José María Cuadrat
El
Climade Aragón
Equipo
Dirección:
Guillermo Fatás y Manuel Silva
Coordinación:
Mª Sancho Menjón
Redacción:
Álvaro Capalvo, Mª Sancho Menjón, Ricardo Centellas
Publicación nº 80-13 de la
Caja de Ahorros de la Inmaculada de Aragón
© del texto: José María Cuadrat
© de las ilustraciones: J. M. Cuadrat, S. Cabello, G. Mestre, M. SánchezFabre, Oficina de Planificación Hidrológica de la C.H.E. y Archivo Borobio
I.S.B.N.: 84-88305-72-9Depósito Legal: Z. 262-99
Diseño: VERSUS Estudio Gráfico
Impresión: Edelvives Talleres GráficosCertificados ISO 9002
Introducción 5
LA ORIGINALIDAD DEL CLIMA ARAGONÉS 7
LOS FACTORES QUE DETERMINAN EL CLIMA REGIONAL 10
La dinámica atmosférica regional 10
El papel fundamental de los factores geográficos 15
LOS ELEMENTOS DEL CLIMA 20
Las precipitaciones 20
La temperatura del aire 44
Evapotranspiración y balance de humedad 61
Los vientos 66
Radiación solar, insolación y nubosidad 74
EL MOSAICO DE CLIMAS 83
Clima del sector central de la Depresión del Ebro 83
Clima de transición de los somontanos 85
Clima de montaña de los Pirineos y CordilleraIbérica 89
TENDENCIAS Y MODIFICACIONES CLIMÁTICAS 93
TABLAS ESTADÍSTICAS 101
Bibliografía 111
Í N D I C E
A Andrea, mi madre
Los estudios climáticos resultan siempre prolijos y com-plicados por la multitud de fenómenos meteorológi-cos que hay que analizar y las circunstancias que
tener en cuenta para explicarlos; pero su interés es tangrande, y sus consecuencias son tan palpables, que su ter-minología es cada vez más del dominio público.
Este texto pretende ofrecer un resumen, lo más claroposible, sobre el clima aragonés. Con este objetivo, se vana exponer de forma breve los factores que determinan elclima y las características de sus principales elementos, enparticular precipitaciones y temperaturas, lo que servirá debase para realizar la división climática regional. Asimismo,y dada la atención general que despierta, se comentará enel último capítulo el estado actual del cambio climático enAragón. Todo ello irá acompañado de diferentes figuraspara facilitar la comprensión de lo explicado.
Nuestro deseo es que este libro pueda satisfacer la curio-sidad del mayor número posible de personas acerca dealgo que, como el clima, forma parte permanentemente desu medio ambiente.
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Aragón se incluye dentro del ámbito del clima medi-terráneo continentalizado, con inviernos fríos yveranos calurosos y secos. Sin embargo, las carac-
terísticas orográficas del territorio alteran los valores pro-pios de este tipo de clima e imponen una variada gama deambientes climáticos, que van desde la extrema aridez de las tierras centrales del Ebro hasta las nieves permanen-tes de las cumbres más elevadas del Pirineo, pasando porla amplia sucesión de matices intermedios que producen laaltitud, la orientación o la compartimentación del relieve.En absoluto, pues, puede pensarse en Aragón como unespacio climático homogéneo; por el contrario, la variedady los contrastes son su nota dominante, porque tan arago-nesas son las secas estepas que rodean Zaragoza como losglaciares de los macizos de la Maladeta y el Aneto.
La naturaleza y la originalidad de este rico mosaico sonfruto de la conjunción, por una parte, de factores atmosfé-ricos y geográficos comunes al conjunto de la PenínsulaIbérica y, por otra, de circunstancias intrínsecas a la región.En principio, el clima en Aragón depende de la dinámicaatmosférica regional y de la interferencia de rasgos oceáni-
LA ORIGINALIDAD DEL CLIMAARAGONÉS
cos y mediterráneos, pero sus aspectos más sobresalientesse relacionan, sobre todo, con su posición interior dentrode la Península Ibérica, las acusadas diferencias de relieveentre la montaña y el llano y su especial configuracióntopográfica.
En efecto, el hecho de que la Comunidad esté situadaen el centro de la Depresión del Ebro, formando una cube-ta encerrada entre dos altas zonas montañosas —el Pirineoal Norte y el Sistema Ibérico al Sur—, provoca sobre lasprecipitaciones un claro efecto de “sombra pluviométrica”,por el que las perturbaciones atmosféricas descargan lamayor parte de sus lluvias en las barreras montañosas mar-ginales y llegan prácticamente extenuadas al interior de laregión. Esta misma disposición de cubeta cerrada determi-na la continentalidad de sus temperaturas y los fuertes con-trastes en su régimen anual. El viento es, particularmente,un efecto orográfico; los diferentes flujos de aire de cual-quier procedencia se encajan con facilidad en el corredorabierto en el Valle del Ebro, entre las dos alineacionesmontañosas, y adquieren dos claras componentes: el cier-zo, la Oeste-Noroeste y el bochorno, la Este-Sureste.
El conjunto de estas circunstancias explica los caracteresesenciales del clima. En primer lugar, la aridez, condicio-nante habitual de la actividad agraria regional, que se refle-ja claramente en el paisaje de las tierras centrales del Ebro.En segundo, la irregularidad de las lluvias, característica
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propia del dominio mediterráneo, por la que a años muysecos pueden suceder otros lluviosos que anulan toda sig-nificación real a los valores medios anuales. En tercerlugar, como consecuencia del alto grado de continentali-dad del país, los contrastes térmicos extremados entre uninvierno frío y severo y un verano muy cálido y prolonga-do. Y, por último, la intensidad y frecuencia del vientodominante, el cierzo, seco, frío en invierno y fresco enverano, que discurre paralelo al eje del río Ebro.
En las páginas siguientes, se exponen las influencias delos factores explicativos generales, los principales valoresalcanzados por los elementos del clima y el mosaico climá-tico final, con el objeto de presentar estructuradamente losrasgos climáticos de Aragón y, a la vez, los ricos matices desu diversidad.
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Por factores del clima se entiende el conjunto demecanismos e influencias que determinan las condi-ciones climáticas de un lugar. En el caso concreto de
la comunidad aragonesa, el clima es consecuencia de lainteracción de dos series de factores que actúan a distintaescala: la dinámica atmosférica propia de las latitudesmedias y la influencia que sobre ella ejerce un dispositivoorográfico en forma de cubeta, con relieves vigorosos enlos extremos y un amplio sector deprimido en su interior.Estos dos aspectos son los que detallamos a continuación.
LA DINÁMICA ATMOSFÉRICA REGIONAL
Por su latitud, Aragón se encuentra en el límite meridio-nal del dominio templado de la circulación de vientos delOeste, en contacto con la zona de altas presiones subtropi-cales. Este límite entre el cinturón templado y el tropicalexperimenta un movimiento pendular a lo largo del año,de tal modo que en invierno desciende hacia el Sur, avan-zando hacia el interior de la región, y en verano se despla-za nuevamente hacia el Norte, alejándose de las latitudesaragonesas.
LOS FACTORES QUE DETERMINANEL CLIMA REGIONAL
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Por ello, la Comunidad está gobernada durante buenaparte del año por los mecanismos propios del área templa-da, como son la presencia de masas de aire polar y las típi-cas borrascas atlánticas con sus frentes asociados; mientrasque, a medida que se aproximan los meses estivales, seaprecia una disminución de esta influencia, con el progre-sivo dominio de las masas de aire cálido y de las célulasanticiclónicas de las regiones subtropicales, más concreta-mente del ya popular anticiclón de las Azores.
Dada la naturaleza cambiante del tiempo, no es posibleconfigurar unas características generales de la circulaciónpara todo el año; pero un modelo simplificado de las mis-mas, de acuerdo con las condiciones geográficas y meteo-rológicas de Aragón, podría reducirse a dos grandes siste-mas bien diferenciados. El primero es el propio de laestación fría, dominante desde octubre a mayo: el territorioqueda afectado por la dinámica circulatoria del área tem-plada, con dominio de los vientos del Oeste, flujos demasas de aire húmedo a baja temperatura y familias deborrascas del frente polar portadoras de lluvias.
El segundo es característico de los meses cálidos, enespecial julio y agosto, cuando el dominio correspondeclaramente al anticiclón de las Azores: en este periodo, elsistema de vientos del Oeste se retira hacia el Norte, mien-tras las altas presiones subtropicales ocupan buena partedel suroeste europeo. Estas altas presiones impiden el des-
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plazamiento hacia la Península Ibérica de las borrascasatlánticas, que siguen ahora trayectorias septentrionalesrespecto de Aragón. Así se explican la estabilidad atmosfé-rica, el mínimo de precipitaciones y de nubosidad y el nor-mal mantenimiento del buen tiempo durante el verano.
Por último, los periodos de transición que constituyen laprimavera y el otoño están afectados por ambos sistemasde circulación, con alternancia de uno y otro, lo que pro-voca un tiempo generalmente revuelto y difícil de predecir.
Desde octubre a mayo domina la circulación del Oeste, y las borrascas atlánticascon sus frentes asociados llegan con más frecuencia a la región, como muestra esta
imagen del satélite Meteosat del 11 de mayo de 1998
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Ello explica que el tiempo primaveral, sobre todo, sea tancambiante y complejo.
Como puede suponerse, este sencillo esquema sufremúltiples combinaciones que dan origen a una gran varie-dad estacional, de manera que de un año a otro se puedensuceder un invierno lluvioso y otro seco, un verano ardien-te y tormentoso y otro más fresco y seco, etc. De estemodo, aunque la circulación templada sobre la región ara-gonesa —singularizada por los vientos del Oeste— es más
En verano el dominio del anticiclón subtropical de las Azores es absoluto en la Penín-sula Ibérica. Las borrascas se desplazan hacia altas latitudes y el ambiente seco y solea-do es general en Aragón y en España. Imagen del satélite NOAA del 6 de agosto de 1994
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propia de la prolongada estación invernal, puede afectar alterritorio en cualquier momento del año, con un mínimomuy claro entre junio y agosto. En sentido contrario, elavance de las altas presiones subtropicales sobre la Penín-sula, o incluso hacia latitudes superiores, tampoco esexclusivo del verano, aunque su mayor frecuencia se al-cance durante esta estación.
De igual modo, el predominio de los vientos del Oesteno solamente se interrumpe con el desplazamiento hacia elNorte de las altas presiones de las Azores, ya que tambiénes frecuente, en los meses invernales, la unión de estacélula anticiclónica con el anticiclón frío del continenteeuropeo, bloqueando entre ambos la penetración de lasborrascas y sus frentes. En estos casos, la persistente esta-bilidad atmosférica causa fuertes heladas, intensas nieblasy total ausencia de precipitaciones durante muchos días.
De todo lo dicho se puede extraer que en el territorioaragonés, al igual que, en cierto modo, ocurre en buenaparte del espacio peninsular español, se registra —sobretodo, en verano y, en menor medida, en invierno— la pre-sencia de anticiclones cálidos subtropicales y de otros fríosde origen continental que tienden a crear un tiempo esta-ble; en cambio, durante la primavera y el otoño encuen-tran un camino de penetración más fácil las borrascas delfrente polar, que son las responsables del tiempo más ines-table y lluvioso de estas dos estaciones.
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EL PAPEL FUNDAMENTAL DE LOS FACTORES GEOGRÁFICOS
La dinámica atmosférica comentada es la misma queregula el clima del conjunto de la Península, salvo algunasparticularidades, pero sus mecanismos se modifican pode-rosamente por los factores propios del territorio aragonés,dando lugar a un comportamiento distinto del de otraszonas españolas. De entre estos factores, los más impor-tantes son, sin duda, la continentalidad y la configuracióntopográfica.
La continentalidad
La situación de Aragón en el interior del Valle del Ebro,cerrado al mar y soldado a la compacta y alta Meseta caste-llana, es el principal obstáculo para recibir de forma directala influencia marítima, de tal manera que ésta siempre apa-rece modificada por la acción continental que ejerce laPenínsula Ibérica.
En efecto, las masas de aire procedentes del OcéanoAtlántico, que son la gran mayoría, llegan a Aragón des-pués de haber atravesado la Península y haber sufrido intensos procesos de desnaturalización (progresivo en-friamiento durante el invierno y caldeamiento en el vera-no), lo que acentúa sus ya de por sí extremados valorestérmicos. De igual manera, los frentes atmosféricos porta-
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dores de lluvias, tanto los noratlánticos como los quepenetran por el Golfo de Cádiz, se debilitan pluviométrica-mente al llegar a la Depresión del Ebro, provocando preci-pitaciones menos voluminosas; o, incluso, llegan exentoscompletamente de precipitación, limitándose tan sólo acubrir de nubes el cielo. Por su parte, las masas de airemediterráneas, así como las borrascas generadoras de llu-via del Golfo de León o de las Baleares, tienen, salvo encontadas ocasiones, una influencia muy débil a causa de lanormal dirección de Oeste a Este de la circulación generalatmosférica, incidiendo también en la baja cuantía de lasprecipitaciones.
La configuración topográfica
A las circunstancias señaladas une Aragón las de su pro-pio relieve: una gran depresión ceñida por dos altas zonasmontañosas que modifican los caracteres de la circulaciónatmosférica regional. Como ya se ha dicho, tanto el Pirineocomo el Sistema Ibérico actúan como verdaderas barrerasal avance de las perturbaciones atmosféricas, de tal modoque, por un proceso dinámico, se incrementan en esas cor-dilleras las precipitaciones; sin embargo, al descenderhacia el eje del Ebro, la subsidencia local del aire favorecela ruptura de los frentes y la disolución de los sistemasnubosos —con el consiguiente descenso de las lluvias—, ala vez que los vientos se vuelven cálidos y secos por unclaro “efecto Foehn” [el aire dirigido contra una montaña
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P I R I N E O S
D E P R E S I Ó N D E L E B R O
Sª deAlbarracín
Sª deAlcubierre
Sª deJavalambre
Sª de Gúdar
Sª delMoncayo
Sª de Guara
Sª de S. Juande la Peña
R. Jalón R
. C
inca R
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R . Ebro
<200 600 1000 2000
Alt i tud en metros
MAPA HIPSOMÉTRICO
1500
R. J i loca
600
1000
2000
200
600
1000
200
1500
S I S T E M A I B É R I C O
Z
T
H
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se enfría y condensa su humedad al ascender, y se calientay evapora el agua al descender por la ladera de sotavento].
La acción de pantalla que ejercen las montañas periféri-cas es particularmente eficaz al paso de los frentes fríosprocedentes del Cantábrico: con frecuencia, podemosobservar cómo las perturbaciones de este tipo provocanintensas lluvias en la cordillera pirenaica y en la divisoriacantábrica, que son ya inferiores cuando atraviesan Nava-rra y La Rioja, y cada vez más débiles o nulas en el centrode la Depresión, donde luce el sol o donde el cielo, comomáximo, aparece cubierto de cúmulos aislados.
Esta impronta topográfica se deja sentir, asimismo, enlas temperaturas: el aire, tanto frío como cálido, en situa-ciones de tipo anticiclónico se estanca en el fondo de lacubeta, agravando los efectos térmicos de cada estación.En verano, el calentamiento del aire en el interior de laDepresión eleva considerablemente las temperaturas y pro-voca tormentas locales, que pueden ocasionar fuertes chu-bascos cuando en altas capas de la atmósfera coincidencon el paso de una vaguada fría o con situaciones de “gotafría” (masa aislada de aire frío); en invierno, el aire frío llega a permanecer estacionado semanas enteras, hasta lle-gar a originar una fuerte inversión térmica, subrayada mu-chas veces por intensas nieblas de irradiación (las provoca-das por el enfriamiento del aire en contacto con el suelomuy frío).
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En suma, los rasgos más sobresalientes del clima arago-nés surgen de las interferencias que sobre la circulaciónatmosférica introducen las circunstancias intrínsecas a laregión y, sobre todo, de las características de su propiatopografía. Como muy bien expresaba el geógrafo CasasTorres, «no se puede estar impunemente rodeado de mon-tañas y alejado del mar».
Los frentes atmosféricos procedentes del Noroeste pierden su humedad conforme setrasladan hacia la Depresión del Ebro; descargan su lluvia en la vertiente cantábricay apenas llueve en Aragón. Por el contrario, tras el paso del frente se instala en todo
el Valle el cierzo
VallesCantábricos
Regata delBidasoa
CuencasIntermedias
Depresióndel Ebro
Cinco Villas
Aire Cálidoy seco
Aire húmedoUrbasa- AndíaPerdón- Alaiz
Belate-Azpirotz
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Si los factores del clima constituyen aquellos mecanis-mos permanentes que controlan su comportamiento,los elementos que lo componen expresan sus propie-
dades. La temperatura, la precipitación, la humedad delaire, el viento, la nubosidad, etc. son algunos de los ele-mentos más significativos del clima, que conocemos gra-cias a las observaciones que de los mismos se realizan a lolargo del tiempo y el espacio. Todos ellos integran el com-plejo sistema que forma la atmósfera, y su combinación esla que define la naturaleza del clima.
Seguidamente se analizan los más importantes, en parti-cular la temperatura y la precipitación, así como la relaciónentre ambos, que se manifiesta en la evaporación y elbalance hídrico.
LAS PRECIPITACIONES
Pluviometría anual
La distribución espacial de las precipitaciones refleja,como puede verse en el mapa correspondiente, doshechos ya referidos: la dificultad de penetración de losfrentes atmosféricos y la dependencia constante de la topo-grafía. En efecto, las precipitaciones son muy débiles y su
LOS ELEMENTOS DEL CLIMA
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reparto dibuja claramente el relieve, formando círculosconcéntricos decrecientes desde las montañas fronterizashacia el centro de la Depresión. El promedio anual de llu-vias difícilmente alcanza los 400 mm en el interior de lacubeta del Ebro o en las depresiones del Jalón y Jiloca(Gallur, 350 mm; Alcañiz, 388 mm; Calatayud, 421 mm;Teruel, 382 mm), mientras que en una amplia franja delcentro-este de Aragón la sequedad es aún más extrema, alrecibir menos de 350 mm (Zaragoza, 314 mm; Fraga, 347mm; Caspe, 325 mm), lo que la convierte en una de lasregiones más áridas de España. De ella se ha dicho que«parece un enclave africano en tierras de Europa».
En los somontanos, y hacia los bordes montañosos, lacuantía de las lluvias aumenta, marcando la gradual transi-ción entre la sequedad del centro de Aragón y las más altasprecipitaciones de los relieves marginales; pero, aun en
Sª d
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udar
0 10 Km50403020Sur Norte
Tº C
2400
2000
1600
1200
800
400200
Río
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Río
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ALIAGA
2.800
2.400
2.000
1.600
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800
400
0
m
Perfil anual de las precipitaciones
CORTE PLUVIOMÉTRICO
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Precipitación media anual
1.800
1.700
1.400
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estos casos, los incrementos son siempre moderados,como prueban las cantidades de lluvia recogida en distin-tos observatorios: Uncastillo, 570 mm; Huesca, 587 mm;Borja, 430 mm; Andorra, 502 mm. Únicamente en el Piri-neo y en la Ibérica las precipitaciones alcanzan valoresimportantes. Aquí, la decisiva influencia del relieve, favore-cedor de las lluvias de inestabilidad y orográficas, y la me-jor exposición de estas áreas montañosas a los frentes llu-viosos crean un verdadero cinturón húmedo al norte y surde la región, con precipitaciones extensas y abundantes.Sin embargo, la situación interior del Sistema Ibérico y laposición central del Pirineo aragonés determinan su menoraptitud para recibir las perturbaciones atmosféricas, mante-niendo gradientes pluviométricos altitudinales modestos.
La cordillera Ibérica, muy compartimentada y de escasaaltitud, sólo se aproxima a los 1.000 mm de precipitaciónmedia anual en las vertientes más lluviosas del Moncayo ode Albarracín. En el Pirineo, por su localización más sep-tentrional y mayor altitud, se alcanzan registros en torno a1.800-2.000 mm, e incluso valores algo superiores en lasvertientes mejor expuestas; pero, en conjunto, a igual alti-tud las cantidades recogidas son inferiores a las de los Piri-neos vasco-navarros, a los Pirineos orientales o, sobretodo, a los Pirineos franceses, mucho más húmedos. Ellose refleja claramente en la vegetación, que tanto sorprendea quienes cruzan por primera vez de una a otra vertientepirenaica.
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Régimen pluviométrico estacional
Si el volumen de precipitaciones recogidas ya es, por sísolo, muy significativo, aún es más interesante conocer elritmo con que éstas se producen, es decir, su régimen: a laescasez pluviométrica de buena parte del territorio arago-nés se une un régimen francamente equinoccial, con doscortos periodos de lluvias en primavera y otoño, separadospor dos acentuados mínimos en verano e invierno.
El verano, al igual que ocurre en todo el ámbito medite-rráneo, es muy pobre en lluvias; en particular, en los mesesde julio y agosto los porcentajes que se recogen, con res-pecto al total anual, giran en torno al 10-15%. En esta épo-ca, el gobierno de las condiciones anticiclónicas supone eldominio generalizado de la baja pluviometría, interrumpi-da en ocasiones por la presencia de tormentas locales (aveces, de fuerte intensidad) que hacen menos acusado estemínimo respecto de otros periodos estacionales. Así ocurreen algunos valles interiores de la Ibérica, en la depresiónde Teruel y en los cursos superiores de los ríos Jiloca, Gua-dalope y Martín, donde las lluvias estivales, dada su ten-dencia continental, pueden proporcionar hasta una terceraparte de la precipitación del año.
La monotonía del verano se conserva en parte en sep-tiembre, por la frecuencia de situaciones anticiclónicas yde lluvias débiles; pero en octubre y noviembre las preci-pitaciones se generalizan y, con ellas, entramos en los
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Precipitación media de verano
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Precipitación media de otoño
475
450
400
350
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meses propiamente otoñales, de fuertes contrastes atmos-féricos. En este periodo, el progresivo repliegue hacia elSur del anticiclón de las Azores y las pulsaciones en el mis-mo sentido de la circulación atmosférica templada favore-cen la penetración de los temporales del Oeste, así comoel aumento de las precipitaciones. Además, estos mesescoinciden con la intensa actividad de las perturbacionesmediterráneas del Este y Sureste, que, en situaciones de“gota fría” en altura, pueden provocar torrenciales aguace-ros capaces de superar los 100 mm en menos de 24 horas,llegando a ocasionar inundaciones, fuertes crecidas de ríosy graves pérdidas, como las más recientes de los años 1984y 1991.
A finales de noviembre y en diciembre, las lluvias vandisminuyendo y entramos en otro periodo seco, sin dudatan intenso como el mínimo de verano, al que se debenaportes anuales inferiores al 25 e incluso al 20%. Enero y
PRIMAVERA VERANO OTOÑO INVIERNO
OBSERVATORIO TOTAL % TOTAL % TOTAL % TOTAL %
Zaragoza 194 30,1 163 20,1 192 29,3 165 20,7Huesca 167 28,5 116 19,7 173 29,5 131 22,3Teruel 109 28,5 124 32,5 195 24,9 154 14,1
PRECIPITACIÓN ESTACIONAL Y PORCENTAJES RESPECTO DEL TOTAL ANUAL. PERIODO 1961-1990
(Fuente: I.N.M.)
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febrero son los meses menos lluviosos, debido a la fre-cuente presencia sobre suelo peninsular del anticiclón cen-troeuropeo o de una dorsal de éste unida al anticiclón delas Azores: éste bloquea las borrascas atlánticas o dificultasu penetración, de modo que cuando llegan a Aragón secomportan como células muy poco activas. Únicamente enlas áreas de montaña más occidentales, como es el caso deAlbarracín, Moncayo, altos valles de Ansó, Hecho y Can-franc, por su altitud y mejor exposición, las lluvias deinvierno proporcionan hasta el 30% del total del año y seafirman como máximo estacional.
Marzo es un típico mes de transición y señala, con elincremento pluviométrico, el inicio de la formación delmáximo de primavera. El vértice más elevado se alcanzaen mayo, pues a las lluvias frontales propias de la estaciónse unen las primeras debidas a la inestabilidad convectiva,ligadas a la topografía local.
Suele ser éste un periodo de fuertes contrastes: alternande forma desordenada tiempos calmados y soleados conotros perturbados e inestables. Esto es consecuencia de lapropia indefinición del tiempo primaveral, con empujescontinuados del anticiclón de las Azores, por una parte, yel paso de frecuentes sistemas frontales, por otra.
Todavía en junio las lluvias pueden ser elevadas, cuan-do se retrasa el máximo de mayo, pero rápidamente des-cienden para caer en el prolongado periodo seco estival.
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Precipitación media de invierno
475
425
375375
475
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Precipitación media de primavera
400
400350
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La sequía como constante
La consideración hecha hasta ahora acerca de los valo-res medios no debe hacernos olvidar una constante propiade buena parte de España, a la que no escapa el clima deAragón: la extrema variabilidad de las lluvias y la presenciade dilatados periodos secos. Cualquiera que sea la estacióndel año, el número de meses con registros próximos a suvalor medio es una minoría, y las precipitaciones anualespresentan fluctuaciones tan grandes que la diferencia entrelos valores máximo y mínimo alcanzados es, a menudo,superior al valor medio. Así, la realidad es mucho más con-trastada y la situación pluviométrica, todavía menos favora-ble de lo que los promedios hacen suponer.
La variabilidad es alta en toda la región, pudiendo suce-der a años muy secos otros lluviosos y viceversa: de ahí laincierta y anormal presencia de años buenos y años malospara los secanos agrícolas, e incluso para el propio abaste-cimiento de agua, en muchos de los pueblos aragoneses.Ejemplos no faltan: Candanchú, en el Pirineo, registró tota-les anuales de 3.264 mm en 1960 y de 839 mm en 1965; enel eje del Ebro, Zaragoza alcanzó 657 mm en 1971 y tansólo 130 mm en 1949.
Tanto los datos actuales como las viejas crónicas confir-man siempre la existencia de precipitaciones muy irregula-res. Abundantes en ocasiones, temidas por su intensidad ypor las catastróficas inundaciones que han llegado a pro-
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vocar, pueden citarse las recientes de los años 1991 y 1993,o las históricas de 1461 (responsable, según parece, delcambio de curso del río Ebro frente a Zaragoza) y de 1643(que derribó una arcada del puente de Piedra, aconteci-miento inmortalizado en el cuadro Vista de Zaragoza, deVelázquez y Mazo). Pero, sobre todo, en las reseñas históri-cas se habla de prolongados periodos secos que han deja-do malos recuerdos, especialmente en el campo, porque,tal como demuestran los promedios de largas series esta-dísticas, la tónica dominante es la sequía y la excepciónson los años lluviosos con precipitaciones elevadas. Añosde señaladas ausencias de lluvia fueron los comprendidosentre 1749 y 1753, entre 1815 y 1817 o, también, 1850,1854 y 1882; ya en este siglo, fueron muy secos los años1913, 1918, 1924 y 1945; más recientemente, los años 1974,1975, 1978 a 1982 y, particularmente, el largo periodo de1991 a 1995, en el que se produjo un descenso alarmantede las reservas de agua en los embalses y se obtuvierondesastrosas cosechas.
Junto al descenso de las cantidades totales anuales deprecipitación, hay que señalar que la sequía es una cons-tante de cualquier momento del año en Aragón, aunque,evidentemente, las etapas secas más largas se presentan enverano y en invierno, coincidiendo con los mínimos plu-viométricos anuales. En esos periodos, las sequías puedenser especialmente intensas en el centro de la cubeta delEbro y en un amplio triángulo en la zona oriental entre
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Zaragoza, Fraga y Caspe. Pueden pasar más de dos mesessin que se registre precipitación alguna, o incluso lapsosde tiempo más largos, ocultos por la esporádica presen-cia de una débil precipitación: por ejemplo, en Zaragozasólo se contabilizaron, desde el 30 de junio hasta el 1 de diciembre de 1978, dos días de lluvia, con un total de 18,6 mm.
PERIODOS SECOS IGUALES A O MAYORES DE 50 DÍAS
EN ZARAGOZA, EN ESTE SIGLO
88 días, del 05/09/1978 al 01/12/1978
84 días, del 02/08/1985 al 24/10/1985
66 días, del 16/06/1909 al 20/08/1909
65 días, del 05/07/1906 al 07/09/1906
65 días, del 08/12/1931 al 10/02/1932
63 días, del 25/07/1964 al 25/09/1964
61 días, del 24/12/1943 al 22/02/1944
60 días, del 25/05/1994 al 23/07/1994
57 días, del 01/01/1988 al 29/03/1988
54 días, del 27/01/1938 al 21/03/1938
54 días, del 25/01/1945 al 23/05/1945
54 días, del 12/07/1954 al 03/09/1954
52 días, del 31/01/1990 al 24/03/1990
51 días, del 13/07/1919 al 01/09/1919
50 días, del 15/07/1937 al 02/09/1937
Estas largas sequías daban origen antaño, con frecuen-cia, a rogativas públicas ad petendam pluviam (“en peti-
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«A gran seca, gran remojada». Esta frase de Giménez Soler, escrita en 1922, reflejamuy bien la irregularidad de nuestro clima. Arriba: pantano de Mediano sin agua
tras la sequía de 1991, con el pueblo del mismo nombre al descubierto. Abajo: inundación del río Ebro en Cabañas, en diciembre de 1993.
(Fotos: Oficina de Planificación Hidrológica de la C.H.E.)
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ción de lluvia”), sacando en procesión las imágenes demás arraigada veneración por las calles de los pueblos yciudades, por campos y montes, implorando la necesarialluvia para los cultivos. Es muy venerada en estos casos laimagen de Nuestra Señora de los Bañales, de Uncastillo; elSanto Cristo de los Milagros, de Huesca; o el Santo Cristode la Seo, de Zaragoza. Se conocen rogativas a este últimodesde 1683; al parecer, fueron con frecuencia escuchadasy, en alguna ocasión, con generosidad, por lo que es posi-ble que se inspirase en ellas el autor de la letra de esta jotaque recoge el cancionero:
«Saquemos al Santo Cristopor ver si llovía, maña,y ahora hay que sacar la Virgenp’a que no caiga más agua.»
Las circunstancias comentadas explican la constantepreocupación del agricultor aragonés por la consecuciónde espacios regables, los únicos capaces de subsanar losefectos perjudiciales de las sequías, y la solicitud generalde una política hidráulica que aporte soluciones a la cre-ciente demanda de agua.
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LA SEQUÍA
Rogativas Ad petendam pluviam al Cristo de La Seo
«Para toda clase de necesidades ha encontrado consue-lo el devoto pueblo zaragozano en este portentoso y Divi-no Crucifixo, según las memorias que se conservan en elArchivo de la Seo; pero en las que más se ha señalado supatrocinio y favor singular, ha sido en las grandes sequíasy necesidades de lluvia, como las que se experimentaronen esta Ciudad y Reyno los años de 1703, y 1803, en quese le sacó de Rogativa […].»
«Año de 1703: experimentó esta Ciudad con más evi-dencia la protección especial de esta venerabilísima Efigie,en que por falta de agua se miraban agostados los cam-pos, sin esperanza aun de limitada cosecha, no solamenteen los términos de Zaragoza, sino también en todo el Rey-no de Aragón y fronteras de Castilla, temiéndose las con-secuencias que otras veces ha producido la hambre. Vien-do tan urgente necesidad, resolvió el Ilmo. Cabildo sacaren procesión general a esta milagrosa Imagen, y se ejecu-tó la tarde del 13 de mayo con asistencia del Excmo. Sr. D.Antonio Ibañes de la Riva Herrera, Arzobispo de Zaragoza[…].»
«Con este orden se encaminó la Procesión por la carre-ra larga del Coso hasta el Santo Templo del Pilar, dondeen la Santa Capilla de Nuestra Señora quedó el Soberano
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La nieve
Aunque los datos no son tan precisos como sería desea-ble, dada la falta de unidad en las observaciones, el con-junto de los mismos muestra el escalonamiento nival con la
Crucifijo hasta el día 28 de dicho mes por la tarde, nohabiéndose podido volver antes a su Casa por lacopiosa lluvia con que nos favoreció la piedadinmensa.»
Eusebio Ximénez, Racionero secretario del Templo de La Seo, 1816
El Santo Cristo en rogativa por las calles de Zaragoza durante la sequía de 1924(Foto procedente del vol. I de Geografía de Aragón, Guara Editorial, 1981)
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altitud: desde los escasos dos o tres días de nevada anualen el fondo de la Depresión, hasta superar los cincuentaen las cordilleras periféricas.
La llanura del Ebro escasamente observa su presenciadurante dos o tres días al año; incluso, en un amplio sectororiental que incluye el Bajo Aragón y parte de los somon-tanos de Huesca, Barbastro y la Litera, los promedios soninferiores. Estas cifras se incrementan muy poco en lossomontanos (del orden de tres a ocho días, según la alti-tud), con disminución de Oeste a Este, en correspondenciatambién con las menores precipitaciones. Las únicas neva-das de cierta consideración se dan en las montañas, dondeaumenta su número rápidamente a medida que se gana
Orihuela del Tremedal cubierto de nieve en enero de 1997 (Foto: M. Sánchez Fabre)
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altura, al igual que la intensidad de las mismas y su perma-nencia en el suelo.
NÚMERO MEDIO ANUAL DE DÍAS DE NIEVE. PERIODO 1961-1990
OBSERVATORIO ALTITUD DÍAS DE NIEVE
Candanchú 1.613 m 64Urdiceto 1.920 m 56Huesca 542 m 3Barbastro 341 m 2Zaragoza 240 m 2Escatrón 143 m 1Daroca 778 m 11Teruel 916 m 13
(Fuente: I.N.M.)
El Pirineo es, por su altitud y posición septentrional, el área más privilegiada: a partir de los 1.200 m de altitudnieva más de veinte días al año, y más de cincuenta díaspor encima de los 1.600 m; como cabe esperar, las nevadasse incrementan hasta la zona próxima a las cumbres. Estospromedios, sin embargo, sufren una notable reducción deOeste a Este, al mitigarse la influencia atlántica y disminuirla precipitación.
La frecuencia de nevadas en el Sistema Ibérico, de alti-tud más modesta, es bastante inferior: únicamente las cotascimeras del Moncayo, Albarracín, Javalambre o Gúdar reci-ben un número apreciable de nevadas.
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Tormentas y granizadas
Se entiende como día de tormenta aquél en el que, almenos, se ha oído el trueno. Con este criterio, no resultaaventurado decir que el promedio de tormentas, en cual-quier punto de las tierras aragonesas, supera los cien díasal año. Gran parte de la actividad tormentosa, acompañadaa veces de gran aparato eléctrico y fuertes chubascos, sepresenta en el periodo junio-septiembre (casi el 60% deltotal anual), disminuyendo sensiblemente en los mesesinvernales.
Las condiciones meteorológicas que dan lugar a la acti-vidad tormentosa son diversas y, dentro de cada una deellas, cambia mucho la cantidad de agua precipitable. Enocasiones, se trata de situaciones atmosféricas poco diná-micas, causantes de breves y dispersos chubascos tormen-tosos que, pese al estruendo de su aparato eléctrico, sue-len ser más espectaculares que efectivos. Muy a menudocorresponden a situaciones de inestabilidad de evolucióndiurna, que a mediodía o a primera hora de la tarde semanifiestan en forma de poderosas nubes tipo cúmulo;estas nubes, con borbotones en su parte superior, se desa-rrollan en altura al mismo tiempo que se ensanchan en susniveles bajos. La pureza del color blanco de su cima con-trasta con el azul oscuro de la base, de la cual, al atardecer,cae una intensa lluvia, más en forma intermitente que con-tinua, acompañada de vientos racheados, relámpagos y
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truenos. A pesar de la violencia del chaparrón, el agua llo-vida no es mucha; además, por su intensidad y elevadaescorrentía, apenas penetra en el suelo.
NÚMERO MEDIO ANUAL DE DÍAS DE TORMENTA. PERIODO 1961-1990
PRIMAVERA VERANO OTOÑO INVIERNO AÑO
Zaragoza 4,8 11,3 3,6 0,2 19,9Huesca 0,6 14,1 5,3 0,7 26,1Teruel 5,3 17,8 4,5 0,0 27,6
(Fuente: I.N.M.)
Otras veces afectan a la región situaciones más comple-jas, que generan mayor actividad tormentosa y precipita-ción bastante más abundante. Se trata de vaguadas, gotasfrías o sistemas frontales fríos que, a su paso, originan fuer-tes movimientos del aire en la vertical y el crecimiento enaltura de potentes nubes del tipo cumulonimbo; de estasnubes se desprenden intensos aguaceros, entre vientosracheados, truenos sobrecogedores y el centellear de lasdescargas eléctricas. En estos casos, si la tormenta es fuer-te, pueden caer 30 ó 40 mm de lluvia, o incluso más. Elagua cae en tromba y, en los campos, las torrenteras yvaguadas sirven de cauce para las aguas de arroyada, quese escurren por las pendientes. En las ciudades, la lluviacaída arrastra ramas y diversas clases de objetos, los sumi-deros del alcantarillado no pueden engullir tales caudales yamplios sectores de las calzadas quedan anegados.
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Las tormentas y sus efectos en Aragón. Arriba: paso subterráneo de la Avenida deMadrid de Zaragoza, anegado por una fuerte tormenta en mayo de 1996. Abajo:imagen del pedrisco caído en mayo de 1995, que afectó gravemente a viñas y frutales
de la comarca de Cariñena
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Muy a menudo, estas tormentas van acompañadas degranizo, siempre temido por sus efectos destructores. Sufrecuencia es inferior a tres días al año, según los datos dis-ponibles, de fiabilidad moderada.
Las granizadas más intensas, de carácter catastrófico,suelen registrarse a finales de primavera y durante el vera-no; se trata siempre de un fenómeno de efectos muy locali-zados, pero que, a pesar de ello, puede llegar a causar gra-ves daños económicos, particularmente en la agricultura.
Esta circunstancia explica el interés del agricultor pordefender sus campos de la acción del granizo medianteprocedimientos diversos, como el lanzamiento de cohetescon cabezas de yoduro de plata u otros productos, elempleo de quemadores de carbón activado o de generado-res de yoduro de plata disuelto en acetona, etc.
Sin embargo, estos sistemas de siembra de las nubesdesde el suelo tienen sus limitaciones: deberán pasar toda-vía algunos años para poder obtener conclusiones válidasacerca de su efectividad.
Debe recordarse, por otra parte, que no existe una esta-dística representativa de las tormentas, y mucho menos delgranizo, por ser éste un hidrometeoro muy localizado delque sólo se tiene conocimiento cuando cae en las proximi-dades del observador o cuando causa daños en cultivos yedificaciones.
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LA TEMPERATURA DEL AIRE
Temperaturas medias
Al igual que en el conjunto de las tierras del Valle delEbro, las temperaturas medias anuales del espacio arago-nés son relativamente elevadas. Su situación interior, alabrigo de los Pirineos y del Sistema Ibérico, y la topografíaen cubeta así lo hacen prever; pero, al mismo tiempo, lasvariaciones altitudinales y los matices en la continentalidaddeterminan una amplia gama de valores térmicos, de fuertecontraste entre la templanza de los 14-15° del llano y elintenso frío que indican los 0° de temperatura media en lascumbres más elevadas del Pirineo.
Esta diversidad térmica, por influencia del relieve, quedabien expresada en el mapa de temperaturas: las isotermas
2.800
2.400
2.000
1.600
1.200
800
400
0
mPirin
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Orde
sa
Sª d
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PANZANOGRAÑÉN
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Río
Ebro
LA PUEBLADE HIJAR
ALIAGA
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Río
Mija
res
3456789
1011121314151617
Sur Norte0 10 Km50403020
Tº C
Perfil anual de las temperaturas
CORTE TERMOMÉTRICO
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se disponen en líneas paralelas decrecientes con las curvasde nivel, desde el centro de la Depresión hasta las márge-nes montañosas. Las tierras centrales de Aragón constitu-yen el nivel más cálido, con valores promedios anuales de14° (Gallur, 14,3°; Zaragoza, 14,6°) e incluso superiores entierras de los Monegros y Bajo Aragón (Escatrón, 15,8°;Mazaleón, 16,4°). Al ascender a los somontanos, las tempe-raturas muestran un lógico descenso, al principio muy len-to y, luego, con mayor rapidez cuando se alcanzan las ver-tientes montañosas (Huesca, 13,4°; Tarazona, 13,6°; Graus,11,9°). Ya en las áreas de montaña el termómetro alcanzasus valores más bajos, marcando así el fuerte contrasteexistente respecto de las altas temperaturas del centro de laregión. Tanto en el Pirineo como en el Sistema Ibérico, lasisotermas se aprietan hacia las cumbres para indicar losrigores del frío de alta montaña, hasta alcanzar en la cade-na pirenaica sus valores más bajos, con medias anualesinferiores a los 0° (a partir, aproximadamente, de los 2.800m de altitud).
Otra característica propia del clima regional es la dobledisimetría que presenta el mapa de temperaturas. Por unaparte, la existencia de un claro aumento térmico de Oestea Este, más acusado en el tramo central de la Depresióndel Ebro. Y, por otra, las condiciones térmicas más cálidasde la vertiente Norte frente a la vertiente Sur de la cuencadel Ebro, como consecuencia de la propia diferencia derelieve, de más amplio desarrollo montañoso al Sur; así, y
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Temperatura media anual en °C
7°
8°
8°
8°
8°
7°
9°
9°
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a modo de ejemplo, en la vertiente ibérica las isotermas de11 y 12° aparecen bastante más próximas al eje del Ebro,mientras que en el lado pirenaico las encontramos inclusoa más de 100 km del mismo.
Régimen térmico
Aun siendo muy significativos estos valores medios, elrégimen de temperaturas puede concretar mejor la realidadclimática regional, especialmente por los fuertes contrastesanuales que éstas presentan. El ciclo térmico subraya, a lolargo del año, la nota típica de la Depresión del Ebro: lafuerte oscilación de temperaturas entre el invierno y elverano. Las veraniegas se encuentran entre las más altas dela Península, merced a su posición interior y al abrigo de los elevados relieves que aíslan el territorio de lainfluencia marina, lo que determina el dominio de los ras-gos de continentalidad.
A excepción de las áreas de montaña, donde la oscila-ción disminuye de forma sensible, la diferencia entre latemperatura media del mes más frío y la del mes más cáli-do es acusada en todo el ámbito aragonés; lo es, en espe-cial, en las áreas más deprimidas, donde las cifras son delorden de 15 a 20° en las amplitudes medias y de 50 a 60°en las extremas. Como muestra, se pueden citar los 18,3°de amplitud media y los 57,6° de extrema en Zaragoza, olos 20 y 53°, respectivamente, de Escatrón.
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La intensidad de estos contrastes fracciona el año térmi-co en dos periodos bien diferenciados: uno es el invernal,frío y riguroso, y otro el estival, cálido y a veces agobiante,siendo las estaciones intermedias etapas de transición deduración muy limitada y caracteres poco perceptibles.
El invierno frío y de larga duración
Las temperaturas medias del mes de enero son siempreinferiores a 5° en la llanura del Ebro y a 0° en las crestas delas montañas, pasando por valores intermedios, según laaltitud: Huesca, 4,7°; Teruel, 3,9°; Sabiñánigo, 2,8°; Aliaga,1,1°. Las mínimas medias superan con dificultad los 0° ylas mínimas absolutas nos indican que toda la región pue-de padecer días intensamente fríos: en este siglo, se hanllegado a registrar -16° en Zaragoza (diciembre de 1918), -13° en Huesca (febrero de 1956) y -21,5° en Teruel (enerode 1952); pero, sobre todo, destacan los -30° de Calamo-cha en diciembre de 1963, temperatura que constituye elrécord de nuestro país (si exceptuamos los -32° del lagoEstany Gento, en el Pirineo catalán: mínima absoluta de
OBSERVATORIO MÁXIMA MÍNIMA
Zaragoza 44,6° (27-7-1876) -16,6° (31-12-1887)Huesca 42,6° (7-7-1982) -14° (17-1-1891)Teruel 40° (10-7-1951) -21,5° (29-1-1952)
TEMPERATURAS MÁXIMAS Y MÍNIMAS ABSOLUTAS REGISTRADAS
EN LOS OBSERVATORIOS DE LAS CAPITALES PROVINCIALES
(Fuente: I.N.M.)
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España, pero a 2.140 m de altitud). Se sitúa esta localidaden el curso superior del Jiloca, un área elevada y aislada dela influencia suavizadora del mar que, conjuntamente conla cabecera del Tajo, ha sido calificada como el «polo delfrío de España».
Pero, además, los inviernos son muy largos. Desde fina-les de noviembre hasta principios de marzo predominanlas situaciones de estabilidad atmosférica, con aire frío con-tinental, seco y transparente, cielo despejado y soleadodurante el día y fuertes heladas de irradiación por lanoche. Durante cinco, seis y hasta ocho meses en altamontaña, la temperatura media es inferior a 10° y, en losmeses centrales del invierno, a 5°.
Naturalmente, la duración de este periodo frío tiene unadistribución espacial diferente según la altitud, situación yexposición del territorio: la llanura del Ebro goza de lastemperaturas más benignas, aunque se mantienen más decuatro meses por debajo de 10° (cuatro meses y medio enAlagón, cuatro en Zaragoza y menos aún aguas abajo de lacapital). En altitudes medias, hasta los 1.000 m, las condi-ciones son menos favorables y el invierno se mantieneentre cinco y seis meses: en Sabiñánigo, a 790 m, durantemás de cinco meses la temperatura es inferior a 10° demedia, de los cuales, en tres meses por lo menos, baja de5°; duración semejante podemos atribuir a Luesia, a 824 m,mientras que, en Calamocha, a 930 m, la estación invernalpuede alargarse hasta seis meses (tres, inferiores a 5°).
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Temperatura media de enero en °C
1°
0° 1°
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Al adentrarnos en los altos valles y depresiones interio-res de las márgenes montañosas, el frío es intenso y surigor sólo es comparable al existente en la Meseta Norte oen el resto de las áreas de montaña peninsulares: en Alia-ga, a 1.120 m, el invierno se prolonga hasta seis meses y,en cuatro de ellos, el termómetro no supera los 5° de valormedio; en Candanchú, la frecuencia del viento se une alefecto de la altitud, lo que impide superar la media de 10°durante casi nueve meses, permaneciendo seis de elloscon menos de 5°; en Urdiceto o Góriz, como ejemplos deobservatorios de alta montaña, el invierno se alarga hastadiez meses.
Desde primeros de noviembre, y en ocasiones desdeoctubre, el frío se mantiene en la región aragonesa hastafinales de marzo, prolongándose hasta bien entrado abril oincluso mayo, conforme nos alejamos del eje del Ebro. Sinembargo, no hay que pensar que durante todo este tiempose produce un periodo continuado de bajas temperaturas:con la excepción de los meses centrales del invierno,pequeños paréntesis térmicos de aire templado permitendisfrutar de cortos momentos soleados y de elevadas tem-peraturas que, en ocasiones, logran disipar la sensación defrío invernal.
De enero a abril, la temperatura sube de modo paulati-no, aunque en este último mes pueden producirse marca-dos descensos debidos a invasiones de aire polar, con ries-go de heladas nocturnas muy dañinas para la agricultura.
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En mayo se empieza a observar un ascenso importante,próximo a los 4°, provocado por el ya intenso calor solarque marca el paso hacia una corta primavera, rápidamenteinterrumpida por los fuertes calores del verano.
El verano cálido y continuado
Si exceptuamos la cuenca del Guadalquivir, el centro delValle del Ebro es, con mucho, la región más cálida de laPenínsula; además, el verano en Aragón es sostenido y decalor sofocante durante días. Sólo el efecto refrescante de la periferia montañosa, los paréntesis de la actividadtormentosa o la presencia del cierzo logran mitigar el fuer-te calor del interior de la cubeta.
Julio es el mes más caluroso del año, aunque la diferen-cia con respecto a agosto nunca es superior a un grado. Enlos observatorios del fondo de la Depresión, las medias semantienen en torno a los 24° (Alagón, 24,6°; Zaragoza,24,3°) y superan los 25° en el sector oriental, donde selocaliza el máximo térmico de la región (Bujaraloz, 25,4°;Caspe, 26,5°). Al norte y al sur del Ebro, vuelve a marcarsegradualmente la transición entre el intenso calor del llano ylas más bajas temperaturas de los bordes montañosos:Huesca, 23,3°; Uncastillo, 22,8°; Jaca, 20,6°. Las temperatu-ras medias de las máximas alcanzan con frecuencia los 35°en la tierra llana central. Excepcionalmente, las máximasabsolutas han llegado a superar los 40°; en concreto, Zara-
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Temperatura media de julio en °C
14°
14°
15 °
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goza llegó a alcanzar los 44,6° en julio de 1876 y, másrecientemente, en julio de 1978, 42,6°. Pero esta situaciónno sólo se produce en el eje del Ebro: en Huesca se hanllegado a registrar 42,6° y en Teruel, a pesar de su altitud,el termómetro ha alcanzado los 42°.
Semejante tipo de verano se explica, en gran parte, porla disposición de cubeta cerrada del territorio y por la con-tinua presencia del anticiclón de las Azores, factores queaseguran el estancamiento del aire cálido y las altas tempe-raturas. Pero, lógicamente, su duración guarda tambiénrelación con la altitud: en la línea del Ebro, desde mitad demayo hasta finales de septiembre la temperatura media essuperior a 17° y, en julio y agosto, el calor llega a valoresmedios superiores a 20°. Al ascender, el ambiente se suavi-za y el verano se acorta en más de un mes: en Huesca, eltermómetro se mantiene durante cuatro meses con tempe-raturas medias por encima de los 17°, y durante otros tan-tos en Valderrobres, por citar casos concretos. Pero no essorprendente encontrar todavía hacia los 900 m de altitudvalores elevados, como los 21,3° de julio en Santa Eulaliadel Campo (a 983 m), o los 20,5° de Biescas (a 855 m). Espreciso remontarse a más de 1.000 m para encontrar vera-nos templados; y sólo a partir de los 1.400 m el estío sereduce sensiblemente, ciñéndose a unas pocas semanas.
Ya en septiembre, las temperaturas se suavizan y, des-pués de una fugaz estación otoñal, el termómetro descien-
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de en octubre de modo tan brusco como había ascendidoen primavera. Noviembre nos introduce de nuevo en el lar-go invierno, que progresa desde la montaña al llano, comoreza el refrán: «Por los Santos, nieve en los altos, y por SanAndrés, nieve en los pies».
Periodos térmicos excepcionales
No solamente soporta la región los extremos del frío odel calor, sino que, en determinadas ocasiones y con algu-na frecuencia, existe la posibilidad de que durante variosdías masas de aire cálidas procedentes del Sur, o perturba-
Situación atmosférica característica de bochorno, con presencia de una baja térmica sobre la Península. Día 15 de julio de 1994
B
A
A
B
B
1012
1016
1020
1008
1020
1016
1024
1012
1028
1008
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ciones frías llegadas de zonas polares, acentúen aún más laintensidad de los mismos. Estas oleadas, de repercusiónbien conocida en todo el Valle del Ebro, presentan, en susprincipales manifestaciones, las características que se desa-rrollan a continuación.
Olas de calor
Durante el verano, principalmente en julio y agosto, escomún que las temperaturas diarias igualen o superen los30°; pero, además, en situaciones atmosféricas de tipo anti-ciclónico o con régimen de vientos del Sur —a veces, deorigen sahariano—, el aire cálido se estanca en el fondo dela cubeta durante varios días. La ausencia de movimientoshorizontales en los niveles bajos de la atmósfera hace quelas temperaturas se eleven, de modo progresivo, hastaadquirir caracteres abrasadores (de 38 a 42° en las máxi-mas y de 20 a 22° en las mínimas), con grave repercusiónpara la salud de las personas y para la agricultura, por lafuerte evaporación y el consiguiente refuerzo de la sequíaen época estival.
Así sucedió en la más reciente ola de calor padecida enZaragoza, en julio de 1995, con máximas de 43° y mínimasde 25-26°, que provocaron la muerte indirecta de variaspersonas, al verse agravadas sus enfermedades por la per-sistencia de las altas temperaturas, tanto diurnas como noc-turnas.
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Olas de frío
Acompañando a las bajas temperaturas del invierno,algunos años se presentan, entre diciembre y febrero, olea-das de aire frío procedentes de las regiones árticas y pola-res que hacen descender la temperatura muy por debajode los 0°. Estas invasiones, de honda trascendencia para lavida y las actividades económicas, están asociadas a losgrandes anticiclones fríos y secos del norte de Europa, asícomo a la presencia de bajas presiones en el Mediterráneooccidental: ello provoca que penetren en la Penínsulamasas de aire heladas, de naturaleza y propiedades distin-tas según la posición relativa de los anticiclones. En ocasio-nes, van acompañadas de nevadas que dejan una capa dehielo permanente en el suelo durante varios días. Al mismotiempo, el efecto de canalización de los vientos en el Valle
Situaciones atmosféricas que propician olas de frío (izquierda) y olas de calor (derecha)
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del Ebro da lugar a fuertes ráfagas de cierzo que aumentanla intensa sensación de frío.
La ola de frío más reciente tuvo lugar en los primerosdías de enero de 1999 y se debió a la irrupción de gélidasmasas de aire de origen siberiano que, a lo largo de unasemana, provocaron nevadas y bajísimas temperaturas, del orden de -14,5° en Calamocha y -9° en Teruel. Mássevera que la anterior fue la de enero de 1985, pero la más grave que se conoce en este siglo es la de febrero de1956, sorprendente por su crudeza y persistencia, y por losdaños que causó en cultivos y comunicaciones. Las tempe-raturas descendieron ese mes hasta límites extraordinarios,como prueban los -24,3° alcanzados en Candanchú, los -13° de Teruel y Huesca, los -17° de Calamocha o los -8° de Zaragoza.
Por fortuna, las acometidas del aire frío no suelen sertan directas como en los casos comentados, aunque no porello dejan de ser temibles.
Heladas
El número de heladas que se consideran en cada mes, yen especial sus fechas extremas, tienen tanta importanciacomo los cálculos de temperatura, sobre todo para com-prender luego las posibilidades agrícolas.
Por término medio, hay menos de cuarenta días de hela-da en el centro de la cubeta, cifra que aumenta progresiva-
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La ola de frío de febrero de 1956 fue la de mayor crudeza de las registradas en estesiglo. Arriba: fuente del Parque Primo de Rivera cubierta por el agua congelada.
Abajo: bloques de hielo en el río Gállego, junto a Zaragoza (Fotos: Archivo José Borobio)
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mente hacia el Pirineo y la Ibérica, donde las heladas apa-recen en más de la mitad de los días del año. Nota destaca-da de la montaña es que en ella pueden alcanzarse los 0°en pleno verano; no obstante, la máxima frecuencia dedías con heladas tiene lugar entre principios de octubre ycomienzos de mayo, con promedios de diez o más díaspor mes. El descenso altitudinal atenúa estos valores, demanera que desde mayo a septiembre u octubre no seregistra ninguna helada en el fondo de la Depresión, y tansólo en los tres meses invernales adquieren verdaderaimportancia, alcanzando la media mensual de diez días.
PROMEDIO MENSUAL DE DÍAS DE HELADA (LOS PUNTOS INDICAN
FRACCIÓN DE DÍA). PERIODO 1961-1990 (Fuente: I.N.M.)
E F M A M J J A S O N D Año
Sabiñánigo 27 23 18 19 2 ... 0 0 ... 6 18 25 128Huesca 12 17 14 11 0 0 0 0 0 ... 14 11 139Zaragoza 19 6 12 ... 0 0 0 0 0 0 13 18 128Calatayud 15 12 16 11 0 0 0 0 0 ... 17 12 154Teruel 21 16 13 17 1 0 0 0 ... 3 11 17 189Calamocha 23 22 19 11 3 ... 0 0 ... 4 15 21 119
Este mismo escalonamiento altitudinal se observa en lasfechas de primeras y últimas heladas: en la tierra llana cen-tral, el periodo medio libre de heladas es de 229 días, des-de el 30 de marzo, en que se presenta la última helada,hasta el 15 de noviembre, cuando se registra la primera.Estas favorables condiciones remiten con la altitud, que-
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dando limitado el periodo sin heladas a menos de 150 díaspor encima de los 800 m y a unas pocas semanas en lasáreas montañosas.
Estos datos promedio, sin embargo, no deben ocultar lapresencia de heladas tempranas o tardías, de especial tras-cendencia para el campo, ya que, al sorprender a las plan-tas en pleno periodo vegetativo, pueden provocar dañosde mucha cuantía.
EVAPOTRANSPIRACIÓN Y BALANCE DE HUMEDAD
La escasez e irregularidad de las precipitaciones parecenjustificar con creces la aplicación del calificativo de “climaseco” para buena parte del territorio aragonés, o incluso elde “muy seco” en algunos sectores. Sin embargo, es preci-so considerar no sólo los aportes de agua que se produ-cen, sino también las pérdidas de humedad hacia la atmós-fera, cuyo mecanismo básico es la evaporación del suelo yla transpiración de los vegetales: este fenómeno se conocecomo “evapotranspiración” y está relacionado claramentecon la temperatura.
Las pérdidas reales por evaporación son difíciles de calcular, pero los datos disponibles sirven para poner enevidencia el déficit de agua y los fuertes contrastes existen-tes entre el llano y la montaña. El Alto Aragón es exceden-tario en agua porque la evaporación difícilmente superalos 900 mm al año, mientras que la Depresión del Ebro
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alcanza los 2.100 mm, lo que equivale a una cantidad seisveces superior a los aportes pluviométricos. En efecto, enel caso de Zaragoza, por ejemplo, la evaporación mediaanual es de 2.100 mm; mientras que, en el mismo periodo,la precipitación es sólo de 314 mm.
Al existir escasa información evaporímetra, con frecuen-cia se recurre a procedimientos indirectos para su evalua-ción, como los formulados por autores como Thornthwai-te, Walter y Leith, Turc, etc. Siguiendo uno de los métodosempíricos más usados, el de Thornthwaite, en Aragón que-dan perfectamente delimitadas las áreas de montaña, lossomontanos y la tierra llana. Las altas tierras pirenaicas sonprácticamente las únicas donde no existe falta de agua entodo el año, porque a la moderación térmica se suma laabundancia de lluvias. En el piedemonte se aprecia uncierto déficit hídrico en verano, pues con las altas tempera-turas llega a consumirse, en teoría, el agua del suelo; perocon las lluvias de otoño éste se llega a saturar y desdediciembre hasta mediados de mayo hay exceso. Ya en elsomontano, el déficit se acusa mucho más y, conformedescendemos a la llanura del Ebro, las altas temperaturas ylas escasas lluvias no permiten que los suelos se saturen,reteniendo tan sólo algo de agua desde finales de otoño aprincipios de primavera. De nuevo, al remontarnos alsomontano ibérico disminuye el déficit de agua estival ylas precipitaciones posibilitan la acumulación de agua en elsuelo, si bien no se llega a la saturación; ésta sólo se alcan-
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Evapotranspiración potencial anual
800
800 850
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Diferencias anuales entre precipitación y evapotranspiración potencial
800
800
600
300
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za en las altas sierras de Moncayo, Albarracín, Gúdar yJavalambre.
En resumen, puede afirmarse que el exceso de agua enAragón septentrional, al menos en alguna época del año,se presenta a partir de los 500-550 m de altitud; en el Pre-
Zaragoza
0123456789
10111213141516171819
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Teruel
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E F M A M J J A S O N D
cm
cmCanfranc
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Déficit de agua Agua de superficie
Agua acumulada enel suelo Utilización del agua del suelo Evapotranspiración Real
Evapotranspiración potencialPrecipitación
Huesca
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cm
Balance hídrico de las capitales provinciales y de Canfranc
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pirineo y en las sierras exteriores, el exceso hídrico se daen primavera, otoño e invierno y, en el somontano, tansólo en primavera y otoño. Al sur del Ebro, en cambio, lastierras situadas por debajo de los 1.000-1.100 m no tienenexceso de agua en ninguna estación del año, salvo en lasinmediaciones del Moncayo.
LOS VIENTOS
Los vientos de superficie son una variable meteorológicade notable significación en amplios sectores de Aragón,tanto por la frecuencia con la que soplan como por loscaracteres particulares que imprimen al clima.
Sus mecanismos son, especialmente, un efecto topográ-fico. Los diferentes flujos de aire de cualquier procedenciase canalizan en el corredor abierto entre el Pirineo y la Ibé-rica, adquiriendo dos claras componentes: Oeste-Noroeste(ONO), al que se denomina cierzo, y Este-Sureste (ESE),llamado bochorno. Por esta razón, las rosas de los vientosde las tierras centrales aragonesas se deforman y alarganen sentido NO-SE, que es precisamente el de la direccióndel río Ebro, mientras que el resto de las direccionescorresponden a situaciones de transición, de mucha menorfrecuencia e intensidad.
Ignacio Jordán de Asso, en el siglo XVIII, hacía unamagnífica descripción de los vientos:
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«El nordeste se llama en Zaragoza aire de Guara; porfortuna que no se experimenta con frecuencia, siendo a laverdad un viento helador en extremo y muy perjudicial alas plantas. El poniente, llamado en Aragón aire Castella-no, o Fagüeño (voz corrompida de la latina Favonius) esmás apacible, propicio para la vegetación; y cuando reinaen los meses de invierno se disfruta una estación muysuave y benigna. Este viento suele a veces ocasionar llu-vias benéficas, interrumpidas, y de corta duración, cuantase requiere para conservar el verdor y frescura de lasplantas sin estragar con la violencia de las corrientes lasubstancia de la tierra. El viento meridional y el de suroes-te soplan raras veces en este país y duran poquísimo tiem-po. Son muy dañosos a la salud, pues tengo presente, quehabiéndose experimentado alguna vez bien adelante en elmes de noviembre, promovían una transpiración excesiva,ofendían al sistema nervioso, y causaban una flojedad, ydecaimiento general».
Un viento íntimamente vinculado a la región: el cierzo
Conocido con nombres diferentes —”cierzo” en muchoslugares, “puerto” en diversas localidades fronterizas conFrancia y “tramontana” en algunas tierras del somontano, otambién otras denominaciones más variopintas, como“regañón”, “meapuertas” y “morisco”—, este viento es, sinduda, uno de los elementos más genuinos del clima arago-nés, que ha quedado recogido muchas veces en las coplas,como en esta jota de Cándido Loscertales:
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Rosas de los vientos
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«Al pasar el puente Piedrasujeta bien el sombrerosi no quieres que se vayaa dar un bañico al Ebro.»
Sobre él existen muchas referencias históricas quedemuestran su persistencia. Entre ellas, las de Catón elCensor, quien en el siglo II a.C. hablaba de las violentasráfagas de cierzo que soplaban en la Hispania Citerior, «[…]que cuando hablas, te llena la boca, derriba un hombrearmado y carretas cargadas». Eugenio D’Ors, por su parte,dio a Zaragoza el título de “novia del viento” por la macha-cona insistencia de éste.
Muchas particularidades de la vida de la región estánrelacionadas con este viento frío, que provoca fuertes des-censos de temperatura. El agricultor, por ejemplo, ha teni-do que defenderse protegiendo los cultivos más débilescon barreras rompevientos, construidas con cañizos oplantaciones arbóreas; y no es extraño el derribo de tejas,tapias, techumbres o árboles. La propia constancia delviento deforma e inclina el arbolado, de manera que no espreciso ser un experto para encontrar en el campo eviden-cias del viento dominante. Sin embargo, los mayores per-juicios que acarrea el cierzo son la evaporación que provo-ca en las aguas libres y en las tierras de labor, así como laintensa acción erosiva que ejerce sobre los suelos desnu-dos, originando su progresiva desertización.
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Pero este viento también tiene sus aspectos beneficio-sos. El cierzo es, para la ciudad de Zaragoza sobre todo,un excelente purificador de la atmósfera: gracias a él, esmuy reducido el grado de contaminación ambiental. Ytambién es destacable el aprovechamiento de su energíacinética para la generación de electricidad, dado que susposibilidades están, según el Atlas eólico de Aragón, entrelas mayores de España, con potenciales que oscilan entre75 y 200 W/m2, lo que supone una producción de energíaeólica de entre 657 y 1.752 kWh/m2.
ROSA DE LOS VIENTOS DE ZARAGOZA
2
6
10
14
18
22
9
NNW
NW
WNW
W
WSW
SW
SSWS
SSE
SE
ESE
E
ENE
NE
NNEN
Frecuencia del viento en %
En el círculo, porcentaje de calmas
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El cierzo tiene los mismos orígenes, básicamente, que el“mistral” francés y la “tramontana” de los valles del Pirineocatalán: la existencia de un anticiclón en el Cantábrico y enel golfo de Vizcaya y de una borrasca centrada en el Medi-terráneo occidental. Con esta situación atmosférica, se esta-blece un flujo de aire desde las altas a las bajas presiones,acelerado e intensificado en sus rachas por el “efecto deembudo” que sufre al encajonarse en el Valle del Ebro.
Pueden presentarse estas condiciones en cualquier épo-ca del año, pero su frecuencia es mayor en invierno y prin-cipios de primavera, cuando las ráfagas de viento alcanzan,también, sus mayores intensidades. En la zona central de ladepresión del Ebro, donde más activo es el cierzo, no sonextrañas velocidades de 100 km/h; la máxima observadahasta ahora, con la serie de datos disponible, es de 160km/h, registrada en julio de 1954.
Situación atmosférica característica del cierzo y canalización del aire en la Depresión del Ebro
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EL CIERZO
«Catón el Censor, que estuvo en España en el siglo IIantes de la era, se marchó de esta tierra tan horrorizadodel cierzo, que consignó la noticia en un libro suyo, yAulio Gelio nos hizo el favor de conservarla en otro.
Hablando de los españoles que habitan en este ladodel Ebro (España citerior), escribe Catón: “En estas regio-nes hay buenas minas de hierro y plata, un gran monte desal pura que aumenta cuanto se le quita. El viento cercio,cuando hablas, te llena la boca, derriba un hombre arma-do y carretas cargadas”. En la Antigüedad parece que tam-bién el mistral de Provenza llamábase cierzo y según testi-monios de otros clásicos, Plinio, Estrabón, Diodoro,Suetonio, su violencia era tal, que arrancaba y derribabaparedes. Que no hay exageración en estas noticias losabemos bien los contemporáneos, que hemos visto volartejas y persianas y hemos oído decir que vagones deferrocarril han sido volcados.»
GIMÉNEZ SOLER, Andrés: El problema de la variación del climaen la cuenca del Ebro, Memorias de la Facultad de Filosofía yLetras. Universidad de Zaragoza, 1922.
Vientos del Sudeste: el bochorno
En sentido opuesto al cierzo, sopla el grupo de vientosconocidos en la región con el nombre de bochornos, queresultan de una disposición de los mecanismos de la circu-
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lación atmosférica inversa a la indicada para los vientos delOeste-Noroeste. Se presenta el bochorno en situación dedébil gradiente barométrico entre el Cantábrico y el Medi-terráneo, con presión ligeramente superior en este último,o cuando la configuración isobárica es favorable para elarrastre del aire del Mediterráneo aguas arriba del Ebro.Son vientos de pequeña velocidad y de una constanciamucho menor que el cierzo; su mayor persistencia se aso-cia con los temporales de primavera y otoño, que determi-nan temporal de lluvia en el interior de la región.
Los nombres antiguos de los vientos
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El bochorno es un viento templado y húmedo en prima-vera e invierno pero muy seco en verano, pues su regiónmanantial es el desierto del Sáhara; esto motiva fuertesdescensos de la humedad atmosférica y la creación de unambiente reseco de difícil respiración, coincidiendo con lasaltas temperaturas de la época estival.
RADIACIÓN SOLAR, INSOLACIÓN Y NUBOSIDAD
Radiación solar
Por la latitud a la que se encuentra, Aragón está expues-to a la radiación solar durante 4.470 horas aproximada-mente cada año, lo que equivale a un promedio diario de28,4 MJ/m2 (megajulios por metro cuadrado). Pero, lógica-mente, la iluminación potencial o teórica que recibe unasuperficie es muy variable porque depende de la orienta-ción, inclinación, latitud y condiciones atmosféricas deésta.
VALORES MEDIOS DIARIOS DE RADIACIÓN SOLAR GLOBAL
SOBRE SUPERFICIE HORIZONTAL, EN MEGAJULIOS/M2/DÍA
OBSERVATORIO JULIO DICIEMBRE AÑO
Zaragoza 22,48 15,6 14,06Huesca 23,42 5,66 15,20Teruel 23,92 7,70 15,83
(Fuente: Atlas de Radiación Solar, D.G.A.)
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Del Atlas de radiación solar publicado por la DiputaciónGeneral de Aragón se deduce que, en la Comunidad, losvalores medios diarios de radiación solar sobre superficiehorizontal quedan comprendidos entre 13,5 y 16,5 MJ/m2.Los más bajos corresponden al área pirenaica, a causa desu situación en el extremo septentrional de la región y laabundante nubosidad, y los más altos, al sur de Teruel,debido a su menor latitud. A lo largo del año se producenvariaciones notables, según la duración del día y la alturadel sol sobre el horizonte. Por esta razón, los máximos sealcanzan en junio y julio, con cifras que varían entre 21 y25 MJ/m2, y los mínimos en diciembre y enero, en que sereciben entre 4,5 y 8,5 MJ/m2.
En resumen, las posibilidades de aprovechamiento de laradiación solar en Aragón son notables, en general, yaumentan hacia el Sur, aunque con diferencias marcadas.
Insolación
No existen suficientes datos para conocer con exactitudel número de horas en que luce el sol en Aragón, pero conla información disponible se puede ofrecer, de maneraesquemática, la distribución espacial y el ritmo estacionalde la insolación real.
En su conjunto, y dado el elevado número de horas desol que recibe al año, el espacio aragonés es, en este senti-
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do, bastante privilegiado. Buena parte del territorio conta-biliza más de 2.500 horas anuales (por ejemplo, 2.511horas en Teruel o 2.561 en Cariñena), con un amplio sectorde más de 2.600 en el centro de la cuenca (Zaragoza suma2.641 horas) o que supera las 2.650 en algunos sectoresorientales (como ocurre en Fraga o Monzón, con 2.725horas de sol al año). Estos máximos no sólo están en rela-ción con su latitud, sino, principalmente, con los débilesvalores de humedad relativa y con el escaso número dedías en que el cielo aparece cubierto de nubes. Por el con-trario, hacia los bordes montañosos, dados el aumento dela nubosidad y los obstáculos orográficos, la insolación realdisminuye hasta valores inferiores a las 2.200 horas, enparticular en el área pirenaica.
NÚMERO MEDIO DE HORAS DE SOL. PERIODO 1961-1990
OBSERVATORIO JULIO DICIEMBRE AÑO
Zaragoza 344 122 2.641Huesca 346 126 2.683Teruel 330 111 2.511
(Fuente: I.N.M.)
Como es lógico, el régimen anual muestra siempre unmáximo en los meses estivales y un mínimo en invierno.Julio es, invariablemente, el mes más despejado y lumino-so, con un total de alrededor de 300 horas de sol. El míni-mo se produce siempre en diciembre, mes en que la inso-
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lación se reduce a una tercera parte. El ritmo de transiciónentre ambos periodos extremos no es totalmente uniforme,siendo destacables el contraste que se produce entre elascenso progresivo de la insolación desde diciembre a julioy el rápido descenso entre julio y diciembre, más bruscoen el centro de la Depresión del Ebro y más escalonado enla montaña.
Insolación y nubosidad en las capitales provinciales
Zaragoza
0
5
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Huesca
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Teruel
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120
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240
280
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360
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E F M A M J J A S O N D
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E F M A M J J A S O N D
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320
360
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E F M A M J J A S O N D
Zaragoza Huesca TeruelINSOLACIÓN
NUBOSIDAD
días
días
días
hora
s de
sol
hora
s de
sol
hora
s de
sol
Despejados CubiertosNubosos
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Nubosidad
Puesto que hasta cierto punto guarda relación inversacon la insolación, el mapa del reparto de la nubosidad enAragón es opuesto al anterior. En líneas generales, la nubo-sidad disminuye desde los bordes montañosos hacia el ejedel Ebro, con las naturales matizaciones que sobre estatendencia introducen los accidentes topográficos. Por otraparte, y partiendo de la clasificación internacionalmenteaceptada entre días despejados, nubosos y cubiertos, en laComunidad es superior el número de días nublados al dedespejados; además, conforme ascendemos hacia las áreasde montaña, y sobre todo en el Pirineo, la nubosidad escada vez mayor y los días cubiertos duplican ampliamenteel total de días despejados.
NÚMERO MEDIO DE DÍAS CUBIERTOS (CUB), NUBOSOS (NUB) Y DESPEJADOS (DESP). PERIODO 1961-1990
JULIO DICIEMBRE AÑO
CUB NUB DESP CUB NUB DESP CUB NUB DESP
Zaragoza 2,4 15,5 13,1 10,6 15,6 4,8 86 203 176Huesca 1,7 14,1 15,2 19,3 15,1 6,7 73 192 100Teruel 2,3 17,2 11,5 19,9 17,3 3,8 80 225 160
(Fuente: I.N.M.)
El ritmo anual del estado del cielo, al igual que los res-tantes elementos del clima, experimenta cambios bruscos acausa de las características de la circulación regional: a una
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serie de días ininterrumpida de días serenos o algo nubo-sos puede suceder otra, no menos prolongada, de díasmuy nubosos o cubiertos. Tan sólo el verano ofrece unrégimen más uniforme, a la vez que constituye la únicaestación que presenta una tendencia clara a registrar valo-res de nubosidad bajos —sobre todo, en julio y agosto—,que destacan por la elevada frecuencia de días despejados.
El invierno suma el mayor número de días cubiertos,casi siempre superior al 40%, lo que en parte se debe a lafrecuencia de las nieblas. El segundo máximo correspondea la primavera —sobre todo, en los meses de abril ymayo—, mientras que el otoño tiende a ser más despejado,exceptuando la abundante presencia de nubes durante elmes de noviembre.
Las nieblas
Por su frecuencia e intensidad, las nieblas constituyenun aspecto muy relevante del clima de amplios espacios deAragón; a su vez, al ser un fenómeno que se origina alnivel del suelo, supone siempre la reducción de la visibili-dad, el aumento de las condiciones favorables a la conta-minación y, con ello, la creación de un ambiente nocivopara la salud.
Según su origen, se diferencian varios tipos de nieblas,pero las más frecuentes son las de irradiación, es decir, lasque se forman por el enfriamiento de la masa de aire en
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contacto con el suelo frío y el consiguiente proceso decondensación del vapor de agua que aquélla contiene. Vanasociadas a las situaciones anticiclónicas frías de invierno(con tiempo muy estable, cielo despejado e inversión tér-mica), durante las cuales el aire se acumula y estanca en elfondo de hondonadas y valles, dando lugar a extensosbancos de pequeñas gotas de agua en suspensión. Normal-mente son nieblas nocturnas, que se disipan o “levantan”con el caldeamiento solar de la mañana, aunque en ocasio-nes pueden permanecer durante varios días seguidos.
Son frecuentes en el Pirineo y Sistema Ibérico, donde lasdepresiones y valles quedan anegados en verdaderos
Situación atmosférica característica de intensas nieblas en el Valle del Ebro. Día 10 de diciembre de 1994
984
988
1004
980B
BA
B
A
9841020
988
992996
1000
1012
1016
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1008
1020
1024
1028
1032
1028
1024
1020
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mares de niebla, de los que únicamente emergen las tierrasmás altas. Pero, sobre todo, son muy conocidas por suextensión y persistencia las que se originan en el centro dela Depresión del Ebro, desde La Rioja hasta tierras catala-nas: en esta zona, las nieblas se ven favorecidas por latopografía en forma de cubeta y por la elevada humedadatmosférica que proporciona la evaporación de las aguasdel Ebro, sus afluentes y los canales de riego. Cuando son
Cuando la niebla vaacompañada de temperaturas
inferiores a 0°, se depositasobre los vegetales y objetos al
aire libre la “cencellada”,unas acumulaciones de hielo
parecidas a la escarcha(Foto: J. M. Cuadrat)
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muy espesas, llegan a reducir la visibilidad a pocos metrosy dan lugar a un ambiente gris, frío y desapacible, quecontrasta con el tiempo soleado de que se disfruta en losrelieves próximos. Ejemplos no faltan (Depresión de Cala-tayud, Hoya de Huesca, etc.), pero, sin duda, uno de losmás característicos es el de Zaragoza: mientras que la ciu-dad puede quedar completamente oculta por la niebla, enlas muelas o planas que la rodean luce el sol, reina unambiente grato y la visibilidad es alta.
NÚMERO MEDIO DE DÍAS DE NIEBLA. PERIODO 1961-1990
OBSERVATORIO JULIO DICIEMBRE AÑO
Zaragoza 0,0 9,3 35Huesca 0,2 9,6 36Teruel 0,7 3,6 30
(Fuente: I.N.M.)
Se considera día de niebla aquél en el que se ha obser-vado este fenómeno, aunque no haya permanecido duran-te todo el día. Según este criterio, podemos decir queanualmente los promedios son muy variables, con cifras de35 días en Zaragoza, 36 en Huesca y 30 en Teruel. Por logeneral, los días de niebla comienzan a aparecer en octu-bre, para alcanzar su mayor persistencia en los meses denoviembre, diciembre y enero, mientras que su frecuenciadisminuye hacia primavera hasta hacerse muy raras duran-te el verano.
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Ya se ha dicho que el conjunto de la Comunidadaragonesa se incluye dentro del denominado climamediterráneo continentalizado. Pero, como se ha
podido comprobar en las páginas anteriores, bajo estepatrón común los matices y variaciones climáticas son tannumerosos y acentuados que sólo es posible hablar en plu-ral, constatando la existencia, más que de “un” clima, deun rico mosaico de climas que abarca desde las cumbresfrías y húmedas de la alta montaña hasta las cálidas y secastierras de la llanura del Ebro.
Estas circunstancias dificultan el establecimiento de unaclasificación climática y, sobre todo, la delimitación sobreel mapa de sus diferentes tipos. En un intento de dar unaimagen sencilla, pero completa, de la realidad climática delterritorio aragonés, en la clasificación que sigue se indicanlas zonas climáticas principales, aceptando la complejidadexistente en cada una de ellas y la imprecisión de sus lími-tes, al solaparse las influencias mutuas entre unas y otras.
CLIMA DEL SECTOR CENTRAL DE LA DEPRESIÓN DEL EBRO
El clima del centro de la Depresión del Ebro respondeperfectamente al de una cuenca mediterránea con marcado
EL MOSAICO DE CLIMAS
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carácter de continentalidad. Las dos cordilleras montañosasque la cierran por el Norte y por el Sur contribuyen a ex-tremar los contrastes térmicos entre el verano y el invierno,así como a obstaculizar la entrada de borrascas portadorasde lluvia, lo que motiva su tendencia a la aridez. Su dispo-sición topográfica refuerza, asimismo, la continentalidaddel viento dominante, el cierzo, muy frío en invierno, fres-co en verano y siempre desecante, como ya se ha indicadoanteriormente.
Diagrama termopluviométrico de Zaragoza y Caspe
La aridez es el elemento que caracteriza y unifica elespacio central aragonés. Las lluvias son siempre escasas,inferiores a 400 mm, pero sobre todo irregulares, con dosmáximos en primavera y otoño y dos mínimos muy acusa-dos en verano e invierno. Es, además, frecuente que laausencia de precipitaciones se prolongue durante variassemanas consecutivas. Se produce, asimismo, una fuerteirregularidad interanual, de forma que la cantidad de lluviarecogida puede multiplicarse por cuatro de un año a otro.
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El carácter continental se refleja en la fuerte variación delas temperaturas a lo largo del año. En verano, la disposi-ción del territorio en cubeta cerrada favorece el progresivocalentamiento de las masas de aire y la elevación de lastemperaturas, que en julio y agosto llegan hasta los 24 y25° de media, mientras que las máximas superan fácilmen-te los 35°. En invierno, la situación se invierte: el dominiode las situaciones anticiclónicas provoca un largo periodode frío intenso, con valores medios en enero inferiores a5°, así como las frecuentes heladas e inversiones térmicaspor estancamiento del aire frío invernal, acompañadasmuchas veces por nieblas de irradiación que sumergen alvalle en un desagradable e incómodo ambiente.
En el conjunto de esta gran unidad climática, se puedeobservar claramente la gradación existente desde un climamenos árido en la ribera de Gallur a un clima mucho másseco en los Monegros y Bajo Aragón. La sequedad se pro-longa hacia el Norte por la cuenca del Cinca hasta Fraga,situada en contacto con las también secas tierras de los lla-nos del Segre, en Cataluña.
CLIMA DE TRANSICIÓN DE LOS SOMONTANOS
Encuadrados dentro de un clima mediterráneo continen-tal, del mismo orden que el del centro de la Depresión, lossomontanos pirenaico e ibérico están condicionados por la
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Dominios climáticosRegiones de humedad
De tran
sici
ón
Montaña
Med
iterr
áneo
cont
inen
tal
Med
iterr
áneo
cont
inen
tal
Med
iterr
áneo
cont
inen
tal
seco
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altitud, que les proporciona mayor humedad y les alejagradualmente del agobiante calor estival, de las inversionestérmicas y de las fuertes ráfagas de cierzo; sin embargo, ypese a la menor aridez, mantienen la irregularidad pluvio-métrica y una elevada amplitud térmica.
Las precipitaciones oscilan entre 400 y 700 mm, y sontanto más abundantes cuanta más elevación tenga el so-montano. Siguen el régimen propio de las regiones medite-rráneas, de lluvias equinocciales —algo más abundantes enprimavera— y mínimo solsticial, particularmente acentua-do en verano. Las temperaturas también se apartan, poco apoco, del carácter extremo propio del eje del Ebro; pero,con todo, los fuertes calores de julio y agosto todavía al-canzan a las tierras de montaña hasta altitudes próximas alos 800 m, y el ambiente frío de invierno sufre el lógicodescenso altitudinal que le lleva a registrar valores mediosde 3 y 4° en enero.
De igual modo que en la parte central de la Depresión,entre un extremo y otro de los somontanos existen maticesdiferenciadores. En primer lugar, las precipitaciones anua-les disminuyen desde poniente, zona más favorecida porlas perturbaciones atlánticas, hacia levante, donde aquéllasllegan con más dificultad. Hay excepciones concretas aesta situación, como son las cuencas de los ríos Bergantesy Matarraña, en las que la pluviometría aumenta por sumejor exposición a las perturbaciones de origen mediterrá-
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neo. En segundo lugar, existe un desplazamiento térmicopositivo de Oeste a Este, de modo que en las tierras orien-tales los inviernos son algo más suaves y los veranos, gra-dualmente, más calurosos.
Asimismo, existen disparidades entre el somontano pire-naico y el ibérico. El primero es una extensa solana al abri-go del Pirineo, con valores termométricos más elevados eincluso mayor precipitación; el segundo, de menor conti-nuidad morfológica y menos favorecido por los frentes delluvia, es más frío y seco.
Diagramas termopluviométricos de Uncastillo, Huesca, Cariñena y Andorra
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CLIMA DE MONTAÑA DE LOS PIRINEOS Y CORDILLERA IBÉRICA
Aproximadamente a partir de los 800 m de altura, se danlas condiciones adecuadas para el clima de montaña, muybien representado en el Pirineo y Sistema Ibérico, que seindividualizan perfectamente del resto del territorio arago-nés. En todo este dominio es destacable la intensidad delfrío y las abundantes precipitaciones, parte de las cualescae en forma de nieve, aunque es evidente que el propiorelieve y la diversidad de exposiciones crean un extensoabanico de climas locales. Sin embargo, las diferencias cli-máticas más acusadas se dan entre el Pirineo y la cordilleraIbérica.
El Pirineo
Por su altitud y exposición a los vientos húmedos, es elárea más lluviosa, de mayor innivación y más fría de Ara-gón. Las precipitaciones son elevadas y se reparten demodo uniforme a lo largo del año, aunque, dado el ampliodesarrollo en anchura de la cordillera, presentan fuertescontrastes: en el Pirineo fronterizo, más alto, las estimacio-nes de lluvia superan los 2.000 mm en las zonas mejorexpuestas, mientras que en el prepirineo, de menor alturay enclavado en las cercanías de la Depresión del Ebro, enun ambiente mucho más seco, con dificultad se alcanzanlos 1.000 mm de precipitación anual.
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Por otra parte, y debido a su posición dentro de la cade-na, el Pirineo aragonés está en la transición entre el Pirineoatlántico y el central. Al oeste del puerto del Portalé, lascumbres y los collados son poco elevados y dejan entrarampliamente las influencias cantábricas, en particular en loque se refiere a las brumas y nieblas; al Este del mismo puer-to, comienza propiamente el Pirineo central, con un ambien-te cada vez más seco y soleado, sobre todo en verano.
Las temperaturas subrayan, como en el caso de las lluvias,los cambios altitudinales, con promedios anuales que vandesde los 10° en el prepirineo a menos de 4º en las cumbresdel Pirineo septentrional, donde la existencia de glaciaresindica tipos de clima de tundra y de hielos perpetuos.
El Sistema Ibérico
Esta cordillera presenta una altitud y una exposicióndiferentes de las del Pirineo, por lo que su clima se aleja
Diagramas termopluviométricos de Canfranc y Benasque
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del propiamente alpino de este último para transformarseen el correspondiente a la montaña mediterránea interior,menos fría y, sobre todo, más seca. Este último rasgo, quese acusaba en el Pirineo central, constituye aquí la caracte-rística principal. Si se atiende a los valores anuales, puedeobservarse que en los macizos más relevantes (Moncayo,Albarracín, Javalambre y Gúdar) se registran entre 700 y1.000 mm de precipitación, pero difícilmente se logranestas cifras en el resto de las alineaciones montañosas,menos elevadas y a espaldas de los vientos húmedos, enlas que se prolonga la aridez del somontano ibérico.
Diagramas termopluviométricos de Calamocha y Teruel
A esto hay que añadir la peculiar estructura y disposi-ción del conjunto montañoso, que incide directamente enlas características de su clima. Por un lado, la cordilleraIbérica se extiende en diagonal desde las cercanías delCantábrico a las mismas puertas del Mediterráneo, quedan-do sometida en sus dos extremos a influencias climáticas
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contrapuestas que se van perdiendo hacia el centro de lacordillera. Por otro lado, carece de continuidad: está for-mada, en realidad, por una serie de macizos desconexosentre sí, que favorecen la entrada de los caracteres propiosdel centro de la Depresión del Ebro en el interior deldominio montañoso.
La tendencia continental que muestra el sistema Ibéricose hace singularmente patente en la extensa depresión deCalatayud-Daroca-Teruel. Cerrada por macizos tan impor-tantes como el Moncayo, sierra de la Virgen, Gúdar, Java-lambre y Albarracín, apenas logra sobrepasar los 400 mmde precipitación al año, mal repartidos y con alto porcenta-je de lluvia estival de origen tormentoso. El mismo efectoacusan las temperaturas, con amplitudes superiores a lasde la llanura del Ebro: mientras que en julio las mediasoscilan entre 20 y 23°, según la altitud del observatorio, losvalores de invierno son los más rigurosos de Aragón (2 y5° en enero) y se alcanzan mínimas extremas, en ocasioneslas más bajas de España.
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Aunque no es frecuente que en una climatologíaregional, como la presente, se traten los cambios ylas modificaciones del clima, aquí se mencionan
tanto por su actualidad como por el propio interés científi-co. En efecto, en primer lugar conviene precisar que enAragón no se encuentran evidencias claras de la existenciadel tan debatido cambio climático planetario.
Para el conjunto de la Península Ibérica tampoco puededecirse, de momento, que se haya producido un calen-tamiento ostensible ni un descenso pluviométrico general,a pesar de que los estudios actuales apuntan en esa direc-ción.
En cambio, sí existen evidencias claras de que a escalalocal se han producido notables cambios ambientales y cli-máticos. El caso más representativo es el de las áreas urba-nas: su crecimiento ha transformado el medio natural dellugar donde se ubican y ha provocado ciertos cambios cli-máticos, cuyo estudio centra la atención de muchas de lasinvestigaciones actuales. Apuntamos los resultados de losúltimos trabajos emprendidos sobre ambos temas.
TENDENCIAS Y MODIFICACIONESCLIMÁTICAS
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TENDENCIAS Y CAMBIOS CLIMÁTICOS
Digamos, en principio, que el clima terrestre no ha sidosiempre idéntico y que han ocurrido cambios significativosincluso en los tiempos históricos. La variabilidad ha sido laregla general en la historia del clima, y no la excepción.Por otra parte, en los años más recientes el tema del cam-bio climático ha generado enorme interés, no sólo en lacomunidad científica, sino también entre el público engeneral. Las noticias sobre el calentamiento del planeta —por incremento del efecto invernadero— o las incerti-dumbres sobre la capa de ozono se repiten semana trassemana, a veces con un cierto cariz sensacionalista, y con-tribuyen a formar un estado de opinión.
Con referencia a Aragón, podemos preguntarnos: ¿exis-ten evidencias científicas que demuestren la existencia delanunciado cambio climático? El geógrafo Creus ha estudia-do la evolución del clima del centro de la Depresión delEbro desde 1400, analizando los anillos de crecimiento delos árboles, y las conclusiones a las que ha llegado son és-tas: en los últimos 600 años no ha habido un cambio en latendencia general que suponga el paso a otras condicionesclimáticas. Ello no excluye la presencia de alteraciones yanomalías, durante las cuales el clima ha presentado com-portamientos peculiares, tanto de fuerte incremento comode notable disminución de la precipitación y de la tempera-tura, pero éstas siempre han sido de corta duración.
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Precipitaciones y temperaturas en Pallaruelo de Monegros desde 1.500 (Fuente: Creus, 1996)
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En el caso de las temperaturas, la media anual estimadamás alta fue de 16,2° en 1497, y el valor más bajo, de 13°en 1644, en la fase final de la llamada Pequeña Edad deHielo. Su conducta presentó una gran variabilidad a lo lar-go de los siglos XV y XVI, y el mismo comportamiento seha observado en el siglo XX, sobre todo en los últimostreinta años aproximadamente.
Las precipitaciones también han tenido altibajos, con unmínimo calculado de 129 mm, en 1464, y un máximo de741 mm en el año 1960. Al igual que las temperaturas, lossiglos XV y XVI fueron los más irregulares, con continuasalternancias de periodos lluviosos y secos; después, tendie-ron a disminuir hasta llegar al siglo XX, en que han experi-mentado un incremento que se ha visto detenido en estosúltimos años.
De la evolución reciente no se puede afirmar que la llu-via tienda a aumentar ni a disminuir. En cambio, se apreciaun incremento de la variabilidad interanual, es decir, mayo-res contrastes entre unos años y otros; y parece, además,que la irregularidad ha aumentado en cada estación delaño.
En consecuencia, aunque existen algunos indicios de unpróximo cambio climático —probablemente, según losdiferentes modelos, hacia temperaturas más altas y meno-res precipitaciones—, deberán pasar todavía unos cuantosaños antes de llegar a conclusiones definitivas.
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MODIFICACIONES CLIMÁTICAS EN LAS CIUDADES
Si a escala regional no se puede hablar de cambio climá-tico, a escala local los casos de modificaciones del climadebidos a la acción humana son numerosos y evidentes.Los mejores ejemplos son las grandes ciudades, en el inte-rior de las cuales el clima difiere sensiblemente de suentorno inmediato.
El fenómeno de la “isla de calor” constituye la modifica-ción más clara: consiste éste en una anomalía térmica designo positivo en el centro de la ciudad, donde, con vientoen calma y cielo despejado, la temperatura es apreciable-mente más alta que en la periferia. Pues bien: la “isla decalor” ha podido comprobarse en las tres capitales arago-nesas.
Zaragoza
Por el tamaño de la ciudad y su entidad poblacional, enZaragoza se observan con nitidez las alteraciones del cli-ma. Por término medio, las temperaturas mínimas anualesson 1,1° más altas en la ciudad que en el aeropuerto, y eninvierno llegan a ser entre 1,2 y 1,4° superiores. Dentro dela propia urbe, las variadas características morfológicas crean diferencias todavía más significativas: el Casco Viejoy la Zona Centro, de tráfico denso y alta ocupación delespacio, son las áreas más cálidas, en ocasiones hasta 5°más elevadas que en las zonas rurales circundantes. Al ale-
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jarnos de este núcleo, las temperaturas disminuyen paulati-namente, ajustándose al área edificada, con prolongaciónhacia los barrios rurales y las zonas industriales.
Huesca
Dado el menor tamaño de la capital oscense, la “isla decalor” es más discreta y pasa a tener una intensidad de 2 a3°. El área de mayor temperatura se localiza en torno alCasco Antiguo y parte del Ensanche. A partir de este
Mapa de isotermas con la localización de la “isla de calor” de Zaragoza del día 15/07/93, a las 23 h
24º
23º
23º
24º
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San José
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núcleo, los valores térmicos disminuyen hacia la periferia,con varias particularidades destacables: la primera es laconstituida por el parque municipal Miguel Servet, conver-tido en una pequeña “isla de frescor” con relación a la ciu-dad, y la segunda se encuentra al norte de la capital, don-de se observa un rápido enfriamiento relacionado con lapresencia del río Isuela.
Teruel
A pesar de las limitaciones espaciales y demográficas dela ciudad de Teruel, se dibuja también una pequeña “isla
12º
12º 13º
13º
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14º
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15º
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Catedral
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H U E S C AH U E S C A
Mapa de isotermas con la localización de la “isla de calor” de Huesca del día 20/04/92, a las 22,30 h
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de calor” que rebasa los 2°. Suele tener dos centros, unolocalizado en el apretado conglomerado del Casco Viejo yotro que circunda el Ensanche. Fuera de ellos, el descensode la temperatura hacia el exterior urbano es continuo,aunque siempre moderado; únicamente en el límite occi-dental de la ciudad, donde ésta queda separada del caucedel Turia por un fuerte escarpe topográfico, se crea unagradación térmica pronunciada, de 1 a 2° según los días, loque sin duda responde a la acción refrescante del río y a lapresencia del campo abierto.
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Mapa de isotermas con la localización de la “isla de calor” de Teruel del día 28/07/92, a las 01 h
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