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7/27/2019 Bautista Sosa Samuel Jediael.- La Mochila.docx
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La Mochila
l camina cabizbajo por la avenida. Hunde su cabeza en su gabn negro,
no quiere que nadie lo vea.
Obvio, nadie lo observa. Pero a l le aterra que alguien pueda ver lo triste
que est.
El tonto iluso cree que al mundo le interesa su dolor.
Camina pegado a la banqueta. El fro le entra por las mangas y siente que
le llega al alma.
Aprieta su puo derecho mientras que la otra mano busca torpemente las
llaves en su bolsillo. Apresura el paso. Camina cabizbajo por la acera. No
quiere que nadie lo vea.
Por fin, tuerce el picaporte, entra a su habitacin y cierra la puerta
estrepitosamente con la espalda. Se deshace de su morral y lo arroja
sobre el mueble.
Su historia realmente es simple. Patticamente simple.
Priscila, la duea de su corazn, mente y por qu no? cuerpo tambin. La
de encrespados cabellos, maquillaje discreto y sonrisa perfectamente
asimtrica. Ella misma, s, la que l espiaba desde hace un ao en la
escuela. Por quien se despertaba a las ocho slo para verla cruzar la calle.
Por la que se quedaba cerca del saln al terminar la clase de las diez solo
para verla entrar a la misma aula. Esa misma que lo visitaba en sueos pero
a quien jams se haba atrevido a hablarle. S, la misma. La acababa de
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Mientras al otro lado de la calle un hombre alto, fornido y apuesto se quita
una mochila del hombro.
-Gracias por cargar mi mochila mientras buscaba mi celular-
Le dice amablemente una mujer de pelo encrespado, maquillaje discreto
y una sonrisa algo asimtrica.