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Page 1: de..~ · 2009. 6. 6. · delamuerte, para loscreyentes. Ycasinin-guno deesos lugares, pienso, mesería afec-to. Pero eljardin, oelbalcón, olaplaya, o lahabitación, o azotea a que

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autocrítíca -que culminan en su obra de ex-presivo título "Elementos de autocntica''--,Althusser trata de superar su primer teoricis-mo y recuperar el norte y guía del marxismo,a partir de la primacía de la lucha de clase.

Sánchez Vázquez una vez más, con bisturíimplacable, descubre los puntos reurálgicosde la quíebra althusseriana, las debilidadesmarxistas del intento autocrítíco del "segun-do Althusser" y en esa línea la permanenciaen él del "primero".El análisis brevemente esbozado en estas

lineas de los "dos Althusser" permite con-cluir al filósofo español: "Teoricismo, portanto, no superado, no obstante la vigorosaautocritica de Althusser; ¿superable toda-via": la respuesta habrá que buscarla en su'obra futura ",

ARTICULOS EN "LE MONDE"

Estas líneas cerraban inicialmente las pági-nas de Ciencia y revolución 'en abril de 1978.El interrogante no había sido en vano. En unpost-scriptum a modo de epílogo, SánchezVázquezse ve obligado a incorporar unaspáginas de "respuesta abierta" al "[supera-ble todavía?", como consecuencia del impac-to causado en él por la serie de artículos pu-blicados en "Le Monde" por el filósofo fran-cés bajo el título "Lo que no puede durar enel Partido Comunista" (publicados con unaamplia introducción y algunos documentosanexos por Siglo XXI Editores con el mismotítulo). Estos artículos son resultado de la re-flexión autocrítíca que Althusser, junto con

otros sectores minoritarios del PCF, hicierondel fracaso de la unión de la izquierda en laselecciones francesas de la primavera de 1978.No pocos de los contenidos teoricistas del"primer" y "segundo" Althusser desaparecenen este nuevo y vigoroso fustigador del con-formismo de que hace gala la dirección delPCF. Surge un nuevo enfoque de las relacio-nes entre teoría y práctica, con una clara pri-macía de la práctica al no sólo abandonar,sino criticar la vieja perspectiva kautskyana-a la que se había acogido- del "principio'de Importación" de la teoría en el movimien-to obrero. Al referirse a la conciencia Althus-ser dice sin titubeos "que no viene de fuera,como se dice desde Kautsky", sino de dentro,de la lucha de clases. Así retoma a Marx,para "quien la conciencia nace de la prácti-ca" y se refiere a una práctica "que no essimple aplicación, de la teoría" (advertencianada superflua, subraya Sánchez Vázquez).Una serie de posiciones nuevas y mucho másdefrrriqas ,politicamente caen en cascada en"Lo que no puede durar en el Partido Comu-nista" (la cuestión del centralismo democráti-co, las relaciones partido-masas, la funciónde los permanentes en el partido, etcétera).La llamada final de Althusser al PCF es casipatética cuando le exige "salir de la fortale-za" y sumergirse entre las masas y sus pro-pios militantes. e

Elogio desmedido de..~ .Como un gato perdido, yendo de un lado

, a otro en una reunión extraña, como ungato asombrado, otras veces, escuchandodesde la alfombra la historia o cotilleo quealguien cuenta, como un gato tristísimo,huérfano, mirando con ojos enormes desdesu refugio del rincón de un sofá, como ungato cariñoso, dulce, que te roza cuando.te besa: así es, como un gato, Ana MaríaMoix,Gatos hay por todas partes, en pueblos,

ciudades y grandes capitales, pero no todostienen su gracia.' Me refiero a hombres-gato, y mujeres-gato; por supuesto. Y AnaMaría es una chica-gato con clase, eso se veen seguida. Consigue' transformar su pisode la calle Villarroel en una casa misteriosa,en un cubil en el que yo me quedaría muy agusto, esperando 'buenísimas meriendas, vi-sitas fascinantes y acontecimientos morbo-, sos,' sabrosos,' tan cerquita del' mercado deSan Antonio, con pan y plátanos los días dediarío, y libros de lance los domingos por lamañana. -Ana María camina mucho las calles de

.Barcelona, sospecho que sin rumbo fijo, y si, entra en los bares, pasa de atender la con-

versación de sus acompañantes a escucharla difusión de' dos 'empleadas que han salidode una oficina a tomarse' el café. Su tiempoes lento, parece saborearlo con pena, con eldespecho de-quien sabe que cada día esetiempo le aleja más del reino afortunado dela infancia, de la irresponsabilidad total, delfuror y la alegría., A veces he pensado que la Moixpartíci-pa de uno de mis mayores deseos: que estasociedad absurda me incapacite legalmente,para no ser ya nunca responsable de nada.A un incapacitado, pienso, no se le danconsejos, no se le prohíbe nada, pues todolo que haga es nulo, [nulo! El colmo de lafelicidad, la antesala del posible amor total,la anulación del acto y del actor, de la fun-ción y de los espectadores.Ana María Moix siempre será una noví-

sima rodeada de viejísimos, pues haga loque haga y escriba, esta chica-gato no va acambiar. Sus poemas futuros serán tan fres-cos como las Baladas del dulce Jim. Cole-giala impenitente, seguirá observando, engeneral, buenas maneras, pero hará bella-querías detrás de las puertas y en los lava-bos, leerá libros prohibidos y escribirá no-

JOSE AGUSTIN GOYTISOLOvelas y poemas que harían enrojecer y sul-furarse a la madre superiora que, ¡ay Dios!ya no existe más.Sería una pena de las que producen náu-

'seas saber que todos, todos los que quisie-ron cambiar un dia el mundo, han sentadola cabeza, es decir, poniéndola donde debeponerse el culo y consideran la infancia yadolescencia como una cana al aire, comopecados de juventud. Con la Moix se puedeandar seguro: es de las personas que no fa-'llan, que no te dejan en la estacada moral, 'en la intemperie intelectual del adulto-niño,del inocente mancillado.Mucha gente tiene un paraíso imaginarío,

unlugar al que desea volver o ir por vez pri-mera, ya sea mientras esté vivo, ya despuésde la muerte, para los creyentes. Y casi nin-guno de esos lugares, pienso, me sería afec-to. Pero el jardin, o el balcón, o la playa, ola habitación, o la azotea a la que siemprequiere regresar Ana María, me tientan. Séque serían lugares buenos para mí, sitios.endonde nadie me acosaría, en donde se po-drían escuchar y contar historias, en 'donde,de vez en vez, alguien diría: ¡Ana María, ni-ños, a merendar! e -

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