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Secretara de Formacin, Investigacin, Proyecto y Estadstica
Desigualdades y problemas educativos en la Argentina actual
Aportes para el debate
Ana Pagano
Octubre de 2012
Introduccin
La gravedad de los problemas vinculados con la desigualdad social nos plantea la
necesidad de analizar la distribucin de los bienes sociales en nuestro pas, como tambin
gran parte de sus expresiones ms visibles: los cambios desarrollados en las relaciones de
clase y en la cuota de poder poltico y social que poseen los diferentes sectores sociales. En
relacin con el campo educativo, es sabido que la distribucin de los bienes y del poder
tambin se expresa en la dinmica escolar. Es all donde se concreta el acceso diferencial a
los contenidos educativos y donde se perfilan los distintos modos de pensar en el destino
social de nios, nias, jvenes y adultos. Si bien la ofensiva neoliberal signific una
agudizacin de la desigualdad en nuestro sistema educativo, no es poco lo que han logrado
las luchas de los trabajadores y las trabajadoras de diferentes organizaciones sociales en
funcin de garantizar los derechos educativos que fueron amenazados y vulnerados por las
reformas educativas de los noventa. Sin embargo, y a pesar del peso que adquirieron estas
luchas, las garantas formales y las precarias iniciativas institucionales hoy vigentes
resultan insuficientes para revertir la brecha educativa que actualmente alcanza a
diferentes sectores sociales.
Este trabajo se propone contribuir a los debates del Movimiento Nacional Educativo y
Sindical de trabajadores de la educacin de la CTA. A partir de un relevamiento de
diferentes puntos de vista que abordan la problemtica de la desigualdad social, se aportan
claves para una lectura compleja del fenmeno, tanto en lo referido al peso como a las
caractersticas de las actuales asimetras sociales. De este modo, el trabajo recorre puntos
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salientes de las relaciones entre capitalismo/neoliberalismo y desigualdad y, con este teln
de fondo, traza un panorama sobre las formas que hoy asume la desigualdad en la
Argentina.
Para analizar las desigualdades educativas en nuestro pas, se delimitan un conjunto de
problemas, analizados por diferentes autores, que hacen visible la variedad de formas en
las que se manifiestan las asimetras educativas en el escenario actual. Con este mapa, y
para finalizar, se acercan un conjunto de interrogantes y desafos que pretenden contribuir
al debate desarrollado por el Movimiento Nacional Educativo y Sindical de trabajadores
de la educacin de la CTA y a sus luchas por la democratizacin del campo educativo.
I. Sobre la desigualdad
Es sabido que la desigualdad es una dimensin intrnseca de las sociedades capitalistas.
Su estructura social supone la presencia de diferentes clases sociales que mantienen un
acceso diferencial a los recursos y al poder y, en esa dinmica, se combinan tanto procesos
de apropiacin expropiacin como formas concretas de opresin y sometimiento.
Paradojalmente, como en los pases capitalistas de occidente se adopta, en lneas
generales, la forma poltica de las democracias liberales, es en este marco donde a los
individuos se les garantiza una igualdad poltica o igualdad formal de los derechos
cvico-polticos. Pero esa igualdad, reconocida en el plano de la vida poltica, convive con
desigualdades econmicas y sociales. As, bajo la apariencia de un contrato entre iguales,
la relacin de explotacin entre asalariados y capitalistas queda invisibilizada, como
tambin quedan naturalizadas las desigualdades reales que all se originan. Bajo la forma
de garante del inters general, el rol del Estado aparece como neutral, escindido de su
papel vinculado a la dominacin de clase (Manzano, Novaro, Santilln, Woods, 2004).
Ahora bien, los consensos logrados durante gran parte del siglo xx sobre la necesidad de
alcanzar mayores niveles de igualdad social fueron socabados desde mediados de la dcada
de 1970 con la llegada de las polticas neoliberales. Como su ofensiva signific un proceso
de reestructuracin general de la sociedad, se expandieron nuevas desigualdades
(superpuestas a las ya existentes) a partir de las cuales todos los grupos sociales sufrieron
grandes transformaciones, tanto en lo que concierne a su composicin socio-ocupacional
como al peso poltico y econmico de cada uno de ellos en el espacio social. Ms simple, lo
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que cambi es la distribucin del poder social y, como tal, el modo en que cada uno se
autorrepresenta, piensa y figura su destino social dentro de la sociedad (Svampa, 2005).
Con este teln de fondo, a las caractersticas que histricamente le dieron forma a las
desigualdades en las sociedades capitalistas se le anexaron nuevas asimetras que no slo
ampliaron las desigualdades estructurales sino que, tambin, generaron un segundo tipo
de desigualdad, a la que podra calificarse de dinmica, caracterizada por la existencia de
individuos que enfrentan situaciones de desigualdad en el interior de una misma categora
social (Fitoussi y Rosanvallon, 1997).
Durante esta reestructuracin general de la sociedad, se oper un giro decisivo: las
nociones de igualdad y de desigualdad desaparecieron de discursos, debates y estudios, y
se sustituyeron por conceptos como equidad, en el caso de la igualdad, y por
preocupaciones como la pobreza, indigencia, exclusin y vulnerabilidad en el caso de la
desigualdad. Y es que el neoliberalismo representa una matriz de pensamiento y accin
profundamente anti-igualitaria, en tanto constituye el primer proyecto de la modernidad
que directamente reniega de la igualdad (Danani, 2008).
Desde entonces, al modelo de justicia social impulsado por los colectivos de trabajadores,
que planteaban la necesidad de generar mayor proximidad entre las diferentes posiciones
sociales y lograr distribuir la riqueza disponible, se le impuso la idea de igualdad de
oportunidades. Producto de una trasformacin de las representaciones de la vida social y
de sus mecanismos, para Franois Dubet la igualdad de oportunidades, propia de los
cambios operados en las ltimas dcadas, no cuestiona la desigualdad inherente a la
estructura social, ni sus jerarquas, ni las posiciones de los individuos en ellas. Apunta,
mas bien, a posibilitar que los individuos puedan aspirar a las posiciones sociales
existentes y aprovechar las oportunidades que brinda la sociedad mediante la utilizacin
de diferentes estrategias compensatorias. El socilogo francs sostiene que para la
igualdad de oportunidades, en el punto de partida, se equilibran las desigualdades;
despus dado que las desigualdades producidas por el uso de estos recursos dependen slo
de los individuos y de su libre arbitrio, ya las desigualdades son perfectamente justas
(Dubet, 2011). Seguramente, este conjunto de razones influyeron en el debilitamiento de
los reclamos realizados por los trabajadores que, en el pasado, alcanzaron significativos
niveles de movilizacin en funcin de construir sociedad igualitaria. Ya la explotacin no
se halla en el centro de la lucha de los asalariados; la lucha es, sin ms, por un lugar: se
reclama el acceso a puestos de trabajo, a vacantes en las escuelas, a territorios, etc. En
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definitiva, bajo el signo de la igualdad de oportunidades se propone un recorrido
individual para alcanzar las posiciones disponibles y triunfar en esa carrera a partir del
esfuerzo, la responsabilidad y el emprendimiento personal (Dubet, 2011).
Las grandes asimetras que estamos caracterizando no hubieran podido concretarse sin la
presencia de mecanismos de reproduccin y legitimacin social. Por este camino, se
generaron las condiciones para que sujetos y grupos construyeran formas de experimentar
y concebir la realidad de acuerdo a la imposicin de determinados parmetros (Grimson,
2008). Entonces, puede decirse que son los procesos culturales los que configuran
formas de valoracin, clasificacin, consentimiento, jerarquizacin y justificacin de
situaciones de desigualdad y, de este modo, propician la subordinacin de unos grupos
por sobre otros. As, fue clave cmo el neoliberalismo se logr imponer en el plano
simblico-cultural, construyendo procesos de naturalizacin de las diferencias sociales y
generando nuevas medidas, umbrales para comprender y valorar la desigualdad.
Ahora bien, pese a la existencia de este avance de los procesos de naturalizacin de las
desigualdades sociales, es posible observar confrontaciones sociales que buscan
transformar la distribucin del actual poder poltico y social. Tanto las acciones que logran
revertir la actual tendencia econmica y social de disparidad en el acceso a los bienes
sociales, como la impugnacin a los procesos de distribucin de dichos bienes, expresan
posibilidades de deslegitimacin y modificacin de la actual configuracin social. Es all
donde las prcticas polticas generan diversos modos para resistir, disputar, negociar y
abrir paso a procesos de democratizacin social.
II. La desigualdad en la Argentina
La desigualdad en la Argentina actual adquiere un peso relevante, sobre todo si tomamos
como referencia un conjunto de parmetros que han perfilado a nuestra sociedad durante
buena parte del siglo xx. Fue desde mediados de la dcada del setenta que se puso en
marcha una ruptura histrica de proporcin, al desencadenarse un proceso complejo y
multidimensional cuya densidad trastoc la dinmica de nuestra estructura social, se
asent en la trama de las instituciones y alter el destino de sujetos y grupos sociales. Y es
que a partir de 1976 se instala en nuestro pas un nuevo modelo de dominacin bajo el
signo del neoliberalismo y, desde entonces, se abre una etapa histrica marcada por una
gran asimetra, visible en la fragmentacin y prdida de poder de los sectores populares y
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en la mayor concentracin poltica y econmica en las elites de poder internacionalizado
(Kessler, Svampa y Gonzlez Bombal; 2010).
Fue durante este proceso que la ofensiva del capital frente al trabajo y la regresiva
distribucin del ingreso constituyeron ejes en los que recay la construccin de este nuevo
modelo dominante. Los cambios en las relaciones de clase y la destruccin de la
organizacin y el poder de los trabajadores en el pas fueron decisivos para asegurar un
nuevo patrn de acumulacin del capital y alcanzar, as, el quiebre de las condiciones de
vida vinculadas con el trabajo asalariado y con las protecciones sociales inscriptas en los
derechos laborales (Basualdo, 2008; Grassi, 2004). La desindustrializacin, el aumento
del desempleo y del empleo precario generaron una nueva dinmica en el mundo de las
clases populares que, en los hechos, derivaron en la puesta en marcha de procesos de
territorializacin, de redefinicin de marcos sociales y culturales (Svampa y Pereyra, 2003)
y de nuevas formas de reproduccin de la vida originadas por las modalidades que
asumieron los programas asistenciales encarados desde el Estado. A travs de la
implementacin de las polticas sociales focalizadas se deline uno de los mbitos claves
para prefigurar las trayectorias sociales de los sectores populares, en la medida en que
stas se constituyeron en portadoras y productoras de una integracin con mayor
subordinacin y desigualdad social (Danani y Lindenboim, 2003).
Ciertamente, estas trasformaciones vinieron de la mano del nuevo papel que asumi el
Estado al reformular sus patrones de interaccin con los diferentes sectores sociales. En
lneas generales, las reformas estatales pusieron en marcha polticas de ajuste,
privatizaciones, proteccin hacia los sectores ms concentrados de la economa y polticas
asistenciales y punitivas implementadas hacia los sectores empobrecidos, provocando
niveles significativos de desproteccin y de vulneracin de derechos para los sectores
populares.
En la etapa poltica inaugurada en el ao 2003, si bien comienzan a registrarse buenos
ndices macroeconmicos, sin embargo, el crecimiento ha sido muy desigual. Y es que las
brechas econmicas, sociales abiertas en los aos 1990, y reforzadas luego de la salida
desordenada de la convertibilidad entre el peso y el dlar, se han consolidado. As, si en
dcada anterior el 10 % ms rico ganaba 20 veces ms que el 10 % ms pobre, en la
actualidad, la brecha es 35 % mas grande: supera las 27 veces. Cierto es que la pobreza,
que al comienzo de la gestin de Kirchner alcanzaba a 57 % , se redujo a 34 %, pero en los
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aos 1990 alcanzaba a 24 % de la poblacin total, lo cual hace pensar que la crisis de
2002 instal un nuevo umbral desde el cual pensar las desigualdades (Kessler, Svampa y
Gonzlez Bombal; 2010).
Desde entonces, se advierte la presencia de un Estado que asume funciones de mayor
regulacin, como tambin la implementacin de polticas pblicas que muestran un
contenido diferente al desplegado durante los noventa: nuevas legislaciones sobre medios
de comunicacin y matrimonio civil, cambios en el sistema previsional y en las polticas de
transferencia de ingreso para nios, nias y adolescentes, reapertura de paritarias y del
Consejo del Salario, nombramiento de jueces idneos en la Corte Suprema de Justicia,
anulacin de la leyes de impunidad y reapertura de los juicios a los militares responsables
de crmenes de lesa humanidad, participacin en un nuevo escenario regional de corte
latinoamericanista. No obstante, a la forma en la actualmente se ejerce la democracia,
asentada en la concentracin de poder y el verticalismo, se le acoplan limitaciones
decisivas en funcin de repensar un nuevo rol del Estado. Lo cierto es que persisten, y en
algunos casos se agudizan, los problemas vinculados con la focalizacin, el clientelismo y el
asistencialismo de la ayuda social, la explotacin de la megaminera a cielo abierto junto
con la profundizacin del modelo extractivo-exportador, las polticas de subsidios a las
empresas privatizadas, la precariedad laboral (Svampa, 2008), el acaparamiento de tierras
y el aumento de la represin en el marco de la ley antiterrorista.
En definitiva, una estructura social que mantiene las brechas sociales consolidadas durante
los aos noventa y a las que, en la actualidad, se le ensamblan modos de experimentar y
justificar esta realidad que refuerzan esta situacin. As, no slo se mantiene el umbral
desde donde se piensan las diferencias sociales, sino que se ha montado una ofensiva
poltico-cultural a travs de la cual el oficialismo produce un discurso que, acompaado
por la manipulacin de la cifras del INDEC1, plantea un panorama cuya retrica hace
hincapi en los beneficios del nuevo modelo que, supuestamente, avanza en la reduccin
de las desigualdades. Se trata de una prdica que es apoyada por una parte de la poblacin
que suele legitimar estas argumentaciones perdiendo de vista la existencia de decisiones
polticas que benefician a los grupos ms poderosos de la sociedad.
1 Debido a la intervencin sufrida por el Instituto Nacional de Estadsticas y Censos (INDEC) en el ao 2007, no es posible hasta el momento relevar de dicho Organismo registros confiables sobre diferentes dimensiones de la realidad social y econmica de nuestro pas.
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III. Desigualdades y problemas educativos en la Argentina
Es sabido que en los procesos de desigualdad educativa se entrecruzan los problemas
estructurales del sistema educativo y las formas de experimentar y concebir las trayectorias
sociales y subjetivas. Es decir, por un lado, es necesario analizar las posibilidades que
brinda la escuela de acceder, permanecer y egresar del sistema educativo pblico, como
tambin los cambios que se producen en los procesos sociales y subjetivos a partir de los
cuales se generan condiciones para modificar expectativas y disputar bienes educativos y
culturales. En los hechos, si bien la escuela pblica, desde su nacimiento, propuso a todos
los habitantes de nuestro pas la posibilidad de participar de un espacio educativo comn,
cierto es que la realidad escolar propia de las sociedades capitalistas ha mostrado, en lneas
generales, cmo la escuela refuerza/avala las desigualdades de origen.
III. 1. Polticas e instituciones educativas
Como hemos dicho, es a partir de mediados de la dcada del setenta que se produce una
transformacin de magnitud en nuestra sociedad y, tambin, en la escuela pblica. La
presencia de la hegemona neoliberal signific la entrada y consolidacin de un modelo de
dominacin poltica que alter profundamente el diseo y la ejecucin de las polticas
pblicas en diferentes reas y, consecuentemente, trajo consigo cambios estructurales en el
sistema educativo de nuestro pas. Ya mencionamos que estamos lejos de caracterizar al
Estado del neoliberalismo como un Estado ausente y que, mas bien, creemos que lo que
ocurri fue una reorientacin de sus polticas en favor de los sectores ms poderosos de la
sociedad. As, el campo educativo no constituy una excepcin: all se despleg una
intensa actividad estatal que reconfigur el papel de las instituciones escolares de nuestro
pas. Ciertamente, las asimetras educativas han formado parte de la escuela pblica a lo
largo de su historia, pero las transformaciones ocurridas en los ltimos veinte aos no slo
han profundizado y diversificado la desigualdad educativa estructural, sino que, adems,
han conseguido erosionar los principios de igualdad educativa que permearon a nuestro
sistema educativo durante un siglo.
El neoliberalismo en educacin tuvo como una de sus expresiones ms salientes a la
Reforma Educativa puesta en marcha con la sancin, en el ao 1993, de la Ley Federal de
Educacin (N 24.195). Desde all, se ahondaron los procesos de descentralizacin y
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transferencia a las provincias, sin el financiamiento adecuado, lo que deriv en una mayor
subordinacin entre las jurisdicciones y el gobierno nacional. Por este camino, se
intensific el deterioro de la infraestructura y el equipamiento escolar, al tiempo que se
abri paso a nuevas formas de gestin escolar, a la implementacin de polticas
focalizadas, a la precarizacin del trabajo docente y a la puesta en prctica de procesos que
promovieron una privatizacin encubierta de las escuelas pblicas como tambin una
mayor expansin de esta modalidad en el interior del sistema educativo. Fue as que se
produjeron nuevas desigualdades y se sedimentaron antiguas formas de asimetra
educativa, dado que se consolid un sistema educativo desarticulado entre s, que agudiza
la fragmentacin escolar y cuya variedad organizacional pone en riesgo las posibilidades de
acceder a una experiencia educativa semejante para el conjunto de chicos, chicas y jvenes
de nuestro pas.
Pero las intensas luchas de los trabajadores docentes, estudiantes y de la comunidad
educativa hicieron posible la derogacin de la Ley Federal de Educacin y la sancin de
nuevas leyes educativas: la Ley de Educacin Nacional N 26.206 (diciembre de 2006) que
ampli la obligatoriedad escolar a 13 aos, la sancin en el ao 2005 de la Ley N 26.075
de Financiamiento Educativo y la Ley N 26.058 de Educacin Tcnico Profesional del
mismo ao. Asimismo, la Ley N 26.061 (promulgada en octubre de 2005) de Proteccin
Integral de los Derechos de las Nias, Nios y Adolescentes, en lo especficamente
relacionado con el cumplimiento de la escolaridad, establece el derecho a la educacin
pblica y gratuita para todos y todas los nios, nias y adolescentes. Si bien estas nuevas
leyes modifican la retrica de los noventa, desde el momento en que sus enunciados apelan
a asegurar los derechos educativos de la poblacin, lejos de las nociones de educacin
como servicio, o como prestacin propias de la Reforma Educativa iniciada en 1993,
no es menor la existencia en nuestro pas de un proceso de legalidad truncada (
ODonnell, 2004) orientado a favorecer los intereses que colonizan al estado y a detener
aquellos procesos volcados a moderar las desigualdades sociales.
Ciertamente, la actual gestin educativa no slo modific el marco legislativo que regula la
educacin pblica. Las polticas educativas comenzadas en el ao 2003 han mostrado
algunos cambios respecto de aqullas implementadas durante los aos noventa: paritarias
con los gremios docentes, construccin de edificios escolares, polticas de distribucin de
libro, polticas de distribucin de netbooks a travs del programa Conectar Igualdad, el
Programa de Mejora para la nueva escuela secundaria.
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En los hechos, aunque en la actualidad nos hallemos frente a marcos legales y polticas
educativas que plantean una mayor expansin y universalizacin de los sistemas
educativos pblicos, las desigualdades educativas persisten. Y es que estamos frente a un
tipo de expansin condicionada, es decir, se trata de un proceso mediante el cual los
sistemas nacionales de educacin han tendido a crecer en el marco de una intensa
dinmica de segmentacin y diferenciacin institucional, que otorga a los sujetos que
transitan por los circuitos que constituyen estos sistemas un estatus y un conjunto de
oportunidades altamente desiguales (Gentili, 2011). As, la desigualdad en el campo
educativo hace que, si bien aumentan las oportunidades de los ms pobres, y, aunque lo
hagan, en condiciones tambin de extrema pobreza, tiendan igualmente a aumentar las
condiciones y las oportunidades de educacin de los ms ricos. Los ricos tambin y, al
hacerlo en mejores condiciones y con un tambin progresivo aumento de sus
oportunidades y alternativas educativas, la desigualdad educativa, lejos de disminuir, se
incrementa o se mantiene constante(Gentili, 2011).
Dentro de este marco, en nuestro pas, persisten los problemas estructurales del sistema
educativo: las polticas educativas focalizadas, la tendencia privatizadora de la escuela
pblica, las formas de gestin en clave de autonoma. Por este camino, se advierte una
profundizacin del deterioro institucional, una mayor fragmentacin y segregacin escolar
y una continuidad en el incumplimiento de los derechos educativos de los sectores
populares. Al tiempo, la informacin estadstica es reveladora de las desigualdades entre
regiones y sectores sociales y de la tendencia privatizadora que se mantiene en el actual
sistema educativo.
A continuacin desarrollaremos, sucintamente, estos diferentes aspectos que forman parte
de realidad educativa de nuestro pas y cuyo entrecruzamiento permite una aproximacin
cualitativa y cuantitativa de la desigualdad educativa en el escenario actual y da cuenta de
un fenmeno multidimensional en el que convergen aspectos normativos, polticas y
prcticas institucionales, concepciones pedaggicas, dimensiones culturales y condiciones
materiales de vida.
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III. 1. a. La focalizacin
Durante los noventa, el sistema educativo sufri una de sus quiebres ms significativos: la
aplicacin de polticas focalizadas en las escuelas. En sintona con la idea de igualdad de
oportunidades, la presencia de una nueva matriz vinculada con la focalizacin profundiz
la diferenciacin de los procesos de escolarizacin de nios, nias y adolescentes, y
abandon los ideales de igualdad, gratuidad y universalidad en los que se basaban las
acciones del sistema educativo (Montesinos, 2004). Desde entonces, la equidad, la
discriminacin positiva, el par inclusin exclusin social se convertan en
organizadores de propuestas y debates tanto polticos como acadmicos, reemplazando a
las nociones de igualdad-desigualdad social y abriendo paso, as, a la constitucin de
nuevas identidades individuales y sociales y a una nueva forma de validar los derechos
sociales (Montesinos, 2004). En los hechos, estas polticas avanzaron a partir de una
ingeniera institucional que demandaba recortar poblaciones y escuelas segn indicadores
de carencia, en funcin de constituirse en merecedoras de las intervenciones
socioeducativas que brindaba el Estado nacional.
Aunque actualmente se recurra a discursos que se diferencian de aquella retrica
esgrimida durante la dcada de 1990, persisten los criterios de focalizacin en las polticas
educativas. As, lo que viene denominndose como intervenciones y polticas
socioeducativas; se delinea como un condensador de las modalidades por las cuales se
redefinen las intervenciones educativas focalizadas neoliberales (Montesinos, 2010). En
clave de trabajo en red, articulacin territorial, participacin comunitaria y con la
presencia de nuevas y precarias inscripciones laborales (operadores de calle, tutores,
educadores sociales/comunitarios) se convoca a la nocin de derecho e igualdad, pero
mantiene su vigencia el par inclusin-exclusin que, ciertamente, enmascara la
persistencia de la desigualdad social y la profundizacin de la diferenciacin educativa
(Montesinos, 2010).
III. 1. b. Deterioro institucional, seudoautonoma en los modelos de
gestin escolar y prctica docente
Las escuelas fueron permeadas por el debilitamiento institucional que afect a toda la
sociedad y que implic mayores niveles de fragilidad para grupos y sujetos. A los procesos
de desinstitucionalizacin, de preponderancia de la accin personal donde lo que esta en
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juego en la sociedad dejan de ser las instituciones y pasan a ser los individuos (Dubet,
2011), se le acopl la precariedad social (Bayn, 2006; Svampa, 2008) que se instal en
nuestra sociedad y que intensific las situaciones de desigualdad. Fruto de la
preponderancia de las modalidades de interaccin propias del capitalismo flexible, la falta
de regulaciones, la inestabilidad, los escasos controles pblicos, los salarios en negro
abrieron paso a un deterioro institucional que agrava los procesos de indefensin y deja
escaso margen para transitar una experiencia social significativa.
En los hechos, son numerosas las situaciones de precariedad institucional que se han
naturalizado en las escuelas. Docentes contratados, iniciativas acotadas, poco
profesionalizadas, propuestas deficitriamente provistas para llevar a cabo intervenciones
complejas y en las que se depositan en los actores institucionales la responsabilidad de
compensar las debilidades que plantean las polticas educativas. En el fondo, se trata de
prcticas realizadas con pocos recursos, con educadores a la deriva, en las que la fragilidad
propia de estos modos de intervencin no contribuye a revertir los problemas estructurales
del sistema educativo.
A este panorama se le acoplan las intensas trasformaciones que sufrieron las instituciones
desde la Reforma Educativa implementada en los noventa. Bajo un modelo de gestin
basado en una supuesta autonoma como forma de mayor libertad y poder, se abri
paso a un conjunto impreciso de posibilidades escolares, ms prximo a un dejar hacer
que a herramientas concretas o a mayor poder para la accin. As, la retrica que
acompa el modelo de gestin impulsado desde el Estado, promova ms libertad y
poder para tomar decisiones en el nivel escolar y cercana con las necesidades reales de
los actores (Judengloben, 2006). De este modo, se intensific la presencia de una variedad
de conceptos tales como calidad e innovacin, participacin y democracia.
Ciertamente, se trata de un modelo de seudo autonoma que invierte las responsabilidades
en el sistema educativo. Las escuelas deben asumir nuevos roles sin los recursos
suficientes, apelando al voluntarismo, mientras los niveles de conduccin se des-
responsabilizan de la implementacin de las polticas educativas (Judengloben, 2006).
Debe notarse que en este deterioro institucional y en estos nuevos modelos de gestin se
inscriben los problemas que enfrentan las prcticas docentes. Desde los aos noventa,
tanto en Argentina como en Amrica Latina, el trabajo docente experiment
transformaciones que derivaron, en la mayor parte de los casos, en un proceso de
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proletarizacin, como producto de los cambios en las condiciones de trabajo y del
recorrido poltico sindical que llev a gran parte de los docentes a identificarse como parte
de la clase trabajadora. Mayores responsabilidades y exigencias, formas de contratacin
temporales, proyectos y programas que demandan ms tiempo, autogestionar recursos,
bajos salarios, derivan en un creciente aumento del malestar docente que repercute en los
procesos de enseanza y aprendizaje que los tiene como protagonistas (TEL, Ademys;
2011).
III. 1. c. La fragmentacin y la segregacin escolar
La fragmentacin de la experiencia escolar nos muestra las escisiones entre las diferentes
clases sociales a la hora de acceder a los procesos de escolarizacin. Y es que persiste y se
agudiza una consolidacin de circuitos educativos diferenciados en los que se ponen de
relieve la presencia de pares dicotmicos entre educacin pblica-menor calidad de la
educacin y educacin privada-mayor calidad; lo que no es otra cosa que establecer una
relacin directa entre clase y capital cultural a partir del dficit del rol compensador del
Estado (Kessler, 2002).
Bajo estas circunstancias, este panorama se despliega en medio de procesos de segregacin
residencial, que, en buena medida, refuerzan la segregacin escolar: la escuela de la
periferia, la oferta escolar sera poco diversificada,apenas lo curricular, y los procesos
de enseanza y aprendizaje -por su debilidad- contribuiran a mantener o incrementar a
futuro las desigualdades sociales en las trayectorias de vida de los individuos
(reproduccin del crculo de la pobreza) (lvarez et al., 2008). Un estudio reciente
sobre la educacin media en la zona de sur de la ciudad de Buenos Aires ilustra lo que
estamos planteando. El trabajo documenta las existentes relaciones entre las zonas ms
empobrecidas de la ciudad y los niveles de escolarizacin de la poblacin. La investigacin,
realizada por el Ministerio Pblico Tutelar de la Ciudad de Buenos Aires, analiz la
situacin de la educacin media en la comuna 8 y 9 de la Ciudad. All se destaca la falta de
establecimientos educativos de nivel medio y la falta de vacantes para los adolescentes de
la zona. Particularmente, la comuna 8 es la que presenta mayor dficit de cobertura de
vacantes de nivel medio en la ciudad, lo que representa casi un tercio del total de
adolescentes de dicha comuna. Asimismo, se da cuenta del aumento en ambas comunas de
la sobreedad y la repitencia en el nivel, un porcentaje del 50 % no termina la secundaria
(Ministerio Pblico Tutelar, 2012).
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III. 2. El incumplimiento de los derechos educativos de los sectores populares
Es posible pensar que el entrecruzamiento de los problemas que acabamos de describir
conspira con la posibilidad de garantizar los derechos educativos de los sectores populares.
Por un lado, porque es sabido que una parte de los nios, nias y adolescentes de sectores
populares poseen condiciones de vida que los llevan a alternar la presencia en la escuela
con la bsqueda del subsidio (econmico, alimentario, etc.), con tareas domsticas, con el
trabajo remunerado (Barmetro de la Deuda Social de la Infancia, 2011, Ministerio de
Trabajo, 2006). Por este camino, se traza una frontera difusa entre el adentro y el afuera
de la escuela que, en los hechos, desemboca en una escolaridad de baja intensidad,
caracterizada por el desenganche de las actividades escolares (Kessler, 2004). Por otro
lado, lo cierto es que a los recorridos educativos de los sectores populares no se les ofrece
otra alternativa sino la de permanecer en un sistema educativo que no garantiza ni crea
condiciones para el acceso efectivo a una educacin de calidad, al limitar las condiciones
efectivas de este derecho por la persistencia de condiciones de exclusin y desigualdad que
se han trasferido hacia el interior del mismo sistema escolar(Gentili, 2011). Se trata de
una universalizacin sin derechos, es decir de un proceso de acceso a la escuela
producido en un contexto de empeoramiento de las condiciones necesarias para que la
permanencia en dicha institucin permita hacer efectivas las dimensiones atribuidas y
reconocidas al derecho a la educacin desde 1948 (Gentili, 2011).
A nuestro modo de ver, hacer efectivo el derecho a la educacin para los sectores populares
significa propiciar trayectorias escolares que se ensamblen con sus condiciones de vida; es
decir, se trata de generar formas de escolarizacin alternativas en aspectos referidos a las
organizaciones institucionales, las coordenadas tiempo y espacio, los equipos docentes, los
grupos de profesionales (Montesinos y Pagano, 2010). Pero estos cambios no bastan si no
se revierten en las escuelas las prcticas culturales que consideran a la pobreza como una
marca estigmatizante y vergonzante, culpabilizando a los sujetos de su situacin y
legitimando las situaciones de discriminacin y desigualdad (Neufeld, 2005).
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III. 3. La desigualdad educativa en la informacin estadstica
Los datos cuantitativos que exhibe el sistema educativo dan cuenta de desigualdades
persistentes entre sectores sociales y regiones de nuestro pas. La informacin aportada
por una investigacin realizada recientemente arroja datos sobre el abandono escolar en el
ao 2007: en la primaria es de 2% de los alumnos, mientras que en la secundaria superior
(ex Polimodal) es del 18,6 % y trepa al 25, 4 en la finalizacin del nivel (Rivas, 2010).
Al introducirse en las caractersticas de los niveles de escolarizacin segn quintiles de
ingreso, la citada investigacin advierte una significativa desigualdad propia de todos los
pases con amplias brechas sociales. Por ejemplo, slo el 47 % de los nios y nias
pertenecientes al quintil de menores recursos asiste al nivel inicial, mientras este
porcentaje aumenta al 79 % en el quintil de mayores ingresos. La brecha entre los 18 y 23
aos de edad es an mayor entre niveles de ingreso: slo un 30 % sigue en el sistema
educativo el quintil de menores ingresos mientras un 70 % lo hace en el quintil ms rico de
la poblacin (Rivas, 2010).
En la misma direccin, respecto de la poblacin de entre 20 y 29 aos, tambin se pude
dar cuenta de la relacin entre secundario completo y el quintil de ingresos per cpita del
hogar. Un estudio 2 muestra que en el primer quintil, el 43% de jvenes de 20 a 29 aos de
edad finaliz el secundario (57% no termin), mientras que la proporcin se invierte en el
segundo quintil, en el quinto quintil el 91% termin el secundario y el 9% no lo hizo. El
43% de jvenes que no finalizaron el secundario pertenece a hogares del primer quintil de
ingresos per cpita familiar. Slo el 4% de jvenes que no finalizaron el secundario
pertenece al quinto quintil.
La desigualdad educativa entre regiones del pas tambin es significativa. Tomando en
cuenta el promedio del ao 2006, se seala que mientras las provincias patagnicas,
invierten casi $ 4500 por ao por alumno del sector estatal, las ms pobladas invierten casi
2 y 3 Ambos estudios fueron realizados por Mirta Judengloben sobre la base de la Encuesta Permanente de Hogares- EPH- (que toma Aglomerados Urbanos) realizada en el 2 Trimestre de 2011 y dependiente del INDEC. Comprenden, tambin, los cuadros estadsticos sobre Nivel educativo y regiones del pas y Jvenes de 20 a 29 aos de edad por Quintil de Ingresos per Cpita Familiares, segn Mximo Nivel Educativo Alcanzado.
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la mitad por alumno y las ms pobres incluso menos ($217). Por ejemplo, en Tierra del
Fuego en el ao 2006 se inverta por 7171$, mientras que en Salta 1497$ (Rivas, 2010).
Respecto de la finalizacin del secundario, una investigacin de la UNESCO muestra que
en la Argentina, segn datos del ao 2008, slo el 43% de la poblacin egresa de la escuela
secundaria. Si apuntamos a las diferentes regiones, y teniendo en cuenta que casi la mitad
de la poblacin de aglomerados urbanos pertenece a la regin metropolitana, un estudio3
revela que casi la mitad de la poblacin de 20 a 29 aos que no complet el secundario
pertenece a esta regin del pas. Por otra parte, el NOA (regin formada por los
aglomerados del noroeste argentino) y la Patagonia tienen los mayores porcentajes de
jvenes con secundario incompleto: 36 y 39%, respectivamente. Estos son promedios por
regin, por eso debe advertirse que al interior de cada regin tambin se reproducen
desigualdades importantes por nivel socioeconmico.
El avance de la educacin privada tambin expresa una tendencia que profundiza las
asimetras educativas: aproximadamente uno de cada cuatro chicos est matriculado en
una escuela privada. En el perodo que va de 1996 al 2007, la matrcula del sector pas del
23, 9 % al 25, 8% y se estim en un 28 % para el 2008 (Feldfeber, 2011).
Los siguientes cuadros ilustran algunos de los aspectos que acabamos de delinear:
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Jvenes de 20 a 29 aos de edad por Quintil de Ingresos per Cpita Familiares, segn Mximo Nivel Educativo Alcanzado Total Aglomerados urbanos. 2011. (En porcentajes)
Mximo Nivel Educativo Alcanzado
Quintil de IPCF
Sin instruccin/
Primario incompleto
Primario incompleto/ Secundario incompleto
Secundario completo /
Superior incompleto
Superior Completo
Total
1 Quintil 6,0 51,1 40,9 2,0 20,6
2 Quintil 3,2 37,3 54,6 4,9 21,2
3 Quintil 2,4 25,6 62,1 9,9 20,7
4 Quintil 0,5 15,6 70,8 13,0 19,9
5 Quintil 0,4 8,8 62,6 28,3 17,7
Total 2,8 30,3 56,8 10,1 100,0
Fuente: Elaboracin sobre la base de INDEC EPH, 2do. trimestre de 2011
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Nivel Educativo Alcanzado por la poblacin de 25 aos o ms, segn regiones Total de Aglomerados urbanos. 2011 (En porcentajes)
Mximo Nivel Educativo Alcanzado por la Poblacin de 25 aos o ms
Sin instruccin/ Primario
Incompleto
Primario Completo / Secundario Incompleto
Secundario Completo / Superior Incompleto
Superior Completo Total
Regin
% / Regin % / Total % / Regin % / Total % / Regin % / Total % / Regin % / Total % / Regin % / Total
Ciudad de Buenos Aires 3,8 6,1 22,0 7,8 40,1 16,5 34,1 25,8 100,0 13,9
Partidos del GBA 9,9 45,3 46,8 47,7 31,1 36,6 12,2 26,4 100,0 39,8
NOA 9,2 9,4 38,2 8,7 36,3 9,5 16,3 7,8 100,0 8,9
NEA 12,8 6,8 36,9 4,4 33,0 4,5 17,2 4,3 100,0 4,6
Cuyo 8,0 5,6 39,4 6,1 34,7 6,2 17,9 5,9 100,0 6,0
Pampeana 8,7 23,4 36,9 22,2 33,5 23,3 20,9 26,7 100,0 23,5
Patagnica 9,2 3,4 37,9 3,1 35,5 3,4 17,4 3,1 100,0 3,2
Total 8,7 100,0 39,1 100,0 33,8 100,0 18,4 100,0 100,0 100,0
Fuente: Elaboracin sobre la base del INDEC EPH, 2do. trimestre de 2011
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IV. Reflexiones finales
Hemos realizado un breve recorrido que revela algunas de las caractersticas que delinean
la situacin educativa de nuestro pas y del contexto poltico y social en el que se inscribe.
Un panorama que presenta problemas estructurales de larga data, hoy ya sedimentados en
el paisaje diario de nuestras escuelas y en el que se entrecruzan aspectos normativos, de
diseo de polticas, modelos y prcticas institucionales, concepciones pedaggicas,
dimensiones culturales y condiciones materiales de vida.
A nuestro modo de ver, no existen formas de revertir estos procesos educativos y sociales si
no se interpela a la poltica, a la construccin de poder popular, al aumento de la
conflictividad entre las clases sociales. La debilidad que presenta la acumulacin de poder
por parte de los sectores populares no slo se expresa en las relaciones capital/trabajo. Los
contenidos, las formas que asume el diseo e implementacin de polticas pblicas, los
modos a partir de los cuales las clases populares piensan su destino social en el campo de
la educacin son parte de las formas a partir de las cuales el modelo de dominacin
agudiza las diferencias entre las clases sociales. Al interpelar a la poltica y a la presencia
de las clases populares en el diseo de las polticas pblicas, se llama, tambin, a la
necesidad de desarrollar un proceso de produccin de instituciones. Son los arreglos
institucionales los que deben asegurar la igualdad educativa, sobre la base de propuestas
pedaggicas consistentes y de condiciones institucionales ensambladas con las formas de
vida de la mayora de los nios, nias y adolescentes de nuestro pas.
Frente a estos desafos, los sectores populares deben introducir una agenda para debatir y
proponer cambios en funcin de democratizar la educacin, a partir de modelos de justicia
social y de igualdad que reflejen el pensamiento de la clase trabajadora. Un camino posible
es retomar, profundizar y estudiar los sentidos presentes en las respuestas generadas por
organizaciones y movimientos sociales para revertir los problemas provocados por la
dinmica excluyente que adquiri nuestra sociedad, analizando los componentes ms
significativos de iniciativas como los jardines comunitarios, los bachilleratos populares,
los centros de apoyo escolar, los talleres para adolescentes, etc.
Debe notarse que no es posible pensar en posibilidades de producir nuevas polticas
educativas sin dejar de lado aquellas propuestas puestas en marcha/ delineadas por las
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polticas oficiales que ponen el acento, en lneas generales, en la implementacin de
iniciativas para la inclusin educativa a partir de planes acotados que suelen simplificar y
fragmentar la realidad y cuyo horizonte no va ms all de la precariedad y el corto plazo.
Revertir los procesos de desigualdad educativa supone un Estado activo, orientado a
favorecer a las mayoras populares y con una significativa inversin. Supone entrar en
dilogo con organizaciones, sindicatos y movimientos sociales en funcin de producir
nuevas formas de institucionalidad, fundadas sobre bases tericas y metodolgicas que
permitan abarcar el problema de la desigualdad educativa en su integralidad y
complejidad. Se trata de avanzar en una revisin y reelaboracin de los contenidos y de los
modos organizacionales de la escuela, como tambin del trabajo docente y de la
participacin de los actores educativos/ comunitarios en las instituciones educativas.
En definitiva, no es posible generar polticas pblicas orientadas a crear mayores niveles de
democratizacin si no se revisan las formas de participacin polticas vigentes. Producir
nuevas polticas pblicas exige un debate sobre las formas que adoptaron las actuales
democracias, requiere discutir su intensidad y su tendencia a concentrar en pocas manos la
toma de decisiones. Es decir, se trata de poner en cuestin las formas que adquiere el
actual rgimen poltico, sus formas de representacin, los tipos de participacin ciudadana
predominantes que, indudablemente, repercuten en la distribucin del poder poltico de
actores y sectores sociales. Al mero reconocimiento formal de los derechos y a las
tendencias a consolidar la desigualdad social, se los enfrenta con la poltica, con procesos
de disputa en los que se plantee un horizonte donde la democratizacin social se inscriba
en las luchas encaradas por los sectores populares. En otras palabras, y una vez ms, la
distribucin del poder poltico y social que poseen las diferentes clases sociales se expresa
en la elaboracin y el diseo de polticas pblicas. De ah que, desde la CTA, necesitamos
concebir propuestas polticas, tcnicas y metodolgicas para el campo educativo sobre la
base de una amplia participacin de los actores educativos y jerarquizando el lugar social
que ocupan los proyectos educativos que ya poseen las organizaciones que expresan y
representan a los trabajadores, a los sectores populares.
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