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Unidad 2 - Percepción
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UNIDAD 2 - PERCEPCIÓN
1. INTRODUCCIÓN
Sin duda alguna, la vista es el factor físico más importante para la seguridad vial y su
falta no puede ser sustituida ni complementada de manera alguna. Ya que más del 90%
de la información que recibimos sobre el tráfico nos llega a través de la visión, y para la
mayor parte de las maniobras el conductor ha de basarse en su sentido visual.
El oído también ejerce una misión clave tanto para los peatones como para los
conductores, pues solo entra en acción ante determinadas señales acústicas necesarias, o
con la percepción de ruidos anómalos en el vehículo.
Por su parte, la piel es el órgano de contacto del conductor con los mandos de su
vehículo. Cualquier proceso que afecte o lesione la piel, puede producir incomodidad al
conductor o interferir con su capacidad de percepción del entorno.
Para una buena conducción es necesario percibir con precisión todos los elementos que
intervienen en el tráfico, conseguir una interpretación adecuada de nuestro cerebro y dar
una respuesta neuromuscular aplicada a los mandos del vehículo, en segundos. Detectar
deficiencias en estos sentidos que puedan comprometer la seguridad vial es tarea
inestimable del médico de Atención Primaria.
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2. LA VISTA
La capacidad visual se mide considerando la agudeza visual, el campo visual, el sentido
luminoso, la motilidad palpebral y del globo ocular, y la presencia de enfermedades
progresivas que deterioren y no permitan alcanzar los niveles fijados por la Ley en cada
grupo.
Un conductor de riesgo desde el criterio visual, debe ser aconsejado sobre su peligro y
se le debe facilitar la modificación y adquisición de estrategias compensadoras en la
conducción, así como el control médico de la patología oftalmológica existente que le
permita desarrollar una correcta actitud vial.
2.1 La agudeza visual es vital a la hora de la conducción
La agudeza visual representa el grado de aptitud del ojo para reconocer objetos, y su
medida determina el grado de desarrollo de la función visual. Viene determinada por la
capacidad del ojo para percibir formas y detalles de los objetos.
o La visión binocular
La visión con ambos ojos proporciona la sensación estereoscópica o de profundidad. Es
fundamental en el tráfico, porque permite calcular la maniobra en función de la distancia a
la que se encuentra el objeto percibido. La agudeza visual binocular, en algunos casos,
puede ser superior o inferior a la obtenida explorando cada ojo por separado.
Por tanto, para lograr una visión binocular es necesario tener una mácula sana en
ambos ojos, un conjunto muscular que funcione normalmente, que se adapte a las
distintas posiciones de la mirada, y un mecanismo nervioso que actúe eficazmente para
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recibir las dos impresiones y fusionarlas en una con apreciación de la profundidad
(estereopsis), en los centros supranucleares.
o La visión monocular
La visión monocular es la pérdida anatómica o funcional de un ojo que reduce su
capacidad visual a 0,10 o menos. En estos casos se hacen difíciles los adelantamientos y
las maniobras en cruces, agravándose en la circulación nocturna. Por tanto, es necesario
detectar y corregir toda disminución de la agudeza visual.
Los afectados de visión monocular con agudeza visual en el ojo mejor de 0,6 o mayor y
más de tres meses de antigüedad en visión monocular, podrán conducir siempre que
reúnan las demás capacidades visuales. Deberá advertírseles de la importancia de llevar
espejo retrovisor exterior a ambos lados y espejo interior panorámico.
o Cristales correctores y lentes de contacto
Si para conseguir una correcta visión es necesario el uso de cristales correctores o
lentes de contacto, se debe recordar que su utilización sea obligatoria cuando se conduce,
debiendo llevar gafas de repuesto en el interior del vehículo. Cerca del 30% de los
conductores tienen que utilizar lentes correctoras por alguna deficiencia.
Debe procurarse que las gafas tengan varillas y aros finos, con lentes finas y lo más
próximas al ojo. Así, se aumentará el campo visual. Son preferibles, en este sentido, las
lentes de contacto que no producen limitación.
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o El uso de medicamentos
Existen múltiples fármacos, como algunos antinflamatorios, antibióticos, corticoides y
otros medicamentos, etc, que alteran la agudeza visual a lo largo de un tratamiento.
A destacar: alopurinol, ibuprofeno, clorambucilo, indometacina, cloramfenicol, IMAO,
cloroquina, isoniacida, corticoides, ácido nicotínico, digitálicos, piperacina, tetraciclina,
etambutol, etc.
Conviene advertir a los pacientes que son conductores, que ante cualquier síntoma que
noten con el medicamento prescrito, consulten con su médico.
2.2 Nuestro campo visual
El área de visión perfecta se produce en un cono con un ángulo de apertura de 3
grados, en el que todos los objetos que se encuentran dentro de esta área se perciben
con absoluta nitidez. Las mínimas alteraciones del campo visual dentro del reglamento que
marca la Ley, si se asocian a alguna forma de limitación muscular temporal o permanente,
pueden disminuir de forma importante el campo visual con riesgo en la conducción.
En esta situación, debemos recomendar asegurar las maniobras y cuidar las distancias
cortas con otros coches y peatones, sobre todo en cruces y curvas. Y si es necesario,
desaconsejar la conducción de forma temporal o permanente dependiendo del caso
concreto.
Por ejemplo, un paciente con parálisis muscular del recto lateral del ojo derecho y sin
diplopía, si padece además una rigidez de cuello que le dificulte o impida girar con rapidez
su cabeza hacia el lado derecho, no podrá conducir. En esta situación, el conductor no es
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capaz de detectar y ceder el paso a un vehículo que salga por su derecha, o frenar si
surge de improviso un peatón o un animal por dicho lado. Pero no sólo como conductor,
como peatón deberá tener especial cuidado en su tránsito vial.
Así, si se presenta un paciente en consulta con dificultades para girar el cuello debemos
advertirle de sus consecuencias como conductor y como peatón en su seguridad y en la de
los demás.
2.3 La importancia de la atención visual
La atención visual es la facultad de percibir claramente todo lo que ocurre dentro del
campo visual y analizarlo debidamente. Esta capacidad disminuye a medida que
aumentamos la velocidad. El campo visual útil es lo que denominamos “campo
atencional”, y es la magnitud del campo controlado por la mirada, al estimular el campo
central y el periférico con dos estímulos.
Se ha demostrado que los conductores con una reducción mayor del 40% del “campo
atencional”, tienen un riesgo relativo de accidentalidad seis veces superior a los
conductores que lo tienen dentro de los límites normales.
2.4 Enfermedades oftalmológicas que afectan a la seguridad vial:
o El estrabismo
La desviación del paralelismo de un ojo respecto del otro puede estar causado por la
parálisis de un músculo ocular o par craneal (estrabismo paralítico) o por otras
alteraciones de los ejes visuales secundarios a una lesión intrínseca del tono muscular
ocular (estrabismo no paralítico) que suele ser de origen congénito.
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Las personas con estrabismo suelen tener reducida o ausente la estereopsis, pero se
encuentran normalmente adaptados, y cursan en pocas ocasiones con diplopía o fatiga
visual. Las forias y los problemas de convergencia suelen dar alteraciones de fusión y
estereopsis de formas muy variables. Con frecuencia aquejan fatiga visual y sueño en
conducciones de largo recorrido.
o El nistagmus
Es el movimiento rápido, repetitivo e involuntario de los ojos que cursa de manera
rítmica en sentido horizontal, vertical o rotatorio. El nistagmus patológico se puede
producir por falta sensorial aferente del sistema nervioso o por defecto en el mecanismo
eferente (desequilibrio motor).
En cambio, el nistagmus adquirido suele ser sintomático de procesos generalmente
importantes del sistema nervioso central, y hasta que el diagnóstico causal y su evolución
no estén precisados, no se puede permitir la conducción. En cualquier caso, con diplopía o
nistagmus, si no se alcanza los niveles de capacidad visual definidos para cada grupo por
Ley, no se puede conducir.
Pueden producir disminución de la agudeza visual evidente o latente, tortícolis y
alteración de la visión binocular.
o Consejos para los pacientes sobre estrabismo, nistagmus y conducción
Si un paciente con estrabismo comienza con diplopía, hay que considerar que se ha
descompensado y debemos advertirle que mientras no se confirme el diagnóstico y se
adapte a la nueva situación no puede conducir.
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Con diplopía o nistagmus, si no se alcanza los niveles de capacidad visual definidos
para cada grupo por Ley, no se puede conducir.
En los problemas de convergencia adaptados se ocasiona fatiga y sueño con la
conducción de largo recorrido, por lo que debemos aconsejar trayectos cortos y conocidos,
turnarse al volante con el acompañante.
Los adultos que han conseguido adaptarse desarrollan una actividad muy similar a las
personas con visión binocular normal. En este momento la valoración y el juicio médico no
son sencillos, pero nos tenemos que esforzar en ello.
Sabemos, que todas las alteraciones de la motilidad ocular aunque estén muy bien
adaptadas, pueden descompensarse en situaciones de ansiedad, estrés, sueño, comida
copiosa, alcohol y medicamentos. Los médicos debemos avisar de este riesgo cuando
nuestro paciente sea conductor.
Algunos medicamentos como las sulfonamidas, la piperacina y la quinina pueden
producir alteraciones de la motilidad ocular, y lo debemos advertir.
El médico debe estar atento a la posible ocultación y simulación del paciente durante la
exploración, haciéndole ver que una valoración errónea puede significar un agravamiento
evitable que puede tener repercusión para su salud.
Debemos transmitirle nuestro interés para protegerle a él y a los demás en la
conducción y explicarle en cada caso su problema para poder aminorarlo y que pueda
conducir sin riesgos.
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Es importante, que los médicos solicitemos al especialista un informe que refleje los
datos sobre la terapéutica, el control de la enfermedad, la estabilidad del proceso en el
tiempo, la recuperación o adaptación a la nueva situación y aconsejar al paciente que lo
presente en su centro de reconocimiento para la adecuada valoración del permiso o
prórroga, siempre indicándole que es por su seguridad y la de los demás.
2.5 La percepción de los colores y el daltonismo
La falta de percepción de los colores, daltonismo, tiene diversas variantes: protanopía o
deficiencia absoluta de visión del rojo, es el más frecuente; deuteranopía o deficiencia
absoluta de visión del verde y tritanopía o deficiencia absoluta de visión del azul, muy
raro.
No siempre es fácil saber, salvo por la historia clínica, cuando un paciente que viene a
la consulta aquejado por otra dolencia, padece esta enfermedad pero a veces basta estar
atento a algunos indicios.
Cualquier conductor o peatón puede percibir con mayor facilidad un tipo de color
determinado que otro a esto hay que unirle las condiciones físicas, climáticas y a la hora
en la cual se transita.
Las alteraciones del sentido cromático de nacimiento o discromatopsias congénitas,
afectan a casi un 8% de los varones; al ser un defecto hereditario recesivo ligado al sexo,
las mujeres discrómatas son muy pocas.
Existen discromatopsias adquiridas en neuropatías ópticas y en situaciones transitorias
por el efecto de diversos fármacos como el ácido acetilsalicílico, los preparados digitálicos,
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los diuréticos tiacídicos, el etambutol, la fenacetina, algunos antibióticos, tóxicos y drogas
como el cannabis.
La exploración del sentido cromático es muy importante y debemos advertir sobre su
efecto al conductor, para que tome sus precauciones, especialmente en casos de niebla,
lluvia y falta de luz.
Se debe avisar al paciente de los medicamentos que pueden producir dicromatopsia,
para que procure conducir con luz, evitando la conducción nocturna, y con buenas
condiciones climatológicas. Si tiene que viajar de noche es recomendable que lo haga en
el asiento de acompañante por su seguridad y la de los demás.
También hay que recomendar a los conductores con alteración en la percepción de los
colores el uso de gafas de sol con los cristales adecuados a cada caso.
2.6 El deterioro progresivo de la capacidad visual
El envejecimiento de la población ha incrementado la presencia de alteraciones que
disminuyen progresivamente la capacidad visual. Las enfermedades de la retina y del
nervio óptico generalmente afectan a pacientes de entre 20 a 60 años.
El médico según su criterio y experiencia puede decidir informar al paciente de este
riesgo para la conducción y comprometerle para que se cuide y siga el tratamiento con
todos los medios necesarios, con el fin de evitar en lo posible el futuro deterioro.
2.7 Cómo afecta el envejecimiento en la conducción
La función visual se ve reducida en cerca del 25 % de la población mayor de 65 años,
como consecuencia de enfermedades propias del envejecimiento como hipertensión
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arterial, cataratas, degeneración macular, glaucoma o diabetes.
Los síntomas que se comienzan a aflorar por la edad es de la acomodación y de la
adaptación visual a los cambios de luz, el estrechamiento del campo visual, la agudeza
visual fotópica y mesópica, la cinética, la percepción del contraste, etc., son
manifestaciones muy serias que se manifiestan durante el envejecimiento y que
comprometen la seguridad de la persona mayor como conductor o peatón.
La información respecto a accidentes mortales permite estimar que el 50% de los
accidentes de tráfico con implicación de conductores mayores, se relacionan con defectos
de la visión.
Cuando se compara el número de colisiones por grupos de edad, en función de los
kilómetros recorridos o de la conducción diurna y nocturna, se ha comprobado que el
número de colisiones nocturnas entre los conductores de 85 años o más, se triplica
respecto a los de 65 años o menos.
Los consejos médicos en cada caso para proteger la vista de los pacientes conseguirán
mejorar la capacidad visual global de todos los conductores. El doctor debe sugerir al
conductor de edad avanzada que tome ciertas precauciones como no conducir de noche ni
a horas extremas del día al amanecer o al anochecer. Los ancianos también deben
descansar cada hora y media y realizar trayectos que no impliquen largas distancias. Es
recomendable que el paciente se someta a revisiones de la vista con periodicidad y que
aumente tanto la atención visual y la precaución.
De esta manera, conseguiremos que los mayores mantengan su seguridad e
independencia como conductores.
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2.8 Después de una operación
La modificación de la córnea requiere un periodo de adaptación a la nueva situación
por el efecto de memoria que todo tejido vivo tiene, por distorsiones ópticas,
irregularidades en la cúpula pulida, inestabilidad refractiva y resultado quirúrgico
pendiente de resultado definitivo.
El médico debe aconsejar no conducir en los seis meses siguientes a la cirugía
refractiva, aunque el paciente crea que su visión es correcta.
2.9 La fatiga visual
La fatiga visual de la conducción es muy parecida a la causada por el uso prolongado
del ordenador, debido a que la mirada está fija en el frente sin posibilidad de disminuir la
hendidura palpebral como se hace en la lectura con la mirada hacia abajo.
Cuando un paciente con fatiga visual llega a la consulta se observarán síntomas como
la reducción del parpadeo, la sequedad, el escozor, la sensibilidad a la luz o la visión
borrosa. Los médicos deben recomendar el parpadeo para reducir la sequedad ocular, no
fumar, que se use poco el aire acondicionado, se eviten las corrientes de aire, y en
ocasiones indicar el uso de lágrimas artificiales en pacientes de riesgo.
Estas medidas se aplican igualmente durante la conducción, descansando los ojos en
varias ocasiones a lo largo del día. Es el caso de los colirios y pomadas antiinflamatorios
no esteroideos y los corticoides asociados a antiinfecciosos. Por tanto, se recomienda no
conducir hasta tener una visión clara.
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2.10 Conducción, ¿de día o de noche?
El sentido luminoso es la capacidad del ojo para adaptarse a los diferentes grados de
luz, y su estudio completo es complejo.
La conducción con visión fotópica es la que se desarrolla durante las horas de luz solar
o durante la noche con vías fuertemente iluminadas. Mientras que, la conducción
mesópica es la realizada con luz natural en los crepúsculos matutino y vespertino, o con
luz artificial atravesando túneles iluminados y vías insuficientemente iluminadas mediante
la luz de los faros del vehículo.
La alteración de la visión mesópica se suele asociar a enfermedades degenerativas de
la retina y distrofias retinianas que por ser progresivas y acompañarse de otras
limitaciones visuales, impedirán en muchos casos la conducción en general.
Normalmente se necesitan 5 min. para pasar de la visión fotópica a la mesópica, que
ocurre de forma progresivamente en los crepúsculos. Pero en la entrada brusca a un túnel
la visión es insuficiente, por lo que siempre debemos ayudarnos de las luces del vehículo
aunque parezca que no hace falta.
2.11 Los deslumbramientos en carretera
El deslumbramiento se origina cuando en el campo visual aparece una fuente luminosa
de brillantez superior a la de la iluminación general. Se produce una miosis máxima, y
molestias visuales transitorias como lagrimeo, blefarospasmo, frecuente parpadeo, y
pérdida momentánea de la vista o agujero negro, especialmente si los ojos están
adaptados a la oscuridad.
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Cuando los pacientes sufren de esta alteración describen una disminución en la calidad
de la percepción visual debido a la discapacidad por deslumbramiento, a la disminución de
la sensibilidad al contraste y a las degradaciones de la imagen. Estas condiciones se
producen con más frecuencia las de conducción nocturna.
El deslumbramiento agudo aumenta el cansancio, perturba el sentido cromático, el
campo visual, la sensibilidad al contraste y la visión de profundidad. Además, el efecto del
deslumbramiento se agrava con la edad, el alcohol, la fatiga, diversas drogas, algunas
enfermedades y ciertos medicamentos.
2.12 La conducción con niebla, lluvia o nieve
Los fenómenos atmosféricos alteran las circunstancias normales del tráfico y pueden
ser causas de accidentes. La niebla, la lluvia o la nieve disminuyen la visibilidad a la hora
de la conducción.
Su presencia impide ver los objetos lejanos y difumina los contornos de los próximos.
En condiciones climatológicas adversas, se recomienda disminuir la velocidad,
aumentar la distancia de seguridad con el vehículo precedente y mejorar la visibilidad con
las luces.
� CLAVES A TENER EN CUENTA
Toda disminución de la agudeza visual debe ser corregida incluso, si fuera necesario,
con cristales correctores o lentes de contacto. En el caso de que ésta fuese disminuida por
el consumo de algunos medicamentos, el médico debe advertir a los pacientes, que ante
cualquier síntoma que noten con el medicamento prescrito, consulten con su médico.
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La atención visual al volante debe ser total. Por lo que hay que mantenerse atento a
todo lo que pueda ocurrir a nuestro alrededor. Cualquier síntoma de reducción del campo
atencional en el paciente, debe ser comunicado y desaconsejar la conducción temporal si
fuera necesario.
Tener controlado nuestro campo visual a la hora de la conducción es indispensable,
cualquier limitación muscular temporal o permanente puede aumentar el riesgo de
accidente, por lo que en ocasiones se debe desaconsejar la conducción de forma temporal
o permanente dependiendo del caso concreto.
Ante posibles enfermedades que puedan reducir la correcta percepción del conductor,
el médico debe solicitar al especialista un informe que refleje los datos sobre la
terapéutica, el control de la enfermedad, la estabilidad del proceso en el tiempo, la
recuperación o adaptación a la nueva situación y aconsejar al paciente que lo presente en
su centro de reconocimiento para la adecuada valoración del permiso o prórroga, siempre
indicándole que es por su seguridad y la de los demás.
En el caso de deslumbramientos, el conductor que presenta anomalía en la
oftalmoscopia o la campimetría, puede tener una perturbación de la adaptación luminosa
que obligue a un estudio más profundo. Las personas con mala recuperación tras el
deslumbramiento, no pueden conducir de noche y deben usar gafas con cristales
ahumados para evitar los deslumbramientos diurnos.
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3. EL OÍDO
La audición nos permite relacionarnos con el mundo que nos rodea y situarnos en la
mejor condición de respuesta ante los acontecimientos del tráfico rodado. Por eso, en la
circulación es necesaria una determinada agudeza auditiva que permita discriminar ciertos
ruidos, como la utilización del claxon u otras señales acústicas para pedir paso, alertar a
un coche que nos no ve y avisar al entrar en una curva o un cruce con poca visibilidad.
La agudeza auditiva práctica, es la que permite tanto a los conductores como a los
peatones, oír una señal sonora a una velocidad de 100km/h lo suficientemente pronto
para poder detener su coche sin entrar en colisión.
3.1 Enfermedades del oído que repercuten en la conducción:
o Malformaciones del oído
En el oído externo se manifiestan fístulas congénitas, lóbulo bífido y anomalías de
dimensión, forma o posición del pabellón auricular, agenesia o aplasia del pabellón, e
imperforación del conducto.
En el oído medio, los huesecillos pueden presentar alteraciones de forma, número y
articulaciones, las ventanas laberínticas pueden estar completamente bloqueadas por
hueso, y el trayecto del nervio facial puede presentar anomalías.
En el oído interno, las anomalías dan lugar a sorderas de percepción puras más o
menos intensas que pueden afectar tanto a la seguridad del conductor como del peatón.
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La capacidad auditiva resultante después de cirugía de las malformaciones del oído,
debe ser comprobada para descartar disminuciones de la audición que puedan interferir
con la conducción y con la seguridad vial, especialmente en la cirugía del conducto.
o Cuerpos extraños
Los más frecuentes son los tapones de cerumen y los epidérmicos, aunque puede
introducirse cualquier objeto, produciendo síntomas muy variados, como dolor, vértigo,
manifestaciones reflejas o sordera. El tratamiento en cualquier caso es dejar libre el
conducto. Para ello, debemos mantener la calma, parar en cuanto podamos el vehículo si
se está conduciendo y siempre que sea necesario pedir ayuda.
En los reconocimientos a nuestros pacientes, debemos confirmar que no hay tapones
en los oídos y que oyen bien. Es conveniente, recomendarles que no se toquen los oídos
con uñas o cuerpos extraños, y que si conducen lo hagan en un ambiente tranquilo sin
ruido o música estridente.
o Inflamaciones
Las inflamaciones del oído externo interfieren en la seguridad vial, pues producen
desde incomodidad por el prurito, a dolor intenso y pérdida de la audición. Durante el
tratamiento que suele acompañarse de taponamientos, soluciones óticas y apósitos, el
médico debe aconsejar conducir en trayectos cortos y mejor acompañado. Los peatones
deben prestar mayor atención al tener su percepción auditiva alterada.
o Obstrucción tubárica
Es un síndrome que produce sordera de transmisión por falta de permeabilidad,
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temporal o definitiva, de la trompa de Eustaquio. El paciente tiene sensación de oído
tapado y audición más fuerte de su propia voz. En las fases agudas es importante que el
médico avise de todas las posibilidades sintomáticas que se pueden presentar y que
pueden limitar la conducción. Esta información permitirá al peatón desenvolverse con más
cuidado y al conductor estar alerta e interrumpir la conducción en caso necesario.
o Otitis media
La otitis media aguda simple sin perforación se caracteriza por dolor pulsátil en el oído
que se irradia a la cabeza y acúfenos. Se acompaña de hipoacusia progresiva de
transmisión y con frecuencia fiebre. Cura sin secuelas.
En cambio, la otitis media aguda simple perforada cursa con dolor mucho más intenso,
nocturno e irradiado a la cara, con alteración del estado general y fiebre. A veces, surge
vértigo acompañado de vómitos. Se produce sordera de transmisión, y puede haber
alteraciones del oído interno.
El tratamiento farmacológico y en ocasiones de drenaje mejorará el cuadro clínico, pero
el médico aconsejará al paciente cuando podrá conducir sin riesgo, ante la ausencia de
síntomas y recuperación sin secuelas que limiten al volante.
o Tumores: oído externo y oído medio
En el caso de los tumores del oído externo, los benignos son poco frecuentes y crecen
obstruyendo el conducto como los osteomas. Los malignos de origen epitelial o conjuntivo,
en inicio son poco dolorosos pero infiltran y crecen con mamelones vegetantes que
obstruyen el conducto.
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Estos tumores incapacitan la conducción de forma variable dependiendo de la cirugía
requerida y del tratamiento coadyuvante. El médico informará de la capacidad auditiva en
cada momento y de la posible interferencia con la conducción.
En cuanto a los tumores del oído medio, los malignos como los epiteliomas y sarcomas,
son más frecuentes que los benignos, pero son tumores raros. Cursan con dolor como en
una otitis aguda, hipoacusia de transmisión y supuración.
Con frecuencia producen parálisis facial y alteraciones laberínticas por lo que impiden
la conducción. Después de la recuperación quirúrgica, es obligatorio evaluar la adecuada
capacidad auditiva, y confirmar la ausencia de vértigos en las sucesivas revisiones
� CLAVES A TENER EN CUENTA
En los casos de malformaciones, el tratamiento siempre es quirúrgico. La capacidad
auditiva resultante después de cirugía de las malformaciones del oído, debe ser
comprobada para descartar disminuciones de la audición que puedan interferir con la
conducción y la seguridad vial, especialmente en la cirugía del conducto.
Los tapones, inflamaciones y obstrucciones de oídos pueden afectar en la conducción,
ya que producen incomodidad, dolor intenso y, en ocasiones pérdida de la audición. El
médico aconsejara en estos casos que la conducción se realice en un ambiente tranquilo,
sin ruido o música estridente. Además el paciente seguirá un tratamiento farmacológico
adecuado y se le aconsejará interrumpir la conducción en caso necesario.
Los tumores del oído incapacitan de forma variable dependiendo de la cirugía requerida
y del tratamiento coadyuvante. Como médicos informaremos de la capacidad auditiva en
cada momento y de la posible interferencia con la conducción.
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4. PIEL- DÉFICIT DE SENSIBILIDAD
Además de la vista y el oído, la piel es el órgano de contacto del conductor con los
mandos de su vehículo. Cualquier lesión que afecte la piel, puede producir incomodidad al
conductor e interferir en su capacidad de percepción del entorno.
4.1 Lesiones de la piel pueden distraer al conductor disminuyendo su percepción
Los médicos debemos aconsejar al paciente con lesiones en la piel; acné,
pseudofoliculitis, prurito, dermatitis seborreica, etc, que no se las toque en cualquier
momento a lo largo del día, y menos aún si el paciente esta conduciendo. Este hábito no
sólo empeora la lesión sino que disminuye, de manera importante, la capacidad de
atención al volante.
Sería buen consejo decirles que se acostumbren a conducir con las dos manos en el
volante, así reprimirán la necesidad de llevarse las manos a las zonas con acné, evitando
empeorar la enfermedad y el peligro de accidente por distracción.
4.2 Lesiones de la piel que impiden la conducción:
o Quiste epidérmico
El conductor con quiste sebáceo o epidérmico puede ver mermada su capacidad de
percibir el entorno, por ejemplo en un párpado, la espalda en el apoyo del asiento, el
cuello impidiendo el giro del mismo, etc. En estos casos, se recomienda tratamiento,
reposo de la zona, y se desaconseja la conducción hasta que el proceso esté solucionado.
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o Dermatitis de contacto
Las manos son una localización habitual de la dermatitis de contacto, en la que el
enrojecimiento, las ampollas, las costras y la descamación son frecuentes. El proceso
agudo impide conducir por la imposibilidad de sujetar el volante y los mandos del vehículo.
Con frecuencia el tratamiento tópico con corticoides dificulta la manipulación y la
percepción, y en la fase de ampollas se requiere vendaje oclusivo que obliga al reposo de
las manos. Debemos advertir al paciente que para conducir se necesitan las dos manos en
perfectas condiciones.
o Dermatitis crónica de manos y pies
Las manos son asiento frecuente de erupciones inflamatorias por estar sometidas a
traumatismos mecánicos y químicos, y también los pies debido a sus condiciones de calor
y humedad en el calzado. La erupción se hace crónica a menudo, y puede incapacitar la
conducción.
En los episodios agudos de estas erupciones crónicas, se requiere tratamiento tópico
oclusivo con corticoides y en ocasiones también oral, asociado a antibióticos en las
infecciones secundarias, y guardando reposo de manos y pies. El médico debe
desaconsejar la conducción en los episodios agudos de las dermatitis crónicas, por la
pérdida de seguridad en los pies al accionar los pedales y por la dificultad de controlar
adecuadamente los mandos del vehículo con las manos.
o Dermatitis por estasis venoso
Es la dermatitis asociada a insuficiencia venosa, y caracterizada por la inflamación
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persistente de la piel de las piernas con tendencia a la pigmentación pardusca. Suele
haber edema y varices. La erupción con eritema, prurito, ligera descamación y trastornos
de la sudoración, suele limitarse a zonas puntiformes en el tercio inferior de la pierna y a
ambos lados del pie, pero puede llegar a invadir dedos, dorso del pie y talón.
Las úlceras en las piernas impiden conducir, porque tanto la úlcera como el vendaje
aplicado en la zona, dificultan los movimientos en los pedales y la precisión en la pisada
de los mismos.
o Lesiones térmicas de la piel
Son causa frecuente de patología urgente, y la gravedad de la lesión se basa en la
extensión, la profundidad y la localización. Las quemaduras críticas requieren
hospitalización en centro especializado, las moderadas precisan ingreso en centro
habituado al tratamiento de quemaduras, y las menores, en general, pueden tratarse
ambulatoriamente salvo si hay complicaciones.
Las secuelas por quemaduras limitan la percepción y los movimientos necesarios para
la conducción. El médico aconsejará conducir, cuando la curación permita controlar con
seguridad los mandos del vehículo.
4.3 Tratamientos y somnolencia
La mayoría de los tratamientos para enfermedades de la piel producen con frecuencia
somnolencia. El médico debe advertir al paciente de este efecto secundario para que
extreme su precaución al volante.
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� CLAVES A TENER EN CUENTA
El médico debe aconsejar al paciente con lesiones en la piel que tiene que conducir con
las dos manos en el volante, para así evitar empeorar la enfermedad y la disminución de
la capacidad de atención al volante.
Cuando la lesión sea un problema en la conducción, el médico deberá evaluar si la
capacidad de percepción del conductor se ve afectada, si es así, desaconsejar la
conducción de forma temporal o permanente dependiendo del caso concreto.
Los conductores en tratamiento por lesiones en la piel, deben conocer los efectos
secundarios del medicamento para extremar la precaución cuando conducen.
5. CONCLUSIONES
5.1 Sobre la vista
• Los pacientes que tengan una pérdida visual de 0,10 o menos deben tener un ojo
sano para poder conducir y hacerlo según marca la ley en estos casos.
• Es obligatorio que aquellos conductores que utilicen cristales correctores o lentes
de contacto lo hagan siempre en el vehículo además de disponer de unas gafas de
repuesto.
• En los casos que el campo visual se reduzca a menos de un ángulo de 3 grados
se puede desaconsejar la conducción de forma permanente o temporal.
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• Se aconseja a los sujetos que sufran estrabismo se turnen al volante en los viajes
de largo recorrido ya que son más propensos a la fatiga visual y al sueño.
• Aquellos pacientes que sufran de nistagmus, y mientras no se confirme el
diagnóstico, no pueden conducir.
• Se debe informar en la consulta de todos aquellos medicamentos que puedan
producir alteraciones en la percepción del paciente. Ante cualquier síntoma éste debe
ponerse en contacto con su médico.
• Aquellas personas que sufran cambios en la percepción de los colores deben ser
advertidas para que tomen precauciones en casos de niebla, lluvia y falta de luz.
• En los casos que de un deterioro progresivo en la capacidad visual se debe
informar del riesgo que supone la persona para la conducción y que no abandone su
tratamiento.
• Conviene advertir a los mayores de 65 años que la mitad de los accidentes
mortales de gente mayor están relacionados con efectos de pérdida de visión debido al
envejecimiento.
• Tras una cirugía refractiva se aconseja no conducir durante los seis meses
siguientes aunque el paciente crea que su visión es correcta.
• Para disminuir la fatiga visual se recomienda parpadear, no fumar, no abusar del
aire acondicionado y evitar corrientes de aire así como la utilización de lágrimas
artificiales en algunos casos.
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• La alteración de la visión mesópica se relaciona con enfermedades degenerativas
y pueden llegar a impedir la conducción.
• Las personas que sufran una mala recuperación tras sufrir un deslumbramiento
no pueden conducir de noche y deben usar gafas con cristales ahumados para evitar
los posibles deslumbramientos diurnos.
• La nieve, la niebla y la lluvia disminuyen la visibilidad y por lo tanto en los casos
que un paciente sufra alteraciones en la visión es aconsejable tomar precauciones
como disminuir
• la velocidad y aumentar la distancia de seguridad.
• Si la percepción del conductor se reduce ante determinadas enfermedades el
médico puede solicitar un informe al especialista para que el afectado lo presente en su
centro de reconocimiento.
5.2 Sobre el oído
• Tras una cirugía en el oído es recomendable medir la capacidad auditiva del
paciente para comprobar si existe alguna disminución que pudiera afectar a la
conducción o a su seguridad vial.
• Cuando un cuerpo extraño invade el oído se debe parar el vehículo y pedir ayuda.
• Al reconocer un cuerpo extraño en el oído no se deben introducir objetos. La
conducción se realizará siempre en un ambiente tranquilo.
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• En los casos de inflamación del oído externo se debe aconsejar a conducir
acompañado y en trayectos cortos.
• El médico debe avisar al enfermo con obstrucción tubárica de todas las
posibilidades sintomáticas que puedan presentarse y que limiten la conducción.
• En casos de otitis el médico aconsejará cuando se podrá conducir sin riesgo.
• Los tumores del oído pueden mermar la capacidad auditiva y debe comprobarse
si existe una posible interferencia con la conducción.
• En todos los casos que la percepción del oído sea afectada se recomendará al
paciente que como peatón preste especial atención a los estímulos visuales.
5.3 Sobre el déficit de sensibilidad
• Cualquier proceso que afecte o lesione la piel disminuye la capacidad de atención
al volante provocando peligro de accidente por distracción.
• La lesión puede interferir en la capacidad del conductor para maniobrar con
seguridad. En este caso es conveniente desaconsejar la conducción mientras persista la
lesión.
• Los conductores en tratamiento deben conocer los efectos secundarios del
medicamento para extremar la precaución y evitar posibles riesgos en la conducción.
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• El médico debe aconsejar al paciente con lesiones en la piel que tiene que
conducir con las dos manos en el volante, para así evitar empeorar la enfermedad y la
disminución de la capacidad de atención al volante.
• Cuando la lesión sea un problema en la conducción, el médico deberá evaluar si
la capacidad de percepción del conductor se ve afectada, si es así, desaconsejar la
conducción de forma temporal o permanente dependiendo del caso concreto.
• Los conductores en tratamiento por lesiones en la piel, deben conocer los efectos
secundarios del medicamento para extremar la precaución cuando conducen.