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Vol. 7, No.3, Spring 2010, 145-167
www.ncsu.edu/project/acontracorriente
La traduccin como bsqueda de un marxismo
latinoamericano: la trayectoria intelectual de Jos Aric
Martn Corts
Universidad de Buenos Aires
Breve semblanza de Jos Aric: el intelectual como bsqueda
En el prlogo de La cola del diablo, texto pergeado con una
manifiesta voluntad de construir una autobiografa intelectual que sea
tambin el reflejo de una poca y de un colectivo de trabajo, Jos Aric
confiesa su deseo de que dicho libro no sea ledo como un ejercicio de
filologa gramsciana, sino como el testimonio de una bsqueda inacabada
(Aric 2005: 30). Tratndose, en ltima instancia, de una obra sobre una
vidala del propio Aric, bien podra decirse que es en esa idea de
bsqueda siempre insuficiente que se halla el ncleo de la trayectoria
intelectual de este autor, quien fuera el principal animador de uno de los
proyectos de intervencin intelectual sin dudas ms relevantes de la
izquierda latinoamericana a lo largo de su extensa y compleja historia.
Jos Aric nace en 1931 en Villa Mara, provincia de Crdoba, una
ciudad de la pampa cordobesa ubicada a 140 kilmetros de la ciudad de
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Crdoba. Ciudad que suscitara interrogantes permanentes en su rica
trayectoria intelectual, an cuando sta estuvo marcada por una vida de
permanentes desplazamientos geogrficos, incluyendo un largo exilio
mexicano en ocasin de la ltima dictadura militar. Mezcla de tradicin y
modernidad, ciudad marcada por la cultura universitaria, habitada por elcatolicismo conservador pero tambin por escenas memorables del
movimiento popular latinoamericano, como el Cordobazo de 1969 y, antes,
la Reforma Universitaria de 1918: en aquella hibridez podran rastrearse los
interrogantes centrales de Aric sobre Amrica Latina en general,
continente desgarrado por su permanente oscilacin entre lo tradicional y
lo moderno.
En 1947 ingresa al Partido Comunista para encontrarse en 1951, por
primera vez, con la figura de Antonio Gramsci, a quien leer vidamente y apartir del cual ensayar sus primeros oficios como traductor. No logra
concluir sus estudios universitarios, debido a la militancia poltica y
algunas breves estancias en prisin durante el primer peronismo. Quiz
debamos a esa condicin de autodidacta el modo en que sus textos y
empresas intelectuales constituyeron a lo largo de su vida verdaderos
manifiestos crticos de las formas establecidas de construccin de
conocimiento. Aric sintetiz la rigurosidad y voracidad del erudito con la
pasin y el compromiso del militante.En 1963, junto con otros jvenes intelectuales de Crdoba y Buenos
Aires, da inicio a la Revisa Pasado y Presente, que apareci en Crdoba
entre 1963 y 1965 y en Buenos Aires entre 1971 y 1973. A su lado, surgiran
los 98 Cuadernos de Pasado y Presente, publicados sucesivamente en
Crdoba (hasta 1971), Buenos Aires (hasta 1976) y Mxico (hasta 1983). La
revista dio la posibilidad de expresarse a una generacin que estaba
rompiendo de hecho con la lnea dominante en el Partido Comunista, lo
que se cristalizara con su expulsin en el marco de una polmica en torno
de la cuestin del objetivismo y el subjetivismo en la teora marxista. El
origen del debate, no casualmente, fue la recuperacin por parte del grupo
de jvenes de la filosofa de las praxis gramsciana como crtica de las
derivas epistemolgicas del marxismo sovitico, instaladas en el seno de las
posiciones filosficas oficiales en el Partido.
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Luego de esa ruptura, Aric se dedicar a diversas empresas
editoriales1, incluyendo, entre otras, la publicacin de Pasado y Presente.
Como una forma de intervencin poltica, pero tambin como un oficio, se
dedicar a lo largo de toda su vida a la indagacin terica y poltica.
Pasados algunos aos en Buenos Aires, debe exiliarse en Mxico. All, encontacto con una enorme variedad de intelectuales latinoamericanos,
iniciar sus empresas ms estrictamente vinculadas con pensar Amrica
Latina, muchas de ellas a travs de laBiblioteca del Pensamiento Socialista
de la Editorial Siglo XXI, bajo su direccin. Tambin aparece la revista
Controversia, donde confluyen socialistas y peronistas para tratar de
comprender el drama argentino de las ltimas dcadas, mientras que los
Cuadernos continan apareciendo.
El grupo dePasado y presente parece sintetizar todos los elementosque caracterizaron a la intelectualidad crtica de la regin luego de la
ruptura que supuso la revolucin cubana: all encontramos una discusin al
interior del Partido Comunista Argentino, que involucra una
excomulgacin, y es fundante del recorrido heterodoxo que caracterizar
al grupo. Asimismo, se trata de un colectivo con una sustantiva vocacin
por la edicin, no slo de la influyente Revista Pasado y Presente y los
homnimos Cuadernos, sino de mltiples empresas editoriales del ms
variado orden, intentando de ese modo constituirse como un espacio deintervencin poltico-cultural. Los lugares de edicin de los Cuadernos
(primero Crdoba, luego Buenos Aires, finalmente Mxico) dan cuenta, a
su vez, de una trayectoria que est marcada al mismo tiempo por la
migracin poltica y por el exilio. Tambin caracterizan al grupo diversos
contactos con sujetos polticos activos en cada una de sus pocas: el
Ejrctio Guerrillero del Pueblo (EGP) de Jorge Massetti en los sesenta,
Montoneros y FAR en los setenta. Por ltimo, tambin el grupo asumir en
los ochenta el lugar de consejeros del prncipe en torno del proyecto
1 Adems dePasado y Presente, Aric participa, a lo largo de su trayectoriaintelectual, en proyectos editoriales tales como Eudecor (Editorial Universitaria deCrdoba), Garfio, Signos, Siglo XXI Argentina y Mxico, entre otros. Para eltrabajo especfico de cada una de ellas, remitimos a Burgos (2004: 150 y ss.)
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alfonsinista2, aunque ya con una importante heterogeneidad interna y
cierto desfasaje respecto de su conformacin en las dcadas previas.
Precisamente, con el retorno de la democracia, Aric vuelve y se
instala hasta su muerte, en 1991, en Buenos Aires. Funda el Club de Cultura
Socialista y la revista La Ciudad Futura, ambas empresas que renenintelectuales que repiensan su presente y su pasado reciente desde
perspectivas que se acercan a la tradicin socialdemcrata, aunque con
muchos matices de acuerdo a la figura que se analice. Aric oscilar entre
un entusiasmo inicial por la naciente experiencia progresista del gobierno
radical y un estado de profundo escepticismo sobre la posibilidad de una
democratizacin sustantiva de la sociedad argentina. Los aos ochenta en
la Argentina lo ven continuar con diversos emprendimientos editoriales y
brindando cursos en el pas y en el exterior, en el marco de unreconocimiento ya bastante unnime de su figura intelectual. A pesar de
ello, y quiz dejando testimonio de ciertas miserias propias de las
instituciones acadmicas, su ingreso como investigador al Consejo Nacional
de Investigaciones Cientficas y Tcnicas de la Argentina se ve demorado y
entorpecidoaunque finalmente sucedepor hallarse desposedo de ttulo
universitario formal.
An en su complejidado precisamente gracias a ellala
trayectoria intelectual de Aric, que comienza con su militancia juvenilcomunista en los aos cuarenta y se cierra con su muerte, bien puede
pensarse, tomando sus propias palabras, como una bsqueda inacabada. Se
trat de una bsqueda de interrogantes polticos y tericos para abordar
con rigurosidad y creatividad una realidad tan compleja como la de nuestra
regin, y emprendida con la conviccin de hacerlo siempre desde el punto
de vista de la transformacin social, an con los diversos significados que
operaron detrs de ese significante a lo largo de su vida.
Para abordar el recorrido intelectual de Aric es necesario primero
hacer una significativa aclaracin acerca de lo que entenderemos por su
2 Ral Alfonsn asume, por la Unin Cvica Radical, la presidenciaargentina en 1983, luego de la dictadura instalada en la Argentina entre 1976 y1983. Sus primeros aos de gobierno, en medio de tensiones con los militaressalientes y otros actores sociales despertaron en muchos intelectuales laexpectativa de construccin de un proyecto socialdemcrata que dotara de ciertaestabilidad al sistema poltico argentino.
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obra. Dada la especificidad del autor tratado, no puede reducirse su
produccin a sus escritos. Aunque estos no son tan escasos como podra
pensarseaunque s dispersos3, sus aportes tambin anidan en las
empresas intelectuales que anim. Son mltiples los testimonios
personales (Crespo 2001; De pola 2005) que dan cuenta de la entraablepoltica de tertulias que caracterizaba a Pancho, constituyendo mltiples
espacios de produccin colectiva que quiz no siempre se plasmaron en
papeles cuantificables pero que conforman, de todos modos, parte del
acervo de la cultura de izquierda argentina y latinoamericana. Pero, adems
de textos y tertulias, sobresalen en el recorrido de Aric sus mltiples
iniciativas editoriales. Incluimos aqu no slo los proyectos ligados con la
edicin de libros, sino tambin las tareas de traduccin (coordinadas, como
en el caso de la edicin crtica deEl Capital, o realizadas directamente porl, como en el caso de una sustantiva parte de los Cuadernos de la Crcel) y
la direccin de colecciones enteras de profunda relevancia para el
pensamiento crtico latinoamericano. Asimismo, las revistas editadas por
Aric son parte sustantiva de su obra. No slo la mtica Pasado y Presente,
sino tambin La Ciudad Futura, Controversia yPunto de Vista. Quiz lo
que es comn a todas estas revistas es el modo en que interpretaron de
manera singular el espritu de sus respectivas pocas, lo que, a su vez,
reafirma la agudeza que caracteriz a Aric en cada uno de sus momentosde reflexin terico-poltica.
Sin embargo, surge un problema casi evidente a la hora de querer
tomar la obra de Aric como una unidad: hay una inocultable
heterogeneidad entre sus diversos momentos de produccin, sobre todo en
lo que hace a sus adscripciones polticas y a los modos en que concibi el
problema del socialismo. De pola(2005), por ejemplo, menciona cuatro
Aric. Burgos (2004) y Crespo (2001) tambin ordenan sus trabajos sobre
Aric en virtud de etapas expresadas por el lugar de residencia (Crdoba,
Buenos Aires, Mxico, Buenos Aires), pero bien podran plantearse ms o
menos etapas de acuerdo a la lectura que se emprenda. En cualquier caso,
nos parece que si se puede pensar un hilo conductor por sobre esas
3 En la Universidad Nacional de Crdoba existe el proyecto de editar susobras completas. Se espera que las mismas excedan los tres volmenes.
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diferencias (por dems sustantivas), es precisamente el de la bsqueda.
Aric puede ser pensado como un modelo de la inquietud intelectual.
Consideramos que la variedad de su obra, en el sentido en que la
definimoses decir, ms all de sus escritos, es pasible de ser ordenada
en funcin del intento por pensar la realidad latinoamericana desde unaperspectiva crtica, transformadora y socialista, pero sin renunciar a una
tozuda obsesin por desgranar lo especfico y singular de las
configuraciones sociales y culturales de la regin.
Este trabajo es una presentacin preliminar y esquemtica de un
proyecto mayor en torno de la trayectoria intelectual de Aric y sus aportes
a la teora poltica latinoamericana. En ese sentido, partimos de una
hiptesis general en torno de la nocin de traduccin como el nudo de las
diversas empresas intelectuales de Jos Aric. En lo que sigue,presentaremos de manera preliminar esta hiptesis y luego esbozaremos
dos ncleos problemticos de la obra de Aric que desde all pueden leerse:
la historia y lapoltica.
Traducir como acto imperfecto
De acuerdo con Michael Lwy (2007), pueden plantearse dos
tentaciones opuestas que han dificultado enormemente el desarrollo del
marxismo latinoamericano: el eurocentrismo, consistente en trasplantarmecnicamente hacia Amrica Latina los modelos de desarrollo y
comprensin de la realidad europea, y el excepcionalismo, sustentado en
una absolutizacin de la singularidad latinoamericana que rechaza de plano
todo cuerpo terico construido en otras geografas. La obra de Aric en su
conjunto puede ser leda como un intento por superar esta dicotoma,
intentando aunar la capacidad crtica de la tradicin marxista con la
especificidad de la realidad latinoamericana.
Nuestra hiptesis general, cuyo desarrollo completo excede
largamente las pretensiones de este breve trabajo, es que ese intento puede
plantearse, en su conjunto, desde la potencia inscripta en el concepto de
traduccin, tal como Antonio Gramsci lo formulara (2003). Mucho se ha
escrito sobre la ascendencia de la figura de Gramsci sobre Aric en
particular y, en general, sobre quienes seran los gramscianos argentinos
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(Aric 2005; Burgos 2004). Primero conocido apenas por las resonancias
que llegan a travs de Hctor Agostiuna de las figuras ms salientes de la
intelectualidad del Partido Comunista Argentinoy luego ledo
fragmentariamente dadas las escasas fuentes disponibles, el revolucionario
italiano despertara un inters creciente en Aric, quien ensayara susprimeras experiencias de traduccin con las Notas sobre Maquiavelo y
entrara por esa va al idioma y a la cultura italiana, elementos que sern
constitutivos de toda su trayectoria intelectual.
De manera que para hablar de la traduccin como el ejercicio que
estructura la obra de Aric, es bueno remontarse a los planteos de Gramsci
al respecto. Tomemos entonces la nota titulada Traductibilidad de los
lenguajes cientficos y filosficos (2003: 72 y ss.). No ha de ser casual, en
virtud de sus profundos y profusos estudios de lingstica y filologa, queGramsci eligiera la nocin de traduccin para preguntarse nada menos que
por la relacin entre cada cultura nacional y la civilizacin comn que las
cobija. Casi como si auspiciara provocativamente una interpretacin
heterodoxa, en confrontacin con las diferentes formas de escolstica
marxista, el autor meridional empieza por Lenin: En 1921, tratando de
problemas de organizacin, Ilich escribi o dijo (poco ms o menos) lo
siguiente: No hemos sabido traducir a las lenguas europeas nuestra
lengua (2003: 72).El problema queda planteado en un sentido eminentemente
poltico. Relacionado con la organizacin, con los proyectos de
transformacin y con la interpretacin misma de la sociedad, la traduccin
aparece como un propsito que es ante todo un complejo esfuerzo, nunca
una aplicacin mecnica. Vale decir, no existe perfeccin posible a la hora
de traducir. Por el contrario, la operacin supone una fina articulacin
entre el fondo esenciallo comn, aquello que hace a las realidades
reductibles entre sy las particularidades histricas nacionales4.
4 Ren Zavaleta, un autor marxista boliviano sumamente afn a Aric (ypara quien ste tena palabras de reconocimiento y elogio, que pueden leerse enLacola del diablo), tambin desarrolla buena parte de su reflexin en torno delproyecto de traducir y nacionalizar el marxismo en Amrica Latina. Respecto de locomn y lo especfico a la hora de comparar las realidades nacionales, Zavaletaplanteaba que la sociedad capitalista permita, por primera vez en la historia
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En este sentido, a modo de prevencin, Gramsci afirma que es
necesario precisar el lmite de la propia metfora, es decir, para impedir
que se materialice y se mecanice (2003: 78). La traduccin, una vez
descartada toda pretensin de perfeccin y transparencia, sirve para pensar
una configuracin nacional determinada a partir de mltiplesherramientas, que pueden ser de otros tiempos y realidades, a condicin de
no resbalar hacia la construccin de modelos ahistricos con pretensin
universal.
Por su parte, podra plantearse que uno de los ms claros propsitos
que anima la obra de Aric es el de construir una potente, activa y
heterodoxa interpretacin del marxismo. En tal sentido pueden leerse las
diversas piezas del rompecabezas que componen su trayectoria intelectual,
en particular la empresa de los Cuadernos de Pasado y Presente5
. Puesbien, en ms de una ocasin y de diversas maneras, Aric afirma que el
pensar crticamente no es una mera aplicacin de conceptosan cuando
estos podran reclamarse inequvocamente revolucionarios por
pertenecer al universo marxistasino un trabajo: un ejercicio que supone
una confrontacin permanente con los problemas de cada poca y lugar. Y
por ello no debe entenderse una constatacin emprica (frmula por
dems polmica en trminos epistemolgicos y, a nuestro juicio,
humanaa partir de la homogeneizacin del mundo bajo la forma valor, hablarde modelos de regularidad o modos de produccin, que revelan la unidad de lahistoria del mundo. Por su parte, las superestructuras dan cuenta de unadiversidad e incluso de una incomparabilidad en funcin de distintos derroteroshistricos. Zavaleta plantea que el modelo de regularidadel ncleo de lasrelaciones capitalistas de produccinda lugar a una serie de formacionesaparentes a nivel superestructural. Vale decir, al desarrollo capitalista perfecto lecorresponderan determinadas formas (aparentes, mistificadas) ideolgicas ypolticasdemocracia representativa, ideas de libertad e igualdad, etc.que sinembargo estn sobredeterminadas por la fuerza de la historia local. Al margen deuna parte de la poltica que pueda pensarse como regularidad (por caso, laexistencia de lo estatal como esfera diferenciada de la sociedad: no hay formacin
econmica capitalista que no cuente con esta caracterstica), existe lo que Zavaletadenomina una acumulacin especial de la superestructura en cada caso especfico.Es en la relacin entre modelo de regularidad y acumulacin especfica de lahistoria local donde se juega el problema de la traduccin (Zavaleta 1988a).
5 Segn Crespo (s/f), los Cuadernos pueden agruparse en funcin de suslugares de edicin (Crdoba, Buenos Aires, Mxico) y en virtud de los diferentesncleos temticos que abordan (lectura filolgica de Marx, problema de laorganizacin, reflexiones sobre el socialismo). Cualquier sea la clasificacin que setome, es innegable la contribucin de los Cuadernos a los temas ms candentes dedebate de la izquierda latinoamericana.
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incompatible con el marxismo crtico), sino un dilogo del marxismo con
las corrientes y realidades ms diversas que exceden inclusoy
largamentesu propio campo6.
Dicho todo esto, nos resta plantear que quiz una de las aristas ms
interesantes del pensamiento de Aric es su carcter situado. En trminosgenerales, su obra puede entenderse como un esfuerzo por hacer inteligible
la realidad latinoamericana desde una perspectiva creativa y
transformadora. Asimismo, sus preocupaciones tuvieron siempre un
sentido poltico de primer orden, postulando el lugar del intelectual como
un espacio de intervencin que sintetizaba rigurosidad y erudicin con
activo involucramiento.
En ese carcter, la traduccin puede ser ledaesta es nuestra
hiptesis generalcomo el ejercicio principal que estructura las diversasempresas de Aric (principalmente, sus textos y ediciones) en lo que hace al
anlisis crtico del acontecer en Amrica Latina. De all su permanente
preocupacin por el marxismo latinoamericano: convencido de la
esterilidad de las aplicaciones mecnicas que dominaban el marxismo-
leninismo de los Partidos Comunistas de la regin (a la que, a su modo, se
remonta su propia excomulgacin), as como de la necedad de las
diferentes vertientes del pensamiento nacional que rechazabanper se al
marxismo, Aric lleg a su afirmacin, a la vez un poco exagerada yprovocativa, de que slo losSiete Ensayos de Maritegui, constituan, en un
sentido fuerte, un texto de marxismo latinoamericano (Aric 2005: 100)7.
6 Desde Levi Strauss y el estructuralismo francs en los sesenta (Lacan espublicado tempranamente en la Revista Pasado y Presente) hasta Carl Schmitt enlos ochenta, aparecen en la trayectoria de Aric iniciativas editoriales de mltiplesautores ajenos al marxismo. Ellas podran inscribirse en la conviccin de que lavitalidad del marxismo radica en su capacidad de dialogar con otras corrientesterico-polticas.
7 Acha y DAntonio (2010) apuntan acertadamente que los planteos de
Maritegui respecto del Per son difcilmente extensibles al resto delsubcontinenteen particular ms all de las zonas andinas o con fuerte presenciaindgena, a pesar de lo cual el autor peruano fue en reiteradas ocasiones sealadocomo referente ineludible de aquello que debiera constituirse como marxismolatinoamericano. En el caso de Aric, rescatar a Maritegui no remiteinmediatamente al contenido de sus textos, sino al original esfuerzo de traduccindel marxismo a una realidad nacional especfica. De este modo, Maritegui serams relevante por el sentido de sus bsquedas (que inauguraran un modo depensar el marxismo en la regin) que por las respuestas especficas que hall.
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En la obra del Amauta, as como en la trayectoria intelectual de
nuestro autor, se destacan los tres elementos que caracterizan la traduccin
como ejercicio: (1) un lenguaje (el marxismo), (2) este lenguaje necesita ser
traducido a una realidad cultural y social especfica (latinoamericana), y (3)
esta traduccin se realiza mediante un esfuerzo de interpretacin queexcluye toda posibilidad de aplicacin o perfeccin. As, la traduccin
supone, contra esta ilusin de aplicacin, laproduccin de algo nuevo. A
continuacin veremos, a modo de presentacin provisoria, dos problemas
de profunda relevancia para el pensamiento crtico latinoamericano que
son abordados de este modo por Aric.
Historia latinoamericana: el privilegio del atraso
Como decamos anteriormente, tanto el eurocentrismo como elexcepcionalismo podran ser caracterizados por la plena ausencia de un
esfuerzo de traduccin. En el segundo caso, la afirmacin de la absoluta
originalidad de la realidad latinoamericana impide inscribirla en una
estructura comn y pensarla en su relacin con la regularidad capitalista.
En el primero, todo rasgo singular es manifiestamente negado, de tal modo
que no se espera de Amrica Latina otra cosa que el camino ya recorrido
por los pases avanzados. La cuestin de la historia se liga medularmente
con este ltimo problema, ya que detrs de l aparece con toda su potenciauna concepcin del marxismo como una moderna filosofa de la historia,
que no hara mucho ms que mostrar el inexorable camino hacia el
socialismo por la valinealdel progreso material y el desarrollo de las
fuerzas productivas. A los pases perifricos, por su parte, se les ilumina la
va que inevitablemente recorrern, puesto que los pases industrialmente
ms desarrollados no hacen ms que poner delante de los pases menos
progresivos el espejo de su propio porvenir8 (Marx 2000: 14).
8 Esta cita da cuenta de la efectiva existencia en la obra de Marx demomentos en que ste se presenta como un convencido admirador del progresoque supone la generalizacin del capitalismo. Existen incluso textos (como lasclebres cartas sobre la colonizacin inglesa en la India) donde pueblos enteros sonsacrificados en el altar del progreso con la mirada entre pasiva y celebratoria delpropio Marx. Sin embargo, conviven con estos planteos muchos textos donde lacuestin de la historia es leida desde una perspectiva mucho ms crtica, sobre todoa partir de la dcada de 1860, producciones que Aric atender de manera singular
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Frente a esta interpretacin del marxismo, cuyo corolario es una
visin unilineal de la historia (Melotti 1974), Aric postular la necesidad
de rescatar un marxismo crtico de la herencia positivista que ste alberga.
Su principal herramienta para ello ser un minucioso anlisis del Marx
posterior a 1860, donde, en virtud del abordaje riguroso de las realidadesperifricas, puede hablarse de una autntica ruptura en el pensamiento de
Marx, que incluye
una crtica de la nocin de progreso capitalista, una delimitacinprecisa del rea geogrfica-histrica de validez de su anlisis, uncuestionamiento de la ineluctabilidad del proceso de expropiacinde los productores directos, una aguda percepcin de la posibilidadde un tipo de desarrollo no capitalista en pases atrasados, unreconocimiento explcito de la potencialidad revolucionaria que enellos tienen las masas rurales. (Aric 1981: 22)
No casualmente, esta cita pertenece a la presentacin de la
correspondencia entre Marx, Engels y el traductor ruso de El Capital,
Nikolai F. Danielson, compilada por Aric para la coleccin de laBiblioteca
del pensamiento socialista de la Editorial Siglo XXI, trabajo realizado
durante su exilio mexicano. Aric encontrar en Irlanda (Marx y
Engels,1979) y Rusia (Marx y Engels 1980) dos de los casos salientes
analizados por Marx en paralelo a la redaccin de El Capital, llegando
incluso a retrasar considerablemente sta en virtud de la creciente
relevancia que daba a los problemas terico-polticos que estos territoriosexpresaban. Aric encuentra all los mejores ejemplos de un riguroso
estudio de las condiciones especficas del capitalismo perifrico. A partir de
ellos puede ponerse en crisis la pretensin modernizante del marxismo
ortodoxo y su resonancia en Amrica Latina.
Precisamente contra este tipo de interpretaciones, Aric despliega la
potencia del ejercicio de traduccin, bajo la hiptesis de que existe un
parecido de familia entre Amrica Latina y aquella Rusia analizada casi
obsesivamente por Marx. Ambas son la periferia de la Modernidad, dondeconviven los impulsos para el desarrollo capitalista con la persistencia de
para sus propsitos. Para un desarrollo mayor de las tensiones en la obra de Marxen torno del problema del progreso ver Corts 2008.
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formas sociales no inmediatamente subsumibles a la fuerza arrolladora del
progreso:
Efectivamente el atraso tiene sus virtualidades. Porqueprecisamente las sociedades atrasadas tienen la particularidad deiluminar ciertos aspectos de su propia sociedad y de la otra sociedad
mostrando esos lmites. Rompen con el concepto de neutralizacinde las relaciones sociales. Si existe el atraso el desarrollo quedacuestionado. El desarrollo no aparece con la capacidad de superarlo,con la capacidad de liquidarlo. (Aric 1995: 5)
Cules son esas virtualidades? Lo central para Aric es la
impugnacin que el atraso expresa, de hecho, a la pretensin
universal(izante) del desarrollo. El atraso por s mismo es testimonio de
que la historia no marcha sin sobresaltos en una sola direccin, en la
medida en que se erigen espacios sociales que se resisten a ser reducidos a
meros apndices del progreso. La peculiar atencin que Marx brinda al
caso ruso ser una clave de inspiracin para la bsqueda de Aric, a punto
tal de que all se abre, para l, la posibilidad misma de leer, en trminos de
Oscar del Barco (1982) otro Marx, caracterizado por la imposibilidad de
constituir un sistema y por el retaceo a ser sacralizado en frmulas que
valen en todo tiempo y todo lugar.
En la misma direccin, Aric compilar un conjunto de textos de
Marx y Engels sobre el porvenir de la comuna rural rusa (Marx y Engels
1980), que constituye el nmero 90 de los Cuadernos de Pasado y
Presente. En la Advertencia, Aric seala una paradoja que grafica de
manera contundente la necesidad de la traduccin: el hecho paradjico es
que fueron precisamente los populistas quienes se esforzaron por extraer
de la doctrina de Marx los fundamentos tericos para afirmar la viabilidad
en Rusia de un camino no capitalista basado en la expansin de la
obschina (1980: 7). No es nuestra intencin desarrollar aqu las polmicas
decimonnicas del movimiento revolucionario ruso. Basta con sealar que
dicho movimiento se debata entre la bsqueda de un desarrollo nocapitalista basado en la vitalidad de la comuna rural, esgrimido por los
populistas, y la idea de la inevitabilidad de un perodo de desarrollo
capitalistaincluidas all las funestas consecuencias sociales sobre la
poblacin rusaentre el derrocamiento del zarismo y la posibilidad del
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socialismo. Tal posicin era defendida por los llamados marxistas,
liderados por Plejanov (Walicki 1971).
Un argumento similar ser fundamento de la estrategia de la
Comintern para Amrica Latina. En ocasin de la Primera Conferencia
Comunista Latinoamericana, realizada en Buenos Aires en 1929, se imponela lnea poltica defendida por Vittorio Codovilla, principal referente del PC
argentino y miembro del Comit Ejecutivo Ampliado de la Internacional
Comunista, donde, en virtud del atraso, se afirma el carcter
democrtico-burgus de la revolucin en Amrica Latina, consagrando la
idea de la revolucin por etapas, hegemnica en la regin hasta la ruptura
que supuso la revolucin cubana (Lwy 2007). De ese modo, una idea
unilineal de historia domin el entramado terico de los Partidos
Comunistas de la regin, ms afectos al eurocentrismo que a la bsquedade las singularidades de la regin. La publicacin del intercambio epistolar
entre Marx y la entonces populista Vera Zasulich9, en los albores de la
dcada de 1880, supone una crtica frontal a este tipo de concepciones. La
publicacin incluye los borradores de Marx, donde, en reiteradas ocasiones,
alude a la contemporaneidad de formas productivas como llave para la
posibilidad de que la comuna rural constituya el punto de partida para la
transformacin socialista en Rusia:
[E]n Rusia, gracias a una excepcional combinacin decircunstancias, establecida todava en escala nacional, [la comunarural] puede irse desprendiendo de sus caracteres primitivos ydesarrollando directamente como elemento de la produccincolectiva en escala nacional. Es precisamente gracias a lacontemporaneidad de la produccin capitalista como puedeapropiarse todas sus adquisiciones positivas y sin pasar por susperipecias espantosas. (Marx y Engels, 1980: 33)
Fundamentalmente, vemos aqu como la lectura de Marx de la
realidad rusa puede traducirse en frontal polmica con las interpretaciones
dominantes en las organizaciones marxistas latinoamericanas. No slo es la
9 Al momento de escribir la carta consultando a Marx acerca del futuro dela comuna rural rusa, Vera Zasulich adscriba al populismo y debatafervientemente con los llamados marxistas acerca de la necesidad de evitar eldesarrollo capitalista en Rusia. Irnicamente, la respuesta de Marx, donde stetoma partido por los populistas, no es publicada porque, poco despus de recibirla,Vera Zasulich asume una posicin marxista, ahora incompatible con la posicindel propio Marx.
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idea lineal y progresista de la historia la que Marx cuestiona con estos y
otros textos de la poca, sino que tambin revisar su idea de que slo el
proletariado de los pases centrales es un sujeto revolucionario activo, tema
que no desarrollamos aqu pero que no es menor para pensar la ruptura en
la trayectoria de Marx a la que Aric alude. Es a partir de todos estoselementos que Carlos Franco (1981), en un texto muy emparentado con los
planteos de Aric10, plantea la posibilidad de romper con el marxismo
eurocntrico y situar la potencialidad del marxismo latinoamericano. No se
trata solamente de las revisiones que hace el propio Marx, sino del rescate
de una lectura heterodoxa de su obra, que amalgame su potencial crtico
con las especificidades nacionales que escaparon a sus anlisis.
Son muchos ms los textos y ediciones de Aric donde la pluma de
Marx y otros marxistas es revisitada en busca de traducir su potencialidadpara polemizar con una recepcin latinoamericana del marxismo que
pareca hacer empata, a todas luces, con la idea de historia unilineal y
progresiva de la burguesa. Pasaremos ahora a analizar el problema de la
poltica y el Estado como cuestiones que Aric tambin atiende en virtud de
su radical importancia para un pensamiento crtico latinoamericano. Y lo
hace, naturalmente, mediante el buceo entre tradiciones y experiencias que
puedan actualizarse crticamente.
Poltica Latinoamericana: el Estado productor
La cuestin de la poltica, la Nacin y el Estado como elementos
singulares de las formaciones sociales latinoamericanas aparecen de
manera relativamente tarda en la obra de Aric, en los albores de la dcada
del ochenta. Sin embargo, su peso ser creciente y paulatinamente
determinante en su reflexin, a punto tal que podramos trazar la hiptesis
de que esas particularidades permiten a Aric ubicarpara su presente y
retrospectivamentelos orgenes y fundamentos de las dificultades para laproduccin de un marxismo latinoamericano en la escasez o carencia de
reflexiones sustantivas sobre la complejidad de la relacin entre Estado y
10 Carlos Franco era por entonces director de la revista peruanaSocialismoy Participacin, que cont con reiteradas contribuciones de Aric. Asimismo, Limaes, en 1982, el primer lugar de edicin de Marx y Amrica Latina, prologadoprecisamente por Franco.
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sociedad en las formaciones sociales latinoamericanas. En el afn de
realizar un riguroso ejercicio de traduccin del marxismo para la realidad
latinoamericana, esta cuestin acrecentar su importancia de manera
decisiva.
En primer lugar, aparece la cuestin nacional, histricamenteesquiva para los anlisis crticos en la regin. Entre el internacionalismo a
ultranza de buena parte de las organizaciones de izquierda, y el
nacionalismo anti-marxista de muchos intelectuales ligados a los procesos
populistas, poco poda encontrarse de rescatable sobre el tema. Aric
emprender diversas iniciativas editoriales ligadas con la necesidad de
atender este problema. En primer lugar, puede destacarse nuevamente la
estrategia de buscar en el propio Marx elementos discordantes con las
interpretaciones hegemnicas de su obra. As, encuentra que lasconsideraciones sobre el caso irlands son pasibles de ser traducidas a la
realidad latinoamericana. En una carta a Meyer y Vogt, de 1870 y publicada
en el nmero 72 de los Cuadernos, Marx dice:
Despus de haberme ocupado durante aos de la cuestin irlandesa,he llegado a la conclusin de que el golpe decisivo contra las clasesdominantes de Inglaterra (que es decisivo para el movimientoobrero all over the world) slo puede darse en Irlanda, y no enInglaterra. (Marx y Engels 1979: 212)
No slo queda cuestionada la idea de que la revolucin acontecer primeroen los pases desarrollados. Tambin, y sobre todo, la cuestin de la
emancipacin nacional asume una importancia medular, pues ahora ya no
ser simplemente la revolucin social la que resuelva el problema nacional
sino que, de manera inversa, la emancipacin nacional de los pases
oprimidos es una precondicin para la revolucin social. Es el propio Aric,
en la Advertencia a dicho nmero de los Cuadernos, quien destaca las
consecuencias de estos planteos para el marxismo latinoamericano. Nos
permitimos una extensa e ilustrativa cita:
En Amrica Latina, por ejemplo, los socialistas argentinos, quepasaban por ser los mejores conocedores del pensamiento de Marx,fueron los ms acrrimos propugnadores de una polticalibrecambista que partiendo de la defensa de ciertos interesescorporativos de clase, olvidaban por completo el lazo de unininescindible que tanto Marx como Engels pretendan establecerentre los factores nacional y social. La lucha de clases y la lucha
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nacional, que a partir del caso irlands resultan en el pensamientomarxiano acciones complementarias unidas, aunque distinguibles,en el movimiento socialista internacional resultaron accionesseparadas y en gran parte contradictorias. (Aric 1979: 12)
Hasta aqu la relevancia de precisar una lectura de Marx a contrapelo de
las interpretaciones hegemnicas y que habilite una visin novedosa de la
cuestin nacional, de suma importancia en Amrica Latina. Luego, el
mismo Aric refuerza la actualidadde esta idea:
Es por esto que reflexionar sobre el caso irlands resulta ser unatentativa terica y poltica de indudable importancia actual, en lamedida que permite reencontrarnos con una tradicin depensamiento, soslayada y hasta silenciada, cuya reconstruccincrtica es parte inseparable de la accin terica y prctica que llevana cabo las fuerzas socialistas en el mundo por construir una nuevasociedad y una nueva cultura. (Aric 1979: 12, cursivas nuestras)
Encontramos aqu un ejemplo de lo que constituye un ejercicio de
traduccin. La edicin de las consideraciones de Marx y Engels sobre la
cuestin nacional no tiene por objeto la mera erudicin sino la
actualizacin de un pensamiento silenciado con el fin de colocar su
potencia a la orden de los problemas del presente.
De la misma manera, las indagaciones de Aric sobre el problema
del Estado en Amrica Latina buscarn nutrirse de tradiciones y reflexiones
que contribuyan a una lectura original de un asunto histricamente
abordado con liviandad por el marxismo, en particular en nuestra regin.
Adems de sus propios escritos al respecto, pueden mencionarse dos
Cuadernos, el 95 y 96, publicados en 1982 y 1986, respectivamente. El
primero, Lo Poltico y las transformaciones, de Giacomo Marramao
(1982)en este caso tambin traducido, en trminos literales, por el propio
Aric, apunta a renovar la discusin sobre la teora poltica del
marxismo. La Advertencia, esta vez firmada porPasado y Presente, pero
en la que se adivina el ncleo de las preocupaciones de Aric, remarca la
bsqueda de las respuestas posibles al problema de la relacinan
percibida desde una perspectiva mecanicistaentre crtica de la economa
poltica y crtica de la poltica. Por su parte, El concepto socialista de
Nacin, escrito por Leopoldo Mrmora (1986) apunta a revisar
crticamente el derrotero del problema de la Nacin y el Estado en Marx y
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el marxismo en general11. Mrmora remarca que, en su afn de desmitificar
la soberana del Prncipe, Marx termin por reducir el Estado a una
variable dependiente de la sociedad civil. En tanto Estado nacional, el
concepto de Nacin corre una suerte similar, al menos hasta la dcada de
1860: la teora del estado nacional queda reducida a una simple teora dela sociedad civil, y la nacin y el estado quedan ligados a burguesa en
relacin de dependencia absoluta (Mrmora 1986: 11).
Esta indagacin sobre la Nacin tiene como fondo la preocupacin
por comprender formaciones sociales donde el Estado tuvo una vital
importancia desde su conformacin, como en el caso latinoamericano,
cuestin que ser atendida en los textos escritos por Aric. Un importante
hito de esta problematizacin es la indagacin de nuestro autor acerca del
desencuentro entre Marx y Amrica Latina. A partir de all, volver enreiteradas ocasiones a las preguntas sobre la configuracin particular de las
sociedades latinoamericanas a partir de los procesos de independencia y las
dificultades que ella conllev para la ptica de Marx, as como de buena
parte del marxismo. Las hiptesis ms interesantes de Aric (1982 y 1983)
respecto de la conflictiva relacin entre Marx y Amrica Latina aparecen
justamente ligadas con lo que podramos considerar como groseros
problemas de traduccin del propio Marx a la hora de atender la regin.
Las equvocas referencias de Marx a Amrica Latinaconsiderandoel alto grado de movilizacin y conflicto all presente que bien podran
haber suscitado su atencin de manera rigurosa- se asientan, segn Aric,
en la relacin de ste con Hegel, en un doble sentido. Por un lado, Marx
pareciera adscribir a la idea hegeliana de pueblos sin historia,
inscribiendo a Amrica Latina en esa enorme coleccin de pueblos pasivos
11 Cabe aqu sealar que estas preocupaciones se insertan dentro de unclima general signado por el exilio y los primeros momentos de la transicin a lademocracia. No profundizaremos aqu en esta cuestin, pero es importante
remarcar que, en ese contexto, buena parte de la intelectualidad de izquierdacomienza a cuestionarse su antiguo desdn por la democracia formal y la cuestinde la poltica en general, revisando la relacin entre socialismo y democracia. Unaparte sustantiva de ese debate comienza, para los exiliados argentinos, en el marcode la revista Controversia, editada en Mxico entre 1979 y 1981. All, Aric (1980),entre otros, sealar la necesidad de no reificar una idea productivista desocialismo, lo que implica disociar el proceso de transicin respecto de lademocratizacin poltica de la sociedad, confindolo, meramente, a la cuestin dela socializacin de los medios de produccin.
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sin iniciativa histrica12. Por el otro, el juvenil ajuste de cuentas con su
maestro produjo en su produccin posterior un sesgo terico que
desconoce la capacidad del Estado de contribuir a fundar o producir la
sociedad civil, lo que constituye, para Aric, prcticamente el hecho
caracterstico de las formaciones sociales latinoamericanas. De hecho,nuestro autor es consciente de la dificultad de pensar como unidad a
Amrica Latina, en funcin de la dificultad de ubicar a la misma entre las
metrpolis y los pases coloniales. En tal sentido, justamente es la
productividad de la esfera estatal la que permite construirla en tanto objeto
de conocimiento (Aric 1999).
De modo que es el propio Marx el que incurre aqu en el problema
que el concepto de traduccin busca evitar. Aric indaga en las razones
polticas que enceguecieron a Marx y recortaron su mirada a la hora deatender la realidad latinoamericana, todas ellas ligadas con la realidad
francesa de su tiempo. Su fuerte nocin de Estado-parsito, que lo llev a
establecer las clebres metforas (Excrecencia parasitaria, boa
constrictor que tapona todos los poros de la sociedad, inmensa y abyecta
maquinaria de guerra del capital contra el trabajo) que aparecen en sus
textos sobre Francia, junto con su exacerbado bonapartismo, hicieron que
Marx viera en Amrica Latina una situacin poltica catica y sin la
presencia de fuerzas sociales vivas, acechada adems por el peligro de unBonaparte autctono en la figura de Bolvar13.
Aric, por su parte, resaltar el hecho de que en Amrica Latina el
proceso de constitucin de las naciones poco tiene que ver con el modelo
clsico europeo: la nacin no resultaba ser el devenir estado de una
nacionalidad irredenta son la construccin de una realidad indita (Aric
1982: 105). Los procesos latinoamericanos tienen como caracterstica el rol
12 En el mismo sentido puede interpretarse la publicacin del nmero 88de los Cuadernos, Friedrich Engels y el problema de los pueblos sin historia, deRomas Rosdolsky. No es descabellado suponer que la intencin de dichapublicacin es la de observar crticamente el comportamiento de los fundadores delsocialismo respecto de las formaciones sociales perifricas.
13 El Bolvar de Marx, quiz su peor texto, tiene como principal problemael hecho de no ser un trabajo marxista. En lugar de analizar el proceso social en elmarco del cual emerge la figura en cuestin, Marx opta por narrar las desventurasde un hroe caricaturizado.
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activo14del Estado, tanto en la produccin de las clases sociales como en la
idea misma de Nacin, todo lo cual contrasta enormemente con la visin de
Marx acerca de los procesos de nacionalizacin, para quien no puede
considerarse al Estado como centro productor de la sociedad, sino ms bien
como su excrecencia.El hecho de que sea Marx quien aventura estos desafortunados
anlisis le permite a Aric mayor radicalidad en su bsqueda heterodoxa,
ya que reafirma la prioridad de las relaidades nacionales por sobre la
pretensin de dogmatizar los conceptos. La traduccin supone siempre un
ejercicio de fino anlisis de la configuracin nacional especfica y eso
implica siempre un esfuerzo de lectura. Resta interrogar en el sentido de los
problemas aqu planteados, en un futuro trabajo, la particular relacin de
Aric con Gramsci, quien fuera el autor que, en sus propias palabras, loacompa toda su vida. Podramos aventurar que el peso del intelectual
sardo en la trayectoria intelectual de Aric radica en la incansable vocacin
de aqul por pensar la vitalidad y potencia crtica de lafilosofa de la praxis
a la luz de la realidad histrica que pretenda analizar y transformar.
14 Para desarrollar an ms esta cuestin, podemos acudir nuevamente aRen Zavaleta (1988b). Segn el autor boliviano, en Amrica Latina el Estado nopuede situarse vulgarmente en la superestructura. Antes, se trata de una activafuerza productiva, la precondicin para la produccin de una base econmicacapitalista. Dado que la Nacin no es, a diferencia de Europa, preexistente alEstado, tampoco aparece un mercado nacional como base para el nacimiento deste. De hecho, tanto el mercado como la Nacin (en trminos de pautas culturalescomunes) son, en tanto unidades, creaciones ex novo del Estado. Hasta laburguesa es prcticamente inexistente como tal en los momentos de conformacindel Estado nacional. En situaciones normales el Estado es producto de la Nacin,vale decir, del mercado nacional en constitucin. No son procesos exentos de
violencia (la violencia es, tal como escribi Engels, la partera de la nuevasociedad que brota de las entraas del viejo orden), pero tampoco son productosdirectos de ella. En el caso de muchos Estados latinoamericanos, no es este elproceso, pues no se trataba simplemente de abrir el camino a un proceso socialconflictivo sino ms bien de introducir determinadas condiciones externas aldesarrollo endgeno de las formaciones sociales latinoamericanas. De all laparticular productividad de lo estatal en las formaciones socialeslatinoamericanas.
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(In)conclusiones
Son muchos los textos escritos por Aric, as como las traducciones
y ediciones de su factura que han quedado fuera de este breve trabajo. En
todo caso, se trata aqu de una investigacin que est dando sus primeros
pasos y que tan slo pretenda ser presentada en sus principales ncleosproblemticos. Tanto el modo en que se concibe al proceso histrico, como
la nocin de Estado, Nacin y poltica que se establecen son cruciales para
definir qu tipo de marxismo se est planteando. Slo en la medida en que
se independice ambos problemas de todo tipo de lectura mecnica que
pretenda llevar a cabo una aplicacin, podr abrirse espacio para hablar
efectivamente de un marxismo latinoamericano que no ser, as, calco ni
copia, como dira Maritegui. Se trata, sin embargo, de problemas
sumamente complejos que requieren slidos y denodados esfuerzos deinvestigacin15.
Frente a un marxismo que en el siglo XX fue predominantemente
positivista en su idea de historia y mecanicista en su apreciacin de la
poltica, no slo Aric es un autor a rescatar para discutir con dichas
interpretaciones. Es Amrica Latina misma, en su riqueza y
heterogeneidad, la condicin de posibilidad de un marxismo renovado que
trate estos y tantos otros problemas de manera original. Adscribimos a
aquella sentencia sartreana segn la cual el marxismo es el horizonteinsuperable de nuestra poca, por cuanto todava hoy constituye sin dudas
el ms grande proyecto de crtica de la sociedad capitalista. Sin embargo, la
principal enseanza de la obra de Aric es que eso no puede pensarse si no
es a condicin de confrontar al marxismo de manera permanente y rigurosa
con todas las corrientes de pensamiento de su poca y con cada realidad
singular en la que se pretenda pensar la emancipacin.
15
Cabe sealar aqu cierto resurgimiento de las preocupaciones por elmarxismo latinoamericano, muchas de ellas sealadas en el ya citado trabajo deAcha y DAntonio (2010). Estos autores sealan, adems, el hecho de que son losprocesos polticos contemporneos en la regin los que actualizan el problema delsocialismo para Amrica Latina y reclaman una reflexin original al respecto. Todolo cual reafirma, en consonancia con nuestra recuperacin de la figura de JosAric, la actualidad de pensar la tarea de construccin del marxismolatinoamericano no como un mero problema de saberes acadmicos, sino comouna forma de intervencin poltica.
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Quiz en ese camino puede leerse la trayectoria intelectual de uno
de los personajes ms salientes del pensamiento crtico latinoamericano de
la segunda mitad del siglo XX. De modo que, aunque todava
inmerecidamentedesplazado del centro de atencin terico-poltica que
merece, queda mucho por decir para dar cuenta de los aportes de PanchoAric a la construccin de un marxismo latinoamericano.
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