Facultad de Filosofía y Letras
Textos Filosóficos IV
Mtro. Julio Beltrán
Alumno: Pablo Guerrero Rodríguez
Trabajo: Análisis de las secciones 2.3.06, 2.3.07, 2.3.08, 3.3.01.1-23, 2.3.03 y 2.3.04 del Tratado de la
Naturaleza Humana de David Hume.
Introducción.
En este trabajo lo que se desarrollará será la filosofía moral de Hume, no en su totalidad, sino
solamente varios aspectos importantes concernientes a su libro más importante a mí parecer, titulado el
Tratado de la Naturaleza Humana. Pero tampoco se hablará de toda la moral de Hume, tan sólo se
analizará el papel de la simpatía en la filosofía de Hume, el papel que juegan las pasiones tranquilas y
violentas y de la confusión de las primeras con la razón, también el porqué la razón no puede ser para
Hume motor de la acción ni de la volición, así como el papel que la imaginación juega en la filosofía
moral de Hume principalmente.
Se tratará de mostrar como la simpatía fundamenta las virtudes artificiales, y como al momento de
tratar de hacer juicios morales dejamos de considerarnos a nosotros mismos y optamos por ver las
circunstancias generales de las cosas, logrando de esa forma un juicio más objetivo, y desechando la
idea que la moral de Hume está fundada solamente en el placer inmediato de placer o dolor . Es decir,
en la inclinación hacia las cosas placenteras y en alejarnos de las cosas displicentes.
Desarrollo.
La filosofía de Hume tiene como principio básico y fundamental las percepciones. De las percepciones
trata de explicar la realidad de todas las cosas. En otras palabras, lo real, lo que hay, es para Hume las
percepciones. Entre las percepciones hay unas más vívidas que otras; éstas se llaman impresiones.
Además, de las impresiones provienen las ideas que se distinguen de las primeras por un grado menor
de vivacidad o fuerza.
Lo que Hume señala es que la razón no puede fundar la acción ni dar lugar a la volición, pues en los
dos usos que la razón tiene, ella sólo puede: relacionar ideas y buscar verdades sobre cuestiones de
hecho. La acción o volición no parece ser ninguna relación de ideas, puesto que el mundo apropiado de
la razón es el mundo de las ideas y no el mundo de las realidades. Tampoco puede estar relacionado
con las cuestiones de hecho, es decir con cuestiones de causa y efecto, pues ningún conocimiento de
algo puede hacer que una persona actúe; es necesario aquí la intervención del sentimiento producido
por el placer o el dolor.
¿Entonces porqué pensamos que es la razón la que influye sobre nuestras acciones o forma nuestra
voluntad? La respuesta a ello se debe a las pasiones tranquilas, son pasiones que confundimos con
nuestra razón al operar sin emoción alguna; pero que tienen gran influencia en nuestras acciones. Como
por ejemplo, el sentimiento de belleza y fealdad, el vicio y la virtud, etc. Es importante señalar que
todas las pasiones provienen de un sentimiento de placer o dolor; de impresiones originales (no copias)
que al ser muy vívidas mueven en gran medida nuestras acciones.
Como vimos, la razón para Hume no nos impele a la acción, la razón para Hume sólo puede relacionar
ideas y verificar asuntos relacionados con la causalidad. Lo que mueve los individuos a actuar son las
pasiones de los individuos, éstas pueden ser de dos tipos, violentas y tranquilas. Las pasiones tranquilas
están relacionadas con intereses que tenemos a largo plazo, y por ello son más difíciles de cumplir,
pues la naturaleza humana aprecia lo que es de difícil adquisición. Y las pasiones violentas están
relacionadas con nuestros intereses más próximos, y al estar relacionadas con nosotros de forma más
inmediata, el seguirlas puede satisfacer de forma inmediata el objeto deseado. A veces éstas dos
razones se interponen entre ellas, dando lugar a un conflicto que suele confundirse con la razón en el
caso de las tranquilas, y con los deseos en el caso de las violentas. Pero Hume, no acepta que la razón
tenga esa capacidad, y afirma que al no producir una nueva emoción las pasiones tranquilas ni la razón
por sí misma, se llegan a confundir ambas entre sí1.
El papel de la razón no está en relación con la voluntad, pues ese papel le corresponde tan sólo a las
pasiones, es ahí donde el papel de la razón se vislumbra más claramente; en tanto tiene la capacidad de
de conseguir los medios para que las pasiones se vean satisfechas Las herramientas de la razón nos son
1 Hume, David. Tratado de la Naturaleza Humana. Porrúa. México. 2005. pp. 348-349.
las impresiones sino sólo la relación de sus copias (ideas). Sólo las impresiones por su vivacidad son
capaces de hacer surgir en nosotros volición o acción alguna2.
Ahora bien, la imaginación tiene para Hume una gran capacidad para generar pasiones. Pero antes sería
apropiado saber qué es la imaginación en el pensamiento de Hume; inmediatamente la imaginación se
distingue en el sistema humeano de la memoria:
“cuando [una impresión] en su nueva aparición conserva un grado considerable de su primera vivacidad
y es así algo intermedio entre una impresión y una idea y cuando pierde enteramente esta vivacidad y es
una idea por completo.”3
Para Hume el primer caso está relacionado con la memoria y el segundo caso con la imaginación; sólo
falta agregar que una de las facultades más importantes de la memoria es el de conservar el orden y
posición de las ideas simples4, pero la imaginación trastoca el orden de las ideas.
Entonces, la imaginación está ligada menos a las impresiones originales, de lo que la memoria está
ligada a ellas. La imaginación, como mencionábamos arriba, tiene una gran influencia sobre las
pasiones; por ejemplo, el imaginar que va a temblar puede producirnos pasiones; en este caso, puede
provocarnos angustia o miedo. “Nada de lo que afecta a la primera puede ser enteramente diferente
para las últimas.”5 La imaginación modifica nuestras ideas, y puede hacer como el principio de
simpatía: convertir “una idea en una impresión por la fuerza de la imaginación”6. Por eso es importante
distinguirla de la memoria que no tiene esa capacidad.
¿Tal vez sería apropiado preguntar si las cosas que están mayormente relacionadas con nosotros tienen
mayor influjo sobre la imaginación que las cosas menos relacionadas? Es decir, si acaso el material
proporcionado por experiencias constantes de cosas o fenómenos avivan nuestra imaginación o la duda
que surge de preguntarnos como serán las cosas, o que se sentirán y entonces nos formulamos hipótesis
que cobran fuerza en la imaginación. Pero, para Hume, los placeres con los que estamos mayormente
relacionados o acostumbrados nos afectan más de lo que nos afectan los placeres no están tan
relacionados con nosotros y avivan nuestra imaginación de mayor forma7, por ejemplo, el placer que
2 Ibid., p. 347.3 Ibid., p. 21.4 Ibid., p. 22.5 Ibid., p. 354.6 Ibid., p. 356.7 Ibid., p. 354.
me produce una platillo mexicano me afecta de mayor forma que comer un pez globo.
¿A qué se debe este fenómeno de sentirnos mayormente influidos por las cosas que conocemos y no
por las cosas que desconocemos, pero que les atribuimos superioridad , y cómo es que la imaginación
tiene, en este caso, un mayor marco de acción que con las cosas que desconocemos, pero son
supuestamente superiores? La respuesta de Hume a lo anterior es que mientras que de los placeres
conocidos obtenemos ideas particulares y determinadas, de los desconocidos tenemos una idea general
de placer. Pero para Hume las ideas generales de las cosas no son generales en sí, sino que provienen
forzosamente de ideas particulares pero consideradas de cierta forma.8
Así por ejemplo, un temblor me causa mayor terror que un tsunami, puesto que he vivido movimientos
de la tierra en carne propia, pero de los tsunamis no he tenido ninguna experiencia. Y aunque hay visto
imágenes del tsunami, no se comparan a la experiencia tenida en carne y hueso de temblores. Donde al
temblor le concedemos una fuerza inferior que al tsunami; y sin embargo es el temblor el que desata
más nuestras afecciones que el tsunami del cual no he tenido experiencia alguna. ¿Sería interesante
analizar después si no hay algún mecanismo en Hume que permita regular esto y concederme mayor
terror el tsunami que el temblor?
Otro factor importante a considerar está relacionado con el tiempo en el que un placer sucedió. De tal
forma que dos placeres en igual de condiciones, pero uno más cercano a nosotros en el tiempo que otro,
tiene mayor influencia en la imaginación que uno más remoto9. Por ejemplo, la influencia que tienen en
mi el recuerdo de unos tortellini que acabo de comer hace una semana es mayor a la influencia que
tiene sobre mí el recuerdo de una lasaña que comí hace un mes.
Existen otras cosas capaces de excitar nuestras pasiones por medio de la imaginación. Por ejemplo,
cuando imaginamos las cosas que nos son descritas por un hábil orador llegan a producirnos varias
afecciones como el amor, el odio, la valentía, etc. También, las cosas que son contadas por alguna
persona que está influida por alguna pasión. Así, una persona que nos dice entre llantos no ir al Bosque
de Tlalpan después de las 4 de la tarde, causa mayor influjo en nosotros que cuando no llora. Nuestra
naturaleza, nos permite sentir lo que la persona siente por simpatía.
8 Ibid., pp. 354-355.9 Ibid., p. 356.
Entonces, vemos cómo nuestra creencia excita nuestras pasiones, dónde ella no es otra cosa que una
idea vivaz relacionada con una impresión presente10. Las creencias vienen a formarse por el hábito
generado por numerosas experiencias que consideramos similares entre sí. Creamos una “idea” de que
las cosas son de una determinada manera por la repetición, que al ser puesta la cosa o el fenómeno en
cuestión frente a nuestros ojos, respondemos con una creencia a ella. Eso significa que las cosas de las
que no tenemos creencia, no pueden excitar nuestras pasiones, pero también, que de las cosas que no
percibimos por medio de impresiones no tenemos razón de considerarlas como verdaderas.
Si por ejemplo veo una película de terror donde los muertos regresan a la vida; eso me causa
posiblemente miedo por la cercanía y la vivacidad de las imágenes de la película, pero ese miedo
desaparecerá cuando empecemos a considerar la probabilidad de ser atacados por algún muerto
viviente, entonces el miedo comenzará a desaparecer hasta quedar totalmente destruido. La falta de
creencia en esas cosas, no causan perturbación alguna cuando estamos solos en la cama, en la oscuridad
total, generalmente, al menos que suframos de algún tipo de anormalidad.
En cambio, si vivo a un costado de un río que se desborda en época de lluvias, tengo un miedo
justificado por el cúmulo de experiencias que he confirmado, y por tanto, temer que cada vez que
empieza le temporada de lluvias se desbordá el río, y que se echen a perder mis posesiones. Esa
creencia produce, sin duda alguna, pasiones de miedo, angustia, etc. Esa creencia da lugar a que surja
pasión alguna.
Cuando tenemos creencia de algo que se encuentra contiguo a nosotros, nuestras pasiones son más
violentas, de lo que son aquellas cosas que se encuentran, con respecto a nosotros mismos, en una
relación más lejana11. La relación de contigüidad puede ser de dos clases o tipos: pueden ser cercanos
en el tiempo o cercanos en el espacio. Y nos afectan de mayor modo las cosas que se encuentran más
cercanas a nosotros que las que se encuentran más lejanas; por ejemplo, un concierto de uno de mis
grupos favoritos a una horas de distancia tiene un mayor efecto en mis pasiones, que el recuerdo de un
viaje que sucedió hace más de un año.
Esto se debe a que la imaginación continuamente nos está remitiendo a nuestro presente, de tal forma
que cuando se dirige a objetos lejanos y extraños, la mente regresa a considerarnos a nosotros mismos
10 Idem.11 Ibid., p. 357.
influyendo sobre nuestras pasiones, de acuerdo a la distancia con la que se encuentre el objeto de
nuestro interés será la fuerza de la pasión que surja en nosotros. Si el objeto es muy cercano a nosotros,
la pasión será violenta, pero si el objeto es remoto, la pasión será tranquila12.
Un objeto de nuestro interés que se encuentra en una posición remota con respecto a nosotros mismos,
tiende la mente a pasar revista de todos los objetos que se interponen entre el “yo” y el objeto de mí
interés. Un mayor número de pasos para la obtención de dicho objeto debilita la intensidad de tal
objeto, produciendo una pasión más débil, en contraste, un objeto cercano, por un movimiento inverso,
produce una pasión más vivaz13.
Los objeto contiguos a nosotros son semejantes a una impresión en su fuerza y en su vivacidad. Sin
embargo, los objetos remotos por la interrupción que existe cuando intentamos concebirlos, aparecen
más débiles e imperfectos. Su efecto en nosotros, es menos fuerte. Por ejemplo, la pasión que me
producen las vacaciones, se encuentra fuertemente mermada, por la pasión producida por el examen
final que tengo que entregar el día de mañana.
Ahora bien, las cosas con las que estamos relacionadas en el espacio y tiempo producen pasiones, pero
todavía tienen un mayor efecto sobre la imaginación las pasiones que están relacionadas con el tiempo
que con el espacio pues:
“[...] el espacio o la extensión consiste en un número de partes coexistentes dispuestas en cierto
orden y capaces de estar presentes al mismo tiempo a la vista o el tacto. Por el contrario, el
tiempo o la sucesión, aunque consiste igualmente en partes, no nos presenta más que una de ellas
cada vez y nunca dos de ellas pueden ser coexistentes.[...] Las partes de la extensión, siendo
susceptibles de una unión en los sentidos, adquieren una unión en la fantasía, y como la
presentación de una parte no excluye la de otra, la transición o paso del pensamiento a través de
las partes contiguas se hace por este medio más sencillo y fácil. Por otro lado, la
incompatibilidad de las partes del tiempo, en su existencia real, las separa en la imaginación y
hace más difícil para esta facultad el seguir una larga sucesión de series de sucesos. Cada parte
debe presentarse separada y sola y no puede de un modo regular entrar en la fantasía sin
expulsar de ella la que se supone que la precedía inmediatamente.” 14
12 Idem.13 Idem.14 Ibid., p. 358.
La incapacidad de formarnos ideas claras con respecto a eventos temporales, da mayor lugar a la
imaginación a especular; en cambio, las ideas obtenidas del espacio son más claras, y son de mejor
forma mantenidas en la memoria. Una idea espacial puede ser mejor formada que una idea que nos
hacemos cuando es temporal.
El pasado además, tiene un menor efecto en la voluntad del que tiene un objeto futuro que se encuentra
a una igual distancia. La razón, nos dice Hume, se da cuenta de que los acontecimientos pasados no
pueden cambiarse de ninguna manera, mientras que los acontecimientos futuros pueden ser efecto de
nuestras acciones15. Entonces si el pasado no determina nuestra voluntad, ¿qué podría determinarla, es
decir, que podría impulsarnos a actuar de tal o cual manera?, podría ser que el futuro nos determine.
La naturaleza humana para Hume, está mejor capacitada para pasar a acontecimiento futuros siguiendo
una línea causal de acontecimientos, que seguir una línea en retroceso16. Es decir, para ser más sencillo
para nosotros pasar de acontecimientos pasados a futuros, que de futuros, con respecto a esas acciones
al menos, a pasados. Siguiendo, por decirlo de alguna forma, el flujo del tiempo que ir en contra de él.
Sin embargo, este sistema tiene sus excepciones; consideremos el siguiente caso: si mi fiesta de
cumpleaños sucedió ayer, ese evento tiene mayor influencia sobre mí de lo que tiene mi próximo
cumpleaños que se realizará dentro de 364 días. Y así, aunque a la mente le sea más sencillo seguir el
flujo temporal, la corta distancia de mi cumpleaños pasado, tiene un gran influjo en mí por la vivacidad
de los recuerdos pertenecientes a una distancia muy corta de tiempo17. Sin embargo, es cierto que
encontrándonos a la mitad de ambos, mi próximo cumpleaños tendrá un mayor influjo sobre mí que el
pasado.
Ahora bien, y retomando las pasiones violentas y tranquilas, es interesante para Hume reflexionar
cómo las distancias grandes, es decir, la relación de un objeto de mí interés con la consideración de mí
mismo como algo remoto tiende a tener un mayor afecto en mí, que algún interés que sea fácilmente
15 Ibid., p. 356.16 Ibid., p. 359.17 Idem.
asequible18. Por ejemplo, un doctorado, tiene mayor estima para mí que una licenciatura por la
distancia y el trabajo que se necesita para llegar a él. En cambio, una licenciatura no es tan notable ni
tan digna de afecto o admiración como una maestría o un doctorado.
En este caso, podemos observar como las pasiones tranquilas que tienden a estar a mayor distancia de
nosotros, no nos mueven de igual forma que las violentas, las pasiones producidas por objetos más
remotos a nosotros tienden a producir en nosotros mayor estima, aunque no mayor pasión que las
violentas que se encuentran cercanas a nosotros. Aunque el sistema de Hume, hasta dónde me pude
percatar, y si bien es cierto que la diferencia entre ellas es sólo la distancia, es posible que una pasión
tranquila se vaya transformando en una violenta de forma proporcional a su movimiento hacia
nosotros.
Ahora bien, si “Los hombres frecuentemente luchan con una pasión violenta en la prosecución de sus
intereses y designios: no es, pues, el dolor presente tan sólo el que los determina en la acción.”19, pero
además de esto, Hume no dice en parte alguna que la obtención de una pasión tranquila no sea
alcanzable, al contrario, para que sea un principio que mueva a la acción, debe ser asequible aunque sea
resultado de un arduo trabajo. Y es aquí donde encuentro un problema, pues si la diferencia entre las
dos es que el mismo bien que próximo causaría una pasión violenta, estando remoto produciría tan sólo
una tranquila la distancia20; entonces una pasión tranquila puede convertirse en una violenta en la
medida que el objeto se acerque al sujeto que se encuentra relacionada con el objeto.
Hume dice, que aunque las pasiones tranquilas determinen en gran forma nuestra volición o nuestras
acciones, esto no sucede de forma tan seguida como debería, pues muchas veces somos determinados a
la acción por nuestras pasiones violentas; esto no debería asustar a Hume de una falla en su sistema,
pues lo que determina a la persona a actuar está fuertemente relacionado también con su carácter,
aunque también por sus motivos.
Los fines lejanos determinan más que otra cosa mi volición y mi acción. Y para esto Hume nos trata de
18 Ibid., p. 361.19 Ibid., p. 349.20 Ibid., p. 350.
mostrar como la sola contemplación de las cosas con magnitudes o distancias grandes (espaciales o
temporales), nos generan gran placer21. El simple hecho de que los objetos no sean inmediatos, parece
ser, que los hace dignos de estima y de placer. Estas pasiones generadas por distancias grandes
temporales, parecen estar más emparentadas con pasiones tranquilas. Podría ser que lo que las hace tan
influyentes a éstas cosas es su rareza, que no son tan comunes, en cuanto a nuestra relación diaria.
Las cosas no necesariamente deben estar distantes para generar nuestra admiración, bastaría solamente
con que las vinculemos con algo lejano.22 Es decir, si bien una cosa lejana puede generar nuestro
aprecio o admiración, también las cosas cercanas pero que por medio de nuestra mente les atribuyamos
una relación con algo distante, la generan. Por ejemplo, la admiración que me causa una máscara de
Venecia que sostengo en este momento. Y así, todavía una distancia en el tiempo genera mayor estima
o aprecio en nosotros, que una en el espacio. Por ejemplo, la admiración o estima de una cabeza
olmeca genera mayor admiración que una máscara veneciana. Y por eso genera mayor indignación
dañar una cabeza olmeca que el dañar una máscara veneciana.
Hay cosas que se nos oponen a nosotros y tienden a causar sentimientos negativos. Pero hay otras cosas
que aún oponiéndose a nosotros no dan lugar a sentimientos negativos sino a positivos, ¿cómo es esto
posible? Por el sentimiento de fortaleza que sale del enfrentamiento, aquí la oposición prueba nuestra
fuerza y nos hace sentir más fuertes cuando nos sobreponemos a las dificultades, aunque también nos
hace sentir más débiles cuando somos vencidos por las dificultades. La oposición nutre pasiones como
la de valentía, de fuerza, capacidad. Así las cosas fácilmente asequibles debilitan estas pasiones23.
Por eso lo elevado o profundo, que no son tan asequibles, despiertan en nosotros sentimientos de
sublimidad que son estimables, pues nos muestra más fuertes, mejores. Una cosa hallada en lo alto
influye de forma positiva en la imaginación y da una fingida superioridad con respecto a lo que está
abajo24. Y así asociamos lo bueno con o alto, y lo malo con lo bajo. Estos principios que influyen en
nosotros tienen una carga moral muy fuerte, y estimamos lo que es alto, lo raro, lo que cuesta más
trabajo; que lo bajo, lo común y lo no tan difícil. Ahora bien, lo alto o bajo, o lo fácilmente asequible o
21 Ibid., p. 361.22 Idem..23 Ibid., pp. 361-362.24 Ibid., p. 362.
difícilmente asequible, no tienen un valor en sí superior entre ellos, no hay una jerarquía
predeterminada aquí25, sino que es dado por nuestra naturaleza, que tiende a asociar lo fácil con lo
innoble y lo difícil con lo innoble. Cuando escuchamos una sinfonía que sabemos es de difícil
ejecución, nuestra estima y admiración es mayor que una canción que puede ser ejecutada con técnica
y conocimientos interpretativos mínimos; ejemplos hay de sobra.
Son más estimables las distancias en el pasado que las distancias en el futuro26. Una distancia en el
futuro no debilita tanto nuestras ideas, mientras que una distancia igual en el pasado, las debilita más
profundamente. Así una distancia corta en el pasado debilita nuestras pasiones, sin embargo, una
distancia muy grande en el pasado las vivifica, por el principio arriba expuesto. Al tener cierta
dificultad para adentrarnos en el pasado, le damos un carácter de estimable. Por esa razón nuestros
antepasados son venerados, mientras que de nuestros contemporáneos todavía no se crea un
sentimiento tal.
El razonamiento moral, hasta aquí en Hume, está determinado por la expectativa de placer o dolor que
tenemos de las cosas, inclinándonos a las que producen placer y huyendo de las que producen dolor27.
En otras palabras, hay dos impulsos primarios que nos impulsan o modifican nuestra voluntad, donde si
ellos son suprimidos, no podríamos tener pasiones ni accciones ni voluntad para hacer algo. El placer
es un componente importante en la filosofía de Hume sin la cual no puede surgir pasión alguna. El
placer que nos da ciertas cosas es el motivo por el cual nos inclinamos a ellas y las aprobamos; en
cambio, las que causan dolor las desaprobamos y las mantenemos por consiguiente lo más lejos posible
de nosotros. Siguiendo los principios arriba señalados, cualquier cualidad mental que en nosotros o en
los otros nos produce satisfacción o placer por su consideración o contemplación es virtuosa. Así
también cualquier cualidad mental que en nosotros produce insatisfacción o dolor, es viciosa.
Aunque la sola contemplación de las acciones, no es suficiente para juzgar a una persona como virtuosa
o viciosa. La constancia de ciertas acciones revelan de mejor forma el carácter del individuo que las
realiza28. De tal forma que si la acción corresponde con el carácter y la acción nos agrada, tal persona es
virtuosa; si no nos agrada es viciosa. De la misma forma que si la acción no corresponde con el carácter
25 Ibid., pp. 362-363.26 Ibid., p. 364.27 Ibid., p. 479.28 Ibid., p. 480.
de la persona, no tenemos suficientes elementos para calificarla, sea que nos agrade o no la acción.
Pero la moral de Hume no es totalmente subjetiva, pues está regulada por otros mecanismos que la
hacen ser más complicada de un mero subjetivismo. Está regulada la moral de Hume por la simpatía29.
La simpatía funciona como rector moral debido a que la naturaleza humana funciona de una misma
forma, es decir, todos tenemos sentimientos de simpatía en condiciones normales (no sufrir alguna
enfermedad mental, por ejemplo). Si cada persona funciona bajo los mismos mecanismos, podemos
tener una especie de consenso que nos permita aprobar o desaprobar algo.
La simpatía funciona cuando una persona se siente invadida por alguna especie de sentimiento, ese
sentimiento surge por alguna razón, esa razón es inferida por nosotros y es sentida por nosotros30.
Hacemos una especie de inferencia del sentimiento surgido en alguna persona por alguna razón en
específica y como si todos estuviéramos sintonizados en un mismo tomo, sentimos lo que la otra
persona siente. Sentir simpatía, no es sentir una especie de sentimiento positivo, sino sentirse afectado
por el sentimiento que alguien está experimentando en un momento dado.
Una cosa similar ocurre con los objetos a los que identificamos con la belleza, ellos lo son, sólo en
tanto que nos causan placer31; y de forma contraria, lo que identificamos con la fealdad, causa cierto
dolor en nosotros . Un placer de un persona extraña a mí, sólo nos agrada por la simpatía. Entonces la
simpatía es el origen que le concedemos a cualquier virtud artificial32. Sin ella, al parecer, no es posible
la vida social, pues ella permite aprobar o desaprobar las acciones de los demás exigiendo justicia en
cada caso que se presente, según las acciones tiendan al bien social.
Las cualidades morales que aprobamos, no se derivan de la razón, sino del sentido moral y de ciertos
sentimientos de placer o disgusto que surgen ante la contemplación o consideración de cualidades
particulares. Sin embargo, el sentimiento de placer varía según la distancia en la que se encuentre el
objeto estimado, y por ello el placer no es el mismo que tenemos con un amigo, que con un romano.
Pero tal variación del placer no está relacionado con la estima. Pues cuando nos tratamos de fijar en las
distancias que las cosas guardan con uno mismo, no nos colocamos en un juicio particular, sino que nos
colocamos en puntos de vista más generales y firmes, sin importar la situación presente en la que nos
29 Idem.30 Idem.31 Ibid., p. 48132 Ibid., p. 482.
encontremos33.
Los sentimientos varían sin duda alguna de persona a otra, pero esos sentimientos no son considerados
cuando tratamos de establecer decisiones generales. Es decir, el estado particular de una persona no lo
lleva en general, a hacer aprobaciones morales, de forma que la aprobación o desaprobación cambie
según la posición actual de la persona, sino que la persona, por medio de la reflexión que le da la
experiencia, logra tener un punto de vista general y evalúa de acuerdo a él. Logrando aprobar lo que de
momento se nos puede oponer a nosotros, dando cuenta de que nosotros en esa misma situación
haríamos algo parecido34.
La simpatía, que no tiene una fuerza tan vivaz como cuando nuestros intereses o los intereses de
nuestros cercanos, es el principio rector de nuestros juicios morales por encontrarse en armonía con
nuestras pasiones tranquilas. Ella nos permite censurar o aprobar dos acciones de la misma forma, sin
importar el grado de relación cercana o distante en relación conmigo, nos permite ser objetivos35.
No importa que una persona que consideramos virtuosa esté incapacitada por algún impedimento a
actuar, igualmente esa persona nos resulta agradable. Pues la cuestión que en realidad interesa es si tal
persona tiene ciertas cualidades que lo hacen tender al bien del género humano, aunque no haga de
hecho ningún bien; aunque la virtud tendría que ver más con hechos consumados que con la capacidad
que tiene uno para hacerlos36. No quiero aventurar mucho pero esto parece estar fuertemente
relacionado con la buena voluntad de Kant, donde ella es lo único que es absolutamente bueno. En
Hume, lo que nos hace aprobar a alguien es su disposición al bien.
Los caracteres virtuosos son aprobados porque nuestra imaginación relaciona éste carácter virtuoso con
una especie de causalidad, donde la imaginación une a una persona virtuosa con una acción virtuosa y
por eso nos agrada. Esto debido a que en el pasado, ha visto muchos casos de personas con cualidades
estimables, haciéndolas concretar acciones igual de estimables. Pero el carácter no es estimable en sí, lo
es en la medida que sus acciones nos agradan, y vemos cierto carácter emparentado con ciertas
acciones, y luego estimamos ese carácter. Hay entonces también, cierta probabilidad de que esa persona
con cualidades virtuosas a actuar de forma agradable37.33 Ibid., p. 485.34 Idem.35 Ibid., pp. 486-487.36 Ibid., p. 487.37 Ibid., pp. 487-488.
Hume, piensa que cuando estamos hablando de vicio y virtud somos capaces de dejar a un lado
nuestros sentimientos inmediatos, y corregirlos por medio de un juicio obtenido por nuestras
experiencias pasadas, que es más imparcial que el sentimiento inmediato. La simpatía extensiva que es
donde dependen nuestros sentimientos de virtud; y la generosidad ilimitada, que es la condición de
posibilidad de la justicia y propiedad; son solucionables, donde es cierto que actuamos siguiendo
nuestros propios intereses, pero también es posible, a veces, dejar de estar determinados por tales
pasiones y sentir pena por simpatía38.
La imaginación se adhiera a las consideraciones generales de las cosas y distingue los sentimientos que
surgen de ella, corrige nuestra situación actual (del “yo” experimentando una situación particular)
posibilitando hacer juicios morales. La imaginación permite, o mejor dicho, imposibilita que actuemos
o valoremos por nuestro impulsos momentáneos. Es la facultad que complementa y le da nueva fuerza
a la moral de Hume, pues permite por el hábito que generan ciertas experiencias actuar y evaluar de
forma general y común39.
Conclusión.
Si bien es cierto que gran parte de nuestra opinión o juicio que hacemos de las cosas está fundamentado
en gran parte en el placer o dolor que nos producen las cosas, es también de la misma forma verdadero,
que el placer o dolor que nos producen las cosas nos es el último lugar de donde sale nuestras opinión
es morales; para Hume hay otros mecanismos que nos permiten corregir estos sentimientos
relacionados con un “yo” inmediato: como los son las pasiones tranquilas, la simpatía y la imaginación.
La primera de ellas nos relaciona con nuestro intereses más lejanos y más apetecibles que resultan un
gran enemigo contra las pasiones violentas, que a veces son más determinantes que las tranquilas; no
obstante, las pasiones tranquilas pueden regularlas, negándoles acción a las violentas. La simpatía, es
otro principio que regula nuestra volición o acciones al permitir tener cierta solidaridad con otras
personas que no se encuentra relacionadas con nosotros. Y por último la imaginación permite buscar el
punto de vista común o general que nos permite corregir de nuevo los sentimientos inmediatos,
38 Ibid., pp. 488-489.39 Ibid., p. 489.
dándonos a entender que de estar en una situación parecida, actuaríamos de igual forma; permitiendo
aprobar cosas que se encuentren directamente encontradas con nuestros intereses.
1. Tu trabajo muestra un nivel de comprensión de los conceptos, los tópicos, y de los problemas
dentro de la Filosofía de Hume. Hay una buena redacción y claridad expositiva
2. Por otra parte, falta mayor cuidado en el aspecto argumentativo. Saltas de un tema a otro y no
están bien desarrollados algunos temas. Por momentos, pareces perder un poco el hilo temático
de lo que presentas.