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8/13/2019 Autogestion Perspectivas y Problemas
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Autogestin: perspectivas y problemas
La autogestin quiere sustituir al principio estatal del Gobierno, en todas sus formas y en todos
sus campos. Es pues incompatible con el Estado. Pero, cules son sus reales potencialidades?
Al ablar de autogobierno, democracia directa, participacin sin afrontar asta el fondo la
propuesta de la autogestin, tal como ella a sido concebida y desarrollada sobre todo por los que sereclaman sin ambig!edad en las ms genuinas tradiciones libertarias, se corre el peligro de undirse
en la retrica de la cogestin, sin lograr e"presar asta el fondo la #oluntad transformadora y
re#olucionaria que tambi$n anima a los mucos que se estn confrontando sobre estos temas.
%$rminos como autogobierno y participacin pierden su significado positi#o si no estn
acompa&ados de una clara colocacin del problema econmico, del problema de gestin, esto es, de
la rique'a social. (obre todo oy, con la apremiante tendencia a la transformacin de la democracia
parlamentaria en la de tipo oligrquico, donde el t$rmino participacin adquiere cada #e' ms el
significado de declaracin de fe a fa#or de este o aquel grupo de poder.
En este mbito, #ol#er a tomar el programa autogestionario quiere decir dar una respuesta en
positi#o a las e"igencias de cambio que, sofocadas entre las mallas de un sistema colecti#o de
captura y de imposicin del consenso, salen cada #e' que se da ocasin de ello.
Autogestin pues, no como simple panacea terica, sino como prctica pol)tica, como tensin
ideal y ob*eti#o de m$todo para una sociedad libertaria y federalista a medida del indi#iduo.
Algunas preguntas
Pero para salir de lo gen$rico y de la moda contempornea que ace de la autogestin un simple
ad*eti#o a pegar en este o aquel organismo, y por #erificar la real #oluntad de cuantos usan este
t$rmino para acabar de una #e' con el sistema de e"plotacin y de opresin imperante, es oportuno
plantearse algunas preguntas+ la autogestin para acer qu$ y en beneficio de qui$n?.
La gestin directa de una empresa, como de cualquier organismo social, suscita inter$s solo si
est en condiciones de transformar las condiciones de e"istencia de cuantos estn directa oindirectamente implicados. Entretanto la misma gestin, permaneciendo su estructura *errquica, se
transforma en simple autoadministracin de la miseria y de la e"plotacin colecti#a.
lo que identifica la estructura *errquica son el mantenimiento de una autoridad que sale fuera
de la simple coordinacin de la tarea por desarrollar, las diferencias de salario, la reparticin de las
entradas, la di#isin de los roles, el pri#ilegio del traba*o intelectual en las confrontaciones con lo
manual, etc.
-ientras no querer incidir ms sobre esta estructura *errquica representa un til indicador sobre
la real #oluntad autogestionaria de los su*etos comprometidos en este terreno, el eco de que por
otra parte de las clases subalternas aya una cierta moderacin en el querer acerse protagonista de
este proceso de cambio, pone en serio problema a los partidarios de la gestin directa.
La realidad es que los traba*adores se preguntan lo que se puede ganar de la gestin directa de laempresa, as) como los abitantes de la gestin de su territorio. Ellos piensan #enta*as y des#enta*as
que resultar)an de ello, sobre todo en relacin a la responsabilidad de su condicin econmica en un
cuadro general de desigualdad. /n*ustamente o con ra'n, ellos #en ms las #enta*as y los beneficios
que podrn obtener los e"pertos, los militantes pol)ticos, los cuadros t$cnicos, ms que las #enta*as
que puedan obtener ellos mismos.
0o solo la quebrada e"periencia de los pa)ses del socialismo realinspira una desconfian'a ms
que comprensible, a pesar de que en esos pa)ses la gestin obrera no aya e"istido nunca.
Pero otra serie de preguntas se plantean que esconden y encuentran una ra'n de ser en el
conocimiento de los mecanismos de funcionamiento, sea de la empresa sea del territorio, por parte
de quien oy se encuentra simplemente cumpliendo, lo menos mal posible, el traba*o parcelado de
tiempo que le a sido impuesto y quien ma&ana se encontrar debiendo asumir una responsabilidadglobal sobre todo el proceso.
%odo traba*o colecti#o, sobre todo oy, necesita de un cierto nmero de obligaciones. 1ui$n
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determinar estas obligaciones? cul ser su duracin?cules sern los organismos que decidirn
la distribucin del traba*o?cules sern las estructuras que permitirn el enlace entre lo proyectado
y la produccin?cules sern los enlaces en condiciones de permitir la armoni'acin de las tareas
con la econom)a global?cul ser, en fin, su enlace con el territorio?
2e aqu) un con*unto de preguntas t$cnico3pol)ticas que se necesitar definir y a las cuales se ne3
cesitar dar las respuestas precisas si se quiere que la autogestin abandone el terreno de la
propaganda gen$rica para traducirse en realidad concreta. 4e todos modos, se necesitar que la sociedad autogestionada gire, y #elo'mente. Los ombres y
las mu*eres de nuestro tiempo, en la sociedad as) como son, estn abituados a un cierto g$nero de
#ida, a una cierta organi'acin y circulacin de bienes y ser#icios y no es pensable que abandonen
lo que piensan, in*ustamente o con ra'n, esencialmente para abra'ar lo que es sustancialmente una
propuesta.
Las Colectividades de Aragn y Catalua
(olo una situacin de ruptura re#olucionaria, desarrollada por la concomitancia de una serie de
factores pol)ticos y sociales puede en realidad determinar la energ)a, la #oluntad que en el pasado
estu#o en la base de los ms importantes episodios de sociedad de produccin autogestionada
3toda#)a oy no superados3+ las colecti#idades de Aragn y 5atalu&a en la Espa&a libertaria de6789:678;.
4ecir esto no quiere decir aguar los contenidos y las posibilidades de oy de la propuesta
autogestionaria, sino afirmar y aclarar que si la autogestin quiere conser#ar su #alor de propuesta
transformadora de las relaciones de poder, debe sacudirse de encima toda mistificacin 3fruto del
equ)#oco yugosla#o o argelino o israel)3 y toda tentati#a, sea de recuperacin institucional o de
reduccin de tiempo libre despu$s del traba*o.
Es importante en este cuadro recordar el cambio real en las dinmicas y en los comportamientos,
sea ob*eti#os o sub*eti#os, de la e"periencia cooperati#a, de este modelo mediado por una pol)tica
autogestionaria en el cuadro del mantenimiento de las relaciones capitalistas.
El fenmeno de direccin de las empresas a lle#ado a la creacin de estratos *errquicos
3funcionarios, cuadros intermedios...3 cada #e' ms destacados sea por las elecciones que cuentan o
por la realidad social e"istente. La definicin de las in#ersiones, de las financiaciones, de las 'onas
de inter#encin, de los procesos reestructuradores, de las instalaciones sobre el territorio, se
desarrolla en otro sitio entre los dirigentes cooperati#os, de partido, gobiernos regionales... en y con
el Estado, para entendernos. el elemento pol)tico que da un cuerpo real a la participacin de los
traba*adores pasa a segundo orden y es negado. (in tal elemento fundado sobre un control de base,
tendente a desquiciar la organi'acin capitalista y *errquica del traba*o, la cooperacin y, con
mayor ra'n, la autogestin, se integran en el sistema de poder, reproponi$ndose como sinnimo de
cogestin, esto es, de participacin subalterna, de colaboracin interclasista, de estafa.
Romper el caparazn de la alienacin Pero est el (istema mismo alimentando sus tradiciones.
La rapide' con la que sucede la e#olucin econmica, cient)fica, tecnolgica, est aciendo
sensible al ser umano a la necesidad de una transformacin de las estructuras, y en consecuencia
sensible a las #enta*as ofrecidas por la gestin directa de la empresa y de los ser#icios sociales, en
cuanto esta parece en condiciones de reconstruir en las tareas cotidianas la unidad de sus
necesidades materiales y de sus aspiraciones intelectuales.
Esto ob#iamente no quiere decir que nosotros nos ilusionemos con una rpida desembocadura
social en direccin autogestionaria+ el indi#iduo debe desembara'arse de usos y costumbres
fosili'adas desde ace siglos, debe romper el capara'n de la alienacin en la que todas las clases
dominantes y los gobiernos lo an mantenido< debe, en fin, sustituir los #alores que an fa#orecido
su subordinacin , con otros en condiciones de proyectarlo acia adelante en una relacin solidaria eigualitaria con los otros indi#iduos, tendida a la conquista de una distinta y superior calidad de #ida.
La pregunta que surge espontnea es si realistamente esto ser posible, si el indi#iduo de oy tiene
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la #oluntad y los medios para acerse defensor de la autogestin social.
La necesidad de la e"istencia cotidiana obliga al indi#iduo a sufrir con una cierta resignacin la
obligacin de clase. El ambiente en el que debe adaptarse crea necesidades, costumbres, a las cuales
es dif)cil renunciar. Las mismas fuer'as pol)ticas nacidas de un proyecto de transformacin
re#olucionaria de la sociedad se acen ellas mismas factores de conser#acin y de mantenimiento
del ni#el de resignacin popular, administrando al m"imo espacios dentro de las instituciones que
e#idencian continuamente su carcter clasista y autoritario. La autogestin se ace medio para sal#ar la empresa en crisis, para sanearla sobre la piel de los
traba*adores mismos, encadenados a doble #uelta de lla#e en sus condiciones de asalariados
modelos.
5iento cincuenta a&os de e"periencias comunitarias fallidas en el seno de la sociedad autoritaria y
clasista adems de un siglo de e"periencia adquirida a ni#el internacional en el mbito de la luca
parlamentaria tendida a la conquista del palacio, deber)an aber demostrado definiti#amente, a
quien tiene o*os para #er, la naturale'a contrarre#olucionaria de una luca que, puesta al ser#icio del
dominio de los mecanismos de la econom)a de mercado, se a transformado en una luca contra la
autonom)a de los traba*adores por parte de las mismas clases aora reproducidas por los
mecanismos del dominio estatal.
La gestin directa no tiene un inter$s real para los traba*adores sino en la medida en la quesuprime las clases, y su credibilidad no puede ms que pasar por la propuesta prctica de
organi'acin de la produccin y del territorio. Ella presupone que la propiedad no sea transferida al
Estado o a cualquier grupo social, sino que est$ temporalmente en posesin de quienes la usan para
luego pasar automticamente a manos de aquellos que las reempla'an.
Escapar de estas condiciones fundamentales no quiere decir acer realismo pol)tico, sino ablar
de otra cosa, ablar, esto es, del mantenimiento de la sociedad de clase.
La propuesta autogestionaria debe ser cre)ble. 0o es y no puede ser una pro#ocacin, sino ra'n
lgica. 0o puede ser ob*eto de campa&a electoral, sino ocasin en la cual las libertades miden en
progresin su #oluntad y su capacidad de transformacin del mundo del Poder, atentos a los
continuos intentos de manipulacin y mistificacin.
Es un gra#e error creer que el sistema autoritario soportar de*arse deso*ar como una alcacofa,
o*a tras o*a< al l)mite podr tolerar algn peque&o sector autogestionario, para uso de la
propaganda, listo para ser suprimido apenas el r$gimen lo crea til.
La autogestin no puede ser reducida de proyecto de una nue#a socialidada una interiori'acin
de la $tica producti#ista, o a las formulaciones ms e"tremistas, a una autogestin del capital sin
capitalistas. Es en el laboratorio de la prctica social, de la autoorgani'acin de los #arios su*etos
sociales, en la gestin directa de la luca, en el abstencionismo pol)tico, el lugar donde se debe en
realidad buscar la continuidad con las e"periencias istricas de la autogestin re#olucionaria, en la
comn bsqueda de la abolicin del traba*o asalariado, en la transgresin total del orden capitalista,
en el abatimiento de las *erarqu)as.
La autogestin solo puede ser anti3institucional, federalista y libertaria. solo puede estaracompa&ada de una prctica constante de accin directa sin delegaciones ni burocracias.
Maurices Joveux, en=manit 0o#a, 677> aparecido en @ae Libertario nB 6CD