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Araceli Toledo Olivar,MURMULLOS DE SALAMANDRASBuenos Aires Poetry, 2019.64p.; 20x13 cm. ISBN 978-987-4197-63-41. Poesía Mexicana
© Araceli Toledo Olivar.
Reservados todos los derechos.
Primera edición.
Editorial ©Buenos Aires Poetry.
Colección ©Pippa Passes dirigida por Juan Arabia.
Diseño editorial ©Camila Evia.
BUENOS AIRES POETRY
Salta 350 5º F / C1074AAH / Ciudad de Buenos Aires
www.buenosairespoetry.com
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Índice
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EN LAS INVOCACIONES MÁS RECURRENTES
CUERPO ADENTRO
MI PRIMO JORGE
LAS ESCAMAS DE PESCADO SECO
EN EL PUEBLO
A ORILLAS DE CARRETERA
¿ERES TÚ
EL LLANTO DEL ÉTER
LANZAS LA MONEDA AL AIRE
LAS SALAMANDRAS
EN TRES LUNAS
LA CICATRIZ DE OCTUBRE
EL BARRO
¿QUIÉN ENTRE SUEÑOS
DEL VENENO DE LA TRISTEZA
CUANDO CORTE
SOBRE LA AUTORA
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A Maryfer y Sofíaporque
también son
fuego
Agradezco los atinados consejos
de Karel Mena y Víctor Toledo.
Lo pequeño, lo estrecho, lo cotidiano, no es, sin embargo, ningún sinsentido, sino una de las dos esencias de la divinidad.
Carl G. Jung
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A R AC E L I TO L E D O O L I VA R
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Murmullos
de
salamandras
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de mi acicalado insomnio vuelvo infantea las grietas del patio de cemento que tantas veces caminé descalza.
Veo los lavaderos anchos altos como nubarrones grisesel tanque de agua helada con flores de limón flotando en el pozo de los deseos truncadosde los habitantes de esa casa.
Percibo con la nitidez de mis ensueños el olor a granadas recién cortadas de cáscaras de naranja marchitaque colgaban como serpentinas en la entrada de la cocina.
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EN LAS INVOCACIONES MÁS RECURRENTES
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Se asoma a mi encuentro la silueta confusa de mi abuela. Cerca de la ventana sus cabellos reposancon los primeros brotes de la mañana. En secreto se sabe llorosa adormecidaSu alegría vive prisionerade su pasado.
Nunca fui feliz repetía insistente
Tantos hijos tantos ascostantas panzas… tantos nombres. Germina en mi memoria el aroma del café con canelay sus espirales de humo. En la cocina hay una olla de barro
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Se asoma a mi encuentro la silueta confusa de mi abuela. Cerca de la ventana sus cabellos reposancon los primeros brotes de la mañana. En secreto se sabe llorosa adormecidaSu alegría vive prisionerade su pasado.
Nunca fui feliz repetía insistente
Tantos hijos tantos ascostantas panzas… tantos nombres. Germina en mi memoria el aroma del café con canelay sus espirales de humo. En la cocina hay una olla de barro
tambaleándose en la estufa. El vapor de los alimentos se trenza con el frío de la mañana.
En esos díasla sonrisa de mi tía Domi se mostraba cálida destilaba certezas.La caricia de sus palabras era mi talismán.
Esta noche mi mente la cristaliza eterna en el lecho que años después la alejó de sus días de fiesta y de nuestro amor.
¿Qué vamos a comer? Preguntaba tía Domi emocionada a mitad del desayuno mientras hábil desvenaba chiles para sazonar la comida.la salsa que hizo tu mamá no pica lo suficiente.
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En esos años me arropaba un gusto dulcede vainilla entre los labios.Me veo dormida entregada a la nochea lado de la abuela. Me protegía una sensación de esperanza absoluta cuando fantaseaba con un futuro que desde mi primer llantohabía comenzado a engarzar entre sorbos de té de anís-canelay velas de pastel de cumpleaños.
¿Te ayudo a llevar el pan? preguntaba con cierta preocupaciónmi tía Chela a la abuela. Mira que pesa mucho te vayas a lastimar. Abuela negaba con la cabeza seguía caminado como si nada como si no fuera ya muchísima la carga que llevaba en su pecho
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además de la enorme canasta de pan que vendía todas las tardes en el pueblo puerta por puerta.
Al final de la jornada con la luna y su conejo mi abuelaabríacomo abanicolas puertas de su casa y se sentaba en la banqueta.
Buscaba confundidael rumor velado de su juventud.
Es en el abandono del sueño el narcótico efecto de la madrugada y el silencio del día que recién murióque entre sábanasintentodesdoblar las imágenes
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de quienes dejaron de habitar la casa aquellala de mi infancia terciopelo.
Sé que a veces los que ya se fueronregresan en forma de libélulas.
Dicen que por las mañanasse posanen la parte más alta del ventanaldonde recibenlas bondades del sol.
Después alumbradospor el viento obsidiana del survuelan en círculohacia los últimos brillosde la ruta crepuscular.
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el mar se extiendesin naufragios.Cada ángulo de su tronco a contraluz ocultoes como un lirio en duermevela.El deseo se somete temblorosoante su silueta tensapiel de raso oliva.
Su cabello bruno encrespa el ánimo humedecidodel sol.
Eros y un café saben bien por la mañana.
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CUERPO ADENTRO
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se fue en marzo con la llegada de las primeras gemas de lluvia gardenia.Su rostro lunarse fue desgastandoentre médicos y rezoshasta que una mañana de anhelos quebrantadossu vigor se desvaneció por completo.
Veintitrés años derrotadosfue su gesto ante la vida.
Extraño verlo tirado en el colchón viejo del corralde su casacon los brazos
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MI PRIMO JORGE
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extendidoscon su sonrisa constelada de pecas con la espontaneidad de la inocenciacon la que se ofrecía admiradoa las nubes jaspeadasojo tigre de verano.
Regresovestida de azulal disfrute de los díasque compartimos juntos en la casa de la abuela.Jugábamos con pasteles de lodopara luego bañarnos en una tina vieja.
Nuestros ojos se irritabande tanto permanecerbajo la resolana.
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Por las tardes bajábamos al parque.Corríamos entre las jardinerasy regresábamos a casaentrada la nocheacompañados por una aureola de luciérnagas con el frío del puebloadherido a la piel.Avanzábamosa tientas entre los mantos de nieblaque parecían girones de fantasmas.
Caminábamos dichosos hacia la cocinaen busca de la cena.Ahí nos esperaban los adultos
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sentados alrededor de la mesaCon tazas rebosantes de café y una charola con pan.En sus caras se veíala frustración de una plática interrumpida.En los estantes de la alacena habíafrascos de mermelada llenos hasta el topede secretos macerados.
Jorge era el últimode los primosen irse a dormir.Es ahora cuandocomprendo después de quince añosde construir su ausenciaque tal vez se mantenía despierto
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porque presentía que sus sueños no engendrarían otros sueños.porque con los añosdescifraríaque sus anhelosmás evocadosno se cubriríande verde.
Jorgedesconocía que su cuerpopermanecería por muchos años ocultocómplice obligado y perpetuo de la oscuridad que prematuramente lo devolvióal útero de la tierra.
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siemprealumbraron tus faldas Abuela Salamandra.Aun te sientocaminar por la casa de tejashoy destruida.
Todas las tardesdormitabas en tu hamaca.Te mecías lentamentemientras templabas tu fuego con el verdor de las almendras.
Todo reposaba en silenciohasta que una bandada de pericoscruzaba escandalosa el cielo despejado.
Cuando niña observaba tu ritual
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LAS ESCAMAS DE PESCADO SECO
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de vestimenta.Salías del bañocon los cabellos escurridoscomo pasionaria ennegrecida.Abrías tu baúltomabas una enaguala sacudías de frente al soly en cascada luminosacaían escamas aguaviva.Enroscabasalrededor de tu cabeza el cabello húmedo entrecano.Luegocaminabas descalza hacia la callesin decir adiós.
Por las nochespeinabas tu cabello conpolvos de mameysándalo de marraíces desangradas.Con el cabello entre los dedospensabas en tu madre.
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de vestimenta.Salías del bañocon los cabellos escurridoscomo pasionaria ennegrecida.Abrías tu baúltomabas una enaguala sacudías de frente al soly en cascada luminosacaían escamas aguaviva.Enroscabasalrededor de tu cabeza el cabello húmedo entrecano.Luegocaminabas descalza hacia la callesin decir adiós.
Por las nochespeinabas tu cabello conpolvos de mameysándalo de marraíces desangradas.Con el cabello entre los dedospensabas en tu madre.
En los años complicadosque pasaron juntas.Añorabas constantemente su presenciasabia enmohecidamientras un olor a nostalgia no lloradaimpregnabatodo el cuarto.
Tu mirada severanunca me obsequió jazmines.
Crecíentumecidacon la cercanía de tu imagen distante.
Tu sombra se proyectaba inmensaante el sobresalto de mis ojos
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crédulos de niña.
En las madrugadasde noviembrelos perros aullabanen el patio.Sus lamentos se confundíancon el bramido del viento índigo.
Enfurecidate levantabas de la hamacay pisando las piedras adormecidaste detenías frente al árbol de algodón.Discutías con quien se escondíaentre los repliegues del tronco.Con acicaladas injuriasexigíasque abandonarantus tierras.De inmediatolos perros se tranquilizaban y tú regresabas satisfechaa este mundo Abuela Salamandra.
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la conocían como la Tía Mode.A su puerta llamaban las mujeres y los hombresque querían curarse de la pesadez de la vida.
Miratienes el cuerpo vencidote voy a amarrar la cabeza con un paliacate rojopara que se te pase el desguance
Mientras se esperaba turnouno se entretenía viendoa los caracoles trepando las campanillasde las paredes de su casa.
Ella se encerraba con los dolientes
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EN EL PUEBLO
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en silencio.A vecesse abrían las anchas puertas de madera con brusquedad.Sorprendía la silueta delgada de Modeque había salido a buscar hierbas al jardín.
No permitía la entrada de persona algunaa su cuarto.Decía la gente del puebloque en botellas bien guardadastenía sellados los secretos de la gente que iba a verla.
Frota esta piedrajunto a tu pechorecomendaba a las mujeres que sufrían mal de amor.
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en silencio.A vecesse abrían las anchas puertas de madera con brusquedad.Sorprendía la silueta delgada de Modeque había salido a buscar hierbas al jardín.
No permitía la entrada de persona algunaa su cuarto.Decía la gente del puebloque en botellas bien guardadastenía sellados los secretos de la gente que iba a verla.
Frota esta piedrajunto a tu pechorecomendaba a las mujeres que sufrían mal de amor.
Cuando esté bien calientela tiras al ríoy te alejas corriendopara que del fondo de la cuevasalgan las sirenas y con su cantocurenlas violetas sagradas de tu corazón.
Si no puedes dormirsi no te sienta la comidaven a mi casa.Te pondré “la sombra”con granos de maízy buganvilia recién cortadade colorete magenta.
Con el espíritudel aguardienteyo te llamaréyo te invocaré.Te traeré de regreso.Dormirás como benditoY benditos serán tus miedos.
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Tía Mode atendíaa la gente durante toda la semanamenos los domingos.Ese día estaba destinadoPara su visita al panteón.Iba temprano al mercadoCompraba lilas y begoniaslas amarraba con un listón doradoy las ponía en un jarrón rojo de feria.
Se sentaba a tejer cerquita de la tumba de sus padresbajo la sombra de una jacaranda.Regresaba a su casacon el calor del medio día.Se encerraba y no volvía a salir el resto del día
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Tía Mode atendíaa la gente durante toda la semanamenos los domingos.Ese día estaba destinadoPara su visita al panteón.Iba temprano al mercadoCompraba lilas y begoniaslas amarraba con un listón doradoy las ponía en un jarrón rojo de feria.
Se sentaba a tejer cerquita de la tumba de sus padresbajo la sombra de una jacaranda.Regresaba a su casacon el calor del medio día.Se encerraba y no volvía a salir el resto del día
Algunas vecinas dicenque algunas vecespor las nochesse le escuchaballorar y reír al mismo tiempo.
Al final de sus díasse le comenzó a ver poco por las calles.
Su casa estaba siempre cerrada.Un día llegó un sobrino desconocidoa buscarla.Tuvieron que tirar la puerta.Entre la penumbra apenas iluminadapor candelabros de desnutrida flama
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encontraron a la tía rodeadade frascos de varios tamaños verdososagitados en su interior.
Hablaba para sí misma.Se le veía tranquila.El rostro iluminado como madreperla iridiscenteinalcanzable su mirada.Parecía custodiadapor un cerco de confidencias embalsamadas.Desde la ventana se observaba aladala complacencia de la luna.
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encontraron a la tía rodeadade frascos de varios tamaños verdososagitados en su interior.
Hablaba para sí misma.Se le veía tranquila.El rostro iluminado como madreperla iridiscenteinalcanzable su mirada.Parecía custodiadapor un cerco de confidencias embalsamadas.Desde la ventana se observaba aladala complacencia de la luna.
aquella que abandona el pueblovivíala anciana de los susurros.Compartía la casa con sus dos hermanas
Por las tardessalían las tres mujeres de paseo.Caminaban hasta el centro y sentadas en el parquetomaban el fresco de las jardineras.Aspirabancon deleitela fraganciadel azafrán acuático el elixir peonia marinalas violetas nomeolvides de los jardines diamantados
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A ORILLAS DE CARRETERA
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La anciana de los susurrostraía siemprela cabeza cubierta por una mascada zafirotejido con flores borgoñadiminutasapenas visibles entredibujos de espinas y cabezas dezorros.Sus manosparecían largos surcos cetrinosde hipnótico oleaje.Caminaba Encorvada. Sus pasos eran ocre enraizadosFirmes a pesar de su edad.
Las mujeresbuscaban a la ancianacuando necesitaban
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un consejo.Entraban a su casaapenas cantaba el gallo.Tenían muchos desdenes aglutinadasen sus ojos. Adheridas a sus pasosasí como se aferra a la piedrael musgo anquilosado.Abandonaban esa casaal finalizar la noche.Atravesaban la milpa con aire livianocon la sensaciónde la primera mirada que se nos regaladespués de nacerCollares aguamarina de anémonas en plumacolgaban de sus cuellos adornando sus sanados pechos y atrás dejaban el rencor.
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quien me acecha en esta luna fiel a los designios de la arena serpenteadapor las manos que temerosastrazan constelaciones infinitas en el aire humedecido de lavanda?
¿Es tu sombra quien domina mis recelos más profundose insensible se aleja cuando los hilos tornasol de la noche desaparecen?
¿Qué deseos obedeciendo
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¿ERES TÚ
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quien me acecha en esta luna fiel a los designios de la arena serpenteadapor las manos que temerosastrazan constelaciones infinitas en el aire humedecido de lavanda?
¿Es tu sombra quien domina mis recelos más profundose insensible se aleja cuando los hilos tornasol de la noche desaparecen?
¿Qué deseos obedeciendo
tu voluntadpermanecerán ocultos entre las raíces de la salvia que alguna vez ambicionó tu presencia esquiva?
¿Acaso intentarás huir después de haber liberado al minotaurode las fauces de mi propia inconsciencia?
Ante tu indolenciadespertaré en silenciosin desenfundar la espada.
Abriré los brazos.
Terminaré el conjuro y reposaré de frente al sol.
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gotea borealen su piel traslucida.Sus venas azules parecen flecha de mercurio diluido.Ardeinacabable su mirada destructora. Con sus garrasdespoja de anhelos a quienes hurtaron el ámbar sosegadode su mirada.
Sigilosairrumpeen sus sueños.Les arrebatala calidez de la brisa sureña.El vaivén de los susurros añil estrella.
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EL LLANTO DEL ÉTER
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La paz incomparabledel dolor.
Cuando se opaca la luna rojaregresa satisfechaa los infiernos.
Desde su tronoresguarda ausentela divinidadde su estirpe tritón.
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con la precisión del vuelode un ave en picada.
Te sientes despreocupada por lo que la suerte traiga consigo.
Tienes la certeza del retorno de Fortuna.Verdes relucientestus augurios ante el busto de Medusa.
Ellaconoce los miedos que traspasan las paredesy se quedan atrapados como insectosen la resina portal.
Las pesadillaspermanecen en tu memoria.
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LANZAS LA MONEDA AL AIRE
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con la precisión del vuelode un ave en picada.
Te sientes despreocupada por lo que la suerte traiga consigo.
Tienes la certeza del retorno de Fortuna.Verdes relucientestus augurios ante el busto de Medusa.
Ellaconoce los miedos que traspasan las paredesy se quedan atrapados como insectosen la resina portal.
Las pesadillaspermanecen en tu memoria.
son cuerpos disecadosque no se estremecen con tu desconsuelo.
En la lengua de Medusael desasosiego se traducen en sollozos recriminaciones arrepentimientos.
No habría por qué negarlote sentiste presa de los días por llegarcuando viste las serpientes de su sombra.
Aturdidapor los placeres extraños alojados detrás del antifaz de dichas remotaste escondiste en la armadura de esta y otras vacilaciones
Atraviesas la cortina de cristales. Son recelos
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sus girones purpurinostratas de alejarte de las apariciones que desatan inclemencias.
La tormenta inicia adentroy en el alma se quedamusita Medusa
Lanzas la moneda al airey al tiempo que extravías la mirada casi agonizantepiedra azoguete llega el sonidoáureo del metal.
Esperas bajo la luna
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por la brisade la primera lluviareconfortante de verano.
A ciegas remueveslos residuosde escama tornasolde tu rostro.
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tienen una mirada de flor de fuegohundida en encrucijadas de remota memoria.Poseen la frialdad del mármol. Se alimentan de gritos apagados.De esosque no alcanzaron a nacer.
Son dueñas del clamordel segundo perpetuo que entre filos de barniz púrpura se deshace capa por capa.Con las brasas del ave en llamasacrisolan
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LAS SALAMANDRAS
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las sombras desahuciadasde los días.
Sus llagas supuran bálsamos de sal.Desenroscan agresivassu cola lácteay desenmascaran con su veneno la voz acuosaque petrificó el brebaje del cosmos.
Hay en sus pupilasreverberaciones ópalo de soledad.
Contrariadastransitan por el camino pantanoso. Atraviesan por los fósiles Yermos.
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Sus espírituspenetran la fortaleza del aura en escarchaque impregna la madrugada en vigiliade la aspereza de enero y su cresta se incendiade oro en polvoagonía encarnada en la cera magnolia. La tierra granilloacuna a las salamandras.Recubrede eternidad sus resuellosel azufre de sus venas que ensanchadasse desfiguranse confunden con el eco vagabundo
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con la súplica de la melodía caracol.Avanzan.La hojarasca se estremece.Algunas llamas acunan su piel Se confunden en el anonimato del vapor de la noche.Los perros las presienten.Perciben su filtro mercurioy entre ladridosse unen a las hijas de Creta.Se regocijan todosen las espigas de trigo que reflejanel poder encubiertode la luna y su pasión efervescente. Los gatos se esponjan.Trepan la cúspide
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de la aurora por la madreselva irrumpen en su misterio.
Sus garrascustodian la linfa sagradade las salamandras sin memoria.De las que esta noche solo hallan consuelo en el roce convulso de la salvia.
¿Fue la rabiade mi ombligo el ojo centinela que las regresó a la tierra?
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el fuegoultramarse balanceará acompasado por el susurro de los saucesque recitarán complacidoslos nombres prohibidos.
Las sombras guíadespertarán el brillo vehementede la turmalina oscura.
Tres serán las piedrasproclives a hundirseen la profecía ópalode vacilante reflejo.
Quimeras enardecidasbrotarán de los ojos de Medusa.Pasearán por los mausoleos y tres
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EN TRES LUNAS
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veces harán temblar las llamas afligidas de seda navegante.
Musitarán en voz quedala lengua de los muertoscuando deambulen por los callejonesa medio iluminar.
No habrá voluntad que se resista a su reclamo.
Tres lienzos urdirán para las almas peregrinasque tres veces soñaránbajo la sombra del embriagado saucodel cual descendieron los pájaros nocturnosde muertes perpetuas.
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tiene un aire de mimosaen sus lunas gélidas.
Muchas sombras se despiertande la tierra. Cabalgan indecisas entre maleza de poros secos.El pueblo entero se inquietacon el sonido de las luces resquebrajadas.Llega como cada añola epidemia de los ojosdesnudos. Ellosse mantienen vigilantes por las nochescomo si fueran mazorcas desangradas.
Por las noches se observan a la lejanía
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LA CICATRIZ DE OCTUBRE
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detrás de las cortinas blancaslos centinelasde las casas de maderadueños de los campos de pétalos lapislázuli.
En las cabañaslas mujeresrecogen sus cabellos albinosy los trenzan.Entre sus dedos arrugadosresbalanperlas de saliva embalsamadas
Pronuncian el nombrepocas veces invocado.Cierran las puertas.
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Las sellan con el soplo de 13 ramos de lilas.Moribundos los troncosavivan el fuego madre sortilegiode ristras signadas.
Sentadas en círculolas voces ásperascelebran las glorias de anteriores venturas.Aguardan por las sombrasmientras atan sus historias sobre ánimas extraviadascon hilos de espinas.
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acumulado entre mis labioses testigo de mi andar en esta tierra. Me ha visto caminar linterna en mano por la rivera de los campos de violetas.Viene como intrusoEl recuerdo del sendero gobernado por la esperanza en guijarroquebradiza como espejo de bambú.
He buscado afanosamente el brillo de estos ojos en el reflejo borroso de un rostro que se mira frente al oráculode un sol a punto de extinguirse.Deambulo sin sentido.
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EL BARRO
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No hay quimeraque atienda mi llamado. En su lugar el cuerpo titubeantede una luciérnaga se posa sobre mi espalda.
Danza en sacrificioy entierra en el abismocorazón rojo-turquesa la sospecha que desde siempre como un enigma me acompaña.
¿Qué escondo?¿Qué se apaga en mí?
Yo soy dos.
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En mi encuentro con la inmensidadSoyuno con la nada.
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caminará bajo la bendición de la madre granate?
¿Cómo aferrarse a la huella de los cerezosque obsequian a la tierra con topacios incandescentes?
¿A qué alma jadeanteseducirá Isis con su lengua verbena?
¿Qué encantamiento derramará la amapola antes de devorarel bucle dorado?
¿Cuántas voluntadesatará la sangrede Medea a los ojos
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¿QUIÉN ENTRE SUEÑOS
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de la necia pasión?
¿Dónde encontraré el relieve poderoso de la piel heredera del encantososegado de Circe?
Desde los dominiosde las lamiaslos reptiles respondencon sus ojos forja esmeralda.
Los anhelos brotan de las runasbruma sahumerio.
Luego se desvanecencomo parvadasque se alejan mar arriba.
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invariablemente heredada.Del inclemente vacío siempre presente.De la oscuridad sin nombre.De la soga de expectativas Maltrechas.De los minutos esporas transparentes satín hurtado.De los dientes de león ilusiones no nacidas.De los estertores nauseabundos de los lobos mansos. De los peces sin alas y sin escamas neón.
De la debilidad de mi sombra. De la flaqueza de los pasos que riegan los cielos.
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DEL VENENO DE LA TRISTEZA
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De los portales sembrados por sillas vacías.De los laberintosdevorados por las fauces del océano en llamas.De la zozobra de los juramentos malogrados.Yo me desdigo.
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EL último tulipán rojodel rayo vergeldecretaré convencidaque la muerte habrá llegado por mí.Le daré la bienvenida.Veneraré sus orquídeas. Mis párpadoscaerán como arenay me despediré de esta vida sin miedo.
Un día despuésentrará por la ventana de mi cuartola espuma del caracolde sal. En la salaun círculo de cirios solferinase apagará al instante.
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CUANDO CORTE
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Los lamentos sordosse colaránpor mis ojos cerrados.
Cuando la antesala abrasadorade la lunaconsuma mi cuerpomiles de salamandrasdanzarán con mi alma rebosante en mariposas de coral.
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... raceli Toledo Olivar (7 de febrero de 1976) nació en Cuautla Morelos, México; pero nunca ha vivido ahí. Desde pequeña, ella y su familia se trasladaron a Juchitán, Oaxaca, México. El primer respiro de vida de Araceli matizó sus pulmones con las historias, sa-bores y afectos relacionados con el vínculo materno. Su abuela Félix fue una gigante cubierta de luna y barro. Cómplice del tiempo. Tejedora de flores. Ella y Ara se quisieron desde antes de la llegada del in-vierno del 76. Del linaje juchiteco, Araceli tomó el fuego. Una pizca de alumbre iluminó las salamandras de su familia paterna y, desde entonces, las llamas se avivan y se aquietan según el antojo del basto inque-brantable de la abuela Florentina. Además de escribir poesía, Araceli posee estudios de Literatura Mexicana e Hispanoamericana (Maestría y Doctorado, respec-tivamente); escribe ensayo y tiene una gran pasión por temas relacionados con el tarot, la hechicería y la fuerza de las mujeres, entre otras cosas.
A
Sobre la autora
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Entre sus publicaciones se destaca el libro En el en-sueño del caleidoscopio: Teresa Wilms Montt y Na-hui Olin (BUAP, 2018), producto de la investigación que Araceli ha realizado sobre las poetas Nahui Olin (mexicana) y Teresa Wilms Montt (chilena), a lo largo de varios años. En ese sentido, figuran las publica-ciones: Teresa Wilms Montt y la ambivalencia del ser en el mundo (BUAP, 2016); Carmen Mondragón: mujer, poesía y vanguardia, en colaboración con Alicia V. Ramírez Oli-vares (Universidad de Ucrania, 2013) y Las inquietudes espirituales: cuerpo y poesía de Nahui Olin, en colaboración con Alejandro Palma Castro (BUAP, 2017). En la ac-tualidad, Araceli Toledo Olivar se desempeña como profesora investigadora de tiempo completo en la Facultad de Filosofía y Letras de la Benemérita Uni-versidad Autónoma de Puebla (BUAP).
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F e b r e r o , 2 0 2 0
I m p r e s o e n B u e n o s A i r e s ,
B u e n o s A i r e s P o e t r y
w w w. b u e n o s a i r e s p o e t r y. c o m
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