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    1/16

    EL

    JUEGO CERVANTINO

    DE LOCURA-LUCIDEZ

    Y

    LA

    VARIEDAD DE INTERPRETACIONES

    DEL

    QUIJOT

    Lourdes

    Sim Goberna

    Cada

    siglo,

    cada

    poca,

    cada momento

    de la sensibilidad humana han aportado

    nuevos

    puntos de

    vista,

    nuevas interpretaciones

    sobre

    la obra

    maestra de

    Cervan-

    tes.

    El

    Quijote

    como una mina inagotable, ha

    suscitado

    siempre nuevos descubri-

    mientos.

    Parece

    como si estuviera compuesto de

    una

    multitud de capas super-

    puestas que

    se van

    revelando unas

    tras otras conforme la

    sensibilidad

    de los

    lectores va buscando y encontrando nuevas significaciones. No vamos a

    tratar

    aqu

    de la

    multiplicidad

    de estudios

    que ha

    generado la novela (sera

    ardua tarea),

    sino

    que vamos a

    tomar

    una parcela

    del

    aserto anterior.

    Tal

    y

    como afirmamos

    en el ttulo

    de

    la presente comullcacin,

    nuestra tesis

    --que

    desarrollaremos

    a

    lo

    largo

    de

    las

    pginas que

    siguen- consiste en demos-

    trar que es

    precisamente la

    locura del protagonista, Don

    Quijote,

    lo que ha

    susci-

    tado

    y afortunadamente,

    no ha

    dejado

    de

    suscitar) un

    gran abanico

    crtico

    en

    torno al sentido ltimo de la novela. Es decir: posiblemente, slo detrs del juego

    locura-cordura,

    de ese

    engao

    a los ojos o de

    esa

    realidad oscilante de

    que

    habl don Amrico

    residen

    las distintas interpretaciones en profundidad del

    Qui-

    jote. Tal punto

    de

    partida no es

    nuevo: Juan Valera, en 1864,

    no acert

    a ver en la

    novela una

    accin en el riguroso

    sentido

    de la palabra.

    La

    unidad que tiene el

    libro, vino a decir, no est en la

    accin,

    sino en el pensamiento, y ese pensamien-

    to es Don Quijote

    y

    Sancho

    unidos

    por la locura. Helmut Hatzfeld

    afirm

    que es

    el

    juego

    de

    locura

    y

    cordura lo que

    posibilita

    la

    variedad de

    interpretaciones

    del

    Quijote y recientemente, Edward C

    Riley

    recuperaba la

    idea

    con

    las siguientes

    palabras: la

    locura de Don

    Quijote

    es

    el

    punto

    de partida para todo

    lo que suce-

    de

    en

    el

    libro

    y

    es

    absolutamente fundamental

    para

    la comprensin de

    ste.

    En

    efecto, el

    gran

    nmero de estudios aparecidos a

    lo

    largo

    de

    los aos lo demues-

    tra.

    2

    Nuestra pretensin

    se

    resume, pues, en

    sintetizar los distintos

    puntos de vista

    mostrados y

    tambin

    ofrecer el estado actual en

    torno al

    tema.

    l. A.

    Castro,

    l pensamiento e Cervantes Barcelona, Noguer, 1980, 82 ss.

    2. J. Valera,

    Sobre

    el Quijote y sobre las

    diversas

    maneras de comentarle 1864), en Obras Completas lIT

    Barcelona,

    Aguilar, 1947 , 1.065-1.086;

    H. Hatzfeld,

    El

    Quijote

    como

    obra de

    arte

    del lenguaje, CSIC, Anejo

    227

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    wurdes Sm Goberna

    IIl-CIAC 1990

    Caracterizacin fsica de Don Quijote

    Iniciamos la

    investigacin

    caracterizando

    fsicamente a

    Don

    Quijote

    segn

    la teorias de los galenos de la poca_ El aspecto fsico del hidalgo

    manchego

    fue

    tempranamente estudiado

    por la critica

    y todos coinciden

    en afirmar

    que ste

    presenta

    una complexin que el Examen de Ingenios de

    Juan

    Huarte de

    San

    Juan

    (1575) califica propia del hombre colrico.

    3

    Las cualidades esenciales del

    hombre que goza

    de tal temperamento

    pueden

    resumirse del siguiente modo:

    a Sequedad, que

    Cervantes

    cuida

    de mantener en su

    protagonista

    a

    lo

    largo

    de toda la

    novela.

    4

    Deca

    Huarte que

    la vigilia de

    todo

    el

    da deseca y endurece el

    cerebro,

    y

    el

    sueo lo humedece y

    fortifica. A

    nuestro

    hidalgo ..

    [ .. ] se le

    pasaban

    las noches leyendo de claro en claro, y los das de turoo en

    turbio; y as, del poco dormir y del

    mucho

    leer

    se

    le sec el cerebro,

    de manera

    que

    vino a perder el juicio

    [1, 1,

    p. 23].

    Parece ser

    que

    Don

    Quijote

    sufre

    una

    lesin en la

    Imaginativa, facultad que,

    segn Luis Vives, sirve para relacionar los objetos que se ven con

    su

    impresin en

    el cerebro.

    5

    De este

    modo,

    su

    locura

    consiste en un error de los sentidos: el

    mo-

    83

    Revista de Filologa Hispnica, 1966', p. 18; E.e. Riley, Introduccin al Quijote, Crtica,

    Barcelona,

    1990,

    64

    ss.

    Sobre el tema de la locura en el Quijote, debemos destacar los

    siguientes

    trabajos;

    A

    Navarro Gonzlez;

    La

    locura

    quijotesca, Anales Cervantinos, 1 (1951), 273-294, donde se muestra

    que

    la

    locura

    es transflguradora

    de la

    realidad;

    de J.B. Avalle Arce citamos dos estudios fundamentales en los que interpreta la novela por

    medio

    de la

    locura

    quijotesca; La locura de vivir, en El Quijote

    como

    forma de vida,

    Madrid, Castalia/Fundacin

    Juan

    March,

    1976, y Don Quijote o la

    vida

    como obra de arte, en Nuevos deslindes cervantinos,

    Barcelona,

    Ariel, 1975,

    John

    J. A1len explica

    la

    tcnica

    narrativa

    de

    la obra

    desde

    el

    de

    locura

    y

    cordura;

    Don

    Quijote,

    hero

    A

    study

    il1

    narrative

    technique

    (Parts J ami

    2). University Press, Humanities

    1919,IV,46,

    1979.

    El profesor Riley ofrece, en el volumen

    citado,

    una

    amplia

    y actnalizada bibliografa sobre el Quijote.

    3.

    Juan Huarte de San

    Juan, Examen

    de Ingenios para

    l s ciencias (ed.

    de Esteban

    Torre),

    Madrid. Editora

    Nacional, 1977.

    Sobre la cOInp]lexi:n qnijotesca y la influencia de Huarte de San Juan en CeIVank'S son clsicos los estn-

    dios

    de;

    Rafael Un

    gran

    inspirador de Cervantes.

    El Dr.

    uan Huarte y su

    Examen

    de Ingenios para las

    sciencias 1905; de Iriarte:

    El

    examen de ingenios y El

    ingenioso

    en El tU>ctor

    Huar/e de San uan y

    su

    Examen de ingenios , contribucin a la historia de

    l

    psicologa

    Madrid,

    CSIC,

    1948',

    311-332;

    Miguel

    de Unamuno;

    a vida

    de

    Don Quijote

    y Sancho,

    en

    Obras Completas, vol. IV,

    Barcelona, Vergara, 1958,65-386, quien asimila el temperamento quijotesco

    al

    de san Ignacio

    de Loyola.

    Ms

    modemos son 1(> de Martine Bigeard a folie

    dans Don

    Quichone,

    en

    n folie et les fous littraires en

    Espagne 1550-1650, 1972, 20, Y c B Johnson: Madness and Lust. A psychoanal.ytical aproach

    to

    Don

    QuLwte,

    ealfomia

    University Press, 1983.

    a

    tesis

    doctoral

    indita

    de Deborah Kong

    aporta

    nueva luz

    al

    temperamento qnijotesco: en efecto,

    ste

    es un colrico qne ha

    devenido melanclico

    ya que sus cualidades

    pasan de ser clidas y secas a f.ras y

    secas

  • 7/24/2019 Don Quijote locura cordura.pdf

    3/16

    III-ClAC 1990

    El juego

    de

    locura-lucidez

    en

    el

    Quijote

    rrin es celada; el rocn, caballo; las ventas, castillos; las busconas, doncellas y el

    ventero, alcaide. Siguiendo el

    mismo

    proceso, los molinos de viento se transfor-

    man

    en gigantes, los

    rebaos

    de ovejas en ejrcitos y la baca de barbero en

    yelmo

    de

    Mambrino.

    Don

    Quijote, tal como

    demuestran

    las teora,> de Huarte, de vuelta de sus

    aventuras

    slo

    pide que

    le

    dejen dormir:

    [ .. ] hicironIe a Don Quijote mil

    preguntas,

    y a

    ninguna

    quiso

    responder

    otra

    cosa sino que le diesen de comer y le dejasen dormir, que era lo

    que

    ms le importa-

    ba [1. 5, p. 109].6

    [ .. ]

    en

    tanto que el ama y

    sobrina de

    Don Quijote le recibieron, y le

    desnudaron,

    y le tendieron en

    su

    antiguo

    lecho [1 52, p. 603].

    Antes de niciar

    su

    tercera salida, en la segunda parte del libro, Don Quijo-

    te

    se

    encuentra

    descansando

    por un periodo de un

    mes, en el cual parece recu-

    perado:

    [ .. ] y

    habl Don

    Quijote

    con

    tanta

    discrecin

    en todas

    las

    materias que se

    toca-

    ron,

    que

    los dos esaminadores [el cura y el barbero] creyeron ndubitadamente que

    estaba del todo bueno yen

    su

    entero juicio [II, 1 p. 42].

    A su vuelta, nuestro

    personaje

    recobra el juicio

    despus de un

    ataque

    de

    fiebre (ll, 74,

    p.

    586) efecto que, segn Huarte de San Juan, trasmuta el cerebro'?

    b) Ingenio. El hidalgo manchego es calificado

    por

    su

    creador

    como

    de

    inge-

    nioso, esto es, dotado

    de

    ingenio, trmino que encontramos definido

    en

    varios

    autores

    de la poca

    como

    maestra en cualquiera de

    las artes, liberales o

    mecni-

    cas.

    a

    El ingenio

    en s

    mismo es sutil o boto:

    de

    esta ltima especie es el ingenio

    de

    memoria:

    phantasia vero conjungit, et disjungit ea, quae singula et simplicia imaginatio acceperat (apud Juan

    Luis

    Vives: De anima et

    vira, en Opera omnl red de

    Gregorio Mayans

    y

    Sisear], 1782-1790. vol. III, cap. I 10.

    pp. 326-327).

    Alonso Lpez

    Pinciano

    se hizo eco de las pelturbaciones que

    puede

    ocasionar la

    lectura

    de libros de

    caballetias. En la

    Philosopha Antigua Potica se

    refiere al

    caso de su amigo

    Valerio. quien

    qued

    sumido

    en un

    profundo desmayo tras leer el captulo de la supuesta muerte del hroe en el Amadl de Caula (Alonso

    Lpez

    Pinciano, Philosophia Antigua Potica red. de Alfredo Carballo Picaro]. vol. 1 Madrid, instituto Migue de Cer-

    \'antes. 170-172).

    6. Las citas del

    Quijote proceden de la

    edicin de LA. Murillo F::1

    Ingenioso Hidalgo Don Quijote de

    a

    Mancha,

    2 vols., Madrid, Castalia, 1982).

    7. Si e hombre cae

    en

    alguna enfermedad por la cual el

    cerebro

    de

    repente

    muda su temperatura, como

    es

    la mana,

    melancola y

    frenesa,

    en un

    momento

    acontece perder,

    si

    es

    prudente,

    cuanto

    sabe.

    y dice

    mil

    disparates, y si es necio. adquiere ms y habilidad que anles tena (Hu arte, op.

    cit

    cap. IV, p. 107).

    8. As

    por

    ejemplo, J.L. Vives lo

    romo

    UIversi vis

    ments

    nostrae (Mauricio

    de

    Iriarte, op.

    cit.,

    nota

    3,

    p. 192);

    Huarte de San Juan

    como

    "lo

    mismo

    que

    fecundidad de

    la

    intel igencia [ .. ]

    capacidad

    de

    engendrar

    conceptos

    o figuras representativas de la naturalc7.a de las cosas.

    con

    carcter cientfico

    (apud

    lriarte,

    op. cit.,

    208-209); Herrera: aquella fuerza y potencia natural y

    aprehensin

    rncil y nativa

    en

    nosotros.

    por

    la

    cual somos

    dispuestos

    a las operaciones

    peregrinas y la

    noticia

    sutil

    de las cosas

    altas (apud

    Cejador, a

    lengua de Cervantes,

    S.v. ingenio).

    Por

    ltimo, Sebastin de Covarrubias en su

    Tesoro de la l ngua castellana

    o

    espaola

    [ed.

    de

    M. de Riquer], Barcelona, Alta Fulla, 1987. 737 b, Biblioteca. Serie Lengua

    y

    Literatura, 3)

    define

    ingenio como

    una fue

    natural de

    entendimiento, investigadora

    de 1 que

    IX)I razn y

    discurso se

    puede

    alcan;ar en

    todo gnero de

    ciencias. disciplinas,

    artes

    liberales y mecnicas. sutilezas. invenciones y

    engaos. Tambin define "ingenioso"

    como

    "el que tiene

    sutil

    y delgado ingenio" Ioc. cit. supru).

    Sobre el ingenio quijotesco podemos destacar los estudios de Harald Weinrich: Das ingenium Don Quijo-

    tes. Ein Beitrag 2MY lilerarischen ChamkterkuruJe, Munster, Aschendorff. 1956; Ols H. Green: El ingenioso

    229

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    4/16

    Lnurdes Sim l;aberna

    III-CIAC 1990

    Sancho (cit.,

    1

    25).

    Don Quijote es

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    5/16

    lIl-ClAC 1990

    El juego

    de

    locura-lucidez en el Quijote

    l

    mism.o 1 0 rec.onoce

    ante

    el Caballero del Verde Gabn:

    Quin

    duda, seor

    don Diego

    de

    Miranda,

    que

    vuestra

    merced no me

    tenga

    en

    su opinin por un hombre disparatado

    y

    loco? Y

    no

    sera mucho que as fuese,

    porque mis

    obras no pueden dar testimonio de

    otra

    cosa [n 17, p. 166].

    Erasm.o

    de

    R.otterdam,

    en su

    Moria

    .o

    Elogio de

    la

    locura

    tambin presenta

    el

    cas.o

    de un argiv.o cuya locura se mezcla c.on la lucidez:

    y tampoco result desagradable aquel varn de Argos, que estaba loco

    hasta

    l

    punto

    de consumir los das sentado en el teatro, riendo,

    aplaudiendo y

    divirtindose,

    porque

    crea que all se estaban

    representando

    maravillosas tragedias,

    cuando en

    rea-

    lidad

    nada se

    representaba;

    adems de

    observar

    una conducta adecuada

    en las obli-

    gaciones de

    su

    vida, se mostraba jovial

    con

    los amigos, afable hacia

    su

    esposa, capaz

    de perdonar

    a

    sus

    siervos

    y no

    se

    enojaba porque

    se le

    destapara una

    botella

    [XXXVIn].

    Siguiend.o la idea

    erasmista

    s.ol simplices ac veridici sun l.os l.oc.os S.on

    quienes poseen

    la

    verdad)

    Cervantes

    cre

    un

    ampli.o abanic.o

    de

    locos literarios,

    la

    may.oria de

    l.os cuales

    aparecen en el Quijote: Cardeni.o, el loc.o que hinchaba

    perros y el que l.os

    aplastaba,

    ellicenciad.o de Osuna .. Entre tod.os, destaca

    el

    que

    da n.ombre a una Novela ejemplar, el licenciad.o Vidriera,

    quien

    enl.oquece tras

    una terrible fiebre adquiriend.o a la vez grandsima

    agudeza

    de ingeni.o.1

    2

    El ingeni.o

    de

    l.os loc.os cervantin.os, en

    especial

    D.on Quij.ote, permite a

    Cervantes

    emitir juici.os critic.os s.obre vari.os

    temas,

    reflej.o

    de su

    ideari.o respect.o

    al arte,

    la

    literatura,

    la

    m.oral y la vida. L.os critic.os defienden

    la raigambre

    humanista de tal

    ideario,

    aunque

    existen

    sect.ores que ab.ogan por el c.ontrarre-

    f.ormism.o del aut.or.

    13

    Observam.os tpic.os renacentistas en el discurs.o de la

    Edad

    de

    Oro

    1,

    11,

    p.

    155), en el

    discurso de las

    Armas y

    las Letras

    (1. 28,

    pp. 468-47l)

    d.onde el hidalg.o mancheg.o

    defiende las

    armas

    -Cervantes

    se

    sen-

    ta .orgull.oso de ser un s.oldado--, y en

    l.os

    c.onsej.os a Sanch.o para el g.obiern.o de

    su nsula, en l.os que se refleja el ideal renacentista de g.obernante, t.omad.o del

    ejemplo clsico (Iscrates).

    2. D.on Quij.ote se mueve por un

    afn

    desmedid.o de impartir justicia. Es

    1.0

    que Riley ha dado en llamar la

    cara

    pblica de

    su

    l.ocura. En la

    Segunda

    Parte,

    11. Neque perperam sensit Argivus ille, qui hactenus insaniebat, ut totos dies solus desideret in thealro

    rdens, plaudens, gaudens, quod crederet ille miras agi tragoedias,

    cum

    nihil

    omnino

    ageretur,

    cum

    in caeteris

    vitae officis

    probe

    sese gereret,

    jucundus

    amicis,

    comis

    in

    uxorem,

    posset

    qui

    ignaseere servs,

    et

    signo laesae

    non insanire lagenas (Erasmo de Rotterdam, Elogio de la locura, Stultiae l.o.us, Erasmo, Barcelona, Bosch,

    1976, XXXVIII, 190-192). El ejemplo procede de Horado, Epstolas, libro Il, cap, Il. w. 128-140.

    12 Ellicenci.ado Vidriera, en NCNe1as ejemplares, vol. Ir, Madrid, Castalia, 1986', 117.

    13.

    Marcelino Menndez y Pelayo fue el primero en sealar el

    humanismo

    erasmista

    de

    Cervantes ("Cultu

    ra literaria

    de

    Miguel de Cervantes y la elaboracin del Quiiote, en rudins y discursos de crtica histrica y

    literaria, 2 vols., Santander, CSIC, 1941, vol. 1: 323-356). Amrico Castro (

  • 7/24/2019 Don Quijote locura cordura.pdf

    6/16

    Lourdes

    im

    Gobema

    IIICIAC 1990

    tanto

    por l mismo como por

    boca

    de Sancho se expresa su intencin

    de

    no

    hacer mal

    a nadie:

    Mis intenciones siempre las enderezo a buenos fines,

    que

    son de

    hacer

    bien a

    todos

    y

    mal a ninguno [

    ..

    ] [II, 32, p. 265].

    [Habla Sancho]

    [

    ..

    ] digo

    que no

    tiene

    nada de

    bellaco;

    antes

    tiene

    una

    alma

    como un cntaro: no sabe

    hacer

    mal a nadie, sino

    bien

    a todos, no tiene malicia

    alguna: un

    nio

    le

    har entender que

    es de noche en la

    mitad

    del da [ .. ] [I1, 13,

    p. 131].

    Su celo reformista le pone frecuentemente en conflicto con la sociedad y en

    ocasiones lo

    convierte

    en una amenaza

    pblica.

    El

    choque

    ms

    espectacular se

    produce en el

    episodio

    en que liberta

    a los galeotes

    (1,

    22, pp. 265 ss.).

    La critica

    romntica vio aqu un

    Don

    Quijote

    paladn

    de

    la libertad y adversario de la tira-

    na.

    14

    Unamuno

    se

    entusiasm ante su sentido de la

    justicia.

    1s

    M.

    de

    Riquer,

    sin

    embargo,

    opina

    que no hay nada

    de ello: Don Quijote,

    en

    su locura, yerra

    en su

    concepcin

    de

    lo

    que

    es

    o

    no

    justO.

    16

    Amrica

    Castro

    matiza

    el

    alcance

    de

    este

    episodio: el error fsico o

    de

    los sentidos es visible en

    la

    obra, pero el error

    moral es escurridizo

    y

    en

    ocasiones falsO.

    17

    o

    cierto es que Don

    Quijote siempre

    sale malparado

    cuando

    intenta

    ayudar

    a los

    menesterosos.

    Algunos autores

    han

    querido ver aqu una muestra

    de

    la

    irona

    cervantina: slo

    desde la

    locura es

    posible

    mantener una

    actitud

    moral

    inviable

    en la sociedad espaola

    del

    XVII.

    Don

    Quijote

    est defendiendo una cualidad innata

    en el ser humano:

    la

    vo-

    luntad,

    concepto

    cuya definicin moral

    proporcion

    Luis Vives

    en

    los siguientes

    trminos:

    Es

    pues la voluntad

    aquella facultad

    o energa del

    alma por

    la cual deseamos lo

    bueno

    y

    aborrecemos

    lo

    malo,

    guiados

    por

    la

    razn.

    B

    Entendiendo que la voluntad

    pertenece

    al orden del intelecto y que la razn

    es una facultad

    atribuida

    al hombre por medio

    de

    la cual se ha distinguido de los

    dems miembros de la serie animaL

    Del episodio

    al

    que

    nos

    referimos podemos sacar diversas citas:

    14. Entre la

    multiplicidad

    de

    escritos al respecto,

    destacan

    los surgidos del

    Romanticismo

    alemn.

    en

    especial Schelling (J,J.A. Bertmnd:

    Cervantes

    el

    le romantisme al1e.nzand.

    Paris. Felix A1cam. 1914) e ingls. cuyo

    ejemplo ms destacable

    es

    lord Byon (va.-;e Csar Real de la Riva: Historia de la critica e interpretaciones de

    la obm de Cervantes, Revista de Filologa Espaola . 32 [1948J, 107-150).

    15.

    Citado por Miguel

    de Unamuno,

    op

    cit.

    nota. 3.

    159167.

    16.

    Lo cierto

    es que

    Don Quijote revela

    en

    este episodio

    un

    desquiciamiento del concepto

    de la

    justicia,

    pues defiende no causas justas sino las ms injustas

    que

    darse puedan,

    como

    es la libertad a seres socialmente

    peligrosos. y que luego. al apedrear a Don Quijote y a Sancho, pondrn de manifiesto la vileza

    de

    su condicin.

    La aventura de los galeotes constituye una de las mayores quijotadas de Don Quijote, dando a la

    palabra

    el

    sentido que ha adquirido en espao' (M. de Riquer,

    Aproximacin

    al

    Quijote

    Barcelona, Salvat, 1970.

    B7

    RTVE .

    17. Con ciertas reservas hay. pues, que hablar de error en este episodio. ya que lo err neo confina

    con

    lo

    problemtico. Tiene

    mzn la

    justicia

    al condenar

    a los galeotes? La

    tienen los guardas?

    O los galeotes? O

    Don Quijote mandndoles r con

    sus

    cadenas a los pies de Dulcinea? Yelmo? Bacla' Baciyelmo' La tcnica

    es

    la misma

    (A. Castro.op. cit.. nota 1. 126).

    lB

    Est

    igitur voluntas. Facultas seu vis animi, quae

    bonum

    expetimus, malum aversamur.

    duce

    ratione

    (Luis Vives,

    .De anima et

    v1ta en

    Opera

    Onmia

    op cit.

    vol.

    liT,

    cap.

    XJ.

    382).

    232

  • 7/24/2019 Don Quijote locura cordura.pdf

    7/16

    ITI CIAC 1990

    El juego

    de

    locura-lucidez en

    el

    Quijote

    [ ..]

    que

    es libre nuestro albedrio, y no hay

    yema n

    encanto que le fuerce [p. 269].

    [.

    ..] aunque os

    han

    castigado por

    vuestras

    culpas, las penas que vais a padecer no

    os

    dan

    mucho gusto, y que vais a ellas

    muy

    de

    mala

    gana y muy contra vuestra

    voluntad [ .. ]

    porque me

    parece

    duro

    caso

    hacer

    esclavos a quien Dios y naturaleza

    mm

    libres [p. 273].

    El

    sentido

    quijotesco de la justicia es universal,

    natural

    y cristiano: Dios hizo a los

    hombres

    libres, por qu, pues, esclavizarlos? Sin embargo, la realidad es muy

    otra, y el

    pretendido libertador resulta

    maltrecho.

    Con

    todo,

    Don

    Quijote

    decidir ser quien

    es

    ya desde el

    inicio

    de la

    novela.

    En el

    primer

    captulo,

    de las

    tres opciones que

    se

    ofrecen al protagonista

    ser

    un

    hidalgo de aldea, ser escritor o ser caballero

    andante)

    l escoge la ltima. Yo s

    quin

    soy

    1,

    5, p. 106),

    proclama

    Don Quijote.

    Es

    consciente

    de su

    condicin,

    asumida desde la

    fantasa,

    de

    caballero

    andante:

    Yo valgo por ciento [1, 15, p. 191].

    [ .. ] de m s decir

    que despus que

    soy caballero

    andante

    soy valiente, medido,

    liberal, biencriado, generoso, corts, atrevido, blando, paciente,

    sunidor

    de trabajos,

    de prisiones, de

    encantos

    [1,50, p. 586].

    Y

    responde

    a

    l s

    reprensiones del cannigo:

    [ .. ] caballero soy y caballero

    he

    de

    morir

    si place al Altsimo [Il, 32, p. 283].

    Escogiendo esta ltima

    opcin, decide

    imitar

    los modelos literarios,

    con

    el

    fin de

    aproximar

    su

    vida lo

    ms

    posible a

    una cota

    elevada

    de

    perfeccin,

    dentro

    del

    destino

    optado.

    Para

    Avalle Arce, es entonces

    cuando Don

    Quijote

    hace de su

    vida

    una obra de

    arte.

    19

    3.

    La locura de Don

    Quijote

    se

    presenta como

    una

    evasin hacia

    la

    felicidad.

    Es

    otra

    caracteristica

    de

    raigambre

    erasmista

    que cobra, tanto en la

    Primera

    como en

    la Segunda Parte,

    gran importancia.

    Erasmo

    hace exclamar

    a

    su

    argivo

    cuando

    es

    devuelto a

    la cordura:

    Por Plux,

    que

    me habis matado, amigos. No habis

    hecho

    un

    bien

    a una perso-

    na a

    la

    que habis quitado as el placer arrebatndole por fuer7.a un gratsimo desva-

    ro de

    la

    mente.

    y

    aade

    Era..

  • 7/24/2019 Don Quijote locura cordura.pdf

    8/16

    Lnurdes

    Sim

    Goberna

    III-CIAC 1990

    Un ejemplo similar aparece en el

    xamen

    de Ingenios de Huarte, repetido

    a

    su vez por Jernimo de Mondragn en su Censura de la locura humana i exrelen-

    cias della

    (1598). Ambos

    cuentan el

    caso

    de un

    paje

    que se

    volvi loco,

    y al serle

    retomada l cordura, se quejaba en los siguientes trminos:

    Seor

    Doctor,

    yo

    os beso

    las

    manos

    por

    tan grande merced como me

    habis

    hecho, en

    haberme

    vuelto

    mi

    juicio, pero yo

    os

    doy

    mi

    palabra, a fe de quien soy, que

    en alguna

    manera

    me pesa

    de haber

    sanado,

    porque estando

    en

    mi

    locura, viva en

    las ms altas consideraciones

    de

    mundo

    y

    me

    finga

    tan gran seor que no haba

    rey

    en la

    tierra que no

    fuese

    mi feudatario. y

    que fuese burla y

    mentira,

    qu

    importaba,

    pues gustaba tanto de ello como si fuera verdad? Harto peor

    es

    ahora, que me

    hallo

    de veras que

    soy

    un pobre paje, y que maana tengo de comenzar a servir a quien

    estando en m enfermedad

    no

    le

    recibiera

    por

    mi

    lacayo.21

    Tales exclamaciones resultan semejantes a las

    de

    Don Quijote

    cuando

    es rescata-

    do de la cueva de

    Montesinos

    y despertado de su sueo:

    Dios

    os

    lo

    perdone

    amigos;

    que me

    habis

    quitado

    la

    ms

    sabrosa

    y

    agradable

    vida y vista

    que

    ningn

    humano

    ha visto

    ni

    pasado. En efecto:

    ahora acabo

    de cono-

    cer

    que todos

    los contentos

    desta

    vida pasan como

    sombra

    y sueo, o se marchitan

    como la

    flor

    del campo [11

    22, p. 210].

    Don

    Quijote se evade

    por medio de

    la

    literatura.

    As

    imitar

    los modelos

    novelescos (los libros

    de

    caballerias

    en

    este caso . Cervantes sigue

    de

    cerca la

    esttica de

    la

    imitatio

    renacentista.

    Prueba

    de ello, y rasgo primordial

    para la

    comprensin

    de la

    novela

    es que

    Don Quijote no existe

    al

    comenzar sta. Es

    la

    creacin de la

    mente

    calenturienta de un hidalgo manchego de nombre

    y

    pro-

    cedencia indeterminados (Alonso

    Quijada, Quesada, Quejana?

    y que dejar

    de

    existir en cuanto

    el,

    en la Segunda Parte, llamado Alonso Quijano el Bueno reco-

    bre

    la

    razn:

    Yo fui loco, y ya soy cuerdo; fui Don Quijote de La Mancha, y soy agora como he

    dicho,

    Alonso Quijano el

    Bueno

    [11 74, p. 590].

    Don Quijote

    es, pues, fluto de una

    ilusin,

    un personaje

    que

    se ir haciendo

    a lo

    largo

    de

    la novela, pues cuando sta

    comienza,

    no est determinado ni por

    sus origenes ni por su apellido, al contrario de

    otros gneros

    en boga en

    aquella

    poca:

    la

    novela picaresca y los libros de caballerias.

    La

    ilusin se desvanecer

    en

    cuanto

    ste

    se vuelva

    cuerdo,

    pero la leccin de

    ello

    es que nuestro hidalgo

    mori-

    r irremisiblemente.

    Cuando Don

    Quijote

    debe

    abandonar

    el

    ejercicio caballeresco

    por un

    ao,

    tras la

    derrota infligida por

    el Caballero

    de

    la Blanca Luna, decide evadirse hacia

    otra

    fantasa

    novelesca, la pastoril:

    Este

    es e

    prado

    donde topamos

    a

    las

    bizarras pastoras y gallardos

    pastores que

    en

    l

    querian renovar

    e imitar a la pastoral Arcadia, pensamiento

    tan

    nuevo como

    21. Hum"te, op. cit. cap. V 125: Mondragn, Censura

    de

    la locura humana i exceleru: s della Madrid,

    Selecciones Biblifilas, 1949,

    cap,

    34,

    pp.

    70

    abo

    234

  • 7/24/2019 Don Quijote locura cordura.pdf

    9/16

    IIl-CIAC 1990

    El

    juego

    de locura-lucidez en

    el

    Quijote

    discreto, a cuya imitacin, si es que a ti te parece bien, quema, oh, Sancho , que

    nos

    convirtisemos

    en pastores,

    siquiera

    el tiempo que

    tengo

    de estar recogido [II, 67,

    p. 548].

    l igual que

    en

    su

    momento adopt la actitud y el lenguaje empleado

    en

    los libros

    de

    caballerias,

    se

    recrea

    en la

    ficcin

    de

    las novelas pastoriles:

    Yo

    comprar

    algunas ovejas, y todas las

    dems

    cosas

    que al

    pastoral ejercicio

    sern necesarias, y llamndome yo el pastor Quijotiz y t el pastor Pancino,

    nos

    anda-

    remos por los montes, por las selvas y por los prados,

    cantando

    aqu, endechando all,

    bebiendo de

    los lquidos cristales de las fuentes, o ya de los

    limpios

    arroyuelos, o de

    los caudalosos ros. Drannos con abundantsima mano de su dulcsimo fruto las

    encinas, asiento los troncos de los dursimos alcornoques, sombra los sauces, olor las

    rosas, alfombras

    de

    mil colores matizadas los

    estendidos

    prados, aliento

    el

    aire claro

    y

    puro, luz

    la

    luna

    y las estrellas, a pesar

    de

    la

    escuridad

    de la noche; gusto el

    canto,

    alegria

    el

    lloro, Apolo versos,

    el

    amor conceptos, con que podremos

    hacernos

    eternos

    y famosos, no slo en los presentes, sino en los venideros siglos [II, 67, p. 548].

    Serrano

    Plaja y

    Navarro

    Gonzlez

    no

    creen

    en

    la locura

    de

    Don

    Quijote e

    interpretan su evasin literaria como

    un

    hecho consciente: Don Quijote se auto-

    engaa a sabiendas de

    que

    as

    huye

    de la

    vulgaridad

    y

    chatura

    de la

    vida

    cotidia-

    na: si no, por qu ese deseo

    de

    salir,

    en

    la Primera Parte, sin

    ser

    visto?22

    Igual

    tesis, pero

    desde distinto

    punto de vista,

    mantienen

    Vicente

    Gaos

    y

    Gonzalo Torrente Ballester.

    Ambos

    consideran

    que

    la actitud

    de

    Don

    Quijote ante

    la

    vida es

    ldica. El

    hidalgo cervantino

    no ha perdido con la edad su capacidad

    de

    juego. Es,

    al

    parecer

    de

    Riley, la cara

    privada

    de su locura. En efecto, el

    hidalgo cervantino presenta

    con

    frecuencia signos

    de

    encontrarse

    en infantil esta-

    do

    mental.

    23

    Por

    otro

    lado, tal evasin,

    aunque

    querida

    por

    Don

    Quijote

    har

    que

    ste

    tope

    constantemente

    con su entorno.

    Es

    decir,

    la

    FICCIN novelesca choca con la

    REALIDAD. Buena parte de la comicidad de la obra surge de este hecho.

    La risa

    se

    consider durante

    mucho

    tiempo como la

    intencin

    ltima de Cervantes al escri-

    bir

    su

    novela. Algunos criticos contemporneos abogan por recuperar la idea,

    restando trascendentalidad a la obra.

    24

    La

    locura quijotesca

    cambia los valores

    que eran habituales en su

    tiempo: a

    la OPINlN,

    tan

    frecuente

    en la Espaa de la

    Contrarreforma,

    se opone la REALIDAD

    MULTIFORME Y

    en ltima

    instancia, la REAUDAD VOLUNTARIA que

    se

    ha forjado Don

    Quijote en su mente.

    Aqu

    entraramos

    en la discusin,

    magnficamente propuesta

    por

    Amrico

    Castro,

    sobre

    la

    relatividad del

    entorno.

    La

    realidad,

    en

    efecto,

    no

    es

    absoluta:

    22. A SelTIlno Plaja, La Primera Parte

    de

    Don Quijote, en Realismo mgico en Cervantes, Madrid, Gre-

    das. 1967,

    ll

    ss,;

    A.

    Navarro Gonzlez, arto cit., supra, p 281.

    23, G. Torrente Ballester,

    El

    Quijote como juego, Barcelona, Destino, 1984;

    V.

    ('",os, Claves e literatura

    vol. 1 Madrid. Guadarrama, 1974,213,

    Peter

    E.

    RusseH, .Don Quijote o la risa a carcajadas,

    en

    Temas e

    w

    Celestina, Barcelona, Anel,

    1978, 409-440; H. Ziomek,

    1 0

    grotesco en el Quijote, en Estudios literarios [ , j dedicados a He/mut Hat l/eld

    con motivo de

    su 8

    aniversario,

    Barcelona,

    Hispam, 1974, 239-247.

    235

  • 7/24/2019 Don Quijote locura cordura.pdf

    10/16

    Lourdes

    Sm

    Goherna

    III-ClAC 1990

    [ ... ] eso que a t i te

    parece baca

    de barbero

    me

    parece

    a

    m

    el yelmo de

    Mambri-

    no, y a otro

    le

    parecer otra cosa

    [1,

    25, pp. 306-307].

    Tanto

    lo

    que

    es percibido

    por

    los

    sentidos

    como

    los juicios

    de

    valor

    son

    relativos. Cervantes se

    hace

    eco

    de

    una

    idea platnica que

    desarroll

    la

    filosofa

    del

    Renacimiento

    y

    que

    tambin

    tuvo

    sus

    repercusiones

    en

    la

    literatura

    de

    la

    poca,25

    Diferencias enlre la Primera y

    Segunda

    Parte segn el sentido

    de

    la novela

    Existen ciertas

    diferencias,

    como se ha apuntado,

    que

    han permitido hablar

    de

    un

    Don Quijote renacentista en la Primera Parte y un

    Don

    Quijote

    barroco

    en

    la Segunda. El

    ingenioso hidalgo, al igual

    que

    Cervantes,

    no

    es

    el

    mismo.

    Aunque

    para

    el personaje ha

    transcurrido

    un

    mes.

    para

    su

    creador han sido diez

    aos.

    Existe bibliografa

    abundante con

    respecto a

    estas

    diferencias.

    26

    Primera Parte

    1.

    Don

    Quijote

    se presenta

    entero,

    de una

    pieza.

    l

    es

    quien

    hace de

    la

    realidad

    ficcin.

    Al margen

    de

    ese error

    fsico, de los

    sentidos ( y como

    a

    nuestro

    aventurero todo cuanto pensaba.

    vea o

    imaginaba

    le

    pareca ser

    hecho

    y pasar

    al

    modo

    de lo

    que haba

    ledo;

    1,

    2, p. 82),

    siempre est presente en la Primera

    Parte de

    la novela

    el

    engao a

    los

    ojos,

    provocado

    por la

    imaginacin

    de

    nues-

    tro

    hidalgo.

    Slo una

    vez

    los dems transforman

    la

    realidad al margen de

    la

    voluntad

    de

    Don

    Quijote

    (1, 29-30.

    episodio

    de

    la infanta

    Micorrlicona).

    25.

    Amrico

    Castro

    (op. cit.,

    nota

    1,

    82-90

    Y notas)

    cita

    varios

    autores

    en

    cuyas obras

    se

    refleja este

    pensamiento que

    tambin aparece

    en

    (;en,antes: Pietro Bembo, Gli Asolani (Castro se sirve de una traduccin

    annima editada en

    Salamanca, 1555, Los Asolanas,

    Madrid. Biblioteca Nacional,

    R 15.039:

    los fragmentos

    que

    cita se encuentran al comienzo del libro III);

    Erasmo de

    Rotterdam. del que cita pasajes del Elogio de

    l

    locura,

    del

    Coloquio

    de los

    religiosos apud Menndez

    Pelayo. Origenes de

    la Novela,

    IV, 18la) y

    de

    Los

    Silenos de

    Akibu1es (Adagiorum Collectanea,

    Amberes, 1530, fol.

    304v);

    Baltasar de Castiglione: El

    Cortesano,

    en la traduc-

    cin de

    Juan

    Boscn. (Se sirve

    de

    una edicin

    de

    Libros

    de

    Antao, p. 50, aunque nosotros podemos aducir

    una edicin de

    Valladolid de 294 fols ..

    realizada en

    la

    imprenta de

    Francisco

    Fernndez

    de

    Crdova

    en 1569.)

    26.

    Son partidarios de considerar la novela y su personaje principal como renacentistas M. BataiUon,

    Amrico Castro y A. VUanova. que enfocan el erasmismo de autor y personaje.

    El renacentismo

    literario lo pone de manifiesto

    Rafael (

  • 7/24/2019 Don Quijote locura cordura.pdf

    11/16

    IlI-CIAC 1990

    El juego de locura-lucidez en

    el

    Quijote

    Don

    Quijote, como afirma Arturo

    Serrano

    Plaja,27 no se muestra tranquilo

    hasta

    que

    los que le

    rodean no entran en

    su

    juego:

    El

    lenguaje, no

    entendido

    de las seoras y el

    mal

    talle de nuestro

    caballero

    acrecentaba en ellos

    la

    risa

    y en l el enojo, y pasara muy

    adelante

    si a aquel punto

    no saliera el ventero, hombre que, por

    ser

    muy gordo, era muy pacfico, el cual,

    viendo aquella figura

    contrahecha

    armada de armas tan desiguales

    como

    eran la

    brida lanza, adarga y coselete,

    no

    estuvo en nada en acompaar a las doncellas en

    las muestras de su contento. Mas,

    en

    efecto,

    temiendo la

    mquina de

    tantos

    pertre-

    chos determin de hablarle comedidamente [

    ..

    ] [1. 2, pp. 83-84].

    Y as,

    las

    mozas de partido

    le dan

    de

    comer

    el ventero lo

    arma

    caballero:

    El ventero que, como est dicho, era un poco socarrn y ya tenia algunos ba-

    rruntos

    de la

    falta de

    juicio de

    su husped [...] por

    tener que

    rer aquella

    noche

    determin seguirle el humor [1, 3, p. 88].

    Incluso Sancho en su primera aventura

    con Don

    Quijote, sale con l en la clan-

    destinidad:

    [ .. ]

    sin despedirse

    Panza

    de

    sus hijos y mujer

    ni Don

    Quijote

    de

    su ama y

    sobrina

    una

    noche salieron del lugar sin que

    persona

    los viese; en

    la

    cual caminaron

    tanto

    que

    al

    amanecer

    se tuvieron por seguros de que

    no

    los

    hallarian

    aunque los

    buscasen

    [ l

    7, pp. 126-127].

    2.

    Don

    Quijote,

    pese

    a considerarse un caballero andante al estilo de los que

    recorrian

    la

    Europa

    medieval,

    est

    dotado de

    todas

    las virtudes con que

    Erasmo

    adornaba el caballero cristiano

    en

    su

    Enehiridion. Tales virtudes no pueden des-

    prenderse

    de

    la fama

    de

    hombre

    bueno de

    la que goza nuestro

    hidalgo en

    la

    Segunda Parte

    (vase loe cit supra n 13, p. DI

    Y n

    32, p. 265).

    El profesor

    A.

    Vilanova

    ha demostrado que son

    tres

    los puntos de unin entre el Manual

    erasmiano y

    los rasgos

    que concurren en Don

    Quijote:

    a Su condicin paradjica de loco-cuerdo y de necio-sabio.

    b Su afn

    de hacer el bien.

    e) Su fracaso

    en

    este afn justiciero.

    28

    3. Don Quijote, en fin es en esta Primera Parte

    un

    hombre lleno de entu-

    siasmo.

    Se auto

    ustifica

    cuando

    los

    dems

    le

    quieren hacer

    ver

    que se

    ha equivo-

    cado

    1, 19, p. 233, episodio del Cuerpo Muerto):

    No todas las cosas [ ... ]

    suceden

    de

    un

    mismo mcxlo. El dao estuvo, seor bachi-

    ller Alonso Lpez.

    en

    venir,

    como

    veniades.

    de

    noche, vestidos

    con

    aquellas sobrepelli-

    27 Op. cit 122

    28. En

    la

    ponencia presentada al ID Coloquio Internacional

    de

    la Asociacin de Cervantistas, el profesor

    Vilanova profundi za en el tema

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    Lnurdes

    Sim

    obema

    III-ClAC 1990

    ces, con las hachas encendidas, rezando, cubiertos de luto, que propiamente semej-

    bades cosa

    mala

    y del otro mundo; y as, yo no

    pude

    dejar de cumplir con mi obliga-

    cin

    acometindoos.

    y os acometiera aunque verdaderamente supiera

    que

    rades los

    mesmos

    satanases

    del infierno, que por tales os

    juzgu

    y tuve siempre.

    Segunda Parte

    1. Don Quijote se presenta como un personaje ms rico en matices y variado

    en sus reacciones y comportamientos, hasta llegar a su muerte, cuando

    recobra

    la

    razn. Destacan

    tres

    elementos

    en su personalidad:

    a

    La realidad propiamente

    dicha

    se opone

    a

    la

    profesin caballeresca, f ruto

    de su locura.

    El punto

    de vista es distinto al de la Primera

    Parte ya

    que

    son

    los

    dems quienes

    transfonnan

    la realidad al margen

    de

    la voluntad

    de

    Don

    Quijote:

    n

    10, pp. 108-113. Sancho

    quiere hacer creer

    a Don Quijote que tres

    rsticas labradoras son

    Dulcinea y

    sus dos

    doncellas:

    A

    esta sazn

    ya

    se

    haba puesto

    Don

    Quijote

    de

    hinojos

    junto

    a

    Sancho,

    y

    miraba

    con ojos

    desencajados

    y vista turbada a la que

    Sancho llamaba reina

    y

    seora,

    y

    como

    no

    descubra

    en

    ella sino una

    moza

    aldeana, y

    no

    de muy

    buen

    rostro, porque

    era carirredonda y

    chata, estaba

    suspenso y admirado, sin

    osar

    despegar los labios.

    ll, 14-15. pp. 134 ss. Encuentro con el Caballero del Bosque.

    n 31, p. 276. En

    casa

    de los duques:

    Con estos razonamientos, gustosos a todos sino a

    Don

    Quijote, llegaron a lo alto,

    y

    entraron

    a Don Quijote

    en

    una

    sala

    adornada

    de

    telas

    riqusimas de oro

    y de

    brocado; seis doncellas le desannaron y sinrieron de pajes,

    toda

    industriadas yadver-

    tidas del duque y de la duquesa de

    lo

    que haban de hacer, y de cmo baban de

    tratar

    a

    Don

    Quijote

    para que

    imaginase

    y viese

    que

    le

    trataban como

    caballero

    an-

    dante.

    Las ventas son ventas ll,

    24;

    59) Y los rebaos,

    rebaos

    ll,

    59). En

    la Prime-

    ra Parte, al

    confundir Don

    Quijote

    dos rebaos de

    ovejas

    con dos

    ejrcitos,

    San-

    cho observa:

    No oigo

    otra cosa

    [ ..]

    sino muchos

    balidos

    de

    ovejas y carneros

    [1,

    18, p. 223].

    En

    esta Segunda Parte, cuando Sancho le dice que viene Dulcinea con sus

    doncellas,

    responde

    Don Quijote:

    Yo no veo,

    Sancho

    [

    ..

    ], sino a tr s

    labradoras

    sobre tres borricos

    [TI,

    lO, p. 109].

    b

    Las

    dudas

    ntimas

    de

    su

    idoneidad

    para

    tal

    quehacer.

    Convenciendo a los

    dems se convence

    a

    s mismo. Observamos

    que,

    en esta Segunda

    Parte,

    Don

    Quijote va

    perdiendo la seguridad de manera

    progresiva. Ello

    es

    debido,

    como

    apunta Salvador de

    Madariaga,29 a que los

    dems

    le

    siguen la comente

    (Sancho,

    los

    duques,

    los caballeros barceloneses ..

    .

    El clrigo de

    la

    casa

    de

    los

    duques,

    29. Salvador

    de

    Madariaga, Gua del lector del Quijo/e, Madtid, Espasa-Calpe, 1978 , Austral, 105-111.

    238

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    III-CIAC 1990

    El juego

    de

    locura-lucidez

    en

    el

    uijote

    dudando de

    l,

    le devuelve el fervor y le

    da

    la posibilidad de

    autoconvencerse en

    un apasionado

    parlamento

    (II, 32, pp. 282-283).

    e a

    constatacin final

    de

    su propia locura. Cuando se vuelve cuerdo obser-

    vamos que entonces es Sancho quien quiere

    hacerle

    recuperar

    la ilusin perdida:

    [Habla

    Don Quijote.]

    -Perdname,

    amigo, la

    ocasin

    que te he dado

    de

    parecer loco como yo, hacin-

    dote

    caer en el error en que yo he cado, de que hubo y hay caballeros andantes en el

    mundo.

    -Ay -respondi Sancho,

    llorando--.

    No se muera vuestra

    merced

    seor mo,

    sino tome mi consejo, y viva muchos aos; porque la mayor locura que puede hacer

    un hombre

    en esta vida es

    dejarse

    morir, sin

    ms

    ni

    ms, sin que

    nadie le

    mate,

    ni

    otras manos le acaben que las de la melancola. Mire

    no sea

    perezoso, sino levntese

    desa

    cama

    y vmonos al campo vestidos de pastores, como tenemos concertado: qui-

    z

    tras

    de

    alguna

    mata

    hallaremos

    a

    la

    seora Dulcinea desencantada, que no haya

    ms

    que ver

    [H, 74, pp. 589-590].

    2.

    Es un

    Quijote

    barroco,

    que

    ve

    cmo su

    mundo se

    va

    desintegrando

    cada

    ve-z ms. En efecto, ya

    cuando

    Sancho le presenta a

    la

    "Dulcinea

    encantada,

    dice:

    Sancho,

    qu

    te parece cun mal quisto soy de encantadores? Y mira hasta dn-

    de se estiende su malicia y

    la

    ojeriza que me tienen, pues me han querido pn-IIar del

    contento

    que pudiera darme

    ver

    en su ser a mi seora. En efecto, yo nac para ejem-

    plo de desdichados, y

    para

    ser

    blanco

    y terrero donde tomen

    la

    mira y asiesten las

    flechas de la

    mala

    fortuna [I1, lO, pp. 111-112].

    Don Quijote

    ha

    empezado, con

    este

    lamento, a reconocer que no

    puede

    do-

    minar el mundo que le rodea, y de aqu a la desintegracin del mismo slo hay

    un paso. Riley

    afirma

    la progresiva decepcin de Don Quijote:

    [ .. ] puede incluso describirse como un lento proceso de autoeducacin que, si-

    guiendo

    el

    curso

    evolutivo de las ideas del siglo xvr termina con

    la

    austera leccin del

    desengao.

    3o

    Resulta clave, para comparar el Don Quijote

    de

    la

    Primera

    Parte con

    el de

    la

    Segunda

    el episodio de las Cortes de

    la

    Muerte (II, 11) frente el del Cuerpo

    Muer-

    to 1, 19), ya comentado. En efecto,

    observamos

    en el

    primero

    una leccin

    de

    desengao:

    Por

    la fe

    de caballero andante [

    ..

    ] que as como vi este carro imagin que

    alguna

    grande aventura se

    me

    ofreca; y

    ahora digo

    que es menester

    tocar

    las

    apariencias

    con

    la

    mano

    para

    dar lugar al

    desengao

    [JI 11 p. 117].

    Este esencial rasgo barroco resulta

    cada

    vez

    mayor

    a medida que avanza esta

    Segunda

    Parte:

    Basta [ .. ] Aqu ser predicar en desierto querer reducir a

    esta

    canalla a

    que

    por

    ruegos haga virtud alguna. Y en

    esta aventura se deben

    de haber encontrado

    dos

    30. E.C. Riley, Teorl

    e

    la novela n Cervantes Madrid,

    Taurus,

    1971. 259.

    239

  • 7/24/2019 Don Quijote locura cordura.pdf

    14/16

    lourdes

    im

    obema

    III-ClAC 1990

    valientes

    encantadores, y el uno estorba lo que el

    otro

    intenta: el uno

    me deparo

    el

    barco, y el

    otro

    dio conmigo al travs, Dios lo

    remedie;

    que

    todo este mundo

    es

    mquinas

    y trazas,

    contrarias unas de

    otras. Yo no

    puedo

    ms [H, 58, p. 267, Aventu-

    ra

    del barco encantado].

    Ellos

    conquistaron

    el cielo a fuerza

    de brazos

    [se

    refiere

    a las

    imgenes de los

    retablos]

    y

    yo

    hasta

    agora no

    s

    lo

    que

    conquisto

    a

    fuerza

    de

    mis trabajos

    [Il, 58,

    p. 473, Aventura

    de

    las Imgenes].

    Culmina

    cuando

    es

    apresado por el

    bandolero Roque

    Guinart:

    No es mi tris'teza [ .. ] haber

    cado

    en tu poder [ .. ] sino por haber sido tal mi

    descuido,

    que me hayan

    cogido

    tus soldados sin el freno, estando yo obligado, segn

    la orden de la andante caballera, que profeso, a vivir contino alerta, siendo a

    todas

    horas

    centinela de m mismo [H, 60, p. 495].

    A partir

    de

    este captulo,

    Don

    Quijote

    se

    convierte en

    mero

    espectador.

    Frente

    a

    las

    autnticas

    aventuras del bandolero cataln, la caballera quijotesca es literaria.

    Se

    aproxima

    el fin de Don Quijote.

    3. Por ltimo, pierde

    gradualmente

    el entusiasmo.

    La

    evolucin de

    su locura

    marca

    la

    evolucin del personaje.

    Salvador de Madariaga llama

    a este

    proceso

    sanchificacin

    de Don

    Quijote.

    aunque

    nosotros

    no

    lo

    consideremos

    exacta-

    mente as.

    En

    efecto. el

    comportamiento

    del

    Don

    Quijote de la Segunda Parte

    difiere del de la Primera, como apunta el autor citado:

    a

    Pacta con

    exigencias materiales: viaja

    con dinero

    y provisiones.

    Paga

    los

    gastos en las ventas

    como

    una persona

    corriente

    y, lo que

    es

    ms, reconoce y

    compensa los desperfectos que causa.

    Por

    ejemplo en

    n

    7, p. 91:

    En resolucin, en aquellos tres

    da Don

    Quijote

    y

    Sancho

    se

    acomodaron

    de

    lo

    que

    les

    pareci

    convenirles; [ .. ]

    sin

    que

    nadie

    lo viese

    sino

    el bachiller,

    que

    quiso

    acompaarles media

    legua del lugar.

    se pusieron

    en camino del Toboso, Don Quijote

    sobre

    su buen Rocinante,

    y Sancho

    sobre su

    antiguo rucio,

    provedas las alforjas

    de

    cosas tocantes a la buclica, y la bolsa

    de

    dineros

    que

    le dio Don Quijote

    para

    lo

    que

    se ofreciese.

    Incluso cuando se refugia

    en

    la novela pastoril, el

    Don

    Quijote de la Segunda

    Parte

    ya no piensa en transformar la realidad

    y fabricarse l

    mismo

    los

    instru-

    mentos

    necesarios, como

    hace

    en la Primera Parte, donde convierte el morrin en

    celada

    y el

    rocn en

    caballo, sino que

    piensa

    en

    comprarlos, tal

    y

    como se

    ve

    en

    n

    47, p. 548: yo comprar algunas ovejas,

    y

    todas las

    dems

    cosas

    que

    al pasto-

    r l

    ejercicio

    son

    necesarias.

    b

    No concede excesiva

    importancia

    a las leyes de caballeria, algo impensa-

    ble en el Quijote de

    la Primera

    Parte.

    Madariaga pone

    el ejemplo

    de la loanza

    de

    la bella Quiteria, en las bodas

    de

    Camacho:

    Oyendo lo cual Don Quijote, dijo entre s:

    Bien parece que

    stos

    no

    han

    visto

    a

    mi

    Dulcinea

    del

    Toboso;

    que

    si

    la

    hubie-

    ran visto, ellos

    se fueran

    a

    la mano

    en

    las alabanzas desta

    su Quiteria [ll, 20, p. 189].

    240

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    15/16

    lIl-CIAC 1990

    El juego de locura-lucidezen

    l

    Quijote

    En

    la

    Primera Parte

    Don

    Quijote se hubiera enfurecido,

    como

    en

    la

    Aventura

    de

    la

    infanta Micomicona,

    cuando

    Sancho

    afinna que

    sta es ms bella que Dul-

    cinea

    1,30, p. 377).

    e

    Obra con

    ms

    cautela

    antes

    de

    emprender

    una aventura. Por ejemplo,

    antes

    de

    su tercera

    y

    ltima salida pide consejo al bachiller Sansn Carrasco

    y

    ste lo anima

    a

    seguir

    adelante:

    [ .. ]

    Don

    Quijote [ ... ]

    determin de hacer de

    all a

    tres

    o

    cuatro das otra

    salida; y

    declarando su intento al bachiller, le pidi

    consejo

    por qu

    p rte

    comenzara su jor-

    nada; el cual [ .. ] alable ser honradsima y valentsima su determinacin [Il, 4, pp.

    69-70].

    Poco

    a poco, y

    Cervantes parece recrearse

    en

    la progresiva

    desintegracin

    del

    personaje, Don Quijote ve desmoronarse todo aquello

    en

    lo que haba credo.

    Su

    actitud es cada vez ms de una pasividad absoluta. Acepta

    las

    circunstancias,

    pues se siente impotente para

    reordenar el mundo.

    Ese sentimiento de impoten-

    cia llevar al

    caballero a una desilusin que, como se ha dicho ms arriba,

    lo

    matar, no sin

    antes

    haber hecho

    una

    renuncia fonnal en

    los siguientes tnninos:

    [ ..]

    ya yo

    no soy Don Quijote de la Mancha, sino Alonso Quijano, a

    quien

    mis

    costumbres

    me

    dieron

    renombre

    de Bueno

    [Il, 74, p. 588].

    El profesor

    Avalle Arce matiza

    el

    alcance

    de

    tales

    palabras:

    Al

    deponer su nombre, Don Quijote ha renunciado a su voluntad,31

    Conclusiones

    No

    discutiremos

    aqu qu

    pretenda Cervantes al escribir

    su obra maestra, el

    Quijote.

    Parece comnmente aceptado que la intencin

    era

    parodiar

    los

    libros

    de

    caballeras.

    En

    la

    actualidad intenta

    tomarse

    este aserto

    en toda

    su extensin y

    se defiende

    la

    risa a

    carcajadas

    como

    clave de la

    obra,

    tal como s e supone--

    la

    entendieron los contemporneos de Cervantes.

    Sin embargo, otros sectores consideran

    que

    el autor va ms all, en ocasio-

    nes intencionadamente, otras

    sin

    querer .

    Algunos

    crticos han querido ver

    en

    la

    obra

    cervantina rasgos propios

    del

    erasmismo

    Vilanova, Castro),

    otros interpre-

    tan las peripecias del personaje

    principal

    a la

    luz

    de

    la fina irona de

    su creador

    (Madariaga,

    Avalle Arce).

    Porque

    la novela

    no es

    slo

    una parodia. Contiene

    de-

    masiados elementos, que no escaparon antes ni escapan hoy

    al pblico

    lector.

    Desde

    la

    locura pueden

    defenderse

    puntos de vista

    impensables

    en

    la Espaa

    de

    la

    Contrarrefonna, tales como

    la

    justicia,

    la

    libertad,

    la

    voluntad. Tambin

    un

    loco puede dar su opinin sobre cualquier tema, gozando

    de

    una peculiar

    lucidez.

    Los

    discursos

    y

    parlamentos

    de

    Don Quijote

    a lo

    largo

    de

    la

    obra reflejan,

    al

    menos parcialmente, el

    ideario cervantino

    sobre la vida,

    l arte

    Y la literatura. La

    locura, adems, proporciona ilusin al individuo y

    lo

    hace

    feliz.

    De igual manera,

    31. J B Avalle

    An::e

    .Don Quijote o

    la

    vida

    como obra

    de arte, en Nuevos deslindes cervantinos op. it .

    nota 2, 375.

    241

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    wurdes

    im

    oberna

    IIlCIAC 1990

    slo la falta de juicio

    puede

    posibilitar el desarrollo

    de

    un pensamiento sobre la

    relatividad

    de las

    cosas y la

    ausencia de

    valores absolutos

    tanto

    reales

    como

    fmgidos.

    Pero

    Don

    Quijote no poda vivir

    eternamente

    y es en la Segunda

    Parte donde

    empezamos

    a ver una leccin

    de

    desengao. Sigue la ideologa

    anterior pero

    falta

    el entusiasmo desfallece el

    protagonista

    se desengaa su

    creador.

    Don Quijote

    debe morir al

    igual

    que un ao

    despus

    lo har Cervantes; debe morir porque ha

    perdido la ilusin al

    recuperar

    la cordura. l

    entusiasmo

    del Renacimiento sucede

    el desencanto barroco. Don

    Quijote

    ya

    no se muestra activo no muere se deja

    morir

    como bien

    dice

    Sancho

    entre

    sollozos. Pero

    incluso

    aqu Cervantes hace

    que su

    criatura deponga

    su nombre. Quien

    muere

    es Alonso Quijano el Bueno no

    Don

    Quijote

    de

    la Mancha en una sabia leccin

    no

    exenta de melancola

    de que

    la

    fantasa no

    muere nunca

    y Don Quijote pervivir --como lo

    ha hecho-- en

    las

    mentes de

    los

    lectores a lo largo de los

    tiempos.

    242