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COMERCIANTES MINORITARIOS EN LA GOBERNACIÓN DE
POPAYÁN (1760–1810)
CHRISTIAN JESÚS RONDÓN ZAMORA
UNIVERSIDAD DEL VALLE
FACULTAD DE HUMANIDADES
DEPARTAMENTO DE HISTORIA
CALI
2017
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COMERCIANTES MINORITARIOS EN LA GOBERNACIÓN DE
POPAYÁN (1760–1810)
POR
CHRISTIAN JESÚS RONDÓN ZAMORA
COD. 0938443-3251
TRABAJO PRESENTADO PARA OPTAR AL TITULO DE:
LICENCIADO EN HISTORIA
DIRECTOR
ALFONSO RUBIO HERNÁNDEZ
UNIVERSIDAD DEL VALLE
FACULTAD DE HUMANIDADES
DEPARTAMENTO DE HISTORIA
CALI
2017
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Agradecimientos
En primer lugar, agradezco al señor Krishna, por su infinita colaboración y apoyo
durante el proceso de la vida. A mi familia, por su paciencia y ayuda. A la
Universidad del Valle, Alma Mater, por ofrecerme sus conocimientos y espacios de
formación. A mis profesores, quienes, con sus aportes, enriquecieron mi sapiencia y
comprensión de la realidad. A mis compañeros, por sus tertulias e ideas, sobre el
cosmos. Un especial reconocimiento a María del Pilar Ahumada Carlosama, por su
incondicional colaboración y apoyo en esta aventura.
A todos y a cada uno muchas gracias.
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Contenido
Resumen 4
Introducción 5
Capítulo 1. El mercado interno y los circuitos mercantiles en la Gobernación de Popayán
durante el siglo XVIII
1.1. El mercado interno colonial 17
1.1.1. Los circuitos mercantiles en la teoría del intercambio 21
1.2. La Gobernación de Popayán y sus circuitos mercantiles 26
1.3. La plaza mayor y los géneros mercantiles 36
1.4. Los agentes del Comercio 45
Capítulo 2. Los comerciantes minoritarios en la Gobernación de Popayán durante la
segunda mitad del siglo XVIII
2.1. Los comerciantes 52
2.2. Los comerciantes minoritarios en la Gobernación de Popayán 58
2.2.1. Las tiendas minoritarias 61
2.2.2. Las tiendas de pulperías 63
2.2.2.1 La composición de pulperías 67
2.2.2.2 Los funcionarios reales y las pulperías 83
2.2.3. Las tiendas de tratantes 89
Capítulo 3 El comercio minoritario y la criminalidad en la Gobernación de Popayán
3.1. El Comercio minoritario y la criminalidad 97
3.2. Delitos referidos al contrabando 102
3.3. Delitos sobre el abigeato 105
3.4. Crímenes contra la moral 113
3.5. Crímenes sobre lesiones personales 117
Conclusiones 120
Anexos 123
Bibliografía 126
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Índice de Gráficas
Gráfica Numero 1 42
Gráfica Numero 2 43
Gráfica Numero 3 70
Gráfica Numero 4 76
Gráfica Numero 5 79
Gráfica Numero 6 81
Gráfica Numero 7 83
Gráfica Numero 8 94
Gráfica Numero 9 95
Gráfica Numero 10 128
Índice de ilustraciones
Ilustración Numero 1 32
Ilustración Numero 2 33
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Resumen
El presente trabajo, pretende estudiar como la formación del mercado interno colonial en la
Gobernación de Popayán entre 1760 y 1810, sirvió de eje para el fortalecimiento de múltiples
relaciones entre los espacios socioeconómicos, lo que permitió el surgimiento de un tipo particular
de comerciantes llamados minoritarios.
En primera instancia, analizamos los elementos constitutivos del mercado interno, enfocados al
espacio económico del virreinato neogranadino, profundizando en los mecanismos de intercambio
con algunas de sus variables. Acto seguido, detallaremos algunos aspectos sobre los comerciantes
minoritarios, en el desarrollo de sus tiendas, observando las regulaciones particulares que los
involucraron al devenir socioeconómico de la Gobernación.
Se culminará, con una revisión de la relación entre criminalidad y comercio minoritario, analizando
ciertos casos específicos, referidos a algunos delitos que involucraron a estos agentes del comercio.
Finalmente se revisarán otros casos documentales, donde participaron como testigos o víctimas de
otros actos criminales.
Palabras Clave: Mercado interno, Comerciantes minoritarios, Tiendas de pulpería, Criminalidad,
Gobernación de Popayán.
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COMERCIANTES MINORITARIOS EN LA GOBERNACIÓN DE
POPAYÁN (1760–1810)
Quien hace investigación
escomo una persona que se
encuentra en una habitación
oscura, se mueve a tientas,
choca con un objeto, realiza
conjeturas. en la
investigación de aquello que
es desconocido, olvidado e
imprevisible, también el
azar puede cumplir una
función útil.
C. Ginzburg
Introducción
En el mercado interno colonial del Virreinato de la Nueva Granada, cierto tipo de comerciantes
minoritarios emergió vivazmente durante el siglo XVIII, producto de múltiples procesos de
crecimiento socio-económico, generados en los diferentes espacios de producción y extracción
colonial. Este fenómeno fue influenciado, tanto por los aumentos demográficos en el amplio e
inexplorado territorio; como por la apertura de nuevas rutas y caminos, donde se introducían
mercancía de variada índole, algunas llegadas por ultramar del viejo mundo, otras provenientes de
los espacios cercanos dentro del nuevo mundo.
En la Gobernación de Popayán a fines del siglo XVIII, las condiciones de reforma aplicadas para
el efectivo cobro de los impuestos relacionados con la Real Hacienda, provocó una participación
más activa por parte de los funcionarios, en la ejecución de las legislaciones emanadas desde la
Corona, las cuales, entre otros, estaban enfocadas en el control de los comerciantes. Para nuestro
estudio en especial, nos interesa lo referido a los compuestos como minoritarios, los cuales
ejercieron una activa participación socio-económica, dentro de los circuitos mercantiles que
conformaban el mercado interno colonial.
La historiografía en general, ha estudiado la temporalidad colonial desde múltiples perspectivas de
análisis, abordando diferentes objetos y problemas a partir de lo económico, lo político
administrativo, lo social y cultural, entre otros. Pero sobre el comercio minoritario, específicamente
en el Virreinato de Nueva Granada, hay pocos análisis historiográficos con un nivel de estudio
profundo y concreto, por esta razón los recursos bibliográficos son limitados. El comercio
9
minoritario es un tema del que se conoce muy poca información. Para el espacio concreto de la
Gobernación de Popayán, son datos aislados los que se consiguen en los diferentes textos de
historia, que han estudiado tópicos relacionados con el proceso a examinar como: los comerciantes
mayoristas, el abastecimiento, la alimentación, la minería; abordados con mayor frecuencia entre
los investigadores.
Algunos autores, nos permitieron reconocer las tendencias epistemológicas con las que se ha
trabajado los temas económicos en la colonia. Por ejemplo, Luis Eduardo Nieto Arteta, señala que,
en el virreinato neogranadino las minas eran característicos enclaves con una ausencia de
relaciones entre el resto de la economía1. Está falta de integración económica se explicó, por la
debilidad y naturaleza de la minería local, en comparación con otros espacios americanos, ya que
no se contó con un sector minero de capital-intensivo, por tratarse de minería de aluvión y no de
veta. Esta visión que impuso en la interpretación económica, observó el mercantilismo local como
algo simple, limitado a las necesidades mineras y de las elites administrativas, restringiendo el
mercado a regiones casi autárquicas, con bajos consumos de insumos importados de otras regiones
y de ultramar. El autor, unificó la producción de alimentos y otros productos, relegando el
desarrollo de las pequeñas economías, solo a un nivel bajo, local y desarticulado de las formas de
comercialización entre las regiones.
Otro autor, que ofrece una información sobre el contexto económico y del desarrollo mercantil,
desde otra perspectiva analítica, fue Anthony Mcfarlane2, quien señalo como un avance para el
mercantilismo colonial, lo generado a partir de la apertura del libre comercio, fomentado por el
gobierno Borbón a fines del siglo XVIII. Este fenómeno sirvió como otro eslabón, para expandir
las posibilidades de comercialización al interior de las colonias americanas, desde diferentes
puertos coloniales. Sin embargo, el autor señala que esta apertura no fomento un cambio en los
circuitos mercantiles que abastecían los centros mineros de la Gobernación, los cuales tenían rutas
y comerciantes establecidos desde el siglo XVII, que a pesar de lo dificultoso de los recorridos
permitieron cierto abastecimiento de una gran amalgama de productos, tanto del extranjero o de
castilla, como locales o de la tierra, al sector minero y a otros sectores de la sociedad.
1 NIETO ARTETA, Luis Eduardo. Economía y cultura en la historia de Colombia. Bogotá. 1975. Editora Viento del
Pueblo. p. 37-59. 2 MCFARLANE, Anthony. Colombia antes de la independencia. Bogotá. Banco de la Republica. El Ancora Editores.
1997.
10
Salomón Kalmanovizt, planteó otra interpretación y posibles variables que afectaron el
movimiento económico colonial, señalando las ventajas que ofreció a la Corona, la aplicación de
las reformas Borbónicas en el plano económico, fundamentadas sobre el mercantilismo, con que
se había constituido la política comercial3. Resaltaba el autor, que las colonias manejaron grandes
volúmenes y algunos sobrantes de comercio, los cuales fueron aprovechados por la minería, pero
también, por la sociedad en general. Estos aportaron más ingresos fiscales a la Real Hacienda por
impuestos, gracias a ejecutar una política de libre comercio, entre las propias colonias, pero
también entre ellas y España. Las reformas pretendieron liberar la economía colonial,
desarrollando sus fuerzas productivas y al mismo tiempo ir fortaleciendo la Corona. Todo esto con
miras en ir ampliando, la posibilidad de una economía basada en la extracción minera, pero con
otras capacidades de enlace comercial, que relacionaba las economías locales y regionales, de los
diversos sectores sociales que componían el virreinato.
Trabajos como los de German Colmenares, se utilizaron para ampliar el contexto y el panorama
de análisis. Por ejemplo, su estudio sobre la sociedad esclavista de la Gobernación, desde la
perspectiva de la historia económica y social de larga duración, se esbozó el desarrollo del periodo
colonial, enfocado principalmente a la dinámica extractiva de riquezas en metal.4 Esto limitaba la
distribución de capitales, entre los propietarios de las minas de alta producción y los propietarios
de haciendas, posiblemente dueños de algunas minas de baja producción. En consecuencia, las
relaciones sociales dadas entre terratenientes y mineros, involucraron solo unos estratos específicos
de la sociedad colonial, incluyendo a los comerciantes de alto capital, quienes incursionaron en la
dinámica mercantilista del momento, aprovechando la bonanza de mineral. El autor expuso que
los vínculos entre una región minera y las regiones vecinas, resultaban a veces más débiles que
aquellos que mantenían con un mercado mundial, formando economías casi autoabastecidas, con
pocos engranes de unión a los mercados internos regionales por las condiciones geoespaciales,
pero dinámicos y constantes ante las necesidades de la minería.
La investigación de Guido Barona, nos permitió contextualizar más profundamente el tema, desde
la importancia que tuvo la minería para el desarrollo social de la Gobernación de Popayán,
3 KALMANOVITZ, Salomón. La economía de la Nueva Granada, Bogotá. Fundación Universidad de Bogotá Jorge
Tadeo Lozano, 2008. 4 COLMENARES, Germán: Historia económica y social de Colombia II. Popayán sociedad esclavista 1680-1800.
Cali. Universidad del Valle 1979.
11
planteando una cierta autosuficiencia, por parte de la figura productiva predominante la Hacienda,
en sus diferentes tipologías, para el abastecimiento de los mercados locales5. Sin embargo, señala
algunas relaciones con otros espacios regionales pertenecientes al virreinato de Nueva Granada y
la Real Audiencia de Quito, para completar las mercancías demandadas, a través de la existencia
de una red de caminos y rutas. También señala la existencia de otros actores sociales, que
conectaban la provincia a un mercado regional en constante movimiento. Nos dice el autor, que la
distribución de mercancías dentro del mercado en la Gobernación, estaba asignada a ciertos grupos
sociales y dependía del tipo de productos con los cuales se comercializaba, así como sus cantidades
y calidades. Los sujetos que se encargaban del comercio al por mayor eran generalmente españoles
o personas con algún tipo de nobleza, ya sean funcionarios de la corona o simplemente
comerciantes en búsqueda de mercado, siendo un elemento diferenciador dentro del grupo, no solo
la etnia sino el capital con que se cuenta.
Para la implementación del marco teórico y el marco conceptual desde la perspectiva económica,
nos apoyamos en el modelo de Carlos Sempat Assadourian, quien, en una revisión historiográfica,
propuso otros enfoques para el análisis de la economía colonial6. El autor observo que la mayoría
de los géneros de consumo necesarios para el abastecimiento, tanto de las minas, como de las
poblaciones, fueron producidos en el interior del entorno colonial. Propuso, estudiar las amplias
articulaciones establecidas entre la minería y los sectores socioeconómicos, así como la
profundidad de las especializaciones productivas, creadas por ese proceso para algunos conjuntos
regionales específicos, que junto con los mecanismos de crecimiento, parten de este sistema de
relaciones económicas. A partir de estos elementos formativos, se establece el concepto de
mercado interno colonial, para referirse a una red de mercados locales, articulados por una
economía minera, que permearía su dinámica de crecimiento y crisis al conjunto regional de la
sociedad colonial. Este punto de vista considero a la minería, no como un enclave con efectos sobre
la economía europea solamente, si no observando también, las consecuencias que produjo sobre
los mercados americanos, fomentado el desarrollo de polos de crecimiento en su interior, muy
vitales para vehiculizar correctamente los flujos de excedente, no solo hacia la Corona.
5 BARONA, Guido. La maldición de Midas en una región del mundo colonial. Popayán 1730-1830. Santiago de Cali.
Universidad del Valle.1995. p. 56. 6 SEMPAT ASSADOURIAN, Carlos. El Sistema de la Economía Colonial. Mercado Interno, Regiones y Espacio
Económico. Lima. Instituto de Estudios Peruanos. 1982.
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La minería se convirtió en un elemento dinamizador del comercio y de la producción interna,
interactuando con otros sectores de la sociedad colonial. Este modelo teórico del sistema del
mercado interno colonial, fue factible de aplicar a la Nueva Granada, a partir de que sus relaciones
espaciales y la estructura económica, se apoyaron en la minería extractiva como eje dinamizador.
Sin embargo, es necesario un estudio empírico más alto de las articulaciones económicas generadas
por el proceso minero, aplicado a algunos de los subconjuntos espaciales del virreinato como la
Gobernación de Popayán. Esto obliga a un esclarecimiento más profundo de varios subsistemas de
relaciones, que operaron dentro de los límites espaciales, temporales, económicos, legales y que
involucraron a diversos actores sociales, dentro de ese sistema del mercado interno regional.
Se tomó como referencia en particular y como apoyo al marco teórico, el modelo sobre comercio
durante el siglo XVIII, planteado por Fernand Braudel, para el caso del mediterráneo7. En este, se
aborda el tema desde la perspectiva de la organización económica, que utilizaron los comerciantes
de la Europa mediterránea a fines del siglo XVIII, señalando como elementos constituidos de los
instrumentos del intercambio, a los circuitos mercantiles y mercados en los que participaron. El
autor señala también, la gran diversidad de agentes del comercio minoritario, que participó de los
diferentes espacios económicos, con características propias, ampliando las posibilidades para la
reciprocidad entre todas las esferas sociales.
Para centrarnos más en los comerciantes neogranadinos Ann Twinam, en su trabajo sobre la
provincia de Antioquia, planteó la importancia de la minería de alta y baja escala, como un
elemento cohesionador para el desarrollo centros de distribución, provocando el surgimiento de
villas, ciudades y comerciantes, quienes importaban desde otras provincias y desde el extranjero
mercancías, para el abastecimiento y consumo en los distritos mineros de extracción8. La autora,
señaló el papel del comercio interregional entre las provincias, como muy dinámico y activo,
demostrando las amplias relaciones entre las regiones del virreinato, fomentadas por la minería y
el comercio. También, el comercio funciono como un factor de unidad entre las regiones del
virreinato, gracias a la integración mediante una extensa red de intercambios mercantiles, a través
de la existencia de una economía de autoconsumo y una especialización regional leve.
7 BRAUDEL, Fernand. Civilización Material, Economía Y Capitalismo Siglos XV-XVIII. Los Juegos Del
Intercambio. Tomo II. Madrid. Alianza Editorial. 1984. 8 TWINAM, Ann. Mineros, comerciantes y labradores: las raíces del espíritu empresarial en Antioquia 1763-1810.
Medellín. Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES). 1985. p. 95.
13
Para la clasificación de los comerciantes en general, dentro de la sociedad colonial americana del
siglo XVIII, donde el comercio se presenta como eslabón de unión entre sectores y regiones
separadas, por las dificultades geográficas, se trabajó con el modelo de Anthony Macfarlane9 y
Rene de la Pedraja10. los cuales utilizan una tipología general para los comerciantes de menor
cuantía, vinculados dentro del sector mayorista: “mercaderes" y “tratantes”, individuos que
presentaron un comportamiento activo en la distribución de mercancías vinculadas a los circuitos
mercantiles del mercado interno.
Autores como Milena Ortiz se enfocaron en abastecimiento alimentario, señalando la importancia
de los comerciantes minoritarios en el espacio de Santa Fe, principalmente, nos interesó lo
enfocado al abasto menor de los sectores subalternos y sus principales actores11. También el
modelo de Jorge Silva Rangel, nos dio una luz para abordar las tiendas de pulperías; el autor señala,
la formación de estos comerciantes para el caso del virreinato de Nueva España, donde la
organización fue más controlada por los cabildos y gremios, permitiendo una documentación de
archivo más extensa y amplia. La autora señalo las génesis de las tiendas de pulpería, unida a la
necesidad de abasto local para los barrios de la Ciudad de México. También, aborda algo de los
géneros comercializados y algunas prácticas realizadas al interior de los negocios, así como las
relaciones con los demás sectores socio-económicos.
Por otra parte, para el análisis de la criminalidad, se abordó a partir de los estudios de Beatriz
Patiño 12 , quien trabajo la provincia de Antioquia abordando diversos casos judiciales, que
involucraron algunos sectores de la sociedad colonial. La autora destaca el papel que ejerció la
corona borbona, para controlar las trasgresiones a las normas establecidas por la sociedad colonial.
También, el estudio de Andrés Muñoz, sobre la criminalidad y la aplicación del Teatro de poder
en la Gobernación de Popayán, nos permitió ver como la Corona implementó una regulación socio-
económica, legitimada en una legislación que reprimió a ciertos tipos de individuos y de prácticas,
bajo un discurso moralizante, en una sociedad proclive a la resistencia normativa y a la elaboración
9 MCFARLANE, Anthony. Comerciantes y monopolio en la Nueva Granada. El Consulado de Cartagena de Indias.
En: Anuario colombiano de historia social y de la cultura. Universidad Nacional de Colombia, No. 11. Bogotá. 1983 10 DE LA PEDRAJA, René. Aspectos del comercio de Cartagena en el siglo XVIII. En: Anuario colombiano de historia
social y de la cultura, No. 8, Bogotá.1976. 11 ORTIZ CARDONA, Milena. Abastecimiento alimentario en Santafé colonial. Trabajo de Grado Para obtener el
título de Historiadora. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana. Facultad de Ciencias Sociales. 2009. 12 PATIÑO MILLAN, Beatriz. Criminalidad, ley penal y estructura social en la provincia de Antioquia 1750-1820.
Medellín. Idea. 1994.
14
de códigos alternos de socialización y convivencia. El autor resaltó la forma en la que se desarrolló,
una variedad de delitos que pueden ser relacionados con el sector mercantil minoritario.
Para el manejo metodológico, partimos del análisis las corrientes epistemológicas, abordado
diferentes perspectivas, puntos de vista y técnicas, para entrar en una interdisciplinaridad que le
diera un sentido a la información bibliográfica y documental tan dispersa. Metodológicamente,
trabajamos con Ciro Cardosso, utilizando algunas herramientas conceptuales de la historia
económica y de las técnicas Cliométricas, aplicadas al método de la historia social, que encuentra
en los datos económicos una coordenada de referencia indispensable13. El autor señala, como el
análisis económico, aísla una serie de factores, proporciona una serie de datos, ilumina una serie
de mecanismos, que la historia social utiliza como puerto de partida, para reorganizarlo en función
comprender y explicar los acontecimientos de los distintos grupos que componen la sociedad. Una
técnica que el autor utilizó, fue el análisis de contenido, este implica un mayor rigor en la selección
del conjunto de datos seleccionados de todo el corpus estadístico, como claridad en el objeto de
análisis, a través del procedimiento de regulación y formalización de los textos utilizados. Con
estos procedimientos podemos, aplicar la técnica de la comparación a diversos textos por
intermedio del establecimiento de categorías comunes mínimas y clases de equivalencias, algo que,
para el estudio regional, exige un elaborar trabajo artesanal del oficio del historiador, recurriendo
a todo aquello que contenga información factible de seriar y comprar, del total de la documentación
disponible, para ampliar los vacíos testimoniales.
Para poder abordar los espacios regionales y locales, se aplicó la metodología propuesta por
Francisco Zuluaga, para el trabajo con la historia local14. El autor, nos muestra como la localidad
no se restringe solo a los linderos municipales, se puede entender como una unidad conceptual que
parte de una metodología, aplicable tanto a una vereda o a un barrio, como a una ciudad o a varias
ciudades con un nexo común que las identifique, para nuestro estudio en particular, señalamos la
pertenecía a la Gobernación como un todo local. El autor señala, que la historia local es la instancia
en la que los hechos y la dinámica de la construcción de las comunidades, en todos sus órdenes, se
aprecia con mayor cercanía. Por consiguiente, un análisis cuantitativo como nos los presta la
13 CARDOSO SANTANA, Ciro Flamarion. Los métodos de la historia, introducción a los problemas métodos y
técnicas de la historia demográfica, económica y social. Critica. Barcelona. 1999. 14 ZULUAGA RAMIREZ, Francisco Uriel. Oteando la historia local. En: RAMIREZ BACCA, Renzo. Comp. Historia
local experiencias, métodos y enfoques. La carreta editores. Medellín. 2005.
15
demografía, la estadística o la economía, no es factible de aplicar en su totalidad, dado que la
muestra no es suficiente, y pocas veces es factible de seriar, pues estas realidades son universos
muy pequeños y tales técnicas exigen gran cantidad de elementos. Continua el autor señalando la
importancia del análisis documental para este método, como elemento de soporte a los testimonios
y su interpretación, textualmente dice que, a los acontecimientos, “debemos entonces traerlos del
pasado al presente, no para hacerlos presentes en el presente de hoy, sino para poder tenerlos en
frente a nosotros como presentes de su propio presente pasado. Para conseguir esto debemos
asegurarnos de que efectivamente fueron factibles en su presente pasado. Para lograr esto tenemos
un viejo instrumento aun no obsoleto: La crítica de fuentes o crítica histórica o método crítico” 15.
Otro autor que ha trabajado esta metodología fue Giovanni Levi, quien se enfocó en el estudio de
la microhistoria, señalando la necesidad de ampliar el panorama de análisis, hacia el estudio de
fenómenos, que hagan parte de las interacciones de los elementos en los sustratos de las estructuras,
proponiendo una reducción de la escala de observación, complementada con la interacción entre
distintos niveles de observación macro, mezo y micro16. Esas distintas dimensiones del espacio
hacen necesario en los estudios históricos la concordancia entre gran historia y pequeña historia,
para abordar nuevos problemas surgidos de nuevas observaciones e interpretaciones de las fuentes
históricas. Otro escritor perteneciente a la escuela italiana fue Carlo Giznburg, quien aplico una
definición al prefijo micro, como algo que alude a un carácter analítico, ante el modo de ubicarse
frente al problema, donde el objeto fue observado con un acercamiento más alto de lo normal, con
el fin hallar características poco visibles. Esta idea de reducción de las dimensiones analiticas del
objeto, exige una reconstrucción del contexto macro, la elaboración de preguntas con una base
comparativa y la comprensión de los detalles más pequeños. Poder interpretar los hechos desde lo
general a lo particular implica un trabajo lento y fatigoso, donde se debe estar atento a los pequeños
indicios que cada fuente posee en sus diferentes escalas.
Otra dificultad que se presenta para abordar este tipo de temas coloniales, es la constante falta de
fuentes documentales, lo que hace más difícil la reconstrucción histórica de ciertos actores, en
especial los pertenecientes a las escalas bajas de la sociedad, pues el carácter iletrado de sus
miembros nos condena a conocerlos casi exclusivamente por medio de terceros. Para el trabajo
metodológico con las fuentes, nos apoyamos en Marc Bloch, quien señaló, la posibilidad de una
15 Ibíd. p. 115. 16 LEVI, Giovanni. Sobre microhistoria. En: BURKE, Peter. Formas de hacer historia. Barcelona. Critica. 2001. p. 77.
16
construcción de los hechos a partir de las huellas históricas, como documentos, testimonios,
monumentos, etc, que se han legado por medio de la memoria. El autor aclara que esto es posible
gracias a la crítica del testimonio, en palabras textuales este es “un arte lleno de sutilezas, porque
trabaja sobre realidades psíquicas, para ella, no existe libro de recetas. Sin embargo, también es un
arte racional que descansa en la práctica metódica de algunas grandes operaciones de la mente. En
una palabra, tiene su propia dialéctica” 17. También, existe una trasformación de las fuentes como
resultado de esa crítica, bajo la mirada de un problema de investigación en tres momentos básicos,
como lo son la descripción, el análisis y la interpretación, que se logran agrupando los hechos
según un orden útil para su conocimiento, pero que aún no son en sí un objeto de conocimiento.
Solo adquiere esta condición, cuando deja de ser un testimonio aislado y se confronta con otros
similares o contemporáneos, para darle su valor dentro de un proceso histórico que lo relaciona.
Para realizar una crítica más formal a las fuentes y los procesos estudiados, nos apoyamos en el
Método Comparativo, trabajado por Ciro Cardoso, que para el marco de las ciencias humanas,
consiste en buscar las similitudes y las diferencias que ofrecen dos series de naturaleza análoga de
medios sociales distintos. En este método se utiliza como instrumento de análisis el cambio
histórico, al pasar de la descripción a la explicación de los procesos históricos. El método exige
una rigurosa definición de términos y conceptos, ya que solo resulta útil comparar aquello que es
comparable18.
Sobre el método de trabajo empírico con las fuentes, se realizó una búsqueda bibliográfica y
documental en los archivos de la región, enfocada a la revisión de diferente de fondos, susceptibles
de contener información útil. Por ejemplo, los actos normativos y regulativos con contenido
económico, consignando en registros capitulares, civiles, judiciales; han ofrecido algunos datos
interesantes. Otros registros de hacienda, de actas capitulares y en proporción menor de informes
administrativos como cartas y testamentos, permitieron establecer algunos datos importantes, para
el conocimiento de nuestro objeto de estudio.
17 BLOCH, Marc. Apología para la historia o el oficio del historiador. Fondo de Cultura Económica. Mexico.1996. p.
120. 18 CARDOSSO. Op. Cit., 343- 346.
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Esta investigación surgió ante la necesidad de entender ¿Cuál fue la función que cumplieron los
comerciantes minoritarios, al interior de la estructura del mercado interno regional y en los
procesos socio-económicos coloniales de la Gobernación de Popayán, durante la segunda mitad
del siglo XVIII?
También nos interesó poder conocer ¿Cómo fue el desarrollo en la dinámica del mercado de estos
comerciantes?, ¿Qué tipologías los clasificaron y cuáles regulaciones los afectaron?, ¿Qué géneros
comercializaron y en qué casos en se involucraron?, ¿En qué tipo de criminalidad se implicaron a
los comerciantes minoritarios?
Proponemos como hipótesis a para iniciar el camino investigativo, la siguiente premisa:
La función de los comerciantes minoritarios en la estructura socio-económica colonial, fue
compleja y se dio en varios procesos: en el primero, participaron como un elemento de cohesión
dentro del sistema del mercado interno colonial, integrando los modos productivos de alta y baja
escala, con los agentes del comercio, otros sectores de la sociedad, el hinterland y otras forma de
subsistencia contestatarias de la sociedad, a un proceso dinamizado por el flujo de artículos en los
circuitos mercantiles impulsado por el sector minero. En el segundo proceso participaron como,
un elemento que intensificó las relaciones socio-económicas generadas, por el resultado de la
interacción de los diversos actores sociales con las prácticas mercantiles, pero también estaban
afines con las prácticas socio-culturales, principalmente, desarrolladas por los grupos subalternos
en la sociedad colonial.
Los límites temporales para esta investigación son de 50 años, comprendidos entre 1760-1810, un
nivel de duración intermedio, con ritmos lentos y variables, al nivel de la historia coyuntural.
Dentro de este período en especial se desarrollaron con mayor profundidad las reformas
Borbónicas, mediante las cuales se implementaron modos de fortalecer el cobro de los impuestos
existentes y la creación de otros. Sin embargo, para el poder llegar a una síntesis histórica frente al
trabajo con las fuentes, nos movemos en una temporalidad al nivel de los acontecimientos,
ubicados en un tiempo corto. Utilizamos también, una larga duración, haciendo un barrido por todo
el siglo XVIII en los diferentes casos documentales observados, así como en la inserción de estos
agentes a la macro estructura económica.
18
El objetivo principal para esta investigación, es analizar la función desempeñada por los
comerciantes minoritarios, dentro del desarrollo de la estructura del mercado interno regional, en
sus diversos procesos, así como su inserción económica y social, a través de los circuitos
mercantiles, en los que estuvo involucrada la Gobernación de Popayán, para la segunda mitad del
siglo XVIII.
Como objetivo segundario, nos proponemos identificar, dentro del sector mercantil minoritario
colonial, los agentes principales que participaron en este oficio estableciendo sus tipologías
básicas, sus regulaciones, su relación con los lugares de producción y la distribución de mercancías
para el abasto local, reconociendo los productos de venta y las redes socioeconómicas que
formaron.
También, se intentó describir a partir de las fuentes documentales coloniales, las prácticas
comerciales más frecuentes, que estos individuos desarrollaron en el entorno económico,
observando casos específicos, para comprender su obrar económico y su función en la vinculación
con la criminalidad en el desarrollo de la sociedad colonial.
Este estudio está dividido en tres capítulos. El primero, aborda teóricamente el modelo del sistema
del mercado interno colonial, aplicado a las condiciones del Virreinato de la Nueva Granada
durante el siglo XVIII; revisando de manera general los circuitos mercantiles dados en la
Gobernación de Popayán, los principales centros de distribución, señalado algunos géneros
comercializados, así como algunos de los agentes de comercio relacionados con los comerciantes
El segundo capítulo está dedicado a examinar los comerciantes, en enfocándonos en los llamados
minoritarios, con especial referencia a las tiendas de Pulpería y a las tiendas de Tratantes, actores
principales de la actividad comercial al menudeo. Se analizan casos documentales específicos
sobre las tiendas, sus regulaciones, tipologías y su vinculación a una gran variedad de procesos
socio-económicos. También la importancia de estas tiendas en la economía urbana, sus prácticas y
algunos casos particulares que la involucraron. Por otra parte, en el caso de los tratantes se analiza,
su decisiva participación en el mercado interno regional y local, enfocados a la distribución de
efectos importados y otras mercancías entre los sectores subalternos.
19
El tercer capítulo, se analiza la relación existente entre el comercio minoritario y la criminalidad,
a través de la observación de algunos casos judiciales, donde podemos encontrar diferentes
transgresiones a la norma por parte de los sectores subalternos, que por sus prácticas contestatarias
se clasificaron como criminales. Encontramos delitos referidos al contrabando, abigeato,
agresiones y robo, involucrados con el comercio minoritario, principalmente enfocados en las
tiendas mestizas o de Pulpería.
20
CAPÍTULO I
EL MERCADO INTERNO Y LOS CIRCUITOS MERCANTILES EN LA
GOBERNACIÓN DE POPAYÁN DURANTE EL SIGLO XVIII.
En todas las formas de sociedad existe
una determinada producción que decide
el rango y la importancia de todas las
otras. Es como una luz general en la
que se bañan todos los colores
modificando sus tonalidades
particulares.
C. Marx
En este primer capítulo revisaremos de manera general, el panorama del espacio económico
concerniente a la Gobernación de Popayán. Primero, se analizará el desarrollo del sistema del
mercado interno regional, resultado de la producción minera, pero abastecido por los otros sectores
socio-económicos. Pasaremos la mirada a los instrumentos de la teoría del intercambio, como los
circuitos mercantiles, explicando un poco su génesis, así como la vinculación existente con el
mercado interno colonial local. Continuaremos con un esbozo de la economía interna en la
Gobernación, donde exploraremos la principal figura local de distribución y algunos de los géneros
en circulación. Se finalizará este capítulo, con una pequeña descripción de los sujetos involucrados
en esta cadena mercantil y su entorno socio-económico próximo.
1.1 El mercado interno regional.
Durante la segunda mitad del siglo XVIII, la influencia del mercado mundial en las directrices de
administración en general, para las colonias americanas hispánicas, por parte de la corona española
de la casa francesa Borbónica, permitió unos niveles de circulación mercantil que, enlazaba los
diferentes entornos económicos regionales. Esto permitió que se creara, un proceso (el cual a la luz
de las teorías económicas coloniales, sobre todo las enfocadas al análisis de los espacios del Alto
Perú) que estableció prácticas de intercambio dentro de un sistema económico denominado: El
Mercado Interno Colonial. Este a su vez, necesitaba de un sector de la economía regional, como
soporte para establecer las redes mercantiles sobre productos básicos. También, este sistema utilizo
otros complementos subordinados, para una introducción mercantil segundaria, pero amplia y con
mucha dinámica socio-económica.
21
Para el estudio la economía colonial, se expone la formación de un mercado interno, desarrollado
en la América hispánica durante el periodo colonial:
Según nuestro parecer, la América española de comienzos del siglo XVII, se halla fracturada en
grandes zonas económicas que se adelantan, a la zonificación política-administrativa o son
expresadas por ella. Cada una de estas zonas conforma un verdadero y complejo espacio económico
cuyo diseño más simple sería el siguiente: 1. La estructura se asienta sobre uno o más productos
dominantes que orientan un crecimiento hacia afuera y sostienen el intercambio con la metrópoli. 2.
En cada zona se genera un proceso que conlleva una especialización regional del trabajo,
estructurándose, un sistema de intercambios que engarza y concede a cada región un nivel
determinado de participación y desarrollo dentro del complejo zonal. 3. La metrópoli legisla un
sistema para comunicarse directamente con cada zona, al tiempo que veda el acceso de las otras
potencias europeas. 4. La metrópoli regula, interfiere o niega la relación entre estas grandes zonas
coloniales 19.
Estas consideraciones ayudaron a distinguir un modelo teórico, que se puede aplicar bajo
circunstancias específicas, limitadas a dos contextos concretos: el virreinato del Perú, y el de la
Nueva Granada, quienes comparten ciertas características como conjunto regional, conformado
por varias subregiones económicas y enlazado, por medio de la minería como objeto modo de
producción dominante. Esta última, actuó como eje de impulso, apoyado en los insumos del ciclo
de producción minera, el cual se mantuvo básicamente, sobre el consumo de mercancías
producidas en el mismo espacio colonial. Unificando a su alrededor una serie de productos
regionales, permitiendo la creación de un extensivo mercado interno.
Para el caso de la economía colonial de la Nueva Granada, el elemento de enlace productivo y
extractivo fue la minería, la cual sirvió como motor para diferentes niveles de desarrollo en los
espacios extractivos y no extractivos, impulsando una demanda de bienes producidos en el mismo
espacio colonial de necesidad básica, así como suntuaria. Esto permitió una unión de la Metrópoli
a este circuito minero, por medio de la recaudación de impuestos y las mercancías importadas de
ultramar; pero principalmente, se dio una unión local, que tomo y unió a las haciendas como figuras
productivas dominantes y a los espacios de cultivo a baja escala en el hinterland, junto con los
productos de pan coger, al circuito de producción y circulación de metálico. Este gran proceso
derivado del mercado como gran leviatán del espacio económico, requiere unas características
básicas para su formación:
La formación de este gran mercado interno se halla determinada, en lo esencial, por el hecho de que
el sector minero, requiere de una gran variedad de producciones complementarias para poder
funcionar. Por ejemplo, demanda medios de producción para las distintas operaciones que componen
los procesos de extracción y refinamiento de los minerales, demanda medios de vida para el consumo
de la mano de obra empleada. (…) A través de estas demandas, la producción colonial de plata
19 SEMPAT. Op. Cit., p. 111.
22
desprende efectos de arrastre sobre otros conjuntos definidos en el espacio económico y geográfico,
promueve en ellos la producción mercantil y los integra, en consecuencia, al mercado interno en
formación20.
Una particularidad de los mercados internos regionales, es su amplia multiplicación y extensión a
otros sectores de la sociedad, pues de alguna manera están conformados por una gran variedad de
mercancías demandadas, ofertadas y distribuidas, dentro de unos circuitos comerciales en las redes
espaciales regionales. Siguiendo a Sempat podemos encontrar algunos elementos formativos del
mercado interno regional, los cuales:
Crean efectos de arrastre sobre otros conjuntos definidos en el espacio económico y geográfico
originando un crecimiento regional polarizado con determinadas características históricas Pensamos,
por ejemplo, en temas como los modos de producción, la función que asumen como polos de
crecimiento internos, los niveles de desarrollo y especialización económica de las diferentes regiones,
las direcciones e intensidad de los distintos circuitos comerciales que componen el mercado interno,
las formas de circulación monetaria, los flujos migratorios, las tendencias económicas generales y las
fluctuaciones regionales, etc.21
Por otra parte, La Gobernación de Popayán para el siglo XVIII fue una sociedad esclavista, donde
la influencia de la minería en las partes de la estructura colonial, estuvo muy marcada por los ciclos
de extracción y bonanza del oro, como elemento cohesionador del mercado interno. La gran
atracción que ofrecía el intercambio principalmente en mineral en polvo, permitió una cierta
expansión mercantil que involucro a diversos sectores sociales, cuyos nexos integraban el gran
circuito que formaba el mercado interno colonial, “por primera vez y ya muy claramente por fuera
de las fronteras mineras de la Gobernación, se observa el efecto en la producción agraria de otros
espacios del virreinato, de la atracción ejercida por el oro como moneda para subordinar las otras
producciones regionales”22.
La producción minera determina la formación de un vasto mercado interno, debido a que el ciclo
de circulación del capital minero se sustenta fundamentalmente, tal como lo hemos planteado,
sobre el consumo de mercancías producidas en el propio espacio colonial. Sin embargo, “las
relaciones y los efectos que genera la producción minera, en el funcionamiento del mercado interno
son mucho más amplios e intensos de lo expuesto por nosotros”23. Las características generales
halladas por la teoría económica para el Virreinato del Perú, para la formación de un mercado
20 Ibíd. p. 17. 21 Ibíd. p. 18 22 BARONA. Op. Cit., p. 220. 23 Sobre la multiplicidad de consecuencias que trae los flujos mineros en el mercado, sobre la sociedad colonial véase:
SEMPAT. Op. Cit., p. 317.
23
interno colonial, se cumple parcialmente en la Gobernación de Popayán. Donde la reproducción
de la industria minera se logró, en gran medida, primero, sin un abastecimiento ultramarino
constante, de productos básicos para la continuidad de las extracciones; segundo, gracias a la
constante distribución géneros de producción interna que remplazo dichas mercancías y abastecio
los centros urbanos y mineros, a través de una extensa red de circuitos mercantiles.
Por otra parte, algunos autores señalan las dificultades generadas en el análisis del espacio
socioeconómico, del mercado interno en la Gobernación y la relación que surgió con el centro
administrativo, tomando en cuenta las variables geográficas y demográficas que en apariencia la
limitan:
La filiación de la economía del virreinato con la de Popayán, le crea al historiador económico un sin
número de problemas, centrados sobre la dificultad de interpretación de las magnitudes a las que se
enfrenta. Desde nuestro presente no es fácil comprender las proporciones restringidas de una
economía que paradójicamente estaba vinculada al sistema económico mundial de la época, por
medio de los metales preciosos, y que, al mismo tiempo, en su dimensión interna, carece de mercados
dinámicos, de grandes concentraciones de población, de renovación tecnológica y de una estructura
de caminos que vinculara a una población con otra y por obvia consecuencia al mercado allende sus
fronteras 24.
Si bien, es claro que el factor geográfico, fue un gran obstáculo para el desarrollo de una intensa
red de caminos y rutas, creando en apariencia ciertas zonas de enclave, donde la circulación fue
escasa y muy fragmentada, limitada a la producción regional local y casi aislada de las dinámicas
del mercado mundo. Sin embargo, esa amplia diversidad de espacios permitió una producción de
múltiples géneros, aptos para suplir las necesidades locales. También, se desarrolló a través de una
unión regional, el intercambio a baja escala de mercancías. “Analizando solo la región puede
descubrir en el interior una circulación débil, un simulacro de mercado interno, empero, al integrar
todas las regiones, de sus economías exportadoras, se descubre un conjunto dinamizado por los
flujos comerciales que recorren direcciones diferentes y distancias diversas”25.
La historiografía económica colonial durante los años 80´del siglo XX, asevero que la geografía
del territorio produjo una acción negativa en el desarrollo de un mercado interno, haciendo que los
circuitos mercantiles locales prevalecieran sobre los regionales e internacionales, formando
economías que se tomaron como autárquicas, pero que podían tener internamente cierto desarrollo
mercantil, “siendo simplísima la organización de la economía colonial, exportar oro y plata a
24 MCFARLANE. Colombia antes de la independencia. Bogotá. Banco de la Republica. El Ancora Editores. 1997. p.
65. 25 SEMPAT. Op. Cit., p. 144-145.
24
España para pagar los muy limitados productos que llegaban a América, dentro de dicha economía
tuvo que desempeñar el oro y también la palta, una grande y trascendental función. Así, en la
economía colonial se observa, (…) un evidente predominio de la industria extractiva sobre la
industria agrícola y manufacturera”26. En la misma perspectiva historiográfica se señaló que el
incremento de “exportaciones de oro y plata, ya fuera por canales legales o ilegales, no fue lo
suficientemente grande para producir un efecto profundo en la economía de la Nueva Granada, ni
siquiera en el sector minero. El Virrey se daba cuenta de esto, y mientras elogiaba los avances de
las minas de la Provincia de Popayán, lamentaba la situación en que se encontraban las otras
regiones mineras”27.
Los caminos neogranadinos por los cuales se articularon las regiones con Popayán en el siglo
XVIII, no fueron rutas en donde se diera una intensa actividad comercial, pero crearon condiciones
adecuadas para integración regional, afianzando los circuitos económicos que, a pesar de haber
sido reducido en sus dimensiones, permitieron la conformación y el fortalecimiento de un mercado
interno colonial, que se manifestó en los diferentes centros de abastecimiento.
1.1.1 Los circuitos mercantiles en la teoría del Intercambio
Las prácticas mercantiles se completan y toman forma por medio de los circuitos mercantiles, los
cuales trasmiten el intercambio material de un punto a otro, en un espacio geográficamente
definido. Cada producto tiene un sitio de origen y un punto de llegada, circunstancia que genera
un comercio entre zonas adyacentes y lejanas. Esto va formando diferentes trazos por donde se
mueven los comerciantes, tanto para proveerse de mercancías, como para vender y crear nuevas
rutas comerciales, en un circuito formado por un punto de salida y otros de llegada. Los mercados
internos regionales y locales, son de alguna manera el punto final dentro de un circuito mercantil
de muchos productos, los cuales dependen de lugares transitorios para apoyar su recorrido,
generando una ampliación del comercio relacionando micro mercados, a una base más amplia en
el macro mercado.
26 NIETO ARTETA, Luis Eduardo. Economía y cultura en la historia de Colombia. Bogotá. Viento del Pueblo
Editores. 1975. p. 24-25. 27 MCFARLANE, Anthony. El Comercio Exterior Del Virreinato De La Nueva Granada: Conflictos En La Política
Económica De Los Borbones (1783-1789). México. Fondo de cultura económica. 1998. p. 81.
25
Los mecanismos del intercambio, propician la formación de ciertas redes entre los distintos
territorios, estas se clasificaron como circuitos mercantiles, apoyados en el modelo planteado por
la teoría del intercambio expuesta por Braudel para el siglo XVIII: “Siendo el intercambio
reciprocidad, a todo trayecto de A a B corresponde cierto retorno, tan complicado y sinuoso como
se quiera, de B hacia A. El intercambio se cierra, pues, sobre sí mismo. Hay circuito. (…) A los
circuitos mercantiles les ocurre lo mismo que a los eléctricos no funciona más que sobre sí
mismos”28. Es decir, sobre una base material y económica que los soporte y les dé un recorrido.
En esta primera fase de la formación del circuito mercantil, tenemos un tipo fundamental de eje
simple, que requiere para su ejecución de unos elementos constitutivos, que le dan su forma básica
de recorrido en la estructura del intercambio. Sobre esto el modelo expone: “1). que en este círculo
se suceden cuatro momentos entre los que se divisa por otra parte todo proceso mercantil en el
momento de ida y una vuelta. 2) Que ha habido forzosamente, según que nos coloquemos en A o
en B, fases diferentes en el proceso; en total, dos ofertas y dos demandas, en A y en B. 3) que la
operación se termina y arquea mediante un cierre del circuito29.
Esta primera fase de la formación de los circuitos mercantiles, se plantea una estructura básica
sobre un eje bifocal. Pero el movimiento del mercado, como una gran fuerza con sus propias
dinámicas internas, no es estático ni cerrado, al contrario, promueve la interconexión de múltiples
variables. Los procesos mercantiles de alguna manera abren los circuitos enlazando nuevos puntos
de tránsito, ampliando la influencia espacial más allá de un punto A y B, incluyendo otros como
un C o un D; tomando también en cuenta los circuitos más pequeños que conforman el eje central
entre A y B, pero que pueden estar impulsados a partir de otros espacios de influencia, generados
por rutas variables como C o D, ligados al circuito principal ampliando los recorridos, “Todo esto
es sencillo, pero nada nos impide complicar el esquema. Un proceso mercantil no es forzosamente
de doble recorrido, de ida y vuelta; el comercio llamado triangular es clásico a través del Atlántico
en los siglos XVII y XVIII”30.
Las transacciones comerciales apoyadas en estos circuitos complejos, no pueden realizarse siempre
mercancía contra mercancía, ni siquiera mercancía contra piezas en metálico, en ocasiones requiere
28 BRAUDEL. Op. Cit., p. 111. 29 BRAUDEL. Ibíd. p. 111. 30 Ibíd. p. 112.
26
de otro impulso que lo arrastre o le dé más estabilidad, como por ejemplo el crédito, el cual forma
parte de los elementos constitutivos del sistema de circuitos mercantiles. Este sistema utiliza los
instrumentos del intercambio, como: “Las mercancías, el dinero y el crédito que son apresados por
estos movimientos giratorios. El dinero anima evidentemente al mismo tempo los circuitos de
mayor apertura, y acaba, de ordinario, en un punto central del que vuelve partir, para reanudar su
curso”31. Si en determinadas circunstancias un circuito mercantil no llega a completarse de la forma
que sea, esta evidentemente condenado a desaparecer. Sin embargo, lo general es que se
retroalimente, volcando su destino a otras zonas y regiones o varié la cantidad y los tipos de
mercancías uniéndose a otro elemento del intercambio como las ferias:
Vinculadas entre si las ferias se corresponden. Tanto si se trata de ferias simplemente mercantiles
como si son ferias de crédito, se organizan para facilitar los circuitos. Si se consideran en un mapa
las ferias de una región dada, el calendario de estas reuniones sucesivas pone de manifiesto que
aceptan dependencias reciprocas, que los comerciantes pasan de una feria a otra con sus carruajes,
sus mercancías (…) hasta que el circulo de estos viajes se cierra y vuelve a empezar 32.
Por otro lado, en el otro extremo del orbe durante el siglo XVIII, el Virreinato de La Nueva Granada
se caracterizó por tener una economía colonial de regiones, enlazadas por medio de circuitos
mercantiles simples y complejos. Cada región tenía su propia organización, basada “en la historia
de la interacción de españoles y nativos después de la conquista y moldeada por las variaciones
locales de la geografía, clima, recursos y acceso a los circuitos de comercio de ultramar”33. Estas
condiciones de gran dificultad para el acceso, crearon la necesidad de integrar económicamente a
sus provincias, cohesionando y unificando un espacio muy fragmentado geográficamente a través
de múltiples circuitos, que ampliaron las rutas comerciales y mercancías en los diferentes espacios.
Este proceso está enmarcado por una economía de extracción, determinada por una gran
circulación de metales preciosos, los cuales sirvieron como factores de cambio en las transacciones
comerciales.
La economía del Virreinato permitió la formación de mercados regionales, donde la distribución
de las mercancías utilizo microcircuitos regionales, abastecidos por las redes locales, que en
muchos casos fueron formadas por los grupos sociales altos, quienes tenían los medios de
producción y los recursos para financiar empresas comerciales, a territorios de difícil acceso por la
complejidad geográfica de los espacios en el virreinato. De este modo, se formó un tipo de circuito
31 Ibíd. p. 67. 32 Ibíd. p. 67. 33 MCFARLANE, Anthony. Colombia Antes De La Independencia. Op. Cit., p. 23.
27
mercantil de doble eje entre la figura productiva predominante de la Hacienda y la figura extractiva
básica de la Mina34. Este fue un tipo de circuito mercantil que involucró una red comercial muy
reducida, con un margen bajo de redistribución de circulante en metálico y de dinamización del
comercio, ya que incluyó un número limitado de comerciantes, quienes generalmente estaban
relacionados con los dueños de haciendas y de minas, por vínculos familiares.
Dentro de la dinámica del mercado interno del Virreinato Neogranadino se desarrollaron unos tipos
de circuitos mercantiles, con dos niveles de circulación: el primero fue el “interregional,
dinamizado por la demanda de bienes del sector de minero, que diseña un intercambio de diferentes
productos abasteciendo de esta forma al espacio mercantil. El segundo nivel es el intrarregional
que identifica, particularmente, a las circulaciones que se habrían dado al interior de las
regiones”35. La agricultura comercial de la región estaba confinada a los circuitos de intercambio
interregionales e intrarregionales.
Sobre los circuitos mercantiles interregionales Anthony McFarlane, argüía que la mayor parte de
las mercerías podían ser comercializadas solo localmente, ya que los altos costos de transporte
ofrecían gran obstáculo para el comercio. Pero por otro lado nos ilustra acerca de las rutas que
tomaron los circuitos para abastecer de productos zonas alejadas geográficamente:
El más valioso de estos ligaba las regiones agrícolas de las mesetas orientales y del valle del Cauca
con las zonas mineros del oeste. Los centros de minería de oro de las mesetas antioqueñas y de las
tierras bajas del Pacifico actuaban como imanes para los comerciantes, atrayendo importaciones de
quincallería, textiles y productos de lujo de España, así como los productos de agricultura y la
industria de la Nueva Granada, incluidos ganado y derivados, telas ordinarias, trigo, quesos, cacao,
tabaco y productos de azúcar. Estos circuitos interregionales estaban reforzados por otros que unían
tierras altas y bajas. Había, por ejemplo, movimientos de ganado desde los pastos de las tierras bajas
a los mercados urbanos de las tierras altas; a la inversa se llevaba trigo de las mesetas frías a
consumidores que necesitaban harina en los pueblos de las tierras bajas tropicales. Había un
floreciente comercio interregional en tela de algodón, llamada ropa de la tierra, producida en Socorro
y los Llanos 36.
Los circuitos mercantiles en el siglo XVIII generados en el Virreinato, crearon puntos intermedios,
los cuales permitieron desarrollar redes comerciales, ampliando aún más las mercancías en
circulación y generando eslabones de soporte del recorrido. Para el caso del circuito del tipo
intrarregional, tenemos uno conformado entre Quito y Popayán, con las ciudades de Ibarra y Pasto,
34 COLMENARES. German. Cali: Terratenientes Mineros Y Comerciantes Siglo XVIII. Cali. Universidad del Valle.
1976. p. 76. 35 SEMPAT. Op. Cit., p. 231. 36 MCFARLANE. Colombia Antes De La Independencia. Op. Cit., p. 73.
28
como nodos de redistribución mercantil, donde se establecieron comerciantes y ofreciendo nuevos
espacios, para la formación de mercados internos locales, que luego funcionaron como redes dentro
del espacio tan basto dado entre la Real Audiencia de Quito y la Gobernación de Popayán. Sobre
estos nodos o puntos de intercambio que se van formando, por la interacción comercial dentro del
espacio colonial; se desarrollan otros espacios especializados en algunos tipos de productos, que
luego van a ser elementos de tránsito dentro de los circuitos mercantiles:
Por la incorrecta comprensión de la naturaleza del sistema económico colonial, la investigación
histórica urbana ha prestado poca atención al análisis de aquellas villas situadas en regiones cuya
producción mercantil estaba destinada a realizarse exclusivamente en el mercado interno. Estas
ciudades presentan rasgos y funciones diferentes. Otras, por su posición geográfica que las convierte
en nudos de tránsito, concentran una intensa actividad mercantil de redistribución, tanto de
mercancías ultramarinas como regionales, que les permiten asentar grandes núcleos de población
dedicados a esos tratos y al transporte37.
El otro gran circuito comercial en la Gobernación del tipo interregional, lo podemos ampliar
relacionándolo con el gran flujo esclavista. Germán Colmenares al hablar del comercio de esclavos,
que tenía como centro la ciudad de Popayán, nos refiere que además de los comerciantes de
esclavos, hubo otros dedicados al tráfico de ropa de castilla que utilizaron las mismas vías,
aprovechado los nichos comerciales generados. La ruta hacia el sur, iniciando en Cartagena, hacia
Mompox, Honda, Vare y los principales centros mineros aledaños a la Gobernación, teniendo como
destino final Popayán38. Esto permitió la unión regional por medio de nodos de eslabonamiento
mercantil, ampliando el espectro de circulación y aportando cada uno, sus productos locales.
Sobre este tipo de circuito mercantil el historiador Jaime Jaramillo Uribe propuso que: “la
comunicación de Cartagena con el interior del país se hacía por el río de la Magdalena y sus
afluentes, como el Nare, que era la vía más activa del comercio de importación para Antioquía”39.
Señala, además, que tanto para el comercio interno como para el de exportación hubo dos caminos
de singular importancia: el de Honda, que comunicaba a Santa Fe con el río Magdalena y el de
Carare, que daba salida hacia el Magdalena a las provincias de Tunja, Vélez y el Socorro. Estos
circuitos cumplen dentro de la estructura económica regional colonial, un doble papel más allá del
planteado por la demanda de metales preciosos: primero, como mecanismo articulador a una
economía mundo determinada; segundo, como renglón productivo que definió los circuitos
37 SEMPAT. Op. Cit., p. 321. 38 COLMENARES, German. Historia Económica y Social de Colombia, Tomo II: Popayán Una Sociedad Esclavista
1680-1800. Bogotá. La Carreta. 1979. p. 59-61. 39 JARAMILLO URIBE, Jaime. La Economía del Virreinato (1740- 1810). En: OCAMPO, José Antonio. Historia
Económica de Colombia. Bogotá. Siglo XXI Editores. 1987. p. 75.
29
económicos internos, regiones y puso a su servicio las otras esferas productivas. Por otro lado,
acerca del factor geográfico en la Nueva Granada para la segunda mitad del siglo XVIII, algunos
autores señalan que este no era un determinante fundamental en el tránsito de flujos mercantiles,
proponiendo otros factores mucho más amplios pero relacionados con el mercado interno como lo
fueron: “las relaciones de producción, el sistema de transportes y la red mercantil local”40.
1.2 La Gobernación De Popayán y sus circuitos mercantiles
Los movimientos mercantiles producto de los ciclos mineros durante el siglo XVIII en la América
española, fomentaron el aumento de las posibilidades del intercambio, al inyectar a una economía
extractiva, el circulante necesario para que se desarrollaran las transacciones comerciales. Pero
también, promovieron el aumento de una constante regulación de los cobros tributarios para la
corona, instaurados por la Real Recopilación de las leyes de Indias. Esto provocó la necesidad de
una reforma administrativa, que implementara un control más amplio y efectivo sobre los vastos
territorios que conformaban: El virreinato de la Nueva Granada, la Real Audiencia de Quito y la
Gobernación de Popayán. Motivo por el cual “El territorio fue divido además en unidades de
gobierno provincial, en una serie de gobiernos, corregimientos y alcaldías mayores de diferente
tamaño, riquezas e importancia. A fines del siglo XVII las más importantes eran: Santa Fe y Tunja,
en el corazón de la Nueva Granada, Cartagena en la costa del Caribe y Popayán al sur”41.
El virreinato de la Nueva Granada a principios del siglo XVII, se estableció por un cambio de
jurisdicción administrativa, con el objetivo de combatir la constante evasión de impuestos y tener
un mayor dominio desde un centro administrativo local, que abarcara en su totalidad los controles,
regulaciones y recaudaciones. Junto a estas reformas se implantó la figura política del Virrey, el
cual centralizo y ejecuto lo emanado desde la Corona, pero también regulo y superviso la toma de
las decisiones concernientes al manejo del gobierno interno, finalmente, el virreinato se estableció
en 1739 con sede oficial en Santa Fe42. Las divisiones básicas del virreinato eran los gobiernos y
“los corregimientos (de provincia) y no las provincias, término que se utilizó indistintamente para
referirse tanto a lo que se denominaría provincia, como a subdivisiones de las mismas. Así, por
40 OCAMPO, José Antonio. Historia Económica de Colombia. Bogotá. Siglo XXI Editores. 1987. p. 138. 41 MCFARLANE. Colombia antes de la independencia. Op. Cit., p. 49. 42 KALMANOVITZ, Salomón. La economía de la Nueva Granada. Bogotá. Fundación Universidad de Bogotá. Jorge
Tadeo Lozano. 2008. p. 65.
30
ejemplo, señalo que dentro de la jurisdicción de Popayán estaban las provincias de Iscuande,
Raposo, Barbacoas y Pasto”43.
La Gobernación de Popayán administrativamente durante el siglo XVIII, estuvo adscripta a la Real
Audiencia de Quito, pero también con el cambio de jurisdicción de las reformas Borbónicas,
perteneció a la jurisdicción del Virreinato de la Nueva Granada. Un documento del 22 de mayo de
1746, emanado por el Virrey Sebastián de Eslava nos señaló el cambio de jurisdicción, en donde
“si existiere cualquier duda, lo consulten con Santa Fe, y con esto evitaron los recursos a Quito, en
materias de real hacienda” 44 . Recordemos que, para el periodo de 1746, se estableció
funcionalmente las divisiones jurisdiccionales de las provincias, según lo establecido para el
virreinato de la Neogranadino, cambiando el recaudo de los impuestos a las cajas de Santa Fe, lo
cual precisaba a las ciudades de la gobernación, enviar sus pagos tanto a la caja real de Popayán,
como a la caja que se estableció en Cartago, para luego enviarlos a la real hacienda de Santafé.
La Gobernación geográficamente limitaba en la banda Nororiental con las provincias del Quindío,
Tolima y Antioquia; al sur limitaba con la Provincia de los Pastos y con la Real Audiencia de
Quito; al Sur Occidente con el Valle del rio Cauca y con el Chocó por el Norte. Al Sur Oriente con
el Cauca y la Provincia de Putumayo. “Se encontraba separada por su límite Oriental de Santa Fe,
de Honda y por lo tanto de Cartagena de Indias, por un extenso valle deprimido económicamente,
comparado con el del Cauca, al cual desembocaban los caminos de Guanacas y el Quindío que
solo servían para el transporte de un volumen corto de mercaderías”45.
La ciudad de Popayán fue el principal centro urbano y capital de la Gobernación, abarcaba un gran
núcleo social de diferente índole, a través de su dinámica productiva y extractiva que le
proporcionó una masa poblacional constante. Demográficamente en la segunda mitad del siglo
XVIII, contaba “con unos 14000 habitantes viviendo en sus alrededores y un grupo de vecinos que
extraían sus fortunas de la minería de oro en las regiones aledañas y, más importante, en las tierras
bajas del pacifico. Al norte de Popayán, una cadena de pueblos que se extendía a lo largo del
elevado valle del alto rio Cauca desde Caloto por Cali y Buga hasta Anserma, contenía la mayor
parte de la población de la región”. 46
43 HERRERA ANGEL, Marta. Las Divisiones Político-Administrativas Del Virreinato De La Nueva Granada A Fines
Del Periodo Colonial. Bogotá. La carreta editores. 1998. p. 4. 44 Archivo Central del Cauca (A.C.C.). Fondo Cabildo. sig. 5440. fol., 26. 45 BARONA, Guido. La maldición de Midas en una región del mundo colonial. Popayán 1730-1830. Cali. Universidad
del Valle. 1995. p. 56. 46 KALMANOVITZ. La economía de la Nueva Granada. Op. Cit., p. 104.
31
La Gobernación de Popayán fue reconocida por las particularidades ecológicas de los territorios
que estaban bajo su jurisdicción, con su riqueza en metales preciosos. También, por las dinámicas
propias de la economía mundo en la época colonial y su carácter enfocado en una visión extractiva
de los minerales y riquezas, además de los intereses locales y regionales que determinaron su
vocación minera47. La estructura económica que formaba la Gobernación, durante el segundo ciclo
minero permitió una cierta unificación del espacio interno local donde se movían los circuitos
mercantiles, enlazando a las zonas productivas de alimentos, los centros de abastecimiento, las
zonas mineras y los núcleos urbanos; a un sistema de intercambios mercantiles alimentado por el
boom del metálico y el libre comercio borbón. “El corazón de la economía del sur residía en las
tierras templadas cerca de la ciudad de Popayán y a lo largo del ancho cauce del valle del rio Cauca,
entre Cali y Buga. En esas áreas el oro, casi todo de las tierras bajas del pacifico, suministraban la
base para el cambio externo, estimulaba el desarrollo de una economía monetaria y aliviaba las
presiones para subsistir introducidas por el aislamiento de los mercados de ultramar”48.
Por otro lado, en la economía de la Gobernación de Popayán existió una figura agraria dominante:
la Hacienda. Este sistema productivo se clasifico por la historiografía local en tres tipologías, que
se determinaron a partir de los medios e instrumentos de trabajo, de la estructura de sus
edificaciones incorporadas al proceso productivo y de la fuerza de laboral que se vio inscrita en
ellas: la primera fue clasificada como la hacienda de frontera:
Caracterizadas por sus economías extensivas, cuya producciones se encaminaron a la ganadería de
levante y engorde, logrando unificar algunas condiciones de vida rural en la Gobernación y el
Virreinato; la mayor parte de la población productiva de estas haciendas estuvo conformada por
esclavos, en las regiones vecinas a los sitios de producción minera, y por gañanes, en algunos casos
indígenas y la mayoría de las veces gente de todos los colores; Cartago, el Patía y las regiones del
piedemonte oriental de la Cordillera Occidental, fueron los lugares donde se dio más este tipo de
estructura hacendaria49.
El segundo tipo de hacienda, con una vocación productiva bastante extensa, fue la hacienda de
trapiches, que se dedicó a la producción de cañas, mieles, azucares, tabaco y ganado:
Al ser su fuente monetaria el producto de la venta de mieles con las cuales producir aguardientes, el
ganado fue dedicado para su consumo interno y en algunas oportunidades, en los periodos de crisis
por sequias, de las poblaciones vecinas (…) lo más característico de estas haciendas fue su población
esclava, cuyo promedio era de unos cuarenta hombres, llegando a alcanzar en algunos casos un
volumen de más de cien50.
47 BARONA. Op. Cit., p. 24. El autor aclara los determinantes que afectan a la Gobernación. 48 MCFARLANE. Colombia antes de la independencia. Op. Cit., p. 94. 49 BARONA. Op. Cit., p. 61. 50 Ibíd. p. 62.
32
El tercer tipo haciendas, fue la de campo, con una vocación más agrícola y una producción menos
extensa, “cuya dotación fue muy pobre ubicada en las cercanías de las poblaciones de criollos y
españoles, o en regiones montañosas con fácil acceso a las poblaciones indígenas; sus aperos y
labranzas fueron escasos por lo cual su orientación productiva se dirigió a abastecer principalmente
las necesidades de las haciendas dispuestas en las vecindades de Popayán”51.
Por otra parte, en lo referente a las formas de cohesión entre la metrópoli y sus colonias, se observó
una débil articulación entre la corona, el Virreinato de Nueva Granada y la Gobernación de
Popayán, que se manifestó en una baja capacidad de cobertura, frente a las disposiciones de la
legislación indiana, plasmada en las Cedulas y Provisiones Reales. Esto falta de cohesión implico
que el poder de la administración colonial fuera limitado por los intereses de los grupos
hegemónicos locales y regionales. Por consiguiente, la dinámica de producción desde la figura
polisémica de la hacienda, controlo los espacios económicos y fomento la construcción de micro
poderes regionales por parte de las elites.
Las dinámicas que acompañaron el proceso colonial comercial, aparentemente según gran parte de
la historiografía colonial neogranadina, se situaron como simples, apagadas y desconectadas,
dentro de la estructura económica básica que domino el espacio de la Gobernación, el eje Mina -
Hacienda. Estas economías aparentemente aisladas en enclaves regionales, pertenecían a un
mercado interno que unificó la producción tanto agrícola como minera de alta y baja escala, con
los centros urbanos de abasto y con los circuitos más próximos a la cadena mercantil.
Los llamados por nosotros espacios vacíos, en la realidad de las situaciones y los procesos no lo
fueron. El vacío que queremos señalar es, simplemente, ausencia de vida en policía a la manera y a
la usanza española; es no articulación económica y social de estos espacios a una sociedad esclavista
y de servidumbre indígena, y a una economía minera y hacendaria características de esta
Gobernación52.
Las regiones económicas coloniales de la Nueva Granada, como la Gobernación de Popayán,
variaron en la manera como desarrollaron la función primaria asignada desde la corona a sus
territorios: La extracción de las riquezas y la formación de un mercado interno colonial, ligado a
la Metrópoli. Esta doble relación, común a todas las regiones involucradas, no produjo una
igualdad en las dimensiones estructurales internas, de los intercambios regionales en la América
51 Ibíd. p. 62. 52 Ibíd. p. 41.
33
colonial; así como tampoco en los porcentajes de participación de la economía mundo
dieciochesca53.
Para la segunda mitad del siglo XVIII en el espacio económico de la Gobernación de Popayán, el
sector minero influyo en la formación de grandes circuitos comerciales. También, de círculos
concéntricos de mercancías y una contracción de medios de pago, en oro acuñado o mineral en
polvo. Uno de los circuitos que anteriormente se menciono fue el eje: Mina-Hacienda, el cual
estaba en manos de los grupos hegemónicos de la Gobernación, donde la articulación económica
entre la hacienda y la mina estaba reforzada por el parentesco entre los terratenientes. Con este tipo
de intercambios se logró el abasto de los centros mineros, sin un pago directo de los desembolsos
monetarios, que hacen parte vital del intercambio y la relación con el mercado. Una consecuencia
esportada de este tipo de relaciones de producción, fuel el circulo de rotación constante de la mano
de obra desde la hacienda para la mina y viceversa, con lo cual se limita el gasto en la utilización
de una nueva mano de obra, teniendo en cuenta que la mayor masa de gente en este tipo de figura
económica fue esclava.
Por otro lado, la Gobernación permito la formación de circuitos mercantiles, que permitieron
enlazar la parte central del virreinato, entre los pueblos de Neiva y los ubicados en la Cordillera
Central, ligados a la hacienda del tipo ganadero. Estas se desarrollaron para cebar y abastecer los
circuitos locales y de minas allende de sus fronteras; pero también, contemporáneas a estas
existieron otras haciendas mixtas del tipo agrícola-ganadero, enfocadas en los cultivos de caña de
azúcar y de cacao, que participaron en la bonanza del mineral extraído. “Durante la primera mitad
del siglo XVIII las nuevas haciendas encontraron en la minería del Pacífico y en las grandes
ciudades como Cartagena, Santafé, Popayán, Cali, Honda y Mompox mercados apropiados para
las carnes, los cueros, el sebo, los quesos, la miel y el cacao”54.
Sobre este punto la historiografía colonial, ha tratado el tema desde una perspectiva macro, tomado
la figura de la Hacienda como algo homogéneo en su forma tanto de composición y producción,
como a los mercados que va dirigido los productos de ella extraídos. También ha concebido que la
53 Sobre este asunto ver: BETHELL, Leslie. ed. Historia de América Latina, tomo II. América latina: Europa y América
en los siglos XVI, XVII, XVIII. Barcelona. Editorial crítica. 1984. p. 63-78. 54 ORTIZ CARDONA, Milena. Abastecimiento Alimentario En Santafé Colonial. Trabajo de grado para obtener el
título de Historiadora. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana. Facultad de Ciencias Sociales. Carrera de Historia.
2009. p. 77.
34
fuerza de arrastre de la minería en la Gobernación, solo se enfocó en un circuito simple, cerrado y
estático. Sin embargo, otras perspectivas, conciben el mercado en la Gobernación como algo más
complejo, dinámico y amplio:
Es interesante destacar que las haciendas de esta Gobernación, en la obra de Colmenares, pierden la
pretendida homogeneidad que se les había reconocido, tanto en el nivel de la unidad productiva
agraria, así como en sus articulaciones con la estructura social regional y local. En otras palabras, en
la Gobernación de Popayán no todos los propietarios de haciendas fueron miembros de la elite y no
todas las haciendas estuvieron orientadas a los mercados mineros, ni fueron extensos latifundios55.
Estas otras tipologías de la Hacienda, de alguna manera abrieron el panorama de circulación
mercantil, mostrando como a través de la producción de géneros enfocados a mercados no mineros,
se fue enlazando otras formas de trabajo; logrando involucrar los nuevos actores sociales de
diferentes castas y condición. Este fenómeno amplio las cantidades de productos en movimiento,
por consiguiente, la formación de circuitos comerciales con un carácter interregional e
intrarregional. Implicando este tipo de prácticas mercantiles, ciertos agentes dedicados a la
distribución en las zonas urbanas de influencia, tanto al nivel mayorista enfocado en grandes
comerciantes; como también a los comerciantes minoritarios que completaban la ruta de
abastecimiento local.
En cuanto a las haciendas de cereales, que se las encontraba principalmente en las inmediaciones
de Popayán, se diferenciaron de las de trapiche en su conformación laboral, en tanto que estas
estaban configuradas por “relaciones sociales de producción que involucraron a terrazgueros y
aparceros indígenas, algunos peones, gañanes y muy pocos esclavos. Además, sus vinculaciones
con el mercado de la época estuvieron restringidas a las poblaciones vecinas, a las cuales
abastecieron de productos lácteos, de ganados en sus lotes de engorde y de algunos cereales”56.
Las necesidades de abastecimiento alimentario en la gobernación, provocó una unión entre el
hinterland y las urbes en formación, pues a pesar de que muchos géneros de producción local,
provenían de las haciendas, otros cultivos fueron tomando espacio por medio del trabajo a pequeña
escala, que junto con los productos de pan coger, sirvieron de sustento a las clases subalternas. Por
consiguiente, algunos productos permitieron acumular un excedente y fomentar el uso del trueque
55 BARONA. Op. Cit., p. 222. 56 Ibíd. p. 223.
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a baja escala por otros que, a su vez, entraron a circular en una red más amplia de circuitos
mercantiles, donde en algún momento de su recorrido llegaron a los comerciantes minoritarios,
para ser distribuidos a una amplia gama de sujetos dentro la gobernación.
Por otra parte, se puede percibir en el desarrollo de la sociedad colonial de la Gobernación, la
influencia del factor tecnológico en la producción agrícola y pecuaria en un nivel rustico; también,
el incremento demográfico se dio en dispersas concentraciones urbanas, sumado a unas rígidas
jerarquías sociales establecidas y a una estructura productiva, enfocada en la extracción de riqueza.
Sin embargo, estos factores no afectaron la capacidad de sostenimiento de los mercados internos,
ni la capacidad de producción de los suelos, ni tampoco concentraron en pocas manos los recursos
alimentarios, ni se excluyó de estos al conjunto de la población. A pesar de las profundas
diferenciaciones sociales y culturales, el acceso a los productos de consumo diario lo facilito el
medio, permitiendo por no ser escasos, hacer parte sustantiva de los mercados de esa época.
Por otro lado, existe entre los historiadores coloniales, un consenso para señalar al siglo XVII como
el periodo de auge en la producción minera, fue el primer boom de explotación suscitado entre
1671. El segundo periodo de auge de explotación minera, se dio en 1769 influenciado por los
yacimientos del Pacifico. Hay que anotar el papel que tuvo la Gobernación de Popayán dentro de
este ciclo productivo, por su situación de centro administrativo, que la aventajo respecto de los
otros centros urbanos57. Este factor le permitió influir en la toma de decisiones económicas y
admitió que entrara en las rutas de comercio ultramarino, con otras zonas de circulación,
convirtiendo la ciudad en un punto distributivo, referido a mercaderías que llegaban de Castilla
para ser vendidas en Santafé y Quito. De esta última ciudad logró introducir géneros conocidos
como de la tierra, susceptibles de ingresar a un mercado un poco más amplio, para los sectores
subalternos, en razón a los bajos precios de estos productos58.
Dentro de este marco se identificó los tipos de circuitos mercantiles en la Gobernación de Popayán,
que se desarrollaron a la sombra de la explotación minera. Estos correspondieron a dos niveles: el
interregional y el intrarregional. El nivel intrarregional, fue enmarcado por el intercambio de las
producciones regionales que fomentaron la circulación general, orientados a los productos que
circularon en el interior de las provincias, para al abastecimiento y consumo de los centros urbanos.
57 Véase: ARROYO, Jaime. Historia de la Gobernación de Popayán. Bogotá. Banco Popular.1995. 58 MCFARLANE. Colombia antes de la independencia. Op. Cit., p. 299.
36
Este es el circuito mercantil del Sur, en donde la Real Audiencia de Quito fue el epicentro de
mercancías, relacionadas con lo textil y manufacturas introducidas por puertos como Guayaquil59.
El otro nivel fue el interregional, impulsado por las necesidades de abasto interno y ultramarino de
la minería, pero también, por el consumo local de las urbes en desarrollo. Este fue el circuito
mercantil del Norte, donde el punto de partida de las mercancías fue Cartagena, ahí se recibieron
principalmente productos importados. Sin embargo, este circuito fue incrementado sus artículos, a
medida que recorrió otros puntos o nodos de transito mercantil. Este es el caso de Honda, ciudad
que sirvió de eje para la unión regional de los productos, fabricados en las zonas artesanales de
Pamplona, que llegaban a Santa Fe, con ruta hacia la gobernación, junto con los productos agrícolas
enviados de Neiva y otras ciudades pertenecientes a la Cordillera Central.
ILUSTRACIÓN No. 1
CIRCUITO INTERREGIONAL EN LA GOBERNACIÓN
DE POPAYÁN SIGLO XVIII
Fuente: Elaborado por el autor.
Las consideraciones anteriormente anotadas, nos ayudan para el caso de la Gobernación de
Popayán, a identificar los criterios que la definen como una región integrada por dos grandes
circuitos: El primer gran circuito del tipo interregional, ubicado en la entrada fundamental del
Virreinato de la Nueva Granada: el puerto principal de Cartagena. Este siguió el recorrido del rio
Magdalena hasta Honda, espacio comercial en el cual aumenta su flujo mercantil, con gran
variedad de bienes redistribuidos en Santa Fe, que fueron producidos en las zonas de su influencia
como lo fue Tunja y Pamplona, para finalizar su tránsito en la gobernación. El trasporte de
mercancías en este circuito fue muy dificultoso, pues:
59 Este modelo se utilizó para el caso de la provincia de Tucumán, pero es factible de aplicar a otros espacios coloniales.
Véase: SEMPAT. Op. Cit., p. 207
Cartagena
Honda
Popayán
Chocó
37
Mantener la comunicación entre Santa Fe de Bogotá y Popayán fue una empresa ardua, tanto por el
llamado Camino del Magdalena y Guanacas, como por el del Quindío. Los viajeros y comerciantes
al tomar las rutas que iban desde la capital del Virreinato a las provincias situadas al sur, en el valle
del Magdalena o remontando la cordillera Central en el del Cauca, el Choco y la meseta de Popayán,
fuera de los cambios en el clima, a veces bastante bruscos, debían soportar los malos pasos por
desfiladeros estrechísimos, los pantanos, los tramos que con cualquier lluvia se trasformaban en
arroyos 60.
El segundo gran circuito lo conformó la sierra norte del Ecuador, que, a fines del siglo XVIII, fue
una región con gran importancia adaptada a las condiciones del mercado colonial, siendo la Real
Audiencia de Quito, un centro urbano con gran producción textil, fabricando una gran variedad de
ropas de la tierra, como: lienzos, bayetas, jergas, rebosos. Los cuales fueron exportados a Nueva
Granada, a cambio del metálico proveniente de los centros mineros. Este circuito del tipo
interregional, también abastece de otros productos perecederos, como harina, garbanzos, etc. De la
ciudad de “Pasto provenían las ruanas azules y los capisayos. A finales del periodo colonial en
Cartago, Anserma, Toro y Roldanillo se compraba cacao denominado de Popayán para distinguirlo
del que venia del rio Magdalena. Del sur también provenían de las mulas en las cuales se
trasportaba la mercancía”61.
ILUSTRACIÓN No. 2
CIRCUITO INTRAREGIONAL EN LA GOBERNACION
DE POPAYÁN SIGLO XVIII
Fuente: Elaborado por el autor.
60 BARONA. Op. Cit., p. 49. 61 PATIÑO MILLÁN, Beatriz. Los comerciantes de Medellín. 1763-1810. En: Utopía siglo XXI. Revista de la facultad
de ciencias sociales y humanas. No 8. Enero- diciembre 2002. p. 117.
Quito
Pasto
Popayán
Chocó
38
Este otro gran circuito mercantil relacionaba las provincias del Sur, uniendo desde su punto de
inicio en el puerto de Guayaquil, pasando por las zonas de influencia de la Audiencia de Quito,
recorriendo su ruta por la ciudad de Ibarra otro gran centro artesanal; llegando a la provincia de los
Pastos la cual sirvió también, como nodo de distribución a baja escala, ampliando su recorrido en
los pueblos aledaños a Popayán, llegando a Cali y finalizando en las zonas de frontera minera con
el Chocó, como las ciudades de Toro, Buga, Cartago, formando así el gran mercado interno
regional por donde se movían las mercancías. “La ruta de los efectos de Quito y Pasto, que partía
de la ciudad de Popayán, al sur de la Nueva Granada, pasaba por Cali, Buga, Cartago y Anserma,
llegaba a la Vega de Zupia y entraba a la provincia de Antioquia por el oriente. Por ella eran
transportados los textiles elaborados en la ciudad de Quito, la zona manufacturera más
importante”62.
Por otro lado, dentro de los micro circuitos formados por el sector agrario en el siglo XVIII, la
historiografía local esbozó la existencia de otras rutas alternas de abastecimiento, que
comprendieron centros mineros, poblaciones urbanas y puertos con salida al mar. Estos
perteneciente al mercado interno local, los cuales involucraron actores sociales, comerciales y
políticos en diferentes espacios de la Gobernación:
Tres pequeños circuitos de mercadeo de productos orientados hacia los centros mineros cuyas
explotaciones eran de propiedad de hacendados y comerciantes asentados en a algunas de las
poblaciones de este valle o en la ciudad cabeza de la gobernación. El primero de ellos, orientados de
Norte a Sur, y no por la importancia de sus exportaciones agrícolas, comprometía a los hacendados
de Buga y Cartago, principalmente con las minas del Choco. El segundo, que le daba una cierta
autonomía a Cali por su comunicación con el puerto de Buenaventura, se encaminaba a las
explotaciones del Raposo, Dágua, Cajambre, Timbiqui, Iscuande y Anchicaya, y en alguna que otra
medida al Choco y las minas del Caloto. El tercero, de menor envergadura que los otros dos se dirigía
básicamente al Caloto, Quilichao y Mondomo, y estaba vinculado principalmente a los señores de
Popayán. Estos circuitos no fueron totalmente autónomos y mucho menos excluyentes respecto a los
sectores sociales, económicamente influyentes, que podían tener acceso a ellos 63.
El sector minero como vimos, permitió la formación de una gran red de circuitos mercantiles,
enfocados a mercancías locales, pero también importadas. Sobre esto Carlos Sempat nos ilustra,
acerca de lo acontecido con los artículos, que no fueron consumidos en los centros mineros y cómo
fue su redistribución a nuevos espacios económicos, donde se presentó un intercambio gracias al
flujo de mineral, que involucro a los centros urbanos con las zonas portuarias y los nodos mineros,
dentro de un sistema de relaciones muy amplio:
Los centros mineros sólo consumen un porcentaje limitado de las mercancías importadas, ya que el
quantum mayor de las importaciones se consume en las distintas regiones agrarias y manufactureras
62 Ibíd. p. 116. 63 BARONA. Op. Cit., p. 66-67.
39
que forman el mercado interno. Dicho de otra manera, luego del cambio plata-mercancía importada
que efectúan los comerciantes monopolistas de la gran ciudad-puerto, las mercancías importadas
vuelven a realizarse en plata recorriendo dos grandes circuitos. El primero está dado por el flujo entre
la ciudad-puerto y los centros mineros y es un cambio directo entre mercancías importadas y plata.
El segundo circuito entrelaza las regiones agrarias, los centros mineros y la gran ciudad que conecta
hacia el exterior; sus complicados flujos o, como diría Marx, las varias metamorfosis de las
mercancías, pueden ser simplificadas y representarse mediante dos fórmulas: mercancía regional –
plata - mercancía importada o mercancía importada - mercancía regional - plata. Este segundo
circuito, que es el de mayor dimensión cuantitativa, nos demuestra que la ciudad-puerto o, mejor
dicho, su grupo de comerciantes monopolistas, realiza el ciclo anual de exportación de la plata,
manteniendo una intensa relación con las producciones mercantiles, con el vasto y complejo mercado
interno colonial64.
1.3 La Plaza de Mercado y los géneros mercantiles.
Para la controlar la distribución local de las mercancías, se introdujo la figura de la Plaza de
Mercado, que se inspecciono a través de las disposiciones regulativas emanadas por la corona, para
el control referido al abasto de provisiones y mercancías en los diferentes espacios coloniales y en
la gobernación. La normatividad abordaba la creación de establecimientos y zonas, donde se
dispuso llevar a vender los productos y demás bienes de comercio, para que se diera un cierto
reconocimiento y seguimiento. Pero principalmente, para garantizar un cobro en la regulación de
los impuestos a pagar por la actividad mercantil.
Este instrumento del intercambio, se fomentó precisamente, para controlar el desorden del abasto
básico, en todos los lugares donde proliferaban los centros urbanos por todo el mundo, pero a pesar
de las “supervisiones o reprimendas no impiden que el mercado se expanda, crezca al compás de
la demanda, se situé en el corazón de la vida ciudadana, frecuentado en días fijos, el mercado es
un centro natural de la vida social. Es el lugar donde las gentes se entiende, donde se injurian,
donde se pasa de las amenazas a los golpes”.65 En la ciudad colonial la Plaza de Mercado Público,
fue el más importante centro de distribución de productos y artículos, se constituyó como un sitio
de afluencia económico y social en el cual, se llevaba a cabo diferentes ventas, compras,
transacciones e intercambios de bienes, necesarios para suplir el suministro de alimentos a la
población en general. Pero también fueron espacios para la exposición de objetos lujosos,
enfocados a otro tipo de clientes más acaudalados, los cuales al igual que los esclavos formaron
parte del mercado local.
64 SEMPAT. Op. Cit., p. 320. 65 BRAUDEL. Op. Cit., p. 11.
40
La importancia del mercado público en la Plaza Mayor, para los circuitos mercantiles y para el
mercado interno fue amplia, primero como sitio donde entrecruzan las rutas de las regiones
aledañas, creando redes para que se permitiera el intercambio. Segundo, como espacio donde los
productos de mercados locales son sumados con los regionales, para ser parte del eslabonado en el
complejo y vasto mercado interno. Tercero, uniendo las diferentes producciones de géneros a un
proceso de oferta y demanda, enfocado en la satisfacción de las necesidades del sector dominante,
pero que su capacidad de enlace se expandió a todos los sectores de la sociedad colonial, cada uno
con sus propias carestías. Cuarto, este tipo de figuras permitieron un control sobre la circulación
mercantil, por medio de la implementación de artefactos de poder.
La organización de un mercado público urbano fue un fenómeno dado por todo el orbe. El
mercantilismo implemento el comercio por medio de las ferias locales y estacionarias, así como la
distribución en toldas y plazas, junto con el mercado urbano que “tiene lugar generalmente una o
dos veces por semana. Para abastecerlos es necesario que el campo tenga tiempo para producir y
reunir los artículos y que pueda distraerse una parte de su mano de obra para la venta. En las
grandes ciudades, es cierto, los mercados tienden a ser diarios, como en París, donde en principio
debían celebrase solamente los miércoles y los sábados”66.
En el caso de la capital del Virreinato de la nueva Granada, el mercado público se organizó en La
Plaza Mayor, la cual fue el principal mercado de abastos, tenía su funcionamiento el día viernes de
cada semana. “De igual forma mediante la Ordenanza 118 de Poblaciones, que se consignó en el
Libro Cuarto, Título Séptimo, ley octava de la Recopilación de Leyes Reales de Indias, se buscó
el establecimiento y creación de plazas menores” 67.La ciudad de Popayán como capital de la
Gobernación, fue un gran centro de acople para diversos artículos, dentro de su función como eje
de una gran serie de circuitos mercantiles. La distribución de estos productos se organizó en la
Plaza de Mercado Mayor también los días viernes, en el cual concurrían todos los actores
productivos con sus mercancías: los hacendados como grandes productores, con sus excedentes
de diferentes tipos; los grupos sociales como los indios y los libres de todas las castas, como
pequeños productores. Todos ofrecían sus géneros a una amplia gama de compradores. Sin
embargo, existieron otros lugares de comercialización y redistribución de enseres para el abasto,
que dependieron para su propio abastecimiento del mercado en la plaza.
66 Ibíd. p. 9. 67 ORTIZ CARDONA. Op. Cit., p. 30.
41
Para el caso de Santiago de Cali, una ciudad inscrita en la jurisdicción de la Gobernación de
Popayán en el año de 1764, el Cabildo de Justicia y Regimiento hizo una prohibición, a las
vendedoras de comestibles para que no expendieran en las calles, ordenándoles hacerlo en la Plaza
Pública, según lo emanado desde Popayán. También, considerando lo mucho que podrán contribuir
los curas de los pueblos inmediatos, de donde principalmente se abastece la ciudad, Don Pedro de
Vicaria gobernador de Popayán, ordeno pasar copia al señor vicario general para que este a su vez
lo comunicara a los curas relacionados con el circuito, a fin de que estos procuraran que, los indios
y demás feligreses labradores, condujeran sus frutos y víveres a la plaza mayor de la ciudad de
Cali, vendiendo lo que trajesen a los precios acostumbrados, prohibiéndoseles vender sus frutos en
los caminos u otro paraje distinto a la plaza de mercado68.
Así mismo en 1762, el cabildo ordeno que todos los frutos comestibles que se distribuían en la
ciudad, se vendieran en la plaza, quedando exceptuados algunos productos: “a excepción de maíz,
plátanos, miel y tabaco, los demás se hayan de traer a la plaza que es donde se han de expender”.69A
las personas que no cumplieran con esta orden se les quitaría sus productos, para repartirlos entre
los pobres y los mendigos. Además, debían pagar algunos días de cárcel, si era la primera vez que
incurrían en la falta. Dispuso además el cabildo que las personas que traían productos a la ciudad
eran por lo general forasteros y por lo tanto podían alegar ignorar la anterior orden, motivo por el
cual quedaban obligadas todas aquellas personas cuyas casas sirvan de posada, para impedirles
vender sus productos en dichas casas, obligándolos a llevarlos a las plazas, para que de esta forma
no sufran penas, estas prohibiciones vuelve a repetirse en los años de 1765 y 1775.
Para una efectiva regulación el fiel ejecutor y los alcaldes de barrio, dentro de sus funciones fueron
los encargados de que, el mercado interno realizado en las plazas se efectuara con el mayor orden
posible, de acuerdo con lo dictado por los cabildos de las ciudades y por el gobernador de Popayán.
Se podría decir que el fiel ejecutor, cumplió con una función policiva al recorrer los barrios de la
ciudad, para verificar que no se vendiera nada, pero también para estar revisando constantemente
lo referido con las pesas y medidas, de los productos a vender.
Durante el siglo XVIII en la Nueva Granada, el flujo mercantil a pesar de las difíciles condiciones
geográficas, fue variado según los registros documentales. La historiografía colonial a esbozado
68 Archivo Histórico de Cali. (A.H.C). Cabildo. Tomo 32. Fol. 54. 69 ARBOLEDA, Gustavo. Historia De Cali. Tomo II. Cali. Universidad Del Valle. 1965. p. 259.
42
diferentes rutas y artículos distribuidos por las regiones, a los centros mineros y los núcleos urbanos
dentro del vasto espacio del mercado interno colonial. Con los datos con que contamos, miraremos
levemente los géneros mercantiles que circularon en la región de la Gobernación de Popayán,
tendremos en cuenta los géneros y productos que llegaron desde los puertos de España, la
Audiencia de Quito y los que se trasladaron de otras regiones del virreinato.
El espacio de la Gobernación de Popayán estaba cohesionado e integrado mayoritariamente, por
medio de la minería, esta actividad permitió la introducción de una serie de productos que se
abastecieron desde el exterior y a través de lo regional. “los principales productos que animaron la
circulación general fueron textiles, algodón, medios de transporte, manufacturas de cobre, vidrio,
madera, cueros, cereales, cacao, ají, tabaco, tubérculos, caña de azúcar, olivo, vid, arroz, sal, etc.”70.
La producción de alimentos y bienes básicos, estuvo a cargo en su mayor parte por las Haciendas,
principalmente las clasificadas como Haciendas de Campo y Haciendas de Cereales. Algunos de
los géneros distribuidos por los hacendados se enfocaron en “una serie de productos de tierra
templada como trio cebada y maíz, papas, frijoles y cebollas, mientras que también levantaban
ganado. Como los jesuitas, los grandes propietarios, vendían sus productos en mercados urbanos o
a mercaderes que los llevaban a los distritos de minería, así como también los usaban sus haciendas
para alimentar a los esclavos que empleaban en la minería”.71
En la Nueva Granada los circuitos mercantiles, articularon diferentes espacios regionales, donde
se tejieron densas redes de intercambio. En algunas provincias, además de la producción local de
suministros básicos, se especializaron en algún tipo de producto que circulaba en el mercado
intrarregional e interregional, sobre este punto Edwin Muñoz nos ilustra:
En el caso de Pamplona y los valles de Cúcuta, se trataba del cacao, que se exportaba hacia Santafé
y, vía Maracaibo, a México; en cuanto a Socorro, eran los textiles de algodón y las artesanías en
general; en el de Tunja, las harinas de trigo y la producción de cordobanes; mientras que, en lo que
atañe a las provincias de Mariquita y Neiva, fue la producción de azúcar, mieles, ganado y tabaco la
que generó los vínculos con el exterior de la región. Además, alrededor de Santafé existían un
sinnúmero de pueblos que le garantizaban los frutos de tierra fría; de hecho, algunos se especializaban
en productos como la cebolla, los ajos y el pescado72.
Se puede observar según esos datos, que existió una tendencia enfocada a la recirculación de lo
producido hacia espacios de frontera en las regiones, entrando en el mercado interno regional, bajo
70 SEMPAT. Op. Cit., p. 111-112. 71 MCFARLANE. Colombia antes de la independencia. Op. Cit., p. 109. 72 MUÑOZ RODRÍGUEZ, Edwin Alexander. La Función De Santafé En Los Sistemas De Intercambio En La Nueva
Granada A Fines Del Siglo XVIII. En: Fronteras De La Historia. 2013. Vol. 18, no 1, p. 176.
43
el modelo propuesto. Las mercancías importadas provenientes de la capital se repartían en varios
territorios del virreinato, hacia las provincias mineras:
El 51 % fue exportado hacia la provincia de Antioquia, mientras el 35 % lo fue hacia el Chocó, el 8,8
% a Popayán y el 2,7 % con destino a Honda; 32.000 varas de lienzos y mantas fueron exportadas
desde la capital hacia las provincias mineras, además de otros tipos de producción doméstica, como
las 1.144 piezas de frazadas, de las que el 78 % se envió a Antioquia, el 10 % al Chocó y el 6 % a
Popayán. El mismo patrón presentan otras manufacturas que por la magnitud de sus volúmenes hemos
desagregado73.
Analizando el flujo de las mercancías que se distribuyeron, para la región antioqueña se percibe
una alta proporción de textiles, siendo el principal centro minero para abastecer, seguido por del
Chocó, finalizando en la capital de la Gobernación de Popayán. Esto nos muestra la alta incidencia
de minería en el territorio, en la relación entre la producción de oro y las entradas de mercancías
provenientes España, Quito y otras regiones de la Nueva Granada.
Un producto introducido da la Gobernación a través de un circuito interregional, fue la Sal, la cual
se enviaba desde la zona del centro virreinal como lo es Santa Fe y Zipaquirá, por las rutas de dos
caminos: el primero, unió a Honda con Bogotá, por la zona del Quindío hasta la parte baja del valle
del rio Cauca; la segunda atravesaba las zonas de paramo que enlazan los territorios yanaconas del
Huila y el Cauca. Para la ciudad de Santiago de Cali adscripta a la jurisdicción de la Gobernación,
la sal llegaba una gran parte por el camino de Guanacas, aunque también era enviada desde
Antioquia a cambio de ganado, del cual esta última carecía para el sostenimiento de sus cuadrillas
de esclavos dedicados a la minería. Otras vías por las cuales Cali se abastecía de este producto,
necesario para la alimentación del ganado y para salar la carne que enviaran al Chocó, fue por el
camino de Dágua y el rio San Juan. También, se formó una ruta alterna para el mercado con las
Provincias del Sur, “la sal y el ganado vacuno fueron los productos que más circularon por el
camino de Guanacas y solo se dirigieron a satisfacer las demandas de la cabeza administrativa de
esta Gobernación y en algunas oportunidades, (…) por causa de la prolongación de los periodos
climáticos secos, ingresaron a otras localidades como el valle geográfico del Cauca o se dirigían a
Quito”74.
La importancia de la Sal, en la economía de la Gobernación fue muy alta, debido en parte por la
necesidad de conservación de alimentos, pero también para mantener los animales de engorde que
73 Ibíd. p. 193. 74 BARONA. Op. Cit., p. 111.
44
requerían de unas cantidades ponderables:
La sal, de cuya trascendencia no se ha percatado la historia económica colonial hispanoamericana,
según se aprecia (…) fue un producto de primera necesidad para los habitantes de Popayán. Su
trasporte desde el valle del Magdalena fue continuo; prácticamente fue la mercancía que más circulo
por este camino y en su mayor parte estaba destinada al engorde del ganado, en las haciendas de
campo de Popayán. Tanto en las áreas rurales como en las urbanas la sal sirvió más como ingredientes
en la cocción de los alimentos, sino que fue empleada para conservar las carnes e impedir su rápida
putrefacción75.
Por otra parte, el circuito mercantil intrarregional formado en la parte sur con las provincias de los
Pastos y la Real Audiencia de Quito, permito que de esta última se enviaran lienzos y bayetas,
junto con otros productos agrícolas como garbanzos, lentejas, arroz, harinas. Sin embargo,
principalmente el grueso del consumo de géneros quiteños era textil. Comparando el precio de
estos productos denominados de la tierra con los importados de Castilla, se clasifican como bajos
o baratos, enfocados a las poblaciones de subalternas de recursos limitados, pero constantes. Se
puede pensar en términos mercantilista a Popayán, como un mercado muy amplio e interesante
para los comerciantes, por la ventaja que daba el pagar en oro y la conversión posterior a plata. En
términos per cápita la producción de Popayán en minería era más amplia que la de Potosí, a pesar
del gran número de trabajadores existentes en la zona de Potosí, en relación a Popayán, el nivel de
producción per cápita es más amplio en la gobernación76.
La ciudad de Popayán mercadeaba los textiles quiteños y los tejidos de Pasto, el comercio de
textiles abarca los algodones del Socorro y los paños de Quito, “El equivalente quiteño más cercano
a la lencería del Socorro fue un textil muy parecido a la franela, conocido como bayeta. Los
mercaderes también importaban lienzo de Quito, lienzo azul y un paño llamado jerga. Antes de
1795 era muy popular otros dos textiles: lienzo de abrigo y jerga de abrigo, compitiendo con el
volumen de importaciones de la bayeta”77.
En la Real Audiencia de Quito, El análisis de algunas transacciones de los géneros importados
desde Castilla, ha dado como resultado que, el primer lugar por la frecuencia con que aparecen,
corresponde a la ropa de Castilla. Estas sobrepasan notablemente a las ventas de otros géneros que
llegaron para abastecer las necesidades de ese mercado local:
De los denominados "efectos de Castilla" se puede elaborar una lista más o menos larga, entre otros
75 BARONA. Ibíd. p. 64. 76 KALMANOVIZT, Salomón. El PIB de la Nueva Granada en 1800: auge colonial, estancamiento republicano. En:
Revista de Economía Institucional, Vol. 11, Bogotá: Universidad Externado de Colombia. 2006. p. 123- 126. 77 TWINNAM. Op. Cit., p. 113.
45
podemos nombrar: seda negra de Italia, tafetán de Castilla, rúan de fardo, Holanda, hilo rico, rúan de
cobre, medias de seda de Castilla, sevillanito, pasamanería, tercio pelo de diferentes colores, paño
negro de Segovia, Razo Ávila, paño fino de Londres etc. Podemos identificar además alguna variedad
de especies, tales como: pimienta, azafrán, canela, especies dulces, etc. Por otra parte, instrumentos
como cuchillos, machetes, hachas de Costa Rica, peroles de cobre, armas, etc. Entre los productos
que llegaron desde regiones pertenecientes al Virreinato y gobernación demos citar en primer lugar
el "vino de la tierra", botijas de miel, jabón, aguardiente de uva, pescado, esclavos, añil, cera, cobre,
perlas finas, plata, cuentas de oro, sortijas, etc. que con menos frecuencia aparecen también
cantidades de "ropa de la china", que generalmente llegó a América vía contrabando.78
Por otro lado, Las reformas Borbónicas se caracterizaron por ejercer un mayor control sobre la
Hacienda Real y la recaudación de impuestos. La implementación del pago de la Alcabala, como
un tributo o derecho real, cobrado a la gran mayoría de los artículos que se venden. Por parte de
los comerciantes, quienes en general pagaron un porcentaje, sobre la cantidad que representaba el
capital invertido. Sin embargo, algunos productos que correspondían al abasto básico de
mantenimiento para las gentes subordinadas, como el Maíz, los Granos, y frutos de semillas, se
exceptuaban del cobro. La recopilación de las leyes indianas estipulo los artículos que estaban
grabados con el impuesto de Alcabala: “como principal producto grabado estaba el vino fuera de
Castilla o de la tierra, en venta al por menor o al por mayor, el aceite, el vinagre, las frutas verdes
y secas, desde luego todo tipo de telas y productos textiles, la carne viva y muerta, y las pieles.
También productos como la miel, azúcar, sebo, jabón, lozas, jarros y tinajas, tablas, entre muchos
otros que son relacionados en el Libro 8, Tomo. 13, Ley 25”79.
En la ciudad de Buga Tomas Josef de Berrio escribano del cabildo, en el mes de abril de 1767, legó
la copia del arancel dado para el cobro del real ramo de la Alcabala, para el comercio en esa ciudad
y demás provincias de la Gobernación, en este documento podemos ver, en primer término, los
artículos y géneros denominados de Castilla. Estos llegados de España vía ultramarina, por algún
puerto en Cartagena o Guayaquil y redistribuidos en los diferentes circuitos mercantiles; en
segundo lugar, los productos denominados del Reino, los cuales provenían de otras regiones del
Virreinato y la Audiencia de Quito. El escribano certifica que estas disposiciones las recibió por el
arancel de alcabala, que mando el asentista y Oficial Real de los ramos de alcabala y aguardiente
de Popayán Pedro Villa y Ron. Este fue el requerimiento para cobrar el arancel a los comerciantes
de la zona80:
78 SOASTI. Guadalupe. Mercaderes y Tratanes en Quito Durante el siglo XVII. Trabajo de grado para optar el titulo
de Maestro en Historia Andina: Universidad del Valle. Facultad de Humanidades. Depatamento de Historia. p. 117. 79 ORTIZ CARDONA. Op. Cit., p. 28. 80 Ver anexos. Tabla No. 1.
46
Gráfico No. 1
Elaborado por el autor. Fuente: Archivo Central Del Cauca. Fondo Civil. Sig. 1726.
Dentro de la primera gráfica enfocada en el cobro de la alcabala de los productos de Castilla para
el año de 1767, podemos observar, que se destacan los productos en el ítem denominado Artículos,
formados por: Hierro, Acero, Vidrio, loza de Sevilla, Cera labrada, Plomo, Municiones, los cuales
eran de difícil acceso para la población que los demandaba. En segunda medida los alimentos como
las Alcaparras, Almendras, Pasas, Aceitunas, Vino, Canela, Aceite, solicitadas por el gusto de la
elite en los espacios urbanos neogranadinos. Por últimos productos tenemos los textiles como: las
Mercerías, Lanas, Lencerías y Zedas, Ropas de Castilla. Si bien este es el arancel general para
todas las provincias del cobro de alcabala, nos ilustra sobre algunos productos que circularon en el
circuito de la gobernación81.
Gráfico No. 2
Elaborado por el autor. Fuente: Archivo Central Del Cauca. Fondo Civil. Sig. 1726.
81 A.C.C. Cabildo. Sig. 1726. Fol. 1.
0
5
10
ALIMENTOS TEXTILES ARTICULOS
ALCABALA PARA PRODUCTOS DE CASTILLABUGA 1767
ALIMENTOS TEXTILES ARTICULOS
0 2 4 6 8 10 12 14 16
ALIMENTOS
TEXTILES
ARTICULOS
ALCABALA PARA PRODUCTOS DEL REINOBUGA 1767
ALIMENTOS TEXTILES ARTICULOS
47
En este segundo gráfico podemos observar, al ítem Alimentos que destaca sobre los demás, se
encontraron productos como: Arroz, Garbanzos, Frijoles, Cacao, Anís, Ajos, alfandoques,
Conserva (dulce de guayaba o mangar blanco), Panelas, Miel, Pescado, Carne salada, Cerdo.
Dentro del documento del Archivo Central del Cauca, se aparece constantemente referido para
algunos productos la forma de pago, en algunos casos aparece como “al contado”; en otros como
“a dos Contados”, lo que nos señala la existencia de unos plazos para el pago por parte de los
funcionarios reales del cobro de este rubro. Otro producto mencionado en el documento fue la
Harina, la cual llegaba de las provincias de los Pastos dentro de un circuito mercantil intrarregional.
El documento también refiere el cobro para las Reses que se matan fuera de la carnicería y a los
Novillos, pesados en la carnicería, algo que fue muy regulado por los cabildos en lo referido al
abasto de carne.
Dentro del gráfico se analiza en segundo lugar, el ítem de los Artículos con enseres como: Anacos,
Guanabinas, Pinturas, Cordobanes, Tabaco en polvo, Tabaco en hoja, Alpargates, Cobre labrado,
Estaño. Por último, al grupo de Textiles, los cuales llegaron de diversos lugares a través de circuitos
mercantiles de dos tipos, el primero interregional con ropa de Quito como Lienzos y Bayetas de a
compensado; Ropa de la Villa de Ybarra, Bayetillas, Géneros Pabilos y otros semejantes. El
segundo intrarregional con enseres como: camiseras de Santa Fe, Lienzo de Morcuras. Frazadas,
lienzos ordinarios del socorro. Con esto se observa que, el recaudo por concepto de alcabalas por
efectos de la tierra se hace marcadamente superior en términos absolutos y relativos, a lo percibido
por este rubro a los efectos de Castilla, que se movieron en una tendencia decreciente en 176782.
Otros productos como el Tabaco y el Aguardiente fueron importantes en la economía de la Nueva
Granada, por su buena demanda y su alta rentabilidad. Motivo por el cual, las reformas Borbónicas,
procuraron el establecimiento del estanco de estos dos productos en la sociedad Neogranadina.
Este proceso empezó con varios pasos y con distintas disposiciones sobre su organización. En el
caso del aguardiente se dio en tres momentos o fundaciones en 1700, 1704 y finalmente en 1736 y
en el caso del tabaco esas fundaciones se presentaron en dos momentos, el primero de ellos en
1765, el segundo y definitivo en 177883.
82 A.C.C. Cabildo. Sig. 1726. Fol. 2. 83 DE TOVAR MORA, Gilma Lucia. Aguardiente y conflictos sociales en la Nueva Granada durante el siglo XVIII.
Bogotá. Universidad Nacional de Colombia. 1988. p. 132- 142.
48
La carne de cerdo fue también un ingrediente dentro del consumo diario de los habitantes en la
gobernación, que, por la facilidad de su dispersión, hizo parte de los solares en las casas de las
ciudades y en las haciendas, llegando a convertiste en un problema por su forma de crianza, que
en ocasiones fue del tipo cimarrón. Sin embargo, este artículo se comercializo dentro del grupo de
proteínas que dispuso el mercado. Los viajeros del siglo XVIII y de principios del siglo XIX,
narraron que, en los solares de las casas de la ciudad, ya fueran estas pertenecientes a las familias
más acaudaladas o a las más humildes, habian aves de corral y cerdos. Lo mismo sucedía en las
áreas rurales. “Estos pobladores criaban cerdos para el sustento familiar y para el mercado, en
especial con el choco por intermedio de comerciantes que los introducían en esa zona. La cria de
marranos era realizada tanto en el campo como en tierras de ejido por pobladores pobres, a los
cuales el Cabildo constantemente debía imponer restricciones”84.
Otro tipo de proteína fue el pescado que tuvo un “El elevado consumo y comercio en aquel tiempo,
es fácil de comprender contando la cantidad de días "magros" impuestos por la Iglesia y que lo
convertían en alimento obligado. La pesca como tal quedó en buena medida en manos de los indios,
pero la frecuente mención al pescado en los documentos respecto a "que el trato de trajinarlos ha
hecho a muchos españoles, ricos, identifica a quienes retuvieron los grandes beneficios de la
distribución” 85 . Una visión historiográfica de los géneros y la vinculación de los sectores
subalternos, nos la ofrece Mcfarlane, el cual referencia cierta desolación en las transacciones
comerciales, la bonanza minera y los actores que formaron el mayor nivel demográfico:
Este juego elaborado de desposesión condujo a una ausencia del circulante, a la depresión de
los mercados locales y a una no articulación de estos hombres y comunidades a la esfera
ampliada de los intercambios con la metrópoli. A los pobres se les reservo el acceso al pan,
al maíz, al trigo, la carne y las leguminosas, al aguardiente, la chicha el guarapo, al tabaco,
las pastusas, los cuchillos, las bayetas y los lienzos ordinarios; en fin, a todo aquellos que no
circulaba entre los mercados europeos y las localidades de esta Gobernación86.
1.4. Los Agentes del Comercio
El comercio colonial aumento durante la segunda mitad del siglo XVIII, por dos factores: el
primero, producto de los nuevos ciclos mineros que crearon nuevas necesidades de productos,
introducidos a través de amplios circuitos mercantiles en las regiones y también en la metrópoli;
el segundo, fruto de la mercantilización de bienes, alimentado por las políticas emanadas durante
84 MEJIA PRADO. Op. Cit., p 19. 85 SEMPAT. Op. Cit., p. 189. 86 MCFARLANE. Colombia antes de la independencia. Op. Cit., p. 291.
49
el periodo Borbón, para el libre comercio y el crecimiento de la agricultura en las colonias
americanas. Observando detrás de estos procesos, encontramos una maquinaria que engranaba
todos los elementos del sistema: Los Agentes de Comercio. Estos sujetos hombres de todas las
castas, se desplazaron en dos dimensiones; ya como compradores que demandan objetos de
necesidad básica y de lujo; ya como vendedores por los espacios mercantiles, llevando artículos a
diferentes puntos dentro del mercado interno colonial, propuesto para la Gobernación de Popayán.
La importancia de los sujetos comerciales fue muy amplia y de gran utilidad para los juegos del
intercambio, “toda red mercantil vincula a cierto número de individuos, de agentes, pertenecientes
o no a la misma firma, situados en varios puntos de un circuito, o en un haz de circuitos. El
comercio vive de estos multiplicadores, de estos concursos y enlaces que se multiplican por ellos
mismos” 87 . En las rutas y caminos que conformaron los distintos circuitos mercantiles, se
encontraron villas y pueblos que actuaron como nodos o puntos de enlace, donde los comerciantes
y trasportadores, encontraron un lugar, en el cual se abastecieron y resguardaron del duro trayecto.
En estos espacios se introdujeron otras mercancías locales, además de los géneros producidos en
la especialización regional, su importancia para el sostenimiento de los circuitos fue muy alta,
permitiendo algún descanso para los comerciantes en un recorrido por vías geográficamente
riesgosas y desoladas.
Por otra parte, la economía de la Nueva Granada estaba segmentada por el devenir regional, que
giraba sobre un núcleo urbano de importancia, articulo sus fronteras a un mercado local. La ciudad
de Popayán por ser capital de la Gobernación, concentro una cantidad de agentes de comercio muy
variada, compartiendo con Santa Fe, la condición de “Centros de administración y de comercio
regional, (…) eran puntos focales de la cultura hispánica, concentrado a los miembros de la
sociedad relativamente ricos, privilegiados y poderosos junto a los servidores domésticos,
artesanos, abogados, sacerdotes y mercaderes” 88. El comercio colonial, logro vincular toda la
gama de sujetos económicamente activos, sin distinción de clase, los cuales participaron en algunos
tipos de transacciones comerciales, que por lo corto de su duración y lo efímero de los géneros,
requirió de agentes transicionales, donde solo cumplieron un leve papel dentro del acto mercantil,
pero de gran importancia en la trama comercial general, permitiendo una cohesión entre los
diferentes actores socio-económicos y las producciones regionales.
87 BRAUDEL. Op. Cit., p. 119. 88 MCFARLANE. Colombia antes de la independencia. Op. Cit., p. 74.
50
También, la variedad de oficios relacionados con el comercio era tan amplia, que, entre el productor
y el consumidor final se teje toda una red de relaciones económicas. Sobre esto Garavaglía nos
ilustra sobre algunas formas de vinculación como agente, al amplio mercado interno:
La universalización de la condición de comerciantes es uno de los aspectos que más llama la
atención en la realidad colonial latinoamericana. Este enunciado lejos de anular la categoría de
comerciantes y mercaderes puros, da la pauta para abastecer la importancia del comercio en la
sociedad colonial pues todos aquellos que dispusieron de medios incursionaron en el comercio, sin
considerar deshonroso el desempeño de este ofició. Por tanto, no hay que sorprenderse si
encontramos a terratenientes, autoridades, mineros, hacendados, religiosos, y civiles, en general,
involucrados en el mundo mercantil”89.
Por otra parte, la aparición de una racionalidad económica colonial de intercambio abierto,
incremento las posibilidades de acceso a un mercado no monetizado. Por consiguiente, las
transacciones comerciales tanto de alto como de bajo monto, involucraron para su desarrollo, de
“una economía política que por su moralidad aseguraba la estabilidad y permeancia de las normas
y jerarquías sociales en los distintos centros poblados de la Gobernación y no únicamente en su
ciudad capital, le asignó a cada sector social, a cada miembro de la sociedad colonial, su lugar
dentro de ella y el ámbito de su actividad”90. Con lo anterior se muestra una elasticidad en la
vinculación al mundo mercantil, como agente, pero también, “los intercambios cuadriculan al
mundo. En cada cruce, en cada posta, hay que imaginar, establecido o de paso, un mercader. Y el
papel de este viene determinado por su posición” 91.
En este orden de ideas, la historiografía tradicional otorgo un lugar privilegiado a los sectores de
la elite, quizás por la abundancia documental conservada sobre este grupo. Se observa que los
actores económicamente significativos se formaron, primero, por el grupo hegemónico constituido
por los españoles; segundo, por sus descendientes en el suelo americano, los criollos; en último
lugar estaba conformado por “los mestizos y en general por toda la gama de hombres no integrados
a los grupos subordinados y a las organizaciones étnicas tradicionales”.92
Este tercer grupo descrito conformo por su amplitud, una gran variedad de agentes independientes
clasificados bajo la categoría de la época, de libres de todos los colores, los cuales eran:
Todos los antiguos esclavos que habían comprado su libertad o que habían sido manumitidos; eran
los hombres pobres descendientes de pasiones y juegos amorosas que trasgredían las jerarquías y
89 GARAVAGLIA, Juan Carlos. Mercado Interno y Economía Colonial. México. Enlace-Grijalva. 1983. p. 458. 90 KALMANOVIZT. La economía de la Nueva Granada. Op. Cit., p. 211. 91 BRAUDEL. Op. Cit., p. 118. 92 BARONA. Op. Cit., p. 112.
51
dignidades y los límites de las casta y los estamento; eran los pordioseros, los vagabundos en fin,
toda la abigarrada mescla de sangres y colores que, poco a poco, con la pertinacia y la terquedad
propia de los amantes, engendro, dio a luz una nueva categoría de hombres situada en el borde incierto
de las legitimidades e inautenticidades: el mestizo93.
Estos nuevos sujetos entraron a circular como una masa poblacional económicamente activa, que
transitaron por diferentes labores en las haciendas de Campo y de Cereales; además participaron
en la actividad agrícola a pequeña escala, en las zonas del hinterland y las fronteras de las
Haciendas, “se fueron agrupando en caseríos originados en los indivisos, en la parcela de
campesinos libres y en algunas posesiones de agregados usufructuaron espacios naturales como
ciénagas, los ríos y los montes, de los cuales se proveían de alimentos, materiales para la
construcción de vivienda, herramientas para el trabajo y utensilios para el uso doméstico o
cotidiano”94. Por consiguiente, estos individuos también participaron en amplias actividades, por
ejemplo: el trabajo de la minería como mazamorreros y mineros de aluvión, gracias al aumento de
las manumisiones; como trabajadores jornaleros gracias al surgimiento de relaciones sociales de
contratación y producción novedosas para la época; como transportadores y comerciantes
minoritarios dentro de los amplios circuitos mercantiles, por la cantidad de objetos arrastrados de
la minería y de los efectos las Reformas Borbónicas; también actuaron dentro de las fronteras de
lo ilegal entre los criminales, en el gran espacio del virreinato neogranadino.
Algunos hacendados vendieron los derechos sobre la heredad a “pobladores blancos sin riquezas
ni títulos, o a mestizos, mulatos, pardos y libres, quienes, a partir de su trabajo familiar en la tierra,
convertían un lote de terreno reacio en una estancia productiva obteniendo de ella el sustento para
su familia y algún excedente para llevar al mercado local o venderlo a comerciantes que realizan
sus ventas en otras jurisdicciones, en especial el Chocó”95.
Así pues, las limitaciones intrínsecas de la sociedad colonial del siglo XVIII, establecida desde una
moral que regulaba parte de la vida social, rechazo de alguna forma a estos nuevos actores
emergidos del proceso de colonización en el virreinato, situación que se compartió de alguna
manera para la Gobernación de Popayán. Estos sujetos por el hecho de pertenecer a esta nueva
clasificación de “los hombres libres, además de no tener ninguna adscripción jurídica de
93 GARRIDO, Margarita. Libres de Todos Los Colores. Bogotá. La Carreta. 1998. p. 78. 94 MEJIA PRADO, Eduardo. Origen Del Campesinado Vallecaucano Siglo XVIII y XIX. Cali. Editorial Universidad
del Valle. 1994. p. 114. 95 Ibíd. p. 25.
52
subordinación gracias a su condición social, por pertenecer a esta trama cromática inventada de
todos los colores, no gozaron de los mismos derechos y privilegios reconocidos a los grupos social
y políticamente hegemónicos de la Gobernación”96.
Todos estos grupos sociales incluyendo a los pobres, fueron poblando el Valle Cauca en “el proceso
de asentamiento campesino durante los siglos XVIII y XIX en el Valle geográfico del río Cauca
no es más que la creación de nuevos espacios a partir de la adecuación productiva de terrenos sin
posibilidades de explotación económica por parte de los hacendados, los cuales dieron vida a
comunidades nuevas, con desarrollos económicos, sociales y culturales, nuevos y alternativos a los
que ofrecía, la estancada sociedad colonial, al final del siglo XVIII”. 97
Un aspecto para la historia económica colonial de importancia, fue el surgimiento de nuevos
actores sociales en la explotación minera, con otras formas de intercambio y abastecimiento,
alterna al tradicional circuito Mina - Hacienda - Mina, característico de los señores de cuadrillas y
haciendas de trapiche. No obstante, estos nuevos agentes llamados mazamorreros, ampliaron el
panorama extractivo en nuevas zonas durante el segundo ciclo minero del siglo XVIII, produciendo
mineral en polvo de los ríos y canteras, para convertirlo en un objeto de cambio por mercaderías a
los comerciantes que se arriesgaban a ir a los puntos de extracción. “Si bien la producción de un
solo mazamorrero era pequeña (a un nivel de subsistencia), la producción total de estos llego a ser
entre las dos terceras partes y las cuatro quintas partes de la producción anual de oro en
Antioquia”98.
A su vez, este mineral entro a circular en la red de otros agentes que completaron el circuito de
distribución, llegando de alguna manera por las arcas de la Corona, pues al mineral era necesario
acuñarlo para poder que mantuviera su valor, con esto se registró un aumento en el cobro de los
Quintos Reales, “El 38% de los cobros por exceso que se hicieron comprometieron más
severamente a los pequeños y medianos mineros, quienes, a pesar de lo exiguo de sus ingresos en
oro en polvo, tuvieron que aportar más a los recaudos fiscales que los hombres cuyo protagonismo
ha sido reconocido por la historia oficial”99. Desde el punto de vista de fiscal, la Fundición existía
96 GARRIDO. Op. Cit., p.138. 97 MEJIA PRADO. Op. Cit., p. 108. 98 TWINAN. Op. Cit., p. 55. 99 BARONA. Op. Cit., p. 145.
53
para extraer el Quinto Real, “que en la época borbónica era un impuesto del tres por ciento sobre
la producción minera. Ya para la década de 1760 se había establecido un cuerpo de leyes que
regulaban la trasferencia del a la fundición y la tercera fijaba un impuesto a los comerciantes en
lugar de exigir contribuciones a los mazamorreros”100. Un documento del siglo XVIII, referido
para el caso de la ciudad de Cali, nos señaló una disminución en la recaudación del Quinto Real,
por lo cual la Corona señalo unas observaciones sobre el bajo volumen de mineral fundido en las
cajas Reales, lo que bajaba el ingreso por este concepto. Dentro de las causas de este fenómeno
menciona: que este bajo rendimiento tributario del Quinto fue producto de factores coincidentes
como la evasión fiscal que se hacían en las fronteras mineras por parte de los propietarios de minas,
comerciantes y de los administradores de del Rey; así como, El contrabando, que a diferencia de
la primera situación, abarcaba más limitaciones para su control.101
En la Gobernación la presencia del mineral en los yacimientos del Chocó, provoco levemente
algunos efectos similares a los producidos en Antioquia, manifestándose en el conjunto de la
sociedad los procesos implementados por los nuevos actores, tanto productivos como comerciales.
por consiguiente, se presentó un aumento en la circulación de mineral que sirvió como elemento
de intercambio, en las transacciones producidas por los agentes del comercio:
En los productores de oro de la Gobernación en la mayor parte del siglo XVIII, tuvieron
presencia significativa los distritos mazamorreros como un sector independiente a los
grandes mineros (…) en los casos en que se presentó un comercio relativamente activo entre
los traficantes de mercaderías y los mazamorreros, se manifestó una situación similar a la
registrada en Antioquia en la cual la cantidad de oro entregado a cambio y su poder
adquisitivo, se vio afectada por la diferencia en sus kilajes102.
Esta diferencia entre los minerales según su lugar de extracción convirtió a el oro en polvo en un
objeto de cambio muy fluctuante, pues podía perder valor por estar mesclado con otros minerales
principalmente platina; también, en el acto de intercambio entre el mazamorrero y el comerciante,
podía al ser examinado en esas zonas de frontera, según la inteligencia de este último perder o
aumentar su valor. Motivo por el cual, los comerciantes minoritarios que llegaron a esos espacios
mineros, se convirtieron en hábiles evaluadores. El Oro en polvo solo por el hecho de no esta
acuñado, “se depreciaba por la acción en el mediano plazo, de dos factores convergentes en el
momento de la transacción: (a) porque el oro en polvo era, en términos relativos, el valor de uso
100 TWINAN. Op. Cit., p. 54 101A.H.C. Fondo Cabildo. Tomo 24. Fol. 8. 102 BARONA. Op. Cit. p. 119.
54
más abundante y a su vez real, la mercancía dinero que todos los mineros, pequeños o grandes
poseían. (b) Por el efecto que provocaba la presencia de quilatajes diferenciales en las zonas,
poblados y campamentos mineros”103.
No solamente mazamorreros y comerciantes sufrieron los efectos negativos de la economía del oro
en polvo. “Los habitantes de los poblados, los jornaleros y los labradores no siempre tenían acceso
al oro en polvo y por consiguiente tenían dificultades para comprar las mercancías que
necesitaban”104. Para la administración española no fue muy importante, inicialmente, que las
economías locales de esta provincia estuvieran desprovistas, casi que, en su mayor parte, de
moneda en metálico. Posteriormente, al percibir los efectos de la desmonetización interna en el
crecimiento de los mercados del interior, busco corregir esta distorsión estructural, fomentado el
uso de la plata, y la fundición del mineral, en las Cajas Reales, cosa que beneficio a los grandes
mineros los cuales acuñaron su mineral para conservar su valor intrínseco al momento del cambio
de Oro a Plata105. Sin embargo, el uso del oro en polvo no solo se generalizo, sino que se convirtió
en el elemento básico de cambio para muchas de las transacciones, llevadas a cabo por los
comerciantes minoritarios de la Gobernación de Popayán.
103 Ibíd. p. 120. 104 TWINAN. Op. Cit., p. 105. 105 MCFARLANE. Colombia antes de la independencia. Op. Cit., p. 287.
55
CAPITULO II
LOS COMERCIANTES MINORITARIOS EN LA GORBERNACIÓN DE POPAYÁN
DURANTE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII
La mayor parte del comercio de
productos domésticos lo hacían sin duda
una multitud de pequeños mercaderes
que vendían, sus mercancías en el
mercado de la ciudad o través de las
pequeñas tiendas minoristas conocidas
como pulperías, o simplemente en las
calles. De sus vidas no sabemos
prácticamente nada: los pequeños
comerciantes de la Nueva Granada
esperan aun a su historiador.
Anthony McFarlane.
Durante este segundo capítulo, Hablaremos sobre los comerciantes en general, algo de su génesis
y las características principales del oficio; continuaremos con los comerciantes minoritarios
revisando su formación y el rol que desempeñaron dentro del mercado interno. Se analizará el
panorama básico de los principales espacios del comercio al por menor, las tiendas. Examinaremos
el desarrollo de las tiendas de Pulpería en sus diferentes facetas, junto con su importancia en el
devenir socioeconómio local, señalando algunos casos específicos. Para finalizar, indagaremos
brevemente sobre las tiendas de tratantes, el rango de acción en la economía regional y sus
relaciones con otros sectores sociales.
2.1 Los comerciantes
Los ciclos mineros del siglo XVIII, permitieron el desarrollo de un movimiento mercantil amplio,
dentro del mercado interno colonial en la Gobernación de Popayán, lo que permitió el
fortalecimiento de un sector importante de la sociedad colonial: los comerciantes. Estos agentes
del comercio utilizaron los recursos extraídos de la minería, para fomentar: primero, la importación
de artículos de España y de otras potencias europeas, pero también se abastecieron cuando pudieron
por medio del contrabando; segundo, el fomento de empresas para la distribución en el interior de
las provincias y centros mineros, de las mercancías y otros bienes producidos localmente.
Los comerciantes se encargaron del abasto de productos a los mineros anclados en los espacios de
extracción, participando activamente en la cadena de circulación del oro, acumularon algún capital
56
y las posibilidades de inversión en empresas riesgosas pero muy rentables, lo que provocó una
constante adquisición de artículos para comerciar en los centros de distribución urbanos, en una
relación recíproca entre comercio-minería. “los comerciantes sacaron provecho del auge minero
creado por los productores de oro. (...) cualquier evolución de una estructura comercial más simple
hacia otra más especializada estaba determinada tanto por las necesidades de la minería como por
las del comercio”106.
El uso del oro en polvo permitió que las transacciones comerciales se llevasen a cabo por diversos
agentes, convirtiendo la actividad minera de alta y baja escala en un eslabón para el comercio. Los
comerciantes que se arriesgan a moverse en los territorios mineros con provisiones, de alguna
forma, sabían que serían recompensados al momento de convertir el mineral obtenido en dinero
circulante. Para el segundo ciclo minero en la Gobernación se dio un gran aumento de metálico
extraído de los depósitos en el Chocó, pero al parecer su registró en la Caja Real payanesa, no
incluyó gran parte del oro chocoano. Para el caso de la provincia de Antioquia, ocurría algo similar
frente al uso del mineral en polvo y su registro: “Posiblemente la producción de oro fue entre la
mitad y un tercio mayor que la acuñada, ya que así se evadía el impuesto del quinto (20% del
producto), el cual por la esa misma razón seria reducido progresivamente hasta un 3% en 1777.
Los mineros y comerciantes antioqueños obtenían muy buena tasa de cambio cuando utilizaban
oro en polvo y eso incentivo su utilización como medio de cambio”.107
El oro en polvo obtenido por los mineros, se utilizó para comprar mercancías de subsistencia básica
a los comerciantes que negociaban en los distritos de extracción. Este oro en muchas ocasiones,
era registrado en la casa de fundición bajo el nombre del comerciante y no del minero. Por
consiguiente, fue probable que en diversos momentos los mineros y mazamorreros no registraron
su oro, guardándolo para posteriores intercambios en los centros urbanos de distribución, donde
los precios eran más favorables y el mineral no se devaluaba. La historiografía colonial regional,
le dio un lugar muy relegado al uso del mineral en polvo en los intercambios a baja escala,
argumentando que “la abundancia del mineral no facilitó el comercio a pequeña escala debido al
alto valor que, a este, el oro se le concedía. Este hecho propició y fortaleció el trueque en los
106 TWINAM. Op. Cit., p. 95. 107 KALMANOVIZT. El PIB de la Nueva Granada en 1800: auge colonial, estancamiento republicano. Op. Cit.,
p. 32.
57
intercambios al menudeo de los productos agrícolas y manufacturados de la región”108.
Sin embargo, otros estudios referidos a la provincia de Antioquia, nos permiten comparar y
establecer que las dinámicas extractivas eran similares entre esta zona y la del Chocó, perteneciente
a la jurisdicción de la Gobernación. En esta, una producción minera a baja escala producto del
mazamorreo, estaba generando capital circulante como mineral en polvo. Por consiguiente, este
mineral estaba circulando en los centros urbanos donde habitaban los mazamorreros en los
momentos no extractivos del año. En estos espacios urbanos, el mineral en polvo extraído, se movió
bajo un nuevo y reluciente valor de cambio, recuperado por la devaluación de su poder adquisitivo
dentro del espacio extractivo. Este mineral se intercambió a los comerciantes, quienes lo
registraron en las Reales Cajas:
Las sumas que los comerciantes llevaron a la fundición no representan sus ganancias sino más bien
el valor de su comercio de importación. La demanda por sus mercados, sin embargo, dependía del
acceso de la población antioqueña al oro, ya fuera directamente como el caso de los mineros y
mazamorreros, o indirectamente a medida que las compras y los gastos de estos iban distribuyendo
sus rendimientos auríferos entre los sectores no mineros de la economía109.
Para la regulación del comercio, la corona utilizo los mecanismos de la legislación emanada desde
el consejo de Indias, por medio de las diferentes recopilaciones de las leyes que se trasmitían a los
virreinatos, gobernaciones, audiencias y cabildos, para la ejecución del control dirigido hacia los
grupos o individuos, que actuaron en la distribución de mercancías en los diferentes circuitos
mercantiles que se formaron en la Gobernación de Popayán, durante la segunda mitad del siglo
XVIII, periodo donde, se consolida como un centro comercial importante dentro de la red del
comercio andino. Los comerciantes estaban obligados a pagar impuestos tales como el de ventas,
la sisa y el 3% sobre la producción minera110. Además, si mantenían alguna tienda en un centro de
distribución, esto implicaba un tributo a la corona.
Por otro lado, quienes han realizado trabajos sobre los comerciantes y su actividad, en diferentes
regiones de América, señalan que este no es un grupo social y económicamente homogéneo, pues
el estudio de su composición ha revelado diferentes categorías, vinculadas a las funciones
económicas que cumplieron, al prestigio social y al poder comercial que mantuvieron. De esta
manera presentan una organización jerárquica definida, donde el lugar más alto estuvo ocupado
108 BARONA. Op. Cit., p. 176. 109 TWINAM. Op. Cit., p. 59. 110 Ibíd. p. 147.
58
por los comerciantes, asociados a los Consulados de comercio, quienes fueron de origen español,
relacionados con las principales casas exportadoras de España manejando grandes capitales.
Fueron desprestigiados en la estructura social colonial de castas y abolengos, por los terratenientes
y mineros, que pese a su prosperidad los señalaron como una clase inferior.
Los llamados comerciantes de la carrera, como se denominaban en los documentos coloniales, se
calificaron en primer lugar por su capital y estatus; seguidos de los mercaderes, quienes, con un
status inferior al anterior grupo, se dedicaron a redistribuir las mercancías importadas a lo largo de
las colonias, con sus propios capitales. Encargándose de un papel muy importante dentro de los
circuitos mercantiles, como agentes a escala media. Estos actores por lo general se provenían de
origen criollo, pero también participo en este tipo de tratos españoles pobres:
En general, podemos decir que el comerciante importaba y exportaba, y el mercader se limitaba a
comprar y distribuir dentro del país lo que el comerciante ofrecía. No queda ninguna duda de que los
comerciantes eran hombres prácticos, dueños en finanzas y comercio. Pero, la distinción existía
realmente, pues los comerciantes de Cartagena tenían tres cosas que les faltaban a los mercaderes:
capital, conocimientos y raza blanca. (…) Todo indica que a fines del siglo XVIII los comerciantes
formaban parte de la clase dirigente de Cartagena111.
El manejo del concepto de comerciantes requiere una clasificación particular para el caso de la
gobernación, segmentando a tres grupos diferentes de negociantes que participaron en los circuitos
mercantiles. Los primeros fueron los “comerciantes” que como dicen Anthony McFarlane y René
de la Pedraja, fueron los más importantes dentro de la rama mercantil y en su mayoría provenientes
de España, encargándose de la importación y distribución al por mayor de las mercancías, para el
caso de Antioquia Twinam, los clasifica según el tiempo registrado cuya duración era como
mínimo de 5 años y un capital alto constante112. Los segundos, fueron los mercaderes de menor
rango, que se encargaban de comprar las importaciones y vendían al por menor, manejando
capitales de montos medios; por último, estaban los comerciantes minoritarios los cuales
comerciaban a nivel regional y local dentro del mercado interno colonial, con capitales bajos.
Por otra parte, comparando estos agentes en otro espacio colonial como el Virreinato de la Plata,
vemos que se presentan grandes similitudes en la clasificación, lo que demuestra que dentro del
amplio espacio comercial colonial los intercambios se realizaron en diferentes niveles,
proporcionales a los recursos disponibles y las relaciones sociales según la casta a la que se
111 DE LA PEDRAJA, Rene. El Comercio Libre Y El Comercio Transatlántico. Siglo XXI editores.1987. p. 121. 112 TWINAM. Op. Cit., p. 114.
59
pertenece. Sobre esto Socolow señala para el caso de la provincia de Buenos Aires que:
El paso de pequeño mercader a comerciante estaba lejos de ser universal, mostrando que sólo el 13%
de los comerciantes mayoristas provenía del comercio minorista. En el mismo sentido se inscriben
los datos sobre el origen social de los comerciantes: el 37% era hijo de comerciantes, el 27% de
burócratas del gobierno y el 22% de pequeños terratenientes europeos, de lo que parece desprenderse
que, lejos de una élite abierta al talento, estamos frente a aceitados mecanismos de auto reproducción
por parte de la clase dominante, que limitaban la competencia de los sectores subalternos.113
Los comerciantes no menos preciaban los negocios al por menor, sin embargo, su función primaria
se enfocó como mayoristas en el comercio de importación. Este tipo de transacciones ultramarinas
requería el tener unos contactos en España y en otros puertos del caribe, junto con un capital que
soportara las fluctuantes empresas comerciales, llenas de improvistos y dificultades. Motivo que
mantuvo el número de los comerciantes al por mayor no muy alto. 114 El puerto de Cartagena fue
unos de los principales sitios de entrada, para los productos importados de España, vinculando a
los comerciantes de esta ciudad con el mercado interno de la Nueva Granada, lo que formo nexos
con las diferentes provincias del interior, afianzado las redes comerciales entre los nodos regionales
para poder distribuir los géneros. Esta actividad mercantil por las dificultades que presentó en el
espacio geográfico neogranadino, se desarrolla sobre una malla que vinculaba sectores tanto
comerciales, como otros no comerciales, lo que significó para los agentes mercantiles la necesidad
de tener un panorama sobre el entorno en general. “Ser comerciante requiere una serie de relaciones
con oficiales y particulares, además de constante atención a los precios y productos de una región,
y por lo tanto el comerciante de Cartagena nunca pasaba a ser comerciante en otra ciudad fuera de
la Nueva Granada”115.
Los comerciantes de Cartagena se constituyeron como los principales importadores de los bienes
europeos, tenían una ubicación estratégica en el sector más valioso del mercado colonial. Su rol
como distribuidores a los comerciantes que viajaban de las zonal regionales del interior, les
permitió ofrecer los artículos pagados en efectivo, pero una de las prácticas más provechosas para
facilitar la circulación mercantil, fue el obtenerlos a crédito.
Después de que partían las flotas, los comerciantes de las colonias organizaban la redistribución de
los bienes adquiridos en la feria, vendiéndolos al por mayor a pequeños comerciantes, o directamente
a los consumidores, en los almacenes que tenían en las principales ciudades de la colonia, como
Mompós, Honda, Popayán, Medellín, Santafé de Antioquia y Santafé de Bogotá116.
113 SOCOLOW, Susan. Los mercaderes del Buenos Aires virreinal: familia y comercio. Buenos Aires. Critica.1991.
p. 143. 114 MCFARLANE, Anthony. Comerciantes y monopolio en la Nueva Granada. El consulado de Cartagena de Indias.
En: Anuario de Historia Social y de la Cultura. No. 11. Universidad Nacional. Bogotá. 1983. p. 44. 115 DE LA PEDRAJA. El Comercio Libre Y El Comercio Transatlántico. Op. Cit., p. 120. 116 MCFARLANE. Comerciantes y monopolio en la Nueva Granada. Op. Cit., p. 44.
60
Por otra parte, los comerciantes de la Gobernación de Popayán en la segunda mitad del siglo XVIII,
beneficiados por el boom de sus distritos mineros, tenían contactos con la comunidad comercial de
Cartagena, para que enviaran los artículos al sur por el río Magdalena. Fenómeno que señalamos
en el primer capítulo como perteneciente a la red de circuitos mercantiles del tipo interregional, lo
que enlazaba al puerto en la Costa de Caribe con la Gobernación. “Los comerciantes antioqueños
intercambiaban productos con Cartagena, Santa Marta, Honda, Popayán, Quito y Santafé
Bogotá” 117 , ampliando el circuito a otros espacios del mercado interno involucrados con la
producción minera.
El asunto del crédito fue una necesidad constante para conseguir las mercancías, tanto para los
comerciantes mayoristas, como minoritarios; pues muchas veces se dependía de ventas en centros
mineros lejanos. Esto significo dificultades para los cobros y posteriores pagos a sus acreedores en
las zonas urbanas. Sobre este fenómeno muy difundido por todo el virreinato y en especial para el
caso de la provincia de Antioquia:
Al igual que los mineros que compraban la mercancía a crédito, los comerciantes se encontraban en
deuda con los vendedores mayoristas de Cartagena, Santafé de Bogotá y Popayán. Las demoras de
pago de estas oblaciones conllevan al cobro de fuertes intereses (…). Un mazamorrero podía cambiar
fácilmente de lugar de trabajo para evadir el pago o era probable que una mina de aluvión no entrara
producir en el tiempo determinado y no fuera por lo tanto posible hacer cobros, pero el comerciante
no tenía ninguna opción, seguía estando en deuda con sus proveedores y con la Corona118.
Por otro lado, fue el dominio económico propiciado por las explotaciones mineras lo que impuso
la primacía de la ciudad de Popayán, sitio de transito obligado para los mercaderes de la carrera
que se desplazaba desde Cartagena, vía honda, hacia las zonas auríferas chocoanas o hacia la
Audiencia de Quito, fenómeno que promovió el comercio beneficiando a los habitantes de la
capital de la gobernación. En el curso del siglo XVIII la primitiva elite de encomenderos y
terratenientes se vio renovada con la presencia de familias de comerciantes. Estos impusieron un
cierto dinamismo en una sociedad marcada por los rasgos señoriales de la conquista e introdujeron
patrones nuevos de sociabilidad.
En ausencia de un centro urbano de alguna magnitud, las riquezas del Chocó beneficiaron
directamente a mineros que tenían vecindad en Popayán, Cali, Cartago o Buga, junto con los
117 TWINAM. Op. Cit., p. 57. 118 Ibíd. p. 104.
61
terratenientes y comerciantes de esas ciudades119. El mercado de Popayán fue compartido por
comerciantes que operaban en Cartagena, Mompox, Honda y Santafé y la misma ciudad de
Popayán. Estos a su vez, como vimos, se segmentan en otros subgrupos dependiendo del capital
invertido y formas de venta. Su distribución culmina en los comerciantes minoritarios, encargados
de abastecer los espacios locales, siendo un eje vital en el movimiento de los circuitos mercantiles.
2.2. Los comerciantes minoritarios en la Gobernación de Popayán
Los cambios en la segunda mitad del siglo XVIII en la Nueva Granada, permitieron una expansión
de las posibilidades para la formación de prácticas mercantiles, en una sociedad no monetaria y en
construcción, pero impulsada a través de las riquezas mineras extraídas por diferentes actores.
Dentro de estos procesos existió un mercado interno local muy complejo, que permitió el
establecimiento de espacios para el intercambio directo con el consumidor a una baja escala, donde
algunos comerciantes minoritarios abastecieron a la población en general, pero principalmente, se
enfocaron en las necesidades básicas de los sectores subalternos en la gobernación.
Este comercio a baja escala, necesita de algunos elementos para su desarrollo: primero, de un
distribuidor mayoritario que le provea los artículos importados y manufacturados, una forma de
comercialización que fue muy amplia y relaciono toda una red de circuitos y comerciantes;
segundo, de las mercancías locales a través de los productores primarios, quienes le abastecieron
de algunos productos básicos en una modalidad del comercio informal. Señalamos anteriormente
que el espacio establecido para este tipo de comercio fue la Plaza Mayor, sin embargo, los
comerciantes minoritarios enlazaron el hinterland comprando directamente en el espacio rural, se
beneficiaron del “establecimiento de pasos del rio Cauca (…) por el tránsito de animales y víveres
tampoco se logró vigilar a cabalidad las actividades comerciales entre campesinos y pequeños y
medianos comerciantes, según se despende de las ordenanzas del Cabildo que anualmente dictaban
los funcionarios encargados del asunto” 120.
Dentro de la teoría del intercambio, se plantea la apertura de otros espacios para comercialización
de los géneros, los cuales están codificados por otras dinámicas alternas que completan los
119 COLMENARES, Germán. Cali, terratenientes mineros y comerciantes, siglo XVIII. Cali. Universidad del Valle
1976. p. 103-105. 120 MEJIA PRADO. Op. Cit., p. 60.
62
mercados urbanos regulados desde las legislaciones:
El aumento de los intercambios favorece el recurso a nuevos canales de circulación, más libres y más
directos. Algo que Alana Everitt llama, a falta de un término mejor, the private market, el cual no es
en verdad más que una manera de esquivar el mercado público, the open market, estrechamente
vigilado. Los agentes de este mercado privado son frecuentemente grandes mercaderes ambulantes,
entiéndase buhoneros o prestamistas. Estos llegan hasta las cocinas de las granjas a comprar por
adentrado. (…) Se da de esta forma un desbordamiento del mercado hacia los pueblos 121.
Por otra parte, el Virreinato de la Nueva Granada presentó un crecimiento económico durante la
segunda mitad del siglo XVIII, “como muestran la producción de oro, los resultados fiscales y los
diezmos de las regiones centrales, como atestigua Brundgart de la provincia de Popayán, pero al
igual en Antioquia, que también registró un auge del comercio”.122 Proceso que relaciono los
diversos agentes comerciales, con los centros mineros, pero también con los centros urbanos de
distribución, donde se utilizó el mineral extraído como moneda de cambio, fomentando las
transacciones a menor nivel, realizadas por los sectores subalternos, a los comerciantes
minoritarios. Sobre este punto comparamos lo acontecido en la provincia de Antioquia, donde:
Los sorprendentes incrementos en el volumen de importación de la lencería más barata (de 20 cargas
por año en 1740 a 360 en 1795) proporciona una notoria evidencia de que el oro encontrado en las
bateas de los mazamorreos o en las minas de canalón fue canalizado hacia el consumo por parte del
grueso de la población y no por parte de una elite123.
La Gobernación de Popayán entre los años de 1785 a 1810, presentó un cambio en la actividad
minera, permitiendo el acceso de nuevos actores sociales pertenecientes a todas las castas, quienes
transformaron la estructura tradicional de monopolio en los espacios de extracción aurífera,
controlados tradicionalmente por sectores muy reducidos de la sociedad local y regional124. Este
nuevo impulso introdujo capital circulante en forma de mineral en polvo, desarrollando una
actividad mercantil de abastecimiento realizada por los comerciantes minoritarios tanto en las
zonas de producción, como en los centros urbanos de distribución. El mineral sirvió como un
remplazo válido de la moneda en las transacciones comerciales:
La maldición de midas hizo que los pequeños comerciantes buscaran intercambiar las mercancías que
llevaban al Choco, por metal en polvo o fundido antes que por monedas. De otra parte, la fantasía
desbordada de los habitantes de estas regiones, que mezclaba la abundancia del mineral con
representaciones míticas y animistas, produjo un marcado desdén por todo aquellos que no fuera el
mineral aurífero125
121 BRAUDEL. Op. Cit., p. 26. 122 KALMANOVIZT. El PIB de la Nueva Granada. Op. Cit., p. 168. 123 TWINAM. Op. Cit., p. 118. 124 BARONA. Op. Cit., p.139. 125 Ibíd. p. 137.
63
La variabilidad de la calidad del oro producto de la platina y otros minerales género una pérdida
de poder adquisitivo en el mineral en polvo, también efectos económicos en la inflación de precios
para los productos introducidos en las fronteras mineras, lo que igualmente afecto a los
comerciantes minoristas, que dependían para su abastecimiento de los mercaderes de Buga, Cali,
Popayán y Quito, dentro del territorio y el área de influencia de la Gobernación, y de los traficantes
de Santa Fe de Bogotá, Honda, Mompox y Cartagena, para sus transacciones con los llamados
Comerciantes de Carrera126. Mineros y mazamorreros tenían acceso al oro en polvo, esto formo
una demanda, en los mercados internos de las zonas urbanas como de los distritos mineros, de
textiles, metales y algunos artículos de lujo que debían importarse a través, de circuitos mercantiles
de otras provincias.
La formación del sector de comerciantes minoritarios locales, beneficio a los grandes
comerciantes, quienes aumentaron sus intercambios y ganancias gracias al crédito, a través de sus
ventas al por mayor y al detal. “Si los minoristas no cumplían con el pago de las mercancías
recibidas en consignación, el mayorista cobraba interés por mora” 127 .También, ofreció a los
comerciantes mayoristas, la oportunidad de mover de muchas mercancías, vinculadas a amplios
circuitos repartidos por toda la gobernación, recibiendo ganancias por sus intereses. Sin embargo,
la contracción de la masa de oro, en mineral de polvo circulante, mantuvo cantidades disponibles
bajo un limitado acceso para la población en general. A pesar de esas dificultades, lo que circulo
fue suficiente para originar el desarrollo de mercados locales, en donde las ventas al por menor
vincularon muchos sectores relacionados con el abastecimiento básico, tanto proveedores, como
compradores que preferían pagar cuando tenían disponibilidad en oro, evitando así los altos
intereses que acarreaba el comprar en crédito.
Para 1773 el visitador General superintendente Mon y Velarde, examinó la situación de la
provincia de Antioquia en su centro de explotación minera, recomendado para aumentar el
comercio y controlar más el flujo de mineral extraído, pero también, para aliviar los monopolios
comerciales y sus altos intereses por las dificultades de abastecimiento; el saturar “los distritos
mineros con estos vendedores minoristas locales, (…) buscando reducir los costos de las
mercancías para los mineros”128. En el sector mercantil, los grandes importadores se convertirían
126 Ibíd. p. 121. 127 TWINAN. Op. Cit., p. 110. 128 Ibíd. p.106.
64
en proveedores mayoristas de este otro grupo de comerciantes locales, enlazando nuevos mercados
por medio de las tiendas pertenecientes a los comerciantes minoritarios.
Los comerciantes aprovecharon la función de las tiendas, para llegar a una gran masa de
consumidores, habidos de mercancías y otras prácticas sociales, que, por la dinámica comercial,
ofrecía este espacio en la sociedad colonial
2.2.1 Las tiendas minoritarias
Las tiendas en general fueron espacios comerciales de distribución básicos para el normal
desarrollo de la sociedad colonial, “la primera competencia a los mercados (aunque el intercambio
saca de ello provecho) ha sido la de las tiendas. Células restringidas, innumerables, son otro
instrumento elemental del intercambio. análogas y diferentes, porque el mercado es discontinuo
mientras que la tienda funciona casi sin interrupción”129. Surgen por la necesidad de abastecimiento
que las plazas mayores por sus dinámicas temporales no cubren en su totalidad.
Los comerciantes ofrecen sus mercancías en los almacenes de los centros mayoristas,
ocasionalmente en tiendas ubicadas en otros puntos del mercado interno, en estos locales
comerciales distribuyeron a otros comerciantes de menor capital, quienes igualmente
redistribuyeron a el sector minorista, terminando el ciclo en el consumidor final. “Los primeros en
abrir tiendas fueron los artesanos. Los verdaderos tenderos llegarían enseguida: se trata de los
intermediarios del intercambio; se deslizan entre productores y compradores, se aprestan a comprar
y a vender sin fabricar nunca con sus manos las mercancías que ofrecen”130.
Las Tiendas minoristas coloniales americanas, durante la segunda mitad del siglo XVIII, se
abastecieron con diversos géneros básicos para satisfacer las necesidades de los agentes
económicamente activos pertenecientes a todas las clases sociales. Anteriormente señalamos que
los efectos de la minería provoco una atracción de los productos hacia el oro, fenómeno que unió
diversos circuitos dentro del mercado interno, lo que diversifico las formas de adquirir los objetos
según la práctica mercantil de vender o cambiar objetos por medio de un agente intermediario: el
tendero.
129 BRAUDEL. Op. Cit., p. 38 130 Ibíd. p. 40.
65
Dentro de las tiendas encontramos:
Un verdadero bazar donde se vende de todo, desde telas y cintas de terciopelo para los trajes de los
señores de alto contorno, lienzos gallegos, holandesa, zarazas multicolores y muselinas, paños para
pantalones y casacas, mahonés y bayeta; hasta cigarros y rape, especias, vinos, aceites, loza, fierros,
cuerdas de Cataluña, papel de escribir, objetos de cuero y de tafilete, agujas, novenas, medallas,
cadenas, etc.131
Por otra parte, alrededor de la figura de la tienda minorista, se conectaron redes de sociabilidad en
la malla social muy extensas, vinculando a diversos sectores sociales, en la cotidianidad que
implico el abasto diario:
En este sentido se podría decir que la tiendas y sus dueños eran personajes comunes entre los
habitantes de la ciudad, el tendero conocía a sus clientes y estos a él, pues el intercambio era más
personal, la forma de venta y el pago en las tiendas urbanas permitió el trato cotidiano ente la clientela
y los tenderos; además la ubicación de los establecimiento ofrecía la posibilidad de tener los artículos
necesarios para hacer la comida, mantener el fuego, asear la casa, comprar lo indispensable para el
vestido; en fin, para que el público consumidor adquirirá una serie de mercancías de uso común en la
vida diaria132.
Los comerciantes engloban a todos quienes tratan, comercian o trafican mercancías y otras cosas,
incluyendo a todos los participantes de esta actividad en mayor o menor medida. Sin embargo, en
el estudio del sector mercantil minoritario, podemos distinguir dos grupos diversos de individuos
que se definen bajo las categorías de pulperos y tratantes, como aparece en la documentación del
siglo XVIII, cuando se hace referencia a estos agentes comerciales en particular. Nos enfocaremos
en especial a estos dos grupos, los cuales formaron tiendas o se dedicaron a moverse dentro de los
circuitos mercantiles de la Gobernación de Popayán.
Los pulperos se vincularon más profundamente al circuito mercantil intrarregional de la
Gobernación de Popayán, su desempeño está más ligado al comercio urbano y local de distribución.
Generalmente establecieron tiendas o un espacio para la venta de las mercaderías locales y
regionales, también productos extranjeros que llegaban a sus tiendas para ser redistribuidos entre
las gentes más pobres, los cuales muchas veces los compraban a crédito o de segunda mano.
Los tratantes se asocian a los circuitos mercantiles interregionales de larga distancia como lo es el
caso de la Real audiencia de Quito y su influencia ejercida por Guayaquil como puerto; pero
131 ORTIZ. Op. Cit., p. 105. 132 RIQUER SILVA, Jorge. La organización de las tiendas pulperas en la ciudad de México siglo XVIII. En: MIÑO
GRIJALBA, Manuel. Coord. La población de la ciudad de México en 1790. UAM. 2004. p. 281.
66
también en el caso de la Gobernación de Popayán, a los circuitos intrarregionales, por la
importancia en el virreinato Neogranadino de Cartagena, como puerto y lugar de entrada de
géneros. Estos agentes se dedicaron a comerciar productos textiles importados y de la tierra, con
alta demanda en el mercado interno de la gobernación durante el siglo XVIII. sin embargo, su
actividad comercial fue amplia relacionada con los comerciantes de carrera, pero abarcando
multiplex espacios, productos y sectores de la sociedad neogranadina.
2.2.2. Las tiendas de pulpería
Las tiendas de pulpería en los espacios urbanos de la América española, se empezaron a registrar
en la documentación durante el ocaso del siglo XVI, como un lugar para los intercambios al por
menor, donde se distribuía los géneros de uso habitual y popular, como alimentos, bebidas y
productos varios. En su evolución algunas de las pulperías comenzaron a funcionar con el comercio
de productos relacionados con el mercado interno local, conocidos como de la tierra; sin embargo,
comercializaron a baja escala productos importados, a través de los circuitos mercantiles que
enlazaban los puertos con los centros urbanos. De esta forma, concentraron gran variedad de
artículos para ofertar a los sectores subalternos sus principales compradores.
Tenderos y buhoneros llegan a los centros más ricos y a las ciudades en rápida expansión, a Lima o
a México. Sus tiendas, como las de los primeros merceros de Europa, tiene de todo, las mercancías
más mediocres y comunes, (…) pero también las mercancías de más alto precio como esclavos negros
o fabulosas piedras preciosas. Incluso en la salvaje Argentina aparece la pulpería, tienda enrejada
donde se vende de todo, sobre todo bebidas alcohólicas, y que abastece a los convoyes de arrieros y
de carreteros133.
En la mentalidad de la nobleza administrativa española del siglo XVIII, el control de los trámites
correspondientes a la manutención de sus vasallos americanos, resultaba una labor difícil y
engorrosa, dado el vasto territorio americano y su geografía montañosa con varios climas, que
limitaba la acción de los oficiales reales. Esto sumado a una reticencia general de los pobladores
frente a los cobros y regulaciones, más con lo referido al abasto local, el cual por su dinámica
comercial ofrecía espacios para la libre acción. Por estos motivos el gobierno Borbón, consideró
la posible utilidad que ofrecían las pulperías para la regulación mercantil: “Conveniente al abasto
común es el de las pulperías, porque con los aranceles y visitas que han de guardarse, moderaran
los fraudes y privadas utilidades con que cada uno puede arbitrar en el precio de los
mantenimientos”134.
133 BRAUDEL. Op. Cit., p. 87. 134 A.C.C. Civil. Sig. 5440.
67
La clasificación de las tiendas mestizas o pulperías es amplia, se ordenaron desde la Corona, según
su oferta de productos, la forma de venta al menudeo y por las cantidades más mínimas del
mercado. También, según el capital invertido y los sujetos que la abastecían. Comparando con el
Virreinato de Nueva España donde, “Las tiendas de pulperías se denominaban así por varios
factores, uno era por el tipo de mercaderías que vendían, otro por el volumen de venta de las
mercancías y, un tercero, por la forma de venta. La variedad de mercaderías expendidas en las
tiendas de pulperías, era tan amplia que resulta difícil establecer una tipología”135.
El grupo de comerciantes minoritarios, conocido como los pulperos, estuvo conformado por una
serie de individuos que se dedicaron al comercio y distribución de diversos géneros al por menor
introducidos en el mercado interno de la Gobernación de Popayán, enfocados a los espacios
urbanos y de abastecimiento como las ciudades, villas y puertos, en muchos casos pertenecieron a
los grupos categorizados como los libres de todas las castas. Su ubicación dentro de la estructura
de distribución de mercancías, fue después de sus proveedores inmediatos, los mercaderes.
Recordemos que, para el caso del puerto de Cartagena el establecimiento de comerciantes
españoles “no fue bien recibido por los hacendados, quienes apenas distinguían a los comerciantes
de los mercaderes y a veces hasta los confundían con los pulperos. El comerciante español tenía
mucho cuidado en distinguirse de los mercaderes, estas dos clases estaban en trato continuo y hasta
hubo ocasiones en que los mismos comerciantes quedaron encargados de las pulperías como
albaceas” 136 .La función primordial de las tiendas de pulperías fue: primero, las ventas
complementarias en el comercio urbano, alterno a la Plaza Mayor; segundo, el abastecer con
suministros básicos para la subsistencia consumidor primario, en las zonas barriales o los caseríos
de las villas. Tercero, la redistribución de bienes introducidos por los comerciantes mayoristas,
quienes se relacionaron con los pulperos y le dieron a crédito o por trueque, algunos excedentes
para que circularan directamente al público consumidor137.
Como otro mecanismo de adquisición, los pulperos establecían un trato con el comerciante
mayorista, quien entregaba al pulpero los productos que estaban bajo su control otorgándole un
crédito con unos plazos e intereses fijos; ejerciendo una influencia en el mercado minoritario:
135 RIQUER. Op. Cit., p. 285. 136 DE LA PEDRAJA TOMAN. Op. Cit., p. 121. 137 RIQUER. Op. Cit., p. 289.
68
Esta relaciones permitieron que los mercaderes con mayor capacidad y recursos tuvieran cierto
control sobre el comercio menudo que realizan los pulperos de la ciudad, pues aunque parece que los
comerciantes mayoristas no incursionaron directamente en este tipo de tiendas, si ejerció un dominio
sobre ellas por medio del abasto y el crédito, por otra parte, la relación comercial entre los dos tipos
de comerciantes aseguraba a los mayoritarios la circulación en la ciudad de los artículos que
monopolizaban138.
El comerciante minoritario también abastecía su pulpería, adquiriendo mercancías por trueque o al
contado, a los productores rurales locales que poseían algún “excedente para llevar al mercado
local o vendelo a comerciantes que realizan sus ventas en otras jurisdicciones, en especial el Chocó
que los trasportaban en las rutas y caminos que entraban a las ciudades”139. Los vendedores
ambulantes o regatones ofrecían algunos objetos de primera y segunda mano, al intercambio, lo
que permitió al pulpero, contar “con todos aquellos productos de pulpería, pero, además, con otros
artículos necesarios para el alimento, vestido y uso doméstico, los cuales elaboraban los
productores y salían del control monopólico de los comerciantes mayoristas”140
El 17 de octubre 1777 el señor Becaria gobernador de Popayán, con el fin de controlar la
distribución local del abasto bajo las normas de las leyes indianas, emanó una disposición que,
prohibió monopolizar y revender víveres fuera de la Plaza Mayor, el espacio oficial de intercambio
primario, donde deben llegar los productores para redistribuir a los demás vendedores y a los
consumidores. Es recibida en Cali y ejecutada el 15 de diciembre a través del teniente Humaña
encargado por el Virrey de la Real hacienda. En la anterior:
Se impedía a los pulperos salir a los caminos a comprar barato y traer a revender caro los víveres a la
ciudad, y se prohíben las ventas fuera de la plaza mayor; se rondarán las pulperías y si se había
comprado para ellas fuera de la plaza, aunque haya sido en la calle, se apresara al comprador y los
efectos por el adquiridos se les darán a los pobres. Las rondas las practicara el fiel ejecutor y los
alcaldes de barrio, quienes celaran cuidadosamente la plaza y las secciones de la ciudad el viernes de
mañana141.
Este documento nos muestra otro lado de la vida del pulpero: como eje entre el hinterland y la
ciudad, pues existe una demanda y una oferta de productos, no satisfecha por los comercios
normales y legales, que genera ganancias extras, pues estos artículos no se registraban en los pagos
de las alcabalas, lo que principalmente preocupaba a los funcionarios reales. Por otra parte, este
fenómeno es una clara muestra de las múltiples relaciones que se crearon en las pulperías, con los
otros sectores sociales. Comparándolo con el Virreinato de la Plata encontramos que también, “las
138 Ibíd. p. 293. 139 MEJIA PRADO. Op. Cit., p. 140 RIQUER. Op. Cit., p. 292. 141 A.H.C. Cabildo. Tomo 24. Fol. 8.
69
pulperías ejercieron un papel fundamental en la mercantilización, de la vida urbana y rural”142. El
pulpero enlazo los circuitos mercantiles directamente con los productores, que ofrecían una amplia
variedad de productos bajo un sub-mercado enfocados para la vida cotidiana, utilizándolos para
abastecerse y posteriormente abastecer a los pobladores cercanos a su tienda.
La vida económica y social colonial en la Gobernación, estaba muy influenciada por la racionalidad
económica generada en las haciendas de cereales. En ellas el producto agrario producido por una
masa de trabajadores, genero algunos excedentes para sus propietarios, que, por su vinculación a
la dinámica de comercialización más urbana, lograron salir del eje del principal circuito mercantil
dado entre la Hacienda y la Mina. Los propietarios de las haciendas cerealeras, a su vez propietarios
de cuadrillas y de minas en las fronteras económicas de la gobernación, “establecieron pulperías
desde las cuales cooptar a los miembros de los otros sectores sociales y estamentos, por medio del
endeude, de la prestación de favores, y constituir sus redes de poder frente a sus competidores
situados en la misma jerarquía social”143. Muchos de los terratenientes propietarios de las haciendas
de cereales, se movieron directamente en el mercado interno, sobre su base urbana y local, para
distribuir sus excedentes y participar en el micro intercambio abrieron tiendas de pulpería, con esto
cohesionaban mano de obra escasa a través del crédito a los sectores subalternos, los principales
consumidores de estos espacios mercantiles.
Las tiendas de pulpería en la Gobernación para la segunda mitad del siglo XVIII, fueron un punto
clave en las redes de distribución local de productos importados y de la tierra, involucrando a
diversos sectores de la sociedad y permitiendo que el comercio a baja escala, se desarrollara por
medio de las prácticas de intercambio asociadas a este tipo de tiendas al menudeo. Fenómeno que
favoreció a los hacenderos y terratenientes, pero también, beneficio y unió a los pequeños
productores del hinterland con los mercados internos urbanos. A través de estos espacios de
intercambio se favorecieron los consumidores primarios que, sin estas tiendas, no podrían tener un
abastecimiento continuo y estable. Situación presentada en la provincia de Antioquia donde:
En 1781 Medellín alcanzaba una población de casi diez y seis mil habitantes, y, sin embargo, la Villa no tenía
ni una sola pulpería (tienda miscelánea). Por consiguiente, los medellinenses que tenían alguna porción
excedente de frutas, vegetales, huevos, pollos, deambulaban por la Villa buscando con quien intercambiar sus
productos, pues la ausencia de moneda de baja denominación reducía estas transacciones al mero trueque.144
142 MAYO, Carlos. Pulperos y Pulperías urbanas 1770-1820. Buenos Aires. Fondo de cultura economica.1998. p. 10. 143 BARONA. Op. Cit., p. 166. 144 TWINAM. Op. Cit., p. 103.
70
Para remediar esta situación, el visitador Mon y Velarde ordeno una introducción de las monedas
de plata, para que, fueran en aceptadas y circuladas como moneda legal en todas las transacciones.
También, para fomentar el comercio local estableció pulperías en las poblaciones de la provincia
y ordeno a los cabildos designar oficialmente un día para el mercado, como es lo regular en otros
espacios urbanos, en donde los residentes pudieran vender sus productos145.
El establecimiento de tiendas de pulperías en el Virreinato de la Nueva Granada, a pesar de su bajo
número, logro convertirse en un espacio con considerable importancia y difusión. Para el caso de
“Santafé el volumen de transacciones comerciales no es muy amplio, el ramo de pulperías en la
ciudad por el año de 1786 sumaba 570 pesos y con bastante dificultad”146. En las zonas portuarias,
también se establecieron este tipo de tiendas, ejes básicos de la economía local.
2.2.2.1. Las pulperías en la Gobernación de Popayán.
La tienda de pulpería en la Gobernación de Popayán, se ubicó dentro de los límites urbanos como
un espacio para el abasto al interior de la ciudad. Según los padrones registrados en los años de
1789 a 1792, las tiendas están dispersas en la zona urbana por los diferentes barrios, lo que permitió
abarcar un número considerable de posibles clientes. Comparando con caso del espacio
Novohispano, “los reglamentos fueron observados por los tenderos y el padrón de tiendas de 1781
cumplió en la mayoría de los casos con la ubicación de las pulperías en las esquinas de las calles,
lo que permitía tener un mejor control de los comerciantes y ofrecer una oferta más amplia a los
consumidores” 147. Sin embargo, las tiendas se ubicaron en diversos lugares, como en la mitad de
la cuadra, en medio de las casas o en las mismas casas.
Algunas de las tiendas de pulperías, tenían al interior del espacio otros niveles de habitación,
compuestos por cuartos donde se ubicó la cocina y los dormitorios; otras solamente contaban con
el local de un mediano o poco tamaño. Los pulperos en ocasiones habitaron en lugares cercanos a
su tienda, pero habitualmente, vivieron al interior de las tiendas que alquilaron para realizar sus
actividades comerciales, “los que vivían dentro de las pulperías era porque rentaban los locales con
varios cuartos y cocina; o bien, la pobreza de los tenderos los obligo a habitar dentro de la trastienda
145 Ibíd. p. 105. 146 ORTIZ. Op. Cit., p. 111. 147 RIQUER. Op. Cit., p. 307.
71
y conformase con un pequeño fogón, caso que pienso era muy común, por la inversión en
mercancías que tenían en sus tiendas”148.
Un documento de la Gobernación en el ocaso del siglo XVIII, expedido por un Oficial Real, reveló
una dura realidad social, para los comerciantes minoritarios que alquilaron y abrieron venta de
productos de pulpería con poco capital, algo muy común en este oficio:
Esto lo motiva la pobreza y miseria, de las gentes que viéndose oprimidas con sus mismas
infelicidades, y careciendo de habitación solicitan una tienda donde alojarse, y esta vestirla de unos
efectos comestibles de muy poca entidad, para sufragar al arrendamiento que cobran los dueños, por
este mismo echo y el de expender estos efectos, ya se llaman tiendas de pulpería, y no se abren sin
las licencias respectivas. Pero si se atiende al fondo con que dan principio estas, o no debían
franqueárseles las licencias, ni permitírseles tienda pública149.
La inversión para abrir una tienda de pulpería era muy variable, según lo establecido por el gremio
de pulperos de la ciudad de México, no había una cantidad fija “a pesar de que el reglamento de
1810 estipulaba que se debía de invertir cuando menos 1000 pesos en mercaderías” 150 . Sin
embargo, el monto de base o capital para formar las tiendas de pulperías y el tiempo de duración,
para el caso de la ciudad de Popayán, fue muy bajo, dadas las condiciones materiales de las
personas que realizaban esta labor:
En conocimiento de que poca entidad, sean la mayor parte de las tiendas de esta ciudad, de que
abundan demasiado, ni puede tener otro efecto, pues hay pulperías que se fomentan con el corto
principio de dos pesos, y las más aventajadas con doce o veinte y cinco pesos. A esto es consiguiente
que consumiendo sus propias familias los efectos de este valor se ven en la precisión de desamparar
esta clase de granjería a muy poco tiempo de su establecimiento151.
Los pulperos formaron redes de parentesco y permeancia en su entorno inmediato, para abastecer
a sus clientes, quienes en ocasiones contaron con pocos recursos económicos. Ambos actores
sociales pertenecieron a tipos sociales de bajo nivel, motivo por el cual, las formas de integración
se dieron en los lugares de residencia. “El sentido de pertenencia lo obtenía al casarse o establecer
otro tipo de relación de parentesco con las personas que vivan dentro de la misma calle o barrio.
Así, lograban establecer los lazos de parentesco que se convertían en lazos de solidaridad, que
permitieran mantenerse como familias de comerciantes dentro de la ciudad”152.
148 Ibíd. p. 310. 149 ACC. Cabildo, 6929 fol. 3 150 RIQUER. Op. Cit., p. 286. 151 ACC. Cabildo, 6929 fol. 3 152 RIQUER. Op. Cit., p. 304
72
Por otro lado, dentro de las tiendas de pulpería la forma de venta de los artículos se dio mediante
diversos mecanismos: primero, el intercambio por moneda o mineral en polvo, el nivel de estas
transacciones es posible que fuera de baja cantidad y de bajo monto; segundo, el trueque de unos
géneros por otros, cosa muy común en la economía neogranadina; tercero, el crédito fue una
práctica común tanto para los pulperos, quienes contrajeron deudas con los otros comerciantes para
abastecerse; como para los consumidores, quienes solicitaban algunos productos de consumo
básico a crédito, en ocasiones a término indefinido.
Para el caso del virreinato de la Nueva España, los pulperos ante la necesidad de circulante
utilizaron como elemento de intercambio algunos remplazos para las monedas, lo que permitió
realizar las transacciones a baja escala, ante las escasas piezas de cambio de baja denominación,
motivo que impulso la creación desde cada tienda de los:
Los tlacos y pilones que, eran una especie de monedas fraccionarias hechas por los pulperos para
solucionar el problema de la escasez de circulante y realizar ventas al menudeo, esta moneda
fraccionara se fabricaba de varios materiales, como cuero, madera, loza, metal, y cada moneda tenía
un sello característico de la pulpería que lo expedía, con lo cual se identificaba y limitaba su
circulación153.
La otra práctica, muy común y aceptada, fue el intercambio de mercancías asegurándolas por medio
del empeño de artículos. Los compradores empeñaban alguna prenda con el pulpero a cambio de
los géneros solicitados, que el cliente podía volver recuperar si cancelaba el total del valor del
objeto con los intereses en un plazo de tiempo establecido. En México se aceptó la compra del
objeto, regulada por el gremio de pulperos, donde “se obligaba a entregar hasta cuatro reales en
plata al marcharte, en caso de urgencia y de acuerdo con el criterio del tendero”154.
En la Gobernación de Popayán, encontramos un documento referido al caso de Pastora Molineros,
comerciante minoritaria propietaria de una tienda de pulpería, que, en el levantamiento del
inventario, registró una cantidad variada de mercancía empeñadas155.Por ende, la práctica del
empeño por otros artículos fue muy normal, permitiendo un intercambio mercantil, abriendo
espacios para el consumo mediante este tipo de crédito, que vinculaba gran variedad de géneros y
actores sociales. Hecho que benefició a los pulperos, quienes entregaron en muchos casos otros
objetos de menor valor y pocas veces dinero a los clientes que tenían la necesidad de recurrir a este
153 Ibíd. Op. Cit., p. 289. 154 Ibíd. Op. Cit., p. 290. 155 Ver anexos. Tabla No. 3.
73
mecanismo de adquisición; con esto aumentaron sus posibilidades de abastecerse con otros géneros
de más valor, incrementando sus activos y movilizando las mercancías anteriormente obtenidas
dentro del basto mercado interno colonial.
Otra ventaja de esta práctica para los pulperos, fue la variabilidad de las condiciones del empeño,
donde el deudor debía pagar todo el monto del crédito en dinero o quizás con otro objeto de más
valor que solventara el empeño, para volver a recuperar sus pertenencias. Para el caso de Pastora
Molineros en la ciudad de Popayán, como están liquidando la pulpería por la defunción de la
susodicha, los artículos empeñados quedaron en control de los herederos, quienes acordaron que
devolver los “Bienes que están por prendas, los que se entregaran a sus dueños pagando lo que
sobre ellas debieren, lo que se hace cargo Francisco Antonio Molineros, unos de los herederos,
ofreciendo entregarlas por el desempeño (…) recogido en dinero el valor de ellas, se hará la
respectiva partida buenamente, como se ha comprometido”.156
Grafico No.3.
Elaborado por el autor. Fuente: A.C.C. Fondo Judicial. Sig. 11118.
En la gráfica vemos que, en primer lugar, se encuentran los géneros clasificados como usados en
todas las categorías; en segundo lugar, los clasificados como viejos; en tercer lugar, los nuevos en
el inventario de la pulpera Pastora Molineros. Del total de 52 objetos empeñados, 24 pertenecieron
a los denominados artículos, estos incluyeron una diversidad de cosas, que iban desde una
156 A.C.C. Judicial. Sig. 11118. Fol. 4.
TEXTIL DE CASTILLA TEXTIL DE LA TIERRA ARTICULOS
NUEVO 3 2 0
USADO 6 8 22
VIEJO 2 4 2
0
5
10
15
20
25
Generos empeñados en la pulperíade Pastora Molineros
NUEVO USADO VIEJO
74
Gargantilla de corales con tres cunetas de oro y sus ignitas negras, hasta un Colmillito de Caimán.
Pero los géneros que predominaron en los artículos fueron los rosarios en sus diferentes formas,
parece que este objeto religioso, por su facilidad de uso y variedad de valor fue muy aceptado para
este tipo de tratos. Otra categoría que tuvo un alto uso para el empeño, fue los textiles de la tierra
que sumaron 15 en total, mencionamos que estos venían del circuito intrarregional de Quito, pero
también del circuito interregional de Honda, Socorro. Encontramos cosas como ponchos, capas,
camisas, calzones, tela para confeccionar, etc. Por último, se ubicaron los textiles importados de
Castilla con 13 prendas, incluyendo sombreros, paños, pañuelos, servilletas, etc.
Los géneros habituales de oferta en las tiendas de pulpería, se mencionan en la documentación
consultada en los diferentes archivos coloniales para el siglo XVIII, se encontró que para la
complementar el mercado interno local, en las llamadas pulperías se expendía al público toda clase
de comestibles y géneros. Un bando de buen gobierno de carácter regulativo para la ciudad de
Santiago de Cali, menciona algunos géneros como “pan, bizcochuelos, velas, y otros ministerios y
de géneros comestibles vino y aguardiente y velas”157. Una Real Cedula también señala algunos
de los artículos que se vendían en las pulperías: “debiéndose comprehender en dicha composición,
todas aquellas tiendas en que se venden géneros comestibles como son especerías, vino, aceite,
vinagre, sal, azúcar y jabón, por menudeo de reales, aunque tengan ropas de castilla, y de la tierra,
por deberse reputar por mestizas dicha tiendas”158.
También se vendía en las pulperías maíz, plátanos, gordana y carne salada tasajo. Junto con “los
productos transables dentro de la economía, que eran el tabaco, el ganado, las mieles y la panela,
las alpargatas y las ropas de la tierra, conservas, miel, metales, artículos de buhonería, etc.” 159. La
sal fue un producto de mucha importancia para el abasto colonial, en ocasiones fluctuó su precio a
favor de los pulperos por escases, motivo que obligó a regularlo con control a los valores mínimos
para que “no suba su precio del supremo, que lo es a tres patacones la arroba, en que su Alteza,
declaro no deber los géneros comestibles, venderse, aunque estén muy escasos, por más del dicho
supremo precio, pues tengo noticia está vendiendo a cuatro pesos la arroba de sal”160.
157 A.H.C. Cabildo. Tomo. 11. Fol. 154. 158 A.C.C. Civil. Sig. 5440. fol. 34. 159 KALMANOVITZ. Salomón. El PIB de la Nueva Granada en 1800. Op. Cit., p. 163. 160 BARONA. Op. Cit., p. 211.
75
Los cabildos con sus Oficiales Reales, regulaban las actividades económicas de la ciudad colonial,
realizaba su vigilancia sobre los abastos, estableciendo algunos de los precios, cantidades, pesos y
medidas, con que se vendían los diferentes productos o artículos en las tiendas. El fiel ejecutor
intervenía en todo lo relacionado con la policía de abasto de la ciudad, debía además hacer tres
visitas a las tiendas y pulperías y vigilar porque el pan y demás comestibles, tuvieran el precio y
peso correspondiente, haciendo castigar a todos aquellos que no cumplieran con estas medidas.
Esto se ejecutaba conforme a lo estipulado por los repartimientos y aranceles, que regulaban
algunos de los precios de acuerdo al criterio de los cabildos. Así mismo, encontramos a don
Francisco Salazar Procurador y miembro del Cabildo de Popayán en 1742, dando “providencia
para que así la sal como el pan y demás géneros, se vendan con peso, tasa y medida, poniéndole al
todo precio regular y moderado”161. Los patrones de medida utilizados en España en el siglo XVIII,
fueron la medida Toledana y la vara Castellana según la Real Recopilación de leyes de Indias. La
práctica de usar pesos y medidas españolas, surge como mecanismo de control para la venta de los
productos y como dispositivo para establecer precios.
En el año de 1701 los pulperos de la ciudad de Cali estaban vendiendo las velas con menos peso
de lo establecido en el arancel, razón por la cual el Procurador General de la ciudad Nicolás
Caicedo Hinestroza, pidió al cabildo que hiciera una “visita de las pulperías, con el fin de reconocer
si las varas, pesas y medidas tenían algún exceso, y en caso de que así fuese hacerlo enmendar y
castigar a los culpables”162. Los precios a los cuales deberán venderse algunos comestibles y demás
artículos en las pulperías fueron establecidos en 1706, por Ignacio de Piedrahita y Saavedra, Fiel
Ejecutor de la ciudad quien: “Ordena y manda que, todas las personas que vendieran géneros
comestibles y otros de pulpería sean obligados a dar cuatro velas en libra por un real, una libra de
jabón un real, una libra de gordana un real y tres libras de carne salada por un real”163.
Los pulperos que no vendieran sus productos a los precios establecidos por el fiel ejecutor, serán
castigados con una multa de 25 patacones y si incurrieran de nuevo en la falta se les multara con
50 patacones. En el año 1762 el cabildo de Cali ordenó a los pulperos que las velas que se vendieran
deberán pesar cada una dos onzas y media. Las personas que a los ocho días después de publicado
este auto continuaban vendiendo velas con un peso menor al establecido, se les quitaran para
161 Ibíd. p. 211. 162 A.H.C. Fondo Cabildo. Tomo 11. Fol. 155. 163 A.H.C. Fondo Cabildo. Tomo 11. Fol. 305.
76
repartirlas entre los pobres y las personas que hacían y vendían las velas serian multadas con cuatro
patacones y el doble la segunda vez que incurrieran en esos actos164.
El cabildo también reguló el funcionamiento de las tiendas en general, según lo estipulado por la
recopilación indiana y los tipos documentales emanados con carácter restrictivo y normativo por
el Rey, el Virrey o los otros funcionarios reales con altos cargos. Por consiguiente, para poder
establecer una tienda de pulpería se debía solicitar una licencia de funcionamiento al cabildo y
pagar un impuesto anual, que ingresaba a la Real Hacienda al ramo llamado: Composición de
Pulperías. Tenemos una Real Cedula con carácter normativo de 1746 emanada en Soto de Roma,
a fin de regular la composición de las pulperías y su pago, pues este ramo se encuentra muy
deteriorado por el descuido de los oficiales reales, cosa que es una gran falta según la normativa,
permitiéndonos observar, que desde la corona se tenía una intención de control sobre los
comerciantes minoritarios:
El Rey = Por cuanto siendo uno de los ramos de mi Real Hacienda que en las indias, el de la
contribución que por vía de composición de debe faser de las pulperías y hallándose esta muy
deteriorado, a causa de que en muchas partes de esta los ministros reales ha precedido con suma
negligencia, dexando de cobrar de las pulperías lo que por esta razón debería contribuir a mi real
hacienda por vía de composición en cada un año, desde treinta a cuarenta pesos en que ha sido
gravado y considerablemente perjudicial yrespeto165.
Dentro del documento encontramos más información acerca de la manera de censar y contabilizar
el número de negocios, a través de la creación del Padrón de registro de pulperías: “Los referidos
Oficiales Reales formen padrones, auténticos de las pulperías que hubiere en cada lugar, con
expresión de las cantidades que por vía de composición debiere contribuir cada uno” 166. El Virrey
Sebastián de Eslava, envió una carta para el cobro y registro a las pulperías, por el moderado
ingreso que tenía la Real Hacienda, de la Real Caja de la Gobernación de Popayán, sobre este pago
regulado por la ley indiana, “No se observa la puntual recaudación del derecho de Composición
que deben pagar las pulperías. Paso recordar a vuestras mercedes, el especial cuidado con que han
de proceder en el manejo de este ramo, procurando su mayor aumento en conformidad de lo
mandado por la ley 12 tít. 8 libro 4 de la recopilación de indias”.167
Un Bando de Buen Gobierno del tipo normativo, emanado por los alcaldes ordinarios de la ciudad
de Popayán, por mano de Miguel de la Torre escribano del cabildo, promulgo un plazo para que
164 A.H.C. Cabildo. Tomo 23. Fol. 43. 165 A.H.C. Fondo Cabildo. Tomo 14. Fol. 21. 166 A.H.C. Fondo Cabildo. Tomo 14. Fol. 21. 167 A.C.C. Civil. Sig. 5440. Fol. 28.
77
los sujetos que ejercen este paguen la cuota de composición regulada por la ley, esto anteriormente
se había dictado pero las condiciones de ejecución no permitieron una efectiva recaudación, motivo
por el cual se trata de comunicar a los ciudadanos por medio de pregones:
Para que todas las personas de cualquier calidad o condición que sean que tuvieren pulperías en esta
ciudad o ventas fuera de ella ocurran a esta real contaduría, dentro de termino de ocho días a hacer
manifestación de ellas y obligación de pagar a su majestad de los treinta a quarenta pesos, que
previene por su real decreto y que los que no quisieren entrar en Composición, cierren las dichas
pulperías sin poder vender en ellas cosa alguna pena de quarenta patacones aplicado para gastos de
la presente guerra” (…) para que venga a notica de todos, mandaron se publique a son de caxas de
guerra, por las calles públicas de esta ciudad y plaza maior de ella168.
El 31 de octubre de 1780, el Señor superintendente general de la real hacienda Don Juan Francisco
de Gutiérrez de Piñeres, envió una Superior Orden para que se aplicaran la ley 12 titulo 8, libro 4
de la recopilación de leyes de indias. En todas las provincias del Virreinato, señalando en cada
lugar la pulpería o pulperías que fueren necesarias para el abasto, las cuales deberán pagar el
derecho de composición de acuerdo a las ventas que hicieran, derecho que debería pagarse aparte
del de alcabala por ser dos impuestos diferentes. Añadía Gutiérrez de Piñeres, que para asegurar el
cumplimiento de las ordenas anteriores ninguna persona podía vender efectos para el abasto fuera
de las pulperías o sitios públicos pues en caso contrario se les decomisaría los que estuvieren
vendiendo169.
En la siguiente gráfica, se muestra el panorama de las tiendas de pulperías que pagaron el impuesto
de composición, clasificadas por barrio, cantidad y año, en la ciudad de Popayán durante el periodo
que comprende el quinterno de 1788 a 1792, momento donde las reformas borbónicas ejercieron
un mayor control sobre los comerciantes minoritarios, motivo por el cual se logró encontrar estos
escasos registros, correspondientes al “Ramo de Pulperías” para el final del siglo XVIII, que nos
proporcionaron información factible de seriar. Podemos ver, que los barrios con mayor
concentración de pulpería, fueron San Agustín y el Empedrado, seguidos de la calle del Colegio,
San Francisco y la calle de la Catedral abajo; hubo un leve pero significativo número en el Callejón
y la calle de la Contaduría hacia el Carmen. También, se dio levemente en zonas aledañas las
capillas como los barrios de San Camilo, la calle de Santo Domingo y Altozano. El panorama de
distribución “al por menor” en Popayán sumo en total por todos los años 345 pulperías, registrando
la mayor cantidad en el año de 1788 con 74 tiendas, seguido del año 1792 con 73 tiendas; se observa
que decayó en el año de 1791 con 62 tiendas; fue constante en los años de 1789 y 1790 con 68.
168A.C.C. Civil. Sig. 5440. 169ARBOLEDA. Op. Cit., p. 327.
78
Esto nos demuestra que las pulperías tenían un lugar de relativa importancia en la economía
colonial urbana.
Grafico No. 4.
Elaborado por el autor. Fuente: A.C.C. Fondo Civil. sig. 6070, 7353, 6179.
Para la Corona era muy útil el establecimiento de las pulperías, pues a pesar de la dificultad que,
existía para una efectiva recaudación del impuesto en las provincias de la Gobernación, se podía
regular mejor el abasto en este tipo de tienda que otros tipos ventas minoritarias, no reguladas y
por lo tanto prohibidas, por lo cual desde Santafé se manda:
Que se no habrán pulperías sin preceder su asiento y composición, y que los efectos de ellas no se
vendan de otro modo privado, así porque las que estuvieren, con el requisito de composición han de
ser privilegiadas (…) por conducir al bien público la observancia de los aranceles, pesos y medidas,
con que en las pulperías compuestas se benefician los efectos de su expendio (…) A su común
establecimiento en las ciudades y lugares de essa gobernación, pues en todas debe haber ciertas y
determinadas pulperías al respecto de sus vecindarios170.
170 A.C.C. Civil. Sig. 5440. Fol. 43.
CallejonCallesanto
domingo
Contaduria al
CarmenAltozano
SanFrancisco
SanCamilo
Calle delColegio
Catedralabajo
SanAgustin
ElEmpedra
do
1788 7 5 3 0 9 3 8 7 26 6
1789 8 0 5 3 3 2 10 9 19 9
1790 4 5 3 2 10 5 6 8 16 9
1791 3 3 4 3 5 2 6 5 10 21
1792 3 3 4 3 7 2 6 5 22 18
0
5
10
15
20
25
30
BA
RR
IO
C
AN
TID
AD
DE
TIEN
DA
S
Composición de Pulperías en la ciudad de Popayán1788-1792
1788
1789
1790
1791
1792
79
El control local fue muy dificultoso por la facilidad de venta en las casas de los géneros de pulpería,
algunos Oficiales Reales sugirieron que se debía cambiar la regulación y ajustarla a las condiciones
de la Gobernación, adjudicando un permiso de venta en lugar del arrendamiento o composición
con su cuota fija, lo que ofrecía más facilidades de pago para los contribuyentes pues el impuesto
era alto en relación a los montos de capital con que se formaron este tipo de negocios. Un tipo
documental como una superior orden exhorto a los funcionarios reales, para que aplicaran el
llamado “Repartimiento” también a estas tiendas, ante la falta de cobro de este derecho: “la
reduzcan a repartimiento o encabezamiento entre aquellas casas y vecinos que vendieren los
mismos géneros que se pudieran vender en pulperías; de suerte que cada uno pague en los tercios
del año lo que corresponde a este derecho sin excepción de personas, pues se sujetan a él,
convirtiendo sus casas y tiendas en pulperías”171.
Según la reglamentación del siglo XVIII, en la Recopilación de Indias el pago de la composición
de pulpería es de 30 a 40 pesos por año y por tienda, pero en vista de las condiciones
socioeconómicas estos comerciantes minoritarios, sumado a la forma como se organizó el
establecimiento de las tiendas con poco capital (en la mayoría de casos), se dificulto el ingreso de
este rubro. Motivo por el cual un Oficial Real de la Gobernación pidió al Virrey reducir el cobro
de este impuesto, teniendo en cuenta las cantidades tan mínimas dadas en la recolección y el gran
trabajo que exige:
No dudo que le condenaría la piedad de Vuestra Excelencia, al considerar que estas gentes quedarían
abandonadas a los estragos de una suma pobreza, y que tocaría en perjuicio del público. Ni equivalen
sus productos a lo laborioso de la recaudación de tan cortas cantidades, ni ofrece aumentos a la renta,
como lo manifiesta el valor total de este ramo en el año próximo pasado que ascendió a ciento setenta
y un pesos, tres y un real, con inclusión de las tiendas más pingues, que son las que sufragan, y en el
presente año hasta esta fecha, monta ciento cincuenta y un patacones siete y quartillos reales172.
Para finalizar el Oficial Real, con base en lo anteriormente enunciado, pide que para el bien llevar
de este cobro, se reduzca el derecho a una cuota fija accesible a los pulperos, siendo este el único
modo para resolver el asunto y garantizar alguna recaudación, ya que de otra forma la resistencia
de los pobladores ante estos impuestos, que por sus altas sumas provocaba una alta evasión, haría
imposible algún rubro constante : “Más adecuados a las circunstancias expuestas y si lo considerare
vuestra excelencia, que se arregle el cobro de los derechos hasta una cantidad fija, la cual pueda
171 A.C.C. Civil. Sig. 5440. Fol. 44. 172 A.C.C. Cabildo. Sig. 6929. Fol. 3.
80
sufragar en las tiendas la contribución debida, pues de lo contrario solo es aventurar el pago de esta
clase de adeudo y proporcionalmente sería muy gravosa la exacción en esta, particularmente por
el ramo de pulperías”173.
Un documento del siglo XVIII, nos ilustra lo ocurrido con las composiciones durante el virreinato
de Sebastián de Eslava en la Gobernación de Popayán, donde las cantidades del impuesto de
composición para las tiendas de pulpería fue muy poco en proporción a la extensión del territorio:
En la Relación que remitieron vuestra mercedes, con carta del 11 Septiembre de año pasado de 1744,
viene comprendido el estado en que se hallaba la cobranza del derecho de composición de pulperías,
reduciéndose a solas tres las compuestas en essa ciudad, a razón de treinta pesos al año las dos, y la
una por veinte y cinco; sin que en las demás ciudades del distrito de essa caxas, y su gobernación se
hubiesse todavía practicado la recaudación de este derecho tan legítimamente introducido por las real
disposiciones de que hize en 1743174.
En Popayán, el 20 de noviembre de 1746, se dictó un Bando restrictivo por parte del gobernador
Calatrava, sobre una carta mandada por el Virrey Eslava, recordando que no se ha cumplido lo
dictado frente a las Composiciones, por lo cual solicita que se pregone nuevamente “en esta dicha
ciudad por bando a son de cajas de guerra en la plaza mayor y demás partes públicas, de ella con
la solemnidad, para que todas las persona que tuvieren pulperías o tiendas mestizas dentro de 15
días, se presenten a pagar lo que diere por cada año”175. Continúa el Bando señalando que, si no se
cumple lo ordenado por el señor Virrey, en la brevedad del término estipulado por el bando, se
pasara a revisar los barrios de la cuidad y plazas, para ajusticiar a lo contraventores con penas
ejemplarizantes:
Se procederá al registro de todos los sitios en donde puedan haver existido las dichas pulperías, y las
que se encontrasen serán multados sus dueños por la primera vez en quarenta patacones, para gastos
de la presente guerra y se les cerraran las dichas pulperías y en caso de incurrir en segunda
contravención y excesso, se procederá con todo rigor contra sus personas y bienes con que se dará
parte al señor virrey para su corrección y castigo, estando albertidos que los mismo se efectuaría con
los que ocultamente assi en tiendas como en casas particulares que vendieren cosas tocantes a dichas
pulperías”176.
173 A.C.C. Cabildo. Sig. 6929. Fol. 2. 174 A.C.C. Civil. Sig. 5440. Fol. 47. 175 A.C.C. Civil. Sig. 5440. Fol. 58. 176 A.C.C. Civil. Sig. 5440. Fol. 34.
81
En la provincia extractiva de Tumaco, parte de la jurisdicción de la Gobernación, los circuitos
mercantiles permitieron llevar algunas mercancías con carácter de abasto, beneficiándose de la
existencia de un pequeño comercio “muy activo de maderas, lienzos, aguardiente y
fundamentalmente comestibles, en una modalidad que hoy llamaríamos economía informal”177.
Esto sirvió para la formación de pequeñas pulperías transitorias en los momentos donde llegaba
los géneros, apresurándose a venderlos por mineral en polvo y obtener otros productos para
continuar el ciclo mercantil. La Corona mediante las reformas trato de controlar este comercio:
En 1780, al recibirse la orden de estancar las pulperías, advertían las autoridades locales que, dichas
medidas producirían descontento por las características del comercio, en el que las pulperías no
atendían permanentemente sino durante periodos de abastecimiento, y mucho del comercio en
menudeo se realizaba a través de ventas callejeras y ambulantes, decía el teniente de gobernador: las
pulperías se reducen a comestibles que provienen de las provincias de los Pastos y duran tanto como
duran los efectos y verificada la venta salen los interesados y repiten otros, observando la misma
secuela, con que vienen a quedar estos ramos en contribuyentes de casual residencia178.
Por otro lado, el control de pulperías por parte del cabildo, en la capital del Virreinato de Nueva
Granada, no obtuvo mayores logros. El cobro del rubro no se presentó efectivo y al igual que en la
gobernación, se desarrolló como una actividad constantemente aplazada y que “a pesar de las
facilidades de pago, es decir, de dividir el impuesto por abrir pulpería en tres pagos al año, el
documento muestra que no todos los propietarios cancelaban cumplidamente, ni todos pagaban la
misma cantidad”179.
Para el caso de la Ciudad de México, el cobro de impuesto de composición a las pulperías durante
el siglo XVIII, también fue algo dificultoso y poco ejecutado, solamente “fue en realidad hasta
1786, con el Conde de Gálvez, que efectivamente se empezó a cobrar el impuesto. El pago del
impuesto se determinó no con base en el principal invertido el día de la visita sino con base en su
promedio anual”180.
177 ZULUAGA RAMÍREZ, Francisco Uriel. La protesta social en sur occidente colombiano: siglo XVIII. Cali.
Universidad del Valle. 1997. p. 96. 178 Ibíd. p. 96. 179 ORTIZ CARDONA. Op. Cit., p. 107. 180 RIQUER. Op. Cit., p. 299.
82
Grafico No. 5
Fuente: A.C.C. Sig. 6070,7353,6179.
La gráfica permite analizar que en los dos únicos años de registro la ciudad de Cali, presentó la
mayor concentración de tiendas de pulperías sumando 44, la misma cantidad que las demás
ciudades sumando en sus cuatro años de composición. Lamentablemente la información sobre las
tiendas de pulperías concretamente, es muy difusa y escasa, motivo por lo que solo podemos
comparar los datos de estos años aleatoriamente. Es notable también en la gráfica, el registro del
pueblo de Tuluá con 29 tiendas, demostrando que las pulperías se establecieron también en cerca
de las zonas rurales, donde sirvieron como eslabón para los diferentes circuitos mercantiles en el
mercado interno colonial, manteniendo la circulación de mercancías constante a un micro nivel.
La presencia de la ciudad de Buga y el pueblo de Llano grande, es baja pero constante, revelando
una dispersión del oficio por muchos de los espacios de la Gobernación.
En la muy noble y muy leal ciudad de Santiago de Cali, El 23 abril de 1763, se dictó un Bando de
Buen Gobierno efectuado por el Procurador General, recordando la necesidad de controlar las
Pulperías bajo las licencias de funcionamiento, con el fin de que contribuyan con un pago para los
0
5
10
15
20
25
30
Cali Buga Tuluá Llano Grande
Cantidad de tiendas
Ciu
dad
Pu
eblo
Composición de pulperias en otras ciudades y pueblos de la Gobernación 1788-1792
1778
1779
1788
1789
1792
83
trabajos de la ciudad. También se señala en el documento, que los jueces y demás funcionarios
ordinarios, son los encargados de realizar las visitas a las pulperías para verificar el pago y su
funcionamiento. Se puede observar que la dinámica de ilegalidad en la formación de las pulperías
es amplia, pues existen diferentes formas de eludir los pagos de impuestos a la corona, señalando
que “habiéndose introducido el uso de varias Pulperías, así en el centro de la ciudad como en los
barrios, que estas no se permitan sin expresa licencia y visita de los señores jueces, con abono que
den de su seguridad, y que oír razón de su licencia y permiso contribuyan con alguna pensión a
favor de los propios, la reedificación de la cárcel por estar bastante necesitada de remedio”181.
El 26 de Julio de 1782, el Alférez Real de Cali Manuel de Caicedo, contesto una Superior Orden
enviada por el Superintendente Piñeres, donde señalo la dificultad para el recaudo del ramo de
pulpería, por la falta de tienda en la ciudad, cosa que parece poco probable, pues en anteriores
documentos se encontró constantemente resaltado la existencia de dichos lugares, distribuidos en
los barrios de esa muy noble y leal ciudad, algo que nos permite observar la constante negligencia
para este asiento en particular por los funcionarios encargados de estos cobros:
Se destinó hacer composición, que de antemano se tenía executado y, por consiguiente, suxeto el
ramo a los que de nuevo ofreciesen contribuir, que no tuvo efecto, por la falta de suxeto que lo
propusiere, pues realmente en esta ciudad no ha avido, ni ay Pulpería formal, ni en mediana entidad
que pueda contribuir con la tasa; por cuya razón se toma de aquel arbitrio y así en lo presente. (…)
No me parece queda otro, que proceder a algún corto repartimiento, que cubra desde el último recibo
que tenga el señor juez182.
En otro documento fechado en julio 20 de 1793, el Real Administrador de Alcabalas de Popayán,
Manuel de Dueñas nos lega un certificado de los lugares de la Gobernación, donde se llevó a cabo
la recaudación de la composición señalando solo algunos pocos lugares, en la gran dimensión
geográfica del espacio disponible, aportando datos para reafirmar lo dificultoso de este cobro en
general:
Con el de Vuestras mercedes, el 13 de corriente mez, he recibido el quarderno de composición de
pulperías formado por Vuestra alteza, para el año presente, para que corra al cargo de esta
administración la cobranza de este derecho desde el mes de julio corriente, de lo que quedo entendido
para su efecto como igualmente que en las ciudades de Caloto, Buga, Pasto y Provincia de los Pastos,
que han sido las únicas en que se ha establecido este ramo, ha corrido a cargo de los thenientes
gobernadores183
181 A.H.C. Cabildo. Tomo 21. Fol. 253. 182 A.C.C. Civil. Sig. 7167. Fol. 13. 183 A.C.C. Civil. Sig. 7163. Fol. 16.
84
Grafico No. 7.
Elaborado por el autor. Fuente: A.C.C. Sig. 6070,7353,6179.
En la gráfica se muestra la composición de las tiendas de pulpería durante cuatro años en el periodo
comprendido de 1787 a 1792, para el eje del circuito mercantil intrarregional, conformado entre
las ciudades de Quito y Popayán, con el nodo de apoyo en la ciudad de Pasto, sitio donde se
reconoció la mayor cantidad de tiendas, sumando 47 en total por un breve lapso de dos años.
Recordemos que la importancia de esta provincia no solo radicaba en las ropas de la tierra, ya que
también aportaba, una amplia gama de géneros comestibles al mercado interno. Túquerres como
un pueblo de indios se mantiene constante con una sola tienda al igual que Ipiales, el pueblo de
Cumbal, según el documento base, se contaba con dos, pero el fallecimiento de uno de sus
aportadores y el retiro del otro aportante del negocio, limitaron su cobro a un solo aportante.
La documentación señala la existencia del otro tipo de tienda, denominadas como Pulperías De
Ordenanza, fomentadas para el beneficio del abasto público, siendo establecidas por los cabildos
0 5 10 15 20 25 30
Pasto
Cumbal
Tuquerres
Ipiales
Composición de pulperias en la Provincia de los Pastos
1787-1792
1792
1789
1788
1787
85
y circunscribiendo su cantidad según el número de pobladores. El 31 octubre 1780 Juan Gutiérrez
de Piñeres, envió una carta de precaución, donde se narra lo previsto para el cobro del impuesto,
resaltando lo referido a la pulpería de ordenanza y su regulación, recordando los diferentes rubros
con los que debían contribuir los comerciantes minoritarios, pues fue muy común por parte de los
pulperos, el confundir el pago de la alcabala con el del ramo de composición:
Todo lugar de españoles aunque no sea ciudad o villa, seguidamente a las parroquias y demás
poblaciones de este clan, que hay en este reino, debe señalarse en cada lugar la pulpería o pulperías
de ordenanza, que sean necesarias para el abasto y admitir las demás a composición en el modo y
forma que la misma ley previene, que también se deberán omitir a composición las dichas pulperías
de ordenanza, cuyos dueños quienes voluntariamente entran por este arbitrio para gozar de la utilidad
y privilegios, que a aquella que se le concede el derecho de composición, este debe entenderse distinto
de el de alcabalas, el cual están obligadas a contribuir unas y otras pulperías respecto a las ventas que
hicieron y conciertos que celebraron”184.
El 6 de diciembre de 1780, el gobernador Pedro de Becaria dictó un Auto normativo, por mano del
escribano Ignacio Bernandino de Álamos, que ordenaba nuevamente una citación a las personas
interesadas en tener tienda de pulpería para pagar el impuesto de composición, resaltando el
decomiso y otras multas a los contraventores. También señala el fomento de las pulperías de
ordenanza y restringe la venta de productos a otros comerciantes:
Executar su composición conforme a la citada ley, para que empiece a correr desde primero de enero
del siguiente año de 1781,declarase debe quedar abiertas para el abasto publico las quatro pulperías,
destinadas de ordenanza por este ylustre cabildo, que por ninguno motivo se pueda vender fruttos ni
efectos para el abasto público por las calles, ni privadamente en las casas, sino solo en pulperías, o
sitio público (….) mandase en igual conformidad que ninguno de los suxetos que mantiene tienda o
almacén de mercería, expenda al menudeo efectos propios de pulperías por ceder está abierta
practica en perjuicio de los pulperos185.
El 11 de febrero de 1779, se reunió el Cabildo de la ciudad de Cali, para tratar sobre el despacho
librado por los señores de la junta de la Real Hacienda de la ciudad de Popayán, despacho mediante
el cual los señores tenientes y alcaldes ordenaron al Cabildo de Cali señalar las dos pulperías que
habrían de quedar exentas de composición, por ser de ordenanza, para el abasto público. El cabildo
de Cali acordó suspender el tomar resolución, por hallarse ausentes de la ciudad los señores Alférez
Real, el Maestre de Campo y el Fiel Ejecutor, ordenaron enviarles boleta de citación para el día 16
de febrero y así tomar de común acuerdo la decisión186.
184 A.C.C. Cabildo. 6929. Fol. 1 185 A.C.C. Cabildo. 6929. Fol. 2. 186 A.H.C. Cabildo. Tomo 27. Fol. 266.
86
Gráfica No. 7.
Elaborado por el autor. Fuente: A.C.C. Sig. 6070,7353,6179.
En los listados de las composiciones de pulperías, se analiza que los documentos ofrecen otra
información del tipo cualitativo, registrando a los comerciantes minoritarios el género y algo del
estatus, así como otros seudónimos que, comparados con los datos cuantitativos como el monto
pagado, permiten dilucidar algo sobre la condición social del comerciante minoritario. Hay que
observar, la participación de las mujeres en la actividad de pulperas. De un total de 466 tiendas de
pulperías, tenemos 222 casos de mujeres propietarias, participando según los datos cualitativos, las
libres de todos los diferentes grupos sociales, por ejemplo: Doña Teresa de Gutiérrez, Petrona
Fernández alias la zarca, Juana la Beata o la negra Antonia. Se observa también, que la presencia
de la mujer como dueña fue alta para las ciudades de Popayán, Cali, Buga, Tuluá, espacios donde
fueron mayoría, demostrando la diversidad de este oficio. En total para los casos del grupo de los
hombres fueron 244, siendo la provincia de los pastos, igual que en Popayán, donde presentaron la
mayor cantidad e individuos.
0 20 40 60 80 100 120 140 160 180 200
Mujeres
Hombres
Mujeres Hombres
Pasto 5 42
Cali 24 7
Buga -Tuluá- Llano Grande 27 17
Popayán 166 178
Composición de pulperías en la Gobernación por Genero 1778-1792
87
2.2.2.2 Los funcionarios reales y las tiendas de pulpería.
Las reformas administrativas emanadas del poder imperial, trataron de limitar el poder local y la
negligencia de los Funcionaros Reales, ante la falta de una efectiva comunicación con la sede
administrativa, genero una displicencia generalizada. Esto motivo a que se utilizara la organización
de los correos, no dependientes de los capitanes de recuas muleras, como un mecanismo de control
para que las Reales Cedulas o las Superiores Ordenes, trasmitidas desde el España o la capital del
Virreinato, se ejecutaran en las Provincias y Gobernaciones. En los documentos conservados,
encontramos casos de Oficiales Reales que trataron de realizar, por medio de diferentes recursos,
el cobro a las pulperías; en otros casos se relataron las múltiples dificultades e inconvenientes, pero
también, se observó la apatía de algunos oficiales para cumplir con lo estipulado por la corona.
En uno de los casos analizado, el virrey Sebastián Eslava, pide el nombramiento para la
Gobernación de Popayán, a través de un Auto de un guarda, para los ramos de Aguardiente,
Alcabalas, Pulperías, Administración de Papel Sellado y estanco de Naipes. Estos Oficiales Reales
son los que debían ejecutar el control represivo y los cobros de impuestos señalados para esos
ramos de la Real Hacienda, mandando a los contadores ordinarios de la ciudad de Popayán para
que, “Informen que sujetos se necesitan, para el bien expediente de los negocios pertenecientes a
el despacho de la contaduría y así mismo, para el expendio y cobro de papel sellado, para los
guardas de aguardiente y cobrador de los derechos de pulperías (las que por orden del señor virrey
se nos ha mandado pongamos en grafica su percepción)”187.
El cobro de los impuestos por parte de los funcionarios reales durante la época borbónica, fue una
labor que estuvo llena de peligros y penurias, siendo una labor constantemente aplazada y olvidada.
Por consiguiente, fue muy común en las remisiones de los acontecimientos narrados, acerca de las
dificultades en el cobro de los pagos, justificaciones como “la poca subsistencia que tienen las
tiendas de pulpería, que siempre se expenden cuasi todas, por gentes de pocos o ningunos arbitrios,
lo que hace inaveriguable su paradero”188. Estos motivos, muy probables dadas las condiciones
socioeconómicas de las pulperías en la gobernación, provocaron una negligencia constante para
que se aplicara la normativa e indicaciones estipuladas, con penalización por el incumplimiento a
los funcionarios perezosos: “Estando entendido dichos jueces, que de no hacerse establecer dicha
187 A.C.C. Cabildo. 3990. Fol. 2. 188 A.C.C. Cabildo. 6929. Fol. 3.
88
contribución y arreglamientos, con la eficacia que es necesaria y correspondiente a la autoridad de
su empleo, serán comprendidos cada uno en su lugar en la multa de cien patacones, que por este se
les impone, los que aplica sus señorías para gastos de justicias de esta Real Contaduría”189.
Un documento del administrador de Alcabalas de Popayán Manuel de Dueñas, con fecha en 20 de
septiembre de1794, dirigido al Eximo señor virrey don José de Ezpeleta, exponía las causas y las
dificultades presentadas en el cobro del impuesto a las pulperías en la Gobernación de Popayán,
por lo cual, solicita una superior resolución para el establecimiento del ramo, pues es un ambiente
hostil y diferente al de otros espacios coloniales, en la América borbónica donde se ha logrado
establecer este estipendio:
Excelentísimos señores, sin embargo que he esforzado mi eficacia en lo posible, a fin de arreglar el
pago de real derecho de pulpería que está a mi cargo, a costa de un trabajo material, pero infructuoso:
no me ha sido posible su consecución, por depender esta de la gente del pueblo, como por lo
inadaptables que parecen en este país, el orden y método, sobre que debe jurar el buen establecimiento
de este ramo, en cuyo supuesto me ha parecido que en cumplimiento de mis obligaciones debo
representar a vuestra merced, de las dificultades que ocurre en el particular y que hacen
inextinguibles, el entorno y confusión con que se trabaja190.
Señala el oficial real que, dentro de las posibles causas de la negligencia y resistencia de los
pobladores de la ciudad de Popayán, está la creencia y usanza del pago por un solo Derecho Real,
que abarcaba el impuesto de arrendamiento, composición y alcabala, tomado como un todo, “La
errada inteligencia en que vive la mayor parte de las gentes del pueblo, de que es un mismo derecho
el de alcabala con el de pulperías, les obliga a resistir con terquedad de modo que aun cuando, sean
bastantes las persuasiones para hacerles entender que deben contribuir ambos derechos, no es
bastante cualquiera diligencia para percibir lo que adeudan” 191.
Los recaudos de impuestos provocaron durante el periodo Borbón, una serie de resistencias por
parte de las gentes en contra de ellos, caso referido por el oficial real en julio 22 de 1780, donde
narra también los procedimientos que ha seguido, para el recaudo de las composiciones al señor
oficial real de Popayán Francisco Robledo:
Muy señor mío, acuso el recibo de las providencias librada por vuestra mercedes, a cerca de pulperías,
la que se publicó en la forma acostumbrada y actualmente me hallo tratando sobre composiciones,
que no obstante la dificultad que estas ofrecen, han concurrido algunas personas que ofrecen algunas
189 A.C.C. Cabildo. Sig. 5950. Fol. 4. 190 A.C.C. Cabildo. Sig. 6929. Fol. 3 191 A.C.C. Cabildo. Sig. 6929. Fol. 3.
89
cortas cantidades las que les admitido, con admisión a que de lo contrario no se verificaría
composición alguna por la resistencia de la gente, y de lo que en ultimo liquido produjere daré a
vuestras mercedes aviso192.
En otro sector de la jurisdicción de la Gobernación de Popayán, se trató de aplicar la normativa
vigente según las leyes indianas y los documentos regulativos de los virreyes, visitadores e
intendentes instaurados por el gobierno Borbón. Este es el caso de provincia de Tumaco donde
anteriormente señalamos un leve flujo mercantil, pero por ser una zona extractiva, se trató de
controlar con más ahínco, cosa que genero resistencia y algunos motines o levantamientos por parte
de los pobladores, en contra los funcionarios reales encargados del cobro:
El 7 noviembre de 1781 un grupo de 20 personas vecinos de la población y comandados por el negro
liberto Vicente de la Cruz, iniciaron un amotinamiento contra el teniente Honesto Ramón Gómez, a
quien culpaban de haber establecido diversas medidas fiscales, que afectaban los intereses de la
población. Se habían prohibido las ventas callejeras y en casas de habitación, censado y registrado
las pulperías, para tener un mejor control en el cobro de la alcabala193.
En Cali el 23 de abril de 1780 el teniente y oficial real Joseph de Micolta, refiere unos expedientes
señalando la falta de registros donde se anotará claramente, la composición de las tiendas “de
pulperías que por mi antecesor se hiciere, no se verifica hasta el día de hoy. Ya tengo dada la orden
para el cobro de lo que cada uno deba y verificado prontamente, remitir a vuestras mercedes, su
pérdida de este derecho”194. Esta falta de control fue algo muy común, ya que los funcionarios
pocas veces registraron el cobro en la Escribanía del Cabildo o en la Escribanía del Número,
guardando personalmente los documentos, creando confusión en el cobro del impuesto a largo
plazo.
Las disposiciones emanadas desde la Corona, alertan sobre la falta de una efectiva aplicación de
los impuestos reales, por los oficiales reales, señalando la constante negligencia con la que se ha
tratado el asunto del ramo de pulperías, frecuentemente aplazado por variadas razones. En el mes
de diciembre de 1780 el teniente Micolta, se excusó por la no de ejecución de lo dispuesto por el
regente Juan Gutiérrez de Piñeres: “Damos repuesta a la de vuestra merced, que incluía una
Superior Orden, del señor regente y visitador de la Real Audiencia De Santa Fe, sobre el arreglo
de la expresión de los reales derechos de composiciones y alcabalas de las pulperías, al cual no
192 A.C.C. Cabildo. Sig. 5950. Fol. 4. 193 ZULUAGA RAMÍREZ. La protesta social en el suroccidente colombiano: siglo XVIII. Op. Cit., p. 98. 194 A.C.C. CABILDO. Sig. 5950. Fol. 2.
90
pudimos dar su debido cumplimiento por intermediar el punto de pascua, ejecutare el año próximo
venidero con su debida respuesta.”195
El Oficial Real Alonso Junco y Gutiérrez, Teniente de Gobernador de la ciudad de Cartago y su
jurisdicción, el 4 de julio 1786, remite una constancia a la real contaduría de Popayán, sobre lo
recibido en esa contaduría por el cargo de composiciones y otros impuestos, recordemos que con
la implementación del Virreinato algunas ciudades de la Gobernación, consignaban sus recaudos
en la Real Caja de Cartago para ser enviados a Santafé de Bogotá:
Para que conste a donde más convenga y como más haya en derecho, a los señores que la presente
vieren, certifico que dese el año pasado de 1780, hasta el de 85 no se ha hecho, ni consta por los libros
reales, que se han tenido a la vista entero, alguno del real derecho de pulperías, por los alcaldes o
teniente de la ciudad de Cali, como ni tampoco de los de Buga, en certificado de lo cual doy la
presente, en virtud de oficiales real de Popayán, que fimo en esta Real Contaduría de Cartago.”196
Recordemos que, en Cali para el año de 1780, se promulgo una supuesta recaudación del derecho
a las pulperías por el oficial Josep de Micolta, pero parece ser, que no se registró el dicho pago ni
en la Caja de Cartago, ni en la ciudad de Popayán, ni tampoco se hizo un control en las escribanías
locales. Motivo por el cual, en agosto 26 de 1786, Josef Antonio del Lago escribe sobre el asunto
y la dificultad para establecer un registro constante:
De las diligencias de pulperías resuelta facer, por el librado de Vuestra merced, en el despacho de 19
de julio del año 80, a los alcaldes ordinarios, en virtud ofrecieron por su oficio del 22 de mismo hacer
dicho cobro, no obstante la resistencia que las gentes hizieron al teniente, y en esta virtud todas las
diligencias que practicaren las tiene él en su poder, porque no se allan en las escribanías de Cavildo
y Numero, pedimento con lo qual se servirán Vuestra señoria, correr aquellos oficios con ellos que
exigen el asunto197.
La constante pérdida de registros y cobros por parte de los funcionarios, encargados de ejecutar el
recaudo, complicó el control a los comerciantes minoritarios, quienes por lo fluctuante de su capital
no permanecieron estables, fenómeno que se repitió por toda la Gobernación. Para la provincia de
los Pastos, el teniente José de Quiñones desde Guachucal, el marzo 6 de 1789, señalo otro peculiar
caso: “la cobranza del ramo de pulperías pertenecientes a los años antecedentes hasta el de ochenta
y siete, me ha sido muy trabajosa respecto de que habiéndole cobrado mis antecesores, son Miguel
Palacios, y don Joaquín Rosero, vino últimamente a resultar esta última cantidad, enredadas entre
los bienes de la testamentaria de dicho Rozero, existentes en la de ciudad de Pasto198.
195 A.C.C. Cabildo. Sig. 5950. Fol. 5. 196 A.C.C. Cabildo. Sig. 5950. Fol. 6. 197 A.C.C. Cabildo. Sig. 5950. Fol. 8. 198 A.C.C. Hacienda. Sig. 6070.
91
Por otra parte, la efectiva aplicación de las reformas borbónicas, busco que los funcionarios reales
no usufructuaran la renta real, con privilegios y benéficos económicos a parte de los estipulados
en los reglamentos administrativos. Encontramos un caso especial, referido a un funcionario real,
que renuncia a su cargo de Marchamador y cobrador de Pulperías en la ciudad de Popayán, a causa
de una reducción en su salario de veinte pesos mensuales a cinco pesos, para luego quedar
definitivamente, con una asignación de doce pesos mensuales, según lo mandado por la Superior
Orden, procedente del regente y visitador del reino Juan Gutiérrez de Piñeres. En Santafé en 2 de
marzo de 1781:
Ha ocurrido ante mi Hacienda, la renuncia del empleo de Marchamador y recaudador de alcabalas,
que ha venido por nombramiento de esa junta de Real Hacienda, a causa de haberle reducido el sueldo
de veinte pesos mensuales, que gosaba a de cinco. En cuia virtud prevengo a vuestra merced, le hagan
saber que, de continuar en el servicio de dicho empleo, se le corresponderá con el mismo sueldo que
a los guardas de a pie de las rentas de Tabaco y Aguardiente, pero sí de este modo insistiere en su
renuncia, pasarían vuestras mercedes a admitírsela, nombrando en su lugar otro suxeto, y de ello me
avisara199.
Los diferentes estipendios por la labor administrativa y la ejecución de trabajos a favor de la Real
Hacienda en la Gobernación, se regían según unas cuotas de valores dispuestos por el Real
Administrador de Tabaco de Popayán. Un caso que involucro al oficial Juan de Diago, el 23 de
marzo de 1781, señala que: “la asignación hecha a los guardas de a pie de esta administración
general por el reglamento y plan de resguardo de ella, es la de doce pesos mensuales” 200 .Con este
valor se reasigna el estipendio del cargo de Marchamador, cantidad muy baja según el Señor Ríos
quien, en defensa del motivo de su renuncia, protesta tener unos elevados gastos familiares, sumado
a que en esos momentos se vivía el auge del segundo ciclo minero y la inflación provocó que
subieran los precios de algunos productos:
Siendo esta ciudad muy cara, en todos sus alimentos y el tener una crecida familia, y se (ilegible) con
doze pesos mantenerse mensualmente, y por eso hace dimisión de dicho empleo y encargo, consigna
los tres sellos de el Marchamador los dos de plata y el otro de estaño, para que en su virtud se proceda
de suxeto que sirva a dicho empleo y el de recaudador de alcabalas de pulperías201
A consecuencia de la dimisión del cargo, la real contaduría eligió a otro sujeto, que pueda cumplir
con los cobros y actividades correspondientes, en favor del aumento en los pagos de los impuestos
en la Real Hacienda, nombrando como “cobrador del real derecho de pulperías, y médiate la
199A.C.C. Civil. Sig. 6018. Fol. 2. 200A.C.C. Civil. Sig. 6018. Fol. 3. 201A.C.C. Civil. Sig. 6018. Fol. 3.
92
satisfacción que esta administración tiene de la conducta de don Santiago Calvo, se le nombra para
que la ejecute con el sueldo de doce pesos mensuales”202.
Se recibió en Popayán una carta en 2 mayo1782, del Regente Piñeres, donde refiere que el salario
de Marchamador es de doce y no de veinte pesos, por lo cual Miguel de los Ríos está obligado a
devolver dicho monto extra que recibió, al Tribunal de Cuentas por todo el tiempo que sirvió en el
cargo, desde su ingreso hasta su retiro. Posteriormente, realizado el balance de cuenta, a los pagos
hechos a Miguel de los Ríos, por los Oficiales Reales de la real Contaduría, según lo estipulado
por el regente restando los ocho pesos, que sobrepasaron la cota fija para el cargo, se realizó así:
Passamos a hacer la liquidación de los sueldos del tiempo que sirvió Don Miguel de los Ríos, el oficio
de marchamador, por nombramiento de la junta de Real Hazienda de 27 de julio de 1778, con
asignación de veinte pesos mensuales(…)Sirvió Don Miguel de los Ríos, el oficio de marchamador
dese 27 de julio de 1778, hasta 27 de marzo de 1781, que a razón de doze pesos mensuales que asigno
él señor regente, visitador, improbando la que se hizo en junta de real hacienda, importa trecientos
ochenta y quatro pesos (…) Se le tiene pagados a razón de veinte pesos, trescientos y quarenta pesos,
como consta de diez y siete libranzas expedidas desde 27 de agosto de 1778 hasta 27 de diciembre
de 1779.(…) Que restada por vuestra merced de la otra, hay a favor del ynterezado en esta real caxa
quarenta y quatro pesos, de los que se expedirá la correspondiente libranza, comprobándola con esta
liquidación y orden203.
Según parece, por el pago del tiempo que ejerció como Marchamador, se le debía un monto
considerable a la fecha del balance, si se toma como base de liquidación el valor de veinte pesos,
pero con la reducción dispuesta desde la real contaduría, solo se le debía por este oficio un
excedente leve. Un elemento que afecto en la efectiva ejecución de los derechos de pulperías, pudo
haber sido, el pago a los oficiales reales que realizaban los cobros. En otro documento de la Real
Contaduría de Alcabalas de Popayán fechado el 24 septiembre 1787, relacionado con el anterior
expediente, don Miguel Dueñas Intendente y Real Administrador, encargo a Luis de Belarcázar,
como cobrador de alcabalas pertenecientes al Estanco de Tabaco, en vista que su antecesor lleva
varios meses desaparecido, se solicitó nombrar a alguien que cumpla con el perfil del cargo:
y por quanto quedan vacantes las citadas dos plazas, de marchamador y cobrador de pulperías (…)
en fuerza de las facultades que le son conferidas por el señor Rexente Visitador General, con
solemnidad presenta el expediente para que se le devuelva, elige y nombra a don Gabriel León, para
que las sirva con el mismo sueldo de doce pesos mensuales, siendo el mismo que ha ganado su
antecesor204.
202A.C.C. Civil. Sig. 6018. Fol. 4. 203 A.C.C. Cabildo. Sig. Fol. 7. 204 A.C.C. Cabildo. Sig. 6018. Fol. 9.
93
Este nombramiento fue en particular, muy importante para la historia de los comerciantes
minoritarios de la gobernación, ya que este oficial realizo uno de los pocos registros documentales
cuantificables, que se conserva en el archivo central del Cauca, de las tiendas de pulperías en la
ciudad de Popayán para los años de 1788 a 1790, fuente vital para poder dilucidar y discutir sobre
los procesos y fenómenos dados en estas tiendas y sus agentes, dentro del vasto mercado interno
regional.
2.3 Las tiendas de Tratantes.
Las dinámicas del mercado interno colonial permitieron la formación de múltiples nichos
comerciales, ampliando las posibilidades para la distribución de mercancías en los grandes
circuitos del virreinato neogranadino, como resultado de este fenómeno surgió un grupo de
comerciantes minoritarios llamados: Los Tratantes. Quienes recorrieron los espacios urbanos
estableciendo tiendas, pero también, fueron en búsqueda de las zonas mineras ricas en pequeños
consumidores poseedores de oro, donde, los precios aumentaban gracias al dificultoso transporte.
Estos agentes comercializaron gran variedad de productos enlazando los espacios interregional e
intrarregional de la Gobernación de Popayán en el siglo XVIII, moviéndose entre los comerciantes
de carrera y mercaderes, sus principales proveedores, pero también, entre otros comerciantes
minoritarios estableciendo tratos con los consumidores primarios.
El grupo de tratantes estuvo conformado, por españoles y criollos dedicados al comercio de efectos
de castilla y productos agrícolas, se clasificaron según la regulación del momento, como
comerciantes tratantes mayoristas y minoristas. Estudios enfocados en la Nueva Granada para la
provincia de Antioquia, a estos agentes mercantiles los clasificaron en varias categorías: “En
términos general los comerciantes de la provincia pueden caracterizarse como: mercaderes,
tratantes y comerciantes, estos últimos divididos en comerciantes del primero, de segundo y de
tercer orden”205. Los Tratantes enfocados en el comercio minorista a gran escala, redistribuyeron
excedentes, ofreciendo a los pulperos y otros agentes del comercio al menudeo, la posibilidad de
proveerse de mercancías, para ser distribuidas en otros espacios económicos.
205 TWINAM. Op. Cit., p. 122.
94
En algunos casos los capitales manejados no fueron muy altos, obligando a los tratantes comprar
las mercancías a crédito para venderlas a crédito, creando una movilidad en el comercio y
facilitando, la distribución a los todos los sectores de la sociedad colonial. Estos agentes crearon
redes sociales, para solventar sus inversiones en los diferentes espacios económicos,
convirtiéndose en un actor importante dentro del intercambio colonial, “Los tratantes están
diversificados según sus actividades, más habría representado el primer escalón para ingresar al
oficio de Mercader, ya que esta actividad le habría facilitado la acumulación de capital”206.
Las tiendas de trato en la gobernación, fueron pequeños almacenes ubicados cerca de la Plaza
Mayor o en algunos barrios aledaños, encargadas de distribuir diversos efectos, que iban desde
elementos para la confección del vestido; géneros de uso cotidiano como velones y velas, artículos
para la cocina, peines, elementos de minería, alpargates; hasta algunos alimentos importados y
locales. Para el caso de la capital del Virreinato también se presentó como una figura importante:
La Tienda de Trato se establece como centro de abastecimiento ciudadano de productos al por menor
y con un funcionamiento diario. Son proveídas estas tiendas con mercaderes para el suministro de
productos importados tanto como de cosecheros y vendedores locales. Los tratantes como eran
denominados quienes tenían Tienda de Trato, fueron considerados como los comerciantes locales por
excelencia. El desarrollo de su actividad debía como antesala a su funcionamiento el arrendamiento
o compra de una casa con un local para su establecimiento207.
Las regulaciones referidas al comercio colonial emanadas desde la Corona como las Ordenanzas
de Bilbao, imponían un cobro para el establecimiento de las Tiendas. El cabildo controlaba su
funcionamiento dentro de la ciudad colonial otorgando una licencia, determinada por el monto de
capital, recordemos que los comerciantes eran muy fluctuantes, motivo que obligó al pago con una
fianza o un fiador de este impuesto, fenómeno que permite acercarse al análisis del tipo alianzas y
redes mercantiles, que estos agentes ejercieron para abastecerse. Algunas de las características de
las redes de intercambio, es que relacionaron muchos sectores en la sociedad colonial, los
volúmenes de mercancías que fluyeron por esos circuitos, aumentaron los agentes de distribución
a crédito:
La costumbre era adelantar mercancías con un año, o un poco más, de plazo para pagarlas. Quienes
contraían esta obligación solían ser tratantes o pequeños negociantes y quienes adelantaban las
mercancías, a mercaderes de la Carrera o mayoristas. Algunos mineros se obligaban directamente
206 COLMENARES, Germán. Historia Económica y Social de Colombia 1537-1719. Tomo I. Cali. Universidad del
Valle.1973. p. 45. 207 ORTIZ. Op. Cit., p. 105
95
con los mercaderes y trasladaban ellos mismos los géneros que consumían hasta el Pacífico. En
ocasiones, los propietarios de haciendas adelantaban, como los comerciantes, cargamentos de géneros
comestibles a los tratantes, que los llevaban al choco. Estos contraían una obligación simple, es decir,
personal, para pagar en un plazo estipulado208.
La dinámica de la distribución de bienes involucró a los grandes comerciantes de la elite, quienes
introdujeron y controlaron una gran cantidad de las mercancías circulantes en la ciudad mediante
sus redes internas y externas; sin embargo, un pequeño pero muy variado volumen de mercancías
locales, que transitaban junto con las de ultramar, fueron mercantilizadas por comerciantes
minoritarios en los distintos mercados regionales y urbanos, así como en las tiendas que actuaron
como ejes, en la articulación entre los circuitos mercantiles y los espacios de importancia
económica y social, impulsados por la minería en el amplio mercado interno.
Las tiendas de trato, ofertaron una alta variedad productos para todo tipo de clientes, especialmente
a los sectores medios y altos, principales consumidores de productos importados. Este comercio
del circuito transoceánico fue el más rentable y sus proveedores interesados en mover las grandes
cantidades de mercancías, las dieron a crédito a las tiendas de tratantes, quienes para abarcar un
mayor espacio de comercio se desplazaron como itinerantes a las plazas de mercado, en los distritos
aledaños a las zonas mineras ejerciendo una gran importancia en el abastecimiento de mercancías.
“En las polvorientas plazas de mercado de poblaciones como Medellín y rio Negro, una compleja
mezcla de labradores, comerciantes, tratantes afincados en los distritos mineros y comerciantes de
larga distancia, bien conocidos en todo el Virreinato, se disputaba el oro en polvo y los
compradores”209.
Los consumos impulsados por los flujos constantes de oro y mercancías, convirtieron a los
comerciantes en los principales beneficiarios del sistema productivo, recolectando el oro en polvo
sin registrar, en las zonas de extracción donde los mineros y mazamorreros imposibilitados de
abandonar sus espacios laborales en las estaciones lluviosas por su alta productividad, compraron
con algo del mineral a los comerciantes, quienes se favorecían en el momento del intercambio,
recibiéndolo por menos reales de los de su equivalencia legal correspondía. También los tratantes
aprovecharon el contrabando para mover el mineral sin acuñar, adquiriendo nuevos objetos con
alta demanda, relativamente a bajos precios.
208 COLMENARES, Germán. Cali, terratenientes mineros y comerciantes. Op. Cit., p. 98-99. 209 TWINAM. Op. Cit., p. 96.
96
Por otra parte, dentro de las regulaciones proporcionadas por el cabido para el control de las tiendas
de tratantes, estaba la visita de tiendas por los funcionarios reales, con el fin de asegurar su
contribución a la Real Hacienda, pero también para verificar las medidas, pesos y precios que
fueron constantemente alterados por los comerciantes minoritarios, caso que señalamos para el
caso de las tiendas de pulpería, las cuales manejaron cantidades bajas y de menudeo. Por tal motivo,
para Popayán encontramos un documento fechado mayo10 de 1668, donde se solicita que los
Oficiales Reales cumplan con lo dispuesto en la legislación indiana:
El Alcalde ordinario Miguel de García Perera dixo : que por la apertura de ventas en esta ciudad no
se ha hecho visita de tiendas como es de obligación, el prestar y darles por hacer cada año, y por
cumplir con lo mandado que el capitán Don Luis de Huegonga alguacil mayor de la cuidad, con juez
constate y testigo, visita de todas las tiendas de mercaderes, Tratantes y Pulperos reconociendo las
baras, pesas y balanzas y medidas piadas de mantenimiento, y todo lo que a bien que remediasen de
cuenta a su majestad con las diligencias que hicieran a continuación del auto210.
Casi un mes después se cumple los estipulado por el auto del alcalde, el 14 de junio de 1668,
registrando el alguacil mayor la “visita a la tienda de Francisco de Fierro con ayuda de Félix de las
Lajas testigo, y halle las pesas y varas ajustadas”211. Tenemos en total siete tiendas visitadas, de
los cuales deducimos según la información dada en el documento por los valores cualitativos,
basados en los estatus jerárquicos de los comerciantes a tres mercaderes: Don Pedro Solarte, el
capitán Juan del Castillo Patiño y el capitán Cándelo Canto; se ubicaron como tratantes a:
Francisco de Fierro, Francisco de la Eran, Juan Fuentes de Montes Reyes; por ultimo a Juana
Castro, se la clasifico por pulpera, por tener este oficio más variedad de género que el de tratante212.
Una práctica regulada en este tipo de establecimientos fue el crédito por objetos o empeño, un tipo
de crédito muy común en el comercio minoritario, como lo señalamos para las tiendas de pulpería.
Una notificación dirigida al teniente Bartolomé Rodríguez en Popayán el 27 de junio de 1674, le
ordenó organizar el cobro a las tiendas en varios aspectos: “Para que todos los Pulperos, Tratantes
y oficiales, den fianza para el seguro de los géneros que se le dieren a vender, y de las de las prendas
que se le empeñasen, y que saquen licencia y arancel dentro del término y con la pena que le sea
impuesta y poniéndolo en ejecución”213.
210 A.C.C. Hacienda. Sig. 501. Fol. 1. 211 A.C.C. Hacienda. Sig. 501. Fol. 2. 212 Revisar Anexos. Cuadro No. 4. 213 A.C.C. Hacienda. Sig. 570. Fol. 4
97
En la ciudad de Cali, también se intentó ordenar el pago de los derechos para el comercio
minoritario. El 15 de junio de 1737, algunos comerciantes contribuyeron con el impuesto de
Repartimiento de alcabalas, recaudación llevada a cabo por los oficiales reales a los mercaderes y
tratantes, tanto vecinos con tienda establecida, como forasteros que, en su itinerario del circuito
mercantil estipulado, estaba dicha urbe para redistribuir algunos artículos.
Grafico No. 8
Elaborado por el autor. Fuente: A.C.C. Civil. sig. 3672.
Según la gráfica, para la ciudad de Cali el total de los comerciantes fue de 21, los mayores
contribuyentes fueron los mercaderes con un total de 30 pesos con 5 patacones y 9 individuos.
Estos pertenecieron a las categorías de comerciantes mayoritarios, con nexos con Cartagena, y
otros centros mayoristas, encargándose de proveer a los comerciantes locales minoristas,
manejando medios y bajos capitales de inversión. Los tratantes con 12 agentes, sumaron 14 pesos
con 26 patacones, una cantidad baja que los clasifico como minoritarios con poco capital. En total
sumo 44 pesos con 31 patacones para el año de 1737, un aporte mediano para una urbe en desarrollo
comparado con otros espacios económico, permitiendo pensar en un comercio medio pero
constante, que posibilito el establecimiento de sujetos dedicados a redistribuir mercancías,
relacionado una gran variedad de sectores en la sociedad colonia de la Gobernación.
MERCADERES TRATANTES
Cantidad 9 12
Total en pesos 30 14
Total en patacones 5 26
010203040
Repartimiento para Tiendas de Comerciantes Cali 1737.
Cantidad Total en pesos Total en patacones
98
Grafico No. 9
Elaborado por el autor. Fuente: A.H.C. Fondo. Cabildo. Tomo. 32/35.
En el gráfico de fines del siglo XVIII hasta inicios de la primera década del siglo XIX
específicamente para los años de 1797, 1806 y 1807, se puede observar que la cantidad de tratantes
dedicados a este oficio fue en total 58, una media aritmética como constante, pero con tendencia a
decrecer. Marcando un aumento en los sujetos registrados en relación al anterior gráfico. Se
clasificaron cualitativamente los agentes del padrón según las castas del momento. En barrios
como: Santa Rosa se contabilizaron 14 montañeses, 11 mestizos, 2 pardos, 1 noble; en San Nicolás
4 montañeses, 5 blancos, 1 mestizo, 1 noble; en San Agustín 2 mestizos, 2 pardos, 2 nobles, 2
blancos; en la Merced: 4 blancos, 4 pardos. Mostrando la diversidad de sectores sociales
relacionados con el comercio minoritario. Encontramos también, un pulpero montañés, un pulpero
pardo y una pulpera parda en los registros.
Santa Rosa San Nicolás San Agustín La Merced
1797 15 4 2 0
1806 15 8 0 0
1807 0 0 6 8
0
2
4
6
8
10
12
14
16
Tratantes de Cali según los padrones de 1797-1806-1807.
1797 1806 1807
99
Dentro de los múltiples grupos de libres de todas las castas que ejercieron como tratantes, el grupo
de los montañeses fue el que más individuos sumo. Estos fueron “pequeños propietarios rurales
que debían atender las labores del campo con la propia fuerza de sus brazos. Era en muchos casos,
la clase mercante, compuesta por comerciantes con una pequeña tienda, o trashumantes”214. El
grupo de los mestizos también ocupó un lugar considerable. Este por su clasificación, reunió una
gran cantidad de sud-castas poseedoras de algunos capitales, que se movían en diversos oficios.
Los blancos y los nobles, generalmente españoles o hijos de españoles; se dedicaron a la
redistribución de mercancías, quizás aprovechado sus redes sociales para moverse entre los
comerciantes de la carrera. El grupo de los pardos fue constante en los registros, participando del
intercambio de mercancías dentro del mercado interno colonial de la Gobernación de Popayán215.
Por otro lado, el oficio de tratante implicaba una movilidad continua a los centros de distribución
mercantil, con el fin de obtener mejores precios y asegurase de que los artículos llegaran completos
y en buenas condiciones. Adquirieron de los comerciantes de la Carrera por crédito o dinero,
enseres de Castilla muy apetecidos por las elites de todo el Virreinato, proporcionando ganancias
directas, es el caso de “Alonso Duran un tratante morador de Quito, quien entregó al mercader
Antonio Acevedo, morador de Quito, 400 patacones para que los envié a Cartagena de indias con
Alonso Hernández Páez, mercader, y los emplee en ropa y mercaderías de Castilla”216.
También, mantuvieron contacto con las zonas productivas para proveerse de géneros directamente,
incursionando en algunos momentos en el abastecimiento básico, para luego venderlos a otros
comerciantes, como “Alonso García Ramos quien se dedicó a comprar cueros de reces y chivos
(...). Otro caso es el de Joan Arias Altamirano, este compraba trigo para luego expenderlo. También
compraron algodón, azúcar, sal, panela, pescado, sardinas, para ofrecerlas en las diferentes
ciudades que visitaron217.
Los tratantes se desplazaron por los circuitos mercantiles de la Gobernación de Popayán, hacia los
espacios extractivos con géneros diversos. En estos lugares era donde el mineral fluía y atraía una
gran demanda de insumos de baja oferta, provocando que se inflaran los precios por lo dificultoso
214 COLMENARES. Op. Cit., p 113. 215 MEJIA. Op. Cit., p. 216 SOLASTI. Op. Cit., p. 43. 217 Ibíd. p. 42.
100
del trasporte, aumentado las ganancias para ellos. Un ejemplo de este tipo de comercio fue “Gabriel
Ortiz de la Torre, tratante vinculado el circuito de Quito, Pasto y Barbacoas dedicó principalmente
a llevar productos de la tierra, como lienzos, bayetas y jergas, que los adquiría en Quito. Este
posiblemente distribuyo mercadurías que posteriormente llegarían al interior de la Gobernación
géneros de la tierra como frazadas y tela de saya para vender”218.
Para el caso de la capital del Virreinato, se presentó una leve similitud con la Gobernación de Popayán.
Los tratantes participaron en gran medida en el comercio y abasto público, enlazando el hinterland y
las rutas de ultramar, distribuyendo artículos al por mayor y detal. Recordemos el caso de uno de estos
agentes del comercio, con una importancia literal en los sucesos del 20 de julio de 1810 en Santafé:
El otro tipo de establecimiento comercial fueron las tiendas, en particular las de trato, en las que se
podían encontrar prendas de vestir como telas e insumos para la confección de vestidos, así como
comestibles importados y locales. Las tiendas de tratantes se podían encontrar en la Calle Real, y su
prestigio aumentaba a medida que se encontraban más cerca de la plaza central (…). Como se mostró
anteriormente, algunos tratantes importantes fueron José González Llorente y Matías De Francisco
Martín, quienes distribuían mercancías importadas en sus tiendas, gracias a sus contactos en
Cartagena, además de productos de consumo diario como harinas y pan219.
El grupo de comerciantes llamados como tratantes, movilizo diversos agentes y recursos,
utilizando el aumento del flujo mercantil, completando los circuitos de muchos productos al
consumidor primario, en los espacios mineros, pero también en las zonas urbanas y centros de
distribución dentro del basto mercado interno colonial de la Gobernación de Popayán.
218 Ibíd. p. 42. 219 LÓPEZ RIVERA, Edwin. Los Circuitos Mercantiles de la Ciudad de Santa Fe a Finales de la Época Colonial. Tesis
para optar al título de Maestría en Ciencias Económicas. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. 2010. p. 37.
101
CAPÍTULO III
EL COMERCIO MINORITARIO Y LA CRIMINALIDAD EN LA
GOBERNACIÓN DE POPAYÁN.
Lo que la sociedad
repudiaba con más ahínco
nos proporciona mejor
retrato que aquello que
loaba o que establecía como
un ideal de comportamiento
social
G. Colmenares
En este capítulo final, revisaremos algunos tipos de delitos en los que se implicaron los
comerciantes minoritarios, enfocándonos principalmente, en las tiendas de pulperías, que, por su
amplitud de constitución, forma y distribución, fueron un eslabón frecuente, entre múltiples formas
de sociabilidad y prácticas culturales, moviéndose en medio de la legalidad y la criminalidad.
Analizaremos primero la relación dada entre el comercio minoritario y la criminalidad, observando
las dinámicas socioculturales que permitieron la categorización, de los sujetos como criminales
mediante el uso de un discurso moralizante, enfocado sobre los sectores subalternos y sus códigos
culturales. Pasando a inspeccionar algunos casos sobre los delitos, que involucraron directamente
a las tiendas de pulpería como: el contrabando, el robo de ganado y los actos contra la moral.
Finalizando, con otros casos afectaron directamente al pulpero o sus a clientes en su integridad
personal como: los ataques a los establecimientos, los delitos de agresión y las lesiones personales.
3.1 El comercio minoritario y la criminalidad.
Durante la segunda mitad del siglo XVIII en la gobernación de Popayán, se trató de controlar la
sociedad colonial, llena de contradicciones y de espacios para el libre albedrio, por medio de la
efectiva aplicación de las reformas Borbónicas. Estas regularon la vida en sociedad en general,
demarcando las obligaciones, los roles y privilegios de los individuos desde la legislación indiana.
Otra forma de control la organizo los grupos locales apoyados en la ley, agrupando los sujetos en
una división social por castas, que ofreció restricciones a muchos grupos, limitando las
posibilidades de ascenso y status. El poder local de las elites excluyo a una gran parte de la
población, a una vida de servicio y rechazo, justificada en una legislación creada para subyugar a
los individuos por intereses particulares, los que se resistíeron a este tipo de relaciones sociales,
102
fueron tomados por criminales, “mal entretenidos” o “vagos” 220. Estos ofrecieron su servicio a
delinquir en diversos actos, aliándose con otros en su condición, para formar un grupo aparte de la
sociedad regular, sin aislarse de ella, constituyendo sus propios códigos éticos y prácticas de
subsistencia, moviéndose entre los montes y fronteras del hinterland, pero manteniendo un
contacto con algunos individuos dentro de la comunidad regular. “Los blancos pobres, mulatos,
pardos, mestizos y negros libres que trabajaban en sus propias parcelas, obtenían el calificativo de
vagabundos por no desempeñar labores para los terratenientes. Vivir alejados del dominio de los
hacendados, como labradores libres, era casi un delito”221.
Los comerciantes minoritarios, por su amplia variedad de clientes en sus tiendas, se relacionaron
con todos los estratos sociales, gracias a la condición de distribuidores de mercancías,
aprovecharon sus redes sociales para proveerse de diversos artículos e intercambiar otros,
involucrándose en ocasiones en la criminalidad.
¿Qué tipo de criminalidad implicó a los comerciantes minoritarios? La criminalidad incluía una
actitud enfocada en la transgresión de la norma establecida, los individuos por diversas
circunstancias incurrieron en estos actos delictivos: primero, para satisfacer sus necedades
insatisfechas ante la dificultad; segundo, como modus vivendi. Este tipo de acciones relacionaron
diversos sectores sociales, que participaron en esas prácticas, ya como víctimas, ya como
beneficiarios, legitimando estos hechos como otras formas de existencia alternativa, dentro de los
amplios espacios coloniales de la Gobernación. Generando una unión “Entre la cultura impuesta a
las clases populares por las clases dominantes, y la cultura generada directamente por esas mismas
clases subalternas, como fruto de su propia actividad y experiencia sociales”222. Los comerciantes
se vincularon a esta criminalidad, participando de los circuitos de contrabando de enseres; se
relacionaron con el abigeato o robo de ganado, así como con las ventas y juegos prohibidos; fueron
afectados por los robos a sus tiendas, tumultos, peleas y agresiones personales gracias a la
naturaleza misma de los negocios.
220 COLMENARES, German. Ley y orden penal en un periodo de transición. En: Revista de Historia crítica. No. 4.
1998. p. 9. 221 MEJIA PRADO. Op. Cit., p. 67. 222 GINZBURG. Op. Cit., p. 15.
103
En la Nueva Granada durante el periodo colonial, la ejecución de la ley fue una de las pocas
manifestaciones tangibles del teatro del poder de la corona borbona, las causas criminales ilustran
demostraciones concretas de poder y las condiciones específicas que las hacían posibles 223 .
Algunos tipos de trasgresiones a la norma, manifestaron la inconformidad y la búsqueda de
alternativas para la subsistencia de los sectores subalternos más desfavorecidos, quienes, por su
aumento demográfico, constantemente fueron objeto de controles y discriminaciones sociales. La
facilidad proporcionada por el espacio geográfico de la Gobernación, les permitió a estos grupos
moverse entre las fronteras de lo legal e ilegal, enlazando diversas formas de comercio,
aprovechando las oportunidades que ofreció el medio para sobrevivir.
Toda esta población, originada en las mezclas asimiladas por los hacendados criollos a las categorías
de bastardos, grupos socialmente inferiores, vagamundos, miembros de grupos perezosos e
indolentes, en contraste con la población criolla denominada en los censos blanca, debía de manifestar
inconformidad por las diferencias, y lo expresaba con conductas que eran calificadas por las
autoridades como de levantiscas y rebeldes224.
El tendero minoritario como los “pulperos”, por su condición social perteneciente a sector
subalterno, se vio en medio de estas prácticas, utilizando los recursos que ofrecían para ampliar su
oferta de productos, en contra de los vetos sociales, que vieron en esas prácticas algo en contra de
la ley y la moral. Autores como Colmenares propusieron, un cierto reflejo de los delitos en la
sociedad, que revelaba algo del verdadero trasfondo de los conflictos internos de esta, siendo los
actos de criminalidad una salida a las restricciones testamentarias, por parte de los sujetos
dominados por las normas, “resulta característico por ejemplo, el tipo de delitos perseguidos con
más encarnizamiento durante la época colonial, los delitos mismos y su frecuencia son reveladores
de la naturaleza intima de esta sociedad de sus temores, de sus tabúes, de las posibilidades y sobre
todo de las limitaciones, que encontraba la expansión de la individualidad”225.
Sin embargo, en estas interpretaciones de los casos judiciales la crítica a la fuente, nos revela que
son producidas desde una perspectiva normativa del antiguo régimen, que ha seleccionado,
observado y juzgado, los acontecimientos mediante un discurso retorico moralízate, culpabilizando
algunos actos de resistencia, como una forma de trasgresión social a la norma legitimada. “La
223 PATIÑO MILLAN. Criminalidad, ley penal y estructura social en la provincia de Antioquia. Op. Cit., p. 27. 224 MEJIA PRADO. Op. Cit., p. 34. 225 COLMENARES. German. Ley y orden penal en un periodo de transición. Op Cit. p. 10.
104
existencia de un barómetro o lógica general que, más allá de lo que digan las leyes o determina lo
que el sentimiento popular y de la cultura de esas clases oprimidas es tolerable o inaceptable, lo
que es moralmente legítimo y aceptado por todos frente a aquello que resulta intolerable, agresivo
para las costumbres de la comunidad, y por ende incluso moralmente condenable”226. Teniendo
presente y comprendiendo el punto de vista del discurso documental colonial, podemos separar
algunos elementos factibles de observar más allá de su aparente quietud, “Los juicios criminales
nos acercan a las personas que tuvieron problemas con la justicia y en casi todas las sociedades
ellas suelen ser un porcentaje relativamente pequeño. A través de los datos suministrados por ellos
se pueden establecer los conflictos y algunas características de la sociedad, pero se debe tener una
cuenta que esta visión que se construye es parcial”227.
El comercio minoritario por ser un eslabón de distribución de mercancías, entre los mercados más
amplios y los consumidores básicos, se relacionó con los dos tipos de comercio: el legal y el ilegal.
Motivo por el cual, la aplicación efectiva de la ley durante el periodo Borbón, momento donde se
regulo con más fuerza estos negocios, los obligó a contribuir con los impuestos y las restricciones
decretadas por la Corona para el comercio, pero también, para con las normas del modelo de
sociedad establecido. “En términos un poco más particulares la ebullición de las inconformidades
populares, en el Valle del Cauca del último cuarto del siglo XVIII, hacía que el gobierno y las
clases dominantes estuvieran especialmente intranquilas y proclives a la represión fuerte de todo
lo que amenazara el orden establecido”228. Fenómeno que contribuyó de alguna manera, a la
mentalidad de se cumple, pero no se acata; creando cierta resistencia a las disposiciones reales por
medio de acciones clasificadas como criminales, fomentando los lazos de solidaridad entre los
sectores subalternos dominados, con sus semejantes dedicados por completo a esas actividades
delictivas.
Otras formas de actos criminales relacionados con el comercio minoritario, surgieron de los
conflictos producto de los actos dados al interior de la tienda, señalamos la venta de licores y tabaco
en el anterior capitulo, géneros que se consumían en ocasiones hasta caer en los límites del exceso,
lo que se manifestó en agresiones entre clientes alcoholizados. En las pulperías se practicó el juego
y otras actividades de entretenimiento prohibido, cuyas deudas provocaron riñas. También, el
226 GINZBURG. Op. Cit., p. 23. 227 PATIÑO MILLAN. Criminalidad, ley penal y estructura social en la provincia de Antioquia. Op. Cit., p. 38. 228 MEJIA PRADO. Op. Cit., p. 76.
105
pulpero compro o recibió objetos en empeño, de dudosa procedencia, ofreciendo un mercado al
robo de efectos. Los vínculos sociales del pulpero y su participación en el delito de compra de
productos ganaderos robados a ladrones, los convirtió en cómplices a baja escala, logrando
beneficiarse de las grandes cantidades de ganado cimarrón de los hacendados.
Por otra parte, la tienda de pulpería fue víctima de las agresiones físicas y robo. Algunos clientes
agredieron la propiedad o la persona del pulpero, por disgustos o por no simpatizar con los precios;
frecuentemente, se realizaron los robos a la pulpería, de noche, pero por la calidad de los clientes
habituales, era normal que alguno tratara de ganarse el día con un atraco a mano armada,
consiguiendo también géneros y provisiones libres de pago. Este tipo de agresiones son las más
frecuentes, poniendo al tendero tras mostrador como testigo de otros actos delictivos, dentro de un
sistema de relaciones económicas fuera de la ley, que permitieron la organización de la vida
material, para algunos sujetos contestatarios en un territorio tan vasto como la Gobernación de
Popayán.
La corona tomo medidas restrictivas mostrando su presencia por medio de los mecanismos de
control social, como el aumento de los funcionarios peninsulares y el establecimiento un
mecanismo represivo más moderno y eficaz con los cuerpos militares. También la Corona actuó
limitando el acceso a los puertos del caribe y aumentó la revisión en las aduanas de los productos
importados, junto con el estancamiento de productos. Los impuestos a las ventas como la Alcabala,
fue algo no muy bien tomado por la gente, sobre todo los sectores subalternos que se vieron muy
afectados en el micro tráfico de los géneros que diariamente consumían. “la restricción impuesta
por los últimos borbones a actividades económicas privadas a su gravamen, era resentida en cada
paso individual y podía dar lugar a levantamientos populares de cierta amplitud”229.
Las disposiciones Reales, Superiores Ordenes, los Autos y Bandos, facultaron a los funcionarios
reales para elaborar un código jurídico alterno del tipo policivo, que, apoyado en la legislación
indiana, adapto las circunstancias y características de la época a una normatividad que buscaba
organizar, ordenar y claro está, controlar la población a partir de criterios raciales.
Todo ello en aras de objetivos de más largo alcance, como era el usufructuar bajo la modalidad de
monopolio las rentas estancadas de productos como el tabaco y el aguardiente o conseguir mano de
obra para la construcción de caminos, establecimientos y fuertes militares o simplemente soldados
para la defensa del imperio, actividades masivamente aborrecidas por los pobladores libres del campo
y las “ciudades”, muchas veces homologados convenientemente como holgazanes o vagabundos230.
229 COLMENARES. German. Ley y orden penal en un periodo de transición. Op. Cit., p. 9. 230 MUÑOZ COGARIA, Andrés David. La administración de justicia y la criminalidad en la Gobernación de Popayán
106
Durante la segunda mitad del siglo XVIII la aplicación de las reformas borbónicas trasformo las
capitanías en intendencias con una masa más activa de funcionarios reales peninsulares. En los
documentos generados en el desarrollo del cumplimiento de las leyes de indias, para el caso del
virreinato neogranadino, tenemos que resaltar los emanados en el periodo de los virreyes Eslava,
Messia de la Cerda, Flores y Gutiérrez de Piñeres. Los cuales señalaban de manera más reiterativa
la aplicación efectiva de las reformas por parte de los Cabildos de la Gobernación, encargados
dentro de sus funciones de la labor represiva y normativa de los pobladores, pero las distancias y
otros intereses fueron los motivos de las constantes negligencias e incumplimientos de lo dispuesto.
Motivo por el cual, en la sociedad colonial, el poblado tenía un significado diferente para el
labrador pobre: era el lugar donde residían las autoridades y los eclesiásticos, que intentaba a toda
costa someterlos, además era la sede de la cárcel, oficinas de rentas y donde el cobro de los
impuestos al comercio se hacía efectivo.
3.2 Delitos referidos al contrabando.
La criminalidad fomentada durante el periodo de los déspotas ilustrados, utilizo las ventajas
geográficas de la Nueva Granada para el comercio. Su gran circuito interregional en el norte sirvió
como un punto estratégico, para mover desde las colonias extranjeras en el Caribe, a las zonas
aledañas al puerto de Cartagena mercancías varias, con el fin de mezclarlas con otros artículos y
trasportarlas a los centros urbanos de distribución. Cartagena fue el primer sitio donde se
registraron, los navíos con sus mercerías, en las aduanas locales, a fin de cobrar su respectivo
impuesto, pero también, para reconocer y fomentar ciertos niveles de control a los géneros que
ingresaban. La Corona emanaba restricciones sobre los productos de acceso permitido que
generalmente salían del puerto de Cádiz y otros puertos autorizados en la península, esto creo una
limitación en los productos circulantes causando la necesidad de introducir otras varias mercancías
por vías no autorizadas, aprovechando los flujos de mineral en polvo y los grandes espacios para
comercializar.
Las limitaciones al comercio con extranjeros se mantenían constantes, vigilando en lo posible los
mares y otros espacios de intercambio en las costas o alta mar, procurando solo el acceso a los
navíos españoles. Sin embargo, las circunstancias de abastecimiento continuo de harinas obligo a
1750- 1820. Tesis de Grado para obtener el título de historiador. Cali: Universidad del Valle. Facultad de humanidades.
Departamento de Historia. 2011. p. 34.
107
permitir el ingreso de productos extranjeros provenientes del caribe, por parte del Virrey y
arzobispo Góngora y Argote, caso que señalo McFarlane:
Al llegar al puerto a finales de 1784, encontró que las reservas estaban a punto de terminarse y
entonces dio órdenes para que se enviaran inmediatamente suministros de las haciendas del interior.
Sin embargo, los comerciantes exigieron precios tan altos y enviaron cantidades tan pequeñas que el
arzobispo se vio en la necesidad de cambiar de política y llegó a la conclusión que el único remedio
era permitir el comercio con extranjeros231.
Para controlar las mercancías que entraron y salieron en general, se implementaron las Casas de
Aduana, que fueron ubicadas en los puertos, pero para poder efectuar una observación rigurosa se
establecieron las Aduanas locales, situadas dentro del territorio. Con estos controles se trató de
cobrar más efectivamente los impuestos al comercio como el Almojarifazgo y la Alcabala, cobro
que se realizó sobre el avaluó correspondiente a la cantidad de las mercaderías, que el comerciante
presento como totales, existiendo siempre la posibilidad de esconder algunos géneros costosos. El
pago por los derechos de los productos adquiridos fue obligatorio, para poderlos circular en el
interior del virreinato neogranadino, pues sin el registro del impuesto en la aduana, los artículos
serian decomisados por los retenes y controles de las aduanas locales en los centros de abasto. Sin
embargo, existió otra forma para mover las mercancías, mediante la criminalidad, donde
participaron los jueces y los tenientes de gobernador, que protegieron con su silencio a los
comerciantes evasores del pago a la Hacienda Real, mediante el contrabando232.
La demanda de otros productos fomentada por el desarrollo minero, abrió espacios no regulados
por la corona, ya por su difícil acceso, ya por incapacidad administrativa. Estas regiones fueron
ocupadas por agentes extranjeros, quienes a través del contrabando se beneficiaron del gran flujo
de metálico en polvo recolectado por los comerciantes en los distritos mineros y los centros
urbanos, para ofertar sus productos manufacturados sin ninguna regulación evadiendo las leyes.
“Aunque los funcionarios intentaron evitar el contrabando de oro en polvo, era imposible
inspeccionar aun a las personas que viajaban por los caminos principales, sin contar con que los
pasos ocultos entre las montañas ofrecían rutas convenientes para un comercio de contrabando de
proporciones imposibles de calcular”233.
La necesidad que tuvo la Corona para evitar el contrabando fue muy alta, enfocando su poder a
múltiples restricciones en los puertos y zonas marinas. Se proclamaron limitaciones de comercio y
231 MCFARLANE, Anthony. El comercio exterior del virreinato de la Nueva Granada: conflictos en la política
económica de los Borbones (1783-1789). En: Anuario colombiano de historia social y de la cultura.1971. No 6-7.
p.10. 232 BARONA. Op. Cit., p. 75. 233 TWINAM. Op. Cit., p. 52.
108
constantes señalamientos para la prohibición de la circulación de navíos en los puertos referidos a
la zona de Buenaventura en el Pacífico perteneciente a la Gobernación de Popayán. Otros puntos
de contrabando los señalo Francisco Zuluaga, en las zonas del rio Atrato y el rio San Juan, con sus
canales aledaños de múltiples aguas, que permitan el acceso a los puntos de extracción minera en
el Chocó, los convirtieron en algunos de los principales puntos de abastecimiento para las
mercancías de contrabando, a primera mano y fácil de intercambiar por el mineral en polvo, sin las
restricciones de los pagos.234
En los registros documentales analizados, señalamos algunos de los amplios circuitos mercantiles,
con sus nodos de redistribución, que permitieron el acceso a zonas de gran dificultad geográfica,
espacios en los cuales se podía adquirir las mercancías de contrabando introducidas por pasos
ocultos y mortales, para traspórtalas bajo el sigilo de la noche, hasta los centros urbanos. Los
comerciantes minoritarios en sus tiendas, ofrecieron una gran variedad de productos entre legales
e ilegales, posiblemente comprados a mayoristas que aprovecharon la amplia oferta de artículos de
contrabando, para moverlos mezclados con los registrados en la aduana, utilizando las tiendas
minoritarias, como redistribuidores al por menor a los diferentes consumidores, quienes asistían a
estos sitios con el objetivo de la satisfacción de sus necesidades básicas y suntuarias.
Para evitar el ingreso de mercancías no autorizadas por medio del contrabando, además de obtener
un efectivo control de los productos que circulaban en los puertos americanos, así como el cobro
de los impuestos como las alcabalas y almojarifazgo; la Corona Borbona en la segunda mitad del
siglo XVIII, implementa y hace cumplir con más prevención la utilización de las guías de
productos, las cuales fueron los registros donde se relaciona el tipo de producto a ingresar, su lugar
de origen, la cantidad, junto con otras descripciones, con miras de elaborar un reconocimiento de
las mercadurías registradas y comercializadas en las colonias. Estas guías debían ser corroboradas
por los Oficiales Reales desde el punto de entrada en los puertos, certificando que se había
cumplido el pago de las aduanas y real derecho de alcabalas, para poder continuar con su ruta a
través de los diferentes circuitos mercantiles en el virreinato neogranadino, finalizando en la
Gobernación de Popayán. Un documento fechado en12 de febrero de 1777, señala la obligación a
los comerciantes: “Para la extracción de todas sus ropas hade de preceder llevas sus guías,
conforme a lo mandado de su orden el gobernador en 19 enero del presente año, e informe de 6 del
234 ZULUAGA RAMÍREZ. La protesta social en el suroccidente colombiano. Op. Cit., p. 85.
109
mismo dado por el tribunal de Real Audiencia de cuentas y para que hayan con justificación lo
despacho donde los mercaderes bajo de relación jurada como se acostumbra”235.
Un Oficial Real reportó ciertas dificultades para la aplicación del comercio con la guías y
tornaguías en la ciudad de Cali el 12 abril 1777, mostrando que las prácticas y razones expresadas
por los comerciantes, fueron calificadas como actos criminales, desde el punto de vista normativo
de la Real Hacienda. Acciones como el no pago del Real derecho de Alcabala, bajo la justificación
de “costumbre” o “inmemorial razón”, mostro negligencia y alevosía en una mala observancia de
la ley; también lo prevalido por los comerciantes en general, que con una actitud sediciosa andaban
sin guías para poder:
Introducir mercancías por vía ilegal, con infinitos fraudes mayormente si se considera la proporción
que tiene para comértelos, con lo abierto y escarpado de aquellos lugares en donde introducen de
noche cargas y se reservan algunas que manifiestan al siguiente día en la aduana, y con estas cubren
las introducciones de noche, y poco a poco van poniendo los géneros en sus tiendas, y este es mi
entender de los motivos por los que no quieren sujetamente a dar cuenta jurada de lo vendido que si
lo condujeren con guía no podrán intentar trampa236.
Otra forma de evasión fiscal, se presentó al esconder artículos en los equipajes, para no
reconocerlos en las facturas de registro de aduanas, algo que complicó aún más el efectivo cobro
de los impuestos. Problema que motivo al tribunal superior a emanar una prohibición, en la cual
limitaba el introducir géneros sin su respectiva guía o sin la relación jurada, señalando el llevar
consigo la factura y autenticación de Popayán, bajo la pena de perdida de los productos. Las
observaciones entregadas por la Real Junta el 18 de diciembre de 1775, se enfocaron en recodar la
normativa regulada por la legislación indiana, con el fin de evitar el contrabando. Con estas
disposiciones en Cali los funcionarios reales estaban obligados a registrar en la aduana:
A los traficantes, percibe la ley segunda título diez nonos, libro sexto de Castilla, quedando sujetas a
las mismas obligaciones, las petacas, baúles, y almofreces; con apercibimiento, que assi los dueños
no haciendo la prevenida manifestación se les declara incursos en la pena de decomiso, dando por
perdidos los efectos y que en la misma pena incurra los que introdujeren, cargas de noche por el
presunto fraude que de este hecho resulta237.
Esta criminalidad implícita en el flujo mercantil neogranadino, encrudeció los trámites para el
cobro y circulación de géneros, las aduanas emanaron permisos y constancias en papel sellado,
aumentando el valor del impuesto y complicando a los comerciantes, quienes irritados por tanta
235 A.C.C. Civil. Sig. 1726. Fol. 2. 236 A.C.C. Civil. Sig. 1726. Fol. 37. 237 A.C.C. Civil. Sig. 1726. Fol. 39.
110
regulación, “clamaban por el fin de los mecanismos de control para cobrar la alcabala, como eran
los formularios para cada operación de compra y venta, las llamadas guías y tornaguías, entendidas
como nuevas torturas burocráticas, especialmente en una sociedad donde la mayoría era analfabeta
y requería contratar a escribanos que cobraban a letra por cada contrato238.
Las reformas Borbónicas exigieron a los comerciantes llevar un libro de registro, donde se
reconociera las transacciones comerciales y las cantidades manejadas en los establecimientos, este
tipo de control más directo a las compras y ventas, suponía una organización administrativa de los
negocios constante. Algunos comerciantes anotaron en un cuaderno los ingresos y egresos, los
créditos otorgados a los clientes, empeños, como un control personal de sus finanzas, pero no como
un elemento administrativo para ser examinado por la Corona, practica poco común en la Nueva
Granada. También, fue común la producción de algunos inventarios de almacenes y tiendas,
ofreciendo un leve panorama de sus movimientos financieros. Muchos de estos controles internos
de los comerciantes, fueron solicitados por los funcionarios reales según las reformas Borbonicas,
para verificar las verdaderas cantidades de géneros comercializados y la tasa de cobro para las
contribuciones reales:
Mandamos que el mercader o tendero por sus libros (…) Déselo a mostrar y dar cuenta clara y cierta
al arrendador, por donde se pueda conocer las vendidas y compras que ha hecho por el dicho su libro,
en el día que se lo mandasen, con juramento que sobre ello haga el dicho libro que le dará muestra es
el verdadero, y que no tiene otro alguno, y que no vendió otros paños o mercaderías, fuera de esta so
pena de dos mil maravedís para el contador239.
En la ciudad de Cali se recibió un Bando de la Real Junta de Popayán, sobre el cobro de la Alcabala
a los contratos de compra y venta a mercaderías, exigiendo la relación jurada a los comerciantes.
Se ordenó al teniente de gobernación de dicha ciudad, que cumpliera el requerimiento y al asentista
Bernaza, que no diera ninguna excusa para la efectiva ejecución de lo resuelto por la junta de
Popayán, estas disposiciones fueron emanadas en Santafé el 27 de febrero de 1777, por el Virrey
Manuel de Flores, ante la constante falta de cobro en los impuestos por toda la Gobernación a los
comerciantes en general, recordando en el correo,que la tasa para cobrar la alcabala es de 2% sobre
la relación jurada de lo vendido. Razón que obligo al funcionario real Joseph Bernaza a exhortar
algunos comerciantes tomados por mayoristas: “don Miguel de Barandica y Vidalonga, como
mercader del barco con la mayor brevedad, me dé relación jurado de todo lo que vendió y trocado
desde el día 27 del mes de julio del año pasado de 1775, que tome posesión del cargo”240.
238 KALMANOVITZ. La economía de la Nueva Granada. Op. Cit., p. 73. 239 A.C.C. Civil. Sig. 1726. Fol. 5. 240 A.C.C. Civil. Sig. 1726. Fol. 40.
111
Este caso contra el comerciante Barandica, se relaciona con los conflictos provocados por las
reformas, con el cambio de Oficiales Reales criollos por intendentes peninsulares, quienes, al no
estar familiarizados con las prácticas de intercambio locales, establecidas por las condiciones
sociales y geográficas que imperaron por casi dos siglos, chocaron con el peso de la tradición y la
costumbre. Los comerciantes se resistieron a pagar cotas más altas de las acostumbradas, entrando
desde la legislación en una situación de incumplimiento e ilegalidad a lo dispuesto por el Rey, por
lo tanto, de sanción. Motivo que impulso al comerciante a elaborar una carta dirigida a la Real
Contaduría de Popayán en el mes de abril de 1777, para la revisión del cobro de los impuestos a
los ramos dados las costumbres y antigüedades, sumado a la dificultad de un pago tan alto como
lo es el 2%, teniendo en cuenta la situación real donde : “todos los comerciantes son de barco y no
almacenistas, de los cuales no hay en Cali, como dichos individuos le confieran y en primer escrito,
para evitar el gran perjuicio que se sigue a la venta, y a los arrendados, con el introducido abuso
de pagar por cargas, lo que venden por menudeo” 241. En la Carta de enviada a Popayán por el
susodicho, se presentan los descargos apoyados en la legislación indiana, sobre los motivos por los
cuales no se ha presentado el efectivo cobro, mandado a ejecutar recientemente por el Virrey Flores
al teniente de Cali; también, la dificultad de presentar la relación jurada o los libros de control,
dadas las prácticas y condiciones de venta por baja cantidad, situación acostumbrada en esa y otras
ciudades del virreinato:
Por serme moralmente imposible el executar dicha relación, interpusimos el año próximo pasado
nuestra suplica, a fin de que se nos exonerase de ella pues, en la nota séptima del arancel nos exime
de esta puntualidad a virtud de la manifestación que hacemos en la aduana de las cargas en su entrada,
obligándonos tan solamente a la facción de lo que corresponde a cada una de ellas, según el computo
o tasa que se tiene echa y se alla aprobada por mismo superior gobierno, la que se observa y guarda
no solo en este de Popayán, sino también en la corte de Santa Fee, en la ciudad de Quitto, Honda,
Tunga y Buga, sin resistencia ni reparo de los administradores, ahora los mercaderes introductores
de las cargas vendan por menudeo o por memorias, como lo manifiesta prácticamente la experiencia
así en Quito como en Popayán, y en los demás lugares los que si se recorrieren uno por uno
inspeccionando sus mercaderes, se bera que en sus tiendas o almacenes se vende por memorias, por
baras y al menudeo242.
Menciona en su carta que estas justificaciones ya las había enviado en forma escrita al teniente de
Cali, para remitirlas a la capital del virreinato, pero parece ser, que por la negligencia del
funcionario no llegaron en su totalidad junto con los demás documentos del expediente,
ralentizando el debido proceso y la legítima defensa:
241 A.C.C. Civil. Sig. 1726. Fol. 37. 242 A.C.C. Civil. Sig. 1726. Fol. 43.
112
Como bastante lo tengo justificado en los autos que entregue al señor Bernaza los mismo que saco de
esta ciudad sin guardar el orden judicial, llevándolos con la mayor violencia la corte de Santa Fe,
donde no con poco fundamento regular que no ablando el señor fiscal de ellos, en su vista y en su
decreto, su excelencia, se citen algunos documentos de dicho Bernaza y no se haga un aun por
incidencia mención de los que de mi parte se agregaron y escritos que presente243
Podemos observar que el comerciante señalo como posible causa de los desacatos a la Real
Hacienda, el aumento del porcentaje al impuesto de alcabalas al dos por ciento, así como también
la necesidad de tener que llevar las guías de registro para los productos, junto con los libros de
compra y ventas, solicitando el regresar a los anteriores cobros más accesibles y que no promovían
la evasión de impuestos, declarando el comerciante que, “No por zierrto, se haría sin duda cargo de la
innata piedad de su excelencia, de volver a los establecimientos antiguos y de la comodidad de los vasallos,
que sin defraudación del Real Derecho se puede a venir bien, de modo que si de ella se siguiera la
disminución de la renta, ya el reparo estuviera echo y las precauciones se hubieran puesto”244.
Por otro lado, un artículo que también entro en la dinámica del contrabando por el establecimiento
más regulado del estanco, fue el tabaco. Cuyo mercado se realizaba cerca de las minas y lo
manejaban los terratenientes y comerciantes, quienes revendían a los mayores consumidores del
producto: los esclavos. Estudios sobre este comercio, señalan que partía directamente de los
productores básicos y los comerciantes intercambiado en forma de trueque, cambiando el tabaco
por ropa, artículos y herramientas a los cosecheros. El control borbónico con el estancamiento del
tabaco, cambia el sistema de trueque a una relación de un mercado movilizado por la moneda,
trasladando su expendio a lugares autorizados, en los cuales era costoso el producto. “por tal razón
muchas personas preferían el contrabando pues su costo era más bajo, aunque su calidad no fuera
la mejor”245
La calidad del tabaco variaba según las condiciones de siembra, exigiendo este cultivo de un
constante cuidado y una gran disponibilidad de gente para su desarrollo:
La producción del tabaco se organizaba con mano de obra en gran porcentaje familiar, porque la mayoría de
los cosecheros eran arrendatarios y pequeños propietarios que no tenían como pagar trabajadores. El cultivo
del tabaco era de pequeña área ya que el proceso para que se diera tenía mucha dificultad, este proceso
necesitaba mucha precaución debido al asedio de diferentes plagas. El estanco de tabaco presenta su mayor
productividad desde 1780 hasta 1790, su declive lo presentó a partir de 1801, por algunas causas como: el alto
contrabando y problemas de organización administrativa246.
243 A.C.C. Civil. Sig. 1726. Fol. 44. 244 A.C.C. Civil. Sig. 1726. Fol. 43. 245 PATIÑO MILLÁN, Beatriz Amalia. La economía del tabaco en la Gobernación de Popayán 1764-1820. Trabajo
de grado para obtener el título de licenciada en Historia. Cali. Universidad del Valle. Departamento de Historia.1974.
p. 23. 246. Ibíd. p. 23.
113
Como vimos la utilización del contrabando como medio de abastecimiento de productos vetados
por la corona, fue una práctica muy común entre los comerciantes minoritarios de la Gobernación
de Popayán, aprovechando los grandes nichos que tenía el basto mercado interno colonial.
3.3 Delitos sobre el abigeato.
La sociedad colonial utilizo los amplios espacios enmontados para mantener una constante
ganadería, que garantizara el abastecimiento urbano y de los centros mineros, los grandes
terratenientes formaron haciendas ganaderas, que disponían de una gran masa de tierra con ganado
cimarrón, pero también con ganado menor como cabras y ovejos. En estas haciendas se utilizó la
mano de obra esclava, pero generalmente fueron los libres de todas las castas, los que trabajaron
por un jornal en géneros. Estos jornaleros en determinadas épocas del año, se encargaron en rodear
y de recoger el ganado cimarrón, que había crecido junto con el marcado anteriormente “El ganado
era separado de acuerdo con sus marcas y el resto era repartido entre los hacendados colindantes;
solo unas pocas cabezas eran entregadas por estos a sus peones y terrazgueros. Posteriormente,
parte de este ganado era vendido a los cebadores y el resto dispersado en los montes, hondonadas
y valles de las haciendas”247.
El ganado se criaba libre en los montes como cimarrón, brindando a los sectores libres que
habitaban en los límites entre haciendas y fronteras de ciudades, posibilidades para obtener una
proteína animal libre de costo para abastecer, sus familias y congéneres cercanos, así como para
intercambiar un excelente en las urbes locales a los comerciantes minoritarios por otros productos.
Fue complemento de los productos del platanar, a través del ejercicio de abigeato, fueron vistos y
calificados por la justicia de la sociedad mayor como bandolerismo. Pero en la medida en que velaban
por parte de la supervivencia de la comunidad y servían de fuerza de choque o perseguidos por la
justicia, significaron, para la comunidad patiana un instrumento de defensa. Es por ello por lo que
calificamos al bandolerismo colonial en el Patía como bandolerismo social defensivo, ateniéndonos
a la conceptualización de Eric Hobsbawn248.
Los grupos de personas bajo la condición de libres, se fueron estableciendo por toda la Gobernación
en los nuevos espacios sociales y económicos cercanos a la periferia de las urbes, o en las zonas
de frontera del hinterland. Formando unos valores y prácticas de subsistencia basadas en la
247 BARONA. Op. Cit., p. 271. 248 ZULUAGA RAMÍREZ, Francisco Uriel. Guerrilla y sociedad en el Patía. Una relación entre clientelismo político
y la insurgencia social. Cali. Universidad del Valle.1993. p. 54.
114
utilización de los recursos que ofrecía el medio ambiente, con algunos productos de pan coger, la
recolección de productos susceptibles de ser comercializados interregionalmente, el no pago de los
impuestos y la creación de cultivos como algodón, cacao, tabaco y caña de azúcar. “No poseían
ningún título de propiedad, pero tampoco dependía de las haciendas, tenía en sus parcelas: platanar,
rancho de viviendo, frutales. Chiqueros para los cerdos, aves de corral y algunos campesinos
criaban una o dos reses. Eran considerados por la ley como “vagos y díscolos”; por los eclesiásticos
como infieles y amancebados; y por los hacendados como “ladrones y rateros”249.
Mucha de esta masa de gente económicamente activa se dedicó al ocio, aprovechando la gran
cantidad de ganado cimarrón que pastoreaba de un lado a otro por los vastos parajes, tan solo,
marcado por los hierros de los hacendados sus dueños, para complementar su dieta o comercializar
la carne, el sebo y los cueros en las tiendas cercanas, obteniendo otros productos por medio del
intercambio.
La dominante economía ganadera ha transformado las modalidades iniciales de la sociedad colonial
e impuesto otras normas, donde campean la violencia, el rasgo itinerante de la población y el
vagabundeo, que en parte se debe igualmente al surgimiento del grupo libre de los mestizos. Muchos
mestizos, de la misma manera que algunos blancos pobres, suelen asentarse en propiedades ajenas,
sobre todo en los terrenos fronterizos o mal dispuestos de las grandes estancias, y se dedican a una
economía de mera subsistencia.250
Los períodos de estancamiento y crisis minera, también afectaron fuertemente a los grupos
subalternos, quienes aumentaron sus prácticas basadas en la economía de subsistencia, asumiendo
nuevos estilos de vida, impulsados por la resistencia de ser convertidos por los hacendados en una
masa de mano de obra barata, asumiendo los riesgos que traía una vida criminal y de vagabundaje,
que la próspera sociedad de finales del siglo XVIII rechazaría con fuerza.
Las economías marginales de auto subsistencia en la Gobernación de Popayán se basaban en ciertas
prácticas y costumbres contraventoras de las leyes hispánicas, siendo el ejemplo más evidente el del
abigeato o robo de ganados, práctica campesina que afectó en especial a los dueños de haciendas y
ganados quienes ostentaban no sólo poder social y económico, sino también político mediante el
influjo ejercido en los cabildos. En los valles interandinos de la provincia, el cuatrerismo era más que
un hábito, dada la ingente cantidad de ganado cimarrón o semisalvaje que pastaba libremente por
aquellas tierras. Este fue uno de los actos más celosamente perseguidos por las autoridades coloniales
en Hispanoamérica, en virtud de su connotación delictiva, y mucho más aún en épocas de carestía251.
249 MEJIA PRADO. Op. Cit., p. 29. 250 SEMPAT. Op. Cit., p. 36. 251 MUÑOZ COGARIA. Op. Cit., p. 74.
115
Los individuos que practicaron el abigeato, se movieron en una “economía campesina que afectaba
la tradicional economía controlada por los terratenientes, quienes desde los cabildos de las ciudades
buscaron imponer normas a una población mestiza a la que consideraban cada vez más numerosa
y díscola” 252.
Por otro lado, las múltiples redes que se relacionaron con el robo de ganado, involucraron a los
comerciantes minoritarios, en este caso a las tiendas de pulpería, ya que la venta de la carne, sebo
y cueros, fue distribuida en este espacio, ya que fue un producto que permite un gran mercado.
Razón que obligo a el Cabildo de Cali, a dictar un Auto de buen gobierno con carácter normativo,
que tratara de regular lo referido al delito del abigeato muy común en la ciudad, el cual afectaba a
los hacendados y beneficia a los mercaderes minoritarios, quienes compran dichos productos para
venderlos en sus tiendas, a un precio más bajo que el dado por los repartimientos para el abasto de
la carne. Este documento, nos muestra una de las acciones efectuadas por parte de la Corona, para
regular y culpabilizar actores sociales implicados en las prácticas de criminalidad, también las
penalizaciones que presentaron estos delitos según las diferentes castas:
Respecto a los grandes daños que ha reconocido, se experimenta de hurtos de ganado en las haciendas,
y que estos se facilitan en que los agresores traen la carne salada a esta ciudad, la que los pulperos no
renuncian comprar, por tanto manda su merced que cualquier, suxeto que viniese trayendo carne
salada consigo para precisamente de traer con sigo razón del dueño que se la hubiere vendido, pena
de que no hacerlo assi sera severamente castigado en la carcel pública, ynterin se le verificase ser
bien habida la carne, que assi traxieren y a los pulperos que la comprasen dixa carne si no le consta
ser bien habida y de ello puedan dar razon se le condena por la primera vez en diez patacones
aplicados de por mitad, casa [roto] capitulares y [roto] gastos de oficio y por las demás veces
duplicada la pena253.
La relación generada entre este tipo de crimen con las tiendas de pulperías, se produjo cuando se
trajo a vender trozos de carne sin registro, los cuales son muy probablemente producto del robo de
alguna res cimarrona, que quizás perteneció a un hato cercano en los linderos de las haciendas.
Esta carne ilícita que generalmente se comercializo en forma de trozos o tasajos salados, proveyó
un ingreso extra al pulpero, cosa que perjudicaba el abasto de la carne regular en la carnicería local.
Otro producto vacuno derivado con gran importancia en la vida practica colonial fue el cuero, que
por sus tamaño y resistencia al deterioro, se empleó en la fabricación de bolsas para el trasporte de
alimentos y aguardiente, petacas, otros artículos básicos para el desarrollo de las actividades de
comercio, “de su abundancia o su escasez dependieron no solo los artesanos que lo trabajaban sino
252 Ibíd. p. 76. 253 A.H.C. Cabildo. Tomo.18. Fol. 219.
116
el avituallamiento de las poblaciones y la capacidad de participación de los hacendados y recatones,
en los mercados comarcanos”254.
Para el caso del Virreinato de la Plata, el movimiento de los cueros fue muy importante, por su
exportación y comercialización, involucrando a los comerciantes minoritarios: “Azcuy Ameghino
en sus estudios sobre el tráfico de cueros y los intereses que los rodean ha presentado, los distintos
Bandos sancionados por las autoridades coloniales y las protestas corporativas de los hacendados
relacionadas a los mercachifles y pulperos que estimulan el robo de cueros para intercambiarlos
por efectos”255.
Dentro de las tiendas de pulperías, se ofrecían como se mencionó anteriormente gran variedad de
productos entre los cuales se encontraba las carnes de res y de cerdo. Productos que se abastecieron
por medio de las concesiones que ofrecían los cabildos en los remates de abasto de carne, sin
embargo, el aumento demográfico de la población libre de todos los colores. Estos grupos sociales
se ocuparon en múltiples actividades que incluían la delincuencia como “modos vivendi” en la
gobernación de Popayán, dentro de las cuales se encontraba el robo de ganado a las grandes
haciendas, o la venta de la carne de animales enfermos. En las épocas en los cuales los animales
eran atacados por las pestes, los pulperos tenían prohibido vender carne de animales que estuviesen
contagiados. Un caso que ilustra lo anterior lo vemos para 1774, cuando Pedro Giran Procurador
General de la ciudad de Buga, solicita al cabildo tome medidas relacionadas con el expendio de
carne de cerdo, atendiendo a la petición del señor se ordena:
Ordena y manda que todos los vecinos estantes y habitantes en esta ciudad no puedan matar cerdo
alguno sin que primero de parte a la justicia para indagar si el sitado cerdo se halla libre del contagio
y peste de que se está experimentando, y asi mismo que ningún pulpero ni pulpera, resiba ni venda
carnes de marranos de cerdo para el despendio en la ciudad por enseñar la experiencia, aprovechas
los infestados y apestados para no perderlos, y abastenciendo la republica con ellos en detrimento y
riesgo de introducir en las gentes la misma infestación que se está experimentado en los mismos
cerdos256.
Las personas que no cumplieran la anterior orden deberán pagar una multa de 50 pesos, sino
contaban con este dinero perderían el cerdo más ocho días de cárcel en el cepo, y los plebeyos y
todas aquellas personas de “baja esfera”, recibirán cien azotes por las calles públicas de la ciudad
de Buga.
254 BARONA. Op. Cit., p. 226. 255 CARRERA, Julián. Los pulperos y la justica rural bonaerense, 1770-1820. En: Anuario del Instituto de Historia
Argentina. No. 5. 2005. p. 7. 256 A.H.C. Fondo Judicial, caja 35 exp. 12.
117
Debido a la profunda crisis que se experimentaba en la ganadería a fines del siglo XVIII, se
prohibió en 1790, tanto a los ganaderos como a los tratantes del choco, sacar ganado para otras
regiones, en tanto se realizaba el repartimiento, tendiente a satisfacer las necesidades de la ciudad
de Cali. Pues los tratantes sacaban ganado para las minas, poniendo en riego el abasto local, que
se afectó por las sequias, pestes o el continuo abigeato.
3.4 Crímenes contra la moral.
La sociedad colonial del siglo XVIII, estableció ciertas normas de comportamiento, fundamentada
en una moral religiosa, que se permeaba al control social de la población, ejerciendo atribuciones
legales desde las instituciones de poder como los Cabildos y Gobernaciones. La legislación indiana
ofreció un marco fundamental de normas que tenían procedencia ultramarina, pero que se habían
adaptado a la vida colonial americana. Estas normas de control social y moral por parte de la corona
y la iglesia, fueron interpretadas por los funcionarios reales para ser ejecutadas en diversas
situaciones dentro del devenir de la cotidianidad del virreinato.
Los comerciantes minoritarios, por ser agentes vitales dentro del comercio local en la Gobernación
de Popayán, constantemente fueron regulados por la aplicación de las reformas borbónicas ante la
necesidad fiscal de aumentar los ingresos y controles desde la perspectiva económica, como lo
señalamos anteriormente. Sin embargo, existieron otros tipos de restricciones emanadas por los
cabildos con un carácter social, orientadas a lo moral. Encontramos casos enfocados en especial a
las tiendas de pulpería, por haber sido, espacios que generaban grandes niveles de socialización
donde se relacionaban diversos grupos étnicos, sobre todo la población mestiza y mulata, siendo
estos grupos los más perjudicados por estas medidas, gracias a su alta participación en estos actos
de criminalidad.
Se dieron restricciones locales en los momentos de las celebraciones civiles y religiosas, como el
posicionamiento de un nuevo Rey, la Semana Mayor y las procesiones de santos patronos, por ese
motivo se dictaban ordenanzas normativas extraídas de los códigos europeos para estos días, por
ejemplo, a fin de regular a los individuos se estableció la “Tocata de la Queda”, que fue un pregón
sonoro con campana de metal, durante este tiempo no se podía circular en la ciudad, ni tener
establecimiento abierto, bajo la penalización de una multa, cárcel o azote, según fuese su condición
social. Un bando referido a este tipo de restricción, lo tenemos en la ciudad de Cali, para el 23 de
118
febrero de 1718 en el cual entre tantos asuntos: “trataba de los juegos, de la recogida al Toque de
la Queda, y que no se permitieran embriagarse en las pulperías”257. Otro bando limita el horario de
funcionamiento de las tiendas de pulperías, que, por lo amplio de su comercio y actividades,
permanecieron abiertas la publico por más del tiempo permitido recibiendo constantemente,
individuos de conflictivos, esclavos y otros forasteros, generando riñas y problemas258.
También, el Cabildo de Justicia y Regimiento de Cali en sus Actas Capitulares, nos legó casos
donde prohibió la venta de licores a ciertos tipos de sujetos, pues parece que la sociedad colonial
trataba de evitar ciertos hábitos en los esclavos y en los otros individuos de todas las castas, que
demográficamente eran mayorías. Señalando a los pulperos que tenían prohibido vender el
aguardiente a los esclavos, vagos y ebrios, un caso que ilustra lo anterior lo vemos para 1763
cuando el cabildo les hizo a los pulperos un recordatorio al respecto: “los dueños de las dichas
pulperías no venderán aguardiente a esclavos ni persona viciosas”259.
El profesor Zuluaga también nos señala algunas restricciones tomadas por el cabildo de la ciudad
de Cartago, “que desde 1749 habían sido promulgadas por el alcalde Don Gregorio Simón de
Campo, se ordenaba: (…) y así mismo que ningún pulpero ni otra persona venda a dichos esclavos
aguardiente sin licencia de sus amos, pana de ser castigados arbitrariamente por el perjuicio que se
hace a la república”260.
En la Gobernación durante el siglo XVIII, no se tenía bien establecido el Real Estanco de
Aguardiente, este licor se fabricó en trapiches de haciendas, pero también en algunos alambiques
artesanales, esto permitió una circulación fácil y un mercado corriente, “algo similar se daba con
el estanco del aguardiente, pequeños propietarios y colonos sembraban caña, unos con trapiche
otros sin él, y se dedicaban a obtener el aguardiente que comercializaban libremente en la
región”261. Por tal el exceso en la bebida fue algo común, visto como un mal hábito y por esto
penado. Dado que el licor se expendía y consumía en las tiendas de pulpería, se daba una gran red
socio-comercial, entre los destiladores (clandestinos o legales), los pulperos y consumidor final,
todos estos sujetos de diferentes castas sociales se relacionaban en el espacio del pulpero, entrando
en muchos casos en la embriaguez y en la agresión.
257 ARBOLEDA. Op. Cit., p.10. 258 Ibíd. p. 36. 259 A.H.C. Cabildo. Tomo. 23. Fol. 44. 260 ZULUAGA RAMÍREZ. La protesta social en el suroccidente colombiano. Op. Cit., p. 60. 261 MEJIA PRADO. Op. Cit., p. 93.
119
En la capital del Virreinato, pasaba una situación similar con estos establecimientos que
participaron en la venta de géneros al por menor, prestándose sus instalaciones para fomentar el
ocio y las practicas amorales y criminales: “El suministro y venta de bebidas embriagantes como
vino, aguardiente y chicha le otorgó a la pulpería la reputación de lugar de tumultos y de riñas. Por
eso eran frecuentadas por vagos y maleantes, lo que obligó a la Audiencia de Santa Fe a limitar a
120 el número de las que podían funcionar en la ciudad”262.
El cabildo de Cali, nos señaló un caso particular, en donde se aplicó una pena por una agresión al
código moral establecido, contra una mujer que ejercía el oficio de pulpera. Se trata de un Bando
de Buen Gobierno de carácter restrictivo, efectuado por el alcalde más antiguo, con asunto de
notificación y expulsión, de una forastera proveniente de Popayán, que en su pulpería recibió y
permitió alojamiento a gente de toda clase a cualquier hora, lo que iba en contra de las disposiciones
del cabildo sobre las prácticas y los tipos de sujetos permitidos en estos negocios, además de las
restricciones establecidas para el toque de la Queda. La ejecución de una pena de control social de
este tipo por parte del cabildo, enmarco las fuertes acciones punitivas, efectuadas sobre los actores
sociales, que afectaban la moralidad religiosa, pues esta fue el soporte de la sociedad establecida.
El Oficial Real Fernando de Cuero el 2 de enero de 1773:
Dixo: que por cuanto Gertrudiz de Espinoza, natural de Popayán, mantiene una pulpería, en esta
ciudad, la cual continuamente alberga gente esclava y otros de malos y perversos procedimientos,
assi de día como de noche, por lo cual han recibido varias quejas y atendiendo a que la dicha es
forastera, debía mandar y mando, se le notifique que dentro del término del dicho día salga de esta
ciudad y su jurisdicción bajo la pena de (roto) ser sacada a la vergüenza y será arrogada
ignominiosamente, sin volver a ella con pretexto alguno en ningún tempo, y es por executado. su
merced proveio assi, la mandan y firmo263.
Esto nos permite conjeturar un poco acerca de los sujetos que frecuentaban tales sitios, y algo de
las normas morales del momento, pero fue evidente que estos sitios no eran bien vistos por la
sociedad en general, ya que algunas tiendas de pulpería fueron lugares de hospedaje a extranjeros,
campesinos e indígenas, sujetos que entablaron redes sociales amplias, relacionándose con los
sectores excluidos, pero a sus ves dinámicos y económicamente activos en el devenir de la vida
socioeconómica colonial. La fuerte aplicación de las reformas estas tiendas transformaron la
estructural de su funcionamiento, por la aplicación del estanco del aguardiente y tabaco, sumando
a que la ley no permitía el funcionar como hostales o sitios de asilo, limitándose solo habitar el
262 ORTIZ CARDONA. Op. Cit., p 107. 263 A.H.C. Cabildo. Tomo. 24. Fol. 18.
120
núcleo familiar del dueño o administrador. Esta práctica de alberge comunitario, parece que nunca
se suspendió, solo se hizo más clandestina264.
Los consumos de licores con el establecimiento del estanco, viraron su dinámica a una relación
muy cercana con la ilegalidad y la criminalidad, ya que la normativa prohíbo la fabricación
artesanal de estas bebidas alcohólicas, así como la libre circulación, monopolizando por parte de
la Corona los precios y la distribución a los comerciantes para su venta, un caso para la
Gobernación de Santa Marta nos ilustra un poco:
La venta al menudeo se efectuaba en lugares conocidos como pulperías que funcionaban en regiones
cercanas a la administración y podían adquirir solo el aguardiente que la administración le permitía
o le autorizaba. La Superintendencia General pretendió como fórmula de control contra la producción
clandestina y como estímulo a la venta oficial, dar al pulpero el seis por ciento de total de las ventas
del licor, era obligación de los pulperos, entre otras cosas, rendir cuentas mensuales al administrador,
pagar la fianza por la licencia de vender el aguardiente y como garantía de la real hacienda. El precio
de expendió del licor, por ninguna circunstancia podía ser diferente al que la administración fijaba
para los pulperos, alterar los precio podría acarrear fuertes sanciones dictadas por la Superintendencia
General265.
Por otra parte, el entretenimiento basado en juegos de azar, en ciertos momentos fue catalogado
como prohibido y amoral, si bien, existieron unos tipos de esparcimientos permitidos y un Estanco
de Naipes con sede en la capital del Virreinato, que repartió a todo el Virreinato Neogranadino
cartas autorizadas para el juego, a fin de restringir el uso de las extranjeras bajo estricta prohibición.
Motivo por el cual le escriben al contador de la Real Caja de Popayán:
Don Felipe de Uzurriaga contador interino de Popayán: remito a usted 200 barajas para que el cabildo
las hiciera vender con una comisión (…) trascribo un decreto de marzo de 1719, para impedir que
con naipes extranjeros se ocasionen perjuicios a las fábricas de Santa Fe, (…) se pregone por bando
que nadie pueda usar, vender, comprar o tratar con estas barajas extranjera266.
Este tipo de ocio se producían en diversas casas de juego, pero también en la Pulpería, donde había
licor, música, comida, juegos, etc. El cabildo prohibió muchas de las variadas formas en que se
jugaba, claro está que en estos sitios fue muy común esconder los juegos prohibidos durante las
visitas de los fieles regidores y demás funcionarios reales, motivo que obligo a Nicolás Caicedo
junto con otros alcaldes ordinarios el 1 mayo de 1764 a dictar un auto contra: “los juegos de dados,
los del albures, boliches, cinco por uno, treinta y dos por uno, bisbís, que de pocos días a esta parte
264 VARGAS LESMES, Julián. La sociedad de Santafé colonial. Bogotá. Universidad de los Andes. 1994. p. 371. 265 DE TOVAR, Mora, Gilma Lucia. Aguardiente y conflictos sociales en la Nueva Granada durante el siglo XVIII.
Bogotá. Universidad Nacional de Colombia. 1988. p.160. 266 ARBOLEDA. Op. Cit., p. 27.
121
se habían introducido a la ciudad y se congregaban a jugar o a ver mujeres del popular, mandaron
a quienes tuvieron esos juegos y las figuras de ellos correspondientes las recogieran para que en
la plaza pública las quemara el pregonero”267.
Algunos de los promotores de los juegos fueron extranjeros, como el sastre francés Pedro Tessier
y el genovés Bernardo Carcaño. Sobre personaje en particular se presentó un caso especial, pues
en vista de las prohibiciones tanto a los extranjeros, como a los juegos, al emprendedor italiano, el
cabildo caleño le exhorto a salir de la ciudad y llevarse los sus juegos:
Este expuso en su abono que explotaba, como arrendatario, la mesa de truco de doña Baltasara Prieto
de la Concha, y que a ese establecimiento ( situado en la plaza, diagonal de la iglesia matriz) concurría
casi toda la gente principal, en busca de esparcimiento honesto; que allí mismo había montado el
bisbís, el boliche y el cinco por uno, que esos juegos los había exhibido en mansiones de notables
incluyendo al presbítero Alegría y Caicedo, y que no los habían hallado perjudiciales, solicitando le
permitieran seguir con esos juegos, y pagaría un impuesto de cincuenta patacones anuales268.
Cosa que fue rechazada, pues los oficiales reales misteriosamente declararon en contra del
extranjero, lo mismo que el presbítero, que dijo que los hizo llevar a su casa para verlos solamente,
pero los encontró nocivos. Motivo que genero la prohibición y la exhortación para que se dedicara
a sus oficios de sastre y comerciante.
Otro caso similar lo presento don Feliz Hernández de Espinosa, quien solicito a la gobernación un
permiso para abrir públicamente una mesa de truco, argumentado que en la ciudad de Cali “no hay
más que un truco y este es muy viejo y casi cayéndose y teniendo presenté, que algún juego o
diversión debe permitirse a los vivientes”269. El comerciante aseguro que no permitiría que jugasen
esclavos o hijos de familia, ni tampoco tendría juegos prohibidos. El cabildo le dio licencia el 6 de
junio de 1772.
3.5 Crímenes sobre lesiones personales.
El espacio que ofrecían las tiendas de pulperías, para la comercialización de bienes, atraía una gran
variedad de personas en busca de algo más que géneros para el abasto diario. El entretenimiento y
267 Ibíd. p. 251. 268 Ibíd. p. 252. 269 Ibíd. p. 365.
122
ocio, sumado a la distribución de bebidas alcohólicas generaba desordenes y riñas entre los clientes,
pero también, entre el pulpero y sus clientes. Estas situaciones se resolvieron según la mentalidad
del siglo XVIII, mediante el uso de armas blancas como: puñales y cuchillos, desembocando en
peleas con graves lecciones personales y en ocasiones, terminando con la muerte de alguno de los
implicados. Los pulperos:
En general son víctimas o testigos del delito y no los autores del mismo, son agredidos y saqueados
con frecuencia y sus ojos están presentes en muchos conflictos que no los tienen como protagonistas.
Esto se debe a las características singulares que tienen las pulperías, son espacios donde se concentran
bienes (alcohol, tabaco) y prácticas (música, juego) muy deseadas y también ámbitos donde se
aglutinan personas de casi todos los sectores incluyendo a funcionarios locales. El roce es permanente
y la costumbre de resolver las diferencias a “cuchillo”, convierte necesariamente al pulpero en el
tercero “imparcial” que dará testimonio ante el alcalde270.
En la ciudad de Popayán, en 1773, encontramos un caso particular donde se muestra un crimen
referido a las lecciones personales, que involucra un ataque cometido en una tienda de pulpería,
teniendo como participantes el pulpero y unos clientes ebrios, el acontecimiento lo narró el
Escribano Real Ramón de Murgueitio, quien se encontraba en una calle de la ciudad cuando:
Se le paso noticia para que pasase a la tienda de la esquina, en la casa que quedo para fin y muerte de
don francisco Mariano de arboleda, a la pulpería de Vicente de Castro, a contener un hombre ebrio
que está insultando en ella al referido pulpero y quería darle con su cuchillo porque no le vendía o
daba aguardiente, incontinenti pasado a la dicha tienda de pulpería allo, que Xavier Fernández llevaba
cargado de la dicha tienda a Bernardo Fernández alias el “Beino”, y se metió en la tienda de Joaquín
el peluquero, que vive al lado de la dicha casa271.
Continua el documento contando, que cuando trataron de controlar al acusado, empezó a ofender
a los Oficiales Reales, motivo que obligo a llevarlo a la cárcel, cosa que provoco en el reo intentos
de huir a la iglesia principal cercana a la plaza en dos ocasiones. Luego cuando llegaron a la cárcel
por no estar abierta a tiempo, Fernández propino más insultos dando muestra de no estar tan
alterado por la bebida. El proceso en contra del “Beino”, prosiguió con una diligencia de confesión
jurada en la cárcel, donde se le realizó una serie de preguntas sobre los motivos de su detención y
de los actos de agresión e intento de robo y agresión que se le imputaban, respondiendo el
susodicho que no recordaba nada a causa del licor, siendo este un mal hábito que lo alteraba.
Concluyen los jueces que por esas acciones agresivas y violentas seria castigado con trabajos
manuales por un mes en la fábrica del puente Real del Cauca por su persona, a ración y sin sueldo.
270 CARRERA. Op. Cit., p 11. 271 A.C.C. Judicial. Sig. 7751.
123
Por otra parte, las tiendas de pulperías se exponían constantemente a robos, ya que tenían en su
haber gran cantidad de enseres, alimentos, bebidas, etc. objetos muy llamativos para la gran masa
forastera, desocupada y ociosa, que aumento a fin del siglo en la Gobernación de Popayán. “Los
robos en las últimas décadas del siglo XVIII debían están en aumento al igual que aumentaba el
número de blancos pobres y población libre que establecían parcelas en los montes, ciénagas y
orillas de los ríos.”272
Este fenómeno demográfico fue algo que se trató de regular en la ciudad de Cali, donde el Teniente
de Gobernación señalo “que había muchos vagamundos forasteros que andaban ocupados en bailes
y embriagueces y otros desordenes que ordinariamente infestan este lugar y ocasionan pendencias
y refriegas a los vecinos y por esto ha habido muertes alevosas”.273 Ordenando salir a los forasteros
lo más pronto posible, bajo la pena por desacato de expulsión violenta.
Para el caso del virreinato de la Plata, al comparar las situaciones de criminalidad que involucraron
a los comerciantes minoritarios, se encontró una similitud en los fenómenos descritos para la
Gobernación de Popayán:
Otros robos se efectúan directamente frente al rostro del pulpero y es normal que la agresión y el robo
vayan de la mano. El victimario en estos casos puede ser un cliente alcoholizado que se niega a pagar
lo consumido o un sujeto considerado en el pago como vago y pendenciero. Guillermo Noé, en Las
Conchas, en su pulpería el indio Mateo González apuñaló al Sargento de Milicias Pedro Gutiérrez.
Nuevamente el conflicto se inicia ante la negativa de vender aguardiente, el indio fastidiado empuja
y tira una puñalada al sargento, luego el pulpero lo sosegó y llevó afuera274.
Estos actos de criminalidad se difundieron en todos los virreinatos, aprovechando la dificultad para
una efectiva aplicación de los mecanismos de control empleados por la Corona, gracias a lo amplio
del territorio y la resistencia de los pobladores; pero principalmente, por las condiciones sociales,
económicas y culturales, que acompañaron a los comerciantes minoritarios en su devenir por los
circuitos mercantiles del inexplorado mercado interno colonial.
272 MEJIA PRADO. Op. Cit., p. 55. 273 ARBOLEDA. Op. Cit., p. 27. 274 CARRERA. Op. Cit., p. 6.
124
Conclusiones
Lo que caracteriza a este saber es la
capacidad de remontarse desde datos
experimentales aparentemente omisibles
hasta una realidad compleja no
directamente experimentada, se puede
agregar que estos datos son siempre
dispuestos por el observador de modo tal
que puedan dar lugar a una secuencia
narrativa.
C. Ginzburg
Sobre el anterior estudio podemos concluir: que la minería en la Gobernación de Popayán, sirvió
como elemento de cohesión para los otros sectores de la economía y la sociedad, permitiendo una
leve pero constante circulación de capital que expandió las posibilidades del comercio en general.
Por lo tanto, Los efectos de arrastre beneficiaron las condiciones para el intercambio de múltiples
mercancías ampliando los circuitos mercantiles a otros espacios, enlazando las regiones a un
sistema de relaciones más amplio.
Los procesos formados por la interacción de los elementos en el sistema económico regional,
provocó un boom de posibilidades para el surgimiento de comerciantes, quienes se beneficiaron
de los nuevos espacios para realizar sus transacciones con nuevos compradores. En consecuencia,
Las regiones participaron activamente con sus productos locales y con algunos artículos de
producción especializada, movilizándolos en otras regiones, fomentando la posibilidad de acceder
a algunos capitales provenientes de la minería.
La variedad de productos distribuidos por el mercado interno sobrepaso las necesidades de la
minería fomentando, el comercio local, y el desarrollo de sujetos dedicados al intercambio en
distintos niveles. Los comerciantes en general se movieron por los circuitos proporcionados por el
mercado interno, llevando mercancía desde los puertos como Cartagena, a las zonas de
redistribución como Santafé y Popayán, para ser dirigidas a los centros mineros, pero también a
una masa de consumidores urbanos.
El comercio minoritario también se benefició de los desarrollos del mercado interno y los ciclos
mineros. Utilizado los excedentes de capital circulante que los mazamorreros inyectaron, a esa
economía. Del mismo modo, el desarrollo de tiendas minoristas para abastecer los espacios
urbanos, aprovecho el boom de mercancías introducidas por los comerciantes mayoristas, para
redistribuirlas dentro de los sectores subalternos.
125
Las tiendas de pulperías fueron reguladas desde la Corona para controlar el abasto local de géneros,
pero principalmente para recibir un ingreso por impuestos de estos negocios. Por lo tanto, los
funcionarios reales constantemente trataron de ejecutar lo dispuesto por la recopilación indiana,
sin embargo, las condiciones geográficas y sociales, limitaron el efectivo cumplimiento de los
cobros.
La formación de este tipo de tienda, fue dado con poco capital, lo que generalmente provoco
resistencia por parte de los pulperos de los pagos y demás regulaciones. De manera que, la variedad
de prácticas y géneros en las pulperías fue muy alta, pero en pequeñas proporciones, utilizando
recursos como el crédito o el empeño de objetos para movilizar múltiples mercancías a todo tipo
de compradores.
Las tiendas de tratantes también aprovecharon el flujo de capital y mercancías para abastecer a los
centros mineros, aprovechado los excedentes de los comerciantes mayoristas para distribuirlo a
otros sectores y otros espacios, siendo un oficio que ofreció cierta rentabilidad y ganancias. por lo
consiguiente, el comercio minoritario de la Gobernación de Popayán, atrajo una gran variedad de
agentes.
Los tratantes en general distribuyeron mercancías a otros comerciantes minoritarios y a los sectores
subalternos a crédito, ampliando sus redes de acción, pero también se movieron por el mercado
interno en búsqueda de los centros mineros sus principales compradores.
El comercio minoritario tuvo una relación cercana con los actos de criminalidad, efectuados por
los sujetos en búsqueda de oportunidades y alternativas, aprovechando estas prácticas
socioculturales, para abastecerse por otros métodos no legales de diferentes productos. Las tiendas
de pulpería se vieron afectados como víctimas de algunos delitos, como robos y agresiones,
provocados por las prácticas efectuadas al interior de los negocios.
Se podría profundizar en un futuro sobre la influencia del mercado interno en la Gobernación,
ampliando la dinámica de articulación entre las otras regiones con las producciones locales a baja
escala. Examinado sus especializaciones y aportes al sistema mercantil. Los temas acerca el
comercio minoritario están muy limitados a la historiografía tradicional, se podría expandir el
estudio de estos actores sociales a otras perspectivas de interpretación y nuevos problemas más
específicos, que expliquen otras realidades sociales y comerciales. Algo que exige una búsqueda
126
documental más rigurosa.
Las tiendas de pulperías, como objeto de estudio dentro del trabajo regional, es un tema muy
relegado a los abastos en general, una profundización de los diversos fenómenos que esta figura
ejerció en los procesos socioeconómicos, esclarecería a un más la explicación de su vinculación al
mercado interno colonial y permitiría una comprensión más completa, sobre la función de los
comerciantes minoritarios en la Gobernación de Popayán.
127
ANEXOS
Tabla No. 1.
Pauta y Arancel General Ropas y Géneros Importados de Castilla
Segunda Mitad del Siglo XVII BUGA.
Tabla No. 2.
Pauta y Arancel General Ropas y Géneros De Todo El Reino
Segunda Mitad del Siglo XVII BUGA.
GENERO MEDIDA VALOR
Ropa de Quito: Lienzos y Bayetas de a
compensado
La Carga 4 Pesos
Ropa de la Villa de Ybarra: Géneros
Pabilos y otros semejantes
La Carga 20 Reales
Bayetillas de la villa La Carga 4 Patacones
Frazadas, lienzos ordinarios y camiseras
de Santa Fe.
La Carga 2 Pesos
Lienzo de Morcuras. La Carga 4 Reales
Anís La Carga 1 Peso
Ajos al contado La Carga 4 Reales
Garbanzos a Dos contados La Carga 4 Reales
Harina de Pasto La Carga 2 Reales
Harina de Almaguer La Carga 1 Real
Cacao al contado La Carga 9 Reales.
Arroz al contado La Carga 2 /2 Reales
GENERO MEDIDA VALOR
Lanas, Lencerías y Zedas Por la carga 10 Pesos
Mercerías Por la carga 5 Pesos
Canela Por la carga 10 Patacones
Alcaparras, Almendras, Pasas Por la carga 3 Reales
Vino Botija 3 Reales
Aceite Por la carga 1 ½ Reales
Aceitunas Por la carga 3 Reales
Cera labrada en pasta Por la carga 5 Pesos
Acero Por la carga 18 Reales
Loza de Sevilla Por la carga 4 Reales
Vidrio Por la carga 2 Patacones
Hierro Por la carga 1 Patacones
Munición Por la carga 2 Pesos
Plomo en pasta Por la carga 9 ½ Reales
128
Conserva (dulce de Guayaba o mangar
blanco), alfandoques y Panelas
La Carga 2 Reales
Miel al contado La Carga 1 Real.
Frijoles al contado La Carga 1 Real
Sebo al contado La Carga 4 Real
Pescado al contado La Carga 3 Real
Res que se mata fuera de la carnicería Por Unidad 2 Reales
Novillo pesado en carnicería Por Unidad ½ Real
Carne salada al contado La Carga ½ Real
Cerdo al contado Por Unidad 1 Real
Anacos, Guanabinas y Pinturas La Carga 2 Patacones
Cordobanes La Carga 4 Pesos.
Tabaco en polvo La Carga 4 Pesos.
Tabaco en hoja al contado La Carga 3 Reales.
Alpargates al contado La Carga 3 Reales.
Cobre labrado La Carga 4 Pesos
Estaño La Carga 17/2 Reales
Elaborado por el autor. Fuente: ACC. Fondo, Cabildo. Sig. 1726. Fol. 1-2.
Tabla No. 3.
Géneros empeñados en la pulpería de Pastora Molineros.
Tipo Condición Cantidad
Ponchos blancos de algodón Usados 2
Calzones listados viadas Usados 2
Solapa de bayeta verde Nuevo 1
Bretaña verde Nuevo ½ vara
Pañuelito de murcelina blanco Usados 1
Paño de cabeza de Bretaña viada Usados 1
Servilleta de lienzo viada Usados 1
Camisa de lienzo sin pechos Nuevo 1
Paño de damasco Usados 1
Tiras de rengo una azul y otra blanca Nuevo 2
Talega de lienzo usada Usados 1
Calzones de aderno Viejo 1
Tiras de lienzo comenzadas a labrar Nuevo 2
Camisita de niño Usados 1
Fajas Usados 5
Rosario de coco, con su crucecita de coco Usados 1
Jeme de Bretaña Usados 1
Servilleta de lienzo Viejo 1
Cruz de chonta con su cinta colorada Usados 1
Rosario de punta de coco con seis cuentas de
oro de a dos reales cada una, y cuatro de a un
real, sin cruz
Usados 1
Ponchito de lienzo Usados 1
Rosario de canutas colorado, con su cruz de
plata
Usados 1
129
Rosario de punta de coco con crucecita de
plata
Usados 1
Rosario de coco con cruz de plata Usados 1
Rosario de granados con crucecita de plata Usados 1
Rosario de punta de coco con crucecita de
plata
Usados 1
Rosario venturina con tres cuentas de oro y
crucecitas de plata
Usados 1
Punta de coco Usados 1
Gargantilla de corales con tres cunetas de oro
y sus ignitas negras
Usados 1
Añillos de mitad, el uno de tumbaga Usados 2
Cuentita de oro Usados 1
Colmillito de caimán Usados 1
Machetico Usados 1
Llaves de caja Usados 4
Alesnas Usados 2
Barrena Usados 1
(ilegible) Viejo 2
Candado Viejo 1
Pedacito de bayeta blanca empezado a coser Nuevo 1
Servilleta de lienzo Usados 1
Eslabón con una guasquita Usados 1
Capas de paja Una nueva y otra vieja 2
Jarro de lata Usados 1
Sombrero fino Viejo 1
Tunda de balanza Usados 1
Mantelilla bayeta Viejo 1
Mantelilla azul de bayeta de la tierra Viejo 1
Palo o balasta Usados 1
Sombreros de traza el uno y otro de junco Usados 1
Bastidor de coser Usados 1
Pajitas con cocas Usados 2
Sombrero de monte Usados 1
Chumbe viejo Viejo 1
Liega vieja Viejo 1
Pollera verde Usados 1
Elaborado por el autor. Fuente A.C.C. fondo Judicial. Sig. 11118
Tabla No. 4
Visita a tiendas Popayán 1667.
INDIVIDUO CONDICIÓN
Francisco de Fierro Tratante
Francisco de la Eran Tratante
Pedro Solarte Tratante
Capitán Juan del Castillo Patiño Mercader
Capitán Cándelo Canto Mercader
130
Juana Castro Pulpera
Juan Fuentes de Montes Reyes Tratante
Elaborado por el autor. Fuente: A.C.C. Cabildo. Sig. 501.
Grafico No. 10.
Elaborado por el autor. Fuente: A.C.C. Judicial. Sig. 11118.
TEXTILES DE LA TIERRA TEXTILES DE CASTILLA ALIMENTOS ARTÍCULOS
NUEVOS 12 5 19 8
USADOS 6 4 0 15
VIEJOS 8 6 0 6
0
2
4
6
8
10
12
14
16
18
20
Inventario general de la pulperia de Pastora Molineros
NUEVOS USADOS VIEJOS
131
Bibliografía
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