domund 2014

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LECTIO DIVINA, DOMUND CICLO C, (Mt 28, 16 - 20)

Todo el mundo celebra el Domingo Mundial de las Misiones,

momento culminante de una corriente de animación y

cooperación misionera que se hace a lo largo del año, pero

más en el mes de “Octubre”, mes misionero por excelencia.

Jesús sigue diciéndonos hoy como ayer: “Vayan por todo el

mundo”.

Jesús quiere que la actitud del creyente sea querer salir de sí

para compartir la fe; don de Dios, hecha experiencia

personal.

El DOMUND, Domingo Mundial de las Misiones, tiene textos propios para precisar en qué

consiste la misión. Este día la Iglesia universal ora de manera particular por los misioneros y

misioneras y hace efectiva su colaboración para con aquellos que están compartiendo su vida con

los más pobres.

Este año se proclama el evangelio de San Mateo; sus versículos, en semejanza con el último

capítulo de San Mateo presentan el mandato o envío de Jesús a los apóstoles, y en ellos a

nosotros, pidiéndoles proclamen la Buena Noticia por el mundo.

En el año 1926 Pío XI estableció que el penúltimo domingo de octubre se celebrara en toda la

Iglesia el “Domingo Mundial de las Misiones”, para mover a los católicos a amar y apoyar la causa

misionera. Su finalidad es hacernos más responsables con la evangelización.

Los Territorios de Misión están confiados a la Congregación para la Evangelización de los Pueblos

y dependen en gran medida de la labor de los misioneros y del sostenimiento económico de las

Obras Misionales Pontificias. Mediante el DOMUND, la Iglesia, misionera por identidad, quiere

que esta vocación sea comprendida y haga posible la extensión del Reino de Dios.

Los misioneros presentes en los cinco continentes se convierten en los Mensajeros de la Palabra;

todavía hay muchos hermanos que no la conocen: “La mies es mucha y los operarios pocos” (Mt

9, 38).

Hay que tener en cuenta que:

El 92% de las diócesis de África son territorios de misión.

El 85% de las diócesis de Asia son territorios de misión.

El 57% de las de Oceanía son territorios de misión.

El 7% de las de América son territorios de misión.

El 2% de las diócesis de Europa son territorios de misión.

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Seguimiento:

15. Y les dijo: Vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio a toda criatura.

16. El que crea y se bautice se salvará. El que no crea se condenará.

17. Y estas señales acompañarán a los que crean en mi nombre; echarán los espíritus

malos, hablarán en nuevas lenguas.

18. Tomarán con sus manos las serpientes y si beben algún veneno no les hará ningún

daño. Pondrán las manos sobre los enfermos y los sanarán”.

19. Así pues, el Señor Jesús, después de hablar con ellos, fue llevado al cielo y se sentó a la

derecha de Dios.

20. Y los discípulos salieron a predicar a todas partes con la ayuda del Señor. El cual

confirmaba su mensaje con las señales que lo acompañaban.

LEER: entender lo que dice el texto fijándose en cómo lo dice

Jesús había elegido a sus continuadores

(apóstoles y discípulos). Y ahora, Resucitado,

les envía para que sigan realizando su

misión: proclamar el Evangelio... bautizar.

Jesús fue llamando a los que Él quiso.

Primero los hace discípulos, aprendices del

Evangelio, para que estuvieran con Él (Mc 3,

14).

En la escuela y en la comunidad de Jesús, los

llamados van aprendiendo qué es el

Evangelio, cómo hay que vivirlo y cómo hay

que trasmitirlo. Y los llamados van

ejercitándose con Jesús para: ser discípulos,

ser amigos, ser apóstoles, misioneros,

enviados y ser testigos, mártires por el

Evangelio.

Cristo fue enviado por el Padre a

“evangelizar a los pobres y levantar a los

oprimidos” (Lc 4, 18), “para buscar y salvar

lo que estaba perdido” (Lc 19, 10); así

también la Iglesia abraza con su amor a

todos los afligidos por la debilidad humana

(Vaticano II, Lumen gentium, 8).

La Iglesia peregrinante es, por su naturaleza,

misionera, puesto que toma su origen del

Hijo y de la misión del Espíritu Santo, según

el propósito de Dios Padre (Lumen gentium,

2).

anunciar la verdad salvadora, la Iglesia lo

recibió de los apóstoles con orden de

realizarlo hasta los confines de la tierra (Hch

2, 8). Por eso, hace suyas las palabras del

apóstol: ¡Ay de mi si no evangelizare! (1 Cor

9, 26), y sigue incesantemente enviando a

quien evangelice, mientras no estén

plenamente establecidas las Iglesias recién

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fundadas y ellas, a su vez, continúen la obra

evangelizadora (Lumen gentium, 17).

Todo cristiano es misionero

Por ser bautizado, el cristiano es: sacerdote,

profeta y rey.

1. Sacerdote: para ofrecer su vida, unida a la

entrega de Jesús, en favor de los demás;

2. Profeta: para vivir y predicar la Palabra;

3. Rey: para servir en la caridad a los

humanos y formar comunidad.

El bautizado ha de ser testigo (mártir) de su

vida y obras ante la sociedad, para hacer

creíble su mensaje y la salvación de la que es

intermediario.

¿Cómo va a ser misionero hoy, aquí?

MEDITAR: aplicar lo que dice el texto a la vida

Los fieles cristianos laicos, juntamente con quienes han recibido el sacramento del orden y con

quienes han asumido el estado de vida religiosa por los consejos evangélicos, constituyen la

Iglesia de Jesucristo. A través de ellos y de su testimonio, insertado en las actividades temporales,

la Iglesia se hace Sacramento universal de salvación para el mundo (LG, 48). Por tanto, el laico

tiene una misión en la Iglesia y en el mundo como la tienen el religios@ y el sacerdote.

Los misioneros anuncian el Evangelio a quienes aún no conocen a Jesús para que, si reciben la

gracia de la conversión, puedan incorporarse a la Iglesia por el Bautismo y asumen la

responsabilidad de impulsar proyectos educativos, sanitarios y de promoción social de las

personas y pueblos que atienden.

¿Soy consciente del llamado que Jesús me ha hecho?

La vocación cristiana es una llamada a la santidad y a la misión. Además de la vocación misionera

general de todo cristiano, existe una vocación misionera específica. "Aunque a todo discípulo de

Cristo incumbe el deber de propagar la fe según su condición, Cristo Señor, de entre los

discípulos, llama siempre a los que quiere para que lo acompañen y los envía a predicar a las

gentes" (AG 23).

Los misioneros, sacerdotes, religios@, y laicos que han sido enviados, por un periodo largo de

tiempo o para toda la vida, a países donde aún no se conoce el Evangelio son Misioneros Ad

Gentes. Este nombre es muy evidente: Misioneros entre las gentes

¿Qué medios tengo a mi alcance para vivir mi misión? ¿Cómo colaboro con Jesús?

Jesús es el Misionero por excelencia: El Padre lo envió y a su vez, Él envía a sus apóstoles: “Yo los

he enviado al mundo como Tú, Padre, me enviaste a mí” (Jn 17, 18);

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¿Cómo vivo mi vocación misionera? Aprendo de Jesús a darle a la misión un lugar especial en

lo que soy y en lo que hago?

Jesús es, el primer enviado, el primer misionero tuvo bien clara su vocación: “ Yo he bajado del

cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Y su voluntad es que yo no

pierda a ninguno de los que Él me ha dado, sino que lo resucite en el último día” (Jn 6, 38-39).

¿Qué tan capaz soy de compartir mi fe con quienes tengo cerca?

El amor de Dios hizo posible la entrega de su Hijo por nosotros: “Tanto amó Dios al mundo que le

dio a su único Hijo.... no para condenarlo sino para salvarlo por medio de él” (Jn 3, 16-17).

¿He vivido experiencias misioneras? ¿Qué me han dejado?

Si no las he tenido, ¿por qué me he detenido si el “Vayan” que Jesús dijo a sus apóstoles también

lo dice a cada bautizado?

Jesús ha realizado la tarea que el Padre le encomendó: la salvación de todo el cosmos por su

entrega generosa, hasta la muerte de cruz.

¿Qué significa tener espiritualidad misionera?

Ser discípulo misionero es un proceso que abraza toda la vida, lo que somos y hacemos. El

seguimiento de Cristo nos pide una continua conversión, para hacer a menos de aquello que nos

aparta de Él y de nuestros hermanos. Al vivir el discipulado, la conversión logramos la comunión,

y nos disponemos a la misión.

El Documento de Aparecida hace un feliz binomio: discipulado - misionero. Cómo cambiaría el

mundo si los bautizados nos decidiéramos a ser discípulos –misioneros. Pidámosle a María

Santísima, que es la estrella de la Evangelización que nos conceda el valor para decidirnos a

misionar. Los primeros cristianos dieron todo para que la Buena Noticia llegara a todo el mundo

conocido. Hoy tenemos el gran reto: Hacer presente a Cristo y su Palabra en los lugares donde

nos encontramos.

ORAMOS este texto desde nuestra vida:

Bendice los caminos por los que hemos de llevar tu palabra, para que todo aquel hermano se

alimente de ti, y que nuestra misión, Señor, sea siempre llevar al mundo entero tu palabra.

¡AMEN!