Transcript

Caridad Bermeo y Victoria Castro Prof. Tania OrbePeriodismo Investigativo 9 de septiembre de 2015

Alerta Amarilla Express

“Dicen que la vida de un periodista es difícil” fue lo que Caridad le dijo a su padre cuando, la noche antes del viaje, le pidió que desista. Para ese entonces se había decretado alerta amarilla sobre el Volcán Cotopaxi y la ceniza había alcanzado levemente a la ciudad de Quito. Con esa consigna en mente partimos temprano a nuestro encuentro con el coloso.

Un par de semanas atrás y con base en la resolución Nº SGR-042-2015, la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos decidió declarar Alerta Amarilla sobre el Volcán Cotopaxi y los ríos cuyos cauces este influya. Esta resolución se tomó después de un informe presentado por el Departamento de Geofísica del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional. Se declararon zona de emergencia a los lugares aledaños a varios ríos, de acuerdo al mapa de zonas de inundación por lahares del volcán Cotopaxi, publicado por la misma institución. El informe señaló tres posibles escenarios: que decaiga progresivamente la actividad actual ; que se incremente nuevamente la actividad interna o que se inicie un proceso eruptivo. Con un manejo casi silencioso del asunto, el gobierno decidió entonces decretar estado de emergencia y contener la información alrededor de la actividad del volcán en un solo canal de emisión. Naturalemente, esto nos llevó a cuestionarnos y, finalmente, a emprender ese viaje.

El viaje se hizo corto hasta que los colores empezaron a cambiar de verdes a grises y el panorama se empezó a tornar un tanto más preocupante. Pasar por el Cotopaxi, se ha vuelto terrorífico. El imponente Volcán muestra su mayor esplendor a los transeúntes de la Panamericana y a sus permanentes vecinos. Es curioso como la vida siempre sigue aunque se nos agote el aire. La gente sigue trabajando, viajando, viviendo, respirando, la vida no ha abandonado su cauce ni su común y corriente. Por el momento, existen pequeñas comunidades alrededor del Parque Nacional Cotopaxi. La expresiones fueron cambiando, ya no parecía aguerrido y valiente de parte de la gente de los alrededores, sino más bien irresponsable. Victoria preguntó quién se encargaba de informar a la población, porque al parecer no había hecho un buen trabajo.

Cuando nos miramos, encontramos las mismas dudas en la expresión de la

otra. ¿Cómo escapar a las consecuencias de tamaña catástrofe en esas condiciones? Los planes de evacuación desarrollados por el gobierno constan de

una serie de organizaciones de contingencia; todos están basados en el mapa proporcionado por el IGEPN. Sin embargo, los planes más específicos y pragmáticos pasaron a ser competencia de las alcaldías de cada uno de los cantones afectados y de los hombres y mujeres de buenas intenciones.

La Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos tomó en sus manos las tareas generales de información a la población, control del parque nacional y educación general, además de la fiel promesa de colaborar con las alcaldías en sus pequeñas labores destinadas a conservar con vida a sus cantones y pobladores.

Cuando, finalmente, todo era gris, llegó el momento del ascenso. Lo que era verde fue hace tiempo cubierto por una gruesa capa de ceniza. Ahí está, el viaje es el camino y el camino acabó. Ya no me quedaban casitas a nuestro alrededor, ya sólo había gris…Es sorprendente como sin ver al coloso Cotopaxi, se siente su presencia eruptiva. La ceniza es parte fundamental del camino. La señalización de rutas de evacuación, perdida en el tiempo.

Mientras avanzamos a la entrada del Parque Nacional Cotopaxi, los ánimos de Victoria se volvieron turbios como el ambiente. ¿Y cómo salimos de aquí si comienzan los deslaves?; y la gente que sigue viviendo aquí, ¿tendrán las posibilidades de no quedar atrapados en los escombros que vendrían del Volcán? Todas eran preguntas que se quedaban tan colgadas en el aire como las acciones de prevención establecidas. Victoria bajó el volumen del radio, quería escuchar cualquier posible cambio en el ambiente “Las personas son valientes, yo saldría huyendo a la primera explosión de ceniza. Y eso lo dice alguien que vivió cerca del Volcán Tungurahua.” No necesitaba excusarse, los sentidos era lo único que nos quedaba en caso de peligro, ya que no localizamos ninguna ruta o señalización en caso de erupción.

Estábamos a 1km de distancia cuando visualizamos dos autos dando la vuelta, que no pudieron entrar al parque. Nos acercamos más y nos encontramos con dos conos, un letrero hecho al apuro con la descripción “Alerta amarilla, prohibido el paso”, más palos con la cinta amarilla de peligro, algunas piedras y un bote de basura, que impiden el paso al Parque Nacional Cotopaxi. Qué linda manera de impedir el acceso, tranquilamente podríamos haber quitado los palos y pasar en dirección al Volcán; claro bajo nuestra responsabilidad. Por miedo de infringir la ley en estado de excepción, y por la casi graciosa e irresponsable falta de mascarillas, decidimos dar la vuelta y ver qué pasa a los alrededores del Cotopaxi.

Es sorprendente cómo la vida continúa sin mayor novedad ante una posible erupción. La gente trabaja y realiza sus actividades cotidianas. Lo importante es tener un plato de comida en la mesa, sin importar cuáles son las circunstancias en las que se encuentra la naturaleza. Unos con mascarillas otros como si no hubiera nada nuevo por lo que hay que preocuparse.

Por curiosidad nos dimos una pequeña vuelta por Machachi y por el Valle de los Chillos. En el caso de Machachi, no se encontró ni siquiera un punto de encuentro en los parques. Por otro lado en los Chillos fue sorprendente que sí exista señalización, desde letreros hasta vías pintadas de rutas de evacuación en la carretera. En este caso, la alcaldía cuenta con mayores recursos y mayor colaboración de la población… también con mayor atención mediática.

Cuando nos separamos, algo había cambiado en el curso de nuestra investigación. Teníamos un motivo más allá de nuestra propia seguridad o curiosidad. Las medidas inexistentes de seguridad ante lo que significaría una de las mayores catástrofes del país son preocupantes y un tanto frustrantes. Los rumores que se esparcen a diario entre la población no dejan de sorprendernos; rumores que surgen de la preocupación de que se esté ocultando información porque, finalmente, el letrero improvisado y las dos rocas en el Parque Nacional Cotopaxi, cumple las mismas funciones que el estado de excepción: tapar con ligereza e irresponsabilidad la falta de cultura de prevención que hemos vivido desde siempre y la falta de preocupación que tenemos al estar rodeados de posibles focos de desastres naturales.


Top Related