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ánimo ante la persPectiva de tenerque volverse con la mayor parte delfruto sin vender.

El pregón;contagiada su humil­dad con la tristeza del pregonero, sehabía ido convirtiendo en un la­mento «a8oleao. que no incitaba a ladegustación del bondadoso fruto. Yaen calleAtarazanas, unos marchan­tes sentados ante un velador, en lapuerta de un cafetín frente al mer­cado, le hacen señas para que seacerque. Juanillo les ofrece su mer­cancía sin mucho convencimiento,dudando de que después de tomarcafé y copa aquellos señores quisie­ran moras. Más bien tendrían ganasde guasa y cOlwersación.

PREGON

No iba muy descaminado nues­tro rapazuelo. Sólo querían oír ellastimoso pregón, triste caricaturade aquel alegre y esperanzador conel que había iniciado el periplo. Nobien hubo tenninado Juanillo sucopla, cuyos ecos dejaron traslucirtoda la fatiguita generada duranteel día, se levanta el más -mauro» dela reunión y dándole un desaforadopatadón a la cestilla, que descansa­ba en el suelo, desparrama olor,sabor y color por la acera, ante laestupefacción del pregonero queno sale de su asombro.

Esa noche tampoco pudo dor­mir. Los señoritos eran unos -afi­sionaosl. Lb engatusaron con lapromesa de un buen regalo y cuan­do quiso darse cuenta estaba en uncoche de tiro, camino de Las Terra­zas, la conocida venta de CiudadJardín.

Allí lo hicieron cantar y no habíatenninado la primera copla cuandotodos los que estaban en la venta searremolinaron a su entorno. Cadavez que llegaba alguien importantetenía que iniciar el repertorio. Des­pués de dos horas cantando, entreaplausos y piropos, lo dejaron ircon mil peset2,s, una pequeña for­tuna ganada apenas sin esfuerzo.

Lo emplazaron para .otro día y asífue entrando en el mundillo fla­menco. Aprendiendo de los cantao­res que recorrían las ventas de Má­laga de pIincipios de siglo, era cadavez más conocido de la afición yraraera la reilnión de cabales en la queno estuviera presente. El café deChinitas lo reclama, obteníendo unéxito clamoroso. Era el principio deuna vida dedicada al cant.e.

Imagen típicade el Niñode las Moras,·pregonando consu cestillo de frutas;el dibujo loha realizadoLuis Bono

Su pregonar, .,

causo sensacwn yno sólo por lajuventud de(voceador; de suscoplas sedesprendían en .cascada arcanos·melismasoientales

REVISTA·DEL DOMINGO. '3

,-.

en cascadaarcanos melismas orien­tales, antiguos como susprrosy nue­vos cada vez que brotaban de su .garganta, que hacían detener elpaso de los afortunados transeúntesque se cruzaban en su carÍtino. Elpoeta del.modernismol, de la .raza,.y del cmalagueñismo» también que­daría prendado del Carisma del pa- .leño, retratándolo en su canto uAMálaga,.: .y lejos, Gomo un eco quebando gira! yarrulla de sus siestaslas largas horas! se oyó una vozcantando como una lira:! ¡A lasmoras mailras, moritas moras!•.Poema que la voz sin fronteras delos vates malagueños; Pepe Gonzá­lez Marín, se encargaría de difundirpor los escenarios de todo el mun­do.

Unos años después, ese día quelas -mujeres guapas y hermosas»,.como si se hubiesen puesto deacuerdo, no comparecen a la ruti­naria cita con el desharrapado ven­dedor de dulces ilusiones, nos en­contramos a Juanillo deambulandopor el centro de la ciudad, sin ha­berse comido una rosca, cansadopor tan larga caminata y abatido el

.. ' ~ .

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«Yo me decía:Juan tú queapuntas bien alcante y tienesgüena voz, ¿porqué noprueb~ a,pregonacantando?»,apuntaba el Niñode las Moras

.•·«Elqueno

compraba, sólo. por oírme detenía

.. elpaso·. ·Empecé atomar fama por

:. las coplas y todo.. elinundo conocía

al Niño de lasMoras», decíaJuan Ternero

PR~GONERO .

SUR DOMINGO 27 DE FEBRERO DE 1994

diéndole a Juanillo que cantara unacoplilla. -Como es natural me arran­qué po~verdiales para agradar a mipatrón y no más que terininar vemosllegá a unos señores que se dirigen alamo diciéndole: Amigo, ¿cuánto valeel copo que van a sacar?,.

El cante 'de Juanico, 'con sieteaños, ya valía un .COpol. Aquellosverdiales tenían que estar bien ·«he­chosl para .que unos extraños seinteresaran por un cante que sabíamás a corazón que a experiencia. Lomáximo que se podía conseguir conaquella salida a primillo calculó elpatrón en mil pesetas. Aquellos .ca­bales» no_querían discutir. Soltaronmil quinientas pesetas. para que des­cansaran aquella tardeyse quedaroncon el .niño•. · ...

.Me llevaron a un ventorrillo queestaba junto a lil playa El ventorrillode MigUel "El Sardfua". Por el sitiodonde está el restorán Casa Pedro.Allí teman formado un buen "trajín".Cuatro· o.seis amigos rodeaban lasmesas conno pocas botellas de man­zanilla. Comencé a cantá y aquellosseñores me escuchaba.r\ más callaos '. .. .que en misa. Cada copla lilco~an. 'encajá,· síndars~. CUEmta,' en elcon olés ypiropos de toas clases. Por Camino Nuevo, :con·lacestilla alcierto, 10 que. más me· aplaudieron brazo sin estrenar, cuando un cu- '. ;'fueron unasmaIagueñas estilo Chao. rioso espectáculo,vino a sacarlo decónyotras abandolás deJUan Breva>.·· su abstracCión, haciéndole pensar

Con cuarenta duros en el bolsillo . en cmabiar la forma de ofrecer laregresó a su casa loco de contento. mercancía.En aquel puntO y hora comprendió ~... Subiendo despacio la cuestaque había nacido para el cante; Ya no vi que delante mía marchaba untendría que· estar a expensas de los carrillo tirao por un mal borrico,.elementos para ganarse. un efimero repleto hasta arriba de verduras.jornal, cuando tan fácilmente podía Sujetaba el ronzal un hombre en-conseguir mil veces más con su gar~ trao en años y traS el carro cami- el carromato y en un periquete logartta. El que la gente extraña alaba- naba perezosamente un chavea dejan limpio.ra suS aptitudes era sef.al de que como de siete u ocho· años. El·· .Sentao en una piedra pensé ungustaría. a todo el mundo. hoÍnbre no pregonaba y nadie se buen rato en lo que había visto.

Pero no fue tan fácil. Los señoritos acercaba a comprarle, pero llegan- Vendí· las moras como pude yde los cuarenta duros no voMeron. do cerca de la calle la Victoria, aquella noche me costó. trabajoPasaron los días y nadie se acercó al para el carromato y con güena voz, donnir. Dando güertas en la camaventorrillo en plan de juerga. Fue su cantando, se dirige al niño: "Anda pasé la noche y reinando .siemprepIimera desilusión. Desde ese mo- Zarapico::. anda! que ya es tar- en lo mismo: Yo me decía: Juan túmento fue otro. Ya no ponía tanto de..."» que apuntas bien al cante y tienesintei'és en las faenas que se le enca- .. Pero no queda .ahí la cosa. güena voz, ¿por qué no pruebas amendaban. Sin perder.las esperan- .Cómo si de un sainete se tratara, el pregoná cantando? .. Se me QCU-zas del todo, pero dispuesto a perder chavea contesta diligente con voz rrieron dos coplas que con el pa- .devistalapl$l,sebuscaótraocupa- lastimosa:«iAypapaíto!Yonopueo· sar del tiempo· repetí cientos deción.· andá! se m'ha roto la alpargata! y veces.'

m'he clavao un crist4». El padre de· Muy de mañana, sin apenas ha­la criatura le anima, cantando a berpegado OJO en toda la noche,todo pulmón con aire-de fandango: recorre el camino del huerto don­.Haz un esfuerzo! que ya es tar- de le cambiarían la extinta canas­dE!,! y en la calle de Mánnoles! tilla por una repleta de fruto, reco­unas nuevas te voya. comprá». gido la tarde anterior y colocado,

Juanillo, testigo. circunstancial como siempré, porexpertasma­de tan inusitada representación· nos fameninas en superpuestos le-callejera escuchaba cembobaol la . chos de verdes. hojas. .

.escena sin llegar a entender deltodo .el motivo de tan lastimera COPLASparodia, fuera de lugar por la ine- Rimoso, pensativo, manejando.xistenciade clientela, hasta que ve difíciles vocablos que no queríanllegar, por todas partes, presuro- disponerse en orden coplero, Juani­sas mujeres que se arraciman ante 110 va por todo el camino ensayando

por -bajini•. Cuando llega al Limo­nar se desea suertey lanza la prime~ra copla: .Asomarse a los barcones!

. mUJereS· guapas·yhennosas! y ve­réis vendé las moras.! ¡¡Moras,maUrttas... las moras!!I.·

Más adelante, ya entrando en elCamino Nuevo, lanza su segundopregón: «Al moral me voy,! del mo­ral me vengo,! al amo las compro,!por las calles las vendo.! .¡¡Moras,mauIitas... las moras!!•.

cEn un santiamén vendí las mo­ras. 'Mi canto era por malagúeñasasoleás. El que no compraba, sóloporoínne detenía el paso. Empecé atomar fama pOr las coplas y todo elmundo conocía en Málaga. al Niñode las Moras.» .

Su pregonar causó sensación yno sólo por la juventud del vocea­dor. De sus coplas se desprendían

c... Me dediqué a vender moras.Con un canastillo salía de mi casay andando, andando llegaba hastala calle. de la Victoria, subiendo·por ~l Camino Nuevo~ venia vo~cear... ¡¡Moras, mauritas... las mo-ras!! .

. Llegaba a mi casa con los piesestrozaítos, ronco y algunos díassin haber ·lograM"vender todo elgénerol:

Toda su vida estaría marcadapor. el eStigma de las .mauras».Niño de las"Moras fue su nombreartístico; del que se sentía orgullo­so, alternando laventa ambulante, .prim~io,en su etapa deja,begote, ydespués cen es¡¡,varaílla del año enque el arte flamenco tiene· sus díasde Perros•.

No era fácil vender las moraS,no. Algunas veces se. desespera· alvolver a su caSa sin agotarla mer- .canda, después de toda uIlajorna-

. da pateando la calle, voceando laexcelencia del jugoso fruto' con los ..pies destrozados de tanto caminar..El abatimiento lo embarga confre­cuencia, pero tiene que llevar acasa un jornal y saca fuerzas deflaq1,leza. . .. Uno de esos días de profundoabatimiento, con el ánimo por lossuelos, Juanillo sale de su casa

.. pensando en sus tribulaciones y se

Málaga antigua

su casa .la tralla que su padreutiliió cuando "liño y de la que seapropió. Estaba la bandolera con­feccionada con una tira de alfom­bra vieja en el que todavía se podíaver un difuso dibujo floral. Huboque cambiarle el cabo y el cueroque lo remataba así como la cor­cha, pero quedó bastante cómodapara su estatura y se creyó unhombre tirando del copo.

«Espabilao».como nmguno, .preguntón yndicho, el Niñode las Moras esun persondjilloque se mete entodas partes ydetodo quiere saber

Juanillo también pone una notade alegría en el rebalaje. A sugarganta de ruiseñor se le acoplanlos trinos enronquecidos de losjabegotes mientras reparan las re­des o efectúan labores de conser­vación del aparejo. Se cuela en.fiestas familiares, en ventorrillos ytabernas, y se le pegan al oído loscantes playeros yesos otros que seponen de moda en los cafés decante, de largos tercios y que nosilVen para bailarlos las mozas,por estar arreglados de fonna quesea el cantaor y sólo el cantaor elrey de la fiesta. Pero esta es laparte alegre de la copla. Juanillotiene que trabajar duro, como todasu familia, pasando frío y necesi­dades desde su más tierna infan­cia.

Así las cosas, no es de extrañarque las cualidades de Juanillopara el cante t'ueran traspasandosu propio ambiente. La primeravez que esto ocurre fue cierto día,repetición de tantos otros en queel orgulloso levante le había gana­do la baza al ardiente terral, altercer intento, como suele acaecerdesde el prinCipio de los tiempos.Habiéndose tenido que varar lasbarcas, con la ayuda del torn<;l,fuera del alcance del codiciosooleaje, lejos estaba Juanillo depensar que perdería su vocaciónmarinera a consecuencia del in­flujo crematíf~ico de cuarenta du­ros, ganados tan fácilmente que

.no podía cre¿rselo.El patrón, intuyendo que a la

caída de la tarde podía amainar eltemporal y se podría calar a prima,temeroso de q'le se le desmandarael personal, que ya había hechovarios viajes al ventorrillo de Mi­guel .El Sardinal, donde unos se­ñoritos estaban de comilona, se leocurre entretener la espera pi-

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• •lnltas

de popa, donde se coloca cOIl .mimo para que no se enrede a láhora de largarlos al agua, lo queretrasaría la faena.

Todo preparado para la cala,creyéndose un hombre, era unomás para empujar la barquilla mar·adentro, hasta que dejaba de tocarfondo, retrocediendo, cuando elagua llegaba a sus pantorrillas,para verla deslizarse silenciosapor las oscuras aguas de la madru­gada, rumbo al caladero, con unapenas perceptible chapoteo delos remos.

Con el amocael quedaba al cui­dado del chicote, cabo de beta quequedaba en tierra, ayudándole a.endujar. las betas con sumo cui­dado, hasta el día que encontró en

den cuando llega a su casa felizpor el regalo. Sin apenas darse

.cuenta se encuentra ayudando enlas tareas más sencillas y que re­quieren poca fuerza física.

Un Oía está presente mientraslos patrones sortean los puestospara faenar con una mugrientabaraja de cartas. Otros le suben ala pesadajábega oa la más moder­na barquilla, antes aún de quitarlelos calzos para deslizarla hasta elrebalaje, pasefilo que se repite conasiduidad, como rito candoroso desuperstición, por considerarseque Juanillo .trae suerte.. .

Asiste, arrimado al patrón, cu­rioso y expectante, al trabajo siste­mático de acomodar el arte en labodeg¡¡" entre el buchín yel banco

aaea

dos los jóvenes de condición hu­milde y en la que muchos fracasa­nan.

EUGENIO CHICANO

Dibujo de el Niño de las Moras, realizado con motivo del homenaje que se le brindó en 1967

.EN ~l REBALAJE

Juan, Juanillo, Juanico... desdesu máS tierna edad se nos muestraya como una criatura extrovertida:.«Espabilao. como ninguno, pre­guntón y redicho, es un personaji­·llo que se mete en todas partesydetodo quiere saber. Todos son susamigos y él es amigo de todos.

Apenas se tiene en pie y yaretoza entre las piernas de loscurtidos marengos, de los queconsigue la mayor de las veces unpiropo b unas pal¡¡.bras amables;otras, cuando el día se ha dadobueno, unas monedas que se pier-

De Re

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H. ZURITA

Málaga antigua··

Tres estampas románticas de laMálaga de finales de siglo, obselVa­das por propios y extraños con

· marcada benevolencia, donde sor­prende que se contemplen sólocomo anécdotaS pintorescas, sinahondarse en el documento huma­no que comportan los esfuerzos delos jabegotes tirando de la tralla unfrío amanecer, el desamparo de losf~élicos vendedores del subdesa­rrollo, o las .duquelasl de aquellosartistas flamencos que sufren can­tando las penas de otros.

Su meta era el café de Chinitas ya él llegaría el Niño de las Moras ..

.desde el rebalaje· paleño, dejando·en el caminó los mejores años de.

· su vida. Su espíritu, influenciadodesde su más tierna. edad por elcante de los jabegotes, quedaríamarcado para siempre con el estig­ma del flamenquismo dela época.Su faceta de pregonero le valdríasu nombre artístico y elreconoci-.miento a su creatividad por esepregón .asoleáo., vivo piropo a la .mujer malagueña, que repetiría in­cansablemente hasta el final desus·días, y que le llevaría por loscaminos del cante, opción válidapara salir. de la marginación yelsubdesarrollo a que estaban aboca-

El mar, los pregones y el cante marcaron la vida del paleño el Niño de las Moras

Juan Ternero Rodríguez na­ció para la historia de laMálaga «marinera», «pre­gonera» y «cantaora»~en el·número 11 del empinado ca­llejón del Altillo, de la mala­gueña barriada de El Palo,cierto día del año 1886. Susapellidos; embrujados ácaso.por la trilogía romántica de

·sufolclorismo, se desdibujancomo fantasmas al amane­cer: «Rodríguez Mingoran­ce» lo nombra García-He­rrera; «Ternero Mingoran:'ce» reza ensu monumento enlaplazolita .de .. El .Palo; .«Ternero Rodríguez» se ma­nifiesta en su partida de· de­función. Parece sobrenatu­ral. tan marcado confusionis­mo literario al denominar·sus apellidos, peto tambiénes· sobrecogedor que en unamisma persona se manifies­ten tres facetas primordia­les, exaltadaspor los poetas:el mar, el pregón callejero yel cante.

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