Download - Cuentos navideños de 1º C
Había una vez una niña llamada Gema. Era una niña muy guapa, con muchos
amigos y muy feliz. Un día iba paseando por la calle de enfrente de su casa
y se encontró un gato blanco y con manchas negras. El gato estaba solo, con
hambre y temblando, la niña lo llamó Manchas. Cuando llegó la Navidad el
gato estaba más cariñoso que nunca. El día veinticuatro de diciembre, el día
de Nochebuena, el gato desapareció y la niña se puso muy triste. Cuando fue
a beber agua se encontró una nota encima de la mesa de la cocina que ponía:
“Querida Gema, estas navidades estoy muy ocupado por que yo soy el
ayudante de Santa Claus, junto con el reno Rodolfo y como ya sabrás
tengo que ir por todo el mundo repartiendo juguetes . El tiempo que
estado contigo y con tu familia ha sido fantástico por eso en nombre de
Santa Claus te digo que te traerá mucho juguetes. Después de las
navidades volveré a tu casa contigo y con tu familia.
Muchos abrazos:
Mancha.”
Gema se puso muy contenta al saber que su gato estaba bien y que pronto
volvería a su casa con su familia.
Después de las Navidades, Mancha no volvió a casa de Gema y toda su
familia se puso muy triste.
Verónica Conchero
Erasé una vez una niña pobre y huérfana. Vivía en la calle y la pobrecilla no
tenía nada de comer.
Llegaron las Navidades y veía la ciudad decorada y todos los árboles
iluminados. Ella deseaba ser una niña normal y tener una familia, pero por
mucho que lo intentara no podía hacer nada. O sí. Vio una estrella fugaz y le
pidió un deseo: “Quiero tener una familia y celebrar las Navidades todos
juntos.” La niña se metió en un cobijo. Ese día era Noche Buena, y se suponía
que Papá Noel iba a ir a todas las casas a entregar sus regalos. En ese cobijo
la niña vio a Rudolf, el reno de Papá Noel, el que llevaba toda la manada. La
niña se sorprendió y le preguntó que si no quería entregar los regalos. El
reno le respondió con lágrimas en los ojos que se había distraído y se había
alejado de la manada. La niña le prometió a Rudolf que le ayudaría y así lo
hizo.
Primero tuvo que ir al árbol navideño más grande de la ciudad. Iba cómoda
porque Rudolf la llevaba en sus espaldas. Los dos debían de encontrar a Papá
Noel antes de que terminara Noche Buena. Se subieron a la punta del árbol
y de repente vino una paloma en su ayuda. La paloma deseaba ser una
humana, fue a ver lo que pasaba y decidió ayudarles. Surcaban los tres el
cielo cuando de repente oyeron como unas campanas navideñas y un grito
muy familiar, un hoo, hoo, hooooo,... Rudolf se alegró muchísimo y
encontraron a Papá Noel.
¡Bien!, lo habían podido conseguir. No se lo podían creer. Para agradecérselo
la niña y la paloma pidieron un deseo cada una a Papá Noel: la niña, tener
familia y celebrar la Navidad todos los años; y la paloma, ser una niña y
además hermana de aquella niña pobre que había conocido. Sus deseos
fueron cumplidos, tuvieron una familia y podían celebrar la navidad año tras
año.
Estela Conchero
El gatito borracho
Había una vez un gatito blanco que se bebió un
vaso de vino. El pobrecito antes de morir
ahogado, le rogó a un perro negro que pasaba
por allí: -¡Por lo que más quieras, perro negro!
¡Sáqueme de aquí que estoy a punto de
ahogarme! Aunque luego me coma, señor perro
¡sáqueme de aquí!
El perro alargó una pata y sacó al gatito de allí. -¡Ay, qué susto, qué
frío! Estoy tan mojado… Deje que me seque, deje que me seque,
señor perro, luego podrá comerme.
Pero en un descuido del perro, el pequeño gato se escapó sin
dudarlo y se escondió en un agujero. Y el perro enfadado le dijo:
-¡Mentiroso! ¡Mentiroso! ¡Dijiste que podría comerte!
Pero como el gatito ya estaba a salvo en su
cueva, contestó muerto de risa: -¿De
verdad lo dije? Sin duda estaba borracho.
El gato se fue a casa a ver la tele y beber
una botella de vino porque le dolía la
cabeza. Después salió borracho
al bosque y se encontró con un
lobo hambriento, el lobo tenía mucha hambre y le dijo al gato:
-Te voy a comer señor gato. Dijo el lobo.
-Tú a mí, tontolaba, si no puedes ni a un ratón cómo me vas a
coger.
El lobo lo cogió y lo comió, pero después de un rato el lobo
siente como si olía a vino y lo vomita. Lo tira al suelo y se va a
buscar a otro animal.
Midi Ettamimi
Shely
Shely era una perrita muy guapa y simpática, pero muy celosa. Vivía en una
casa muy grande. La familia con la que vivía era muy buena, porque todos los
inviernos traían a animalitos a vivir con ellos para protegerlos del frío.
En un invierno trajeron a un perrito muy guapo y se llamaba Sami. Shely se
enamoró de Sami y él también de ella. Cuando llegó la Navidad Sami se tenía
que ir porque vino una familia que lo quería tener como mascota.
Shely se puso enferma en Navidad pero como sus dueños estaban ocupados
con los otros animales pensaron que estaba celosa, por eso se hacía pasar
por enferma. Un día se sentaron y la vieron un poco rara. Le trajeron a su
veterinario pero no sabía lo que le pasaba. Como era el animal preferido de
la hija de esa familia le trajeron veterinarios de todo el mundo, pero nadie
supo lo que le pasaba. Por eso decidieron que quien curara a Shely le darían
mucho dinero. Como era Navidad y hacía mucho frío nadie pudo salir de su
casa.
Un día pasó por allí un viejo muy sabio que decidió pasar a ver lo que le
pasaba. El viejo les dijo que estaba enferma porque se habían llevado a su
novio.
Trajeron a Sami, los dos se casaron y tuvieron muchos hijos y uno se lo llevó
el viejo sabio.
Sanaa Ettamimi
Érase una vez una vez una cabra llamada Ramona que tenía un sueño: ser
reno de Papá Noel por un día. Ramona no era una cabra cualquiera, ella no
vivía con las demás, ni pastaba por la montaña. Ella vivía con su dueña,
Raquel, en Madrid. Ramona todos los años, la noche del 24 de diciembre, se
ponía a dormir bajo el abeto de Navidad para que cuando Papá Noel llegase
pudiera irse con él. Pero, tenía un problema, todos los años se quedaba
dormida, algo que no podía remediar y que recordaba constantemente con
mucha rabia. Cierto día se le ocurrió un plan, se vestiría de reno y diría que
el pasado año se quedó olvidada en esa casa. Cuando Ramona se quedó sola
en casa, subió al granero y buscó un disfraz de Raquel cuando era pequeña,
que se disfrazó de reno para una función navideña. Por fin llegó el gran día,
Ramona se vistió de reno y se colocó bajo el árbol de navidad. Pronto llegó
Papá Noel, la cabra le contó toda la historia que se había inventado y se fue
con ellos a repartir los juguetes que faltaban. A la mañana siguiente, la
protagonista de esta historia le explicó toda la verdad y la devolvieron a su
casa. Lo que no supo fue que, en realidad, Papá Noel sabía perfectamente
quién era pero a modo de regalo le concedió ese viaje. Sin duda el mejor
regalo que le podía haber hecho nunca.
Noelia Germán
Érase una vez un reno que iba a viajar con Papá Noel a dar los regalos de
Navidad a los niños y niñas del mundo. Él estaba lesionado, porque tenía una
pata rota y no podía echar peso en ella. Papá Noel no quería que viniera, pero
él insistía en que sí.
Papá Noel lo ató en el árbol más grande del Polo Norte. El reno al verse
atado sin posibilidad de soltarse empezó a pensar. Le venían a la cabeza mil
ideas, pero todas le parecían absurdas. De repente, aparecieron unos
duendecillos y el renos les explicó lo que había pasado y ellos lo soltaron.
Cuando el reno se vio liberado era demasiado tarde para alcanzar a Papá
Noel. Se colocó en la pata lesionada unos polvos mágicos que le habían dado
los duendecillos. Gracias a ellos era mucho más veloz y pudo alcanzar a Papa
Noel. Cuando lo alcanzó le enseñó la patita lesionada. Vio que estaba curada,
por lo que le dejó que se uniera al grupo.
Desde ese momento corrió todo lo que sus patitas pudieron y gracias a él
todos los niños del mundo pudieron disfrutar a tiempo de sus regalos de
Navidad.
Adrian Gregorio
El perro hambriento
Había una vez un perro que tenía mucha hambre,
se encontró con una gallina y sus hijos y le dijo:
-Hola, señora gallina.
-Hola, señor perro, ¿cómo usted por aquí?
-Es que tengo mucha hambre y
venía a ver si me comía a sus hijos.
-¿Pero primero por qué no me saca una espinita que tengo
en la patita?
Fue a sacársela y la gallina le pegó una
patada que el perro salió rodando.
La gallina y sus hijos se fueron corriendo.
El perro siguió su camino encontrándose con una vaca y
sus crías. Se les acercó y dijo:
-Hola, señora vaca.
-Hola, señor perro, ¿cómo usted por aquí?
-Es que tengo mucha hambre y venía a ver si me comía a sus crías.
-Pero, ¿es que no ve que están muy sucios? ¿Por qué no se pone en el río y yo
se los voy dando uno a uno, los va lavando y se los va comiendo?
-Bueno.
Se puso en la orilla del río y la vaca le pegó un empujón que lo tiró al río y se
fueron corriendo.
El perro siguió su camino y al cabo de dos o tres días se encontró
con una cabra y sus chivitos, y le dice:
-Hola, señora cabra.
-Hola, señor lobo, ¿cómo usted por aquí?
-Es que tengo mucha hambre y venía a comerme a sus chivitos.
Y le contestó la cabra:
-Primero debe cantar una playerita.
-No, que los lobos se van a enterar.
-¡Pero si los lobos no están!
El perro empezó a cantar:
-Auauauau, auauauau…
Los lobos, que se enteraron, salieron corriendo detrás del perro. Cuando
había corrido mucho, mucho tiempo, se paró debajo de un
árbol y dijo:
-Sácame las espinitas, lávame los críos, cántame las
playeritas. ¡No me cayera un rayo y me partiera por la
mitad!
Y a un leñador que estaba talando un árbol se le cayó el
hacha y lo partió en dos.
Oussama Hammouch
Pepo era un perro blanco con manchas negras, era un cachorro abandonado
en la calle a los pocos días después de nacer. A las pocas horas una familia
de gatos que daba un paseo por las tiendas para comprar los adornos de
Navidad lo encontró. Como ellos no se querían llevar mal con ningún perro lo
acogieron en su familia, aunque en realidad los perros y los gatos no podían
estar juntos porque se llevaban muy mal. Les faltaba poco para empezar una
guerra de lo mal que se llevaban.
La familia de gatos se llevó a Pepo a su casa y le dieron comida, agua y
refugio. La familia de gatos tenía a un hijo de su edad llamado Simba que
era de color gris con unas pocas rayas de color blanco, y se hicieron muy
amigos. Según pasaban los días se iban haciendo un poco más mayores.
Ya quedaba menos para Navidad y tenían toda la casa bien adornada.
Empezó a nevar y Pepo y Simba salieron a jugar a la calle con las bolas de
nieve. Lo que no sabían es que estaba prohibido que un gato y un perro se
llevaran bien. De repente, aparecieron por un lado un grupo de perros y otro
de gatos. Les empezaron a echar la bronca y a pelearse porque estaban
jugando juntos. Simba y Pepo les dijeron que aunque eran muy diferentes
por fuera no tienen por qué serlo por dentro y que los perros y los gatos no
se tienen porque llevar mal.
El día de Navidad los padres de Pepo llamaron a la puerta de los padres de
Simba reclamándole y afirmando que eran sus verdaderos padres. Se
arrepentían de lo que hicieron y pidieron que se lo devolvieran. Los padres
de Simba les dijeron que sí que se lo devolverían y les invitaron a cenar allí.
Las dos familias se hicieron muy amigas.
Nuria Hernández
Por qué los osos no salen en
Navidad
Todo aquello ocurrió hace mucho tiempo en el cuatro mil doscientos
cuarenta y dos antes de Cristo; en ese tiempo como ahora a los osos y a las
osas se les trataba como a vulgares asesinos. Los osos estaban cansados de
que cada vez que saludaban a alguien que no fuera un oso éste saliera
corriendo, en Navidades nunca recibían regalos. Y todo aquello era porque
eran depredadores.
Los osos, cansados de ser odiados por todo el mundo, decidieron que ya era
hora de cambiar. Así pues empezaron a comer vegetales pero no les gustó a
todos y los únicos que siguieron comiendo vegetales fueron los pandas. Por
eso pensaron otra idea y se les ocurrió que si solo comían peces los animales
terrestres no se podrían quejar. Pero al cabo de una semana les dolía la
tripa y fue entonces cuando les dio tanta rabia no poder cambiar que se
comieron un montón de animales.
Después de haberse comido a media jungla, se sintieron tan avergonzados
que cada uno se fue a su madriguera y allí estuvieron un día, dos y al tercero
se quedaron dormidos y cuando despertaron en primavera decidieron que lo
que habían hecho se iba a llamar invernar y que lo iban a hacer todos los
años.
Julio Mayayo
EL DELFIN ROSA
Había una vez un delfín rosa que se llamaba Camila. Ella conoció a una gran
chica en el zoo. Camila se llevó muy bien con Andrea, la chica que conoció;
Andrea se quería llevar a Camila casa pero los jefes del zoo no le dejaban.
Entonces a Andrea se le ocurrió una gran idea, que el jueves de la semana
siguiente por la noche lo robaría con su mejor amiga “SHEILA”. Todos esos
días estuvieron pensando como cogerla y se les ocurrió un plan el plan:
Sheila fingía que se hacía daño y así los guardias del zoo se distraían y
podrían robar a Camila tranquilamente. Llego el día, jueves 18 de marzo del
2011, Andrea y Sheila fueron al zoo. Sheila se “cayó” y los dos guardias
Federico y Luis se distrajeron. Mientras Andrea cogió a Camila, se la llevó y
salió por la entrada normal, donde a 10 metros estaba Sheila actuando.
Cuando salió corriendo con el delfín detrás le dijo Andrea a Sheila: “Vamos,
deja de actuar”.
Los guardias fueron corriendo detrás de ellas y al final el guardia se
distrajo con un escaparate y las perdió. Andrea metió a Camila en su casa.
Al poco tiempo los guardias descubrieron donde vivía Andrea y le pidió por
favor que devolvieran al delfín. Y entonces, como la madre vio a su hija tan
feliz con el delfín, les ofreció un cheque de 10.000 euros. Lo aceptaron y
Andrea vivió feliz con su delfín, Camila.
Sara Mijarra
Érase una vez un gato llamado Crispi, que vivía en una casa de madera.
Un día, Crispi se fue por el monte a dar una vuelta y luego volvió a casa
cuando anocheció. Cenó y se durmió. Al día siguiente apareció una gata que
se llamaba Trufi. Crispi salió a dar una vuelta con ella y de repente se
encontraron con un perro, por lo que Crispi y Trufi se fueron corriendo a
casa. Entraron en casa, cenaron los tres: la dueña, Crispi y Trufi;y después
se fueron a dormir. A los tres días Trufi estaba embarazada. Unos meses
más tarde Crispi y Trufi tuvieron 5 gatitos. La dueña los llamó: Chispi, Linda,
Blanquita, Manchitas y Negrita.
Un niño quería como regalo de Navidad, un precioso gatito. Su padre fue a la
tienda de animales, pero resultó que no había gatos. La dueña de Crispi y
Trufi, que era la vecina de su abuela, le dio el gato Manchitas porque se
enteró de todo lo que ocurría cuando fue a visitarla. Sus padres metieron al
gatito en una caja y lo envolvieron. Más tarde, cuando el niño abrió el regalo,
se puso muy contento. Los padres del niño dieron las gracias a la dueña de
Crispi y Trufi. La dueña se puso también muy contenta porque vio al niño muy
feliz.
Al final, el niño se hizo muy amigo del gato llamado Manchitas, le enseñó a no
ensuciar la casa y a no romper nada. Por eso, sus padres le dejaron tenerlo
dentro de casa y muy cerca de él.
Yolanda Morón
La mariposa y la mariquita
Estaba la mariquita sentada, cantando debajo del un árbol.
Cuando la mariquita se puso a cantar vino la mariposa y la
hizo callar.
La mariposa a la mariquita, la mariquita que estaba sentada,
cantando debajo del árbol, cuando la mariposa se puso a
cantar vino la mosca y la hizo callar.
La mosca a la mariposa, la mariposa a la
mariquita, la mariquita que estaba sentada,
cantando debajo del árbol, cuando la mosca se
puso a cantar vino el ratón y la hizo callar.
El ratón a la mosca, la mosca a la mariposa, la mariposa a la
mariquita, la mariquita que estaba sentada cantando debajo del
árbol, cuando el ratón se puso a cantar vino el gato y lo
hizo callar.
El gato al ratón, el ratón a la mosca, la mosca a
la mariposa, la mariposa a la mariquita, la
mariquita que estaba sentada cantando debajo
del árbol, cuando el gato se puso a cantar vino el perro y lo hizo
callar.
El perro al gato, el gato al ratón, el ratón a la mosca,
la mosca a la mariposa, la mariposa a la mariquita, la
mariquita que estaba sentada cantando debajo del
árbol, cuando el perro se puso a cantar
vino el tigre y lo hizo callar.
El tigre al perro, el perro al gato, el gato al ratón, el ratón a la mosca, la
mosca a la mariposa, la mariposa a la mariquita, la mariquita que estaba
sentada cantando debajo del árbol, cuando el tigre se puso a cantar vino el
león y lo hizo callar.
El león al tigre, el tigre al perro, el perro al gato, el gato al ratón,
el ratón a la mosca, la mosca a la mariposa, la mariposa a la
mariquita, la mariquita que estaba sentada cantando debajo del
árbol, cuando el león se puso a cantar vino el elefante y le hizo
callar.
El elefante al león, el león al tigre, el tigre al perro,
el perro al gato, el gato al ratón, el ratón a la
mosca, la mosca a la mariposa, la mariposa a la
mariquita, la mariquita que estaba sentada cantando
debajo del árbol, cuando el elefante se puso a
cantar ni el mismo diablo la hizo callar.
Iván Navarro
Y ahí estaba yo, en el banco del instituto, sentado, como uno de ellos. No lo
era, ellos eran animales corrientes, yo no, como era de suponer. Ellos son
grandes y robustos y yo soy un simple erizo marginado de los demás. Un
erizo pequeño y muy miedoso.
Era mi primer día de instituto y se acercan las Navidades. Vivo como mi
familia en una pequeña casa en Dulcetown. Somos una familia numerosa,
somos cinco y yo soy el pequeño de mis hermanos. El mayor, Javier, Javi,
perdón, se cree el mejor por ser el hermano mayor, pero cuando tenemos un
problema él siempre está ahí. La mediana Asha piensa que es de otra familia,
adoptada, es muy coqueta, no la comprendo. Mi madre, María, es ama de
casa, es muy buena, siempre me comprende, no sé como lo hace pero siempre
está ahí. Mi padre, Jesús, siempre está de negocios, trabaja en una empresa
de oficinas o no sé qué, dice que soy pequeño para comprender estas cosas.
Y por ultimo yo, me llamo Fernando, aunque todos me llaman Fer.
En el instituto como soy nuevo todavía no tengo amigos, no entiendo por qué,
me comporto bien con la gente, soy generoso con ellos... Me dicen “pardillo”
todos los de la clase, los gorilas, los leones, los osos, incluso las tortugas.
Todos menos una chica hurón que se llama Yolanda, yo creo que ella me
comprende y parece bastante maja. Algunas veces, dice que la amistad no se
encuentra en el en físico si no en el corazón, a veces también dice que la
Navidad es una época para pasarla con la familia y amigos. Yo la creo. Ya han
pasado tres semanas y ahora somos los mejores amigos. Los dos nos estamos
acostumbrando a las costumbres del otro, a su familia.
¿Sabías que en general los hurones son más inteligentes que los perros y los
gatos? Todo investigan y roban (una de sus principales características es
que son unos ladronzuelos y roban cosas que les llaman la atención); son
tercos y muy determinados. Una vez que algo se les mete en la cabeza no
van a desistir hasta salirse con la suya y sobretodo son muy majos. Su
familia es muy maja. Solo son 4, sus padres, su hermana mayor y ella. Estas
Navidades he pedido a los Reyes (mis padres) - ja,ja que aun piensan que me
lo creo, pero me lo contó mi hermana por una discusión, ellos no saben nada.
Jijiji, cómo un chico de doce años no lo va a saber...-
En fin. Lo que iba diciendo, ahora a mi padre le van bien las cosas en su
trabajo, aunque no quería aprovecharme, he pedido un balón de fútbol del
equipo de “Zaragoanima” y un libro. Yoli ha pedido un libro muy chulo, es
como el mío, y un suéter, que le encanta, el suéter digo. Hemos pensado en
que como nosotros somos amigos, nuestras hermanas se llevan también muy
bien porque también son de la misma edad, nuestros padres después del
instituto quedan para tomar un café, se llevan bien y a mi hermano le da
igual todo...
Bueno, que hemos quedado en pasar la Nochebuena y Navidad sus familiares
y los nuestros en su casa, pero solo para cenar y pasar parte de la noche. Y
en Nochevieja en nuestra casa con todos los abuelos, tíos, primos, además.
Nos parece una idea genial. Estas van a ser mis mejores Navidades.
MORALEJA
Que lo importante de la Navidad no son los regalos, las fiestas y esas cosas.
Que lo verdaderamente importante de la Navidad es disfrutarla y pasarla
con tus amigos y familiares más queridos. Que para eso está y que no
importa los amigos que tengas mientras sean buenos.
Espero que te guste, que conste que lo he escrito yo solita, que me ha llevado mucha tarde hacerlo... (No mires muchas faltas) Para que veas,
te voy a poner hasta moraleja. Oye espero que no te importe por haberlo hecho en Word. Ah, y que son más de 200 palabras: cuando he llegado
a 200 he visto que no he podido parar ahí, que tenía que continuar. Tenlo en cuenta.
Clara Pérez
¡Así no vas a ningún lado Barat!
Un bello conejo vivía en el bosque del Aldas, uno muy cercano a la ciudad.
Era orgulloso, gracioso y nada bueno con los demás. Nunca saludaba a la
gente, aunque le saludaran e iba con la cabeza muy alta. Criticaba a la gente
y él como oyera algo de él ponía cartas en el asunto. Pobres los demás
animalitos que no podían no pasar por su lado por el miedo que le tenían.
Un día un miembro de una familia de osos migró al bosque donde vivía el
conejillo y se hizo amiga de los demás animalitos. Los osos les transmitieron
confianza y les contaron el mayor problema que tenían cada uno. Todos le
dijeron el mismo, que decía así: tenemos miedo del conejo Barat porque es
muy maleducado y nos amenaza. Todos juntos hicieron un plan y consistía en
que cuando lo vieran, volverle la cara y no hablarle para que reflexionara y
viera Barat lo que les hacía a ellos. Como también se acercaba la Navidad
optaron por celebrarla todos juntos y sin contar con el conejo.
Barat se extrañó mucho de lo que le hacían los animales y se enteró de que
iban a celebrar la Navidad sin él. En cuanto llegaron las fechas de Navidad
todos los demás animales iban de un lado para otro preparando sus mejores
comidas.
Cuando llegó el momento, la primera cena, la de Nochebuena, estaban todos
los animales juntos y divirtiéndose mientras que el conejo cenaba aburrido y
solitario. Barat no podía aguantar más y fue a ver el barullo de los demás.
Ellos lo ignoraron cuando les hablaba, así que bajó las orejas y se fe pálido y
triste. El nuevo oso les dijo a los animales que estaba mal lo que habían
hecho y les pidió que fueran a buscarlo a su madriguera e invitarlo a la
fiesta. Cuando volvieron, Barat había cambiado total y les pidió a uno por
uno perdón a los animales. A los animales les dio pena y le dijeron que podía
ser amigo de ellos si era bueno y simpático con los demás.
Y así fue, pasaron una Navidad de lo más unida que se recordaba el bosque
entero.
María Sánchez