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“El que no ama no ha conocido a Dios,
porque Dios es amor”.
1 Juan 4,8.
¡Qué vanidosos los que
soñaron con la gloria,
el poder y las
riquezas!
Yo me guardé en mi
esposa.
Una dulce fuente manó de su
corazón…
…y todo su ser
tremoló en mis entrañas como la yerba fresca a la ligera brisa de otoño.
Tendió su mano al humilde,
al menester
oso…
…al deshereda
do, al emigrante
…
…al anciano.
Y despreció
al farsante,
al altanero, y
al poderoso.
Ahuyent
ó la tristeza y vimos cómo las flores se abrieron
en nuestro jardín…
…y cómo la paz del
mar...
…y las estrellas se
gozaron en
nuestro
corazón.
¡Pero tenía que
suceder porque
así estaba escrito!
Un día emprend
ió un sendero inacabad
o…
…y no retornó.
Mientras la tuve
que sencillo
fue recrearme en el amor...
…y exaltar
mis deseos.
¡Pero ahora, sin ella, sólo me queda refugiarm
e en el silencio…
…y en mi eterna soledad!
En mi soledad.
¡Qué vanidosos los que soñaron con la gloria, el poder y las riquezas!
Yo me guardé en mi esposa.
Una dulce fuente manó de su corazón y todo su ser tremoló en mis entrañas como la yerba fresca a la ligera brisa de otoño.
Tendió su mano al humilde, al menesteroso, al desheredado, al emigrante, al anciano. Y despreció al farsante, al altanero y al
poderoso.
Ahuyentó la tristeza y vimos cómo las flores se abrieron en nuestro jardín, y cómo la paz del mar y las estrellas se gozaron
en nuestro corazón.
¡Pero tenía que suceder porque así estaba escrito!
Un día emprendió un sendero inacabado y no retornó. Mientras la tuve que sencillo fue recrearme en el amor y exaltar mis
deseos.
¡Pero ahora, sin ella, sólo me queda refugiarme en el silencio y en mi eterna soledad!
Texto: Pedro Martínez Borrego.
Imágenes: Internet.
Tema musical: Honey – Bobby Goldsboro.
En mi soledad.