donde habitan los monstruos

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DONDE HABITAN LOS MONSTRUOS Enid Hershel tenia trece años. Le encantaba escuchar discos y su cosa favorita en el mundo era leer historias de ciencia-ficción. En el invierno de 1900 se mudaba con su familia a un pequeño pueblo francés. Los traslados de domicilio eran continuos ya que Enid no era una chica corriente. A diferencia de su hermana gemela Dorothy, a Enid le sobresalía de la frente un pequeño cuerno. Lo crean o no, todo lo que se desviaba de lo normal era considerado un presagio de mala suerte y signo de maldad. Era repudiado por la sociedad, fuera de la concepción de belleza instaurada. Se vivía de las apariencias y se rechazaba todo aquello que nuevo o desconocido. No le importaba no poder salir a la calle. Los años de aislamiento la habían permitido crear un mundo de fantasía. Era tan reservada que nadie sabia nunca cómo se sentía o qué pensaba. Tenia unos prismáticos con los que a través de la ventana observaba a la gente de la calle. Se imaginaba a que se podrían dedicar o como serían las vidas de aquellos desconocidos. La pareja de satánicos, el jardinero poeta, el camarero bailarín, la señora rica deprimida… Le gustaba pensar que su cuerno era su súper poder, que le hacía diferente al resto de personas. Dorothy era mucho más convencional que Enid. Era muy admirada por sus dotes tocando el piano y le interesaban las mismas cosas que a las chicas de su edad. Se pasaba horas peinando su larga melena y decorándola con flores. A menudo le traía tulipanes rosados a Enid, su flor predilecta. Por la noche se colaba por la ventana de la habitación de Enid un gato negro que la observaba dormir. Con el tiempo Enid se encariño con el animal. Tenia que estar con él a escondidas ya que tanto Gato como Enid, no eran admitidos por la sociedad. Los gatos estaban asociados con la brujería, y por lo tanto con la mala suerte. Se escondían en el bosque, lugar dónde ningún ciudadano se atrevía a entrar por miedo. Por miedo a esos pequeños “ monstruos”. Aquel pueblo se aferraba a unas convenciones y tradiciones muy antiguas. Enid pasaba muchas horas con el gato negro. Se sentía reflejada en aquel animal, igual de rechazada y sola. Al poco tiempo se convirtió en su mejor amigo. Un día su hermana Dorothy la encontró en la habitación con su gato. Ese día todo cambió. Supo que no lo aceptarían, y que sería condenado a muerte o separado de ella. Aunque Dorothy la quería, estaba aferrada a la idea de hacer siempre lo correcto. Enid decidió escaparse de casa y organizó un plan de huida con su gato hacía el bosque. Su kit de huida llevaba una tienda de campaña, sus libros y su música. Misteriosamente no se sabe nada más de Enid. Se oye la leyenda que un leñador de la zona se atrevió a entrar en el bosque. Comenzó a hacer su faena y a mitad de su trabajo encontró una curiosa cabaña en un árbol. Dentro de esta vivía una mujer hermosa mitad animal mitad persona que protegía y cuidaba de la naturaleza y de los gatos del bosque. Cuando la mujer vio que había cortado algunos arboles de la zona, se enfureció de tal manera que le envió una maldición como venganza. La maldición le hizo crecer otra cabeza. Nunca más pudo vivir tranquilo entre la multitud y fue aislado eternamente. Moruno Sánchez, Judit Narración gráfica y Ilustración

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DONDE HABITAN LOS MONSTRUOS Enid Hershel tenia trece años. Le encantaba escuchar discos y su cosa favorita en el mundo era leer historias de ciencia-ficción. En el invierno de 1900 se mudaba con su familia a un pequeño pueblo francés. Los traslados de domicilio eran continuos ya que Enid no era una chica corriente. A diferencia de su hermana gemela Dorothy, a Enid le sobresalía de la frente un pequeño cuerno. Lo crean o no, todo lo que se desviaba de lo normal era considerado un presagio de mala suerte y signo de maldad. Era repudiado por la sociedad, fuera de la concepción de belleza instaurada. Se vivía de las apariencias y se rechazaba todo aquello que nuevo o desconocido. No le importaba no poder salir a la calle. Los años de aislamiento la habían permitido crear un mundo de fantasía. Era tan reservada que nadie sabia nunca cómo se sentía o qué pensaba. Tenia unos prismáticos con los que a través de la ventana observaba a la gente de la calle. Se imaginaba a que se podrían dedicar o como serían las vidas de aquellos desconocidos. La pareja de satánicos, el jardinero poeta, el camarero bailarín, la señora rica deprimida… Le gustaba pensar que su cuerno era su súper poder, que le hacía diferente al resto de personas. Dorothy era mucho más convencional que Enid. Era muy admirada por sus dotes tocando el piano y le interesaban las mismas cosas que a las chicas de su edad. Se pasaba horas peinando su larga melena y decorándola con flores. A menudo le traía tulipanes rosados a Enid, su flor predilecta. Por la noche se colaba por la ventana de la habitación de Enid un gato negro que la observaba dormir. Con el tiempo Enid se encariño con el animal. Tenia que estar con él a escondidas ya que tanto Gato como Enid, no eran admitidos por la sociedad. Los gatos estaban asociados con la brujería, y por lo tanto con la mala suerte. Se escondían en el bosque, lugar dónde ningún ciudadano se atrevía a entrar por miedo. Por miedo a esos pequeños “ monstruos”. Aquel pueblo se aferraba a unas convenciones y tradiciones muy antiguas. Enid pasaba muchas horas con el gato negro. Se sentía reflejada en aquel animal, igual de rechazada y sola. Al poco tiempo se convirtió en su mejor amigo. Un día su hermana Dorothy la encontró en la habitación con su gato. Ese día todo cambió. Supo que no lo aceptarían, y que sería condenado a muerte o separado de ella. Aunque Dorothy la quería, estaba aferrada a la idea de hacer siempre lo correcto. Enid decidió escaparse de casa y organizó un plan de huida con su gato hacía el bosque. Su kit de huida llevaba una tienda de campaña, sus libros y su música. Misteriosamente no se sabe nada más de Enid. Se oye la leyenda que un leñador de la zona se atrevió a entrar en el bosque. Comenzó a hacer su faena y a mitad de su trabajo encontró una curiosa cabaña en un árbol. Dentro de esta vivía una mujer hermosa mitad animal mitad persona que protegía y cuidaba de la naturaleza y de los gatos del bosque. Cuando la mujer vio que había cortado algunos arboles de la zona, se enfureció de tal manera que le envió una maldición como venganza. La maldición le hizo crecer otra cabeza. Nunca más pudo vivir tranquilo entre la multitud y fue aislado eternamente.

Moruno Sánchez, Judit

Narración gráfica y Ilustración