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CASTELLOLOGÍA DE LA CUENCA VALENCIANA
DEL RÍO TURIA. III José Vicente Gómez Bayarri
Académico de Número de la RACV
Español
Resumen: En este artículo de la Castellología de la Cuenca Valenciana del río
Turia III abordamos el estudio de las construcciones de la arquitectura de carácter
militar y señorial, localizadas en poblaciones ribereñas de dicho cauce fluvial que están
ubicadas en la comarca valenciana del Camp del Turia.
En dicha comarca se asientan diversas poblaciones que conservan fortificaciones o
castillos, restos de las murallas que rodeaban el casco antiguo de la población, o torres
construidas en el recinto amurallado. Muestras de ello, en la zona ribereña, es el
castillo de la Loma de la Sang de Liria y los castillos de Benissanó, de Ribarroja o los
restos castellísticos de Vilamarxant; las murallas medievales de Liria y de Benissanó,
con tres puertas de acceso a la población, o la de Benaguacil.
Palabras clave: Castellología Cuenca del Turia en la comarca Camp del Turia.
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I. GENERALIDADES
Preámbulo
En este artículo de la Castellología de la Cuenca Valenciana del río Turia III abordamos
el estudio de las construcciones de la arquitectura de carácter militar y señorial,
localizadas en poblaciones ribereñas de dicho cauce fluvial que están ubicadas en la
comarca valenciana del Camp del Turia.
En dicha comarca se asientan diversas poblaciones que conservan fortificaciones o
castillos, restos de las murallas que rodeaban el casco antiguo de la población, o torres
construidas en el recinto amurallado. Muestras de ello, en la zona ribereña, es el
castillo de la Loma de la Sang de Liria y los castillos de Benissanó, de Ribarroja o los
restos castellísticos de Vilamarxant; las murallas medievales de Liria y de Benissanó,
con tres puertas de acceso a la población, o la de Benaguacil, estudiada esta última por
Aurelio Alonso.
Los castillos eran fortificaciones que tenían una finalidad defensiva y de control del
territorio. Este tipo de obra arquitectónica se emplazaba generalmente en montículos o
“tossals” estratégicos, eligiendo para su levantamiento una buena ubicación. En el
entramado del poblamiento del área geográfica donde se alzaban desempañaban una
función específica. Desde él se ejercía el poder de manera puntual y discontinua. Eran
recintos cerrados, disponían de torre del homenaje y estaban protegidos por una muralla,
en muchas ocasiones almenada que facilitaba la defensa. La muralla con frecuencia era
perimetral. El número de puertas de acceso era reducido. En ocasiones varios castillos
configuraron una línea defensiva apoyada por una serie de torres-atalayas de vigilancia,
ubicadas en altozanos, con objeto de permitir el mejor control de las rutas de
comunicación o de otear un extenso territorio.
Las diferencias de los castillos eran notables según su emplazamiento, finalidad, entidad
de la plaza que defendían y materiales utilizados en su construcción. Los de mayores
dimensiones y los mejores estructurados poseían un recinto amurallado con almenas,
aspilleras, albacar, torres, dependencias, aljibes, almacenes, etc. Los materiales
utilizados eran esencialmente mampostería, tapial, sillería, adobes, arcillas y cal.
Con el crecimiento y consolidación de la población, para evitar el peligro exterior y
favorecer su defensa algunas localidades fueron amuralladas.
Las tierras ribereñas en este tramo del Turia estuvieron jalonadas de fortificaciones por
donde discurrió el río. Muchas de estas fortalezas se levantaron sobre restos castrales de
épocas anteriores; otras se alzaron durante las invasiones almorávide y almohade o
posteriormente y se adaptaron a las necesidades del poder establecido al incorporarse
este territorio del reino de Valencia al ámbito cristiano. (1)
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II. ANÁLISIS DE POBLACIONES DE LA CUENCA DEL TURIA
EN EL CAMP DEL TURIA
1. FORTIFICACIONES DE LIRIA
1.1. Ubicación de la ciudad y fortificaciones
La histórica ciudad de Liria, capital comarcal del Camp del Turia, se encuentra a unos
25 kilómetros de la ciudad de Valencia en dirección hacia las tierras de la Serranía
valenciana. Se levantó en la ladera de un cerro y en el límite geográfico entre el llano y
las primeras estribaciones montañosas. Está situada en un lugar estratégico y
desempeñó la función de control de la vía de comunicación que enlaza las tierras de la
comarca de l’Horta con las del interior de la provincia en dirección noroeste.
Según Josef Castelló, Liria tiene su asiento en un valle que forman dos montecillos.
Beben sus habitantes de una copiosa fuente, con cuyas aguas sobrantes y las de otras
que nacen en sus alrededores riegan una porción de huertas (1).
A. J. Cavanilles señaló que desde el cerro de San Miguel se ve Liria que se extiende a
sus pies extendida de oriente a poniente, y más allá hacia el norte su dilatado campo
llega hasta los confines de los montes de Portaceli, Olocau y Alcublas. Miranda hacia
mediodía se ve correr el Turia desde que sale de los montes de Pedralba hasta más allá
de Ribarroja (2).
Las fortificaciones localizadas en Liria son el Castillo de la Loma de la Sangre, las
murallas medievales y el Fortín de San Miguel. Además existen diversas masías
fortificadas en su demarcación territorial.
1. 2. Descripciones
El castillo de la Loma de la Sangre se levantó en el tossal o cerro de su nombre. Fue el
núcleo primigenio de la ciudad y ocupa el espacio de la denominada “Villa Vella”,
concretamente, el entorno a la actual Iglesia de la Sangre.
Basamentos y vista parcial exterior de la iglesia de la Sangre
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Puerta de acceso de la iglesia de la Sangre. Finales del s. XIII
El castillo fue construido en época musulmana. Fue mandado edificar por el rey al-
Mustaīn II de Zaragoza a finales del siglo XI, al desmembrarse el Califato de Córdoba y
constituirse los reinos de taifas peninsulares. Se considera que tuvo un traza similar al
castillo de Ŷubayla o Puig en la comarca de L’Horta Nord, pues dichas fortificaciones
se edificaron con el mismo objetivo, que no fue otro que aislar a Valencia antes de
proceder a su asalto en el contexto de enfrentamiento entre las huestes del régulo
islámico y las mesnadas del Cid (3).
La población de Liria y su castillo fueron incorporados a la órbita cristiana en el reinado
de Jaime I. Son escasos los restos arqueológicos que se conservan de esta fortificación:
se limitan a basamentos de varias torres y de algunos lienzos de murallas mezclados con
construcción moderna. El Museo Arqueológico Municipal alberga muestras de algunos
elementos arquitectónicos.
También en época islámica se debieron levantar las murallas que rodeaban y servían de
custodia y defensa a la medina árabe. Configuraron un recinto fortificado remodelado
en época medieval cristiana y delimitó el núcleo urbano hasta finales del siglo XVI y
principios del XVII. El crecimiento de la población provocó el derrocamiento de
diversos tramos. En el siglo XIX fueron derribados casi por completo las que quedaban.
Algunos lienzos almenados de vestigios arqueológico se localizan en la calle Viriato y
en las proximidades del antiguo castillo adosados a construcciones modernas. Son de
factura cristiana, construidos sobre la antigua muralla islámica.
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Lienzo de la muralla medieval almenada de Liria
Torreón de la muralla islámica medieval de Liria
Otra construcción defensiva fue el Fortín de San Miguel que se construyó junto al
Monasterio de dicho nombre, fundado por el monarca Jaime II. Se levantaba en un
altozano o “tossal” localizado en las proximidades de donde se encontraba la población
ibera de Edeta. Se aprovechó su estratégica localización para construir instalaciones
defensivas. Su emplazamiento fue aprovechado durante las Guerras napoleónicas y
carlistas. Actualmente se halla completamente en ruinas.
En el término municipal actual de Liria se localizan numerosas masías fortificadas. En
la mayoría de los casos aunque sus remotos orígenes pudieran ser árabes los restos que
se conservan corresponden a épocas posteriores. Entre ellas son dignas de citar: la
Masía de Camp, que perteneció a la Cartuja de Portacoeli hasta la desamortización de
Mendizábal, la Masía del Espinar que era propiedad de los monjes de la Orden de los
Jerónimos de San Miguel de los Reyes hasta el año 1935, la Masía del Juez, y la Masía
de Mollá.
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1.3. Historia
El término de Liria alberga numerosos yacimientos prehistóricos cuya antigüedad se
remonta al Mesolítico. El período de máximo esplendor de la población fue el de la
cultura ibérica, cuando la antigua Edeta se erigió en capital de la Edetania, demarcación
territorial que abarcaba una franja extendida entre los ríos Palancia y Xúquer.
Cuencos y vasijas de cerámica ibérica de Edeta
El origen de la ciudad de Liria se localizaría en el cerro de San Miguel, lugar donde
existió poblamiento humano desde tiempos remotos. Dicho poblado nos presenta un
urbanismo complicado por la necesidad de adaptarse a la orografía del terreno. Según J.
Aparicio Pérez en dicho yacimiento arqueológico no se observa muestras que denoten la
existencia de una fortificación, quizás por haber sido desmantelado por edificaciones
posteriores o por haber sido utilizadas las piedras para la realización de hormas de
abancalamientos con fines agrícolas.
Alrededor del s. V a/C el poblado ibérico de Edeta allí emplazado era uno de los más
importantes de esta civilización en el Levante peninsular.
Ptolomeo escribió: “Edeta quae et Leiria”, es decir, que Liria es sinónimo de Edeta. Se
ha apuntado que el origen de este topónimo significa lugar poblado de árboles y
abundantes frutos. Pío de Saboya en la obra Inscripciones y Antigüedades del Reino de
Valencia afirmó que en tiempos de los romanos se le llamó Laurona -Lauro- porque fue
fundada en un sitio lleno de laureles.
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Vasijas de cerámica y vidrio
Con la ocupación y colonización romana siguió siendo una relevante urbe, llamada
ahora Edeta-Lauro, hasta que fue arrasada en el año 76 a/C por las tropas del general
Sartorio en el transcurso de las guerras civiles.
Efigies y restos de relieves romanos. Museo Arqueológico de Liria
Es a partir de dicha fecha cuando la ciudad se traslada al llano, formando el núcleo de la
Liria actual con rasgos ya plenamente romanos. En el s. III d/Cr. la población de Lauro
empieza su declive paralelamente al significativo incremento de la ciudad de Valencia.
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A pesar de ello, siguió manteniendo cierta notoriedad, como demuestran los importantes
monumentos romanos que conserva, entre los que destaca el Oráculo de Mura, santuario
situado en los parajes de la actual Ermita de San Vicente, obra de la época del
emperador Domiciano.
Santuario Oracular de Mura. Época romana, mandato de Domiciano
Mosaico romano. Museo Arqueológico de Liria
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Posteriormente fue ocupada en las sucesivas invasiones de los pueblos germanos y
posteriormente por los bizantinos, siendo una de las urbes importantes de la Península.
Esta relevancia continuó durante los cinco siglos de dominación sarracena en las tierras
valencianas (s. VIII al XIII), etapa en la que ahora llamada Liria, enclavada en el área
geográfica de Šharq al-Andalus, fue una medina estratégicamente situada en la zona y
sede de un caíd o magistrado musulmán. El núcleo primigenio urbano de la Liria
arábiga se localiza en el “tossal de la Sang”. En la población, siguiendo los esquemas de
las ciudades islámicas, se distinguían dos partes claramente diferenciadas: la medina y
la alcazaba. La medina debió estar completamente amurallada y protegía a sus
ciudadanos. Dentro de su recinto albergaba construcciones importantes: la mezquita y
los baños árabes. La alcazaba ocupaba la parte más elevada de la ciudad, o sea, el
espacio que ocupa el Museo Arqueológico de Liria, y tenía una muralla propia.
Baños árabes (s. XII). Se localizan en la calle de Andoval
Hacia la primavera de 1088 el Cid se encaminó hacia Valencia a iniciar la segunda
campaña sobre las tierras del Levante peninsular. A su llegada a tierras valencianas se
encontraba en ellas el viejo conocido de Rodrigo Díaz de Vivar, el conde de Barcelona
Berenguer Ramón II, que con su ejército estaba asediando la ciudad de Valencia y
fortificando a Liria y Ŷubayla o Çebolla -El Puig-, poblaciones que deseaba guarnecer
y desde donde podría iniciar cualquier incursión de saqueo o asalto a la ciudad de
Valencia. Desde el año 1089, cuando Berenguer Ramón II y al-Mustaīn II de Zaragoza
asediaban la ciudad de Valencia, éste último mantenía los castillos de Ŷubayla y Liria.
Dice la Primera Crónica General que el monarca musulmán levantó dos bastidas o
fortalezas que aislaban a Valencia por el norte y noroeste: la una, en Liria; y la otra, en
el Puig; y aún pensó en formar otra por la parte de la Albufera para que “non pudiese
ninguno entrar a Valencia, nin salir” (4). En los primeros meses de 1091 recibía una
requisitoria del Campeador para que dejase libres los dos castillos (5).
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En 1089, el Cid realizó una de sus incursiones por tierras de la Serranía valenciana con
el objetivo de imponer tributos al reino de la taifa de Alpuente si su gobernante deseaba
mantener la independencia. Es de suponer que su paso se produjera por la demarcación
territorial de Liria.
La Historia Roderici afirma que “celebrada la Pascua, el Campeador con todo su
ejército puso sitio a Liria, castillo próximo a Valencia, y allí distribuyó entre los
hombres de su mesnada una cuantiosa cantidad” (6).
Entre los castillos que pagaban parias al de Vivar se cita el de Liria, que debía abonar
dos mil maravedíes el año 1091, y no los había entregado porque el castillo obedecía al
rey de Zaragoza al-Mustaīn II, por lo que el Campeador había decidido expulsar de esa
fortaleza al “alcaide”, nombrado por el mencionado régulo, motivo que indujo al
caballero castellano a desear sustituirle por otro de su confianza (7).
En 1092 esta población fue asediada por el Campeador aunque sin llegar a tomarla, ya
que el caballero castellano fue reclamado por el monarca Alfonso VI, debiendo
abandonar el sitio. Estos acontecimientos descritos relacionados con el de Vivar
testimonian que Liria es una ciudad enclavada en las rutas cidianas.
En 1129, en una de sus incursiones por tierras del Levante peninsular, Alfonso I
Batallador sitió la ciudad de Valencia y conquistó, de manera transitoria, los castillos de
Liria y Villamarchante, entregándolos al obispo de Zaragoza. Asimismo, libró contra
los almorávides la batalla de Cullera en esta fecha.
El cronista al-Idrīsī (s. XII) en un repertorio de ciudades y castillos ubicados en tierras
valencianas cita el castillo de Liria (8).
En 1229 Liria estaba entre las posesiones ocupadas por rey Ibn Zayyān.
Una donación del Libre del Repartiment correspondiente a 1238 registra que se otorgó
el dominio de Liria al infante de Aragón.
F., (sic) infans Aragonum: Liriam totam ab integro, cum dominio et iure regis (9).
En el siglo XIII, Liria fue conquistada por Jaime I en 1240. Entre esta fecha y 1242,
según A. Ubieto Arteta, figura entre las ocupaciones cristianas de la zona (10). La
Crónica o Libre del Feyts de Jaume I afirma respecto a la conquista de Liría: “E nos
estant en les Alcubles dixeren nos que Zaen Rey de Valencia era en Lyria ab tot son
poder, e ques combatria ab nos” (11).
El 3 de abril de 1253, en Xixona, Jaime I confirma a perpetuidad todos y cada uno de
los términos de Liria a sus vecinos y les otorga el uso de la costumbre y fueros de
Valencia (12).
La Crónica de Jaime I alude a la población de Liria en diversos capítulos. Sirva de
ejemplo el titulado “De com en Liria foren desbaratats mil peons de sarrahins, e morts
molts per gent de cavall del rey” (13).
El libro de las Trovas de Mossen Jaime Febrer que tratan de los conquistadores de
Valencia recoge una dedicada a Rodrigo Falces en la que consta que el rey don Jaime
12
hizo merced a dicho caballero que vino de Navarra con su gente, aumentado sus
honores. Señala que estando en Liria fue asombro de los moros porque mató a Alí
Bacor (14).
Liria fue villa real y asistió a Cortes valencianas durante los siglos XIV y XV (15).
Iglesia de la Sangre construida a finales del siglo XIII sobre el espacio ocupado por la antigua mezquita
islámica de la que se conserva el aljibe, dos columnas y un arco. Responde a la tipología de las iglesias de
conquista y tiene elementos de transición del románico al gótico
En núcleo originario de la ciudad medieval de Liria debió ser el “Castell de la Lloma de
la Sang” que se emplazó en el cerro de este mismo nombre. En la actualidad este
“tossal” constituye la “Vila Vella” o barrio medieval y se localiza en las inmediaciones
de la Iglesia de la Sangre.
La “Vila Vella” fue construida a finales del siglo XI por el rey al-Muntaīn II de
Zaragoza, monarca coetáneo de Rodrigo Díaz de Vivar.
Las primeras murallas que tuvo la ciudad corresponderían a la época de la civilización
romana. Los restos de los lienzos de muro que actualmente se pueden observar son del
período de la dominación musulmana, muralla que fue sucesivamente reconstruida en la
etapa cristiana medieval para satisfacer las necesidades de la época. Se contempla en
diversas calles de la “Villa Vella”, concretamente en las cercanías de la Loma de la
Sangre y en la calle de la Virgen (16).
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2. FORTIFICACIONES DE BENISSANÓ
2.1. Ubicación de la población y fortificaciones
La población de Benissanó está situada sobre un pequeño altozano a unos 23 Km de
Valencia y 2 de Liria, capital de la comarca del Camp del Turia, en la ruta que une
Valencia con las comarcas de la Serranía y el Rincón de Ademuz. Su término municipal
es muy reducido.
El cronista Josef Castelló escribió en 1783: “Media legua más arriba de Benaguacil, y a
otra media antes de llegar a Liria se halla Benisanó, del conde del Casal” (1).
A. J. Cavanilles nos dice que Benissanó está situado en una loma junto al camino real.
Tuvo un castillo y murallas que rodeaban la población.
Panorámica del recinto almenado y torreones del castillo Benissanó. 2ª mitad del S. XV
El Ayuntamiento de Benissanó adquirió la propiedad del castillo por lo que los
habitantes de esta población han pasado de ser inquilinos de las tierras del señorío a
dueños del castillo doscientos años después.
La población dispone de castillo-palacio, murallas, torres y puertas de acceso al recinto
fortificado.
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Vista del escudo, puerta de acceso y torre del homenaje del castillo de Benissanó
2. 2. Descripciones
Su castillo es símbolo de la población de Benissanó. Se halla a las afueras de la
población en dirección hacia Liria y está catalogado como monumento. El castillo-
palacio, con finalidad de fortaleza y residencia señorial, fue construido sobre la antigua
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alquería de Benixanut en la segunda mitad del siglo XV a instancias de la familia
Cavanilles y Villarrasa, señores de Benissanó.
A. J. Cavanilles afirma que este pueblo de Benissanó tuvo un castillo fuerte con tres
murallas que miraban al oriente, mediodía y poniente, y en cada una de ellas había
cuatro torres, puestas a distancias iguales y una puerta. Las puertas se conservan, pero
varias torres y porciones de murallas están arruinadas. Hacía el norte en el sitio más
elevado de la loma cerraba la fortaleza un palacio donde estuvo Francisco I, rey de
Francia, cercado de foso, y guarnecido con cuatro torres. Las aguas para llenar el foso
venían por un acueducto del que se conservan algunos vestigios (2).
En origen contó con un puente levadizo y foso, bastante habitual en la época en este tipo
de fortificaciones. La torre central tenía planta triangular. Estos elementos fueron
modificados o destruidos en reformas posteriores.
Sala noble del castillo
Actualmente las principales estancias del castillo-residencia son: el patio de armas; el
vestíbulo que da acceso a las antiguas dependencias subterráneas, con función de
bodegas; la sala noble que dispone de puertas blasonadas, vidrieras, chimenea y nobles
azulejos de cerámica azul de Manises, datados en el siglo XV, que se incorporaron en
una reforma llevada a cabo en el siglo XIX. Además dispone de la habitación que
albergó al rey de Francia, Francisco I, al ser hecho prisionero en la batalla de Pavía y
trasladado al castillo de Benissanó, donde estuvo confinado durante 18 días antes de ser
trasladado a Madrid. Esta estancia tiene en el techo un friso que reproduce los escudos
de los linajes Cavanilles Villarrasa. También una de las habitaciones tiene en el techo
los típicos “socarrats” valencianos.
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En diversos puntos de la población se pueden contemplar restos del antiguo recinto
amurallado que defendía la localidad y que fueron alzados en los siglos XIII y XIV,
consecuentemente, son anteriores a la construcción del castillo. Constituía un recinto
casi circular que nacía de dos torres angulares de la fortaleza.
El entorno exterior del castillo disponía de tres murallas y en cada una de ellas había
cuatro torres separadas la misma distancia y tres portales de acceso al recinto urbano
amurallado: el denominado de Bétera, el de Liria-anexo al recinto del castillo- y el de
Valencia. Los nombres proceden de los destinos de los caminos que se dirigían a cada
una de las poblaciones señaladas. Están abiertos en torres y muestran arcos de medio
punto por el exterior y arcos escarzanos por la parte interior. Los portales conservan su
traza original y se mantienen en perfecto estado. Asimismo se puede observa una de
las torres cuadradas que formaban la estructura defensiva de la muralla en la calle
Llimoner, en las proximidades del Portal de Valencia. Los tramos mejor conservados se
localizan en las proximidades del castillo.
Portal de Liria. S. XVI
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Portal de Valencia. Vista desde el interior del amurallamiento. Arco escarzano
Los elementos que configuran el castillo-palacio son los siguientes: 1. Puerta de acceso,
2. Torre vigía. 3. Terraza, 4. Torre del homenaje, 5. Patio, 6. Puente elevadizo, 7. Foso,
8. Paseo de ronda, 9. Patio de armas, 10. Torre de Paterna, 11. Vestíbulo, 12. Cocina,
13. Estancias con pavimento de Manises, 14. Antiguas caballerizas, 15 Aljibe islámico,
16. Subterráneos y 17 Recinto amurallado.
En el siglo XV se erigió el castillo y en 1519 el monarca Carlos I otorga licencia para
construir torres y murallas en dicho lugar.
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Elementos del vestíbulo Escalera del vestíbulo que conduce
a la planta noble
Escudos y motivos decorativos de la Planta Noble del castillo
Cerámica azul de Manises. S. XV Suelo cerámico con motivos decorativos
21
Vista del castillo, del torreón y de la puerta de la muralla denominada de Liria
Otra perspectiva del recinto almenado y torreón del castillo Benissanó
22
2.3 Historia
Benissanó tiene su origen en una antigua alquería musulmana situada en las
proximidades de una pequeña fortificación. En su demarcación territorial no se ha
localizado restos arqueológicos ni asentamientos humanos de época ibera, romana o
visigoda.
No se conoce ninguna alusión histórica anterior al siglo XII. Fue en dicho siglo cuando
tenemos constancia de un “fossar” denominado Beni Sahún, nombre de un linaje árabe.
La localidad debió nacer como entidad entorno a un antiguo castillejo de origen árabe
sobre el espacio de una alquería denominada Benixa-nut, cuya nombre procedería del
gentilicio Beni Sahun. De ahí, que la historia de la localidad y su castillo van unidas
desde sus orígenes.
En el Libre de Repartiment aparece registrado una primera donación del lugar en 1239
en la que se recoge:
Martinus Petri de Banasto: IIII iovatas in Beniçano (3).
Otra donación tuvo lugar en noviembre de 1249 en la que se constata la entrega de la
alquería de “Benizano” a Pedro Íñiguez de Diacastelo, procurador del infante don
Sancho, aunque no fue hasta el 1261 cuando el monarca Jaime I lo confirmó como
señor de la alquería, con derecho señorial de todos los créditos de los allí afincados.
Desde ese instante la localidad contará con jurisdicción propia y tenía, al menos, una
torre, diversas edificaciones circundantes, un baño público y un muro que rodeaba al
población.
En 1276 el infante Pedro, convertido de hecho en rey de la Corona de Aragón, otorgó
carta de protección a los musulmanes de Benissanó (4).
En documentos de la Cancillería Real de tiempos del rey Pedro el Grande se registra el
topónimo de Benissanó, concretamente en donaciones datadas a Juan de Prócida en
1278 y 1279.
A partir del último tercio del siglo XIII se suceden donaciones otorgadas a diversas
familias cristianas hasta 1477, año en los derechos son adquiridos por doña Isabel,
esposa de Luis de Cavanilles, a quien don Juan de Navarra le concede la jurisdicción de
Benissanó. Con este renombrado linaje se afianza la configuración de Benissanó como
pueblo de señorío.
Don Jerónimo de Cavanilles fue quien trasladó prisionero al rey de Francia Francisco I
al castillo de Benissanó en 1525, después de la batalla de Pavía, y antes de ser
trasladado a Madrid. Dicho personaje desempeño los cargos de Virrey y Capitán
General de la Virreina doña Germana de Foix desde 1538 hasta 1549. Casó con doña
Leonor de Borja, emparentando al municipio con la familia de los papas Borja.
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Vista interior del Portal de Liria y lienzo de muralla del castillo
La población de Benissanó mantuvo diversos litigios con la vecina Liria por cuestiones
de la suministro de aguas. Son de destacar las revueltas producidas en 1520 y la de 1576
por disputas sobre el abastecimiento de agua.
Vista del Castillo de Benissanó donde sobresale la torre del homenaje
24
En 1547 se produce la separación de Benissanó de Liria desde el punto de vista
eclesiástico, por concesión de privilegio de bulas papales disponiendo de la facultad
de tener parroquia propia. Fue Luis Cavanilles Villarasa quien ordenó edificar la Iglesia
bajo la advocación de los Santos Reyes, además de la casa abadía.
La mayoría de la población que residía en Benissanó antes de su expulsión en 1609 era
morisca, a pesar de estar enclavada entre dos localidades muy próximas habitadas por
cristianos viejos -Liria y La Pobla de Vallbona- y una de moriscos -Benaguacil-.
La expulsión de los moriscos mermó considerablemente la población y tuvo
consecuencias económicas negativas para el municipio. Posteriormente se asentaron
cristianos viejos de los municipios vecinos.
En el siglo XVIII, finalizada la Guerra de Sucesión a la Corona de España, el monarca
Felipe V creó el ducado de Liria, incluyendo en él al lugar de Benissanó.
Con la abolición de los señoríos en las Cortes de Cádiz desaparecerá el señorío de
Benissanó. A mitad del siglo XIX, debido al crecimiento poblacional de la localidad se
utilizaron los subterráneos del castillo como cárcel.
Fue también a mediados del siglo XIX cuando la familia Escrivá de Romaní sustituyó al
linaje de Cavanilles Villarrasa, después de cinco siglos de ostentar éstos últimos el
señorío de Benissanó y su castillo residencia.
En 1987 los propietarios del castillo lo ponen a la venta y fue adquirido por don Vidal
Valle Ortiz.
En 1994 la Dirección General de Bellas Artes y Archivos del Ministerio de Cultura lo
catalogó como Bien de Interés Cultural (BIC)). Y el 4 de febrero de 1996 se firmó el
acuerdo de compra-venta del Castillo por el alcalde del municipio y por el Presidente
de la Generalitat Valenciana, procediéndose posteriormente a potenciar su estudio
histórico y artístico, marcándose las orientaciones y pautas de la rehabilitación del
castillo y de las murallas de la población.
3. FORTIFICACIONES DE VILAMARXANT
3.1. Ubicación de la población y fortificación
La villa de Vilamarxant pertenece a la comarca del Camp de Liria. Según José Castelló
se encuentra una legua más arriba de Ribarroja y a cuatro de Valencia, recostada sobre
el río Turia. Pertenecía entonces al duque de Gandía (1). Y A. J. Cavanilles escribió
“poco más de media hora casi al poniente de Benaguacil está Villamarchante, bien que
se gaste doblado tiempo a causa de los rodeos indispensables para atravesar los cerros y
el Turia (2). Pascual Madoz señaló que la población está situada en un terreno llano a la
a la derecha del río Turia y su término está regado por acequias que toman el agua de
dicho río. Una de ellas lleva el nombre de Pont de Martí. En su término abundan las
masías. (3). En la parte más alta de la villa se localiza el casco antiguo de la población y
restos del castillo medieval.
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Ya en 1238 se alude a la villa y castillo de Vilamarxant en un asiento que registra una
donación de Jaime I a P. Cornelius, maiordomus Aragonum donde se constata “castrum
et villam de Villamerxant” Los escasos restos que se pueden contemplar de la antigua
fortaleza se localizan en la parte más elevada de la villa, en el entorno de la denominada
Plaza del Castillo, próxima a la iglesia parroquial de Santa Catalina.
Panorámica de la población de Vilamarxant
3.2. Descripciones
La fortaleza debió disponer de un recinto amurallado que delimitaba el albacar y al
menos cuatro torres. Del conjunto sólo queda actualmente parte de una de estas torres,
que es de planta rectangular, con dos plantas y a la que le falta uno de sus paramentos.
Su estructura se halla adosada con las viviendas de la plaza del Castillo. También se
observan algunos lienzos de la muralla, sobre todo en el lado sur de la fortificación,
aunque igualmente adheridos a construcciones particulares. El castillo debió disponer de
un complejo sistema de pasadizos subterráneos, algunos de los cuales todavía son
practicables.
El Ayuntamiento está desarrollando un plan para la protección y conservación del
castillo y su entorno.
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Vista del casco antiguo de la población de Vilamarxant
3.3. Historia
En la demarcación territorial del término municipal de la villa de Vilamarxant se han
hallado varios yacimientos de la Edad del Bronce. El más destacas es el del Alt dels
Castellets. Asimismo, se ha localizado una villa agrícola romana en la partida de
Villalba.
El topónimo que identifica a la villa aparece registrado en documentos paleográficos ya
en 1125 “Villa Margent”; en 1238 en donaciones de Jaime I a P. Cornelius, maiordomus
Aragonum “castrum et villam de Villamerxant et alqueriam de Xest, iuxta Xivam” (4); y
en otra donación también de 1238 a Domingo Lupi de Ricla, miles “alqueriam de Felx
que est inter Villammerchant et Venalgazir (5). En 1251 se constata un intercambio de
propiedades entre Jaime I y Jimeno Pérez de Arenós. “… Quod castrum et villam de
Vilamarxant” (6).
Vilamarxant es un topónimo que pertenece a la toponimia inspirada en la geografía
humana. Filológicamente presenta una estructura compuesta por la voz “vila” o “villa”
y el apelativo “marxant” con significado de “buhonero”, “mercader”, etc., añadida en
función de apodo. Esta última voz procede del latín. En valenciano y en castellano
existe la voz mercar” con el significado de “comerciar”, “traficar”, “mercar” o ejercer
el oficio de compraventa.
El actual núcleo poblacional de Vilamarxant es de origen musulmán.
En 1129, en una de sus incursiones por tierras del Levante peninsular, Alfonso I
Batallador sitió la ciudad de Valencia y conquistó, de manera transitoria, los castillos de
Liria y Vilamarxant, entregándolos al obispo de Zaragoza. Pero será a partir del siglo
27
XIII cuando prolifera la documentación que alude a la villa de Vilamarxant al
incorporarse a la órbita cristiana en el reinado del monarca Jaime I junto con otras
poblaciones de la comarca.
El rey Jaime I la donó al caballero Pedro Cornel, y más tarde pasó a Eiximén Pérez de
Arenós, merced un trueque de otros territorios fronterizos en la provincia de Alicante.
En el año 1335 el señorío era propiedad de Blas Maça de Verga. Posteriormente pasaría
a manos de otros linajes entre los que se cuenta los Montcada y los Villalba.
Los moriscos de Vilamarxant tomaron parte activa en la rebelión que sucedió al decreto
de bautismo forzoso promulgado por Carlos I de España. Tras su expulsión en 1609 por
el decreto firmado por el Rey Felipe III y el Duque de Caracena para el Reino de
Valencia quedó prácticamente deshabitada. Posteriormente fue repoblada con cristianos
de las poblaciones vecinas. Durante la Guerra de la Independencia a principio del siglo
XIX fue escenario de hechos de armas y enfrentamientos con las tropas del mariscal
Suchet, llegándose a destruir el puente sobre el Turia que da acceso a la población para
impedir que las tropas francesas entraran y tomaran la villa.
28
Vistas de los muros del antiguo castillo
Tuvo parte activa en las Guerras Carlistas. La partida del Serrador sorprendió a la villa
de Vilamarxant a principios de 1836 cometiendo robos, asesinatos y destrucción en la
villa.
4. FORTIFICACIONES DE BENAGUACIL
4.1. Ubicación de la población y fortificaciones
La villa de Benaguacil se encuentra en la zona central de la provincia de Valencia,
enmarcada en la comarca del Camp del Turia a unos tres kilómetros al norte del río y a
unos 22 de la ciudad de Valencia. La población se asentó a los pies del cerro de
Montiel, desde donde se divisa una feraz vega surcada por una densa red de acequias de
un azud situado a la derecha del Turia.
J. Castelló escribió “De la otra parte del río, desviada algún tanto de su ribera quasi
enfrente de Ribarroja y a tres leguas de Valencia, se halla la villa de Benaguacil, del
duque de Medinaceli” (1).
Por su parte el botánico Cavanilles constató que Benaguacil y la Pobla de Vallbona son
dos pueblos que están situados en la margen derecha del río Turia, y señaló que media
hora al noroeste de la Pobla está Benaguacil, pueblo que en 1769 tenía sólo 400 vecinos
y a finales del siglo XVIII alcanzó los 700. Dicho erudito alude al montecito de la
Ermita, compuesto de bancos calizos algo inclinados al horizonte, cuyas faldas
meridionales se extienden hacia el río y señaló que causa de las riquezas y la
prosperidad del pueblo se las debe a las aguas aprovechadas para el riego produciendo
cantidad y variedad de frutos (2).
29
En su demarcación territorial se han encontrado vestigios de época prehistórica y restos
ibéricos y romanos. Las fortificaciones que se localizan en Benaguacil son: el castillo,
tramos de murallas, varias torres, puertas de acceso, la Torre de Felx o Fleix y el
Castellet de Abenaduf.
Se atribuye a Ben Abd-al Aziz el precepto o recomendación de que las nuevas
construcciones en época musulmana debían de alzarse en lugares donde existiera una
corriente fluvial, tierras fértiles, pastos para el ganado y bosque o monte que
proporcionara madera y leña.
Fue entre los siglos VIII y XIII cuando se configuró el casco antiguo de Benaguacil.
4.2. Descripciones
El castillo de Benaguacil se alzaba en un ligero altozano en la parte más antigua del
núcleo urbano de la población, en la denominada plaza del Castell. Concretamente
alrededor de la actual sede social de la Unión Musical de la población, en cuya
construcción se derribaron y emplearon restos de la antigua fortaleza. Fue la
construcción más noble de la antigüedad de la villa.
El castillo y las defensas de Benaguacil fueron levantados en la segunda mitad del siglo
XII, en época almohade. Se ha apuntado que son de la época del rey Mohamed Ibn Sa’d
Ibn Mardanis (1147-1172) y que el califa Abu Yusuf Ya’qub al-Mansur (1184-1199)
debió mejorar las murallas y el castillo, dando a la fortaleza el aspecto que presentaba
cuando se incorporó la plaza a la órbita cristiana (3).
30
Dos perspectivas de la torre de aire cantonera de la época almohade (s. XII) localizada en el interior
del Centro de Instrucción Cultural de la Unión Musical de Benaguacil. Antigua Cárcel. Carrer del Castell
Por las referencias que nos han llegado debió tener grandes dimensiones y constituyó un
importante bastión defensivo. Se ha señalado que su planta tenía forma irregular, con
sólidos muros de 3 metros de anchura y cuatro torres defendiendo sus esquinas. No
abundan los dibujos que plasmen su configuración. Solamente quedan vestigios de la
situada en el ángulo noreste. Parece ser que tenía una sola puerta de acceso, orientada al
mediodía
Escasos son los restos que se pueden contemplar en la actualidad. Independientemente
de las muestras perceptibles a nivel arqueológico, el elemento mejor conservado es la
llamada “Antigua Cárcel”, dependencia incorporada al edificio de la Unión Musical y
que en su tiempo fue utilizada de prisión y de almacén de armas de la localidad.
31
Puerta de acceso a la torre cantonera que sirvió de calabozo y de almacén de armas
El erudito local Aurelio Alonso en su obra El castillo Musulmán de Benaguacil y las
Cisternas Públicas analiza la historia del castillo musulmán, el recinto amurallado y las
cisternas públicas de Benaguacil. El excelente trabajo cumple varios objetivos: a)
Descubrirnos el emplazamiento, perímetro, planta, torres, puertas, dependencias,
murallas, materiales y técnicas constructivas del castillo. b) Plantear hipótesis sobre la
fundación de esta fortaleza y proporcionar fuentes documentales y arqueológicas, así
como analizar la morfología hispano-musulmana del castillo. c) Analizar su evolución
histórica. d) Acercarnos al estudio de los restos castrales y cisternas públicas de la villa
y e) Ofrecer a los valencianos un profundo y documentado trabajo sobre la historia
castellológica de Benaguacil (4). Y en un anexo estudia la posición y dimensiones de los
distintos elementos del castillo (5). Los límites del alfoz del Castillo de Benaguacil
32
llegarían hasta los actuales límites territoriales de los municipios de Liria, Olocau,
Serra, Bétera, Paterna, Ribarroja, Vilamarxant y Pedralba. Los mencionados castillos de
Pedralba, Vilamarxant, Ribarroja y la torre de Paterna están próximos al cauce del río
Turia (6).
Diversas fuentes escritas constatan alusiones al castillo. Entre otras citaremos:
- En un documento datado el 21 de septiembre de 1321 se menciona al Alcait de
Benaguacil que estaba encargado de la guardia y custodia del castillo.
- En 1398 se cometió un crimen en Valencia. No pudiendo coger al criminal el
Justicia de Benaguacil aprehendió a la mujer del asesinado y fue encerrada “en
lo castell de dit lloch”.
- Un decreto del rey Pedro II de Valencia el del Punyalet, de 1364, tras la guerra
de la Unión, ordenó que “los castells murs, o fortalezes de Beniguazir, de
Ribarroja, de Vila Marxant, de Betera y de Montroy (...) sien derrocades de
present que ia mes no puxen esser tornades.
- Al ser nombrado Mossen Luis Cabanyelles Gobernador General del Reino de
Valencia para mejor cumplimiento del cargo puso al frente del castillo de
Benaguacil a un delegado suyo y se alude al estado ruinoso en que se
encontraba, según recoge un documento dado en Zaragoza el 15 de diciembre de
1462 por el rey Juan II de la Corona de Aragón
- Durante las Guerras de las Germanías el castillo de Benaguacil acogió a los
Centelles.
- El monarca Carlos I de España como consecuencia de la sublevación de los
moriscos en el siglo XVI en Benaguacil tomó la decisión de desmantelar el
castillo y cegar los subterráneos.
- Consta en diversas fuentes documentación que alguna dependencia del castillo
sirvió de cárcel de la villa (7).
Un estudio testimonia que en época coetánea a la construcción del castillo se debió
levantar las murallas de Benaguacil. Constituyen un recinto fortificado. Sus muros
tenían un espesor de 2,5 metros de espesor y casi 13 mts. de altura. Conformaron un
perímetro que sobrepasaba los 1.000 metros de longitud, reforzado por torres en su
mayoría cuadrangulares o rectangulares, aunque existía una octogonal junto al castillo,
y dos semicirculares que defendían el Portal de Valencia.
Se ha apuntado que el circuito amurallado disponía, además, de un profundo y ancho
foso que lo circunvalaba en su parte exterior, con puentes móviles frente a las puertas,
que al parecer eran tres: el Portal de Valencia (al este), el de Benisanó o de Llíria (al
norte) y el de Vilamarxant o de Les Eres (al sur). A ellos se añadiría mucho después el
llamado Portal Nou o de Suchet abierto al oeste.
Las murallas medievales debieron extenderse por las actuales calles de La Acequia,
Isabel de Villena, La Tirana, Pedralba, Liria y del Mur. Precisamente en esta última
33
calle se encuentra el tramo mejor conservado de la muralla, un lienzo de 6 mts. de
longitud embebido en viviendas particulares (8).
Torreón rectangular y lienzo de la muralla islámica de Benaguacil que se encuentra en la calle de la
muralla o “carrer del mur”
34
Otras perspectivas del torreón rectangular y lienzo de la muralla islámica de Benaguacil que se
encuentra en la calle de la muralla o “carrer del mur” que ha sido aprovechado en construcciones
posteriores
37
Otro de los importantes restos castrales del término de Benaguacil es la Torre de Felx o
Fleix, cuya alquería es citada ya en un asiento del Libre de Repartiment del Regne de
Valencia correspondiente a 1238.
Los restos de la Torre de Felx se alzan sobre un pequeño montículo de poco más de 100
metros de altura. Desde su estratégico emplazamiento domina el territorio delimitado
por un meandro del Turia. Se accede por una desviación de la carretera Benaguacil-
Ribarroja, en dirección a la urbanización Vilanova. Llegados a ésta, la bordeamos por
un camino de tierra que nos lleva hasta el espolón rocoso donde están las ruinas medio
ocultas por la vegetación, que son conocidas por “El Castellet”.
La Torre de Felx -Fleix- dista en línea unos 2200 metros de los castillos de Benaguacil
y del de Vilamarxant; 3100 del castillo de Ribarroja y unos 1200 del Castellet de
Abenaduf. Desde su emplazamiento se divisa todas las fortificaciones señaladas. Su
construcción sería similar a la Torre de Paterna y podría conectar visualmente con dicha
Torre de Paterna y con la Torre de Bofilla (9).
La función esencial de la torre circular de Felx, alzada sobre una atalaya sería una de las
torres que debieron existir en los alrededores de la fortaleza con la finalidad de servir de
vigía o de observación para atisbar posibles peligros exteriores.
En origen debió ser una alquería islámica fortificada, integrada en el cinturón defensivo
de la ciudad de Valencia. Por su proximidad es de suponer que dependería del vecino
Castillo de Vilamarxant. Desde su emplazamiento se divisa un tramo del cauce del río
Turia. En la actualidad solamente se conservan restos de sus muros, construidos con
tapial de mortero.
El Castellet de Abenaduf está ubicado a unos 1500 metros de la Torre de Felx. Disponía
de albacar en la cima de una colina de unos 125 metros de altitud, desde su
asentamiento dominaba el paso del río Turia en el trayecto que discurre entre
Benaguacil y Vilamarxant en el lugar conocido por el nombre de Pla de la Barca y
debía proteger la Almenara fortificada del Jabalí que regulaba el cauce de la Acequia
mayor de Benaguacil que suministraba agua a la población y regaba la Huerta de su
alfoz.
Desde el punto de vista castellístico el Castellet se conectaba visualmente con las
fortificaciones de la Torre de Felx, y los castillos de Vilamarxant y Ribarrojacil. Las
colinas de Els Cremats impedían la conexión visual con el Castillo de Benaguacil.
El enlace visual del Castillo de Benaguacil, la Torre de Felx, los castillos de Ribarroja y
el de Olocau podían constituir una red defensiva de la ciudad de Valencia y de su
Vega, pues la Torre de Felx se conectaba también con las torres de Paterna y Bofila,
integradas en la red defensiva de la capital del Turia (10).
4.3. Historia
La demarcación territorial del municipio de Benaguacil estuvo muy poblada durante la
Edad del Bronce. La proximidad a la ciudad de Edeta ibérica hizo que en este período
38
adquiriera cierta importancia. Son relevantes los restos de la romanización localizados
en villas rurales.
La villa de Benaguacil entra en la Historia de lleno y con personalidad nominada en el
período musulmán. La localidad fue en origen una antigua alquería o rahal árabe. Su
fundación, según A. Alonso Durá, puede responder a la hipótesis que hace referencia a
una construcción de un pequeño castillo levantado en la zona alta de una suave colina
donde debió existir una alquería y un pozo en poca taifal almorávide. Esta primera
fortaleza impulsó nuevos asentamientos en sus proximidades aconsejándose que le
construyera la muralla y una mezquita que satisfarían la protección de la comunidad y
las necesidades espirituales (11). Su núcleo urbano tiene su origen en esa época.
Su topónimo proviene del gentilicio de la noble familia Banu al-Wazir. Un miembro de
este linaje bien pudo mandar reconstruir el canal romano para regar sus posesiones en
la localidad. Con el tiempo aumentó la población del poblado y según una de las
hipótesis, recogida por L. Martí Ferrando, sería en tiempos del rey moro de Valencia
Abdallá Abubequer cuando se ordenó construir las murallas y castillo. Con el trascurrir
del tiempo la población llegó a ser una villa de notable importancia. Se ha apuntado
que pudo sobrepasar los 2.000 habitantes en la época de la Valencia musulmana. En un
lugar próximo, entre Benaguacil y Vilamarxant, se localizaba la alquería de Felx (12).
Cabe señalar que el topónimo de Benaguacil no aparece registrado en ninguna fuente
arábiga ni en crónicas cristianas conocidas de la época de la Valencia musulmana.
Reconquistada la población por Jaime I, en 1237 el rey donó al noble aragonés
Fernando Díez el castillo y la villa, respetándose la población musulmana y sus bienes.
F. Deiç: castrum et villam de Venalraçin (13).
El Libre de Repartiment del Regne de Valencia registra en un asiento de 1238 que
concede a Domingo Lupi de Ricla, soldado, la alquería de Felx que está entre
Vilamarxant y Benaguacil.
Domingo Lupi de Ricla. miles: alqueriam de Felx que est inter Villamerxant et
Venalgazil (14).
En 1239 el monarca Jaime I concede al rey islámico de Valencia Zeyt abu Zeyt la
alquería de Aldaya, que está junto a Benaguacil, con hornos y molinos.
Aceyt Aboceyt: alqueriam de Aldaya, iuxta Venalguasir, cum furnis et
molendinis (15).
El señorío de la baronía de Benaguacil arranca del momento que el monarca Jaime I
nombró su primer señor a Fernando Diez, caballero aragonés. Sabemos que se le hizo
donación el 25 de diciembre de 1237 y que acompañó al Rey en la conquista de
Burriana y tomó parte en el documento que don Jaime firmó donde se recogía los
derechos de retención y soberanía del castillo de Morella.
En la Crónica o Libre del Feyts se indica que el rey pidió consejo a sus caballeros
sobre la conveniencia de ir a Morella y se constata:
39
E dix Fernando Dieç – señor jo son aqui dels menors de vostre conseyl.
Mayor relación con la villa de Benaguacil tuvo su segundo señor, Rodrigo Díez. Fue un
caballero aragonés, señor de villas y castillo, entre otros el de Benaguacil. Fue
establecido por Jaime I con quien mantuvo excelentes relaciones, al igual que con su
hijo el infante don Pedro que fue tutor de su hija doña Sancha Fernández. Poco antes de
la muerte de Rodrigo Díez, que se produjo entre 1268-1270, debió empeñar a Galindo
Pérez las villas de Puebla de Benaguacil con su castillo.
Otros señores medievales de la villa fueron: Sancha Ferrándiz, Jaime Pérez, Constanza
Pérez, Rodrigo de Luna. Artal de Luna, Lope de Luna, María de Luna, Fadrique de
Aragón, el Infante don Enrique, Enrique Fortuna, don Alfonso duque de Segorbe que
era hijo de Fernando el Católico, etc. (16).
Por enlaces matrimoniales el dominio de la población de Benaguacil pasó a la poderosa
e influyente familia del linaje de los Luna. Uno de sus descendientes, doña María Luna,
casaría en 1372 con el infante Martín de Aragón y Sicilia, el futuro monarca Martín el
Humano, con lo que hasta 1436 Benaguacil perteneció al patrimonio de la Corona. En el
trascurrir del tiempo, pasaría a ser propiedad de los notables duques de Medinaceli.
El 19 de septiembre de 1276 el rey Pedro I el Grande de Valencia concedió permiso a
los musulmanes de Benaguacil para que puedan quedarse en ese lugar, ratificándoles
las condiciones de poblamiento (17).
Las Trovas de Mossen Jaime Febrer dedica una a un tal Juan de Copons, que vino a la
conquista desde Barcelona, en la que se afirma que estando en el sitio de Valencia, el
rey don Jaime le mandó que talase los campos y sementeras de Benaguacil, cuya
diligencia practicó con treinta caballos, arrasando todo su término. Luego escaló el
pueblo marcando con un hierro a los moros que hizo prisionero (18).
Tras el decreto de bautismo forzoso ordenado por el emperador Carlos V, los moriscos
de la zona iniciaron una airada revuelta que tuvo su centro en Benaguacil, en cuyas
murallas se refugiaron y ofrecieron tenaz resistencia hasta que, ante la abrumadora
mayoría de las fuerzas cristianas movilizadas en su contra, se rindieron aceptando el
bautismo o huyeron a la Sierra de Espadán donde continuaron su lucha por algún
tiempo. Con la expulsión definitiva de los moriscos en 1609, la villa quedó
prácticamente deshabitada, repoblándose con colonos de la comarca de l'Horta y
poblaciones vecinos según carta-puebla otorgada por Enrique Ramón Folch de Cardona
el 6 de marzo de 1611 quien otorgó poderes a Alonso Yáñez Dávila y a Antonio de
Villalta para repoblar ciertos lugares entre los que se encontraba la localidad de
Benaguacil. Unos años más tarde, concretamente el 24 de abril de 1614 don Enrique
Ramón Folch de Cardona, duque de Segorbe otorgó poderes a Antonio Manuel Castro y
a Juan Sáenz de San Martín para repoblar ciertas villas entre las que se encontraba
Benagausil, así como algunos lugares de realengo (19).
En el transcurso de las Guerras de Sucesión a la corona de España (s. XVIII), de
Independencia (s. XIX) y Carlistas (S. XIX), Benaguacil y su término también sufrieron
numerosas acciones bélicas, y especialmente durante la invasión napoleónica fueron
escenario de importantes combates de las tropas españolas contra las fuerzas del
mariscal Suchet.
40
5. FORTIFICACIONES DE RIBARROJA DEL TURIA
5.1. Ubicación de la población y fortificaciones
La población de Ribarroja pertenece a la comarca del Camp del Turia. Josef Castelló
constató en 1783 que en los confines de la Huerta de Valencia y remontando el Turia
en la orilla meridional del río a tres leguas de Valencia se encuentra Ribarroja (1). Otro
cronista de finales del siglo XVIII A. J. Cavanilles escribió que Ribarroja cae al
sudeste de Villamarchante a distancia de tres cuartos de hora. Su término circular, de
casi dos horas de diámetro, es en gran parte montañoso e incapaz de cultivo, y por tanto
destinado a pastos. En el secano hay algarrobos, viñas, olivos y sembrados; en la huerta
moreras, maíces y otras producciones análogas a aquel suelo (2). Y sigue señalando que
“casi todos los edificios se asientan sobre peñas, o sobre un hormigón endurecido que
corre hacia el castillo” (3).
Ribarroja y su castillo forma parte del conjunto de poblaciones que albergan
fortificación y se ubicó en las proximidades del río Turia. Además contó con el
yacimiento arqueológico de “Valencia la Vella”, asentamiento romano localizado en
un emplazamiento estratégico entre la ribera derecha del Turia y el Barranc de Pous,
desde donde podía controlar una amplia zona del cauce del río y el acceso a la ciudad
de Valencia desde el interior. Se halla en la partida de su mismo nombre, a unos 4 km
de Ribarroja, en dirección a la población de Manises (4).
Vista del paisaje del yacimiento arqueológico de época romana de Valencia la Vella
41
Yacimiento arqueológico de época romana de Valencia la Vella
Vista del paso del Turia por la población de Ribarroja. (Mayo 2010)
42
Vista del paso del Turia por la población de Ribarroja. (Mayo 2010)
5.2. Descripciones
El castillo se alzó en la parte más antigua del núcleo urbano de la población. La villa
estuvo amurallada hasta 1364, año en que la fortificación fue destruida tras la Guerra de
la Unión en el reinado de Pedro el Ceremonioso o del Punyalet.
Los escasos vestigios que se conservan se pueden contemplar en el espacio físico donde
se encontraba la fortaleza.
El primitivo castillo de Ribarroja remonta sus orígenes a la época romana. Ha sufrido
numerosas modificaciones arquitectónicas a través de las diversas civilizaciones o
etapas de la historia de la población. Actualmente presenta una estructura de varias
alturas o cuerpos construidos con materiales diversos y diferentes estilos
arquitectónicos. La actual construcción se levantó sobre antiguos restos de época
romana y fue residencia durante siglos de los diversos señores de la villa u baronía de
Ribarroja hasta que se decretó en 1811 la abolición de los señoríos territoriales.
El castillo debió ser destruido en el siglo XIII en los primeros tiempos de la conquista
cristiana, por lo que son escasos los restos castrales que nos han quedado de la antigua
fortificación. Sobre su espacio físico se alzó una casa-palacio que presenta elementos
góticos. Se localiza en la confluencia de las calles Cisterna y Eusebio Benedito.
La casa palacio se compone de dos cuerpos unidos por un patio interior con porches
adosados. La planta principal recae a la plaza y posee cuatro alturas comunicadas por
una escalera principal y otra secundaria. Se cubre con tejas a dos aguas y otras cubiertas
43
independientes que se adaptan a las diversas estancias. En su construcción se han
utilizado conglomerados, adobe, material de sillería, etc.
Basamentos del antiguo castillo
Vista actual de la fortaleza- palacio
44
En su fachada se abre uno de los elementos más característicos del palacio, ventanas
góticas geminadas del siglo XV. El cuerpo secundario está adosado a la edificación
contigua y dispone de dos plantas cubiertas con tejado a una sola vertiente. Su
construcción es de época posterior y su estructura y elementos son menos refinados.
Interior de la fortaleza castillo
Dependencias de la Fortaleza-Castillo
45
Ventana gótica geminada del siglo XV en restauración
El castillo-palacio fue declarado Bien de Interés Cultural y está en proceso de
restauración y rehabilitación.
Aspecto de la fachada del palacio antes de comenzar la restauración, asentado sobre la antigua
fortificación
46
5.3. Historia
La demarcación territorial de Ribarroja del Turia contiene vestigios del proceso de la
romanización del territorio valenciano. El yacimiento arqueológico de Valencia la Vella
es una muestra de ello. Solamente han llegado a nosotros lienzos de su amurallamiento
y basamentos de lo que debieron ser unas torres. Se ha apuntado que pudo ser un
campamento militar. En el Museo Histórico Municipal se pueden contemplar restos de
sepulturas, pavimentos, cerámica, columnillas y sillares localizados en el término de
Ribarroja.
Es completamente lógico que se hayan localizado restos arqueológicos de esta época al
estar situada en la línea de comunicación de la antigua Edeta-Lauro (Liria) con Valentia
siguiendo el río Turia. Sin embargo, esta ubicación no se tradujo en la constitución de
un centro urbano, sino de asentamientos agrícolas dada la fertilidad del suelo. Se han
hallado restos de poblamiento de la época visigoda en el yacimiento arqueológico del
Pla de Nadal, descubierto en 1970, que podrían pertenecer a los siglos VII o principios
del VIII. Podrían ser restos de una basílica. Han aparecido capiteles, columnitas y
sillares. La mezcla de elementos nos muestra una fuerte influencia romana y bizantina
y también de elementos de estilo visigodo -flores de lis, veneras separadas por trifolios-,
etc.
Se ha mantenido que el origen del actual núcleo urbano es un asentamiento romano que
pasó a ser posteriormente la alquería musulmana de Beni-Panoha que dispuso de una
pequeña fortificación y amurallamiento defensivo. En 1238 pasó a la órbita cristiana
con Jaime I quien la donó a su hijo el infante Pedro. El asentamiento de nuevos
contingentes poblacionales fue escaso. Se mantuvo mayoritariamente la población
musulmana que conservó la propiedad o el usufructo de sus tierras. Lo que hizo que la
vida cotidiana continuará sin prácticamente alteración. De hecho los “alcaydes” -gentes
militares- y los “bayles”· -agentes fiscales- fueron miembros de la comunidad
musulmana hasta finales del siglo XV.
Su topónimo aparece registrado a finales del siglo XII (1178) bajo la forma latinizada de
“Riba rubea”. Pronto se lexicaliza su estructura como testimonia la documentación del
siglo XIII. El Libre de Repartiment la cita indirectamente en dos asentamientos. Uno
datado en 1238 en el que se constata una donación de Jaime I a “Gartia de Rivaroga.
Miles” (5) y en otro correspondiente a 1239: “Iacma, nutrix filii Iacobete: domos de
Mahomet de Ribaroya (6).
En el año 2010 el archivero y cronista de Riba-roja del Turia José Vicente Calatayud
Cases ha publicado el minucioso estudio de La donación de “Riba roya” como “Villa
roya” en el Llibre del Repartiment de Valencia (7).
La Crónica De Jaime I o Libre dels Feyts también registra el topónimo bajo la forma
de “Ribarroja”.
E puix anassen en Bñg. Denteça de Xativa a correr a les Cabanes de Terol, e
passa entre Ribarroja, e Manises, e no gosaren exir a ell don Rodrigo Liçana, e el
Mestre del spital, e els de Valencia (8).
47
La numerosa y diversa documentación de los siglos XIV y XV protocoliza el nombre
bajo la forma de Ribarroja. El cronista Beuter la denomina “Ripa rubea”.
El origen del nombre procede del latín clásico “ripa” ribera; y “rubĕu”, rojizo.
Consecuentemente, Ribarroja significa “ribera roja” (9).
En un pleito entablado entre la Corona y el obispo de Zaragoza, Bernardo de
Monteagudo, éste obtuvo las poblaciones amuralladas y castillos de Ribarroja y
Albalat de Júcar, donde mantuvo el “ius et dominium” hasta 1269, año en que las
permutó con el rey don Jaime por Pedrosa en Aragón (10). El hijo del Rey, Pedro Ferran,
que se había negado a pagar el diezmo de sus rentas moras en Ribarroja y Buñol acabó
aceptando un arbitraje (11).
En 1321 el señor de Vilamarxant Blasco Maça de Liçana quería poner un peaje a los
troncos de madera que descendían por el cauce del río Turia hasta la ciudad de
Valencia, lo que motivó que el Justicia de la Ciudad convocara a la milicia para que
hiciera una exhibición de fuerza y le indujera a desistir de su propósito. Con este
objetivo, el 21 de septiembre de 1321 se realiza una “Crida en la Ciutat” en defensa de
sus derechos y privilegios y convoca a los hombres de armas, ordenando que tanto
caballeros como peones tomen sus armas para seguir la “Senyera” contra Maça de
Liçana y R. de Riusech. Unos días más tarde, el 25 de septiembre, el “Consell de la
Ciutat” ordenaba retirar su hueste y la “Senyera” que se habían instalado “davant lo
Loch de Ribarroja, per conservacio de les regalies e drets del senyor Rey e per
conservacio de furs e privilegis e de llibertats e franquees de la dita Ciutat” (12).
Las Trovas de Mossen Jaime Febrer que tratan de los conquistadores de Valencia
recogen que el caballero Berenguer Servent que vino de Perpiñán demostró su valor en
las plazas de El Puig, Valencia y también en Ribarroja, Xátiva y Alcoy siendo
compensado por el monarca Jaime I (13).
En 1442 se produjo una amenaza de enfrentamiento entre los bandos de Guillem Ramón
de Moncada, señor de Vilamarxant y Sancho Roís de Lihori, vizconde de Gagliono y
señor de los lugares de Ribarroja y Bechí que les indujo a hacer “grans ampraments de
cavallers e gentils homens”. Entre estos dos poderosos barones de la época se discutía el
aprovechamiento del agua de riego de una acequia poseída por los señores de Ribarroja
que discurría por los términos de Vilamarxant. Ya a principios del siglo XV había
enfrentado a Pere de Centelles -anterior señor de Ribarroja- con Guillem Ramón de
Moncada. El gobernador de Valencia y los jurados de la ciudad de Valencia fueron
designados árbitros por los contendientes para dilucidad sobre esta cuestión (14).
Despoblada la población después de la expulsión de los moriscos en 1609, don Felipe
Ruiz de Lihori, marqués de Guadalest, el 6 de agosto de 1611 otorga poderes a su
hermano don Antonio de Cardona para poblar las villas de Bechi y Ribarroja, en las
condiciones que se indican y sin exigir la residencia personal (15) y un día después
Pedro Vila, como procurador de Sancho Ruiz de Lihori, concede nuevas cartas de
población a la baronía de Ribarroja (16).
48
Fachada del Palau Senyorial. Castell. S. XI-XVII
La propiedad señorial de Ribarroja pasaría por varios dominios señoriales. Hacia finales
del siglo XIV pertenecía a la familia de los Centelles, posteriormente a los Roxes; más
tarde a los marqueses de Guadalest, a los marqueses de Cáceres, etc. En el siglo XVIII
pertenecía a los condes de Revillagigedo hasta la abolición de los señoríos
jurisdiccionales en el año 1811. A finales del siglo XIX se escrituró el compromiso o
venta de las tierras, dominios y derechos que poseía la villa y baronía de Ribarroja a
favor de la Comunidad de Regantes y Sindicato de Aguas que debía constituirse y se
constituyó en 1922.
La población de Ribarroja del Turia participó en los avatares bélicos de la Guerra de los
Dos Pedros (s. XIV) siendo atacada por los unionistas; en la Guerra de las Germanias (s.
XVI) en la que la población se mantuvo partidaria del monarca Carlos I, y fue centro de
la guerrilla que combatió junto al héroe valenciano José Romeu durante la Guerra de
Independencia (s. XIX).
50
III. CONSIDERACIONES
1. El río Turia ha configurado un territorio en la provincia de Valencia que confiere
cierta personalidad a las tierras y población ribereña.
2. El Turia ha determinado una arteria de comunicación básica en una extensa área
geográfica valenciana a lo largo de la historia.
3. Las excavaciones arqueológicas y los estudios históricos han testimoniado que en
este territorio de la cuenca del Turia hubo asentamientos humanos al menos desde el
mesolítico. Abundan los yacimientos ibéricos, las huellas de la romanización, los
“hisn” y vestigios islámicos y el legado medieval de la conquista cristiana.
4. Son abundantes las construcciones castrales levantadas en poblaciones valencianas
próximas a la corriente fluvial que discurre por las comarcas del Rincón de Ademuz, La
Serranía, el Camp del Turia y l’Horta de Valencia.
5. El medio físico y las necesidades de defensa del territorio hizo que se alzaran
castillos, fortalezas, torres de observación, alquerías fortificadas que reflejan el proceso
histórico de estas localidades. Tenía una función específica en el entramado del
poblamiento del área geográfica donde se construyeron.
6. Existían notables diferencias entre estas fortificaciones: según su emplazamiento,
finalidad, entidad de la plaza y materiales empleados en su construcción. Los de mayor
entidad podían poseer recinto amurallado con almenas y torres, la torre del homenaje,
aspilleras, albacar, dependencias, aljibes, almacenes, etc.
7. El origen de algunas poblaciones de esta demarcación territorial fue una alquería
islámica que creció y se desarrolló configurándose como una entidad poblacional en el
transcurso del tiempo.
8. Las fuentes arqueológicas, las históricas árabes y con mayor profusión las cristianas
medievales nos proporcionan abundantes datos y documentación para historiar la
evolución de estas poblaciones, sus avatares y acontecimientos socio-políticos a través
de los siglos.
9. El abandono y el deterioro de estas fortificaciones ha originado que el estado de
conservación en la mayoría de ellas sea deplorable, aunque hayan sido declaradas Bien
de Interés Cultural por el órgano administrativo competente.
10. Las intervenciones arquitectónicas efectuadas, consecuencia de las reformas
llevadas a cabo y de la adaptación a las necesidades de la época y de los señores, han
desfigurado su estructura primigenia.
11. Se podría establecer y planificar una ruta de fortificaciones del Turia que podría
dinamizar el turismo y la economía de las poblaciones ribereñas.
51
4. BIBLIOGRAFÍA Y NOTAS
I. GENERALIDADES
(1) En el apartado de “Generalidades” exponemos algunas ideas generales sobre el patrimonio histórico
que refleja la arquitectura militar y señorial del tramo ribereño del río Turia en la demarcación territorial
de la comarca del Camp del Turia, donde se conservan muestras de construcciones castellísticas que se
levantaron en distintas épocas. Edificaciones que han sobrevivido a los acontecimientos históricos que
sucedieron en el trascurso del tiempo.
________________________
II. CASTILLOS DEL CAMP DEL TURIA
1. FORTIFICACIONES DE LIRÍA
(1) CASTELLÓ, J., Descripción geográfica del Reyno de Valencia. (1783). Noticia preliminar,
comentarios y trascripción de notas por Juan Codina. Valencia, 2000, p. 133.
(2) CAVANILLES, A. J., Observaciones sobre la Historia Natural, Geografía, Agricultura, población y
frutos del Reyno de Valencia. Madrid, 1797. Volumen III, p. 53. Reedición, Las Observaciones de
Cavanilles. Doscientos años después. Prólogo de J Mª López Piñero. Valencia, 1996. Volumen III, p.
116.
(3) Para el análisis del castillo de Puig de Santa María consultar BADENES ALMENARA, J. S., -
MONTERO I VICENTE Ll., El Castell de la Patá i el naixement del Puig de Santa María. Ajuntament
del Puig. 2004. (4) HUICI MIRANDA, A., Historia musulmana de Valencia y su región. Novedades y rectificaciones.
Tomo. II. Valencia, 1970, p. 14. El autor identifica el lugar de la Albufera con la actual pedanía de
Valencia llamada El Castellar.
(5) MARTÍNEZ, DÍEZ, G., El Cid histórico. Barcelona, 2004, p. 230. (6) FALQUE REY, Emma. Historia Roderici. Turnhout, 1990, p. 62, o bien en MARTÍNEZ, DÍEZ, G.,
El Cid histórico. Barcelona, 2004, p. 78.
(7) MARTÍNEZ, DÍEZ, G., El Cid histórico. Barcelona, 2004, p.224. (8) AL-IDRĪSĪ, Geografía de España. Colección de Textos Medievales, núm. 37. Traducción de Eduardo
Saavedra. Valencia, 1974, pp.10-11.
(9) CABANES PECOURT, Mª D., y FERRER NAVARRO, R., Libre del Repartiment del Regne de
Valencia. Edición, estudio, preliminares e índices. Zaragoza, 1979-1980. Vol. I, asiento 459 p. 70. (10) UBIETO ARTETA, A., Orígenes del Reino de Valencia. Tomo I. Valencia, 1976. p. 138.
(11) CHRONICA, o commentari del gloriosissim, e invictissim rey en Iacme. Prólogo de Sanchis Guarner,
M. Facsímile, 1557-Valencia-1978. Cap. LXI de Comença la conquista del Regne de Valencia, fol.
LXIIII rº.
(12) El Ayuntamiento de la ciudad de Liria al celebrar el 750 aniversario de la Carta Puebla,
desaparecido el documento original, reprodujo en un folleto una copia, junto con la traducción de latín al
valenciano y castellano. Cfr. asimismo, MARTÍ FERRANDO, L., Historia de la muy ilustre ciudad de
Liria. Sociedad Cultural de Liria, 1986, pp. 33-36. Carta Puebla que es recogida también por GUINOT
RODRÍGUEZ, E., Cartes de poblament medievals valencianes. Valencia, 1991, doc. 101, pp. 260-261.
(13) “Del concili de Lleo sobre lo feyt de ultra mar”. CHRONICA, o commentari del gloriosissim, e
invictissim rey en Iacme. Prólogo de Sanchis Guarner, M. Facsímile, 1557-Valencia-1978. Cap. LXXI
fol. CXXXIIII rº.
(14) FEBRER, Jaime. Trovas de Mossen Jaime Febrer que tratan de los conquistadores de Valencia.
Reedición Valencia, 1848, trova, 233, p. 133.
(15) GÓMEZ, BAYARRI, J. V., La Valencia, Medieval. Valencia, 2003, pp. 592-593.
(16) Para más información sobre las fortificaciones de la cultura ibérica, medievales y modernas, cfr.,
MARTÍ FERRANDO, L., Historia de la muy ilustre ciudad de Liria. Sociedad Cultural de Liria, 1986.
Página web: http://www.gva.es/lliria y DVD Sinfonia de cultures. Ajuntamente de Lliria, 2008.
______________________
52
2. FORTIFICACIONES DE BENISSANÓ
(1) CASTELLÓ, J., Descripción geográfica del Reyno de Valencia. (1783). Noticia preliminar,
comentarios y trascripción de notas por Juan Codina. Valencia, 2000, p. 133.
(2) CAVANILLES, A. J., Observaciones sobre la Historia Natural, Geografía, Agricultura, población y
frutos del Reyno de Valencia. Madrid, 1797. Volumen III, p. 54 Reedición, Las Observaciones de
Cavanilles. Doscientos años después. Prólogo de J Mª López Piñero. Valencia, 1996. Volumen III, p.
118.
(3) CABANES PECOURT M. D. y FERRER NAVARRO, R., Libre de Repartiment del Regne de
Valencia, tomo I. Registro 6 del ACA, Zaragoza, 1979. Asiento, 1412, p. 154.
(4) GUINOT RODRÍGUEZ, E., Les cartes de poblament medievals valencianes. Carta puebla, núm.
167, p. 355.
__________
3. FORTIFICACIONES DE VILAMARXANT
(1) CASTELLÓ, J., Descripción geográfica del Reyno de Valencia. (1783). Noticia preliminar,
comentarios y trascripción de notas por Juan Codina. Valencia, 2000. p.132.
(2) CAVANILLES, A. J., Observaciones sobre la Historia Natural, Geografía, Agricultura, población y
frutos del Reyno de Valencia. Madrid, 1797. Volumen II, p.151. Reedición, Las Observaciones de
Cavanilles. Doscientos años después. Prólogo de J Mª López Piñero. Valencia, 1996. Volumen II, p. 130.
(3) MADOZ, Pascual. Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de Alicante, Castellón y Valencia.
Tomo I. Madrid, 1840-1850 Reedición. Valencia, 1982, Tomo II, p.333.
(4) CABANES PECOURT M. D. y FERRER NAVARRO, R., Libre de Repartiment del Regne de
Valencia, tomo I. Registro 6 del ACA, Zaragoza, 1979, asiento 457, p. 69
(5) CABANES PECOURT M. D. y FERRER NAVARRO, R., Libre de Repartiment del Regne de
Valencia, tomo I. Registro 5 del ACA, Zaragoza, 1979, asiento 121, p. 39.
(6) HUICI MIRANDA, A., Docs. Jaime I. Vol. III, p. 47.
(7) Cfr. CABANES, Mª D., FERRER, R., y HERRERO, A., Documento y datos para un estudio
topónimo de la región valenciana. Valencia, 1981, p. 363.
__________________
4. FORTIFICACIONES DE BENAGUACIL
(1) CASTELLÓ, J., Descripción geográfica del Reyno de Valencia. (1783). Noticia preliminar,
comentarios y trascripción de notas por Juan Codina. Valencia, 2000, p. 132. (2) CAVANILLES, A. J., Observaciones sobre la Historia Natural, Geografía, Agricultura, población y
frutos del Reyno de Valencia. Madrid, 1795. Libro II, p. 152. Reedición, Las Observaciones de
Cavanilles. Doscientos años después. Prólogo de J Mª López Piñero. Valencia, 1996. Libro II, pp. 150-
151. (3) ALONSO DURÁ, A., La Muralla Musulmana de Benaguacil. Una aportación a la historia medieval
de la Villa. Ayuntamiento de Benaguacil, 2002, p. 22. El autor en dicha obra recoge un dibujo que plasma
la “Planta de la Muralla urbana de Benaguacil”, pp. 78-79.
(4) Cfr. ALONSO DURÁ, A., El castillo Musulmán de Benaguacil y las Cisternas Públicas. Una
aportación a la Historia Medieval de la Villa. Diputación de Valencia, 2012.
(5) ALONSO DURÁ, A., op.cit., pp. 165-179.
(6) ALONSO DURÁ, A., op. cit., pp. 29-30. (7) MARTÍ FERRANDO, L., Y ESTEBAN MARCO, L., Benaguacil. Villa y Baronía. Valencia, 1991,
p. 261.
(8) El erudito local, Aurelio Alonso Durá ha realizado un concienzudo y metódico estudio, contenido en
su obra La Muralla de Beanguacil. Una aportación a la historia medieval de la Villa. Ayuntamiento de
Benaguacil, 2002.
53
(9) ALONSO DURÁ, A., El castillo Musulmán de Benaguacil y las Cisternas Públicas. Una aportación
a la Historia Medieval de la Villa. Diputación de Valencia, 2012, p.28. (10) Cfr. ALONSO DURÁ, A., op.cit., p. 24. (11) ALONSO DURÁ, A., La Muralla Musulmana de Benaguacil. Una aportación a la historia
medieval de la Villa. Ayuntamiento de Benaguacil, 2002, pp. 17-18. (12) MARTÍ FERRANDO, L., Y ESTEBAN MARCO, L., Benaguacil. Villa y Baronía. Valencia, 1991,
pp. 46-50.
(13) CABANES PECOURT M. D. y FERRER NAVARRO, R., Libre de Repartiment del Regne de
Valencia, tomo I. Registro 5 del ACA, Zaragoza, 1979, asiento, 106, p. 37.
(14) CABANES PECOURT M. D. y FERRER NAVARRO, R., Libre de Repartiment del Regne de
Valencia, tomo I, Registro 5 de ACA, asiento 121, p. 39. (15) CABANES PECOURT M. D. y FERRER NAVARRO, R., Libre de Repartiment del Regne de
Valencia, op. cit., asiento 1462, p. 160. (16) MARTÍ FERRANDO, L., Y ESTEBAN MARCO, L., Benaguacil. Villa y Baronía. Valencia, 1991,
pp. 258 y ss.
(17) GUINOT RODRÍGUEZ, E., Les cartes de poblament medievals valencianes. Carta puebla, núm.
170, pp. 357-358. (18) FEBRER, Jaime. Trovas de Mossen Jaime Febrer que tratan de los conquistadores de Valencia.
Reedición Valencia, 1848, trova, 179, p. 106.
(19) GUAL CAMARENA, M., Las cartas pueblas del Reino de Valencia. Edición preparada por D. Pérez
Pérez. Valencia, 1989. Cartas pueblas números 266, p. 181; 299, p, 191; y 339, p. 201.
___________
5. FORTIFICACIONES DE RIBARROJA DEL TURIA
(1) CASTELLÓ, J., Descripción geográfica del Reyno de Valencia. (1783). Noticia preliminar,
comentarios y trascripción de notas por Juan Codina. Valencia, 2000, p. 129.
(2) CAVANILLES, A. J., Observaciones sobre la Historia Natural, Geografía, Agricultura, población y
frutos del Reyno de Valencia. Madrid, 1795. Libro II, p. 152. Reedición, Las Observaciones de
Cavanilles. Doscientos años después. Prólogo de J Mª López Piñero. Valencia, 1996. Libro II, p. 132. (3)
CAVANILLES, A. J., op. cit. p. 132.
(4) Cfr. ROSELLO MESQUIDA, M.D. Yacimiento de Valencia la Vella (Ribarroja del Turia). Algunas
consideraciones para su atribución cronológica y cultural. Serie Popular. Núm. 13. Edición facsímil
Valencia, 2011. (5) CABANES PECOURT M. D. y FERRER NAVARRO, R., Libre de Repartiment del Regne de
Valencia, tomo I. Registro 5 del ACA, Zaragoza, 1979. Asiento, 571, p. 79.
(6) CABANES PECOURT M. D. y FERRER NAVARRO, R., Libre de Repartiment del Regne de
Valencia, tomo I. op. cit., asiento 1352, p. 147. Libre del Repartiment del Regne de Valencia.
Zaragoza, 1979. Hasta finales de los años setenta del siglo XX las ediciones de esta interesantísima
obra han correspondido a Próspero de Bofarull, quien realizó una trascripción incompleta,
publicada en el volumen XI de la Colección de Documentos inéditos del Archivo de la Corona de
Aragón (ACA), año 1856. Asimismo, el arabista valenciano Julián Ribera, vista la necesidad de
volver a publicar tal valioso documento, realizó una edición “fotocópica” en 1939. Más recientemente,
dado el interés suscitado por su valor histórico y filológico, puesto que puede concebirse dicha obra como
el primer registro de propiedad y partida de nacimiento del nuevo reino cristiano de Valencia, se
han realizado dos nuevas ediciones; una debida a la editorial Vicent García, que proporciona el facsímil,
trascripción y comentario a la obra, edición dirigida por Antoni Ferrando, Valencia, 1978; y otra,
más manual y práctica llevada a cabo por Cabanes, Mª D. y Ferrer, R., en tres volúmenes, el Libre
Repartiment del Regne de Valencia, I, corresponde al registro 5 de ACA, el II al 6 de ACA, y el III al
7 de ACA, editados en Zaragoza, 1979-1980. Contiene breves pero interesantes prólogos y
explicaciones y una lista de índices de personas y lugares de gran utilidad para el estudio histórico y
filológico del documento y de la historia del Reino de Valencia. (7) CALATAYUD CASES, J.V., La donación de “Riba roya” como “Villa roya” en el Llibre del
Reaprtiment de Valencia. Obra editada por el Ayuntamiento de Ribarroja del Turia y la Diputación de
Valencia.
(8) CHRONICA, o commentari del gloriosissim, e invictissim rey en Iacme. Prólogo de Sanchis Guarner,
M. Facsímile, 1557-Valencia-1978. Cap. XXIIII de Comença la conquesta del Regne de Murcia, e
conquestada por lo glorios Rey en Iacme, fol. LXXXXV vº.
54
(9) CABANES, Mª D., FERRER, R., y HERRERO, A., Documento y datos para un estudio topónimo de
la región valenciana. Valencia, 1981, pp. 299-300.
(10) BURN, Robert I., El Reino de Valencia en el siglo XIII (Iglesia y Sociedad). Tomo II, Valencia,
1982, p. 360.
(11) BURN, Robert I., El Reino de Valencia en el siglo XIII (Iglesia y Sociedad). Tomo II, Valencia,
1982, p. 367. (12) Archivo Municipal de Valencia (AMV). Manuals de Consell, t. A-1, fol. 167 y t.A.1, fol.170.
(13) FEBRER, Jaime. Trovas de Mossen Jaime Febrer que tratan de los conquistadores de Valencia.
Reedición Valencia, 1848, trova, 470, p. 251.
(14). ARV. GOBERNACIÓN, reg. 2805, m. 2, f. 19; reg. 2268, m. 7, f.39; m.9, f. 8; y m.12, f. 16 y ss.
Citado por LÓPEZ RODRÍGUEZ, C., Nobleza y Poder Político. Reino de Valencia, (1416-1446).
Valencia, 2005.
(15) GUAL CAMARENA, M., Las cartas pueblas del Reino de Valencia. Edición preparada por D. Pérez
Pérez. Valencia, 1989. Carta puebla núm. 291, p. 188.
(16) GUAL CAMARENA, M., Las cartas pueblas del Reino de Valencia. Edición preparada por D. Pérez
Pérez. Valencia, 1989. Carta puebla núm. 292, p. 189.
Valencia, 1 de enero de 2013