dossier ramón rodríguez en contrapunto 8

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1 CONTRAPUNTO No. 8 mayo-agosto 2008 DOSSIER Editora de Gobierno del Estado de Veracruz Director: Félix Báez-Jorge Edición: Andrea López Monroy Presentación Ramón Rodríguez (Córdoba, 1925) es un caso único en el panorama de las letras veracruzanas. Su poesía, fraguada durante más de cincuenta años, pasó casi inadvertida hasta llegados los años 80 y 90 con la aparición de Cuartel de invierno (UV, 1987) y Old fashion blues (Graffiti, 1995). A partir de entonces, lenta pero inexorablemente ha sido conocida y apreciada por varias generaciones de lectores devotos. Aunque en conjunto la suma de sus textos poéticos abarca sólo un puñado de volúmenes, ésta ha merecido numerosas lecturas en diversas publicaciones del estado y algunas más de la capital del país. Prácticamente inédito en México –y a pesar de él mismo–, sus libros vieron la luz sobre todo por el empeño y la tenacidad de sus amigos editores: Sergio Galindo (quien le publicó a escondidas su primer libro: Ser de lejanías, UV, 1960); Ángel José

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Page 1: Dossier Ramón Rodríguez en Contrapunto 8

1

CONTRAPUNTO No. 8 mayo-agosto 2008

DOSSIEREditora de Gobierno del Estado de Veracruz

Director: Félix Báez-Jorge Edición: Andrea López Monroy•

PresentaciónRamón Rodríguez (Córdoba, 1925) es un caso único en el panorama de las letras

veracruzanas. Su poesía, fraguada durante más de cincuenta años, pasó casi inadvertida

hasta llegados los años 80 y 90 con la aparición de Cuartel de invierno (UV, 1987) y Old

fashion blues (Graffiti, 1995). A partir de entonces, lenta pero inexorablemente ha sido

conocida y apreciada por varias generaciones de lectores devotos. Aunque en conjunto la

suma de sus textos poéticos abarca sólo un puñado de volúmenes, ésta ha merecido

numerosas lecturas en diversas publicaciones del estado y algunas más de la capital del país.

Prácticamente inédito en México –y a pesar de él mismo–, sus libros vieron la

luz sobre todo por el empeño y la tenacidad de sus amigos editores: Sergio Galindo

(quien le publicó a escondidas su primer libro: Ser de lejanías, UV, 1960); Ángel José

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Presentación

Fernández (La navaja de Ocamm y Desciendo al corazón de la noche. Obra reunida, recién

publicada); José Homero (Old fashion blues y Boleros nobles y sentimentales) y Rafael Antúnez

(Juego de cartas y Fandango). Todos ellos fueron seducidos por la originalidad de las historias

poéticas y por los entrañables personajes ramonianos, fascinación que los llevaría a

compartir los hallazgos de un autor por demás singular.

A manera de homenaje, gracias a la invitación y entusiasmo de Félix Báez-Jorge,

el presente número de Contrapunto reúne –entre inéditos y ya publicados– una selección

de ensayos, artículos y entrevistas en torno a la obra y la persona de este reconocido

poeta cordobés. Incluye, desde luego, una pequeña pero selecta muestra de sus poemas

preferidos y una más de los que otros poetas, también notables, le han dedicado con

auténtica admiración.

Como comprobaremos en estas páginas, Ramón Rodríguez es sin duda, a decir

de Rafael Antúnez y José Homero, “uno de los poetas más jóvenes de México” y “el

joven maestro de Veracruz”, porque a lo largo de su pródiga vida, nuestro poeta ha

alentado vocaciones y animado relevantes empresas culturales (individuales o de grupo);

sería ingrato –y una muestra de ignorancia absoluta– no reconocer, sólo por mencionar

un par, que es uno de los miembros fundadores de La Palabra y el Hombre y de la Editorial

de la Universidad Veracruzana. Aunque su casa verdadera ha sido y es la Poesía, digna

morada en la que se ha mostrado, como pocos, un anfitrión generoso.

Esperamos que estas páginas logren un doble cometido: sumar nuevos lectores

a la poética de Ramón Rodríguez y apreciar la indiscutible trascendencia de una de las

obras mayores de la poesía mexicana.

Nina Crangle

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Presentación

I got the weary blues*

Letra: Ramón Rodríguez Música: Armando Lavalle

* “Esta composición surgió de la gran amistad entre un músico y un poeta que un día decidieron hacer algojuntos. No hay nada más que explicar”: Ramón Rodríguez.

CONTRAPUNTO No. 8 mayo-agosto 2008

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I got the weary blues

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I got the weary blues

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I got the weary blues

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I got the weary blues

CONTRAPUNTO No. 8 mayo-agosto 2008

I. PoemasRamón Rodríguez

Poesía

CANDIL de oro de la calle

oscuridad de tu casa vacía.

Retrato del artista decrépito

DAMAS y caballeros

me considero

sin pruritos de falaz modestia

el máximo matador de cucarachas

que opera en el centro de Veracruz

pero oíd bien por favor

no afirmo de ninguna manera

que yo sea el eminente matador de cucarachas

de todo Veracruz

pues no soportaría

que me saliera al paso alguno por allí

aclarándome no sin malsano regocijo

que por ejemplo en Tuxpan o en Las Choapas

o peor aún que en algún pueblo furris

alejado muchos kilómetros de Xalapa

mas nunca de su corazón

existe un habitante

que ha validado con creces mis hazañas

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Poemas

Mi modalidad o técnica es sencilla

no se trata por supuesto de aplastar

dejando un rastro de sustancias viscosas

regadas por doquier

ni de andar dando zapatazos

ni de usar diarios mundos crónicas

soles gráficos políticas o dictámenes enrollados

ni mucho menos efluvios tóxicos

que deterioran al ambiente

basta un certero y vertiginoso golpe con el índice

en el lugar preciso

en donde localizaríamos

el cerebelo de la cucaracha

si ésta lo tuviere

Sin embargo

reconozco que el pulso y la vista

me irán fallando imperceptible pero fatalmente

cuando llegue un amanecer cualquiera

y la guitarra esté tendida

en silencio sobre la mesa

me iré solo por un camino de alguna estación

haciendo sonar con mis botines

el pedregullo a la orilla de un río

dirán entonces

le tenemos mucho cariño a este hombre

por ejemplo más que a un billete de veinte dólares

vaya inclusive

más que a un compacto cochecillo japonés

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Poemas

era el mejor de todos

era el mejor de todos

por supuesto

por supuesto

aunque fuera sólo en el centro

de Veracruz.

El pozo

I

LA memoria es a veces transparente

como el agua de un pozo

dentro del agua clara

las cosas reaparecen lentamente

cobrando nueva vida

en su cal apagada

en el fondo del agua una ciudad lejana

se contempla entre musgos sorprendida.

II

LA tarde del domingo

pinta de gris las calles

el jardín municipal se llena entonces

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Poemas

de parejas de niños y de globos

una sedante pausa que baja de las nubes

va envolviendo las cosas

con un matiz de rosa sosegado

la tarde del domingo es un remanso

que introduce los rostros y fachadas

en un ritmo apacible

como de un vals de Felipe Villanueva

en el cielo como en dormido estanque

las horas son guijarros sumergidos

la noche es aromática

y está llena de grillos

bajo un farol cualquiera

rezagados noctámbulos

discuten ampliamente las profundas verdades

de un universo en blanco y negro

arriba se dibujan viejas constelaciones

por las desiertas calles doloridas de perros

entre ilusiones rotas y botes de basura

corre un larvado canto de trigos y de ciervos

y aunque nadie lo escucha

adentro de una casa

alguna muchachita sin sueño lo presiente

mientras oye muy lejos el silbato del tren

después seguramente llueve

sólo queda la música monótona

de la lluvia golpeando los tejados

y la grave disputa que sobre geometría

sostienen en silencio la torre y la palmera.

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Poemas

III

DESDE esta soledad en que la sueño

amurallado de silencio insomne

(salto hasta el corazón adolescente)

vuelvo a mirar su techo de palomas

y a tocar su cintura de verdes naranjales

cuando el aire tranquilo

bebía la sangre dulce de los cañaverales

sin pensar todavía

ir a correr tras los azahares

entonces nos robábamos las cañas

de góndolas que lentas navegaban

por un río de durmientes

garroteros del viento nos quedaban

el placer en los dientes

y la miel en las manos

pero el agua era mansa

la represa y la curva fueron siempre

magníficos pretextos para olvidar el álgebra

el paisaje tenía

el corazón amargo para la geografía

el toque de las cinco

era en RE sostenido

ella y yo nos veíamos y comenzaba el tiempo

cogidos de la mano recorrimos el mundo

más allá de su blanco caserío

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Poemas

juntos nos iniciamos en el hondo misterio

de darse largamente por los poros del alma

la lenta miel oscura del deseo

y el pan de la esperanza.

IV

PARECE como si hubiéramos caído

al fondo del espejo

tu mano entre mis manos es reflejo

de nuestra añeja historia

y aunque nos debatimos

en reanudar los hilos de la trama

es inútil y gris

tú viajas hace tiempo en un tren velocísimo

y yo me quedo atrás en el andén desierto

demudado y gesticulante

como un pasajero desesperado.

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Poemas

Té de manzanilla

LAS piernas de Maga empiezan en el Cabo de Hornos

y terminan en la calle principal de Milwaukee

donde toda la gente se afana inútilmente

por hacer una cerveza mejor que la Dosequis,

esta Maga usaba a veces una gorrita

y un anticuado impermeable llamado de trinchera

que a mí me dejaban la doliente certeza

de haberla visto del brazo de Humphrey Bogart

por una triste calle de la colonia Roma

por supuesto esta Maga no es la que sale en Rayuela

pero sí puedo asegurar que la he visto a los pies de Hécuba

en la página satinada de una traducción italiana de Eurípides

pero yo no vine a sentarme aquí a contar nada de esto

sólo vine a tomarme un té de manzanilla

y a formular fervientes y perdurables votos

para no verla ni nombrarla jamás.

Un hombre está sentado en una silla…

UN hombre está sentado en una silla

en medio de la tarde

despidiéndose de un brazo

que acaban de cortarle

¿quién es este hombre?

¿puede hablársele?

¿por qué está sentado en una silla

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Poemas

en medio de la tarde?

¿es acaso evidente

o demostrable

que esté en verdad despidiéndose de un brazo?

¿no será más bien de algún pariente lejano

que llegó desde tierras remotas a visitarle

y que acaba él sí de ser separado certeramente de su brazo

en otra tarde?

¿cómo podemos estar seguros

que no son un millón de hombres o incontables

sentados en un millón de sillas

en medio de un millón de tardes

despidiéndose de un millón de brazos

que acabarán sin ambages

oh por supuesto tú también noche oscura del alma

por cortarles?

yo no lo sé

ni el bufón ni el ciego con su palo

ni el vendedor con su canasta

pero y ustedes

no me vengan ahora con eso de que son los que están

realmente sentados en sus sillas en medio de sus tardes

despidiéndose de sus amados brazos que a fin de cuentas

ni les cortan ni nada así qué gracia

oh doncella

mira el crepúsculo cómo desciende turbulento

con sus nubes violáceas sobre la sierra madre

sólo tú entre todas

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Poemas

caminarás mirando la estrella solidaria

mientras repican destempladas a lo lejos

las esquilas de los rebaños que regresan a la majada

tú sola escucharás esta irrefrenable voz diciéndote

que hay un hombre sentado en una silla

en medio de la tarde

despidiéndose

como en los dibujos que hacías

cuando tenías colochos y siete años

de un tren que pasa

rodando lentamente

con sus ventanitas iluminadas

en la negra soledad de la montaña.

Old fashion blues

IRÁN cantando

voces o flores de papel de estaño

juguemos a que somos inmortales

una casa de muñecas para ti

con ventanas al sur

en el cementerio de Darkest Creek

nunca dijo

construirás con tus manos

un cenicero fundamental

sólo para mí

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Poemas

sólo para mí

nunca dije

piedra de agua luna de noviembre

sagitario por el camino de oyameles

sólo para mí

por el camino de oyameles

niño viudo padre desvalido

rumbo a tu casa de muñecas

con ventanas al sur

juguemos a que somos inmortales

en el cementerio de Darkest Creek

oh sí en el viejo cementerio de Darkest Creek.

Roja y ardiente luna navegante

Para Alejandro Rossi

1

SIN buenas noches voy o vengo

la calle mísera enlodada

ante esta puerta me detengo

precisa en sueño señalada

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Poemas

la luna boga desvelada

flota tendida blusa añil

toco la puerta destinada

bien navegante en fiero abril

elegirme elegido es vicio

fuego de fugaz artificio

ladran en un traspatio ajeno

el viento vela al mar sereno

vela de pronto desplegada

bajo la luna revelada.

2

SOLO en la noche va el amante

serio silente desolado

fuere aguardado el caminante

no sería amante sería amado

no es en la noche lo inquietante

el techo arriba constelado

es lo que mueve al navegante

si va buscando y no es buscado

elegirse elegido es vicio

ya elegir es nefando oficio

como vivir mínimo instante

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Poemas

solo en el viento va el amante

sólo en el viento desollado

solo silente desolado.

Nunca se acaricia dos veces

al mismo perro

NO se trata del perro metafísico

de la elegía de Unamuno

ni de aquél que Tamayo pone a aullar dulcemente

partiendo en mitades idénticas

a elevadísimas conversaciones

parecidas a estalactitas

fotografiadas desde abajo durante el viaje

sin fisuras ni barquichuelos o pinazas

sobrecargadas de legumbres

en donde se ve sentada frente a la escotilla

una muchacha que señala la dirección del viento

con su pelo amarillo

joven dama

navarra de largas piernas y leves frustraciones

señora de mis ojos en su minucioso jardín

no es tampoco

ningún famélico artefacto literario

que cruce macilento

la ardorosa noche del peregrino

ni el infiel que todos conocemos

agobiado por la sarna o por el destino

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Poemas

a fin de cuentas tan parecido siempre

y al que cualquiera puede arrojarle impunemente

un chino rotundamente limpio de pecados

es simplemente

a las cinco y cuarenta

en su relojito de pecho

asimétrico con relación a ambos pezones

bajo sus bugambilias ahora tornasoladas

un pastor que contradictoriamente se llame lobo

y esté llegando siempre

instantáneamente a tiempo

con la rauda docilidad del pensamiento

hasta la avidez de las yemas apenas sonrosadas

de sus lentos largamente amantísimos

dedos preludios interminables.

Latin lover tango

JÚPITER es un dios cesante y sin propinas

que mastica sus barbas y sus melancolías

y se aburre en las tardes harto de fantasías

en el Olimpo en ruinas

Y che porque los hombres inexorablemente

se mudan de repente y sin ambages

de medias de bufandas o de ideas

de amor de sueños de trajes

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Poemas

de marca de tabaco de tirano

o de dios

Y Júpiter bosteza

y juega al solitario y se echa trampas

y sueña con volar hasta la luna

donde piensa fundar una

paganidad en el exilio

pobre de Júpiter tonante

que hoy tiene la desgracia

de ser un dios cesante

hoy ya no le pellizca

las opulentas nalgas

a venus calipigia

y la laguna estigia

refleja la pertinaz silueta

que recorre los bordes añorando a su grey

como si fuera un rey

del siglo diecinueve

a quien las turbas liberales hubieran despojado

de su corona y de su cetro y le hubieran ajado

el trono el traje

y la ilusión.

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Poemas

Juego de cartas

(voz de Ania Yarasech)

D’un accident […] ch’e chiamato amore.

GUIDO CAVALCANTI

I

CUANDO cumplí siete años

usted llegó cargando un enorme oso de fieltro

que enseguida se convirtió

en mi compañero inseparable

luego a escondidas durante la fiesta

usted arrojó cuidadosamente

toda la ropa limpia del tendedero

dentro de un tanque de agua contiguo al lavadero

todas exclamaron a coro

es el tremendo hijo del doctor

cuando cumplí catorce años

me fui a vivir al rancho con mi abuelita

para cuidar la huerta de naranjos

y ayudar con las cuentas a mi hermano

en su tienda del pueblo

instalé en la casa para recordarlo tirando los dados

un cuarto de juegos

y allí escribí los cuentos

tan elogiados por su amigo Arróniz

en el periódico de Córdoba

hasta me comparó con Jane Austen

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Poemas

brincos di y pensé más en usted

a quien ya para entonces me enteré le decían El Loco

y convalecía de haberse aventado

desde el carrito del malacate de Tuxpango

en movimiento

dizque sólo para refrescarse en el río

pura loquera de sus absurdas apuestas que

el día de hoy dos de septiembre

estoy cumpliendo mis veintiún años

por medio de la presente

le ruego venga a visitarme

por supuesto después de este día de cumpleaños

y sin regalo

su presencia será para mí

como un nuevo oso de fieltro

que ha de compensarme plenamente

de su ausencia de ya tantísimos años

en la sala de juegos

jugaremos solos los dos

un siete y medio o un cubilete

y al fin podré darle

el larguísimo beso de toda mi vida,

empezando a conservarlo cada día unido a ella

después usted podrá regresar tranquilo a su vagancia

de soltador de gallos en los palenques qué horror.

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Poemas

II

ENCONTRÉ tu carta que nunca llegó a mis manos

escondida o guardada en un libro de aventuras

de Sandokan el tigre de Malasia

luego desgraciadamente la perdí de nuevo

y acabo de hallarla hoy dentro de un manual

sobre derivados del carbono

hace muchos años dejé los palenques

y volví al estudio de la medicina

que ahora ejerzo en Xalapa

como pronto va a ser de nuevo

dos de septiembre

iré a felicitar a la famosa dama

del cabello de plata exportadora de piña

mangos y pomelos

esperando encontrarla

en cualquiera de sus tres conocidos ranchos

no la confundiré con nadie

pues debo decirte que jamás olvidé

el inconfundible color de tu mirada

iré acompañado por mis dos nietas menores

que quieren ver si es posible tocar

a tu caballo cuatralbo

y a tu célebre perro Vivaldi

del que tienen una fotografía

recortada de una revista ilustrada

como también habrán de dedicarse

a juntar flores silvestres

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Poemas

para llevarlas de regalo a su abuela

no interferirán tu arcano proyecto

de sellar con un beso

ahora de tres décadas más

nuestro indeleble encuentro y/o desencuentro

Irreversible

como nacer o morir.

El Puente de Varolio

UN hombre está sentado en un Café

esperando

a impuntual y terriblemente amada mujer

(una mujer y un hombre fueron a desayunar

y a finar su imposible amor con huevos

escalfados y café solo)

mas todo comenzó como todo

cuando todo acabó

la sulamita asomó detrás de su taza

una fulgurante mirada

cargada con jurásica o profunda solidaridad

el david entonces se fue

hacia el noreste desde su vaso de agua

pensando con sobreseída nostalgia

en el canal basilar

y en el Puente de Varolio.

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Poemas

Por ti seré

1

SALUDO a las bailadoras

con cariño «abrazador»

cumplo así aunque sea a deshoras

la receta del doctor.

Dicen, Lázaro Patricio,

que tu mujer es plebeya,

será, pero en el fandango

ella siempre es la más bella.

Pero ahora ya le toca

decir en verso también

quién es la que adorna a quién

de la rosa que es su boca

o la que trae en la sien.

2

LÁZARO Patricio: tu mujer está ojerosa

acostadita en su cama

parece tuberculosa.

(No es que yo la vea tan grave

pero en el mismo lugar

ella lucía bien carnosa).

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Poemas

Lázaro Patricio,

no me lo tomes a mal

pero si tú me la «emprestas»

yo te la vuelvo a engordar.

Así habló Carasucia

Nur narr nur dichter.

1

COMPARTÍ durante mucho tiempo mi morada terrenal con un perro y un gato, y su conducta

tan divergente me intrigó sobremanera. Un amigo filósofo, consultado al respecto, no

me sacó de mi perplejidad, por el contrario la incrementó considerablemente cuando me

dijo, es que el perro es un empirista irredento, atenido exclusivamente a sus sensedata, y

en cambio el gato es un idealista trascendental de corte neokantiano.

2

OTRO amigo, economista con gran solvencia económica, opinó que todo se reduce a un

problema de oferta y demanda. Según lo que alcancé a comprender, el perro es un oferente,

sobre todo de afecto, y el gato un demandante, sobre todo de leche fresca y ultramarinos

caros, lo cual puede ser aceptado con ciertas reservas, por ejemplo, en el sentido de no

confundir al felino, dadas sus reconocidas características de selectividad y discernimiento,

con un consumista vulgar.

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Poemas

3

EL gato está investido de libertad, independencia, autonomía. Esboza a través de sus

llameantes y bien decorados ojos, una evidente voluntad de poder, es dogmático y pretende

estar al día en todo. Si tuviera necesidad de ropa, ésta sólo la usaría siendo importada (o

cuando menos de fayuca evidente). El perro en cambio, es un animal comprometido con

la sociedad civil, en realidad de extrema izquierda, aun cuando esta condición se nos

oculte bajo su ostensible respeto a las instituciones domésticas, y dejando de lado

definitivamente a los malintencionados que lo adscriben a la línea política del partido

oficial, debido a su inocente tendencia a dirigirse siempre al sol que más calienta.

4

TAMBIÉN, aunque ustedes lo duden, tengo un amigo teólogo, que enredó más el asunto

insinuándome que el gato no es sino un ángel caído, arrojado desde el empíreo hasta la

vecindad de los fogones terrenales, condenado a compartir con las siervas de los humanos,

la ubicación en la escala ontológica y aun el nombre genérico. Todo ello como castigo a

una diabólica arrogancia que le inducía, allá arriba, a ocuparse exclusivamente de lamer y

relamer su peluda belleza, con notorio desdén para la bienaventurada pero diligente y

laboriosa comunidad celestial.

5

YO respeto mucho esta última consideración, pero desde luego la califico de improbable,

sobre todo cuando observo, con mal disimulada envidia, la enorme facilidad del gato

para evitar todo lo que pueda desestabilizarlo, al recorrer las soberbias alturas de los

tinacos en la azotea.

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34

Poemas

6

MÁS convincente me parece la tesis que mi amigo desarrolla en relación con el perro, la

cual lo aboca a esperar tranquilo las trompetas del Juicio Final, pues está predestinado, en

la ya no tan lejana consumación de los siglos, a echarse confiado por toda la eternidad, a

los pies pero a la diestra de su señor.

P. D.

EL perro acapara elogios por su innegable inteligencia, pero en el fondo, siempre será un

analfabeta funcional. En cambio, yo no descarto del todo mi esperanza de que el gato

aprenda algún día a Baudelaire, y aun escribir, si así le place.

Ramón con el inolvidable Cheché Morales (ca.1986).

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Poemas

II. Lecturas

Fragmentos para componer un retratode Ramón RodríguezRafael Antúnez

Lo mejor de la poesía son los amigos que nos da

Es el año de 1987, Graffiti acaba de nacer como revista y José Homero me ha citado para

presentarme con uno de los nuevos colaboradores. Llego a la Casona del Beaterio y lo encuentro

acompañado de un señor que viste guayabera blanca, pantalones negros y unos botines

como los que usaban los Beatles en los inicios de su carrera. Homero hace las presentaciones

y cuando afirma que el señor es el poeta Ramón Rodríguez, éste, al tiempo que vierte

generosamente sobre su tarro el contenido de una botella de Dosequis oscura, afirma:

–Yo no soy poeta, sólo soy un vendedor de licuadoras Osterizer.

Tiempo después lo oí decir que era también “el mejor matador de cucarachas del

centro de Veracruz”.

El lugar se llamaba La Cumbre y estaba situado en el segundo piso de un edificio ubicado

en la calle de Ávila Camacho. Como todos los sitios donde la gente va a bailar y a escuchar

rock, estaba lleno de humo de cigarros y había que hablar a gritos. Tocaban Edipo y los Jijos

de Mami, un grupo que comandaba nuestro amigo Alejandro Flores, un rarísimo cantante

de rock que leía con igual pasión a Foucault y Barthes, a Ernesto Cardenal y a Octavio Paz.

En una mesa que ocupábamos Raciel Martínez, Rubén Vázquez, José Homero, Ramón

Rodríguez y algunos más, nos animábamos, o tratábamos de animarnos, unos a otros a

bailar, sin conseguir que ninguno venciera su timidez o su desgana. De pronto se oyeron

aplausos, volteamos y, rodeado por un grupo de melenudos que aplaudían y agitaban

frenéticamente sus cabelleras, hallamos a uno de nosotros en pleno baile. Sí, era Ramón.

CONTRAPUNTO No. 8 mayo-agosto 2008

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Lecturas

La misma noche, pero varias horas más tarde. Ya sólo quedamos Rubén Vázquez, Ramón

Rodríguez y yo. Apuramos la última cerveza en un tugurio llamado La Clínica y salimos.

Mientras caminábamos, oscuros y silenciosos, por una calle silenciosa y oscura, Ramón

empezó a hablar de un nuevo poema que acababa de terminar. En los últimos meses lo

habíamos escuchado una y otra vez repetir un par de versos que nos sabíamos ya de

memoria, pero que bien a bien no sabíamos qué querían decir: “Las piernas de Maga

empiezan en el Cabo de Hornos / y terminan en la calle central de Milwaukee”. No

podíamos hacer gran cosa con ellos, salvo conjeturar quién podría ser la dueña de esas

piernas formidables y preguntarnos qué más había en ese poema o si realmente existía el

poema completo, o era uno de los muchos proyectos inconclusos de Ramón: traducir a

Emily Dickinson, a Robert Frost, a Baudelaire, dejar la poesía para dedicarse al ensayo…

Lo ignorábamos por completo, pero esa madrugada, mientras caminábamos bajo la pálida

luz de la madrugada, Ramón empezó a recitar:

Las piernas de Maga empiezan en el Cabo de Hornosy terminan en la calle principal de Milwaukeedonde toda la gente se afana inútilmentepor hacer una cerveza mejor que la Dosequis,esta Maga usaba a veces una gorritay un anticuado impermeable llamado de trincheraque a mí me dejaban la doliente certezade haberla visto del brazo de Humphrey Bogartpor una triste calle de la colonia Romapor supuesto esta Maga no es la que sale en Rayuelapero sí puedo asegurar que la he visto a los pies de Hécubaen la página satinada de una traducción italiana de Eurípidespero yo no vine a sentarme aquí a contar nada de estosólo vine a tomarme un té de manzanillay a formular fervientes y perdurables votospara no verla ni nombrarla jamás.

Cuando terminó guardamos silencio, un silencio lleno de gratitud, silencio, si se me permite

la expresión, de lector. La poesía, y eso Ramón lo sabe muy bien, es algo que se le arranca

al silencio y que siempre retorna a él. Después de un encuentro con la poesía, uno

generalmente se queda sin palabras; es curioso, uno se topa con unos versos que expresan

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37

Lecturas

aquello que uno siempre había querido decir y de una forma siempre buscada, pero

jamás hallada, siempre intuida, pero nunca antes vista, esos versos expresan algo con lo

que uno está perfectamente de acuerdo, uno hace suyos los sentimientos ahí expresados,

hace suyas las ideas, las palabras, de una forma inexpresable, el poema nos llena, nos

enriquece, pero también, nos deja sin palabras, llenos de silencio, porque como decía

Huxley parafraseando a Shakespeare, “siempre, y dondequiera, lo que queda es silencio”.

Nos toca leer juntos en una Feria del Libro en el Colegio Preparatorio. Yo leo un cuento

y Ramón un puñado de poemas. Al terminar la lectura, la moderadora invita al público a

hacer sus comentarios o preguntas. Nadie levanta la mano, y cuando creemos que nos

hemos salvado, una señora de edad avanzada se levanta y le pregunta a Ramón, con voz

que denota un gran nerviosismo, qué es lo que tiene que hacer un escritor desconocido

para publicar sus versos.

Ramón le responde que si el escribir los poemas le causa placer, si la sola escritura

de esos poemas la satisface, entonces ya no es necesario publicarlos, éstos han cumplido

plenamente su misión.

La señora le dio las gracias, y creo que lo hizo sinceramente.

Quedamos de vernos en un café para enseñarle la cuarta de forros que escribí para su

libro Old Fashion Blues, que José Homero publicaría en Graffiti, en la colección Literatura

Menor. Me dijo algo así como pon lo que quieras, tratando de fingir indiferencia, pero yo

sabía que en realidad sentía curiosidad. Empecé a leer lo siguiente:

El personaje que aparece en los poemas de Ramón Rodríguez (Córdoba, 1925) es unhombre tímido e impertinente, otras, un sentimental algo burlón y no pocas veces un serabsurdo, nostálgico y disparatado que nos hace pensar en algunos poemas de RodolfoUsigli y de Renato Leduc, aunque la suya no sea una poesía tan desencantada como la delprimero ni tan procaz como la del segundo, sí es tan irónica como la de ambos; en otrasocasiones nos hace pensar en un poeta totalmente inédito. Por sus temas y la forma en quelos aborda, Ramón Rodríguez tiene muy poco que ver con sus contemporáneos (Sabines,Bonifaz, Castellanos): es, en toda la extensión de la palabra, un excéntrico. Sus exclamacionesnos divierten y nos asombran: “Las piernas de Maga empiezan en el Cabo de Hornos / yterminan en la calle central de Milwaukee, / donde toda la gente se afana inútilmente por

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Lecturas

hacer una cerveza mejor que la Dosequis”, “Vuelves roja y ardiente luna navegante”, “Poesía/ candil de oro de la calle / oscuridad de tu casa vacía”. Ramón Rodríguez “siendo a lasazón / el mejor tercera base de la edad media”, es también (y por muchas razones que ellector descubrirá) uno de los poetas más jóvenes de México.

Al terminar, levanté los ojos de la cuartilla y le pregunté: –¿Qué te parece?

Ramón en esos momentos me miró y me dijo: “mira cómo me dejó tu noticia”.

Después pidió un té de manzanilla.

“La vodka, me dice en cierta ocasión, tiene virtudes terapéuticas que ustedes ignoran. En

primer lugar es diurético, en segundo lugar combate efectivamente a las amibas, es su

peor enemigo, en cuanto éstas saben que estás tomando vodka salen disparadas; también

es bueno para los cólicos estomacales y evita la gripa. Además, no huele y no hace cruda”.

No estoy seguro de que sea cierto, pero por las dudas tomo vodka esa noche. Ignoro si en

realidad es diurético y todo lo demás, lo único que puedo asegurar es que sí hace cruda.

Ramón es un hombre enamorado, profundamente enamorado de las palabras, como un

viejo tigre que acecha a una manada de jóvenes gacelas, Ramón las ve de lejos, las persigue,

busca la forma de hacerlas suyas, las sopesa, las palpa, se les acerca lleno de una lúdica

pasión y las acaricia y aspira su aroma, como si fuera un experto catador, estudia sus

posibles combinaciones, sus distintos sonidos, las imagina entre seda y sombra, o bien,

con su avariciosa voz de enamorado les canta sus verdades:

PalabraEsclavaGuitarra ciegaNiega nunca igualarás al silencioQue es azul y va volando siempreMás allá de ti…

A veces lo imagino vestido de juglar empuñando una mandolina, igualito que “Tin Tan”

en El médico de las locas, sólo que a diferencia de “Tin Tan”, Ramón no canta “ya la enramada

se secó”, sino: “Deja que deje claro que te amo / mas no dejes huir la luz de junio / una

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Lecturas

por una toma mis vocales / y haz con tu magia un collar de diamantes / destinado a tus

días de guardar…” o bien, una de sus admirados Hombres G.

Entre el humo de incontables cigarrillos que hemos consumido con no poca

pasión, y al calor de algunos vodkas, solemos decir poemas de Antonio Machado y de

Salvador Díaz Mirón y contarnos o recontarnos ciertas anécdotas de Bertrand Russell en

las que se defiende el buen hábito de tomar y beber en abundancia, o bien ésta de Winston

Churchill que refiere Juan Nuño en su ensayo en defensa del tabaco:

El viejo […] se atrevió a desafiar el protocolo real, pues él mismo cuenta que en una visitaal rey Ibn Saud, antes de entrar en materia, tuvo la precaución de advertir al intérprete quesi la religión de Su Majestad le impedía fumar y tomar alcohol, le rogaba que indicara al reydel desierto que, por su parte, su propia norma de vida le prescribía el rito sagrado defumar cigarros, así como el de ingerir alcohol antes, después y, si menester era, durantetodas las comidas que hiciera y aun en los intervalos de las mismas.

Como declaración de principios –añade

Nuño– “no se puede pedir mayor

claridad”. Ramón entonces trata de

recordar quién fue aquel que dijo que

había que desconfiar de las personas que

no fuman, pues a saber qué vicios tendrán

y enciende un cigarro. “Sólo puedo fumar

un cigarro por día –me dice–, éste

pertenece al día 15 de abril del 2015”.

Modesto y burlón, es dueño de un fino

sentido de la ironía y de una generosidad

sin límites, sólo comparable a su amplia

cultura y a su curiosidad casi infantil, a

pesar de que ha escrito que “hombre soy,

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Lecturas

todo lo humano me es ajeno”, lo humano le compete y le interesa, habla con igual

entusiasmo de T. S. Eliot que de beisbol, de Louis Armstrong que de los nibelungos, la

historia romana, la fabricación de ron en Córdoba, Bertrand Russell, las bondades del té

de manzanilla, el son jarocho, Ella Fitzgerald, Aldous Huxley, la poesía de Rilke o Gorostiza.

No le gusta que le hablen de “usted”, que lo entrevisten ni que le tomen fotografías. En

la escritura ha practicado una generosa parquedad que afortunadamente en los últimos

años no ha respetado tan celosamente como lo hizo en los años siguientes a la publicación

de Ser de lejanías.

Para casi nadie en Xalapa es el maestro Rodríguez o don Ramón; como Gómez

de la Serna, a quien admira, es sencillamente, como el agua, como el pan: Ramón.

Rafael Antúnez. Narrador, editor y traductor. Autor de La imaginación de lavejez (relatos) y La isla de madera (novela). Ha sido Becario del FONCA y delIVEC. Es director de Durandarte Editores. Fundó y dirigió la revista ElColombre y actualmente dirige la revista de arte y cultura Forum.

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Lecturas

José Homero

El blues de Ramón Rodríguez

Hay poetas que son en sí una tradición. La breve obra de Ramón Rodríguez (Córdoba,

1925) registra el periplo de un poeta que zarpando del seguro puerto enclavado en la

bahía de las corrientes métricas arribaría a costas menos conocidas aunque nunca distantes

de la combinación exacta de sílabas y acentos. Rodríguez no es un poeta que experimente

con las posibilidades silentes ni se afane en decantar una música distinta. Lector de

Mallarmé, posee el esmero parnasiano de la eufonía, ignorando el despliegue en

hemistiquios que propone la cordillera poética más notoria en el siglo XX. Es un poeta

de raíz clásica. Al leer sus sonetos y libérrimas combinaciones de metros creemos recordar

una dicción conocida. Quizá sea cierta reminiscencia de Francisco de Terrazas; quizá

sean los signos de la descendencia de Eliot. Aunque el pariente más próximo resulte el

Eliot de “Prufrock y las otras observaciones”. Es en esta línea por la que discurre la

poesía última de Rodríguez reunida en el opúsculo Old Fashion Blues, apenas su tercer

libro (1995).

Si bien la musicalidad de Rodríguez depende de la combinación acentual silábica,

hay varios poemas sonoramente rimados y otros en verso blanco. Sin embargo, el fiel de

la balanza son las inflexiones de la voz. Pocos poetas tan atentos a las posibilidades de la

oralidad. Su poesía parece acatar la teoría de las voces de la poesía de Eliot y despliega

monólogos, diálogos, imprecaciones que recuerdan tanto a Browning como a Wallace

Stevens o a Edgar Lee Masters. Esta oralidad no sólo se expresa en tales formas; varios

poemas explícitamente invocan un origen musical: los dos blues que abren el libro, “Latin

lover tango” y “Noema (Voz de Ana Torroja)”, concebido como una posible canción

para Mecano.

Aun cuando se aluda a la tradición occidental, la voz no enuncia síntomas trágicos

lo que no implica que se hallen omisos. “Sammu Rammat” asume la tradición de epitafios

que recorre nuestra cultura desde Alejandría hasta su célebre encarnación moderna: la

Antología de Spoon River de Edgar Lee Masters. La manera en que concluye ese monólogo

es una puya a la cultura; quien espere una alusión a Rossini la tendrá, sólo que despectiva.

CONTRAPUNTO No. 8 mayo-agosto 2008

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Lecturas

Si las formas musicales de Ramón Rodríguez ofrecen impresión de seguridad es

claro que la lectura revela a un delicado minero del sentido. Como Gerardo Deniz, cuya

poesía nunca ha proscrito los moldes aristotélicos ni las formas sintácticas, Rodríguez

juega con los vocablos. Parece el suyo un discurso correcto sólo que siempre causa

perplejidad. Sus poemas no parecen tan incomprensibles como los de Deniz o Coral

Bracho. Pero al meditarlos sabemos que en realidad nada sabemos de tan enigmáticos

hablantes. Es como si el lector escuchara fragmentos de conversaciones. En los dos blues

–un género que ha cultivado Rodríguez; un poema suyo tiene música de Armando Lavalle–,

la cadencia inherente al registro bluesero cancela toda posibilidad de sentido, al menos en

su concepción discursiva, y sólo sabemos o creemos saber que un hombre promete a su

hija una fúnebre casa de muñecas o escuchamos conversar a dos desconocidos que se

guarecen de la lluvia.

¿De dónde viene esa alimentación de los soportes inteligibles? Rodríguez asegura

que de Frost, uno podría pensar que de cierta vocación narrativa y una dilección por las

paradojas heredada de la filosofía. “Nunca se acaricia dos veces a un mismo perro”

comienza eliminando posibilidades: el perro aludido no es un perro metafísico de una

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Lecturas

elegía de Unamuno, no es un perro de Tamayo y de pronto mediante esa enumeración

entran al poema otras imágenes y otras posibles direcciones semánticas, hasta ofrecer un

abigarramiento de posibilidades donde cada una se enlaza a otra mediante una asociación

libremente sicológica, para concluir con una alusión a las apologías de Zenón de Elea.

“Té de manzanilla”, otro de los meritorios poemas del libro, insiste en ese guiño

pretensamente real que conduce al absurdo. Aquí la voz habla de una extraña criatura

llamada Maga –que, se nos dice, no es la que sale en Rayuela, del mismo modo que en el

poema citado antes se nos definía al perro por su ausencia de referentes cultos, Rodríguez

insiste en que sus creaturas carecen de progenie intelectual, como si deseara proscribir

todo origen–, cuyas piernas empiezan en el Cabo de Hornos y terminan en la calle principal

de Milwaukee y concluye negando que esté ahí para hablar de ella pues sólo ha venido a

tomar un té de manzanilla. En “Preludio a la siesta de un gordo” un hombre se declara

diente. El poema describe una comida y las cadencias comensálicas para terminar en la

molicie de la indigestión y en la espera de la noche. Es esta extraña oralidad –¿con quién

hablan estas creaturas?, pero ¿importa?– la que convierte a la poesía de Rodríguez en

contemporánea de nuestras inquietudes.

Hay otros poemas donde la enunciación presenta al personaje sin requerir

descripciones o información del autor, como “Novísima Eloísa”, “La mujer como idea,

como deporte y como necesidad”. En este carrusel vemos animarse súbitamente a figuras

conocidas: desde la petrarquista rosa hasta los amantes emblemáticos de nuestra lírica:

un amante es un Tristán, otro se pretende Abelardo, uno más deambula noctívago ante la

indiferencia de la amada y por supuesto hablan Isolda, Francesca, Circe. Poemas como

“Palabras para cantar”, una cantiga de amigo contemporánea, “Rosa, rosae”, reasunción

del carpe diem tras la lectura de Gertrude Stein, “Roja y ardiente luna navegante”, dos

sonetos enlazados con rima cruzada y minimalista, “Nosferatu”, una combinación de

versos blancos, señalan esa herencia clásica que Rodríguez aprendió tempranamente –y

cuyo peso lo convirtió en un poeta menor, ajeno a la aventura de la modernidad estética.

Ciertamente no son éstos los mejores poemas del libro –podrían ser suscritos por poetas

modernistas o neoclásicos–, aunque los salva la sutileza musical. Creo necesario

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Lecturas

mencionarlos porque Rodríguez, aun cuando ofrezca formas dimanadas de la música,

especialmente del blues o el rock, no deja de ser un poeta de oído clásico. En tanto, tras

los diluidos elementos informativos Rodríguez se oculta y nos oculta derroteros para asir

su escritura –percibimos no sólo la invocación de la lírica cortés, también el sentimiento

inherente de la desaparición–; junto al tono burlesco vibra una sonoridad que recuerda a

la del metal que indica en esta poesía la presencia de una oculta fragilidad:

Buen amigo este pensarque siento en el corazóndesafina mi canciónal ponerla a lamentarno nací para llorarpero un vago sentimientomuda el color de mi acentocon metales de agonía(“Palabras para un cantar”)

Es tanto la modulación del carpe diem (“Deje que deje claro que te amo / mas no dejes

huir la luz de junio”, “Nosferatu”; “por eso intensamente ama a esa rosa”, “Rosa, rosae…”)

como la zozobra de la desaparición propia la que percibimos. La tragedia, la inminencia

de la muerte y el desamor no aparecen claramente, pero se insinúan en ciertas líneas. El

comensal de “Preludio a la siesta de un gordo” asiste a la “muerte sustantiva e integral /

de esta armoniosa y geodésica tarde”; Júpiter, en “Latin lover tango”, es un dios inútil

que deambula soñando con un nuevo Olimpo. Tales menciones a la decadencia hallan su

mejor ejemplo en la elegante alusión a la muerte de “Retrato del artista decrépito”. El

gran matador de cucarachas del centro de Veracruz dice:

[...]reconozco que el pulso y la vistame irán fallando imperceptible pero fatalmentecuando llegue un amanecer cualquieray la guitarra esté tendidaen silencio sobre la mesame iré solo por un camino de alguna estación

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Lecturas

haciendo sonar con mis botinesel pedregullo a la orilla de un río[...]

Por otra parte hay también mucho de crítica, más que social, a la sociedad. Bastaría citar

“Sólo los ricos son nuevos”, uno de los mejores poemas del libro en cuanto a eliminación

de elementos poéticos –por ahí se oye un modernista “aroma postrero”–, donde se describe

las relaciones entre los parientes pobres y los ricos, o “Así hablaba Carasucia”, que mediante

la dicotomía perros y gatos revisa gruesamente las gruesas formas de entender el mundo

en que nuestra tradición insiste.

Poesía de un amante escéptico y de un desencantado pero risueño filósofo, Old

Fashion Blues otorgará a Ramón Rodríguez el alto sitio que merece en nuestra poesía. No

está de más decir que en un tiempo en que los poetas jóvenes no dan signos de juventud,

Rodríguez nos brinda una arrebatadora lección de tradición y frescura.

José Homero. Poeta, ensayista, crítico literario y de música pop, editor,narrador y articulista. Ha publicado La construcción del amor, La x en la frente,Sitio del verano, Vista envés de un cuerpo, La verdad de la poesía, Luz del viento yVerano en la ciudad.

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Lecturas

José de la Colina

Ramón Rodríguez, joven poetade 80 años

Cuando el año pasado, durante la Feria del Libro jalapeña (¿o xalapeña?), don Ramón

Rodríguez, un alto hombre enjuto y muy vertical, de nariz y mirada aquilinas, de frente

patricia y de cabello blanco, de quien más tarde supe que era nacido en 1925 en Córdoba,

Veracruz, me fue fugazmente presentado por José Homero como el poeta más joven de

México, pensé que ocurría una amable aunque convencional presentación “poética”, pues

ya se sabe o debería saberse que los poetas, esos “pararrayos celestes”, según el garantizado

pararrayos Rubén Darío, son siempre y en principio niños de los ocho a los ochenta años (como

decía de sus lectores la inolvidable revista Paquín de mi olvidada niñez). Pero unos días

después, ya retornado yo a la capital del esmog en el veloz e imprudente volskwagencito de

Javier García-Galiano, hojeé, ojeé y luego leí atentamente los Boleros nobles y sentimentales de

Ramón Rodríguez, publicado en ese 2005 por el mero Homero (José) en su graciosa, gratuita,

agradecible colección Poesía Gratis (de Editorial Graffiti, erigida en la calle Xalapeños

Ilustres, número 99-3, Xalapa, Ver., C. P. 91000), y pude descubrir, para luego confirmarlo

en otra obra rodrigueciana, de 1998: La navaja de Ocamm (colección Atarazanas, IVEC) lo

que ya por entonces decía otro poeta, Rafael Antúnez, en la solapa de tal volumen: “Ramón

Rodríguez, ‘siendo a la sazón / el mejor tercera base de la edad media’, es también (y por

muchas razones que el lector pronto descubrirá) uno de los poetas más jóvenes de México”.

Un filósofo griego –no recuerdo ahora quién, pero sin duda de la época clásica

en la cual todos los griegos eran filósofos (¿sería Heráclito?)–, dijo que “Nadie se baña

dos veces en el mismo río”, y por tanto es de suponer que esos isleños, quizá aficionados

al baño diario, tendrían a mano una ilimitada cantidad de ríos. Por su parte, Ramón

Rodríguez asegura en el título de un poema que “Nunca se acaricia dos veces al mismo

perro”. Y yo, que aunque no tengo río a mano me ducho diariamente, que aunque no

tengo perro que me ladre sí tengo y acaricio una gata amada que me maúlla: la explosiva

y extorsionadora Polvorilla, pienso de acuerdo con el filósofo y el poeta que nadie hace

CONTRAPUNTO No. 8 mayo-agosto 2008

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Lecturas

dos veces la misma cosa (la repetición es una ilusión). Y me parece que ese verso titular

es signo esencial de la obra poética de Ramón Rodríguez: una obra que sin prisa, pero sin

pausa (salvo la pausa que refresca) y con una escritura suelta, aireada, ágil, de estilo sabia

e irónicamente naïf, atestigua acerca de la interinidad, la fugacidad, la fluidez, la

incircularidad del tiempo. Si el Fausto del viejo Goethe dijo: “Detente instante, ¡eres tan

bello!”, Ramón Rodríguez, poeta fáustico, pero más heraclitiano que goethiano, diría

susurrando: “Pasa instante, y sigue siendo fugaz y bello”. Y entonces, en un “salto hacia

el corazón adolescente”, Ramón Rodríguez registra a una apenas vista “muchacha que

señala la dirección del viento / con su pelo amarillo”, y le dice (acaso a la misma pero en

otro poema): “tú viajas hace tiempo en un tren velocísimo / y yo me quedo atrás en el

andén desierto / demudado y gesticulante / como un pasajero desesperado”. Es que hay

casi siempre en la poesía de RR alguna muchacha que él ve pasar entre “vitrinas jubilosas”,

o entre “la grave disputa que sobre geometría / sostienen en silencio la torre y la palmera”,

o cuando “es simplemente a las cinco y cuarenta en su relojito de pecho / asimétrico en

relación a ambos pezones, / [y ella] esté llegando siempre / instantáneamente a tiempo”.

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Lecturas

Entonces el poeta maravillado silabea un poema:

Siempre fugaz

Eres para ser amor

eres para hacer amor

vamos

hoy fue es

o será es

nuestro destino fugaz siempre.

Poeta menos apolíneo que apolineriano (¿será un nuevo y veracruzano Apollinaire?),

poeta culto y vanguardista y posvanguardista y lúdico, poeta que, fugazmente (pues dice:

“hablo desde una casa transitoria”) se telefonea con el Salomón del Cantar de los Cantares

y con Garcilaso y Hölderlin y Baudelaire y Ortega y Gasset y López Velarde y Eliot y

Alejandro Rossi y cualquier poeta joven y amigo o mero conocido en el café, y además

con Dick Tracy y Buffalo Bill y Humphrey Bogart y Érika Buenfil y Mickey Mouse y

Donald Duck y todos los jazzistas y boleristas y bluesistas y tanguistas del mundo, poeta

que escribe sus poemas con la voluntaria, la gozosa inocencia de quien descubre la poesía,

sus ritmos y arritmias, sus palabras bien ritmadas y rimadas o lanzadas en un golpe de

dados que no abolirá el azar, poeta que incurre en el soneto, en el romance y el romancillo,

en el blues o el tango, en el balbuceo o el retruécano, y va adonde el poema quiera, RR

abandona esta página llevado por el mismo aletazo de su inmortalidad del momento y

nos deja como intangible regalo dos breves, leves y densos poemas:

Miércoles (de ceniza)

Signos

Papel blanco

Eres

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Lecturas

…y en negra tinta de imprenta

te convertirás.

por supuesto

No eres

cosa

vas siendo

todo

no puerto:

travesía

no nave:

navegación.

José de la Colina. Narrador, crítico literario y cinematográfico, editor,traductor, colaborador y director de revistas literarias y suplementosculturales. Ha sido miembro del consejo de redacción de revistas comoVuelta, Nuevo Cine, Revista Mexicana de Literatura y Plural. Premio Mazatlánde Literatura 2002. Colabora en la revista Letras Libres.

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Lecturas

Ángel José Fernández

Ramón

Ramón es cordobés, aunque esto no le importe a Federico. Ramón Rodríguez nació en

1925 en Córdoba: esto quiere decir que en días de mayo ya le dio vuelta a la madeja de los

ochenta lloviditos y sigue así no más, campante, como el personaje moral de cierto

olvidadizo whisky que nunca aprendió a tejer. A diferencia de Walker, Ramón es antimarcial,

aunque irónico, como el poetita aquel, epigramático; Ramón es antisolemne o, mejor

dicho, se ha estampado esa etiqueta para redactar un manualito que soltó en la versión de

varios alias, todos solemnes como el cansancio de un ser inagotable. Y ese ser, claro, no

es otro que ninguno más. Últimamente se lo adjudica a Carasucia y va por allí mascullando

con sus ojos llenos de brillos que quieren ser carcajadas. Acuérdense: Ramón se ríe de

varios modos, hasta con lo que le queda de copete y con la punta de sus dedos, que estira

y pone rígidos como todos los dedos bien educados que nos van a contar algo

verdaderamente solemne. Dice –o dicen que así hablaba– frente a un hospital: “me plagió

Nietzsche”. Y en la mesa de un tugurio: “después veo eso, ya sabes”. Y él es quien tiene

la palabra clave, que uno nunca imagina. Ramón, para desdibujarse, para escabullirse, se

ha vuelto un experto cazador antimisiles: huye y se va con los franceses, a tomar cafecito

(y todo porque las Beverido ya cerraron). Ramón no odia: sólo odia las sillas de escritorio.

Y Ramón ama lo que esconde con argumento simpático y pelota de tenedor: a ti te dice

que sí, a ti que por supuesto; a ti también, sólo que a ti te dice: ¿Y tú quién eres? ¿Y cómo

le haces, pelao?

Aquel día que Ramón decide ser anti, como todo caballero anti que ha velado

sus armas y sabe de la noche, se monta en el disfraz de aquel modelito anti titipuchal de

cosas; y en el único bolsillo de su pantalón que no tiene hoyo acaricia, uno por uno, todos

sus secretos. No piensen mal: Ramón acaricia un encendedor, un versito, una tonadita de

jazz, un aforismo, una ocurrencia dedicada a… Digan lo que digan, Ramón siempre es

solemne, incluso frente al pedestal de la ex estatua de Maples Arce. Ya devuélvanla,

cabrones. Y lo dice –como todo lo que dice– con la honrada calamidad de la maldita

poesía. Sólo que al escribirlo, donde tiene que ir el nombre que te conté pone con letra

CONTRAPUNTO No. 8 mayo-agosto 2008

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Lecturas

bien clara “candil de oro”. Y lo demás que el mundo lo imagine. En esto sigue a la escuela

de… ¿A quién sigues, buen Ramón? Y cuando decide ser caballero de pro, gentil, dice

palabras ardientes o dicta en el parque una conferencia sobre las mujeres en Flaubert,

con valor extracurricular.

Ramón no tiene otra biografía que la que atesora en unos pequeños cuadernos

sin rayas: allí sepulta las semillas de la noche y las de ese color de color cursi de la aurora

que a todo mundo le parece colosal. Allí está todo el chiste: sólo que Ramón prefiere

guardárselo. Bueno: no es que Ramón carezca de una vida o tenga muchas, como sin

duda tendrán muchas los gatitos del malagradecido inglés que ha ofendido a la tierra,

usurpándola, tachándola de… y que Ramón con su gatomanía ha querido traducir.

Lo único que Ramón Rodríguez esconde es su biografía: la ha hecho perdidiza

ochenta veces al año, ochenta años cada día y cada momento, incluidas las quincenas; nos

la ha pasado de humo, como a la oscura verdad con mayúscula; nos la ha ocultado setenta

veces ochenta en sus discretos cuadernitos sin rayas, a la francesa, con su espiral

melancólica, algo torcida por el uso: pues es allí donde Ramón garabatea, cada que puede,

su paisajito; allí apunta sus lluvias, sus naranjas; allí envolvió no una sino las dos orejas de

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Lecturas

Paolo –y sólo nos dio a leer una, que conste–, allí encabriola sus cuitas de arcipreste, con

el perdón de asté. Ramón es un malcriado: nos ha engañado con la verdad y no ha hecho

otra cosa que tirarnos purititos rollos, como quien tantea un toro en la arena, y que

Ramón construye que te construye y desteje en sus cuadernitos, ésos que a nadie enseña.

O, bueno, quién sabe…

Su verdad sólo la saben sus zapatos del diario, su perfil afilado que ladea al

caminar. Camina y aprieta los labios, muerde la lengua; el labio hace una mueca y su nariz

termina en punta. Algún comercio tendrá mi buen Ramón con el camino, la calle y sus

preciados ochenta cuadernitos sin rayas, que a veces saca a pasear, perfectamente

adelgazados, con sus tapas hambrientas y su espiral sinuoso. Y calla todo lo demás. Ramón

Rodríguez es la bestia muda que acarrea su verdad cuando él si acaso dice que la saca a

pasear. Esto lo saben bien no los ahuehuetes ni los chopos, sino las increíbles raíces que

con sus dientes de fuera se topan con la caminata de Ramón sobre los camellones de la

avenida Orizaba: las raíces chocan con sus zapatos y sus zapatos le tiran la neta, cuando

Ramón viene o va de la calle de Córdoba a cualquier sitio, con o sin sus cuadernitos, que

a veces raya y a veces tacha, pues está rectificando… Es codo pa’ los versos, el tal poeta

de los ochenta, y todo por culpa de haber quebrado sus anteojos.

Ángel José Fernández. Investigador de la Universidad Veracruzana ymiembro del Sistema Nacional de Investigadores. Recientemente haprologado y publicado Cantos rodados de Carlos Darío Ojeda, la edición críticade la Poesía de Manuel Estuardo de Gorostiza y la Poesía de Enrique GonzálezLlorca.

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Lecturas

Ernesto Herrera

Ramón Rodríguez, paisajistadel alma

La lectura de La navaja de Ocamm (1998), del poeta veracruzano Ramón Rodríguez (1925)

nos permite seguir sus diversas máscaras de las que yo elijo dos: la del trovador y la del

juglar. En la primera parte del libro el amor es el tema fundamental. En los versos con los

que abre el libro, “Eres para ser amor / eres para hacer amor”, resuena la tradición

trovadoresca que celebra a la amada. Como buen trovador Ramón Rodríguez se mantiene

en los límites del lirismo y rechaza toda intelectualización filosófica-psicologizante sobre

el acto amoroso, que para él simplemente pasa:

Dice el obispo Berkeley

que cuando descuelgo el teléfono

y oigo tu voz

tú estás dentro de mí

yo le digo al señor obispo que no

que yo sólo te amo.

Mas el amor no sería amor si no existiera su lado oscuro y doloroso. Inevitable es la

experiencia de la ruptura y hay que estar preparado para ella. Por excepción las lecturas

pueden ayudar a superarla, pero en este caso lo que permite salir adelante es la actitud de

la persona. El amor pasa, en todas las acepciones de la palabra, y no vale la pena tomar el

látigo; el poeta se arranca esa pena de amor a ritmo de blues (aparecen dos poemas en el

libro en este tenor, el siguiente fragmento es del primero):

mas como generosa dejara entre mis labios

sus mejores espasmos

CONTRAPUNTO No. 8 mayo-agosto 2008

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Lecturas

hoy le escribo estos versos apropiados

húmedos y agridulces como oreja o ciruela

pero ya no la espero

ingresará de prisa en el pasado

si me pongo a olvidarla con esmero esta

noche

he caído en el fondo del blues

he caído en el fondo del blues.

Y de modo natural, sin necesidad de asumir la pose de disruptor, Ramón Rodríguez

transita por la tradición de la ruptura. Juega con el lenguaje y no obstante maneja imágenes

abstractas que nunca son intelectualizantes. Ya están presentes en el poema “Imágenes

para sacrificar a una doncella” de esta parte trovadoresca, continúan en “El pozo”, uno

de sus mejores poemas, y se consolida en todos los poemas que conforman “Envés de

prosa”, la sección final de La navaja de Ocamm. Es por esta parte que he denominado

juglaresco, dado el énfasis en el juego y el humor, que Ramón Rodríguez forma parte de

nuestros raros. Una de las figuras que he invocado para tratar de ubicarlo es la de Renato

Leduc, pero también se tiene que invocar al primer Novo y a Gerardo Deniz. Ambos

fueron ganando juventud conforme su obra fue desarrollándose, mientras que al poeta

novel en general se le reconoce por la solemnidad con que trabaja sus temas. Ningún

poema de “Envés de prosa” tiene desperdicio y aunque los actos de justicia lleguen a ser

cada vez más constantes, Ramón Rodríguez, por fortuna, nunca será víctima de el discreto

sortilegio de la fama.

Ernesto Herrera. Crítico literario. Fue secretario de redacción de Elsemanario cultural de Novedades. Actualmente es editor de Laberinto, suplementocultural de Milenio.

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Lecturas

CONTRAPUNTO No. 8 mayo-agosto 2008

Dagoberto Guillaumin Fentanes

Testimonios sobre Ramón

Ramón Rodríguez Gutiérrez, mi amigo desde hace muchos años, cumple en éste (2005)

80 de existencia. Da gusto ver a un hombre de esa edad disfrutar de buena salud, buen

aspecto, ágil inteligencia y disponibilidad permanente a disfrutar la compañía de sus

alumnos y amigos; oírlo opinar siempre con benevolencia sobre los esmeros artísticos de

sus congéneres, sean pintores, literatos, cinéfilos, músicos y sobre todo poetas, rama que

de manera permanente cultiva con encomiable y sublime anhelo de dominio.

Decir lo anterior apenas esboza la personalidad que de él apreciamos en la

actualidad, pero justamente así se anunciaban su estilo y conducta desde aquella, ahora

lejana etapa escolar, causando sincera admiración y manifiesto afecto de condiscípulos y

de sus más significados maestros: tanto en la primaria Francisco Hernández y Hernández,

como en la Escuela Secundaria, Preparatoria y de Artes y Oficios que fundara el profesor

José María Mena en 1880 en Córdoba, ambas entrañables instituciones de las que siempre

es justo recordar su elenco de maestros. En la primaria, entre otros, a Mucio Cué,

Hernández Palacios, Calatayud, Medina y De la Llave; y de la secundaria al licenciado

Zamudio, a León Sánchez Arévalo, al doctor don Manuel Suárez, al profesor Gustavo

Rincón, a Gustavo Trujillo y don Francisco Medina Lagos. Esmerados, cumplidos,

responsables del compromiso magisterial adquirido y cuyas virtudes sin duda dejaron

huellas en sus alumnos, coetáneos de Ramón, varios de los cuales alcanzaron posiciones

exitosas como los Salmerón, José Antonio, Francisco y Fernando; Claudio Álvarez,

Guillermo Scully, Heriberto Román, Lalo Fuentes; los hermanos Lara, Orlando y Rafael;

Othón Arróniz, Emilio Carballido y muchos más que con pesar olvido.

Ramón propagaba su apego y dominio por la música clásica y del acariciante

blues que llegaba en los novedosos discos de 78 revoluciones. Y de libros, cuando se le

requería, se trepaba en la escalera para alcanzarlos en la nutrida biblioteca del doctor, su

padre, o del abuelo que como él, cultivó las letras.

No estoy calificado para evaluar sus méritos poéticos, pero en aquellos tiempos

sacudieron en sus lectores su audacia y su acierto para usar esquemas novedosos y

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Lecturas

poderosamente sugestivos, de los que en este momento no puedo sino evocar fragmentos

salteados de aquellas sus primeras irreverencias, como:

El dios abandonado

Júpiter es un dios cesante y que hace mohínas,

que mastica sus barbas y su melancolía…

y se aburre en las tardes… en el Olimpo en ruinas.

Y todo porque los hombres, inexorablemente se cambian

de repente y sin ambages

de calcetines y de ideas,

de amor, de marca de tabaco y de tirano.

¡Y de dios!

Y aquel otro:

A Esmeralda, la de los ojos verdes y la falda de tweed

Llegué hasta tu boca sólo una

vez, ¡y aún me abrasas!

Hoy sólo guardo silencio en inglés cuando a mi lado pasas.

¿Recuerdas? Hicieron ruido los saxofones agoreros.

La luna retozando en tu cabello. Coca Cola, Dosequis.

Un beso, un hasta luego.

¡Y la noche en hartazgo de luceros!

Nuestros corazones no dan el mismo canto,

el tuyo marcha en millas,

el mío conduce sangre,

sangre que llora en canto y canta en llanto.

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Lecturas

… Por eso te propongo no hacer final de cine

no sea que haya del choque de nuestras dos personas

¡una cosa que se orine,

y chille en dos idiomas!

Podría insertar fragmentos de Mefistófeles, poema largo y enjundioso, también de entonces,

pero ya la página rebasa el espacio asignado para recordar aquellos inicios y balbuceos,

ahora convertidos en el sello, en la voz madura que identifica a Ramón Rodríguez.

Dejo el paso a las plumas doctas que dominan el misterio sugerente y polisémico

del lenguaje. Pero consigno mi agradecimiento, gusto y satisfacción de haber sido invitado

a sumarme con mis escasas luces a este merecido homenaje.

Dagoberto Guillaumin Fentanes (1924-2007). Director y maestro, decanodel teatro en México, fundador del teatro universitario en Veracruz. Miembrofundador de La Palabra y el Hombre. Fue director de la Compañía de Teatrode la Universidad Veracruzana y fundador de la Compañía Teatro Ambulantede la Secretaría de Educación de Veracruz.

Ramón, con Víctor Toledo, 2006.

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Lecturas

Nina Crangle

Un poeta noble y sentimental

Francesco Alberoni, sociólogo italiano estudioso de las transformaciones sociales a partir

de los procesos amorosos, tema central de su discurso ensayístico, se pregunta: “¿Qué

relación existe entre una atracción momentánea, un deseo, un ‘flechazo’ y un amor

profundo, lacerante que dura años y años y condiciona toda nuestra vida?” Este autor

sostiene, pese a los riesgos que implica contradecir a los clásicos de la política –o del

psicoanálisis–, que la lucha de clases no es el único motor de la historia: la pasión amorosa

aparece en primer orden y es constante de toda literatura.

Cuando inicié la selección de la obra poética de Ramón Rodríguez, antologada

en ocasiones anteriores por el propio autor, no tenía la más mínima idea hacia dónde

dirigirme. La revisión de sus libros, atención centrada sobre todo en Cuartel de invierno,

Old Fashion Blues, La navaja de Ocamm y Fandango, me sorprendió con más de un hallazgo.

Y el primer gran descubrimiento fue “El pozo”, recogido en un par de libros, entre

muchos otros poemas que aún le merecen entusiastas celebraciones de lectores y crítica.

Este poema, que durante años nunca se me revelaría, se mantuvo en un rincón doliente,

olvidado. No es casual pues que la relectura de “El pozo”, proemio de estos Boleros nobles

y sentimentales (Ediciones Graffiti e Instituto Veracruzano de Cultura, 2005), me condujera,

sin proponérmelo, al resto de los poemas aquí reunidos. La constante mayor de la poesía

amorosa de Ramón (y hablo de casi toda su obra), es la manifestación más evidente del

amor no consumado en una reciprocidad. Pero, ¿por qué considero que “El pozo” es,

quizás, uno de sus poemas más reveladores? Porque es en él, pese a la separación final,

que los amantes consuman en cuerpo y alma el encuentro, prodigio que difícilmente se

repetirá con tal contundencia en el resto de sus poemas:

juntos nos iniciamos en el hondo misterio

de darse largamente por los poros del alma

la lenta miel oscura del deseo

y el pan de la esperanza.

CONTRAPUNTO No. 8 mayo-agosto 2008

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Lecturas

El personaje de este poema salta hasta el corazón adolescente para concluir que reanudar

los hilos amorosos de la trama es inútil y gris:

tú viajas hace tiempo en un tren velocísimo

y yo me quedo atrás en el andén desierto

demudado y gesticulante

como un pasajero desesperado.

Lector voraz, Ramón ha incursionado en las profundidades de la tradición filosófica,

poética y musical no sólo de Occidente. El amor en el discurso poético de este autor es

profundo, lacerante y duradero como el enunciado por Alberoni, quien agrega: “el deseo

que nos quema es en verdad el fuego de la vida, el dolor es el caos primordial del que

emerge el mundo”. La escritura de

Ramón, que establece concordancias

insólitas, altera el orden sintáctico habitual,

suprime comas y puntos, es, en ocasiones,

de una deliberada ambigüedad, de un

hermetismo de notable y sorprendente

eficacia: no defrauda a sus lectores. A lo

largo de casi 50 años –luego de la aparición

de Ser de lejanías, libro que desconoce: “un

conjunto de borradores que no ameritaban

su impresión”–, Ramón ha reescrito

muchos de sus poemas iniciales hasta su

depuración final, ésos que considera merecen ya el calificativo de “versiones definitivas”,

aunque con él nunca se sabe: para este autor no hay nada definitivo, menos en poesía.

Resonancias de Stendhal, Heidegger, los poetas místicos y los del Siglo de Oro

castellano, los trovadores, y desde luego Rilke, aparecen en su obra. Por momentos, algunos

de sus versos me recuerdan una fina presencia de Anna Ajmátova, para quien la poesía

Valentina Guadarrama y Nina Crangle escoltando alpoeta, 2008.

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Lecturas

“es el mayor de los encuentros”. (Ramón, amigo generoso, me acercaría a su obra y a su

anecdotario vital, este último recreado una y otra vez, siempre distinto, por su extraordinaria

–y muy conocida– capacidad oral.) De Ajmátova, estos versos:

Ayer soñé casi contigo.

¡Qué suerte más extraña!

Me desperté, tristemente,

llamándote desde las sombras.

De Ramón:

Este amor

Aquí eterno ahora

incontaminado

sin revueltas sábanas sucias

y restos del desayuno

en la mesa de noche

y la mosca que se cuela revolando

por la ventana…

La pasión para estos poetas es más preciada que aquéllos que la encendieron. Ambos

poemas son simulacros, el primero de diálogo y el segundo de monólogo, pero los dos

dan cuenta de un acto solitario: se dirigen a su propio amor porque el amado está ausente.

En las historias ramonescas contenidas en Boleros nobles y sentimentales, la falta de

correspondencia, o la ruptura, no provoca odio ni resentimiento. Podría decirse mucho

acerca de las voces masculinas de Ramón (aun más de las femeninas), incluso que son

irónicas o ridículas, caprichosas que no admiten un no por respuesta, pero nunca se

podrá asegurar (sí especular, acaso) que son seres resentidos. Ellos reafirman su conciencia

humana a través del deseo: “gracias al amor sentimos lo que de carne tiene el espíritu”,

ha dicho Unamuno.

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Lecturas

La pérdida del ser amado no concluye con la cancelación del deseo amoroso: “Y

el corazón despierta a larga pena, / de un sosegado olvido a la acechanza / y a la vigilia de

otra vez quererte”. Porque este poeta sabe, como la rusa, que el cuerpo no puede vivir sin

sol, ni el alma sin canciones. La poesía, afirma un Ramón convencido mas no convincente,

es para ocultarse, pero la suya pone al descubierto la gran dignidad del amante en soledad;

el intento frustrado de quien se acerca al fuego divino sin importarle consumirse en él:

“polvo seré, mas polvo enamorado”. Ramón Rodríguez: dolor ardiente que abrasa aunque

anochezca.

Nina Crangle. Miembro del consejo editorial de Performance. Compiló ycoordinó el volumen Desciendo al corazón de la noche. Obra reunida de RamónRodríguez, publicado en 2008 por el IVEC en su colección Frondas Nuevas.

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Lecturas

Rodolfo Mendoza Rosendo

Versiones, diversiones y perver-siones: La navaja de Ocamm deRamón Rodríguez

En 1960 apareció, bajo la colección Ficción, de la Universidad Veracruzana, el primer

libro de Ramón Rodríguez: Ser de lejanías; con ese primer poemario se descubría un joven

poeta con evidente formación filosófica. Más tarde, en 1987, aparece Cuartel de invierno,

en donde vemos a un poeta con una voz diferente. Al decir que en Rodríguez cohabitan

dos voces poéticas –las de esos dos libros–, quiero decir que dos son los temas que le

preocupan o de los que quiere hablar el poeta. Aunque para descubrir eso, el lector debe

leerlos inmediatamente y reconocer a una de las voces más importantes de la poesía

mexicana, pues la intención de estas líneas no es la de comentar aquellas obras de Ramón

Rodríguez. Me disculparé, entonces, de hacer mención a los dos primeros libros de este

poeta, y saludaré la aparición de La navaja de Ocamm.

Si bien ya en Old Fashion Blues (libro estrictamente anterior al que aquí nos ocupa)

nos habíamos encontrado con un poeta casi inédito, en La navaja de Ocamm lo confirmamos:

además de inédito, original. El sentido del poeta, del artista, es múltiple, como múltiples

son las lecturas que se le pueden dar a su obra. En apariencia, la poesía de Rodríguez,

escrita en la década de 1990, parecería una poesía fácil, y como digo fácil, el lector podría

decir, juguetona y hasta pueril; pero Rodríguez no es de los que confunden a Char con un

slogan publicitario.

Si de Cuartel de invierno a Old Fashion Blues parece que vemos a poetas distintos

–que, por supuesto, es otra apariencia–, de Old Fashion… a La navaja… podría parecer lo

mismo. La navaja de Ocamm es el resultado de la abstracción, de la economía musical y

hasta verbal por la que ha apostado el poeta. Si bien eso conlleva sus riesgos (ahí está

“Adiós a las armas”) tiene también hallazgos:

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Lecturas

Derecho humano

Tú eres tú y tu circunstancia

Y en esa circunstancia

Estoy:

Soy el otro

Tu complemento

Tu socio civil,

Tu prójimo

Ámame.

Es a este tipo de poemas a los que hacía referencia al hablar de la doble voz, de la doble

corriente en la obra de Rodríguez, pues dos son sus temas: el amor y las ideas (por omitir

las palabras razón, pensamiento o filosofía). En “Derecho humano” la referencia a Ortega

y Gasset es obvia, claro, pero ésta le sirve al poeta para incluir, en esa circunstancia, su

amor.

Hay que entender que la idea de la amada

en la poesía de Rodríguez es poco ortodoxa: quiere

tenerla y poseerla, aunque, como dice Borges: “Hay

quien busca el amor de una mujer para olvidarse

de ella”. Eso mismo sucede en la poesía de

Rodríguez: quiere alcanzar el amor, pero anhelando

que la obtención sea, al mismo tiempo, su

liberación.

La poesía de Ramón Rodríguez es

contrastante y multirreferencial; en ella encontramos

alusiones a la literatura clásica (Eurípides, Heráclito)

o a la cultura popular contemporánea (Dick Tracy,

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Lecturas

Ana Torroja). Para el lector atento de la ingente obra de Rodríguez, en todas estas

referencias puede alcanzar una visión más nítida de cada poema. Es ineludible referir en

la poesía de Rodríguez a tres grandes poetas norteamericanos: Charles Reznikoff, Langston

Hughes y, sobre todo, Richard Eberhart, con quien Ramón Rodríguez mantiene muchas

similitudes estéticas.

Como todos los altos poetas, Rodríguez busca el Poema; por esa razón vemos

que mucho de La navaja de Ocamm son versiones, diversiones, repeticiones y hasta

perversiones sobre un mismo tema.

Ramón Rodríguez, el poeta menos sólito de la lengua, entiende que la tradición

(en este caso la poética) se trabaja, se conquista, pero también es obra del olvido y,

naturalmente, de la memoria.

Rodolfo Mendoza Rosendo. Egresado de la Facultad de Letras Españolasde la Universidad Veracruzana. Ha colaborado en diferentes medios impresoscon crítica cinematográfica, musical y literaria. Es coautor del libro Cuarentaaños de labor editorial: crónica y testimonios, de la Universidad Veracruzana yeditor de la colección Sergio Pitol en casa, reunión de los textos de SergioPitol en La Palabra y El Hombre de 1960 a 2003.

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Lecturas

José Luis Cabada Ramos

Ramón: en el abrupto sentimientode estar ahí

En el abrupto sentimiento de estar ahí

HEIDEGGER

Debo decir que a Ramón lo conocí primero en su libro Ser de lejanías, que se encontraba

en un librero de la casa de mis padres como un ejemplar extraño y sugerente que me

llamaba a su lectura desde la infancia, y cuyos misterios resolví después de muchos años.

A Ramón lo traté posteriormente en los portales de esta ciudad, cuando en

compañía de mi padre y del grupo de fundadores del periódico El Mundo departían

cordialmente, aunque lo recuerdo con mayor nitidez durante el periodo municipal en que

Ramón fungió como director de cultura, ya que con varios amigos montamos una obra

de teatro, que él nos ayudó a financiar.

Con Ramón recuerdo también a su hermano Hugo, con quien me unió una gran

amistad lectora: él leía durante la noche los libros que yo leía durante el día, para

comentarlos en las tardes tomándonos un café, y así fue en los años en que él regresaba

de Cuba a sus vacaciones, y después cuando el regreso se hizo definitivo.

La esencia metafísica

Ramón Rodríguez Gutiérrez nace en la ciudad de Córdoba en 1925, es compañero de

generación y de viaje de hombres que cultivaron las letras y la filosofía como Othón

Arróniz Báez, Billy Scolly, Rubén Calatayud Balagueró, Fernando Salmerón Roiz, Emilio

Carballido, Rubén Bonifaz Nuño, entre otros.

Es la generación posterior a la del crítico y poeta del grupo de los Contemporáneos

Jorge Cuesta (1903-1942), a quien no conocieron, sino sólo por referencias y algunos

escritos conservados de periódicos y revistas. La primera formación de este grupo de

CONTRAPUNTO No. 8 mayo-agosto 2008

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Lecturas

jóvenes compañeros de generación es autodidacta, aunque en sus carreras se identifican

leyes y medicina, siendo esta última la escogida por Ramón para seguir los pasos de su

padre, destacado médico de la ciudad. Algunos de estos momentos se describen en las

memorias del filósofo Fernando Salmerón, sobre todo de cómo llegan a sus manos los

apuntes de las clases de José Gaos, que el investigador Othón Arróniz traía a Córdoba,

después de asistir a sus clases a la Facultad de Filosofía de la UNAM. Del filósofo, instigador

–refugiado de la Guerra Civil española– de la reflexión del pensamiento europeo, quien

se ocupaba por dar a conocer a las mentes más lúcidas de aquellos años del viejo continente,

sobre todo de Alemania, José Gaos es conocido como el traductor de Tierra baldía, de T. S.

Eliot, de El ser y la nada de Martin Heidegger, e introductor de la fenomenología de Husserl,

y el personaje que logra renovar la enseñanza de la filosofía en la academia universitaria.

En México Ramón se reúne con sus paisanos y otros destacados escritores que

llegan de todo el país, como Rosario Castellanos, Sergio Magaña, Jaime Sabines y Sergio

Galindo, fundadores todos ellos, en los cafés de la universidad, del grupo Xenia.

Después de recorrer diferentes lugares y de pasar como maestro por el Ilustre

Instituto Veracruzano en la materia de Historia del arte, llega a Xalapa invitado por

Fernando Salmerón, y con otros destacados intelectuales como Sergio Galindo y Gonzalo

Aguirre Beltrán, para darle vida, en 1957, a la revista La Palabra y el Hombre de la Universidad

Veracruzana, revista que continúa publicándose y sosteniendo una calidad inédita para

los parámetros comunes hasta el día de hoy en México.

La producción poética de Ramón está dispersa en varias publicaciones, desde Ser

de lejanías (1960), Cuartel de invierno (1987) y Old Fashion Blues (1995), La navaja de Ocamm

(1998), Juego de cartas y Fandango, así como publicaciones en revistas y periódicos. Personaje

esencial en la búsqueda de una marginalidad creativa que se elabora con la intención

consciente de evitar que se le reconozca por la calidad de su producción, vive ante el

simple estímulo de cultivar la timidez del poeta y el placer de la escritura sin reconocimiento

público; es sólo el conocimiento solitario e individual de la calidad que alcanzan sus

poemas en el vacío del silencio: una ausencia, porque si no fuera por sus bromas

consuetudinarias, se calificaría en la esencia del rigor.

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Lecturas

El primer libro de Ramón fue publicado por la entonces naciente editorial de la

Universidad Veracruzana en 1960, y marca el inicio de una aventura poética que durante

muchos años desaparece y evita nuevas publicaciones en libros para quedarse en revistas

y periódicos, donde los jóvenes lo conocen y se le acercan para reconocer el mito semántico

creado por ese ser de lejanías, a pesar suyo y del silencio en que se convierte la ironía. Su

palabra poética la comunica desde las aulas donde imparte clases o en los cafés y bares

del Puerto de Veracruz o Xalapa; en su plática se le recuerda con mayor profundidad

porque es un singular sentido del humor que documenta al novel discípulo.

Aunque este elogio caiga en la banalidad de considerar que su plática informal es

más importante que su obra escrita, quienes lo conocen y han disfrutado de sus efímeras

genialidades en bares y cafés, saben que no hay mayor placer y enseñanza en la calidad de

la poesía que en estos lugares. Porque son parte de la formación más profunda y libre que

se puede recibir cuando de literatura se trata; formación que él también como poeta

compartió con sus nuevos amigos, Rafael Antúnez o José Homero, tanto como con los

anteriores.

De lecturas filosóficas, novelas o estudios antropológicos, la suya es una de esas

mentalidades cuya curiosidad se vuelve expresión de las necesidades fáusticas y fuera del

orden establecido por la sociedad, ya que las leyes para acceder a ella son por las que

Platón destierra a los artistas de su república ideal. Ramón es de los individuos que

quieren saber todo y hacer todo, a cualquier edad, ya que lo hace reflejarse –en su ya no

tan escasa producción– en las diferentes voces que aparecen a lo largo de su poesía.

Ser de lejanías es el fruto de las experiencias de juventud con los misterios de la

filosofía y las ideas que le encarnaron durante su estancia en la Ciudad de México. En el

libro se encuentra un poema emblemático para toda su producción, por acercarse más a

la poesía de su predecesor de generación de su ciudad: Jorge Cuesta. Poeta, paisano suyo

que promovía el soneto y las formas clásicas con el uso de un lenguaje racional como

método de conocimiento, pero implicaba la eliminación de la emoción inmediata del

sujeto como forma para llegar a la expresión de una poesía.

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Lecturas

La poesía de Ramón está

a la espera de la interpretación

de los alcances adonde envía al

lector con la finalidad consciente

de la ironía, su dificultad para-

dójica: la joya de su posterior

expresión. A partir de la

hipótesis, que en el título de la

comprensión del soneto de Ser

de lejanías, se inserta con la

tradición de la poesía mexicana

apuntada por Jorge Cuesta,

cuando ésta cumple dos premisas

básicas: universalidad y, por

tanto, el desarraigo; éstas son las

condiciones del poeta y de la

poesía en las que se advierte algo más que la emoción efímera, y se convierten a la

sustancia de la cultura de Occidente.

La teoría expuesta por Jorge Cuesta: “La historia de la poesía mexicana es una

historia universal de la poesía”, y donde: “la poesía mexicana es una poesía europea”, con

su aportación, que es la universalidad por las raíces del Renacimiento: “esa preferencia a

normas universales en lugar de normas particulares debe buscarse su originalidad”. Donde

se atisban las fuentes de su fuerza creativa. La originalidad –dice Cuesta– se construye

“en el aislamiento... en su desarraigo”, por la voluntad que lo nutre, el desarraigo de la

poesía mexicana tiene sus fuentes en la cultura universal.

Ramón utiliza una forma y un contenido oscuro para encontrar en la tradición

las ideas que lo confrontan a Husserl, Heidegger, Sartre, Bergson, pero que le confieren

el sentido y la afirmación de la originalidad, ya que su acertada percepción de lo propio

viene de la aceptación de la universalidad de una cultura renacentista. Es en la tradición

Entrando a La Parroquia, 2007.

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69

Lecturas

de la poesía mexicana, creada en el aislamiento intelectual, donde Ramón incursiona con

su talento de versificación, y se encuentra con una poesía diferente a la ironía de las otras

que se producen en esos momentos. La hipótesis de su singularidad por el desarraigo que

manifiesta su poesía conceptual en el seno de la poesía mexicana, más dada a la expresión

de la emoción inmediata del gusto, y la expresión sin cortapisas de estados psicológicos, en

lugar de esencias metafísicas, confirma la utilización de un concepto esencial dentro de la

fenomenología-hermenéutica heideggeriana, que da título y es el objeto de nuestra atención.

El contenido

La poesía de Ramón Rodríguez, con el libro Ser de lejanías (1960), abre la reflexión a partir

del título, que sugiere una cercanía a la obra de Heidegger –o en esa visión memorable de

los Diálogos de Platón, cuando explica las nociones de lejanía y cercanía.

Sus versos llevan el conocimiento profundo de la poesía de Baudelaire, sin dejar

a un lado la solución que propuso Paz para superar la poesía pura mediante el irracionalismo

y la magia del surrealismo en la que Ramón toma el rostro del francés Henry Bergson, el

filósofo más leído durante sus años de formación.

Aun cuando su proyecto se encuentra en contradicción con las corrientes

racionalistas, que propugna en su poesía, es animado también en su conciencia creadora

ante la idea cercana de la duración en la conciencia de las vivencias, es la reflexión del

infinito que siempre agrega una unidad más a su pensamiento la que demora su persistencia.

Ese objeto poético es tal vez el único que todavía camina en las calles de la

ciudad de Xalapa, es el rostro marcado por la autoría de la obra vivida de la idealidad y en

la lejanía; ésa es la realidad a que se fijó en su primera poesía, es su instante temporal, al

que nosotros ahora asistimos a su representación… cincuenta años después.

José Luis Cabada Ramos. Escritor, filósofo y promotor cultural cordobés.Es un especialista de la obra ramoniana y un apasionado de Jorge Cuesta.

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Retrato del artista valorado

III. Retrato del artista valorado

La presente selección de poemas rescata tenores de otros poetas que se han sentido

conmovidos –para bien o para mal– por la intrepidez de Ramón, ya en su poesía, ya en su

conversación tornadiza. Diversas voces y varias generaciones: el orden cronológico destaca

la presencia de Ramón en el colectivo de los poetas contemporáneos, desde Jorge Brash

hasta José Homero, y de Darío Carrillo a Fernanda Toribio, sólo para rendir afecto y

respeto al Mejor Tercera Base de la Edad Media.

Escueta pero eficaz, esta muestra nos brinda una idea de la importancia de Ramón

Rodríguez en la literatura. Cada poema se ha presentado con una dedicatoria a Ramón en

otras publicaciones. Otros, son publicados por vez primera.

Marco Antúnez

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CONTRAPUNTO No. 8 mayo-agosto 2008

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Retrato del artista valorado

JORGE BRASH

(1949)

HOY SALUDO a Ramón

después de cuánto tiempo

macerado en café

a intervalos de pasmo enhebrados en crenchas

sutilísimas del humo de cuántos cigarrillos

–tú lo has dicho, uno solo por día,

hasta el año 10095–

desayuno de waffles con fruta y miel de abeja

comida rica en fibra y escasa en proteínas

lipotimia a la larga

que sorprende y admira a los propios jinicuiles

ah, si al menos hubiera

un árbol bien copudo de sombra acogedora

mas sub tegmine fagi sólo encuentras ahora

algún perro metafísico

un montón de basura

pues los gatos

de haberlos

andarán

por las ramas

cual sólo ellos

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Retrato del artista valorado

y el péndulo

invertido en su cola

se permiten

hacerlo

Impresiones del sol en el reverso de una roca

Viene la luz a abrir

una hendedura

No es el dolor la fuerza

ni el sentido

Una palabra sola

cabe en el silencio

¿Pasó sin más?

Viene la luz

En el envés de esta hoja

hay algo que se mueve

un principio de vida

El sol cumple su giro

y se oculta en el hueco

de mañana.

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Retrato del artista valorado

JOSÉ LUIS RIVAS

(1950)

Un puerto así

Rompe el roción sibilante en la escollera.

Zumban blancas abejas en cráneos de coral…

Huérfana –como tú– de nombre,

hiervo en espumas confundida

con rizos de ajomates.

Zarcillo de malagua, disuelta en mi elemento,

¿que recuerdo?

Nubes de paso –acotaciones truncas

en mi cuaderno de bitácora, batido por el viento

de mi propio arrebato.

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Retrato del artista valorado

La mar brava da cuenta de mi fiebre.

Yo también, a mi modo,

embridé rudos corceles.

(No digo sus señales; no es por recato,

no va con la historia que ahora ensayo).

La hembra era quien sembraba.

Los hombres lo rehuían, con sapiencia.

Evitaban rozarse con las plantas.

Eso era antaño; luego la costumbre se invirtió.

(“Cuida que Julia no entre al chilero

si está menstruando…”).

Nubes, nubes servidas en barquillos

de rugosa galleta, y peonzas que bailan

tragadas en rompientes de irisados cúmulos.

(Las conchas de marisco crujen al ser pisadas…).

Sube al cielo un tachón de humareda aldeana:

tentáculos de nube lo fagocitan.

La memoria deshace

en oloroso oleaje de esteros su sudario.

Mi infancia, largo tiempo presa en ámbar,

arde en el mismo incensario

y es, a su modo, un esparcido rezo…

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Retrato del artista valorado

JOSÉ HOMERO

(1965)

La noche en minifalda ahoga a los transeúntes

en las calles de incierta geografía

dos piernas como torres paralelas

de aceite ungidas, por la luz roídas,

el cielo nublan, la

noche moldean,

altas, mórbidas, columnas marmóreas

que soportan cúpulas, entreabren grietas;

sinuosos caminos que la fronda oculta

de la luna y su succión de ónice.

Qué cauces, qué arabescos, qué formas de serpiente,

lenguas, ardientes cicatrices, plumas,

escamas y aun escaras toma el aire

cuando su látigo restalla contra

la oscura, brillante vestimenta

y al duro son de cláxones, improperios, oraciones, llantos,

las nalgas van en ondas internándose

con mi sombra y mil sombras más prendidas

a sus frutos de flor

monstruosa, infame:

sus pies descienden al abismo,

mis pasos alimentan al océano

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Retrato del artista valorado

DARÍO CARRILLO

(1972)

Día sin escribir

Reconoce el silencio

el papel en blanco del paquete inmóvil;

cuando duerme en la esfera el agua de los peces

y la lluvia clava en charcos: naranjas.

La oscuridad no escucha,

en el esfuerzo por guardar silencio,

más burbujas que sabor a blues y manzanilla.

LUIS MIGUEL CRUZ

(1978)

El estado más puro de nuestra vida

es el adiós.

PÉTER DUBAI, “Campanas apagadas”

Cuando muera algunos árboles se moverán de sitio

para ir al lugar donde está la memoria

el cielo devolverá el azul que nos robó en la infancia

blandiendo el corazón como una llama ardiente.

Los héroes que fui habrán gozado de su fuego

los mártires también, serán recompensados,

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Retrato del artista valorado

el mal hijo, será hallado bueno,

agua y nubes se moverán desde lo alto hacia lo bajo

sin saber del cielo o el infierno.

RAMSÉS RAMÍREZ AZCOITIA

(1982)

Loros! Dolorosos loros

ángeles de terrible color

Loros, dolorosos loros

Oro nebuloso

del sueño alto

en las montañas en el coro,

sordos mis queridos ojos

Ramón homenajeado en su ciudad natal; lo acompañan Rubén Calatayud y J. A. Berlín, 2006.

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Retrato del artista valorado

veían a la bestia muda acrecentarse.

Podemos hablar de que para estos tiempos donde la vorágine con más de un millón de

hombres se abre a la posibilidad de uno solo, harán falta elecciones heroicas, empresas

sin temor al retorno, dejando atrás una caída incesante de relámpagos,

aceptando el lugar inestimable de la Concepción.

Y es que Conchita

empapada estás en mis labios sin pudor,

de nada sirve encomendarte

en santa oración

si entregada estás a la vela

con candor.

Una pequeña estimación al estilo del maestro, si no es que suena a burla, ya que son

imposibles los espejos literarios en la migraña del hombre moderno, pero espero refleje

toda la admiración que puede despertar en mí un hombre sin imperio.

La victoria nunca es para todos,

son palabras que se le adjudican al rival,

la locura con sus huesos.

Por eso en una sorda borrachera que Homero le propinó

identificó su cadáver caído en la noche,

elegido como héroe, con los llanos a cuestas,

desprotegido de toda lucha contra su destino.

Es la ayuda de esa tal que yo necesito

para llegar a viejo

y entregarle cartas a toda joven que yo dejo.

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Retrato del artista valorado

MARCO ANTÚNEZ

(1984)

Deste métrico llanto.

LUIS DE GÓNGORA, Soledades, II

I

Le dicen hombre porque sabe del viento, porque

su materia está compuesta de sangre de vidrio

y suyo es el tiempo y la cumbre de las colinas,

porque dicen horizonte sus ojos y guarda

silencio suspirando, agacha la cabeza

poblado de luces y cesante ya su cuerpo

emprende la ficción de la vida rumbo al cielo;

con cayado y crepúsculo en mano habita un siglo,

y un dios cansado que brota raudo por los poros

anuncia la última embestida contra la muerte,

la demanda siempre anhelante del beso dulce

que cierre un ciclo de soledad, porque hoy comienza

la misión del mortal, el rito de las estrellas:

partir buscando al amor, su viejo camarada.

II

Mártir del reproche debo lidiar con que tengo

migraña muy larga y barba prolija de gato

porque soy poeta del rock punzante

duro altisonante de lengua recta

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Retrato del artista valorado

amante y santo sancho de mirada furtiva

diletante mulo de sendas alas de arena

que de tiempo en tiempo llora cantando

–hoy llevo a la chica y veloz me fugo

envuelto en desastre y persecuciones fallidas

de un monstruo templado de dulcedumbre

que muda oscuro al otro su figura

rostro puro y blanco sus despojos

(no fuimos de soledades ladrones incautos

torpes –eso sí– pero no incautos ni triviales);

rompeolas me dice el mar que me aceza

y voy en mi corcel con mi doncella

porque tengo miedo que de alcanzarme su garra

me arrebate el silencioso corazón que me ama

y me sumerja en esta guerra que se aproxima

ALEJANDRO ALBARRÁN POLANCO

(1985)

De blancas nieves

Al servicio están mis labios de sus labios,

mis tristes manos de prematuro anciano

a la corteza furibunda de sus nieves,

mis verdes alas, mis heridas, mis consuelos.

Pero al ser vicio sus labios de mis labios,

sólo quedan mis manos por entrega,

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Retrato del artista valorado

mis múltiples heridas que no sanan,

y estas alas marchitas que no vuelan.

Que sean pues sus nieves el consuelo,

o el sepulcro mineral de mis pasiones.

Para saber los dos entonces

que todo esto ha sido nada

y que sólo

al servicio está el ser vicio

el uno del otro y del otro el uno: el único.

Con dedicatoria a Ramón

La pluma en mi mano: estridente

La pluma en tu mano es

tridente

FERNANDA TORIBIO

(1987)

Un día el hombre es despojado de la calma.

Como en las frutas y las hojas caídas dejan huella los gusanos, así, en el hombre deja

huella toda el agua de los tiempos.

Agua que se va, dejando para el hombre la muestra inocultable de sus cauces vacíos.

Mil ríos de lo amado, perdido, apremiado. Mil ríos de deseo, resignación y días. Un solo

río voraz, pasajero, como llanto sin ser mal, cargado de salitre le fluye

sobre la piel.

Le corre apresuradamente sobre la piel; devorándolo.

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Retrato del artista valorado

El hombre ya no es un hombre, es un laberinto.

Su secreto son las flores vergonzosas de lo amado

que partió.

Anhelantes pétalos que palpitan en el fango de sus inescrutables pasadizos,

luchando por salir.

Pero la boca del hombre comienza a oler a lo más muerto.

Avergonzado, se hace torpe; es un circo su palabra.

Pero a veces ríe; y cuando ríe, incluso es bufón para su risa.

Es entonces cuando la amargura asoma el ojo por el ojo de la puerta.

El hombre, ya no es un hombre; es un minotauro.

*

Siempre nuestro será el labio.

Y si han las espinas de darnos roja paz en cielo eterno

entonces que mi corona no sea más de espinas sino de flores.

Que no andaremos ya más solos

y errabundos.

Orgullosas bestias norte a norte

resignadas a la jaula.

Libre sueño; créelo tú.

Que es negra la soledad

sí, que es negra y casi móvil

que la casa es lagar nombrado por lo solo

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Retrato del artista valorado

y que sin imitarte, noche

creada está de tus cenizas.

Conocerás el yelmo cuando no la nobleza

si previenes dolor en lo más bello

tú, que fuiste venablo de la flor

yaces ahora; herida primigesta de la peste.

No andes más, el amor es otra cosa.

El pétalo que engaña al colibrí

pared con pared sobre muralla, no es eso, es otra cosa

fauces de dragón es el aliento de la ira

y quien confunde los estigmas del amor

con los estigmas de la rosa

verá con su corona hecha fuego su cabeza.

Que no andaremos ya más solos

y errabundos

que la soledad es fauce de apremio silencioso

y tiene nombre.

Y que allá lejos,

sin perturbar el horizonte

muere alguien más lejos que tú.

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Entrevistas

IV. Entrevistas

Conversando con Ramón… sin téde manzanita1

Nina Crangle, Marifer y Ana Valderrama

Un lunes por la tarde cuando, además de humo, café y calor, se agolpa la sagacidad de

quien firmemente cree, pese a los griegos, que nunca se acaricia dos veces el mismo perro,

Nina Crangle, Marifer y Ana Valderrama se encuentran con el poeta cordobés Ramón

Rodríguez con motivo de sus ochenta primaveras…

Ramón dice: el perro es excepcional

N. C.– Uno de tus poemas favoritos, y de tus lectores también, es “Nunca se acaricia dos

veces al mismo perro”…

R. R.– Es un poema de palabras que hace alusión a lo que dice Heráclito: “no

nos bañamos dos veces en el mismo río”. Según Heráclito, el río está en continuo devenir,

mientras nosotros permanecemos inmóviles; en esta poesía pasa lo contrario, el perro es

el que muta, entre cada caricia hay un

cambio, ya se avanzó en el tiempo hacia

la caducidad.

Ramón es como ese can mutable, una

persona sin anclaje, donde el hoy es lo único

existente, dejando sin cabida al pasado y al

futuro; por eso para Ramoncito las generaciones

no son un asunto biológico.

CONTRAPUNTO No. 8 mayo-agosto 2008

1 Performance, núm. 4, segunda época, 16 de mayo de 2005, Xalapa.

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Entrevistas

N. C.– Si trataras de ubicarte en una generación, ¿cuál sería?, ¿con cuál estableciste un

diálogo auténtico, una reciprocidad?

–Me identifico con la generación de Graffiti, aunque también, reconozco, fui

parte de una generación de existencialistas, que empiezan con Heidegger y descubren a

Sartre, ésa es la generación de mi juventud.

Pese a las terribles vecinas que envenenan gatos, seguiremos hablando de lo que Ramón ama.

A. V.– Ramón, ¿te gusta enseñar poesía?

–No es que me guste, pero me pagan; si amas la poesía, hablar de ella es como

hablar de lo que amas.

La memoria es a veces transparente como el agua de un pozo.

M. V.– ¿Cómo es la memoria de Ramón Rodríguez?

–Es mejor el perro, dejemos a un lado “El pozo”.

N. C.– ¿Quiénes son los poetas que prefiere Ramón, a los que relee?

–El autor de Las elegías de Duino (Rilke), el de Tierra baldía (Eliot), el de El cuidador

de cabras (Pessoa), el de El Cementerio Marino (Valéry), el de Muerte sin fin (Gorostiza) y el de

Piedra de sol (Paz).

–¿Y Hölderlin?

–Hölderlin ya pasó, y como el pasado no existe ni el futuro, yo ya seleccioné a

mis seis autores. Estos poemas los escogí porque tienen una unidad, no hay nada que

quede fuera de estos poemas. Como dijeran los cronistas mexicanos de futbol, “eso es lo

que yo vi, la mejor opinión será la de ustedes”; por eso hagan la selección de sus poemas

favoritos, para mí éstos son los seis mejores y como los cronistas, no busco una verdad

absoluta; además, siempre estoy consciente que la mejor opinión es la que cada quien tiene.

–Para Ramón, ¿cuál sería su poema mejor logrado?

–Yo no tengo poemas, tengo poesías.

Esa búsqueda incesante

–¿Has tenido que escribir para vivir…?

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Entrevistas

–Claro, pero buscando la unidad como Rilke, lo que no le funciona a nadie es su

propia muerte porque siempre llega de fuera; sin embargo, él cree que sí se puede y de

cierta forma se le cumple, aunque no escoge su muerte, se muere tal como debió haber

sido. Rilke logra además de eso, su propia concepción de la vida. Todo lo que los filósofos

intentan con libros, el poeta lo logra con su visión.

–¿Tú crees que el poeta ve más allá, que es un profeta a su manera?

–Sólo cuando se llega al nivel de Rilke y de Eliot, por ejemplo. Con el autor de

Tierra baldía se hace muy evidente; dijera un crítico: “es una agotadora búsqueda de

redención”.

–¿Tú buscas algún tipo de redención?

–Órale, mi redención es renegar de la filosofía griega, nada más.

Otras búsquedas

–También hay otros tipos de búsquedas. A partir de Rimbaud la búsqueda era dar en la

madre y sin embargo logra la poesía con un talento extraordinario, la decadencia. Entonces

llega alguien y dice: “no los llamen decadentes, mejor simbolistas”. Muchos de los poetas que

se formaron con Graffiti están en una búsqueda constante de las formas puras, saber hacer

décimas, sonetos. Esa poesía tiene logros extraordinarios; la búsqueda de Old Fashion Blues es

muy distinta a la de los poetas de Graffiti; sin embargo, nos formamos juntos en esos caminos.

M. V.– ¿Te definirías a través de ellos?

–Son los mejores cuates que he tenido, pero no me defino a través de ellos (risa

ramónica).

Todo depende del cristal con el que se mire

N. C.– ¿Coincides con Bertha Laura Barrientos cuando dice que tus poemas amorosos son

poemas despechados?

–No dice eso, dice que el tono a veces podría interpretarse de esa manera, pero

es tan sólo una hipótesis. Yo opino que esa hipótesis es una búsqueda por hacer un buen

prólogo, los prólogos son para descubrirse uno antes que a los demás, en cambio la

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Entrevistas

poesía es para ocultarse. Todo prologuista tiene la libertad de enfrentarse a una producción

ajena y la búsqueda de la congruencia es apoyarse no en una erudición, sino en una serie

de conceptos ajenos aplicables; ella se apoya en Cioran. Mis personajes son como los

personajes de Cioran que se ocultan en el absurdo y en la ironía por falta de creencias

políticas, sociales y religiosas.

La concepción individual del mundo es lo que existe, es la libertad del ser humano.

Cada quien tiene su propia forma de entender la vida y acomodarse a ella; tiene su propia

ética, su propia moral, su propia estética, sus propias chavas.

A. V.– Ramón, eres muy evasivo…

–¿Y eso es muy difícil de percibir? No soy evasivo, soy como Rilke, por poner un

ejemplo de tal tamaño. Por cierto, no es que él rechazara sus poemas anteriores a Las

elegías de Duino, sino que era una búsqueda incesante por encontrarse a sí mismo a la hora

de producir. Sin embargo, agradece a todos los que lo ayudaron a publicar lo que odió.

N. C.– Ramón, ¿cómo fueron percibidos tus primeros textos poéticos, qué te decían?

–Hay muchos primeros, que anteceden a la generación con la cual yo me identifico

(y ya les dije). Ser de lejanías es de las más grandes pedanterías que yo he visto en mi vida;

es una repetición de un filosofema de Heidegger: el hombre es un ser de lejanías, dice.

Yo tomé el título para mi libro, ¡qué horror!, pero funcionó. Ésa era la época de

mi juventud, sin embargo le agradezco a Graffiti el haberme asomado a la poesía en serio,

aunque ya tuviera un libro publicado.

N. C.– Ya tenías dos, olvidas Cuartel de Invierno.

–Ese libro yo lo respeto profundamente, mucho más que a Ser de lejanías, que

resultaba arrogante; el título dice: “yo leo a Heidegger, cuates”; falso, aunque con hallazgos

muy buenos. Por eso es que converjo con Rilke, quien detesta sus poemas pero los respeta

profundamente a través del agradecimiento a la gente que le abrió la publicación en Berlín.

M. V.– ¿Cuáles son para ti los momentos en los que te has sentido agradecido?

–Yo agradezco los momentos de la poesía como lector. A principios de cuentas,

si quieres escribir, aprendes a leer. No hay una escuela que te diga: ésta es una escuela

para hacer poesía.

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Entrevistas

N. C.– ¿Ni la de Rafael Antúnez?

– (Risas) Para mí, uno de los mejores narradores que ha nacido en el estado de

Veracruz es Rafael Antúnez, no ha habido otro. Así de ese tamaño es. La isla de madera es

una novela corta, redonda y excelente.

A. V.– ¿Qué tal Nina, la novela?

–N. C.– Muy padre. Ramón ha expresado una opinión que yo comparto.

–¿Ya la leyeron?

M. y A. V.– No, todavía no.

–Hay que leerla. Pregúntenle a Antúnez: “Usted escribió una novela que tuvo

una gran acogida, ¿por qué ya no ha escrito?” Se defenderá como gato boca arriba, no

como el tuyo, que se murió (a Marifer).

Marifer. Fue asistente de redacción de Performance. Estudió la maestría enLiteratura en Edimburgo y actualmente radica en California.

Ana Valderrama. Desarrolla trabajo docente y creativo, una de sus líneasde investigación es la educación artística, en especial la danza y la música.Ha sido becaria del IVEC. Actualmente cursa la licenciatura en Lengua yLiteratura Hispánicas.

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Entrevistas

Juan Javier Mora-Rivera

Esas horas, esos días...A 50 años de La Palabra y el Hombre1

¿Sobrará decirlo? Ojalá no. Ramón Rodríguez, Dagoberto Guillaumin y Xavier Tavera

Alfaro son los únicos sobrevivientes del Consejo Editorial original de La Palabra y el

Hombre, la revista universitaria que en este año cumple medio siglo de haber sido fundada

por Sergio Galindo, Fernando Salmerón y Gonzalo Aguirre Beltrán. En esta entrevista,

Ramón –pieza clave de esa empresa– no sólo recuerda la efeméride, abunda en los hechos

y en sus protagonistas, desface algunos entuertos de la historia oficial y nos proporciona

algunas pistas de sus juveniles años arrebatados en busca de su propia vocación. ¡Salud,

Poeta, por aquellos días!

Hours, days, months, the rags of time

John Donne

Ramón Rodríguez llega puntual a las siete y media de la noche. Como siempre, el paso

cansado, casi arrastrando los pies al subir la escalera. Jadea pero disimula la fatigada

respiración con una especie de bufido que se le ha vuelto muy de él. El escenario del

primer piso del café La Parroquia (cincuentenario también en este 2007), mesas y sillas

vacías, lo completa una reunión de señoras que arman y organizan manualidades a saber

para qué causa. “Entrevístalas a ellas mejor”, casi ordena, aunque sonríe malicioso. Se

sienta lento y pide al mesero, que le pisa la sombra desde las escaleras, una malteada de

chocolate. “¡Aquí las hacen riquísimas!”, dice al tiempo que los ojos de niño brillan e

iluminan la noche ruidosa de la céntrica calle de Zaragoza.

1 Performance, año III, núm. 53, 18 de septiembre de 2007, Xalapa. Esta entrevista obtuvo el premio en lacategoría Divulgación Cultural y Científica del Quinto Concurso Estatal de Periodismo Periodista RubénPabello Acosta 2007, celebrado en la ciudad de Xalapa, Veracruz.

CONTRAPUNTO No. 8 mayo-agosto 2008

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Entrevistas

En Córdoba, cuando fungía como director de Difusión Cultural en el Ayuntamiento, 1970.

Dice que no puedo anotar nada. Es casi una orden. Los oficios de Nina Crangle

le han citado en este café para, supuestamente, hablar de un ensayo casi inexistente sobre

Sergio Galindo y la Editorial de la Universidad Veracruzana. Nina me insistía por teléfono

horas antes: “Que te cuente de la Editorial. Se lo tendrás que sacar a ver cómo, pero

apenas comience a hablar, tú no lo sueltes. Recuerda que ya no quiere platicar de nada de

eso”.

J. J. M.– Inicio preguntándole por una precisión, la cual lo anima de inmediato. Es Ramón

Rodríguez, nuestro escritor y poeta cordobés:

R. R.– Sí, 1957 no es el año en que la Editorial de la Universidad Veracruzana fue

fundada. En el 57 llegan a la Rectoría el doctor Gonzalo Aguirre Beltrán y Fernando

Salmerón Roiz, el primero como rector y el segundo como secretario académico, y junto

con ellos llegamos un grupo de jóvenes de distintas partes de México, pero principalmente

de Córdoba, Veracruz.

En ese mismo año, ya no recuerdo bien en qué mes, apareció el primer número

de La Palabra y el Hombre, la revista editada a iniciativa de ese mismo grupo y del rector

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Entrevistas

Aguirre Beltrán. No me preguntes a quién se le ocurrió el nombre ni cómo se definió el

formato de la misma. Eso ahora no lo recuerdo muy bien. Sería mejor preguntarle sobre

el asunto a Dagoberto Guillaumin, seguramente él tiene más información. Pero 1957 es

el año de la revista.

–¿Entonces 1957 no fue el año en que fue fundada la Editorial de la Universidad Veracruzana

(UV)?

–No. La Editorial de la UV tiene su origen en 1952. Entonces era Coutiño el

rector y crea una oficina para difundir las actividades de la Universidad. Su primer director

fue Guillermo Mackinley, quien hizo una revista llamada Universidad Veracruzana. Era algo

institucional, y ahí se reseñaban las actividades de la UV, intercalando breves notas culturales.

–¿Pero editaron libros?

–Sí, por supuesto. De manera modesta pero importantes para una joven

universidad que tenía menos de mil alumnos. Ahí se edita parte de la obra de Rafael

Delgado, las investigaciones de José García Payón sobre El Tajín, textos de Manuel C.

Tello, de Ramón Alva de la Canal y Francisco Monterde. Coutiño es sustituido por el

maestro Aureliano Hernández Palacios, director de la Facultad Jurídica. Hernández Palacios

nombra a Librado Basilio responsable de ediciones de la UV y ahí viene otra etapa del

Departamento Editorial. Hernández Palacios hace crecer a nuestra Universidad: funda

nuevas escuelas y facultades; prepara maestros de universidades extranjeras, extiende a

todo el estado la Universidad. Eso lo cuenta muy bien el maestro Hernández Palacios en

una especie de memoria que escribió sobre su rectorado.2 Claro, todo esto no se hubiera

podido lograr sin el apoyo del gobernador Marco Antonio Muñoz T., quien dio todo el

respaldo a lo hecho por Hernández Palacios y Librado Basilio.

2 Ramón Rodríguez se refiere a Testimonio de la Universidad Veracruzana (Xalapa, UV, 1988, col. EstudiosJurídicos, 278 pp.), donde Hernández Palacios advierte de manera crítica los retos que le tocó enfrentardurante su periodo rectoral. Ahí amplía lo expresado por Rodríguez: en el rubro cultural y artístico, entreabril de 1955 y diciembre de 1956, Hernández Palacios instruye los trabajos de construcción de la BibliotecaCentral de la Universidad en Xalapa; crea el Departamento de Bellas Artes –acción que concentra lasactividades artísticas y de difusión de la Universidad alrededor del Coro y el Cuarteto Clásico, RadioUniversidad y el grupo de Danza–; funda el Teatro de Cámara –a cargo de Dagoberto Guillaumin Fentanes,quien promueve tanto la representación de obras de autores de prestigio (Miller, Chéjov y O’Neill) como

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Entrevistas

El rectorado de Hernández Palacios acaba a fines de 1956, cuando también

concluye el mandato del gobernador Marco Antonio Muñoz, quien es sucedido por

Antonio M. Quirasco, que tiene como secretario de Gobierno a José Luis Melgarejo

Vivanco. Melgarejo Vivanco propone a Gonzalo Aguirre Beltrán como rector y quien a

su vez considera a Fernando Salmerón. Salmerón será quien nos propone colaborar con

ese rectorado a Sergio Galindo, a Dagoberto Guillaumin y a mí, entre otros.

–¿Qué sucede entonces?

–En cuanto estuvo definido lo que cada uno de nosotros haría –yo fui nombrado

Jefe del Departamento de Acción Social y Extensión Cultural de la UV–, nos presentamos

con Fernando Salmerón, a quien conocíamos no sólo por ser cordobés sino porque

tomamos juntos algunas clases en Mascarones, en la UNAM, en Ciudad de México.

–¿Estudiaron juntos en Filosofía de la UNAM?

–Bueno, Salmerón sí. Mi familia me había mandado a estudiar Medicina, porque

creían que debía tener una profesión productiva, lo cual significaba entonces estudiar

para abogado, médico, ingeniero, arquitecto… Salmerón, por ejemplo, había ya terminado

Leyes en Xalapa –todos comenzaban por ahí. Sergio Pitol hizo lo mismo– y cuando

obtuvo el título fue a entregárselo a Córdoba a su familia y les dijo que estudiaría lo que

le apasionaba, que era Filosofía. Salmerón era un joven brillante, talentoso, con gran

visión. De ahí que haya trascendido toda su obra hasta hoy.

Yo supuestamente estudiaba Medicina pero la verdad me la pasaba metido en

Mascarones hablando con todos los estudiantes de entonces: Rosario Castellanos, Dolores

Castro, Jaime Sabines, Alejandro Rossi, Luisa Josefina Hernández… Entre ellos estaban

Salmerón y Sergio Galindo, quien ya había estado en París algunos años antes y estudiaba

Letras, casi a escondidas de su familia. Cuando Salmerón, Galindo y yo nos encontramos

un día por los pasillos de la escuela, de inmediato me presentó a Galindo. Salmerón le

de piezas de jóvenes dramaturgos mexicanos (Sergio Magaña, Héctor Mendoza, Sergio Galindo y EmilioCarballido, por ejemplo); y concreta la apertura tanto del Instituto de Lenguas como de la Facultad deFilosofía y Letras. El primero, a cargo también de Librado Basilio, incluirá las cátedras de Español Superior,Francés, Italiano, Alemán, Inglés, Latín, Griego, Náhuatl y Totonaco; la fundación de la Facultad tiene enFernando Salmerón, egresado de la UV y la UNAM, a su verdadero impulsor y creador.

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Entrevistas

dijo: “Ramón es de Veracruz, de Córdoba”. En Mascarones, además de hacer gran amistad

con Rossi, Luisa Josefina, Salmerón y Galindo, conocí a quien hasta hoy es mi esposa. Yo

dejé Medicina. En casa inventé no sé qué cosa. Le mentí a mi madre, y le expliqué que

asistía a las clases de Filosofía. Ella se resignó pero para entonces yo busqué un trabajo.

No sé si de vendedor de seguros o algo así. Y luego vino la etapa de trabajar en la UV.

–Regresemos a la Universidad Veracruzana. ¿Recuerdas cómo llegó Galindo a la Editorial?

–Nos llamó Salmerón y lo buscamos en las oficinas de la UV, en la calle de

Juárez, junto a la Prepa Juárez. Ahí residían la mayor parte de todas las facultades que

había en ese entonces, pues la educación universitaria en esos tiempos era para la gente

realmente privilegiada o con recursos económicos. Aguirre Beltrán y Salmerón ya

despachaban ahí. Guillaumin de inmediato les presentó a ambos un proyecto de trabajo

muy amplio donde estaba considerado hacer una revista, que a la llegada de Galindo sería

La Palabra y el Hombre. El que Salmerón estuviera en esa posición facilitó mucho las cosas,

pues, además de ser cordobés, ya había pensado en que Sergio Galindo debía ser el

director de la Editorial.

La idea de Salmerón era muy buena. Nos llenó de entusiasmo, pero había un

problema: Galindo estaba en la Ciudad de México y Aguirre Beltrán quería hablar con él

de inmediato. Nos dijo entonces Salmerón una mañana, urgido: “¡Hay que traer ya mismo

a Galindo! Tomen, aquí están las llaves de mi auto. Vayan por él”. Nos dio su dirección en

el D. F., y sin casi pensarlo ya estábamos de camino Dagoberto y yo por Sergio. El carro,

lo recuerdo bien, no tenía gasolina y tuvimos que pagarlo de nuestra bolsa nosotros.

Salimos por él, y en la tarde de ese mismo día, a ratos manejando yo y a otros Dagoberto,

llegamos a la casa de Galindo, que para entonces estaba recién casado, me parece. Le

explicamos la situación y al otro día ya estábamos de vuelta en Xalapa.

Galindo se presentó con Aguirre Beltrán y de inmediato fue contratado. Sergio

ya tenía una idea de lo que se fraguaba aquí en Xalapa, pues Aguirre Beltrán y Salmerón,

meses antes del cambio de gobernador, habían hecho algunas reuniones en la Ciudad de

México con posibles colaboradores. Galindo asistió a algunas de esas reuniones y había

explicado sus intenciones: conformar una editorial, hacer una revista y editar libros de

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Entrevistas

autores jóvenes, así como obras importantes, estética y literariamente hablando. Lo de

hacer una revista era algo que desde muy joven Galindo tenía en mente y al llegar a la UV

la oportunidad fue propicia.

–¿Y el resto de los integrantes del primer Consejo Editorial, cómo llegó a la revista?

–Algunos de ellos ya trabajaban en la Universidad. Otros fueron contratados

para dar clases en las nuevas facultades que se había creado. No recuerdo quién exactamente

trajo a quién, pero los principales orquestadores de todo esto fueron Aguirre Beltrán,

Salmerón, Galindo y Guillaumin. Yo hice muy poco, un trabajo muy modesto. Recuerdo

haber estado más involucrado en lo que era mi puesto, en enviar dinero a mi esposa y a

mis hijos y en trabajar en todo lo que nos ordenara el rector.

Sé que Tavera Alfaro era director de la Facultad de Historia; Pascual Buxó era el

director de Letras y Medellín Zenil estaba encargado del Instituto de Antropología. Adolfo

García Díaz daba clases en la Facultad de Filosofía. Guillaumin era el director del Grupo

Profesional de Teatro de la UV y Luis Ximénez Caballero trabajaba como director de la

Orquesta Sinfónica de Xalapa. Ya luego llegaron al Consejo Editorial Emilio Carballido,

Othón Arróniz, Arturo Serrano, Manrique y Paco González Aramburu, quien trabajaba

directamente con Galindo.

–¿Qué hacías, en qué consistía tu trabajo en Acción Social?

–Mi trabajo era en apariencia muy sencillo: llevar la representación del señor

rector ante el gobernador del estado, el licenciado Antonio M. Quirasco, en todos los

eventos cívicos a donde no pudiera asistir el doctor Aguirre Beltrán, además de hacer

algunas otras cosas para la UV: armado de estrados, difusión de las actividades culturales

y artísticas, etcétera… e ir a los desfiles cívicos y militares (risa ramonesca).

–¿Y qué hacías durante los desfiles?

–Nada, ver a todas las muchachas que marchaban y sufrir los calores, el sol. Creo

que eso era lo peor de mi trabajo. (Inmediatamente, maliciosa sonrisa le invade el rostro, y allá va

la mirada, en busca de la calle de Enríquez, frente al Palacio de Gobierno, donde el templete de las

autoridades encabezadas por el entonces gobernador Quirasco se instala desde siempre para cumplir con

el acto protocolario donde la patria, sus héroes y ciudadanos son honrados. Lejos ahora está Ramón del

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Entrevistas

café, donde su voz es casi silenciada por el murmullo del mismo grupo de señoras que se empeñan en sus

manualidades.)

–¿Y cómo trabajaban en la conformación de la revista, como Consejo Editorial?

–Las reuniones eran convocadas por Salmerón o Galindo. Ellos eran los artífices

de la revista. Se nos repartían los trabajos propuestos para incluir en cada número y

nosotros los leíamos, pero la discusión sobre su publicación nunca era algo muy complicado

pues todos teníamos muy claro lo que queríamos ver en La Palabra y el Hombre. Sobre el

manejo de la Editorial y la colección Ficción los responsables eran Galindo, Aramburu y

en alguna medida Carballido. Todo lo relativo a la antropología lo revisaba directamente

Aguirre Beltrán. Salmerón, García Díaz y Arróniz revisaban los textos sobre filosofía.

Yo hacía muy poco. Los responsables eran todos ellos. Muchas de esas reuniones

luego se iniciaban o seguían en el Bar México y en el Casino Español, donde Galindo

tenía una tertulia por la tarde, a la salida de las labores en la Universidad. Otras veces,

González Aramburu ofrecía su casa y en el huerto que tenía en su patio organizaba

comidas a donde todos nos reuníamos para discutir cosas de la revista. Nunca fue un

trabajo que hiciéramos como obligación, sino como algo que nos apasionaba.

–¿Cómo fue que decidieron Galindo y González Aramburu publicar Ser de lejanías en

Ficción?

–¡Eso fue una mala pasada y una sorpresa que me hicieron Galindo y Paco! Los

poemas que conforman ese libro los tenía yo en una carpeta en mis oficinas y se los iba

mostrando a varias personas para que me dieran su opinión. De pronto, un día

desaparecieron sin explicación alguna. Los busqué por todas partes, varias veces, sin

poder ubicarlos. Fue en una de esas comidas que organizaba Paco en su casa que me

mostró el libro ya terminado. Galindo, que era mi compadre, simplemente reía porque yo

no salía de la sorpresa. No era la manera en que hubiera querido que ese libro fuera

publicado, pero así fue como pasó. Gracias a la complicidad de Paco y Galindo tuve mi

primer libro de poemas.

–Sin embargo, Ramón, ése no hubiera sido tu único libro en la editorial de la Veracruzana.

En la solapa de cuarta de forros de Arco y certamen de la Poesía Mexicana Colonial. (Siglo

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Entrevistas

XVII) se anuncia un título tuyo que la “UV publicará próximamente”, con el nombre de Introducción

a la Espiga. ¿Ese libro existe? Los demás libros anunciados sí salieron publicados, pero del tuyo no

pude encontrar noticias.

–No sé de dónde sacaste toda esa información –me dice no sé si reprochándome o

como tratando de ganar tiempo para eludir la pregunta– Pero es cierto. El libro nunca fue publicado,

se trataba de un estudio ontológico sobre el tema. Las cuartillas se perdieron quién sabe

dónde. Nada más.

–Entiendo. Te separaste de la UV algunos años después, ¿por qué?

–Me ofrecieron otro trabajo, con un mejor ingreso. En esa época ya tenía a mis

cuatro hijos y decidí optar por una posibilidad mejor para toda la familia, la cual ya vivía

conmigo en Xalapa. Me fui una temporada a trabajar entre Córdoba y Monterrey,

vendiendo seguros, y fue una época muy buena en lo económico. Si bien me alejé un

poco de las cuestiones editoriales, nunca perdí contacto con lo que se hacía en la UV,

pues Galindo o Paco me enviaban los libros a donde estuviera trabajando.

Años después regresé a trabajar a la UV, cuando el doctor Bravo Garzón fue

designado rector, colaborando ahora directamente en la Editorial. Y a pesar de que estaban

la mayoría de las mismas personas, algo había cambiado. Estaban el talento de Galindo y

su experiencia, pero ya no era lo mismo. Aunque también en esa época llegó Luis Arturo

Ramos a colaborar con Sergio.

–¿Es decir, que tú casi podrías haberte jubilado, cierto? Son más de 40 años al servicio de la

Universidad.

–Sí. Tengo ya muchos años trabajando en la UV y a ella debo mucho de mi vida.

Sigo trabajando con gusto en la Dirección Editorial y escribiendo, pero la jubilación es una

cosa de la que no me gusta hablar. Mi vida ha sido y está en nuestra Universidad Veracruzana.

Ramón decide entonces que no hay más de qué hablar. Calcula la hora quién sabe cómo.

–Es tarde. Vámonos.

Son casi las diez de la noche e invita a salir. Tomamos el mismo taxi ambos,

pidiendo que lo pase dejar a él primero a su casa en la calle Córdoba. Llegamos, se

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Entrevistas

despide y baja detenidamente. Me grita algo mientras cruza la calle para entrar por el

portón blanco de la cochera:

“Debes entrevistar a Guillaumin” –creo que ha dicho. “Pero siempre que te

dejes entrevistar tú” –le replico. “No, no tiene sentido. Yo hice muy poco en ese proyecto”

–argumenta al tiempo que manotea con ambos brazos.

Desaparece tras la puerta, en medio de la noche, la luna sin asomar. El taxi

arranca, y pienso en que su testimonio es valioso por haber visto nacer a La Palabra y el

Hombre. Por eso es importante alguien como Ramón, además de su valor como poeta.

Todo queda en manos del futuro…

Juan Javier Mora-Rivera. Ha realizado estudios en Letras Españolas,Comunicación y Periodismo. Forma parte del consejo editorial de Performance.En 2007 obtuvo el Premio Estatal de Periodismo Rubén Pabello Acosta enel rubro de Divulgación Cultural.

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Doss ier

Nina Crangle 1 Presentación

Ramón Rodríguez 3 I got the weary blues

13 I. Poemas

35 II. LecturasRafael Antúnez

José HomeroJosé de la Colina

Ángel José FernándezErnesto Herrera

Dagoberto Guillaumin FentanesNina Crangle

Rodolfo Mendoza RosendoJosé Luis Cabada Ramos

70 III. Retrato del artista valoradoMarco Antúnez

Jorge BrashJosé Luis Rivas

José HomeroDarío Carrillo

Luis Miguel CruzRamsés Ramírez Azcoitia

Alejandro Albarrán PolancoFernando Toribio

84 IV. EntrevistasNina Crangle, Marifer y

Ana ValderramaJuan Javier Mora-Rivera