Download - Cátedra Historia Contemporanea
SEGUNDA CÁTEDRA – LA ERA DE LAS REVOLUCIONES
MIGUEL BARRIOS LABBÉ
1. ¿Qué trascendencia tiene para usted la Independencia de los Estados Unidos?
La transformación de las trece Colonias Británicas en América en una unidad independiente del
imperio inglés implicó una profunda transformación en el mapa político y geo histórico en una
magnitud jamás vista hasta entonces. Por primera vez en América un pueblo se escindía del yugo
imperial europeo, a la vez que creaba una nueva realidad política. Sin embargo, para poder juzgar la
trascendencia de todo este proceso, debemos considerar las condiciones que se dieron para su
desarrollo.
En una primera instancia, podemos ver que las Colonias británicas venían generando una cultura
propia, lejos de las ataduras de la estructura social y política de la Metrópolis europea. Había un
sentimiento de pertenencia sobre el espacio, y las condiciones únicas de su establecimiento los
hacía diferenciarse de la Inglaterra Monárquica. De otra parte, debemos tener en cuenta que en estas
circunstancias, las ideas ilustradas encontraron tierra fértil, por lo que gozaron de la simpatía
norteamericana los valores como la libertad y el republicanismo. Además, las Colonias gozaban de
una estabilidad material-económica que no iban dejar escapar fácilmente.
Junto a estas condiciones culturales, tenemos el elemento crítico de la Corona inglesa, la que pasaba
por una situación de debilitamiento. Justificada en normas tradicionales de gobierno, esta intentó
imponer mayores cargas tributarias a las Colonias americanas, de cara al déficit que les había
dejado la guerra contra Francia por la supremacía en el territorio americano. Cuando las Colonias se
unen para oponerse a dichas condiciones y defender la obra material y cultural que venían
consolidando se desata una guerra por, finalmente, independizarse del Imperio, haciendo uso en
términos teóricos de la herencia que la ilustración había creado, paradójicamente, en Europa.
Así es como la victoriosa guerra independentista de Estados Unidos se proyecta como un elemento
trascendental en la historia política: fue, en esencia, el primer antecedente histórico en el que las
teorías ilustradas se materializaron. La Independencia norteamericana no implicó el quiebre de la
tradición (como sí lo haría la Revolución Francesa), sino que más bien creó una alternativa, pero
una alternativa que hizo ver al resto del mundo que era posible poner a la razón como fundamento
ordenador de la sociedad. El republicanismo, la libertad individual y el patriotismo son ejemplos de
las ideas que se plasmaron en la Declaración de Independencia celebrada el 4 de julio de 1776, y
que en adelante sirvieron de referente a otras creaciones políticas modernas, tanto en América como
en Europa.
2. ¿Porque se sostiene que la revolución francesa ha pasado como un hecho paradigmático en
los fenómenos revolucionarios?
El proceso denominado como la Revolución Francesa hace referencia a aquél conjunto de hechos
sociales y políticos que confluyeron en la Francia de fines del siglo XVIII y que trajeron como
consecuencia el fin del “Antiguo Régimen”. Para entender la envergadura de este fenómeno, es
necesario apuntar que a partir de estos hechos se acaba de manera inédita en Europa con la
estructura productiva (“feudalismo”), social (“órdenes”) y política (absolutismo), tradiciones de
largo aliento se vieron reemplazadas por nuevos valores y maneras de ordenar la sociedad.
Ahora bien, más allá de determinar los actores que fueron influyendo en esta cadencia histórica y
los actos puntuales que estos llevaron a cabo, se hace tremendamente necesario destacar el modo en
que el proceso en su conjunto influyó en el resto del mundo occidental, en tanto marcó un hito que
se proyectó en formas y símbolos casi míticos en el devenir de las sociedades modernas. Un primer
aspecto a considerar tiene que ver con las condiciones que permitieron que se desembocara en la
Revolución: las ideas de la ilustración corrían en “fórmulas simples”1, diseminando los ideales
como la libertad y la igualdad entre ciertos elementos de la sociedad. Estas mismas ideas
encontraron caldo de cultivo en un momento en que convergen en Francia crisis de carácter
administrativo, social y económico, que hacen cristalizar el descontento en acciones concretas, tanto
a nivel institucional como insurreccional-popular.
El nuevo sistema político creado a partir de estas condiciones únicas en la historia se instaló como
un modelo frente a las aspiraciones de los pueblos que en adelante se vieron en la necesidad de
resolver las contradicciones propias de los sistemas tradicionales frente al advenimiento de las
dinámicas modernas en sus propios espacios. La Revolución Francesa se instala como un paradigma
en la medida que anuncia lo que está por venir en el resto del mundo más que en los cambios
inmediatos a partir del quiebre con el Antiguo Régimen2, proyectándose como una herencia
ideológica de largo alcance, tanto en la misma Francia como en el resto del mundo, y fue apreciada
como fuente de inspiración para las revoluciones que le siguieron. Finalmente, y como bien ha
reseñado Eric Hobsmawm, “La ideología del mundo moderno penetró por primera vez en las
antiguas civilizaciones, que hasta entonces habían resistido a las ideas europeas, a través de la
influencia francesa. Esta fue la obra de la revolución francesa”3.
1 Vovelle, Michel, “Introducción a la Historia de la Revolución Francesa”, Barcelona, Crítica, 1987. Pág. 22.2 Ibíd. Pág. 76.3 Hobsbawm, Eric, ”La era de la Revolución (1789-1848), La era del Capital (1848-1875), La era del Imperio (1875-1914)”, Barcelona, Crítica, 2012. Pág. 59.
3. ¿A qué se debe que las transformaciones de carácter político, económico y social hayan
requerido un periodo de medio siglo para producir el cambio de una sociedad tradicional a
una sociedad moderna?
Para afrontar esta problemática hay que considerar, primero, que hablar de revolución social,
implica pensar en las lógicas de un “proceso social”, no puesto en la misma escala de duración que
un proceso evolutivo, pero sí cumpliendo con las características propias de un fenómeno de larga
duración. De hecho, las transformaciones sociales surgidas a partir de la Revolución Francesa se
entienden desde una perspectiva estructural, cuyos orígenes se pueden encontrar en las
contradicciones propias de la misma sociedad tradicional que se está transformando, a lo que se
suma el incremento de pensadores e ideologías liberales que surgieron como respuesta a estas
situaciones complejas, y la difusión de las mismas en los distintos estamentos de la sociedad.
Según Ansaldi, la revolución como proceso se desarrolla en dos momentos, referidos a 1) una
“situación revolucionaria”, que requiere el cuestionamiento del poder establecido, el cual se
encuentra en crisis y, generalmente, con movilizaciones de masas desde abajo, y 2) un “resultado
revolucionario”, que consiste en la transferencia del poder a los movimientos insurgentes4. Como se
observa, no se trata de una simple coyuntura, ya que la crisis del poder establecido, básicamente,
tiene que gestarse en un espacio de tiempo y, desde ahí, se continúa con las siguientes fases.
Segundo, al tratarse de cambios estructurales entre un tipo de conformación social y otro, los
procesos revolucionarios son más lentos, debido a lo arraigado de la estructura social, política y
económica inicial. En este caso, la sociedad tradicional que es el origen de la transformación
consiste en un complejo entramado social construido desde las esferas de poder y desde los pactos
sociales a lo largo de varios siglos. Este escenario genera que sea difícil el hecho de que las
ideologías liberales irrumpan en una estructura social demasiado arraigada y rígida, sobre todo
considerando el peso relativo que ejercen los distintos estamentos al interior de la sociedad del
Antiguo Régimen. Lo anterior es posible de observar, por ejemplo, en los intentos restauracionistas
de la monarquía, tras la derrota de Napoleón Bonaparte, donde había importantes elementos
conservadores que seguían difundiendo sus ideas y que, en algún momento lograron volver a
imponerlas.
Tercero, es preciso considerar que pese a que la misma sociedad tradicional está en una fase de
colapso sobre sí misma, se requiere la transformación completa de los componentes ideológicos
4 Ansaldi, Waldo y Giordano, Verónica, América Latina: la construcción del orden. Tomo 1: De la Colonia a la disolución de la dominación oligárquica. Buenos Aires, Editorial Ariel, 2012.
tradicionales en modernos. En efecto, los distintos aspectos de la sociedad deben verse imbuidos de
las formas de pensamiento liberal. Lo político, lo social y lo económico son las tres esferas básicas
que deben transformarse. Ello no solo requiere la presencia de componentes ideológicos que
expliquen la realidad, sino que también necesita estrategias y políticas aplicadas a la realidad social,
las cuales nieguen los principios de la sociedad tradicional y construyan un nuevo escenario social.
Lo anterior conlleva la determinación de nuevas estructuras que respondan a los ideales
revolucionarios y que traten de generar la menor cantidad de contradicciones entre sí, para evitar los
intentos fallidos o el colapso temprano del modelo social que se quiere construir. Aquí hay
elementos que son planificados y otros que “se dan naturalmente”. Todo este resultado requiere de
mucho tiempo para la consolidación de las nuevas propuestas sociales en sus orígenes ideológicos y
en sus métodos de aplicación.
Por último, hay un factor explicativo de esta condición que es propio de la inexperiencia de los
procesos revolucionarios, una vez que las bajas capas sociales asumen el poder. La Asamblea
Nacional francesa, consigue un resultado revolucionario cuando comienza la construcción de una
Francia distinta, pero que, por haber sido desarrollado en apenas dos años, posee una estructura
demasiado frágil, puesto que existe una división al interior de la sociedad por el odio a la nobleza y
la realeza, la división de la Iglesia entre la alta y baja clerecía, y las luchas por el poder en manos de
la burguesía que asume distintos intereses, entre otros factores. Esta fragilidad con que comienza la
nueva Francia revolucionaria, sumado a los remanentes de la sociedad tradicional conservadora,
impiden el avance y consolidación de la nueva conformación social moderna, en el periodo que
sigue a la Revolución Francesa y, en definitiva, consigue dicha consolidación tras otros varios
intentos revolucionarios en el medio siglo posterior.
No hay que olvidar, además, que en lo que se refiere a la Revolución Francesa, esta viene a poner
fin a una larga tradición sobre la forma de comprender el mundo, donde la Iglesia Católica definía
las pautas sociales y políticas en conjunto con las monarquías absolutas que le eran leales y, a partir
de ahora, la sociedad se seculariza, con lo que se pone en entredicho el poder eclesiástico y hasta los
mismos dogmas religiosos que por más de un milenio habían sido hegemónicos en el contexto
europeo. En definitiva, la transformación de la sociedad tradicional en moderna se puede explicar
desde las características propias de los procesos de larga duración con que son concebidas las
revoluciones sociales, y en virtud de la complejidad de las estructuras que pretenden cambiar, así
como también se explican por la rigidez de las estructuras previas y la fragilidad de los cambios
revolucionarios iniciales.