactivos y lo simbolizamos sr. Como veremos, tanto los sistemas reactivos como las
actividades de un organismo complejo no son en sí mismas simples. Como el mismo término implica, un
sistema reactivo es una conducta compleja, pero es la acción integral más analizable que un organismo
ejecuta.
Respuestas simples y complejas
Cuando examinamos las variadas interacciones de las personas con los objetos a su alrededor
encontramos que en ocasiones ellas involucran respuestas simples y en otras respuestas complejas. La
diferencia exacta entre estos dos tipos es por completo un asunto del número de sistemas reactivos
(unidades de acción) involucrados en cada uno. La respuesta más simple es la que consiste de sólo un
sistema reactivo. Un ejemplo lo constituye la acción comparativamente simple de la persona cuando
retira su mano de un objeto caliente que toca. En este caso el objeto caliente desempeña una sola
función estímulo, unitaria, y el individuo responde con un solo sistema reactivo2.
En otros casos una sola función estímulo corresponde a una respuesta consistente de una serie de
sistemas reactivos. Por ejemplo, un sonido agudo corresponde a una respuesta múltiple que incluye los
sistemas reactivos de voltear rápidamente en la dirección del sonido, discriminarlo como trueno, y
finalmente continuar con lo que uno estaba haciendo antes. Siempre que la respuesta consista de más
de un solo sistema reactivo nos referimos a él como un patrón de respuesta. El número mínimo de
sistemas reactivos en un patrón de respuestas es tres –a saber, (1) atender, (2) percibir, y (3) ejecutar
una unidad de acción final, como se muestra en el diagrama siguiente.
2 Como una regla, estímulos consistentes de propiedades naturales de las cosas corresponden a respuestas simples.
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Tipos de patrones de respuesta
Todos los patrones de respuesta consisten de secuencias de movimientos, posturas, cambios en las
secreciones, sistemas reactivos verbales y de otro tipo. Pero estas unidades de acción no siempre están
organizadas en la misma forma. Cada combinación de sistemas reactivos, por lo tanto, constituye un tipo
diferente de patrón de respuesta.
Fig. 5. Un experimento de tiempo de reacción. El experimentador E presiona una tecla de telégrafo produciendo un sonido de click y simultáneamente se activa un cronoscopio, el cual mide el tiempo en milésimas de segundo (milisegundos). El sujeto S responde liberando la tecla, la cual detiene el cronómetro del dial en el cual E registra el tiempo consumido. La misma técnica puede ser usada para estimulación visual, contacto, palabra o shock eléctrico y la respuesta puede ser verbal así como la acción del dedo. Patrones de respuesta precurrentes y finales. Considere el experimento de tiempo de reacción en la
Figura 5. Puesto que aquí la interacción total consiste de ejecutar una respuesta particular a una señal
dada, la actividad se termina cuando la tecla es liberada. Esta acción de liberar la tecla constituye la
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conclusión o acto final de la respuesta. Ello concluye la interacción particular de la persona y el objeto
estímulo.
Sin embargo, antes de que esto pueda suceder, la persona tiene que percibir o diferenciar el estímulo,
por ejemplo, escuchar el sonido o ver el color. Llamamos a esto el sistema reactivo perceptual. Ahora,
debido a que el acto de ver o escuchar debe preceder al acto de liberación lo llamamos un sistema
reactivo precurrente. Pero esto no es todo. El acto precurrente de escuchar o ver depende de otro acto el
cual a su vez le precede. Es decir, la persona debe prepararse para ver o escuchar, debe prepararse
para la señal. Y así tenemos otro acto precurrente indispensable. Llamamos a éste el acto de atención.
El patrón de respuesta más simple contiene, entonces, al menos dos sistemas reactivos precurrentes.
Tal como podemos esperar, el patrón de respuestas más complicado incluye en la fase precurrente un
número de otras acciones preparatorias, en adición a los sistemas reactivos de atender y percibir. A fin
de bajar el mapa de aquella pared debo no solamente atenderlo, verlo, si no también levantarme de mi
asiento, caminar alrededor de la mesa, y aproximarme a la pared, donde cuelga el mapa para finalmente
desengancharlo de su colgadero.
Patrones centrales y periféricos. Los tres sistemas reactivos (atender, percibir, levantamiento del dedo)
que constituyen el patrón del tiempo de reacción de la respuesta podemos considerarlos como ajustes
centrales. El término central significa que las actividades son todas una parte definida de una adaptación
o ajuste. Ahora en quizá cada caso las unidades de acción del tipo central están correlacionadas con
otras, las cuales no tienen un carácter tan definitivamente de ajuste. Es esto lo que llamamos reacciones
periféricas. Para ilustrar, mientras que la persona está atendiendo a la fuente de la señal puede decirse a
sí mismo “haré mi mejor esfuerzo” o “espero que nada interfiera mi visión (o audición) de la señal”. El
diagrama de nuestro patrón de respuesta estará entonces complejizado como sigue:
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Segmentos de conducta y situaciones de conducta
Lo que hemos intentado analizar hasta aquí son los tipos más simples de interacciones entre organismos
y sus objetos circundantes. En lo cotidiano, por supuesto, los patrones de respuesta son excesivamente
complejos. Estas interacciones complejas, sin embargo, son solamente multiplicaciones y
complejizaciones de segmentos simples de conducta. Podemos llamarlas situaciones de conducta o de
interacción. Esto significa, de hecho, que muchos estímulos (funciones estímulo) y funciones respuesta
están operando en cualesquier contacto dado de un organismo psicológico con las cosas o personas con
las cuales interactúa. Las situaciones de conducta son excelentemente ejemplificadas por las
circunstancias en las cuales los estímulos y las respuestas comprenden una serie indeterminada.
Considere la conducta de un cirujano. Aún cuando el diagnóstico original determina que ciertos actos se
hacen con respecto al paciente a través del curso de la operación, numerosas acciones impredecibles
son estimuladas por las condiciones de los órganos involucrados. Probablemente cada adaptación
compleja a nuestro entorno consiste de situaciones de conducta más que de segmentos simples de
conducta.
Algunos tipos de segmentos de conducta
Dado que los segmentos de conducta constituyen el dato básico de la psicología, uno de los propósitos
primarios de los psicólogos es investigar y describir las diferentes formas que toman mientras el individuo
está ajustándose a las cosas a su alrededor. Ahora, puesto que a lo largo de este libro tendremos
ocasión para discutir más de los tipos más prominentes de segmentos de conducta es innecesario
enumerarlos en el presente. Sin embargo, hay algunos tipos que no necesitaremos tratarlos
posteriormente en este volumen, tal que podemos considerarlos ahora como ilustraciones de lo que
queremos decir por diferentes tipos de segmentos de conducta.
Segmentos de conducta de proceso y de operación
Cuando el bateador abanica o golpea la pelota, la respuesta consiste de una operación circunscrita con
conducta final definida. Otros tipos de objetos no estimulan la ejecución de tales respuestas definidas y
determinadas. Tales actos consisten más de proceso. Estos son ilustrados por la conducta involucrada
en la resolución de problemas matemáticos o armado de rompecabezas. En estos casos las personas
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saben definitivamente qué hacer, pero la realización del ajuste involucra numerosas ejecuciones
indeterminadas.
Segmentos de conducta prolongados y momentáneos
Muchas de nuestras acciones son completadas en un límite de tiempo estrechamente circunscrito.
Deposito mi moneda en la hendidura de la máquina, presiono la palanca, y la cosa está hecha. El
segmento de conducta prolongado involucra un procedimiento diferente. Requiere un tiempo más o
menos indefinido para completarse. Tal acción es bien ejemplificada por el gato, el cual es estimulado por
el ruido de un ratón para esperar en el agujero hasta que éste último hace su aparición. Es un hecho
común que el segmento de conducta prolongado es al mismo tiempo un segmento de conducta de
proceso. La cuestión es solamente cuál fase de la acción está subrayada.
Segmentos de conducta intencional y no intencional.
Finalmente podemos distinguir entre tipos de interacción de acuerdo a si el individuo está o no
definitivamente alerta o comprensivo de lo que está haciendo en el momento. Ejemplos del segmento de
conducta no intencional se encuentran en actos ejecutados mientras uno está durmiendo. Cuando uno
camina o habla durante el sueño no está efectivamente consciente de sus propias acciones y por tal
razón no recuerda haber hecho esas cosas. Lo que popularmente se llama distracción consiste de
conducta no intencional similar. El lector reconocerá tales interacciones como conducta que
popularmente son nombradas “subconscientes” e “inconscientes”.
LA FUNCIÓN ESTÍMULO
Ahora debemos estudiar cómo el objeto estimulante interactúa con el organismo psicológico. Este acto
constituye la función estímulo. Cuando el objeto estímulo es otra persona, la función estímulo es
extremadamente clara. La acción de A de tirar algo a B corresponde directamente a la reacción de
defensa de la parte de B. Cuando A ríe de B, B lo resiente; cuando A halaga a B, este último se
complace. Aquí podemos observar la operación de la función estímulo porque es inherente a la acción
manifiesta. El hecho de que A deliberadamente trate de hacer actuar a B, quizás molestándolo sin
proponérselo, agrega claridad a la situación.
Tal deliberación o intención, sin embargo, no es de importancia para el punto de vista de la función
estímulo. La rama que cae del árbol por acción del viento nos estimula a responder de igual forma. Aun
más, la función estímulo no puede conectarse con un acto o movimiento del todo visible, pero sin
embargo, nos referimos a su acción u operación sobre nosotros. Una rata muerta en el camino de X
evoca en él una decidida respuesta de nausea hacia ella. El mero contacto con una rosa produce en X
una respuesta placentera. Podríamos agregar, también, que debe ser una flor fresca y perfumada, puesto
que una rosa marchita produce una respuesta distinta. El anillo de brillantes en el escaparate estimula el
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deseo por él. Una mala nota en la boleta del estudiante despierta en él una respuesta depresiva. Sin
duda el secreto de esta acción en la parte del objeto descansa en el hecho de que es recíproca con una
acción en la parte del organismo en un campo conductual. Consideremos brevemente el desarrollo de
esta reciprocidad.
Objetos
La naturaleza de la función estímulo puede ser apreciada mejor estudiando su origen. Puesto que
cualquier función estímulo está siempre ligada a las actividades de un individuo en particular, es más fácil
observar cómo algunos objetos adquieren sus funciones estímulo estudiando a un recién nacido. Cuando
el niño viene al mundo existen toda clase de objetos con los cuales eventualmente interactuará. Pero
hasta que el niño entra en contacto conductual con cualquier objeto particular, obviamente ni el objeto ni
el niño hacen nada con respecto uno del otro. El no posee sistemas reactivos con respecto al objeto y el
objeto no tiene función estímulo para él. En otras palabras, las dos cosas existen enteramente fuera de
cualquier situación o interacción psicológica.
Ahora bien, vamos a poner al niño y al objeto (un gatito, digamos) juntos. A causa de que el niño es un
organismo que puede moverse y tocar cosas, acariciará al animal e interactuará con él. Ahora bien,
podemos esperar que cualquier otro contacto posterior con el gato despertará en el niño reacciones de
acariciarlo. Suponga también que el gato rasguñe al niño. En este caso, el gato toma también la función
estímulo de inhibir una reacción de acariciar. En este punto el gato se ha convertido en un objeto
psicológico, esto es, ha tomado al menos dos funciones. Ahora podemos predecir que bajo condiciones
apropiadas el gatito participará en uno u otro tipo de situaciones. Una demostración experimental de este
proceso de denotar objetos con funciones estímulo, está en los experimentos de reflejos condicionados
de Pavlov, los cuales son discutidos en el capítulo VI.
El objeto estímulo
Las funciones estímulo del gato, sin embargo, no operan a menos que el niño entre en contacto con él.
Pero desde que el objeto ha tomado ciertas funciones que operan cuando la interacción se realiza,
podemos hablar ahora del gato como un objeto estímulo. Obviamente, cualquier cosa puede convertirse
en un objeto estímulo si a través de tales interacciones, como hemos venido indicando, toma una o más
funciones estímulo.
Funciones estímulo desarrolladas bajo tres diferentes condiciones
Repetimos, los objetos adquieren funciones estímulo específicas a través de los contactos que el
organismo hace con ellos. Pero no es hasta que tales contactos ocurran que los objetos tendrán
cualquier función estímulo para individuos particulares. Debemos enfatizar que existen diferentes
condiciones bajo las cuales se originan las funciones estímulo. Estas distintas condiciones dan origen a lo
que realmente son los tres tipos distintos de funciones, que nombramos de la siguientes manera:
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1. Funciones estímulo universales
2. Funciones estímulo individuales
3. Funciones estímulo culturales
Función estímulo universal. De todas las funciones estímulo las universales son las más simples. Cuando
un objeto caliente estimula a una persona a quitar inmediatamente su mano de él, es un buen ejemplo de
funciones estímulo universales. Tales funciones estímulo están basadas en (a) las cualidades o
propiedades naturales de las cosas y (b) en la constitución biológica del organismo que reacciona. A
causa de que el organismo consiste anatómicamente de una estructura celular protoplásmica es sensible
a ciertas propiedades naturales de las cosas. Las funciones estímulo universales operan en las
interacciones de animales tanto humanos como de infrahumanos, de ahí su nombre universal. Ahora
bien, ¿qué tipo de contacto entre el organismo y el objeto se requiere para que este estímulo tome una
función estímulo universal?. Con seguridad no es una serie complicada de interacciones. La misma vez
que los dos entran en contacto se establece la relación psicológica.
Función estímulo individual. A y B se ponen en contacto con cierto tipo de piedra. El mismo objeto
estimula a cada uno a desarrollar un tipo distinto de respuesta. Mientras que A es estimulado para
recogerla y tirarla, B está listo para guardarla y agregarla a su colección. En el caso de cada persona, el
objeto posee y ejecuta una clase de función estímulo individual y privada. Es claro que aquí la función
estímulo no depende de las propiedades naturales del objeto o persona implicada, para éstos son las
mismas en cualquier instancia. En tal caso, debemos depender entonces de las experiencias privadas
previas del individuo con los objetos en cuestión. El coleccionista, en nuestro ejemplo ha desarrollado su
gusto por las piedras particulares. Por esta razón él las valora de una forma que no es la misma del todo
en cualquier otra persona. Es por este criterio de experiencias previas con las cosas que nosotros
podemos agrupar los objetos estímulo por el gusto, disgusto, amor, conocimiento, entendimiento y otras
reacciones de personas particulares.
Función estímulo cultural. La característica fundamental de las funciones estímulo culturales es que
corresponden a respuestas similares en grupos o camarillas de personas. Los objetos para los cuales
estas funciones estímulo son inherentes, corresponden a funciones respuesta compartidas. Un excelente
ejemplo es aquél que trata de las diferentes maneras en que los miembros de distintos grupos sociales
reaccionan ante puercos o vacas.
Las funciones estímulo culturales se originan a través de un proceso llamado institucionalización. Esto es,
grupos de personas responden a algunos objetos de manera común, como si lo hicieran dentro de una
institución. Este es un proceso de desarrollo social. Todas las funciones estímulo de los objetos, sean
lingüísticas, religiosas, políticas y típicas, surgen a través de un tipo muy definido de interacción social o
común de las personas con las cosas.
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Clases de funciones estímulo
Las funciones estímulo se parecen todas en que ellas corresponden a respuestas. Pero pueden ser
diferenciadas sobre la base de (a) dónde están localizadas, (b) qué tipo de cosas las poseen, (c) cómo
llegan a estar conectadas con los objetos, (d) su correspondencia precisa con funciones respuesta, y (e)
si son o no observables. Las siguientes seis clases de funciones estímulo cubren los principales tipos:
1. Funciones primarias y accesorias.
2. Funciones directas y substitutas.
3. Funciones endógenas y exógenas.
4. Funciones de inherencia unitaria y múltiple.
5. Funciones de ajuste y auxiliares.
6. Funciones aparentes y no aparentes.
Funciones primarias y accesorias. Mientras estudiábamos el tipo universal de funciones estímulo
observamos que ellas y sus correspondientes funciones respuesta están basadas en las cualidades
esenciales de los objetos. A una función estímulo inherente en un objeto sobre esta base la llamamos
una función primaria. Esto contrasta con la función estímulo inherente a través del proceso de
condicionamiento descrito en el capítulo VI. En una reacción condicionada puede hacerse que algún
objeto adquiera la función que originalmente es inherente a otro objeto. La función estímulo que reside en
una pieza de carne, la cual está correlacionada con una respuesta salival, secretoria, puede hacerse
inherente a una campana, que es puesta en contacto con el organismo un número de veces en conexión
con la carne. Una función estímulo de este tipo la llamamos “accesoria”.
Funciones estímulo directas y substitutas. En nuestra descripción de la conducta pública señalamos que
la persona está siempre en contacto directo con el objeto al cual se ajusta. La función estímulo de tal
objeto opera directamente en el sentido de que interactúa contiguamente con la función respuesta de un
acto. En tal objeto está inherente una función estímulo directa.
Considere ahora la función estímulo de un objeto, el cual sólo indirectamente interactúa con una función
respuesta del objeto al cual es inherente, pero directamente a algún otro objeto. El calendario marcado
no me estimula a hacer algo con él sino hojearlo. Más bien me estimula para ir a algún lugar o llamar a
alguien por teléfono. Tal función estímulo no es inherente al objeto al cual me ajusto primariamente, sino
a algún otro, es la típica función estímulo substituta.
Funciones estímulo endógenas y exógenas. Las funciones estímulo endógenas residen en las acciones y
condiciones psicológicas y biológicas del individuo. El estímulo para que uno se consiga algún alimento
puede estar localizado en las condiciones biológicas del estómago. De igual manera, la respuesta de ir al
dentista es elicitada por una función estímulo residente en el dolor del diente.
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En contraste, las funciones exógenas son inherentes a todo tipo de objetos, las cuales son obviamente
diferentes de las del individuo mismo y sus acciones. Por ejemplo, X puede no darse cuenta del alimento
hasta que escucha el sonido de la campana de la cena.
Funciones de inherencia unitaria y múltiple. Todos los estímulos que hemos estado describiendo hasta
aquí son inherentes exclusivamente a un solo objeto, cualidad o condición. Tales funciones en su
totalidad las podemos llamar funciones de inherencia unitaria. Pero hay otras formas. No decimos que
correr sea lo más apropiado a menos que estemos a punto de ser atacados por varios individuos. El
estímulo aquí está localizado en una pluralidad de objetos. Este es el tipo de funciones de inherencia
múltiple.
Funciones estímulo de ajuste y auxiliares. Lo que son las funciones estímulo de ajuste es sugerido por la
naturaleza ajustiva de las interacciones psicológicas. Nos ponen en un ajuste al objeto. Por otro lado, el
principio de las funciones auxiliares es que ellas acompañan a un estímulo de ajuste. Tanto las funciones
estímulo de ajuste como las auxiliares son ejemplificadas excelentemente en el caso de las reacciones
de lenguaje. Cuando alguien dice “mira ese edificio”, su respuesta está excitada simultáneamente por el
edificio en cuestión (estímulo de ajuste) y por lo que alguien dice (estímulo auxiliar). Al llamar al estímulo
edificio la función de ajuste indicamos que la interacción está relacionada fundamentalmente con aquél
más que con la acción del lenguaje.
Funciones estímulo aparentes y no aparentes. Concluimos nuestra clasificación de las funciones estímulo
con un par de tipos obviamente contrastantes. Cuando soy estimulado a decir no a su pregunta puedo
señalarlo a usted definitivamente como el locus de las funciones estímulo que elicitaron mi respuesta. En
otras palabras, la función estímulo es bastante clara y definida. Por otro lado, cuando empiezo
repentinamente a tararear una tonada, puedo no ser capaz de decir qué me ha estimulado a ejecutar esta
acción. La operación sobre mí de funciones estímulo no aparentes puede ser difícil de rastrear.
FUNCIÓN RESPUESTA
En los eventos interaccionales o interconductuales, en los cuales los organismos y los objetos estímulo
están en exacta reciprocidad, la función respuesta se distingue igualmente con la función estímulo.
Así como en el caso del estímulo, en el cual el factor base no es el objeto sino su función, en el caso de
la respuesta lo que cuenta es la función respuesta. El mismo movimiento o acto de recoger un objeto,
contiene las funciones de quitarlo simplemente del lugar a donde no corresponde o de lanzárselo a
alguien. Cuál de ellas operará, depende de varios factores, de las condiciones y la naturaleza de todo el
evento interconductual o segmento conductual. Similarmente, distintas respuestas pueden tener
funciones equivalentes. La función de sumar en la aritmética puede ser ejecutada a través de subir y
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bajar las columnas de figuras o a través de la operación de una máquina.
En la interconducta de discurso pueden encontrarse excelentes ejemplos de función de respuesta. En
todas las expresiones metafóricas, como “tomar la siesta” o “pescar el tren”, nosotros discernimos la gran
diferencia entre las respuestas de ajuste y las configuraciones de las acciones verbales.
MEDIO DE CONTACTO
Los eventos naturales tienen lugar sólo bajo condiciones particulares y definidas. Para que cualquier
interacción psicológica ocurra, es esencial que el organismo sea capaz de entrar en contacto con el
objeto estímulo. En la ausencia de luz estamos imposibilitados de ejecutar cualquier tipo de reacción
visual a las cosas. Sin el medio de contacto, luz, no podemos discriminar, elegir, gustar, o cualquier otra
forma de reacción al color, brillantez, formas visuales, o cualquier otra cualidad óptica de los objetos.
Similarmente, para ser capaces de reaccionar a los sonidos debe estar presente un medio de ondas.
Debido a que estas ondas en el aire y los rayos luminosos son los medios para ser estimulado y ser
capaz de ejecutar respuestas, nos referimos a ellos como medio de contacto.
Hay, por supuesto, muchos tipos de medios de contacto. La luz y las ondas sonoras median contactos de
interacciones ejecutadas cuando el organismo y los objetos están localizados a distancia uno del otro.
Otra forma de medios a distancia consiste en las partículas gaseosas que deben pasar de un objeto
olfativo al organismo cuando éste ejecuta la conducta de oler.
En adición al medio a distancia hay una gran serie de medios a proximidad que operan cuando el
organismo y sus objetos estímulo no están separados en el espacio. Para interactuar con las cualidades
gustativas de las cosas debemos tener un contacto químico inmediato con ellas. Las reacciones
gustativas son de esta manera mediadas por soluciones líquidas de varios tipos. Para ejecutar
reacciones táctiles el organismo debe, por supuesto, estar en contacto inmediato con los objetos
estímulo. El medio para el dolor es aún más íntimo. Debe haber algún cambio definido en los tejidos
involucrados, tales como presión inusual, piquete, cortada o magulladura.
El trabajo de los psicólogos en cooperación con físicos y fisiólogos ha sido capaz de estudiar algunos
hechos especializados respecto al medio de contacto para reacciones visuales y auditivas. Por ejemplo,
ha quedado bien establecido que la longitud de los rayos luminosos que median las reacciones visuales a
la parte visible del espectro, se encuentran en un rango desde 390 millonésimas de milímetro
(simbolizadas 390 µµ) en el extremo violeta, hasta 760 ó 780µµ en el extremo rojo. Similarmente, el
medio para la estimulación auditiva se encuentra en un rango de 16 vibraciones por segundo hasta 25 ó
30 mil.
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Algunos conceptos erróneos en relación al medio estimulacional
Existen un número de desafortunados conceptos erróneos en Psicología con respecto del medio de
contacto. Por ejemplo, estos medios de contacto son considerados como el estímulo. Más aún, se cree
que es la función de estos estímulos es dar existencia a las cualidades de las cosas. Por ejemplo, en el
caso de ver un color los descoloridos rayos de luz deben operar primero sobre el ojo con un efecto
posterior en el sistema nervioso del organismo, antes de que exista la cualidad de color. La cualidad de
color, se dice, “aparece en la conciencia”. Esto es equivalente a creer en la creación por el sistema
nervioso (o la “mente”, con la cual se supone está conectada) de la cualidad de color de las cosas. De
acuerdo a este tipo de pensamiento el mundo del organismo realmente consiste de radiaciones físicas de
ondas de éter o de ondas de aire. Todas las cualidades de color, sonido, olor y sabor son sólo paralelos
psíquicos de las acciones corporales. Es para prevenirse de tal confusión intelectual que debemos
estudiar y entender el papel del medio en los eventos psicológicos.
¿Cómo es que los psicólogos pueden concebir erróneamente la naturaleza del medio estimulacional? La
situación parece ser como sigue. Primero, el estímulo es visto biológicamente, esto es, se presume que
es una condición la cual mueve a un organismo biológico a la acción. Hay enseguida un cambio general
en el punto de vista. En vez de estar interesado con la descripción psicológica de la interconducta de un
organismo mientras discrimina las cualidades de un objeto, hay un serio error de concepción
concerniente a la participación de los receptores, cerebro y sistema nervioso en general en las
situaciones de sensación. Bajo la influencia de una filosofía espiritualista las cualidades de los objetos se
asume que son productos psíquicos de estructuras biológicas, aunque no hay posibilidades de que algo
como esto ocurra.
EL CONTEXTO DE LA INTERACCIÓN
“Que hombrecito tan bien educado”, es el juicio que se forma la dama de edad madura cuando observa a
un niño que cuidadosamente ayuda a su hermanito a seguir con el grupo de amigos que se dirigen a
nadar al lago. Pero podía únicamente verlo sin ser vista. Qué variado repertorio de reacciones evocaría el
hermanito cuando está fuera de ese ojo crítico. Qué irritable reprimenda del chico más pequeño, qué
resentimiento ante la indiferencia de la libertad de acción de uno. Grande es, por supuesto, la diferencia
que hacen los entornos o contextos interaccionales en la conducta psicológica de uno.
Esta ilustración puede ser usada para indicar que la función estímulo, la respuesta de la persona y el
medio de contacto no son aún suficientes para contar enteramente la historia del evento psicológico. El
contexto o trasfondo de la interacción debe agregarse como un factor más. Este último aspecto
constituye una de las condiciones esenciales bajo las cuales ocurre un evento psicológico. Sabemos que
el organismo es capaz de ejecutar una gran variedad de respuestas a las cosas. También los objetos
están dotados con numerosos tipos de funciones estímulo. Cuál de estas funciones estímulo o respuesta
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correlacionada operará en determinado momento, depende del trasfondo interaccional.
El contexto de un evento psicológico puede producir su efecto primario sobre uno o más de los tres
aspectos de un evento psicológico. Puede condicionar primariamente (1) al objeto estímulo, (2) al
individuo reactivo o (3) a la interacción total.
(1) Primero vamos a considerar el contexto que pertenece más particularmente al objeto estímulo.
Coloque dos cuadrados iguales de papel rojo sobre superficies blanca y negra respectivamente. No
puede ignorar los diferentes efectos sobre usted de los distintos contextos del mismo objeto coloreado.
(2) Entre los mejores ejemplos de la operación de los contextos interaccionales sobre el individuo se
encuentran aquéllos tomados de la esfera de la higiene personal. Qué enorme diferencia hace la fatiga, el
sueño o las enfermedades en la forma en la que nos atraen las cosas o en la prontitud con la que
reaccionamos a ellas. Que la vida tiene un aspecto pesimista para el melancólico es una verdad
proverbial. Más aún, nadie falla al observar cómo la emoción de estar bien pinta todo el mundo con un
matiz rosa.
(3) Ejemplos del efecto ambiental sobre la interacción psicológica total se nos proporcionan en gran
número por ilustraciones como la que encabeza esta sección. La presencia o ausencia de ciertas
personas hacen vastas diferencias en los eventos psicológicos. Similarmente nuestras interacciones con
los mismos objetos varían de acuerdo a si estamos en la iglesia o en el bosque o en un medio urbano.
James escribe “mis hijos pequeños se asustan de su propio perrito faldero si él entra a su cuarto después
de que se acostaron y se apagaron las luces”.
EL SISTEMA REACTIVO
Dos tipos de factores en un sistema reactivo
Es ahora el momento de analizar las propias unidades de acción. Pero antes debemos reiterar una vez
más que donde quiera que el organismo ejecute cualquier tipo de acción, no importa cuál, la acción
constituye la operación del organismo completo. Sin embargo, cualquier comportamiento específico
puede ser analizado en una serie de acontecimientos. Hay dos guías para este análisis. En primer lugar,
distinguimos una serie de factores en el acto total sobre la base de la organización estructural del
organismo. Esto es, podemos puntualizar la contribución de, o la parte jugada por, las características
biológicas del organismo en la unidad de acción total.
En segundo lugar, aislamos una serie de factores que representan la interconexión histórica entre el
organismo entero y los objetos de la interacción. Por contraste con el primer conjunto de elementos de
acción, el presente es, desde el punto de vista biológico, más ecológico que estructural y en adición
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representa componentes más distintivamente humanos y culturales. Permítasenos considerar estas dos
series de factores en orden.
A. FACTORES AISLADOS SOBRE LA BASE DE LA ESTRUCTURA BIOLÓGICA
1. Acción muscular 5. Acción efectora
2. Acción neural 6. Acción esquelética
3. Acción glandular 7. Acción de tendones
4. Acción receptora 8. Acción de la piel
1. Acción muscular. Hay dos tipos de componentes musculares en los sistemas
reactivos. Primero, hay las flexiones y extensiones específicas, contracciones y relajaciones del tejido
muscular estriado, el cual puede ser considerado como la base de lo que ordinariamente son llamados
movimientos, es decir, cambios de relación entre el organismo y los objetos a su alrededor. La acción
muscular es, además, fácilmente identificable en las actividades configurativas, aquellas diferentes
formas en las cuales el organismo se distribuye a sí mismo en el espacio, como cuando el individuo va a
través de diferentes evoluciones de un ejercicio calisténico. Las actividades postulares como cuando se
está de pie, estirado, acostado y arrodillado, ilustran también los componentes de acción muscular.
Finalmente debemos citar respuestas manipulativas, tales como agarrar, alcanzar, rasgar y construir,
como ejemplos de conducta muscular compleja.
Un tipo bastante diferente de acción muscular consiste de las contracciones de los músculos lisos. La
operación de estos tejidos forman la base de las acciones de vísceras y órganos intraorgánicos, tales
como el tracto alimentario, corazón, pulmones, vasos sanguíneos, etc. Encontramos que estos
componentes del sistema reactivo operan prominentemente en las respuestas afectivas.
2. Acción neural. Cada organismo complejo puede ser visto como una serie intrincadamente organizada
de segmentos y apéndices. Para habilitar sus respuestas para que estén dirigidas definitivamente hacia
objetos estímulo, el individuo total debe operar como una unidad. Es la actividad neural la que contribuye
primariamente a la integración y coordinación gruesa de la reacción total. Esta acción neural consiste del
paso de impulsos por los diferentes tejidos nerviosos del organismo.
Puesto que el organismo siempre opera como un todo se sigue inevitablemente que el aparato neural
opera siempre como una totalidad. Sin embargo, para propósitos analíticos podemos aislar lógicamente
tres fases de conducción neural sobre la base de la organización biológica del individuo.
En primer lugar, podemos separar los impulsos conducidos desde la periferia del organismo o desde los
diferentes extremos de los órganos hacia las partes centrales, es decir, el cerebro y la médula espinal.
Estos son los impulsos nervi osos aferentes. Enseguida podemos separar los impulsos conducidos entre
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diferentes puntos anatómicos a través de las porciones centrales del sistema nervioso completo, las
acciones nerviosas centrales. Y finalmente, la acción nerviosa incluye los impulsos conducidos desde los
centros a través del mecanismo nervioso total hacia la periferia del organismo y hacia los diversos
órganos viscerales localizados dentro del muro corporal. A estos se les llama funciones eferentes.
3. Acción glandular. Las actividades glandulares consisten de un gran número de procesos secretorios,
los cuales están operando continuamente y cuyos productos son distribuidos a través de todo el
organismo. En su mayor parte estas actividades proveen los factores de energía, los cuales son
necesarios para que el organismo pueda sobrevivir y adaptarse a las diversas condiciones y cambios en
su entorno.
Podemos discriminar entre las diferentes funciones de las glándulas sobre la base de la rectitud de sus
contribuciones a la respuesta psicológica. Generalmente hablando, las glándulas pueden ser divididas en
dos tipos. Primero, las glándulas de mantenimiento, cuyas secreciones tiene que ver definitivamente con
la construcción de tejidos y la eliminación de productos de desecho. Entre éstos están (1) las glándulas
alimentarias, es decir, las salivares, el estómago, el páncreas, el hígado y los órganos de los riñones, y
(2) las glándulas de la piel. Las funciones de éstos juegan su parte en las respuestas psicológicas
manteniendo vivo y en buena salud al organismo.
Una estrecha conexión entre la acción glandular y la conducta psicológica es provista por las glándulas
reguladoras. Entre éstas están incluidas la secreción de las glándulas endocrinas o de secreción interna,
tales como la tiroides, la paratiroides, la suprarrenal, la pituitaria, así como las glándulas sexuales, el
páncreas y el hígado. Estas actividades pueden ser consideradas como fases definidas de los diversos
sistemas reactivos y son especialmente notables en las reacciones afectivas y emocionales. Puede
decirse lo mismo al respecto de las actividades de las glándulas lacrimales, las cuales no están
realmente clasificadas ni como funciones de mantenimiento ni como de regulación.
4. Acción receptora. Durante la evolución de los organismos han desarrollado sensibilidades
especializadas hacia sus condiciones ambientales. Es el mecanismo receptor el que hace posible la
localización de contactos entre el organismo y las cosas y condiciones que le rodean. Así, la retina de los
ojos puede ser considerada como el punto especial de contacto con objetos visuales. El caracol del oído
aporta sensibilidad especial para las cualidades sonoras. Similarmente, los bulbos gustativos y la
membrana mucosa de la nariz sirven a las mismas funciones para saborear y oler cualidades. Un gran
número de tales acciones endoorgánicas distribuidas a lo largo de la piel contribuyen en la misma
manera a la interacción total del organismo con su ambiente. La función de localización de estas
acciones receptoras contribuye a los contactos unificados y efectivos de los organismos con sus objetos
estímulo durante el curso de la interacción psicológica.
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5. Acción efectora. La acción efectora frecuentemente es atribuida a la acción muscular sola. Sin
embargo, es obvio que los músculos operan sólo en conjunción con la acción neural. De acuerdo con
ello, es bueno considerar el factor acción efectora como complejo, incluyendo aún, en ocasiones
acciones glandulares. Ciertamente no es impropio mirar la acción efectora como ejecutada por un órgano
como una unidad completa, por ejemplo, una mano o un pie o boca.
6. Acción esquelética. Es la contribución del sistema esquelético proveer la rigidez necesaria para la
acción compleja. Nuevamente, los sistemas reactivos involucran todo tipo de cambios de conducta
cuando el individuo está en contacto con su estímulo. Dado que las actividades esqueléticas consisten de
un gran número de acciones de palanca variable, como en las articulaciones, podemos entender
realmente el lugar particular de los componentes esqueléticos en la acción del sistema total.
7. Acciones de tendones y ligamentos. Al responder al estímulo el organismo debe encorvarse, torcerse y
hacer fuerza en diferentes maneras. Aquí está indicada la parte jugada por la operación de tendones y
ligamentos en los diversos sistemas reactivos. Brevemente podemos considerar estas actividades como
modulaciones a los diversos esfuerzos, tensiones y tirones, los cuales capacitan al individuo para
adaptarse a sí mismo a los objetos con los cuales interactúa.
8. Acción de la piel. Son muchas y variadas las contribuciones de la acción de la piel al sistema reactivo
total. En primer lugar, la acción de la piel es preservativa. Detiene al organismo de absorber fluidos de su
entorno y al mismo tiempo sirve para escretar productos de desecho. La piel también opera para
equilibrar la temperatura del organismo como un todo.
La acción de la piel contribuye más definitivamente a las respuestas psicológicas a través de las
terminaciones de órganos, las cuales están localizadas en la piel, y especialmente aquéllos prominentes
en respuestas de dolor, temperatura y presión. Nuevamente, a través de sus conexiones con las
glándulas sudoríparas y la estructura del pelo, la piel juega una gran parte en las actividades emocionales
violentas.
B. FACTORES AISLADOS SOBRE LA BASE DE LA RELACIÓN DEL ORGANISMO CON LOS
OBJETOS
1. Acción discriminativa
2. Acción atentiva
3. Acción afectiva
Acción discriminativa. De nuestro estudio de la naturaleza general de las interacciones psicológicas
hemos aprendido que cada sistema reactivo es diferencial. Cada unidad de respuesta está
correlacionada decididamente con una función específica de un objeto. No obstante en qué se base la
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función estímulo, ya sea en las propiedades naturales del objeto o por completo en la interconducta
previa del organismo con él, la acción del individuo es discriminativa.
Acción atentiva. Siempre que toma lugar una interacción entre un organismo y un objeto estímulo
tenemos un evento nuevo y único. Esto definitivamente significa que el organismo ha cambiado su acción
de un objeto estímulo a otro. A este cambio de respuesta le llamamos factor atentivo. Podemos estar
seguros que el factor atentivo es aparente aún si el organismo está estimulado por alguna función
estímulo diferente del mismo objeto. Realmente, la reestimulación por el mismo objeto en ningún modo
puede ocurrir sin este cambio de dirección de la conducta.
Acción afectiva. Este tercer factor de conducta consiste primariamente de algún tipo de efecto sobre el
organismo. Este puede ser una tensión o relajación del individuo cuando toma parte en una interacción
con algo sorpresivo e inesperado, o algún placer o displacer difuso se agita cuando el objeto es
interesante o placentero o posee propiedades opuestas.
Todos los factores de acción son abstracciones
Todos estos factores, es claro, son abstracciones. La actividad del organismo es un acto singular y
unitario. Estos factores constituyen entonces sólo componentes descriptivos de la acción. Ninguna acción
psicológica puede ser reducida ni a actividad muscular pura ni a puros procesos neurales o cualquier
combinación de éstos. Quizás la integridad absoluta del sistema reactivo pueda ser suficientemente
enfatizada por la consideración de que ningún factor solo es de mayor importancia en la acción total
respecto de los otros. Los factores musculares, glandulares o neurales, por ejemplo, no son más
importantes que el componente esquelético, el de la piel, o cualquier otro. ¿Cómo llegamos entonces a
estos componentes? En esta forma.
Sucede así que en algún segmento de conducta ciertos componentes son más prominentes que otros.
Por ejemplo, cuando el individuo se está anticipando el placer de consumir un jugoso bistec podemos
aislar las acciones primariamente secretoras. Esto quiere decir que desatendemos todo lo que sucede
excepto las secreciones de la glándula salival. Nuevamente, cuando la acción de una persona consiste
de levantar un objeto pesado tendemos a enfatizar de sobremanera el lugar de la acción muscular en la
respuesta total.
Aunque es necesario hacer abstracciones de todo tipo cuando describimos fenómenos complejos
debemos ser muy cuidadosos de no ser engañados por ellas. Para ilustrar, cuando intentamos describir
los factores neurales en una acción refleja presentamos una figura (Figura 6) mostrando dos o tres
neuronas conectadas en un cierto nivel de la médula espinal. La acción refleja parece ser descrita
entonces como un fenómeno rigurosamente localizado. Abstraemos el mecanismo simplificado no sólo
de todas las otras partes del sistema nervioso sino también de los otros componentes de un sistema
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reactivo y del organismo como un todo.
Otro ejemplo de este proceso de abstracción es ilustrado por el dibujo (Figura 7), el cual
presumiblemente sirve para mostrar que el ver consiste de la operación de la retina, el nervio óptico y la
corteza. Como si la vista fuera exclusiva y puramente una acción fisiológica.
Fig. 6. La descripción pedagógica convencional de una acción refleja. Un ejemplo de una sobresimplificación de una interacción compleja.
Fig. 7. Ejemplificando una descripción sobresimplificada del acto de ver.
Lo que realmente significa un sistema reactivo
Aún cuando ningún acto pueda ser realmente disectado en porciones o partes podemos estar
absolutamente seguros de que implica o incorpora todos los diferentes aspectos que hemos sugerido.
¿Entonces cómo consideramos el sistema reactivo, obligados como estamos a hacer justicia a su
carácter unitario e indivisible, por un lado, y a la existencia y operación de sus factores, por otro?.
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La respuesta es que debemos considerar el sistema reactivo meramente como una configuración
conductual, una manera en la cual el organismo se distribuye en relación al espacio, en el cual él y sus
objetos interactuantes están localizados. Tales configuraciones conductuales están bellamente ilustradas
en la bien conocida observación de cómo la amiba interactúa con sus partículas alimenticias (Figura 8).
Podemos también adquirir una concepción definida del sistema reactivo considerando la acción unitaria o
configuración de una persona mientras está caminando, saltando o boxeando. Las Figuras 9,10 y 11
ofrecen una excelente idea gráfica respecto de las configuraciones conductuales de los sistemas
reactivos.
Fig. 8. Diferentes configuraciones de respuesta de una ameba involucrada en la búsqueda de un objeto comestible. De Jennings The Behavior of the Lower Organisms, permiso de The MacMillan Co., editores.
Fig. 9. Configuraciones conductuales de un hombre ejecutando un salto de longitud. Tomado de un cronofotógrafo en Marey, Movement, Appleton, editores.
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Fig. 10. Configuraciones conductuales de un corredor. Tomado de un cronofotógrafo en Marey, Movement, Appleton, editores.
Fig. 11. Configuraciones conductuales de un saltador de garrocha. Tomado de un cronofotógrafo en Marey, Movement, Appleton, editores.
Clases de sistemas reactivos
Cualquier clasificación significativa de los sistemas reactivos debe hacerse por supuesto en términos del
segmento conductual en su totalidad. Este tipo de clasificación es la que ya hemos intentado. Quedan,
sin embargo, ciertas características de los sistemas reactivos las cuales podemos aquí puntualizar.
Los sistemas reactivos pueden ser toscos o refinados. Muchas de nuestras respuestas implican sistemas
reactivos que pueden describirse como movimientos gruesos o acciones crudas. Especialmente este es
el caso con los sistemas reactivos del tipo efectivo manifiesto. Es de tales acciones, como por ejemplo
quebrar algo, correr o manipular objetos, de donde usualmente abstraemos que la acción de los
músculos esqueléticos es el componente más importante. Por otro lado, muchas respuestas y
comportamientos afectivos como soñar, hacer planes y recordar, implican sistemas reactivos que son
sutiles en su operación.
Los sistemas reactivos pueden ser aparentes o no aparentes. Desde el punto de vista de un observador,
los sistemas reactivos crudos están abiertos a la inspección. Esto no lo es tanto en el caso de los
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sistemas reactivos refinados. En muchos casos, nadie mas que la persona que ejecuta tales acciones
está informado de ellos y ciertamente sólo ella conoce los detalles de la sutil conducta que se está
efectuando. Cuán afortunado es el pescador que al contarle a alguien sobre la gran trucha que se le
escapó, no es capaz de notar las dudas y posiblemente algunas veces la reacción de incredulidad que
está siendo estimulada por su narración.
LECTURAS COMPLEMENTARIAS
Kantor, J. R. The Scientific Evolution of Psychology, 2 vols., Chicago: Principia Press, 1963-1969. Randall, J. H. Aristotle. N. Y: Columbia University Press, 1960. -----Plato: Dramatist of the Life of Reason. N.Y.: Columbia University Press, 1970. Shute, C. The Psychology of Aristotle: An analysis of the living being. N.Y: Columbia University Press, 1941. Smith, N. W. “Aristotle’s dynamic approach to sensing and some current implications”. Journal of the History of the Behavioral Sciences, 1971, 7, 375-377.