Download - Cuadernos de la Mujer - nº 11
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Día Internacional de Lucha contra la Violencia de Género 25/11/2011
“Seguimos sin poder precisar el
número de mujeres que sufren
violencia por parte de sus parejas”
“Me cogió por los pelos y con la otra mano me agarró fuertemente el cuello, quería estrangularme. Mi hija de 7 años le decía: ¡papá suelta a mamá, déjala, no le hagas
daño! Tengo 40 años y 6 hijos, algo he tenido que hacer mal… He intentado suicidarme varias veces; pero pienso en mis hijos pequeños, ¡qué será de ellos! Ya no tengo ganas de hacer nada, no me interesa nada, soy capaz de salir a la calle,
así, en zapatillas… (Mientras mira sus zapatillas, mugrientas y rotas)1”.
a violencia sobre la mujer, ha sido definida por la Asamblea General de
las Naciones Unidas, en su Declaración 48/104, de 20 de diciembre de
1993 como: “Todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo
femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual
o psicológico para las mujeres, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o
privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública o en la privada
2”.
1 Testimonio de una mujer víctima de maltrato en dependencias policiales.
2 Art. 1 de la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
L
María Luisa Velasco
Psicóloga, Especialista e Inspectora de Policía
Local de Salamanca
2
“El agresor limita el
acceso a los recursos
económicos, así
tiene el control total
de la economía
familiar”
La Ley Orgánica 1/2004 de 28 de diciembre, sobre Medidas de Protección Integral
contra la Violencia de Género, publicada en el BOE el 29 de diciembre de 2004, pone
de manifiesto que “la violencia de género no es un problema que afecte al ámbito
privado. Al contrario, se manifiesta como el símbolo más brutal de la desigualdad
existente en nuestra sociedad. Se trata de una violencia que se dirige sobre las
mujeres por el hecho mismo de serlo, por ser consideradas por sus agresores, carentes de los derechos mínimos de libertad, respeto y capacidad de decisión”.
Cuando hablamos de violencia de género no nos referimos a un nuevo fenómeno, sino
a un grave problema que ha estado oculto; que es consecuencia de la desigualdad entre
hombres y mujeres, siendo permitida y aceptada al producirse en el
ámbito de lo privado. Precisamente el hecho de producirse en la
intimidad del hogar y en el marco de las relaciones de pareja, ha
contribuido de alguna manera a su tolerancia y hasta que se ha
hecho visible la necesidad de abordar esta lacra, muchas
mujeres han sido víctimas de la violencia, han sido
golpeadas, ultrajadas, humilladas, despreciadas,
avergonzadas, secuestradas…en su propio hogar, allí donde
supuestamente deberían sentirse más seguras… muchas
mujeres han sido asesinadas a manos de sus parejas o ex
parejas.
La violencia aparece enmascarada a través de diferentes conductas, como la
manifestación de celos injustificados y patológicos, impedir que se relacione con la
familia y amistades, controlar su forma de vestir, controlar las llamadas de teléfono,
ignorar lo que dice o hace… y también presentará diferentes formas de expresión:
Violencia Física: Es la forma de agresión más evidente. Engloba conductas por parte
del agresor que provocan daño físico. Frecuentemente podremos observar desde
bofetadas, empujones, pellizcos, tirones de pelo, quemaduras, patadas, puñetazos…;
hasta lesiones más graves como estrangulamientos, hemorragias, contusiones,
traumatismos, apuñalamientos, incluso la muerte.
En muchas ocasiones el agresor utilizará para agredir a la víctima cualquier objeto
contundente con el que pueda hacerle daño, le arrojará objetos a su cuerpo, la empujará
para que se golpee contra la pared o contra los muebles….
Violencia Psicológica: Se trata de una conducta hostil en forma de comunicación
verbal y/o no verbal reiterada, con el fin de causar en la víctima, sentimientos de
menosprecio, ignorancia, humillación, culpa, miedo, vergüenza, confusión...
Generalmente se acompaña de vejaciones, desvalorizaciones, desprecios, amenazas,
celotipia, coacciones e insultos. Por ejemplo, se pronuncian frases como estas: “no me
pega, solo me empuja de vez en cuando”; “mírate, me das asco”; “de la cárcel se
sale, pero del cementerio no”; “te mato y después me suicido…el niño se quedará sin
madre y sin padre”; “si te vas y te encuentro con alguien…”. El agresor tiene el
objetivo de controlar a su pareja para generar en ella una fuerte dependencia y evitar
que le abandone.
3 “La violencia afecta a
la salud de las víctimas
y es una de las
principales causas de
muerte en la población
de edad comprendida
entre los 15 y los 44”
años”
La víctima, con la autoestima cada vez más devaluada, se verá sumida en una
depresión y un aislamiento tanto familiar como social. La víctima suele minimizar su
situación, especialmente si no existe el maltrato físico, pero este tipo de agresiones
también producen tremendas consecuencias en la salud de la mujer que se mantendrán
en el tiempo; son agresiones que no se perciben fácilmente y esto genera una mayor
dificultad para abordar el problema.
Violencia Sexual: Se produce cuando la mujer mantiene relaciones sexuales en contra
de su voluntad o es obligada por su pareja a realizar conductas sexuales humillantes.
En muchas ocasiones la víctima se verá obligada a consentir y acceder a determinadas
prácticas sexuales para evitar una nueva agresión, o incluso para evitar que sean
agredidos sus hijos e hijas.
Violencia Económica: A través de este tipo de violencia el agresor limita el acceso a
los recursos económicos, de tal forma que tiene el control total y absoluto de la
economía familiar, incluso dispone de los ingresos de ella si los hubiera. Las mujeres
manifiestan que no pueden acceder a las cuentas bancarias y que se ven obligadas a
pedirle dinero para la compra, medicamentos, gastos escolares, etc.; limitando los
recursos económicos necesarios para el bienestar de la mujer y de la familia.
La Organización Mundial de la Salud en el informe sobre „Violencia y Salud‟ (2002)
reconoce que junto a la violencia física también se produce violencia psicológica;
según este informe entre el 10% y el 69% de las mujeres,
manifiestan haber recibido alguna agresión física por su
pareja en algún momento de su vida. Igualmente señala,
que la violencia afecta a la salud de las víctimas y es
una de las principales causas de muerte en la
población de edad comprendida entre los 15 y los 44
años.
El tiempo medio que puede tardar la mujer en salir
de la situación y solicitar ayuda está entre 5 y 10
años. Cuanto más tiempo permanezcan en la situación
más daño le causará y será mucho más difícil su
recuperación. La relación pasa por unas determinadas fases
que se han denominado „el ciclo de la violencia‟ y que fue
descrito por Walker (1979). Consta de tres fases que se van repitiendo cíclicamente y
que varían en tiempo e intensidad:
1ª Fase: Se da una acumulación de tensión. Es una sucesión de pequeños incidentes o
conflictos que llevan a roces entre la pareja, generalmente son conflictos cotidianos:
problemas económicos, problemas con los niños... Estos pequeños incidentes, (cosas
sin importancia según verbalizan las víctimas); la mujer piensa que si le calma se le
pasará y se mostrará sumisa y cariñosa, pero no será suficiente y él expresará más
violencia generando en la mujer angustia y miedo.
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“La exposición
continuada a la
violencia genera en la
mujer: baja autoestima,
fuerte dependencia
emocional del agresor,
miedo”
“En nuestras manos está
cambiar esta sociedad por
otra más justa e igualitaria
en la que las mujeres gocen
de los mismos derechos y
no sean maltratadas por
aquellos a quienes aman”
2º Fase: Se produce una explosión de violencia que puede variar en
gravedad, desde una bofetada hasta la muerte. En esta fase
pueden darse agresiones físicas, psicológicas y
sexuales. La mujer sigue desorientada pues no
sabe a qué es debido el comportamiento del
agresor. Cuando esta fase se repite con
frecuencia es el momento de solicitar ayuda.
Algunas mujeres acuden a los servicios
sanitarios o policiales para poner fin a la
pesadilla que están viviendo. Es un momento
de gran importancia pues del profesional al que se
dirija, dependerá en gran medida la confianza que
depositará en las instituciones y su recuperación.
3º Fase: Reconciliación o „Luna de miel‟. El ciclo finaliza con la fase de
reconciliación. El maltratador deja de golpear, se arrepiente y le pide perdón, con
promesas de cambio. Ella le cree. Él la refuerza con su expresión de cariño, lo que le
hace mantener la percepción de que se trata de un hecho aislado. Cree que él cambiará
porque se muestra realmente arrepentido (ante ella). La mujer siente que debe seguir
con él para que cambie con su ayuda, no puede dejarle en ese momento cuando ha
dado el paso de cambiar. Vuelven a repetirse los episodios de acumulación de tensión
e iniciarse de nuevo las fases, que cada vez son más breves. En muchas ocasiones
podremos escuchar de las víctimas: “es mi marido, es el padre de mis hijos, sé que cambiará, tengo que ayudarle, cómo voy a dejarle ahora...”
La exposición continuada a la violencia genera en la mujer: baja autoestima, fuerte
dependencia emocional del agresor, miedo (no sabe a dónde ir, a quién y cómo pedir
ayuda, miedo de perder a sus hijos, aislamiento social y familiar, sentimientos de
culpa, etc.); y también manifiestan sentimientos ambivalentes hacia el agresor, por una
parte sienten rabia al haber sido agredidas; pero por otra se sienten culpables al creer
que se merecen lo que les ocurre.
El miedo, la creencia de que no existe una solución a su problema,
la falta de recursos, la desconfianza en el sistema judicial
y policial, etc. hacen que la mujer siga aguantando el
maltrato continuado. Las mujeres deben eliminar
estas creencias negativas pero para ello es
necesario una mayor sensibilización, una
adecuada coordinación, cooperación y
colaboración entre los/las profesionales, así
como una rápida y eficaz intervención para
romper el ciclo de la violencia.
En la actualidad existe una gran implicación de
los poderes públicos: campañas de sensibilización,
cambios legislativos, mayor concienciación,
formación de profesionales, más recursos… Sin
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embargo, no es suficiente para erradicar el problema y seguimos sin poder precisar el
número de mujeres que sufren violencia por parte de sus parejas puesto que las
mujeres que denuncian es solo una mínima parte, lo que nos indica que tenemos que
seguir trabajando para combatir el maltrato hacia la mujer.
En nuestras manos está cambiar esta sociedad por otra más justa e igualitaria en la que
las mujeres gocen de los mismos derechos y no sean maltratadas por aquellos a
quienes aman.