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(Título oficial)
CARACTERÍSTICAS Y ACTITUDES DE LA POBLACIÓN
INMIGRANTE EN ESPAÑA
-- Estudio cualitativo --
Índice
Introducción (sin hacer)
Primera parte: CLAVES DE LECTURA (habrá que buscar un título más bonito)
1. Propuesta de cuatro posiciones básicas
2. Repliegue defensivo
Culturas en conflicto. La lógica de la segregación
Entre el repliegue étnico y el retorno-expulsión
Ciudadanía denegada, perseguida, controlada.
Fracciones discursivas del repliegue defensivo
3. Inserción subalterna
Adaptación a la cultura española. Primacía del orden estatal
Inserción subalterna. Mano de obra complementaria.
Ciudadanía pendiente. La lógica de la subordinación
Fracciones discursivas de la inserción subalterna
4. Integración formal
Una sociedad plural, abierta a la competencia.
Igualdad de oportunidades en base al esfuerzo. Mano de obra competitiva
Equiparación legal y fiscal de inmigrantes y nativos.
Fracciones discursivas de la integración formal.
5. Proyección instituyente
Propuesta de una sociedad solidaria, que supere la lógica de dominación actual
Intercambio enriquecedor a partir de la cooperación y el reconocimiento de la diversidad.
Ciudadanía instituyente que supere la división Norte-Sur
Fracciones discursivas de la proyección instituyente
2
Segunda parte: TRAYECTORIAS DE L CICLO MIGRATORIO
6. Los inicios
Motivos de emigrar. La reflexión sobre los orígenes
Llegada a España y primera acogida
Documentación. Acceso a los papeles
7. Relaciones sociales y convivencia
La mirada de los nativos sobre los foráneos: marcaje y jerarquización
La mirada de los foráneos sobre los nativos: tres perspectivas
Relación entre parientes. Cambio de los modelos familiares
Relación entre los diversos colectivos de inmigrantes
8. Incardinación en el mercado de trabajo
Diversos itinerarios laborales
La etapa anómala de sumergimiento laboral
Asentamiento laboral con papeles: “afortunados” y “jodidos”
Estrategias de inserción laboral: entre la sumisión y la rebelión
9. Relaciones con la administración. Políticas sociales y modelos de ciudadanía
Educación
Sanidad
Vivienda
Política de inmigración
Modelos de ciudadanía
10. Puntos de salida
La nacionalización
Segundas generaciones, jóvenes reagrupados
Retorno al país de origen
Perspectivas de futuro
11. BALANCE
3
Introducción
El presente estudio forma parte de un programa más amplio promovido por el
Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) para explorar los discursos en torno a la
población inmigrante instalada en España1. En este caso se trata de un encargo a
Colectivo Ioé para realizar una investigación cualitativa a partir de los puntos de vista
de los propios inmigrantes mediante la práctica metodológica de grupos de discusión.
Exponemos a continuación los objetivos perseguidos, la delimitación del colectivo
objeto de estudio y el diseño metodológico.
Objetivos y contenido del informe
El objetivo general del estudio es proporcionar un panorama analíticamente
articulado sobre las actitudes, opiniones y expectativas de los segmentos más relevantes
de la población inmigrante respecto a su participación en la vida social, económica y
política en España, así como un análisis de las percepciones de los propios migrantes
sobre las actitudes de la población nativa en relación a ellos. Asimismo, se busca
conocer cómo los distintos colectivos de migrantes interpretan su historia migratoria y
su relación con el país de origen, así como sus perspectivas de futuro a medio y largo
plazo.
El primer capítulo del informe avanza un esquema general articulado de las
posiciones ideológicas básicas de la población inmigrante en torno a su instalación en
España. Estas posiciones dibujan formas distintas y contrapuestas de entender la
convivencia cotidiana, la incardinación en el mercado de trabajo y la participación en la
sociedad política. Veremos como los diversos enfoques remiten a modelos implícitos de
sociedad y configuran diferentes estatutos de ciudadanía, que van desde la denegación
(segregación o expulsión) a la movilización emancipatoria (con perspectiva
transnacional) y desde la subordinación (preferencia de los nacionales) a la equiparación
1 Paralelamente otro estudio está explorando los discursos de la población española en torno a la
inmigración.
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formal en el modelo social de mercado (igualdad de oportunidades que premia a los más
esforzados).
Las cuatro posiciones básicas se exponen con detalle en otros tantos capítulos de
la Primera parte. La exposición sigue de cerca los relatos de los propios inmigrantes y
se rematan con una presentación esquemática de las principales fracciones discursivas,
diferentes entre sí y más o menos coherentes, que se pueden identificar a partir del
análisis. Estas fracciones discursivas, hasta veintidós, se han elaborado teniendo en
cuenta dos claves interpretativas, la posición nacional y la posición de clase de los
agentes sociales presentes en los discursos, lo que ha permitido su representación en
cuadros de doble entrada.
La Segunda parte recoge las experiencias del ciclo migratorio, desde sus inicios,
al tomar la decisión de venir a España, hasta su eventual disolución, mediante el retorno
o la obtención de la nacionalidad española. El capítulo 6 describe los principales
motivos aducidos para emprender el ciclo migratorio y los avatares de la primera etapa
migratoria. Se ofrece un análisis detallado de las vías legales para obtener la
documentación de residencia, donde se resalta el endurecimiento de la política de
entradas para la mayoría de los migrantes procedentes de países del Sur, en paralelo con
la adhesión de España al Tratado de Schengen, y se remata con una reflexión más
general sobre los orígenes del ciclo migratorio, que se puede inscribir –con la ayuda del
cuadro de posiciones básicas de la Primera parte- en una relectura más global de la
sociedad en general y de las lógicas que presiden los flujos migratorios internacionales.
Los capítulos 7, 8 y 9 desarrollan el núcleo central de los objetivos perseguidos
en el presente estudio, es decir, cómo entienden los segmentos más representativos de la
inmigración su participación social, económica y política en España. Las modalidades
de convivencia, las formas de incardinación en el mercado de trabajo y las relaciones
que se establecen con la administración y las políticas sociales presentan una gran
variedad de situaciones que dependen de múltiples circunstancias y cuyas lógicas de
fondo se pueden rastrear a la luz de nuestro cuadro de posiciones ideológicas básicas.
5
El capítulo 10 analiza cómo percibe la población inmigrante la culminación de
su travesía migratoria, tanto si su horizonte es el retorno como la instalación definitiva
en España o en el espacio europeo, nuevo marco político de identidad social que incluye
a 26 países, además de España, de donde procede el 40,4% de los extranjeros
empadronados a 1 de enero de 2008. Se analizan también las situaciones de indefinición
y ambivalencia, típicas del proceso migratorio, que pueden durar más de una
generación, así como los casos de repliegue de determinados colectivos sobre sí mismos
que a veces constituyen minorías poco relacionadas con la sociedad mayoritaria.
Delimitación del colectivo objeto de estudio
Al elaborar el proyecto del presente estudio se llevó a cabo un análisis detallado
de las fuentes existentes, a fin de definir y establecer un mapa de las diversidades
existentes en el colectivo inmigrante/extranjero en España, lo que era absolutamente
necesario para escoger y diseñar adecuadamente los grupos de discusión. El contraste de
las fuentes estadísticas y administrativas (registros de extranjería, de empadronamiento
y de trabajo, principalmente) ofrecía una segmentación de dicha población a partir de
diversas denominaciones, no siempre coincidentes entre sí, pero que, no obstante,
permitió identificar los segmentos más significativos de la población concernida en el
presente estudio, según procedencia, estatuto legal, inserción laboral y tiempo de
residencia en España, además de otras variables importantes como el sexo, la edad y las
relaciones de parentesco; el nivel de estudios de los adultos y la escolarización de niños
y jóvenes; la distribución espacial en la geografía española; la nupcialidad, fecundidad y
otros indicadores demográficos; y el acceso a los sistemas públicos de educación,
sanidad, Seguridad Social y otras políticas de protección social.
A continuación recogemos algunas reflexiones generales a fin de destacar la
importancia que ha adquirido la población inmigrante en España, así como los
principales resultados a los que llegamos para diseñar la presente investigación2.
El concepto “inmigración” se refiere a la población que ha llegado a España
procedente de otros países: se trata de una condición social. En cambio, el hecho de ser
2 El estudio completo realizado en el proyecto puede consultarse en el CIS o en www.colectivoioe.org.
6
extranjero o español es una cuestión de índole administrativa-jurídica: se puede ser
español habiendo nacido en otro país (y se es inmigrante al radicarse en España) o se
puede ser extranjero nacido en España (sin haber emigrado nunca). Los registros
estadísticos oficiales no siempre permiten matizar estas cuestiones, y obligan a veces a
considerar –de forma abusiva- como sinónimos ambos términos; con frecuencia se nos
ofrece información respecto a los “extranjeros”, excluyendo a quienes han adoptado la
nacionalidad española tras emigrar, e incluyendo a los hijos de inmigrantes que han
nacido en España pero no han accedido a la nacionalidad. Las cifras de la Tabla 1
intentan recoger y aclarar, inicialmente, la complejidad de la cuestión.
Tabla 1
Población total, inmigrante y extranjera en España (1971-2008)
Año A
Pobl. Total
B
Inmigrados
%
B/A C
Extranjeros
%
C/A
D Extranjeros
documentados
%
C-D/C
“Irregulares”
Cen
sos 1971 34.117.623 365.376 1,1 183.195 0,5 148.400 19,0
1981 37.723.299 625.907 1,7 233.082 0,6 183.422 21,3
1991 38.846.823 840.594 2,2 350.062 0,9 278.696 20,4
Pad
rón c
onti
nu
o
2001 41.116.842 1.969.270 4,8 1.370.667 3,3 895.720 34,7
2002 41.837.894 2.594.052 6,2 1.977.944 4,7 1.109.060 43,9
2003 42.717.064 3.302.440 7,7 2.664.168 6,2 1.324.001 50,3
2004 43.197.684 3.693.806 8,6 3.034.326 7,0 1.647.011 45,7
2005 43.975.375 4.355.300 9,9 3.691.547 8,4 1.977.291 46,4
2006 44.708.964 4.837.622 10,8 4.144.166 9,3 2.738.932 33,9
2007 45.200.737 5.249.993 11,6 4.519.554 10,0 3.021.808 33,1
2008* 46.063.511 5.995.962 13,0 5.220.577 11,3 3.979.014 23,8**
Fuente: Elaboración propia en base a INE (Censos de Población y Padrón Continuo de Población),
Ministerio del Interior (Extranjeros documentados). Las cifras del Ministerio del Interior corresponden a
31/12 de cada año, las de los padrones municipales a 1/1; debido a ello hemos consignado los datos del
Ministerio del interior como si correspondieran al 1/1 del año siguiente. (*) Datos provisionales, excepto Residentes.
(**) Si se computan como regulares los 626.000 europeos comunitarios empadronados pero no
contabilizados por el Ministerio del Interior, la proporción de irregulares baja al 13,2%.
Según los datos consignados en la Tabla 1, entre 1971 y 1991 el volumen de
inmigrados pasó de representar el 1,1% al 2,2% de la población total. Sin embargo, los
extranjeros fueron apenas la mitad de ese flujo. En otras palabras, en esos veinte años
aumentaron muy rápidamente los nacionalizados, debido a un doble proceso: por un
lado, el “retorno” de hijos de emigrantes españoles nacidos en el extranjero; por otro, la
adquisición de nacionalidad de inmigrantes una vez cumplido el periodo de residencia
7
requerido por las leyes. También es interesante señalar que a lo largo de esas dos
décadas el porcentaje de “irregulares” (extranjeros empadronados sin permiso de
residencia) se mantuvo en torno al 20% pero la “alarma social” respecto al incremento
de inmigración irregular se produjo sólo a partir de la aplicación de la primera “ley de
extranjería” (1985) y se centraba únicamente en los extranjeros de cierta procedencia
(extra comunitarios, preferentemente africanos), ignorando el significativo volumen de
comunitarios que residían de forma irregular en el país.
En la última década España se ha convertido en uno de los principales destinos
de la migración internacional, con un saldo anual medio de 575.000 personas entre 2001
y 2008. Este flujo exterior explica el 81% del extraordinario crecimiento de la población
total del país entre dichos años, que ha pasado de 41 a 46 millones de habitantes.
Además, la baja tasa de natalidad de los autóctonos, unida a la mayor juventud de los
nuevos ciudadanos, explica que éstos tengan cada vez más peso en el crecimiento
vegetativo: el 14,1% de los partos en 2007 eran de madre y padre extranjeros, y otro
7,7% de parejas mixtas (de progenitores español y extranjero). Por tanto, su incidencia
en el incremento demográfico español hay que situarla en torno al 85%.
Con casi seis millones de inmigrantes -personas empadronadas nacidas en otro
país- y 5,2 millones de extranjeros -personas empadronadas con nacionalidad no
española- a 1 de enero de 2008, España se ha convertido en el décimo país del mundo
por número total de inmigrantes, revirtiendo una larga tradición histórica que la
caracterizaba como país de emigración. Aunque todavía residen en el extranjero
alrededor de millón y medio de españoles, esta cifra fue superada por la inmigración a
comienzos de este siglo. Según la División de Población de Naciones Unidas, España
era en 2005 el tercer país del mundo que más había incrementado su población
inmigrante en números absolutos desde 1990, tras Estados Unidos y Alemania, y el que
más lo había hecho en términos relativos. Por su parte, la OCDE constató, también en
2005, que España se ha convertido en uno de los países con mayor número de
trabajadores extranjeros, superando en números absolutos a tradicionales países de
inmigración como Francia y Reino Unido, e incluso adelantando en términos relativos a
Estados Unidos y Alemania.
8
El 36% de los inmigrados empadronados a comienzos de 2008 procede de
alguno de los restantes 26 miembros actuales de la Unión Europea (el 14% de Rumania
y Bulgaria, recientemente ingresadas) y menos del 2% de otras naciones desarrolladas.
Por tanto, casi dos tercios (3,7 millones de personas) son originarios del mundo “menos
desarrollado”, entre los que destacan las personas procedentes de Maruecos, Ecuador,
Colombia, Argentina, Bolivia, Perú, Venezuela, Brasil y China, todos ellos con más de
100.000 efectivos. Precisamente la brecha económica Norte-Sur, incrementada durante
las últimas décadas por las políticas neoliberales y la creciente deuda externa, está en el
origen de las migraciones desde los países periféricos hacia los países de situados en
posición más ventajosa en el jerarquizado mundo de la globalización.
Para diseñar el colectivo objeto de estudio hemos tenido en cuenta dos criterios,
que se recogen en el Cuadro 1: el origen de los migrantes y la trayectoria o ciclo
migratorio. En el primer caso, la distinción más importante es entre inmigrantes
comunitarios (distinguiendo los antiguos y los nuevos miembros) y no comunitarios, a
los que hay que añadir otros dos grupos: los inmigrantes españoles (hijos de emigrantes
españoles que han retornado) y los extranjeros nacidos en España (“segunda
generación”). Además, dentro de los comunitarios se pueden incluir, desde el punto de
vista administrativo, los procedentes de países de fuera de la Unión Europea que han
obtenido el permiso de Régimen Comunitario. En cuanto a los no comunitarios, los
registros administrativos distinguen entre residentes, empadronados e irregulares o “sin
papeles”, además de otras categorías especiales entre las que destacan los asilados y los
estudiantes. Como señala Liliana Suárez, “la normativa legal constituye sujetos
administrados, disciplinados y normalizados, más bien que sujetos de derechos”3.
La trayectoria o itinerario migratorio presenta tres tiempos: la pre-migración,
etapa previa a la entrada en España pero decisiva para entender el proyecto migratorio;
el tránsito o ciclo migratorio propiamente dicho; y la fase de disolución de la condición
migrante, mediante la nacionalización o el retorno. El presente estudio se centra en
segmentos de población que se encuentran en la etapa intermedia del tránsito migratorio
o que han obtenido la nacionalidad española, pero no incluye a quienes se encuentran en
3 SUÁREZ, L., “Inmigración: irregular, regularizaciones y efectos en la identidad de los inmigrantes”, en
II Congreso sobre la Inmigración en España, Madrid, 2000.
9
la etapa previa a emigrar o que han retornado a su país. Estas situaciones, no obstante,
son abordadas a través de los recuerdos del pasado y de los proyectos de retorno que
tienen los migrantes, además de incluir expresamente a españoles retornados que antes
fueron emigrantes.
Dentro de la segunda etapa o ciclo migratorio propiamente dicho adquiere una
importancia central para los extranjeros no comunitarios, el factor tiempo
administrativo, como eje para la consideración de diversas categorías de extranjeros,
con dos momentos clave: el acceso a los primeros papeles de residencia, que la mayoría
obtiene después de pasar en España un tiempo sin documentación, y el paso de los
permisos temporales a la autorización indefinida, que generalmente se produce a los
cinco años de haber obtenido los primeros papeles.
Cuadro 1
Segmentación de la población inmigrante según procedencia y trayectoria
TRAYECTORIA
Pre-migración Ciclo migratorio Post-migración
PR
OC
ED
EN
CIA
Ex
pec
tati
vas
de
sali
r hac
ia E
spañ
a
Eventualidad Asentamiento
Nac
ional
izac
ión
Ret
orn
o
No
comunitarios
- Irregularidad
- Empadronamiento
- Resid. temporal
- Situac. especiales:
Solicitantes Asilo
Estudiantes
- Residencia
indefinida
- Concesión
Asilo
- Reagrupación
familiar
Comunitarios
y asimilados
- Comunitarios UE-15 - Nuevos miembros UE-27
- No europeos con Régimen
Comunitario
Descendientes
inmigración
extranjera
- Nacidos en el país de origen
- Nacidos en España (2ª generación)
Emigrantes
españoles
retornados
- Nacidos en España que emigraron y han retornado
- Nacidos fuera de España que han retornado
Sobre la base de las anteriores categorías, que se presentan esquemáticamente en
el Cuadro 1, aparecen también diversas fugas o turbulencias en el itinerario migratorio
que conviene tener en cuenta. Una de ellas, quizás la más importante, es el retroceso que
10
se produce cuando se deniegan o retrasan indefinidamente los papeles o su renovación,
dando lugar a un espacio administrativo de “limbo jurídico” (ni regular ni irregular sino
“en trámite” o “a la espera”). Una situación que, en el caso de los indocumentados se
traduce en la práctica habitual de empadronarse y esperar que pasen los años prescritos
por la ley de extranjería para poder justificar el derecho de arraigo.
11
Primera parte:
CLAVES DE LECTURA
1. Propuesta de cuatro posiciones básicas
Vamos a avanzar un esquema general interpretativo de las posiciones
ideológicas básicas en torno a la instalación4 en España de la población inmigrante. En
primer lugar, parece conveniente señalar la manera en que nos hemos propuesto
operativizar esta “condición inmigrante” al entenderla como un proceso históricamente
situado y, al mismo tiempo, complejo, plural, contradictorio y –por tanto– cuyos
propios límites no resultan fácilmente delimitables. Como hemos señalado al exponer el
diseño técnico de la investigación, los 22 grupos de discusión realizados incluyen
colectivos típicamente considerados por los españoles como inmigrantes; esto es,
nacidos en otros continentes o países, que a veces hablan idiomas diferentes o
pertenecen a otras etnias y cuyas culturas parecen contrastar con la –presunta– cultura
local. Asimismo, el diseño incorpora colectivos más próximos, como los europeos
occidentales y otros extranjeros que solemos considerar pertenecientes a ‘nuestro’
primer mundo. Además, hemos querido incorporar también otros casos, como el de los
inmigrantes de ‘segunda generación’ o los españoles retornados, en los que el carácter
transitivo de la extranjería se hace un poco más evidente al acercarnos a sus límites y
situarnos ante el espejo de lo que fue España en tanto país emisor.
La heterogeneidad de este amplio colectivo de inmigrantes de tantas condiciones
y nacionalidades –incluida en algunos casos la española, por adquisición o nacimiento–
afecta a las situaciones, experiencias, expectativas y tiempos de su proceso migratorio,
pero también a sus propias capacidades para expresarlas, cristalizando colectivamente y
4 Preferimos utilizar el concepto genérico de “instalación” a fin de eludir las connotaciones muy marcadas
de otros términos al uso, como “inserción” o “integración”, de los que nos serviremos en el desarrollo del
esquema para referirnos a posiciones específicas. Según María Moliner, “inserción” define el punto en
que una cosa se inserta en otra (del latín “insertare”: meter una cosa en otra); “integración” se refiere a
hacer un todo o conjunto con partes diversas (del latín “integrare”). En el primer caso, se mantiene
claramente la diferencia entre “la parte que se inserta” y la parte preexistente; en el segundo, las partes
diversas “se integran” en un todo. En cambio, el concepto de “instalación” (del latín “installare”) remite
más neutramente, al fenómeno de “poner a alguien en un sitio para que viva o esté en él”, lo que puede
dar lugar a múltiples formas de instalación o establecimiento. MOLINER, M., Diccionario de uso del
español, Gredos, Madrid, 1983, vol. 2, pág. 146.
12
en mayor o menor medida en discursos que dan cuenta de cómo se representan a sí
mismos, cómo conciben este proceso y valoran la sociedad en la que han intentado
instalarse. Nuestro material de trabajo es el compuesto por las dinámicas de los grupos
de discusión realizados, a partir de las cuales hemos intentado sobrepasar lo
manifiestamente dicho a fin de construir el campo discursivo latente. Un campo
discursivo amplio y con frecuencia polarizado donde la población inmigrante refleja sus
preocupaciones cotidianas, sus autopercepciones contrapuestas como sujetos sociales y,
en último término, sus diferentes modelos de sociedad y de relación entre los grupos y
las culturas, así como las formas contrapuestas de entender la actividad económica y de
plantear el estatuto de ciudadanía, tanto de los propios colectivos inmigrantes como de
la población nativa.
Los textos producidos en los grupos se pueden considerar como nudos de
intersección de múltiples fracciones discursivas que dependen, a su vez, de las
circunstancias, experiencias y opciones personales de los participantes. Circunstancias,
experiencias y opciones que presentan una gran complejidad y están en relación con la
coyuntura histórica concreta del contexto social general que les ha tocado vivir, tanto en
los países de origen como en España. Las migraciones internacionales rara vez suponen
el primer contacto entre dos sociedades, son más bien una nueva forma de manifestarse
las relaciones entre ambas. En el caso de la emigración económica desde la periferia
hacia los países más desarrollados hay que considerar la presencia previa del Norte en el
Sur en distintos momentos históricos y en la actualidad.
Nuestro objetivo no es profundizar en las subjetividades individuales ni en las
fracciones discursivas particulares sino establecer interpretaciones y esquemas que
traten comprender las lógicas generales implícitas que atraviesan el campo discursivo.
Una dimensión de la realidad social, conformada a partir de las opiniones, imágenes y
simbolizaciones de los actores sociales, que sólo puede comprenderse cabalmente desde
su relación con un contexto histórico concreto –no desde principios abstractos
universales- donde existen procesos socioeconómicos, políticos, demográficos, etc. que
afectan tanto a las sociedades de origen como de destino de los migrantes pero sobre
todo a las relaciones que se establecen entre ambas en un mundo cada vez más
globalizado. “Existe una relación compleja y no necesariamente coincidente entre los
13
procesos sociales y las nociones que la gente tiene de los mismos. Los valores,
imágenes y verbalizaciones no son producto puramente individual: las estructuras
ideológicas median entre los contextos socioeconómicos e institucionales y los agentes
sociales individuales”5.
El sujeto principal de la enunciación en los discursos analizados es la población
inmigrante en sus muy diversas formas de presencia en España, incluidos los hijos de
los inmigrantes. No obstante, indirectamente pero de un modo permanente, los
discursos grupales aluden a otro interlocutor, también plural y controvertido: la
población autóctona. La posición adoptada por las personas e instituciones españolas, a
los ojos de los foráneos, marca y condiciona sus posibilidades de realización en España
y, en el mejor de los casos, les obliga a definirse por oposición a ellas, al interpelarles en
tanto parte de una colectividad previa e irremisiblemente significada desde fuera. Los
discursos grupales reflejan continuamente esta dialéctica entre identidades asumidas
(por los propios migrantes) e identidades asignadas (por la población autóctona o por un
sector de inmigrantes en relación a otros), que dan lugar a distintas estrategias –más o
menos independientes o reactivas- de identificación y representación, vinculadas
también a distintas formas de instalación en la sociedad española.
El esquema al que hemos llegado presenta cuatro posiciones discursivas básicas
en cuanto a la instalación en España, que hemos etiquetado como repliegue étnico,
inserción subalterna, integración formal y proyección instituyente. En cada caso se
dibuja una forma distinta y contrapuesta de entender la convivencia cotidiana, la
incardinación en el mercado laboral y la participación en el espacio político. Las
posiciones remiten, además, a modelos implícitos de sociedad y dan lugar a diferentes
estatutos de ciudadanía, que van desde su denegación (expulsión o segregación, una de
cuyas principales manifestaciones es la atribución de ilegalidad y consiguiente
vaciamiento de derechos) a la movilización emancipatoria (con perspectiva
transnacional), pasando por la subordinación y la equiparación formal en el modelo de
sociedad dominante en España (ver Cuadro 1).
5 COLECTIVO IOÉ, “¿Cómo estudiar las migraciones internacionales”, en Rev. Migraciones, Nº 0, 1996,
págs. 14-15.
14
Cuadro 1
Posiciones básicas en torno a la instalación en España de la población inmigrante,
modelos implícitos de sociedad y estatutos de ciudadanía
Buen súbdito (Estado) Individuación Buen competidor (mercado)
Pop
uli
smo r
egre
sivo C
ierre
Su
jeci
ón
a l
as
norm
as C
Sociedad monocultural
(Primacía del orden estatal)
Asimilación en la cultura mayoritaria
o estancia temporal/retorno
Agradecimiento por la acogida
brindada por España.
Mano de obra complementaria
(sólo la estipulada)
Ciudadanía subordinada Respeto de las normas establecidas,
itinerario de normalización.
B
Sociedad pluricultural
(Primacía del libre mercado)
Respeto de la diversidad cultural
en un mundo globalizado
Igualdad jurídica
de los trabajadores migrantes.
Mano de obra competitiva
(libre mercado de trabajadores)
Ciudadanía equiparada Los mismos derechos y deberes,
igualdad de oportunidades.
Pop
uli
smo p
rogre
sivo A
per
tura
P
rom
oci
ón
mer
itocr
áti
ca
A Sociedad intracultural
(Primacía de la grupalidad adscriptiva)
Reclusión microsocial
frente a la norma social mayoritaria.
Autocentramiento
en el propio colectivo de referencia.
Mano de obra etno-estratificada
(nichos laborales)
Ciudadanía denegada Estatuto marginal/segregado
de los derechos ciudadanos.
D
Sociedad transcultural
(Primacía de la comunidad electiva)
Diversidad enriquecedora
por el reconocimiento intercultural.
Reconocimiento activo
de las minorías étnico-culturales.
Mano de obra crítica
(explotación de los asalariados)
Ciudadanía participante Grupalidad emancipatoria
con perspectiva planetaria.
Endogrupo Grupalidad Exogrupo
Forma de instalación:
Integración competitiva
Forma de instalación:
Inserción subalterna
Forma de instalación:
Repliegue defensivo Forma de instalación:
Proyección instituyente
15
Avanzamos a continuación una breve descripción de las cuatro posiciones y de
las convergencias y divergencias que se producen entre ellas, antes de abordar en los
capítulos siguientes el despliegue discursivo y los múltiples matices de cada posición.
I. Inserción subalterna: el núcleo ideológico de esta posición es la primacía del orden
estatal que se asocia a un territorio y es el encargado de configurar/regular las
costumbres y normas propias de cada país, en nuestro caso de España. Prevalece en
los sectores populares de la inmigración, que aceptan una posición subordinada bajo
la tutela estatal o de la Unión Europea (entre los ciudadanos comunitarios), al menos
hasta que se consiga el estatus de ciudadanos nacionales plenos. Como ocurría en el
caso anterior, la inserción subalterna puede ser asumida por los inmigrantes o bien
inducida y forzada por las prácticas y discursos proteccionistas de la sociedad
española. En el primer caso, los inmigrantes consideran que ya no están en “su
tierra”, por lo que deben dejar de lado su cultura de origen y asumir la nueva
posición: “partir de cero” y adaptarse a las normas españolas o, en caso contrario,
retornar al lugar de donde salieron; la residencia en España es un don de los
españoles, no un derecho de los extranjeros, por lo que éstos deben sentirse
agradecidos con el estatuto ciudadano y laboral que se les asigne: “yo he trabajado
cogiendo basuras y lo he hecho con mucho gusto, porque he venido a trabajar y a
servir al pueblo español que me da la mano” (GD14); en igualdad de circunstancias,
se considera “lógico” que los españoles tengan preferencia para acceder a un empleo
o conseguir una vivienda protegida. En el segundo caso, se produce una
subordinación forzosa en los terrenos legal y laboral que es consecuencia de la
ideología de la preferencia nacional y de la etno-estratificación del mercado de
trabajo, que se aceptan por realismo práctico (“el que no lo asuma lo pasa peor”).
En términos discursivos, la inserción subalterna se articula desde un punto de vista
individual: sólo en esa condición de individuo, que implica renunciar a una
identidad previa, será posible autoidentificarse como parte de los justamente
insertables por la sociedad que les “acoge” (inserción vía individuación
subordinada).
La relación con la sociedad mayoritaria es vivida como inserción subalterna o
ciudadanía subordinada, en función de las necesidades de España. Desde esta lógica
los intereses del Estado español y de sus ciudadanos “nacionales” priman sobre los
16
intereses de los “extranjeros”. La inserción de los inmigrantes es posible pero a
condición de asumir el modelo cultural español y aceptar el itinerario de
normalización que se les asigne.
II. Integración competitiva: radicalizando el individualismo de la posición anterior,
este discurso representa el polo modernizador del conjunto de posiciones abordadas
y prevalece en los sectores de la inmigración más asentados y cualificados. Se trata
de una estrategia discursiva que pretende reutilizar en su favor la condición
inmigrante externamente atribuida, dando a esta la vuelta para convertirla en una
ventaja competitiva que sólo los más fuertes serán capaces de poner en práctica en
una sociedad que reconoce y premia el mérito de los más emprendedores,
independientemente de su origen (integración vía individuación competitiva). El
núcleo ideológico es la primacía del libre mercado en un marco político liberal-
democrático, que defiende la equiparación jurídica de todos los ciudadanos, sean
nativos o extranjeros, para desenvolverse en la vida de acuerdo a sus propios
méritos (“si tú quieres, tú puedes”). La sociedad pluricultural sería la nueva forma
de expresión de la España plural, con múltiples expresiones culturales, idiomáticas,
religiosas, etc. (“Madrid es una ciudad abierta… vas en el metro y son mil idiomas
los que se hablan… preguntas algo y te llevan de la mano… ¡me encanta vivir
aquí!”, GD2). Se afirma que el desarrollo de la economía española debe mucho al
aporte de los inmigrantes y que éstos tienen derecho a competir en igualdad de trato
con los españoles (“sudar la camiseta igualmente”). Las migraciones internacionales
son percibidas como un mecanismo que contribuye a equilibrar los mercados
mundiales de mano de obra en el marco del proceso de globalización. Los estados
deben asegurar el control racional de los flujos (“sin desbordamientos”), facilitar la
igualdad de oportunidades en el mercado de trabajo y promover la convivencia
ciudadana en espacios comunes interétnicos (pluralismo liberal cosmopolita).
La relación con la sociedad mayoritaria es vivida como integración “igualitaria” de
los inmigrantes –siempre en tanto que individuos capaces de adaptarse a un marco
normativo– en el contexto de una sociedad pluricultural de la que tanto inmigrantes
como autóctonos valoran las pautas vigentes de funcionamiento socioeconómico e
institucional. Se criticará tanto la ciudadanía de segunda clase de la inserción
17
subalterna como, con mayor motivo, la denegación de estatus ciudadano a las
minorías excluidas.
III. Repliegue defensivo: el lugar central de esta posición es la referencia identitaria –y,
en el extremo, la adscripción fáctica en la vida cotidiana– a una comunidad cercana,
formada por los próximos que se convierten en espacio protector frente a la sociedad
exterior. Está más presente entre los inmigrantes menos cualificados, sin papeles y/o
con una cultura de origen más distante del patrón español-europeo (blanco-
occidental-cristiano), pero también aparece en segmentos cualificados y asentados
de la inmigración (por ejemplo, los “turistas residenciales” de la Unión Europea, que
se repliegan sobre sí mismos ante lo que consideran una no correspondencia de la
población autóctona). El sentimiento de afinidad puede tener diversos contenidos,
ya sea la existencia de unos lazos étnicos o culturales comunes que se consideran
incompatibles con la cultura autóctona (“sé que soy lo que soy… una raza originaria
que no encaja aquí”, GD8) o simplemente la experiencia de compartir las
preocupaciones y/o eludir la xenofobia de algunos sectores de la población española
(“tienes que ir donde te quieran porque no puedes vivir sin contactos sociales”,
GD16). En el primer caso se trata de un repliegue asumido por los migrantes; en el
segundo, sin embargo, es inducido o forzado por determinadas prácticas y corrientes
de opinión de la sociedad española (y de otros sectores de la propia inmigración). En
ambos casos se produce un autocentramiento comunitario cuyo círculo protector no
se encuentra necesariamente restringido a un colectivo nacional de pertenencia y
puede incluso estar también integrado por personas nativas.
La relación con los grupos sociales de la población autóctona es vivida desde la
perspectiva de la minoría, que es objeto de control y/o segregación en diversos
grados, en especial por parte de aquellos españoles xenófobos que tratan a los
inmigrantes como “material de desecho” y les acusan de modificar su “España
profunda” (GD17).
IV. Proyección instituyente: constituye un discurso solamente presente a través de
articulaciones tentativas y esbozos parciales, tanto en diversos sectores de la
inmigración como –por alusiones- de la opinión pública española y mundial. Su
principio legitimador es el reconocimiento del poder que asiste a todos los
18
colectivos, sean o no étnico-culturales, como sujetos activos de lo social. Las
migraciones internacionales son interpretadas como un efecto de las desigualdades
inherentes a la historia colonial y a la globalización económica actual, que son
valoradas de forma negativa (“los americanos y europeos chupan la riqueza de
África”… “el capitalismo es un cáncer”, GD9) y la misma crítica se lanza contra las
sociedades de origen cuando explotan a los inmigrantes que reciben de otros países
(paraguayos en Argentina, por ejemplo). Se defiende para España una democracia
participativa y solidaria con el resto del mundo (grupalidad emancipatoria a escala
planetaria), con la expresa inclusión de todas las culturas y minorías nacionales
presentes en el territorio (“cada cultura tiene sus tradiciones y sus raíces pero deben
abrirse entre sí y evolucionar con el tiempo…”). Se pone énfasis en los problemas
derivados de la desigualdad económica y la precarización laboral, y se
responsabiliza al poder político y a los empresarios, que “abusan y se aprovechan de
la inmigración”. Frente al individualismo articulado tanto por la posición
competitiva como por la subalterna, plantea un principio de realidad basado en la
naturaleza colectiva de los sujetos sociales (inmigrantes y autóctonos). Y frente al
repliegue defensivo o autocentramiento comunitario, plantea una apertura potencial
hacia una futura sociedad intercultural, siempre difícil, pero basada en la condición
de trabajadores de una parte importante de ambos colectivos y en las posibilidades
de convivencia de futuras generaciones que crezcan ajenas a los prejuicios y
estereotipos hoy vigentes (proyección transcomunitaria clasista).
Se propone la solidaridad emancipatoria de clase de los colectivos oprimidos
–inmigrantes y autóctonos- para superar el modelo de vida capitalista-consumista-
individualista en favor de una ciudadanía instituyente, activa, intercultural y
proyectiva (“dar la vuelta a la tortilla”).
Las flechas y categorías que aparecen en los márgenes del Cuadro 1 dibujan un
campo discursivo polarizado por las cuatro posiciones descritas. Se pueden distinguir
los cuadrantes de abajo (grupalidad) y los de arriba (individuación), los de la izquierda
(cierre, posiciones regresivas) y los de la derecha (apertura, posiciones progresivas), así
como la oposición entre los cuadrantes situados en los extremos (diagonales), ya sea el
eje A/B (reclusión adscriptiva/modernización neoliberal) o el C/D (clientelismo
estatal/emancipación planetaria):
19
La posición A (cuadrante inferior izquierdo) es grupalista y cerrada, es decir,
autocentrada en la propia comunidad. La vinculación social se produce ante todo
por identificación con los miembros del propio grupo (endogrupo) con los que
se establecen espacios acotados y economías de escala (guetos y nichos
laborales, vistos desde fuera) que les permiten mantener sus tradiciones propias
y/o protegerse del exterior (populismo regresivo).
La posición B representa la total oposición a la anterior: es individualista y
respetuosa de la pluralidad, siempre que se acepte la normativa general. La
vinculación social se produce fundamentalmente a través del juego competitivo
en el libre mercado (entendido como sociedad abierta) y desde el principio de la
igualdad de oportunidades para todos en base a los méritos (promoción
meritocrática).
La posición C (cuadrante superior izquierdo) es individualista y defensora de la
uniformidad cultural. La vinculación societaria se produce a través del
reconocimiento de la “norma social” (buenos súbditos) y de las costumbres del
país receptor (residentes agradecidos), mediante el respeto de la ley (sujeción
normativa).
La posición D representa la oposición a la anterior, es grupalista y abierta al
intercambio emancipatorio. La vinculación social se produce a través de la
potencia instituyente y emancipadora de los colectivos y culturas, en cada nación
y transnacionalmente (exogrupo), empeñados en una transformación en
profundidad de la sociedad actual (populismo progresivo).
El cuadro propuesto pretende superar el clásico esquema bipolar y evolutivo que
entiende las transformaciones sociales de los últimos siglos como el paso de la tradición
a la modernidad, es decir, del comunitarismo al societarismo (Tönnies), de la acción
afectiva con arreglo a valores a la acción racional con arreglo a fines (Weber), de los
grupos indiferenciados a una compleja división del trabajo (Durkheim) o del
particularismo al individualismo (Parsons). Tal esquema se limitaría a la línea diagonal
que va desde la posición A de nuestro cuadro a la posición B: el proceso de
“modernización” capitalista (acumulación, diferenciación social, desarraigo,
20
individualización…) habría movilizado y pondría en crisis a los grupos sociales
tradicionales resistentes.
En nuestra opinión, como ya señalamos en otro estudio realizado para el CIS de
1995, tal esquema bipolar presenta muchas limitaciones: “Por un lado, si es cierto que el
proceso capitalista desintegra el comunitarismo tradicional a favor de una sociedad de
individuos, éstos no son sujetos autónomos sino ‘individuos’ despersonalizados cuya
libertad queda restringida al ámbito de la racionalidad instrumental (técnica), pues se les
sustrae el de los fines (estrategia social): partiendo de que la racionalidad está
garantizada por la propia lógica modernizadora (supraindividual), no tiene sentido que
los individuos se planteen redefinir prioridades o postular estrategias alternativas. Por
otra parte, la racionalidad modernizadora no es lineal ni excluye la irracionalidad social.
El capitalismo no puede integrar a los ciudadanos en posición de igualdad más que en el
plano jurídico; por lo demás, en su desarrollo genera desigualdad y exclusión social. Las
resistencias y quiebras de legitimidad que surgen de estos procesos no son siempre, ni
siquiera habitualmente, expresión de ‘pervivencias tradicionalistas’, surgidas de sectores
sociales que aún no han sido integrados por la modernización; por el contrario, se trata
de ideologías y comportamientos que surgen como consecuencia de su propio
despliegue”6. Frente al “mito de la modernidad” que sitúa la reciente historia europea
como punto culminante de la historia mundial, nos planteamos “des-cubrir” las caras
ocultas de la modernidad, entre ellas la colonización de otras culturas y territorios, la
dominación económica en aras de la libre circulación del capital o la destrucción
ecológica del planeta7.
En definitiva, se trata de superar un esquema unilineal bipolar
(tradición/modernidad, atraso/civilización, etc.) y recuperar el carácter conflictivo y
multidimensional de las relaciones sociales. Nuestro esquema de cuatro ejes parte de las
aportaciones de Jesús Ibáñez y Alfonso Ortí, entre otros, que han aplicado un enfoque
crítico -y pluridimensional- al análisis de la actual sociedad española8. Tal como
6 COLECTIVO IOÉ, Discursos de los españoles sobre los extranjeros, CIS, Madrid, 1995, pág. 103-4. 7 DUSSEL, E., “Europa, modernidad y eurocentrismo”, en LANDER, E. (Comp.), La colonialidad del
saber: eurocentrismo y ciencias sociales, FLACSO, Buenos Aires, 2000. 8 Ver el Nº monográfico “Jesús Ibáñez. Sociología crítica de la cotidianidad urbana”, Nº 113 de la revista
Anthropos, Madrid, 1990 (y Suplemento Nº 22 de la misma revista con introducción y selección de textos
de Jesús Ibáñez); y ORTÍ, A., “La confrontación de modelos y niveles epistemológicos en la génesis e
21
insisten estos autores, la complejidad de cualquier discurso social concreto, en cuanto
condensación simbólica y encrucijada de tensiones ideológicas, desborda a cualquier
sistema o eje de coordenadas formalizadoras; no obstante, una cierta esquematización,
relativa y flexible, en cuanto modelo de estructuración global de las dimensiones
básicas de las fracciones discursivas, no sólo es un intento de articulación formal, sino
que responde, de modo pertinente, a procesos sociales en marcha.
historia de la investigación social”, en DELGADO, J.M. y GUTIÉRREZ, J., Métodos y técnicas
cualitativas de investigación en ciencias sociales, Madrid, 1994, págs. 85-95.
22
2. Inserción subalterna
Presentamos a continuación las fracciones discursivas que se pueden encuadrar
en esta posición, ya sea como resultado de una posición ideológica del colectivo
inmigrante (identidades asumidas) o a consecuencia de las actitudes y prácticas
discriminantes de la población autóctona (identidades asignadas). Tendremos en cuenta,
además, las condiciones de vida y del contexto social de las personas participantes en
los grupos de discusión, que pueden ayudarnos a explicar la gama de matices
detectados.
Los tres primeros apartados desarrollan el contenido de esta posición recogida en
el Cuadro 1. El cuarto apartado ofrece un esquema de las principales fracciones
discursivas atendiendo a dos claves interpretativas: la posición nacional
(inmigrantes/autóctonos) y la posición de clase (popular-precaria y burguesa-
acomodada).
2.1. Adaptación a las normas españolas. Primacía del orden estatal
Para un sector de la inmigración venir a España implica una “carga” que es
preciso “asumir con responsabilidad”: adaptarse a las normas y costumbres españolas:
“nosotros tenemos que adaptarnos aquí, no que los que están aquí se adapten a
nosotros”. No vale aislarse o replegarse en “guetos” para mantener las costumbres de
origen; más bien, la inserción requiere “abrirse a los demás” y “asumir la cultura” del
“país de acogida”. Ello exige “partir de cero” y recorrer un proceso de aprendizaje
(asimilación): “estás en un país que no es el tuyo, tienes que entender y respetar las
normas y muchas cosas”. La igualdad se identifica con la homogeneidad (“tienes que
adaptarte… porque aquí todos somos iguales… ¡y tenemos que ser así”):
“- (Joven colombiano) Hay los que vienen y se apartan, tratan de hacer guetos con gente de su país y no se abren a los demás. Yo creo que quien viene es el que está obligado a asumir la cultura, asumir unas responsabilidades y a llevar con la carga de venir de
fuera.
- (Joven ecuatoriana) Yo pienso que sí, que las personas que venimos de otros sitios
tenemos que, no sé… hacer lo que los españoles. En nuestro caso, por ejemplo, que soy ecuatoriana, a mí me da muchísima vergüenza a veces que vamos a los parques y
dejamos toda la basura, todo tirado… todo lleno de cosas. Y los españoles no son así,
23
son muy ordenados, tiran la basura en su sitio. Y a veces a mí sí que me da vergüenza.
Pero es que no hacemos lo que hacen ellos aquí” (GD12).
“- (Hombre cubano) Yo creo que hay un tiempo en la llegada, el tratar de adaptarse, un cambio, tratar de estabilizarse. Vienes a un lugar diferente, tienen que decirte todas las
normas que están… por donde uno tiene que regirse. Hay cosas… cómo está lo del
empadronamiento y así, junto a miles de cosas que tienes tú… y vas cumpliendo con las
normas. Vas aprendiendo. Vamos a ver… la historia es ésa que al principio… tú vas a empezar de cero. Llegas de cero” (GD17).
“- (Hombre gambiano) Lo que yo he demostrado siempre es respetar las normas y no saltarlas. Y teniendo en cuenta que estás viviendo en una situación que en la vida puede ser hoy bien y mañana mal y teniendo en cuenta que estás en un país que no es el tuyo,
tú tienes que entender y respetar las normas y muchas cosas” (GD9).
“- (Mujer colombiana) Yo le digo a mi hijo: ‘tienes que adaptarte aquí porque aquí estamos y aquí todos somos iguales’ y ¡tenemos que ser así!” (GD9).
“- (Mujer colombiana) Yo pienso que nosotros hemos venido a este país y tenemos que adaptarnos aquí, no que los que están aquí se adapten a nosotros... porque si uno es
trabajador honrado y eso, y quiere salir ¡pues sale!” (GD11).
La clave implícita es la primacía del orden estatal asociado a un territorio, que
es el encargado de establecer y regular las normas y costumbres propias de cada país. La
ideología nacional-estatal surgió en Europa hace varios siglos y contribuyó a configurar
las relaciones sociales tanto en el interior9 como hacia el exterior
10 de las fronteras
estatales. Actualmente los estados han perdido buena parte de sus funciones anteriores
en beneficio de formas de regulación supraestatal -mediante organizaciones económicas
y políticas transnacionales, como la Unión Europea-, con mecanismos de gestión
formalmente más democráticos y asumiendo un mayor pluralismo cultural. Sin
embargo, se mantiene una cartografía del planeta cada vez más polarizada, no sólo en el
plano de las relaciones de poder entre países sino en el ordenamiento simbólico de las
identidades y estereotipos nacionales, que sigue muy presente en muchos de los
discursos analizados.
9 En una primera etapa los estados europeos llevaron a cabo un proceso de homogeneización forzosa de
sus poblaciones que no incluía sólo la pertenencia política común sino un sistemático trabajo de
unificación religiosa, lingüística y cultural en general. En el caso de España esta etapa inicial fue
especialmente traumática ya que se desencadenó la represión de judíos y musulmanes, que se vieron
obligados a convertirse a la religión católica o, en caso contrario, abandonar el país, y en el exterior se
puso en marcha la colonización de las culturas hispanoamericanas, filipina, etc., lo que implicó también
un desplome demográfico de varios de esos territorios. Ver CANAL, J. (ed.), Exilios. Los éxodos políticos
en la historia de España. Siglos XV-XX, Silex, Madrid, 2007; y COLECTIVO IOÉ, Inmigrantes,
trabajadores, ciudadanos, Universitat de València, Valencia, 1999, págs. 45-49. 10 Los estados dieron lugar a una intensificación de las diferencias, enfrentamientos y sistemas de
dominación colonial y postcolonial, división Norte-Sur, etc. Ver GELLNER, E., Naciones y
nacionalismo, Alianza, Madrid, 1988
24
Así, una parte de los retornados españoles recuerda que su historia migratoria en
Suiza y Alemania se produjo bajo las mismas coordenadas: “respetar todo, todas las
leyes, no creerse con derecho a nada”. Residir en otro país es un don del país que te
acoge, no un derecho de los migrantes. Se trata de un discurso de orden (“estar dentro
de las normas”) y de adaptación-asimilación al patrón de vida del país receptor (“pasar
en todo como un alemán”). Esa fue la clave para conseguir el respeto y el
reconocimiento de los nativos:
“- (Español emigrante retornado de Suiza) Yo he estado treinta y seis años en Suiza, fui allí con veintisiete y me he vuelto jubilado… Mi vida de emigrante allí ha sido para mí
bellísima, estupenda, en el sentido de que yo he estado en un país en donde se me ha tratado bien, en donde yo he respetado las leyes, esto es muy importante, donde yo he
respetado todo, todas las leyes, yo no me he creído con derecho a nada.
- (Español emigrante retornado de Alemania) He estado en Alemania cinco o seis años... Lo que pienso, para mí, es que allí los emigrantes eran como tenían que ser. Tenían que
hacer su trabajo, pasar en todo como un alemán, igual, estar dentro de las normas y de
lo que realmente allí existía. Allí no se podía salir, no podías ir a tomarte una cerveza
y…, bueno, hay como en todas partes, pero armar follón en un bar o cualquier cosa, sabías que automáticamente te cogía la policía y te ponía… pero vamos, ¡por lo más
mínimo!... al que cogieran tirándole una china a un pajarito o algo, automáticamente
estaba en la frontera con todo. Más o menos en esa dirección iba todo. Que yo he cobrado igual que un alemán y tenía… pero tenía que estar igual que él y acatarme a
las mismas normas que allí había” (GD20).
Solicitantes de asilo africanos o latinoamericanos se muestran agradecidos por la
acogida brindada por el gobierno español, hasta el punto de pedir “disculpas” por si
molestan. Solicitan permiso para poder trabajar y prometen “comportarse
correctamente”. La actitud de agradecimiento se observa también en trabajadores del
este de Europa, para quienes España es el país que mejor recibe a los inmigrantes (“nos
reciben con las manos abiertas”) y el que más les “aguanta”, aún cuando vengan en gran
número (“toda la gente quiere trabajar aquí”) y sin papeles. Tanta generosidad les
parece excesiva, hasta el punto de reclamar un control más ajustado de las llegadas:
“- (Hombre joven de Costa de Marfil) Estamos agradecidos al gobierno español por lo que ha hecho por nosotros, los africanos que estamos en España. Y le pedimos
disculpas al gobierno español, a la vez que le pedimos que nos proporcionen papeles
para poder trabajar aquí… Hay que tener claro que cuando se viene de una situación como nosotros, de refugio y tal, uno tiene que comportarse correctamente y no abusar
del sitio donde está, no puede dedicarse a robar y tal…” (GD8).
“- (Hombre ucraniano) Yo veo que España es un país que aguanta ¡madre mía! Ningún país trata a los extranjeros como España… Yo no conozco ni Italia ni Portugal, pero la
25
gente viene y viene y viene y viene y hay que hacer algo con esto. Toda la gente quiere
comer, ¡vale!; toda la gente quiere trabajar aquí, ¡es imposible! Yo de verdad, yo no he
visto en mi vida, no he visto ningún país que aguante tanto. (…) - (Hombre moldavo) Tenemos que ser agradecidos porque nos reciben con las manos
abiertas, por decirlo así, y no nos dan un mal trato, vamos, que nos ayudan al llegar
aquí y todo, pero… que no puede ser porque si va a venir tanta gente, tanta gente, tantas personas, no se les va a poder dar el trabajo a todos y de comer a todos. Entonces la
gente… no podrá ni comer ni vivir, ni tener nada. Yo creo que el gobierno, cualquier
gobierno que sea, tendría que mirarlo… no para decir ‘cortamos las fronteras, ya no
entra ni sale nadie’, pero sí para regularizar de alguna forma…” (GD1).
El proceso de adaptación depende también de la distancia cultural del país de
origen y resulta más fácil para aquellos colectivos que comparten la lengua, la historia u
otras características de la sociedad española. Así, un cubano señala que su adaptación es
más fácil porque su país fue “la última colonia” o un rumano plantea que se siente
español porque “muchas costumbres son las mismas que en Rumania”. Los
latinoamericanos en general destacan sus lazos históricos e idiomáticos, y los europeos
del este su pertenencia al tronco común europeo (“¡y somos europeos!”). Una mujer
rumana reclama que ella también es “latina” por lo que “estamos muy bien aquí”. Al
cabo de algunos años, cuando han logrado adaptarse a las normas y costumbres del
lugar, y han soltado el “lastre” que traían de su país y les impedía esa adaptación, se
sienten “como en casa” y observan que se han “españolizado”.
“- (Hombre cubano) La acogida en general para nosotros, quizás por haber sido la última colonia, es bastante diferente en cuanto a la aceptación… En España me siento
como en casa” (GD17).
“- (Otro hombre cubano) La cultura española es bastante afín a la nuestra, no hay tan grandes diferencias, pero bueno, no deja de haber diferencias y lo que he hecho es tratar
de adaptarme, coger lo bueno, lo que me afecta dejarlo por el camino; no cargar con lo
que te afecta porque me parece que es un lastre que tienes que soltar” (GD15).
“- (Hombre rumano) Nuestro corazón…, yo creo que los que viven aquí más de tres años, dos años, tres años, se sienten un poco españolizados. Somos rumanos, rusos,
búlgaros, lo que sea, pero nos dan… no sé, tienes ese sentimiento que eres un poquito
español… y muchas costumbres son lo mismo que en Rumania…¡ y somos europeos!” (GD6).
“- (Mujer rumana) De donde vengo también es un país latino, también hay cosas iguales y estamos muy bien aquí” (GD6).
En cambio, la inserción-asimilación es más difícil cuando los colectivos son
lejanos culturalmente, como ocurre en general con los africanos y los asiáticos, con
26
idiomas, culturas y tradiciones diferentes. El esfuerzo de adaptación es mayor y da lugar
a diversas formas de simulación (comportarse como un español aunque no lo sientas,
pasar inadvertido, etc.) y de ambivalencia personal (“aunque te acostumbres a todo, hay
algo que falta”; “todo bien por fuera, pero por dentro te sientes muerto”):
“- (Mujer marroquí) Aunque llegues a acostumbrarte a todo, aquí siempre hay algo que falta, o familiar o cultural” (GD15).
“- (Hombre paquistaní) Yo voy con tres o cuatro amigos pero, no sé, va todo bien por fuera pero por dentro te sientes muerto. Por fuera vas casi tan bien o igual que un
español pero por dentro estás muerto. No tienes ganas, no tienes trabajo, te sientes muerto” (GD5).
La adaptación se complica cuando, de entrada, la forma de ser de los españoles
resulta chocante o no se está de acuerdo con ella. Por ejemplo, a una mujer colombiana
con un hijo de quince años no le gustan las costumbres de los jóvenes autóctonos
(“gente rara… cada uno va a su rollo… allí somos más unidos”). En tales casos, desde
la mentalidad propia de esta posición, sólo caben dos opciones: retornar al país de
origen (perspectiva de la madre citada) o esperar que la adaptación se produzca al cabo
de muchos años, como les ha ocurrido a los amigos colombianos de su hijo que llegaron
a España de pequeños o han nacido aquí (“ya son prácticamente españoles”). La
asimilación de las normas y costumbres dominantes en España tiene, por tanto, un
componente temporal. Es preciso un tiempo suficiente (a veces una generación) para
conseguirla:
“- (Mujer colombiana) Mi hijo dice que sus amigos españoles son diferentes, que no les entiende, que la gente es rara… Allá somos como más unidos, no sé. En cambio aquí cada uno va a su rollo, cada uno con su tema… Tiene también amigos colombianos
pero están desde pequeños o han nacido acá y ya son prácticamente españoles” (GD8).
2.2. Inserción subalterna. Mano de obra complementaria
Desde esta posición se reconoce la prioridad de los españoles sobre los
inmigrantes en el acceso al empleo o a los servicios públicos, en unos casos porque se
considera “normal” que los “nacionales” tengan esa preferencia (“no puede ser que
echen a un español para que entre un extranjero”) y en otros por realismo práctico (“el
27
que no lo asuma, lo pasa peor”). En el primer caso se trata de una identidad asumida
(identificación con la ideología de la preferencia nacional); en el segundo, de una
identidad asignada, forzada por discursos y prácticas de las instituciones y de la
población española a los que no se pueden enfrentar (“lo coges por necesidad… porque
tengo tres niños…”). El inmigrante debe saber hasta dónde puede llegar en cada caso:
“- (Mujer búlgara) Si hay una casa, sólo una, y estamos un búlgaro, un extranjero y un español con las mismas características, igual todo, ¿a quién van a coger?: ¡lógicamente al español!... Cuando hay un puesto de trabajo y estamos un extranjero y un español…
no puede ser que echen a un español para que entre un extranjero… Es normal, yo lo
entiendo y no estoy enfadada” (GD14).
“- (Hombre colombiano) Yo sé que es una realidad (el sobreesfuerzo que se exige a los inmigrantes en relación a los españoles), ¡el que no lo asuma lo pasa peor!” (GD15).
“- (Mujer peruana) Cuando no hay trabajo, te pillas todo lo que te ofrezcan, lo coges por necesidad… porque tengo tres niños acá… Y si tú no coges ese trabajo, hay cien detrás
esperándolo… He pedido trabajo en esa empresa aunque no me pague las horas extras que he trabajado… Cuando voy en los autobuses y hablo con señoras españolas que
trabajan limpiando casas, me entero de que cobran doce a quince euros la hora y a un
inmigrante pues te pagan siete euros, ocho euros...” (GD2).
Para quienes asumen el discurso de la preferencia nacional, la posición de los
inmigrantes en el mercado de trabajo debe ser complementaria o subsidiaria del
mercado laboral autóctono, es decir, su presencia en España sólo se justifica en aquellos
sectores, como la construcción o el campo, donde “hay muy pocos españoles”11
. Para
explicar esta posición, los inmigrantes se ponen en el lugar del otro y tratan de imaginar
lo que ocurriría en su país si pasase lo mismo (“imagínate un millón de moldavos en
Rumania o de turcos en Bulgaria”). De nuevo los inmigrantes ubicados en esta posición
ideológica critican al gobierno español por exceso de generosidad a costa de los propios
españoles (“los extranjeros han quitado mucho trabajo que podría tener un español… y
estás en tu país… ¡y no lo puedes tener!”):
“- (Hombre rumano 1º) Cuando los españoles dicen estas cosas… yo, no sé, un poquito lo entiendo ¿sabes? Porque todos los extranjeros que han venido aquí… han quitado
mucho trabajo ¿sabes? y en vez de tener ellos ese trabajo lo podía tener un español. Y
estás en tu país… ¡y no lo puedes tener! - (Hombre rumano 2º) Imagínate un millón de moldavos en Rumania o de turcos en
Bulgaria.
11 Cuando se aplicaron los grupos de discusión, a mediados de 2007, todavía no se había producido la
crisis de empleo en el sector de la construcción.
28
- (Hombre rumano 1º) Sí, sí… pueden tener razón… (pero) te digo una cosa, no tienen
razón de la gente que trabaja aquí en construcción o en el campo… porque hay muy
pocos españoles. Ahí no tienen razón, pero en los demás trabajos sí tienen un poco de razón. Porque, como dice él, si Rumania se llena de moldavos...” (GD6).
Ante los abusos laborales por parte de los empleadores, sean éstos autóctonos o
inmigrantes, se reconoce la propia impotencia para enfrentarse a ellos (“nosotros no
podemos hacer mucho…”) y se reclama la protección estatal (“el Estado tiene que tener
unos registros…”). Los empresarios pueden abusar de los inmigrantes, tanto si lo hacen
desde un nacional-capitalismo xenófobo como si son partidarios del libre mercado
competitivo, ya que en la correlación de fuerzas con los inmigrantes éstos tienen todas
las de perder (“si denuncias te quedas sin trabajo”). En este punto echan de menos el
apoyo de los sindicatos, a quienes consideran “poco fiables” y cómplices de la dejación
del Estado (“tienen atadas las manos”):
“- (Hombre marroquí) En el tema laboral, como ha dicho antes mi compañero, hay muchas empresas que se aprovechan, hay muchas situaciones de discriminación… Yo
te hablo de mí mismo, hay también empresas de marroquíes que no te pagan tus derechos, no te pagan las pagas el finiquito, no te dan nada... Hoy se discrimina un
montón, pero nosotros ¿qué podemos hacer?, yo ¿qué voy hacer?, tú ¿que vas a hacer?
Eso ya el Estado tiene que tener unos registros en este tema, ¡nosotros no podemos hacer mucho!” (GD9).
“- (Hombre cubano) Los sindicatos aquí con la cosa de los inmigrantes están fatal. O sea, yo no sé realmente…ofrecen poca fiabilidad. Yo creo que los sindicatos están muy
de espaldas al tema…
- (Mujer argentina) A mí me da la impresión que no quieren, ¡tienen atadas las manos!” (GD17).
Entre los asalariados inmigrantes de ambos sexos procedentes del este de
Europa, prevalece el discurso de la inserción subalterna en España, sea con una
proyección más individual-competitiva (GD6) o comunitaria-clasista (GD1), en función
de la posición social y el origen nacional (comunitarios/no comunitarios). En el
discurso de estos grupos apenas hay referencias a cuestiones culturales; el debate entre
pluriculturalidad o asimilación no parece preocuparles, quizás porque no les afecta en
tanto europeos-blancos, a diferencia de lo que ocurre a otros inmigrantes (en especial
los “negros” y los “gitanos”, incluidos en ese caso los de origen rumano).
29
El sector con orientación más individual-competitiva, que lleva en España varios
años y ha logrado un relativo asentamiento legal y laboral, tiende a desplazar el
contexto de la subalternidad desde España (en cuanto inmigrantes) a la Europa
comunitaria (en cuanto asalariados), de la que han pasado a formar parte recientemente.
Sus preocupaciones se vuelcan, casi de forma exclusiva, sobre cuestiones laborales y de
consumo, enfocadas desde un punto de vista individual (salarios, posibilidades de gasto
y ahorro, etc.). En este sentido constatan una situación de estancamiento con referencia
al momento inicial de la inmigración en España hace unos cinco años; ya no se
gana/ahorra como al principio, lo que desdibuja el atractivo del proyecto migratorio. En
cuanto fuerza de trabajo movilizada trasnacionalmente, han disfrutado de una mejora de
condiciones de vida en la primera etapa migratoria (básicamente vía capacidad de
consumo), pero la continuidad de ese proceso de movilización trasnacional –y la
ampliación de la UE- tiende a diluir dichas ventajas. Las inversiones en los nuevos
países comunitarios aumentan lo que puede facilitar el avance de esos países hacia un
“salariado” a nivel europeo a medida que se homologan las condiciones de vida de los
trabajadores de los países miembros12
. El siguiente diálogo corresponde a un grupo de
inmigrantes rumanos y búlgaros:
“- Yo tengo casi seis años aquí y al principio quería quedarme en España, me gustaba mucho, pero ya hace dos años que estoy pensando en volver porque no es como antes… Hace seis años casi se vivía mucho mejor aquí, se vivía mucho mejor… Ahora, la vida
es muy cara, todo es muy caro, los sueldos son muy bajos, los contratos de trabajo que
te hacen no te ponen las horas, trabajas diez, doce horas diarias y te hacen un contrato
de cuarenta horas al mes… no se puede ahorrar, vivimos para trabajar y nada más. (…) - Hombre, de momento, España es mejor para mí ¿sabes?, de momento es mejor. Pero
dentro de cinco años… Porque te digo una cosa, ahora España no consigue el dinero de
la Comunidad Europea, España está dando dinero para Rumania, para Bulgaria, para los países que han entrado en la Comunidad Europea. Y todos los países de Europa están
dando dinero para Rumania y para Bulgaria. Y entonces, no sé, yo creo que va estar
mejor. (…) - Nosotros nos sentimos europeos, no es que no creamos en Europa…
- Es que somos europeos… pero…
- Bueno, paciencia, poco a poco ¿no?
- Hombre, lo importante que es que tengamos trabajo bueno (…) Eso es importante para mí” (GD6).
12 Aunque el Producto Interior Bruto por persona, en paridad de poder adquisitivo, es tres veces mayor en
España que en Rumania y Bulgaria, el ritmo de crecimiento de dicho indicador entre 2000 y 2005 ha sido
mucho mayor en Rumania (40%) y Bulgaria (32%) que en España (8%). Dato del Banco Mundial
elaborado por COLECTIVO IOÉ, Barómetro social de España, en Indicador 1 de Relaciones
Internacionales, www.barometrosocial.es.
30
El sector con orientación más comunitaria-clasista se encuentra en situaciones de
irregularidad y temporalidad laboral, con un tiempo de permanencia en España muy
corto y circunstancias personales bastante difíciles. Aunque la mayoría procede de
países europeos no comunitarios, como Ucrania o Moldavia, se sienten identificados de
modo más o menos explícito con los migrantes precarios en general (cuyo paradigma es
para ellos el africano que viene en patera) pero también con los propios trabajadores
españoles de su misma condición social (“… y muchos españoles que no tienen
trabajo”) hasta enunciar un sujeto colectivo transnacional (“somos tanta gente…”) cuya
meta común es simplemente “vivir un poquito mejor”, para lo que reclaman del apoyo y
la regulación estatal, tanto para salir al paso de la incipiente crisis económica y del
empleo (que ya se nota en el sector de la construcción) como para controlar la
inmigración excesiva y descontrolada:
“- (Hombre moldavo) Vamos a hablar más de España y de los extranjeros que están viniendo y que están todos los días aquí… que hay muchas familias extranjeras que no tienen donde vivir, no tienen ninguna casa, no tienen ni un… vamos, ni un techo donde
estar. Y los hay de muchos países… de países africanos, que vienen todos los días en
patera y que están, ¡vamos!, hasta perdiendo la vida en su camino, no por venir aquí a
ahorrar e invertir, sino simplemente para llevar una vida un poco mejor. (…) - (Hombre ucraniano) Porque ha venido muchísima gente en los últimos cinco años y
esto el gobierno lo tiene que cambiar. (…)
- (Hombre moldavo) Yo creo que muchísimos extranjeros ahora no tienen trabajo y muchísimos españoles tampoco tienen trabajo… no va a ser siempre el boom de la
construcción… y tendremos que buscarnos la vida en otra forma” (GD1).
2.3. Ciudadanía pendiente. La lógica de la subordinación
Una parte de los inmigrantes asume con naturalidad que su estatuto legal no sea
el mismo que el de los españoles ya que consideran que la pertenencia nacional es un
requisito indispensable para la ciudadanía plena. No obstante, a diferencia de la posición
de repliegue defensivo, piensan que dicha inserción es posible con dos condiciones:
iniciar un proceso de adaptación-asimilación cultural, al que ya hemos aludido y que
puede durar mucho tiempo (incluso varias generaciones); y recorrer un itinerario de
normalización para conseguir el mayor reconocimiento jurídico posible13
. Este
13 El derecho de extranjería delimita con precisión los requisitos para residir en España, así como las
condiciones de los extranjeros residentes para acceder a los servicios públicos. La entrada de personas
extranjeras al mercado de trabajo español por cuenta ajena es la más protegida ya que se condiciona a la
“situación nacional de empleo” (sólo se autoriza, salvo excepciones, cuando no existe en España una
31
reconocimiento se inicia con la obtención de los primeros “papeles”, un paso muy
difícil de dar, sobre todo para los extranjeros no comunitarios con baja cualificación,
pero que resulta tan necesario para ellos “como el pan”:
“- (Hombre senegalés) Los papeles son como el pan. Si no tienes papeles no puedes ni ir a trabajar, pero si tienes papeles puedes buscar un trabajo, coger un piso, alquilar o comprar… ¡y ya está!” (GD9).
En este punto el discurso de la posición subalterna presenta una cierta
ambigüedad ya que, por una parte, se reclaman papeles y, por otra, se reconoce el
derecho y el deber del gobierno para regular la inmigración y conceder sólo los
permisos que beneficien a España. Un círculo vicioso del que se sale solicitando
documentación para los que ya han venido –o sea, para ellos- y adoptando un control
más efectivo para las nuevas entradas. En su opinión, el miedo de la población nativa
hacia los inmigrantes está plenamente justificado ya que un número excesivo de
foráneos podría saturar el mercado laboral con los consiguientes efectos de incrementar
el paro, reducir el salario de los nativos o generar tensiones sociales y bolsas de
exclusión. Los propios inmigrantes serían entonces las primeras víctimas14
, en especial
en momentos de crisis económica. Por eso, exigen que se frene la llegada de “tantísimos
extranjeros”:
“- (Hombre moldavo) Habría que pedir al gobierno que los extranjeros que están aquí, que estén regularizados y, si no se pueden regularizar, pues que intenten de alguna forma… no ayudar, pero vamos, eh, parar la llegada de tantísimos extranjeros que
vienen, como decimos nosotros, soñando algo y se encuentran aquí que no tienen una
casa, no tienen donde dormir.
-(Hombre ucraniano) Otro problema que veo es que vienen muchos, muchos extranjeros engañados, yo por ejemplo fui uno de ellos” (GD1).
oferta para ese puesto de trabajo); sin embargo, una vez reconocida la residencia legal en España, los
inmigrantes pueden acceder a la mayoría de los derechos y servicios públicos en igualdad con los
españoles, salvo el derecho de voto al que sólo se accede una vez obtenida la nacionalidad española
(excepto los ciudadanos comunitarios para las elecciones locales y europeas). Ver Ley Orgánica 14/2003
que reforma las leyes 4/2000 y 8/2000 sobre derechos y libertades de los extranjeros en España y su
integración social, y Reglamento de la Ley Orgánica 4/2000, de 30 de diciembre de 2004. 14 Según una encuesta aplicada a nativos e inmigrantes de la Comunidad de Madrid en enero de 2008, el
47% de los extranjeros consultados estaba “preocupado porque la llegada de más extranjeros le pudiera
afectar negativamente para buscar trabajo” (el 34% entre los nativos) y el 53% de aquellos pensaba que le
podría afectar para “cobrar menos sueldo” (39% entre los nativos). OBSERVATORIO DE
INMIGRACIÓN, Barómetro de la inmigración. Comunidad de Madrid, Consejería de Inmigración de la
Comunidad de Madrid, enero de 2008, pág. 20.
32
2.4. Fracciones discursivas de la inserción subalterna
A modo de síntesis del presente capítulo recogemos en el Cuadro 2 algunas
fracciones discursivas detectadas en el análisis de los grupos de discusión cuya forma de
instalación en la sociedad española se puede adscribir a la inserción subalterna. En el
eje de abscisas distinguimos los discursos enunciados por los propios migrantes (arriba)
y los referidos a la población autóctona, interlocutora implícita en los debates grupales
(abajo); en el eje de ordenadas (horizontal), la extracción social de unos y otros, según
se correspondan con una base popular-precaria (izquierda) o burguesa-acomodada
(derecha):
Las fracciones discursivas A, B y C representan tres modalidades de inserción
de los inmigrantes de base popular:
A. Adaptación a las normas y costumbres locales y respeto del principio de preferencia
nacional de los ciudadanos españoles (“se está en otra casa y así son las reglas”): a
partir del reconocimiento de la primacía del Estado, se reclama que éste ponga orden,
tanto en la política migratoria (control de entradas y de la delincuencia) como en la
regulación del mercado de trabajo y de las condiciones de vida de la población
(mantenimiento del poder adquisitivo, políticas sociales, etc.), aún cuando se
reconozca la prioridad de los españoles para acceder al empleo y a los recursos
públicos. Aparecen dos sub-fracciones de este discurso:
A1 Insercion-asimilación más fácil de aquellos colectivos que comparten la
lengua, la historia o la común pertenencia europea, ya sea por los lazos
coloniales del pasado (inserción más fácil de los cubanos por ser “la última
colonia”) o por formar parte de la Unión Europea (eslovacos, rumanos, etc.).
A2 Inserción-asimilación más difícil de colectivos lejanos culturalmente
(africanos y asiáticos) que conduce a veces a diversas formas de simulación y
ambivalencia personal (“hay algo que falta”).
B. Inserción en el “salariado” actual a nivel europeo: desde el reconocimiento de la
articulación política supraestatal de la Unión Europea, inmigranes procedentes de la
Europa del este (países de las dos últimas ampliaciones de la UE) reclaman y esperan
que se homologuen las condiciones laborales y de consumo de la población
33
asalariada europea en un nivel digno (“lo importante es que tengamos trabajo
bueno”).
C. Subordinación forzosa (legal y laboral) como consecuencia de las prácticas y
discursos de la preferencia nacional de los ciudadanos españoles: el resultado es la
discriminación de los inmigrantes que éstos se ven obligados a sufrir, al menos
durante un cierto tiempo. Se trata por tanto de una identidad inducida por las
condiciones del proyecto migratorio.
Las fracciones discursivas D y E parten de sectores de la inmigración con una
posición socioeconómica relativamente acomodada (profesionales y
empresarios):
D. Reconocimiento del papel central del Estado español y agradecimiento por la
generosa acogida que les ha brindado la administración pública: una actitud que
prevalece entre los solicitantes de refugio político y las personas acogidas a
los beneficios del régimen comunitario. Al observar los problemas derivados
de un flujo muy grande de inmigrantes económicos, indocumentados o del
régimen general, reclaman del Estado un mayor control normativo, que limite
las entradas y exija el cumplimiento de las normas.
E. Etno-estratificación del mercado de trabajo: esta posición es adoptada en la práctica
por un sector de los empleadores extranjeros, que proporcionan condiciones laborales
peores a los asalariados foráneos, en sintonía con el sector de empleadores nativos
recogidos en G (posición denunciada por inmigrantes asalariados directamente
afectados).
En la parte inferior del Cuadro 2 se recogen dos posiciones asignadas a la
población autóctona que, en opinión de una parte de los inmigrantes, les
conducen a adoptar estrategias de inserción subalterna en la sociedad española:
34
F. Discurso de la preferencia nacional: presente en las actitudes de amplios sectores de
la población nativa, especialmente en los sectores populares (y en un segmento de
emigrantes españoles retornados).
G. Etno-estratificación del mercado de trabajo: posición defendida en la teoría y en la
práctica por un sector de los empleadores nativos, según indican inmigrantes
directamente afectados (segmentación y condiciones laborales peores que los
nativos…).
35
Cuadro 2
Fracciones discursivas próximas a la inserción subalterna
Base social: popular-precaria Base social: burguesa-acomodada
Pob
laci
ón
in
mig
ran
te
A. Adaptación a las normas y costumbres
locales y respeto del principio de
preferencia nacional de los españoles (“se
está en otra casa y así son las reglas”).
Ante la continua entrada de inmigrantes y
la explotación laboral de que son objeto,
reclaman regulación estatal para preservar las condiciones de vida y de trabajo
(identidad asumida).
A1 Insercion-asimilación más fácil de
colectivos que comparten la lengua, la
historia o la común pertenencia europea.
A2 Inserción-asimilación más difícil de
colectivos lejanos culturalmente (africanos
y asiáticos) que conduce a veces a diversas
formas de ambivalencia.
B. Inserción en el “salariado” actual a nivel europeo, exigiendo que los Estados de la
Unión Europea homologuen las
condiciones laborales y de consumo de la
población asalariada (identidad asumida).
C. Subordinación forzosa, legal y laboral, ante las prácticas y discursos de la
preferencia nacional, que discriminan a los
inmigrantes (identidad inducida).
D. Reconocimiento agradecido al Estado español
por la acogida brindada a solicitantes de
refugio político y a personas acogidas a los
beneficios del régimen comunitario, a la vez
que se reclama un mayor control normativo
de los inmigrantes (limitar las entradas y
exigir el cumplimiento de las normas), en el contexto de una sociedad masificada en
proceso de desregulación.
E. Etno-estratificación del mercado de trabajo,
defendida por un sector de los empleadores
inmigrantes (segmentación y condiciones
laborales peores para los asalariados
inmigrantes…) (como G).
Pob
laci
ón
nati
va
F. Discurso de la preferencia nacional, presente en las actitudes de un sector de la
población nativa (y de emigrantes
españoles retornados).
G. Etno-estratificación del mercado de trabajo,
defendida por un sector de los empleadores
nativos (segmentación y condiciones
laborales peores para los asalariados inmigrantes…).
Posición básica común:
Inserción subalterna
Primacía del orden estatal
Mano de obra complementaria
Ciudadanía pendiente
36
3. Integración formal
Tal como se expuso en el capítulo primero, esta posición tiene como eje la
primacía del libre mercado en un marco político liberal-democrático, que defiende la
equiparación jurídica de todos los ciudadanos, sean nativos o extranjeros, para
desenvolverse en la vida de acuerdo a sus propios méritos. A diferencia de las dos
posiciones anteriores, las dificultades que encuentran en España no se plantean como un
obstáculo sino como un reto al que hacer frente en una sociedad abierta (subjetividad
proactiva). Se trata, por tanto, de una identidad fundamentalmente asumida por los
sujetos protagonistas (“si tú quieres, tú puedes”), que prevalece en segmentos de la
inmigración más cualificados laboralmente y mejor situados en los planos jurídico y
socioeconómico.
3.1. Una sociedad plural, abierta a la competencia
Entre los inmigrantes que se encuentran en una fase avanzada de asentamiento en
España es relativamente frecuente la defensa de una sociedad plural. Así, magrebíes y
subsaharianos con muchos años de estancia creen que personas con “distintas raíces”, por
ejemplo cristianas y musulmanas, pueden convivir juntas. Esto implica una “integración
recíproca” sobre la base de mantener unos y otros sus respectivas tradiciones culturales
y, a partir de ellas, comprenderse mutuamente. No obstante, señalan que muchos
españoles adoptan actitudes xenófobas con las que no están de acuerdo y a las que hay
que enfrentarse (“¡hasta aquí hemos llegado!”). Jóvenes reagrupados por familias
asentadas en España de diversas partes del mundo (África, Asia y América Latina)
plantean también que la integración se debe hacer manteniendo lo propio: “integrarse
no quiere decir que dejes tus costumbres o tu religión”. En especial, los que siguen
estudios superiores y esperan una promoción social a través de ellos exigen el principio
de equiparación (reconocimiento de títulos) e igualdad de oportunidades (en el acceso al
empleo). La presencia creciente de inmigrantes se está convirtiendo en un acicate para
los propios españoles que “se tienen que colocar las pilas” si no quieren quedarse atrás
en el juego competitivo. Quienes llevan más tiempo en España consideran que el
37
“tiempo de residencia” juega a favor del reconocimiento de sus derechos (ciudadanía
residencial):
“- (Hombre marroquí) Si cambias a una persona de hoy para mañana, entonces esa persona no tiene raíces, siempre nosotros tenemos que guardar algo… Es algo
recíproco, cada uno debe poner su parte. Pero para muchísima gente, yo tengo amigos, entramos en un bar: ‘¿qué quieres?’, ‘pues un zumo’, ‘no, no, es que tú ya te has
tomado un zumo, te tienes que integrar’. Digo: ‘a ver, ¿qué es integrar?,
¿emborracharme?...’. Es que no lo entiendo, y llega un momento en que dices: ¡hasta aquí hemos llegado!, si hace falta tomar cerveza en vez de un zumo, pues entonces no
me voy a integrar, eso lo tengo muy claro” (GD9).
“- (Mujer marroquí) Hay gente que cuando te ve con velo te pregunta: ‘¿por qué llevas velo?, ¿por qué no sé qué?’. Cuando vas así, sin velo, te preguntan: ‘¿por qué no llevas velo?’ (risas)… ¡Y llevamos ya 1.428 años! Es que eso no tiene nada que ver con que
estés en tu país o no.
- (Hombre argentino) Integrarse no quiere decir que dejes tus costumbres o tu religión. - (Mujer colombiana) Ustedes (los españoles) también se tienen que colocar las pilas
porque España se llena de inmigrantes… la mayoría de la gente que hay en España yo
creo que es… ¡inmigrante! (risas del grupo)” (GD18).
Para un sector de inmigrantes latinoamericanos, Madrid, “capital de la
inmigración”, se pone como ejemplo de ese pluralismo de culturas: hay gente “de todas
partes”, se hablan “mil idiomas” y “nadie te pregunta de dónde sos”. El resultado es que
están “encantados” y, salvo una minoría de personas “cerradas y atrasadas”, se
encuentran muchas facilidades para la integración (“te llevan de la mano”):
“- (Hombre argentino) El tema de lo de vivir en Madrid es que lo integra todo bastante bien. Vienen de muchas nacionalidades y ningún problema; en Madrid es más
abierto…Vas en el metro y son mil idiomas las que se hablan, o sea… mucha gente de todos los lados. Por eso me gusta mucho Madrid (…) El madrileño le acepta a uno, no
le pregunta de dónde sos o de dónde vienes, ¡lo acepta como uno es! (…)
- (Mujer peruana) Cuando preguntaba algo, mira que te llevaban de la mano, te
explicaban una calle, no sé qué… me cogían de la mano: ‘ven, aquí es el metro, ¿dónde vas?, yo te llevo’… Sí, sí, pero es que yo he llegado y como si hubiera estado aquí toda
la vida, pero todo…, mira, como si hubiera nacido, la cultura, estoy… encantada, o sea,
es como si me hubieran dado la vida” (GD2).
Inmigrantes latinoamericanos de estatus socioeconómico medio-alto (pequeños
empresarios y trabajadores estables acogidos al régimen comunitario) observan España
como un espacio de oportunidades donde la clave debe ser el respeto entre todos y la
libre concurrencia (“a España la he visto siempre desde el punto de vista empresarial”).
Aunque a veces se quejan de la discriminación que padecen, lo que prevalece es un
discurso en positivo: progresar, conseguir el título, sacar una línea de negocio, cumplir
38
los propios proyectos (“que es a lo que vengo”). La postura dominante de los pequeños
empresarios se articula en torno a la lucha por el propio desarrollo personal que no ha
sido posible en el país de origen; por ello han tenido que buscarlo en España donde la
mayoría ha logrado alcanzar las cotas deseadas de estabilidad y autorrealización
(“pequeños triunfos”). El ámbito de realización es el mercado mundial y,
concretamente, aquellos países donde la rentabilidad esté más asegurada, no en regiones
del mundo inseguras y poco desarrolladas como África (“montar un negocio donde
haya productividad”):
“- (Hombre peruano) A España la he visto siempre desde el punto de vista empresarial ¿no?, he respetado como me gustan que me respeten pero me he integrado, ¿no? O sea,
me decían, ‘esto, dos más dos es cuatro, pues dos más dos es cuatro’. Y bueno, pues no me puedo quejar, han pasado dieciséis años, tengo algunos fracasos como todo el
mundo pero también tengo algunos pequeños triunfos. Tengo una consultora, es una
empresa, luego tengo una que es de construcción y una empresa de restauración, un restaurante, vamos…” (GD22).
“- (Hombre argentino) Somos ciudadanos del mundo, simplemente se trata de montar un negocio donde haya productividad. ¿A quién le interesa montárselo en África?: a
nadie” (GD17).
Se reclama que España asuma como un hecho consumado la inmigración (“que
se acople a lo que tiene”), con todas las consecuencias, si bien consideran que están
llegando a España demasiados inmigrantes de bajo nivel y preparación, que deberían ser
seleccionados y controlados con más firmeza a fin de no desencadenar situaciones de
anomia y conflicto social que repercuten después negativamente en los propios
inmigrantes ya asentados (“¿Por qué tiene que venir tanto inmigrante?”):
“- (Mujer argentina) Si España no se acopla a lo que tiene, no sé cómo va a estar en 15 años… es un tema que en Estados Unidos ya ha pasado y que va a pasar aquí” (GD17).
“- (Hombre colombiano) Cuando hay muchos, muchos extranjeros, los españoles se sienten más… incómodos. Por eso crece el racismo y unos pagan por otros, eso es así.
nosotros decimos que no deberían venir tantos inmigrantes… ¿Por qué tiene que venir tanto inmigrante?, ¿porqué?, ¡es qué no debía haber tantos!” (GD22)
3.2. Igualdad de oportunidades en base al esfuerzo. Mano de obra competitiva
En el terreno laboral, se postula actitud individual-competitiva, más frecuente
entre los inmigrantes asentados y cualificados que tienen posibilidades “realistas” para
39
reclamar sus derechos, pero también presente en una minoría de trabajadores menos
cualificados e incluso sin papeles (“si tú quieres, tú puedes”). Se exige paridad de trato
con los nativos, lo que implica que ambos “suden la camiseta” igualmente y que los
inmigrantes no acepten de antemano el papel de “víctimas” sino que sean ambiciosos:
ser “egoístas”, tratar de “llegar a ser jefes”, aspirar a “ser ricos”, “abrir la boca y
preguntar”, etc.:
“- (Mujer rusa) Si tú quieres, tú puedes… Ahora si tú no quieres luchar por tu vida, por tu vida para mejorar, es otra cosa. Si dices: ‘¡ah!, vale, que no pasa nada, que yo soy no
sé qué… yo soy víctima’. Eso no, ¡no!, ¿sabes? Hay que abrir la boca y preguntar: ‘¿qué pasa?’” (GD6).
“- (Hombre marroquí) Tenemos que ser egoístas por una parte ¿no?, en lo que es el trabajo es ser egoísta porque si un jefe ha llegado a ser jefe y ¿por qué yo no?... De aquí a cinco años me gustaría ser rico… en un puesto distinto de trabajo… o tener un
negocio con mis hermanos, tener una empresa; eso me gustaría. Sacar el carnet y poder
llevar un trailer. De aquí a cinco años ¡a ver si mejoro un poco la vida!” (GD9).
El típico proyecto de los migrantes de ahorrar para luego montar un negocio en
su país o en España es objeto de un encendido debate entre trabajadores de varios países
del este de Europa. Nadie cuestiona el interés del proyecto pero sí su viabilidad. Para un
trabajador rumano de orientación competitiva, tal proyecto es posible si el sujeto se lo
propone (“es como todo en la vida… cada uno tiene una política”), lo que se considera
no realista por el resto del grupo: tendrían que pasar 50 años trabajando para ahorrar
100.000 euros y, aún así, sería insuficiente para montar un negocio en Ucrania. El
partidario del ahorro-inversión sostiene que se trata de “tener una meta”, siendo posible
así hacer de la clase social una mera cuestión de opción personal (“si quieres”). Al
mismo tiempo, convierte esta condición competitiva en la seña de identidad de los
trabajadores rumanos en España (“los rumanos son un poco avariciosos…”) y, por
extensión, de los europeos del este (“nosotros los de Europa del este no somos como los
de África”). Pone el ejemplo de su cuñado, de quien cuenta se hizo transportista en
Estados Unidos viviendo en un camión comprado a crédito y “cobrando 14 o 15.000 por
mes”. La réplica del resto del grupo insiste en que su posición es más modesta (“vamos
a hablar de personas más humildes, así como somos nosotros”), no “de millonarios”, y
que ya tienen suficiente con la aspiración de “trabajar y mantener a la familia”.
Trascribimos una breve secuencia de esta larga polémica:
40
- (Hombre rumano) Y cuando ganes cien mil euros ¿regresarás a tu país? - (Hombre ucraniano) Con cien mil euros no, no. No se puede hacer nada con cien mil
euros en mi país, dentro de tres años me quedaría igual con este dinero. Yo te digo la
verdad, no hay ni para empezar… - (Hombre rumano) Yo te digo que en cualquier país… te vas a Estados Unidos y con
cien mil euros puedes empezar un negocio.
- (Hombre ucraniano) No, no.
- (Hombre moldavo) Lo que pasa que nosotros hablamos de cien mil euros, de doscientos mil euros, de muchos miles de euros, pero a ver quien está ahorrando aquí
esos miles de euros… A lo mejor dentro de cincuenta años ahorras los cien mil euros
pero la vida habrá cambiado… Mejor vamos a hablar de personas más humildes, así como somos nosotros, y no de los millonarios, porque… ¿cómo vamos a pensar
nosotros en ahorrar muchísimo dinero?”
- (Hombre ucraniano) Yo, por ejemplo, tengo posibilidad de coger un crédito sin problemas pero no quiero, no quiero ni empezar porque me parece un lío, ¡madre mía!
Era un lío…
- (Hombre rumano) Hombre, el problema es como todo en la vida, si quieres ser un
obrero, un trabajador que trabajas… - (Hombre ucraniano) Yo quiero trabajar para mantener mi familia y ya está.
- (Hombre rumano) ¿Sabes por qué te lo digo?, porque muchos rumanos han venido
aquí a España como trabajadores, como peones, como albañiles, como no sé qué… Y ahora ya han ahorrado cincuenta, sesenta mil euros…
- (Hombre ucraniano) ¿Y sabes a cuántos miles de gente deben dinero?” (GD1).
Un segmento de jóvenes inmigrantes cualificados acentúa mucho la
responsabilidad personal del inmigrante: la dignidad del trabajador equipara a
inmigrantes y nativos, y es la fuente de legitimidad social (ciudadanía laboral). Pero
ello requiere poner límites a los empresarios y saber negociar la mejor posición posible
en el mercado de trabajo (es “cuestión de carácter… saber hacerse valer… exigir lo
justo”). En particular, el inmigrante joven y soltero debe aprovechar la ventaja
comparativa que se deriva de su mayor movilidad y flexibilidad, aun cuando ello
suponga dejar temporalmente de lado los compromisos familiares. Es preciso ponerse
una meta (“ser positivo”) y esforzarse por conseguirla a nivel individual (“depende de ti
misma… me toca luchar”):
“- (Mujer peruana) En la vida, hay que ser positivo; intentar construir poco a poco, porque las cosas no te vienen de la noche a la mañana. Y construir depende de ti misma,
de tu esfuerzo, de lo que puedas hacer para construir el día de mañana. Tú tienes el
poder de decir ‘quiero hacer esto, intentar hacerlo, conseguir una meta’ y eso creo que es importante. Si no, nos pasamos la vida y no sabemos lo que queremos. Conozco
mujeres que están así: ‘me voy, no me voy, si me voy, si me quedo’… ¡no se puede
pasar así toda la vida! Yo tengo claro que, aunque tengo a mis padres y son muy buenos, ¡pero son ellos y soy yo! Yo me tengo que buscar el día de mañana, qué es lo
que quiero, qué voy hacer, pero me toca luchar” (GD2).
41
Ante el acoso de los nativos (“¡ellos y nosotros!”), a veces es preciso apiñarse y
defenderse colectivamente, siendo conscientes de que la inmigración cada vez pesa más
en España (“somos un grupo importante”), no sólo como fuerza de trabajo y de nuevos
negocios sino como consumidores y potenciales votantes. La banca ya ha tomado nota
de ello y les conceden préstamos como a los españoles:
“- (Mujer argentina) Cada vez los inmigrantes se están consolidando más, me parece, porque claro… las condiciones son brutales: ¡ellos y nosotros! Entonces, en un punto te
apiñas con el ciudadano del mismo país… entonces, hay un punto en que vamos a ser…
somos un grupo importante. - (Hombre cubano) Hombre… gracias a la inmigración de este país empieza a
proliferar negocios, por ejemplo, algo tan simple como los locutorios que ahora existen,
las inmobiliarias, bancos, seguros para inmigrantes, constructoras para hacer casas en el país, envíos de dinero, o sea, la inmigración es un mercado, un mercado que genera
intereses de todos los que tienen trabajo, donde ellos ven una fuente de ingresos, véase
en votos… Antes a un inmigrante no le daban un préstamo, ya se lo dan sin tener que
ser español, ¡se lo dan!” (GD17).
Los empresarios y trabajadores autónomos inmigrantes, por su parte, presentan
el mismo tipo de demandas que los españoles: recibir más “ayudas”, al menos en
proporción a los impuestos que pagan (“estamos pagando muchos impuestos”); rebajar
los salarios y los pagos de IRPF y de la Seguridad Social a fin de “ampliar tu negocio y
crear trabajo”, etc.:
“- (Hombre colombiano) Somos la mayoría autónomos y siento que debemos también tener una ayuda porque nosotros estamos pagando muchos impuestos, creamos trabajo
pero veo que es muy caro contratar gente, por más que quisieras ampliar tu negocio. El
banco, lo que tienes que pagar de impuestos… es caro ¿eh?, el IRPF más la Seguridad Social. Comparando a cambio lo que recibes, entonces… ¿cómo puedes seguir con esa
clase de negocio?” (GD22).
3.3. Equiparación legal y fiscal de inmigrantes y nativos
El principio general es la igualdad de trato (“somos todos iguales”) y el
argumento más repetido de naturaleza económica: si aportan lo mismo con su trabajo y
sus impuestos, también tienen derecho a una equiparación legal (“lo mismo que un
español normal”) y a recibir los mismos servicios y prestaciones, incluido el libre
acceso al trabajo, a la vivienda o a las hipotecas: (“de todo lo que hay”). El pago de
impuestos y cotizaciones da derecho a una ciudadanía fiscal que se contrapone a un
42
planteamiento graciable por parte del Estado (“no vivimos de caridad… a mí no me dan
nada”):
“- (Mujer Marroquí) Tenemos el derecho porque vivimos aquí, somos todos iguales, trabajamos igual, tenemos el derecho todos ¿por qué no? (…) Todos somos iguales porque nosotros también trabajamos y vivimos aquí.
(Hombre Colombiano) Yo creo que se trata de tener lo mismo que la gente normal, el
español normal. O sea, en cuanto a trabajo, en cuanto a acceso a vivienda, en cuanto a
un montón de cosas. Que el acceso a la vivienda o a una hipoteca sea igual de complicado para alguien que viene de fuera que para los nacionales” (GD12).
“- (Hombre rumano) Ven esta tarjeta que tengo ahora, esto es para pagar los impuestos, la seguridad social y es porque trabajo. Entonces, yo también tengo derechos como ustedes lo tienen aquí, de todo lo que hay” (GD14).
“- (Mujer marroquí) Pagamos nuestros impuestos, pagamos todo lo que nos exige esta sociedad, no nos lo están dando gratis sino que lo estamos pagando, para que a cambio
nos dejen vivir dignamente, bien” (GD13).
“- (Mujer colombiana) Como nosotros pagamos acá, comemos acá, pagamos unos impuestos, eso quiere decir que no vivimos de caridad… Yo, por ejemplo, a mí no me
dan nada… yo tengo que pagar el comedor de mi hijo y, si no, pues arrégleselas como
pueda…” (GD11).
La plena equiparación en el plano jurídico sólo la consiguen los inmigrantes
cuando acceden a la nacionalidad española. Pero incluso entonces “no es el papel sino el
reconocimiento” lo que les hace “sentirse españoles”. Esto dibuja una clara
diferenciación en función del origen etno-cultural: mientras las madres de familia
nacionalizadas de origen magrebí sostienen que el ordenamiento institucional les pone
barreras específicas y que existen diferencias culturales que les hacen muy difícil
sentirse españolas (“era como quitarme la identidad mía y ponerme en la piel de otra
persona que yo no soy… es como venderse en el sentido malo”), para las
latinoamericanas la obtención de la nacionalidad española es la culminación del proceso
de adquisición de derechos y les sirve para afianzar un estatus igualitario (“ya no eres
inmigrante porque ya eres de acá, de España”; “Barcelona la llevo en mi sangre”). Para
las mujeres magrebíes, la nacionalización es un paso necesario para resolver algunos
problemas pero supone un conflicto identitario ya que las prácticas y los discursos
sociales tienden a encerrarlas en una posición permanentemente subalterna, más allá de
su estatus de igualdad formal. En cambio, el discurso dominante de las madres
latinoamericanas encaja muy bien en la posición competitiva y la igualdad jurídica les
43
permite –en principio- competir en el mercado laboral amplio (“poner mi tienda”) con
igualdad de oportunidades:
“- (Mujer argentina) Nacionalizarse te puede hacer sentir española o no, o sea, no es el
papel quien te hace, sino el reconocimiento del mismo país, de las leyes, de las experiencias tuyas, de las oportunidades que te brinden. O sea, todo esto te hace sentir,
que reconozcan… Yo, por ejemplo, Barcelona la llevo en mi sangre, no puedo estar
muchísimo tiempo lejos porque realmente sí que he podido conseguir cosas, tengo buenas amistades, tengo un buen ambiente y todo, o sea, que no es el papel quien te
hace, sino muchísimas otras cosas que tienen muchísimo más contenido que un papel.
- (Mujer marroquí) Bueno, mi proceso ha sido diferente del tuyo… Cuando pasaron los años pedí la nacionalidad, igual que mi pareja, y ya nos la han dado después de
muchísimos papeleos. Yo al principio no aceptaba esa nacionalidad, la verdad, porque
era como quitarme la identidad mía, que soy marroquí, y ponerme en la piel de otra
persona que yo no soy. Pero es como una condición para que tengas algunas ventajas… Y, bueno, yo pienso que la nacionalidad, no sé… A mí… yo soy marroquí, eso no me
lo quita… Y estoy bien aquí, lo reconozco… había dificultades pero tengo muchos
amigos, tengo gente agradable que me quiere, que los quiero, hay muy buen rollo con muchísima gente, tengo un buen trabajo, he conseguido muchísimas cosas con
muchísimo esfuerzo, pero ¿por qué tenemos que pasar nosotros por ser españoles? Es
como venderse en el sentido malo, para facilitarte la vida. Pero bueno, es lo que hay” (GD13).
Un último punto defendido con coherencia por esta posición es el derecho al
voto. Consideran que si trabajan en España y pagan impuestos, deben tener también la
posibilidad de influir en las políticas que les afectan:
“- (Hombre colombiano) Si tenemos obligaciones tanto de impuestos como de todo lo normal, creo que también debemos tener derecho a votar. Al no tener la nacionalidad no
sé qué figura se puede arbitrar, como tener una cantidad de años aquí, pero creo que es
importante el derecho al voto, porque muchas políticas que afectan directamente al colectivo vienen de fuera” (GD12).
3.4. Fracciones discursivas de la integración formal
El Cuadro 4 sintetiza las fracciones discursivas más destacadas en el presente
capítulo y cuya estrategia de instalación en la sociedad española se puede adscribir a la
integración formal:
En la parte superior del Cuadro aparecen tres fracciones discursivas, sólo una de
ellas defendida por inmigrantes de base popular:
44
H. Promoción competitiva en lo laboral e individualismo consumista en el ámbito
privado, en la perspectiva de mejorar las condiciones de vida a medida que se
asiente el proyecto migratorio: posición defendida por un sector (minoritario en
aquellos grupos en los que aparece) de trabajadores asalariados poco cualificados e
incluso “sin papeles”, que pone el acento en el reconocimiento de los derechos
individuales y en saber aprovechar las ventajas comparativas de los inmigrantes en
relación a los autóctonos para competir en el mercado (identidad asumida).
I. Defensa de la pluralidad cultural, la equiparación en derechos y la igualdad de
oportunidades entre inmigrantes y nativos: a partir de un asentamiento jurídico,
profesional y familiar (personas nacionalizadas o con permiso permanente, estudios
superiores, empleos estables, familia reunificada, etc.) se plantea una integración
igualitaria y respetuosa de las diferencias culturales. La pluralidad social es la
“prueba de la modernización de España” (identidad asumida).
J. España como espacio de oportunidades y de progreso en el contexto del libre
mercado mundial: posición defendida por el pequeño empresariado que ha alcanzado
las cotas deseadas de estabilidad y autorrealización profesional y defiende la
igualdad de oportunidades para todos, aunque menciona problemas de masificación e
inseguridad debido a la falta de control racional de los flujos migratorios (identidad
asumida).
La fracción discursiva K, en la parte inferior del Cuadro, recoge la posición
asignada a una parte de la población autóctona (y asumida por un sector de
emigrantes españoles retornados) que facilita una estrategia de integración
formal en la sociedad española:
K. Sociedad abierta, moderna y expansiva: que permite el libre desarrollo de las
personas, en base al esfuerzo, con igualdad de derechos y oportunidades para todos,
incluida la participación electoral para los inmigrantes que trabajan y cotizan en
España. Posición asignada por los inmigrantes a un sector de la población española
(y asumida por un segmento de emigrantes españoles retornados).
45
Cuadro 3
Fracciones discursivas próximas a la integración formal
Base social: popular-precaria Base social: burguesa-acomodada
Pob
laci
ón
in
mig
ran
te
H. Trabajadores asalariados partidarios del
modelo hegemónico de la promoción
competitiva en lo laboral y el
individualismo consumista en el ámbito
privado, en la perspectiva de mejorar sus
condiciones de vida a medida que se
asiente el proyecto migratorio. Defienden los derechos individuales y tratan de
aprovechar sus ventajas comparativas para
hacerse valer en el mercado (identidad
asumida).
I. Defensa de la pluralidad cultural, la
equiparación en derechos y la igualdad de
oportunidades, sobre la base de un
asentamiento jurídico, profesional y familiar
(nacionalizados o con permiso permanente,
estudios superiores, empleos estables, familia
reunificada…). La integración debe realizarse “manteniendo lo propio” y aceptando la
pluralidad que es la “prueba de la
modernización de España” (identidad
asumida).
J. España como espacio de oportunidades y de
progreso en el contexto del libre mercado mundial. Posición defendida por el pequeño
empresariado que ha alcanzado las cotas
deseadas de estabilidad y autorrealización
profesional y defiende la igualdad de
oportunidades para todos, pero con problemas
de masificación e inseguridad debido a la
falta de control racional de los flujos
migratorios (identidad asumida).
Pob
laci
ón
nati
va
K. Sociedad abierta, moderna y expansiva, que permite el libre
desarrollo de las personas, en base al esfuerzo, con igualdad de
derechos y oportunidades para todos, incluida la participación
electoral para los inmigrantes que trabajan y cotizan en España. Posición asignada a un sector de la población española (y asumida
por un segmento de emigrantes españoles retornados).
Posición básica común:
Integración formal
Primacía del libre mercado
Mano de obra competitiva
Ciudadanía equiparada
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4. Repliegue defensivo
Se recogen las fracciones discursivas que se pueden encuadrar en esta posición,
ya sea porque se sienten como propias del colectivo inmigrante o porque se consideran
un efecto o consecuencia de las actitudes y prácticas xenófobas de la población
autóctona. El contexto social y las condiciones de vida concretas de los participantes en
los grupos pueden ayudar a comprender los matices que presentan los diversos
discursos.
4.1. ¿Culturas en conflicto? Lógica de segregación
Para un sector de la inmigración, su cultura de origen es incompatible con otras
culturas o, al menos, con las normas y costumbres dominantes en la sociedad española,
por lo que tienden a replegarse en la propia comunidad etno-cultural. Sin embargo, son
más quienes consideran que ese enfoque etnocéntrico y cerrado al diálogo intercultural
está presente principalmente en los discursos y prácticas de un sector de los españoles
(personas e instituciones). En este caso, la inmigración no es bien acogida, sobre todo si
es numerosa, y da lugar a múltiples manifestaciones de exclusión jurídica (negación de
la documentación o asignación de un estatuto subordinado, acoso policial en la calle y
en el trabajo), explotación laboral (etno-estratificación, abusos por parte de los
empresarios), trato discriminatorio en la convivencia cotidiana (prejuicios, negación de
la palabra, actos de racismo, etc.) y segregación urbana (barrios de inmigrantes).
Situaciones que provocan también estrategias de repliegue comunitario como reacción
defensiva ante las barreras encontradas. Por otra parte, algunos segmentos de la
inmigración –en especial entre profesionales y pequeños empresarios- hacen suyo el
discurso xenófobo en relación a los “otros inmigrantes” que llegan en masa y son
incivilizados y peligrosos. Un cuadro variopinto que da lugar a identidades replegadas
de todo tipo, como se recoge a continuación.
a. Repliegue étnico asumido: “sé que soy lo que soy…”
Entre los inmigrantes, el repliegue étnico aparece con más frecuencia en
aquellos colectivos que presentan una mayor distancia etno-cultural con el patrón
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estandarizado español-europeo (blanco-occidental-cristiano), como son los procedentes
de países africanos y asiáticos o los pertenecientes a culturas indígenas o
afroamericanas. En tales casos se asume una posición indeseada de inferioridad o
servidumbre (“servir o tener patrones”) que es imposible de soslayar (“no se puede
escupir al cielo”):
“(Hombre boliviano) El contraste es por lo pronto que yo soy de una raza de allá, un poco más… originaria. Y yo aquí sé que soy lo que soy y se ve un poco el contraste…,
el contraste en Madrid… ¡mucho! Allá en Sudamérica no tenemos problemas de ese tipo, me doy cuenta que… o sea, es lo que me incomoda, o sea no me siento como uno
se siente allá… Yo nunca pensé en emigrar, yo siempre pensé: ‘que se vayan los que
quieran servir o los que quieran tener patrones’, pero, ya ves, es verdad eso de que no
se puede escupir al cielo…” (GD8).
b. Repliegue coyuntural de jóvenes asiáticos: “se va a arreglar”
El repliegue en la comunidad de origen se refuerza si, además, los inmigrantes
llevan poco tiempo en España. Así, jóvenes asiáticos llegados recientemente a
Barcelona, sin papeles y sin trabajo, o con empleos muy precarios, se juntan con sus
paisanos “para llorar penas juntos”. Estas penas tienen que ver con la segregación
jurídica y laboral que padecen, y con la dificultad para relacionarse con los autóctonos,
que no facilitan las cosas (“con los vecinos: hola y adiós…”). El resultado en tales casos
es el agobio económico (“llega el fin de mes y no tengo un euro en el bolsillo, estamos
preocupados todo el rato”), la sensación de rechazo (“las chicas españolas buscan a los
chicos españoles”) y la invisibilidad social (“no tocar… no mirar… como si no
existieses”), que les llevan a estrategias de ocultación y simulación. La reclusión étnica,
en este caso es reactiva, es decir, forzada por un cúmulo de circunstancias adversas, tal
como se desprende del siguiente diálogo entre jóvenes de India, Paquistán y Nepal:
“- Llevo cuatro años aquí pero no mirar, no ir a discoteca.
- Yo nunca he ido.
- Mira, la discoteca… nosotros necesitamos chicas; una amiga es muy importante.
- No tengo amiga. Y si no tienes amiga, lo pasas mal, ¡lo pasas mal! - Las chicas españolas buscan a los chicos españoles. Muy poquito las chicas españolas
van con chicos indios o paquistaníes.
- Eso es un problema…
- Los problemas no te dejan centrarte en nada, preocupados por los papeles, por el trabajo, por la familia que permanece en Paquistán. Todo eso poco a poco te van
afectando: ¿cómo pago el piso?, ya llega el fin de mes y no tengo un euro en el bolsillo.
Estamos preocupados todo el rato. ¡Qué le vamos a hacer! Nos juntamos con amigos
48
para llorar penas entre todos. Bueno, cuando tenga papeles estas situaciones se van a
arreglar” (GD5).
El repliegue en la propia comunidad en este caso es consecuencia del rechazo de
la sociedad autóctona, en la que no pueden alcanzar documentación, trabajo o relaciones
de amistad. Pero se trata de situaciones que “se van a arreglar” y cuando ello ocurra
esperan no tener especiales problemas para conseguir una integración igualitaria,
beneficiados por helecho de que en el ranking de rechazo intercultural les superarían
oros grupos (negros y árabes).
c. Discurso autoinculpatorio: “es que nosotros no nos integramos”
En cambio, el colectivo de origen hispano-hablante (por el idioma) y el de
europeos del este (por europeos) son los que encuentran una mejor posición relativa en
el ranking de rechazo-aceptación, pese a lo cual se observa también una fuerte tendencia
al autocentramiento comunitario, vacío en este caso de atributos en el plano cultural.
Mujeres inmigrantes de diversos países de habla española (incluida Guinea Ecuatorial)
se sienten iguales en su condición humana y en su voluntad de entendimiento, en la
medida que comparten las mismas preocupaciones y proyectos en España, en especial el
futuro de sus hijos (“ellos están creciendo juntos… y con el tiempo y los años…”). Ante
la discriminación que padecen (barreras legales, malos empleos, etc.) despliegan un
discurso exculpatorio de la sociedad autóctona (“los españoles hacen mucho por
acogernos”), desplazando hacia ellas mismas y sus historias particulares el origen de sus
problemas (“es que nosotras no nos integramos… podríamos ser un poco más
abiertas”):
“- (Madre colombiana) Entre los niños siempre están de todas las nacionalidades, pero nosotros, adultos, no lo hacemos… O sea, yo de pronto me voy un poco con las
ecuatorianas porque hablan el mismo idioma o me voy un poco con las bolivianas
porque también hablan el mismo idioma, pero no me integro con usted (señala a la marroquí) ni me integro con usted (de Guinea Ecuatorial) porque no sé cómo llegarles,
ni sé cómo son sus hábitos, ni sé cómo piensan, ni sé cómo… eso… Entonces también
es un rechazo hacia nosotros… si es que nosotros mismos estamos en un gran error, que no nos estamos integrando como estamos aquí… las madres podríamos ser un poco
más abiertas.
- (Madre ecuatoriana) Entonces a lo mejor yo pienso que con el tiempo y los años,
tenemos hijos pequeños que están creciendo juntitos, tanto de marroquíes, de africanos, colombianos y a lo mejor pienso, digo yo ¿no?, esa diversidad de jóvenes, aunque sean
de aquí o de allá, se juntan…” (GD11).
49
Se trata, por tanto, de un repliegue comunitario coyuntural y fracturado, con muy
débil componente etno-cultural (sus próximos pueden ser también personas nativas o de
otros países) y abierto a las lógicas discursivas de otras posiciones (reconocimiento de
las instituciones públicas, expectativas de promoción competitiva de sus hijos,
valoración de la diversidad cultural y la mutua cooperación…). Los hijos son el futuro
pero también el fruto de un presente con toda su carga de determinaciones (a menudo el
trabajo de los inmigrantes no permite atender a los hijos y éstos juegan solos en la calle
hasta la noche). Sin embargo, la situación del grupo es un espacio para la identificación
comunitaria en el que es posible pensar que las cosas pueden ser de otra forma,
construyendo la solidaridad a partir de unos pocos elementos comunes. Arropados por
esa «situación de fusión», dejan de lado los problemas que padecen y se dedican a trazar
proyectos fuertemente personalizados que realicen entre ellas la idea de esa convivencia
que ven posible en la sociedad que heredarán sus hijos.
d. Discurso acusatorio: “los españoles nos ven como salvajes”
Inmigrantes subsaharianos sin papeles y con pocos años de estancia en España
se consideran víctimas del racismo de los nativos, que atribuyen a la ignorancia (“dicen
que los africanos son gente salvaje… que no sabe leer”) y en los prejuicios raciales (“el
racismo es el color”). Frente a la impugnación social (negros vagos, peligrosos o
camellos) reivindican su capacidad para integrarse como “trabajadores honestos”.
Consideran que su situación es especialmente complicada, puesto que todos los demás
inmigrantes tendrían mejor acceso a la regularidad y a “buenos empleos”: los
latinoamericanos porque hablan el idioma y son blancos [aparentemente también los
indígenas y mestizos] y los europeos del este sólo por ser blancos. En definitiva,
perciben y denuncian una marginación basada en el racismo contra los subsaharianos,
marginación que les recluye en la ilegalidad y los “trabajos para negros”. Se trata de un
discurso acusatorio de la sociedad autóctona, que les lleva a un repliegue comunitario
no asumido por ellos sino forzado por la discriminación que padecen. Reproducimos
parte de un diálogo entre inmigrantes de Senegal, Nigeria, Ghana, Costa de Marfil y
Mali:
50
“- En España no hay política de integración de los inmigrantes, hay racismo, muchísimo racismo… la gente no lo dice, pero si hay trabajo en un café o algo… ¡los españoles son
siempre los primeros!... hay también discriminación para conseguir casa, para el
alquiler, todo… y si tú eres moreno, ¡es muy difícil! - Y la gente de aquí piensa que los morenos no tienen educación, hay mucha gente que
piensa que un moreno no puede escribir su nombre o… leer.
- Yo siempre tengo ese problema… y no sé por qué, siempre la prensa de aquí,
española, está mostrando extranjeros que vienen en patera… la gente de aquí, de Andalucía, piensa que ‘inmigrante igual a moreno’, ¡eso es mentira!, ¡los morenos son
pocos aquí! La gente que sale de América de Sur son muchos más, y aquí nunca la
prensa habla de ellos. Para mi es una discriminación. - El problema fundamental es de… ¡de raza!, ¡es lo que hay! Porque yo no puedo
entender que una persona de Rumania venga aquí y consiga papeles muy pronto y él no
habla tampoco español. Un africano viene y necesita un infierno para conseguir papeles o para… conseguir trabajo. Nunca verás en un bar de Andalucía un camarero negro.
¿Por qué? El problema es el color, ¡luego es racismo! Racismo que yo no puedo
entender en este siglo. No hay sangre blanca, no hay sangre negra. ¡Hay sólo sangre
roja! Hay que decirlo a los alumnos, hay que decirlo a la población. - Y dicen que los africanos son gente que es salvaje…
- Los españoles nos ven como salvajes, de otro siglo; sólo ven la imagen de negros en la
calle, sin trabajo, que hacen cosas malas” (GD3).
La lógica de la segregación padecida por los subsaharianos sin papeles se basa,
en su opinión, en los prejuicios de los nativos: serían poco civilizados (“salvajes”),
vagos y peligrosos, además de “excesivos”. En el fondo de esta crítica hay una
acusación en sentido inverso: los incultos y peligrosos son precisamente los españoles
xenófobos, que parecen sacados “de otro siglo” y no saben que “sólo hay sangre roja”.
e. Discurso elitista sobre los inmigrantes no cualificados: “la gente se aparta de ellos”
Entre los sectores inmigrantes cualificados y mejor situados en el plano
económico (pequeños empresarios y profesionales superiores), el repliegue étnico de los
“otros inmigrantes” (trabajadores no cualificados que vienen “en masa”) es percibido a
veces como algo característico de sectores incultos y atrasados, o sea, poco
“civilizados”. De nuevo aparecen los argumentos que utiliza la población nativa para
descalificar a los “negros”, pero esta vez con una fuerte connotación de clase: para un
ingeniero mauritano con dos masters, es comprensible el rechazo que padecen los “otros
inmigrantes” de su país, “que vienen con sus culturas y sus diferencias y la gente se
aparta de ellos”; para una psicóloga ecuatoriana, que vino becada para hacer estudios de
postgrado y luego se quedó, las “avalanchas” de ecuatorianos o ucranianos a partir del
51
año 2000 han perjudicado el clima de acogida y las oportunidades laborales de los
inmigrantes que habían llegado antes que ellos:
“- (Mauritano ingeniero) Están al margen de la sociedad y es muy peligroso… y vienen
con sus culturas y sus diferencias, y la gente se aparta de ellos” (GD14).
“- (Ecuatoriana psicóloga) Vine en el 96 a hacer un master de becada en psicología por la universidad de… y decidí quedarme acá. Y aquí al principio era una muy de poder
estar, muy de poder caminar con muchas oportunidades pues laborales… La verdad estaba muy bien pagado entonces. (Pero) para el año 2000 empezaron a llegar
avalanchas de ecuatorianos, en el 2001 pues llegaron los ucranianos y todos los
espacios se fueron cubriendo, cubriendo, cubriendo…” (GD4).
Las dos citas anteriores ponen de manifiesto una posición individualizada y
elitista que naturaliza la inserción subordinada o el rechazo de la mayoría de sus
compatriotas poco cultivados pero, al mismo tiempo, evidencia un aspecto que forma
parte de la visión ideológica dominante impuesta por algunos sectores de la población
nativa: la idea de que lo peligrosamente diferente de la condición inmigrante radica
precisamente en su masividad. Frente a los tiempos precedentes al ciclo migratorio del
último lustro, los inmigrantes aparecen ahora para muchos como un colectivo
omnipresente, en la medida que forman parte del paisaje social de la práctica totalidad
de nuestras ciudades y pueblos. Como señalan muchos de los participantes de nuestros
grupos con unos cuantos años en España, la percepción que se tenía de ellos ha
cambiado en parte cuando han dejado de ser una curiosidad etno-cultural para
convertirse en parte de un colectivo cuyo nombre se encuentra en boca de todos15
.
De una forma semejante, el sector de pequeños empresarios inmigrantes,
procedentes de diversos países (GD22), coincide en diferenciar su situación (personas
integradas y con un relativo éxito social) de la mayoría de inmigrantes no cualificados y
con frecuencia al margen de la ley, que llegan “en oleadas” y “no se integran” en la
sociedad española. Estos “otros emigrantes” representan un peligro para ellos en la
medida que la “marea” y el “desbordamiento” de “la gran masa inmigrante” puede
15 La contraposición discursiva entre la condición estereotipada-negativa del migrante colectivo (masivo)
y la más neutra-positiva del migrante individual, es un fenómeno constatado también por las encuestas
del CIS. Las personas que no se relacionan directamente con extranjeros tienen una opinión más negativa
sobre ellos que quienes sí se relacionan; y de quienes consideran que “la inmigración” es uno de los
principales problemas que existen en España (31% de la población española en 2007) sólo un tercio (11%
de la población) se considera afectado por ese problema. Ver COLECTIVO IOÉ, Inmigrantes, nuevos
ciudadanos, ¿hacia una España plural e intercultural?, CECA, Madrid, 2008, págs. …
52
contribuir a degradar su propia imagen, estatus y estabilidad. Es lo que ocurre también a
una parte de la población española ubicada en la misma posición de clase; en ambos
casos el sentimiento de una creciente inseguridad en la convivencia se proyecta sobre el
número excesivo de inmigrantes de bajo estatus y potencialmente peligrosos (“no
deberían venir tantos”). La marca del consenso grupal se apoya en la utilización de la
primera persona del plural (“y nosotros decimos…”):
“- (Pequeño empresario latinoamericano) Hay muchos españoles que se sienten
incómodos, la gente española tiene miedo… Y nosotros decimos que no deberían venir
tantos inmigrantes. ¡Es que no debería haber tantos!” (GD22).
4.2. Entre el repliegue comunitario y el retorno/expulsión
La intensa identificación con la tierra de origen (“a nosotros la tierra nos habla”)
explica que la mayoría de las personas fuertemente identificadas con su cultura etno-
nacional de origen haya salido de su país forzada por las circunstancias, normalmente
buscando mejorar el nivel de vida del grupo familiar. Por eso, su deseo “natural” es
retornar a “su tierra” tan pronto como sea posible, una vez que hayan logrado superar
los problemas que motivaron la salida. Allí, en su tierra natal, se sienten “más libres” y
“la familia es más grande” y “las fiestas no son iguales”:
“- (Hombre peruano) A nosotros la tierra nos habla, a nosotros la tierra nos atrae porque sufrimos mucha depresión, ¡mucha depresión! Para nosotros es muy difícil dejar nuestra tierra… siempre hemos vivido en otro tipo de ambiente, más libre, alrededor de
la familia, el trabajo, ¡todo!, es muy diferente de estar aquí” (GD14).
“- (Mujer marroquí) Yo pienso que cada inmigrante quiere vivir en su país, morir en su país, no quiere morir en otro… allí la familia es más grande, más amplia, entonces sería
una vida un poco más familiar que aquí… aquí siempre hay algo que falta, o familiar o cultural, aunque llegues a acostumbrarte a todo pero las fiestas de allí no son iguales
aquí, aunque aquí también hacemos el mes de ramadán, pero no es igual” (GD15).
La segunda alternativa, como sugiere la cita anterior, es relacionarse con
personas del mismo origen y así poder recrear el ambiente y las tradiciones del país de
origen (“sentir como que estoy con los míos”). Pero es un “como si” que nunca es igual
que vivir en la propia tierra (“pero no es igual”). El repliegue puede hacerse viviendo en
un barrio de gran concentración de inmigrantes y/o en enclaves laborales de economía
étnica. Otras veces, el repliegue se reduce al interior de la familia (“poner mi música, mi
53
ambiente, mi incienso…”), tratando de adaptarse fuera de casa a las costumbres
españolas:
“- (Mujer marroquí) Yo en mi casa soy árabe, desconecto del exterior. En mi propia
casa creo mi ambiente para ser feliz, para sentirme como que estoy con los míos; incluso el teléfono, la parabólica y poner mi música, poner mi ambiente, mi incienso,
mi… Me relaja, me ayuda. Y cuando estoy en la calle soy otra. Sí, son dos, son dos. Yo
desconecto” (GD 13).
La situación anterior se agrava cuando el inmigrante se encuentra sólo, como le
ocurre a un trabajador eventual marroquí que lleva 18 años en España, sin familia y sin
asentarse en ninguna parte. Se define como “desarraigado” (“extranjero en España y en
Marruecos”), lo que parece indicar una mentalidad cuyo eje fundamental consiste en
tener las raíces en alguna parte. Al no haberlo conseguido experimenta su historia
personal como fracaso (“sin raíces… ¡siempre vienes de extranjero!”) y su único
objetivo es conseguir “cualquier trabajo” para sobrevivir:
“(Hombre marroquí sin familia en España) Cuantos más años llevas, miras el punto en
que te encuentras y te sientes extranjero en tu país y extranjero aquí, porque vas sólo en verano un mes al año y los de tu barrio o tu pueblo, donde naciste, como no te ven y los
pequeños han crecido, no te conocen. ¡Siempre vienes de extranjero! Somos
marroquíes, pero como vamos muy poco, somos extranjeros. Yo en Marruecos soy extranjero y aquí en España soy extranjero” (GD14)
Una propuesta intermedia entre retornar y replegarse en el propio colectivo
consiste en programar la emigración como una etapa temporal, hasta que se consiga
ahorrar lo suficiente para reemprender la vida en el país de origen. Ello puede suponer
un periodo de privaciones ya que hay que ahorrar lo que se gana y aprender a vivir en
un clima hostil (“no gasto lo que gano, reúno un poco de dinero y me voy a mi país”).
Son las migraciones “reversibles”, una fórmula tradicional que se considera la más
adecuada por algunos sectores de la inmigración, normalmente los más alejados del
patrón cultural español-europeo:
“- (Hombre mauritano) Yo les digo a mis compatriotas: ‘la inmigración tiene que ser
reversible’. Si no es reversible no sirve para nada, ni para ellos ni para sus familiares,
porque si sólo trabajas aquí y lo que ganas lo gastas, no consigues nada… Me voy a la
inmigración, trabajo cinco años, no gasto lo que gano, reúno un poco de dinero y me voy a mi país, abro un negocio y me encuentro bien en mi país” (GD14).
La convicción de que existen diferencias que hacen muy difícil, si no imposible,
la convivencia entre sociedades y culturas diferentes facilita que el repliegue étnico de
54
los foráneos tenga como correlato el rechazo xenófobo de los nativos ubicados en las
mismas coordenadas ideológicas. Las sociedades/culturas son consideradas como
bloques compactos (“círculos cerrados”) que no se pueden mezclar sin conflicto, lo que
se agrava con aquellas etnias-culturas que se califican como inferiores o atrasados:
“negros”, “moros”…, pero también “los gitanos” aunque lleven cinco siglos en España
o los “andaluces”, que emigraron a Cataluña en los años sesenta del siglo pasado. Esta
referencia a los gitanos o a los andaluces, en paralelo con los negros y los moros, da a
entender que el componente étnico-cultural tiene más peso en esta posición que el
nacional-estatal. Cada etnia-cultura debe vivir en su propio territorio y, por tanto, la
solución ideal sería que los inmigrantes volvieran a su país. Pero caben varias
excepciones: por una parte, los extranjeros de estatus económico elevado que proceden
de países más desarrollados (turismo residencial permanente o estudiantes del programa
Erasmus); por otra, los trabajadores inmigrantes no cualificados, en la medida que
asuman una relación asimétrica respecto de los españoles, ya sea bajo la forma de
segregación habitacional (barrios urbanos con elevada concentración de inmigrantes) o
servidumbre laboral (sobreexplotación de las empleadas de hogar internas, nichos
laborales en empleos que no quieren los españoles, etc.).
En el primer caso (turismo residencial permanente en la costa valenciana), se
trata de personas de edad avanzada que se establecieron en España hace bastantes años,
atraídas por el sol y la playa del mediterráneo. En su opinión, vinieron a España con la
ilusión de introducirse en los círculos de vida de los autóctonos pero encontraron tales
barreras que se tuvieron que recluir en espacios separados. De ellos se esperaba que
fueran buenos consumidores de la oferta turística y buenos pagadores (impuestos) pero
en el plano relacional hay “un límite que no se traspasa”: la intimidad de la gente del
lugar (“España para los españoles”). Al final estos turistas permanentes no se sienten
aceptados (“en el fondo es no aceptarnos”). Una mujer suiza llegó a Jávea hace muchos
años y al principio no quería ir al Club Suizo sino estar con españoles, pero ahora es de
la junta del Club (“tienes que ir donde te quieren”):
“- (Mujer suiza) Me gustaría mucho conocer españoles, familias españolas y no es posible. Es difícil contactar, no es… conocemos españoles, la gente, bien; pero hay un
límite que no se traspasa, es… cómo se dice… bonito, así hablar y todo, pero después no tenemos contactos privados con españoles, con familias españolas… Al inicio me
dijeron: ‘hay un club suizo’. Y yo les dije: ‘yo vengo aquí a España ¿y me voy al club
55
suizo?, no me gusta, no quiero ver los suizos’ (risas). Y ahora estoy en la junta (más
risas). Sí, porque no puedes vivir sin contactos sociales, entonces tienes que ir donde te
quieren, donde te… sí, ¡te quieren! - (Mujer inglesa) Pienso que en el fondo es no aceptarnos. Mira, somos bienvenidos a
pagar los impuestos y todo, a ver todas las fiestas, pero claro, España, para los
españoles. Pero somos invitados, pero pagamos y entonces tenemos derecho a algunas actividades por lo menos. Eso da mucha rabia ¿no?, porque yo estoy aquí desde hace
diecisiete años” (GD16).
Incluso cuando la persona extranjera hace esfuerzos por aprender español,
aparece una nueva barrera: las lenguas autóctonas (“ellos no quieren hablar español,
sólo valenciano”). Una mujer alemana reconoce que se expresa “miserablemente” en
español después de ir a muchas clases pero considera una descortesía que, después de
sus esfuerzos por aprender español, la gente del pueblo se dirija a ella en valenciano:
“- (Mujer alemana) Mi español no es bien. Hablar español es difícil porque soy vieja para hablar (risas), voy a clases de español después de cuatro años… es miserable… Le
he dicho: no es nada de cortesía hablarnos en valenciano, ¡deben hablarnos en
castellano! Es como si un español estudiante de alemán fuera a Alemania a practicar el idioma y todos se dirigieran a él en dialecto alemán…” (GD16).
Estudiantes del programa Erasmus en la Universidad de Valencia experimentan
una sensación parecida. Acusan a la sociedad local, y especialmente a los jóvenes, de
vivir encerrados en sí mismos, sin ofrecer oportunidad al extranjero recién llegado de
participar en sus cosas. No es que la sociedad local sea xenófoba con los estudiantes
extranjeros, sino que vive al margen de ellos, los ignora. La respuesta es formar un
grupo unido por la extranjeridad entre estudiantes de diversas procedencias.
“- (Estudiante eslovaca) A los estudiantes extranjeros del Erasmus, estamos aquí para mucho tiempo, no nos dejan entrar en sus grupos. No sé por qué pero es así y es como tenernos así, al margen. Tenemos amigos que son muy buenos, pero la mayoría es así,
no hablan con nosotros como amigos, como para intentar la relación de amistad, de
cosas normales, ¡nos miran como a unos extranjeros!
- (Estudiante norteamericano) también es una cosa… esas personas viven con sus amigos en sus pueblos o así desde años, veintidós años y no están buscando otros
amigos.
- (Estudiante eslovaca) Es que no son abiertos. Ellos no te dejan entrar. - (Estudiante cubana) Yo, por ejemplo, en mi facultad somos muy poquitos los
extranjeros (…) y siempre comentamos eso: que no te dejan entrar. Sin embargo, en
Barcelona, en Madrid yo no me siento así; son más abiertos, no sé… son ciudadanos más cosmopolitas, más… están más interrelacionados y hay más extranjeros, pero aquí
no sé… Yo veo aquí que la gente es muy cerrada. Aquí es muy difícil hacer amigos.
- (Estudiante brasileño) Realmente amistad con españoles, uno o dos. Yo tengo amigos
dominicanos, ingleses, belgas y de todo, ¡menos españoles!” (GD7).
56
4.3. Ciudadanía denegada, perseguida, controlada
Debido a la restrictiva política de inmigración –algo suavizada en los últimos
años16
- la mayoría de los inmigrantes procedentes de países no comunitarios inició su
estancia en España sin documentación y la consiguió después poco a poco, con ocasión
de los periódicos procesos extraordinarios de regularización o acogiéndose al derecho
de arraigo una vez pasados varios años. Todavía a 1 de enero de 2007 la cifra de
extranjeros empadronados superaba en 1,4 millones al número de residentes legales
proporcionado por el Ministerio del Interior, lo que sugiere la magnitud de personas
inmigrantes no documentadas, una situación que es vivida por ellas como una pesadilla
ya que les sitúa en una situación de sumergimiento laboral, indefensión jurídica y riesgo
de expulsión17
.
La falta de “papeles” es sinónimo de exclusión para la mayoría de inmigrantes
que se encuentra en esa situación: abusos en el trabajo, acoso policial (“alguien puede
llamar a la policía”) y todo tipo de prejuicios. Por eso, su horizonte es conseguir la
regularización sea como sea, a fin de acceder a la condición de asalariados (ser como los
demás inmigrantes, no como los españoles que tendrían acceso mucho más fácil al
mercado de trabajo):
“- (Hombre colombiano) Estar sin papeles es complicado. Los que tienen papeles pueden pintar coches, pero ¿qué pasa conmigo que no los tengo?: que tratan de abusar de mí en el trabajo” (GD2).
“- (Hombre senegalés) Yo no tengo papeles. Algunas veces hay alguien que me lleva al campo y yo trabajo y hay alguien que me paga allí. Pero es un problema porque alguien
puede llamar a la policía (…) Yo lo que quiero es trabajar con papeles pero no nos los dan y tenemos que estar haciendo todo tipo de cosas” (GD3).
16 En 2004 el gobierno del PSOE anunció una reorientación de la política migratoria, abierta al diálogo
con las cámaras empresariales y los sindicatos mayoritarios. Aunque se mantuvo sin cambios la ley de
extranjería de 2003 y el criterio básico de admisión de nuevos trabajadores inmigrantes siguió siendo la
“situación nacional de empleo”, se facilitaron varias vías de acceso a los papeles: además del proceso
extraordinario de “normalización” de 2005, se reabrió la vía del régimen general en varios supuestos y se
potenció la contratación “en origen”. 17 Las detenciones anuales de extranjeros por “estancia ilegal” rondan las 80.000 personas en los últimos
años, una parte de las cuales es expulsada, previo paso por los CETI. En cuanto al total de repatriaciones,
incluidas las del operativo FRONTEX, se han aproximado a 400.000 entre 2004 y 2007 (un 60% más que
las del período 2000-2003). Datos del Ministerio del Interior. Ver WAGMAN, D., “Inmigración y
seguridad ciudadana”, en COLECTIVO IOÉ, Inmigrantes, nuevos ciudadanos, CECA, Madrid, 2008,
págs. 93-99.
57
“- (Hombre paquistaní) Cuando la policía coge a los extranjeros y no tienen papeles, los expulsan; ése es el problema… Yo quiero estar aquí y trabajar, pero el problema son los
papeles” (GD5).
“- (Hombre cubano) Al venir sin papeles partes de cero. Si consigues un trabajo que
normalmente te pueda dar para comer tienes siempre el riesgo de que llegue una inspección o lo que sea y te saquen o que llegue un tío, otra persona, que llegue otra
persona y te sustituya porque tiene todo en regla.
- (Mujer colombiana) ¡Que te echen! - (Hombre cubano) ¡Que te echen! Por ejemplo, para alquilar un piso no puedes porque
no tienes una nómina que te…
- (Mujer argentina) Lo malo es como no entres al circuito legal estás muerto” (GD17).
En definitiva, no haber conseguido los papeles equivale a una ciudadanía
denegada, que implica una posible expulsión (“¡que te echen!”) y un repliegue
marginal y sin derechos ciudadanos en la convivencia y en el trabajo. La irregularidad
forzada se asimila a veces a un cadáver viviente: “no mirar, no tocar… como si no
existieses” (GD5); “(sin papeles) estás muerto” (GD17). Una situación que es asumida
como lógica o “normal” por una parte de los inmigrantes, los que consideran que están
en tierra ajena y, por tanto, deben asumir con agradecimiento su posición marginal; en
cambio, para otros es una situación asignada desde fuera, es decir, forzada por la
posición xenófoba o nacional-proteccionista de la población autóctona.
4.4. Fracciones discursivas del repliegue defensivo
A modo de síntesis del presente capítulo recogemos en el Cuadro 4 algunas
fracciones discursivas detectadas en los grupos de discusión cuya forma de instalación
en la sociedad española es el repliegue defensivo:
Las fracciones discursivas L y M representan tres estrategias diferentes de
repliegue defensivo de inmigrantes de base popular:
L. Repliegue étnico defensivo, que defiende la yuxtaposición entre culturas por
considerarlas no compatibles: el repliegue es buscado activamente, como condición
de desarrollo de la propia comunidad étnica-cultural-laboral. Esta posición está más
presente en colectivos alejados del patrón estandarizado español-europeo (blanco-
occidental-cristiano), que mantienen vivas sus tradiciones culturales y disponen de
redes y recursos de acogida propios. Aparece una sub-fracción de este discurso:
58
L1 Falta de “suelo” para enraizase: experiencia de desarraigo en relación a la
propia cultura de origen, vivida como fracaso por la falta de redes de apoyo, sin
conseguir tampoco “enraizarse” en una cultura alternativa (“extranjero en
España y en Marruecos”). Esta posición aparece en inmigrantes jóvenes con
poco tiempo de residencia en España y en trabajadores eventuales que no han
conseguido la reunificación familiar y se desplazan frecuentemente por motivos
de trabajo.
M. Repliegue coyuntural forzoso: el papel activo corresponde en ese caso a las prácticas
y actitudes xenófobas asignadas a la sociedad española, que lleva a los inmigrantes a
un repliegue con tácticas de ocultación, docilidad y simulación de buen
comportamiento, a fin de obtener reconocimiento y no ser objeto de represalias en la
convivencia cotidiana y en las relaciones con la administración y con los
empleadores. Esta fracción discursiva, a diferencia de la anterior, no plantea
diferencias culturales insalvables con la población española; más bien, su repliegue
en grupos de afines (que pueden incluir personas de diversas nacionalidades e incluso
españolas) es percibido como “coyuntural”, correspondiente a la etapa inicial de un
proceso lento de incardinación normalizada en la sociedad española. Las personas
más afectadas son aquellas que se encuentran distantes del patrón cultural español, en
especial las que llevan poco tiempo, se hallan sin papeles y/o disponen de escasas
redes sociales.
Las fracciones discursivas N, O y P son esbozadas por sectores de la
inmigración con una posición socioeconómica relativamente acomodada:
N. Repliegue “útil” para la situación del pequeño empresariado inmigrante, bien
implantado en una comunidad y economía con base étnica. Esta posición aparece en
todos los grupos de inmigrantes, si bien se la identifica más con los colectivos
asiáticos que han implantado economías étnicas (chinos, indios, paquistaníes) y
latinos (comercios).
O. Repliegue de inmigrantes europeos sobre su propio colectivo (turismo residencial
permanente en zonas costeras, estudiantes Erasmus…) debido al enquistamiento y la
poca acogida de la población española que les rodea. Ésta no les rechaza
expresamente pero tampoco les corresponde y acoge, por lo que la extranjeridad
59
(personas de diversos orígenes y la misma posición social) se termina convirtiendo
en su principal espacio de encuentro y convivencia en España.
P. Reclamación de límites y controles por parte de extranjeros con una posición social
acomodada ante la “avalancha” de inmigrantes poco cualificados, marginales y
potencialmente peligrosos, que ponen en peligro la estabilidad de España y
perjudican la imagen general del colectivo migrante. Se trata de un sector de
extranjeros que reproduce en parte los discursos Q y R de la población nativa, desde
los que se justifica la segregación, el control policial y la explotación laboral de los
“otros inmigrantes” (identidad atribuida a estos últimos).
Además, el Cuadro 4 recoge dos posiciones asignadas a la población autóctona
que, en opinión de una parte importante de los inmigrantes consultados, son
determinantes para explicar su repliegue defensivo en la sociedad española:
Q. Nacional-racismo reactivo frente a personas de otras etnias y culturas, en especial las
que se encuentran más alejadas del patrón cultural español, como los “negros” y los
“moros”, o se encuentran sin papeles (máxime si han tenido comportamientos
delictivos). Esta fracción discursiva, que se atribuye particularmente a sectores
sociales populares y menos cualificados de la población española y que, de forma
minoritaria es también asumida por emigrantes españoles retornados, reclama aplicar
medidas de repatriación, control policial y segregación social que desencadenan, a su
vez, el repliegue defensivo de los inmigrantes afectados. La actitud de los
inmigrantes oscila entre la sumisión (repliegue defensivo) y la denuncia (otras
estrategias).
R. Nacional-capitalismo especulativo de empleadores españoles -y también
inmigrantes- que, desde una posición de poder en relación a los extranjeros en
situación más precaria, abusan de ellos y los tratan sin consideración (“como
perros… material de desecho”). La actitud de los inmigrantes oscila entre la
dependencia sumisa a tales empresarios (repliegue defensivo) y la denuncia de los
abusos (otras estrategias).
60
Cuadro 4
Fracciones discursivas próximas al repliegue defensivo
Base social: popular-precaria Base social: burguesa-acomodada
Pob
laci
ón
in
mig
ran
te
L. Repliegue étnico defensivo pro yuxtapo-
sición entre culturas no compatibles.
Asunción proactiva de un estatus de
aislamiento ante la cultura mayoritaria
(identidad asumida).
L1 Experiencia de desarraigo cultural,
vivida como fracaso por la falta de redes
de apoyo.
M. Repliegue forzoso y tácticas de ocultación, docilidad y simulación ante las prácticas y
actitudes xenófobas o de no reconoci-
miento de la población autóctona y de la
política de inmigración. Obsesión por
entrar en la normalidad social a través de
los “papeles” (identidad inducida).
N. Repliegue “útil” para la situación del
pequeño empresariado inmigrante (por ej.,
asiático), con base en una comunidad y
economía étnicas (identidad asumida).
O. Repliegue de inmigrantes europeos sobre sí mismos (turismo residencial permanente,
estudiantes Erasmus) ante la falta de
correspondencia o enquistamiento sobre sí
misma de la población nativa (identidad
inducida).
P. Orden social dual: grupos dominantes que dictan la norma y masas no bien integradas
que es preciso vigilar y reprimir. Extranjeros
con una posición social acomodada reclaman
límites y controles para evitar la “avalancha”
de inmigrantes poco cualificados, marginales
y potencialmente peligrosos (mafias,
delincuentes, mujeres traficadas…), que ponen en peligro la estabilidad de España y
perjudican la imagen general del colectivo
migrante (identidad atribuida).
Pob
laci
ón
nati
va
Q. Nacional-racismo reactivo de los nativos pro segregación de los inmigrantes, más
acentuado con ciertos fenotipos y culturas
(“negros” y “moros”), y que se agrava en
determinadas circunstancias (falta de
documentación, delincuencia, etc.). Se
reclama aplicar medidas de expatriación,
control policial y segregación social
(identidad atribuida a un sector de los
españoles y asumida por una minoría de
emigrantes españoles retornados). La
actitud de los inmigrantes oscila entre la sumisión (repliegue defensivo) y la
denuncia (otras estrategias).
R. Nacional-capitalismo especulativo pro no
regulación de la mano de obra extranjera, que
es objeto de máxima explotación (“tener a dos inmigrantes por el precio de un español”) y
tratada como “material de desecho”
(identidad atribuida). La actitud de los
inmigrantes oscila entre la dependencia
sumisa a los empleadores (repliegue
defensivo) y la denuncia de los abusos (otras
estrategias).
Posición básica común:
Repliegue defensivo
Primacía de la grupalidad adscriptiva
Mano de obra étno-estratificada Ciudadanía denegada-segregada
61
5. Proyección instituyente
Esta posición parte de una crítica del modelo social existente a nivel mundial –
en los planos político y económico- a la vez que apuesta por el reconocimiento del
poder que asiste a todos los colectivos, sean o no étnico-culturales, como sujetos activos
de lo social. Las migraciones internacionales desde los países periféricos hacia los más
desarrollados, en particular hacia España, son interpretadas como una consecuencia de
las desigualdades inherentes a la historia colonial y al actual proceso de globalización
capitalista. Su propuesta es avanzar hacia una democracia participativa y solidaria, de
ciudadanos libres e iguales, abordando las causas que están en el origen de los
problemas actuales (desigualdades internacionales, explotación laboral, actitudes
racistas y etnocéntricas, discriminación de la mujer, etc.).
Se trata de una posición ideológica poco articulada en la mayoría de los grupos
de discusión pero que, no obstante, aparece en varios de ellos con notable fuerza en
confrontación con los otros discursos, sobre todo en su vertiente crítica y reactiva hacia
el modelo de relaciones sociales vigente. A la vez, contiene una perspectiva utópica,
como anticipación imaginaria de un mundo socialmente equilibrado que, si bien en el
futuro puede llegar a ser realidad, no reúne todavía las condiciones necesarias, aunque
puede orientar ya ahora el sentido de las acciones a largo plazo. En esta dirección hay
que interpretar las articulaciones tentativas y los apuntes parciales que recogemos a
continuación.
5.1. Propuesta de una sociedad solidaria, que supere la lógica de dominación actual
Siempre en posición minoritaria, aparecen algunas referencias en los grupos de
discusión a una lógica de dominación, generadora de desigualdad social, como la causa
principal de la pobreza en el mundo y de las migraciones asociadas a ella: “el problema
no son las mafias que traen inmigrantes sino la historia de unos países que han estado
chupando a otros países y ahora la gente tiene hambre y tiene que emigrar sin papeles…
Ése es el gran problema de la humanidad”. Esta posición crítica es planteada por
inmigrantes latinoamericanos de alta cualificación y con permisos del régimen
62
comunitario pero también por africanos “sin papeles” y con elevado nivel cultural.. El
progreso y la riqueza de una parte de la población mundial se logran a costa de la
explotación y marginación de la otra parte y en ello juegan un papel central la política
de fronteras y la división Norte-Sur: “para mí el tema de las fronteras encierra una
falsedad. La riqueza que sale de África y viene aquí es mucho mayor que la que sale de
aquí y se va a África… En mí país (Senegal) hay muchísimas empresas de Francia, de
España, de Estados Unidos y de otros países, chupando la riqueza de mí país…”. La
misma expresión metafórica (“chupar”) es utilizada por un inmigrante latinoamericano
(cubano) y otro africano (senegalés) para expresar una acción de saqueo o intercambio
no recíproco en que el Norte, a través de sus empresas transnacionales, se apropia de la
riqueza/vida del Sur, con la complicidad de sus respectivos gobiernos, por lo que mucha
gente pasa hambre y se ve obligada a emigrar. La conclusión general es que “el mundo
está fatal… porque el capitalismo no para”:
“- (Hombre cubano) El problema no son las mafias que traen inmigrantes sino la historia de unos países que han estado chupando a otros países y ahora la gente tiene
hambre y tiene que emigrar sin papeles… Ése es el gran problema, el gran problema de
la humanidad, la gente viene por hambre, por necesidad, ¿quién se monta en una patera de esas que vienen ahí de África?
- (Mujer argentina) El problema es que el mundo está fatal… es el capitalismo que no
para…” (GD17).
“- (Hombre senegalés) Hay que decirlo a los alumnos, hay que decirlo a la población. Para mí el tema de las fronteras encierra una falsedad. La riqueza que sale de África y
viene aquí es mucho mayor que la que sale de aquí y se va a África… En mí país hay
muy muchísimas empresas de Francia, de España, de Estados Unidos y de otros países, chupando la riqueza de mí país… África no es pobre: hay oro, hay petróleo, hay de
todo, pero hay pobreza, ¿por qué?, porque hay problemas… y hay también un problema
exterior: ¡hay que dejar de chupar la riqueza de los países pobres!” (GD3).
En el mundo hay alimentos suficientes para todos pero mientras unos los
derrochan (“¡tiramos el pan!”) otros no pueden acceder al nivel de subsistencia y tienen
hambre, razón por la que se juegan la vida en las pateras (¿quién se monta en una
patera… la gente con hambre”). En lugar de promover el desarrollo autosostenido de los
países periféricos, las empresas transnacionales invierten en ellos con el objetivo de
extraer mayores beneficios a costa de explotar más intensamente a sus trabajadores
(“pagarles 200 euros en lugar de 900 por el mismo rendimiento”):
“- (Mujer emigrante española retornada de Venezuela) El otro día un señor me decía que el problema es que no había alimentos en el mundo. Digo: ‘¿cómo que no hay
63
alimentos en el mundo?, ¿cómo que no hay riqueza en el mundo… si se desperdicia, si
todos los días tiramos alimentos?, ¡pero hay!
- (Retornado de Marruecos) ¡Tiramos el pan!” (GD20).
“- (Hombre cubano) Las empresas transnacionales pagan aquí más o menos 900 euros de salario y se van a Europa del Este o a Tailandia… porque quieren pagar menos, 200
euros con el mismo rendimiento… o se van a China” (GD17).
Un sector de emigrantes gallegos retornados a España comparte estos
argumentos críticos, según los cuales España participa plenamente de un modelo de
producción y consumo “totalmente capitalista, aunque gobiernen los socialistas” y tiene
unas “grandísimas empresas” que “hacen su agosto” en América Latina (“la bonanza y
la abundancia de España se sustentan en la pobreza y la violencia de allá”):
“- (Hombre argentino) En España gobiernan los socialistas pero la vida es totalmente capitalista…” (GD17).
“- (Mujer emigrante española retornada de Brasil) En Brasil es un tema de
desigualdades sociales y la desigualdad social viene de que la riqueza no está distribuida, y si no está distribuida es porque hay una élite económica en Brasil y esa
élite económica trabaja para otra élite económica, la de las grandísimas empresas
españolas, en temas de telefonía, en temas energéticos, los bancos, etc., están… vamos, ¡haciendo su agosto! … La bonanza y la abundancia de aquí (de España) se sustentan
en la pobreza y la violencia de allá” (GD21).
Este discurso encuentra frecuentes resistencias en otras posiciones, por ejemplo
en relación al papel jugado por Europa en la etapa colonial. Mientras para unos “no
había absolutamente nada” en África antes de la colonización, para otros sí lo había
pero “se lo quitaron”. No es que los países africanos fueran “a la deriva” en un
momento dado sino que fueron “empujados” a una situación crítica, tal como se recoge
en el siguiente diálogo entre un hombre cubano (crítico) y un uruguayo (conservador):
“- (Hombre uruguayo) En África antes no había absolutamente nada. - (Hombre cubano) ¿Cómo que no había nada?, ¿no había antes diamantes? - (Hombre uruguayo) No había nada, si no hubiesen ido nunca, ahí no había nada.
- (Hombre cubano) ¡Se lo quitaron a esos países!
- (Hombre uruguayo) Por lo que sea… se fue a la deriva.
- (Hombre cubano) ¿Cómo que se fue a la deriva?, ¡los empujaron!” (GD17).
En muy pocas ocasiones la crítica del capitalismo y de las desigualdades Norte-
Sur, etc. se traduce en alternativas concretas. No obstante, aparecen a veces
planteamientos de este tipo, como cuando se planea invertir en “educación” y en formas
64
de crecimiento autosostenido (“una fábrica de arroz, que ellos saben de arroz, que lo
vendan y lo coman”), en lugar de ayudas puntuales y con frecuencia condicionadas18
para lavar la conciencia de los países ricos:
“- (Mujer española retornada de Venezuela) El problema es que los países de Europa no
apuestan por la riqueza en estos países, porque eso implicaría programas educativos, invertir progreso en esos países. Y no conviene. Lo vuelvo a repetir: la pobreza da
muchos beneficios porque de la pobreza se extrae mucho dinero, de la prostitución, del
tráfico de drogas...” (GD20).
“- (Mujer argentina) Porque tampoco es hacer una colecta cada mes y darles… hoy te
doy cinco vacas, qué caritativa soy, qué buena persona… ¡no!, hay que construir la fábrica de arroz, que ellos saben de arroz, que lo vendan y lo coman” (GD17).
5.2. Intercambio enriquecedor a partir de la cooperación y el reconocimiento
de la diversidad
Desde esta posición se postula un modelo de convivencia intercultural que
defienda el papel activo de todos los colectivos y minorías presentes en la sociedad
española. Esa diversidad se considera un valor que puede enriquecer la vida de todos
(“estamos todas las culturas aquí, ¡qué bonito!”). Sin embargo, la mayoría de los
inmigrantes encuentra muchos frenos y barreras al reconocimiento y despliegue de las
diferencias, ya sea por la pervivencia de actitudes xenófobas y proteccionistas, o por el
individualismo competitivo en otros casos (que no admite un debate del modelo social
en su conjunto). En los grupos de discusión son muy frecuentes las críticas a la
explotación en el mercado de trabajo de la que se culpa en general a los empleadores,
que abusan y se aprovechan de la debilidad de los inmigrantes. Frente a la mayoría que
lo asume con actitud fatalista (“te tienes que aguantar… las cosas son así”) y a quienees
adoptan una postura competitiva (“son ellos y soy yo… ¡me toca luchar!”), algunos
plantean la necesidad de buscar alternativas al sistema capitalista: “el capitalismo es un
cáncer… hay que dar la vuelta a la tortilla”. Este juicio contundente de la sociedad
actual es planteado por un inmigrante africano con empleo estable y estudios superiores
18 La ayuda oficial al desarrollo, aparte de ser muy inferior al objetivo del 0,7 fijado por Naciones Unidas
en los años setenta, tiene un alto componente de ayudas condicionadas a facilitar la inversión de las
empresas transnacionales en los países del Sur. Ver información más amplia en COLECTIVO IOÉ,
Barómetro social de España, Traficantes de Sueños y CIP-Ecosocial, Madrid, 2008, capítulo 10.
65
que contrapone su opinión a la de otros inmigrantes “sin estudios” que dicen que “no
tienen problemas”:
“- (Hombre senegalés) De los inmigrantes como yo se aprovechan un montón. No nos juzgan por nuestro trabajo sino por nuestra procedencia y nos aprietan todo lo que
pueden. Es el sistema capitalista ¿no?, que es un cáncer. Se llevan todo lo que pueden y para ellos es muy bueno… Esta es la realidad que estamos viviendo… Cuando
escucho a personas sin estudios que dicen que no tienen problemas, yo no lo comparto
porque estoy convencido de que, si yo que tengo más estudios que ellos estoy sufriendo cosas, ellos sufrirán cosas peores. Y, si no, al tiempo. Las cosas como son. Es que
aquí… hay que hacer algo porque no podemos seguir así… ¡hay que dar la vuelta a la
tortilla!” (GD9).
El clasismo, el machismo y racismo tienen un tronco común (“están
entrelazados”) y hunden sus “raíces” de la historia reciente de España (se alude a la
época de la “dictadura”), por lo que todavía siguen presentes en la mentalidad y en el
comportamiento de muchas personas, tal como se comprueba en los casos de maltrato a
mujeres o en el racismo hacia los inmigrantes. Jóvenes llegados de muy pequeños o ya
nacidos en España defienden el intercambio amistoso entre personas procedentes de
diversos países y con jóvenes nativos como el mejor acelerador de una “mentalidad
abierta”, respetuosa pero a la vez crítica y autocrítica de las diversas tradiciones. Una
joven marroquí, criada en un barrio “intercultural” de Madrid (Lavapiés), pone como
ejemplo el caso del Líbano “donde hay musulmanes y cristianos, de todo, y nos
relacionamos bien pero depende de la persona”:
“- (Joven nacida en España de origen colombiano) Aquí en España han estado en una dictadura y todo lo que ha venido después se ha ido desarrollando, pero aún así han seguido esas raíces… Yo creo que está bastante entrelazado el racismo con el
clasismo. No sé… es como yo lo veo, pero lo que sí creo es que las nuevas generaciones
nos adaptamos más, o sea, nos abrimos más… gente que tenga un poquito de
mentalidad abierta, que se sepa relacionar, que tal, yo creo que somos la mayoría de los jóvenes los que no buscamos problemas, los que somos gente que buscamos vivir en
paz y desarrollarnos, yo creo que estamos avanzando en esto.
- (Joven nacida en España de origen marroquí) Depende del punto de vista de cómo lo veáis vosotros… En Líbano, por ejemplo, hay gente que no es musulmana, es cristiana,
hay de todo y nos relacionamos bien pero depende de la persona” (GD19).
Frente a las manifestaciones de intolerancia y de individualismo en las
relaciones sociales cotidianas, se propone la cultura del “combo”, practicada en
Cataluña por jóvenes de diversa procedencia (“nosotros somos un combo… todos los
días nos reunimos, hablamos, comemos, bailamos”). Una actitud de abierta sociabilidad
66
que les diferencia de sus padres, que se contentan con “trabajar, ganar dinero y dar de
comer a su familia”:
“- (Joven colombiana, dos años en España, reunificada por su familia) Tengo muchos amigos, nosotros somos como le dicen aquí un combo, o sea, mucha gente, somos colombianos, sudamericanos, españoles también hay, pero resulta que nosotros estamos
ahí. (…) Yo tengo muchos amigos yo realmente porque cuando recién llegué, yo dije,
bueno, yo vuelvo, porque si yo hubiera salido, yo soy una persona muy sociable. Yo no
salía porque me aburría, pero recién comencé a conocer a la gente y me empecé a enrollar con la gente; primero conocí tres colombianos, después españoles, españoles,
dominicanos y ahí tenemos… Todos los días nos vemos y todos los días hablamos, nos
reunimos, comemos, bailamos. Yo aquí, ahora lo tengo muy bien; lo paso muy bien. - (Joven china, cinco años en España, reunificada por su familia) Los padres de ahora…
no sé, son una cosa que… los jóvenes podemos ser diferentes. Ellos trabajan y se
contentan con tener una casa, o sea, ganar dinero y dar de comer a la familia. Se cambia entre padres e hijos, sí, ¡mucho!” (GD18).
La convivencia desde la infancia y la juventud entre personas de diverso origen
puede ayudar a superar el “modus vivendi” de la primera generación de inmigrantes,
centrada en la mera supervivencia (“se contentan con trabajar para comer y tener una
casa”). Una expectativa que es compartida también, como hemos visto, por algunos
padres y madres inmigrantes en situación precaria que esperan para sus hijos un
porvenir mejor que el suyo (“ellos son el futuro”). Se apunta, incluso, la necesidad de
articular la fuerza colectiva de los trabajadores inmigrantes y nativos (“estamos en el
mismo barco”) porque la actual situación de precariedad “tiene que cambiar” y no se
puede aceptar “el modelo de los Estados Unidos”:
- (Hombre rumano) Yo solamente veo que se puede mejorar, en el futuro, la situación aquí en España si se pone un poco más de atención en los jóvenes, no hay diferencias
entre españoles y extranjeros, todos son del mismo palo... Pero también los españoles,
porque nosotros trabajamos, extranjeros, unos codo a codo con los españoles y somos
en el mismo barco. La vida está muy dura ahora para los jóvenes aquí en España, solamente si miramos desde el punto de vista de los pisos… no puedes formar una
familia si no tienes un piso, por eso, por ejemplo, aquí en España hay pocas familias,
pocos niños y se importan muchos del extranjero, fuerza de trabajo de otros países… El problema es que se tiene que acordar atención a la población, y no sólo a un punto de
intereses, como veo ahora que España tiene la tendencia de incorporar el modelo de los
Estados Unidos… en política, en economía… que viene de lo que pasaba en Estados Unidos en los años sesenta u ochenta, y empieza ahora España, modelo de grandes…,
¿como se dice?, magnates mundiales con rascacielos y cosas de esas… pero tienen que
dar mucha atención a los jóvenes, porque ellos son el futuro y es así en España, en
Europa y en todo el mundo… - (Hombre ucraniano) Pues yo no sé… hace cinco años estaba la vida estaba muy
diferente que ahora, pues me parece que… hay que cambiar algo más que… no sé por
culpa de quién, por el gobierno, por los extranjeros… pero hay que cambiar y ¿quién va
67
a cambiar esto? No lo sé, pero yo creo que seguro que algo cambia y tiene que cambiar”
(GD1).
5.3. Ciudadanía instituyente que supere la división Norte-Sur
Frente a un modelo ciudadano centrado en el individuo, ya sea de corte
competitivo o clientelista-estatal, se plantea un principio de articulación política basado
en la naturaleza colectiva de los sujetos sociales. Y frente a la reclusión del repliegue
defensivo, se propone una apertura potencial hacia una futura sociedad solidaria e
intercultural. En especial se hace una fuerte crítica al fatalismo y derrotismo de los
trabajadores migrantes, unas actitudes provocadas por la lógica del sistema (“ya se han
preocupado ellos de que veamos las cosas así”) y que les hacen ser conformistas “a
pesar de haber sido el proletariado más oprimido”. La propuesta plantea que los
inmigrantes tomen “consciencia de lo que mueve la inmigración” y se den cuenta de que
son “un gran poder en número y en potencia”. El ejemplo, sugerido por una emigrante
española retornada de Alemania19
, es la realización de una huelga de los migrantes que
paralizaría sectores clave de la economía (tal como ya ha ocurrido en otros países):
- (Mujer emigrante española retornada de Alemania) Si nos centramos en lo que estamos discutiendo, que es la condición de emigrante, quizás sí que podemos hacer un
análisis de si somos poderosos o no los emigrantes, si tenemos poder…Yo estoy pensando ahora sobre lo que decís, del reparto de la riqueza y tal… los inmigrantes
somos un gran poder ya en número y en potencia. Es decir, si los inmigrantes de
España hiciesen, tuviesen la capacidad de hacer una huelga, se paralizaba el país.
Porque cuidan a los niños, cuidan a los mayores, hacen los trabajos que los españoles no quieren… Y si nosotros -que no es fácil- tuviésemos consciencia de lo que mueve la
inmigración… Lo que pasa que entiendo que usted haya tenido su experiencia y tal y la
vea como la ve, porque ya se han preocupado ellos de que la veamos así, de que a pesar de haber sido el proletariado más oprimido, encima estamos contentos por la
pura subsistencia, ¿de acuerdo?” (GD20).
Los migrantes internacionales podrían llegar a ser, según este planteamiento, un
factor de transformación social, pero sería necesario superar la pasividad y el
conformismo que prevalecen actualmente (“estamos contentos por la pura
subsistencia”) y tomar conciencia de la potencia que podrían llegar a tener en el
supuesto de actuar unidos, no sólo con otros inmigrantes sino con la población nativa
19 Quizás no sea casual que esta fracción discursiva sea planteada por españoles retornados, que hacen
una recapitulación crítica de su experiencia migratoria (podemos suponer que cuando estaban fuera no lo
tenían tan claro, o no tenían posibilidades de defender esas ideas). Este caso muestra los límites de los
posibles planteamientos críticos: no sólo es cuestión de ideología, sino de la posición social que se ocupa.
68
que también es víctima de las mismas estructuras de dominación. Se trata de apuntes
sueltos, sólo suscritos por un sector menor de la población inmigrante, que dibujan un
escenario futuro, hoy por hoy utópico, de ciudadanía planetaria, equilibrio económico y
mestizaje cultural, en conexión con los movimientos críticos “antiglobalización” o alter-
mundialistas de nuestra época.
5.4. Fracciones discursivas de la proyección instituyente
El Cuadro 5 recoge las cuatro fracciones discursivas detectadas que se pueden
encuadrar en la posición de proyección instituyente de los inmigrantes en la sociedad
española:
En la parte superior del Cuadro aparecen tres posiciones, dos de ellas
correspondientes a inmigrantes de base popular:
S. Potencia transformadora de los asalariados inmigrantes, “el proletariado más
oprimido”, en la medida que superen la etapa actual de subsistencia conformista y
tomen conciencia de su “poder en número y en potencia” para transformar la actual
sociedad “opresora” (posición asignada desde U y sugerida desde segmentos
minoritarios de la inmigración popular-precaria).
T. Discurso crítico e intercultural de un sector de la juventud inmigrante (y autóctona):
defienden el intercambio enriquecedor entre personas con culturas y tradiciones
diferentes, en el marco de una sociedad convivencial y solidaria, frente al clasismo,
el machismo y el racismo (cultura del “combo”).
U. Crítica de la lógica de dominación generadora de desigualdad a nivel mundial:
posición defendida por un sector minoritario de inmigrantes cualificados que acusan
a las empresas transnacionales de “chupar” los recursos de los países empobrecidos,
con la complicidad de los gobiernos del Norte y del Sur.
La fracción discursiva V, en la parte inferior del Cuadro, remite a una corriente
crítica de la opinión pública (y asumida por un sector de emigrantes españoles
69
retornados) que promueve una estrategia de proyección instituyente en la
sociedad española:
V. Discurso “antiglobalización” o alter-mundialista: plantea una transformación
estructural de la sociedad a nivel planetario, con equilibrio económico, mestizaje
cultural y capacidad instituyente de los grupos sociales. Esta posición se asigna a un
sector de la opinión pública mundial, incluida la población nativa y es asumida como
propia por un segmento de emigrantes españoles retornados.
Cuadro 5
Fracciones discursivas próximas a la proyección instituyente
Base social: popular-precaria Base social: burguesa-acomodada
Pob
laci
ón
in
mig
ran
te
S. Potencia de los asalariados inmigrantes,
“el proletariado más oprimido”, en la
medida que superen la etapa actual de
subsistencia conformista y tomen conciencia de su “poder en número y en
potencia” para transformar la actual
sociedad “opresora” (posición asignada
desde U y sugerida desde segmentos
minoritarios de la inmigración popular-
precaria).
T. Discurso crítico e intercultural de un
sector de la juventud inmigrante (y
autóctona), frente al clasismo, el
machismo y el racismo (cultura del
“combo”).
U. Crítica de la lógica de dominación
generadora de desigualdad a nivel mundial,
aplicada por las empresas transnacionales,
con la complicidad de los gobiernos del Norte y del Sur. Posición defendida por un sector
minoritario de inmigrantes cualificados.
Pob
laci
ón
nati
va
V. Discurso “antiglobalización” o alter-mundialista, asignado a un sector de la opinión pública mundial, incluida la población nativa
(y asumida por un segmento de emigrantes españoles retornados),
que plantea una transformación estructural de la sociedad a nivel
planetario, con equilibrio económico, mestizaje cultural y
capacidad instituyente de los grupos sociales.
Estrategia básica común:
Proyección instituyente
Primacía de la comunidad electiva
Mano de obra crítica Ciudadanía participante
70
Segunda parte:
TRAYECTORIAS DEL CICLO MIGRATORIO
6. Los inicios
Recogemos en este capítulo la experiencia contada por los propios protagonistas acerca
de su salida del país de origen y de su primera etapa de instalación en España. Por una parte,
llama la atención la diversidad de expectativas y trayectorias emprendidas; por otra, la
importancia central que se otorga de forma generalizada al propio proceso migratorio, no sólo
por lo que ha podido significar en su vida particular sino por la marca social que les ha supuesto
la adscripción a la categoría de inmigrantes y/o extranjeros.
En primer lugar, se recogen los principales motivos aducidos en los países de origen para
emprender el ciclo migratorio, para centrarnos después en las trayectorias típicas, muy
diferenciadas, del primer período de estancia en España; a continuación se ofrece un panorama
de las vías legales para documentarse en España, resaltando el endurecimiento de la política de
entradas para los migrantes internacionales de países del Sur, en paralelo con la adhesión de
España al Tratado de Schengen; por último, se destacan las diversas relecturas que hacen los
afectados sobre las razones de fondo y el contexto de las relaciones internacionales que
provocaron el flujo migratorio.
6.1. Motivos iniciales de emigrar
Los migrantes internacionales de nuestros grupos de discusión recuerdan con frecuencia
el motivo o motivos concretos por los que dejaron su país de nacimiento y vinieron a España, a
veces después de recalar en destinos intermedios. Se trata de un acontecimiento que ha marcado
sus vidas –y las de su familia- y que interpretan de formas diversas dependiendo, entre otras
razones, de su posición social y su orientación ideológica. En la mayoría de los casos la decisión
de emigrar respondió, como meta más próxima, a alguno de los siguientes tres objetivos:
sobrevivir, progresar en lo laboral o ganar calidad de vida, con diferencias de género
71
relativamente significativas20
. Lo habitual es que la decisión de emigrar corresponda al grupo
familiar, siendo la reagrupación el principal motivo del traslado en la tercera parte de los casos
(39% de las mujeres y 26% de los hombres).
El objetivo de sobrevivir va asociado a las difíciles condiciones materiales y de
inseguridad que muchos migrantes padecían en sus países de origen. Las condiciones materiales
aparecen como el principal motivo de emigrar en los procedentes de áreas del mundo con
pobreza y subdesarrollo crónicos, o bien que atravesaban en ese momento una coyuntura de
crisis económica y del empleo. En el primer caso se encuentran muchos países africanos y
algunos asiáticos y americanos21
; en el segundo, aquellos que han experimentado convulsiones o
crisis económicas (como Ecuador en 1999 o Argentina en 2001), a veces asociadas a cambios
políticos (como los países de la Europa del este tras la disolución de la Unión Soviética22
). En el
otro polo se encuentra España, o la Europa comunitaria, donde “se trabaja bien y se cobra bien”:
“- (Hombre paquistaní) Yo vine aquí a por trabajo, porque en mi país no hay mucho trabajo, no hay dinero (…) Dos amigos me dijeron que España es buena, se trabaja bien y se cobra bien. Por
eso yo también vine aquí” (GD5).
“- (Mujer peruana) A mi marido se le venció el contrato, la fábrica quebró, se quedó sin trabajo…” (GD10).
“- (Hombre ecuatoriano) La situación económica era muy difícil. Ahora en Ecuador un trabajador apenas está ganando un sueldo de ochenta dólares, y yo pregunto: ¿con 80 dólares se
puede vivir si alquilar una vivienda cuesta allí 60 dólares?…” (GD14).
Las condiciones de inseguridad afectan especialmente a aquellos países que se
encuentran en guerra –abierta o larvada- o donde existe un clima de delincuencia y violencia que
pone en peligro la supervivencia de las personas (“te matan por nada”). En algunos casos estas
20 Según la Encuesta Nacional de Inmigrantes (ENI), aplicada por el Instituto Nacional de Estadística en 2007, el
26% de los hombres mencionan como motivo de llegada la falta de trabajo en su país de origen y el 45% la
búsqueda de un empleo mejor, mientras que en el caso de las mujeres estas proporciones son del 20% y 32%,
respectivamente. Ganar en “calidad de vida” es un objetivo mencionado por el 41% de los hombres y el 39% de las
mujeres. Ver Avance de resultados de la ENI en www.ine.es. 21 De los sesenta países más pobres del mundo (con menos renta por persona en 2005, en paridad de poder
adquisitivo, según el Banco Mundial), 36 corresponden a África, 13 a Asia y 6 a América Latina. De Europa sólo
figuran Moldavia y Georgia. Ver serie de base del indicador 1 de Relaciones internacionales en
www.barometrosocial.es 22 A lo largo de los años noventa, a raíz de la caída del muro de Berlín, los ajustes sociales y políticos que tuvieron
lugar en los antiguos países de la Europa del Este provocaron un incremento del desempleo y un empeoramiento de los servicios públicos que afectaron negativamente a la vida cotidiana de muchas familias. Entre 1990 y 1993 todos
los países del Este redujeron sensiblemente sus salarios reales; a partir de 1994, la República Checa, Polonia y
Eslovaquia registraron aumentos significativos, mientras en Bulgaria y Rumania, en el otro extremo, el nivel de los
salarios continuó descendiendo. LUENGO, F., “La ampliación hacia el Este de la Unión Europea y la convergencia
real”, en Boletín Económico de ICE, núm. 2.692, 2001, pág. 38.
72
situaciones permiten acogerse a la figura del asilo político (migrantes procedentes de Costa de
Marfil y Colombia) pero lo más habitual es que lleguen a España como migrantes económicos,
incluidos algunos retornados españoles (“en Venezuela muere más gente en un día que en una
semana en Irak”):
“- (Hombre colombiano) La guerrilla mató a nuestro único hijo porque se resistió a ser movilizado… Eso es duro, imagínate, no podemos estar contentos. Esa gente son delincuentes y
no tienes protección del gobierno, tuvimos que salir huyendo… Allá te matan por nada, porque le
cayó mal… sacan el arma y lo matan. Por un lado la guerrilla, los paramilitares y todo eso… y mucha delincuencia y mucha pobreza también. Es un país tan golpeado, tan pobre, la guerra da
pobreza y la matanza llena a diario los cementerios, a mucha gente la tiran a los ríos, a otros los
entierran en fosas comunes. Uno que lo vive, lo sabe… (…) - (Hombre de Costa de Marfil) Todos querían apropiarse el hecho de ser los auténticos
costamarfilenses y se prepararon para luchar unos contra otros… dos tribus que hay al norte y al
sur del país. Para poder sobrevivir en el país harán falta otros 5 años de reconstrucción cuando
termine la guerra. Por eso, preferimos trabajar aquí y poder ayudar a la familia, enviado ayudas con nuestro trabajo, hacer cosas desde aquí” (GD8).
“- (Española emigrante retornada desde Venezuela) La necesidad de tener a nuestra familia segura, a nuestros hijos seguros, fue la causa principal del retorno (a Galicia). En Venezuela muere más gente en un día (por la delincuencia) que en una semana en Irak” (GD21).
Un segundo tipo de motivaciones para venir a España es la expectativa de progresar en
relación a las condiciones de vida y de trabajo que se tenían en el país de origen. Ya no se trata
de la mera supervivencia, como pasaba con la motivación anterior, sino que la emigración se
asocia a mayores “oportunidades” de promoción laboral (“he visto siempre España desde el
punto de vista empresarial”). Este mismo tipo de motivación es el que tienen los jóvenes venidos
a España para proseguir estudios superiores o de postgrado, a veces haciendo prácticas en
empresas transnacionales, cuyo fin último es la promoción de su carrera académica y/o
profesional:
“- (Mujer argentina) Aquí hay más oportunidades. Con más o menos trabajo, con tu ingenio y tu voluntad… ¡las cosas salen!” (GD17).
“- (Hombre boliviano) “Allá no hay futuro para quien quiera emprender, hacer algo, yo he intentado muchas cosas… pero allá uno no puede progresar, y cuando van pasando los años, después de hacer todo lo posible, pues pensé en ir a otro país, a ver qué horizontes me depara otro
lugar. Mi primera opción fue Estados Unidos, y la otra opción era España…” (GD8).
“- (Hombre peruano) Me vine con 21 años e hice mi especialidad en España y pasé luego a la Cámara de Comercio. (…) Ahora tengo un par de empresas y he visto siempre España desde el punto de vista empresarial” (GD22).
73
En tercer lugar, están los migrantes cuya venida a España tiene su origen en una opción
personal por ganar calidad de vida, al escoger un país agradable para vivir: “España era el país
que me gustaba”. Es lo que ocurre a un número importante de personas jubiladas procedentes del
norte de Europa (Alemania, Gran Bretaña, Suiza…) que han elegido la costa mediterránea o los
archipiélagos como lugar de residencia habitual23
. En este grupo se puede incluir a quienes han
escogido España como “aventura” (normalmente en la juventud) o simplemente “por amor”, al
haber encontrado una pareja española y estar “a gusto” en España:
“- (Mujer suiza) La España de hace treinta años era el país que me gustaba, aunque después ha cambiado debido a la construcción. Donde era campo son apartamentos, en toda España”
(GD16).
“- (Hombre cubano) Yo no vine por cuestiones políticas, vine porque me enamoré. Soy cubano y me siento cubano y me siento muy bien en Cuba pero nunca he tenido problema en adaptarme en
otro país y, cuando llegué aquí, vi que este lugar me gustaba mucho” (GD15).
6.2. Llegada a España y primera acogida
La primera etapa de estancia en España presenta pautas muy variadas dependiendo
básicamente de tres factores: el estatus económico-profesional de los recién llegados, el grado de
documentación alcanzada y la existencia o no de redes de apoyo. Otros aspectos, como la
nacionalidad, el acceso al trabajo o la distancia cultural también influyen pero están
estrechamente asociados, como veremos, a los tres primeros factores.
El estatus económico-profesional establece una clara diferencia entre quienes vienen con
dinero y/o con elevada cualificación profesional y los que carecen de ello. El primero de estos
elementos –el dinero- abre todas las puertas (“con dinero funciona todo”) y se asocia a los países
ricos, con monedas fuertes (“el dinero de tu país no vale nada”). Del mismo modo, las personas
con estudios superiores o que pueden acreditar una elevada cualificación profesional encuentran
por lo general un trato mejor y más facilidades para su inserción inicial en España:
“- (Hombre cubano) Te digo lo que me pasa a mí cuando yo he llegado aquí y le pasa a cualquier gente de nosotros que venimos de Latinoamérica, que nuestro dinero no funciona…
- (Hombre argentino) Tú vienes aquí y vienes con el dinero de tu país que no vale nada, no tienes un respaldo…
23 Ver RODRÍGUEZ, V., CASADO, M. A. y HUBER, A. (Ed.), La migración de europeos retirados en España,
Centro Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 2005; y MAZÓN, T. y ALEDO, A. (Ed.), Turismo
residencial y cambio social. Nuevas perspectivas teóricas y empíricas, Aguaclara, Alacant, 2005.
74
- (Mujer argentina) Por eso venís acá, a ver si funciona un poco el dinero (risas del resto del
grupo)” (GD17).
Algunos tipos de inmigrantes poseen un estatus económico-profesional elevado, como
los profesionales asociados a empresas multinacionales, los emprendedores del Sur que abren
negocios en España o los jubilados del norte de Europa reconvertidos en “turistas con residencia
permanente”. Sin embargo, la integración se complica si no se dispone de respaldo económico en
el que apoyarse y mucho más si tampoco se cuenta con cualificación académica o profesional.
Por ejemplo, el joven ingeniero de Mauritania no dispone de recursos económicos y tiene
dificultades para conseguir trabajo pero mantiene buenas relaciones con jóvenes españoles y su
perspectiva laboral es optimista, frente a esos “otros inmigrantes” no cualificados “que vienen
con sus culturas y sus diferencias y la gente se aparta de ellos”. Del mismo modo, el médico
boliviano que vino a España como turista con intención de quedarse no despertó sospechas en el
aeropuerto de Barajas pero quedó impactado al ver que trataban “como animales” a otros
compatriotas que no tenían su cualificación profesional (y quizás un fenotipo más indígena):
“- (Mauritano ingeniero) Cada uno de nosotros somos un caso y un caso no representa en
absoluto a los de su país de origen. (…) Otros inmigrantes de mi país vienen con sus culturas y sus diferencias, y la gente se aparta de ellos. Ellos nunca tendrán amigos porque su papel es
querer trabajar y mandar a casa, simplemente. Ni se esfuerzan en ir a buscar a la gente y cuando
lo hacen no encuentran acogida suficiente como para pensar en quedarse” (GD14).
“- (Médico boliviano) Cuando llegue observé en el aeropuerto que trataban a mis compatriotas como animales. No era tan grato ver eso” (GD8).
En segundo lugar, tanto la forma de llegada a España como las condiciones de vida y de
trabajo en la primera estancia están condicionadas por el acceso a la documentación exigida para
establecerse legalmente. Mientras los ciudadanos comunitarios pueden circular, residir y trabajar
libremente en España, los demás países necesitan un visado especial para trabajar en la economía
formal y un gran número de países –sobre todo de economías menos desarrolladas- lo requieren
también para hacer visitas de turismo o de corta duración. Esto explica el bloqueo existente de la
inmigración africana y de gran parte de la asiática, a partir de los Acuerdos de Schengen24
, que
ha activado la puesta en marcha de mecanismos muy caros y, a veces, peligrosos para acceder a
Europa. En este marco legislativo España se ha caracterizado por una política de entradas muy
24 Se exige visado para entrar como turistas a los procedentes de todos de países africanos y a la mayoría de los
asiáticos (salvo Japón, Nueva Zelanda, Corea del Sur e Israel). En cuanto a los países americanos la mayoría no
necesita visado turístico si bien la medida tiende a extenderse cada vez a más países, sobre todo a los que tienen
mayor emigración hacia Europa, como Colombia y Ecuador. España tuvo que cambiar su política de visados al
integrarse en 1993 en el Acuerdo de Schengen, incorporado más recientemente a la legislación de la Unión Europea.
75
restrictiva en relación a un flujo inmigratorio creciente, lo que ha dado lugar a una gran bolsa de
“indocumentados”25
y a sucesivos procesos extraordinarios de regularización. Frente a la
variedad de factores que explican esta creciente inmigración hacia España –en especial la
expansión económica y del empleo26
en el marco de una economía cada vez más globalizada y
en paralelo con el incremento de las desigualdades internacionales27
-, las políticas oficiales se
han caracterizado por establecer importantes dificultades para documentar a los inmigrantes28
.
Como veremos más adelante, la mayoría de los extranjeros procedentes de países del Sur se han
visto obligados a pasar una primera etapa en España de irregularidad administrativa y
sumergimiento económico, sometidos frecuentemente a explotación laboral, segregación social y
maltrato policial y administrativo, sin posibilidad de defenderse.
En tercer lugar, la existencia de contactos y redes de apoyo en España es también un
factor importante para explicar las posibilidades de integración social y laboral en la primera
etapa del ciclo migratorio. En el plano familiar, cabe distinguir los pioneros del proyecto
migratorio (“los primeros emigrantes lo pasan muy mal… mi padre estuvo en la cárcel por no
tener papeles”), que abren luego el camino al resto de parientes (cónyuges, hermanos, primos y,
en especial, a los hijos, que se socializan parcialmente o del todo en España). En el plano
colectivo, es también muy importante la existencia o no de redes articuladas del país o región de
origen, que dan lugar a economías étnicas y lugares de encuentro que facilitan la primera acogida
de los recién llegados, aún cuando a veces estas redes contribuyan también a su explotación
laboral o a determinados abusos en el subarriendo de las viviendas, tal como veremos más
adelante. Las redes étnicas tienen una particular relevancia en determinados colectivos –sobre
todo asiáticos- que a veces adoptan una estrategia de repliegue sobre sí mismos:
25 En enero de 2003 había tantos residentes con papeles como sin ellos; el proceso extraordinario de normalización
de 2005 y la ampliación de medidas para la documentación en origen, además de la regularización automática de
rumanos y búlgaros al entrar en la U.E. (y el incremento de procesos de expulsión a “sin papeles” después de pasar
por Centros de Internamiento de Extranjeros) han hecho descender la proporción de irregulares que, no obstante,
siguen afectando a un número importante de extranjeros (más e 600.000 no comunitarios). 26 Según la Contabilidad Nacional de España el crecimiento anual medio del PIB entre 1999 y 2006 ha sido del
4,2% en euros constantes del año 2000. El número de ocupados entre 1999 y 2007 se ha incrementado en más de 5
millones (de ellos, 2,3 millones extranjeros). 27 Según el Banco Mundial, la desigualdad económica entre los 40 países más ricos y más pobres, en términos de
renta media por persona, se ha incrementado en un 5,7% entre 1994 y 2005, agudizando la presión migratoria desde el Sur hacia el Norte. Catorce países africanos y cuatro de América Latina han visto reducir su renta por persona
entre dichos años. En www.barometrosocial.es (Indicador 1 de Relaciones Internacionales). 28 Sobre la evolución más reciente de la política migratoria, ver “Política migratoria: la pretensión de regular las
entradas a partir de una demanda con altos componentes de irregularidad”, en COLECTIVO IOÉ, Inmigrantes,
nuevos ciudadanos, FUNCAS, Madrid, 2008, págs. 24-26.
76
“- (Hombre hindú) Un familiar me llamó y me dijo: ‘vente aquí, yo tengo trabajo y aquí también
podrás conseguir papeles’ y vine a España” (GD5).
“- (Joven paquistaní) Los primeros emigrantes lo pasan muy mal. Yo, por suerte, no lo he pasado tan mal porque vine de pequeño, pero yo sé lo que ha pasado mi padre, cómo ha estado… Cuando
yo estaba a punto de nacer, mi padre ya salió de Pakistán, empezó a hacer la ruta de no sé…, ha viajado mucho mi padre, ha estado en la cárcel también por no tener papeles y ha estado muy
marginado también por la sociedad. Y gracias a mi padre estoy aquí, estudiando, he acabado el
bachillerato, he hecho la selectividad este año y la he aprobado justo pero… haré una ingeniería
técnica” (GD18).
Aunque no existe una pauta común para explicar el trato recibido en la primera etapa
migratoria, la mayoría de los procedentes de países no comunitarios, y muy en especial los que
vinieron como adelantados de su grupo familiar, reconocen que fue un período difícil y lleno de
barreras que, no obstante, se superaron en muchos casos a medida que pasaban los años.
Enunciamos aquí esas barreras que se abordan con detalle en otros apartados:
Problemas laborales: el mayor de todos no tener trabajo (“sin trabajo te sientes muerto), pero
el más frecuente ser explotado por no tener papeles y por la falta de experiencia en el
mercado de trabajo español. En la primera etapa migratoria “trabajas para comer”.
Papeles: miedo a ser detenido y expulsado cuando no se tienen papeles y, después,
problemas burocráticos de todo tipo con la administración española (“a dormir a la puerta de
la puta extranjería”) y, también, con los funcionarios consulares de los países de origen.
Vivienda: problemas de hacinamiento y precios elevados en habitaciones subarrendadas;
albergues o dormir en la calle en los casos más graves y con menos redes de apoyo. El acceso
a una vivienda completa de piso o casa para la propia unidad familiar, en alquiler o
comprada, tarda bastante en conseguirse en la mayoría de los casos29
.
Convivencia con la población nativa: especialmente difícil para aquellos inmigrantes que no
hablan el idioma o idiomas autóctonos o cuya procedencia suscita más prejuicios en la
población autóctona (marroquíes, subsaharianos, indoamericanos, gitanos del Este de
Europa…).
Separación de la propia familia: la irregularidad jurídica, unida a la precariedad laboral,
impide a los primeros migrantes reencontrarse, a veces durante bastantes años, con los
parientes que han dejado en su país de origen. Una situación descrita como un árbol “sin
29
Según una encuesta realizada en las comunidades de Madrid, Cataluña y Valencia a una muestra de 909
inmigrantes de países “periféricos”, el 64,9% de quienes llevaban en España menos de dos años residía en la
modalidad de subarriendo, el 16,3% en alquiler independiente y el 3,2% en propiedad. Ver COLECTIVO IOÉ,
Inmigración y vivienda en España, Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, Madrid, 2005, pág. 96.
77
raíces”, “durísima separación” del cónyuge, “crisis emocional” por no ver a los hijos o a los
padres, etc.
Para una parte de los inmigrantes del Sur con bajo estatus económico-profesional, la
intensidad de los problemas que padecen en su primera etapa de asentamiento les lleva a veces a
situaciones límite o momentos de “duelo inmigratorio”, en expresión de una mujer marroquí, en
los que hace falta “tener una personalidad fuerte”, saber “aguantar” y “no escapar de la realidad
con estimulantes”. Un duelo que se vuelve especialmente grave entre los inmigrantes jóvenes
impactados en sus países de origen por la imagen de éxito de los emigrantes que volvían a su
país de vacaciones (“con su coche y sus casas”) y que luego se han encontrado “todo negro” al
llegar a España:
“- (Mujer marroquí) No hemos hablado del duelo inmigratorio, porque hay un duelo inmigratorio, que la gente que se pone loca. Bueno, pasa más en los chicos que en las chicas. Los chicos
normalmente vienen con una idea de pasear porque han visto a sus vecinos que han bajado con coche, han visto sus casas, vienen aquí, lo encuentran todo negro y entonces se meten en la droga
o a beber y a fumar o lo que sea, o a máquinas tragaperras. Entonces, qué te digo, hay un tanto
por ciento que se vuelven locos, a los tres años o cuatro años en este sistema, están cada vez peor, que Dios sabrá cómo lo hacen… (…) Porque la crisis de la vida, si no tienes una personalidad
fuerte, tienes que tener una base fuerte y saber y decir: ‘yo voy a inmigrar pero voy a inmigrar y
voy a aguantarme todo lo que me digan, sin ir a ningún lado a donde no tenga que ir. Pero hay
mucha gente que se escapa de la realidad, que va buscando un estimulante y luego cuando ya está metido en la misma línea ya no quiere irse para atrás y esto es un problema” (GD15).
En el medio plazo, la estrategia de instalación en España depende, no sólo de las
condiciones y posibilidades materiales de cada migrante, sino también a su orientación
ideológica específica que, como hemos visto, oscila entre el repliegue protector en el propio
colectivo de referencia, la normalización del estatus jurídico-laboral prescrito por el estado para
los inmigrantes, la integración competitiva en una sociedad pluricultural y con igualdad de
oportunidades o bien en la demanda –más retórica que efectivamente articulada- de una
ciudadanía intercultural e instituyente a escala planetaria.
6.3. Documentación. Acceso a los papeles
La primera barrera que encuentran las personas nacidas en otro país que quieren
establecerse en España es la obtención de los papeles que acrediten una estancia legal. En efecto,
debido a la política restrictiva de entradas a la que hemos aludido, la mayoría de los inmigrantes
procedentes de países del Sur ha tenido que pasar una primera estancia más o menos larga en
78
situación irregular30
, antes de obtener la documentación correspondiente del llamado Régimen
general. Sin embargo, la documentación es mucho más fácil para los extranjeros procedentes de
la Unión Europea o que reúnen las condiciones para acogerse al llamado Régimen comunitario31
.
Existen, además, otras formas de residencia legal menos habituales entre las que destacan el
asilo político32
y la tarjeta de estudiante33
, así como una figura oficial de registro de la presencia
en España, el empadronamiento municipal, que no implica necesariamente disponer de un
documento de residencia en vigor y, sin embargo, da acceso a la tarjeta sanitaria y a otras
prestaciones sociales, además de servir de prueba para acreditar el arraigo en España.
Según la estadística del Ministerio del Interior, a 31 de diciembre de 2007 había
3.979.014 extranjeros con certificado de residencia en vigor, de ellos el 40,7% del Régimen
comunitario y el 59,2% del Régimen general. Dentro del Régimen comunitario no sólo se
encontraban los procedentes de la Unión Europea (de ellos el 38% de Rumania y Bulgaria) sino
el 48% de los originarios de América del Norte, el 18% de los latinoamericanos (sobre todo de
Colombia, Argentina, Perú y Cuba), el 6% de los asiáticos y el 5% de los africanos34
. Por último
se encuentran aquellos inmigrantes que han obtenido la nacionalidad española y, por tanto, la
equiparación plena de derechos con los autóctonos.
Quienes se acogen al Régimen comunitario son conscientes de su situación de privilegio
en relación a los del Régimen general, en la medida que pueden residir y trabajar sin
30 Los datos del último Padrón Continuo de Población (1 de enero de 2008) registraron a 5.995.962 inmigrantes
(residentes en España nacidos fuera) y 5.220.577 extranjeros (residentes en España con nacionalidad extranjera),
mientras los permisos de residencia vigentes en esa fecha (concedidos por el Ministerio del Interior) eran 3.979.014.
Esto supone que, en principio y con algunas salvedades, un 23,8% de extranjeros inscritos en el Padrón no contaban
en esa fecha con un documento vigente de residencia legal en España. Esta situación se arrastra desde hace muchos
años como lo demuestra el hecho de que en una encuesta aplicada en 2000 a 1.579 trabajadoras inmigrantes, el 74% había iniciado su estancia en España de forma irregular (el 19% había venido con permiso de trabajo y el 6%
acogiéndose al derecho de reagrupación familiar). Ver COLECTIVO IOÉ, Mujer, inmigración y trabajo, Ministerio
de Trabajo y Asuntos Sociales, Madrid, 2001. 31 Este Régimen se aplica a los ciudadanos comunitarios y a sus familiares directos no comunitarios (cónyuge, hijos
o nietos, padres y abuelos) que tienen derecho a la libre circulación, libre establecimiento. libre trabajo y libre
reagrupación de otros parientes en España. 32 Durante 2006 hubo 5.297 solicitudes de asilo y se resolvieron favorablemente 168 (3,9% de las solicitudes). De
las solicitudes, el 70% correspondían a los procedentes de cinco países: Colombia (2.239), Nigeria (632), Marruecos
(281), Costa de Marfil (236) y Argelia (230); y de las resoluciones favorables, 40 eran de Colombia, 16 de
Venezuela, 14 de Bielorrusia, 12 de Irán y 10 de Guinea Ecuatorial y de Paquistán. OBSERVATORIO
PERMANENTE DE LA INMIGRACIÓN, Anuario de extranjería e inmigración 2006, en www.extranjeros.mtas.es. 33 A 31 de marzo de 2008 estaban vigentes 42.878 tarjetas de estancia por estudios, de las que el 53,5% correspondían a mujeres. Mas de la mitad precedían de América Latina (27.185), seguida de africanos (5.454),
asiáticos (5.013) y de América del Norte (3.398). MINISTERIO DE TRABAJO E INMIGRACIÓN, en
www.extranjeros.mtas.es. 34 Ver OBSERVATORIO PERMANENTE DE LA INMIGRACIÓN, Boletín estadístico de extranjería e
inmigración, Nº 15, enero de 2008.
79
restricciones en España con derechos equivalentes a la población nativa, razón por la que a veces
se producen trampas, como matrimonios de conveniencia con un español o española, para poder
acceder a dicho Régimen (“era la única manera de evitar esos rollos”):
“- (Mujer colombiana) Sacar la residencia por el Régimen Comunitario facilita totalmente las cosas. Yo llevaba cinco años y lo estuve intentando todo, por arraigo y por todo. Y nada, me
dijeron que lo más fácil era casarme (con un español), que era la única manera de evitar esos
rollos… es automático y obtienes los mismos derechos, o sea, si el Régimen general te condiciona un montón, que si sacarse el permiso, que si tienes que estar cinco años pendiente de
tener contrato, que tienes que trabajar, que tienes… En el caso de casarse ¡no es así!
- (Mujer argentina) Pero el romanticismo y el amor mueren también. Es una pena (risas)” (GD17).
Los solicitantes de asilo agradecen al gobierno el apoyo prestado en su primera etapa de
estancia en España (“el gobierno ha sido muy amable, nos han tratado bien y nos han dado techo
y comida”), pero plantean dos quejas: en primer lugar, que no les dejen trabajar durante los dos
años que suele durar el trámite de la solicitud; en segundo lugar, que se apliquen criterios
demasiado estrictos para reconocer el estatuto de refugiados, lo que origina una proporción de
concesiones inferior al 5% de las solicitudes. La prohibición de trabajar les parece algo injusto
(“esa ley es una pasada”), sobre todo para aquellos asilados con escasos recursos que salieron de
su país con el objetivo de trabajar y enviar remesas a sus familias de origen, lo que les induce a
buscar empleos en la economía sumergida:
“- (Hombre colombiano solicitante de asilo) A Colombia no podemos volver. Nos han brindao el techo y la comida en un albergue, y tenemos que esperar 6 meses para buscar un trabajo ya que
estamos sin plata, sin nada hemos venido para luchar y salir adelante. (…) Llegamos al aeropuerto de Madrid sólo con el pasaporte. En la aduana la policía nos recibió muy bien, en
inmigración nos atendieron bien y de ninguna manera nos trataron mal. Estamos muy
agradecidos con el gobierno de acá de España, que han sido muy amables, nos han tratado bien, nos han dado techo, comida y eso es muy importante. Después, más tarde, a ver si tenemos
trabajo…
- (Hombre de Costa de Marfil solicitante de asilo) Estamos agradecidos al gobierno español por
lo que ha hecho por nosotros, los africanos que estamos en España. Y pedimos disculpas al gobierno, a la vez que le pedimos papeles para poder trabajar aquí… (porque) en mi opinión esa
tardanza (en darles la posibilidad de trabajar) te legitima para trabajar porque me parece una
pasada estar dos años esperando ” (GD8).
En cuanto a la baja proporción de concesiones de asilo, además de criticar la exigencia de
“pruebas fehacientes” cuando la mayoría tuvo que salir con lo puesto y no cuenta con testigos
directos en España, se sospecha que existen otros motivos no conocidos (“a cualquiera no se lo
dan, no se sabe por qué”). El resultado final para la inmensa mayoría de solicitantes de asilo es
su paso al estatus de “indocumentados”, a la espera de poder tramitar el Régimen General por la
vía del arraigo o bien buscar algún atajo para acceder al régimen comunitario o tener la suerte de
80
que se produzca una regularización extraordinaria. Esta espera, hasta que se consiguen los
papeles, se describe como muy difícil (“jodida… con miedo… sin papeles es muy duro encontrar
trabajo, todo el mundo te rechaza…”):
- (Mujer colombiana a la que se ha denegado el asilo) “Yo salí obligada y pedí asilo, pero después de dos años de espera no me lo dieron… al noventa y nueve punto nueve por ciento no se lo dan,
¿por qué?: por lo que me dijeron en la denegación: que no se justificaba lo que decía, o sea, que no había pruebas. Yo conté lo que había pasado, lo que pasaba realmente y, aún así, ellos… Es
muy difícil, a cualquiera no se lo dan, no se sabe por qué… Ahora estoy jodida… haciendo la
apelación a ver qué pasa. Hay que esperar. Antes no vivía con tanto miedo como ahora, me da mucho miedo salir… sin papeles es muy duro encontrar trabajo, todo el mundo te rechaza…
Hay que luchar a base de bien… Lo tengo jodido, mal, porque o me tengo que casar con un
español –y yo no me quiero casar, eso lo tengo claro- o tengo que esperar un año más para coger
el permiso por arraigo, así que a esperar. Y mientras estoy apelando… lo bueno sería que hicieran una regularización… cuando yo llegué estaban en eso” (GD8).
El problema de los papeles se presenta sobre todo para los inmigrantes no comunitarios
que tienen que recurrir al Régimen General y que, debido a las restricciones de la política
migratoria española, se ven forzados a residir y trabajar sin papeles, con la expectativa de
conseguirlos una vez establecidos y empadronados. El empadronamiento en los ayuntamientos
es relativamente fácil para los inmigrantes sin papeles que lo consideran, cada vez más, un paso
“imprescindible” para asentarse en España. En varios momentos de nuestros grupos de discusión
se alude a un problema de sobrerrepresentación de los Padrones municipales, tanto por abusos de
los Ayuntamientos (interesados en aumentar el número de habitantes para acceder a más
recursos) como de los propios inmigrantes, que apuntan a personas que no habitan en la vivienda
o no se dan de baja una vez que se van, etc., e incluso por la dificultad de “desempadronarse”
cuando se necesita viajar al país de origen y obtener el visado de entrada para solicitar el permiso
de trabajo.
Como ya hemos avanzado, y se ampliará en el próximo capítulo, la estancia en España sin
la documentación requerida representa para muchos inmigrantes una etapa complicada y que
puede durar bastantes años, en la que no están garantizados los derechos básicos de la persona
empezando por la propia seguridad (miedo a ser detenidos y expulsados del país), los abusos
laborales (frecuente explotación en empleos sumergidos), el hacinamiento en la vivienda y la
incomprensión y el rechazo social de una parte de la sociedad española, en especial hacia los
procedentes de países de mayoría islámica o que presentan rasgos fenotípicos o culturales
diferenciados (subsaharianos, amerindios, gitanos, etc.).
81
Lo más difícil es conseguir los primeros papeles (“se te hacen un mundo”). Se considera
que los “engranajes” para legalizar son “kafkianos”, con “mecanismos horribles que te hacen
acumular odio” y “hacen que no fluya la cosa”. El inmigrante se ve “atrapado en esa red”, con
“filas interminables” y acoso policial (“están yendo a por nosotros”). Tanto si vas de paseo como
si estás en el trabajo la policía pide papeles (“venga, ¡papeles!”), produciéndose detenciones y a
veces órdenes de expulsión, con la complicación que supone contratar y pagar a un abogado.
Muchos inmigrantes sin papeles están atemorizados (“salimos con miedo… no podemos trabajar
bien”) y en general hay consenso en que “en lo de legislar España no está a la altura” y debería
“mejorar el sistema”:
“- (Hombre cubano) Los sistemas para conseguir los papeles son kafkianos. - (Mujer argentina) A eso me refería yo, en lo de legislar España no está a la altura… Eso diez
años atrás ¡vale!, cuando venían cinco gatos locos, pero ahora ya no, ahora ya esto cambió, viene
mucha más gente de muchos más lados y otro tipo de gente, entonces tendrían que mejorar el
sistema… porque es kafquiano. - (Hombre cubano) Y los engranajes para legalizar eso son… Es lo que ella decía… Por ejemplo,
un extranjero que va a hacer un trabajo que un español no quiere realizar, y tiene que regresar a su
país y en la embajada española hacer ese contrato legal… Son unos mecanismos horribles, que te hacen acumular odio. (…) Son engranajes bastante kafkianos, que no hacen que fluya la cosa, y
entonces el inmigrante se ve atrapado en esa red… filas interminables… ¡en Cuba sabemos
mucho de eso!” (GD17).
“- (Hombre boliviano) Ahora la policía está controlando más, está agarrando más gente en la calle, están yendo a controlar más a las construcciones y también están yendo al campo porque
el caso de algunos amigos que estaban trabajando en media cosecha, llegó la policía: ’venga,
¡papeles!, ¡arriba!, ¡vamos!…’. O sea, ahora sí, la cosa ya está un poquito más grave… En cuestión de papeles, legalizaciones y todas esas cosas, a los ilegales les va mal porque usted se va
de paseo y la policía: ‘venga, ¡papeles!’. ‘No’. ‘Pues vamos a dar un paseo…’. Ese es el caso,
que mayormente tenemos un poco de miedo, ése es el motivo de que las cosas están yendo ahora
un poquito mal, están yendo a por nosotros que no llevamos los papeles. Y salimos con miedo, con temor, no podemos trabajar bien… Y aquí en Murcia estamos mejor que en Madrid o en
Barcelona o en Valencia, la policía allí controla más que aquí en Murcia, eso es lo que me han
comentado algunos amigos que están por allá” (GD4).
“- (Hombre paquistaní) Cuando dan la carta de expulsión, tienes que dejar el país y no te queda más remedio que contratar a un abogado, de esos abogados que de alguna forma nos ayudan u
orientan: ‘oye, ¿qué se puede hacer frente a este aviso de expulsión?, ¿qué debo hacer’” (GD5).
La lucha con la burocracia se mantiene mientras duran los permisos temporales (primera
y segunda renovación, de dos años de duración cada uno), hasta que se obtiene el permiso
permanente o la nacionalidad española35. El ritual de los papeles, o “fetichismo de los papeles”
35
A 31 de diciembre de 2007 había 322.000 extranjeros con permiso inicial (de un año), 873.000 de primera
renovación, 272.000 de segunda renovación y 852.000 permanentes. El mayor número de primera renovación
incluye a los extranjeros que se acogieron al proceso extraordinario de normalización de 2005. Por otra parte, en
2006 se registraron 62.339 concesiones de nacionalidad por residencia, de las que el 83% corresponden a los
82
en expresión de Liliana Suárez36, tiene su punto de inflexión al cabo de este plazo de cinco años,
a partir del cual se produce la apertura de una nueva etapa, una vez superado lo más duro de la
asfixiante tutela administrativa (incluso la nacionalización requiere muchos trámites).
Como se trata de permisos individuales, las familias se quejan del tiempo y el dinero que
han de emplear para tramitar los papeles de ellos y de sus hijos (“cada cosa nos cuesta mucho
dinero”), así como de la lentitud de los procesos de reagrupación familiar (“ya estamos
aburridos”), los casos de denegación y vuelta a empezar (“hacer colas otra vez y otro año
esperando”), etc.:
“- (Mujer brasileña) Sacar los documentos es horrible, ¡horrible! Cuando tuve que renovar la tarjeta, que me había vencido, tuve que llegar a la extranjería a las tres de la mañana y tenía
treinta personas delante… ¡treinta personas a las tres de la mañana!, pues dormida en la cola. Para
nosotros los inmigrantes, un documento aquí es horrible, ¡horrible!
- (Mujer ecuatoriana) Nosotros cada año tenemos que estar cuatro meses sacando papeles… ya estamos aburridos también, o sea, podía ser como en otros países para diez años, pero aquí cada
año, cuatro meses… de nosotros y hasta de los hijos. Mis hijos tenían para un año, ya los he
presentado, no sé para qué tiempo les saldrán, y saca de la mayor, saca de la otra y dinero para Ecuador porque tiene que venir lo de la partida de nacimiento con un sello de Ecuador, y otra
vez… ¡que gastamos mucho en eso! Cada cosa nos cuesta mucho dinero. Una partida de
nacimiento cuesta mucho dinero” (GD15).
“- (Mujer peruana) Sabe lo que pasa, que hay mucha gente que ha pedido papeles y se los han denegado y eso tarda un año o año y medio o dos años y luego tienes que volver otra vez a
intentarlo. Mucha gente se pasa el tiempo esperando y al final no tienen nada. Y hacer colas para
el tema otra vez y otro año te tiras esperando” (GD2).
Ante “la cuestión de los papeles” la postura que adoptan los migrantes varía mucho de
unos casos a otros dependiendo de su posición ideológica, el estatus económico-profesional y la
experiencia particular que cada persona ha tenido en materia de documentación.
Desde la posición de repliegue defensivo lo que prevalece es el derecho del propio grupo
a sobrevivir, algo que se coloca por encima de las prescripciones de los estados, sea éste el de
origen o el de destino. En cambio, desde la inserción subalterna se otorga primacía al orden
estatal y, en principio, se considera que lo adecuado es emigrar con los papeles en regla. En el
primer caso, no se niega que la documentación sea importante pero se le otorga una función
procedentes de siete países: Ecuador (19.477), Colombia (12.720), Marruecos (5.960), Perú (4.713), Argentina
(3.536), República Dominicana (2.805) y Cuba (2.703). OBSERVATORIO PERMANENTE DE LA
INMIGRACIÓN, Anuario de extranjería e inmigración 2006, en www.extranjeros.mtas.es. 36 Ver SUÁREZ, L., “Inmigración: irregular, regularizaciones y efectos en la identidad de los inmigrantes”, en II
Congreso sobre la Inmigración en España, Madrid, 2000.
83
instrumental o utilitaria (se gana tranquilidad, se accede a servicios y prestaciones, etc.); en el
segundo, los papeles son esenciales ya que sin documentación (reconocimiento estatal) se borra
la identidad social (“como si no existieses”) y el sujeto se invisibiliza (“no tocar, no mirar
nada… no llamar la atención”) y, de alguna manera, se siente culpable (“pedimos disculpas al
gobierno”). Los migrantes sin papeles han cometido una falta que están dispuestos a reparar: a
cambio de la gracia de los papeles, hacen la promesa de “comportarse correctamente”, adaptarse
a las normativas españolas (asimilación) y ser buenos trabajadores que contribuirán a la riqueza
del país con sus cotizaciones:
“- (Hombre paquistaní) Sin papeles, de alguna forma, es como si no existieses… Por la calle voy tranquilo: no tocar nada, no mirar nada… Espero que cambie la situación en el momento que
tenga papeles” (GD5).
“- (Hombre de Ghana) El gobierno debe justamente hacer algo después de esto y entonces darnos los papeles legales… y entonces nosotros pagaremos impuestos, porque si no los países se van
para abajo, y podremos vivir, podremos comer… Pero no podemos hacer nada sin la ayuda del
gobierno. Por eso yo llamo para que el gobierno nos ayude a nosotros en esto que necesitamos”
(GD3).
“- (Hombre de Costa de Marfil) Estamos agradecidos al gobierno español por lo que ha hecho por nosotros, los africanos que estamos en España. Y pedimos disculpas al gobierno… Uno tiene que
comportarse correctamente y no abusar del sitio donde está. No puede dedicarse a robar y tal. Entre los que vienen hay de todo pero nosotros tenemos un planteamiento claro: lo que queremos
es documentación para poder trabajar y desarrollar un poco nuestra vida” (GD8).
Un sector de los emigrantes españoles, desde la perspectiva del retorno, recuerda que en
su época fueron mayoría los que salieron de España sin papeles (“era una inmigración masiva”)37
y pide comprensión hacia los actuales inmigrantes a los que les pasa lo mismo (“si hay
necesidad, tienen que salir”). Se apunta a una especie de ley general de la historia humana
(emigrar para sobrevivir: “mis abuelos se fueron a cuba sin nada en el bolsillo… mis tatarabuelos
emigraron de España a Argentina”), frente a otro sector de retornados que recuerda que ellos
emigraron con un contrato en regla y que lo mismo debe exigirse ahora (“como tiene que ser”):
“- (Emigrante español retornado de Suiza) Mi vida en Suiza al principio con muchas dificultades, yo fui uno de los emigrantes que marcharon allí por las buenas. En el cincuenta y nueve no exigían contrato de
trabajo, yo cogí una maleta de aquellas que salen en las películas casi atadas con cuerdas, no estaba atada
37 Entre 1950 y 1975 emigraron a América algo más de 800.000 españoles, pero el principal flujo, de alrededor de
dos millones de trabajadores, se orientó en esa época hacia los países del centro de Europa que se encontraban en un
proceso de reconstrucción económica después de la Segunda Guerra Mundial. En contra del mito franquista de la emigración asistida, la emigración irregular (entonces llamada “no asistida”) superó casi todos los años el 50% del
flujo migratorio hacia Europa. Ver BABIANO, J. y FERNÁNDEZ, A., “El fenómeno de la irregularidad en la
emigración española de los años sesenta”, en Documentos de Trabajo de la Fundación 1º de Mayo, Madrid, 2002; y
SANZ, C., “Clandestinos”, “Ilegales”, “Espontáneos”… La emigración irregular de españoles a Alemania en el
contexto de las relaciones hispano-alemanas, 1960-1973, CEHRI, Madrid, 2004.
84
con cuerdas pero casi. Y entonces pues fui allí, entré por la aduana y me dijeron que cómo iba, yo dije: ‘de
turista’ y entonces pues nada... A mí lo que me interesa es lo que he discutido muchas veces con gente, que
dicen que aquí vienen sin papeles. Allí también íbamos sin papeles, allí nadie íbamos con papeles. Es que
íbamos todos… la mayoría íbamos sin papeles, estoy hablando de los años sesenta. Después se puso un
poquito más difícil, pero al principio, el año 59, 60, 61, eso era… era una inmigración masiva. Pero
¡nadie!, es que el uno por ciento -por decir algo- era el que llevaba contrato… Alemania, Bélgica, Holanda,
en todos los lados era igual. Había mucha demanda de trabajo ¿eh? Por eso, cuando dicen: ‘es que vienen
sin papeles’… Si hay necesidad, ¡tienen que salir!
- (Emigrante español retornado de Alemania) Lo que pasa que es que yo he sido emigrante, he estado en
Alemania cinco o seis años, yo cuando me fui allí me tuve que ir con un contrato, fui con un contrato y allí
pues las cosas…, según yo las veo, no digo que fuera…, lo que pienso para mí, que eran ¡como tenían que ser!” (GD20).
Para la posición subalterna los papeles son el camino para la inserción social en España
ya que desde ese momento las personas se encuentran cubiertas por la tutela estatal (“con papeles
hay futuro”), aun cuando ello sea con un estatus diferenciado e inferior al de los nacionales. La
obtención de los papeles supone un punto de inflexión entre la esclavitud/invisibilidad/muerte y
la liberación/trabajo/bienestar. En cambio, desde la posición mercantil-competitiva no se
considera necesario tener papeles “para llegar a estar bien”; es más, se considera que tales
papeles pueden ser un estorbo, por lo que cuesta conseguirlos y por la regulación excesiva a la
que te someten (“te obligan a cotizar a la Seguridad Social”). Se refieren experiencias de haber
conseguido los papeles y “seguir todo igual” (menor salario y más horario que los españoles) y,
en cambio, no tenerlos y ser capaces de exigir los mismos derechos que el resto de trabajadores
(pago de horas extra y vacaciones). El centro de gravedad se pone ahora en el trabajo y la
capacidad de competir (“el carácter de la persona”), lo que se considera mucho más importante
que los papeles para integrarse en España (“si no encuentras trabajo, ¡cómete los papeles!”).
Además, los empresarios utilizan a veces los papeles para chantajear a los inmigrantes
prometiéndoles cosas que luego no cumplen:
“- (Hombre argentino) Hay trabajo, hay trabajo, lo que pasa que al no tener papeles, es un poquito más difícil…
- (Mujer colombiana) Pues para las condiciones de trabajo que yo tengo después de conseguir los papeles, es mejor no tener papeles, sin preocuparte y sin pagar la Seguridad Social.
- (Hombre argentino) no teniendo papeles no hay curro y luego te desmoralizas… porque yo
ahora, con papeles, puedo buscar otra clase de trabajo.
- (Mujer peruana) Yo tengo un amigo que es cerrajero y lleva cinco años aquí sin papeles. El va, hace su trabajo y exige su sueldo y sus horas. Sabe lo que hace, él busca su trabajo y exige. Yo
creo que también depende un poco del carácter de la persona, que realmente valores tu trabajo,
eso influye mucho” (GD2).
“- (Hombre marroquí) Mucha gente dice que una vez que tenga los papeles ya hará de todo, que eso es la gloria del mundo, pero si no encuentras trabajo ¡cómete los papeles!... a lo mejor te
tiras cuatro o cinco meses trabajando y, si te toca hacer los papeles, te echan fuera. Hay
empresarios que abusan de los sin papeles” (GD9).
85
Desde la posición crítica-instituyente se plantea que todos los seres humanos deben tener
igual dignidad, sean españoles o inmigrantes. Un principio que no se respeta cuando se explota a
los trabajadores, sean éstos nacionales o extranjeros, o cuando se priva de derechos a una parte
de ellos por ser inmigrantes. Este discurso se sitúa en las antípodas de la posición subalterna, al
reclamar la libre movilidad sobre el planeta, en contra del recorte de ese derecho por parte de los
Estados (“papeles para todos”) y la necesidad de movilizarse colectivamente (“nos callamos
mucho…”) por la justicia y contra cualquier tipo de abuso o trato discriminatorio entre personas
(“las personas no son una cosa”):
“- (Hombre senegalés) Lo primero papeles para todos porque si yo no estoy bien ahora, puedo ir a otro sitio a buscar trabajo, pero si no tienes papeles ¿cómo puedes ir a otro sitio para buscar
trabajo? (…) Yo para mí todo el mundo tenía que tener papeles, ¿sabes?, porque las personas no
son una cosa que no tiene papeles, ¡no!
- (Hombre gambiano) Por mí, prefiero también papeles para todos (risas)… porque una persona que no tiene papeles, ¿cómo puede vivir?” (GD9).
“– (Mujer ecuatoriana) Ése es un gran problema, porque puede que tengamos la culpa también nosotros que a veces nos callamos mucho… porque como somos un poco callados, lo dejamos, lo dejamos, lo dejamos todo y así no conseguimos nuestros derechos” (GD10).
6.4. La reflexión sobre los orígenes del ciclo migratorio
Hasta aquí hemos recogido las diversas circunstancias que motivaron la decisión de
emigrar, la primera etapa de estancia en España y el problema de “los papeles”, tal como son
recordadas por los migrantes presentes en España que han participado en nuestros grupos de
discusión. Con el paso de los años, la reflexión sobre esos acontecimientos tiende a inscribirse en
una lectura más global sobre la sociedad en general y sobre las lógicas que presiden los flujos
migratorios internacionales. El Cuadro 6 resume estas interpretaciones que, como puede
observarse, están estrechamente ligadas a las posiciones discursivas recogidas en el capítulo
primero:
En la posición A del cuadro situamos a quienes consideran la experiencia migratoria como
algo propio del grupo de referencia en el que se sienten inscritos, sea éste la comunidad
étnica, cultural o religiosa de origen, o simplemente los parientes, paisanos y amigos
próximos con los que se ha compartido el proyecto migratorio (arraigo). Esta pertenencia
grupal proporciona seguridad y apoyo material, pero también tiene una naturaleza simbólica
86
y emotiva, en el sentido de que confiere una identificación grupal a sus miembros (el
indígena boliviano sólo se siente reconocido como igual por “los suyos”; el joven paquistaní
muestra buena cara ante los españoles pero “por dentro” se junta con sus paisanos para
“llorar penas”. Esta identidad tiende a sobredimensionarse y lo micro se vuelve marco de
referencia principal de la propia biografía. No es que se niegue que la sociedad política, el
mercado de trabajo o las instituciones y movimientos sociales en general influyan en la
propia vida, pero se consideran algo exterior, que no pueden controlar, como si se tratase un
fenómeno meteorológico o una fatalidad. Sin embargo, tal exterioridad constituye con
frecuencia una amenaza de la que hay que precaverse y que es preciso sortear en caso
necesario38
.
La decisión de emigrar, en particular, fue una estrategia “heroica” para superar una situación
crítica del grupo familiar o la comunidad étnica de referencia, y lo mismo ocurre con el
repliegue que se adopta en el país de destino a fin de mantener la propia identidad social y/o
eludir la exclusión legal, la explotación económica o las actitudes xenófobas de la sociedad
mayoritaria, sobre todo en la primera etapa del proyecto migratorio. Será precisamente a
medida que se vayan superando tales obstáculos y el inmigrante se sienta mejor aceptado por
la población nativa, cuando se pueda evolucionar hacia otras posiciones de mayor
integración. Pero puede ocurrir también una transformación en sentido inverso: personas
situadas en otras posiciones que involucionan y se repliegan defensivamente sobre el propio
grupo de referencia ante la falta de funcionamiento –o el funcionamiento excluyente- del
Estado, del mercado o de los proyectos políticos (regresión).
La posición C interpreta las migraciones internacionales en clave estatal (orden): se emigra
desde Estados con “mal gobierno” que no cumplen su papel de asegurar la cohesión social y
el desarrollo de la riqueza del país (“emigré, como muchos, por el mal gobierno de mi país,
es la realidad”, GD15). Se alude a muchos factores determinantes de ese mal gobierno:
corrupción de las élites dirigentes; prestaciones insuficientes en materia de salud, educación,
pensiones, protección del desempleo, etc.; falta de regulación laboral, etc.
38 La cohesión y la fuerza de los grupos sociales adscriptivos no se basan en reflexiones teóricas ni en razones
coyunturales sino en el sentimiento de fusión grupal (fratria) que coexiste con el principio de encuadramiento
(jerarquización). Es la fuerza de la “masa”, en expresión de Canetti, que lo mismo que les lleva en nuestro caso a
emigrar para sobrevivir, se puede orientar–en otras circunstancias históricas- a una estrategia de expansión y
dominio. Ver CANETTI, E., Masa y poder, Alianza-Muchnik, Madrid, 1981. 2 tomos.
87
En el país de destino, la instalación de los migrantes se interpreta también en clave estatal y
se hace depender de la adecuación y eficacia de las políticas de integración promovidas
desde el gobierno, tanto en referencia a las políticas específicas de inmigración como a las
generales de cohesión social. Si estas políticas son insuficientes, los migrantes situados en
esta posición reclamarán, en primer lugar, más Estado (papeles, políticas sociales y
regulación del mercado de trabajo para que no se cometan abusos, pero también más control
policial y de fronteras de manera que el flujo migratorio sea ordenado y no perjudique ni a la
población nativa ni a los inmigrantes ya asentados). En segundo lugar, si persiste la
sensación de desprotección por parte del Estado, al que se considera principal responsable de
los problemas padecidos, puede surgir el deseo de retornar al país de origen o de emigrar a
un tercer país, o bien dar lugar a un repliegue defensivo de los migrantes sobre sí mismos, tal
como vimos en el capítulo 2 (confluencia con la posición A), así como también una fuga en
dirección competitiva-meritocrática (B) o populista-progresiva (D).
La posición B explica las migraciones internacionales como resultado del libre mercado
mundial, es decir, del cálculo racional a nivel individual-familiar con vistas a maximizar los
ingresos por el trabajo, ya sea desde la posición empresarial (sector minoritario de la
inmigración en España) o como asalariados (progreso). Estos últimos comparan el “sueldo
base” de cada país (Colombia, 120 euros al mes; Ecuador, 80; Bolivia, 90; Eslovaquia, 200;
Rumania, 180…; España, ¡900!) para llegar a la conclusión de que en España “ganas más”,
lo que justifica la migración. Los empresarios, en sentido inverso, calculan dónde pueden
obtener un mayor rendimiento y orientan su inversión hacia Europa del este, Tailandia o
China (“los chinos se harán dueños al final”). La perspectiva general es que el libre mercado
del capital y de la mano de obra es la mejor fórmula para asegurar el desarrollo y conseguir, a
largo plazo, el equilibrio económico entre los países (legitimidad de los medios). Desde esta
posición ideológica se establece una cartografía mundial en función de las ventajas y riesgos
económicos de cada país:
Los países ricos (Estados Unidos, Unión Europea…) ocupan la mejor posición y
son el principal lugar de destino de las migraciones internacionales.
África se encuentra en el peor lugar del ranking: “en Europa hay pobres, en África
te mueres”.
88
En posición intermedia están Asia y América Latina: “no es lo mismo África que
América Latina, donde están mal pero la gente come. En África la gente no tiene
nada y les pasa de todo: el sida, que viene un ciclón o que un volcán… ¡es que lo
tienen todo los pobres!”.
Los países del este de Europa se sitúan en un proceso de transición, a medida que
van accediendo a las ventajas que representa la adhesión a la Unión Europea.
Tal como ocurría con la posición anterior, se producen fugas y mezclas o alianzas con
otras posiciones ideológicas, sobre todo cuando los migrantes no tienen recursos ni
igualdad de oportunidades para competir libremente en el mercado; el sueño de la
emigración, alimentado por los migrantes “ricos” que vuelven de vacaciones a su país, se
enfrenta a veces con la cruda realidad de la precariedad laboral y la exclusión jurídica y
social, sobre todo en la primera etapa de asentamiento (“muchos tienen sueños que no
pueden realizar, porque vienen engañados… yo, por ejemplo, fui uno de ellos”). Se
recurre entonces al repliegue defensivo (A), a la regulación protectora del Estado (C) o
bien se plantean críticas y propuestas de signo alternativo (D).
La posición D recoge a quienes consideran que las migraciones Sur-Norte responden, en
el fondo, a las desigualdades internacionales generadas por una relación histórica de
poder y explotación que tuvo su precedente en la época colonial (“han estado chupando
de esos países… y ahora pasan hambre”). Han venido a España por necesidad, no por
gusto (“yo nunca me habría planteado emigrar, estaría tranquilo en mi casa pescando, que
es lo que me gusta”). Estas reflexiones llevan a una condena del sistema capitalista (“el
capitalismo es un cáncer”) y de la jerarquización existente entre los estados, una de cuyas
manifestaciones es el blindaje de las fronteras con los países pobres y los conflictos
subsiguientes (“la Unión Europea se preocupa más por garantizar las condiciones de
transporte de los animales que por la situación de los africanos que llegan en pateras”).
Asimismo, se insiste en la legitimidad de los fines y se apunta la necesidad de
profundizar en la justicia económica desde una perspectiva de emancipación
transnacional-clasista (inmigrantes y nativos están igualmente explotados) y respetando
la libertad de los pueblos para decidir su destino sin injerencias externas (“los africanos
deben cambiar África”) (subversión). Se trata de posiciones que expresan los deseos y
89
expectativas de un sector minoritario de migrantes, descontentos pero inevitablemente
insertos y condicionados por las prácticas y discursos de las otras tres posiciones.
90
Cuadro 6
Interpretaciones generales sobre el origen de las migraciones internacionales
Buen súbdito (estado) Individuación Competidor eficiente (mercado)
Pop
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ierre
Su
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ón
a l
as
norm
as
C
Orden
Las migraciones tienen su origen en las limitaciones del orden estatal en los países
del Sur, responsable de proteger a los
ciudadanos. El Estado receptor debe
imponer la preferencia nacional pero
también proteger subsidiariamente al
recién llegado (advenedizo) y al instalado
(nuevo vecino), situándolos en la
condición de futuros “herederos” (de la
ciudadanía).
Si el estado receptor no responde a las expectativas, se producen quiebras que
llevan a fugas y pactos con otras
posiciones, o bien al proyecto de retorno.
B
Progreso
Las migraciones son resultado del libre mercado mundial en expansión, a partir del
cálculo racional de los costes-beneficios
(ventajas comparativas) para los agentes
económicos.
El fracaso del “sueño” migratorio (por la
sobredeterminación de la marca de
“extraños” que expulsa de la competencia),
especialmente entre los migrantes con
menos recursos, da lugar a fugas y alianzas
con otras posiciones.
Pop
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A
Regresión
Fuerza de los grupos sociales adscriptivos
que les lleva a emigrar para sobrevivir (y/o
expandirse) al margen de las lógicas estatal
o mercantil. Tratan de mantener la cultura
comunitaria de origen y/o la ilusión del
retorno (“nuestra tierra”). Para los sectores autóctonos regresivos, se trata de un origen
ilegítimo que hay que prohibir.
Esta posición se convierte en lugar de
refugio para migrantes frustrados de las
otras posiciones, que se repliegan ante la
falta de funcionamiento del estado, del
mercado o de los proyectos alternativos.
D
Subversión
Las migraciones Sur-Norte se deben a las
desigualdades internacionales generadas
por las relaciones de poder, dominación y
violencia (desorden mundial). Se critica el
papel jugado por las multinacionales y los
gobiernos de los países ricos, con la complicidad de las élites políticas del Sur,
y se enuncian propuestas (anómalas) de
emancipación transnacional-clasista.
El retraso o la sensación de impotencia
para cumplir el proyecto puede dar lugar a
fugas grupales regresivas o salidas
individualistas pragmáticas.
Endogrupo Grupalidad Exogrupo
Legitimidad mercantil-liberal (Primacía de los medios)
Legitimidad estatal (Preferencia del nacional)
Legitimidad etno-grupalista (Arraigo local-étnico)
Legitimidad proyectiva-utópica (Primacía de los fines)
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7. Relaciones sociales y modalidades de convivencia
Las relaciones de convivencia pueden ser definidas, en una primera aproximación, como
las imágenes mutuas, actitudes y comportamientos predominantes que se dan de hecho, y de
forma relativamente sistemática, en las interacciones cotidianas de los grupos y personas de un
determinado espacio social, en una situación histórica dada. En nuestro caso, nos basamos en el
punto de vista de la población inmigrante que reside en España, de la que queremos saber cómo
perciben su relación o trato con otras personas, en especial con la población nativa pero también
con los paisanos del mismo origen y con los extranjeros de otras nacionalidades. Tales
percepciones dependen de diversos factores, además del origen nacional, entre ellos el estatus
jurídico y económico-profesional de los hablantes, el tiempo de estancia en España y las redes de
relación existentes –en especial, las de parentesco-, el sexo y la edad de las personas, etc.
Factores que están tamizados, además, por las posiciones ideológicas desde las que los migrantes
entienden su instalación en el país y sus perspectivas de futuro.
7.1. La mirada de los nativos captada por los foráneos: marcaje y jerarquización
La categoría de inmigrantes (o “extranjeros” en la acepción impropia de personas que
proceden de otro país) ocupa un lugar central en los discursos analizados, por contraposición a la
población autóctona. Un “nosotros” (inmigrantes), primera persona del plural (sujetos
hablantes); y un “ellos”, referido a los nativos en tercera persona (sujetos ausentes de los que se
habla). La mirada del otro (de “ellos”) es una metáfora omnipresente en los textos analizados
que sirve también para establecer diferencias y jerarquías entre los migrantes:
“- (Hombre senegalés) Ellos nos ven a los africanos como si estuviéramos en otro siglo… si tú eres moreno lo tienes muy difícil” (GD3).
“- (Mujer ecuatoriana) En tanto cuanto nos vean como personas poderosas de consumo, trabajo y producción, somos los mejores… pero ya cuando empezamos a reclamar nuestros derechos…
- (Mujer boliviana) A nivel de discotecas, todavía existe cierta resistencia… Nos ven con la carita
que somos y nos dicen: ‘esto es de socios y no podéis entrar’, ¿eh?” (GD4).
“- (Joven estudiante eslovaca) Te miran como si fueras una chica de alterne. - (Joven estudiante cubana) Nos están mirando siempre de arriba abajo, como si fuéramos un
extraño… te miran diferente por el color de la piel” (GD7).
“- (Hombre marroquí 1º) Pero siempre te miran más abajo… es como si los inmigrantes llevasen un cartel, así, por detrás, que pusiera: ¡extranjero peligroso!
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- (Hombre marroquí 2º) Salen noticias de atentados… y entonces te miran de una manera…
¡como si tú también hubieses participado en ellos!” (GD9).
“- (Mujer marroquí) Una mirada mala de una persona… ¡a mí me afecta!” (GD11).
“- (Mujer argentina) Yo creo que a cubanos y argentinos nos aceptan mejor o que no te miran de costado… (Pero) si eres una persona con la tez más oscura o tienes rasgos indios…” (GD17).
Esta mirada de los nativos, tal como es percibida por los foráneos, produce una
jerarquización bastante tópica por países de origen, con imágenes y estereotipos que a veces
despiertan en los migrantes reacciones críticas e incluso airadas, sobre todo cuando les afectan
negativamente:
En el nivel superior están los ciudadanos comunitarios, definidos a veces como
“extranjeros”, frente a los “inmigrantes” que vienen buscando trabajo desde países más
pobres. No obstante, la imagen general positiva de los comunitarios no afecta por igual a
todos los países. Así, al referirse a una mujer búlgara, se dice que “aunque ya esté en la
Unión Europea, en el concepto de la gente seguirá siendo una inmigrante que viene a
trabajar” (GD14) o cuando se afirma que “los españoles piensan que Eslovaquia es un
país atrasado, que no tenemos nada” (GD7). Por tanto, habría una diferenciación entre los
antiguos miembros (15 países) y los correspondientes a las dos últimas ampliaciones
(donde se encuentran Eslovaquia y Bulgaria).
En un segundo nivel están los inmigrantes latinoamericanos y de países del este de
Europa. En el primer caso, debido a su proximidad cultural-lingüística y a los lazos
históricos con España; algunos países, como Cuba y Argentina parecen especialmente
valorados mientras aumenta la prevención hacia otros, por diversos motivos: Ecuador
(migración masiva), Colombia (tráfico de droga, corrupción política, guerrilla y
paramilitares…), Venezuela (inseguridad ciudadana y tensiones políticas), etc.; se alude
también al mayor rechazo que experimentan los migrantes de esos países que presentan
rasgos afro-americanos o indígenas (“nos ven con la carita que somos y dicen: no podéis
entrar”). En el segundo caso (europeos del este), se les considera próximos
fenotípicamente (blancos) y cada vez más próximos en lo cultural y político, aunque
hablen otros idiomas, a medida que se aproximan a la Unión Europea. Las excepciones a
esta buena imagen remiten a sectores específicos, como los “mafiosos rusos” o las
“mujeres traficadas” en redes de prostitución.
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En un tercer nivel se sitúan los inmigrantes asiáticos en general, de los que no se tiene
una imagen negativa pero tampoco especialmente positiva. En su opinión, el mayor
rechazo de la población autóctona se dirige a los jóvenes árabes (“muchos muy malos,
cogen cosas, se drogan, beben… y después de beber no se controlan”); ellos, sim
embargo, son respetuosos con las normas de convivencia. En varios pasajes hay
referencias al colectivo chino, al que se considera con tendencia a cerrarse en sí mismo y
sobre el que pesan más estereotipos negativos (desconfiados, vínculados con mafias,
etc.).
Por último, están los procedentes de África, tanto del Magreb como de los países
subsaharianos, que frecuentemente son “marcados” negativamente, como peligrosos en el
primer caso (sobre todo los jóvenes sin apoyo familiar), y como “salvajes” o poco
civilizados en el segundo. Los inmigrantes afectados por estos calificativos reaccionan
casi siempre a la defensiva y acusan a sus delatores de racistas e incultos.
7.2. La mirada de los foráneos sobre los nativos: tres perspectivas
Los migrantes dan mucha importancia al trato o acogida que la población española les ha
brindado desde que llegaron a España y, de acuerdo a sus planteamientos y diversas
experiencias, valoran la situación de maneras diferentes y tienen expectativas también distintas.
Podemos agrupar estas modalidades de trato por parte de los autóctonos en tres bloques: a)
quienes los consideran acogedores y abiertos en general; b) quienes los ven como distantes y
aprovechados; y c) los que les critican de racistas y culturalmente atrasados. Cada uno de estos
bloques presenta muchos matices, que describimos seguidamente.
a) Los españoles son acogedores y abiertos (“nos abren las manos”)
Esta opinión es defendida principalmente por los latinoamericanos y los europeos del
este, si bien señalan que también hay algunos españoles “malitos” que discriminan a los
inmigrantes. Se trata de sociedades relativamente próximas a la española, ya sea por los vínculos
históricos e idiomáticos (América Latina) o por los lazos político-geográficos (Europa del Este),
en especial los países ya ingresados en la Unión Europea. Estas condiciones facilitan la
comunicación y, sobre todo, reducen los prejuicios. También podemos incluir en este bloque a
minorías de inmigrantes de otras procedencias que, debido a los muchos años de estancia en
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España, a su estatus económico-profesional elevado o a otras razones, tienen un concepto
positivo y optimista del trato brindado por los españoles.
Hombres y mujeres latinoamericanos con menos de tres años de estancia en Madrid y la
mayoría sin papeles ofrecen una visión netamente positiva del trato recibido en la capital de
España: “Madrid atrapa”. Madrid es acogedora, se hablan “mil idiomas” y “a uno lo aceptan
como es”. La identificación puede llegar a ser tan grande que es “como si hubiera nacido aquí”
(disolución de la extranjeridad). No obstante, este buen trato se refiere a la vida cotidiana en la
calle, no en el trabajo, donde se aplica el criterio de la “preferencia nacional”, sobre todo para los
no documentados (“al final teniendo papeles tendremos los mismos derechos que un español,
excepto el voto”). Asimismo, se afirma que existen sectores minoritarios de nativos “con bajo
nivel cultural, bordes y muy cerrados” que desconfían de los inmigrantes y les discriminan
(“¡anda, la sudaca!”), pero son minorías con pocos estudios de áreas rurales atrasadas39
:
“- (Hombre argentino) Madrid es que lo integra todo bastante bien. Vienen de muchas nacionalidades y ningún problema. Madrid es más abierto, por lo que vi, que otros lugares, es
más como… te ayudan más a conocer, es como… no sé, no como el catalán que va como el
caballo, así, para adelante… Vas en el metro y son mil idiomas los que se hablan, o sea… mucha
gente de todos lados. Por eso me gusta mucho Madrid (…) - (Mujer colombiana) A mucha gente le gusta vivir aquí en Madrid, aparte de eso… Y cómo el
madrileño lo acepta a uno, no le pregunta de dónde eres o de dónde vienes, lo acepta como uno
es... - (Mujer peruana) El español sin estudios es de mente cerrada. Entonces tienen una mentalidad…:
‘¡anda, la sudaca! Y cuantos más estudios tiene, está demostrado que su mente es mucho más
abierta. Depende mucho de sus estudios. Tú llamas a un gallego por teléfono y te contesta qué sé yo… ¡un poco borde! Son muy cerrados, ellos de su cuadrado no salen, entonces… depende
mucho de dónde seas…” (GD2).
Los grupos realizados con mujeres latinoamericanas con más años en España (jefas de
hogar que trabajan en el sector servicios y madres reagrupadas con personas a cargo, incluida
una mujer hispano-hablante de la ex-colonia de Guinea Ecuatorial) hacen el mismo diagnóstico
de sus relaciones con los españoles en general: la mayoría son “buena gente” que “nos abre las
manos” (trabajo, casa, el mismo colegio a donde van sus hijos, etc.) aunque también hay algunos
“un poquito xenofóbicos” que rechazan a los latinos, lo mismo que a los marroquíes y a los
gitanos. No obstante, se considera que es preferible “coger lo bueno de ellos” y no fijarse en el
rechazo de algunas personas mayores, atrasadas y con prejuicios que “sueltan de todo” (“¡hay
que entenderlas!”):
39 Se menciona el estereotipo de los aldeanos gallegos y vascos apegados a su terruño y recelosos de los forasteros.
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“- (Mujer peruana) A mí me parece bien un intercambio cultural de tantas naciones y lo que todo eso da que aprender, ¿no? Eso a mí me gusta porque yo aprendo, por ejemplo, de una chica
rumana, de chicas polacas, incluso de la gente de aquí mismo cuando te cuentan de los pueblos de
España, la gente del sur o la gente del norte ¿no?, ¡ay!, ¡qué bonito! y empiezo yo a sacar mis conclusiones…
- (Mujer ecuatoriana) Pero no todas son igual ¿eh?, porque hay algunas personas que son, como
se dice, un poquito xenofóbicas, me parece. Porque yo vivo en Vallecas y cuando ven pasar, por ejemplo, a gitanas, marroquíes, que hay bastantes, y cuando empiezan ellas a pasar, ¡huy!, las
señoras empiezan a darlas… Entonces, yo digo, pero ¡caramba!, porque a veces sueltan de todo,
sobre todo las personas mayores más que los jóvenes…’estas inmigrantes…! Y cuando lo
comento con mi marido, me dice: ‘no te hagas caso, algunas son así’, pero ya está, ¡hay que entenderlas!” (GD10).
“- (Mujer guineana) Yo creo que los españoles hacen mucho, mucho, mucho para acogernos, ¿eh? Y muchos de nosotros que venimos de fuera no sabemos estar en nuestro sitio. Porque ellos nos
abren las manos, nos están acogiendo, tenemos trabajo, tenemos derecho a una casa y todo… Entonces nosotros tenemos que coger lo bueno de ellos, no sólo decirle al español: ‘racista y
España no sé qué…’ Si mi hijo va al mismo cole que el hijo de una española, o sea, si tengo los
mismos derechos…” (GD11).
Los europeos del Este, en general, se sienten acogidos aceptablemente por los españoles
(“gente tan buena y que se da a la amistad”), aunque de vez en cuando tengan que enfrentarse a
ciertos prejuicios (“dicen que todos los gitanos del mundo vienen de Rumania”). Se afirma que
“hay de todo, como en todos los sitios”, pero prevalece la idea de que “la mayoría de los
españoles son buenos” y “tienen mucha paciencia” a la vista del gran número de extranjeros
llegados en los últimos años (“toda la gente quiere trabajar aquí… no he visto ningún país que
aguante tanto”):
“- (Mujer rumana) Los españoles son… no sé, gente tan buena y que se da a la amistad… Hay de todo, como en todos los sitios, pero no sé… mi opinión es que tienen mucha paciencia con los
extranjeros. No sé, yo no he tenido una experiencia mala con los españoles, ¡jamás! Bueno,
depende de cada uno ¿no?, porque depende del carácter, si quieres provocar o no. - (Hombre rumano 1º) En la calle o entre los vecinos hay gente buena y los malitos, que no... Por
ejemplo, en mi barrio hay gente que por ejemplo me dice: ‘¡rumano!’. Y ya me voy.
- (Hombre rumano 2º) Es que tenemos fama de… nos ven más de gitanos, dicen: ‘¡todos los gitanos del mundo vienen de Rumania!’ y esas cosas. Pero no es verdad. Es lo que escucho, pero
no es verdad ¿eh? Y hay gente que eso le da igual y les gustan los rumanos, o sea, que la mayoría
son buenos. Para mí, creo que los españoles son mejor gente que los rumanos de aquí, porque aquí es que cambias; el aire de aquí es que es muy fuerte (risas)” (GD6).
“- (Hombre ucraniano) Yo veo que España es un país que aguanta… ¡madre mía! Ningún país trata a los extranjeros como España… Yo no conozco ni Italia ni Portugal, pero la gente viene y
viene y viene… toda la gente quiere trabajar aquí… no he visto ningún país que aguante tanto” (GD1).
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De forma minoritaria, inmigrantes africanos o asiáticos también tienen una opinión
positiva de cómo discurre su relación o trato cotidiano con los españoles cuando han logrado una
buena situación económica o después de haber pasado muchos años en España y haber
conseguido el reconocimiento de sus vecinos (“todo el mundo me saluda”). En el polo opuesto,
están los optimistas ingenuos que llegaron a España creyendo que era un “paraíso” y han
quedado desengañados:
“- (Hombre gambiano) “Después de 9 años aquí tengo amigos y todo va bien, tengo papeles para siempre y gracias a Dios estoy bien con los españoles y no me dan ningún problema… - (Hombre senegalés) Llevo 17 años en España y nunca jamás he tenido una palabra mala. Si me
dicen ‘hola’, ‘hola’ respondo. Todo el mundo me saluda, todos, todos porque me conocen todos.
Tú tienes que respetar y buscar siempre que no haya problemas” (GD9).
b) Los españoles son distantes y aprovechados (“van a lo suyo”)
Esta posición es la dominante entre los inmigrantes asiáticos y aparece también en
segmentos importantes de los otros colectivos, en especial entre los latinoamericanos y los
europeos comunitarios. Se considera que los españoles están a “lo suyo” y se relacionan
principalmente entre ellos, mientras utilizan a los inmigrantes en función de sus intereses, sobre
todo por las ventajas que acarrean en el plano económico; también hay nativos acogedores o
xenófobos, pero se trata ahora de casos más bien excepcionales.
Los asiáticos mantienen por lo general poca relación con los autóctonos o bien ésta es
superficial (“hola y adiós”), lo que se acentúa debido a barreras culturales e idiomáticas (esto
incrementado en las comunidades bilingües como Cataluña) o cuando el colectivo inmigrante se
repliega sobre sí mismo en el terreno laboral (economía étnica) y en sus relaciones de
convivencia y amistad. En este punto hemos detectado una diferencia significativa entre los
colectivos chino e indo-paquistaní. Los chinos tienden al repliegue porque consideran que abrirse
a la cultura española supone dejar de ser chino: la alumna china que es reservada con sus
compañeros (“casi nadie me habla”) como medida de autoprotección (“si hablas se ríen de ti… te
escupen o te dicen: ¡chinita, chinita!”) se contrapone a la que “siempre ha jugado con españoles
y no sabe hablar bien el chino” (no es verdadera china). En cambio, los indo-paquistaníes
consideran una gran limitación no poder conectar más fácilmente con los españoles (“todo bien
por fuera, pero por dentro te sientes muerto”), aunque esperan superar ese problema con el paso
del tiempo (“cuando tenga papeles estas situaciones se irán arreglando”). En compensación, pese
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a las diferencias y las guerras que han mantenido los dos países a lo largo de la historia, una vez
establecidos en España parecen relacionarse bien entre sí y se juntan “para llorar penas entre
todos”:
“- (Joven hindú) Las chicas españolas buscan a los chicos españoles. Muy poquito las chicas españolas van con chicos indios y pakistaníes. (…)
- (Joven paquistaní) Es un problema la relación. Yo voy con tres o cuatro amigos pero, no sé, va
todo bien por fuera pero por dentro te sientes muerto. Por fuera vas casi tan bien o igual que un español pero por dentro estás muerto. No tienes ganas, no tienes trabajo, te sientes muerto… hay
muchos problemas que no te dejan centrar en nada y te dificultan relacionarte con la gente… estás
preocupado por los papeles, por el trabajo, por la familia. Estas cosas poco a poco también te van afectando… Por fuera vamos muy bien, tal y cual, pero por dentro llevamos muchas cosas: ¿cómo
pago el piso? Muchas veces no llevas ningún duro en el bolsillo y estamos preocupados todo el
rato, ¿qué vamos a hacer? Nos juntamos con amigos para llorar penas entre todos… ¿qué hay
nuevo?, ¿qué se puede?, ¿qué no se puede hacer? Bueno, cuando tengan papeles también esas situaciones se irán arreglando” (GD5).
“- (Joven china) Cuando estoy en clase casi no hablo nada, cuando ellos dicen: ‘¿eres de China?’, pues digo sí con gestos. Es que si digo algo y no lo digo bien pues se ríen. En mi clase hay otra chica china, pero como hace mucho tiempo que está aquí pues siempre ha jugado con los
españoles y tampoco sabe hablar muy bien el chino, o sea, cada día pues me quedo allí sola, casi
nadie me habla, muy aburrida y no tengo ganas de estudiar. Cada vez cuando llega la hora de
estudiar, me empuja mi padre: “venga”. Y cuando llegas a la calle, como no sabes hablar nada, ¿no?, hay gente que te ha escupido o te dice: “china, china; chinita, chinita”. Esa palabra… no
sé, no me gusta oírla” (GD18).
Entre los latinoamericanos hay dos segmentos que podemos ubicar en esta posición. Uno
lo forman hombres y mujeres sin especial cualificación profesional (construcción, hostelería,
servicio doméstico…) que llevan poco tiempo en España y que se han encontrado con bastantes
dificultades para relacionarse con los nativos. En primer lugar, existen pocos espacios y poco
tiempo disponible para interactuar; en segundo lugar, se añora mucho la tierra que dejaron (“un
espacio tan querido… que parece que la tierra te sonríe”) y aquí lo que se encuentran son
personas “frías como muros de cemento” con los que sólo cabe una relación formal pero no de
amistad (“es muy difícil aquí encontrar alguien que realmente te aprecie o que te quiera”).
Sienten que los inmigrantes ocupan un segundo plano en todos los ámbitos y sólo se les valora
como mano de obra (“todo era trabajo, trabajo, trabajo”) o como consumidores (“en cuanto nos
ven como personas poderosas de consumo”); pero si reclaman sus derechos “vienen los
conflictos laborales y emocionales”:
“- (Mujer ecuatoriana) Las relaciones a nivel social eran sumamente limitadas. Nuestro entorno era: ‘¿cómo te va en tu trabajo?, ¿qué haces en tu trabajo?’. Todo era trabajo, trabajo, trabajo y
hablar en los locutorios… la sociedad en sí no te daba un espacio para alternar en otro tipo de actuación o participación ciudadana. Hasta el momento no se ven esos espacios de poder
interactuar socialmente, no los hay o son muy contados… Con los padres de familia de los niños,
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es difícil poder encontrar un punto de acuerdo en el que podamos dialogar y poder hablar… Con
los vecinos, claro, me llevo… pero una relación de amistad ¡no!, porque es muy difícil aquí
encontrar alguien que realmente te aprecie o que te quiera.
- (Hombre ecuatoriano) Claro que venimos sensibles… ¿por qué?: porque dejamos todo un espacio tan querido para nosotros que parece que la tierra nos sonríe y venimos acá y
encontramos cementos, muros, muros tras muros, muros tras muros y hasta las personas frías con
muros. (…) - (Mujer boliviana) “En tanto cuanto nos vean personas poderosas de consumo, pues entramos al
Corte Inglés y a todos los centros comerciales, y cuando nosotros podamos devolver trabajo,
producción… somos los mejores, los más buenos del mundo y todo eso. Pero ya cuando empezamos nosotros a reclamar nuestros derechos… vienen los conflictos laborales y
emocionales” (GD4).
Otro segmento de latinoamericanos, por el contrario, lleva bastante tiempo viviendo en
España y ha conseguido una notable inserción profesional, pero siguen echando de menos el
modelo de vida y de relaciones sociales de su país de origen. Aparte la xenofobia de algunos
nativos “incultos”, en especial personas mayores (“desde que han venido ustedes estamos así de
putos jodidos en España”), no les gusta el individualismo dominante en la sociedad española
(“cada uno va a lo suyo”) que se contrapone a la cultura más solidaria de sus paisanos (“tiramos
de la manta para caber todos”), por lo que piensan retornar a su país cuando hayan ahorrado
suficiente dinero o, a más tardar, cuando se jubilen:
“- (Mujer brasileña) Los españoles no se ayudan entre sí, nos ayudamos más nosotros que ellos entre ellos. Ellos no se ayudan, cada uno va a lo suyo y si a uno le va mal, a los demás les da
exactamente igual. Pero nosotros no: tiramos de la manta para caber todos y damos de comer al que lo necesita.
- (Mujer ecuatoriana) : “el otro día me dice un señor en un ascensor: ‘por estos, por estos estamos
así de putos jodidos en España’. Y yo, que que no me callo la boca, le digo: ‘a ver, ¿España antes era mejor?’, ‘ahora, desde que han venido ustedes, ahora todo está caro por su culpa”, le digo: ‘no
se exprese así’.
- (Mujer peruana) ¿A qué es jubilado, verdad?
- (Mujer ecuatoriana) Le digo: ‘señor, usted es jubilado ¿verdad?’, ‘sí, yo soy jubilado’, ‘¿usted ha visto en su nómina cómo le han subido el sueldo?, es gracias a nosotros, que estamos dando
más trabajo y su sueldo está subiendo’” (GD15).
Los jubilados comunitarios o de países más desarrollados en un pueblo turístico de la
costa alicantina y los estudiantes extranjeros de la Universidad de Valencia coinciden en que los
españoles en general no facilitan el acceso a una relación personal con ellos (“no nos dejan entrar
en sus grupos”). En su opinión, los compañeros estudiantes nativos o los alicantinos de la costa
viven encerrados en sí mismos, sin ofrecer al foráneo la oportunidad de introducirse en sus
círculos (“hay un límite que no se traspasa”). No se afirma que la comunidad valenciana sea
xenófoba sino que vive al margen o en paralelo con los extranjeros residentes, a diferencia de
otros lugares “cosmopolitas” como Madrid o Barcelona; un provincianismo que afecta también a
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los españoles de otras regiones que residen temporalmente en la comunidad por razón de
estudios o de turismo. Los residentes comunitarios y los estudiantes extranjeros no son
rechazados pero tampoco especialmente queridos (“en el fondo es no aceptarnos”). Algunas
anécdotas son muy expresivas, como la ya aludida de una señora suiza residente en la costa
alicantina que, cuando llegó al pueblo hace más de diez años, rechazó acudir al club suizo
porque quería integrarse con los españoles y ahora forma parte de la junta del club; o el
desencuentro entre el camarero español y una jubilada inglesa cuando ésta se esfuerza por
hablarle en castellano, idioma que ha estudiado con mucho esfuerzo, y el camarero le responde
en inglés. Los jubilados residentes son bienvenidos como consumidores y pagadores de
impuestos “pero, claro, España para los españoles”:
“- (Estudiante eslovaca) Cuando los extranjeros que somos de otros sitios y estamos aquí para mucho tiempo gastando un Erasmus… no nos dejan entrar en sus grupos, no sé por qué, pero es
así, y es como tenernos así, al margen. También tenemos amigos muy buenos, pero la mayoría es
así. (…) Si nos apuntamos a hacer juntos algún trabajo de clase, no hay problema, pero después no hablan con nosotros. No hablan con nosotros como amigos, para intentar la relación de
amistad, de cosas normales, nos miran como a unos extranjeros.
- (Estudiante brasileño) De todas maneras, yo creo que les pasa lo mismo a estudiantes de otras zonas de España que vienen a estudiar a la Comunidad de Valencia. Por ejemplo, yo tengo
amigos españoles que son de Asturias y del País Vasco, son de aquí también, pero son como
extranjeros en la Comunidad Valenciana. Bueno, yo expreso mi experiencia. Quizás es más por la
gente de aquí, entendiendo que ellos tienen aquí su grupo de amigos de toda la vida, ya cuando uno agarra veinte, veintidós años, veinticinco años, y toda la vida con sus amigos, entonces… es
complicado entrar así a su grupo” (GD7).
“- (Mujer suiza) Los españoles no se mezclan con los extranjeros o es muy difícil… - (Mujer inglesa) Pienso que en el fondo es no aceptarnos. Mira, somos bienvenidos a pagar los impuestos y todo, a ver todas las fiestas, pero, claro, España, para los españoles. (…) Mi español
no es bien. Pero es muy difícil hablar con los españoles porque es más fácil con ingleses,
franceses, alemanes y para mí hablar español es difícil porque soy vieja para hablar (risas). Por
tanto, voy a clases de español pero después de cuatro años es miserable. Quiero hablar español, pero no es fácil hablar español, no es fácil practicar. Por ejemplo para comer en un restaurante, yo
hablé en español con el chico y él me respondió en inglés” (GD16).
c) Los españoles son racistas y atrasados (“se nos cuestiona todo”)
Esta posición obtiene casi siempre el consenso entre los inmigrantes africanos, sean estos
magrebíes o subsaharianos, y también aparece esporádicamente en sectores minoritarios de los
otros colectivos. Para los magrebíes, tanto si llevan poco como mucho tiempo, los españoles les
han puesto en el punto de mira (“nos ponen a todos como objetivos”): encuentran más trabas que
los demás inmigrantes en el acceso al trabajo (“si eres árabe o marroquí, no te aceptan en los
100
trabajos”), les cuestionan todo y con frecuencia les piden una asimilación con la que no están de
acuerdo (“la integración que se nos pide se convierte en asimilación: cambiar lo que eres por
como se es aquí, te privan de tus raíces”). Reconocen, no obstante, que a ellos también les cuesta
comprender “algunas costumbres” de los españoles y que la inmigración ha crecido
“demasiado”, lo que incrementa la xenofobia. Se les acusa de estar detrás del aumento de la
delincuencia (“por la calle se apartan de ti por si les quitas la cartera”) y de quitar puestos de
trabajo y viviendas a los españoles. En definitiva, lo mismo que pasaba con los judíos en la
Alemania nazi, ellos llevan “un cartel que pone: extranjero peligroso”. Aún cuando se porten
bien, “hay que ser realistas” y saber que en el fondo “también entra el tema racial” y que “no te
van a querer por tu color, por tus ideas, por tus comportamientos, por muchas cosas”. Todas
estas acusaciones, azuzadas por los medios de comunicación (“que ha pasado esto, que ha
pasado lo otro”), les parecen injustas y llenas de prejuicios:
“- (Mujer marroquí) “Para los árabes no hay nada de trabajo, no sé, el racismo… Si eres árabe o marroquí no te aceptan en los trabajos… La vida es muy difícil aquí para mí” (GD12).
“- (Hombre marroquí 1º) “Nos cuesta a veces entender algunas costumbres de ellos y ellos de las
nuestras… Yo siempre he intentado llevarme bien con los vecinos pero últimamente se están
viendo muchas explotaciones… y nos ponen a todos como objetivos… salimos en los medios de
comunicación, que ha pasado esto que ha pasado lo otro, y entonces te miran de una manera
como si tú también estuvieras participando con ellos… Surgen problemas en el trabajo, en la comunicación, en el respeto, en la convivencia… La integración que se nos pide se convierte en
asimilación: cambiar lo que eres por como se es aquí, te privan de tus raíces. Entonces ya no
eres árabe, ni cristiano, ni musulmán ni nada. - (Marroquí 2º): Cuando yo vine hace 16 años había muy poca inmigración y ahora hay
demasiada. La verdad es así. Antes se veía al inmigrante de una forma, ahora se le ve de otra…
antes se veía muy bien al inmigrante, pero ahora se ve como que, no sé, que le quita el trabajo al
español. Hay amigos, hay compañeros pero siempre te miran más abajo. Por ejemplo, no dejan entrar a una discoteca, si te pillan por la calle se apartan por si les quitas la cartera… es como si
los inmigrantes llevasen un cartel, así, por atrás, que pone: extranjero peligroso. La mujer se
coge el bolso, el marido se cambia de acera… pero en el mundo hay buena gente y mala gente, ¡en todo el mundo!, entre los africanos también, pero lo mismo en España que en Marruecos o
Argelia.
- (Marroquí 1º) Se nos cuestiona todo: llevar barba, gorra, chándal… Hay gente que dice: ‘¿por qué no os integráis en el país?’, ‘¿cómo que no nos integramos?, ¡vamos limpios!’, ‘¡Este lleva
barba!’, ‘¿por qué lleva barba?’, si tú llevas gorro, ‘¿por qué llevas gorro?’. Pues mañana voy con
otro compañero y me dice: ‘cámbiate esto’ y el otro: ‘cámbiate lo otro’. Si cambias a una persona
de hoy para mañana, entonces esa persona no tiene raíces, siempre nosotros tenemos que guardar algo. ‘No, no, es que tú ya te has tomado un zumo, te tienes que integrar’. Digo: ‘a ver, ¿qué es
integrar?, ¿emborracharme?, es que no lo entiendo”. Y llega un momento en que dices: ¡hasta
aquí hemos llegado!, si hace falta tomar cerveza en vez de un zumo, pues entonces no me voy a integrar, eso lo tengo muy claro.
- (Marroquí 2º) También entra el tema racial, porque si una persona te ve de otro color o te ve de
otra manera… Hay gente que son racistas. Aunque te comportes bien con ellos, ellos no te van a querer por tu color, por tus ideas, por tus comportamientos, por muchas cosas. ¡Hay que ser
realista!” (GD9).
101
Entre los jóvenes musulmanes de segunda generación, procedentes de Marruecos o
Paquistán y reagrupados por sus padres cuando eran niños, hay acuerdo en que los españoles son
“raros” por su incomprensión de la cultura islámica y de costumbres ancestrales como el
ramadán o el pañuelo (“¡y llevamos 1.428 años!”). En especial, critican el racismo mezclado de
machismo que se ceba en las chicas musulmanas (“los chavales les tiran piedras y los mayores
les dicen cosas: ¿qué haces aquí con el velo?, ¡vete a tu país!”). La práctica de la religión, en su
opinión, “no tiene nada que ver con que estés en un país o en otro” y las actitudes xenófobas y
racistas sólo pueden explicarse por el atraso de muchos españoles que no están acostumbrados a
la inmigración y que, “como no han viajado… no tienen cultura” y no saben que en otras partes
del mundo hay otras razas y religiones:
“- (Mujer joven marroquí) Los españoles son un poco raros, porque decir que nosotros porque llevemos pañuelos…
- (Hombre joven paquistaní) Sobre todo se meten con las chicas, porque los chicos van vestidos como los españoles, con el pantalón.
- (Mujer joven marroquí) Hay gente que cuando te ve con velo te pregunta: “¿por qué llevas
velo?, ¿por qué no sé qué?”. Cuando vas así, sin velo, te preguntan: “¿por qué no llevas velo?” (risas).
- (Hombre joven paquistaní) Yo creo que mucha gente lo sabe por la tele, porque toda la vida lo
hemos escuchado; y con el ramadán también pasa lo mismo, cada año se hace y cada año cuando
estás en ramadán... - (Mujer joven marroquí) ¡Y llevamos 1.428 años!, entonces: ‘¿por qué?, ¿por qué hacéis el
ramadán?, ¿y qué es esto?, ¿y por qué lo hacen?... ‘Es que no estás en tu país, ¿por qué lo haces?’.
Y les dices: ‘es que eso no tiene nada que ver que estés en tu país o no’. - (Hombre joven paquistaní) Integrarse no quiere decir que dejes tus costumbres o tu religión.
- (Mujer joven marroquí) “A las chicas musulmanas nos molestan en la calle por llevar el
pañuelo… los chavales te tiran piedras y los mayores te dicen cosas: ‘¿qué haces aquí con el velo?, ¡vete a tu país!’. La gente anciana piensa que sólo hay españoles y no hay otras razas en
otra parte del mundo porque no han viajado, no tienen cultura. Te preguntan: ‘¿en tu país hay
coches?, ¿tenéis edificios altos?’. No sé, preguntas tontas… Hay gente que sí, que ha estudiado y
tal, y ya lo sabe” (GD18).
En el caso de los africanos subsaharianos con pocos años de estancia en España y no
documentados, la sensación de exclusión por parte de los españoles es aún mayor. Todos los
demás inmigrantes tienen mejor acceso a los papeles (“un africano viene y necesita un infierno
para conseguir papeles”), al empleo (“sólo trabajos para negros”) y a la vivienda (“para
conseguir casa hay muchísimo racismo”): los latinoamericanos porque hablan el castellano y son
blancos [aparentemente también los indígenas y mestizos] y los europeos del Este sólo por ser
blancos. En definitiva, denuncian una marginación basada en el racismo contra los negros. La
sociedad española percibe a los africanos negros como salvajes (“sin educación”) y se atribuye
102
sólo a ellos la realidad de la inmigración irregular (“los que vienen en patera”) como si no
hubiera inmigrantes sin papeles que han entrado por los aeropuertos o carreteras. O sea, “es un
problema de raza” y ese racismo es un anacronismo en el siglo XXI:
“- (Hombre senegalés) Mi problema en España es que no hay política de integración de los inmigrantes. Hay racismo, muchísimo racismo, pero no se nota cómo es, la gente no lo dice, pero
si hay trabajo en un café o en otro lugar, los españoles son siempre los primeros… También hay discriminación para conseguir casa, en el alquiler, todo. Si tu eres moreno, es muy difícil. Y la
gente de aquí piensa que los morenos no tienen educación. Hay mucha gente que piensa que un
moreno no puede escribir su nombre o que no sabe leer. Yo siempre tengo ese problema… y yo no sé por qué, siempre, siempre, la prensa de aquí española está mostrando extranjeros que vienen
en patera… la gente de aquí, de Andalucía, piensa que ‘inmigrante igual a moreno’, ¡eso es
mentira!, ¡nooo!… ¡los morenos son pocos aquí! La gente que sale de América de Sur son
muchos más, y aquí nunca la prensa habla de eso, para mí es una discriminación. La gente de Andalucía es la más cerrada de España.
- (Hombre de Ghana) Yo veo también el rechazo hacia los africanos pero creo que el principal
problema es que ellos tienen miedo de los africanos, como si fueran a hacer cosas malas o que fueran salvajes de otro siglo. O que no tienen nada para comer, nada de nada. Y yo quiero decir
que lo que quiero es trabajar pero que no tenemos todavía papeles y es necesario tener los
papeles. ¿Cómo podemos tener los papeles?... Ellos no nos los dan y tenemos que estar haciendo
todo tipo de cosas… Son más bien ellos los que hacen cosas que son… ¡malas! Los africanos no son unos bandidos, hay aquí muchos más bandidos de los que vienen de África, yo creo. Pero hay
un problema, estos no son bandidos, son buenos, pero pagan las consecuencias de que las cosas
no funcionen. - (Hombre senegalés) Para mí, el problema fundamental es de, de… raza, ¡es lo que hay! Porque
yo no puedo entender que un inmigrante boliviano o ecuatoriano consigan papeles muy pronto
porque son blancos, y lo mismo un rumano aunque no hable español. Un africano viene y necesita un infierno para conseguir papeles o para… conseguir trabajo. No verás aquí en
Andalucía, en un bar, un camarero negro, ¿por qué?: el problema es el color, luego es el racismo.
Racismo que yo no puedo entender en este siglo. Yo no puedo entender, no hay… ¡no hay sangre
blanca, no hay sangre negra!, ¡Hay sólo sangre roja! Hay que decirlo a los alumnos, hay que decirlo a la población” (GD3).
7.3. Relación entre parientes. Cambio de los modelos familiares
Los discursos de los migrantes aluden con reiteración a sus parientes, a veces echándoles
de menos cuando están separados de ellos y con más frecuencia para exponer cuáles son sus
problemas, sus historias compartidas y sus proyectos de futuro. En realidad, los sujetos de la
emigración no son los individuos sino las familias, en cuyo marco de necesidades y expectativas
se sitúa generalmente el proyecto migratorio40
. Los vínculos familiares son especialmente
intensos entre los cónyuges y en relación a los hijos (sobre todo si estos son menores de edad),
pero se extienden también a los abuelos y a la familia extensa (primos, tíos, etc.) que constituyen
redes relacionales y de apoyo mutuo con frecuencia transnacionales.
40 Ver COLECTIVO IOÉ, “Redes de intercambios recíprocos: parientes, amigos, paisanos”, en Mujer, inmigración
y trabajo, o.c., págs. 721-727; … … … … …
103
Según la Encuesta Nacional de Inmigrantes de 200741
, de las personas foráneas de 16 y
más años con al menos un año de residencia en España, estaba casado el 52,3% y el 14,4%
convivía con su pareja sin casarse. Si nos ceñimos a las parejas casadas, el 87,5% convivía con
su cónyuge, pero más de un cuarto de millón de personas tiene a su pareja en el país de origen.
En cuanto a la reunificación de los hijos el problema era mayor: el 79,8% de los menores de 16
años residen en España (en cambio, 657.000 de un total de 3,1 millones de hijos menores de esa
edad permanecen en el país de origen). Tanto los cónyuges como los hijos no reunificados son
candidatos a venir a España: el 81% de los encuestados afirma su intención de traerlos (el 7% no
tiene esa intención y el 11% no lo sabe). Otro dato fundamental para conocer la dinámica de las
familias inmigrantes es que, si bien en el 68% de las parejas ambos miembros son de igual país
de nacimiento, el 26,5% reúnen a inmigrante y español-a y el restante 5,7% a inmigrantes de
distinto país de nacimiento. La proporción de parejas mixtas en las que uno de los cónyuges es
español difiere mucho según sea el origen geográfico: 45% entre los procedentes de la UE-25,
27% entre los latinoamericanos (16% si son de países andinos; 38,4% del resto) y 15% entre los
procedentes de otros países (mayoría de Rumania y Bulgaria, llegados a España más
recientemente42
). La elevada proporción de parejas mixtas es uno de los indicadores más claros
de que la distancia “ellos/nosotros” tiende a desdibujarse con el paso del tiempo.
La separación entre parientes próximos es considerada como uno de los mayores
problemas o motivos de tristeza en las primeras fases del proyecto migratorio. Quedarse “sin
raíces” o “sin vida” son dos de las metáforas que expresan el duelo de la separación entre
cónyuges o entre padres e hijos (“es la preocupación de todas las madres…”, “lo más duro es que
no veo a mis padres que son ancianos…”). El sueño es la reunificación, ya sea volviendo al
origen (“volver a tu país y estar con toda la familia…”) o trayendo a los parientes a España (“¡ya
falta poco!”). Porque “por mucho que tengas pasta, hay cosas que no puedes comprar” como
estar con tu familia:
“- (Mujer peruana) Es la preocupación de todas las madres... Nosotros hemos dejado a nuestra hija allá, ahora estamos por traerla… ¡sí!, ¡ya falta poco!” (GD10).
“- (Hombre marroquí) Yo creo que cualquier inmigrante, no sólo yo, sino todo el mundo, lo suyo es algún día poderse uno volver a su país… y estar junto con nuestra familia porque hay cosas
41 INE, Encuesta Nacional de Inmigrantes 2007 (ENI), Avance de resultados, en www.ine.es. 42 La ENI (Encuesta Nacional de Inmigrantes) no desglosa la información en relación a la inmigración asiática
debido a una insuficiente base muestral.
104
que por mucho que tengas pasta, no las puedes comprar. Yo, por ejemplo, en mi caso, llevo tres
años aquí, he perdido una abuela, un padre, amigos, o sea… para sacar un dinero. Pero si has
perdido unos padres y abuelos viejos, ¿quién te los va a devolver?, ¿la pasta?, ¡pues no!” (GD9).
“- (Mujer colombiana) Una de las cosas que más me cuesta y más me duele, como colombiana, es una preocupación con respecto a cómo están mis padres que son bastantes mayores. Entonces es
una pregunta que siempre tengo en la cabeza para decidir dónde quiero estar o no quiero estar.
Porque la raíz mayor que tengo es la familia…” (GD14).
“- (Hombre hindú) Cuando coja los papeles tendré más vida… Dentro de cinco años… en mi país tengo a mi familia… tengo a mi hermano, mi padre, mi madre, toda la familia. Pero como ahora
no tengo papeles, no los veo, después de cinco años estar muy fácil y tendré menos problemas…
Dentro de cinco años, no sé… ¡Ojalá pueda trabajar bien, traer a la familia, todo bien!” (GD5).
“- (Hombre ucraniano sin papeles) Para mí lo más duro es que no veo a mis padres que son ancianos, tienen bastantes años y no veo… Para traerlos aquí me piden un montón de
documentos, un montón… Estoy en España con mi hermana… cuatro años sin salir… A ver, me
faltan palabras… Es muy duro… porque son tus raíces... No entiendo que el gobierno ponga tantas complicaciones para que vengan dos meses o un mes o lo que sea con un visado de visita,
al menos para las personas mayores… Tengo dinero y trabajo, puedo mantenerlos sin problemas”
(GD1).
Según ha constatado la Encuesta Nacional de Inmigrantes, casi nueve de cada diez parejas
y ocho de cada diez hijos residentes en España comparten la misma vivienda familiar, lo que
supone un notable grado de convivencia entre los inmigrantes con lazos de parentesco de primer
grado43
. En los grupos de discusión realizados el tema de la reunificación de las familias no se
plantea como un problema habitual ni se cuestiona especialmente la política del gobierno en este
punto. Sin embargo, se alude en varias ocasiones a la existencia de grupos “extremistas” que se
oponen a tal reunificación, lo que se interpreta como un residuo de cultura fascista (“eso es
fascismo”):
“- (Mujer argentina) En Tarragona hay un grupo de extremistas españoles que lo vi el otro día que está en contra de la reagrupación familiar, están en contra de que los trabajadores traigan a su
familia… Esta gente está flipando. O sea, ¿cómo puede decir alguien, así por tu cara, que una
persona no esté con su familia?, ¿porque es su territorio?… Esas cosas también influyen.
- (Hombre cubano) Pero eso es fascismo ya…Aquí yo creo que hay una cultura fascista…” (GD17).
Una vez establecidas en España, las familias inmigrantes experimentan un impacto mayor
o menor en función de su grado de repliegue o apertura a la sociedad exterior y, también,
dependiendo de su distancia inicial con las pautas de familia vigentes en España. En los
extremos se sitúan la endogamia familiar intracultural, que limita al máximo los contactos con el
43 Estas proporciones se refieren a los extranjeros residentes en España, sin contar las parejas e hijos no reunificados
a los que nos hemos referido más arriba.
105
exterior y que a veces se desarrolla en el seno de una economía étnica (empresas familiares
chinas, indias o paquistaníes, por ejemplo, pero también de otros colectivos nacionales) y las
parejas mixtas, máxima expresión de apertura e intercambio con la cultura familiar de la
población nativa (aún cuando esto no signifique necesariamente que se adopten las pautas
familiares locales)44
.
La situación más habitual corresponde a familias formadas por cónyuges inmigrantes,
mayoritariamente del mismo país de nacimiento, que se ven confrontadas con las tendencias
actuales de la familia en España, en especial en tres puntos: la relación entre cónyuges, la
relación padres-hijos y la atención a los parientes mayores dependientes (los abuelos). En
términos generales, se considera que en España la familia está más “desestructurada” que en los
países latinos o de mayoría islámica, que son los dos colectivos estudiados que abordan eta
cuestión con cierta amplitud45
. De tal desestructuración, sin embargo, se hacen diversas lecturas,
unas negativas (por lo que representan de pérdida de cohesión del grupo familiar) y otras
positivas (por lo que suponen de liberación de pautas tradicionales demasiado rígidas o
discriminatorias de la mujer). Con frecuencia aparecen también interpretaciones más globales
que ponen en relación los problemas familiares (como la violencia de género o la desatención de
los hijos) con problemas generales del contexto social (la “epidemia de violencia que hay en el
mundo” o los horarios excesivos y el pluriempleo a los que se ven obligados muchos
trabajadores).
a) Relación entre cónyuges
Las relaciones de pareja, tanto en la fase de noviazgo como una vez iniciada la
convivencia, se consideran en general más abiertas o “liberales” entre españoles que entre
inmigrantes. Asimismo, se valoran positivamente los progresos que han tenido lugar en España
en materia de igualdad de género. Los varones latinos son “muy machitos” en opinión de sus
mujeres, que tienen que cargar con las tareas del hogar aún cuando ellas también trabajen fuera
de casa (“creen que nosotras somos sus chachas”). Por eso, aprecian la mayor autonomía de las
mujeres nativas, lo que les anima a ponerse “más fuertes” con sus maridos (“si aquí el hombre
44
Estas situaciones se apuntan en nuestros grupos de discusión pero apenas se desarrollan, por lo que su tratamiento
requeriría llevar a cabo estudios monográficos específicos. 45 Los inmigrantes del este de Europa apenas desarrollan el tema de las relaciones familiares en los grupos de
discusión.
106
viene de trabajar y hace una tortillita de patata o una ensalada, ¿por qué no va a poder ayudarme
mi marido?... ¡ah, no!... ahora mitad y mitad”):
“- (Mujer ecuatoriana) Las mujeres trabajamos más, porque trabajas tanto fuera como en casa y al final no estás con tus hijos. El hijo: “mamá vamos para el parque”: “no puedo porque tengo que hacer la cena para tu padre o tengo que planchar o tengo que hacer…”. Porque mi marido se va a
las seis y media de la mañana y viene a las ocho y ¿quién se queda con los niños?, con él no
puedo contar.
- (Mujer peruana) No, porque ellos dicen: “vengo cansado de trabajar” como si nosotras no trabajásemos… Llega, cena y a la cama.
- (Mujer colombiana) Es que son muy machitos. En España ha cambiado…
- (Mujer ecuatoriana) Somos subyugadas a ellos, o sea, ellos creen que nosotras somos sus chachas, como dicen aquí, pero eso está muy mal.
- (Mujer colombiana) Allá, en nuestro país, él trabajaba y la mujer se quedaba en casa. Pero aquí
ya no: si trabajan los dos, el dinero que ganan es para todos y las tareas de casa, mitad y mitad. - (Mujer búlgara) No, si aprendemos mucho aquí, a compartir.
- (Mujer peruana) Yo en mi país también trabajaba y venía a ser madre, esposa, psicóloga,
profesora y todo… porque yo no tenía tiempo para nada. En eso es lo que aquí ahora me está
cambiando, lo que él ya ve yo también. Ahora ya me pongo un poquito más fuerte ¿no? porque me da valor el ver a otras mujeres de aquí, que es muy diferente el panorama. Entonces, yo digo,
¡ah!, pues si yo veo que aquí el hombre viene de trabajar y hace una tortillita de patata o una
ensalada, ¿por qué no va a poder ayudarme mi marido?, ¡ah, no!, ahora cambiamos los papeles: mitad y mitad. ¡Ahora es así!” (GD10).
Para las mujeres africanas es también importante “coger lo bueno” de las mujeres
españolas y “tener a raya en casa” a los maridos para que no se vayan con otras mujeres (“porque
un africano nunca está con una sola”):
“- (Mujer de Guinea Ecuatorial) En mi país también hay machismo. Para vivir con un africano tienes que tener los pies en el suelo (risas) porque un africano nunca está con una sola... Entonces,
por ejemplo en mi caso, ¡hay que tenerle en casa a raya!: ‘si te vas, me quedo con mis hijos o vivimos así’. Entonces tenemos que dejar eso de ‘vengo de allá, no sé qué…’. Aquí las españolas
trabajan, tienen sus casas, tiene sus coches, tienen sus… Tenemos que dejar lo malo y coger lo
bueno” (GD11).
Se critica a los maridos españoles por ser violentos con sus mujeres: “los sudamericanos
son machistas pero los españoles son asesinos”. No obstante, el maltrato machista también afecta
a las mujeres inmigrantes, que a veces no tienen el coraje suficiente para denunciarlo (“van a la
policía y se echan atrás”) por miedo a las represalias del “padre de tus hijos” (“¿qué pasará con
los hijos?”):
“- (Mujer ecuatoriana) También lo malo de España es que los hombres matan mucho a las mujeres, cosa que no hay en Ecuador, por ejemplo. Dicen que los americanos son muy machistas… bueno, los sudamericanos son machistas pero los españoles son asesinos, ¡perdón!
- (Mujer colombiana) Eso es como una epidemia que hay en el mundo. Está habiendo cosas que
no se veían hace siglos. Aquí puede estar el boom el matar a la mujer; en Estados Unidos lo que
107
de los chicos maten con pistolas a sus compañeros y en Colombia el secuestro y en Bolivia… o
sea, cada país tiene su fallo.
- (Mujer de Guinea Ecuatorial) Respecto a lo que estábamos hablando de las mujeres maltratadas,
muchas veces nosotras mismas lo permitimos. Yo creo que nosotras, las mujeres, no ponemos muchos medios. Yo he tenido algún problema que otro, pero me he puesto un dedo en la frente
que soy así y voy a salir adelante. Entonces hay muchas mujeres que están debajo de los
pantalones del marido, que no son capaces de defenderse… van a la policía: ‘te ayudamos’ y ella se echa atrás.
- (Mujer colombiana) ¡Y lo permite!
- (Mujer ecuatoriana) Es que para una mujer es difícil, me parece, es la decisión más difícil… dejar por completo al que es el padre de tus hijos… ¿Qué pasará con tus hijos?, ¿qué pasará
contigo misma?... ” (GD11).
Hay mujeres magrebíes para quienes la legislación española “minoriza” a las mujeres
reagrupadas, convirtiéndolas en apéndices dependientes del marido y coartando sus expectativas
de ganar derechos y mayor libertad (“hacer tu vida”)46. La Muduwana (código de familia
marroquí) es discriminatoria para las mujeres, pero las normas españolas de inmigración no están
muy lejos al requerir la firma del ex marido para que una marroquí divorciada pueda acceder a la
nacionalidad:
“- (Mujer marroquí) La legislación hace que estas mujeres sean como menores de edad, porque al ser reagrupadas siempre dependen del marido.
- (Mujer argelina) Ya ves, hay este doble discurso: “¡ay, las mujeres en Marruecos, no sé qué, no
sé cuánto!”, pero aquí se hace lo mismo… - (Mujer marroquí) Peor, se hace peor. Hay ayuntamientos que para hacer cursos y que las
mujeres accedan a esos cursos tenían que tener el consentimiento del marido…
- (Mujer argelina) Las mujeres vienen con la sensación de decir: ‘bueno, vamos a un país
donde…’ - (Mujer marroquí) Hay libertad… seré libre. Y la hace tan dependiente del marido que es
terrible, es todavía peor que cualquier… Porque ella viene con la expectativa de hacer su vida”
(GD13).
En el grupo de discusión con chicas y chicos reagrupados procedentes de África, Asia y
América Latina se critica ampliamente la discriminación y el rígido control familiar de las
mujeres en su etapa de noviazgo, llegándose a la conclusión de que tales prácticas son propias de
culturas cerradas y rurales, y que tienden a diluirse a medida que las familias se establecen en
España, sobre todo “cuando los hijos nacieron aquí”. Lo que no impide que para un sector
minoritario, representado por un chico paquistaní, el control familiar de la mujer se justifica ya
que su finalidad es garantizar el “respeto” de la familia y asegurar la virginidad de la joven al
llegar al matrimonio, lo que es muy valorado por los novios (“los chicos musulmanes se quieren
casar con una chica que no haya salido con ningún chico”):
46 Éste no es un problema exclusivo de las magrebíes sino de todas las reagrupadas con residencia no laboral, pero
es vivido de forma ‘diferencial’ por este colectivo, quizá por sus especificidades en los roles de género.
108
“- (Chica marroquí 1ª) “Podemos tener amigos españoles pero no podemos salir por la noche, no podemos salir a bailar con ellos. Es por la cultura. Podemos estar fuera de casa hasta las 10 pero
no podemos dormir en casa de nadie, sólo en tu casa o de un familiar…
- (Chica china) Depende de los padres. Si los padres te dejan salir pues… Bueno, a veces depende de los sitios, como soy del sur de China ¿no?, o sea, mi pueblo es como un poquito tradicional
¿no?, no es muy abierto. En las ciudades grandes son muy abiertos, es más o menos como aquí,
puedes estar allí por la noche o dormir en casa de alguien. Pero también depende de los padres, si te dejan o no. Porque a veces los padres piensan que si eres una chica y sales, alguien te puede
atar o algo y luego o te pide dinero o algo así, ¿no? En cambio a los chicos es diferente.
- (Chica colombiana) También he escuchado que vosotras, en Marruecos, por vuestra cultura…
no podéis haceros amigas de los chicos. - (Chica marroquí 1ª) Eso está prohibido. Es que hay miedo más que confianza entre nosotras y
nuestros padres, hay mucho miedo. Y casi no hay confianza…¡casi nada! Pues si tienes un novio,
aunque lo tengas bien, no puedes decirlo a tu madre. Tienes que esconderlo, aunque lleves con él 10 años o toda tu vida, pues no lo puedes decir a nadie.
- (Chica marroquí 2ª) Yo con mi novio llevo tres años y no lo saben ni mi madre ni mi padre ni
mi hermano.
- (Chica marroquí 1ª) Ni nadie, ni nadie - (Chica marroquí 2ª) O que fumas.
- (Chica marroquí 1ª) Bueno, la matan.
- (Hombre paquistaní) Los españoles no. - (Chica marroquí 2ª) No. Pero el hombre sí puede ir a casa de su novia, sus padres lo ven bien
porque es un chico.
- (Chica marroquí 1ª) Como nosotras somos chicas… - (Chica marroquí 2ª) Podemos tener un novio español, eso lo podemos tener.
- (Chica marroquí 1ª) Pero también algunos padres dejan a sus hijos ir de discoteca o tener un
novio español. Es la gente que lleva aquí mucho, mucho tiempo y sus hijos nacieron aquí.
- (Chica marroquí 2ª) Sí, cuando con los padres llevan mucho tiempo aquí. - (Chica china) Depende de los padres, del pensamiento que tengan, que sean abiertos o cerrados.
- (Hombre paquistaní) Yo creo que el problema ahora en Pakistán… es una cuestión de respeto a
la cultura… si la hija llega a salir con algún chico y alguien, algún vecino lo ve o los padres se dan cuenta, entonces la familia, los padres, pierden el respeto de la gente, ¿sabes?
- (Chica marroquí 1ª) Es que cuando estaba en Marruecos, como Tánger no es tan grande y yo
tenía mucha familia, yo no tenía novio, te lo juro, porque tenía miedo… porque puede pasar un primo, mi tío está por aquí, mi vecino, mi vecina… es que te controlan… ¡no puedes hacer eso!
- (Chica marroquí 2ª) Pero mira, eso es normal porque los chicos árabes, bueno, en general los
musulmanes, se quieren casar con una chica que no ha conocido a ningún chico… pero él ha
hecho… ¡lo que ha querido! (risas del resto del grupo)” (GD18).
b) Relación padres-hijos: “les dan alas y se malogran… ¡no podemos educarles!”
El tema de los hijos sólo se desarrolla ampliamente en los grupos con madres inmigrantes,
lo que ya es indicativo de que sobre ellas recae el peso de su crianza y educación (“los maridos
están trabajando”). La situación ideal, cuando los niños son menores de edad, se describe como
“estar ahí detrás soltando y agarrando… enseñando con autoridad lo que está bien y lo que está
mal”, para lo que es preciso dedicarles el tiempo suficiente en las horas extraescolares. Sería,
además, conveniente que la educación que se da en casa sea convergente con la que reciben en el
109
colegio y con lo que los chicos aprenden en la calle (grupos de amigos). ¿Qué pasa en la
realidad?: que estas condiciones apenas se dan. En primer lugar, la mayoría se queja de exceso
de trabajo extradoméstico, que les impide estar con sus hijos el tiempo suficiente; los escasos
ingresos salariales unidos a un gasto creciente (sobre todo si tienen que pagar un crédito de
vivienda) obligan a “trabajar los dos” y a “echar horas” porque, si no, “no alcanza”. En algunos
casos la solución ha sido dejar a la hija en el país de origen al cuidado de otros parientes
“porque aquí yo trabajo prácticamente todo el día” (mujer peruana) o bien mantener el modelo
tradicional de “ama de casa” a tiempo completo, mientras el marido trabaja fuera del hogar
(mujer marroquí: “yo no dejo a mis hijos a nadie”):
“- (Mujer colombiana) Yo llevo ocho años aquí, tengo un hijo adolescente con diecisiete años y el otro con diez. He comprado un piso hace cuatro años y, bueno, el sueldo no alcanza con una
persona y entonces tenemos que trabajar los dos, tenemos que echar horas, tenemos que estar
mucho tiempo fuera de casa y aparte con un niño menor de edad y con un adolescente…
- (Mujer boliviana) Y además como las mamás tenemos que trabajar tanto, estamos todo el día… vemos a los hijos una hora, a dormir tal y cual, ¡no podemos educarles!
- (Mujer marroquí) No, yo soy ama de casa y yo tengo tres hijos y no puedo trabajar. Yo no
quiero dejar mis hijos a nadie” (GD11).
“- (Mujer peruana) Yo tengo a mi niña en Perú, que tiene catorce años: ‘me quiero ir para allá’,
‘no’, porque yo trabajo prácticamente todo el día. Ella quiere venir a estar conmigo, le digo: “lo
siento, imposible, porque ¿quién va a estar pendiente de ti? Mi niña está en la adolescencia y cuando un niño está en esa adolescencia uno tiene que estar ahí detrás, detrás, con una soga
soltando, pero al momento que ya se va a soltar, agarrar enseguida. Entonces, como yo soy una
persona que trabajo todo el día, ¿quién va a controlarla en ese momento?” (GD15).
El temor de los padres es que sus hijos aprendan en la calle unos hábitos, creencias y
modas (“música, ropa, símbolos…”) que difieren de los recibidos en casa. Una situación que
“uno no puede evitar” y que se agrava en aquellos niños y adolescentes que, debido al exceso de
horario laboral de ambos padres, “se están formando fuera más que con nosotros”:
“- (Mujer colombiana) Pues yo la sociedad la veo ahora muy cambiada y los vínculos que tienen ahora mis hijos son muy diferentes… Por más que uno quiera dar unos hábitos en casa, luego ellos salen a la calle y lo encuentran totalmente diferente, con otras culturas, otras creencias y
otros hábitos… y eso uno no lo puede evitar y no sabe cómo ayudarles porque de pronto ellos se
encuentran en la música o se encuentran en su ropa, algunos símbolos… y es muy difícil… eso es
lo que me preocupa a mí, la verdad es esa… - (Mujer boliviana) Es que la sociedad que se está formando fuera… y el mayor tiempo los niños
lo pasan fuera más que con nosotros” (GD11).
La relación con el colegio de los hijos (su “segunda casa”) la abordaremos en el capítulo
9. Baste indicar aquí que los conflictos y problemas son frecuentes, tanto por el modelo de
110
educación que prevalece en los centros (en especial, la crisis de autoridad de los profesores…),
como por las actitudes discriminatorias de los agentes escolares (incluidos profesores, padres y
alumnos nativos) y la escasez de medios para facilitar la integración de los niños ingresados en la
escuela con una edad avanzada.
Entre las madres inmigrantes procedentes de países del Sur existe un amplio consenso en
que las familias nativas no educan bien a sus hijos. Los tienen muy consentidos (“malcriados…
desmadrados…”) y, si hacen algo mal y se les reprende, reaccionan violentamente (“patada a la
mamá!, ¡patada al papá!”) y los padres en lugar de darles “una cachetada” los “cariñan” (“ven
acá, no pasa nada”). De esta manera los niños “van creciendo todo mal criados” y cuando llegan
a la adolescencia hacen lo que quieren (fumar, volver a casa a la hora que quieren, consumir
drogas, etc.). El contrapunto es presentado por una madre dominicana cuyos hijos son buenos
estudiantes y vuelven a casa a la hora acordada por los padres:
“- (Mujer peruana) Yo pienso que es muy importante la educación que los padres dan en su hogar, que lamentablemente, no quiero ofender, pero ¡a ver!…
- (Mujer marroquí) La base que tienen.
- (Mujer peruana) La gente de España… no puedo generalizar, puede haber quien ha sabido
formar bien a sus hijos y decir: ‘mira, esto es bueno y esto es malo y las cosas son así… y si tú vas a escoger el mal, pues ése es tu camino: las drogas, los malos amigos’. Entonces es muy
importante la educación del padre y de la madre desde pequeño. No lo que yo vi en mi calle, un
grito ¡ña, ña! ¿qué pasa?: ¡patada a la mamá!, ¡patada al papá! y veo que coge él y le dice: ‘ven acá, no pasa nada’ y lo cariña y todo ¡Jolín!, a mí que me haga eso el hijo… no le pego pero de
un solo grito se queda callado porque al niño…
- (Mujer dominicana) ¡Hay que educarlo!
- (Mujer peruana) Pero no, aquí los dejan... Entonces el niño va creciendo todo mal criado y ya
cuando llega a los doce años: ‘que por aquí, que yo hago esto, que yo hago lo otro, que yo me voy con el amigo, que yo me fumo esto, porque usted también está fumando…’. Y por ahí se llega a
todo esto.
- (Mujer dominicana) Mis hijos estudian mucho, el que tiene trece años, si yo le doy permiso, a una hora ellos están en su casa. Mi hija, que tiene quince años, si va a una fiesta es de repente y
con sus amigas ya digo: ‘a tal hora tú vienes’ y ella está ahí” (GD15).
Este análisis de las madres es compartido por los jóvenes extranjeros latinoamericanos que
realizan estudios universitarios en España, para quienes sus compañeros de curso españoles se
transforman por la noche a causa de la droga. En su opinión, “la educación es un problema serio
de España” que debería aprender de la superioridad moral de los grupos familiares inmigrantes y
de los propios estudiantes que vienen de fuera (seriedad en el trabajo/estudio, respeto a los
padres, no “desmadre” en el tema de la droga, solidaridad con los compañeros, etc.):
111
“- (Chica estudiante cubana) Un tema que a mí me choca mucho de aquí en la juventud es el tema
de la droga, que eso a mí me ha agobiado un montón, que veo que aquí está metida, gente que…, en mi misma facultad, que yo he salido con ellos, que yo los veo en la clase y digo ¡mira ésta! y
por la noche tienen una transformación tremenda
- (Chico estudiante nicaragüense) Aquí los jóvenes, por el tema de ‘la marcha’, salen hasta las tres o las cuatro de la mañana. Allá en mi país no salen a partir de las diez de la noche… Pero acá
a las siete de la mañana y todavía siguen… y yo creo que aguantan por la droga.
- (Chica estudiante cubana) Igual yo he visto en los parques niños de doce años fumando. Yo tengo mi hermanito que vino ahora de Cuba y tiene quince años, intentamos inculcarle que no,
que no se desvíe… Y conocemos gente que consume y ellos saben que nosotros no consumimos
(…) A mí no me hace falta desinhibirme tomando nada, ¿me entiendes? Yo creo que eso es la
educación, ¿eh?, porque yo vine acá con dieciocho años, sin embargo, yo nunca me he desviado nunca ni he probado, pero ¿por qué?: porque mis padres han estado siempre ahí con nosotros. Eso
es la educación y yo creo que eso es un problema serio de España” (GD7).
En definitiva, aprovechando el símil que utilizan las madres, a los jóvenes españoles hay
que “cortarles las alas” porque, con ellas, “se malogran”. Y eso se traduce, concretamente, en
que hay que devolver la autoridad a los padres, incluso para castigar al niño si lo consideran
necesario. El colmo de la situación, que hace “montar en cólera” a una madre peruana, es que la
propia policía se ponga de parte de los chicos y acusen a los padres de “malos tratos” por haber
dado una bofetada al hijo (“mira, niña, tu madre no tiene ningún derecho de ponerte la mano, la
puedes denunciar”). En lugar de confiar en los padres, “que siempre buscan lo mejor para sus
hijos”, se ponen de parte de los niños y “les dan alas” por donde les viene “la perdición”:
“- (Mujer marroquí) Y hay una cosa más que no hemos mencionado. Aunque el niño o la niña tengan quince años, le puedes dar una bofetada. ¡Sí!, si lo necesita, se la das. Eso es parte de educación.
- (Mujer peruana) Aquí no.
- (Mujer marroquí) Mira, aquí se va directamente a la policía, el chaval te hace una denuncia y no
hay Dios que te salve, le llevarán al internado… Si a los once ya te dicen ‘no quiero’, ya vas mal. Porque tú siempre buscarás lo mejor para ellos…
- (Mujer peruana) A la hija de unos amigos, por no obedecer su mamá le soltó la cachetada.
Entonces la hija se lo fue contando a sus amigas y, como estaba llorando, la patrulla se acercó y le dijo: ‘¿qué es lo que pasa?’ y dice: ‘mi mamá me ha pegado’, y dice el policía: ‘mira niña, tu
madre no tiene ningún derecho de ponerte la mano, si quieres vienes a la comisaría y puedes
presentar una denuncia’. Yo, le juro, montaba en cólera. - (Mujer ecuatoriana) Les dan alas, les dan alas…
- (Mujer peruana) A mí me importó un bledo, le agarré y le dije: ‘¿usted por qué tiene que
aconsejar eso a esa niña?, esa niña todavía está en poder de su madre y usted no es nadie para
venir… Acá los chicos se malogran porque ustedes les dan esas alas y usted no va a venir acá a apoyar a la chica para que ponga una denuncia ¡porque es su madre!’… Pero les juro que me
fastidió tremendamente porque no se les puede dar esas alas porque es ahí donde viene la
perdición’ (GD15).
112
c) Atención a las personas mayores dependientes
Una de las funciones tradicionales de la familia es atender a los mayores dependientes y a
aquellas otras personas del hogar que necesitan cuidados especiales. El tema preocupa poco, de
momento, a la población inmigrante debido al bajo número de mayores de 64 años en dicho
colectivo47
. Sin embargo, como era de esperar, aparece como una realidad que les afecta
directamente en el único sector estudiado de edad avanzada (mujeres comunitarias mayores de
60 años residentes en la costa mediterránea) y como preocupación incipiente entre mujeres
latinas y europeas del este, jefas de hogar y relativamente asentadas en España.
En el primer caso, las mujeres jubiladas del norte de Europa se sienten identificadas con
las personas mayores de España (“aquí hay muchos jubilados… españoles y extranjeros”).
Reclaman más hogares o residencias para atender a quienes lo necesiten, ya que los hijos cada
vez tienen menos condiciones para cuidarles en sus casas, debido a que están trabajando. Sin
embargo, como pasa en otros aspectos, se plantea el problema de “hablar español” como una
barrera que impide acceder a las residencias a bastantes personas extranjeras:
“- (Jubilada inglesa 1ª) Lo único que falta son hogares para las ancianas como yo. En Inglaterra hay montones, montones de hogares pero hay que pagar normalmente.
- (Jubilada inglesa 2ª) Son hogares públicos y privados. Pero aquí…
- (Jubilada alemana) Porque España tiene que tener en cuenta la realidad de aquí, que aquí hay muchos jubilados.
- (Jubilada inglesa 1ª) Españoles y extranjeros.
- (Mujer alemana próxima a jubilarse) Aquí a España hace años no venía gente a trabajar y todos eran jubilados o gente de sesenta para arriba. Entonces, España se tendría que preparar para
atender a tantas personas jubiladas…
- (Jubilada inglesa 2ª) ¿Qué pasa aquí, que las familias cuidan de los ancianos o no? - (Jubilada inglesa 1ª) Antes sí, pero ahora hay muchos que no, porque sus hijos están trabajando.
- (Jubilada inglesa 2ª) Como en todas las partes.
- (Mujer suiza próxima a jubilarse) No es un tema que he pensado mucho… ¿cómo hacen los
españoles cuando se jubilan?, ¿se quedan en casa?, ¿dónde van cuando son mayores? - (Jubilada inglesa 1ª) Bueno, hay una casa de mayores en el pueblo aquí.
- (Mujer suiza próxima a jubilarse) ¿Pero es pública o es privada?
- (Jubilada inglesa 1ª) No, es pública y hay monjas que los atienden. Yo conozco por lo menos una señora de noventa y ocho años que es inglesa… pero hay que hablar español” (GD16).
En el segundo caso (mujeres latinas y europeas del este, jefas de hogar), la perspectiva de
la vejez se ve con preocupación ya que sus hijos e hijas difícilmente podrán atenderles debido a
47
Según el último Padrón de Población (1 de enero de 2008), tenía más de 64 años el 18,1% de las personas nacidas
en España y el 5,8% de las nacidas en el extranjero. Entre estas últimas la tasa de personas mayores entre los
procedentes del norte de Europa era bastante más elevada que la media española (alemanes, 36,4%; suizos, 31,7%;
británicos, 21,7%). Ver www.ine.es.
113
que están concentrados en empleos extradomésticos. Su intervención pone de manifiesto una
contradicción entre la confianza que tienen en que sus hijos saldrán adelante en España y la
percepción de que la forma de vida que lleven les obligará a irse adaptando a un modelo de
relaciones familiares más nucleares, en este caso el menor apoyo de los hijos a los padres
ancianos, cuya adopción será al mismo tiempo la señal de que se han integrado laboralmente.
Los abuelos no serán “una carga” para sus hijos, aunque ello suponga romper con una pauta
familiar del país de origen (el cuidado a los mayores) que se considera superior a la pauta
española de enviarlos a residencias:
“- (Mujer peruana) En nuestros países… las personas mayores son mejor tratadas, tienen más apoyo de los hijos pero yo aquí no quisiera ser carga para mis hijos como tengo dos porque ellos
tienen que trabajar y no están tampoco con una vida girada para atendernos a nosotros…” (GD10)
7.4. Relación entre los diversos colectivos de inmigrantes
La relación de unos inmigrantes con otros está marcada, básicamente, por dos hechos: la
proximidad/lejanía nacional-cultural-lingüística y la posición de clase. El primero de estos
hechos influye sobre todo en los inicios de la trayectoria migratoria, ya que los primeros
contactos se establecen con personas del mismo origen nacional o lingüístico, y se abren poco a
poco a personas de otras procedencias (vecinos, compañeros de trabajo, etc.). Los latinos se
relacionan principalmente con otros latinos (la lengua común es clave para facilitar la
comunicación), los musulmanes de diversos países tienen en común su adscripción religiosa
(aunque marroquíes y argelinos tienen bastantes conflictos y los musulmanes magrebíes y
asiáticos apenas se relacionan entre sí), los europeos comunitarios y no comunitarios sus
respectivos lazos históricos y geopolíticos, los paquistaníes conectan bien con los indios gracias
a una geografía y una historia muy compartidas, además de una lengua común (“distinta
caligrafía pero se habla igual”); los africanos subsaharianos cuentan con diversos factores de
proximidad (lenguas y religiones compartidas en algunos casos) además de una herencia colonial
común, etc.:
“- (Mujer colombiana) Fuera del trabajo pues trato con sudamericanas, colombianas más que todo. - (Mujer peruana) Yo tengo amigos de todos los países, de Costa Rica, de todos los países, de
todos los países me relaciono bien.
- (Hombre colombiano) Yo me relaciono igual con paisanos míos colombianos y como estuve
ocho años en Venezuela, me relacioné mucho en Venezuela… O sea, me relaciono mucho con
114
venezolanos… conocimos a un argentino y ahora seguimos con la amistad. Todavía me llaman,
nos seguimos viendo algún fin de semana (…), cuando tenga tiempo yo voy, siempre…
- (Mujer boliviana) En el caso mío, bueno, yo trabajo y bueno y conozco gente de todas las
partes; tengo de Nigeria, de Argentina, tengo tres amigas muy buenas, como somos vecinas, ellas se han ido para allá y todos se conocen la cruz de Bolivia. También tenemos amigas de Perú y
tengo una de Colombia y también tengo de Costa Rica… Nos llevamos muy bien y a veces
compartimos los platos; dicen: “hagamos esto”; de Argentina me han enseñado el asado. - (Mujer peruana) Eso es lo bueno ¿eh?, de conocer tanta gente… y tengo una amiga que es
argentina que hace las empanadas… ¿cómo es la empanada, verdad? ¡Madre mía! y México, me
gusta mucho también” (GD2).
“- (Hombre hindú) Yo tengo amigos paquistaníes y mantengo muy buenas relaciones. Nos vemos y estamos hablando; nos invitamos a comer en casa; él viene a mi casa yo voy a su casa… La
lengua que hablamos es la misma, el hindú. En Pakistán se habla el paquistaní pero es muy igual,
igual; la misma lengua que nos entendemos...
- (Hombre paquistaní) El hindú se escribe con distinta caligrafía pero se habla igual (GD5).
Por otra parte, se observa una línea divisoria que tiene que ver con la posición
socioeconómica de los sujetos. Así, los turistas permanentes que vienen a pasar sus años de
jubilación en la costa mediterránea se reconocen netamente distintos de los “inmigrantes” que
vienen a trabajar (“nosotros venimos con dinero, ellos piden trabajo”), pero lo mismo pasa con
los empresarios, los profesionales cualificados y los estudiantes en relación a esos otros
inmigrantes que vienen a España “sin papeles…”, “avalanchas de ecuatorianos y ucranianos…”,
“que están al margen de la sociedad… y la gente se aparta de ellos”. Son las élites económicas,
los cuadros políticos y los profesionales superiores de cualquier país que reclaman para sí una
distinción (“cada uno de nosotros somos un caso que en absoluto representa el país de origen…”)
con respecto a una mano de obra barata, con escaso nivel de formación y potencialmente
“peligrosa”, que viene en masa y satura la calle y el mercado laboral (“todos los espacios se
fueron cubriendo, cubriendo, cubriendo…”):
“- (Mujer inglesa pensionista) Creo que nosotros somos más preferidos que los inmigrantes. Nosotros venimos con dinero, ellos piden trabajo” (GD16).
“- (Ecuatoriana psicóloga) Aquí al principio (años noventa del siglo pasado) era muy de poder estar, muy de poder caminar con muchas oportunidades pues laborales… La verdad estaba muy
bien pagado entonces. (Pero) para el año 2000 empezaron a llegar avalanchas de ecuatorianos, en el 2001 pues llegaron los ucranianos y todos los espacios se fueron cubriendo, cubriendo,
cubriendo…” (GD4).
A medida que transcurren los años en España, los diversos grupos de inmigrantes tienden
a fraguar imágenes y valoraciones mutuas más o menos definidas, en parte coincidentes con las
ya descritas para la población española. Así aparecen los típicos estereotipos de los marroquíes
(“camellos… irascibles”), los chinos (“cerrados… mafiosos”), los europeos del Este
115
(“mafiosos… gitanos”) o los africanos (“atrasados… hambrientos”) que, no obstante, son
enseguida cuestionados por otras personas para quienes tales opiniones son injustas y
prejuiciosas (“hacemos poco por conocernos… ¡hay de todo!”):
“- (Hombre cubano) Los marroquíes son un colectivo que no se integra… es por el tema del tráfico de droga…
- (Mujer venezolana) Porque vienen a lo suyo. - (Mujer argentina) Son más irascibles… se matan entre ellos.
- (Hombre cubano) Si es que ves doscientos durmiendo y trabajando aquí…
- (Hombre argentino) Pero se hace poco por conocerlos - (Mujer colombiana) No les interesa nada.
- (Hombre cubano) Pero lo que acá en gran medida está pasando… los que llevan mucho tiempo
aquí, los chinos, antes trabajaban lo que era todo textil y ahora se han metido en mafias…
- (Mujer argentina) Pero hay españoles que también tienen… - (Hombre cubano) También tienen… hay de todo…
- (Mujer argentina) ¡Hay de todo!” (GD17).
En algunas ocasiones el debate sobre la convivencia entre personas de distinto origen
implica una autoinculpación: “nosotros mismos estamos en un gran error, no nos estamos
integrando”. Esta autocrítica la hacen madres inmigrantes que se repliegan sobre su propio
colectivo latinoamericano y reconocen no haber sabido “integrarse” con marroquíes o
subsaharianas. Sin embargo, en el mismo debate, la apertura a otros colectivos encuentra un atajo
en la asunción por parte de todos de la cultura española, que actuaría como mediadora para
facilitar la relación entre colectivos diferentes, evitando así la confusión cultural (“al haber tantas
clases de cultura, tantas clases de idiomas, tantas clases de….). La preocupación ya no sería
entonces entender a las otras inmigrantes (“cómo llegarles, cómo son sus hábitos, cómo
piensan…”) sino, simplemente, “adaptarte aquí, porque aquí estamos y aquí todos somos
iguales”, “no tenemos que pedir demasiado” sino “saber estar en nuestro sitio” y corresponder a
los españoles que “nos abren las manos”, proporcionan a todos “los mismos derechos” y abren
“el cole de sus hijos” a los de la población inmigrante. Es decir, la igualdad se entiende, en este
caso, como la asunción por parte de “los venidos de fuera” de las pautas de relación y
comportamiento propias de los “de aquí” (asimilación):
“- (Mujer colombiana 1ª) Entre los niños siempre están de todas las nacionalidades pero nosotros, adultos, no lo hacemos… O sea, yo de pronto me voy un poco con las ecuatorianas porque hablan
el mismo idioma o me voy un poco con las bolivianas porque también hablan el mismo idioma,
pero no me integro con usted (señala a la marroquí) ni me integro con usted (de Guinea
Ecuatorial) porque no sé cómo llegarles, ni sé cómo son sus hábitos, ni sé cómo piensan, ni sé cómo eso… Entonces también es un rechazo hacia nosotros. Entonces, claro, es que nosotros
mismos estamos en un gran error, que no nos estamos integrando como estamos aquí.
- (Mujer colombiana 2ª) Si la gente de aquí quiere compartir sus hijos (en el colegio) con nuestros hijos, igual las madres podríamos ser un poquito más abiertas…
116
- (Mujer de Guinea Ecuatorial) Yo creo que los españoles hacen mucho, mucho, mucho para
acogernos ¿eh?, y muchos de nosotros que venimos de fuera no sabemos estar en nuestro sitio.
Porque ellos nos abren las manos, nos están acogiendo, tenemos trabajo, tenemos derecho a una
casa y todo, entonces nosotros tenemos que coger lo bueno de ellos, no sólo decirle al español: ‘racista y España no sé qué…’. Si mi hijo va al cole, el hijo de una española va al cole, o sea,
tengo los mismos derechos, entonces nosotros no tenemos que pedir demasiado y tenemos que
estar ahí… - (Mujer colombiana 1ª) Pues será lo que yo inicialmente decía, es la clase de sociedad que
estamos haciendo… No hay una sociedad definida, entonces al haber tantos, tantas clases de
cultura, tantas clases de idiomas, tantas clases… - (Mujer colombiana 2ª) Yo le digo a mi hijo: ‘tienes que adaptarte aquí porque aquí estamos y
aquí todos somos iguales’ y tenemos que ser así…” (GD11).
A veces la existencia de diversas culturas y orígenes nacionales no se considera un
problema sino todo lo contrario: “España ya es un país pluricultural. Estamos todas las culturas
aquí, de todos los países… ¡Qué bonito!... ¡lo que eso da que aprender!”. Desde este
planteamiento se desea salir del vínculo exclusivo con los paisanos para abrirse a otros pueblos y
culturas. Del mismo modo que al interior de España se valora positivamente la diversidad entre
“los pueblos del norte y del sur” (la España plurinacional), del mismo modo hay que apreciar en
términos positivos las aportaciones mutuas entre latinos y rumanos:
“- (Mujer peruana) yo siempre le digo a mi marido: ‘me parece que España ya es un país pluricultural, estamos todas las culturas aquí, de todos los países’. ¡Que bonito!, para mí. Un intercambio cultural de tantas naciones y ¡lo que eso da que aprender!, ¿no? A mí me gusta
porque yo aprendo, por ejemplo, de una chica rumana, de chicas polacas, incluso de aquí mismo,
cuando te cuentan de los pueblos de España, la gente del sur o la gente del norte, ¿no?, ¡ay, qué bonito! y empiezo yo a sacar mis conclusiones” (GD10).
En algunos momentos la valoración de la diversidad transciende el plano más bien
ingenuo de las diferencias “culturales” (“¡qué bonito!”) para tomar en consideración las
diferencias económicas y políticas que atraviesan la vida social y, en especial, las relaciones
internacionales. En tales casos, como ya hemos visto, los ejes de articulación social se plantean
desde la lógica de la emancipación de los colectivos oprimidos y superando las barreras
jerarquizadoras de los Estados y los bloques geopolíticos:
“-(Hombre senegales) Nos aprietan todo lo que pueden. Es el sistema capitalista ¿no?, que es un cáncer… Las cosas como son. Es que aquí… hay que hacer algo porque no podemos seguir así… ¡hay que dar la vuelta a la tortilla!” (GD9).
En síntesis, las formas de entender la convivencia entre los extranjeros, al margen de la
mayor o menor frecuencia con que aparecen en nuestros grupos de discusión y de las mixturas
117
que se producen entre ellas, pueden entenderse a la luz de nuestro cuadro de posiciones
ideológicas de la siguiente manera (ver Cuadro 7):
Grupalidad adscriptiva, ya sea como reclusión relacional y afectiva entre paisanos o
personas de la misma cultura de origen, que se considera no compatible con la
apertura a otras culturas (casos ya citados del indígena boliviano o la chica china que
hace como que no entiende español…), o como repliegue microgrupal con parientes,
paisanos o amigos ante las actitudes y prácticas de no reconocimiento o rechazo
xenófobo de los nativos, situación más habitual en la primera etapa de estancia en
España (sociedad intracultural).
Individualismo clientelar, ya sea ajustando la forma de convivencia a las normas y
costumbres del contexto español -asimilación uniforme asumida-, o como adaptación
forzosa, y provisional, a las prácticas y discursos de la preferencia nacional y la
jerarquización de las relaciones sociales (sociedad monocultural).
Individualismo liberal, que plantea la convivencia entre personas de culturas y
posiciones socio-económicas diversas desde el principio de la equiparación de
derechos (igualdad de oportunidades) y sobre la base de un asentamiento jurídico,
profesional y familiar de los migrantes. La pluralidad cultural es la prueba de la
modernización de España que, no obstante, debe evitar los problemas de la
masificación e inseguridad, debidos a la falta de control racional de los flujos
migratorios (sociedad pluricultural).
Grupalidad electiva, que propone la convivencia intercultural de inmigrantes y
autóctonos frente al clasismo, el machismo y el racismo. Defensa del mestizaje
cultural y la ciudadanía planetaria, con equilibrio económico y capacidad instituyente
de los grupos sociales (sociedad transcultural).
118
Cuadro 7
Formas de entender las relaciones sociales por parte de los inmigrantes
Buen súbdito (estado) Individuación Competidor eficiente (mercado)
Pop
uli
smo r
egre
sivo C
ierre
Su
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ón
a l
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norm
as C
Individualismo clientelar
Formas de relación ajustadas a las normas
y costumbres de las sociedad española
(asimilación uniforme), asumiendo la
posición regulada-subordinada como
inmigrantes, como asalariados y como
ciudadanos.
Adaptación forzosa a las prácticas y
discursos de la preferencia nacional y la
jerarquización de las relaciones sociales.
Control rígido de fronteras (“coladero”). El
Estado debe asumir su papel de regulación
de la vida social.
B
Individualismo liberal
Convivencia entre personas de culturas y
posiciones socio-económicas diversas
desde el principio de la equiparación de
derechos (igualdad de oportunidades) y
sobre la base de un asentamiento jurídico,
profesional y familiar de los migrantes.
La pluralidad cultural como prueba de la
modernización de España que, no obstante,
debe evitar los problemas de la
masificación e inseguridad, debidos a la
falta de control racional de los flujos
migratorios.
Pop
uli
smo p
rogre
sivo A
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tura P
rom
oci
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áti
ca
A
Grupalidad adscriptiva
Reclusión relacional y afectiva entre paisanos o personas de la misma cultura de
origen, que se considera no compatible con
otras culturas.
Repliegue microgrupal con parientes,
paisanos o amigos próximos ante las
actitudes y prácticas de no reconocimiento
o rechazo xenófobo de los nativos.
El aumento del número de inmigrantes
incrementa la xenofobia, sobre todo en coyunturas de declive económico.
D
Grupalidad electiva
Convivencia intercultural de inmigrantes y autóctonos frente al clasismo, el machismo
y el racismo (transculturación).
Defensa del mestizaje cultural y la
ciudadanía planetaria, con equilibrio
económico y capacidad instituyente de los
grupos sociales.
Los nuevos discursos contra la actual
globalización preconizan cambios
profundos en las relaciones sociales.
Endogrupo Grupalidad Exogrupo
Sociedad pluricultural (Integración formal)
Sociedad monocultural (Inserción subalterna)
Sociedad intracultural (Repliegue defensivo)
Sociedad transcultural (Proyección instituyente)
119
En los textos analizados aparece con mucha fuerza la categoría de “inmigrantes”, como
sujeto colectivo diferenciado y contrapuesto al de los nativos. Se trata de un concepto que ha ido
adquiriendo cada vez más peso en el discurso social a medida que la población extranjera
aumentaba en España. Para unos, el flujo de inmigrantes en los últimos años ha sido tan grande
que ha dado lugar a un proceso de masificación y deterioro de las relaciones sociales y de la
convivencia; para otros, en cambio, el creciente número de inmigrantes es a la vez síntoma y
resultado de la modernización y apertura de la sociedad española, que ya no puede dar marcha
atrás. Dos visiones enfrentadas que podemos comprender a la luz de nuestro cuadro de
posiciones ideológicas: los cuadrantes de la izquierda tienden a ser pesimistas-regresivos (el
aumento de inmigrantes perjudica la convivencia: “somos demasiados”) y los de la derecha
optimistas-progresivos (“España ya es un país pluricultural, ¡qué bonito!”). Como en el resto de
asuntos, la posición de los inmigrantes en esta materia se encuentra condicionada por los
discursos y las prácticas de la población nativa, tal como se recoge brevemente en el Cuadro 7.
El asociacionismo y otras formas de movilización colectiva entre la población inmigrante
presentan un perfil bastante débil. La mayoría no está asociada ni ha tenido experiencias de
participación directa en la defensa de asuntos públicos sino que, más bien, vive replegada en
redes de proximidad (parientes y amigos) o adopta una estrategia individual, ya sea con un
enfoque clientelar-subalterno (“quien viene aquí está obligado a asumir la cultura, las
responsabilidades y la carga de venir de fuera”) o liberal-competitivo (“Si tú quieres, tú
puedes”). La minoría que valora positivamente la participación colectiva ofrece una gama de
experiencias y propuestas muy variada, acorde con su orientación ideológica. De un lado,
referencias a asociaciones de inmigrantes –a veces vinculadas a iglesias o mezquitas- que
suponen un apoyo material y de contactos e información en la primera etapa migratoria, además
de cultivar las tradiciones del país de origen (lengua, folclore, fiestas, gastronomía, etc.); de otro
lado, experiencias –y sobre todo propuestas- de movilización en defensa de los intereses
colectivos de los migrantes, ya sea mediante la incorporación a los cauces políticos habituales en
España (un partido de inmigrantes, participación en la política local con presentación de
concejales propios…), promoviendo grupos transnacionales de apoyo mutuo (asociaciones
gallegas, alusiones al lobby judío...) o mediante huelgas u otras medidas de presión social (“si los
inmigrantes de España hiciesen una huelga, se paralizaba el país”).
120
8. La incardinación en el mercado de trabajo
La primera necesidad de los inmigrantes adultos, una vez establecidos en España, es
obtener un empleo que les proporcione los recursos necesarios para sobrevivir sin depender de
los demás. Aparte de los jubilados que viven de sus pensiones, sólo se libran de esa norma tres
categorías de personas: los estudiantes, los cónyuges acogidos al permiso de reagrupación
familiar y los solicitantes de asilo a quienes se prohíbe trabajar mientras se tramita su solicitud.
Pero incluso en estos casos se reclama con frecuencia “documentación para poder trabajar”
cuando no se ha optado ya por trabajar “en negro”:
“- (Solicitante de asilo de Costa de Marfil) Nosotros tenemos un planteamiento claro: lo que
queremos es documentación para poder trabajar y desarrollar un poco nuestra vida… en mi opinión el que no nos dejen trabajar mientras se tramita la solicitud me parece una pasada pues no
podemos estar dos años esperando Yo creo que esa tardanza nos legitima para trabajar” (GD8).
“- (Mujer colombiana) Yo también trabajo en negro porque trabajo por mi cuenta y doy clases y me piden… como no tengo papeles, sólo tengo residencia y piden…” (GD22).
En primer lugar ofreceremos una visión de conjunto del trabajo de la población
extranjera, para centrarnos después en el bloque mayoritario de inmigrantes del Sur que han
tenido que pasar –o están pasando- por una primera etapa anómala de empleo sumergido, tras el
que inician un lento proceso de normalización laboral hasta abrirse paso al mismo abanico de
situaciones que existe en el mercado de trabajo español: con empleos cualificados, estables y
bien remunerados, en un polo; empleos no cualificados, temporales y poco remunerados, en el
otro polo; y trabajos por cuenta propia de diversa dimensión y características. Finalmente
recogeremos las estrategias más habituales de los migrantes en sus diversas etapas de inserción
laboral, a partir del cuadro de posiciones ideológicas que hemos avanzado en la primera parte.
8.1. Diversidad de itinerarios laborales
En su fase inicial de instalación en España podemos distinguir dos tipos fundamentales de
inserción laboral: la que tiene lugar con papeles de residencia y contrato de trabajo, o bien con el
permiso y los recursos necesarios para establecer la propia empresa; y la de quienes entran sin
permiso de trabajo y tienen que emplearse en la economía sumergida. La primera situación
121
prevalece entre los extranjeros de la Unión Europea y de otros países desarrollados, así como
entre los acogidos al llamado Régimen comunitario48
y quienes han obtenido un contrato de
trabajo en origen49
. La segunda situación ha sido hasta ahora la mayoritaria entre los inmigrantes
de países del Sur, que se han visto obligados a pasar una primera etapa sin documentación50
,
antes de poder acogerse a procesos extraordinarios de regularización u otras fórmulas como la
del arraigo, etc.
Entre 2000 y 2007 el empleo en España se incrementó de forma notable: el número de
ocupados creció en más de 5 millones, de los cuales 2,7 fueron trabajadores españoles y 2,3
extranjeros. La importante dinámica socioeconómica de estos años permitió, simultáneamente, la
incorporación al trabajo de un volumen importantísimo de inmigrantes y la disminución de la
tasa general de desempleo (del 15,2% a 8,3%), debido al incremento de la ocupación de los
autóctonos. En el año 2000 los trabajadores extranjeros detectados por la EPA eran 328.000
(335.000 estaban dados de alta laboral en la Seguridad social); en enero de 2007 alcanzaron los
2.600.000 (1.800.000 altas). La diferencia entre trabajadores (EPA) y cotizantes (Seguridad
Social) es indicativa del sumergimiento laboral de una parte considerable de la fuerza de trabajo
en España, a la que la política de inmigración no supo dar una respuesta a tiempo.
El aporte extraordinario de trabajadores inmigrantes, que representaban en 2007 el 13%
de la mano de obra del país51
, ha tenido importantes efectos en la economía española. Informes
elaborados desde la administración y desde el sector privado coinciden con la OCDE en señalar
que la inmigración ha sido una de las claves del extraordinario comportamiento de la economía
española durante la última década en términos de crecimiento, empleo y finanzas públicas52
.
Dicho colectivo, incluyendo a los que se encuentran no documentados, explicaría el 30% del
crecimiento del PIB entre 1995 y 2005, y casi el 50% del empleo creado entre 2000 y 2005.
48 Ver apdo. 6.3. 49 La puesta en marcha de los contingentes laborales anuales, desde 1993, pretendía contratar a los trabajadores
directamente en los países de origen, a través de los consulados, pero esta vía fue poco utilizada y el grueso de la
inmigración siguió llegando por su cuenta y riesgo. Desde 2004 se anunció una reorientación de la política
migratoria potenciando la contratación en origen pero manteniendo la “situación nacional de empleo” como criterio
básico de admisión, de acuerdo con la ley de extranjería de 2003. 50 Sobre la elevada proporción de inmigrantes “sin papeles” ver apdo. 6.3. 51 Según las estadísticas migratorias de la OCDE, España se convirtió en 2005 en uno de los países con mayor
número de trabajadores extranjeros, superando con amplitud en números absolutos a tradicionales países de inmigración como Francia y Reino Unido, e incluso colocándose, en términos relativos a la población activa del
país, por delante de Estados Unidos y Alemania. Ver SOPEMI, Perspectives des Migrations Internationales, OCDE,
Paris, 2007, pág. 68. 52 Ver OCDE, Estudio económico de la OCDE sobre España, 2007, en www.oecd.org; y OFICINA ECONÓMICA
DEL PRESIDENTE (España), Inmigración y economía española, 15 de noviembre de 2006.
122
Al iniciarse 2007 la tasa de actividad de los inmigrantes (76%) era considerablemente
más alta que la de los españoles (56%). La diferencia más significativa se produce entre los
trabajadores procedentes de la Unión Europea53
, cuya tasa (55%) es menor que la de los
autóctonos, y los extracomunitarios, que alcanzan una tasa del 79%. En definitiva, casi 8 de cada
10 inmigrantes no comunitarios en edad laboral están presentes en el mercado de trabajo. Estas
cifras se explican por la gran concentración de extranjeros en los grupos en edad laboral, así
como por su proyecto vital centrado en la emigración laboral como medio para mejorar su
situación económica.
Entre la población activa las mayores oportunidades de empleo corresponden a los
trabajadores españoles, que tienen la tasa de ocupación más elevada, por delante de ambos
grupos de extranjeros. A la inversa, el porcentaje de desempleo era mayor entre los no-
comunitarios (12,9%) y menor entre los autóctonos (7,8%). Es éste un primer rasgo de
diferenciación negativa en perjuicio de los inmigrantes procedentes de fuera de la Unión
Europea54
.
8.2. La etapa anómala de sumergimiento laboral
Ya hemos señalado que la mayoría de los inmigrantes adultos procedentes de países del
Sur iniciaron su estancia en España trabajando en la economía sumergida55
. Para las mujeres, la
principal vía de entrada ha sido el servicio doméstico; para los hombres, la agricultura y la
construcción; otros sectores menos numerosos de ambos sexos se iniciaron en la hostelería y el
comercio, a veces en empresas regidas por otros inmigrantes. El problema mayor en esta primera
etapa es quedarse sin trabajo, ya que éste es condición necesaria para poder sobrevivir y
mantener vivo el proyecto migratorio (“sin trabajo, eres nada”), lo que se agudiza en períodos de
recesión o cuando las redes de apoyo con las que se cuenta son débiles:
53 En ese momento no se incluían Rumania y Bulgaria, importantes emisores de migrantes hacia España. 54 En la última aplicación de la EPA antes de concluir este informe (primer trimestre de 2008) el desempleo de los extranjeros no comunitarios (…) había subido ¿el doble? que el de los españoles………………………………. ? 55
En el segundo trimestre de 2007, momento en que se aplicaron nuestros grupos de discusión, la Encuesta de
Población Activa registró 2,7 millones de ocupados extranjeros mientras estaban dados de alta laboral en la
Seguridad Social1,9 millones. Cabe deducir, por tanto, que en torno al 28% se empleaba en la economía sumergida,
proporción que sería bastante mayor entre los extranjeros de países del Sur.
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“- (Hombre de La India) Tengo necesidad de encontrar un trabajo para ganar dinero y poder vivir,
y para enviar a mi familia… Yo quiero, por favor, un trabajo. Son momentos muy difíciles para mi, aquí todo es muy caro…” (GD5).
“- (Hombre marroquí) No es la primera vez que te pasa, que te dan un portazo y no te llaman. En cierto tiempo te quedas sin dinero, no tienes a dónde ir, y luego ya se te acumula todo, empiezas a pensar y ya llegas a tener cualquier reacción…” (GD14).
Las condiciones de trabajo en esta primera etapa son, por lo general, muy duras: horarios
excesivos, ritmos intensos de trabajo, bajos salarios, amenazas y chantajes por parte de los
empleadores, etc. (“el empresario mira por su bolsillo”). Las empresas aprovechan la indefensión
de los trabajadores no documentados y éstos se ven obligados a aceptar “cualquier cosa” para
sobrevivir (“si no, ¿de qué como?”):
“- (Hombre rumano) Yo he trabajado también en construcciones algún tiempo, casi un año y he visto a los españoles cuando entraban en nuestra empresa… se marchaban pronto porque no
resistían al lado de un rumano. Los rumanos trabajaban diez u once horas por día, y duro, y el
español apenas aguantaba” (GD1).
“- (Hombre argentino) El español en vez de pagar al español mil quinientos euros, contrata a dos sudamericanos o latinoamericanos o rumanos o de donde sea y les da ochocientos… Que siempre
una persona que tenga una empresa o un trabajo va a mirar por su bolsillo y no va a mirar por el empleado” (GD2).
“- (Hombre senegalés) Yo creo que el jefe se aprovecha de mí. ¿Por qué?, porque sabe que a mí no me queda más remedio, o sea, un mes te dice: ‘no cobras hasta…’ es que no me queda otro
remedio, ¿qué hago? Si le digo: ‘no, no’, luego ¿de qué como?” (GD9).
“- (Mujer brasileña) Mira, yo cuando llegué aquí, que no sabía de nada, yo me quedé y trabajé en lo que encontré… Como nosotros trabajamos veinte, treinta horas cada día, que entrábamos a las
seis de la mañana y salíamos a las diez, las doce o la una de la madrugada…. Yo he trabajado así, pero ahora no, ahora he dicho que no trabajo más así” (GD15).
De este modo, los primeros años del ciclo migratorio transcurren en un ambiente de
temor (inspecciones de la policía, miedo a no cobrar, a quedarse en paro, etc.) y en condiciones
de vida bastante precarias (viviendas hacinadas, bajo nivel de consumo, etc.). En ocasiones,
incluso sus propios compatriotas abusan de ellos. Unas situaciones que se agravan en aquellos
casos en los que urge enviar remesas al país de origen, tal como también les ocurrió a los
emigrantes españoles en Alemania que al principio no podían ahorrar y tenían de “comer de
puchero toda la semana” si querían enviar dinero a su familia:
“- (Mujer boliviana) Muchas veces no nos pagaron, has trabajado gratis… y no solamente con españoles, de todo… en cuestiones laborales mayormente también nuestros propios paisanos nos
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explotan a nosotros… Pero al mismo tiempo tenemos miedo… Quién lleva la peor parte, es el
extranjero…” (GD4).
“- (Emigrante español retornado de Alemania) Muchos compañeros estaban casados y tenían que mandar dinero a toda la familia, y allí se hacía un puchero y se empezaba el lunes y el puchero les duraba hasta final de semana. Claro, el que quería gastar un poco más pues lo gastaba pero ya no
podía mandar nada para España” (GD20).
8.3. Asentamiento laboral con papeles: “afortunados” y “jodidos”
Al acceder a contratos reglados, los inmigrantes inician un lento proceso de
normalización laboral que en la mayoría de los casos es paralelo a la reagrupación o ampliación
del núcleo familiar y al acceso de éste a una vivienda independiente. En el plano laboral, se
produce una diversificación estrechamente relacionada con la cualificación y experiencia
profesional de los sujetos, y con el capital económico y relacional de las familias. Menos de la
décima parte trabaja por cuenta propia56
y, de los asalariados, dos terceras partes de los no
comunitarios tienen contratos de duración temporal en empleos manuales no cualificados, en la
hostelería, el comercio y el empleo doméstico.
En estas circunstancias cabe distinguir una amplia gama de situaciones laborales que
podemos agrupar en dos segmentos: uno, “afortunado”, con contratos dignos y estables (en torno
al 40% de los extranjeros con papeles), más habitual entre los residentes comunitarios y de otros
países desarrollados, y entre los profesionales cualificados –por cuenta propia o ajena- y los
empleadores; y otro, en torno al 60%, donde prevalecen los trabajadores menos cualificados
procedentes de países del Sur.
El primer segmento se considera, en general, realizado profesionalmente y satisfecho con
el nivel de vida alcanzado en España, pese a las barreras que encuentran para acceder al mercado
de trabajo en igualdad con los españoles (homologación de los títulos, trámites burocráticos para
abrir un negocio, etc.). En particular, los empleadores inmigrantes, manifiestan el mismo tipo de
preocupaciones que el pequeño empresariado español (necesidad de contener los salarios pese a
sus buenas intenciones, quejas “por pagar impuestos por todo”, etc.), lo que no impide que en
general se sientan “triunfadores” en el plano laboral (“nos hemos esforzado y tenemos nuestro
56 En el cuarto trimestre de 2006 estaba empleado por cuenta propia el 21% de los trabajadores españoles, el 27% de
los comunitarios (no se incluían rumanos ni búlgaros) y sólo el 7% de los no comunitarios (de éstos, el 2% como
empleadores y el 5% como trabajadores autónomos).
125
sitio”, “luchando y sufriendo estoy aquí”). En el caso de las jubiladas extranjeras de la costa
mediterránea que contratan servicio doméstico, se quejan de que las españolas “han exagerado
mucho los precios” y por eso contratan ahora a inmigrantes sin papeles:
“- (Mujer rumana) En comparación con nuestro país, hay muchas cosas que también nos gustan porque son las que hemos venido a buscar. Yo, por ejemplo, tengo un contrato fijo, con mis
cuatro días de asuntos propios, tengo mis vacaciones, treinta días de vacaciones pagadas y cuando tienes algún familiar enfermo, tu hijo o tu marido, también tienes derecho a que te den permiso.
Por eso te digo…
- (Mujer ecuatoriana) Tú eres afortunada, nosotras no” GD10).
“- (Búlgaro, empresario de construcción) Soy búlgaro y estoy aquí en España casi cinco años, el año pasado pusimos una empresa de reformas. En la empresa tenemos diez personas y ocho de
ellos son búlgaros. Mi socio y yo somos hermanos… Y, bueno, pintamos, hacemos todas las
reformas que hacen falta en un piso… - (Peruano, empresario de hostelería y de construcción) Llevo en España 16 años. Me vine con
veintiún años, soy de Perú… Tengo un par de empresas… y, bueno, pues no me puedo quejar,
tengo algunos fracasos como todo el mundo pero también tengo algunos pequeños triunfos…
nosotros nos hemos esforzado y tenemos nuestro sitio. - (Filipina, empresaria de exportación) Lo malo de mi negocio es que a veces estoy tocando a mi
propia comunidad y a mi comunidad encima yo quisiera regalarle todo pero hay un límite y eso
es… Bueno, mi negocio se trata de la exportación, exportamos… a Filipinas. Entonces, por más que quisiera ayudar, no hay más posibilidades, porque mis trabajadores y yo tenemos que comer,
etc. y los impuestos y todo lo que tienes que pagar, no hay manera…
- (Colombiano, empresario de lavadero de coches) Pero hay que pagar impuestos por todo. Yo, en la empresa mía de lavar coches, hay que pagar impuestos por recoger aceites, por recoger
baterías, por recoger pastillas de frenos y… Aunque lo repercutas al cliente, de todas formas
nosotros estamos pagando por todo” (GD22).
“- (Boliviana, modista autónoma) Yo soy una mujer emprendedora, si yo quería tener un negocio de lo que es mi profesión pues no lo podía… porque me decían: ‘¿tú, qué tarjeta tienes?’; ‘tengo
la tercera, la segunda’; ‘no, es con la nacionalidad española’. Bueno, pero ahora, como ya la
tengo la nacionalidad española, después de siete años en España, pues tengo la oportunidad de
que ya puedo abrir una tienda de coser, porque soy modista. Y si quería trabajar en un trabajo que no fuese la limpieza, porque también tengo el de enfermera, pues no podía trabajar en un
geriátrico porque no tenía mi título homologado; tuve que hacer también aquí un curso para poder
trabajar en geriátrico. Y lo he hecho. Y así, luchando y sufriendo, pues estoy aquí. Y aquí me siento bien, me siento a gusto” (GD13).
“- (Alemana jubilada, empleadora de servicio doméstico inmigrante) Los españoles han exagerado mucho con los precios. Ahora, claro, un alemán se busca una persona que trabaja en
negro, polaca o colombiana. Eso es normal porque los precios de los trabajadores españoles ya no se pueden pagar” (GD16).
El segundo segmento, de asalariados menos cualificados con contrato temporal, presenta
en general una situación ambivalente:
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Por un lado, su situación general ha mejorado en relación al pasado: además de haber
superado la inseguridad propia del período de clandestinidad, han avanzado en el proceso
de reunificación familiar, disponen de vivienda independiente (alquilada y, a veces,
comprada); además, se encuentran más integrados en la vida local, viajan alguna vez a su
país de origen y pueden acceder a los servicios públicos y a créditos bancarios para
inversiones importantes, como la casa o el coche.
Por otro lado, se sienten cada vez más agobiados en cuanto a liquidez (“la gente cada vez
está más tocada”): los gastos han aumentado sustancialmente, sobre todo si han ampliado
la familia o están pagando créditos de vivienda (“los intereses suben, suben y suben”, “te
endeudas para 50 años”)57
, mientras los salarios se han estancado y a veces descendido
(“el sueldo ya no llega”)58
; pero, además, ha aumentado el coste de la vida y ellos se han
vuelto más consumistas y tienen más deudas (“eso es muy español: veinte mil cuotas”,
“compré un coche pero ¡paga cuota!”; “ya no puedo ahorrar”)59
.
La conclusión a la que se llega es que, en el terreno laboral, ahora están peor que antes, lo
que se agrava por dos factores añadidos: la continua llegada de nuevos inmigrantes (que
aumentan la oferta laboral y hacen bajar los salarios: “ahora ves inmigrantes por todas partes…
un montón de bastantes países”) y el inicio de una nueva etapa de recesión económica y del
empleo que puede llevar al paro a muchos trabajadores (tanto inmigrantes como españoles). A
diferencia de Francia o Gran Bretaña, los sueldos en España no se corresponden con el nivel de
vida del país por lo que la gente se llena de deudas y se ve obligada a hacer horas extra o buscar
un empleo complementario (“vivimos para trabaja y nada más”):
“- (Hombre argentino) Lo que estoy notando es que está bajando el empleo, hay mucho menos
empleo, están bajando los sueldos, está subiendo la comida. En los mercados, vas… antes con cien euros podías comprar varias cosas y en este momento con cien euros compras mucho menos
de lo que comprabas antes… a la gente cada día le cuesta más porque suben los intereses y el
sueldo es el mismo y las cosas subieron… y la gente cada vez está más tocada, tanto los inmigrantes como los españoles, yo lo veo así.
- (Mujer boliviana) A medida que he estado aquí, ha subido todo, pues como tengo mis dos niñas
no me alcanza con lo que gano. Ahora se está poniendo más difícil porque hace un año todavía se
podía comprar, pero ahora… el sueldo ya no llega” (GD2).
57 El precio de la vivienda libre en España, según el Ministerio de la Vivienda, subió un 81,4 % entre 2000 y 2006,
en euros constantes. En www.barometrosocial.es (Indicador 1 de Vivienda). 58 El salario medio en España, según la Estadística de la Agencia Estatal de Administración Tributaria, subió un 4,3 % entre 2000 y 2006, en euros constantes. En el período anterior (1993-2000) el salario medio había bajado un 10,3
%, también en euros constantes. En www.barometrosocial.es (Indicador 8 de Empleo). 59 La deuda de los hogares españoles en relación a su renta disponible, según la Contabilidad Nacional de España,
aumentó un 63,6 % entre 2000 y 2006, mientras el ahorro sólo experimentó una subida del 4,2 %. En
www.barometrosocial.es (Indicadores 2 y 3 de Renta y Patrimonio).
127
“- (Hombre Ecuatoriano) Es que ahora tú ves inmigrantes por todas partes. Yo cuando vine diez años atrás, o sea, eran contados los ecuatorianos, los latinos que veías en el Metro, eran
contaditos; en cambio ahora ya ves… pues un montón de bastantes países…Yo no sé si España
va a sufrir la crisis, pero en España los sueldos en vez de subir, bajan, o sea, van a bajan o se van a quedar en un tope. Entonces, con ese sueldo no vas a poder vivir, ¿entiendes?
- (Mujer ecuatoriana) Es que ahora ya no compensa, cuando yo vine hace ocho años, ganaba
equis dinero, enviaba a Ecuador y podía ahorrar todos los meses. Pero es que ahora no, tengo que pagar el piso, tengo que pagar el cole, tengo que pagar muchas cosas y es que ya no puedo
ahorrar.
- (Hombre colombiano) El nivel de vida aquí en España no es equiparable a los sueldos que hay.
O sea, tú te vas a Francia o te vas a Londres y el sueldo mínimo son dos mil ó tres mil euros. El nivel de vida es mayor pero lo que ganas da para ello. En España, los sueldos oscilan de
setecientos a mil euros, con una… con un gasto diario impresionante.
- (Mujer ecuatoriana) Es igual porque ahora todo el mundo compra pisos y los pisos están carísimos y llegará un momento en que te compras un piso y te endeudas para cincuenta años”
(GD12).
“- (Mujer dominicana): “Los sueldos no los suben… y la tarjeta del metro ha subido demasiado… Tengo dos hijos y su tarjeta ya no la compro cada mes, tienen que ir a pié porque no puedo
comprar su tarjeta porque yo tengo un sueldo y no puedo… Suben la medicina, los trasportes y todo. Y lo que sí sube también es que te dan más trabajo… ¡más trabajar y menos cobrar!... ¡es
una barbaridad!” (GD15).
“- (Hombre uruguayo) Aquí estamos ganando mil quinientos máximo o mil euros por un título de abogado, o mil y poco trabajando en un banco, o sea… Y para tener un poquito de tren de vida,
ese dinero yo creo que no le repercute mucho. Sí, compré un coche, pero ¡paga cuota! - (Mujer argentina) Pero eso también es muy español, las veinte mil cuotas. Pagas la casa, ocho
mil cuotas, el auto, no sé qué, que tengo de todo. Soy un aplatanada de deber cosas pero soy tan
feliz… ¡está bien!” (GD17).
“- (Hombre rumano) Yo tengo casi seis años aquí y al principio quería quedarme en España me gustaba mucho, pero ya hace dos años que estoy pensando en volver porque no es como antes…
Hace seis años casi se vivía mucho mejor aquí, se vivía mucho mejor… Ahora, la vida es muy
cara, todo es muy caro, los sueldos son muy bajos, los contratos de trabajo que te hacen no te
ponen las horas, trabajas diez, doce horas diarias y te hacen un contrato de cuarenta horas al mes ¿sabes? y no sé… Está bien, me gusta mucho, me gusta mucho aquí en España, en Madrid la vida
es muy bonita, lo que pasa es que no se puede ahorrar, ¿sabes?, vivimos para trabajar y nada más.
Antes todo era mucho más barato, todo, todo. Las cosas eran más baratas: el alquiler, la comida, todo, todo era más barato. Ahora ganas el mismo dinero pero todo es muchísimo más caro,
¡muchísimo! Y tú creo que lo sabes igual que yo.
- (Mujer búlgara) Yo estoy aquí en España desde el 2001. He estado trabajando casi todo el tiempo, estoy aquí con mi marido, nació mi hijo aquí y ya tiene casi tres años. ¿Y qué?, ¿qué
cosas me gustan?: que hemos comprado un piso aquí en España y ahora lo estamos pagando. Y lo
que no me gusta es que los intereses suben, suben, suben, suben; eso es lo que más me preocupa,
cómo vamos a pagar ahora las letras. - (Mujer rumana) Estoy aquí desde el 2002 y he trabajado como conserje en edificio pero sólo por
la mañana y por la tarde encuentras trabajo pero muy poco, no he encontrado nada y esto es que
no me gusta porque hay muchos extranjeros ahora (…) Por ejemplo, para limpiar una casa no te pagan diez o doce euros por hora, te pagan seis o siete.
- (Hombre rumano) Claro, como ahora hay un montón de inmigrantes…” (GD6).
128
En el plano estrictamente laboral, aunque las situaciones son muy variadas, se apunta con
cierta frecuencia que los inmigrantes asalariados se encuentran en peor situación que los
trabajadores autóctonos60
, tanto en el acceso al empleo como en las condiciones laborales: “el
inmigrante en cualquier sitio está jodido”. Gracias a los papeles tienen más derechos que antes
pero su poder de negociación en relación a los empresarios sigue siendo escaso y éstos abusan de
ellos con frecuencia. Los propios compañeros de trabajo españoles serían más exigentes con los
foráneos y dejarían para ellos las tareas más duras (“uno suda y el otro no”). No obstante, hay
también bastantes apuntes en el sentido de que las condiciones de trabajo tienden a ser las
mismas para quienes se encuentran en la misma categoría laboral, al margen de cuál sea su
nacionalidad. El consenso se establece al afirmar que entre los empresarios “hay de todo”, los
que “se aprovechan de ti” y los que “te tratan bien”:
(Hombre colombiano) Yo soy de los que piensan que todavía hay mucha discriminación ¿no?, sobre todo a nivel laboral. A nivel de todo yo creo que tenemos las mismas obligaciones pero no
los mismos derechos. No te dejan competir con las mismas condiciones. O sea, tú mandas un currículum y eres una X (identificación de extranjero) y por ser una X no te dan una entrevista…
Lo sé porque tengo muchos amigos trabajando en recursos humanos y cuando llega un
currículum con una X pues…. por más que tocas… tratan de pillarte, creo que ahí hay una brecha increíble que no es fácil de superar” (GD12).
“- (Hombre rumano 1º) A nosotros nos pagan noventa euros al día y a los españoles les pagan ciento veinte. Nosotros no tenemos ningún derecho y ellos tienen todos los derechos. Y ellos son
todos los encargados. No sé qué pasa… Y si no lo quieres, te vas y van a venir otros…
- (Hombre rumano 2º) Sí pasa, pero no es una regla de que los españoles paguen peor a los extranjeros.
- (Hombre búlgaro) Hay españoles que también cobran menos ¿eh?
- (Hombre rumano 1º) Sí. Normalmente los inmigrantes trabajan en equipo: rumanos con rumanos y así, y con los demás no se reúnen ellos. Los jefes rumanos son más cabrones que los
jefes españoles
- (Hombre búlgaro) Eso pasa, sí.
- (Hombre rumano 2º) No es una regla que los españoles paguen mal o que no den todos los derechos. Hay de todo, te encuentras de todo. Tanto que están aprovechándose de ti como que no,
que te están tratando bien” (GD6).
“- (Hombre marroquí) Yo he trabajado con algunos españoles que están todo el día ahí sentados y
cuando ven que viene el jefe se levantan. ¡Eso no puede ser! Si trabajan, tienen que apechugar
como todo el mundo, pero uno suda y el otro no, ¡eso no puede ser! Y luego las cosas malas te
echan la culpa: ‘no, es que ha sido él’. Si un día un compañero llega tarde no hay que discutir, no dicen nada; llegas tú un poco tarde: ‘¡eh!, ¡has llegado tarde!… El inmigrante en cualquier sitio
está jodido” (GD9).
60 Según la Encuesta de Condiciones de Vida de 2006 (INE) los trabajadores extranjeros no europeos percibían, en
promedio, un 30 % menos de salario que los españoles. Esta menor retribución explica que, según la misma
encuesta, el 70 % de tales inmigrantes no tengan “capacidad para afrontar gastos imprevistos”, es decir, viven al día
(30% entre los españoles), el 66 % no dispongan de “una semana de vacaciones al año” (38 % entre los españoles) o
que el 26 % no pueda “mantener la vivienda con una temperatura adecuada” (9 % entre los españoles).
129
Las mujeres inmigrantes, además de las diferencias ocupacionales a las que hemos
aludido, presentan algunos problemas específicos en relación a los hombres. El acceso al empleo
es más fácil para ellas cuando son jóvenes y no tienen cargas familiares, pero se vuelve más
difícil cuando tienen que compatibilizar el trabajo fuera de casa y el trabajo doméstico (el
cuidado del hogar y de los niños pequeños). Este asunto se plantea como un problema de las
mujeres ya que “los maridos están trabajando”; se da a entender que sólo se define como trabajo
el mercantil-remunerado, del que se ocupan mayoritariamente los hombres, y como no-trabajo
las tareas domésticas que realizan mayoritariamente las mujeres, con lo que éste queda
invisibilizado61
. La conciliación entre el trabajo doméstico y extradoméstico resulta casi
irresoluble (un círculo vicioso) cuando se trata de hogares monoparentales: las madres intentan
compatibilizar trabajos por horas buscando un difícil equilibrio entre atender a los hijos y juntar
un sueldo mínimo para poder sobrevivir, pero los servicios de guardería para atender estos casos
son poco flexibles (“no me dan la guardería porque dicen que trabajo pocas horas”) y bastante
frecuentes los abusos de sus empleadores , que se aprovechan de la “necesidad” en que se
encuentran esas personas (“cuando firmas el contrato no te lo enseñan…trabajas ocho horas y
firmas por cuatro”). Ser madres no sólo les ha planteado grandes dificultades en la organización
del tiempo, también les hace ser vistas con recelo por sus empleadores y excluidas de algunos
trabajos (“desde que tengo a mi hijo no me llaman”):
“- (Hombre moldavo) El trabajo de los hombres es difícil, pero el trabajo de las mujeres es
muchísimo más difícil. - (Hombre rumano) La mayoría de mis parientes o de chicas parientes, primas que han venido
aquí de Rumania a España han empezado con poco, ha trabajado cuidando ancianas en varios
pueblos de Huesca, de Pirineos, de no sé qué, trabajando por cuatrocientos euros al mes. - (Hombre moldavo) Claro, porque estas mujeres, estas chicas fueron todas engañadas en su país.
Muchas, muchas mujeres que tienen una carrera, que tienen un trabajo en su país y vienen aquí,
‘que vas a trabajar y vas a tener una recomendación’, pero todos sabemos que la recomendación
después no es lo que parecía. Es otro problema… - (Hombre rumano) Hablo de mi situación, tenemos un niño de tres meses, la paga maternal será
hasta los tres meses, cuando el niño tiene tres meses ya la mujer tiene que salir a trabajar. ¿Dónde
crees que podría dejar la mujer el niño?, ¿con quién podría dejarlo si no tiene a nadie aquí? Su marido está trabajando, sus amigas están trabajando y otras personas no tiene…” (GD1).
“- (Mujer ecuatoriana) Cuando tuve a mi hijo ya las cosas cambiaron… Tengo unas horas por la mañana y trabajo en una empresa de limpieza, no me pagan mal pero son pocas horas y he pedido
la guardería y no me la han dado porque dicen que yo trabajo muy pocas horas… Me dijo: ‘la madre tiene que estar trabajando’ y yo le dije: ‘señora, yo comprendo, pero para que yo trabaje,
¿con quién dejo al niño?’…
- (Mujer colombiana) A veces en los trabajos o cuando buscas empleo, cuando dices que tienes niños, no te llaman, no sé por qué.
61 Ver BORDERÍAS, C., CARRASCO, C. y ALEMANY, C., Las mujeres y el trabajo. Rupturas conceptuales,
FUHEM-ICARIA, Barcelona, 1994.
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- (Mujer ecuatoriana) Porque mira yo antes de que tuviera a mi hijo me llamaban para trabajar,
tenía tres trabajos, pero ahora, desde que tengo a mi hijo, no me llaman.
- (Mujer peruana) Y los contratos también. Los contratos que hacen ahora… cuando firmas el
contrato algunas empresas no te enseñan, no te enseñan lo que estás firmando, dicen: ‘ya está tu contrato’, ¡pum!, firmas y ya está.
- (Mujer búlgara) Trabajas ocho horas y firmas por cuatro horas” (GD10).
Una situación de explotación laboral especialmente intensa es el trabajo que muchas
mujeres inmigrantes han desempeñado o desempeñan como “internas” en el sector del servicio
doméstico. A la marginalidad jurídica de esa ocupación62
se añade su amplitud horaria, la baja
remuneración (“cuidando ancianas en el Pirineo por 400 euros al mes”) y la sobrecarga de tareas
de día y de noche (“que no tienes manos ni piernas ni nada”):
“- (Mujer búlgara) “te cogen para cuidar a una señora de 80 años y al mismo tiempo tienes que hacer la casa, hacer la cena, que no te queda… no tienes manos ni piernas ni nada… Y por la
noche te tienes que levantar… Si te relajas un poquito te echan… la gente está muy cansada y si
tienes un descuido te echan” (GD14).
8.4. Estrategias de inserción laboral: entre la sumisión y la rebelión
En la etapa de sumergimiento laboral sólo una minoría de inmigrantes se rebela ante las
condiciones de explotación. La mayoría adopta una posición de sumisión y dependencia si el que
contrata es un empresario español, o de gueto si se trata de una empresa mono-étnica (por
ejemplo, un bazar indio o un restaurante de comida china). En el primer caso, más frecuente en
negocios de tipo familiar (incluido el servicio doméstico), el inmigrante muestra una actitud
servil, aceptando agradecido las condiciones de empleo que se le ofrecen (“yo vengo a servir al
pueblo español que me da la mano”); la docilidad, la disponibilidad y hasta la fidelidad al
empleador son tácticas desplegadas para ganarse un lugar en el mercado laboral. En el segundo
caso, el trabajador vive adscrito a una micro-sociedad laboral con escasos contactos con la
población autóctona y debiendo atenerse a las normas y costumbres del propio grupo (ver
Cuadro 8).
62 El Estatuto de los Trabajadores de 1980 excluyó de su ámbito a los trabajadores domésticos que se regulan por un
Real Decreto de 1985. El carácter “especial” del servicio doméstico, heredero de la antigua relación de servidumbre, se traduce en unas condiciones de empleo (contratación, horario, salario, prestaciones sanitarias, pagas extra,
jubilación, etc.) por debajo de las establecidas para los trabajadores en general que lo convierte en “una especie de
apartheid ocupacional que niega la igualdad de derechos a un sector de la fuerza de trabajo”. COLECTIVO IOÉ,
“Servicio doméstico e inmigración extracomunitaria”, en Mujer, inmigración y trabajo, Ministerio de Trabajo y
Asuntos Sociales, Madrid, 2001, págs. 129-467.
131
En su fuero interno, tras la aparente sumisión al empleador, el sector mayoritario de “sin
papeles” tiene planteamientos y expectativas diversas: junto a quienes asumen un estatus básico
de desigualdad (“servir o tener patrones”) y fatalismo (“¡la vida es así!”), propio de la posición
de repliegue regresivo, el resto considera esa etapa como provisional, a la espera de conseguir
los papeles para, en ese momento, acceder a los derechos laborales de los inmigrantes legales
(posición subalterna), iniciar una carrera ascendente confiando en sus capacidades (posición
competitiva) e incluso avanzar en la reivindicación de una sociedad más justa y solidaria, propia
de la posición crítica-instituyente (“dar la vuelta a la tortilla”). En todo caso, mientras están
indocumentados consideran que no tienen capacidad de negociación y callan “por necesidad, no
por dignidad” (“si hablas, como no tienes papeles, te vas fuera”), por lo que se convierten
fácilmente en objeto de explotación para empresarios que sólo miran “por su bolsillo” y adoptan
con frecuencia actitudes xenófobas; una posición, esta última, definida en el capítulo 2 como
nacional-capitalismo especulativo que legitima la presencia de inmigrantes en España en cuanto
mano de obra barata y sin derechos, que puede ser tratada, chantajeada y abusada como “material
de desecho”.
“- (Mujer boliviana) Si gritas, si hablas, si dices: ‘te denuncio’, pues te vas fuera. Como no tienes los papeles, ¡te vas fuera!” (GD4).
“- (Hombre gambiano) Y uno que habla con el jefe, después de un montón de años: ‘¿puede darme papeles?’. ‘Si paga hasta la mitad…’, venga, le ayuda a tener papeles; si no, le echa. ¡Eso
no puede ser!” (GD9).
“- (Hombre marroquí) Por supuesto todos los días tienes que trabajar para sobrevivir… ¡la vida es así!” (GD14).
La minoría de inmigrantes sin papeles que se rebela contra las condiciones de explotación
laboral polemiza con el sector mayoritario y le acusa de tener la culpa de su situación (“tenemos
la culpa nosotros cuando nos contentamos con lo que nos ofrecen”). En un grupo de
latinoamericanos sin papeles, una mujer peruana plantea que “hay que hacerse valer” como
buenos trabajadores pues la preferencia curricular (“hacer bien tu trabajo”) también cuenta para
los empresarios, no sólo la “preferencia nacional”. Y hay que tener “dignidad”, decir “no a la
explotación, venga de donde venga”; de lo contrario “lamentablemente el vivo se come al tonto”.
La respuesta del sector mayoritario es que el criterio que se impone es más “la necesidad” que la
dignidad, o bien se deja ésta para las relaciones sociales fuera del trabajo:
132
- (Mujer boliviana) Aceptas cobrar menos por necesidad, porque tengo tres niños acá, por
necesidad… He pedido trabajo en esa empresa aunque no me pague las horas extras que he trabajado… Te pillas todo lo que te ofrezcan, lo coges.
- (Mujer peruana) La culpa la tenemos nosotros porque nos contentamos con lo que nos dan y no
debería ser así. Entonces, deberíamos decir: “mira, si no pagas esto, nada”. y ¿cuánto me cobras la hora?”, le digo: “diez euros”: “vale”. O sea, tú pones el precio, la gente que te conoce sabe lo
que haces y tienes que tener fuerza…
- (Hombre argentino) No estás legalmente autorizado para trabajar, pero tienes dos manos, dos brazos y trabajas igual que los demás, por lo tanto tienes que cobrar igual que los demás… Y
depende también de las necesidades que tenga el empleador.
- (Mujer peruana) Si haces bien el trabajo, te lo dan. Entonces, es que depende de ti… Pero es
eso, es que tienes que poner tus límites porque la gente… con eso de que tienen necesidad, pero te digo es culpa de nosotros mismos porque lamentablemente no sabemos luchar y al final la gente
se aprovecha. Uno tiene que tener un poco más de dignidad porque, si no, lamentablemente el
vivo se come al tonto… Yo siempre he exigido, que se me pague lo justo. Y a veces tengo que decir: ‘ya está, se acabó, no más’ ¿entiendes?, pero tienes tú que valer, tú tienes que demostrar lo
que vales, si no…
- (Hombre argentino) Pero hay gente que lo necesita. Porque si vos le decís que no, viene otra
persona y le dice que sí” (GD2).
Entre los inmigrantes sin papeles del este de Europa también hay una minoría que adopta
una posición competitiva frente al resto de compañeros. En este caso, se trata de un rumano cuyo
proyecto es conseguir en España ahorros suficientes para establecer después un negocio de
construcción de casas en su país (inmigrante inversor hecho a sí mismo). Cuando se le cuestiona
que los inmigrantes sin papeles (“personas humildes, así como nosotros”) apenas pueden ahorrar,
y menos una cantidad de 100.000 euros, él dice que lo pueden hacer si se lo proponen y aporta
algunos casos de personas conocidas que ya lo han conseguido (un cuñado que emigró a Estados
Unidos y compró a crédito un camión con el que gana catorce mil euros al mes, o una empresa
creada por veinte rumanos amigos y parientes que trabajan “como uno solo”). La clave, una vez
más, consiste en “tener una meta”, adoptar una actitud adaptativa y a la vez combativa (“un poco
avariciosa”), saber “vender” las propias capacidades con confianza en sí mismo y sin rendirse de
antemano ante los empleadores, aprovechar las redes y los contactos que se tienen, etc. La
respuesta de la mayoría va en el mismo sentido de antes: los trabajadores inmigrantes sin papeles
bastante tienen si consiguen un empleo para sobrevivir y un techo donde cobijarse (“yo quiero
trabajar para mantener mi familia y ya está”). Frente al mito del rumano “hecho a sí mismo” que
triunfa en el extranjero y vuelve a su país de vacaciones en un BMW, otros inmigrantes de
Ucrania y Moldavia recuerdan que ellos no pueden hacerse “inversionistas” sino, más bien, todo
lo contrario (“¿sabes a cuántos miles de gente deben dinero?”) y que muchos retornan a su país
sencillamente “porque su proyecto ha fracasado”:
133
“-(Hombre ucraniano) En Ucrania hay bonitos bosques, una tierra riquísima, pero si no tengo
dinero ¿con qué voy a trabajar en aquella tierra? - (Hombre rumano) Y cuando ganes cien mil euros ¿regresarás a tu país?
- (Hombre ucraniano) Con cien mil euros no, no. No hay nada que hacer con cien mil euros en mi
país, dentro de tres años me quedaría igual con este dinero. - (Hombre rumano) Yo te digo que en cualquier país te vas, te vas a Estados Unidos con cien mil
euros y puedes empezar un negocio... Mi cuñado se ha marchado a Estados Unidos y, cuando ha
podido, ha obtenido un crédito bancario y se ha comprado un ‘truck’, que es un camión largo, muy grande, para llevar mercancía y ahí vive en el camión y… cobra casi catorce, quince mil, de
media, por mes… Es que los rumanos somos un poco avariciosos…
-(Hombre moldavo) Pero hablamos de cien mil, de doscientos mil euros… ¿a ver quien está
ahorrando aquí esos miles de euros? Por ejemplo, yo en estos años que he estado pagando un alquiler y he gastado en eso más de… veintisiete mil euros, por ejemplo. A ver… si empiezo a
ahorrar, a lo mejor dentro de cincuenta años puedo ahorrar los cien mil euros, pero la vida…
¡cambiará!... - (Hombre rumano) Tú tienes tu meta, cuando te has marchado de tu país y has venido a España
pensabas: “quiero ganar tanto”… Es como todo en la vida, si quieres ser un obrero, un trabajador
que trabajas…
- (Hombre ucraniano) Yo quiero trabajar para mantener mi familia y ya está. -(Hombre moldavo) Mejor vamos a hablar de personas más humildes así como somos nosotros y
no de los millonarios… de los extranjeros que están viniendo y que están todos los días aquí, que
yo creo que muchísimos extranjeros ahora no tienen trabajo y muchísimos españoles no tienen trabajo y lo tienen, bastante difícil para ahorrar esos euros para poder invertir en algo…miremos
alrededor que hay muchas familias extranjeras que no tienen donde vivir, no tienen ninguna casa,
no tienen ni un… vamos, ni un techo donde estar. - (Hombre rumano) ¿Sabes por qué te lo digo?, porque muchos rumanos han venido aquí a
España como trabajadores, como peones, como albañiles, como no sé qué y ahora disponen de
cincuenta, sesenta mil euros…
- (Hombre ucraniano) ¿Y sabes a cuantos miles de gente deben dinero? - (Hombre rumano) mira… cada uno tiene una política, unos quieren quedarse aquí en España un
montón de tiempo para ahorrar bastante dinero, después invertir en Rumania, dejar aquí en
España un piso para sus hijos y cuando sean mayores jubilarse en Rumania… Aquí en España, hay muchos rumanos que vienen… cada día, ¿por qué?, porque ven volver a otros rumanos con
un BMW, con un MP3, que ni los españoles lo tienen, y que invierten mucho dinero.
-(Hombre moldavo) Pero muchos vuelven porque su proyecto ha fracasado” (GD1).
En la etapa de asentamiento laboral (con papeles) pierden terreno los discursos de
repliegue victimista, aunque todavía siguen bastante presentes, y aparecen con más fuerza las
posiciones subalterna y competitiva (parte de arriba del Cuadro 8). En efecto, pese a tener
papeles, una parte de los inmigrantes sigue adoptando estrategias de repliegue y sumisión a los
empleadores. En unos casos se reconoce que es “la necesidad” la que les lleva a asumir sin
rechistar los abusos del jefe (“si le digo ‘no’, ¿de qué como?”):
“- (Hombre senegalés) Yo creo que el jefe se aprovecha de mí. ¿Por qué?, porque sabe que a mí no me queda más remedio, o sea, un mes te dice: ‘no cobras hasta…’ es que no me queda otro
remedio, ¿qué hago? Si le digo: ‘no, no’, luego ¿de qué como?” (GD9).
134
Esta sensación de impotencia permite a algunos empleadores explotar a los inmigrantes
“ad líbitum”, dando lugar a situaciones de gran explotación y acoso racista (“a mis niños les
llama ‘negros’, cosa que me revienta”) y hasta sexual (“otra chica le denunció por tocarle sus
partes”). Parece que la mayoría de inmigrantes con papeles ya no acepta situaciones así, pero
“hay gente que para no perder el puesto de trabajo, prefiere aguantar”. Tal es el caso de una
trabajadora de limpiezas de origen guineano, que es animada por el resto del grupo a no admitir
los abusos. En la presentación de su experiencia la mujer reconoce que ha tenido que “aguantar”
de todo con el único límite de que no atentar contra su vida (“con tal de que no me mates, no
pasa nada”). Tiene un contrato por cuatro horas pero se ve obligada a trabajar muchas más sin
cobrarlas, siendo maltratada verbalmente con frecuencia por el empresario (“tú no vales
nada...”). Las compañeras del grupo de discusión, situadas en una posición más reivindicativa, la
aconsejan acudir a los sindicatos o presentar una denuncia, aunque reconocen que hay bastantes
trabajadores venidos de fuera y también algunos españoles que no se atreven a protestar por
miedo a las represalias, a quedarse en paro, a no poder pagar las deudas de la hipoteca, tal como
le ocurre a la compañera guineana (“acabamos de coger un piso, ¿qué vamos a hacer?”). El
diálogo es ilustrativo:
“- (Mujer de Guinea Ecuatorial) Yo quería comentar algo. Llevo mucho tiempo en España, catorce años, he trabajado mucho… resulta que ahora estoy en un trabajo de limpiezas en la
misma empresa que mi marido y en ese trabajo de verdad estoy… Hay noches que ni siquiera
duermo… Me han contratado por cuatro horas diarias y resulta que tengo que trabajar todas las horas que hagan falta. Lo hago como puedo, tengo dos hijos pequeños y no es fácil tener un
trabajo. Resulta que a la hora de pagarme hay problemas, todo el mundo cobra pero en el
momento que me da mi dinero: “estás cobrando demasiado”, ¡cuatrocientos euros! Me van a contratar ahora para ocho horas diarias, pero ya me han avisado: ‘tú, te voy a decir una cosa. Tú
vete de vacaciones, cuando vuelvas, te voy a hacer la vida imposible’. Le digo: ‘sí, con tal de que
no me mates no pasa nada’. Me voy comiéndome la cabeza, ¿y qué querrá éste conmigo? Y me dice: ‘te voy a decir algo, ¡tú no vales para nada!, llevas tres años y pico en esta empresa y no
haces nada’. Y es un edificio entero, de dos plantas, que tenemos que limpiar entre mi marido y
yo… a mis niños les llama ‘negros’, cosa que a mí me revienta, y a mi marido le llama ‘el negro’.
Y todo el mundo en la nave nos está diciendo: “¿qué os pasa? ¿Estáis tontos o qué os pasa?”. Claro, nos están machacando constantemente, mi marido tiene más paciencia que yo. Yo no tengo
tanta paciencia pero me estoy aguantando por mis niños…
- (Mujer ecuatoriana) ¿Tienes la nómina? - (Mujer de Guinea Ecuatorial) Tengo nómina.
- (Mujer ecuatoriana) Cuando vayas a la UGT ¡denuncia! Es que muchas veces a nosotros los
extranjeros nos explotan y, bueno, lo permitimos. ¿Por qué?: porque tenemos miedo a denunciar. Tú tienes papeles, tienes contrato, así que ¡denúnciales!
- (Mujer colombiana) Y además son catorce años que llevas aquí.
- (Mujer de Guinea Ecuatorial) Yo estoy a punto de explotar.
- (Mujer colombiana) ¡Tienes que ir! - (Mujer de Guinea Ecuatorial) Porque es que yo estoy ya para denunciar pero mi marido dice:
‘acabamos de coger un piso, ¿qué vamos a hacer?, la letra está muy alta, no sé qué’. Pero yo
misma en sí, es que ya no duermo…
135
- (Mujer marroquí) Aparte de eso, te están maltratando…
- (Mujer de Guinea Ecuatorial) Y a este mismo señor hace poco le han denunciado… otra chica
le denunció por tocarle sus partes.
- (Mujer colombiana) O sea, que tiene antecedentes… Yo creo que los españoles eso no se lo
permiten… Nosotros porque venimos de fuera y nos da miedo por la familia, que luego no haya una
solución…
- (Mujer de Guinea Ecuatorial) En este trabajo, perdona, hay gente española que está pasando por
cosas raras pero para no perder su puesto de trabajo que lleva muchos años, tiene una familia… ¡aguantan!, donde yo trabajo está pasando eso.
- (Mujer ecuatoriana) Los españoles será un dos por ciento que se dejen, porque la mayor parte de
españoles no se dejan” (GD11).
Otras veces, como ya vimos, el trabajador asume una actitud dócil y de identificación con
la empresa (el “buen lacayo”) como estrategia de reconocimiento por parte del empleador, lo que
puede ser efectivo en la primera etapa de irregularidad pero se sostiene más difícilmente una vez
conseguidos los papeles. Es la situación de un marroquí que comenzó trabajando en el campo y
luego el empresario le puso de encargado del almacén asignándole las responsabilidades
correspondientes. Se pasaba todo el día trabajando y también muchos fines de semana porque “si
hay faena, hay que hacerlo”, hasta que se dio cuenta de que estaba haciendo “funciones de jefe
con sueldo de peón… ¡eso sí que es aprovechar!”. Como el patrón dio largas a su reclamación,
optó por irse a trabajar a otra empresa. Pasaba así, mediante este cambio de empresa, de una
estrategia de sumisión a otra de reivindicación de sus derechos laborales:
“- (Hombre marroquí) Yo primero estuve trabajando en el campo cuatro años y después el jefe me llevó al almacén… Soy una persona que tengo capacidad de aprender rápidamente, de
comunicarme con gentes y he ido subiendo el nivel muy poco a poco hasta llegar a ser el encargado, donde llevo tres años. Yo trabajaba los domingos porque los clientes a mi me pedían
género para el lunes… y si tengo que trabajar el domingo porque hay faena, pues hay que
hacerlo… En cambio, hay una cosa que me afectaba un poco mal porque llevaba tres años siendo
encargado del almacén, yo tenía que firmar los papeles, pasar los géneros y hablar con los clientes… Pero en el contrato ponía ‘peón’, o sea, llevaba tres años siendo encargado, un
profesional cien por cien, pero en el contrato ponía peón y mi nómina era de 600 euros… Y es
que hay que aguantar pero hasta un cierto punto. Al final estuve hablando con él tres veces, me decía: ‘sí, sí, el lunes voy a la gestoría’. Nada y al final me he dado cuenta de que este hombre se
estaba aprovechando de mí: funciones de jefe con sueldo de peón, ¡eso sí que es aprovechar!...
Un día le dije: ‘¿sabe qué? mañana martes mi último día, el miércoles voy a empezar a trabajar en
otro sitio’, porque un encargado no tiene que cobrar como uno que acaba de llegar” (GD9).
Entre los inmigrantes con contrato de trabajo van ganando terreno las estrategias de
inserción laboral que se corresponden con las posiciones subalterna y competitiva del Cuadro 8.
Ambas son de corte individual y tienen una marca de clase diferente: mientras la posición
subalterna reclama (del Estado) los derechos correspondientes a la condición obrera y al estatuto
específico de inmigrantes, la posición competitiva pone el énfasis en la capacidad de superación
136
de los individuos (dotados para competir…) en un espacio de libre mercado (“si tu quieres, tú
puedes”).
En el primer caso (posición subalterna), se pide la adscripción o incorporación a la
“norma de consumo obrero” establecida en España, aún cuando se den cuenta, como hemos
visto- de que el papel regulador-protector del Estado está en crisis y ya no cumple su función
como antes63
. En particular, se reclama de la administración un mayor control de los precios y de
los salarios (“el Estado debe tener unos registros…”), políticas sociales efectivas y, muy
especialmente, un control estricto de la llegada de nuevos inmigrantes que, al aumentar
excesivamente la oferta de mano de obra, presionan a la baja los salarios y rebajan las
condiciones de vida de los trabajadores, sobre todo de los inmigrantes llegados en los últimos
años, sus competidores más inmediatos. En el caso de los trabajadores procedentes de los nuevos
países comunitarios de la Europa del este, el deterioro del nivel de vida en España (“ya casi no
aguanto… tengo que coger más trabajo”) y la mejora de las condiciones de vida en sus países de
origen gracias a la entrada en la Unión Europea (“todos los países de Europa están dando dinero
para Rumania y para Bulgaria”) favorecen la paulatina equiparación en una especie de
“trabajador colectivo europeo” a la baja, o precariado europeo, con un perfil de derechos y
deberes equivalente, lo que haría cada vez menos atractiva la emigración entre los países de la
Unión. Los propios inmigrantes latinoamericanos, a la vista de cómo están bajando los sueldos
debido a la inmigración (“todo el mundo está viniendo acá y está entrando por lo que le
paguen”), creen que puede llegar un día en que tales sueldos “estarán a igual nivel que en
Latinoamérica” por lo que la gente ya no emigrará (y aumentarán los retornos):
“- (Hombre marroquí) En el tema laboral… nosotros ¿qué podemos hacer?, yo ¿qué voy hacer?,
tú ¿que vas a hacer? Eso ya el Estado tiene que tener unos registros en este tema, ¡nosotros no podemos hacer mucho!” (GD9).
“- (Mujer búlgara) Nos hemos amoldado aquí y por ahora no pienso regresar a Bulgaria porque todo va bien; mi marido trabaja, el niño se siente bien, va bien, va a la guardería está contento y
en fin…Lo que me gusta mucho en Madrid también es el transporte público, que no tengo coche y me gusta… Bueno todavía estaré más feliz si bajan los intereses, si el gobierno hace algo para
la gente porque nos están matando…
63 La relación salarial fondista dio lugar a medidos del siglo XX en los países más desarrollados a una norma de
consumo obrero o consumo de masas que separó el mundo del trabajo del mundo de la pobreza y aseguró una laga
vida de trabajo/consumo a la población asalariada con una amplia regulación jurídico-institucional de las relaciones laborales. Este modelo propio del llamado Estado de bienestar, habría entrado en crisis y estaría dando paso a la “la
constitución de un nuevo ciclo disciplinario como un proceso de reactivación y generalización del mercado y la
competencia como entes absolutos (que dictan normas y definen la racionalidad misma)”. ALONSO, L. E., La crisis
de la identidad laboral, Anthropos, Madrid, 2007, pág. 240. Ver también GARCIA, J., LAGO, J., MESEGUER, P.
y RIESCO, A. (Coord.), Lo que el trabajo esconde, Traficantes de Sueños, Madrid, 2005.
137
- (Hombre rumano 1º) Yo tengo como seis años en España y desde hace cuatro años gano unos dos
mil euros al mes… Como me iba muy bien, pues llamé a mi novia, digo: ‘ven p’acá que está bien
España’. Nos hemos casado, hemos hecho dos niños, nos hemos comprado un piso, un coche. Pero es
que cuando nos hemos comprado el piso hemos empezado a pagar cuatrocientos y ahora es que gano también dos mil euros pero pago mil euros la letra. Los intereses y la comida y todo eso, como subió
mucho, ya casi que no aguanto. Y con dos niños… Y con dos mil euros con los gastos y eso… tengo
que coger más trabajo fuera del… - (Hombre rumano 2º) Menos mal que ganas dos mil euros, que si ganaras menos…
- (Hombre rumano 1º) Hombre, de momento, España es mejor para mí ¿sabes?, pero dentro de cinco
años… Porque te digo una cosa, ahora España no consigue el dinero de la Comunidad Europea, España está dando dinero para Rumania, para Bulgaria, para los países que han entrado en la
Comunidad Europea. Y todos los países de Europa están dando dinero para Rumania y para
Bulgaria. Y entonces, no sé, yo creo que va estar mejor…” (GD6).
“- (Mujer ecuatoriana) España, tiene un mercado que irá a la crisis de los demás países, porque todo el mundo está viniendo acá y está entrando por lo que te paguen. Y al fin y al cabo yo creo
que será igual que los demás países, estará igual a nivel que Latinoamérica, igual… Los sueldos
están bajando, la gente viene por lo que le dan... Con todos los inmigrantes acá ya no es como
antes... Es que ahora ya no compensa, cuando yo vine hace 8 años ganaba equis dinero, enviaba a Ecuador y podía ahorrar todos los meses. Pero es que ahora no, tengo que pagar el piso, tengo que
pagar el cole, tengo que pagar muchas cosas y es que no puedo ahorrar” (GD12).
La posición subalterna asume, además, el estatuto complementario o subsidiario de los
trabajadores inmigrantes en relación a los nativos, es decir, justifica la “preferencia” de los
dueños de la casa (“están en su país”) a la hora acceder a un puesto de trabajo y comprende las
quejas de la población española ante el “excesivo” número de inmigrantes llegados en los
últimos años (“ese trabajo lo podía tener un español”). Ellos reaccionarían del mismo modo si
ocurriera lo mismo en su país (“imagínate un millón de moldavos en Rumania…”). Sin embargo,
se argumenta que los extranjeros tienen derecho a trabajar en aquellos nichos laborales donde no
hay españoles que quieran trabajar, como “en construcciones o en el campo”:
“- (Hombre rumano 1º) Cuando los españoles dicen que los inmigrantes son un problema yo, no sé, un poquito lo entiendo ¿sabes? Porque todos los extranjeros que han venido aquí… hay
muchos que han quitado mucho trabajo ¿sabes? y ese trabajo lo podía tener un español. Y estás en tu país y no lo puedes tener. - (Hombre rumano 2º) Imagínate un millón de moldavos en Rumania o de turcos en Bulgaria.
- (Hombre rumano 1º) Sí, sí.
- (Mujer rumana) Pero ahora en Rumania trabajan chinos.
- (Hombre rumano 1º) Pero no tienen razón de la gente que trabaja aquí en la construcción, porque hay
muy pocos españoles.
- (Hombre rumano 2º) Porque ellos no quieren trabajar ahí. - (Hombre rumano 1º) Hay muy pocos españoles que trabajan en construcciones o en el campo también...
Pero los demás trabajos sí tienen un poco de razón. Yo así creo que es porque… Como dice él, si a
Rumania van moldavos…” (GD6).
La posición competitiva es adoptada principalmente por personas con vocación
empresarial o con capacidad profesional u otros recursos personales o familiares que les
138
permiten competir con alguna garantía de éxito en el mercado abierto, incluso a escala
internacional. Se critican, en este sentido, las trabas burocráticas que pone España a los
profesionales y especialistas de otros países, que acaban emigrando a otros lugares (“esas bazas
se están perdiendo”), mientras aquí recala la “mano de obra barata” que ni siquiera necesita saber
español para trabajar (“en la construcción se necesitan poco las palabras”), y mucho menos
inglés (los profesionales filipinos “se van a países de habla inglesa”). El siguiente diálogo entre
pequeños empresarios inmigrantes refleja esta problemática del “mercado internacional de las
migraciones”, teorizada por la economía neoliberal, según la cual la restricción política de los
flujos laborales por parte de los Estados representa un obstáculo a las ventajas que supondría la
libre circulación de trabajadores; los Estados harían mejor en encauzar esos flujos en su
beneficio64
:
“- (Empresario búlgaro) Nosotros no somos totalmente españoles. En construcción no hace falta el idioma, entonces es más... es manual, ahí se necesitan poco las palabras.
- (Empresaria filipina) Eso es lo que ocurre con los filipinos… porque yo he hecho la
acreditación. Entonces ¿qué pasa con los filipinos? Los filipinos, la mayoría que ha terminado sus
carreras, como enfermera, médico, de todo, pues aquí no pueden ejercer ese tipo de carreras por los problemas burocráticos de acreditación y convalidaciones. Entonces ¿qué hacen?: se van a
otros países de habla inglesa.
- (Ingeniero colombiano) Yo digo una cosa, mira en mi país he trabajo en mi especialidad de ingeniero, pero aquí tengo que convalidarlo, tengo que estudiar aquí en la universidad y no tengo
todo el tiempo para convalidar y las matrículas también son muy caras y todo.
- (Empresario peruano) Por lo general sí hay problemas. Yo desde el punto de vista de la comunidad peruana, de lo que yo veo es la incorporación de los profesionales, que vienen
titulados y que no pueden ejercer y vienen directamente a trabajar y no tienen la posibilidad
económica como para estudiar y trabajar.
- (Ingeniero colombiano) Claro, eso es lo que pasa. - (Empresario peruano) Ese es el gran problema. Ahora ¿qué es lo que pierde España con eso?
Bueno, hay buenos profesionales y malos profesionales y en la comunidad extranjera habrá
buenos ingenieros y buenos economistas y buenos abogados, que traerán novedades de sus países para incorporarlas aquí. Pero como no les dan la oportunidad, esas bazas se están perdiendo,
entonces ¿a qué se dedican esas personas?, pues a trabajar como mano de obra barata o se
vuelven a su país… o buscan otro país donde puedan ejercer su profesión…” (GD22).
Frente a la posición subalterna, la posición competitiva reclama un Estado de mínimos
que garantice la igualdad de oportunidades para todos, sin proteger especialmente a los
nacionales (“que muevan el culo y no echen la culpa al inmigrante”). Es decisivo, por tanto,
64 Para G. J. Borjas, las migraciones internacionales de trabajo son un mercado abierto en el que los países desarrollados compiten entre sí para atraer hacia ellos las mejores bazas: “la existencia de un mercado de la
inmigración implica que los países compiten por el capital físico y humano de los inmigrantes, que el tipo particular
de personas y de países de origen depende de cómo difieren las ofertas a los potenciales migrantes por parte de los
países que compiten en ese mercado, y que habrá vencedores y perdedores en esa competición”. BORJAS, G.J.,
Friends of strangers. The impact of immigrants on the U.S. economy, Basic Books, 1991, págs. 86-7.
139
ponerse “una meta” y “luchar para mejorar”, porque “al final recoges lo que has sembrado”. Para
ello, los trabajadores deben ser “egoístas”, “avariciosos” y aspirar a “ser jefes” o
“inversionistas”, no contentarse con ser simplemente “trabajadores que trabajan”. Como señala
una trabajadora rusa, casada con español, no hay que sentirse “víctimas” sino “buscar, luchar y
no aguantarse” hasta conseguir lo que se quiere:
“- (Mujer rusa) No, no, hay que buscar, luchar, ¿sabes? y no aguantarse. Si ella paga no sé cuanto por una hora, vale, en una casa de interna sin contrato, sin nada, bueno eso… se puede denunciar
- (Hombre rumano) No siempre puedes denunciar cómo quieres, no siempre vas a tener…
- (Mujer rusa) ¡Puedes!, Si tú quieres, tú puedes.
(Hombre rumano) Puedes hacerlo, pero no… tienes chances mínimas para conseguirlo. - (Mujer rusa) Bueno, es otro tema ¿no? Si tú no quieres luchar por tu vida para mejorar, es otra
cosa. Si dices: ‘ah!, vale, que no pasa nada, que yo soy no sé qué… ¡yo soy víctima!’. Eso no, no,
¿sabes? Hay que abrir la boca y preguntar: ‘¿qué pasa?... ¿porqué tú me pagas lo mismo que si fuera media jornada?” (GD6).
“- (Hombre marroquí) El parado español está ahí todo el día con un vaso de vino… pues ¿cómo va a buscar trabajo?; lo que tiene que hacer es mover el culo y no echarle culpa al inmigrante que
ha llegado hace poco o que estaba hace mucho aquí. (…). Yo, por ejemplo, si me quedo en España es para demostrar que no soy analfabeto, voy a intentar aprovechar lo máximo que pueda
para decirles… que yo hoy por hoy sí que pienso trabajar en un campo o en una fábrica, pero de
aquí a cinco o diez años no pienso hacerlo porque para mí este trabajo no es el mío. (…) Nosotros tenemos que elegir, tenemos que ser egoístas, ¿no?, en lo que es el trabajo… porque si un jefe ha
llegado a ser jefe, ¿por qué yo no? y ¿por qué él sí y yo no?, que te lo tienes que currar, aunque
tardes cinco o diez años en conseguirlo… debes tener tus ideas y ya está” (GD9).
“- (Hombre mauritano) La ley de la empresa privada es igual en todo el mundo: Tú trabajas… y al final recoges lo que has sembrado” (GD14).
En los textos estudiados aparecen sólo apuntes parciales, en el terreno laboral, de la
posición instituyente, especialmente cuando se critica la lógica de “explotación” del capitalismo,
que “esclaviza” tanto a inmigrantes como a autóctonos, o la universalidad de la discriminación
laboral de los inmigrantes en todos los países (a partir del principio de la “preferencia nacional”).
Se insinúa, en consecuencia, la denuncia y unidad de acción de los trabajadores, extranjeros y
nativos, desde un plano de igualdad, como sujetos que ponen en cuestión la jerarquización entre
los países (relaciones Norte-Sur) y las desigualdades económicas generadas por las grandes
corporaciones transnacionales. Esta posición hipercrítica es sólo esbozada en momentos
puntuales por los sectores más explotados y menos cualificados de la inmigración (“no sé por
quién, pero esto tiene que cambiar”) mientras son personas con mayor cualificación y capacidad
de abstracción quienes hacen más explícita la critica del sistema capitalista (“¡el capitalismo es
un cáncer!”) y la necesidad de articular una fuerza colectiva que se enfrente a él (“los
inmigrantes somos un gran poder… si hiciéramos una huelga se paralizaba el país”):
140
“- (Hombre ecuatoriano) Yo he trabajado en la OPEL y veo mucha… ¿cómo se dice aquí?, mucha esclavitud, mucha explotación a los mismos españoles y a los inmigrantes que trabajamos allí,
con todos los beneficios que tiene la OPEL. A mí sí me gustaría que se vaya al cine a avisar, a las
empresas para que vean que los coches que salen de ahí son en base a unos inmigrantes y unos españoles que son explotados y esclavizados laboralmente, o sea, cómo se dice, ¡un acoso!”
(GD14).
“- (Hombre ucraniano) Pues yo no sé… hace cinco años estaba la vida estaba muy diferente que
ahora, pues me parece que… hay que cambiar algo más que… no sé por culpa de quién, por el gobierno, por los extranjeros… pero hay que cambiar y ¿quién va a cambiar esto? No lo sé, pero
yo creo que seguro que algo cambia y tiene que cambiar” (GD1).
“- (Hombre senegalés) Cuando escucho a personas sin estudios que dicen que no tienen
problemas, yo no lo comparto porque estoy convencido de que, si yo que tengo más estudios que ellos estoy sufriendo cosas, ellos sufrirán cosas peores. Y, si no, al tiempo. Las cosas como son.
Es que aquí… hay que hacer algo porque no podemos seguir así… ¡hay que dar la vuelta a la
tortilla!... ¡El sistema capitalista es un cáncer!” (GD9).
- (Mujer emigrante española retornada de Alemania) Ya se han preocupado ellos de que… a pesar de haber sido el proletariado más oprimido, encima estamos contentos por la pura subsistencia…
Si los inmigrantes de España hiciesen, tuviesen la capacidad de hacer una huelga, se paralizaba el
país… (porque) los inmigrantes somos un gran poder ya, en número y en potencia” (GD20).
141
Cuadro 8
Formas diversas de entender la incardinación laboral de los inmigrantes
Buen súbdito (estado) Individuación Competidor eficiente (mercado)
Pop
uli
smo r
egre
sivo C
ierre
Su
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ón
a l
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norm
as C
Individualismo clientelar
(Con papeles) Defensa de los “derechos”
correspondientes a la fuerza de trabajo
asalariada, asumiendo las condiciones
propias como extranjeros.
(Nuevos miembros de la UE) Defensa de los mínimos correspondientes al
“trabajador colectivo europeo” (o
“precariado europeo”).
B
Individualismo liberal
(Sin papeles) Hacer valer ante el
empleador las ventajas comparativas del
inmigrante (preferencia curricular: “tú
tienes que demostrar lo que vales”).
Hacerse “inversionista” a partir de una
primera etapa de ahorro, esfuerzo y planificación (“hecho a sí mismo”).
(Con papeles) La inserción laboral
depende de la capacidad para competir en
un mercado abierto (“si quieres, puedes”.
Dos versiones: asalariados “afortunados” y
emprendedores “triunfadores”.
Pop
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ca
A
Grupalidad adscriptiva
(Sin papeles) Adscripción a una empresa
mono-étnica (gueto).
Sumisión agradecida al empleador para
ganarse un lugar en el mercado de trabajo (posición asumida o forzada “por la
necesidad”).
(Con papeles) Identificación con la
empresa y fidelidad al empleador (“buen
lacayo”).
Dependencia impotente ante empleadores
explotadores-xenófobos (posición forzada
por las circunstancias).
D
Grupalidad electiva
(Sin o con papeles) La precariedad laboral
de los inmigrantes del Sur es un efecto
combinado de la explotación capitalista y
la xenofobia nacionalista, a la que hay que hacer frente mediante la denuncia y la
unidad de acción de trabajadores
inmigrantes y nativos.
Endogrupo Grupalidad Exogrupo
Integración formal (Sociedad de libre mercado)
Inserción subalterna (Estado social regulador)
Repliegue defensivo (Arraigo local jerarquizado)
Proyección instituyente (Propuesta de sociedad alternativa)
142
9. Relaciones con la administración. Políticas sociales y modelos de ciudadanía
La Constitución española de 1978 plantea como uno de sus principios básicos la
participación de los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social. En particular el
artículo 23 afirma que “los ciudadanos tienen el derecho a participar en los asuntos públicos,
directamente o por medio de representantes” y, en consecuencia, reconoce y regula los derechos
de reunión, asociación, manifestación y huelga, además de establecer mecanismos electorales
para elegir a los representantes públicos en la administración local, autonómica, estatal y
europea. Por otra parte, la ciudadanía implica el acceso igualitario a un conjunto de recursos y
políticas sociales de carácter público, que se financian mediante los impuestos, que permiten
acceder gratuitamente, o a precios subvencionados, a diversas prestaciones, como la sanidad, la
educación, las pensiones, las viviendas sociales, los servicios municipales, etc.65
.
Desde el punto de vista jurídico, la ciudadanía plena no va ligada a la residencia en el
país sino a la posesión de la nacionalidad española, asignándose estatutos y normas específicas
para las personas extranjeras establecidas de manera continua. Entre estas últimas, como ya
hemos visto, se distingue netamente a los “sin papeles” de quienes están documentados, y dentro
de estas categorías existen, a su vez, múltiples subdivisiones. Así los no provistos de
documentación pueden estar empadronados, lo que les da acceso a ciertos derechos y servicios
públicos, o incluso pueden estar “en trámite” si han iniciado algún proceso de regularización o
asilo, etc. En cuanto a los residentes documentados también hay una tipología bastante amplia
(residencia con o sin permiso para trabajar; de duración anual, bianual o indefinida; tarjeta de
estudiante, de trabajo temporal, etc.) que llega a un punto final cuando se obtiene la nacionalidad
española lo que equipara casi totalmente a inmigrantes y nativos.
En este complejo contexto normativo la población inmigrante desarrolla sus propias
estrategias de instalación en la sociedad española, lo que implica, entre otras cosas, formas
diversas de entender la relación con la administración. En primer lugar, expondremos los puntos
de vista existentes en torno a algunas políticas sociales que más afectan al colectivo inmigrante
(educación, sanidad, vivienda y política de inmigración); después retomaremos las cuatro
65 Este conjunto de prestaciones constituye el “salario indirecto” de los hogares y representa en España una media
equivalente al 78% de los ingresos salariales. Ver indicador 14 de la dimensión Renta y patrimonio, en
www.barometrosocial.es.
143
posiciones básicas de nuestro cuadro ideológico en torno a la ciudadanía, donde ubicaremos
diversos elementos que aparecen en los anteriores apartados.
9.1. Educación
Dos son las cuestiones que la población inmigrante se plantea en esta materia: la
homologación al llegar a España de los niveles formativos que las personas adultas obtuvieron
en sus países de origen y la educación que reciben sus hijos en centros españoles,
mayoritariamente de titularidad pública66
.
En cuanto a las convalidaciones, se reconoce que son un requisito “lógico” en aquellas
especialidades en que los contenidos educativos del país de origen y de España no son
homologables. Sin embargo, existe una queja casi unánime en los sectores consultados en el
sentido de que los sistemas de homologación son lentos (“un problema largo, largo, largo”),
arbitrarios (“nunca es cuando te dicen”) y con frecuencia injustos (“rechazan lo tuyo por
completo”). Se plantea incluso la sospecha de que existe un “celo profesional” con
connotaciones racistas y de agresión personal (“entran en el espacio del canibalismo”) cuyo
resultado es impedir el ascenso laboral de los inmigrantes:
“- (Mujer ecuatoriana) Estudié psicología en Ecuador y convalidé aquí en la facultad de
psicología. Pero se ve una competencia bárbara, sí, entran en el espacio del canibalismo, donde el que más puede, más sube y si te lo puedes comer al uno pues te lo comes, lo importante es
resaltar académicamente entre los profesores… Hay racismo, hay racismo y celo profesional, sí,
lo he podido constatar. Hemos sido un grupo que hemos estado convalidando y nos hemos visto agredidos en lo personal y por nuestra pertenencia de origen ¿sabes?
- (Hombre ecuatoriano) Yo también vine con la ilusión de convalidar mis estudios… Entonces
justamente, hace poco hice examen, lo aprobé todo pero por la falta de papeles de documentación,
estuve tratando de hacer muchas cosas, haciendo unas horas con abogados y todo, pero al final no lo conseguí… Esto de convalidar los títulos… me dicen que va para años, que para la
convalidación de bachillerato tardan un montón…” (GD4).
“- (Hombre colombiano) Yo estudié derecho allí y estoy tratando de homologar mi título y, o sea, como quien dice, tengo que volver a la universidad porque lo que tengo no me vale casi nada…
En el caso mío del derecho o de otras carreras, las prácticas no son las mismas allí que aquí. Pero
se parte del hecho de que de las materias troncales ya tienes conocimiento, ya puedes tener
experiencia en el tema, que te hagan un curso o algo rápido y que te puedan dar acceso a lo que has estudiado, a ese tipo de trabajo, pero no que rechacen lo tuyo por completo. Entonces, te
mandan a hacer una prueba de aptitud, vas a la universidad y te dicen: “oye, búscate la vida”, o
sea, no te dicen: ‘oye, mira, esto es así, así y así…’. Si me ponen un sinfín de pegas, pues optas
66 En el curso 2006-07 había 608.040 alumnos extranjeros en el sistema escolar español, sin incluir la universidad,
que representaban el 7,8% del total del alumnado. De ellos, el 82% estaba escolarizado en centros de titularidad
pública y el 18% en centros privados.
144
por no realizarlo. Porque es volver a asumir cuatro o cinco años de universidad. Entonces, no me
parece justo” (GD12).
“- (Hombre cubano) La convalidación de los títulos también es terrible... ¡es una cosa espantosa! Y, al final, si sale, nunca es cuando te dicen…” (GD17).
En especial, muchos inmigrantes profesionales y pequeños empresarios que se ubican en
la posición igualitaria-competitiva se quejan de la rigidez jurídico-formal del sistema español de
reconocimiento de facultades y estatus, que les impide desplegar sus capacidades en igualdad de
oportunidades con los demás (“vienen titulados y no pueden ejercer”; “no puedo aceptar la
oferta porque no tengo homologado el título”):
“- (Empresario peruano) Por lo general sí hay problemas. Yo desde el punto de vista de la comunidad peruana, lo que yo veo es la incorporación de los profesionales que vienen titulados y que no pueden ejercer y vienen directamente a trabajar y no tienen la posibilidad económica
como para estudiar y trabajar. Eso es un gran problema” (GD22).
“- (Mujer colombiana) Yo estudié derecho en mi país, pero hice los estudios de postgrado aquí.
Un problema con el que me he encontrado es la homologación de los títulos porque eso es un problema largo, largo, largo. El primero me quedé en trámites, ya tenía que esperar un año para
que te digan que sí, en mi caso hay que presentar más o menos ocho exámenes para homologar
mi título de abogada acá… así que cuando tengo una oferta de trabajo no puedo hacer nada porque no tengo homologado el título” (GD14).
La entrada de alumnos extranjeros en las aulas, en proporción muy superior en los centros
públicos (8,9% del alumnado) que en los privados (4,2%), ha originado una diversidad social y
cultural que pone en cuestión el modelo homogéneo tradicional de la escuela española. Las
posibles estrategias de atención a la diversidad presentan una gradación que va desde la
segregación o la asimilación a la educación intercultural o antirracista, pasando por la
compensatoria, la educación para la tolerancia y la promoción del pluralismo cultural67
. En el
plano normativo (leyes, decretos, reglamentos escolares) existe confusión entre el enfoque
intercultural –poco desarrollado en la práctica-, que concibe a los hijos de inmigrantes como
aporte positivo, y el de la educación compensatoria, que los percibe como deficitarios.
La adaptación escolar presenta problemas específicos en aquellos niños y adolescentes
que han pasado del sistema escolar del país de origen al español, a veces a mitad de curso. En el
grupo de discusión con jóvenes reunificados por su familia en edad escolar aparecen problemas
67
Ver MUÑOZ SEDANO, A., “Hacia una educación intercultural: enfoques y modelos”, en CANTO, A.C. y otros,
La educación intercultural. Un reto en el presente de Europa, Consejería de Educación, Madrid, 2002; y
COLECTIVO IOÉ, “Inmigración y diversidad cultural”, en Inmigración, género y escuela, CIDE, Madrid, 2007,
págs. 40-86.
145
muy diversos: pérdida de curso “por falta de vocabulario” que le desincentivó para seguir
estudiando, pasar de curso “sin saber nada” con el consiguiente fracaso posterior, retraso del
inicio escolar hasta convalidar la Enseñanza Secundaria de su país, etc. Son indicios de un
problema notable de adaptación a la escuela española que puede explicar unas tasas de fracaso
académico68
y de abandono temprano de la escuela más elevadas en el alumnado inmigrante69
:
“- (Mujer joven paquistaní) Por el problema de la lengua me separaron de los demás y hubo un momento que quería dejar de estudiar. Al final me han convalidado las notas porque en inglés
tenía sobresaliente. Pero tengo que repetir...
- (Mujer joven marroquí) Me pasaban de curso sin saber nada y ahora me dicen que no voy a
sacar el título de la ESO. La culpa es del profesor que aprueba sin saber. Ahora, cuando voy a buscar trabajo hay problemas de ‘ESO’ (estudios) y de los otros (por el pañuelo, por ser
marroquí)…
- (Mujer joven colombiana) Allí me gradué en Bachillerato y aquí me querían hacerlo repetir. Yo le dije a mi papá: ’yo ya me gradué, yo no vuelvo’. Metí los papeles, se demoró bastante, Me
decían: ‘tienes que esperar’. Fui al año: ‘espera’, me dijeron. Esperé y esperé hasta que me salió y
me lo convalidaron… - (Hombre joven paquistaní) El instituto tenía un nivel muy alto, y es malo para los inmigrantes.
Te hacen repetir para que no les baje el nivel pero eso te desanima o te cambias de centro, como
hice yo” (GD18).
Las madres inmigrantes valoran positivamente el acceso libre y gratuito de sus hijos e
hijas a las mismas escuelas de los nativos; consideran que por ahí se abre una vía que facilitará
en el futuro la inserción social y laboral de sus hijos. Sin embargo, como ya avanzamos en el
apartado 7.4, la escuela española plantea problemas específicos para el alumnado inmigrante en
tres puntos: la discriminación que padecen por parte de otros agentes escolares; el desacople con
la educación recibida en casa; y las dificultades para acceder a las ayudas escolares (becas,
comedor, etc.).
La discriminación del alumnado inmigrante procede tanto de los propios compañeros
(“en el colegio los niños son muy crueles”) como de un sector de los profesores (“ecuatorianos
de mierda, marroquíes de mierda… no sé que vienen a hacer aquí…”) y de los padres y madres
nativos (“cuando las madres están, sus hijos se apartan de mi hija”). Una situación que a veces
68 Según una encuesta aplicada a familias marroquíes y dominicanas en Madrid y Barcelona, “el problema de ajuste
y adaptación entre los sistemas del país de origen y de España es más leve si la incorporación a la escuela es
temprana (antes de los 8 años) y se agrava extraordinariamente a partir de los 12 años”. COLECTIVO IOÉ, La
escolarización de hijas de familias inmigrantes, CIDE / Instituto de la Mujer, Madrid, 2003, pág. 118. Ver también,
en el mismo sentido, BLANCO, M.R., “Políticas educativas e inmigración: de las políticas a las prácticas”, en CLAVIJO, C. y AGUIRRE, M., Políticas sociales y estado de bienestar en España: las migraciones, FUHEM,
Madrid, 2002, págs. 307-343. 69 Según la Encuesta de Población Activa (cuarto trimestre de 2006), mientras el 52% de los jóvenes entre 16 y 25
años nacidos en España permanecían en el sistema educativo, sólo lo hacía el 30% de los latinoamericanos y el 16%
de los africanos.
146
conduce a la creación de “guetos” (“ecuatorianos aquí, bolivianos ahí, marroquíes allí y los
españoles por aquí...”) o deriva en problemas psicológicos (“mi hija está con psicólogo y todo”).
“- (Madre ecuatoriana) Dicen que en la escuela de aquí no hay racismo, ¡qué va! Usted sale fuera y observa los recreos: ‘ecuatorianos de mierda’, ‘marroquíes de mierda’, ‘no sé lo que vienen a
hacer aquí’, ‘cada vez son más indisciplinados’, ‘es que no hay quien los aguante y encima echan
pestes’ y encima no sé qué y encima no sé cuantos… son comentarios de los propios profesores. Ahora usted mira en los recreos y están los ecuatorianos aquí, los bolivianos ahí; los marroquíes
allí y los españoles por aquí. Nosotros, los extranjeros hacemos un gueto y todo está cerrado…”
(GD4).
“- (Madre marroquí) No es su culpa de las niñas, porque la culpa es también de las madres porque… cuando las madres no están, están jugando todas juntas pero cuando las madres están,
las apartan de mi hija y eso la niña lo lleva mal… y está con psicólogo y todo” (GD11).
“- (Madre ecuatoriana) Yo no veo mal que las chicas marroquíes lleven pañuelo si ellas quieren,
pero en el colegio los niños son muy crueles. Y si es una niña de quince años… pues se puede sentir a lo mejor discriminada por eso” (GD12).
Las madres inmigrantes observan con preocupación que los valores que transmiten en
casa a sus hijos no se corresponden a veces con los que se enseñan en el colegio (“su segunda
casa”). Se alude a un problema de confusión cultural debido a la presencia de alumnos de
muchas procedencias (“pues en mi país se dice…”); sin embargo, apenas cuestionan los
contenidos del currículum escolar, salvo para aludir a la precocidad con la que se abordan temas
relativos a la educación sexual. En todo caso, se trata de pequeños conflictos en términos
culturales (“para mí eso no era normal”) que se narran con cierto humor y no plantean un
problema especial:
“- (Madre boliviana) El colegio es la segunda casa, entonces es lo que yo digo, porque cada uno les enseñamos unos valores en casa pero luego cuando van allí al colegio llegan totalmente…
Cada uno dice lo que es, o sea, yo digo una palabrota… ‘En mi país se dice tal’, el otro dice: ‘pues en mi país se dice…’. Pero es también la personalidad y en sí como los niños, como cada
niña. Yo tengo una hija de cinco años y tuve ciertos problemas con ella, pero no de aislamiento,
sino de conocer cosas… muy precipitadamente. Me venía con muchas cosas nuevas que para mí, yo soy de Bolivia, eso no era normal y al final, como estaba estudiando el cuerpo humano, pues
me decía cosas que… es que no cuadraba y al final la profesora me indicó que eso es normal y
natural, que aquí en España, eso es normal y natural.
- (Madre marroquí) Es que nosotros antes no lo decíamos porque nos daba vergüenza, pero ahora los niños, ahora mis hijos… El pequeño que entró ahora, lo que me ha dicho ayer es muy fuerte, y
yo me quedé…
- (Madre boliviana) Yo toda preocupada y lo traté con la psicóloga y todo, y al final me dice que el problema es mío (risas del resto del grupo)” (GD11).
Con más intensidad y polémica se plantea la cuestión de la autoridad de los profesores,
que para algunas de estas madres está en crisis (“baja autoridad, mínima, nula…”) y para otras es
147
una fuente de abusos (“una profesora le tiene amargadita la vida a mi hija… incluso cachetea al
uno, al otro y al otro”). Tanto el autoritarismo como la falta de autoridad llevan a comparar el
modelo educativo de España con el que ellas recibieron en sus países de origen, lo que da lugar a
varias reflexiones. Para un sector de madres, se estaría produciendo una pérdida de valores
morales en los países “del centro”, por lo que sería conveniente mantener la cultura educativa de
origen; para ello, los alumnos inmigrantes deberían contar en la escuela con algún profesor de su
propia nacionalidad, idea que es cuestionada por otro sector del grupo, más partidario de una
formación homogénea, que evite los “regionalismos”:
“- (Madre boliviana) Luego está el problema de la baja autoridad de los profesores, que yo lo veo fatal, pues tienen una baja autoridad, mínima, nula… porque los profesores tienen miedo a los
alumnos y son los alumnos los que agreden a los profesores, eso es lo que yo he visto.
- (Madre ecuatoriana) Yo iba a decir lo contrario… - (Madre boliviana) Yo no digo que todos los niños agredan… Pero los profesores no tienen
autoridad para decir: ‘niño ¿qué estás haciendo tú?’ porque en cuanto se plantee como agresión,
tal y cual, ya tiene la denuncia de las mamás. Y por esa razón muchas veces los profesores, pienso yo, no nos pueden ayudar en la educación de nuestros hijos. Ven que están haciendo eso, que
están fumando, tal y cual… ¡y tienen que estar callados!
- (Madre ecuatoriana) Yo te voy a contar lo que estoy viviendo hoy por hoy. Mi hijo está en un
Instituto y ahí hay una profesora que le tiene amargadita la vida. Mi hijo repite año, ¿por qué? porque le puso el ojo y cómo ella es la más antigua… Yo ahora estoy por denunciar este caso
¿eh? y les voy a pedir que me indiquen los exámenes del niño porque mi hijo está muy seguro que
lo ha hecho bien, pero por esa mujer que incluso cachetea al uno, al otro y al otro, entonces… - (Madre colombiana) Aquí lo que pasa es que se han perdido los valores que tenemos nosotros
todavía en nuestros países. En nuestros países hay un respeto todavía por las personas adultas,
por los abuelos, por el papá, por la mamá, por los profesores. Aquí no hay, no existe. Y aquí también el problema que yo veo es que son los profesores demasiado mayores... o sea, veo el
problema de que debería haber también profesores de cada nacionalidad, para que entendieran
bien los niños y para ayudarles un poco a desarrollar su mentalidad de origen porque muchas
veces los niños que nacen aquí y luego van al país de vacaciones, los otros niños les dicen ‘españolitos’.
- (Madre marroquí) Nosotros somos extranjeros aquí y allí. No sé qué vamos hacer (risas). En mi
país los niños no quieren jugar con ellos y mis hijos no juegan con ellos. Mis hijos entienden árabe pero no saben hablarlo.
- (Madre ecuatoriana) No estoy de acuerdo en eso de que haya un profesor de cada nacionalidad
para que lo entiendan porque, si no, los enfocaríamos a lo que es el regionalismo, sería muchísimo más fuerte.
- (Madre de Guinea Ecuatorial) Yo creo que hay gente de todas las nacionalidades trabajando en
todas partes. Pero hoy en día en cualquier trabajo que entres, hay extranjeros” (GD11).
Por último, se plantea el tema de las ayudas sociales relacionadas con la escuela: becas,
comedor, libros, transporte, clases de apoyo, etc. Por una parte, se quejan de que las madres
españolas les acusen de acaparar las becas y ayudas cuando, en su opinión, encuentran muchas
dificultades para conseguir cualquiera de ellas, incluso en casos de gran necesidad familiar. Por
otra parte, el grupo expresa su insatisfacción con la opacidad y la fragmentación de la
148
información relativa a las ayudas; les parece muy difícil llegar a conocer las que pueden percibir
debido a la falta de información y a su dispersión en diversos niveles de la administración y de
ONGs (“le mandan a uno a siete paradas diferentes hasta dar donde realmente uno tiene que ir”).
La dinámica grupal se convierte en una fuente de información para algunas madres que toman
buena nota de lo que tienen que hacer para obtener tales ayudas (“si tú apelas, te lo dan”):
“- (Padre ecuatoriano) Dan bastantes puntos, te dan becas, te dan los libros, te dan ayudas, becas de comedor, todo esto sí. Y no te creas que hay madres españolas que les molesta, lo ven mal y
dicen: ‘si yo soy española ¿por qué no a mí?, siendo española no me pueden ayudar y a los
extranjeros que vienen de fuera les ayudan’… Y hacen reclamos allá en dirección. Uno se siente
mal porque, quieras o no, tú te tratas de adaptar aquí pero por el rechazo de la gente pues ya te sientes discriminado… ¡Así es la vida!” (GD12).
“- (Madre colombiana) Las ONG’s existen, los trabajadores sociales… todo existe, pero es que muchas veces nosotros no sabemos, vamos a un sitio donde supuestamente tenemos que ir y
resulta que ya se le acabó para dar o ya está limitado o lo que sea, entonces… resulta que ni ellas saben dónde puede ir uno o ‘vaya al Ministerio de Educación’ o ‘vaya a la administradora del
colegio’ ¿me entiendes? O sea, es que a veces tampoco saben la información ellos mismos, que
no le remiten a uno a ningún sitio. O le mandan a uno a siete paradas diferentes hasta dar donde realmente uno tiene que ir…
- (Madre ecuatoriana) Sí, en cada colegio hay una trabajadora social, habla con ella y si tú no
puedes… hombre, tienes tres niños y si tú no puedes… Hay una ayuda, tienen que dártela, una ayuda al comedor. Aunque no te hayan aprobado la beca que has puesto el año pasado, pues te lo
dan. Si tú apelas, te lo dan.
- (Madre marroquí) Ah, pues lo haré. En principio tengo que…” (GD11).
9.2. Sanidad
La valoración general del sistema sanitario español es positiva. Con papeles o sin papeles,
“cualquiera puede enfermar” y ello gracias al sistema universal de salud: “España es el único
país del mundo donde llegas y sin haber cotizado te atienden”. Así lo confirman los inmigrantes
no documentados que reconocen haber sido siempre bien atendidos, incluso cuando estaban
aquejados de una enfermedad crónica (“nunca me han rechazado una visita”). Las madres
inmigrantes que han tenido hijos en España valoran mucho la atención recibida, incluso en casos
difíciles de partos prematuros, que habían fallado en el país de origen (“nada más tener el
embarazo, encima de mí, encima de mí, encima de mí…”):
“- (Hombre cubano) Aquí lo que me parece bien es el tema de la salud pública. España tiene un sistema que es muy bueno, tanto para los españoles como para los que llegan. Está muy bien
porque cualquiera puede enfermar y es…
- (Mujer colombiana) Tienes derecho a que te atiendan.
149
- (Hombre cubano) Yo creo que en ningún país del mundo cuando llegas te atienden sin haber
cotizado.
- (Mujer colombiana) Exactamente, también.
- (Hombre cubano) Ni Italia, ni Inglaterra, ni Estados Unidos… España es el único país del mundo donde llegas y sin haber cotizado te atienden” (GD17).
“- (Hombre de La India) Realmente estoy encantado del sistema sanitario, pues a pesar de que no tengo papeles, simplemente teniendo el pasaporte, llevo un año en tratamiento de salud, nunca me han rechazado una visita, nunca se han quejado de mis visitas, siempre me han atendido muy bien
y estoy muy contento” (GD5).
“- (Mujer de Guinea Ecuatorial) En mi país me murieron tres y aquí, nada más quedarme embarazada, mis dos hijos son prematuros, nada más tener el embarazo, encima de mí, encima de mí, encima de mí…
- (Mujer ecuatoriana) Los médicos de los niños son mejores que los de los mayores. Porque yo de
mi médico estoy insatisfecha, pero los médicos de los niños, los pediatras son muy buenos”
(GD11).
La generosidad del sistema público de salud produce una cierta extrañeza entre los
inmigrantes (“España es el único país del mundo… a pesar de que no tengo papeles nunca me
han rechazado”) que deja entrever la posibilidad de reintroducir una vía paralela de beneficencia
para pobres e indocumentados, tal como existía antiguamente en España y reclaman ciertos
sectores xenófobos de la población española70
.
Los inmigrantes subsaharianos sin papeles, tan críticos en otros puntos, reconocen que el
acceso a la atención sanitaria es fácil y garantizado “por ley” para todos; además, los médicos no
son racistas sino gente preparada que sabe que “todos tenemos sangre roja”. En el otro extremo
de la pirámide social, los procedentes de países desarrollados residentes en la costa mediterránea
(alemanes e ingleses en este caso) reconocen que la sanidad pública española está tan bien o
mejor que la de su país, pese a lo cual bastantes acuden a consultas y centros privados71
, que
también son valorados positivamente desde el punto de vista médico pero que “se han subido a la
parra” en los precios, por lo que a veces prefieren acudir a profesionales de su país de origen
(“para eso voy a un alemán”):
70 En un estudio cualitativo realizado en Madrid hemos definido esta posición como “etno-casticismo defensivo pro
relegación de inmigrantes”. Ver COLECTIVO IOÉ y ORTÍ, A., La convivencia en Madrid. Discursos ante el
modelo de desarrollo de la ciudad y la instalación de población inmigrante, Estudio encargado por el Observatorio de las Migraciones y de la Convivencia Intercultural de la ciudad de Madrid, 2007, apdo. 4.3.1. (no publicado). 71
Entre 1994 y 2004 el gasto sanitario privado en España pasó del 24,5 al 29% del gasto sanitario total. El peso del
sector privado sanitario en España en 2004 era algo más alto que la media de la UE-15 (26%) pero lo más
significativo era que entre 1990 y 2004 España era el país donde más había crecido la sanidad privada en términos
relativos. OCDE, Health data, 2006.
150
“- (Hombre senegalés) Yo tengo una enfermedad… y aunque no tengo papeles puedo sacar con
mi pasaporte una tarjeta de salud por ley y los médicos son los mejores que hay en España. Y no hay… yo no he visto racismo en el hospital, yo no he visto. Y es porque ellos saben que no hay
sangre negra, que no hay sangre blanca, ¡ellos saben que todos tenemos sangre roja! Aquí el
Hospital es mejor ahora que en Francia…” (GD3)
“- (Mujer alemana) El sistema de salud está bien. El privado y el público. Son muy buenos. - (Mujer inglesa) El nivel es igual al de Inglaterra y mucha gente dice que mejor aquí.
- (Mujer alemana) Hace años los médicos alemanes o ingleses que había eran mucho más caros.
Pero, claro, ahora los médicos españoles se han subido a la parra y tienen los mismos precios... Y para eso voy a uno alemán” (GD16).
La opinión global positiva no impide señalar también algunos problemas estructurales
que afectan a la sanidad española, como son las listas de espera y la saturación de los servicios
de urgencias72
. Pero las colas son “para todo el mundo”, no es cuestión de extranjeros o nativos:
“- (Hombre de La India) Todo el mundo hacemos colas, no simplemente los inmigrantes. Hacemos colas en todos los sitios, estamos todos uno detrás de otro, autóctonos y extranjeros”
(GD5).
Asimismo, en la forma de tratamiento de los profesionales se observa que unos son más
secos y burocráticos con el paciente (“tal cosa, ¡desfile!”) y otros más atentos y comunicativos
(“¡súbase a la camilla!”). Para unos, esto tiene que ver con el carácter particular de los
profesionales (“un problema puntual”); para otros, se trata de un problema general de la sanidad
española, que contrasta con un tratamiento médico más personalizado en los países de origen
(“nos miran, nos tocan, nos abren los ojos, los oídos…”). En todo caso, se sigue valorando la
universalidad del acceso a la sanidad en España, lo que no se consigue en la mayoría de países
del Sur (“no te tratan como un número” pero “no tienes cobertura”):
“- (Mujer colombiana) La verdad es que estamos acostumbrados a que allí en nuestros países nos miran, nos tocan, nos abren los ojos, los oídos… Pero aquí, muy pocos… o sea, ven lo que tienen
y escriben… Pero muy pocos hacen a fondo su trabajo” (GD11).
“- (Hombre argentino) Vas al médico de cabecera, está con el ordenador, te receta y ni te mira. Está enchufado en una base de datos, no te hace ni caso. - (Hombre cubano) No sé cómo es el sistema en Argentina.
- (Hombre argentino) No, no, en Argentina… es más complicado porque la sanidad no tiene
cobertura. Pero te puedo asegurar que si vas a un médico, no te tratan como un número.
72 Tanto la valoración global positiva como los problemas estructurales detectados por los inmigrantes se
corresponden con la opinión general de la población española: “como consecuencia de la universalización de la cobertura sanitaria y la descentralización de la gestión en las comunidades autónomas, se ha logrado una mayor
igualdad en el acceso de la población a los servicios sanitarios, lo que ha supuesto también un incremento de las
consultas médicas y del uso de fármacos a cargo de la Seguridad Social, agravando los problemas de los servicios de
urgencia, las listas de espera y el gasto farmacéutico”. COLECTIVO IOÉ, Barómetro social de España, Traficantes
de sueños y CIP/Ecosocial, Madrid, 2008, pág. 53.
151
- (Hombre cubano) Ya. Eso pasa en todas partes. Pero yo creo que aquí en general la medicina…
yo, lo que usted dice puede ser puntual… O sea, yo las experiencias que he constatado de
personas que han tenido que operarse y han tenido que ser atendidas más graves. Habrá médicos
más o menos comunicativos o… yo no sé… - (Mujer colombiana) ¡Hombre!, yo he ido a muchas citas aquí y ha habido médicos que sí, que
tienen… ‘tal cosa, ¡desfile!’. No me toca. Pero hay otros médicos que sí: ‘¡súbase a la camilla!’.
- (Hombre cubano) Se comunican” (GD17).
Por último, algunas minorías presentes en diversos colectivos de inmigrantes consideran,
a partir de su experiencia, que ellos son peor tratados que los nativos: los médicos les dedican
menos tiempo, les hacen menos caso y a veces les despachan con malos modos (“¡pues vuelve a
Marruecos!”). Si ellos “están pagando la seguridad social”, exigen que se les trate igual de bien:
“- (Mujer ecuatoriana) Yo he sentido la discriminación cuando voy a los médicos, porque he visto que si va la gente española, el médico tarda cinco o diez minutos, quince o media hora. Y cuando
entramos nosotros… Porque me lo comentó una amiga que también estaba allí esperando, cuando
ella pasó apenas le dio la receta y salió, luego ella se quedó sentada. Pasé yo y lo mismo, me dijo: “a ver ¿qué te pasa?”, le dije que me mirara, me duelen los oídos, la vista, la cabeza, bueno, todo.
Y me dijo: ’tómate esto, esto y esto’ ¡y ya está! Le dije: ‘por favor, ¿me puede mirar?, porque es
que duele’. Entonces me dijo: ‘ah, bueno, siéntate’, me miró, cinco minutos y salí. Y me dijo mi
amiga ‘te estaba esperando para tomar el tiempo y para ver cuánto tardaba contigo y es que no ha tardado nada’, pero sin embargo con la gente española sí que tardan. A mí me molesta porque
claro, si tú estás pagando una Seguridad Social, te tienen que atender bien. Y no sé… es lo que he
visto yo mal aquí” (GD12).
“- (Mujer boliviana) “qué puedo así decir de los doctores… al menos a mí sí me ha ido muy mal porque si me duele la cabeza me dan eferalgán, me duele la muela me dan eferalgán… Entonces
ya no voy al doctor, me duele cualquier cosa y me tomo el eferalgán ¡y ya está! Yo pienso que ahí
sí hay discriminación. - (Mujer marroquí) Yo estuve enferma en mi país y vine aquí y se lo comenté al doctor y le dije
que lo viera y me dijo que no tenía nada, pero le dije que me lo vieron en Marruecos y él dijo:
‘¡pues vuelve a Marruecos!’” (GD11).
9.3. Vivienda
Como en cualquier otro asunto relativo a la inmigración, lo primero que cabe destacar es
la diversidad de situaciones en materia de vivienda, dependiendo de la condición
socioeconómica de los hogares. Ni los “turistas permanentes” de la costa mediterránea73
ni los
73 Según Enrique Lacalle, experto en turismo residencial, en 2004 había 1,7 millones de este tipo de viviendas que pertenecían a ciudadanos extranjeros, principalmente británicos (52%), alemanes (22%) y franceses (8%), la
mayoría ubicadas en la costa mediterránea y los dos archipiélagos (declaraciones en el IV Salón de Turismo
Residencial, Marbella, abril de 2004). Por su parte, los datos de la balanza de pagos del Banco de España sobre la
inversión extranjera en inmuebles registraron un crecimiento medio anual del 31% entre 1994 y 2001; este
extraordinario incremento de nuevas viviendas respondería tanto a motivos residenciales como especulativos, es
152
empresarios o profesionales bien situados laboralmente manifiestan problemas especiales en
relación a su vivienda, mayoritariamente adquirida en propiedad y en buenas condiciones de
habitabilidad. Sin embargo, para la mayoría de inmigrantes menos cualificados, generalmente
procedentes de países del Sur, la vivienda constituye su “principal problema” de calidad de vida
en España, sin que la política social de vivienda represente en este caso un apoyo significativo.
Según una encuesta ya citada de Colectivo Ioé, aplicada en 2005 en las comunidades de Madrid,
Cataluña y Valencia a inmigrantes de países “periféricos”, su acceso a viviendas de protección
oficial o con ayuda pública es muy inferior al de la población nativa: sólo había disfrutado de
esas ayudas el 2,9% de las personas encuestadas. Esta proporción sube hasta el 8,7% entre los
inmigrantes que habían accedido a un piso en propiedad, bajando al 1,1% entre quienes tenían
vivienda en alquiler. Ambas tasas están bastante por debajo de la media española, aun cuando
España no sea un país muy destacado en la proporción de viviendas sociales (10% de las nuevas
viviendas en los últimos años y 2% de los alquileres)74
.
Una gran parte del colectivo, sobre todo en su primera etapa de residencia “sin papeles”,
vive de alquiler en la modalidad de subarriendo, es decir, pagando una habitación o parte de un
piso o casa, que comparten con otras personas y hogares. Esta situación es mejor que estar
durmiendo en la calle o en albergues75
, pero da lugar a frecuentes problemas de hacinamiento y
convivencia entre los inquilinos y con el resto de los vecinos (“eso no es vida”):
“- (Hombre senegalés) Yo vivo con mis amigos. Yo no puedo vivir solo aquí… - (Hombre marroquí) Cuando algunos me dicen: ‘¿por qué vivís tantos en las casas?’. No es que
vivamos tantos en las casas porque queremos, sino porque estamos obligados a vivir así, porque con lo que cobramos no podemos… es que no podemos, ¿qué vas a hacer?, ¿ser dos y tener un
piso sólo para nosotros?, pues no: ¿de qué comerás?, estás obligado a comer y tienes que
compartir tu piso con cinco o siete. Si no, no tiras para adelante, porque con lo que te pagan… Ya me gustaría a mí tener un piso todo entero, ¿no?, llegar a mi casa y ponerme donde me da la
gana… y quitarme los zapatos, sin pensar que alguien seguro que vendrá a echarme una bronca…
Esto, por ejemplo, con el sueldo no puede ser. Son cosas… que te hacen querer a veces comprarte un piso ¿no?, porque no todo el mundo tenemos el mismo gusto ¿no?, a mí me gusta una cosa y a
otros no. No sé… ante la tele, no quieres ver un programa y el otro sí, ¿y qué haces?, es que son
conflictos hasta entre nosotros que somos inmigrantes también. A mí me hubiera gustado tener un
piso sin compartirlo con nadie y, venga, ¡a vivir la vida!, pero es que no puedo por muchísimo que quisiera y tenga todas las ganas del mundo ¿no? y estoy luchando por eso, pero de momento
decir, como “forma de inversión alternativa” BANCO DE ESPAÑA, “El mercado de la vivienda en España”, Boletín Económico, septiembre 2002, pág. 57. 74
Ver COLECTIVO IOÉ, Inmigración y vivienda en España, o.c., págs. 120-1. 75 Según la encuesta citada en la nota anterior, vivía en situación subarriendo el 47% de los inmigrantes y en la calle,
albergues y otras alojamientos precarios el 4,5%. El 30% tenía alquilado un piso o casa independiente y el restante
13% había accedido a la propiedad (en su mayoría con pagos pendientes). Ver COLECTIVO IOÉ, o.c., págs. 5-104.
153
me toca vivir así y espero que esto no sea por toda la vida, porque, si no, sería un fracaso y todo el
trabajo valdría ‘cero’. Porque queremos progresar…” (GD9).
“- (Mujer rumana) Nosotros somos cuatro de familia y vivimos en un piso, pero más arriba en el mismo edificio, ¡uy!, ¡viven cómo quince!, ¡cómo veinte! Y yo a veces con mi marido y mi familia decimos: ‘pero ¿qué calidad de vida es ésa?’ porque eso no es vida, no es bueno vivir
así… Hay niños, hay adultos… digo: eso no es… no es por nada, no deberían… Deberían dar
más ayudas para poder… ¡Qué barbaridad! y hasta por dormir en el sillón del sofá les cobran o por venir para guardar las cosas, les cobran tanto…” (GD10).
La ley de la necesidad (“estamos obligados a vivir así”) se sobrepone a la consideración
de no molestar al vecindario, que es defendida por otros inmigrantes que ya han superado el
problema del hacinamiento: “¿por qué meter a diez o veinte en un piso para dos personas?:
nosotros mismos nos ponemos problemas”. Desde este punto de vista, que los inmigrantes mejor
establecidos comparten con muchos nativos, “habrá que decir a veces a un compañero que no
puede entrar en el piso”, aunque ello implique dejarlo en la calle, lo que por supuesto no es
compartido desde la otra posición (“si estoy durmiendo en un piso y tengo un primo en la calle,
no le puedo dejar fuera”):
“- (Hombre marroquí) ¿Por qué meter a diez o veinte en un piso para dos personas?: nosotros mismos nos ponemos problemas. Habrá que decir a veces a un compañero que no puede entrar en
el piso porque tenemos que estar también integrados con la gente de aquí… La gente tiene que
ver eso… Si tú respetas, la gente te respeta… - (Hombre senegalés) Si yo estoy durmiendo en un piso y tengo un primo en la calle, no le puedo
dejar fuera, tiene que venir conmigo… si tengo un montón de personas en mi casa, ¡qué le voy a
hacer!” (GD9).
Lograr un alquiler independiente para la propia familia supone un desembolso importante
que implica, entre otras cosas, la dificultad de poder ahorrar. Por lo demás, los inmigrantes
polemizan entre sí en torno a si los inmigrantes están discriminados o no en relación a los nativos
cuando contratan un alquiler. Para unos, no existe discriminación porque “el dinero vale lo
mismo” seas del país que seas; para otros, sí existe tal discriminación (“abstenerse extranjeros en
llamar”), que es mayor hacia ciertos colectivos concretos (marroquíes y subsaharianos, familias
con hijos pequeños, etc.). Incluso hay personas que justifican esa discriminación ya que
consideran que los nativos están en su derecho de tener preferencia al acceder a una vivienda:
“- (Hombre búlgaro) Alquilar también es un problema porque te piden muchas cosas, te piden seis meses de aval bancario, te piden… tu nómina de no sé cuanto tiempo… Y esto se la piden a los
españoles también, todo igual. Para alquilar es lo mismo, porque el dinero vale lo mismo seas
búlgaro o seas de otro país…
154
-(Mujer rumana) No, me parece que los españoles prefieren a gente de Europa en general, que a
gente de África o marroquí o no sé qué… Claro, porque: ‘¿de dónde eres?’, es la primera
pregunta. ‘Ah, vale, vale, vale’.
- (Hombre rumano) Y si tienes niños también hay problemas para alquilar. Yo me compré un piso porque tenía un piso de alquiler y me dijo el propietario que podía vivir cien años. Y después a
los dos años, como subieron los precios, ‘que quiero venderlo’, y fui a buscar con el periódico
con los amigos y cuando dije que tenía niños pequeños nadie quería alquilarme, decían que iban a estropear las puertas, las paredes, no sé qué. Entonces me enfadé” (GD6).
“- (Mujer colombiana) Y para el alquiler ni se diga… porque en un montón de casos te ponen: ‘no para extranjeros’, ‘no apto para extranjeros’, ‘por favor, abstenerse extranjeros en llamar’. O tú
llamas para pedir información y ‘no, ya lo hemos alquilado’, cuando sabes que no es así. Hay bastante discriminación en la vivienda, en todo. Para acceder a los concursos estos de vivienda
protegida, eso también es un rollo; que si no llevas tres años, que si tal, que si cual; también… es
difícil” (GD12).
“- (Mujer peruana) Pagamos ochocientos euros de alquiler y vivimos solos. Entonces, claro, no nos llega el dinero para ahorrar” (GD10).
“- (Mujer búlgara) Si hay una casa, sólo una, y estamos un búlgaro, un extranjero y un español con las mismas características, igual todo, ¿a quién van a coger?: ¡lógicamente al español!...” (GD14).
El acceso a la propiedad todavía resulta más complicado, sobre todo debido a los escasos
ingresos salariales (“los sueldos siguen estancados”), mientras suben los precios de los servicios
básicos (electricidad, agua, gasolina…) y, sobre todo, de la vivienda (“te sacan la última gota de
sangre”). Hacen falta dos y hasta tres sueldos en el hogar para poder cubrir una hipoteca que,
además, te condiciona para toda la vida y pueden heredar tus hijos (“está jodido… ¡toda la vida
para la casa!”). Estas opiniones reflejan un componente crítico al relacionar el encarecimiento y
especulación en torno a la vivienda con el estancamiento del nivel de vida de los trabajadores
asalariados:
“- (Mujer colombiana) La casa tienes que pagarla con cuotas durante 50 años o más… y si para los españoles esto está jodido, pues para nosotros… te mueres y siguen pagando los hijos. ¡Está
muy mal!
- (Hombre eslovaco) ¡Es toda la vida para la casa!” (GD8).
“- (Hombre marroquí) Yo vivo aquí desde hace cinco años y el año pasado compré una vivienda
en otro pueblo próximo. Somos tres hermanos y con las nóminas de los tres no era suficiente para coger un piso en el lugar donde trabajábamos (pueblo costero turístico). Así que fuimos a
otro pueblo del interior a comprar una vivienda allí, donde era más barata... Mi sueldo es de 600
euros” (GD9).
“- (Hombre ecuatoriano) Mi esposa y yo, gracias a Dios, después de tres años hemos conseguido un pisito, estamos pagando la hipoteca. Con un sueldo no lo puedes hacer, ¡es imposible! Mi
esposa y yo trabajamos, y eso que no tenemos de momento niños, pagamos 600 ò 700 euros de
hipoteca y aparte paga comida, consumo de agua, luz… Y el Estado español sube la gasolina, el gas, el recibo de la luz, pero los sueldos se quedan estancados ahí, no hay aumentos” (GD14).
155
“- (Mujer peruana) Y la hipoteca para comprar una vivienda también. Te ponen tantas condiciones…
- (Mujer ecuatoriana) Te sacan la última gota de sangre” (GD15).
En estas circunstancias muchos inmigrantes con contratos precarios no pueden acceder a
una vivienda en España (“no llega para pagar una casa”) por lo que algunos optan por construir
una vivienda en su país de origen y alimentar planes de retorno (“invierten en sus casitas allí…
se comienza a regresar”):
“- (Mujer ecuatoriana) En Ecuador tu trabajas y echas horas en el trabajo y si tienes carrera allí, te pagan muy poco, y no te llega ni incluso para comer. En cambio, aquí tienes por lo menos para poder vivir, pero la casa… Todo lo que ganas te lo gastas en pagar el alquiler y eso… y ahora
muchos, muchos de mis amigos, como la economía es más aquí, se gana más, se llevan el dinero
y lo invierten en sus casitas allí y están regresando a Ecuador. Se comienza a regresar por eso
que le digo, por eso de que no llega para pagar una casa, los niños y el colegio y la ropa, son muchos gastos, entonces…” (GD10).
En general se considera que las grandes ciudades, como Madrid y Barcelona, ofrecen más
oportunidades laborales pero también son más caras, con viviendas de imposible acceso (“en
Madrid no podemos”), y menos acogedoras que las ciudades pequeñas o los pueblos, donde hay
redes próximas de apoyo que te acogen y donde la policía controla menos. En definitiva, se vive
mejor y más tranquilamente en poblaciones intermedias (“por eso la gente se viene a Murcia”):
“- (Hombre cubano) Comprar una casa es un problema que hay aquí… en Madrid no podemos comprar” (GD17).
“- (Hombre senegalés) En Madrid cogen la gente para trabajar muy fácilmente, y lo mismo en Barcelona, pero no es como aquí (Málaga) y por eso no puedo vivir allí, porque allí no hay gente que pueda ayudarme ¿entiendes?... porque en Madrid hay mucha gente sin… sin papeles…
muchísima, mira, por ejemplo en Gran Vía muchos inmigrantes que duermen en la calle y los
albergues están cerrados por las vacaciones. Eso se da mucho” (GD3).
“- (Hombre ecuatoriano) En cuestión de la vida acá en Murcia es mucho mejor que en Madrid o en Barcelona, porque en Madrid, en Barcelona o en Valencia la policía controla más que aquí en
Murcia… La ciudad me parece que es mucho más tranquila, mucho más acogedora que Madrid,
la gente es un poco más abierta, no te tratan tan indiferentemente como en Madrid… Yo digo que es por eso que la gente se viene a Murcia ¿por qué?, porque la vivienda es más barata y la comida
es más barata” (GD4).
Se alude también a la concentración de inmigrantes en determinadas poblaciones o en
algunos barrios de las grandes ciudades. La llegada “masiva” de población extranjera ha
constituido enclaves étnicos, con alta densidad de personas de un solo país (“Torrejón está lleno
de rumanos”) o de gente de diversas nacionalidades (“Lavapiés es una especie de torre de
156
Babel”). Esta etnicización de algunos espacios, que incluye a veces también una especialización
comercial (comercios, peluquerías y a veces también tráfico de drogas), contiene algunos
aspectos positivos (sobre todo relacionados con la “mutua ayuda” entre paisanos) pero también
negativos en la medida que suele conllevar procesos de segregación espacial. Curiosamente, la
afluencia de nuevos inmigrantes suscita en los más antiguos una “protesta” inicial (“¡joder!”) que
enseguida es autocensurada desde la consideración de que “nosotros también hemos sido
inmigrantes”. Depende de la posición ideológica de los sujetos que la concentración de
inmigrantes se considere mejor o peor:
“- (Mujer búlgara) En los últimos dos años Torrejón está lleno de rumanos. - (Hombre rumano 1º) Me encanta Torrejón.
- (Mujer búlgara) O Alcalá de Henares.
- (Hombre rumano 1º) O Arganda del Rey. Allí no hace falta hablar español. - (Hombre rumano 2º) Sí, pero tampoco puedes protestar por los recién llegados porque nosotros
también hemos sido inmigrantes… No puedes decir: ‘¡joder!’…
- (Hombre búlgaro) No, los inmigrantes… todo el que ha venido a buscarse la vida yo no tengo nada contra él ¿sabes?, que sea rumano o búlgaro o marroquí o de cualquier país que venga, de
todos los lados. Es que todos vienen a trabajar; bueno, salvo algunos. (risas)
- (Mujer rumana) Yo vivo con marroquíes, en la calle donde vivo, todas las tiendas, todas son de
marroquíes… - (Mujer rusa) Pues en Madrid no hay muchos marroquíes. No lo sé, pero en Madrid se ven muy
poco los marroquíes, ¿no? Bueno, en Lavapiés sí, pero no tanto como chinos. Hay de todo el
mundo. - (Mujer rumana) O como de Sudamérica ¿no?, que hay un montón de negocios de peluquería por
Cuatro Caminos, hay tiendas, hay de todo…
- (Hombre rumano 3º) Cuando entra mucha gente inmigrante en una ciudad, de cualquier país, baja también el salario. Yo, por ejemplo, busco trabajo alrededor de Madrid, afuera, y me pagan
el doble que en Madrid. Y así un alquiler en el pueblo en donde estoy trabajando ahora son
doscientos cuarenta euros una casa entera, dos plantas, pero no una casita, y no hay comparación
con un alquiler en Madrid” (GD6).
“- (Hombre cubano) Yo vivo en Lavapiés y, claro, conozco… es una especie de torre de Babel, ¿no?, allí los… el tema este de los marroquíes pues es por el tráfico… No creo que sea porque
estén mal mirados, sino por el tema de la droga y tal, desgraciadamente por eso, por el tema del ‘tráfico’, no sé… Es un tema delicado… con mayor o menor grado de razón, porque yo creo que
delincuencia hay en todas partes” (GD17).
La segregación urbana se intensifica cuando la llegada de inmigrantes a un territorio
viene acompañada de la salida o abandono del mismo por los autóctonos (“están entrando los
inmigrantes y saliendo los españoles”). La situación se compara con la tradicional segregación
en España de los barrios de población gitana (“que los gitanos también están ahí”) lo que remite
a una situación de exclusión social que se considera inaceptable (“hay cosas que son negras”):
“- (Hombre marroquí) Ahora te vas a coger una vivienda en una finca donde todos son españoles y no te dejan entrar, ¡no te dejan entrar! No lo vamos a ver todo tan, tan blanco, hay cosas que
157
son negras y otras rojas y otras azules, qué no todo bien, bien, bien, ¡no! Qué los gitanos también
están ahí. Y hay zonas que solamente hay inmigrantes, que la mayoría está en la calle tal y en la
calle tal… y están entrando los inmigrantes y saliendo los españoles” (GD9).
9.4. Política de inmigración
En el capítulo 6 hemos aludido a las principales características de la política española de
inmigración. Aquí nos vamos a centrar en cómo es sentida y percibida esa política por los
propios inmigrantes. Unas percepciones que son plurales y dependen de múltiples circunstancias,
entre ellas el estatuto legal en que se encuentran los sujetos hablantes, su posición
socioeconómica y las expectativas que tienen de establecerse en España o retornar a su país, sin
olvidar la influencia que ejercen los discursos de la población española (juicios y prejuicios en
torno a la inmigración).
Para los inmigrantes “sin papeles”, el hecho de estar indocumentados no sólo supone una
denegación de la ciudadanía por parte de la administración española –con el consiguiente riesgo
de detención y expulsión del país-, sino verse asociados a una imagen negativa que identifica
“inmigración irregular” con los peores calificativos: intrusos, incivilizados, delincuentes, etc.
Los prejuicios hacia los inmigrantes alimentan la idea de que constituyen uno de los mayores
problemas de la España actual (el cuarto, según los últimos Barómetros mensuales del CIS,
después del paro, el terrorismo y la vivienda). En especial, se les acusa del incremento de la
inseguridad ciudadana, a lo que contribuyen las informaciones alarmistas o sesgadas de algunos
medios de comunicación y de una parte de la clase política. Sin embargo, según el Ministerio del
Interior, el número de delitos por habitante en España ha descendido un 22,7% entre 2002 y
2006, años en los que la inmigración ha crecido un 86,5%, lo que no parece avalar la tesis
culpabilizadora. Además, las cifras de extranjeros detenidos por la policía generan confusión
pues incluyen como delincuentes a los acusados de no tener papeles, lo que constituye una falta
administrativa pero no un delito76
y a los extranjeros turistas o de paso, normalmente “camellos
de la droga”, que no residen en España. Lo mismo ocurre con las estadísticas de presos cuando
se incluye a los preventivos (sin sentencia dictada) y a los turistas y extranjeros de paso; sin
76 Sin llegar al extremo italiano, donde el gobierno pretende convertir en delito la situación de irregularidad, la
recientemente aprobada “directiva de la vergüenza” a nivel de la Unión Europea autoriza a los gobiernos a retener
en centros de internamiento (que, con frecuencia, se convierten en sucedáneos de prisiones) a los irregulares que
están en trámite de expulsión. No sólo las estadísticas confunden a la opinión pública. Algunos responsables
políticos contribuyen lo suyo a difundir una imagen de la inmigración vinculada con la inseguridad.
158
contar ambos grupos, la proporción de inmigrantes presos se reduce más de la mitad y alcanza
una tasa muy próxima a su peso poblacional77
.
En opinión de la mayoría de inmigrantes, se trata de prejuicios que alimentan la
segregación y las políticas restrictivas y de control de fronteras. En lugar de ser considerados
como seres humanos, con los derechos correspondientes, los extranjeros no documentados pasan
a ser tratados “como animales”, sin alma en lenguaje religioso, es decir, que no tienen conciencia
y pueden ser controlados, “acorralados como ganado”, y domesticados “como perros” a partir de
los designios o intereses de seres superiores. Estas expresiones son utilizadas en distintos grupos
de discusión para referirse al trato administrativo, especialmente de la policía:
“- (Hombre boliviano) Bueno, a mí también me cogieron porque iba caminando para coger un
autobús, vino la patrulla y me pidieron los papeles. Entonces me cogieron y como no los tenía me
llevaron. Estuve en la celda, había muchos extranjeros también: bolivianos, marroquíes,
ecuatorianos, mucha gente española y realmente el trato que nos daban, a los extranjeros sobre
todo, era horrible, horrible, ¡como perros!” (GD4).
“- (Hombre boliviano) Cuando llegue observé en el aeropuerto que trataban a mis compatriotas como animales. No era tan grato ver eso” (GD8).
“- (Hombre colombiano) La semana pasada, tuve que ir a solicitar un certificado de residencia. No te puedes imaginar, dos mil personas haciendo una fila… o sea, no sé cómo decirte, unos policías acorralando ganado, porque es así de claro, y tres o cuatro funcionarios que trabajan
cuando les da la gana. Entonces, creo que no… a nivel de los extranjeros tendrían que tener
servicios muchos más eficaces” (GD12).
La lógica de la exclusión, que se inicia con la asignación de un estatus de “irregular”, se
nutre de diferencias a veces sutiles (el color de la piel, el tono de la voz, la barba, la vestimenta o
simplemente el apellido) que se mantienen a lo largo del tiempo, incluso después de conseguir
los papeles de residencia y hasta una vez obtenida la nacionalidad española:
“- (Mujer argentina casada con español con permiso del régimen comunitario) A mí me han
pedido los papeles… por el tono, ¿no?, por más que estés ochenta años, en algún momento te sale tu acento” (GD17).
“- (Hombre marroquí) Hay gente que dice: ‘¿por qué no os integráis en el país?’, ‘¿Cómo que no nos integramos?, ¡vamos limpios!’, ‘¡Este lleva barba!, ¿por qué lleva barba?’, si tú llevas gorro, ‘por qué llevas gorro?’, pues mañana voy con otro compañero y me dice: ‘cámbiate esto’ y el
otro: ‘cámbiate lo otro’… si cambias a una persona de hoy para mañana, entonces esa persona no
tiene raíces, siempre nosotros tenemos que guardar algo…” (GD9).
77 Ver WAGMAN, D., “Inmigración y seguridad ciudadana”, en COLECTIVO IOÉ, Inmigrantes, nuevos
ciudadanos, FUNCAS, Madrid, 2008, págs. 93-99.
159
“- (Madre marroquí) Mi hijo es un chico que tiene diez idiomas y si presenta su currículum con el
nombre árabe ni siquiera le preguntan… Un día llegó a casa llorando, digo: ‘¿qué te pasa?’, dice: ‘es que, mamá, hoy mismo voy al registro y me voy a cambiar el nombre’; ‘¿por qué?’, dice:
‘mira, mama, sólo me han mirado que mi nombre y mi apellido (es árabe), y descaradamente me
han dicho: no, este puesto no lo podemos dar a un extranjero, este puesto es para uno de aquí’” (GD13).
“- (Hombre paquistaní) Los que no me conocen me ven diferente por el color” (GD18).
Nos podemos preguntar por qué tales diferencias, en otros casos relativizadas y hasta
valoradas positivamente como enriquecimiento colectivo, son vividas por el discurso xenófobo
como motivo de discriminación. En nuestra opinión, no son las diferencias las que están en el
origen de la discriminación sino, más bien, al revés. Son las relaciones preexistentes de poder y
desigualdad las que desencadenan un clima de confrontación que utiliza las diferencias como
excusa o coartada para ejercer el dominio o mantener privilegios.
La exclusión de los inmigrantes da lugar a una amplia gama de respuestas por parte de
éstos, que van desde el repliegue defensivo hasta la crítica política. En el primer caso, se
combina la desconexión con la sociedad mayoritaria (la mujer china reduce sus contactos al
mínimo y responde con gestos siempre que puede para que su interlocutor no se ría de su forma
de hablar) y la intensificación de los lazos con la propia comunidad de iguales (la comunidad
china o cualquier otro grupo de paisanos o amigos con quienes se comparte la vida). En el
segundo caso, se adopta una actitud combativa en el terreno político y se denuncian
públicamente las actitudes xenófobas o racistas de los españoles (“dices: tienes que denunciar,
tienes que denunciar, tienes que denunciar”). En el primer caso, el interlocutor no es la
administración, de la que se desconfía, sino los “otros” próximos, quienes mediante la
información “boca a boca” y la ayuda mutua facilitan el acomodo en España; en el segundo, las
reclamaciones en defensa de los propios “derechos” se pueden dirigir a la “autoridad”
competente para que haga justicia frente a las agresiones de la población autóctona pero también
pueden dar lugar a salidas competitivas en clave individual (“construir depende de ti misma, de
tu esfuerzo”) o a planteamientos grupales alternativos al actual modo de vida capitalista-
consumista-individualista (“dar la vuelta a la tortilla”):
“- (Mujer china) Al principio de llegar todo el mundo me decía: ‘ninja, ninja”, a ver qué contesta.
Si dices algo, ellos se ríen. Cuando ellos dicen: ‘¿eres de China?’, pues digo: ‘sí’, con gestos. Es que si digo algo, si no lo digo bien, pues se ríen. En la calle hay gente que te ha escupido o te
dice: ‘chinita, chinita’. Esa palabra, no sé…, no me gusta oírla” (GD18).
160
“- (Mujer ecuatoriana) Antes se incurría en el error: ‘si gritas, si hablas, si dices ¡denuncio!... ¡te
vas fuera!, como no tienes los papeles, ¡te vas fuera!’. Ahora eso ha cambiado Ya cuando empezamos nosotros a reclamar nuestros derechos… Ahora es la forma que le da una autoridad
al extranjero, al inmigrante, al denunciar una serie de convenios que están ocultos, que están
ocultos. Entonces dices: tienes que denunciar, tienes que denunciar, tienes que denunciar” (GD4).
“- (Mujer peruana) Construir depende de ti misma, de tu esfuerzo, de lo que puedas hacer para construir el día de mañana. Tú tienes el poder de decir ‘quiero hacer esto, intentar hacerlo,
conseguir una meta’… Yo me tengo que buscar el día de mañana, qué es lo que quiero, qué voy hacer, pero me toca luchar” (GD2).
“- (Hombre senegalés) De los inmigrantes como yo se aprovechan un montón… Es el sistema capitalista ¿no?, que es un cáncer. Se llevan todo lo que pueden y para ellos es muy bueno… Esta
es la realidad que estamos viviendo… Hay que hacer algo porque no podemos seguir así… ¡hay que dar la vuelta a la tortilla!” (GD9).
Las actitudes y prácticas racistas de la población autóctona se consideran normales o
inevitables por aquellos sectores de la inmigración que asumen como propio el discurso de la
incompatibilidad cultural. Sin embargo, son rechazadas de plano por los ubicados en las otras
posiciones ideológicas, aún cuando su estrategia de instalación en España sea, coyunturalmente,
de repliegue defensivo. En su opinión, tales actitudes xenófobas estarían más presentes en
personas mayores e incultas, que no han viajado y sienten temor ante culturas que no conocen, lo
que les lleva a adoptar un discurso agresivo (“¡vete a tu país!”). Lo mismo que ocurre con los
jóvenes de ideas integristas que agraden a los inmigrantes (“te tiran piedras… te escupen… te
dicen de todo…”). Se acusa a estos españoles de falta de cultura y de ignorancia, hasta el punto
de plantear que la aceptación de la inmigración es la prueba de la modernización de España:
“- (Joven mujer marroquí) Estábamos unas chicas paquistaníes y marroquíes para matricularnos y
unos chicos nos molestaban porque íbamos con el pañuelo…te maltratan, te tiran piedras, te tiran
cosas, no sé… Te dicen cosas. Los ancianos dicen: ‘¡vete a tu país!, ¿qué haces aquí?’.
- (Joven hombre paquistaní) Como llevan mucho tiempo en este mundo (sonrisas) no están acostumbrados a la inmigración. La inmigración es nueva para España, en cambio en Londres no
es nueva. Costará, pero yo creo que al final España se acostumbrará a la inmigración y lo
aceptará; pero ahora mismo estamos en un tiempo que la gente se sorprende. La gente anciana cree que en este mundo no hay otras razas porque no habrán viajado, no tienen cultura, yo creo.
Hay gente que sí, que ha estudiado libros y tal y ya sabe lo que hay en otras partes; se tienen que
acostumbrar… Hay ancianos que te preguntan: ‘en tu país ¿hay coches?’ (risas) ‘¿tenéis edificios
altos?’. No sé… preguntas ¡pues tontas!” (GD18).
Los propios emigrantes españoles que han retornado a su tierra natal se quejan de que
también a ellos les afectan los prejuicios asociados a haber venido de fuera, tener el acento del
país de procedencia, etc. En bastantes de estos casos, sobre todo cuando la socialización se ha
producido en el extranjero, se producen identidades sociales ambivalentes: “somos gallegos y no
161
lo somos, ¿dónde estamos?”. Su incuestionable españolidad, desde el punto de vista jurídico, se
enfrenta tanto a la adscripción externa (“para los españoles soy una extranjera más”) como a sus
propios sentimientos personales (“me siento más venezolana que gallega”), lo que da lugar a una
“situación de doble referencia muy angustiosa”. Los descendientes de emigrantes gallegos
retornados a España se esfuerzan por explorar y esclarecer su ambivalente condición a fin de
eludir la imagen negativa de la inmigración: “no somos inmigrantes, ¡somos retornados!…
Tenemos condiciones completamente diferentes”. Tratan de desmarcarse de la dimensión de
extranjeros, de ciudadanos de segunda categoría que implica la condición inmigrante:
“- (Mujer española retornada de Venezuela) Nosotros, mi hermano y yo salimos de Galicia, yo de dos años, él de once meses, fuimos a Venezuela y nos criamos allí. (…) Cuando llegas acá lo
primero que te dicen es: ‘¿de dónde eres?’ y tú dices: ‘¿cómo de dónde soy?, soy gallega’. O sea, lo llevas toda la vida: ‘soy gallega’. Entonces el primer choque que tienes al llegar a tu tierra es
eso: “¿de dónde eres?”. Venimos con eso de que somos gallegos y no lo somos.
- (Mujer española retornada de Brasil) Yo estoy de acuerdo contigo, la identidad está definida socialmente, ¿no?, en vuestro caso habéis nacido aquí y yo soy hija de gallegos, nací en Brasil y
soy de fuera siempre. Allí era gallega y tenía siempre como esa cosa… al llegar aquí, por más que
uno se sienta identificado y se sienta parte y perteneciente a esta realidad… ´¿y tu acento? y ¿de
dónde eres?’: ‘brasileña’ (…) Y es que para sentirnos bien tenemos que estar identificados, tener unas referencias. Pero al llegar aquí resulta que esta situación de doble referencia es muy
angustiosa.
- (Retornada de Venezuela) Cuando uno va a buscar trabajo, a alquilar un piso o a pedir un crédito, te toman por inmigrante, ¿no?, pero ya que le enseñas el carné de identidad, que tú eres
española, entonces ahí ya cambia la percepción e incluso el trato es completamente diferente, o
sea, ya te empiezan a tratar como que ‘¡ah, bueno…!’, ya te dan más confianza. Eso me parece
discriminación básicamente. (…) Yo no me considero inmigrante y yo defiendo que no somos inmigrantes, ¡somos retornados! (…) Tiene que haber más control de los que vienen de esos
países donde prevalece la violencia… las mafias… y que luego generan un incremento de robos,
secuestros, te roban a los niños, todo ese tipo de cosas que se ha incrementado en los últimos años” (GD21).
El itinerario de normalización jurídica de los inmigrantes exige recorrer una serie de
etapas (primer permiso anual, renovaciones, permiso permanente) en las que se pone a prueba la
capacidad del aspirante para ser aceptado al cabo de bastantes años como un ciudadano pleno
(incluida la concesión de la nacionalidad española). Esta aceptación tiene que ver con el “buen
comportamiento” del inmigrante: que sean “como tienen que ser” y, si no, “de patitas en la
frontera”, como hacían los alemanes con los emigrantes españoles.
Por otra parte, el estatuto legal del inmigrante, por precario que sea, es fuente de
reconocimiento jurídico, laboral y social en general, hasta el punto de servir de base para exigir
al Estado que regule adecuadamente sus derechos, aún cuando estos sean inferiores a los de la
población nativa. El gobierno, en efecto, debe proporcionar a los inmigrantes una buena
162
información sobre los servicios y prestaciones a los que pueden acceder, asistirles en momentos
de mayor desprotección y defenderles de los abusos de los empresarios y de las agresiones
racistas. Asimismo, el gobierno debe llevar a cabo una política de inmigración “más
organizada”, lo que supone –entre otras medidas- controlar mejor el actual flujo migratorio que
se considera excesivamente generoso (“ningún país trata a los extranjeros como España”) y
puede llegar a ser “horroroso” para los nativos (y para los extranjeros llegados anteriormente).
La política de inmigración del gobierno debe ser concreta y eficaz, no simplemente de aparentar
una buena imagen (“pura pantalla”). Por su importancia en el caso español, se debería crear un
“Ministerio de Inmigración para estudiar, controlar y orientar” de forma positiva el fenómeno, tal
como ocurre en otros países:
“- (Hombre ucraniano) Ningún país trata a los extranjeros como España… Yo no conozco ni Italia ni Portugal, pero la gente viene y viene y viene y viene y hay que hacer algo con esto. Toda la gente quiere comer, ¡vale!; toda la gente quiere trabajar aquí, ¡es imposible!” (GD1).
“- (Hombre argentino) España debe restringir la inmigración porque, si no, va a ser horroroso. - (Hombre cubano) Yo pienso que sí, hay que analizar más cosas para que sea lo más organizado
posible. - (Mujer argentina) Pero organizado, organizado, no quiere decir restrictivo o que digáis: vos
entráis y vos no. Con todo, hay que organizarse para ver quién entra, quién no, qué hace, qué no
hace. - (Hombre cubano) Exacto. Más organizado… Lo ideal sería que hubiera un Ministerio de
Inmigración… si esto es un fenómeno que está modificando la vida de este país… yo creo que se
debería focalizar más, o sea, como tal estudiarse, controlarse y orientarse ¿no? porque puede ser
realmente… la entrada de inmigración puede ser muy positiva” (GD17).
Otros inmigrantes no asumen voluntariamente un estatuto de subordinación o
subalternidad ciudadana sino que se ven forzados a asumir esa situación, tanto por las prácticas
institucionales que discriminan a los inmigrantes como por las actitudes de muchos españoles
que les tratan como ciudadanos de segunda clase. Se trataría de una inserción subalterna
inducida por la ideología y las prácticas de la “preferencia nacional” con la que estos inmigrantes
no están de acuerdo. Jóvenes de la segunda generación -bastantes nacidos en España- se quejan
del sobreesfuerzo que tienen que hacer (“un esfuerzo terrible”) para eludir la preferencia que se
otorga a los nativos y demostrar su valía. Extranjeros de la Unión Europea, instalados como
residentes permanentes en la costa mediterránea, se quejan de ser instrumentalizados por la
población española, ya que no son tratados como ciudadanos con los mismos derechos sino
como turistas permanentes. Pueden poner negocios, pagar impuestos y consumir fiestas pero los
españoles ponen límites que no pueden traspasar. Es como si dijeran: “España para los
españoles”. En definitiva, la lógica que prevalece en estas actitudes es la subordinación social, en
163
el sentido de asumir o padecer, según los casos, una relación de supeditación y dependencia con
respecto a la cultura y la población nativa:
“- (Mujer de origen argentino) Otra cosa que me gustaría decir a mí es el mayor esfuerzo que tienen que realizar las personas que proceden de fuera... tienes que demostrar mucho más que las personas de aquí. Es un esfuerzo terrible, claro tú ahora mismo tienes que demostrar el triple que
vales, que vales lo mismo que un español, sólo por el acento. Y eso… vale para la gente
extranjera o con aspecto inmigrante…” (GD19).
“- (Mujer inglesa, dueña de un pequeño negocio) Pienso que en el fondo es no aceptarnos. Mira, somos bienvenidos a pagar los impuestos y todo, a ver todas las fiestas, pero claro, ‘España,
para los españoles’. Somos invitados porque pagamos y entonces tenemos derecho a algunas
actividades por lo menos. Eso da mucha rabia ¿no?, porque yo estoy aquí desde hace diecisiete años” (GD16).
Las posturas anteriores critican el exceso de burocratismo (“una política para desmotivar
a hacer los trámites”) que debería dar lugar a una mayor libertad de los agentes sociales y
económicos, incluidos los inmigrantes, en pie de igualdad con la población nativa. “Leyes
comunes” para todos y “no ordenanzas especiales para inmigrantes”, algo así como un “código
de circulación” al que todos atenerse y que no admita excepciones. En el sector de asalariados de
la Europa del este la minoría individualista-competitiva recrimina a la mayoría su defensa de un
Estado protector, al estilo de los “tiempos del comunismo”, y reclama “saber nadar… y mostrar
cada uno su pericia… para integrarse en una vida normal”:
“- (Estudiante cubano) Quizás lo primero que uno se encuentra aquí cuando llega es todo el trámite de estar con el permiso de aquí. Entonces hay que hacer enormes filas para poder sacar el
documento porque como todos están… el sector de inmigración en una misma zona de policía,
esto complica el que todos los sectores estén en el mismo lugar… a veces se vuelve terrible pasar un día completo ahí… por tener permiso. Ésa es una de las partes así bastante fuertes en el inicio.
Parece que es una política que se ha hecho así para que la gente se desmotive a hacer los
trámites y terminen por no hacer los papeles. No sé si esto será consciente o no, pero es como yo lo vivo… algo que se podría solucionar, hay muchas formas y no sé ve algo rápido, no sé…”
(GD7).
“- (Mujer emigrante española retornada de Alemania) Los emigrantes españoles en Alemania no estábamos sujetos a un ordenamiento jurídico sino a unas ordenanzas policiales. Leyes especiales para personas con menos derechos… Debemos evitar que eso se vuelva a repetir aquí en España”
(GD20).
“- (Hombre rumano) Cuando quieres integrarte en una vida normal… tenemos que reconocer que
la mayoría de los extranjeros aquí no tiene una vida normal… Si tú defiendes los tiempos del régimen comunista, cuando no teníamos ninguna preocupación, porque el Estado me aseguraba el
trabajo, piso, de todo. Todos trabajábamos, teníamos un piso, no podías comprar un coche, eran
otros tiempos. Pero ahora la vida es dura, tienes una vida muy dura aquí en España al principio, en los dos o tres primeros años, pero si tú después sabes… ¿cómo se dice? nadar en este mundo
que… porque cada uno tenemos nuestra pericia…” (GD1).
164
La participación política en la sociedad española se plantea de maneras muy diversas en
función de la posición social y la orientación ideológica de la población inmigrante:
Un sector, donde prevalecen los indocumentados y los situados en una posición laboral
precaria, “pasa” de la política, ya sea por decepción (“siempre paga el pueblo… esto pasa
en el todo el mundo”) o porque no tiene tiempo para esas cosas, aunque le gustaría (“si
no tuviera tanto trabajo…”)
“- (Hombre argentino) No me interesa la política… El fútbol es lo mejor. Yo paso de la política porque es política…
- (Mujer brasileña) ¡A ver!, ¿por qué no hay paz y trabajo?… Siempre paga el pueblo, entonces yo para qué voto… porque no van a hacer nada por los de abajo… Eso pasa en
todo el mundo” (GD2).
“- (Mujer colombiana) Yo quería decir una cosa sobre lo de participar y lo de ir a votar.
Yo llevo aquí cuatro años y nunca he votado, o sea, y no sé si votaré aquí pero tampoco votaba allá, es como…
- (Hombre ecuatoriano) Pero para votar tienes que conocer… saber la vida, la historia de
los personajes. - (Mujer colombiana) Pero cuando no tienes ni tiempo ni medios para enterarte de que es
lo que está pasando…
- (Mujer búlgara) Si no tuviera tanto trabajo, seguro, pero necesito trabajar… Es una
pena la vida del inmigrante...” (GD14). .
Otro sector, el dominante en los discursos analizados, es partidario de una cooperación
con la política electoral, que se considera la principal vía de participación e influencia
social (“aquí es donde estamos y podemos opinar, por lo tanto debemos votar”).
Aparecen dos tipos de justificaciones. Para unos, el voto se plantea como la restitución de
una “deuda” contraída con España –por haberles otorgado la residencia- (posición
subordinada): “si somos agradecidos, que nos reciben con las manos abiertas…
tendríamos que votar”. Para otros, en cambio, se trata de un derecho vinculado a trabajar
y cotizar en España (posición igualitaria-competitiva): “si soy igual para pagar impuestos
y para respetar las leyes, pues también tendré que ser igual para tener los derechos”. Se
plantea, incluso, la posibilidad de organizar un “partido de inmigrantes”, aprovechando
su fuerza numérica, para que defienda sus intereses específicos:
“- (Hombre moldavo) Yo desde hace tiempo estoy mirando los debates y los partidos y tal
y… bueno… yo creo que sí, que tendríamos que votar… porque lo primero es que si somos agradecidos, que nos reciben con las manos abiertas, por decirlo así, y que no nos
dan un maltrato, que nos ayudan, vamos…” (GD1).
165
“- (Mujer peruana) Yo lo que sí me gustaría es que tengamos derecho al voto… Es una de
las cosas que cuando uno está mucho tiempo en una comunidad, cuando está mucho tiempo, quiere ser parte de ella. Entonces, creo que también es importante a la hora de las
elecciones electorales, somos el 7,8% de inmigrantes en España, en general, no hablo de
Sudamérica, hablo de inmigrantes y somos muchos… - (Mujer boliviana) A mí me gustaría votar, claro que sí, a mí me gusta…
- (Hombre colombiano) A mí me parece muy bien el voto aunque no puedo votar aquí,
pero aquí es donde estamos y podemos opinar, por lo tanto debemos votar. Me parece que es muy necesario el voto, muy necesario que los inmigrantes podamos votar (GD2).
“- (Mujer emigrante española retornada de Venezuela) Se ha pedido el voto para los inmigrantes a nivel municipal y mucha gente no quería el voto para los inmigrantes. Y
¿por qué no?, A ver, si yo soy un inmigrante, vivo en el barrio, estoy integrado y tengo un problema porque el alcalde no pone un contenedor de basuras, ¿por qué yo no voy a
poder elegir? Porque si soy igual para pagar impuestos y para respetar las leyes, pues
también tendré que ser igual para tener los derechos” (GD20).
“- (Mujer búlgara) Los españoles no han apoyado que se cree un partido de inmigrantes, esa es mi opinión, y como no hay un partido nuestro no voy a votar” (GD14).
Por último, aparece de forma minoritaria una crítica a la lógica general del sistema social:
“España es totalmente capitalista… te cogen (en el consumo y las deudas)”. Una actitud
crítica que se asocia a la desigualdad internacional y entre las clases sociales
(empresarios “que se aprovechan” de trabajadores “explotados”) y que plantea la
necesidad de adoptar posturas de resistencia social (“hacer una huelga… que paralice el
país”):
“- (Hombre argentino) La política es como todo en la vida. En España gobiernan los
socialistas pero la vida es totalmente capitalista… Creo que cada vecino está viviendo en España a nivel de esa política capitalista… veinte euros un DVD, todo el mundo puede
comprarse un móvil, todo el mundo tiene acceso a todo… un ordenador con conexiones
de Internet… Tenían que decir: ‘¿cuánto me debes?’. Te acoplas y aquí es donde te cogen… ¡y ya está!” (GD17).
“- (Mujer emigrante española retornada de Alemania) Yo estoy pensando ahora sobre lo que decís, del reparto de la riqueza y tal, los inmigrantes somos un gran poder ya en
número y en potencia. Es decir, si los inmigrantes de España hiciesen, tuviesen la capacidad de hacer una huelga, se paralizaba el país” (GD20).
9.5. Modelos de ciudadanía
La tipología desarrollada en la primera parte de este informe nos permite distinguir cuatro
posiciones básicas de los inmigrantes en torno a la ciudadanía, donde podemos ubicar algunos de
los puntos desarrollados en el presente capítulo. El cuadro 9 ofrece un balance resumido de las
principales tendencias.
166
Cuadro 9
Formas diversas de entender la ciudadanía y la relación con las políticas sociales
Buen súbdito (estado) Individuación Competidor eficiente (mercado)
Pop
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egre
sivo C
ierre
S
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norm
as
C
Ciudadanía subordinada
Aceptación voluntaria o forzosa del orden
estatal como regulador de la vida
ciudadana. Se reconoce el lugar subalterno
que corresponde a los extranjeros y su
obligación de adaptarse a las normas y
costumbres de España.
Política social asimilacionista:
Educación compensatoria-monocultural.
Sanidad pública con opción preferente
para la población española.
Apoyo público a la vivienda, respetando
la prioridad de los españoles.
Ordenanzas para inmigrantes.
B
Ciudadanía equiparada
Equiparación jurídica de todos los
ciudadanos, sean nativos o inmigrantes,
para desenvolverse en la vida de acuerdo a
sus méritos y respetando la convivencia
pluricultural.
Política social subsidiaria:
Educación para la tolerancia, privada y
pública, pluri-cultural.
Sanidad privada con apoyo público, en
igualdad de condiciones para todos.
Libre acceso a la vivienda (privada o
pública) en igualdad de condiciones.
Leyes mínimas comunes para todos.
Pop
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ca
A
Ciudadanía recluida
Autocentramiento protector en una
grupalidad de afines, ya sea por lazos etno-
culturales no compatibles o por compartir
las mismas preocupaciones y eludir la
xenofobia de la sociedad española.
Política social segregadora:
Segregación escolar, multicultural (com-
partimentos estancos).
Red sanitaria paralela de beneficencia.
Segregación residencial (viviendas
hacinadas y barrios de inmigrantes).
Políticas de control/represión de los inmigrantes (intrusos/peligrosos).
D
Ciudadanía crítica
Defensa del papel protagonista de todos
los grupos y minorías como sujetos activos
de las instituciones sociales, con la mira
puesta en la superación del modelo de vida
individualista-capitalista.
Política social proyectiva:
Educación intercultural-antirracista.
Sanidad pública universal-participativa.
Crítica de la especulación en torno a la
vivienda, que debe garantizarse a todos.
Política emancipatoria-planetaria desde
los colectivos oprimidos.
Endogrupo Grupalidad Exogrupo
Integración formal (Sociedad de libre mercado)
Inserción subalterna (Estado social regulador)
Repliegue defensivo (Arraigo local jerarquizado)
Proyección instituyente (Propuesta de sociedad alternativa)
167
a) Ciudadanía recluida
Desde el punto de vista de su instalación en la sociedad española, la principal
característica de esta posición es su tendencia a recluirse en una grupalidad de afines, ya sea por
la existencia de unos lazos etno-culturales que se consideran no compatibles con la cultura
autóctona o simplemente por compartir las preocupaciones y eludir la xenofobia de las primeras
etapas migratorias (sobre todo hasta que se consigue la documentación). El autocentramiento
comunitario se convierte en un anillo protector formado habitualmente por paisanos del mismo
origen pero también a veces por personas de otra nacionalidad e incluso españolas. Como vimos
en el capítulo 2, esta posición es la que prevalece entre los inmigrantes “sin papeles”, si bien se
puede prolongar en el tiempo, una vez obtenida la documentación, si el colectivo opta por
replegarse sobre sí mismo y reducir al mínimo necesario sus contactos con la sociedad exterior
mayoritaria, lo que es típico de algunos colectivos con un patrón cultural muy distante del
español-europeo (blanco-occidental-cristiano). La relación con las políticas sociales se establece
desde los siguientes parámetros:
Educación: experiencia de segregación escolar, ya sea por el no reconocimiento de los
títulos obtenidos en el país de origen o por el fracaso académico y abandono temprano de
la escuela. La demanda de aulas-puente y/o de currículos paralelos a la escuela normal
sería coherente con esta posición (tanto por parte de inmigrantes como de nativos). De esa
manera quedaría salvaguardada una educación multicultural (en el sentido de
compartimentos estancos, que no se contaminen entre sí).
Sanidad: alusiones a una eventual red paralela de asistencia sanitaria de beneficencia para
personas indocumentadas y/o insolventes.
Vivienda: segregación residencial, ya sea por el hacinamiento de viviendas de subarriendo
(por necesidad) o por concentración en barrios/pueblos de inmigrantes.
Política de inmigración: control estricto de fronteras y seguimiento/represión/expulsión de
los “sin papeles” (se identifica a los inmigrantes como intrusos/peligrosos).
b) Ciudadanía subordinada
Esta posición prevalece entre los migrantes asalariados de cualificación media o baja
desde el momento que obtienen los primeros papeles, aunque también está presente de forma
168
minoritaria en otros sectores de la inmigración. Su forma de entender la ciudadanía parte de la
aceptación del orden estatal –español- como encargado de poner orden y establecer las pautas de
inserción –diferenciadas- entre ciudadanos nacionales y ciudadanos extranjeros. Desde este
planteamiento los intereses de los “nacionales” prevalecen sobre los intereses de los
“extranjeros” por lo que éstos aceptan el estatuto ciudadano y laboral subalterno que se les
asigna. Tal como ocurría con la posición anterior, la ciudadanía subordinada puede ser asumida
personalmente por los inmigrantes o bien inducida por las circunstancias (“el que no lo asuma lo
pasa peor”). En el primer caso, los inmigrantes consideran que ya no están en “su tierra”, por lo
que deben adaptarse a las normas españolas y respetar la preferencia de los nacionales, por
ejemplo para acceder a un empleo o conseguir una vivienda protegida. En el segundo caso, se
produce una subordinación forzosa en los terrenos legal y laboral que se acepta por realismo
práctico y mientras sea necesario. La relación con las políticas sociales se establece desde los
siguientes parámetros:
Educación: compensatoria-monocultural. Un sector de los agentes escolares entiende que
las minorías de inmigrantes son portadoras de un déficit en relación al nivel educativo de
la población mayoritaria que es preciso compensar mediante apoyos complementarios. El
currículo escolar español debe aplicarse igualmente a todos los ciudadanos.
Sanidad: pública y universal para todos los ciudadanos, aún cuando se aceptaría una
atención preferente para la población española.
Vivienda: demanda de apoyo público en el acceso a la vivienda, respetando la prioridad de
los españoles.
Política de inmigración: asimilacionista, cumplir exactamente las normas y ordenanzas
establecidas para los inmigrantes.
c) Ciudadanía equiparada
Esta posición, que prevalece en los sectores de la inmigración más asentados y
cualificados, defiende la equiparación jurídica de todos los ciudadanos, sean nativos o
extranjeros, para desenvolverse en la vida de acuerdo a sus propios méritos (“si tú quieres, tú
puedes”). Los Estados deben asegurar el control racional de las migraciones internacionales,
facilitar la igualdad de oportunidades en el mercado de trabajo y promover la convivencia
169
ciudadana en espacios comunes pluriculturales. La relación con las políticas sociales se establece
desde los siguientes parámetros:
Educación: para la tolerancia. Incorporar contenidos étnicos al currículo, eliminar textos
discriminatorios (educación pluricultural).
Sanidad: privada, apoyada y subsidiada públicamente, en igualdad de condiciones para
inmigrantes y nativos.
Vivienda: igualdad de oportunidades para todos en el acceso a la vivienda (privada o
pública).
Política de inmigración: leyes comunes mínimas para todos, algo así como un código de
circulación que no acepta excepciones.
d) Ciudadanía crítica
Esta posición, sólo esbozada por sectores minoritarios de la inmigración, pone de relieve
la naturaleza grupal y participativa de los colectivos humanos, como sujetos activos de las
instituciones sociales. Las migraciones internacionales son interpretadas como un efecto de las
desigualdades inherentes a la historia colonial y a la globalización económica y se defiende para
España una democracia solidaria con el resto del mundo, con la expresa inclusión de todas las
culturas y minorías nacionales presentes en el territorio (sean o no étnico-culturales), con la mira
puesta en una superación del modelo de vida capitalista-consumista-individualista y a favor de
una ciudadanía instituyente, intercultural y emancipatoria. La relación con las políticas sociales
se establece desde los siguientes parámetros:
Educación: intercultural y antirracista. El currículo intercultural se elabora desde la
diversidad del alumnado, incorporando las diversas aportaciones a un proyecto elaborado
en común. La educación antirracista plantea que la actuación limitada al campo de los
valores no es suficiente para remover las diferencias sociales que originan la
discriminación/explotación entre colectivos.
Sanidad: pública, universal y con un planteamiento participativo de gestores, profesionales
y usuarios.
Vivienda: crítica del encarecimiento y especulación de la vivienda. Consideración de la
vivienda como un bien básico para la calidad de vida que debe ser asegurado para todos.
170
Política de inmigración: con orientación emancipatoria a nivel planetario, desde la
participación instituyente de los sectores oprimidos.
171
10. Disolución del ciclo migratorio
El ciclo migratorio, iniciado al salir del país de origen, encuentra habitualmente dos
puntos de salida: el retorno al lugar de procedencia o la integración en la sociedad española
como un ciudadano más, incluida la adquisición de la nacionalidad. Entre medias están las
situaciones de indefinición y ambivalencia típicas del proceso migratorio, que pueden durar más
de una generación, o bien los casos de repliegue de determinados colectivos sobre sí mismos que
a veces constituyen minorías culturales poco relacionadas con la sociedad mayoritaria.
En este capítulo nos vamos a centrar en cómo percibe la población inmigrante la
culminación de su travesía migratoria, tanto si su horizonte es el retorno como la instalación
definitiva en España o en el espacio europeo, nuevo marco político de identidad social que
incluye a España y otros 26 países. Lo mismo que ocurre con otras cuestiones abordadas en el
presente informe, observaremos que existe una gran diversidad de puntos de vista en relación al
futuro, que trataremos de organizar y comprender en el último apartado a partir de nuestro
cuadro de posiciones ideológicas.
10.1. El dilema del retorno: “no puedes volver con una mano delante y otra detrás”
La mayoría de los inmigrantes presentes en España mantiene viva la idea del retorno
durante mucho tiempo, aunque sólo una parte de ellos la lleve a cabo78
. Según la encuesta citada
aplicada por nosotros en 2005, sólo uno de cada cinco inmigrantes adultos de países periféricos
tenía claro que se quedaría definitivamente en España; un tercio pensaba retornar, más pronto o
más tarde; y casi la mitad no sabía lo que haría o lo hacía depender de la evolución de los
acontecimientos en el país de procedencia79
. En nuestros grupos de discusión la cuestión del
retorno al país de origen es un tema recurrente, si bien se plantea en sentidos diversos. El retorno
con éxito (“volver rico”, “montar un negocio en mi país”…) es el sueño habitual del inmigrante
recién llegado, que pocos pueden hacer realidad. Incluso quienes lo consiguen vuelven a veces
de nuevo a España ante las dificultades que encuentran en su país (“la inseguridad, el terrorismo,
la pobreza que veías…”):
78 No existen estadísticas fiables de inmigrantes que han retornado a sus países de origen. 79 Ver COLECTIVO IOÉ, Inmigración y vivienda en España, o.c., págs. 156-159.
172
“- (Hombre mauritano) Me voy a la inmigración, trabajo cinco años, no gasto lo que gano, reúno
el dinero que he ganado y me voy y monto un negocio en mi país de ese tipo ¿cómo se llama?, una pequeña consultoría (de ingeniería) como autónomo, eso sí que vale allí…” (GD14)
“- (Hombre marroquí) Cualquier inmigrante, no sólo yo, sino todo el mundo, lo suyo es algún día poderse uno volver a su país y el trabajo que tenemos aquí… preferimos tenerlo en casa… A mí me gustaría, dentro de cinco años, tener un negocio con mis hermanos, tener una empresa y ser
rico. ¡Eso me gustaría!” (GD9).
“- (Hombre colombiano) Los extranjeros siempre dicen que van a volver, pero en realidad se quedan. En un comienzo piensas en volver… pero después, viviendo aquí, te acostumbras a las
costumbres españolas…las fiestas, los derbis del Atleti con el Real, ¡te acostumbras a todo! - (Hombre peruano) Yo vine con una idea determinada de ahorrar y volver, pero cuando volví,
aunque tenía muy buenos trabajos, porque me iba con un título de aquí y allí se valoraba mucho,
no me acostumbré: la inseguridad, el terrorismo, la pobreza que veías y algunas situaciones… Bueno, no me podía quejar de los sueldos, pero para mí era difícil, ¿sabes?, aunque era mi país, y
me volví otra vez a Madrid (risas).
- (Hombre colombiano) Cuando vives aquí y te acostumbras a la buena vida… Es difícil regresar”
(GD22).
En el extremo opuesto, está el retorno de quienes han fracasado en su proyecto migratorio
y se ven obligados a reagruparse con su familia en la tierra de origen, una situación muy poco
referenciada en los grupos ya que supone una quiebra total del “orgullo propio del migrante…
que no puede volver con una mano delante y otra detrás”. Salvo en el caso de jóvenes migrantes
que se dan de bruces a las primeras de cambio y vuelven a la casa paterna, la práctica general de
los migrantes adultos (que no piensan “a la ligera”) es “apechugar aquí” hasta que consiguen
algo (“lo mínimo, por lo menos el billete de vuelta y algo que te sustente allí”) y justificar así el
proyecto migratorio ante parientes y paisanos:
“- (Hombre cubano) Una cosa que condiciona mucho el querer volver es el pensar que no puedes volver con una mano adelante y la otra detrás. Tienes que volver con lo mínimo, por lo menos
con el billete de vuelta y con algo que te sustente allí… porque casi todos nos vamos de nuestro
país pensando en un futuro más luminoso… un futuro mejor, con ese orgullo que es propio del migrante. Entonces, ¿cómo vas a regresar a tu país y volver a ser una carga para tu familia? Eso
es una mentalidad de joven que vuelve a su familia sin dinero, pero cuando has formado una
familia y tienes hijos, ya no puedes pensar a la ligera sino que tienes que pensar un poco en eso: vuelvo, pero ¿con qué vuelvo? Si tengo algo, entonces si vuelvo. Si no, pues hay que seguir
apechugando aquí” (GD15).
Entre las dos situaciones extremas anteriores, están los planes de retorno basados en un
análisis de las ventajas y desventajas de quedarse en España o retornar al país de origen. La
reflexión da lugar a un amplio y complejo panorama de cuestiones que recogemos brevemente
en el cuadro 10 y comentamos a continuación.
173
Cuadro 10
Ventajas de permanecer en España o retornar al país de origen
Permanecer en España Retornar al país de origen
Co
nd
icio
nes
de
vid
a
pa
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Condiciones laborales: mejores en general
en España. Mayor regulación del mercado
laboral. Acceso más fácil al empleo, aunque sea temporal y poco cualificado.
Menor estrés laboral y más compañerismo que en
España, horarios no tan prolongados.
Reconocimiento de títulos y categorías. Menos discriminación en la promoción laboral. Paro
creciente en España.
Salarios: más elevados en España que en los
países de origen, sobre todo en empleos no cualificados.
Salarios estancados en España mientras están
subiendo en algunos países de origen (este de Europa) o en algunos empleos cualificados o por
cuenta propia.
Nivel de vida: mayor en España, más bienes
de consumo y fácil acceso al crédito.
En general el coste de la vida es menor que en
España, sobre todo en relación a la vivienda. Se trabaja para vivir (en España “se vive para
trabajar”).
Con
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es d
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da
gen
erale
s
Salario indirecto: mejores políticas sociales en España (salud, educación, prestaciones de
desempleo, pensiones, servicios sociales,
etc.).
Menor carga fiscal (cotizaciones sociales e impuestos).
Contexto político: más seguridad ciudadana. Menos corrupción en las
instituciones (trámites, policía, etc.).
Mejora de las condiciones políticas, sociales y económicas al ingresar en la Unión Europea
(europeos del este).
Contexto económico: mayor estabilidad del
desarrollo económico en el contexto de la Unión Europea.
Naturaleza efímera del ciclo económico. El
modelo de desarrollo español es especulativo, volátil, inseguro.
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oci
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Acostumbramiento: “uno se planta en el
lugar donde está”. Retornar sería empezar de nuevo.
Volver a “tus raíces”: “vivir y morir en “tu
tierra”. Celebrar en España el ramadán “no es lo mismo”.
Modernización: España es un país más
moderno, occidental, culto, plural, etc. En
España te sientes más libre, menos coaccionado por la presión familiar-social.
Allí son ciudadanos plenos y evitan los estigmas
propios de los inmigrantes (acento, color,
prejuicios culturales, etc.). En España hay una “libertad dañada”, allí es una “libertad sana”.
Universalidad: las migraciones
internacionales han existido siempre, hay
que asumirlas. Somos “ciudadanos del mundo”.
Las migraciones internacionales deben ser
“reversibles” (ir para volver). Morriña por volver
al país natal: “la tierra nos atrae”.
En primer lugar, se destacan las ventajas que tienen que ver con las condiciones de vida
particulares de las familias. Aunque se reconoce que en España los salarios y el nivel de
consumo son más elevados, existen otras tendencias que hacen pensar en el retorno, como el
estancamiento del salario medio, el paro creciente -sobre todo en el sector de la construcción- y
el encarecimiento de algunos productos (vivienda, alimentos, gastos fijos…); además, bastantes
echan de menos el ritmo de trabajo menos estresante que tenían en el país de origen (en España
“se vive para trabajar”).
174
En segundo lugar, se refieren a las condiciones generales de la sociedad española, donde
se reconoce la bondad relativa de las políticas sociales (salud, educación, protección del
desempleo, pensiones, servicios sociales, etc.), el mejor funcionamiento de la administración
pública y la mayor estabilidad económica de España en el marco de la Unión Europea80
. Sin
embargo, en contraposición, se alude a la menor carga fiscal existente en algunos países de
origen a la mejora creciente de las condiciones políticas y económicas en otros (especialmente en
los países europeos ingresados recientemente en la U.E.). Por parte de un sector más crítico, se
pone en cuestión la supuesta estabilidad del modelo de desarrollo español, al que se considera
especulativo, volátil e inseguro, por lo que no les extrañaría que entrase en recesión dando lugar
a importantes conflictos sociales y provocando el retorno de muchos inmigrantes.
En tercer lugar, el deseo de retorno se origina también en motivos relacionados con la
identidad social de los sujetos. En algunos casos se siente “depresión”, “morriña” o simplemente
“se sueña con volver” al país natal, donde se considera están tus raíces familiares, culturales y
hasta paisajísticas (“la tierra nos habla”). Se reconoce que en España hay libertad religiosa pero
no es lo mismo celebrar el Ramadán u otras fiestas y símbolos religiosos en el país de origen y
con tus paisanos. En contraposición, los partidarios de permanecer en España consideran que
loas migraciones internacionales son un fenómeno mundial al que es posible acostumbrarse
(“uno se planta en el lugar donde está”). Además, España presenta las ventajas de ser un país
moderno-occidental, con una amplia cultura y respetuoso de la diversidad, lo que facilita el
desarrollo libre de las personas, en especial de las mujeres y de los jóvenes, frecuentemente
coaccionados en otras regiones del mundo. A lo que los partidarios del retorno responden que la
libertad de los jóvenes y de las mujeres en España es una “libertad dañada” (caprichosa) mientras
en sus países pueden encontrar una “libertad sana” (responsable).
En términos generales, la ilusión del retorno es mayor en las primeras etapas migratorias
y se debilita a medida que pasan los años y se echan raíces en España. Aunque el retorno pocas
veces desaparece por completo del horizonte (“siempre tienes la idea de hacer algo allí algún
día…”), cada vez se pospone más en el tiempo y se vuelve menos realista, hasta el punto de ser
considerado por muchos migrantes como “un espejismo”. Incluso se dan casos de familias que
han retornado y han tenido que regresar a España porque “les ha ido mal” en su país:
80 En los meses de aplicación de los grupos de discusión (mediados de 2007) los signos de recesión económica
todavía no se habían consolidado.
175
“- (Mujer colombiana) Cada día vas postergando el regreso, siempre vas a querer volver pero es una decisión que no se cumple… ¡es un espejismo!... Si tienes los hijos aquí, ya no vuelves. Por
mucho que los padres quieran volver, se tienen que aguantar por sus hijos” (GD14).
“- (Mujer ecuatoriana) “la gente últimamente se está regresando, venden su piso, venden sus cosas y se van y lo invierten allí, pero les ha ido mal y se han regresado… Por eso a mí me da
desconfianza la idea de irme, estoy indecisa de irme o quedarme” (GD15).
Un inmigrante cubano define como “paradoja del inmigrante” la situación de doble
vínculo entre el país de emigración y el país de inmigración. Se desea volver pero, cuando ello
ocurre, se sienten inmigrantes en su propio país y se echa de menos la vida en España. Una
mujer marroquí del mismo grupo de discusión reconoce que, cuando piensa en el retorno, “tiene
miedo de aquí y miedo de allí”. Y otra mujer peruana señala, en el mismo sentido, que ella se
siente “entre la espada y la pared”. Aunque pasen muchos años y se pierda el acento del país de
origen, se mantiene esa ambivalencia básica entre los dos países de referencia (“ni de aquí ni de
allí”):
“- (Hombre cubano) Cuando pasas un tiempo acá, empezaste a trabajar y a luchar por la vida aquí, si vuelves a tu país como que sí, los primeros meses quizás te sientes bien porque vuelves a
lo tuyo, pero después encuentras tantas cosas diferentes que ya no tienen que ver contigo, que es tu país, que es tu familia, que es tu gente, es donde naciste y donde te criaste hasta cierta edad,
pero hay cosas que ya tú las ves de otra manera… Esa es la paradoja del inmigrante… ¡siempre!
- (Mujer marroquí) Si tengo una tranquilidad económica, que sé que voy a vivir bien en mi país al lado de mis hermanas, yo iría volando, no lo pensaría; no pensaría si me va a ir mal o bien.
Cuando estuviera allí, me lo pensaría, ¿vale? Pero claro tenemos miedo de aquí y miedo de allí,
estamos en el centro.
- (Mujer peruana) Sí, estamos entra la espada y la pared” (GD15).
“- (Mujer colombiana de segunda generación) Mi madre se acuerda mucho de su tierra, de su cultura, de lo que vivió allí. Pero a lo mejor ha tenido épocas en las que ha tardado muchos años
en pasarse por allí y entonces va a Colombia y dice que ha cambiado tanto que ya no es lo que ella recuerda y cuando va allí no se puede sentir colombiana porque no tiene el acento que tienen
los demás y entonces dice que en España tampoco se siente española porque hay cosas que echa
de menos, no se siente ni de aquí ni de allí” (GD19).
En algunos casos, que parecen más bien excepcionales, surgen identidades
transnacionales, en diversos sentidos: la madre ecuatoriana con casa e hijos aquí y allá, que va y
viene con frecuencia y probablemente retorne definitivamente a su país cuando se jubile; el
emigrante cubano que se considera con capacidad de adaptación para acostumbrarse a vivir en
cualquier país; o la joven de madre colombiana y padre español que se siente ciudadana del
mundo y le encanta viajar y conocer culturas diferentes
176
10.2. Nacionalización y ciudadanía europea: “los papeles son sólo papeles”
Desde el punto de vista jurídico, el ciclo migratorio atraviesa por varias etapas que van
desde el empadronamiento y los primeros papeles de residencia hasta la eventual adquisición de
la nacionalidad española, un hecho cada vez más frecuente a medida que aumenta el número de
inmigrantes. Entre 1995 y 2006 las personas nacionalizadas en España han sido 276.000,
pasando de 6.756 en 1995 a 16.743 en 2001 y 62.339 en 200681
. En principio, se supone que el
rito de la nacionalización cierra el ciclo migratorio; sin embargo, los propios migrantes
nacionalizados reconocen que “los papeles son (sólo) papeles” y no implican necesariamente el
reconocimiento como iguales por parte de la población o de las instituciones. La sociedad
española “habla de libertad y respeto, pero muchas veces no practica esas virtudes”:
“- (Hombre marroquí nacionalizado) Aunque sea español, ahora tengo la nacionalidad, pero no tienes libertad igual como los otros españoles, ¿eh? Aunque se diga que hay derechos para todos,
no existen los mismos derechos para todo el mundo. Porque los papeles son papeles, no son cosas
que arreglen a la gente… porque no tienes un buen trabajo, tienes un trabajo temporal, trabajas un tiempo, te echan… te metes en otro… te van echando y te van cambiando. Y vas luchando y
buscando para vivir. Si vas a buscar piso, a lo mejor lo primero que te dicen es: ‘¿y tú de dónde
eres?’. Si eres colombiano o de otro país a lo mejor sí. Si eres marroquí, ¡bueno!: “¡no, no, no!’. Yo me acuerdo de una chica que iba pañuelo, como tú (mujer marroquí participante en el grupo),
que no la dejaban entrar en el colegio por llevar pañuelo.
- (Mujer Marroquí nacionalizada) Pero eso es un respeto que también hay que tener, si cada uno…
- (Hombre Marroquí nacionalizado) Que cada uno pueda ir como quiera.
- (Mujer marroquí nacionalizada) Si quiere llevarlo, que lo lleve, y si no quiere llevarlo, que no lo lleve. Que dejen llevar a cada uno lo que quiera. Porque este país habla de libertad y respeto pero
muchas veces no practica esas virtudes… Yo estuve también con el pañuelo y pasas muchos problemas: en el trabajo, con las vecinas, con las amigas… porque yo tenía amigas españolas y
ya… viendo lo que pasaba, pues decidí no ponérmelo para no tener problemas, porque, claro,
tengo que vivir aquí y, si no, tengo que regresar a mi país” (GD12).
.
El reconocimiento o trato igual por parte de los españoles es más importante que la
equiparación jurídica, lo que significa que la integración necesaria para dar por terminado el
ciclo migratorio debe ser bidireccional, por parte del migrante (adquisición de la ciudadanía
española) y del autóctono (reconocimiento efectivo en la práctica). A partir de los textos
analizados, tal como vimos al abordar las relaciones sociales (capítulo 7), el sentimiento de
igualdad correspondiente al pleno reconocimiento se da con más frecuencia en los colectivos con
una cultura de origen próxima a la española (caso de los latinoamericanos): “no es el papel quien
81 OBSERVATORIO PERMANENTE DE LA INMIGRACIÓN, Anuario de extranjería e inmigración. Madrid,
varios años.
177
te hace, sino el reconocimiento del mismo país, de las leyes, de las experiencias tuyas, de las
oportunidades que te brinde”. En cambio, es más difícil ese reconocimiento en colectivos
alejados culturalmente y que son objeto de mayores prejuicios, como los magrebíes o los
subsaharianos: “aunque tengamos la nacionalidad… seremos siempre ¡las moras!”. Asimismo, la
posesión de un estatus profesional o socio-económico elevado facilita el reconocimiento (como
les ocurría al médico boliviano, a la abogada colombiana o al ingeniero mauritano, ya citados),
mientras la falta de estudios y la pobreza suscitan la desconfianza y el rechazo de las
instituciones:
- (Mujer argentina nacionalizada) Yo quiero decir una cosa. Quiero decir que nacionalizarse te puede hacer sentir española o no, o sea, no es el papel quien te hace, sino el reconocimiento del
mismo país, de las leyes, de las experiencias tuyas, de las oportunidades que te brinden. O sea,
todo esto te hace sentir, que reconozcan. Yo, por ejemplo, Barcelona la llevo en mi sangre, no
puedo estar muchísimo tiempo lejos porque realmente sí que he podido conseguir cosas, tengo buenas amistades, tengo un buen ambiente y todo, o sea, que no es el papel quien te hace, sino
muchísimas otras cosas que tienen muchísimo más contenido que un papel.
- (Mujer marroquí nacionalizada) Yo voy a añadir algo que ha dicho mi compañera, yo trabajé muchos años en un geriátrico, incluso trabajé con religiosas. Lo que vivíamos nosotras las
marroquíes, aunque tengamos la nacionalidad, aunque vivamos muchos años aquí, seremos
siempre… ¡las moras!” (GD13).
En algunas ocasiones la distancia cultural da lugar al aislamiento del colectivo
inmigrante, especialmente intenso en la primera generación, tal como ha pasado tradicionalmente
con algunos grupos asiáticos (filipino, indio, chino…), cuya tendencia a sido intensificar las
redes comunitarias al interior de la propia comunidad, a veces con el apoyo de una economía
especializada (trabajo doméstico, comercio, restauración…). En tales casos, se busca el
reconocimiento de su especificidad en el marco de una sociedad multicultural, que respete la
existencia más o menos estanca de diversas minorías culturales.
En opinión de muchas madres inmigrantes, el “acostumbramiento” mutuo de inmigrantes
y nativos sólo se conseguirá a través de sus hijos, gracias a la integración desde pequeños en la
calle y en la escuela. La primera generación de inmigrantes tiende a replegarse entre sí (“van por
la calle con la camiseta de Colombia y solamente Colombia, Colombia…”) mientras los niños y
los jóvenes “siempre están de todas las nacionalidades”. Para estos padres optimistas, “hay
futuro” gracias a sus hijos “que van subiendo juntos con los de aquí” y el día de mañana llegarán
a ser empresarios, banqueros o Maradonas:
“- (Madre ecuatoriana) Nosotros venimos de fuera, ¿no?, entonces muchas veces queremos hacer lo que nosotros pensamos. Entonces ellos a lo mejor no lo aceptan… a lo mejor yo pienso que
178
con el tiempo y los años tenemos hijos pequeños que están creciendo tanto de marroquíes, de
africanos, colombianos… y a lo mejor, pienso, digo yo, van creciendo juntitos y a lo mejor esa
diversidad de jóvenes… porque los jóvenes aunque sean de aquí o de allá, se juntan…
- (Madre colombiana) Entre los niños siempre están de todas las nacionalidades, pero nosotros, adultos, no lo hacemos… Solamente te relacionas con tu familia, con los de tu país… que si
Ecuador va a jugar al fútbol, Ecuador va a hacer una comida… o en Brasil o en Colombia,
vamos… van por la calle con la camiseta de Colombia y solamente Colombia, Colombia… porque mis hermanos, porque mi mamá, porque mis hijos. Oye, también mis hijos tienen unos
amigos que son ecuatorianos, peruanos, españoles o magrebíes… Nosotros los mayores somos
los que no nos integramos los unos con los otros” (GD11).
“- (Padre senegalés) Los inmigrantes tenemos familia, la mayoría tenemos mujer, tenemos hijos que están estudiando, están creciendo con el ambiente español, con algunos se integran más que
otros pero la mayoría van después a integrarse. Veo que van subiendo juntos, el inmigrante con el
de aquí. Hay pequeñas cosillas pero la mayoría lo lleva bien bajo mi punto de vista, y dentro de cinco años va a ser un ambiente mucho mejor, ya con respeto al inmigrante, con el respeto a los
que son estudiantes, gente que sabe informática, que puede ser en otro sitio mejor, que mañana
será un gran empresario… ¿por qué no? y ¿por qué no? Mi hijo me gustaría que fuera Maradona
o el mejor jugador o estudiante universitario o llevar un banco… Yo veo que hay futuro bajo mi punto de vista ¿eh?” (GD9).
Desde el punto de vista de los propios jóvenes procedentes de la inmigración, tanto de los
nacidos en España como de los llegados tras la reunificación con sus padres, se dibuja un
panorama muy abierto con múltiples perspectivas de futuro: quedarse o retornar; casarse con una
persona de España o del país de origen; mantener la nacionalidad paterna o solicitar la española;
promocionarse laboralmente a través del estudio o incorporarse a los nichos laborales de sus
progenitores; conservar la cultura y tradiciones foráneas, asumir las que prevalecen en España o
plantearse nuevas formas de vida… En todas estas alternativas se juega su identidad social como
“inmigrantes”, como “retornados” o, finalmente, como “españoles”. En este último caso, se
puede llegar a cerrar el ciclo migratorio que iniciaron sus padres a la vez que se incorporan todas
las características y variantes que presentan los propios jóvenes españoles, a lo que hay que
sumar en algunos casos la conservación de ciertas diferencias (el color, el acento, el nombre...)
que vuelven a “delatar” su origen. Describimos a continuación varios casos significativos que
aparecen en nuestros grupos de discusión:
Hijo de padres peruanos, nacido en España y con nacionalidad española: tras seguir estudios
superiores, ocupa un puesto de dirección en una empresa privada. Define a los inmigrantes y a los hijos de inmigrantes, como personas que “se han hecho a sí mismas” a través del esfuerzo y la
laboriosidad. Alardea de la “sangre española” de sus antepasados, pero le delata el color
(“suave”).
Hija de padres argentinos, reagrupada en España con dos años, con doble nacionalidad: socializada totalmente como chica española no se distingue para nada por el acento o por el color
de la piel. Aunque trabaja en una consultoría, se siente discriminada en su promoción laboral y en
sus retribuciones salariales como mujer –en relación a los hombres- y como joven –en relación a
179
los trabajadores adultos-. De cara al futuro, le gustaría una sociedad más justa, menos machista y
más laica.
Hijo de padres paquistaníes, reagrupado cuando tenía pocos años y con toda la formación escolar
en Cataluña: domina el catalán y realiza estudios técnicos de grado medio. Considera que piensa “como un español o un catalán” pero también conserva la cultura de origen. Para sus amigos, es
“un joven más” del barrio; para quienes no le conocen, le consideran “diferente” por el color
(típica tez paquistaní, sin ser llamativa). Hija de padres marroquíes, nacida en Madrid y con nacionalidad española: es estudiante en un
instituto y un barrio (Lavapiés) que define como “interculturales” (gente de todas las
nacionalidades, culturas y religiones); habitualmente se relacionan bien entre sí, aunque “hay gente buena y mala como en todas partes”. Practica la religión de sus padres y usa habitualmente
el pañuelo, lo que no plantea problemas en el barrio donde vive pero sí cuando sale de él, por
parte de personas incultas y xenófobas.
Hija de madre colombiana y padre español (pareja mixta), española de nacimiento y formación de tipo administrativo: su mayor afición es viajar y conocer otras culturas, que trata de comprender
con una “mente abierta”. Por eso critica el racismo, el machismo y el clasismo, que están
“entrelazados”, y siguen presentes en las raíces de la sociedad española (la xenofobia, el maltrato a mujeres y la explotación laboral son sus síntomas).
Hija de padres marroquíes, reagrupada a los 9 años de edad y con fracaso escolar en la
Enseñanza Secundaria: controlada de cerca por sus parientes, considera que está discriminada en relación a los chicos, con los que se relaciona a escondidas; no obstante, ante el rechazo que
siente de los nativos y las escasas perspectivas de encontrar trabajo, trata de comprender las
costumbres de su familia (“es por la cultura”) y su objetivo para un futuro próximo responde al
patrón tradicional (“casarse, cuidar de la casa y tener hijos”).
Un factor de naturaleza política, como es la creación de un espacio de libre circulación de
personas y trabajadores entre los países de la Unión Europea, afecta de manera importante a 2,1
millones de extranjeros comunitarios que residen en España82
, proporcionándoles una
ciudadanía europea que de alguna manera hace innecesaria la nacionalización y representa, por
tanto, una posible salida del ciclo migratorio, al menos desde el punto de vista jurídico en la
medida que los flujos de población entre esos países se liberalicen totalmente. Si a ello añadimos
las expectativas de progreso de países como Rumania y Bulgaria, gracias a los fondos de
compensación de la U.E., se podría producir una tendencia a la homologación de las condiciones
de vida y de trabajo en el conjunto de Europa (un “salariado europeo” enmarcado en una
“ciudadanía europea”).
Sin embargo, tal como ocurría con la obtención de la nacionalidad española, los
inmigrantes de los nuevos países comunitarios, muchos de los cuales han pasado en poco tiempo
de “ilegales” a “ciudadanos de la Unión”, desconfían de que esa igualdad jurídica se refleje en un
reconocimiento efectivo por parte de la población y las instituciones españolas. Para ellos, el
82
Los extranjeros de origen comunitario (26 países, descontada España) representan el 40,4% del total de los
empadronados a 1 de enero de 2008. Por países de origen, los principales son Rumania (728.967), Reino Unido
(351.919), Alemania (180.650), Italia (157.435), Bulgaria (153.664), Portugal (126.651), Francia (112.349) y
Polonia (78.305). INE, Padrón Continuo de Población, en www.ine.es.
180
hecho de ser comunitarios no significa un cambio de peso en su vida cotidiana pues, aunque
tengan los papeles en regla (permiso de residencia y trabajo), no ha mejorado nada su situación
laboral (lo más importante, junto con la buena salud) y los derechos políticos no son relevantes.
Incluso la ventaja que supondría no tener que esperar cupos ni tener que presentar visados
tampoco les sirve de mucho ya que muchos empresarios no quieren esperar el trámite para
contratar a residentes que aún no tienen autorización para trabajar. Además, no se sienten como
verdaderos comunitarios, debido a la legislación de excepción vigente en muchos países. Su
nuevo estatus sería sólo nominal (“ciudadanos de papel”) y la verdadera equiparación tardará
tiempo (las cosas van lentas: “hasta que nos jubilemos”):
- La gente no nota ningún cambio porque ahora seamos europeos comunitarios… - El ser comunitario tampoco te da… El tema de los papeles o el poder votar en las elecciones
locales no son cosas importantes… eso no es importante.
- Hombre, lo importante que es que tengamos trabajo bueno… Eso es importante para mí, no sé…
- Para mí mucho más importante es la salud aquí.
- Claro, la salud es importante…
- Mira, hay personas que tienen papeles pero solamente de comunitarios y no tienen derecho de
trabajar. Y para buscarse un trabajo, si estás comunitario un empresario te puede hacer una oferta
de trabajo y puedes trabajar legal sin problemas, pero no quieren hacerlo. Te dicen: ‘no, si no
tienes papeles para darte directamente de alta y eso, no quiero’, ¿sabes?. - No valen para nada porque somos comunitarios pero sólo con el nombre. En muchos lugares de
la Unión Europea no tenemos derecho de trabajar.
- Hasta el 2008 me parece. - Y en Inglaterra diez años
- Es que somos europeos… pero…
- Bueno, paciencia, poco a poco ¿no? - Sí, hasta que nos jubilamos” (GD6).
El poco aprecio al derecho de voto en las elecciones municipales puede deberse tanto a su
reciente llegada (no están decididos a quedarse y no se implican) como a una desvinculación
general con la participación ciudadana (¿rechazo a lo institucional-estatal tras la experiencia
comunista?). Ambas cuestiones podrían modificarse, a medio plazo, tanto si se asienta un
modelo ciudadano en los países de origen como si la inserción social en España trasciende el
mero proyecto económico. Pero eso está por verse.
10.3. Posiciones básicas en torno a la disolución del ciclo migratorio
A partir del esquema de cuatro posiciones discursivas de la Primera parte, podemos esbozar
las principales perspectivas de futuro de los inmigrantes, en particular su forma de entender o
181
vislumbrar la finalización de la travesía migratoria. El cuadro 11 sintetiza las principales
aportaciones recogidas en el análisis, que comentamos a continuación con algunos ejemplos.
Cuadro 11
Perspectivas de salida del ciclo migratorio
Buen súbdito (estado) Individuación Competidor eficiente (mercado)
Pop
uli
smo r
egre
sivo C
ierr
e
Su
jeci
ón
a l
as
norm
as
C
Asimilación
o estancia temporal/retorno
Acostumbramiento a las normas y
costumbres de la sociedad mayoritaria
(española), en la perspectiva de alcanzar el
mayor grado de normalización en una
sociedad segmentada y regulada.
Estancia de duración temporal, con un
estatuto específico, y posterior retorno al
país de origen.
B
Equiparación jurídica
y libre circulación
Igualdad jurídica y respeto de la pluralidad
cultural de los individuos en la marco de
la libre circulación mercantil (cálculo
racional costes-beneficios).
En un mundo crecientemente globalizado,
los ciudadanos deben tener la máxima
libertad posible para moverse en el
mercado mundial (incluido el retorno).
Pop
uli
smo p
rogre
sivo A
pertu
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Pro
moci
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mer
itocr
áti
ca
A
Reclusión
o expatriación
Reclusión de grupos minoritarios en
compartimentos estancos, en el marco de
una sociedad multicultural.
Estatuto denegado y segregado, que es
objeto de explotación laboral, en el
mercado de trabajo informal, y de control y
persecución policial, con eventuales
medidas de expatriación (retorno forzoso).
D
Reconocimiento intercultural
y movilidad transnacional
Incardinación en grupos y movimientos
sociales que reconocen activamente la
diversidad cultural y se oponen a un
modelo de sociedad que legitima la desigualdad internacional, la explotación
económica, la xenofobia nacionalista, etc.
Propuesta de una ciudadanía de ámbito
planetario que supere la actual división en
bloques político-económicos.
Endogrupo Grupalidad Exogrupo
Integración formal (Sociedad de libre mercado)
Inserción subalterna (Estado social regulador)
Repliegue defensivo (Arraigo local jerarquizado)
Proyección instituyente (Propuesta de sociedad alternativa)
182
a) Reclusión o expatriación
La nota común de esta posición es el repliegue en la comunidad local como vía de
defensa frente a la amenaza de la sociedad exterior (población e instituciones españolas). Tal
amenaza puede sentirse de dos maneras diferentes:
Como algo asumido como inevitable debido a la incompatibilidad cultural entre los
foráneos y los nativos (u otras culturas presentes), lo que llevará a recluirse en
compartimentos más o menos estancos de convivencia, y a veces también de trabajo, a
fin de preservar la propia identidad originaria (el “ser”). Mientras se esté en España, se
tengan o no papeles (el “tener”), se buscará el enraizamiento en la propia comunidad de
iguales, única forma de eludir la “depresión” que lleva consigo el estar lejos de “tu tierra”
y de “los tuyos”. Desde el punto de vista político, este repliegue etno-cultural aspira a
tener legitimidad social y reclama un reconocimiento público bajo la fórmula del Estado
multicultural: culturas que se respetan mutuamente pero no interactúan entre sí o reducen
sus contactos a lo mínimo necesario. La chica china que juega normalmente con chicos
españoles y habla mejor el español que el chino lleva camino de perder su identidad
esencial (china).
Como algo no asumido personalmente sino forzado por las circunstancias, ya sea por no
tener papeles y convertirse en objetivo de controles y represalias policiales –incluidas la
detención y la expatriación- o por ser objeto de explotación laboral y comportamientos
racistas sin posibilidad de amparo, ante la inexistencia de recursos y redes de apoyo con
que defenderse. Esta situación prevalece habitualmente en la primera etapa de los
migrantes de países periféricos en situación irregular, cuya perspectiva más temida de
disolución del ciclo migratorio es precisamente la expatriación forzosa a su país83
. La
otra alternativa, la más deseada, es obtener los papeles y/o ganar poder de negociación en
la confrontación con los empleadores y la población nativa.
83 Ya hemos aludido a que, según informes del gobierno, el número de extranjeros expulsados del país entre 2004 y
2007, incluidos los del operativo FRONTEX, se aproxima a la cifra de 400.000, o sea, más del doble que la cifra de
nacionalizados en esos mismos años.
183
b) Asimilación o estancia temporal/retorno
La clave de esta posición es la sujeción individual a la tutela estatal, con dos perspectivas
de futuro diferentes y complementarias:
Acostumbramiento a las normas y costumbres de la sociedad mayoritaria (“uno se planta
en el lugar donde está”), en la perspectiva de alcanzar el mayor grado de normalización
posible –la adquisición de nacionalidad española- en una sociedad segmentada y bien
articulada-controlada desde el sector público. El proceso implica las operaciones de
“destejer” la cultura anterior y “tejer” la cultura propia de España regulada por el Estado
(“empezar de nuevo”: asimilación), lo que implica un largo itinerario de normalización.
Estancia de duración temporal, con un estatuto específico regulado por el Estado, y
posterior retorno al país de origen. En este caso, la temporalidad de la estancia permite
aceptar a personas con culturas “no asimilables” que reclaman precisamente su derecho a
una emigración reversible (“ir para volver”). Se considera una opción apropiada para los
sectores sociales no cualificados, con dificultades para insertarse en las sociedades
modernas-complejas (“se apartan de la gente o la gente se aparta de ellos”) y que
“sueñan” con volver a su tierra una vez que han conseguido acumular un ahorro
suficiente en un sistema de vida centrado en el trabajo: “todos los días vas al trabajo, del
trabajo a casa, comes, enseguida vuelves otra vez al trabajo, tienes que acostarte rápido y
otra vez a trabajar porque tienes que ahorrar todo lo que puedas… nos vemos en nuestro
país pensando en un futuro más luminoso”.
c) Equiparación jurídica y libre circulación
Esta posición parte de la igualdad de derechos y deberes de los individuos en una
sociedad abierta y competitiva. Las perspectivas que se dibujan de disolución del ciclo
migratorio pasan por:
La igualdad jurídica de los residentes extranjeros que se establecen en España y el respeto
de su diversidad cultural y de su libre iniciativa para competir en la vida social con
igualdad de oportunidades. El modelo ideal de regulación sería el de un Estado mínimo
184
que facilite una rápida adquisición de la nacionalidad a los inmigrantes que reúnan las
condiciones para establecerse y trabajar en España.
En un mundo crecientemente globalizado, los ciudadanos deben tener la máxima libertad
posible para moverse en el mercado mundial (incluido el retorno al país de origen o el
establecimiento en otro país): “montar el negocio aquí o allí”, “calcular las diferencias
salariales y que me salga la cuenta”.
d) Reconocimiento intercultural y movilidad transnacional
Esta posición apuesta por un proyecto alternativo de sociedad a partir de la denuncia y la
unidad de acción de todos los sectores sociales explotados (en el trabajo) y discriminados (por
sus diferencias de nacionalidad, cultura, color, etc.). La perspectiva de salida del bucle
migratorio pasa por:
La incardinación en grupos y movimientos sociales que reconocen activamente la
diversidad cultural y se oponen a un modelo de sociedad que legitima la desigualdad
internacional (“la bonanza y la abundancia de aquí se sustentan en la pobreza y la
violencia de allá”), la explotación económica y la xenofobia nacionalista (“el cara del
empresario te contrata por tres duros… y para conseguir los papeles te encuentras a dos
mil personas haciendo fila… y unos policías acorralando ganado…”).
La propuesta de una ciudadanía de ámbito planetario que supere la actual división en
bloques político-económicos, jerarquizados y enfrentados. Para ello, la inmigración (“el
proletariado más oprimido”) debería “tomar conciencia de lo que sería capaz de mover”
si llegara a ser consciente de que son ya “un gran poder en número y en potencia”, tal
como se ha podido comprobar en las huelgas que han promovido en otros países.
185
b. Repliegue ambivalente de mujeres magrebíes: “ni que sí ni que no”
En el caso de mujeres amas de casa de origen magrebí, con muchos años de residencia
legal en España, que incluso en varios casos han obtenido la nacionalidad, se reconoce que en su
fuero interno se siguen sintiendo marroquíes o argelinas, además de árabes y musulmanas. En
ello influye, no sólo su sentimiento personal (“porque soy de carne y hueso y soy de
Marruecos”), sino también la actitud de muchos españoles para quienes ellas serán siempre
“moras”. Una “herida” que los nativos no quieren cerrar y que a ellas les recuerda que “no son
de aquí”. La solución será una identidad escindida (“dentro de casa árabes-musulmanas pero de
puertas afuera ciudadanas del mundo: hay dos vidas”). Se trata de una estrategia proactiva, y a la
vez reactiva, como mecanismo de defensa frente a la agresividad, recelo o falta de apertura de la
sociedad autóctona (“en mi casa soy árabe y desconecto del exterior”). Resulta difícil determnar
hasta qué punto el autocentramiento en la propia comunidad obedece a la actitud cerrada del
colectivo inmigrante, a la actitud xenófoba de los autóctonos o a ambas cosas a la vez:
- (Mujer marroquí) “Para mí la nacionalidad está bien tenerla, te ahorras las colas que están en el
gobierno civil cuando quieres viajar a unos países que tienes que tener visado y todo eso, ¿no?, pero la filosofía, la verdad, no me acaba de convencer, es como hacer la pelota un poquito, sobre
todo cuando te presentas ahí y te dicen: ‘¿renuncias a tu nacionalidad?’ y yo no le he dicho ni que
sí ni que no, porque realmente no lo puedo decir y no quiero ser hipócrita… Porque yo no renuncio, ¡porque yo soy de carne y hueso y soy de Marruecos! - (Mujer argelina) Yo tengo claro que [la nacionalización] es un trámite… porque cada vez que te
recuerdan que no eres de aquí, es como que tienes una herida y siempre es lo mismo. Pero así interiormente… en el fondo de mí misma yo soy argelina. Sí, tengo un pasaporte español… pero
es una cosa práctica.
- (Mujer marroquí) Nuestra identidad la tenemos dentro, no la vamos a olvidar. En casa somos
marroquíes-árabes-musulmanes pero fuera de la puerta somos ciudadanos del mundo. Sí. Hay dos vidas, no miento” (GD13).
Los inmigrantes trabajadores se quejan con frecuencia de la actitud prepotente de los
empresarios, que les explotan y extorsionan sin respetar las normas laborales (“se aprovechan”).
Esta queja constituye uno de los puntos de consenso más claros entre las diversas posiciones
ideológicas de la inmigración, aunque sólo una porción menor acabe adoptando un repliegue
defensivo en su propio grupo (reclusión inducida):
186
“- (Hombre argentino) El empresario, en vez de contratar a un español por 1.500 euros contrata
por el mismo precio a dos latinoamericanos o a dos rumanos… A mí me parece una explotación. El empresario quiere tener más y más, y cuanto menos te pueda dar ¡mejor! Me parece injusto”
(GD2).
“- (Mujer ecuatoriana) Trabajo ocho horas y tengo un contrato de cuatro… como ahora no encuentras nada… ¡es lo que hay! (risas del resto del grupo)... ¡trabajas para vivir!” (GD10).
“- (Mujer guineana) Llevo mucho tiempo en España, catorce años, he trabajado mucho, ahora estoy en un trabajo de limpieza en la misma empresa que mi marido y en ese trabajo de verdad
estoy incómoda… Hay noches que ni siquiera duermo. Me han contratado por cuatro horas diarias y resulta que tengo que trabajar todas las horas que hagan falta. Lo hago como puedo,
tengo dos hijos pequeños y no es fácil tener un trabajo. Resulta que a la hora de pagarme hay
problemas, todo el mundo cobra pero en el momento que me da mi dinero: ‘estás cobrando
demasiado’… ¡cuatrocientos euros!... Nos están machacando constantemente, mi marido tiene más paciencia que yo, yo no tengo tanta paciencia pero me estoy aguantando por mis niños,
porque en mi caso estoy a punto de explotar… A mis niños les llama ‘negros’, cosa que me
revienta, pero no digo nada por educación… A mi marido le llama ‘el negro’…” (GD11).
“- (Hombre cubano) Si tu vas más de 8 horas es porque tú quieres y por ley tienen que pagar horas extras, pero como saben que tienes familia, que tienes una casa, ¡se aprovechan! Nosotros
estábamos un domingo trabajando, bueno, pues eso tuvimos un accidente y como si nada… No
existe un engranaje laboral que pueda permitir al país desarrollarse sin tener que utilizar a los inmigrantes como material de desecho” (GD17).
En el caso de la población española con mentalidad conservadora-integrista, que recelan
de los inmigrantes –sobre todo de los más alejado del modelo normalizado español-, su situación
remite a las condiciones de vida de la sociedad rural tradicional, todavía poco articulada por el
estado y por la economía de mercado, y donde las costumbres y tradiciones locales marcaban la
vida cotidiana, las jerarquías estaban claramente definidas y las personas se adscribían
rígidamente a roles predeterminados en función del estatus familiar, el sexo y la edad. Durante la
larga etapa colonial (siglos XVI-XIX) los españoles, y en general los europeos, se sintieron no
sólo superiores a los indios, a los negros y a otros pueblos colonizados del mundo, sino
naturalmente superiores84
. Esto tuvo, en primer lugar, una justificación directamente racista
(biológica) y, después, cultural.
84 “La mínima significación que raza tiene en sí misma no es biológica sino de relaciones de grupo naturalizadas. Raza sirve para naturalizar los grupos identificados en su nombre. Al articular como formas naturales maneras de
estar en el mundo y las instituciones a través de las cuales éstas se expresan, la raza establece y racionaliza el orden
de la diferencia como una ley de la naturaleza”, GOLDBERG, D.T., “The Semantics of Race”, Ethnic and Racial
Studies, 14, 4, 1992, citado por MARTÍNEZ VEIGA, U., “Raza y racismo aclaraciones conceptuales”, en OFRIM
Suplementos, Diciembre 2001, pág. 100.
187
En la España actual, sin embargo, lo más habitual es que el discurso de la segregación se
sitúe a la defensiva y se combine o camufle tras las otras posiciones, más políticamente
correctas. No obstante, como destaca Van Dijk en su análisis del discurso de las élites, “aunque
el racismo evidente y explícito de otra era, anterior a la segunda guerra mundial, se ha convertido
en excepcional y relegado a la extrema derecha (…), en la percepción de muchos ciudadanos el
racismo está (de nuevo) volviendo a ser una reacción de ‘sentido común’ ante la ‘invasión’ de
otros no europeos. Y lo que es más grave, estas ideas extremistas –por las que de nuevo se
podría culpar a los otros-, cada vez más y en términos más suavizados, también han sido
adoptadas por los partidos mayoritarios, y no sólo de derechas, en muchos países europeos”85
.
85
VAN DIJK, T., “Discurso de las élites y racismo institucional”, en LARIO, M. (Coord.), Medios de comunicación
e inmigración, Convivir sin Racismo, Murcia, 2006, pág. 28. Ver también ZAPATA-BARRERO, R. y VAN DIJK,
T.A. (Coord.), Discursos sobre la inmigración en España. Los medios de comunicación, los parlamentos y las
administraciones, Cidob, Barcelona, 2007.